Palabras sobre la búsqueda y práctica de la verdad (Fragmento 15)

Si la gente tiene un corazón que ama la verdad, tendrá la fuerza para perseguirla, y podrá esforzarse en la práctica de la verdad. Pueden abandonar lo que debe ser abandonado, y dejar ir lo que debe dejarse ir. En particular, las cosas que se refieren a tu propia fama, ganancia y estatus han de ser abandonadas. Si no las dejas ir, significa que no amas la verdad y no tienes la fuerza para perseguirla. Cuando te suceden cosas, debes buscar la verdad y practicarla. Si, en esos momentos en los que necesitas practicar la verdad, tu corazón es siempre egoísta y no puedes dejar de lado tu propio interés, serás incapaz de poner en práctica la verdad. Si nunca buscas o practicas la verdad en ninguna circunstancia, no eres una persona que ama la verdad. No importa cuántos años hayas creído en Dios, no obtendrás la verdad. Algunas personas siempre buscan la fama, la ganancia y el interés propio. Sea cual sea el trabajo que la iglesia les asigne, siempre dudan, pensando: “¿Me beneficiará esto? Si es así, lo haré; si no, no lo haré”. Una persona así no practica la verdad; por lo tanto, ¿puede cumplir bien con su deber? Seguramente no. Aunque no hayas hecho el mal, no eres una persona que practica la verdad. Si no persigues la verdad, no amas las cosas positivas y, pase lo que pase, solo te preocupa tu propia reputación y estatus, tu propio interés y lo que es bueno para ti, entonces, eres una persona que solo se mueve por el propio interés, que es egoísta y vil. Una persona así cree en Dios para ganar algo bueno o de beneficio para sí misma, no para obtener la verdad o la salvación de Dios. Por lo tanto, las personas de este tipo son incrédulas. Las personas que verdaderamente creen en Dios son aquellas que pueden buscar y practicar la verdad, dado que reconocen en sus corazones que Cristo es la verdad, y que deben escuchar las palabras de Dios y creer en Dios como Él lo exige. Si quieres practicar la verdad cuando te ocurre algo, pero consideras tu propia reputación y estatus y tu propia imagen, hacerlo será difícil. En una situación como esta, a través de la oración, la búsqueda, la introspección y de llegar a tomar conciencia de uno mismo, los que aman la verdad serán capaces de dejar de lado su propio interés o lo que es bueno para ellos, practicarán la verdad y se someterán a Dios. Esas son las personas que realmente creen en Dios y aman la verdad. ¿Y cuál es la consecuencia cuando la gente siempre piensa en sus propios intereses, cuando siempre trata de proteger su orgullo y su vanidad, cuando revela un carácter corrupto, pero no busca la verdad para corregirlo? Que no tiene entrada en la vida, que carece de testimonio vivencial verdadero. Y esto es peligroso, ¿no? Si nunca practicas la verdad, si no tienes testimonio vivencial, serás revelado y descartado a su debido tiempo. ¿Qué utilidad tiene la gente sin testimonio vivencial en la casa de Dios? Está destinada a cumplir mal con cualquier deber y a ser incapaz de hacer nada correctamente. ¿No es simple basura? Si las personas nunca practican la verdad tras años de fe en Dios, son incrédulos, son personas malvadas. Si nunca practicas la verdad, y si tus transgresiones son cada vez más numerosas, tu fin está fijado. Es evidente que todas tus transgresiones, la senda equivocada por la que vas y tu negativa a arrepentirte conforman una multitud de malas acciones, por lo que tu final es que irás al infierno: serás castigado. ¿Os parece un asunto trivial? Si no se te ha castigado, no tienes ni idea de lo aterrador que es esto. Cuando llegue ese día en que te enfrentes realmente a la hecatombe y la muerte, será demasiado tarde para lamentarse. Si en tu fe en Dios no aceptas la verdad, y si crees en Dios desde hace años pero no se ha producido ninguna transformación en ti, la consecuencia final es que serás descartado y abandonado. Todas las personas tienen trasgresiones. La clave es poder buscar la verdad para corregir dichas trasgresiones, y garantizar así que cada vez sean menos. No importa cuándo, si alguna vez revelas tu carácter corrupto pero estás siempre dispuesto a orar y a confiar en Dios, a buscar la verdad para corregir y purificar tu carácter corrupto, entonces no habrás hecho nada malo. Así es como los creyentes deben resolver el problema de un carácter corrupto, y así es como se experimenta la obra de Dios. Si nunca oras a Dios y nunca buscas la verdad cuando te suceden cosas, o si comprendes la verdad pero no la pones en práctica, ¿cuál será el resultado final? Es evidente. Aunque seas un orador taimado y fluido, ¿puedes escapar del escrutinio de la mirada de Dios? ¿Puedes evadir las instrumentaciones de la mano de Dios? Es imposible. Las personas sabias deben presentarse ante Dios y arrepentirse, esperando y confiando en Él, corrigiendo su carácter corrupto y practicando la verdad. Entonces habrás vencido a la carne y a las tentaciones de Satanás. Incluso si fallas varias veces, debes perseverar. Cuando perseveres contra viento y marea, llegará un tiempo en el que vencerás y ganarás la gracia de Dios, Su misericordia y Su bendición, y podrás transitar la senda de búsqueda de la verdad, desempeñar bien tus deberes y satisfacer a Dios.

Cuando os suceden cosas, ¿cuántas veces escogéis practicar la verdad y mantener la obra de Dios? (No muchas veces. Casi siempre elijo atenerme a mi propia imagen o interés personal, y después me doy cuenta de eso, pero no es fácil rebelarse contra uno mismo. Si hay alguien que hable conmigo acerca de la verdad, eso me da fortaleza y en cierto modo puedo rebelarme contra mí mismo. Pero cuando no hay nadie que hable conmigo sobre la verdad, entonces me distancio de Dios y vivo siempre en ese estado). Es difícil rebelarse contra la carne, y es más difícil aún practicar la verdad, porque poseéis una naturaleza satánica que os estorba, y un carácter corrupto que os perturba, y eso no puede arreglarse sin comprender la verdad. ¿Cuánta parte del día podéis permanecer en quietud ante la presencia de Dios? ¿Cuántos días podéis pasar sin leer las palabras de Dios antes de sentiros espiritualmente secos? (Siento que no puedo pasar un día sin leer las palabras de Dios. Tengo que leer un fragmento de las palabras de Dios por la mañana y luego meditar sobre eso. De ese modo me siento más cerca de Dios. Si pasa algún día en el que estoy muy ocupado en mi trabajo, sin comer y beber las palabras de Dios ni orando demasiado, me siento muy alejado de Dios). Si sois capaces de sentir que no os servirá estar alejados de Dios, entonces todavía hay esperanza para vosotros. Si sois creyentes y deseáis hallar la verdad, no podéis quedaros pasivos y estar siempre esperando que alguien os hable acerca de la verdad. Debéis aprender a comer y beber activamente las palabras de Dios, orar a Dios y buscar la verdad. Si esperáis hasta que vuestro espíritu se torne oscuro y no seáis capaces de sentir a Dios antes de comer y beber Sus palabras y orarle, entonces únicamente podréis mantener las cosas tal como están. Si bien es bueno mantener una “fe” nominal, eso no traerá crecimiento a vuestras vidas, y cuando vuestro espíritu se haya secado y adormecido, y os hayáis alejado demasiado de Dios, estaréis en peligro. Una tentación recae sobre ti, y sucumbes a ella; te conviertes en una presa fácil para Satanás. Si no tienes ninguna experiencia, si no comprendes las verdades, si no te concentras en leer las palabras de Dios ni en escuchar los sermones, y si además careces de una vida espiritual normal, entonces te será difícil crecer en estatura, y tu progreso será ciertamente muy lento. ¿Cuáles son los motivos de este progreso lento? ¿Cuáles son sus consecuencias? Debes tener claridad en torno a estas cuestiones. No importa el modo en que Dios desenmascara la corrupción de las personas, estas deben someterse a ello y aceptarlo. Deben reflexionar sobre sí mismas y compararse con las palabras de Dios, de modo tal que puedan lograr el autoconocimiento y comprender gradualmente la verdad. Eso es lo que más complace a Dios, y el Espíritu Santo sin duda obrará en ellas que con seguridad comprenderán las intenciones de Dios. Debes conservar las palabras de Dios y la verdad en tu corazón en todo momento para que, cuando afrontes un problema en la vida real, puedas conectarlo y compararlo con las palabras de Dios y con la verdad. Entonces, el problema será fácil de resolver. Por ejemplo, todos quieren tener un cuerpo sano y libre de enfermedades; eso es algo a lo que todos aspiran, pero ¿cómo debes llevarlo a la práctica en tu vida cotidiana? En primer lugar, debes tener una rutina regular, evitar ingerir alimentos nocivos o prohibidos, y realizar la cuota adecuada de ejercicio. Cuando esos métodos se combinan, y todo lo que practicas gira en torno a la meta de la salud física, gradualmente comenzarás a ver los resultados. Después de algunos años, estarás más saludable que otras personas y habrás obtenido buenos resultados. ¿Cómo obtuviste esos resultados? Eso fue porque tus acciones y tus metas estuvieron alineadas, así como también lo estuvieron tu práctica y tu teoría. Lo mismo sucede con el hecho de creer en Dios. Si buscas ser una persona que ama la verdad y la pone en la práctica, y que ha transformado su carácter, entonces, cuando te sucedan cosas, deberás conectarlas con las metas que persigues y con las verdades involucradas. Sin importar cuáles sean las metas que persigas, siempre y cuando representen lo que Dios exige a los hombres, serán la dirección y la meta que debes perseguir como creyente. Por ejemplo, siguiendo el camino de Dios: temer a Dios y apartarse del mal. Una vez que posees esta dirección, esta meta, debes tener un camino para llevarla a la práctica de inmediato. Cuando digo “seguir el camino de Dios”: ¿a qué se refiere el “camino de Dios”? Significa temer a Dios y evitar el mal. ¿Y qué es temer a Dios y evitar el mal? Cuando haces una valoración de alguien, por ejemplo, esto tiene que ver con temer a Dios y evitar el mal. ¿Cómo lo valoras? (Debemos ser honestos, justos y ecuánimes, y no debemos basar nuestras palabras en los sentimientos). Cuando dices exactamente lo que piensas y has visto, estás siendo honesto. Ante todo, la práctica de ser honesto coincide con seguir el camino de Dios. Esto es lo que Él enseña a la gente; es el camino de Dios. ¿Cuál es el camino de Dios? Temer a Dios y evitar el mal. ¿Acaso ser honesto no forma parte de temer a Dios y evitar el mal? ¿Y no supone seguir el camino de Dios? (Sí, así es). Si no eres honesto, entonces lo que has visto y lo que piensas no es lo mismo que sale por tu boca. Alguien te pregunta: “¿Qué opinas de tal persona? ¿Es responsable con la obra de la iglesia?”, y tú respondes: “Es estupendo. Es más responsable que yo, su calibre es mejor que el mío, y su humanidad también es buena. Es maduro y estable”. Pero ¿es esto lo que piensas de corazón? Lo que de verdad observas es que, aunque esta persona tiene calibre, es poco fiable, bastante falsa y muy calculadora. Esto es lo que realmente tienes en mente, pero cuando llega el momento de hablar, se te ocurre eso: “No puedo decir la verdad, no debo ofender a nadie”, así que enseguida dices otra cosa, y buscas cosas agradables que decir de él, pero nada de lo que dices es lo que realmente piensas; es todo mentira y falsedad. ¿Indica esto que sigues el camino de Dios? No. Has tomado el camino de Satanás, el camino de los demonios. ¿Cuál es el camino de Dios? Es la verdad, es la base conforme a la cual deben comportarse las personas, y es el camino para temer a Dios y evitar el mal. Aunque le hables a otra persona, Dios también escucha; Él observa y escudriña tu corazón. La gente escucha lo que dices, pero Dios escudriña tu corazón. ¿Son las personas capaces de escudriñar los corazones del hombre? En el mejor de los casos, la gente puede ver que no estás diciendo la verdad; ven lo que hay en la superficie, pero solo Dios es capaz de ver el fondo de tu corazón. Solo Él puede ver lo que estás pensando, lo que estás tramando, y qué ardides, qué métodos traicioneros y pensamientos activos tienes dentro de tu corazón. Cuando Dios ve que no dices la verdad, ¿qué opinión tiene Él de ti y cómo te evalúa? Que no has seguido el camino de Dios en esto porque no has dicho la verdad. Si hubieras practicado según los requisitos de Dios, deberías haber dicho la verdad: “Es una persona de calibre, pero no es fiable”. Más allá de que tu evaluación fuera acertada, habrá sido honesta y habrá salido del corazón, y es el punto de vista y la posición que deberías haber expresado. Pero no lo hiciste, así que ¿estabas siguiendo el camino de Dios? (No). Si no dices la verdad, ¿de qué te sirve insistir en que estás siguiendo el camino de Dios y satisfaciendo a Dios? ¿Presta Él atención a las consignas que gritas? ¿Se fija Dios en cómo gritas, en lo fuerte que gritas, y en lo grande que es tu voluntad? ¿Se fija en la cantidad de veces que gritas? Estas no son las cosas en las que Él se fija. Dios se fija en si practicas la verdad, en lo que eliges y en cómo practicas la verdad cuando te suceden cosas. Si eliges mantener las relaciones, mantener tus propios intereses e imagen, todo se trata de tu propia preservación, y Dios ve que este es el punto de vista y la actitud que adoptas cuando te suceden cosas, entonces Él hará una valoración de ti: dirá que no eres alguien que sigue Su camino. Dices que quieres perseguir la verdad y seguir el camino de Dios, entonces ¿por qué no lo pones en práctica cuando te suceden cosas? Las palabras que expresas pueden provenir del corazón y expresar tu voluntad y tus deseos, o posiblemente tu corazón está conmovido, y clamas palabras sinceras mientras lloras amargamente, pero ¿hablar con sinceridad quiere decir que estás poniendo en práctica la verdad? ¿Quiere decir que das un verdadero testimonio? No necesariamente. Si eres un perseguidor de la verdad, entonces podrás ponerla en práctica; si no eres amante de la verdad, entonces simplemente dirás cosas agradables para el oído, y eso será todo. Los fariseos eran los mejores al predicar la doctrina y entonar consignas. Solían pararse en las esquinas y gritar “¡Oh, Dios poderoso!”, o “¡Venerable Dios!”. Para el resto de las personas, ellos parecían particularmente devotos y no hacían nada en contra de la ley, pero ¿acaso Dios los aprobó? No lo hizo. ¿De qué modo los condenó? Al darles un título: los hipócritas fariseos. En tiempos pasados, los fariseos eran una clase respetada de Israel; así pues, ¿por qué esa denominación se ha convertido ahora en una etiqueta? Porque los fariseos se han convertido en representativos de un tipo de persona. ¿Cuáles son las características de este tipo de persona? Son hábiles para fingir, para presentarse a sí mismos, para simular; exhiben gran nobleza, santidad, rectitud y visible decencia, y las consignas que gritan suenan bien, pero, en realidad, no practican la verdad en lo más mínimo. ¿Qué buena conducta tienen? Leen las escrituras y predican; enseñan a los demás a respetar las leyes y preceptos y a no oponerse a Dios. Son todas buenas conductas. Todo lo que dicen suena bien, pero, a espaldas de los demás, en secreto roban las ofrendas. El Señor Jesús dijo que “coláis el mosquito y os tragáis el camello” (Mateo 23:24). Esto significa que todo su comportamiento parece bueno en la superficie; cantan consignas ostentosamente, hablan de teorías elevadas, y sus palabras suenan agradables; sin embargo, sus acciones son un caos desordenado, y son totalmente opuestas a Dios. Su comportamiento externo es todo fingido, un absoluto fraude; en sus corazones no tienen el menor amor por la verdad ni por las cosas positivas. Sienten aversión por la verdad, las cosas positivas y todo lo que viene de Dios. ¿Qué es lo que aman? ¿Aman la equidad y la justicia? (No). ¿Cómo puedes decir que no aman estas cosas? (El Señor Jesús difundió el evangelio del reino de los cielos, el cual no solo rehusaron aceptar, sino que lo condenaron). Si no lo hubieran condenado, ¿habría sido posible advertirlo? No. La aparición y la obra del Señor Jesús fue lo que reveló a todos los fariseos, y únicamente mediante su condena y resistencia al Señor Jesús es que otros pudieron advertir su hipocresía. Si no hubiera sido por la aparición y la obra del Señor Jesús, nadie habría discernido a los fariseos, y si las personas simplemente observaran la conducta manifiesta de los fariseos, incluso sentirían envidia. ¿No fue deshonesto y falso por parte de los fariseos emplear una buena conducta falsa para ganarse la confianza del pueblo? ¿Pueden esas personas tan falsas amar la verdad? De ninguna manera. ¿Cuál era el fin detrás de sus exhibiciones de buena conducta? Por un lado, embaucar al pueblo. Por otro lado, desorientar y ganarse al pueblo para que este tuviera un buen concepto de ellos y los venerara. Y, por último, querían obtener recompensas. ¡Qué gran estafa! ¿Aquellos eran trucos hábiles? ¿Esas personas amaban la equidad y la justicia? Ciertamente no lo hacían. Lo que amaban era el estatus, la fama, la ganancia, y lo que querían eran recompensas y una corona. Nunca ponían en práctica las palabras que Dios le enseñó al pueblo y nunca vivían las realidades-verdad en lo más mínimo. Solo se ocultaban detrás de la buena conducta, embaucando y ganándose al pueblo de maneras hipócritas para garantizar su propio estatus y reputación, lo que luego utilizaban para obtener capital y vivir de ello. ¿Eso no es despreciable? A partir de todas sus conductas, lo que puedes ver es que, en esencia, ellos no amaban la verdad, dado que nunca la ponían en práctica. ¿Qué demuestra que no ponían en práctica la verdad? Lo más importante de todo: que el Señor Jesús vino a realizar la obra de redención, y que todas las palabras que el Señor Jesús pronunció son la verdad y tienen autoridad. ¿Cómo reaccionaron los fariseos ante eso? Aunque reconocieron que las palabras del Señor Jesús tenían autoridad y poder, no solo no las aceptaron, sino que además las condenaron y profanaron. ¿Y por qué esto fue así? Porque no amaban la verdad, y, en sus corazones, sentían aversión por la verdad y la odiaban. Reconocían que el Señor Jesús estaba acertado en todo lo que decía, que Sus palabras tenían autoridad y poder, que Él no se equivocaba de ninguna manera y que ellos no tenían ninguna ventaja sobre Él. Pero querían condenar al Señor Jesús, por eso debatían y conspiraban, y por eso dijeron “Crucifíquenlo; es Él o nosotros”, y así es como los fariseos desafiaron al Señor Jesús. En ese entonces, nadie comprendía la verdad ni podía reconocer al Señor Jesús como el Dios encarnado. No obstante, desde el punto de vista humano, el Señor Jesús expresaba muchas verdades, echaba fuera demonios y sanaba a los enfermos. Producía milagros, alimentaba a 5000 con cinco rodajas de pan y dos peces, realizaba incontables buenas acciones y concedía muchísima gracia al pueblo. Hay muy pocas personas tan bondadosas y justas como Él, entonces ¿por qué los fariseos querían condenar al Señor Jesús? ¿Por qué estaban tan decididos a crucificarlo? El hecho de que prefiriesen liberar a un criminal antes que al Señor Jesús demuestra cuán malvados y malintencionados eran los fariseos del mundo religioso. ¡Eran tan retorcidos! La diferencia entre el semblante malvado que los fariseos revelaban y su benevolencia manifiesta fingida era tan grande, que muchas personas no podían discernir qué era verdadero y qué era falso, pero la aparición y la obra del Señor Jesús reveló todo aquello. Los fariseos generalmente se camuflaban tan bien, y externamente parecían tan piadosos, que nadie habría imaginado que podrían oponerse y perseguir al Señor Jesús con tanta crueldad. Si los hechos no hubieran sido revelados, nadie habría podido verlos tal como ellos eran. ¡La expresión de la verdad del Dios encarnado revela mucho sobre el hombre!

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