La sumisión a Dios es una lección fundamental para alcanzar la verdad (Parte 3)
Para las personas es fácil someterse cuando no tienen problemas. Sin embargo, cuando estos surgen, no son capaces de hacer tal cosa. ¿Qué se puede hacer en este caso? Es necesario orar y buscar la verdad para resolver esta dificultad. ¿Cuánto tiempo es necesario para alcanzar el nivel de experiencia de alguien que pasa de sentirse una persona noble elevada por Dios a sentir que es un juguete devaluado sin ningún mérito a los ojos de Él, ninguno en absoluto, un miserable sin valor, y es capaz de ser feliz sometiéndose a Dios y no le hace ninguna exigencia? (En sus últimos siete años, Pedro pasó por cientos de pruebas. Si alguien no persigue la verdad, no logrará eso por muchos años que crea). No se trata del número de años de fe, sino de si uno persigue la verdad y si es capaz de usarla para resolver el problema de un carácter corrupto. Todo depende de cuál sea tu búsqueda. Algunas personas solo buscan reputación y estatus, siempre quieren exhibirse y destacar entre la multitud. Se derrumban al menor contratiempo o fracaso, se vuelven negativas y se paralizan. A algunos les gusta aprovecharse injustamente, pero no aman la verdad; se alegran cuando se han beneficiado a costa de otro, y no les entristece ni les molesta no haber obtenido la verdad. Algunos son apáticos en su fe si no tienen ningún estatus, y son más enérgicos que nadie una vez que lo tienen; entonces nunca se sienten negativos, y de buena gana se matarán a trabajar. Simplemente no prestan ninguna atención a la práctica de la verdad o a hacer las cosas de acuerdo con los principios y, en consecuencia, siguen careciendo de testimonio vivencial después de muchos años de fe. Cuando ven a otros que llevan creyendo unos pocos años y tienen un maravilloso testimonio vivencial, sienten envidia y remordimiento, pero cuando se les pasan esos sentimientos, siguen sin perseguir la verdad. Si uno no se concentra en luchar por la verdad, si no la usa para resolver problemas, no importa cuántos años de fe posea, no sirve de nada. Aquellos que no persiguen la verdad nunca pueden ser perfeccionados por Dios. Pedro fue perfeccionado tras pasar por cientos de pruebas, ¿acaso no tenéis vosotros que pasar por cientos de pruebas también? ¿Por cuántas pruebas habéis pasado hasta el momento? Si no son cientos, ¿entonces tal vez solo cien? (No. Todavía no). Pedro fue perfeccionado mediante cientos de pruebas, así que si vosotros no habéis pasado siquiera por una, o solo han sido un centenar, vuestra experiencia ni se acerca a la suya. Te falta estatura. ¿No necesitas esforzarte en perseguir la verdad? ¿Y cómo debes hacerlo? Tienes que esforzarte en comprender y practicar la verdad. No seas descuidado y atolondrado, sin pensar seriamente en nada, viviendo una vida despreocupada y simplemente manteniéndote ocupado haciendo tareas todo el día. Esto no quiere decir que estar ocupado sea un problema: si tienes muchas cosas que hacer, tendrás que hacerlas, no siempre podrás estar ocioso. Pero, mientras te ocupas de todo, debes seguir luchando por la verdad y por los principios; debes seguir intentando comprender las cosas y pedir a Dios lo que te falte. ¿Cómo se le pide algo a Dios? Todos los días, ora a Dios en silencio en tu corazón por esa cosa. Esto demuestra que anhelas la verdad en tu corazón y que tienes la voluntad de dejar que Dios satisfaga tus aspiraciones. Si tu corazón es sincero, Dios escuchará tus oraciones; Él organizará y preparará las situaciones apropiadas para que puedas aprender lecciones. Podrías decir: “Mi estatura es realmente deficiente. ¿Me va a poner Dios una prueba importante que pueda destrozarme?”. No, eso sería imposible. Dios no hará algo así en ningún caso. Dios sabe perfectamente lo grande que es la fe de alguien y cuál es su verdadera estatura. Has de tener fe en esto. Dios nunca haría que un niño de tres años asumiera la carga de un adulto, ¡nunca! En tu corazón tienes que estar seguro de ello. No obstante, debes pedírselo a Dios. Tienes que tener ese deseo y esa determinación, y solo entonces Dios atenderá tu petición. Si siempre tienes miedo y te escondes, siempre temeroso de ser probado, si siempre quieres tener días tranquilos y sin preocupaciones, entonces Dios no obrará en ti. Por lo tanto, basta con que le supliques a Dios con libertad y valentía, te ofrezcas con sinceridad y se lo entregues todo a Él, y solo entonces obrará en ti. Desde luego, Dios no obra para atormentar arbitrariamente a la gente, sino para conseguir resultados y metas. Dios no haría una obra inútil ni te haría llevar una carga que no puedes soportar; debes tener fe en esto. Para buscar la perfección, para buscar satisfacer a Dios y para ser un ser creado aceptable, uno debe tener determinación. ¿Qué determinación? La de buscar la perfección, la de llegar a ser alguien que posee la verdad y la humanidad, alguien que ama y da testimonio de Él. Eso es lo que más alegra a Dios. Si no posees esa determinación, sino que te conformas con decir: “Estoy ocupado con mi deber. Me echo al hombro una carga, soy mano de obra y escucho sermones. No me quedo atrás”, entonces no tienes expectativas. A lo sumo, eres mano de obra, pero no llegarás a formar parte del pueblo de Dios. ¿Acaso no te estás conformando con lo que hay, sin deseos de progresar? No persigues la verdad, no hablas sobre la verdad en las reuniones, y dormitas una vez que has escuchado los sermones. Sin embargo, cuando se discuten asuntos mundanos, parloteas y parloteas y se te iluminan los ojos; tales son los comportamientos de un contribuyente de mano de obra. Hay personas cuyos ojos se iluminan en cuanto se menciona la verdad; sienten que les hace mucha falta, y, cuando oyen algo bueno y práctico, se apresuran a tomar nota de ello. Sienten que están demasiado lejos de lo que Dios requiere y que no hay suficientes cosas positivas en su corazón. Les parece que hay demasiado veneno de Satanás y que son demasiado rebeldes contra Dios. Piensan para sí mismos: “No me sorprende que Dios no esté satisfecho conmigo. Estoy muy lejos de lo que Él quiere, no soy compatible con Dios de ninguna manera, y lo malinterpreto demasiado. ¿Cuándo podré satisfacer las intenciones de Dios?”. En su deber, tratan de averiguar estas cosas sin tardanza y a menudo se presentan ante Dios en oración silenciosa: “Dios, por favor, sométeme a pruebas. Te pido que me reveles, que me permitas comprender la verdad, adquirir la realidad-verdad y llegar a conocerte. Te ruego que me disciplines, me juzgues y me castigues”. Cuando asumen esta carga, siempre la tienen presente. Siempre están sedientos de la verdad y así Dios comienza a obrar en ellos. Él dispone a algunas personas, acontecimientos y cosas, todo tipo de situaciones, para que puedan aprender algo de ellas cada día. ¿Acaso no son entonces favorecidos? ¿Por qué Pedro pudo tener cientos de pruebas? Porque persiguió la verdad, no temió las pruebas de Dios, y creyó que estas estaban allí para purificar a las personas. Creía que esta senda podía perfeccionar a las personas y que era la única senda verdadera. Oró, se esforzó y se dedicó a ello; por eso Dios obró sobre él. ¿Podría eso significar que Dios lo eligió, que estaba decidido a probar y perfeccionar a Pedro? Exactamente. Cuando Dios elige a una persona, tiene un objetivo y unos principios en mente; esto es indiscutible. ¿Por qué la mayoría de las personas no pueden obtener este tipo de obra de Dios? Porque no persiguen la verdad y carecen de esta determinación, y por eso Dios no obra en ellos. Dios no obliga a nadie. Cuando Dios quiere perfeccionar a alguien, es algo maravilloso, y cualquier nivel de sufrimiento merece la pena. Sin embargo, la mayoría de las personas no poseen esta determinación, y simplemente se escabullen y se esconden cuando se enfrentan a pruebas y dificultades. ¿Acaso Dios va a obligar a alguien así? Algunas personas no persiguen la verdad, y ni siquiera tienen el valor de mirar a Cristo cara a cara. Dicen: “Si viera a Cristo, no sabría qué decir. No conozco ninguna verdad ni sé comunicar. ¿No sería humillante si Cristo viera lo que me pasa? No podría soportar que me podaran. Debería evitar a Dios y mantener una distancia respetuosa con Él. Si siempre estuviera en contacto con Dios y viviendo ante Él, me calaría y me desdeñaría. Me descartaría y ya no tendría un buen destino”. ¿Es así como son las cosas? (No). Algunas personas albergan este tipo de ideas. ¿Exigiría Dios algo de alguien así? (No, no lo haría). Así que, sea lo que sea lo que busques, por muy lejos que llegue tu determinación, Dios te perfeccionará hasta llegar a ese punto. Si no persigues la verdad, sino que siempre te escondes y te distancias de Él, ocultándole siempre tus pensamientos, ¿qué tiene que decir Dios de gente como tú? (“No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos” [Mateo 7:6]). ¿No amas la verdad y te escondes de Dios, y, sin embargo, crees que Él insistirá en probarte y perfeccionarte? Estás equivocado. Si no eres la persona adecuada, de nada servirán las súplicas y oraciones. Dios no hará tal cosa, Dios no fuerza a nadie. Ese es un aspecto de Su carácter. Sin embargo, lo que Él quiere de aquellos que persiguen la verdad es que puedan ser como Pedro, o como Job, o como Abraham, que puedan tomar la senda correcta en la vida tal y como Él requiere; que puedan tomar la senda de temer a Dios y evitar el mal y, en última instancia, obtener la verdad y ser perfeccionados. Dios espera conseguir a este tipo de persona, pero ¿te obligará Dios si no lo buscas tú mismo? No. Dios nunca ha obligado a nadie. El Espíritu Santo no te conmoverá insistentemente, agarrándote sin dejarte ir, con la intención de perfeccionarte y sin parar hasta lograrlo. A decir verdad, Dios no hará nada de eso de ninguna manera. Esa es Su actitud. Dios solo espera que al final, cuando Su obra esté completa, Él haya ganado a más gente como Job, Pedro y Abraham. Sin embargo, Dios no va a forzar el número de personas que persiguen realmente la verdad y son ganadas por Él. Dios dejará que las cosas sigan su curso; esta es una parte del trabajo práctico de Dios. Él no ha determinado un número en particular: que sean 10, 20, 1000 o 2000, o incluso 10.000. Él no ha estipulado nada al respecto. Dios se limita a continuar de esta manera, haciendo obra real, y caminando realmente entre la gente. Así es como Él obra y habla, llevando a cabo cada aspecto de la obra que tiene que ver con la verdad, una obra que beneficia a la humanidad. Esta es la obra que Él continúa haciendo en el tipo correcto de personas, en aquellos que anhelan la verdad. Al final, aquellos que tienen determinación y persiguen la verdad serán perfeccionados. Ellos son los más bendecidos y los que obtendrán la vida eterna. Esto basta para probar que Dios es justo con todos y no trata a nadie injustamente. Que todos vosotros seáis capaces hoy de seguir a Dios no es casualidad, sino que Dios lo predeterminó hace mucho tiempo. Dios predetermina las familias de las personas, cuándo nacen, el entorno en el que crecen, su calibre, sus dones, sus habilidades y su ambiente: todas estas cosas. Al final, ¿cuál será la justicia de Dios que verá la gente? En definitiva, ser capaz de sobrevivir y llegar a un destino hermoso depende de la propia búsqueda de las personas y del precio que paguen. Un aspecto es que Dios predetermine estas cosas, pero la cooperación de las personas también es imperativa. Dios determina los resultados de las personas en función de la senda que toman y de si poseen o no la verdad. Esta es Su justicia.
Todo el mundo ha visto el lado práctico de Dios encarnado. Dios trata a todas y cada una de las personas de un modo justo y razonable. Tú lo has visto, otros lo han visto, todos vosotros lo habéis visto. Dios encarnado es una persona corriente. Algunas personas tienen nociones cuando ven a Cristo, piensan: “Parece tan normal, tan discreto. ¿De verdad puede ser la encarnación? No creo en Él, no puedo creer en Él de ninguna manera”. O se limitan a seguirlo con reticencia, creyendo en Él con reservas, acarreando sus propias nociones. Otras personas que ven a Cristo tienen algo de razón y piensan: “La encarnación es una persona corriente, pero Él puede expresar la verdad y proveer de vida a la gente, así que debo tratarlo como a Dios. Acepto y practico Sus palabras como la verdad, como las palabras del Creador. Lo seguiré”. Estas personas acaban siendo perfeccionadas y obteniendo la verdad. Al final, ¿qué clase de personas ganan la verdad? Aquellas que la persiguen. Dios riega, sustenta, pastorea y obra cada día en Su pueblo escogido. Comparto sermones y charlas, el Espíritu Santo obra en el pueblo escogido de Dios, y todo el mundo recibe riego y sustento. De esta manera, nadie recibe un trato especial, y cualquiera que participa en la vida de iglesia y desempeña su deber disfruta de la obra de Dios a diario. Trato a todo el mundo por igual. Aporto respuestas sin importar quién formule las preguntas, no proporciono ningún cuidado adicional, no dispongo situaciones especiales ni trato de urgir o alentar a nadie dando esclarecimiento e iluminación adicionales procedentes del Espíritu Santo o mostrando señales y prodigios. Dios no hace nada de eso. Dios mostró muchas señales y prodigios en la Era de la Gracia, con el fin de perdonar los pecados de las personas y hacer que tomaran la senda del arrepentimiento, y para que creyeran en Dios y no dudaran de Él. La etapa actual de la obra consiste por entero en proporcionar la verdad, para que la gente pueda entenderla y desarrollar la verdadera fe. No importa cuánto hayas sufrido, si al final has obtenido la verdad, entonces eres alguien que ha sido perfeccionado y que permanecerá. Si no obtienes la verdad, cualquier razón que encuentres es inútil. Puedes decir: “Dios no realizaba ningún milagro, así que yo no podía creer”, “Dios siempre estaba expresando verdades que me sobrepasaban, así que no podía creer”, o “Dios era demasiado práctico, demasiado normal, así que no podía creer”. Todos estos son problemas tuyos. A ti se te proporcionó la verdad al igual que a los demás, así que ¿por qué a ellos se les perfeccionó, mientras que a ti se te descartó? ¿Por qué no obtuviste la verdad? Este es tu juicio: es porque no has perseguido la verdad. En esta última etapa, Dios solo hace la obra de las palabras. Usa las palabras de una manera práctica para juzgar y purificar a la humanidad; no muestra señales ni prodigios. Si quieres ver los milagros de Dios, entonces viaja 2000 años al pasado para contemplar los milagros del Señor Jesús en esa época. No seas creyente en esta era. Has aceptado la obra de juicio de Dios, así que no busques milagros. Dios no los está realizando. ¿Es eso razonable? (Sí). Es lo justo y razonable. Si persigues la verdad, Dios no te va a tratar injustamente. Si no la persigues, sino que solo pretendes ser mano de obra, serlo siempre lealmente hasta el final, Dios te permitirá quedarte y recibirás la gracia. Pero si no eres capaz de ser mano de obra hasta el final, serás descartado. ¿Qué significa descartar? Significa la destrucción. Esto es lo justo y razonable, y no existe un trato injusto hacia la gente en ello. Todo está basado en las palabras de Dios y en la verdad. A la luz de todo esto, ¿acaso la senda que toma la gente no es de suma importancia? Qué senda sigues, en qué tipo de persona quieres convertirte, qué tipo de búsqueda emprendes, qué esperas, qué le pides a Dios, cuál es tu actitud hacia Él y cuál hacia las palabras de Dios cuando estás ante Él: estas cosas son muy importantes. Decidme, ¿pueden las señales y los prodigios perfeccionar a las personas? Por ejemplo, si tienes un accidente de tráfico y Dios te salva, ¿puede eso perfeccionarte? Si mueres y resucitas, ¿podría eso perfeccionarte? O si, en tus sueños, subieras al reino de los cielos y vieras a Dios, ¿podría eso perfeccionarte? (No). Estas cosas no pueden sustituir a la verdad. Por lo tanto, en esta última etapa de obra, que es la etapa en la que se concluye la gestión de Dios, Él utiliza las palabras para perfeccionar a las personas, para revelarlas. Esta es la justicia de Dios. Si eres perfeccionado a través de las palabras de Dios, nadie puede quejarse de que Él te haya preservado y Satanás no puede acusarte por este motivo. Esta es la clase de persona que Dios quiere. Dios ha proporcionado muchas palabras, así que, si al final no ganas nada, ¿de quién será la culpa? (Nuestra). Es culpa vuestra por elegir la senda equivocada. La senda que toma la gente es realmente importante. ¿Por qué? Porque determina su destino. Por eso no deberías estar constantemente tratando de averiguar si las profecías se han cumplido, si Dios ha mostrado señales y prodigios, cuándo se marchará realmente de la tierra y si serás capaz de presenciarlo cuando lo haga. Averiguar eso no te haría ningún bien; no influye en tu destino ni en que seas perfeccionado. Entonces, ¿qué es lo que te importa? (La senda que tome en la fe). La senda que tomes afecta a si puedes o no ser perfeccionado. ¿Cuál es la verdad en la que más debes entrar en tu búsqueda de ser perfeccionado? La verdad de la sumisión a Dios. La sumisión a Dios es la más sublime, la más fundamental de las verdades, y, en esencia, perseguir la verdad es lo mismo que buscar la sumisión a Dios. Tienes que buscar la sumisión a Dios durante toda tu vida y esta senda de buscar la sumisión a Dios es la senda de perseguir la verdad. ¿Por qué tienes que buscar la sumisión a Dios durante toda tu vida? Porque el proceso de buscar la sumisión a Dios es el proceso de resolver un carácter corrupto. ¿Por qué tienes que resolver un carácter corrupto? Porque un carácter corrupto está en desacuerdo con Dios. Si vives conforme a un carácter satánico, tu esencia es la de Satanás, la de los diablos, y buscar la sumisión a Dios requiere que resuelvas el problema de tu carácter corrupto. ¡Esto es crucial! Mientras tengas un carácter corrupto y mientras quede una parte sin resolver, estarás en desacuerdo con Dios, serás Su enemigo y serás incapaz de someterte a Él. El grado en que se resuelva tu carácter corrupto será el grado en que te sometas a Dios; el porcentaje en que se resuelva tu carácter corrupto será el porcentaje en que te sometas a Él.
En esta reunión no hemos hablado de conocer a Dios. Conocer a Dios se consigue poco a poco mediante el proceso de resolver tu carácter corrupto y buscar ser perfeccionado, a fin de alcanzar la sumisión a Él. La búsqueda del conocimiento de Dios en sí misma sería una lección profunda, razón por la cual no hemos hablado de ello. Ahora mismo estamos hablando sobre temas estrechamente relacionados con las prácticas, las vidas, las búsquedas y las sendas que están tomando las personas. En el proceso de intentar resolver tus actitudes corruptas, poco a poco entiendes a Dios y llegas a conocer Sus intenciones. ¿Acaso no tienes más conocimiento de Dios cuando puedes entender Sus intenciones? (Sí). En ese momento tienes conocimiento real de Dios. ¿Por qué eres capaz de lograr sumisión a Dios cuando lo sigues? Porque conoces Su corazón y comprendes Sus intenciones; comprendes qué normas y principios requiere Él de ti y cuáles son Sus metas. ¿Acaso no contiene esta comprensión algo de conocimiento de Dios? (Sí). Esto se alcanza paulatinamente y todo está interrelacionado. Si solo buscas el conocimiento de Dios, te costará mucho. Puedes decir: “No haré nada que no sea buscar el conocimiento de Dios, día tras día. Veré de dónde vienen las flores, por qué los corderos se arrodillan para mamar y los terneros no. Estudiaré todo esto y así llegaré a conocer a Dios”. ¿Puedes alcanzar el conocimiento de Dios con solo investigar todo eso? Por supuesto que no. La verdad no proviene de la investigación, solo se llega a conocer realmente mediante la experiencia. La investigación no sirve para nada. Sabes que todas las cosas fueron creadas por Dios, y eso es maravilloso, y, por tanto, ya tienes algún conocimiento de Dios. Pero ¿en qué debes centrarte? Tienes que perseguir la verdad, resolver tu carácter corrupto y lograr la sumisión a Dios. En el proceso de esta búsqueda, llegarás a responder poco a poco a muchas preguntas complementarias y encontrarás una senda para tu práctica y tu entrada. Cuanto más a fondo se resuelva tu carácter corrupto, más fácil te será practicar la verdad y lograr la sumisión a Dios. Y una vez que a las personas ya no las limita su carácter corrupto, obtienen verdadera libertad y liberación, y poner en práctica cualquier verdad no resulta arduo, sino muy fácil. ¿Acaso no es esa la verdad que se convierte en la vida de las personas?
1 de octubre de 2017
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