Atesorar las palabras de Dios es la base de la fe en Dios (Parte 2)
Leed de nuevo este pasaje: (“No te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas; lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero. Cree que Dios es tu Todopoderoso. Debes tener una tremenda aspiración por Dios, buscar vorazmente mientras rechazas las excusas, intenciones y trampas de Satanás. No desesperes. No seas débil. Busca de todo corazón; espera de todo corazón. Coopera activamente con Dios y záfate de tus trabas internas”). Permitidme llamar vuestra atención respecto a los puntos importantes y explicaros los principios para leer las palabras de Dios y cómo encontrar una senda de práctica en ellas. Leed de nuevo el pasaje, línea a línea. (“No te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas”). Esta línea contiene un principio que la gente debe entender, este: no te apresures, no te alarmes, no tengas prisa en ver resultados. Es una actitud. Esta primera línea contiene la actitud correcta que la gente debe adoptar ante las cosas. Esta actitud correcta entra dentro del ámbito de la razón de la humanidad normal; entra dentro del ámbito de la razón y las capacidades de las personas que poseen una humanidad normal. Ahora, leed la segunda línea. (“Lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero”). ¿Qué significa esto? (Esta es la senda de práctica que Dios le da al hombre). Cierto, es así de simple. Esta es la senda de práctica, aquí “más a menudo” significa que esto no se debe hacer cuando os dé la gana, y desde luego tampoco muy de vez en cuando; significa que en cuanto estos asuntos se os crucen por la mente, debéis llevarlos ante Dios y orar y buscar. Si sobrellevas una carga en estos asuntos, si tienes un corazón hambriento y sediento de justicia, si estás ansioso por comprender las intenciones y los requerimientos de Dios en estos asuntos, así como la esencia de los problemas que quieres desentrañar, entonces debes presentarte ante Dios a menudo, es decir, con una frecuencia muy alta. Dependiendo del entorno en el que te encuentres, cuando estés ocupado, busca un momento de tiempo libre para considerar estos asuntos, como si estuvieras pensando u orando a Dios y buscando respecto a ellos. ¿No resulta muy claro este modo de práctica? (Sí). Por ejemplo, cuando te tomas un descanso después de terminar de comer, reflexiona y ora diciendo: “Dios, he experimentado tal y cual ambiente. No comprendo Tu intención, y no alcanzo a ver por qué me ha sucedido esto. ¿Cuál es exactamente la intención de esta persona? ¿Cómo debo resolver este tipo de problema? ¿Qué quieres que entienda de este asunto?”. Con estas sencillas palabras, oras y buscas a Dios sobre los asuntos que deseas buscar y los problemas cuya esencia quieres comprender. ¿Cuál es el propósito de orar así? No solo expones el problema ante Dios, sino que buscas la verdad en Él, intentas que Dios te ofrezca una salida y te diga qué hacer al respecto, y le pides que te esclarezca y te guíe. ¿Cuáles son las condiciones necesarias para que puedas hacerlo? (No debo apurarme para hallar soluciones). No apurarse para hallar soluciones es solo una actitud. No es que no te preocupes por hallar soluciones, sino que, con la gran condición previa de no preocuparte por hallarlas, tienes un corazón hambriento y sediento de justicia, y sobrellevas una carga en ese asunto. Dicho de otro modo, este asunto ejerce una especie de presión sobre ti, y esa presión supone una carga sobre tus hombros, de modo que tienes un problema que quieres comprender y resolver. Esta es tu senda de práctica. En tu tiempo libre, durante el tiempo devocional regular, o cuando estés charlando con tus hermanos y hermanas, puedes plantear tus dificultades y problemas prácticos, y comunicar y buscar junto a ellos. Si aun así no puedes resolver los problemas, llévalos ante Dios para orar y buscar la verdad. Cuando hagas esto, di: “Dios, todavía no sé cómo debo experimentar el entorno que Tú has dispuesto para mí. Aún no lo comprendo y no sé por dónde empezar ni cómo practicarlo. Soy de escasa estatura y no comprendo muchas verdades. Por favor, esclaréceme y guíame. No sé lo que quieres que gane o entienda de este entorno, o lo que quieres revelar sobre mí a través de él. Por favor, esclaréceme y permíteme comprender Tu intención”. Esta es la senda de práctica que se encuentra en la línea “lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo”. Practica así, pensando a veces en tu corazón, a veces orándole en silencio a Dios y otras en voz alta, y compartiendo en ocasiones con tus hermanos y hermanas. Si posees estas manifestaciones, eso demuestra que ya estás viviendo ante Dios. Si a menudo te comunicas con Dios de esta manera en tu corazón, entonces mantienes una relación normal con Él. Después de varios años de tal experiencia, entrarás de manera natural en la realidad-verdad. ¿Existe alguna dificultad con respecto a esta práctica? (No). Eso está bien. Por ejemplo, cuando a veces lees las palabras de Dios, cuanto más lees, más se ilumina tu corazón; esto significa que has leído palabras de las que tienes experiencia, y tus nociones y figuraciones previas se desharán de golpe. En ese momento, debes orar a Dios y decirle: “Dios, la lectura de este pasaje me ha iluminado el corazón. Los problemas que tenía antes se me han clarificado de repente. Sé que este es Tu esclarecimiento, y Te agradezco permitirme entender este pasaje de Tus palabras”. ¿No es esto orar y presentarse de nuevo ante Dios? (Sí). ¿Es difícil hacerlo? ¿Puedes sacar tiempo para ello? (Sí). Desde el comienzo de tu búsqueda hasta esta oración habrás estado practicando constantemente el principio de las palabras de Dios: “lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo”, ¿no es cierto? Cuando vives constantemente en la práctica de estas palabras, y siempre te aferras al principio de práctica que contienen y vives en este tipo de realidad, a eso se le llama acatar un principio de práctica. ¿Es difícil? (No lo es). Solo hace falta que uses el corazón, muevas la boca, dediques algo de tiempo y un poco de pensamiento, y de vez en cuando encuentres un momento para charlar con Dios y confiarle y compartir las palabras que hay en tu corazón. Esto es presentarse ante Dios más a menudo. Es así de simple, sencillo y fácil. No tiene nada de complicado. Llevas algo que consideras muy importante en tu corazón, y lo tratas como una carga, y nunca lo olvidas ni te desprendes de eso; tienes algo así en tu corazón, y te presentas ante Dios de vez en cuando para orarle, y para hablar y conversar con Él sobre ello. ¿Qué clase de corazón debes tener cuando hablas con Dios? (Un corazón sincero). Así es, debes tener un corazón sincero. Si sobrellevas una carga, entonces tu corazón será sincero. Mientras los demás charlan, tú orarás y comunicarás con Dios en tu corazón. A veces, cuando estés cansado del trabajo y te tomes un descanso, recordarás el asunto y dirás: “Esto no sirve de nada, sigo sin entenderlo. Todavía tengo que hablarlo con Dios”. ¿Por qué recordarás este asunto cada vez que tengas tiempo? Porque te lo tomas muy en serio en tu corazón, lo consideras una carga propia y una especie de responsabilidad, y quieres comprenderlo y resolverlo. Cuando te presentas ante Dios y hablas y conversas con Él íntimamente, tu corazón se vuelve sincero de forma natural. Cuando comuniques con Dios en este contexto y con esta mentalidad, te parecerá que tu relación con Dios ya no es tan fría y distante como antes, que, en cambio, te estás acercando más a Él. Así de eficaces son en las personas las sendas de práctica que Dios da al hombre. ¿Qué opinas, es difícil relacionarse así con Dios? Te tomas a pecho un asunto, hablas con Dios de él de vez en cuando, te presentas ante Dios y le saludas cada cierto tiempo, hablas con Dios de lo que hay en tu corazón y de tus dificultades, hablas de las cosas que quieres entender, de las cosas en las que piensas, de tus dudas, de tus dificultades y de tus responsabilidades; si hablas con Dios de todas estas cosas, ¿no estás viviendo ante Dios practicando de esta manera? Esto es practicar según los requerimientos de Dios. Si practicas así durante un tiempo, ¿acaso no lograrás ver resultados y cosechar recompensas muy rápidamente? (Sí). Pero no es tan sencillo, es un proceso. Si practicas de esta manera durante algún tiempo, tu relación con Dios será cada vez más estrecha, tu mentalidad mejorará, tu estado será cada vez más normal y tu interés por las palabras de Dios y la verdad será cada vez mayor. Esto es tener una relación normal con Dios. Si puedes comprender algunas verdades y ponerlas en práctica, habrás comenzado a entrar en la realidad de las palabras de Dios. Sin embargo, esto no puede lograrse en poco tiempo. Pueden pasar seis meses, un año, o incluso dos o tres antes de que veas resultados claros. ¿La gente estará libre de corrupción y rebeldía durante este periodo? No. Aunque hayas orado a Dios innumerables veces y hayas practicado de esta manera, ¿significa eso que sin duda obtendrás resultados? ¿Debe Dios mostrarte un resultado? ¿Ha de darte una respuesta? No necesariamente. Algunas personas dicen: “Si no es seguro que obtenga resultados y si estos no están garantizados, ¿por qué Dios sigue actuando así? ¿Por qué hace que la gente practique de esta manera?”. No te preocupes, sin duda practicar de esta manera no resultará infructuoso. Incluso si practicas así durante uno o dos años y crees que no has obtenido ningún resultado inmediato o a corto plazo, puede ser que, cinco o diez años más tarde, cuando Dios disponga de nuevo un entorno similar para ti, percibas enseguida un aspecto de la verdad que antes no eras capaz de comprender. Sin embargo, esta verdad que llegas a comprender y entender después de cinco o diez años requiere de los cimientos construidos por tus experiencias, conocimiento y comprensión actuales. Esta comprensión tardía debe basarse en estos cimientos. ¿Crees que es fácil para la gente comprender un aspecto de la verdad? (No lo es). Esta es la importancia y el valor de pagar un precio para practicar la verdad. Este es el principio de práctica contenido en la segunda línea. “Lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero”. Esta línea está escrita en un lenguaje llano y accesible, y es muy fácil de entender. Significa que debes orar más y poseer un corazón sincero, ya que este lleva las cosas a buen puerto. Así de sencillo. Sin embargo, estas palabras son una auténtica realidad-verdad en la que toda persona debe adentrarse, la única senda por la que puede presentarse ante Dios y, en última instancia, alcanzar la salvación. Aunque esta línea se dice con palabras sencillas y simples, todo el mundo tiene que experimentar y entrar de esta manera. Es lo mismo que construir un edificio. No importa si tiene treinta, cincuenta o incluso cien pisos, debe tener unos cimientos. Si los cimientos del edificio no son firmes, da igual lo alto que sea, no se mantendrá en pie mucho tiempo, se derrumbará en pocos años. Esto significa que mientras vivan en este mundo, las personas deben tener la verdad como base. Esta es la única manera de mantenerse firmes y ganarse la aprobación de Dios. Si quieren llegar a comprender verdades más profundas y elevadas, deben poseer las cosas más básicas, es decir, las que constituyen los cimientos. Lo más peligroso es tener unos cimientos poco firmes. No menosprecies estas verdades tan básicas, estos principios y sendas de práctica tan fundamentales. Mientras se trate de verdades, son cosas que la gente debe poseer y practicar. No importa que sean grandes o pequeñas, altas o bajas. Hay que empezar por lo básico. Solo así se pueden cimentar unas bases sólidas.
Ahora, leed la tercera línea. (“Cree que Dios es tu Todopoderoso”). ¿A qué se refiere eso de que “cree que Dios es tu Todopoderoso”? Se refiere a la fe y la visión. Cuando te apoyes y te guíes por esta visión, tendrás una senda ante ti. ¿Causará algún efecto practicar de esta manera? Algunas personas dicen: “Me he aburrido de tanto practicar, y Dios todavía no me ha esclarecido ni me ha dicho nada. No soy capaz de sentir Su presencia. ¿De verdad existe Dios?”. No puedes pensar así. Dios es todopoderoso, te hable o no te hable. Cuando quiere hablarte y te habla, es todopoderoso. Cuando Él no quiere hablar contigo y no te habla, Dios sigue siendo todopoderoso. Él es todopoderoso tanto si te permite entender las cosas como si no. La esencia y la identidad de Dios son inmutables. Es la visión que la gente debe entender. Esta es la tercera línea, es muy simple. Aunque sea así, la gente ha de experimentarla de un modo auténtico. Cuando lo hagan, les quedará confirmado que estas palabras son realmente la verdad y ya no se atreverán en ningún caso a dudar de ellas.
Leed la cuarta línea. (“Debes tener una tremenda aspiración por Dios”). “Debes tener una tremenda aspiración por Dios”, esto es lo que Dios requiere del hombre. Las personas han de entender lo que se quiere decir con “tremenda”. ¿Es “tremendo” pavonearse y presumir, tener el corazón lleno de ambición, ser arrogante y santurrón, dominante y dictatorial, y no obedecer a nadie? ¿Cómo debe entenderse la frase “una tremenda aspiración por Dios”? ¿Cómo se tiene una “aspiración por Dios”? Has de hacer lo que decía la línea anterior, “lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero”. Debes tener el deseo y la aspiración de perseguir una comprensión de la verdad, de buscar la salvación, y además debes tener el deseo de aceptar la soberanía de Dios y Sus instrumentaciones, lograr un entendimiento de las intenciones de Dios y sumisión a Su soberanía. A esto se le llama una tremenda aspiración por Dios. Aunque Dios usa el lenguaje humano para describir con viveza este asunto, la gente debe entender su significado de una manera pura, y no interpretarlo de un modo extremo. La palabra “tremenda” no se refiere aquí a usar artificialmente una cantidad excesiva de fuerza bruta para hacer las cosas de forma temeraria. No implica violencia, y mucho menos ignorancia o imprudencia. “Tremenda” se refiere principalmente a la aspiración de una persona. Es como cuando una persona atesora algo hasta tal punto que sencillamente debe tenerlo, está decidida a poseerlo y no desistirá hasta conseguirlo. Esta “tremenda aspiración por Dios” es algo completamente positivo y que solo puede producir resultados positivos. Entonces, ¿cuál es el significado exacto de “tremenda aspiración por Dios”? (Significa presentarse ante Dios más a menudo y tener el deseo y la determinación de comprender la verdad y las intenciones de Dios en las cosas con las que uno se encuentra). Así es, tan sencillo como eso. Solo significa abandonar los intereses y placeres de tu carne, y también renunciar a tu tiempo de ocio privado, y utilizar este tiempo para cosas positivas, como buscar a Dios, orarle, presentarte ante Él y buscar comprender la soberanía de Dios. Se trata de orar racionalmente por algo, y buscar, dedicar tu tiempo y energía, y pagar un cierto precio para comprender un aspecto de la verdad. A esto se le llama una tremenda aspiración por Dios. ¿Es esta una forma correcta de describirlo? ¿Concuerda con la razón de la humanidad normal? ¿Son estas palabras fáciles de entender? (Sí). Entonces, ¿implican estas manifestaciones enseñar los dientes y las garras y apoderarse violentamente de lo que uno quiere? ¿Se manifiesta en la grosería, la imprudencia y la falta de sabiduría? (No). Entonces, ¿qué se entiende por “tremenda”? Repetid lo que os acabo de decir. (Significa ser capaz de presentarse ante Dios más a menudo, tener la aspiración de comprender la verdad, ser capaz de renunciar a algunos de los placeres de la carne, dedicar más tiempo y energía a buscar la verdad, y poder gastar energía y pagar un precio por ello). Entonces, ¿cómo se pone esto en práctica concretamente? Voy a dar un ejemplo. A veces, de pronto te das cuenta de que hace mucho tiempo que no ves a tu actor favorito y te preguntas en qué películas sale. Querrás buscar noticias sobre él en el ordenador, pero entonces reflexionarás y pensarás: “Eso no está bien, ¿qué tienen que ver conmigo las películas que protagoniza? Ver películas todo el tiempo equivale a descuidar el propio trabajo. Tengo que presentarme ante Dios y orar”. Entonces, te calmarás y recordarás el problema para el que antes buscabas una respuesta en presencia de Dios. Aún careces de toda concepción sobre ese asunto y no lo comprendes en absoluto, así que simplemente calmarás tu corazón ante Dios, y le orarás. “Dios, estoy dispuesto a depositar mi corazón ante Ti. El ambiente que he vivido últimamente me ha afectado mucho. Sin embargo, sigo sin poder someterme, y sin ver claramente que se trata de Tu soberanía. Por favor, esclaréceme, guíame y revela mi corrupción y rebeldía en el entorno que dispones para mí, a fin de que pueda entender Tu intención y someterme”. Después de orar, reflexionarás y pensarás: “No, mi problema aún no se ha resuelto. Necesito leer más palabras de Dios para encontrar una solución”. Entonces, procederás de inmediato a leer las palabras de Dios durante un rato. Al mirar la hora, dirás: “¡Oh, ya ha pasado media hora! Las palabras de Dios son realmente buenas, pero el pasaje que he leído no tiene nada que ver con mi problema, así que mi asunto aún no se ha resuelto. No sé lo que Dios quiere que entienda al disponer este entorno para mí y desconozco Su intención. Debo ponerme a trabajar con rapidez cumpliendo con mi deber y no debo aplazar los asuntos importantes. Tal vez un día lea las palabras apropiadas de Dios y resuelva mi problema”. ¿Es esto dedicar tiempo y energía? (Sí). Es así de simple. Mientras te rebelas contra tus propias preferencias y renuncias a tu entretenimiento y tiempo libre, ganarás una pizca de sinceridad y practicarás un poco de la tremenda aspiración por Dios. En tu corazón, te sentirás increíblemente a gusto y en paz. Por primera vez en tu vida, experimentarás personalmente la enorme paz y el alimento de rebelarte contra tu propia carne y abandonar el disfrute de esta. También saborearás en tu persona el hecho de que calmarte ante Dios, leer Sus palabras, abrirle tu corazón y expresarle las palabras que albergas dentro te brinda paz y satisfacción, algo que no sucede al preocuparte por las modas y los asuntos sociales; y que además puedes ganar algo de ello y llegar a comprender la verdad y desentrañar muchas cosas. En consecuencia, sentirás que las palabras de Dios son realmente buenas, que no cabe duda de que Él es bueno y que alcanzar la verdad es, de hecho, obtener un tesoro. No solo serás capaz de desentrañar muchas cosas sin confusión alguna, sino que también podrás vivir ante Dios y según Sus palabras. Estos son los efectos que puede lograr una tremenda aspiración por Dios. Practicar de esta manera, dedicando tu tiempo y energía, y renunciando al disfrute de la carne, es una de las manifestaciones de una tremenda aspiración por Dios. Entonces, ¿qué decís? ¿Está vacía tal manifestación? (No lo está). ¿Es fácil de lograr? (Sí). Es muy fácil de lograr. Se trata de algo que las personas de humanidad normal pueden conseguir.
Cuando las personas tienen pensamientos, tienen elecciones. Si les ocurre algo y toman la decisión equivocada, deben rectificarse y tomar la decisión correcta; no deben aferrarse a su error en absoluto. La gente así es inteligente. Pero si saben que tomaron la decisión equivocada y no se rectifican, entonces se trata de alguien que no ama la verdad, y tal persona no quiere verdaderamente a Dios. Digamos, por ejemplo, que quieres ser superficial cuando cumples con tu deber. Tratas de holgazanear y de evitar el escrutinio de Dios. En tales momentos, apresúrate a ir ante Dios para orar, y reflexiona sobre si esa fue la forma correcta de actuar. Luego piensa en ello: “¿Por qué creo en Dios? Esa superficialidad puede pasar desapercibida para la gente, pero ¿pasará desapercibida para Dios? Es más, mi creencia en Dios no es para holgazanear, sino para ser salvado. Que yo actúe de esta manera no es la expresión de una humanidad normal ni es algo estimado por Dios. No, podría holgazanear y hacer lo que quisiera en el mundo exterior, pero ahora mismo estoy en la casa de Dios, estoy bajo Su soberanía, bajo el escrutinio de Sus ojos. Soy una persona, debo actuar en conciencia, no puedo hacer lo que me plazca. Debo actuar según las palabras de Dios, no debo ser superficial, no puedo holgazanear. Entonces, ¿cómo debo actuar para no holgazanear, para no ser superficial? Debo esforzarme un poco. En ese momento me parecía que era demasiado problemático hacerlo de ese modo, quería evitar las dificultades, pero ahora lo entiendo: puede que suponga mucha molestia hacerlo así, pero es eficaz, y por eso hay que hacerlo de esa manera”. Cuando estés trabajando y sigas sintiendo miedo de las dificultades, en esos momentos debes orar a Dios: “¡Oh, Dios! Soy una persona perezosa y taimada, te ruego que me disciplines, que me reproches, para que mi conciencia sienta algo y yo tenga sentido de la vergüenza. No quiero ser superficial. Te ruego que me guíes y esclarezcas, que me muestres mi rebeldía y mi fealdad”. Cuando ores así, reflexiones y trates de conocerte a ti mismo, esto hará surgir un sentimiento de arrepentimiento, serás capaz de odiar tu fealdad y tu estado incorrecto comenzará a cambiar, serás capaz de contemplar esto y decirte a ti mismo: “¿Por qué soy superficial? ¿Por qué trato siempre de holgazanear? Actuar de ese modo carece de toda conciencia y razón: ¿sigo siendo alguien que cree en Dios? ¿Por qué no me tomo las cosas en serio? ¿No será que me hace falta dedicar un poco más de tiempo y esfuerzo? No supone una gran carga. Esto es lo que debería hacer; si ni siquiera puedo hacer esto, ¿merezco que se me considere un ser humano?”. A consecuencia de ello, tomarás una determinación y harás un juramento: “¡Oh, Dios mío! Te he decepcionado, en verdad estoy muy hondamente corrompido, no tengo conciencia ni razón, no tengo humanidad, deseo arrepentirme. Te ruego que me perdones, sin duda cambiaré. Si no me arrepiento, quiero que me castigues”. Después, tu mentalidad dará un vuelco y empezarás a cambiar. Te comportarás y cumplirás con tu deber con esmero, con menos superficialidad, y serás capaz de sufrir y pagar un precio. Cumplir con tu deber de esta manera te parecerá maravilloso, y tu corazón permanecerá tranquilo y gozoso. Cuando las personas saben aceptar el escrutinio de Dios, cuando son capaces de orarle y de ampararse en Él, sus estados pronto terminan cambiando. Cuando el estado negativo de tu corazón se haya revertido y te hayas rebelado contra tus propios propósitos y contra los deseos egoístas de la carne, cuando seas capaz de desprenderte de la comodidad y el gozo de la carne, actuando según los requerimientos de Dios, y ya no seas ni arbitrario ni imprudente, entonces tendrás paz en tu corazón y tu conciencia no te hará reproches. ¿Resulta fácil rebelarte contra la carne y actuar según los requerimientos de Dios de esta manera? Mientras las personas tengan una tremenda aspiración por Dios, pueden rebelarse contra la carne y practicar la verdad. Y mientras seas capaz de practicar de este modo, antes de darte cuenta estarás entrando en la realidad-verdad. No será difícil en absoluto. Por supuesto, cuando practiques la verdad, debes pasar por un proceso de lucha y de cambiar tu manera de pensar, y esto se debe resolver buscando la verdad. Si eres una persona que no ama la verdad, te resultará difícil resolver tu estado negativo, y no podrás entenderla ni practicarla. El grado de dificultad al que una persona se enfrenta en el proceso de cambiar su manera de pensar depende de si es capaz de aceptar la verdad. Si no puede aceptarla, entonces le resultará demasiado difícil cambiar su manera de pensar. A aquellos capaces de aceptar la verdad, por otra parte, no les parecerá difícil en absoluto. Podrán practicar y someterse a ella de un modo natural. Las personas que realmente aman la verdad pueden confiar en Dios para superar las dificultades de cualquier grado. De esta manera, tendrán testimonio vivencial, y se trata de un corazón que tiene un tremendo deseo por Dios. Ya que tu corazón tiene un tremendo deseo por Dios, ¿significa eso que no se te permite tener corrupción y rebeldía? No. Significa que, al tener tu corazón un tremendo deseo por Dios, al menos puedes actuar según tu conciencia y razón, y puedes buscar la verdad. De esta manera, puedes hacer la elección correcta en cualquier situación, y practicar y entrar en la dirección correcta. A esto se le llama un corazón con un tremendo deseo por Dios. ¿Son huecas estas manifestaciones? (No lo son). No son huecas ni vagas, son muy prácticas y concretas, y no tienen nada de abstractas. Hay quien dice: “Oh, llevo muchos años creyendo en Dios, pero siempre que llega el momento de practicar la verdad me topo con dificultades. Me pongo tan nervioso que me chorrea el sudor, pero sigo sin tener una senda. Siempre quiero practicar la verdad sin enfrentarme a ningún sufrimiento físico o sin que se perjudiquen mis intereses y, en consecuencia, no logro encontrar una senda. Recién ahora me doy cuenta de que tener un corazón con un tremendo deseo por Dios es muy sencillo. Ojalá lo hubiera sabido para así poner antes en práctica estas palabras”. ¿A quién tienes que culpar por no poner en práctica las palabras de Dios? ¿Quién te obligó a no atesorar las palabras de Dios durante todos estos años y a, en su lugar, vagar ciegamente por ahí? Ahora podemos resumirlo en una frase: cuando crees en Dios, debes practicar y experimentar Sus palabras para comprender la verdad; solo alcanzando el punto en el que gestionas los asuntos de acuerdo con los principios-verdad puedes obtener la aprobación de Dios. En absoluto debes hacer las cosas según tu propia voluntad, ni buscar fama y beneficio, y no debes formar camarillas ni buscar apoyos en la iglesia. Nada bueno les sucederá a quienes lo hagan. Aquellos que no se concentran en realizar bien sus deberes, aquellos que no buscan la verdad, aquellos que siempre admiran y se apoyan en otras personas, y aquellos a los que les encanta seguir a falsos líderes y anticristos a la hora de montar alborotos sin sentido, todos se conducen a sí mismos a la ruina vagando de un lado a otro, con lo que pierden su oportunidad de salvación. Esto los dejará anonadados. Si quieres dejar de seguir tu propio camino, debes presentarte más ante Dios, y orarle y buscar la verdad en todas las cosas. Así es como puedes alcanzar el resultado de comprender la verdad, emprender la senda de practicarla y entrar en la realidad de la verdad. La cuestión fundamental de esto es que jamás debes seguir ni ir de la mano de nadie, un día siguiendo a esta persona porque piensas que es genial, y al día siguiente siguiendo a esa otra porque te parece que tiene razón, con lo que pasas así un montón de tiempo vagando de aquí para allá sin obtener la verdad. No importa con qué problemas te encuentres, has de buscar la verdad y resolverlos de acuerdo con las palabras de Dios. Si sigues ciegamente a otras personas, a cualquiera que hable bien y use palabras altisonantes, es probable que te engañen. Aquellos que tienen fe en Dios deben creer que solo Sus palabras son la verdad, deben escuchar solo las palabras de Dios y practicar de acuerdo con ellas. Hacer esto evitará que sigas a otras personas y las acompañes por la senda equivocada.
Adelante, leed la siguiente línea. (“Buscar vorazmente mientras rechazas las excusas, intenciones y trampas de Satanás”). Esto también está relacionado con la práctica. “Buscar vorazmente” se refiere a querer practicar la verdad cuando se carece de senda, y querer satisfacer a Dios sin saber cómo practicar; cuando te pongas así de voraz, vas a buscar y orar. Tendrás la constante sensación de que te falta demasiado, en concreto, te darás cuenta de que careces de una senda cuando te ocurren cosas, sin saber qué hacer para satisfacer a Dios, rebelándote siempre y haciendo las cosas como tú quieres, con un corazón intranquilo, queriendo practicar la verdad aunque no sepas cómo hacerlo; ese es el sentimiento de ser voraz. Si eres voraz, debes buscar. Si no buscas, no tendrás una senda. Si no buscas, caerás en la oscuridad. Si nunca buscas, estarás acabado. Serás un incrédulo. ¿Qué significa “rechazas las excusas, intenciones y trampas de Satanás”? Significa que cuando las personas se enfrentan a ciertas situaciones, siempre se atienen a su propia voluntad, piensan en los intereses de su propia carne y buscan una salida para esta. En momentos como esos, tu conciencia te hará reproches, instándote a practicar la verdad y someterte a Dios. En tales situaciones, se producirá una lucha en tu corazón y debes rechazar las excusas de Satanás y las diversas razones de la carne. “Rechazar” significa ser capaz de penetrar y desentrañar las varias excusas y razones que las personas tienen para no practicar la verdad, es decir, las intenciones y trampas de Satanás, y luego rebelarte contra ellas. Este es el proceso del rechazo. A veces surgen en las personas ciertas ideas, intenciones y objetivos corruptos, determinados conocimientos, filosofías y teorías humanos, además de modos, medios, trampas y argucias en las relaciones con los demás. Cuando esto sucede, deben darse cuenta de inmediato de que lo que se revela en ellos son cosas corruptas, y deben aferrarse a estas, buscar la verdad, diseccionarlas a fondo, percibir claramente su realidad, y rechazarlas y rebelarse contra ellas por completo, cortándolas de raíz. Da igual cuándo ocurra esto, siempre que en una persona hayan surgido ideas, pensamientos, intenciones o nociones corruptos, debe aferrarse inmediatamente a esas cosas, penetrar en ellas y desentrañarlas, rebelarse contra ellas y llegar al punto de rectificarlas. Ese es el proceso. Así es como se practica el rechazo a Satanás y la rebeldía contra la carne. ¿Acaso no es muy sencillo? De hecho, ya se habló de este proceso en los dos ejemplos que hemos dado hace un momento. Este es un principio de práctica para abordar los estados indebidos que surgen en las personas cuando les suceden cosas.
Continuad leyendo. (“No desesperes. No seas débil. Busca de todo corazón; espera de todo corazón”). Esto significa buscar y esperar con todo tu corazón y tu mente. Estas simples cuatro frases: “No desesperes. No seas débil. Busca de todo corazón; espera de todo corazón” tienen dos significados. ¿Cuáles son? (El primero es no desesperes y no seas débil. Esto es, no te desanimes ni te desalientes cuando te topes con dificultades o no puedas entender las cosas temporalmente en tu proceso de búsqueda. El segundo es que debes buscar y esperar con todo tu corazón. Es decir, debes tener perseverancia en el proceso de búsqueda, debes continuar buscando y orando cuando no entiendes, y esperar a que se revelen las intenciones de Dios. Este es el segundo significado). “No desesperes. No seas débil”, significa que las personas deben mantener una fe auténtica en Dios, creer que es todopoderoso, que puede esclarecerlas y permitirles comprender la verdad. Entonces, ¿por qué ahora no puedes comprender la verdad? ¿Por qué ahora no te esclarece Dios? Debe haber alguna razón para ello. ¿Cuál es una razón básica? Simplemente, que el momento de Dios no ha llegado. Dios está poniendo a prueba tu fe y, al mismo tiempo, quiere usar este método para fortalecerla. Esto es lo básico que la gente debe entender y saber. Supongamos que has actuado de acuerdo con los principios requeridos por Dios, has orado, has buscado, tienes un corazón con un tremendo deseo por Dios, has comenzado a atesorar Sus palabras, te interesan, y a menudo te recuerdas a ti mismo practicarlas y experimentarlas, presentarte ante Dios y no alejarte de Él, y buscar cuando haces cosas. Sin embargo, piensas para tus adentros: “No creo haber sentido con claridad que Dios me haya concedido ningún esclarecimiento, iluminación o guía especial, y ni siquiera tengo una sensación evidente de que Dios me haya otorgado dones, talentos o habilidades especiales para el deber que realizo. En cambio, tengo la sensación de que las personas que no están a mi altura entienden más que yo, cumplen mejor con sus deberes y son más elocuentes a la hora de difundir el evangelio. ¿Por qué no soy tan bueno como los demás? ¿Por qué sigo en el mismo sitio y avanzo poco?”. Esto se debe a dos razones: una es que las personas mismas tienen muchos problemas, por ejemplo, sus métodos, intenciones y objetivos individuales de búsqueda, así como sus intenciones y motivos al orarle y hacerle peticiones a Dios, etcétera. En cuanto a todas estas cuestiones, necesitas reflexionar, adquirir conocimiento, descubrir los problemas que hay en tu interior y revertir el rumbo lo antes posible. No es necesario entrar en detalles al respecto. La segunda razón es que, en lo que respecta a cuánto les da Dios a las distintas personas, y a cómo se lo concede, Él tiene Su propio método. Dios ha dicho las palabras: “Tendré misericordia del que tendré misericordia, y tendré compasión de quien tendré compasión” (Éxodo 33:19). Tal vez seas objeto de la misericordia de Dios, tal vez seas objeto de Su compasión, o tal vez no perteneces a ninguno de los dos tipos de personas de los que Él ha hablado. Tal vez Dios piensa que eres más fuerte que otros, o que requieres de más tiempo que los demás para ponerte a prueba y templarte. Existen muchas razones, pero sean cuales sean, cualquier cosa que hace Dios es correcta. Las personas no deberían hacerle exigencias extravagantes a Dios. Lo único que debes hacer es buscar de todo corazón y esperar de todo corazón. Antes de que Dios permita que comprendas y te dé respuestas, lo único que debes hacer es buscar, mientras esperas el momento en que Dios te dará algo, el momento en que Dios te mostrará su gracia y en el que te esclarecerá y guiará. En oposición a las nociones humanas, Dios no distribuye las cosas de manera igualitaria entre las personas, por lo que no puedes hacerle exigencias a Dios con la palabra “igual”. Cuando Dios te da algo, ese es el momento en el que debes recibirlo. Cuando Dios no te da algo, obviamente no es el momento apropiado o correcto a Sus ojos y, por tanto, no debes recibirlo en ese momento. ¿Qué debes hacer cuando Dios dice que no debes recibir algo y Él no desea dártelo? Una persona con razón diría: “Si Dios no me lo da, entonces me someteré y esperaré. Actualmente no soy digno de recibirlo, tal vez porque mi estatura no puede soportarlo, sin embargo, mi corazón puede someterse a Dios sin quejarse, sin sospechar y desde luego sin dudar”. Nadie debe perder la razón en un momento así. No importa cómo te trate Dios, debes elegir, con razón, someterte a Él. Solo hay una actitud que los seres creados deben tener hacia Dios: escuchar y someterse, no hay otras opciones. Sin embargo, Dios puede tener diferentes actitudes hacia ti. Existe un fundamento para esto. Dios tiene Sus propias intenciones. Él toma Sus propias decisiones y cuenta con Sus propios métodos en cuanto a cómo hace estas cosas y la actitud que adopta hacia cada persona. Por supuesto, estas decisiones y métodos se basan en los propósitos de Dios. Antes de que las personas tengan una comprensión de los propósitos de Dios, lo único que deben y pueden hacer es buscar y esperar, evitando hacer cualquier cosa que se rebele contra Él. Lo último que deben hacer en esos momentos, es decir, cuando no sienten el esclarecimiento, guía, gracia y misericordia de Dios, es apartarse de Él y afirmar que no es justo, o gritarle o incluso negarlo cuando no pueden sentir Su esclarecimiento y guía. Esto es lo que Dios menos desea ver. Por supuesto, si acabas por llegar al punto de negar a Dios, de negar Su justicia, Su identidad y Su esencia, y de gritarle a Dios, eso confirmará que Él tenía razón en Su actitud de no haberte prestado atención desde el principio. Si ni siquiera puedes resistir esta pequeña prueba y examen, entonces careces de la más mínima fe en Dios y tu creencia es muy hueca. Cuando una persona no siente el esclarecimiento y la guía de Dios, lo más importante que debe hacer es buscar y esperar de todo corazón. Buscar y esperar son responsabilidades del hombre, y también son la razón, la actitud y el principio de práctica que las personas deben tener hacia Dios. Cuando busques y esperes, no albergues una mentalidad basada en la casualidad. No pienses siempre: “Tal vez si espero, Dios me concederá palabras claras. Solo necesito ser un poco más sincero y ver si Dios me esclarece o no. Tal vez me esclarezca. Si no lo hace, pensaré en alguna otra forma”. No albergues una mentalidad semejante, basada en la casualidad. Dios detesta este tipo de actitud en las personas. ¿Qué tipo de actitud es esta? Es una actitud de casualidad que conlleva una tentación. Esto es lo que más detesta Dios. Si vas a esperar, hazlo con sinceridad. Mantén una mentalidad de hambre y sed de justicia mientras oras a Dios y buscas la verdad, mientras resuelves tus problemas prácticos y le imploras a Dios esclarecimiento y guía. Sin importar cómo te trate Dios o si finalmente te permite llegar a un pleno entendimiento, debes atenerte al principio de sumisión sin desviarte. De esta manera, mantendrás firme tu estatus y deber como ser creado. Con independencia de si Dios finalmente te oculta Su rostro, de si solo te muestra Su espalda o aparece ante ti, siempre y cuando mantengas firmemente tu deber y tu posición original como ser creado, habrás dado testimonio y serás un vencedor. “No desesperes. No seas débil. Busca de todo corazón; espera de todo corazón”. Estos cuatro cortos enunciados son muy importantes. Abarcan la razón que el hombre debe poseer, el puesto original en el que debe colocarse y la senda de práctica que debe seguir. Algunas personas dicen: “Todos buscamos y esperamos con todo nuestro corazón y nuestra mente, ¿por qué Dios no nos esclarece? ¿Por qué no me concede ninguna inspiración?”. Dios tiene Sus propias intenciones. No le exijas nada. Esta es la razón de la humanidad normal, la razón que más deben poseer los seres creados. Según las mentes, pensamientos y nociones humanas, hay demasiadas cosas que las personas no comprenden, y Dios debe contárselas. Sin embargo, Dios dice: “No es Mi responsabilidad ni obligación decirte esas cosas. Si quiero que sepas algo, sabrás un poco, y eso implicará que Yo te favorezco. Cuando no quiera que sepas algo, no diré ni una palabra al respecto, y ni se te ocurra pensar que entonces vas a poder entenderlo”. Algunas personas dicen: “¿Por qué te estás oponiendo a nosotros en esto?”. Dios no se está oponiendo a ti. El Creador siempre será el Creador, y Él tiene sus propias formas y métodos de hacer las cosas. Aunque Sus formas y métodos no se ajustan a los gustos, ideas y nociones del hombre, y desde luego tampoco a su cultura tradicional, con independencia de los aspectos del hombre con los que no estén de acuerdo, dicho con sencillez, con independencia del hecho de que no se ajusten a los requisitos y estándares del hombre, sin importar lo que haga el Creador, y sin importar si las personas pueden entenderlo o no, la identidad y esencia del Creador nunca cambiarán. Las personas nunca deben utilizar el lenguaje, las nociones o cualquier método humano para medir al Creador. Tal es la razón que deben poseer. Si careces incluso de este poco de razón, voy a serte honesto: no eres capaz de comportarte como un ser creado. Un día, tarde o temprano, te sucederá algo malo. Si careces incluso de este poco de razón, un día, tarde o temprano, estallará tu carácter corrupto. En ese momento, dudarás de Dios, lo insultarás verbalmente, lo negarás y lo traicionarás. Entonces, estarás completamente acabado, y se te deberá descartar. Por tanto, la razón que los seres creados deben poseer es muy importante. “No desesperes. No seas débil. Busca de todo corazón; espera de todo corazón”. Estos cuatro enunciados son la razón y los principios a los que los seres creados deben atenerse al abordar los diversos entornos a los que a menudo se enfrentan en su vida real, y a fin de mejorar su relación con Dios.
La primera parte de este pasaje dice: “No te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas”, y la penúltima línea dice: “Busca de todo corazón; espera de todo corazón”. Hay quien dice: “¿El significado tácito de las palabras ‘No te apures para hallar soluciones’ es que el desenlace final es inevitable? Si buscamos y esperamos de todo corazón, tenemos un corazón con un tremendo deseo por Dios y anhelamos Sus palabras, ¿tiene Dios la necesidad de darnos la respuesta para permitirnos entender la verdad de la cuestión?”. Esta es la respuesta que te doy: es incierto y no es necesariamente así. Cada palabra de este pasaje es un requerimiento que Dios le propone al hombre, un principio de práctica que los seres creados deben acatar. Dios ofrece una senda de práctica al hombre, principios que las personas deben poner en práctica y observar en las situaciones en las que se encuentran en la vida cotidiana. Sin embargo, Dios no le dijo a nadie: “No importa hasta qué punto entendáis estas palabras, mientras os atengáis a estos principios, debo contaros los hechos, debo daros la respuesta y una explicación al final”. Dios no tiene esta responsabilidad, no tiene tal “deber”. La gente no debe hacerle semejantes demandas irrazonables a Dios. Todos debéis entender esto. Este “no es necesariamente así” le indica a la gente un hecho: Dios nunca acatará las reglas del juego establecidas por los seres humanos de acuerdo con sus nociones, filosofías, experiencias y lecciones humanas, ni siquiera acatará la ley humana. Más bien, los seres humanos deben acatar los principios de los requerimientos de Dios y entrar en la realidad de cada verdad que Dios ha planteado. ¿Habéis comprendido esto? (Sí). Los principios que las personas deben acatar se explican claramente en este pasaje. Empezad por la primera línea. (“No te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas”). Este es un principio fácil de poner en práctica y entender. Ponerlo en práctica no te crea una carga ni ninguna presión. Es excepcionalmente fácil. ¿Y la segunda línea? (“Lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero”). Eres una persona normal que vive en el mundo. Eso es lo único que necesitas para lograr “llevar esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrecerle un corazón sincero”. Mientras no te falte corazón, puedes hacerlo. Tienes veinticuatro horas al día. Además de tu trabajo normal, el tiempo de descanso, las comidas y las devociones espirituales personales, ¿resulta fácil “llevar esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrecerle un corazón sincero”? (Es fácil). Se puede hacer mientras se camina, se charla o se descansa, no interferirá con tus asuntos habituales, con el cumplimiento de tu deber o con el trabajo que tengas entre manos. Se trata sin duda de algo simple. Con independencia del calibre de una persona, mientras ofrezca un corazón sincero y se esfuerce por la verdad, llegará poco a poco a comprenderla y entrará en esta realidad con facilidad.
¿Cuál es la siguiente línea? (“Cree que Dios es tu Todopoderoso”). Ahora le voy a dar la vuelta y preguntaros: ¿Creéis que “Dios es tu Todopoderoso”? ¿Cuándo empezaste a creerlo? ¿En qué cuestiones llegaste a creerlo? ¿Has dado testimonio de ello? ¿Has tenido esta experiencia? Y si alguien te pregunta: “¿Crees que Dios es tu Todopoderoso?”, quizás, teóricamente, dirías sin dudar: “¡Dios es mi Todopoderoso! ¿Cómo no va a ser Dios mi Todopoderoso?”. Y si te preguntaran de nuevo: “¿Es Dios tu Todopoderoso? ¿En qué asuntos has confiado en Dios y has sido testigo de Sus obras? ¿En qué medida se ha revelado la omnipotencia de Dios en ti personalmente? ¿Cuándo descubriste que Dios es tu Todopoderoso? ¿En qué asuntos sientes que Dios es tu Todopoderoso? Si reconoces que Dios es todopoderoso y que para Él nada es imposible, ¿por qué a veces eres tan débil? ¿Por qué sigues siendo negativo? ¿Por qué no puedes rebelarte contra la carne y practicar la verdad cuando te sucede algo? ¿Por qué siempre vives según la filosofía satánica en tus tratos con los demás? ¿Por qué sigues diciendo mentiras a menudo sin sentir la reprimenda de Dios? ¿Es Dios realmente tu Todopoderoso? ¿A qué crees que se refiere exactamente la omnipotencia de Dios? ¿Concuerda con la esencia de Dios?”. Si te hicieran estas preguntas, ¿te atreverías a responder con tanta certeza? Cuando pregunto de este modo, la gente se queda muda. No tienes esa experiencia, no has establecido una relación con Dios a ese nivel. En todos los años que llevas creyendo en Él, nunca has experimentado Su soberanía, nunca has visto Su mano, la soberanía sobre las personas, los acontecimientos y las cosas que ejerce la mano todopoderosa de Dios. Esto nunca lo has visto, nunca has oído hablar de ello, y mucho menos lo has experimentado o sentido en persona. Por tanto, en cuanto a la pregunta “¿Es Dios mi Todopoderoso?” no sabes y no te atreves a hablar. Esto prueba que careces de semejante fe. Para ti, esta línea debe convertirse en tu visión. Debe ser la evidencia más poderosa de que crees en Dios y le sigues. También es uno de los aspectos de la visión que te sostiene mientras continúas adelante. Sin embargo, no te atreves a responder con certeza. ¿Por qué? Porque tu fe en Dios no es más que la creencia de que Dios existe. Todavía no has seguido realmente a Dios, no has establecido una verdadera relación con Él, aún no has entrado en la realidad de las palabras de Dios, aún no has participado en la experiencia de someterte a la soberanía de Dios, y aún no te has dado cuenta de primera mano del hecho de Su soberanía sobre todas las cosas. No has visto ni experimentado nada de esto, y ni mucho menos lo entiendes. Si simplemente te preguntaran: “¿Es Dios tu Todopoderoso?”, con toda seguridad, responderías “sí”. Si a continuación te preguntaran cómo experimentaste esto y cómo llegaste a esta comprensión, seguramente agacharías la cabeza en silencio, sin atreverte a responder. ¿Cuál es la razón de este hecho? (No tenemos experiencia al respecto). Hablas desde un punto de vista teórico. De hecho, declaras verbalmente ser un seguidor de Dios y un ser creado. Sin embargo, desde el día en que empezaste a seguir a Dios, nunca has cumplido con la responsabilidad de un ser creado. Aceptar la palabra de Dios como el fundamento de tu existencia, tomar Su palabra como el principio y la senda de práctica para cumplir con tu deber, y entrar en la realidad de la palabra de Dios: esta es tu responsabilidad. Si aún no has entrado en estas realidades-verdad, ¿qué implica esto? Que aunque sigas a Dios, aunque hayas renunciado a la familia, el trabajo y la carrera y hayas podido seguir a Dios hasta hoy, tu corazón no ha aceptado la verdad y la vida que Dios le otorga a la humanidad, sino que en vez de eso buscas las cosas que tú mismo amas y de las que nunca te has desprendido. ¿Es esto seguir a Dios y someterse a Su obra? Si, en tu corazón, no aceptas los objetivos de la vida, las direcciones y los criterios de vida y existencia que Dios ha establecido para el hombre, sino que solo repites como un loro las palabras que oyes y sueltas algunas doctrinas, ¿se considera esto aceptar la verdad? Aunque sigas a Dios y, de puertas para afuera, puedas cumplir con tu deber, tu corazón no ha aceptado la verdad. Aunque hayas creído en Dios durante muchos años, los principios según los que vives, tus métodos y la senda que sigue tu vida siguen siendo los de Satanás. Sigues siendo la misma persona de siempre, sigues viviendo según tu carácter satánico y el camino del hombre corrupto, y no has aceptado los requerimientos y principios que vienen de Dios. Desde esta perspectiva esencial, lo que haces no es seguir realmente a Dios. Solo estás admitiendo que eres un ser creado y que el Creador es tu Dios. Sobre esta base teórica, haces un poco por Dios y le haces algunas pequeñas ofrendas. Considerando esta premisa, admites con reticencia que Él es tu Dios y que eres Su seguidor, pero tu corazón nunca lo ha aceptado de verdad como tu vida, tu Señor y tu Dios. Esto nos lleva de nuevo a la pregunta que acabo de hacer: “¿Es Dios tu Todopoderoso?”. Por las razones anteriores, no te atreves a responder con certeza. Para todas las cosas y para todo el universo, Dios es todopoderoso, pero para ti, puedes admitir que Dios es todopoderoso como una cuestión teórica, pero de hecho no se trata de algo que hayas visto o experimentado. Sobre la cuestión de la omnipotencia de Dios, tienes un signo de interrogación dibujado en el corazón. ¿Cuándo podrá la gente confirmar realmente las palabras “Dios es tu Todopoderoso” y hacer de esta visión el fundamento de su fe en Él? Solo cuando acepten la identidad, la esencia y el estatus de Dios en sus corazones, entren en la realidad de las palabras de Dios y las conviertan en el fundamento de su existencia, podrán reconocer realmente que “Dios es tu Todopoderoso”. En realidad, estas palabras son las más difíciles de alcanzar, pero Dios las ha hecho surgir, mostrando la importancia que tienen para el hombre. Quien quiera experimentar y comprender estas palabras debe dedicar toda una vida a hacerlo. Para dar una respuesta verdadera y cierta a la pregunta que plantean estas palabras desde lo más profundo de su corazón, necesita pasar toda una vida trabajando para establecer una relación normal entre él y Dios, es decir, la relación de un ser creado con su Creador. Todo esto puede lograrse sobre la base de poner en práctica el principio de “lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero”. En realidad, es bastante sencillo ponerlo en práctica, pero no resulta fácil alcanzar realmente el objetivo exigido por Dios. Hay que dedicar tiempo y esfuerzo y pagar un precio por ello.
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