Solo con sumisión sincera puede tenerse verdadera confianza (Parte 2)

Vamos a hablar sobre un asunto que choca mucho con las nociones humanas. Moisés vivió en el desierto durante cuarenta años. Eso es gran parte de la vida de una persona. Si alguien vive hasta los ochenta, cuarenta años es la mitad de su vida. ¿Qué clase de entorno para vivir es el desierto? No solo el desierto era un entorno en extremo desfavorable para vivir, con muchas dificultades a las que Moisés tuvo que enfrentarse, sino que el problema más importante fue que no entabló contacto con los israelitas durante esos cuarenta años, y Dios tampoco se le apareció. Dios dispuso este entorno para Moisés con el objetivo de refinarlo. ¿Concuerda esto con las nociones humanas? Si alguien carece de auténtica fe, ¿cómo se manifestará eso en términos generales? Durante los dos primeros años, le quedará algo de fuerza en el corazón y pensará: “Dios me está probando, pero no tengo miedo. ¡Tengo a Dios! Siempre que Él no permita que muera, viviré mientras me quede aliento. Vivo por Dios. Tengo confianza. ¡Debo satisfacer a Dios!”. Posee esta determinación porque todavía le acompañan las ovejas. Sin embargo, pasados unos cuantos años, las ovejas disminuyen cada vez más y el viento sopla todo el día, aullante. En la quietud de la noche, se siente solo. No tiene a nadie con quién compartir lo que alberga en su corazón. Cuando alza los ojos hacia el cielo, lo único que ve son estrellas y la luna. Se siente incluso más solo las noches nubosas y con lluvia, cuando hasta la luna está oculta a la vista. Inconscientemente, su confianza va menguando. Cuando esto sucede, asoma un corazón rebosante de quejas y malinterpretaciones. Justo después, su estado interno se vuelve cada vez más depresivo y la vida poco a poco pierde sentido. Siempre siente que Dios no repara en él y le ha abandonado. La existencia de Dios tiene ahora para él un signo de interrogación, y su confianza disminuye cada vez más. Si careces de auténtica fe, no resistirás la prueba del paso del tiempo o del entorno. Si no puedes resistir la prueba que te ha puesto Dios, Él no va a hablarte ni se te va a aparecer. Dios quiere ver si crees en Su existencia, si la reconoces y si tienes auténtica fe en tu corazón. Así es como escruta Él la profundidad del corazón de las personas. ¿Están en manos de Dios quienes viven entre el cielo y la tierra? Todos están en manos de Dios. Es exactamente así. No importa que estés en el desierto o en la luna, estás en manos de Dios. Así es exactamente como es. Si Dios no ha aparecido ante ti, ¿cómo puedes ver la existencia y soberanía de Dios? ¿Cómo puedes permitir que en tu corazón arraigue y nunca se desvanezca la verdad de que “Dios existe y es soberano sobre todas las cosas”? ¿Cómo puedes hacer de este enunciado tu vida, la fuerza que impulsa tu cotidianeidad y la confianza y la fortaleza que permite que sigas viviendo? (Orando). Eso es práctico. Es la senda de práctica. Cuando te hallas en tu momento más difícil, cuando eres menos capaz de percibir a Dios, cuando sientes más dolor y soledad, cuando te parece estar lejos de Él, ¿qué es lo que debes hacer por encima de cualquier otra cosa? Llamar a Dios. Llamar a Dios te da fuerzas. Llamar a Dios te permite sentir Su existencia. Llamar a Dios te permite sentir Su soberanía. Cuando llamas a Dios, le oras y pones tu vida en Sus manos, sientes que Él está a tu lado y no te ha abandonado. Cuando sientas que Dios no te ha abandonado, cuando de verdad percibas que está a tu lado, ¿crecerá tu confianza? Si tienes confianza real, ¿se desgastará y desvanecerá con el paso del tiempo? En absoluto. ¿Se resuelve así el problema de la confianza? ¿Puede la gente tener verdadera confianza simplemente llevando encima la Biblia y memorizando versículos con rigidez palabra por palabra? Todavía hay que orarle a Dios y confiar en Él para resolver este problema. ¿Cómo superó Moisés aquellos cuarenta años en el desierto? En aquella época no existía la Biblia y había poca gente a su alrededor. Únicamente le acompañaban ovejas. Sin duda, Dios guiaba a Moisés. Aunque la Biblia no registra cómo le guio Dios, si se le apareció, le habló o le hizo entender por qué le obligó a vivir en el desierto durante cuarenta años, resulta un hecho innegable que Moisés sobrevivió todo ese tiempo en el desierto. Es un hecho que no se puede negar. Sin nadie a su alrededor con quien compartir lo que tenía en el corazón, ¿cómo pudo sobrevivir solo en el desierto durante cuarenta años? Sin auténtica fe, a cualquiera le resultaría imposible. Sería un milagro. Por más que la gente reflexione sobre este asunto, piensa que esto nunca podría suceder. Es demasiado incongruente con las nociones y figuraciones humanas. Sin embargo, no se trata de una leyenda ni de un cuento fantástico, sino de un hecho real, inmutable e innegable. ¿Qué le demuestra la existencia de este hecho a la gente? Si tienes auténtica fe en Dios, Él no te abandonará mientras te quede aliento. Este es un hecho de la existencia de Dios. Si posees tanta confianza real y comprensión verdadera de Dios, entonces dicha confianza es lo bastante grande. No importa el entorno en el que te encuentres, ni cuánto tiempo pases en él, tu confianza no va a desgastarse.

Moisés pasó cuarenta años en el desierto. Dios nunca se le apareció ni le proveyó de la verdad. Moisés no tenía en sus manos ningún libro con las palabras de Dios, no contaba a su lado con nadie de Su pueblo escogido, ni tampoco con alguien con quien compartir lo que albergaba en el corazón. Al vivir solo en el desierto, sobrevivir únicamente era posible si confiaba en la oración a Dios. A la postre, esto le permitió a Moisés lograr verdadera confianza. Entonces, ¿por qué hizo esto Dios? Él iba a confiarle una comisión a Moisés, iba a hacer buen uso de este, y necesitaba obrar en él, así que lo templó. ¿Qué templó Dios en Moisés? (Su confianza). Dios quería perfeccionar su confianza, no templarla. Lo que Dios templa son las buenas intenciones del hombre, su determinación, como así se le llama, además de sus habilidades y destrezas y de su impulsividad. ¿Por qué se marchó Moisés de Egipto en aquel momento? (Porque había matado a un egipcio a causa de su impulsividad). ¿Lo podría haber usado Dios en aquel momento? (No). ¿Qué habría pasado si Dios lo hubiera usado entonces? Moisés odiaba a los egipcios y siempre tendía a actuar impulsivamente. Si mataba a otra persona, ¿acaso no generaría eso problemas? Si Dios le hubiera pedido que sacara a los israelitas de Egipto y Moisés hubiera actuado con impulsividad cuando el faraón no se mostrara de acuerdo, ¿no habrían sobrevenido dificultades? Dios diría: “¿Puedes representar a Dios si actúas de este modo?”. Por tanto, debido a su impulsividad, Dios no podía hacer uso de él. La impulsividad es un importante tabú para los humanos. Si eres impulsivo, si siempre quieres hacer las cosas según tu naturalidad y tus impulsos, y pretendes constantemente resolver los problemas con métodos humanos; si no tienes auténtica fe en Dios y no confías en Él ni crees en Su soberanía desde esa auténtica fe, Dios no podrá valerse de ti. Si lo intentara, no solo no conseguirías nada, sino que en realidad estropearías las cosas. Por consiguiente, cuando Moisés mató al egipcio, huyó al desierto. Dios se sirvió de ese entorno para templar su voluntad, su impulsividad, sus buenas intenciones, su fervor y sus impulsos, además del heroísmo que lo llevó a defender los intereses de su pueblo y a luchar contra la injusticia. Todas estas cosas pertenecen a la voluntad humana, la impulsividad y la naturalidad. ¿Por qué no dispuso Dios que unos cuantos israelitas acompañaran a Moisés? Si hubiera contado con una persona a su lado, tal vez no habría confiado en Dios, sino en esta. ¿Tras refinarse, en qué clase de persona se convirtió finalmente Moisés en semejante entorno? Pudo someterse a Dios y tuvo auténtica confianza. Esto demuestra que su impulsividad natural se había desgastado. Cuando salió del desierto, ¿seguía conservando su impulsividad y heroísmo? (No). ¿En qué se evidenciaba esto? (Moisés dijo que ya no era un buen orador). Ya no sabía hablar, ¿mantenía entonces aún sus propias intenciones e impulsos? (No). Visto así, cuando Dios quiere perfeccionar a una persona, la confianza de esta en Él, con independencia de que haga uso de ella o no, Dios perfeccionará en esta persona el entendimiento de la verdad y de Sus intenciones, y le permitirá someterse a Dios con sinceridad y por completo, sin adulteración alguna, sin lo que se denomina heroísmo humano, sin impulsos, ambición ni pasiones elevadas, sin impulsividad ni las buenas intenciones y el entusiasmo de los seres humanos; sin esas supuestas creencias. Todo el mundo admira y persigue esas cosas que provienen de la voluntad humana; son las que, en términos relativos, se consideran positivas, buenas y correctas en el corazón de las personas. Son aquellas conforme a las cuales todo el mundo está dispuesto a vivir. Se trata de las creencias de las personas. Cuando no las tienen, pueden someterse de veras a Dios y no harán nada fundado en las figuraciones y la bondad humanas, ni hablarán en esos términos. Cuando se presenten de nuevo ante Dios, contarán con un mayor número de elementos de la auténtica fe en Él. ¿Cuáles son los elementos de la auténtica fe? ¿Acaso seguirán aconsejándole a Dios y dirán: “Dios, las cosas que haces no concuerdan con las nociones humanas y a las personas les cuesta mucho aceptar Tus actos. En serio, tienes que hacerlo de este otro modo”, y “Dios, eso que dices no suena bien. El tono no es el adecuado, el enfoque es erróneo y las palabras que usas no son las correctas”? Estas cosas ya se han desgastado en ellos y dejarán de darle consejos a Dios. Tendrán la sincera capacidad de someterse a Él, de poseer razón y temor de Dios. Cuarenta años de templanza en el desierto provocaron que Moisés percibiera de veras la existencia de Dios. En un entorno donde la simple supervivencia era imposible para un individuo, confió en Dios para sobrevivir día tras día, se aferró a la esperanza año tras año y llegó hasta el final. En realidad, vio a Dios. No fue casualidad, tampoco una leyenda. No tuvo nada de accidental ni de repentino. Todo fue cierto. Contempló la verdadera existencia de Dios y que Su soberanía sobre todas las cosas es real. Una vez que la obra de Dios consigue tal efecto en las personas, su corazón sufre un cambio. Sus nociones y figuraciones desaparecen y les parece que por sí mismas no son nada, que no pueden hacer nada sin Dios. En consecuencia, no querrán insistir en hacer las cosas a su propia manera. Llegado ese momento, ¿acaso van a decir algo como “¡Señor! Eso nunca te acontecerá”? (No). Se puede decir que, en este momento, nadie hablará según las nociones humanas para entorpecer a Dios, ni hará las cosas desde la voluntad humana o insistirá en hacerlas como le viene en gana. ¿Sobre qué base viven ahora las personas? ¿Qué es lo que viven? De forma subjetiva, pueden someterse a la soberanía y los arreglos de Dios. De manera objetiva, pueden dejar que la naturaleza siga su curso, aguardar y buscar las intenciones de Dios, y someterse a Él en todo lo que les pida sin tomar decisiones individuales.

Cuando Dios envió a Moisés para que sacara a los israelitas de Egipto, ¿cuál fue la reacción de Moisés cuando Dios le encomendó tal comisión? (Dijo que no era elocuente, más bien lento de palabra y de lengua). Tenía ese pequeño recelo, que no era elocuente, sino lento de palabra y de lengua. Pero ¿se resistió a la comisión de Dios? ¿Cómo la trató? Se postró. ¿Qué significa postrarse? Significa someterse y aceptar. Se postró completamente ante Dios, ignorando sus preferencias personales, y no mencionó ninguna de las dificultades que pudo haber tenido. Cualquier cosa que Dios le pidiera hacer, la hacía de inmediato. ¿Por qué fue capaz de aceptar la comisión de Dios, aunque creyera que no podía hacer nada? Dado que albergaba auténtica confianza en su interior. Ya había tenido alguna experiencia de la soberanía de Dios sobre todas las cosas y asuntos, y en los cuarenta años que pasó en el desierto, alcanzó a saber que la soberanía de Dios es todopoderosa. Por lo tanto, aceptó la comisión de Dios sin demora, y se puso en marcha para hacer lo que Dios le había encomendado sin decir ni una palabra más. ¿Qué quiere decir que se puso en marcha? Que tenía auténtica confianza en Dios, dependencia y sumisión reales hacia Él. No fue cobarde, y no eligió por su cuenta ni trató de negarse. En cambio, creyó plenamente y se dispuso a ponerse manos a la obra con la comisión que le había encargado Dios, lleno de confianza. Creía que: “Si Dios me ha encargado esto, entonces todo se hará como Dios dice. Dios me ha dicho que saque a los israelitas de Egipto, así que eso haré. Como esto es lo que Dios ha encargado, Él se pondrá a obrar y me dará fuerzas. Solo tengo que cooperar”. Esa es la perspectiva que adoptó Moisés. Aquellos que carecen de comprensión espiritual creen que pueden hacer por su cuenta las cosas que les encomienda Dios. ¿Acaso poseen esas habilidades? Por supuesto que no. Si alguien es cobarde, carecerá del coraje para enfrentarse al faraón de Egipto. En su corazón, dirá: “El faraón de Egipto es un rey diablo. Tiene a un ejército a su mando y podría matarme con una sola palabra. ¿Cómo voy a poder sacar a tantos israelitas? ¿Me escucharía el faraón?”. Estas palabras son sinónimo de rechazo, resistencia y rebelión. Demuestran que no tiene fe en Dios, y eso no es auténtica confianza. Las circunstancias de la época no eran favorables para los israelitas ni para Moisés. Sacar a los israelitas de Egipto era, desde el punto de vista del hombre, una tarea sencillamente imposible, porque Egipto estaba aislado por el Mar Rojo, y cruzarlo supondría un enorme desafío. ¿Acaso Moisés no sabía lo difícil que sería cumplir esta comisión? En su corazón, lo sabía, pero se limitó a decir que era lento de palabra y de lengua, que nadie prestaría atención a sus palabras. No rechazó, en el fondo, el encargo de Dios. Cuando Dios le dijo a Moisés que sacara a los israelitas de Egipto, se postró y lo aceptó. ¿Por qué no mencionó las dificultades? ¿Es que, después de cuarenta años en el desierto, no conocía los peligros del mundo de los hombres, o el estado al que habían llegado las cosas en Egipto, o la grave situación que atravesaban los israelitas? ¿No podía ver tales cosas con claridad? ¿Es eso lo que pasaba? Desde luego que no. Moisés era inteligente y sabio. Conocía todas esas cosas, pues las había sufrido y experimentado personalmente en el mundo de los hombres, y nunca las olvidaría. Conocía muy bien esas cosas. Entonces, ¿sabía lo difícil que era la comisión que Dios le había asignado? (Sí). Si lo sabía, ¿cómo pudo aceptar esa comisión? Tenía confianza en Dios. Con su experiencia de toda la vida, creía en la omnipotencia de Dios, así que aceptó esta comisión de Dios con un corazón lleno de confianza y sin la más mínima duda. ¿Qué experiencias tuvo? Decidme. (En su experiencia, cada vez que llamó a Dios y se acercó a Él, Dios lo dirigió y lo guio. Moisés se dio cuenta de que Dios nunca se había retractado de Su palabra, y tenía auténtica confianza en Él). Este es un aspecto. ¿Algo más? (Durante los cuarenta años que pasó en el desierto, no cabe duda de que Moisés había visto la soberanía de Dios al llamarlo y orarle. Pudo sobrevivir y superarlo, y poseía auténtica fe en la soberanía de Dios). ¿Algo más? (Dios ya había realizado mucha obra en Moisés. Moisés sabía algo sobre cómo creó Dios los cielos, la tierra y todas las cosas, cómo usó el diluvio para destruir el mundo en los tiempos de Noé, y sobre Abraham y otras cosas semejantes. Las escribió todas en el Pentateuco, lo cual demuestra que adquirió perspectiva de todos estos hechos de Dios y supo que Él es omnipotente y omnisciente. Por tanto, creía que, como Dios le guiaba, la empresa sin duda tendría éxito. Quería observar las obras de Dios, ver lo que Dios haría a través de él, y cómo Dios le ayudaría y le guiaría. Esta era la confianza que tenía). Así es como sucedió. Decidme, en sus cuarenta años en el desierto, ¿pudo Moisés experimentar que con Dios nada es difícil y que el hombre está en manos de Dios? En gran medida, esa fue su experiencia más verdadera. En sus cuarenta años en el desierto, acontecieron muchas cosas que supusieron un peligro mortal para él, y no sabía si sobreviviría a ellas. Cada día, luchó por su vida y le oró a Dios para que lo protegiera. Ese era su único deseo. En esos cuarenta años, lo que experimentó con mayor profundidad fue la soberanía y la protección de Dios. Más tarde, cuando aceptó la comisión de Dios, su primer sentimiento debió ser: “Nada es difícil con Dios. Si Él dice que se puede hacer, entonces desde luego que se puede. Ya que Dios me ha encargado semejante comisión, sin duda Él se encargará de que se cumpla; es Él quien lo hará, y no ningún hombre”. Antes de pasar a la acción, las personas deben planificar y hacer los preparativos por adelantado. Han de ocuparse primero de los detalles preliminares. ¿Debe Dios hacer estas cosas antes de actuar? No es necesario. Todo ser creado, por muy influyente, capaz o poderoso, o por muy fanático que sea, está en manos de Dios. Moisés tenía confianza, conocimiento y experiencia de esto, por lo que no había ni una pizca de duda o miedo en su corazón. Por eso, su confianza en Dios era especialmente pura y auténtica. Se puede decir que se encontraba lleno de confianza.

Acabo de hablar sobre qué es la auténtica fe. Decidme, en última instancia, ¿qué quiere Dios de las personas, sus creencias o su auténtica fe? (Quiere su auténtica fe). Eso es. ¿Qué es la auténtica fe? Dicho de la manera más sencilla y directa, se trata de la verdadera confianza de la gente en Dios. En la práctica, ¿qué apariencia tiene la verdadera confianza? ¿Qué relación tiene con todas las actividades en la vida real de las personas? (Estas creen que Dios es soberano y ordena todas las cosas. Creen en la soberanía de Dios sobre todo aquello que se encuentran y que a Él nada le resulta difícil). (La gente cree que toda palabra que dice Dios se hará realidad). Reflexionad más sobre esto. ¿De qué otro modo se muestra la verdadera confianza? (La confianza de Moisés es distinta a la de los creyentes corrientes. Cuando escribió el Génesis, pensaba que Dios creó los cielos y la tierra y todas las cosas por medio de Sus palabras, creía que todo ello surgió mediante las palabras de Dios, que todo lo que Él dice será y que si Dios lo ordena así se hará, y que todas Sus palabras sucederían y se cumplirían. En este sentido, tenía verdadera confianza en Dios. No solo creía que la existencia de Dios es un hecho. Creía que Dios creó los cielos, la tierra y todas las cosas. Creía de todo corazón que, sin duda, las palabras de Dios lo lograban todo y creía en Su omnipotencia. Si hubiera carecido de semejante confianza en Dios, nunca podría haber escrito el Génesis. El Espíritu Santo también inspiró o reveló estas palabras, y Moisés fue capaz de ver con claridad). Decidme, ¿es la verdadera existencia de Dios un hecho porque la gente cree en ella? (No). ¿Qué clase de hecho es la verdadera existencia de Dios? (Dios existe, lo crea o no la gente, y lo hace por sí mismo y es eterno). Como mínimo, la confianza en Dios debe basarse en el siguiente fundamento: Dios no existe porque tú admitas verbalmente Su existencia, ni dejará de hacerlo si no la admites. Más bien, Dios existe con independencia de que creas en Él o lo reconozcas. Dios es eternamente el Creador y es soberano sobre todas las cosas. ¿Por qué hace falta que las personas lleguen a este entendimiento? ¿Qué puede cambiar en ellas? Hay quien dice: “Si creemos en Ti, Tú eres Dios, pero si no creemos en Ti, no lo eres”. ¿Qué son estas palabras? Son rebeldes y falaces. Dios dice: “Aunque no creas en Mí, sigo siendo Dios y ejerciendo la soberanía sobre tu destino. Es algo que no puedes cambiar”. Se trata de un hecho que nadie puede negar. Por más que un ateo niegue o se resista a Dios, su destino sigue bajo Su soberanía y no puede librarse del castigo de Dios. Si aceptas y te sometes por completo a la instrumentación y los arreglos de Dios y puedes aceptar todas las verdades que Él expresa, Sus palabras pueden cambiar tu modo de vida, tus metas en ella y el rumbo de tu búsqueda, pueden cambiar la senda que eliges y el significado de tu vida. Hay quienes afirman de palabra que creen en la existencia de Dios y que Él es soberano sobre todas las cosas y todo lo que existe, pero no son capaces de someterse a las instrumentaciones y arreglos de Dios, y no alcanzan a ver que Él hace arreglos diferentes para cada individuo. Siempre quieren perseguir sus propias ambiciones y deseos y hacer grandes cosas, pero se encuentran con múltiples contratiempos y acaban vapuleados, rotos y lastimados. Solo entonces se rinden. ¿Actuarían de ese modo si de veras creyeran en la soberanía de Dios? Les resultaría imposible. ¿Cómo deben proceder? Para empezar, han de entender la intención de Dios. En la obra de Dios para la salvación de la humanidad, Él ayuda a las personas a despojarse de sus actitudes corruptas y a liberarse de la influencia de Satanás, a recorrer la senda correcta de la vida y a vivir según las palabras de Dios. Si realmente entienden la intención de Dios, seguirán Sus requerimientos durante su búsqueda de la verdad y en su afán por entender a Dios, y lograrán someterse a Su soberanía y Sus arreglos. Solo de este modo se pueden ajustar a Su intención. Muchos creen en Dios, pero no son capaces de someterse a Él. Siempre quieren perseguir sus propios deseos, pero todos acaban fallando. Solo entonces dicen lo que guardan en su corazón: “Esto es el destino, y nadie puede cambiar lo que ha ordenado Dios”. Llegado este momento, cuando repiten: “Creo en la existencia de Dios y que Él lo sostiene todo entre Sus manos”, ¿difieren esas palabras de las que dijeron antes? Son mucho más prácticas que las doctrinas de las que hablaban. Antes solo admitían y creían de palabra que Dios era soberano sobre todas las cosas, pero cuando les sucedía algo, no podían someterse a Dios ni practicar la verdad según Sus palabras. En su interior pensaban que podían hacer realidad sus ideales por su cuenta. De este modo, las palabras de Dios en las que creían de corazón y las doctrinas que salían de su boca no podían convertirse en los principios para sus acciones. Es decir, no creían que todas las palabras de Dios son la verdad y que todo lo pueden. Les parecía entender la verdad, pero no eran capaces de someterse a la soberanía y los arreglos de Dios, así que solo entendían doctrinas y palabras, no la realidad-verdad. De su boca salía que creían en la soberanía de Dios, pero no podían someterse a Él en la vida real. Siempre recorrían su propia senda, perseguían sus propios deseos y vulneraban los requerimientos de Dios. ¿Es eso verdadera sumisión? ¿Hay aquí creencia y confianza verdaderas? (No). Ninguna en absoluto, ¡qué lástima! ¿Cuáles son las manifestaciones de la verdadera confianza en Dios? Aquellos con verdadera confianza al menos creen que las palabras de Dios son la verdad y que se van a hacer realidad y se van a cumplir, y creen que practicar conforme a los requerimientos de Dios es la senda correcta en la vida. Oran a Dios y confían en Él en su vida, trasladan Sus palabras a la vida real, practican según las palabras de Dios en todas las cosas, buscan ser personas honestas y viven la realidad de Sus palabras. No solo creen en la existencia y soberanía de Dios, sino que además buscan someterse a Sus instrumentaciones y arreglos en la vida real. Si son rebeldes, pueden hacer introspección, aceptar la verdad, la disciplina de Dios y alcanzar la sumisión a Él. Si practicas de este modo, la verdad que crees y reconoces se convertirá en tu realidad-vida. Esta verdad podrá guiar tus pensamientos, tu vida y el rumbo que tome toda ella. Llegado ese punto, serás capaz de hacer surgir una verdadera confianza en Dios. Cuando de verdad crees en Él y tienes sumisión genuina, eso genera confianza real. Esta confianza es auténtica fe en Dios. ¿De dónde procede esta auténtica fe? Se obtiene al practicar y experimentar las palabras de Dios y, a partir de ahí, llegar a entender la verdad. Mientras más entiende la gente la verdad, mayor es su confianza en Dios, más sabe sobre Él y más se somete a Él con sinceridad. Así es como llega la gente a tener auténtica fe.

El fin de todas las cosas se está acercando, ¿quieres saber cómo el Señor recompensará el bien, castigará el mal y determinará el fin de cada uno? Bienvenido a contactarnos para descubrir la respuesta.

Conéctate con nosotros en Messenger