¿Cuál es el adecuado cumplimiento del deber? (Parte 1)

En la reunión anterior, el tema principal de la charla eran las cuatro condiciones básicas para que una persona sea hecha perfecta mediante la aceptación del juicio y el castigo. ¿Cuáles son estas cuatro condiciones básicas? (La primera es un adecuado cumplimiento del deber. La segunda es tener una mentalidad de sumisión a Dios. La tercera es ser una persona fundamentalmente honesta. Y la cuarta es tener un corazón arrepentido). Cada una de estas cuatro condiciones incluye algunos detalles, así como prácticas concretas y referencias específicas. De hecho, estos cuatro temas se han debatido durante años. Si volvemos hoy a hablar de ellos, ¿se consideraría regresar por los mismos derroteros? (No). ¿Por qué no? Porque el contenido de cada una de estas cuatro condiciones involucra la realidad de la verdad y la entrada en la vida, que son temas que jamás se agotan. La mayoría de las personas todavía no ha llegado al punto de entrar en la realidad de la verdad; solo entienden el significado superficial de la verdad y algunas doctrinas simples. Aunque son capaces de compartir algunas realidades, se quedan cortos a la hora de entrar en las realidades-verdad. Por tanto, no importa de qué aspecto de la verdad se trate, se debe compartir y escuchar con frecuencia. De esta manera, el entendimiento de las personas sobre diversas verdades se volverá más profundo mediante su experiencia real, y sus experiencias se volverán cada vez más precisas.

Acabamos de resumir las cuatro condiciones básicas para ser hecho perfecto mediante la aceptación del juicio y el castigo. A continuación, empecemos a debatir sobre la primera condición: el adecuado cumplimiento del deber. Hay quien dice: “Todas las discusiones de estos dos años han versado sobre cumplir con el deber; en concreto, sobre cómo cumplirlo, cómo llevarlo bien a cabo y a qué principios ceñirse mientras se cumple. En mi corazón, conocía estas cosas como la palma de mi mano, no podía tenerlas más claras. Y a lo largo de estos últimos años, mi día a día ha girado por entero en torno a las verdades relacionadas con cumplir con mi deber. Desde que empecé a llevarlo a cabo, he buscado, he comido y bebido y he escuchado las verdades relacionadas con este tema, que se sigue discutiendo incluso ahora. Ya hace mucho que lo entendí en mi corazón, ¿acaso no consiste en realizar bien tu deber? ¿No es cumplir de manera adecuada con tu deber limitarse a seguir estos principios que hemos mencionado antes? Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas; busca los principios, no confíes en tus propias inclinaciones y coordínate armoniosamente mientras cumples con tu deber; sincroniza su cumplimiento con la entrada en la vida; eso es todo”. Lo que os encontráis y experimentáis en vuestra vida diaria son precisamente estos temas, así que es lo único que entendéis. Da igual cuánto comprendáis, aún es necesario que debatamos hoy esta verdad. Si algo se repite, eso también os resultará beneficioso y lo podéis volver a contemplar; si es algo que no se ha debatido antes, asimiladlo. Ya sea repetitivo o no, deberíais escuchar con atención. Considerad qué verdades hay aquí involucradas, si resultan beneficiosas para vuestra entrada en la vida y si pueden ayudaros a cumplir con el deber de manera adecuada. Por tanto, resulta en efecto necesario revisitar este tema del adecuado cumplimiento del deber.

En cuanto al adecuado cumplimiento del deber, dejemos primero de lado el significado de “adecuado” y hablemos en su lugar sobre qué es el deber. Al final sabréis lo que es el deber, qué se considera adecuado y cómo se debe cumplir. Dispondréis de una senda de práctica para cumplirlo a la altura del estándar. Entonces, ¿qué es el deber? (El deber es lo que Dios le encarga al hombre que haga, es lo que ha de hacer un ser creado). Esta afirmación solo es correcta a medias. En teoría, no tiene nada de malo, pero tras un examen más minucioso, es una explicación incompleta; debería existir una condición previa. Vamos a ahondar en este tema. En lo que respecta a cualquier creyente y no creyente, ¿acaso no ha predestinado Dios todo lo referente a cómo viven sus vidas, lo que hacen en el mundo humano y el destino de su vida? (Sí). Por ejemplo, en este mundo hay quienes se dedican a la música. Es su misión en la vida; ¿puede esta misión considerarse su deber? (No). Algunas personas han hecho cosas extraordinarias en el mundo; han impactado a toda la humanidad, han realizado contribuciones e incluso han cambiado una era; esa es su misión en la vida. ¿Se puede decir que sea su deber? (No). Sin embargo, ¿acaso esta misión de vida y lo que han hecho a lo largo de ella no es algo que les haya encomendado Dios? ¿No se trata de algo que le corresponda hacer a un ser creado? (Sí). Correcto. Dios les ha concedido una misión, les ha encargado esta comisión y, dentro de la humanidad al completo, como parte de la humanidad misma, hay algo que deben hacer, una responsabilidad que han de cumplir. Sea cual sea el campo en el que participan, ya sea el arte, los negocios, la política, la economía, la investigación científica, etcétera, está predestinado por Dios. Sin embargo, hay una diferencia; da igual cómo lo haya ordenado Dios, esta gente queda fuera de Su obra de gestión. Se les considera no creyentes, y que lo que hacen es ajeno a la obra de gestión de Dios. Por tanto, ¿se puede llamar deber a sus responsabilidades, a la comisión que han aceptado y a su misión en la vida? (No). No cumplen con su deber, porque aquello que hacen no está relacionado con la obra de Dios de salvar a la humanidad. Todos los humanos de este mundo aceptan con pasividad la comisión del Creador y la misión que le ha encargado, pero la misión que aceptan aquellos que no creen en Dios y las responsabilidades que desempeñan no son deber, ya que no están relacionadas con el plan de gestión de Dios para salvar a la humanidad ni tienen nada que ver con eso. No aceptan a Dios, y Él no obra en ellos, así que da igual de qué responsabilidades se encarguen, ni qué comisión acepten o qué misión logren en esta vida, no se puede decir que estén cumpliendo con su deber. Entonces, ¿qué es el deber? ¿Qué tipo de requisitos previos se deberían añadir para explicar con claridad, precisión y exhaustividad este concepto y la verdad sobre este tema? ¿Habéis entendido algún concepto a partir de la charla que acabamos de tener? ¿Cuál? Que para cualquier individuo entre la humanidad, por muy importante que sea la misión que haya aceptado o la magnitud del cambio que haya experimentado, o por muy amplia que sea su contribución a la humanidad, no se puede denominar como deberes a tales misiones y comisiones. Eso es porque no están relacionadas con el plan de gestión de Dios de salvar a la humanidad; son simplemente misiones. Ya actúen de manera activa o pasiva, lo único que hacen es completar una misión; es lo que ha predestinado Dios. En otras palabras, mientras sus acciones no tengan nada que ver con el plan de gestión de Dios ni con la obra de Dios para salvar a la humanidad, no se puede llamar cumplir con el deber al desempeño de tales misiones. Esto queda fuera de toda duda. ¿Qué es entonces el deber? Se ha de entender así: el deber es la comisión y la misión que encomienda Dios dentro del ámbito de Su obra de gestión para salvar a la humanidad. ¿No resulta completo y preciso si lo expresamos así? Solo lo preciso es la verdad, lo que es impreciso y sesgado no es la verdad, sino mera doctrina. Sin comprender por completo ni reconocer a fondo qué es el deber, no sabrás cuáles son las verdades relacionadas con este. Con anterioridad, es posible que la gente tuviera multitud de ideas erróneas sobre la comprensión del deber. Eso es porque no entendían la verdad, lo que condujo a toda clase de nociones y ambigüedades. Se servían de esas nociones y ambigüedades para explicar el deber, y por consiguiente lo trataban en función de sus ideas. Por ejemplo, alguna gente piensa que, ya que Dios predestina la vida entera de uno, tanto el tipo de familia donde nace, como si es rico o pobre en la vida y la carrera a la que se dedica, todo lo que alguien haga y consiga en la vida son comisiones que le ha encomendado Dios y su propia misión. Solo porque hay una misión involucrada, creen que se trata de un deber. Así es como van dando tumbos en su concepción del deber. ¿Acaso no se trata de un malentendido? Algunos que se casan y tienen hijos dicen: “Tener hijos es la comisión de Dios, Él nos lo ha encargado, es nuestra misión. Es nuestro deber criar a nuestros hijos hasta la edad adulta”. ¿Acaso no es este un entendimiento erróneo? Y hay otros que dicen: “Se nos puso en esta tierra para ser agricultores. Ya que tal es nuestro destino, mejor será que hagamos un buen trabajo, porque se trata de la comisión y la misión que nos ha encargado Dios. No importa lo pobres que lleguemos a ser o lo difícil que resulte, no podemos quejarnos. Nuestro deber en esta vida consiste en ser buenos agricultores”. Equiparan el destino de uno con su misión y su deber. ¿Acaso no es una malinterpretación? (Sí). No cabe duda de que lo es. Están también aquellos que hacen negocios en el mundo y dicen: “Antes nunca había triunfado en nada, pero tras emprender negocios, he tenido una vida bastante buena y estable. Parece que Dios me ha destinado a hacer negocios en esta vida, a mantener a mi familia con ellos. Por consiguiente, si me va bien en los negocios y amplío mis actividades, si sustento a todos los miembros de mi familia, entonces esta es mi misión y tal vez se trate de mi deber”. ¿Acaso no es esta una malinterpretación? La gente considera como su deber todo lo relacionado con su misión, es decir, sus asuntos cotidianos, su manera de ganarse la vida, el estilo de vida que consiguen y la calidad de vida que disfrutan. Eso es incorrecto; es un entendimiento distorsionado de lo que es el deber.

Así pues, ¿qué es el deber? La mayoría de las personas tienen una comprensión deformada y distorsionada de este asunto. Si la casa de Dios dispone que plantes cereales y verduras, ¿cómo consideras este arreglo? Puede que algunos no lo entiendan y argumenten: “La agricultura es para sustentar a tu familia, no es un deber. El concepto de deber no incluye este aspecto”. ¿Por qué comprenden las cosas de esta manera? Porque no entienden las verdades relacionadas con cumplir con el deber ni tampoco qué es el deber. Los que entiendan este aspecto de la verdad, estarán dispuestos a ponerse a trabajar la tierra. Sabrán que en la casa de Dios no se practica la agricultura para sustentar a la familia, sino con el fin de permitir a aquellos que desempeñan el deber a tiempo completo que lo continúen cumpliendo con normalidad. De hecho, es una comisión que Dios ha encomendado; es posible que la labor en sí misma no sea más importante que una semilla de sésamo o incluso que un grano de arena, pero al margen de su relevancia, es un trabajo que se ejerce dentro del ámbito de la obra de gestión de Dios. Ahora Él dice que se te exige completar este trabajo, ¿cómo entiendes eso? Deberías aceptarlo como tu deber y sin poner excusas. Si solo te sometes de manera pasiva y haces labores de agricultura porque eso es lo que se ha dispuesto para ti, no va a servir de nada. Aquí hay un principio que debes entender: si la iglesia dispone que te dediques a la agricultura y plantes verduras no es para que te hagas rico ni para que puedas sobrevivir y sustentar a tu familia; es para que satisfagas las necesidades del trabajo en la casa de Dios durante épocas de desastres. Es para asegurar que todos aquellos que cumplan con el deber en la casa de Dios a tiempo completo tengan su sustento diario, de modo que puedan llevar a cabo sus deberes con normalidad sin demorar la obra de la casa de Dios. Por tanto, se considera que algunas de las personas que trabajan en una granja de la iglesia están cumpliendo con su deber; esto difiere en su naturaleza de la labor de los agricultores comunes. ¿Cuál es la naturaleza de la agricultura para estos? Trabajan para sustentar a sus familias y sobrevivir; es lo que Dios ha dispuesto para ellos. Ese es su destino, de modo que se dedican a la agricultura generación tras generación; no tiene nada que ver con su deber. Ahora has venido a la casa de Dios y también cultivas la tierra en ella, pero se trata de un requerimiento de la obra de la casa de Dios, es una forma de gastarse para Él. Es de naturaleza diferente a labrar tu propia tierra, pues aquí hablamos de cumplir con tus responsabilidades y obligaciones. Este es el deber que una persona debería llevar a cabo; es la comisión y responsabilidad que te ha confiado el Creador. Este es tu deber. Por tanto, cuando comparas este deber con tu misión mundana, ¿cuál es más importante? (Mi deber). ¿Por qué? El deber es lo que Dios te exige que hagas, es lo que Él te ha encomendado; esa es una de las razones. La otra razón, la principal, es que, cuando asumes el deber en la casa de Dios y aceptas Su comisión, te vuelves relevante para la obra de gestión de Dios. En la casa de Dios, cuando se dispone que hagas algo, ya sea que implique alguna penuria o trabajo extenuante, y sea que te agrade o no, es tu deber. Si puedes considerarlo una comisión y responsabilidad que Dios te ha dado, entonces eres relevante en Su obra de salvar al hombre. Y si lo que haces y el deber que cumples son relevantes para la obra de Dios de salvar al hombre, y puedes aceptar seria y sinceramente la comisión que Dios te ha dado, ¿cómo te considerará Él? Te considerará un miembro de Su familia. ¿Es eso una bendición o una maldición? (Una bendición). Es una gran bendición. Hay quienes se quejan cuando se enfrentan a una pequeña dificultad mientras cumplen con su deber, ignoran con despreocupación las inmensas bendiciones que han recibido. ¿Acaso no es simplemente una necedad quejarse de Dios después de haber obtenido tantas ventajas? Llegado este punto, es crucial entender la verdad, reconocer que este es tu deber y que se debe aceptar de Dios. ¿Tenéis ahora una nueva comprensión o una nueva perspectiva de qué es el deber? ¿Lo habéis entendido en profundidad? ¿Es importante el deber para recibir la salvación? (Sí). ¿Cómo de importante? Se puede decir que existe una conexión directa entre cumplir con el deber y recibir la salvación. Con independencia de qué misiones completes en esta vida, si no has cumplido con tu deber, no tienes opción de recibir la salvación. En otras palabras, por muy importantes que sean las hazañas que hayas logrado en esta vida entre los humanos, solo estabas completando una misión; no has cumplido el deber de un ser creado, así que no tienes posibilidades de recibir la salvación o la obra de Dios de gestionar a la humanidad.

En la casa de Dios se hace referencia constante a aceptar la comisión de Dios y cumplir con el deber propio adecuadamente. ¿Cómo surge el deber? En términos generales, surge como resultado de la obra de gestión de Dios de traer la salvación a la humanidad; hablando de manera más concreta, a medida que la obra de gestión de Dios se desarrolla entre la humanidad, surgen diversos trabajos que requieren de la gente que colabore para completarlos. Esto ha hecho que surjan responsabilidades y misiones que las personas tienen que cumplir y estas responsabilidades y misiones son los deberes que Dios confiere a la humanidad. En la casa de Dios, las diversas tareas que requieren la cooperación de las personas son los deberes que han de cumplir. Entonces, ¿se diferencian los deberes entre mejores y peores, nobles y humildes o grandes y pequeños? No existen tales diferencias; todo aquello que guarde relación con la obra de gestión de Dios, sea requisito de la obra de Su casa y sea un requerimiento para la difusión del evangelio de Dios, entonces es el deber de una persona. Este es el origen y la definición del deber. Sin la obra de gestión de Dios, ¿tendrían deberes las personas en la tierra, independientemente de cómo vivan? No. Ahora lo ves con claridad. ¿Con qué está relacionado el deber de uno? (Con la obra de gestión de Dios de la salvación de la humanidad). Así es. Existe una relación directa entre los deberes de la humanidad, los deberes de los seres creados y la obra de gestión de Dios de la salvación de la humanidad. Se puede decir que, sin la salvación de Dios de la humanidad y sin la obra de gestión que el Dios encarnado ha emprendido entre la humanidad, la gente carecería de deber alguno. Los deberes surgen de la obra de Dios; es lo que Él exige a las personas. Míralo desde esa perspectiva, el deber es importante para todo aquel que sigue a Dios, ¿no es cierto? Es muy importante. En términos generales, formas parte de la obra del plan de gestión de Dios; más en concreto, cooperas con las diversas clases de labores de Dios que se requieren en diferentes momentos y entre diferentes grupos de personas. Con independencia de cuál sea tu deber, es una misión que te ha encomendado Dios. A veces se te puede pedir que cuides o que mantengas a buen recaudo un objeto importante. Es posible que sea un asunto trivial en comparación, del que solo se puede decir que es responsabilidad tuya, pero es una tarea que Dios te ha encargado; la has aceptado de Él. La has aceptado de manos de Dios y es tu deber. Si partimos de la raíz del asunto, tu deber te lo ha confiado Dios. Sobre todo implica difundir el evangelio, dar testimonio, hacer vídeos, ser un líder u obrero en la iglesia, o podría tratarse de una obra incluso más peligrosa e importante. A pesar de esto, mientras tenga relación con la obra de Dios y con las necesidades de la obra de difundir el evangelio, la gente debería aceptarlo como un deber de parte de Dios. El deber, explicado en términos incluso más generales, es la misión de una persona, una comisión que le ha encomendado Dios; más en concreto, es tu responsabilidad, tu obligación. Dado que se trata de tu misión, de una comisión que te encomienda Dios, y es tu responsabilidad y obligación, cumplir con tu deber no tiene nada que ver con tus asuntos personales. ¿Por qué se saca a colación este tema? Porque las personas deben entender cómo tratar y cómo comprender su deber. El deber es la comisión que los seres creados aceptan y la misión que deben completar en la obra de gestión de Dios. La gente conoce la premisa general, pero ¿qué ocurre con los detalles más concretos? ¿Cómo debería uno abordar sus deberes para que se considere que tiene un entendimiento correcto? Algunas personas tratan su deber como sus asuntos personales, ¿es este el principio correcto? (No). ¿Qué tiene de malo? Hacer cosas para ti mismo no es cumplir con tu deber. Cumplir con tu deber no consiste en hacer cosas para ti mismo, sino en desempeñar la obra que Dios te ha encomendado; existe una diferencia entre ambas cosas. ¿Qué principio se aplica en lo que respecta a hacer las cosas para ti mismo? Es hacer lo que te apetece sin consultárselo a nadie, y sin orar ni buscar a Dios; es actuar de acuerdo con tu propio capricho y sin considerar las consecuencias, mientras a ti te beneficie. ¿Resulta aceptable este principio para cumplir con tu deber en la casa de Dios? (No). Hay quien dice: “Ni siquiera me tomo tan en serio mis asuntos ni les dedico tanto esfuerzo. Trato mi deber como si fuera un asunto propio y seguramente este principio es apropiado”. ¿Es esta la forma correcta de aceptar el deber? Desde luego que no. ¿Cuál debería ser entonces la actitud de alguien hacia el deber? (Aceptarlo de Dios). “Aceptarlo de Dios”. Estas tres palabras son fáciles de decir, pero la forma de poner realmente en práctica la verdad contenida en ellas depende de cómo trates tu deber. Acabamos de definir lo que es el deber. El deber viene de Dios, es una comisión que Él te encomienda, está relacionada con la obra de Su plan de gestión y la salvación del hombre. Desde este punto de vista, ¿tiene el deber algo que ver con tus principios personales de conducta? ¿Tiene algo que ver con tus preferencias personales, tus hábitos o rutinas de vida? Ni lo más mínimo. ¿Con qué está relacionado entonces el deber? Con la verdad. Algunos dicen: “Ya que se me ha asignado este deber, es asunto mío. Además, poseo el principio más alto para cumplirlo, algo que ninguno de vosotros tiene. Dios exige que la gente cumpla con su deber con todo su corazón, toda su alma, toda su mente y todas sus fuerzas. Sin embargo, además de esto, cuento con un principio incluso más elevado, que es tratar mi deber como si fuera mi principal preocupación, y hacerlo de manera diligente y esforzarme por lograr el mejor resultado”. ¿Es correcto este principio? (No). ¿Por qué está mal? Si aceptas de Dios tu deber y tienes claro en tu corazón que Él te lo encomienda, ¿cómo deberías tratar esta comisión? Esto tiene relación con los principios de cumplir con el deber. ¿Acaso no es más elevado tratar el deber de uno como la comisión de Dios en lugar de como un asunto propio? No es lo mismo, ¿verdad? Si tratas tu deber como una comisión de Dios, como cumplir con tu deber ante Él y como satisfacer a Dios mediante su cumplimiento, entonces tu principio para cumplir con el deber no solo consiste en tratarlo como un asunto propio. ¿Cuál es la actitud que debes tener hacia el deber, la que se puede considerar correcta y acorde con las intenciones de Dios? En primer lugar, no puedes analizar quién lo ha dispuesto, ni qué categoría de liderazgo lo ha asignado; has de aceptarlo de Dios. No puedes analizar esto, has de aceptarlo de Dios. Es una condición. Además, sea cual sea tu deber, no discrimines entre lo superior y lo inferior. Supongamos que dices: “Aunque esta tarea es una comisión proveniente de Dios y la obra de Su casa, si la hago, la gente podría menospreciarme. Otros llevan a cabo una obra que les permite destacar. Se me ha asignado esta tarea que no me permite destacar, sino que me hace trabajar entre bastidores, ¡es injusto! No haré este deber. Mi deber tiene que hacerme destacar ante los demás y permitirme forjarme un nombre, y aunque no me forje un nombre o me haga destacar, aun así, debería poder recibir algún beneficio de él y sentirme cómodo físicamente”. ¿Es aceptable esta actitud? Ser quisquilloso es no aceptar cosas de Dios; es tomar decisiones de acuerdo con tus propias preferencias. Esto no es aceptar tu deber; es rechazarlo, es una manifestación de tu rebeldía contra Dios. Tal quisquillosidad es adulterada con tus propias preferencias y deseos. Cuando consideras tus propios beneficios, tu reputación y otras cosas similares, tu actitud hacia tu deber no es de sumisión. ¿Qué actitud debes tener ante tu deber? Primero, no lo debes analizar ni tratar de determinar quién fue el que te lo asignó, sino que debes aceptarlo de Dios como un deber encargado por Él, y has de obedecer la instrumentación y los arreglos de Dios y aceptar de Él tu deber. Segundo, no discrimines entre lo superior y lo inferior, y no te preocupes por su naturaleza: que te permita destacar o no, que se haga delante de la gente o entre bastidores. No tomes en consideración estas cosas. Existe además otra actitud: la sumisión y la cooperación activa. Si te parece que puedes cumplir con un determinado deber, pero también temes cometer un error y ser descartado, y entonces estás cohibido, estancado, y no puedes progresar, ¿acaso no es esa una actitud sumisa? Por ejemplo, si tus hermanos y hermanas te eligen como líder, puede que te sientas obligado a cumplir este deber porque te han elegido, pero no lo consideras con una actitud proactiva. ¿Por qué no eres proactivo? Porque piensas cosas al respecto y te parece que: “Ser líder no es nada bueno. Es como caminar por el filo de la navaja o pisar en hielo fino. Si hago un buen trabajo, no obtendré ninguna recompensa, pero si lo hago mal, se me podará. Y la poda no es siquiera lo peor de todo. ¿Y si me sustituyen o me descartan? Si eso ocurriera, ¿acaso no sería mi final?”. En ese momento, empiezas a sentirte en conflicto. ¿Qué es esta actitud? Eso es ser precavido y no comprender. Esta no es una actitud que la gente deba tener hacia su deber. Es una actitud desmoralizada y negativa. Entonces, ¿cómo debe ser una actitud positiva? (Deberíamos ser francos y sinceros, y tener el valor de asumir cargas). Debería ser una sumisión y una cooperación proactiva. Lo que decís resulta un poco vacío. ¿Cómo puedes ser franco y sincero si estás así de asustado? ¿Y qué significa tener valor para asumir cargas? ¿Qué mentalidad te concederá el valor de aceptarlas? Si siempre tienes miedo de que algo vaya mal y de que no vas a ser capaz de lidiar con ello y tienes muchos obstáculos internos, entonces en el fondo carecerás del valor para asumir las cargas. Eso que decís de “ser franco y sincero”, de “tener el valor de asumir cargas” o “no retroceder ni siquiera ante la muerte” suena un poco como las consignas que gritan los jóvenes furiosos. ¿Pueden estas resolver algún problema práctico? Lo que hace falta ahora es una actitud correcta. Para poseer una actitud correcta, debes entender este aspecto de la verdad. Esta es la única manera de resolver tus dificultades internas y permitir que aceptes sin reservas esta comisión, este deber. Esta es la senda de práctica, y solo esta es la verdad. Si utilizas términos como “ser franco y sincero” y “tener el valor de asumir cargas” para abordar el miedo que sientes, ¿será efectivo? (No). Eso indica que estas cosas no son la verdad ni son una senda de práctica. Puedes decir: “Soy franco y sincero, tengo una estatura indomable, no hay otros pensamientos ni contaminantes en mi corazón, y tengo el valor de asumir cargas”. Por fuera, tú asumes tu deber, pero más tarde, después de meditarlo durante un tiempo, sigues sintiendo que no puedes asumirlo. Puede que sigas sintiendo miedo. Además, puede que veas cómo podan a otros, y te vuelvas aún más temeroso, como un perro azotado que teme la correa. Sentirás cada vez más que tu estatura es demasiado pequeña, y que este deber es como un abismo inmenso e infranqueable, y finalmente seguirás siendo incapaz de asumir esta carga. Por eso entonar consignas no puede resolver los problemas prácticos. Entonces, ¿cómo puedes resolver realmente este problema? Debes buscar activamente la verdad y adoptar una actitud sumisa y cooperativa. Eso puede resolver completamente el problema. La timidez, el miedo y la preocupación resultan inútiles. ¿Existe alguna relación entre ser revelado y descartado y ser un líder? Si no eres un líder, ¿desaparecerá tu carácter corrupto? Tarde o temprano debes resolver el problema de tu carácter corrupto. Además, si no eres un líder, entonces no tendrás más oportunidades de practicar y progresarás lentamente en la vida, contando con pocas oportunidades para ser perfeccionado. Aunque se sufre un poco más al ser un líder o un obrero, también genera muchas ganancias, y si puedes recorrer la senda de la búsqueda de la verdad, puedes ser perfeccionado. ¡Qué gran bendición es esa! Así que debes someterte y colaborar activamente. Es tu deber y tu responsabilidad. Sin importar el camino que tengas por delante, deberías tener un corazón sumiso. Esta debe ser la actitud con la que has de cumplir con tu deber.

El tema del cumplimiento del propio deber no le resulta desconocido a nadie; no es una materia nueva. Sin embargo, para aquellos que creen en Dios, es muy importante; se trata de una verdad que se debe entender y en la que se ha de entrar. Los seres creados han de cumplir bien con su deber antes de que el Creador les conceda Su aprobación. Por tanto, es muy importante que la gente entienda qué significa cumplir con el deber. No se trata de una especie de teoría ni de una consigna; es un aspecto de la verdad. Por tanto, ¿qué significa cumplir con el deber? ¿Y qué problemas es posible resolver al entender este aspecto de la verdad? Al menos puede solucionar el asunto de cómo debes aceptar y tratar la comisión de Dios, y qué clase de actitud y determinación deberías tener cuando completes la comisión que Dios te ha encomendado. También se puede decir que al mismo tiempo resolverá algunas relaciones anormales entre las personas y Dios. Hay quienes perciben el cumplimiento de su deber como capital, otros lo perciben como sus tareas personales y los hay que lo ven como su propio trabajo y sus empresas, o que consideran el deber como una especie de pasatiempo, entretenimiento o afición para matar el tiempo. En resumen, no importa qué tipo de actitud adoptes hacia tu deber; si no lo aceptas de Dios ni lo consideras una tarea que deberían realizar los seres creados en la obra de gestión de Dios o con la que deberían cooperar, entonces lo que haces no es cumplir con tu deber. ¿Es correcto que consideres tu deber como tu negocio familiar? ¿Es correcto que lo trates como parte de tu propio trabajo o como una afición? ¿Es correcto percibirlo como una cuestión personal? Nada de esto es correcto. ¿Por qué es necesario mencionar estos temas? ¿Qué problema se resolverá al hablar de ellos? El de que la gente adopte actitudes incorrectas hacia su deber y la multitud de maneras en las que cumplen con este de manera superficial. La actitud de las personas hacia su deber solo cambiará cuando entiendan este aspecto de la verdad relacionado con cumplir el propio deber. Dicha actitud se volverá poco a poco compatible con la verdad, satisfará las exigencias de Dios y estará de acuerdo con Sus intenciones. Si la gente no entiende este aspecto de la verdad que pertenece a cumplir con el propio deber, surgirán problemas en su actitud hacia su deber y en los principios que hay detrás de este, y serán incapaces de lograr el resultado de cumplir el deber. Los deberes son tareas que Dios encomienda a las personas, misiones que la gente debe cumplir. Sin embargo, un deber no es, desde luego, tu gestión personal ni un peldaño para que destaques entre la multitud. Algunos utilizan sus deberes como una oportunidad para dedicarse a su propia gestión y formar camarillas; otros, para satisfacer sus deseos; otros, para llenar sus vacíos internos y, otros más, para satisfacer su mentalidad de confiar en la suerte, y piensan que, siempre que cumplan con sus deberes, participarán de la casa de Dios y del maravilloso destino que Dios dispone para el hombre. Dichas actitudes respecto al deber son incorrectas; Dios las detesta y deben corregirse urgentemente.

En lo relativo a qué es el deber, a cómo deben afrontarlo las personas y a las actitudes y puntos de vista que deberían tener hacia él, ya se ha hablado largamente de estos asuntos. Todos debéis meditar sobre esto, entender las verdades relativas a estos aspectos es lo más crucial y urgente. ¿Cuál es la verdad que más os hace falta entender ahora mismo? Por un lado, necesitáis comprender las verdades relativas a las visiones; por otro, uno debe saber dónde están sus malentendidos y su comprensión distorsionada de estas verdades en la práctica y en la vida real. Cuando te encuentras con problemas en cuanto a las verdades relacionadas con el cumplimiento del deber, si estas palabras y verdades pueden resolver tu estado interior, esto prueba que has entendido de veras y a fondo el contenido del que se ha hablado; si no pueden resolver las dificultades que afrontas a diario en cuestiones de cumplir con tu deber, eso demuestra que no has entrado en estas verdades. Después de escuchar estas verdades, ¿las habéis resumido y habéis reflexionado sobre ellas? ¿Es que cada vez que tomáis notas lo entendéis por el momento, pero lo olvidáis a medida que pasa el tiempo, como si nunca lo hubierais oído? (Sí). Esto es porque vosotros mismos carecéis de la menor entrada; lo que practicáis no tiene básicamente nada que ver con estas verdades ni guarda relación alguna con la verdad. De hecho, estas verdades sobre cumplir con el deber son las más básicas que uno debería entender y en las que entrar durante el proceso de creer en Dios. Si después de oír las palabras de la verdad sigues confundido y atolondrado, entonces es que tu calibre es simplemente demasiado pobre y te falta estatura. Solo eres capaz de leer las palabras de Dios, orar y asistir a las reuniones; haces cualquier cosa que se te pide, igual que alguien que participa en la fe religiosa. Esto significa que no tienes entrada en la vida y ninguna estatura en absoluto. ¿Qué significa no tener estatura? Significa que en el proceso de creer en Dios y cumplir con tu deber, en cuanto alguien te desorienta, lo sigues y dejas de creer en Dios; si haces algo mal y alguien te poda un poco y te habla de una manera un tanto brusca, es posible que renuncies a tu fe; si te topas con reveses o con diversas dificultades en la vida, podrías quejarte de Dios, y al ver que Él no te concede la gracia ni resuelve tus dificultades, es posible que te des la vuelta y abandones la casa de Dios, y que dejes de creer. Si has entrado en algunos aspectos de la verdad de cumplir el deber —la más fundamental de las verdades—, eso prueba que ya estás conectado con la verdad; ya estás conectado con la realidad-verdad, y has efectuado alguna entrada. Si no tienes nada de esta realidad-verdad, ni siquiera un poco, eso prueba que la verdad todavía no ha arraigado en tu corazón.

Acabo de compartir qué es el deber, además de hablar sobre los orígenes y la generación de este, a fin de hacer entender a la gente qué es el deber exactamente. ¿Qué beneficios se obtienen de saber esto? Una vez que la gente ha entendido la verdad sobre qué es el deber, conocerán su importancia. Como poco, muy en el fondo, sentirán que deberían adoptar una actitud correcta ante el deber y que no pueden actuar de manera arbitraria. Al menos este concepto estará presente en sus mentes. Aunque el deber es lo que deberías llevar a cabo, y es la comisión y la misión que te ha encargado Dios, no se trata de un asunto personal ni tampoco de tu propio trabajo. Aunque pueda sonar contradictorio, es en efecto la verdad. Sea cual sea la verdad, tiene su lado práctico relacionado con la práctica y la entrada de las personas, además de con los requerimientos de Dios. No está vacía. Así es la verdad; solo mediante la experiencia y la entrada en la realidad de esa verdad puede aumentar tu entendimiento de este aspecto de la verdad. Si siempre cuestionas la verdad, sigues alimentando dudas y escrutando y analizando, para ti la verdad nunca será tal. No tendrá relación con tu vida real y no podrá cambiar nada de ti. Si alguien acepta la verdad desde el fondo de su corazón y la toma como una guía para vivir y actuar, como una guía para comportarse y creer en Dios, la verdad cambiará su vida. Transformará los objetivos de su vida, el rumbo de esta y la manera en la que se relaciona con el mundo. Este es el efecto de la verdad. Entender qué es el deber supondrá sin duda un gran beneficio y ayudará a las personas a cumplirlo. Como poco, sabrán que el deber es muy importante para cualquiera que crea en Dios, y que ostenta incluso mayor importancia para aquellos que están interesados en ser salvados y perfeccionados o tienen exigencias o aspiraciones específicas relativas a estas cuestiones. Esta es la verdad más fundamental que cualquiera debería entender para salvarse, así como la más esencial en la que uno debería entrar. Si no entiendes qué es la verdad, no sabrás cómo cumplir tu deber de manera adecuada, ni tampoco conocerás la actitud correcta con la que aceptar y considerar tu deber. Esto es peligroso; por una parte, posiblemente no podrás cumplir bien con tu deber y obrarás de manera arbitraria y superficial; por otra, puede que hagas cosas que perturben y trastornen el trabajo de la iglesia, o incluso que cometas acciones malvadas que vulneren los decretos administrativos de Dios. En términos moderados, podrías acabar aislado para que reflexiones y, en los casos más graves, se te podría descartar. Por tanto, entender qué es el deber, aunque sea un aspecto muy básico de la verdad, guarda relación con la salvación de uno; no es irrelevante: es algo muy importante. Después de entender qué es el deber, no se trata solo de estar familiarizado con una doctrina; el resultado pretendido es permitir a las personas comprender las intenciones de Dios y tratar su deber con la actitud correcta. En el cumplimiento de cualquier deber, no se puede lograr ningún resultado solo con esfuerzo; pensar siempre que esforzarse basta para cumplir bien con el deber demuestra falta de entendimiento espiritual. De hecho, cumplir con el deber implica muchos detalles, entre ellos tener la mentalidad correcta, principios de práctica y una auténtica sumisión, además de poseer sabiduría espiritual. Solo cuando alguien posee estos aspectos de la verdad puede cumplir bien con su deber y resolver por completo el problema de llevar a cabo el deber de manera superficial. Aquellos sin la actitud correcta hacia sus deberes carecen de la realidad-verdad; no tienen un corazón temeroso de Dios y están desprovistos de conciencia y razón. Por tanto, para seguir a Dios hay que entender el significado de cumplir con el deber: esto es muy importante para seguir a Dios.

Después de entender qué es el deber y cuáles son sus orígenes, diferenciarás la naturaleza del deber de la naturaleza del trabajo en la sociedad. ¿Cuál es el rasgo distintivo entre considerar el trabajo que te ha encomendado la casa de Dios como un deber o como un trabajo mundano? Si lo concibes como un deber, has de buscar las intenciones de Dios y la verdad. Dirás: “Este es mi deber, así que ¿cómo debo tomármelo? ¿Qué requiere Dios? ¿Cuáles son los preceptos de la iglesia? He de tener claros los principios que hay detrás”. Practicar de esta manera es la única actitud correcta para considerar tu deber; esta es la única actitud que la gente debería tener hacia su deber. Sin embargo, ¿qué clase de actitud debería tener la gente cuando lidia con el trabajo mundano o las cuestiones de su vida personal? ¿Hay entonces alguna necesidad de buscar la verdad o los principios? Puede que también busques principios, pero estos solo estarán relacionados con ganar más dinero, vivir una buena vida, acumular riqueza, tener éxito y obtener tanto fama como ganancias; solo serán principios de este estilo. Son completamente mundanos, pertenecen a las tendencias actuales; son los de Satanás y esta perversa humanidad. ¿Cuáles son los principios de cumplir con el deber? Sin duda, han de satisfacer los requerimientos de Dios; están íntimamente relacionados con la verdad y las exigencias de Dios y son inseparables de ambas. En cambio, las profesiones o trabajos en los que participan las personas en el mundo no tienen nada que ver con la verdad ni con las exigencias de Dios. Mientras seas competente, estés dispuesto a soportar dificultades y seas lo bastante diligente, malvado y audaz, puedes destacar en la sociedad e incluso llegar a desarrollar una carrera importante. Sin embargo, estos principios y filosofías no hacen falta en la casa de Dios. En ella, da igual qué tipo de deber cumplas, no importa la naturaleza de ese deber, ya se considere superior o inferior, noble o humilde, ya sea notorio o discreto, si te lo ha encomendado Dios o te lo ha asignado un líder de la iglesia. Da igual qué trabajo te asigne la casa de Dios, los principios a los que te atienes a la hora de realizarlo no deberían prevalecer sobre los principios de la verdad. Deberían estar conectados con la verdad, con las exigencias de Dios y con los preceptos y los arreglos de obra de la casa de Dios. En resumen, debería ser posible distinguir entre el deber y el trabajo que uno ejerce en el mundo.

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