¿Cuál es el adecuado cumplimiento del deber? (Parte 2)

¿Por qué hablamos sobre la diferencia entre cumplir con el deber y dedicarse al trabajo mundano? ¿Es esto importante? (Sí). ¿Dónde radica su importancia? Está relacionada con la actitud que las personas tienen hacia cumplir con su deber. No lleves las actitudes y principios que tienes en tu trabajo mundano al terreno del cumplimiento de tu deber. ¿Qué consecuencias tiene hacerlo? (Se actúa de acuerdo con los propios deseos). Es un problema común; significa no querer consultar con los demás cuando se desempeñan las tareas, querer tener la última palabra y hacer lo que uno quiere, sentir que actuar de este modo aporta comodidad y una satisfacción desprovista de cualquier sentido de opresión o infelicidad. Además, a menudo lleva a la intriga, los celos, las disputas y la formación de camarillas, así como a buscar recompensas y reconocimiento, alardear, actuar de manera superficial, a la irresponsabilidad, a engañar a aquellos por encima y por debajo de uno mismo, y a fundar un reino propio. En resumen, cumplir con el deber es diferente a dedicarse al trabajo mundano; el primero es un requerimiento y un arreglo de Dios; esta es la mayor diferencia entre cumplir con el deber y ejercer un trabajo mundano. Cumplir con el deber se debe hacer de acuerdo con las exigencias de Dios y en función de los principios-verdad. No se trata de una gestión ni un asunto personal y, desde luego, no es una cuestión privada de nadie. No tiene relación alguna con los intereses personales, el orgullo, el estatus, la influencia o las expectativas futuras; solo guarda relación con la entrada en la vida y el cambio de carácter de las personas, y con la obra de gestión de Dios. Por el contrario, cuando ejerces un trabajo mundano, estás enfocado por completo en la gestión personal. Ya estés desempeñando un trabajo o llevando un negocio, por muy grande que sea el precio que pagues, no importa lo mucho que puedas desechar o cuánto sufrimiento padezcas —tanto si es emocional o físico—, o si te acosan, humillan o malinterpretan, o incluso si afrontas una tremenda presión pública, todo lo que haces gira en torno a tu voluntad, tus aspiraciones, ambiciones y deseos personales. Solo posee esa naturaleza. Tal naturaleza no es más que involucrarse en una gestión personal y dirigir una empresa personal. Entre la humanidad no hay ni una sola persona que dé un paso adelante para decir: “Estoy realizando un servicio público en aras de la humanidad; quiero actuar de acuerdo con los dogmas y principios divinos que proporciona el Cielo”. No existe ninguna persona así. Aunque alguien dé un paso al frente para decir: “Quiero llevar a cabo la labor más altruista y grandiosa para la humanidad, crear bienestar y hacer buenas acciones para las personas”, su objetivo no es tan puro; lo hacen por la fama. ¿No es esto dedicarse a la gestión personal? Es todo en aras de esta. No importa lo bien que suenen sus palabras, da igual cuánto sufrimiento hayan padecido, lo alto que sea el precio que han pagado, la magnitud de la contribución que han hecho, o si han cambiado a la humanidad, han transformado una era o inaugurado una nueva época; hagan lo que hagan, su propósito no va dirigido a otros sino a sí mismos. Todos los seres humanos corruptos hacen las cosas de esta manera. Si alguien lleva a cabo algo grande o pequeño, su intención es obtener fama o beneficios. ¿Cuál es la naturaleza de sus acciones? La de dedicarse a la gestión personal. ¿Tiene la gestión personal algo que ver con la gestión de Dios? No guardan ninguna relación. Hay quien dice: “Eso no es verdad. Algunas personas vienen a este mundo y cambian una era; ¿acaso no está eso también predestinado por Dios? ¿No tiene que ver además con Su gestión?”. ¿Están relacionadas? (No). ¿Por qué dices que no hay conexión? (Porque no tiene nada que ver con la obra de gestión de Dios de salvar a la humanidad). Bien dicho; no tiene nada que ver con la obra de Dios de salvar a la humanidad, por tanto no guarda relación con la gestión de Dios. Sin embargo, esta afirmación solo es verdad a medias; hay aquí otra condición previa, una cuestión de esencia. Si no guarda relación con el plan de gestión de Dios, se trata por completo de gestión humana. Este es un aspecto, pero permitidme que os puntualice algo: la naturaleza de lo que hacen va dirigida a la fama y el beneficio personales; los beneficiarios finales son ellos mismos. ¿A quién favorecen la naturaleza, los principios y la consecuencia final de todo lo que hacen? (A ellos mismos). Eso es, y en un sentido más oculto, ¿a quién? (A Satanás). Correcto, a Satanás. ¿Cuál es la naturaleza de hacer las cosas para Satanás? (Ser un enemigo de Dios). ¿Y cuál es la esencia que subyace tras ser un enemigo de Dios? ¿Por qué decimos que esto es ser enemigo de Dios? (El punto de partida, el origen y los principios de sus acciones van todos en contra de las palabras de Dios). Este es un aspecto y es una cuestión fundamental. El punto de partida, el origen y los principios de lo que están haciendo pertenecen todos a Satanás y son perversos, así que ¿cuál es el resultado definitivo? ¿De quién están dando testimonio? (De Satanás). Correcto, dan testimonio de Satanás. A lo largo de la historia humana, ¿ha habido algún historiador o escritor que haya atribuido los logros de lo que han hecho los humanos de cada era al Creador? (No). Solo dirán que se trata de los legados o grandes logros que nos han dejado las grandes empresas de la humanidad. A ojos de la humanidad, ¿a quién representan estas grandes personas y figuras famosas que dejan tal legado? Los seres humanos corruptos veneran a todo el que sea una figura famosa o una persona importante, o a aquellos que han realizado contribuciones notables a la humanidad. El lugar que ocupan en el corazón de las personas es el que consideran la posición de Dios. ¿No es esta la esencia del problema? (Sí). Acabamos de exponer que los orígenes, motivos, puntos de partida y principios detrás de las acciones de las personas están todos arraigados en la lógica satánica y no concuerdan con la verdad. La gente logra algo por medios humanos o mediante sus dones y se vuelven famosos entre los demás, y la consecuencia última es que la humanidad le atribuye todo esto a Satanás; del mismo modo que mucha gente ahora venera a las figuras famosas y a personas notables de la historia como Confucio y Guan Yu. No importa lo grandes que fueran las gestas que realizaran estas personas, en lo fundamental, realmente es Dios el que dispuso que esos personajes de distinta índole llegaran a este mundo y que llevaran a cabo acciones específicas en eras diferentes. Sin embargo, a lo largo de la historia humana de la que hay registros, ya sea antigua o moderna, no hay ni un solo ejemplo en el que se dé testimonio de las acciones del Creador. Solo la Biblia recuerda algunos elementos de las dos etapas de la obra de Dios en la Era de la Ley y la Era de la Gracia, pero incluso las palabras de Dios registradas en ellas son bastante limitadas. De hecho, Dios ha expresado muchas palabras y realizado numerosas acciones, pero lo registrado por los humanos es extremadamente escaso. A modo de contraste, existen incontables libros que registran, dan testimonio o alaban a personas famosas e importantes. ¿No clarifica esto la esencia del problema que acabamos de debatir? Acabamos de mencionar que a lo largo de la historia los famosos y las grandes personas han obrado en su propio beneficio; han obrado, en esencia, para Satanás. Esto demuestra que no cumplían con su deber, sino que, en cambio, se dedicaban a su propia gestión o a sus empresas. ¿Cuál es la naturaleza, la esencia, de cualquier obra que la gente emprende en el mundo? (Dedicarse a su propia gestión). ¿Por qué se considera así? ¿Cuál es la causa original? Porque de quien dan testimonio es de Satanás; sus principios y motivaciones para actuar provienen todos de Satanás y no tienen nada que ver con la verdad ni con las exigencias de Dios. Pero ¿cuál es la naturaleza del deber? Se refiere al trabajo que se lleva a cabo conforme a los requerimientos de Dios, lo que significa que el trabajo debe basarse en la verdad, se ha de conducir de acuerdo con los principios-verdad y hacerse conforme a las exigencias de Dios. Como resultado, las personas pueden dar testimonio de Dios, poseer sumisión hacia Dios y tener conocimiento de Él; cuentan con un entendimiento más profundo y una sumisión más auténtica al Creador, e incluso pueden hacer lo que les corresponde a los seres creados. Esta es la mayor diferencia entre los dos. Cuando las personas asumen sus deberes de acuerdo con los requerimientos de Dios, su relación con Él se vuelve cada vez más normal. ¿Y puede cualquier trabajo al que las personas se dediquen en el mundo lograr este efecto? Desde luego que no, el resultado es precisamente lo contrario. Mientras más años pase uno realizando trabajo mundano, más se rebela contra Dios y más se aleja de Él. Cuanto mejor vaya tu gestión personal, más te alejas de Dios; cuanto más exitosa sea tu gestión personal, más te alejas de los requerimientos de Dios. Por tanto, cumplir con el deber y dedicarse al trabajo mundano cuentan con dos naturalezas completamente diferentes.

Acabamos de debatir la diferencia entre el deber de una persona y que esta se dedique al trabajo mundano. ¿Qué aspecto de la verdad se pretende ayudar a comprender con este debate? No importa qué deber recibas, debes llevarlo a cabo como lo pide Dios. Por ejemplo, cuando se te escoge como líder de una iglesia, tu deber es desempeñar el trabajo que le corresponde a uno. ¿Y qué has de hacer una vez que hayas asumido este trabajo como tu deber? Primero, ser consciente de que únicamente el buen desempeño de tu trabajo como líder supone cumplir tu deber. No estás sirviendo como funcionario en el mundo exterior; si te conviertes en líder y te consideras un funcionario, es que te has descarriado. Pero, si dices: “Ahora que me he convertido en líder de la iglesia, no debo ser condescendiente. He de posicionarme por debajo de todos los demás, debo elevarlos y hacer que sean más importantes que yo”, entonces esta mentalidad está también equivocada; cualquier forma de fingir es inútil si no entiendes la verdad. Lo único que sirve es un entendimiento correcto de tu deber. Para empezar, debes apreciar la importancia del trabajo del líder de la iglesia. Es posible que una iglesia tenga varias docenas de miembros y has de pensar en cómo conducir a esas personas ante Dios y cómo permitir que la mayoría entienda la verdad y entre en la realidad-verdad. Asimismo, has de emplear más tiempo en regar y apoyar a aquellos que son negativos y débiles para que dejen de serlo y permitirles cumplir su deber. Debes también guiar a todos los que sean capaces de cumplir su deber para que entiendan la verdad y entren en la realidad, y para que actúen según los principios y cumplan adecuadamente su deber y, por ende, con mayor eficacia. Hay ciertas personas que llevan varios años creyendo en Dios, pero tienen una humanidad bastante malvada y siempre perturban y trastornan la obra de la iglesia. A estas personas se las debería podar como corresponde; habría que deshacerse de aquellos que se niegan con terquedad a arrepentirse. Se debería lidiar con ellos de acuerdo a los principios y disponer de ellos de una manera adecuada. Y lo más importante de todo: algunos en la iglesia poseen una humanidad relativamente buena y un poco de calibre y son capaces de llevar a cabo ciertos aspectos de la obra. A todas esas personas se las debe educar sin demora, más pronto que tarde. Necesitarán formación para ser competentes y, si nunca la reciben, no podrán hacer nada bien. ¿Acaso no son estas las tareas que un líder o un obrero necesitan realizar bien de un modo urgente? Si te has convertido en líder y no tienes en mente tales asuntos, si no llevas a cabo el trabajo de esta manera, ¿puedes cumplir bien tu deber? (No). Como líder, es esencial que organices todos y cada uno de los aspectos de la obra de la iglesia. Primero, el asunto más importante es cultivar a las personas con talento. Elevar a aquellos de buena humanidad y que poseen calibre, y cultivarlos y formarlos. Segundo, conducir a los hermanos y hermanas a entrar en la realidad-verdad y permitirles realizar introspección, conocerse a sí mismos, distinguir las herejías y las falacias, discernir a las personas y cumplir bien sus deberes; esta es una parte de la entrada en la vida. Tercero, facilitar que la mayoría de los que realmente son capaces de cumplir sus deberes, así lo hagan (excluyendo a los de inferior humanidad), y asegurarte de que obtienen resultados a la hora de cumplir su deber, en vez de solo actuar de manera superficial. Cuarto, ocuparte enseguida de aquellos que trastornan y perturban la obra de la iglesia. Si rechazan la verdad tras una enseñanza, se los debe podar. Y, si no se arrepienten en ningún momento, se los debe aislar para que reflexionen, e incluso echarlos o expulsarlos. Quinto, capacitar al pueblo escogido de Dios para que discierna a los incrédulos, los falsos líderes y los anticristos, a fin de garantizar que no se desoriente y pueda entrar en la senda correcta de creer en Dios en cuanto sea posible. Los cinco puntos anteriores son importantes y son las tareas inherentes al liderazgo. Cumplir bien estos cinco aspectos de la obra es lo que hace que alguien sea un líder cualificado de la iglesia. Asimismo, se han de gestionar las circunstancias especiales de un modo apropiado. Por ejemplo, la negatividad y debilidad de algunas personas podrían ser temporales y las debes tratar de un modo adecuado. No puedes emitir juicios indiscriminados; si alguien es negativo de forma transitoria y lo etiquetas como “pesimista” o “negativo crónico” y aseguras que Dios ya no lo quiere, eso no es apropiado. Además, todo el mundo debería desempeñar sus roles individuales y contribuir de acuerdo a sus habilidades. Lo más conveniente es que la organización para cumplir el deber se base en los dones, los talentos, el calibre y la edad de cada uno, así como en el periodo de tiempo que lleve creyendo en Dios. Este enfoque se debe ajustar a las diferentes clases de personas, permitiéndoles cumplir su deber en la casa de Dios y maximizar su función. Si mantienes estas consideraciones en mente, entonces desarrollarás una carga y tendrás que concentrarte siempre en observar. ¿En observar qué? No a quienes tengan una apariencia agradable a fin de relacionarte más con ellos; ni a quienes consideres feos para que los puedas excluir; ni a los que parezca que poseen capacidades y estatus para así poder congraciarte con ellos; ni desde luego a aquellos que no se inclinan ante ti, de modo que puedas intentar castigarlos. No observes nada de eso. En cambio, ¿qué deberías observar? Deberías discernir a las personas con base en las palabras de Dios, en Sus actitudes y requerimientos hacia diversos tipos de personas, y tratarlas según los principios, lo cual se ajusta a la verdad. Primero, categorizar a todas las clases de personas en la iglesia. Aquellos de buen calibre y con capacidad para aceptar la verdad pertenecen a una; los de pobre calibre e incapaces de aceptar la verdad, a otra; los que son capaces de cumplir sus deberes pertenecen a una distinta, y los que no, a otra más. Al final, esos incrédulos que siempre se quejan, que difunden nociones, que caen en la negatividad y que provocan perturbaciones deberían encuadrarse también en la misma categoría. Una vez que hayas categorizado a todo el mundo y hayas percibido minuciosamente el verdadero estado de cada grupo de acuerdo con las palabras de Dios, que hayas visto con claridad a quién se puede salvar y a quién no, entonces serás capaz de desentrañar a toda clase de personas; entenderás las intenciones de Dios y sabrás a quién quiere salvar Él y a quién quiere descartar. ¿Acaso no surge todo esto a causa de tu carga? ¿No es esta la actitud correcta hacia el deber? Si posees esta actitud correcta y surge una carga en ti, podrás hacer bien tu trabajo. Si no tratas tus deberes de esta manera y, en cambio, contemplas su desempeño como si tuvieras un puesto de autoridad y siempre piensas: “Ser líder es como tener un cargo oficial, ¡es una bendición de Dios! Ahora que tengo estatus, la gente ha de escucharme, ¡y eso es bueno!”. Si piensas que ser líder es lo mismo que ser un funcionario, tienes problemas. Sin duda, vas a liderar como un funcionario y basándote en cómo operan ellos. ¿Podrás cumplir entonces con la obra de la iglesia de manera adecuada? Con semejante punto de vista, no cabe duda de que te pondrán en evidencia y descartarán. Siempre te verías a ti mismo como un funcionario, rodeado de personas dondequiera que fueras, y la gente acataría cualquier cosa que dijeras. Además, tendrías prioridad respecto a cualquier beneficio en la iglesia. En cualquier obra de la iglesia, solo tendrías que dar órdenes sin hacer nada más. ¿Qué clase de mentalidad es esta? ¿Acaso no consiste en aprovecharse de los beneficios del estatus? ¿No es un carácter corrupto? Todos aquellos que no persiguen la verdad cumplen su deber sobre la base de un carácter satánico. Muchos líderes y obreros han sido revelados y descartados porque cumplían siempre con su deber conforme a un carácter satánico, sin aceptar ni un ápice de la verdad. Hoy en día, algunos líderes se siguen comportando así. Después de llegar a serlo, se sienten un poco eufóricos y un tanto satisfechos de sí mismos. Es difícil describir ese sentimiento, pero en cualquier caso, creen que lo han hecho bastante bien. Sin embargo, luego reflexionan: “No puedo ser altivo. La altivez es una señal de arrogancia, y la arrogancia es la antesala del fracaso. He de ser discreto”. En apariencia, obran con discreción y le dicen a todo el mundo que es una elevación y una comisión de Dios, que no les queda más remedio que hacerlo. Sin embargo, por dentro, se regocijan en secreto: “Al fin me han escogido. ¿Quién dice que mi calibre no sea bueno? Si mi calibre fuera pobre, ¿cómo podrían haberme elegido? ¿Por qué no eligieron a otro? Parece que cuento con ventaja respecto a los demás”. Cuando este deber recae sobre ellos, son estas las cosas que primero piensan en sus corazones. No meditan: “Ahora que este deber ha recaído sobre mí, ¿cómo debo desempeñarlo? ¿Quiénes han hecho un buen trabajo en el pasado para que pueda aprender de ellos? ¿Cuáles son los requerimientos de Dios para cumplir este deber? ¿Existen tales requerimientos en la organización del trabajo de la iglesia? No solía preocuparme nunca sobre estos aspectos del trabajo de la iglesia, pero, ahora que me han elegido líder, ¿qué debería hacer?”. En realidad, mientras poseas determinación y seas capaz de buscar la verdad, existe una senda. Si tratas el trabajo como tu deber, será fácil que lo hagas bien. Algunas personas se convierten en líderes y dicen: “¿Ahora me han encomendado a estas personas? ¿Va a depender de mí cómo se reúnan y qué trabajo se les encargue? Oh, vaya, ahora mismo siento un gran peso en el corazón”. ¿Qué implican estas palabras? Es como si pudiera conseguir grandes logros; todo es palabrería y doctrinas. ¿No es este tipo de persona un poco hipócrita? ¿Ha dicho alguno de vosotros tales cosas alguna vez? (Sí). Entonces también sois todos bastante hipócritas. Sin embargo, este comportamiento es normal en las personas. Incluso aquellos que se convierten en funcionarios menores alardean un poco. De repente sienten que su valor personal ha aumentado y, en cuanto saborean un poco de estatus y de fama y ganancia, sus corazones se agitan como un mar embravecido y se convierten en personas diferentes. Emergen todas sus actitudes corruptas y deseos extravagantes. Todo el mundo tiene estos comportamientos negativos, pasivos; son comunes en la humanidad corrupta. Cualquier ser humano que sea corrupto los tiene. Algunas personas, tras convertirse en líderes, ya no están seguras ni de cómo deben caminar; otras no lo están de cómo han de hablar a las personas. Por supuesto, no es una cuestión de timidez, sino más bien de incertidumbre respecto a cómo debe conducirse un líder. Otros, tras llegar al puesto de líder, no saben qué comer o qué ropa ponerse. Se producen toda clase de conductas. ¿Alguno de vosotros muestra estos comportamientos? En mayor o menor medida, seguro que todos los reveláis. ¿Cuánto tiempo llevará dejar atrás estos estados y comportamientos? ¿Uno o dos años, de tres a cinco o tal vez diez? Depende de la determinación que tenga uno a la hora de perseguir la verdad y de la intensidad con que lo haga.

Durante el proceso de perseguir la verdad, la comprensión de algunas personas sobre esta es directamente proporcional a su entrada; las dos son equivalentes. Pueden entrar en tanta verdad como sean capaces de entender; la profundidad de su entendimiento de la verdad es también la de su entrada, así como la profundidad de su comprensión, sus sentimientos y experiencias. Sin embargo, algunas personas entienden muchas doctrinas, pero su práctica y entrada son nulas. Por tanto, no importa cuántos sermones hayan escuchado, nunca van a ser capaces de resolver sus dificultades internas. Al enfrentarse a un asunto menor, aparece de inmediato su aspecto más desagradable y no pueden controlarlo por mucho que lo intenten; no importa cuánto lo disfracen, su corrupción se sigue revelando. Siguen siendo incapaces de aceptar la verdad o de buscarla para obtener soluciones. Aprenden incluso a levantar una fachada, a engañar y a fingir que son buenos. Durante todo ese tiempo, no desechan ni cambian sus actitudes corruptas; este es el resultado de no perseguir la verdad. Así que, al fin y al cabo, todo se reduce a la misma frase: perseguir la verdad es muy importante. Lo mismo se aplica a cumplir con el propio deber. No importa qué deber recibas, da igual cuál recaiga sobre ti, ya sea un deber que conlleve una gran responsabilidad o uno más simple; incluso si no es muy destacable, si eres capaz de buscar la verdad y tratarlo de acuerdo con los principios-verdad, podrás cumplirlo bien. Asimismo, durante el proceso de cumplir con tus deberes, experimentarás diversos grados de crecimiento, tanto en tu entrada en la vida como en el cambio de carácter. Sin embargo, si no persigues la verdad y tratas simplemente tu deber como tu propia gestión, tu propia tarea, o lo consideras tu preferencia o trabajo personal, tendrás problemas. Es diferente tratar tu deber como un asunto propio o tratarlo conforme a los principios-verdad. Cuando tratas tu deber como tu gestión, ¿qué persigues? Buscas la fama, la ganancia y el estatus, esperas que otros satisfagan tus demandas. ¿Cuál será el resultado final de cumplir con tu deber de esta manera? Por una parte, no satisfará el estándar; supone un esfuerzo inútil. Aunque en apariencia hayas hecho un gran esfuerzo, no has buscado la verdad, así que los frutos de tu deber serán pobres y Dios no quedará complacido. Por otra parte, cometerás a menudo transgresiones y trastornarás y perturbarás y con frecuencia cometerás errores que tendrán consecuencias adversas. Ahora muchas personas se quedan muy cortas en el cumplimiento de sus deberes. Actúan de forma obstinada y arbitraria, sin lograr básicamente ningún resultado y a veces incluso causan pérdidas a la obra de la iglesia. Cumplir con tu deber de esta forma supone trastornar y perturbar de veras la obra de la iglesia; es el comportamiento de una persona totalmente malvada. Se ha de desenmascarar a aquellos que adoptan de manera constante una aproximación superficial al cumplimiento de su deber, a fin de que puedan reflexionar sobre sí mismos. Si de verdad pueden hacerlo, reconocer sus errores y odiarse a sí mismos, pueden quedarse y continuar cumpliendo sus deberes. Sin embargo, si nunca admiten sus errores y se siguen defendiendo y justificando, si aseguran que no hay amor en la casa de Dios y que se los trata de manera injusta, eso es señal de una obstinada falta de arrepentimiento y se les debería echar de la iglesia. ¿Cuál es la causa principal de los trastornos y perturbaciones de estas personas? ¿Es porque planearon de manera intencionada trastornar y perturbar? No, la razón principal es que no aman la verdad en absoluto y su humanidad es muy mala. Algunos de estos individuos poseen algo de calibre y pueden entender la verdad, pero no la aceptan en lo más mínimo, y mucho menos la practican. Su humanidad es extremadamente vil. Al margen del deber que lleven a cabo, siempre causan trastornos y perturbaciones, arruinan la obra de la iglesia y ocasionan muchos desenlaces malignos con una influencia terrible. No cabe duda de que estas personas son incrédulos y que todos ellos son malvados. Por esto principalmente se los descarta. Ahora, la mayoría de la gente puede identificar a los incrédulos. Cuando ven los diversos comportamientos de estos individuos, se enfadan. ¿Cómo se puede considerar a estas personas creyentes en Dios? Son lacayos de Satanás, enviados para trastornar y perturbar la obra de la iglesia. Algunos son meros vividores, de esos que aman la comodidad y odian el trabajo; no quieren hacer nada, pero pretenden comer bien a diario. ¿Acaso no son parásitos? Son incluso inferiores a los perros guardianes. Por lo tanto, se los ha descartado. Aquellos que realmente creen en Dios son personas dispuestas y con ansias de cumplir con su deber. Aunque la mayoría no sabe qué significa en realidad el deber, al menos son conscientes en su corazón de que las personas han de cumplirlo y están dispuestas a hacerlo. Sin embargo, ¿estar dispuesto a cumplir con los deberes de uno quiere decir que uno está practicando la verdad? ¿Significa esta voluntad interna que uno ha cumplido bien con sus deberes? En absoluto. Uno debe poner la verdad en práctica y satisfacer el estándar de obrar de acuerdo con los principios para que se considere que ha cumplido bien con sus deberes. Antes de poner la verdad en práctica, no importa cuánta fe asegures tener, o lo ansioso y dispuesto que digas estar (ser capaz de arriesgar tu vida, de no vacilar a la hora de cruzar el fuego y el agua) no son más que consignas que no sirven para nada. Basándote en esta disposición, también debes actuar de acuerdo con los principios-verdad. Dices: “No amo especialmente la verdad ni tampoco la persigo y no he cambiado mucho de carácter mientras llevo a cabo mis deberes. Sin embargo, hay una cosa a la que me he aferrado: hago lo que me mandan. No causo trastornos ni perturbaciones, puede que no logre la sumisión, pero escucho”. ¿Acaso alguien que actuara así no lograría permanecer en la iglesia y cumplir sus deberes con normalidad? Sin embargo, estas personas malvadas y los incrédulos a los que se echó no eran siquiera capaces de cumplir con este mínimo requerimiento y causaron perturbaciones. A semejantes incrédulos o personas malvadas no se les debería permitir quedarse en la iglesia para cumplir con sus deberes. El pueblo escogido de Dios debe discernir entre los incrédulos y las personas malvadas; de lo contrario, será fácilmente desorientado por ellos. Cualquier persona con conciencia y razón debería adoptar una actitud de rechazo hacia los incrédulos y los malvados.

Cumplir con los deberes de uno es el aspecto más crucial de creer en Dios. Primero, uno debe entender qué es el deber, y luego obtener gradualmente una experiencia y una comprensión auténticas de ello. ¿Cuál es la actitud mínima que debe tener una persona hacia su deber? Si dices: “La casa de Dios me encargó este deber, así que me pertenece. Puedo hacer lo que me plazca, porque es asunto mío y nadie puede interferir”, ¿es esta una actitud aceptable? En absoluto. Si esta es tu actitud cuando cumples con tu deber, tienes un problema, porque no coincide con los principios-verdad. Tu actitud es hacer lo que te dé la gana en lugar de buscar la verdad y mucho menos tener un corazón temeroso de Dios. Si una persona es demasiado obcecada, será negligente con el trabajo que le corresponde mientras cumple con su deber. ¿Qué actitud debería tener una persona a la hora de llevar a cabo su deber? Ha de tener el deseo de someterse a Dios y satisfacerlo. Si no completa la comisión que Dios le ha encomendado, siente que lo ha decepcionado, y si no ha cumplido de manera adecuada con su deber, siente que no es digno de llamarse humano. Tener esta clase de actitud mientras cumples con tu deber te hace leal. Para cumplir bien con tu deber, primero debes saber qué exige Dios y buscar la verdad y los principios. Una vez que te hayas cerciorado de que la comisión que Dios te ha encargado es tu deber, deberías buscar pensando: “¿Cómo puedo cumplir bien con mi deber? ¿Qué principios-verdad debería practicar? ¿Qué exige Dios de las personas? ¿Qué obra debería hacer yo? ¿Cómo debería actuar para llevar a cabo mis responsabilidades y ser leal?”. ¿A quién le estás siendo leal? A Dios. Debes serle leal a Él y cumplir tus responsabilidades con las personas. Deberías cumplir con tu deber de acuerdo con las palabras de Dios y los principios-verdad y atenerte a él. ¿Qué significa atenerte a tu deber? Por ejemplo, si se te ha encargado un deber durante un año o dos, pero hasta ahora nadie te ha supervisado, ¿qué deberías hacer? Si nadie te vigila, ¿significa que ya no existe el deber? No. No te preocupes por si alguien te vigila o inspecciona lo que estás haciendo; esta tarea se te encomendó a ti, así que es tu responsabilidad. Deberías considerar cómo llevar a cabo este trabajo y cómo se puede realizar bien y así es como deberías hacerlo. Supón que siempre esperas a que los demás te controlen, te supervisen y te insten a continuar, ¿es esa la actitud que deberías adoptar con tu deber? ¿Qué clase de actitud es esta? Es negativa; no es la que deberías adoptar hacia tu deber. Si tienes esta conducta, tu cumplimiento del deber será ciertamente inadecuado. Para desempeñarlo de manera apropiada, primero debes tener una actitud adecuada y esta debe estar en consonancia con los principios-verdad. Es la única manera de garantizar que cumplas bien con tu deber.

En cuanto a qué es el deber, a la actitud de uno hacia este, así como a la diferencia entre cumplir con el propio deber y dedicarse a cualquier clase de trabajo mundano, nuestra charla acerca de estos temas va a concluir aquí por ahora. Todos deberíais meditar sobre el contenido que hemos compartido. Por ejemplo, ¿por qué debatir la relación entre cumplir con el propio deber y ejercer una gestión personal? ¿Qué resultado se pretende conseguir al discutir estos temas? Por el lado positivo, puede proporcionar a la gente una senda, un rumbo y unos principios correctos para cumplir su deber. Por el negativo, puede ayudar a identificar qué comportamientos cuentan como dedicarse a la gestión personal. Estos dos aspectos están interconectados y son distintos el uno del otro. Comprender estas dos vertientes no consiste solo en entender meras palabras de la verdad; has de comprender qué estados y manifestaciones están involucrados, contar con un concienzudo entendimiento de estos y poder discernirlos. De esta forma, si eres una persona que persigue la verdad, la próxima vez que exhibas un estado incorrecto o una manifestación equivocada, la buscarás para encontrar una salida. Si no entiendes este aspecto de la verdad, puede que te dediques a la gestión personal y pienses que estás esforzándote por Dios e incluso creas que estás cumpliendo tu deber y eres muy leal. Tales consecuencias surgirán de no entender la verdad. Por ejemplo, durante el proceso de cumplir tu deber, cuando se revelan algunos de tus pensamientos y métodos —además de tus intenciones y de los motivos tras tus acciones—, te das cuenta de que te has desviado de los principios y del ámbito de cumplir tu deber y de que no lo estás llevando a cabo. Se ha producido un cambio de naturaleza y en realidad te dedicas a la gestión personal. Solo cuando entiendes estas verdades puedes encontrar una salida y poner fin a tales pensamientos, acciones y manifestaciones. Sin embargo, si no entiendes la verdad y te dedicas a tu propia gestión personal mientras cumples tu deber, serás ajeno al hecho de que has vulnerado los principios. Como Pablo, por ejemplo. Después de trabajar y correr de un lado a otro durante muchos años, acabó gritándole a Dios: “¡Si no me concedes una corona, Tú no eres Dios!”. Como ves, aún se atrevió a pronunciar tales palabras. Si las personas de hoy en día, tras haber entendido la verdad, todavía siguen la senda de Pablo es que no son de los que aman la verdad. Si eres una persona que cree de veras en Dios, entender la verdad resulta crucial para ti. Sin entender la verdad, sin duda estás viviendo en función de un carácter satánico. En el mejor de los casos, solo acatarás algunos preceptos y evitarás cometer fechorías evidentes, al tiempo que piensas que todavía practicas la verdad. Eso sería bastante lamentable. Por tanto, si uno desea perseguir la verdad y pretende entrar en la realidad-verdad, primero debe entender la verdad. El propósito de entenderla es que la gente pueda percibir con certeza a otras personas y acontecimientos, tener discernimiento, contar con principios para la acción, disponer de una senda de práctica y lograr la sumisión a Dios. Cuando entiendes la verdad, puedes discernir a toda clase de personas, acontecimientos y cosas, elegir la senda correcta de práctica, hablar y obrar de acuerdo con los principios, desechar tus actitudes corruptas y lograr la sumisión a Dios. Si no entiendes la verdad, la senda por la que caminas será sin duda la equivocada y no tendrás ninguna entrada en la vida ni tampoco te podrás salvar. Algunas personas son especialmente hábiles a la hora de disfrazarse, aparentan que persiguen la verdad, pero no cuentan con principios en sus acciones y todo lo que hacen causa trastornos y perturbaciones y le crean muchos problemas a la obra de la iglesia; tales personas no tienen salvación. Por tanto, el propósito de escuchar con frecuencia los sermones y de comer y beber las palabras de Dios a menudo no es el de tener un compromiso superficial ni el de llenar el corazón, tampoco es para equiparse a uno mismo con doctrinas ni practicar la elocuencia; el objetivo es equiparse con la verdad y alcanzar un entendimiento de esta. Lo que acabamos de discutir no es en realidad especialmente profundo en lo referente a la verdad de conocer a Dios; se trata de la verdad más básica. El entendimiento que las personas poseen de esta es limitado y varía en su profundidad, además de que depende del calibre individual. Algunas personas comprenden con mayor profundidad; en otras palabras, tienen capacidad de comprensión. Otras entienden de una manera bastante superficial. Al margen de lo profunda que sea la comprensión de alguien, lo fundamental es la práctica de la verdad. Sin embargo, la verdad no se puede clasificar en grande o pequeña, en noble o inferior, ni en profunda o superficial. Es decir, la verdad se puede catalogar como lo más básico o lo más elemental, pero no se puede dividir en grados de profundidad; lo que sucede es que la gente comprende y experimenta con distinta profundidad. Cualquier cosa que atañe a la esencia de la verdad es igualmente profunda y no es algo que cualquiera pueda experimentar del todo o poseer por completo. No importa qué aspecto de la verdad esté implicado, la gente ha de empezar por la capa más superficial en su comprensión y práctica, y luego progresar de una manera paulatina de lo superficial a lo profundo, alcanzar un verdadero entendimiento de la verdad y entrar en la realidad. La parte más superficial de la verdad es lo que se puede entender literalmente. Si la gente no practica ni entra, solo entiende algunas palabras y doctrinas. Limitarse a entender palabras y doctrinas queda muy lejos de la esencia de la verdad. La gente que no entiende la verdad considera la capacidad de explicar el significado literal como entendimiento de la verdad; eso no es más que ignorancia humana. Si tu práctica de la verdad solo consiste en seguir preceptos y aplicarlos con rigidez, sin ningún principio, no creas que eso es practicar la verdad y entrar en la realidad; todavía estás lejos de ello. Si continúas practicando y experimentando durante algunos años más y descubres mucha más luz, con eso te bastará para practicar y experimentar durante varios meses o años adicionales. Luego, una vez poseas una mayor experiencia, será posible que descubras una nueva luz, de modo que así avances desde lo superficial a lo profundo, paso a paso; eso es que has entrado realmente en la realidad-verdad. Solo alguien que haya entrado totalmente en la realidad-verdad ha alcanzado la verdad. Aunque un día vivas la realidad de la verdad y se pueda decir que has obtenido la verdad, en realidad lo que has experimentado y has llegado a conocer sigue siendo limitado. No puedes afirmar que tú eres la verdad ni, como hizo Pablo, asegurar que: “Para mí, el vivir es Cristo” (Filipenses 1:21), porque la verdad es demasiado profunda y lo que uno experimenta y entiende durante varias décadas de una vida es extremadamente limitado. Entonces, como es obvio, resulta factible que la gente pueda entender la verdad hasta cierto punto, pero obtenerla no es nada fácil. Si alguien no puede entender ni poner en práctica ni siquiera las verdades más superficiales, se trata de una persona que no ama la verdad y sin duda carece de entendimiento espiritual. Aquellos que no están nada cerca de la verdad no se pueden salvar. Aquellos que nunca entienden la verdad no pueden cumplir bien su deber; son vidas desperdiciadas, bestias con atuendo humano. Algunas personas creen que entienden la verdad solo porque comprenden algunas doctrinas. Si de verdad entienden algunas verdades, ¿por qué no les resulta posible cumplir bien sus deberes? ¿Por qué no cuentan con principios en sus acciones? Esto demuestra que entender doctrinas es inútil; comprender más doctrinas no implica entender la verdad.

Después de compartir acerca del tema del deber, vamos a continuar con la cuestión del adecuado cumplimiento del deber. El énfasis de este asunto se halla en la palabra “adecuado”. Por tanto, ¿cómo se puede definir “adecuado”? En esto también hay que buscar verdades. ¿Es adecuado realizar simplemente un trabajo pasable? En cuanto a los detalles específicos de cómo comprender y considerar la palabra “adecuado”, has de entender muchas verdades y hablar más sobre la verdad. Durante el cumplimiento de tu deber, has de entender la verdad y los principios; solo entonces puedes alcanzar un adecuado cumplimiento del deber. ¿Por qué debe la gente cumplir con sus deberes? Una vez que creen en Dios y han aceptado Su comisión, las personas tienen su parte de responsabilidad y obligación en la obra de la casa de Dios y en el lugar donde obra Dios, y, a su vez, debido a esta responsabilidad y obligación, se han convertido en un elemento en la obra de Dios, en uno de los destinatarios de Su obra y de Su salvación. Hay una relación bastante sustancial entre la salvación de las personas y cómo cumplen su deber, si pueden cumplirlo bien y ejecutarlo de la manera adecuada. Desde que te has convertido en parte de la casa de Dios y has aceptado Su comisión, tienes un deber. A ti no te corresponde decir cómo se debe llevar a cabo este deber; le corresponde decidirlo a Dios. También es algo que concierne a la verdad y lo dictan los estándares de esta. Por tanto, la gente debe saber, comprender y tener claro cómo evalúa Dios los deberes de las personas, en qué se basa para hacerlo; esto es algo sobre lo que merece la pena investigar. En la obra de Dios, las diferentes personas reciben deberes distintos. Es decir, gente con diversos dones, calibres, edades y condiciones reciben diferentes deberes en momentos distintos. Da igual qué deber has recibido, y no importa en qué momentos o circunstancias ocurra, tu deber es solo una responsabilidad y obligación que se supone que has de cumplir, no es tu gestión, ni mucho menos tu negocio. El estándar que Dios exige para el cumplimiento de tu deber es que sea “adecuado”. ¿Qué significa ser “adecuado”? Que cumple con las demandas de Dios y lo satisface. Dios es el que decide si es adecuado y si debe recibir Su aprobación. Solo entonces el cumplimiento de tu deber será adecuado. Si Dios dice que no es adecuado, es que no lo es, no importa cuánto tiempo lo lleves cumpliendo y cuán alto sea el precio que hayas pagado. ¿Qué resultado se producirá? Todo se catalogará como trabajar. Solo será perdonada una minoría de trabajadores con corazones leales. Si no son leales en su trabajo no existe esperanza de que se les perdone. Hablando claro, los destruirá un desastre. Si uno nunca da la talla en el cumplimiento de su deber, se le retirará el derecho a cumplirlo. Después de que se retire este derecho, a algunas personas se las apartará. Después de apartarlas, se lidiará con ellas por otros medios. ¿Eso de “por otros medios” significa que se las descartará? No necesariamente. Dios se fija ante todo en si una persona se ha arrepentido. Por tanto, resulta crucial cómo cumplas tu deber y la gente debería tomárselo en serio y a conciencia. Debido a que cumplir tu deber está directamente conectado a tu entrada en la vida y a la entrada en las realidades-verdad, así como a grandes cuestiones como la salvación o el ser perfeccionado, debes tratar el cumplimiento de tu deber como la primera y principal tarea a la hora de creer en Dios. No puedes mostrarte atolondrado a este respecto. En el transcurso del cumplimiento de su deber, diversas personas exhibirán una gama de comportamientos diferentes. Estos distintos comportamientos no solo resultan visibles a las personas, sino también a Dios. No es solo la iglesia la que pone nota y evalúa; en última instancia, Dios también calificará y realizará evaluaciones a todos aquellos que cumplan su deber. Algunos alcanzan el estándar a un nivel básico, mientras que otros son totalmente inadecuados. Algunas personas inadecuadas seguirán bajo observación, mientras que Dios ya habrá categorizado de manera definitiva a otras. ¿A qué personas considera Dios inadecuadas? A las de pobre humanidad y a las que carecen de conciencia y razón, que cumplen sistemáticamente su deber de una manera superficial. Con independencia de cuánta gracia de Dios disfruten, no están interesados en corresponder y carecen de gratitud. Naturalmente, esto incluye también a las personas malvadas. Se puede decir que alguien con pobre humanidad y que carece de conciencia y razón cumple su deber de manera inadecuada. Aquellos que son claramente malvados cometerán incontables actos malvados durante el cumplimiento de sus deberes. Mientras nadie les eche, seguirán cometiendo maldades. Hay que echar enseguida a esas personas. Por supuesto, aparte hay otras que aparentan tener algo de semejanza humana y que no parecen ser malas personas, pero su cumplimiento del deber es superficial y no da frutos. Tras ser podadas y recibir enseñanzas sobre la verdad, dependerá, en última instancia, de cómo actúen y de si se han arrepentido con sinceridad o no. En el caso de estas personas, Dios sigue a la espera y observando. En cuanto a aquellos de pobre humanidad y carentes de conciencia y razón, así como los que son claramente malvados, Dios ya ha alcanzado un veredicto concluyente respecto a ellos; se les ha de descartar por completo.

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