¿Cuál es la realidad-verdad? (Parte 1)
Hay muchas personas que creen en Dios, pero pocas persiguen la verdad. ¿Cómo discernir si alguien persigue la verdad? ¿Cómo evaluar si alguien es una persona que persigue la verdad? Imaginemos a una persona que hace siete u ocho años que cree en Dios. Podrá pronunciar muchas palabras y doctrinas, se le llenará la boca de vocabulario espiritual, ayudará a menudo a otros, parecerá muy entusiasta, será capaz de renunciar a cosas y cumplirá su deber con gran vigor. Sin embargo, no se le ve practicar mucho la verdad, no es capaz de hablar de experiencias reales de entrada en la vida ni mucho menos se puede percibir una transformación de su carácter-vida. Se puede decir con toda seguridad que alguien así no persigue la verdad. Si alguien ama sinceramente la verdad, al cabo de un tiempo sabrá hablar de lo que comprenda y al menos podrá actuar de acuerdo con los principios en algunas cosas; tendrá cierta experiencia de entrada en la vida y como mínimo mostrará ciertos cambios de conducta. Los que persiguen la verdad tienen un estado espiritual que mejora constantemente, su fe en Dios aumenta poco a poco y tienen cierta comprensión de lo que revelan y de sus actitudes corruptas, además de experiencia personal y auténtica clarividencia acerca de cómo obra Dios para salvar a la gente. Todas estas cosas se realzan progresivamente en ellos. Si ves estas manifestaciones en una persona, puedes tener plena seguridad de que se trata de alguien que persigue la verdad. La gente se entusiasma bastante cuando llega a creer en Dios por primera vez, pero no sabe nada sobre lo que es creer en Dios. Piensa que significa ser buena persona y recorrer la senda adecuada. Más adelante, después de comer y beber de las palabras de Dios y de escuchar sermones y enseñanzas, es capaz de discernir varios asuntos. Se da cuenta de que las personas tienen actitudes corruptas y de que deberían buscar la verdad para resolverlas y aceptar la salvación de Dios, y llega a entender lo que significa creer en Él. Gradualmente comprende un poco la obra de Dios y Su intención de salvar al género humano. Poco a poco acumula este entendimiento y progresivamente entra en la senda correcta de la creencia en Dios. Su comprensión y su experiencia de las realidades-verdad son cada vez más elevadas, sin quedarse en interpretaciones literales o en las palabras y doctrinas. Si alguien ha creído en Dios durante varios años y sigue expresando las palabras y doctrinas, si suele pronunciar lemas sobre el hecho de creer en Dios y su fe parece progresar bien, pero es incapaz de hablar sobre experiencia vital o sobre conocerse a sí mismo y de discernir a los incrédulos y a la gente malvada, si vive con estos problemas, todo esto significa que no conoce la obra de Dios, y puede determinarse que no ha perseguido la verdad durante los pocos años que ha creído en Dios. Es un indicio muy claro.
Para valorar si un líder o un obrero tiene la realidad-verdad, fíjate primero en si su charla aporta un verdadero testimonio y una nueva luz. Cuando no has visto a alguien en varios años, el contenido de su charla puede parecer nuevo y original al principio porque es posible que hable con una nueva luz después de oír un sermón. No obstante, después de pasar dos o tres días con él, vuelve a hablar de pequeñas experiencias y testimonios de su pasado, de cómo Dios lo salvó y le otorgó gracia y bendiciones. En menos de una semana, repite esas experiencias y conocimientos superficiales sobre los que ya charlaba antes. ¿Es esto progresar? De un solo vistazo, puedes ver que no. Después de creer en Dios durante varios años, cuenta con un buen repertorio de palabras y doctrinas y es capaz de decir algunas cosas correctas, pero sigue confundido cuando le ocurren cosas y no sabe lidiar con ellas. No puede encontrar los principios-verdad ni discernir a las personas. ¿Es esto progresar? (No). No lo es. Aunque haya cumplido su deber durante varios años, al preguntarle si ha logrado tener lealtad hacia Dios, no lo entenderá por sí mismo. En cualquier caso, siempre llega puntual a las reuniones y parece cumplir sus deberes con normalidad. Pero, al preguntarle si ha experimentado alguna transformación genuina, es incapaz de ofrecer una respuesta clara. Esto es un problema. Demuestra que no entiende la verdad. Si la comprendiera, sería capaz de ver claramente estos problemas. Algunos obtienen ciertos resultados en sus deberes, pero, si les preguntas por qué cumplen sus deberes, solo pueden decir que los seres creados deben cumplir deberes, sin ser claros en los detalles. Si les preguntas si aplican principios de práctica al realizar sus deberes, no saben calibrar esta cuestión. ¿Dirías que pueden cumplir sus deberes adecuadamente? (No, no pueden). Esto no es progresar. ¿Acaso no es irritante no lograr ningún progreso? Si les preguntas cómo reaccionan al ser podados al llevar a cabo sus deberes, responden que escuchan, obedecen y no se resisten. Ya tenían este principio varios años atrás, y siguen teniéndolo ahora sin que haya cambiado. En cualquier caso, se limitan a hacer lo que les dicen. Si les preguntas si han alcanzado algún entendimiento después de ser podados, si han descubierto su propio estado rebelde y su naturaleza corrupta, o si el conocimiento de sí mismos se ha hecho más profundo, no saben ni entienden nada de eso. En todo caso, se atienen a una regla: cuando los podan, deben obedecer y ajustar su mentalidad, sin resistirse o justificarse, y deben soportarlo y obedecer con resignación. Este era su punto de vista anterior y ahora aún lo es más. ¿Es esto una manifestación de haber ganado la verdad? (No). En el proceso de creer en Dios, estas personas no han entrado en la realidad de ningún aspecto de la verdad ni han comprendido firmemente los principios de cualquier aspecto de la verdad. Aunque les digan: “Cuando te ocurran cosas, debes practicar la verdad y captar firmemente los principios verdad, sin desviarte de este ámbito”, siguen sin saber cómo buscar los principios-verdad cuando les ocurre algo, no son meticulosas y se limitan a salir del paso. Parece que se ajustan a la dirección general, que son obedientes y escuchan, que hacen bien el trabajo que tengan entre manos, sin ser superficiales, y que pueden proteger los intereses de la Iglesia, pero ¿entienden los detalles de cada aspecto de la verdad? ¿Pueden ponerlos en práctica? Esto depende de si conocen y han experimentado verdaderamente cada uno de los aspectos de la verdad. No conocen la relación que existe entre ellos, qué aspectos de la verdad y qué estado específicos entran en escena cuando ocurre algo o qué carácter causó ese estado. Si dos personas dicen lo mismo, no saben las diferencias entre sus naturalezas ni cómo tratarlas. ¿Es esto entender la verdad? No lo es. Si has creído en Dios entre tres y cinco años, pero desconoces el aspecto práctico de estas verdades, y si has creído en Dios entre ocho y diez años y sigues desconociéndolo, no has ganado la verdad. ¿De qué carecéis ahora? La mayoría de la gente cree en Dios como si se encontrara en una línea de combate y piensa que logrará tener éxito mientras se aferre a las palabras “creencia en Dios” hasta el final del todo. Sin embargo, no toma la iniciativa de buscar o aceptar la verdad; no cumple bien sus deberes ni se mantiene firme en su testimonio ni consigue derrotar al enemigo, Satanás; ni ha ganado la verdad y la vida. ¡Qué error tan grave! Es muy lamentable haber creído en Dios durante muchos años sin haber ganado ninguna experiencia vital. Cuando las personas entran en este tipo de estado, solo se mantienen ocupadas cada día en la superficie, se aferran a algunas normas, sin infringir los decretos administrativos en este ámbito, y finalizan el trabajo que tengan entre manos. Esto se considera apropiado a ojos del hombre y, si utilizáis la verdad para medir este estado, veréis que no habrán cometido ningún error horrible. ¿Qué pensáis de esta manera de creer? (A Dios no le gusta). Esta respuesta es simplemente doctrina. Desde tu propia óptica, este tipo de creencia no sirve para obtener la verdad porque nunca te permite progresar. Durante un tiempo, cuando la casa de Dios habla de las verdades sobre conocerlo a Él, te centras en hacerlo; y del mismo modo, cuando se habla de la transformación del carácter, de conocer a Dios encarnado, de las visiones de la obra de Dios o de las verdades sobre divulgar el evangelio, te centras en cada una de estas cosas o aspectos de la verdad. Escuchas y entiendes lo que dice la casa de Dios, de manera que, cuando nadie predique sermones para proveerte, ¿tendrás tu propia senda? ¿Seguirás siendo capaz de avanzar? ¿Cómo la recorrerás? Por ejemplo, cuando la gente habla en las reuniones sobre qué es la sumisión a Dios, dices: “No tengo una experiencia muy profunda en esta cuestión, simplemente siento que la sumisión a Dios es esencial”. Cuando te preguntan cómo practicas la sumisión a Dios, respondes: “Someterse a Dios es pensar en qué es lo que Él dice cuando te ocurren cosas y practicar según Sus palabras”. Cuando te piden que compartas más detalles y te preguntan qué se debe hacer si eres incapaz de someterte cuando te ocurre algo o si tus intereses personales se ven involucrados, contestas: “Todavía no he experimentado nada de esto”. Esto quiere decir que aún no has ganado la entrada. Durante un tiempo, la casa de Dios habla de las verdades sobre conocer a Dios. Cuando alguien te pregunta si has avanzado en tu conocimiento de Dios, le dices: “He hecho progresos. Creo que conocer a Dios es lo más importante de la creencia en Dios. Si la gente no lo conoce, siempre ofenderá a Su carácter y, en ese caso, se sumirá en la oscuridad y solo será capaz de expresar palabras superficiales, sin entender ninguna verdad; será como los no creyentes: siempre hará cosas que van contra la verdad y que se resisten a Dios”. Esa persona te vuelve a preguntar: “Entonces, ¿cómo conoces a Dios? Cuando experimentas Su obra, Su soberanía y Su orientación en tu vida diaria, ¿en qué cosas reconoces que Él te guía y puedes sentir claramente Su soberanía? ¿Cómo entiendes la soberanía de Dios? En la vida real, según lo que percibes y sientes, ¿qué aspecto del carácter de Dios observas en Su soberanía?”. Si eres incapaz de decir nada, eso demuestra que no tienes ninguna experiencia. Si respondes: “Hay algo en lo que siento la orientación de Dios”, eso solo es tener una pizca de un sentimiento y no quiere decir que conozcas a Dios. En realidad, en la vida real, Dios lo rige, lo dispone y lo ordena todo. Si la gente ha experimentado muchas cosas, puede sentir que no hay nada que sea simple y que todo ocurre para poder aprender lecciones, ver la soberanía y la omnipotencia de Dios y llegar a conocer finalmente Su carácter. Solo cuando logres este resultado sabrás cómo someterte a Dios conforme a Sus intenciones y tendrás completamente una senda para avanzar en tu práctica. Con este nivel de experiencia, una persona no solo refuerza su fe cada vez más; lo más importante es que llega a entender el carácter de Dios y sabe cómo someterse a Él. Esto es ganar la verdad.
Algunos siempre se desvían en su búsqueda de la verdad; siempre se centran en palabras vacías sobre ciertas doctrinas espirituales y teorías huecas para presumir. ¿Qué pensáis de este tipo de búsqueda? Al margen de si os consideráis o no personas que perseguís la verdad, la cuestión más vital en estos momentos es si habéis ganado algunas cosas prácticas, a saber, algún conocimiento práctico. (Yo he ganado alguno). ¿Qué has ganado? ¿Puedes evaluarlo? (He adquirido algún entendimiento y conocimiento sobre este mundo malvado y cómo Satanás corrompe a la gente). Has adquirido algún entendimiento. ¿Y pueden estos conocimientos cambiar tu dirección y objetivo vitales y los principios de conducta de tu vida real? Independientemente del grupo de personas dentro del que vivas, ¿pueden estos conocimientos o las verdades que has entendido influir en tu vida y en tu objetivo vital? Si no pueden cambiarte por completo, debes experimentar al menos ciertos cambios y cierto refrenamiento en lo que digas y hagas. Actualmente, en lo que respecta a vuestra estatura, ¿acaso no os encontráis la mayoría de vosotros todavía en este nivel? (Sí). Es necesario crecer. No es bueno que entendáis la verdad de una manera demasiado superficial, ni tampoco es bueno que solo seáis capaces de expresar una pizca de doctrina y os refrenéis un poco. Debes entender la verdad para tener una senda para practicarla y poder cambiar tu objetivo en la vida. Si ya has aceptado en el corazón todas las verdades que entiendes y todos los sermones que has escuchado, y si pueden influir en tu vida y cambiar la dirección, el objetivo y los principios de tu conducta, ¿acaso no es esto un poco mejor que los efectos que te ha producido aceptar cierto grado de refrenamiento? En estos momentos, os encontráis en la fase de aceptar refrenamientos y seguir preceptos; ¿es esta la senda para practicar y entrar de manera activa? En absoluto. Si te quedas atascado para siempre en aceptar refrenamientos y seguir preceptos, ¿cuáles serán las consecuencias? ¿Podrás entrar en la realidad-verdad? ¿Serás capaz de experimentar un cambio real? Además, mientras te refrenas y sigues los preceptos, ¿obtienes algún resultado en tu práctica de la verdad? Ninguno. Por tanto, lo más importante sigue siendo centrarse en entender la verdad. Refrenarte y seguir preceptos no quiere decir que entiendas la verdad ni mucho menos que la practiques. Refrenarte y seguir preceptos durante toda la vida no te producirá el mismo efecto que entender y practicar la verdad. ¡Es inútil! Así pues, por mucho que uno sufra al refrenarse y obedecer preceptos, eso no tiene el más mínimo valor ni significado.
Después de haber escuchado sermones y entendido la verdad, ¿habéis experimentado algún cambio real? Por ejemplo, haber pensado que vuestras búsquedas pasadas de teorías y conocimientos engañosos, así como de fama, beneficio y estatus, no son creer en Dios, sino más bien forman parte de la creencia religiosa; que buscar prestigio, beneficio y estatus es una infamia, que si vivís y os comportáis de esa manera os convertiréis por completo en demonios que deberían ir al infierno y que vivir de ese modo es demasiado doloroso. ¿Poseéis esta experiencia y estos conocimientos? ¿Qué experiencia personal tienes? ¡Que buscar el conocimiento, la fama, el beneficio y el estatus es muy agotador! Sientes que hay demasiados conflictos y problemas y que la vida es extenuante y demasiado dolorosa al vivir entre no creyentes. Dices: “No puedo vivir así. Si vivo como ellos, sentiré tanto dolor como ellos. Debo alejarme de su modo de vida”. ¿Has obtenido esta experiencia de primera mano? Has experimentado a fondo que los seres humanos corruptos no aceptan la verdad lo más mínimo y que todos se pelean, conspiran e intentan engañarse mutuamente, que se desacreditan unos a otros en secreto y que se aporrean hasta que se derrama la sangre simplemente por obtener un pequeño beneficio. Has experimentado que ninguno de ellos quiere recorrer la senda de la vida adecuada y que, en su lugar, todos recurren a tretas y argucias para hacer las cosas. ¿Qué sientes principalmente al vivir en un entorno así? Sientes que no hay imparcialidad ni justicia en ese mundo, que es demasiado perverso y oscuro, y que ahí las personas viven como demonios. Piensas que no sería sencillo intentar ser buena persona y que no podrías lograrlo. Sientes que, si quisieras adaptarte a ese mundo, también deberías convertirte en un demonio y vivir como tal para poder entremezclarte con los grupos de demonios y sumarte a las tendencias sociales; que para luchar por un bocado de comida y por tu propio sustento y tu supervivencia, tendrías que lidiar con ellos y decir y hacer cosas que van contra tu voluntad. Vivir así cada día sería terriblemente agotador, pero si no lo hicieras la gente te excluiría y no tendrías forma de vivir. En un entorno de vida como este, ¿qué has experimentado? Dolor, tormento e impotencia. Has experimentado la perversión, la crueldad y la oscuridad que existen en las personas y no puedes ver la luz de la vida humana. Cuando llegaste a creer en Dios y te centraste en leer Sus palabras, ¿qué experimentaste? (Yo entendí la verdad en mi corazón, sentí que es mejor creer en Dios, y eso me consoló). Mientras vives en la casa de Dios, te sientes dichoso, tienes Sus bendiciones y puedes entender muchas verdades; cuando estás con tus hermanos y hermanas, podéis ayudaros y apoyaros mutuamente, trataros por igual y vivir en armonía. Cada día te sientes tranquilo en el corazón, libre y liberado. No debes preocuparte por si te engañarán, y los demás ya no te oprimen ni te maltratan. Poco a poco, los malhechores quedan en evidencia, son descartados y cada vez son menos. En la casa de Dios reinan Él y la verdad. Su pueblo escogido puede hablar libremente sin restricciones y tiene el derecho de elegir y de poner en evidencia a las personas malvadas. Los que no aceptan la verdad y son capaces además de hacer el mal son echados paulatinamente. No se conocen casos de que se atormente o se reprima a la gente en la casa de Dios. Si hay alguna cuestión, se debate entre todos. Si hay algún problema, los líderes y obreros hablan sobre la verdad para resolverlo. Poco a poco, las personas llegan a entender la verdad y cada vez ocurren menos actos ilícitos como esos. Todo el pueblo escogido de Dios puede aceptar la verdad, refrenarse de acuerdo con ella y realizar algunos cambios en sus palabras y obras. Si alguien hace el mal, todo el mundo puede verlo claramente e informa al respecto. Por tanto, cada vez hay menos personas malvadas en la casa de Dios. En estos momentos, sientes más y más que el entorno de la casa de Dios es bueno; los hermanos y las hermanas se aman entre sí y quienquiera que tenga dificultades o se desvíe puede recibir ayuda; cualquiera que se enfrente a adversidades puede resolverlas y, si no puede solucionarse algún problema, la gente puede acudir a Dios, contar con Él y solventarlo de acuerdo con Sus palabras. Vivir en la casa de Dios hace que te sientas dichoso y esperanzado; puedes ver la luz y disfrutar plenamente del amor y de la salvación de Dios. Este entorno es muy beneficioso para que la gente progrese en la vida. Al vivir en la Iglesia, en este entorno donde reside la verdad, puedes entenderla gradualmente, tienes cada vez más luz en el corazón y te sentirás libre y liberado. Estos resultados se obtienen al entender la verdad. Las personas que han ganado la verdad comparten una característica obvia: son relativamente libres y están liberadas. No necesitan refrenarse, la verdad influirá en sus palabras y obras y cambiará su modo de vivir y la dirección de su vida. Cuando emerge en tu interior un corazón temeroso de Dios que te guía, la naturaleza de todo lo que hagas será completamente distinta de lo que hacías antes cuando adoptaste el autocontrol y los refrenamientos. En estas circunstancias, si tuvieras el estatus, la oportunidad y las condiciones adecuadas para atormentar a otros, ¿seguirías haciéndolo? (No). ¿Por qué no? ¿Es porque no entra en tus planes atormentar a la gente o porque no tienes la capacidad para hacerlo? (Es porque mi carácter se habrá transformado). Cierto, tendrás un corazón temeroso de Dios, así como principios y un fundamento en tus acciones. En este punto, independientemente de las tentaciones a las que te enfrentes, serás capaz de decir de corazón: “Hacer esto no complace a Dios, y no puedo hacer cosas que Lo ofendan”. Tu estatura llegará de manera natural a esta fase, y podrás expresar estas palabras. En la actualidad, ¿podéis entrar en esta fase de una forma tan natural? (Todavía no). Esto demuestra que la verdad aún no ha surtido efecto en tu interior; simplemente refrena tu conducta, pero no puede refrenar firmemente tu corazón ni cambiar la dirección de tu vida ni los principios ni el objetivo de tu comportamiento.
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