Qué significa perseguir la verdad (11) Parte 2
En cuanto a los dichos de conducta moral de la cultura tradicional, ¿de cuáles hablamos la última vez? (Hablamos de tres: “la amabilidad de una gota de agua debe ser recompensada con un manantial”, “lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás” y “daría la vida por un amigo”). La última vez hablamos de estos tres requisitos y enunciados de conducta moral, y también sobre su esencia. ¿Qué dijimos sobre dicha esencia? (Dios habló de las diferencias entre los dichos de conducta moral y la verdad. Los enunciados de conducta moral solamente limitan la conducta de las personas y hacen que estas obedezcan exclusivamente las normas, mientras que la verdad de las palabras de Dios le indica a la gente los principios-verdad que debe comprender y le señala algunas sendas de práctica para que su práctica tenga unos principios y un sentido cuando le sucedan las cosas. Estos son los aspectos en que difieren los enunciados de conducta moral de la verdad). La última vez hablamos de que los enunciados de conducta moral exigen, principalmente, que la gente obedezca ciertas prácticas y normas y hacen un mayor hincapié en limitar la conducta de las personas por medio de normas. En cambio, las exigencias que Dios impone a las personas les señalan, fundamentalmente, unas sendas de práctica basadas en lo que la humanidad normal puede alcanzar, y estas sendas variadas de práctica se denominan principios. Esto quiere decir que, siempre que te sobrevenga un problema, Dios te indicará la senda precisa y positiva de práctica, así como los principios, los objetivos y el sentido de tu práctica. No quiere que obedezcas normas, sino estos principios. Así la gente vivirá la realidad-verdad, y la senda que siga será la correcta. Veamos hoy qué otros problemas de naturaleza esencial plantean los dichos de conducta moral. Muchos dichos de conducta moral no solo encorsetan el pensamiento de las personas, sino que, asimismo, desorientan y entumecen su mentalidad. A su vez, hay dichos más radicales que le cuestan la vida a la gente. Por ejemplo, el escabroso dicho del que hablamos la última vez, “daría la vida por un amigo”, no solo controla y encorseta el pensamiento de las personas, sino que, aparte, les cuesta la vida al hacer que sean incapaces de valorarla y proclives a renunciar impetuosamente a ella por motivos arbitrarios, de forma impulsiva y despreocupada. ¿Esto no le cuesta la vida a la gente? (Sí). Antes de que la gente haya comprendido siquiera en qué consiste la vida y hallado la senda correcta en ella, renuncia a ella arbitrariamente por un supuesto amigo a cambio del menor ápice de amabilidad, y considera su propia vida muy indigna y despreciable. Es la consecuencia de cierta mentalidad que la cultura tradicional le enseña a la gente. Si observamos de qué forma pueden encorsetar los enunciados de conducta moral el pensamiento de la gente, no tienen nada de positivos, y si observamos cómo le cuestan arbitrariamente la vida a la gente, desde luego no tienen ningún efecto positivo ni beneficio para ella. Además, estas ideas desorientan y entumecen a las personas. Por vanidad y orgullo, y para no ser condenadas por la opinión pública, se ven obligadas a actuar según las exigencias de conducta moral. La gente ya está totalmente obligada, limitada y coartada por estos variados dichos e ideas de conducta moral, lo que no le deja otra opción. La humanidad está dispuesta a vivir coartada por los enunciados de conducta moral y no tiene libertad de elección con el único propósito de llevar una vida más respetable, quedar bien ante los demás, ser muy valorada y recibir comentarios favorables de otras personas, además de evitar ser objeto de murmuración y honrar a su familia. Si observamos estas ideas y perspectivas de la gente, así como estos fenómenos mediante los cuales se ve controlada por los enunciados de conducta moral, aunque hasta cierto punto dichos enunciados limitan y cohíben la conducta humana, en gran medida ocultan el hecho de que Satanás corrompe a la gente y esta tiene un carácter corrupto y una naturaleza satánica. Aprovechan la conducta externa para camuflar a la gente de modo que aparente llevar una vida respetable, culta, elegante, bondadosa, distinguida y honorable. Por tanto, los demás solamente pueden determinar qué clase de persona es —honorable o despreciable, buena o mala— por su conducta externa. En semejantes circunstancias, todo el mundo aprecia y juzga si alguien es bueno o malo en función de las diversas exigencias de conducta moral, pero nadie es capaz de descubrir, a través de la conducta moral superficial de la gente, su esencia corrupta, ni de ver con nitidez toda la insidia y malicia ocultas bajo el barniz de la conducta moral. De esta forma, la gente emplea la conducta moral a modo de manto para ocultar en mayor medida su esencia corrupta. Por ejemplo, una mujer es aparentemente virtuosa, amable, gentil y ética, y recibe el elogio y la admiración de su entorno. Se comporta correctamente, tiene buenos modales, es especialmente indulgente en su relación con los demás, no guarda rencor, es obediente a sus padres, se ocupa de su marido y cría a sus hijos, soporta las dificultades y es considerada un ejemplo para otras mujeres. No aparenta tener problemas, pero no se sabe qué ni cómo piensa en el fondo. Nunca comenta sus deseos y ambiciones ni se atreve a ello. ¿Por qué no se atreve? Porque quiere comportarse como una mujer virtuosa, amable, gentil y ética. Si se abre y muestra sinceramente su interior y su fealdad, no podrá ser una mujer virtuosa, amable, gentil y ética, e incluso la criticarán y despreciarán, por lo que únicamente puede ocultarse y fingir. Oculta tras esta conducta externa de ser virtuosa, amable, gentil y ética, la gente solo ve sus buenas acciones y la elogia, con lo que ella ha logrado su objetivo. Sin embargo, por mucho que disimule y engañe a los demás, ¿es realmente tan buena como la pintan? En absoluto. ¿Tiene un carácter corrupto en realidad? ¿Tiene la esencia de la corrupción? ¿Es taimada? ¿Arrogante? ¿Intransigente? ¿Perversa? (Sí). Sin duda, pero todo ello está oculto, esto es así. Algunos personajes históricos chinos son venerados como santos y sabios milenarios. ¿En qué se basa la gente para hacer esta afirmación? Son alabados como santos y sabios exclusivamente a tenor de documentos y leyendas limitados y no corroborados. El caso es que nadie sabe cuáles fueron exactamente sus actos y conductas subyacentes. ¿Ya comprendéis a fondo estos problemas? Algunos deberíais comprenderlos bastante a fondo porque habéis escuchado muchos sermones y apreciado de manera muy clara la esencia y la verdad de la corrupción humana. En la medida en que la gente comprenda algunas verdades, puede alcanzar una comprensión profunda de ciertas personas, circunstancias y cosas. Una mujer virtuosa, amable, gentil y ética, sin importar lo ejemplares que sean su conducta externa y su conducta moral ni lo bien que disimule y finja, ¿revela su carácter arrogante? (Sí). Por supuesto que sí. ¿Y tiene un carácter intransigente? (Sí). Cree que está en lo correcto y que es virtuosa, amable, gentil, ética y buena persona, lo que demuestra que es muy santurrona y, además, muy intransigente. Lo cierto es que en el fondo reconoce su verdadero yo y los defectos que tiene, pese a lo cual es capaz de pregonar sus virtudes. ¿Esto no es intransigencia? ¿No es arrogancia? Por otro lado, se proclama una persona virtuosa, amable, gentil y ética exclusivamente para dejar tras de sí una buena reputación y honrar a su familia. ¿No son absurdos y perversos semejantes pensamientos y propósitos? Recibe elogios de la gente y se gana una buena reputación, pero en el fondo oculta constantemente sus intenciones, sus pensamientos y las cosas vergonzosas que ha hecho, y no le habla de ellas a nadie. Tiene miedo de que, cuando la gente descubra cómo es, haga comentarios sobre ella, la juzgue y la rechace. ¿Qué carácter es este? ¿No es un carácter taimado? (Sí). Por consiguiente, por muy apropiada y respetable que sea su conducta externa o por muy honorable que sea su conducta moral, su carácter corrupto sí está presente, solo que los incrédulos que nunca han oído las palabras de Dios y no comprenden la verdad no lo perciben ni lo conocen. Quizá pueda engañar a los incrédulos, pero no a quienes creen en Dios y comprenden la verdad, ¿no es cierto? (Sí). Esto ocurre porque está sometida a la corrupción de Satanás y tiene un carácter y una esencia corruptos. Es así. Por muy ejemplar que sea su conducta moral o muy elevado el nivel que alcance, es innegable e inmutable que tiene un carácter corrupto. Una vez que la gente comprenda la verdad, sabrá discernir cómo es ella. No obstante, Satanás aprovecha estos dichos de conducta moral para desorientar a los seres humanos y, claro está, también para entumecer y encorsetar su pensamiento, con lo que creen equivocadamente que, si cumplen estas exigencias y normas de conducta moral, son buenas personas y van por la senda correcta. En realidad es todo lo contrario. Aunque algunas personas exhiban ciertas buenas conductas en consonancia con los dichos de conducta moral, no han emprendido la senda correcta en la vida. Más bien han emprendido la senda equivocada y viven en pecado. Han emprendido la senda de la hipocresía y caído en las redes de Satanás. Esto sucede porque el carácter y la esencia corruptos de los seres humanos no se transforman lo más mínimo por el mero hecho de que tengan alguna buena conducta moral. La conducta moral externa es puro oropel, nada más que para aparentar, y su auténtica naturaleza y su auténtico carácter se revelarán igualmente. Satanás se propone cohibir y controlar a la gente a través de su conducta y su apariencia externa, y hace que la gente disimule y finja mediante la buena conducta, mientras que, al mismo tiempo, aprovecha la buena conducta de la gente para ocultar el hecho de que ha corrompido a la humanidad y, por supuesto, para ocultar también el hecho de que la gente tiene un carácter corrupto. El objetivo de Satanás es, por un lado, someter a la gente al control de estos dichos de conducta moral para que haga más acciones buenas y menos malas y, desde luego, no haga nada en contra de la clase dirigente. Esto favorece aún más el dominio y control de la clase dirigente sobre la humanidad. Por otro lado, después de aceptar estos dichos de conducta moral como base teórica de su comportamiento y sus actos, los seres humanos tienden a alejarse de la verdad y de las cosas positivas y a resistirse a ellas. Naturalmente, les cuesta entender y comprender las palabras pronunciadas por Dios y las cosas positivas o verdades que Dios enseña a la gente, o puede que comiencen a albergar toda clase de resistencias y nociones respecto a ellas. Una vez que la gente tiene estas ideas de conducta moral, tiende a resultarle más difícil aceptar las palabras de Dios y la verdad y, obviamente, también le resulta más difícil comprender las actitudes corruptas y cambiarlas. Por tanto, los diversos dichos e ideas de conducta moral han impedido en gran medida que la gente acepte y comprenda las palabras de Dios y, por supuesto, también han repercutido en hasta qué punto la gente acepta la verdad. Satanás aplica el método de adoctrinar a las personas con los dichos de conducta moral para hacerles concebir todo tipo de ideas y opiniones incorrectas y negativas, de modo que contemplen a las personas y las cosas, se comporten y actúen según dichas ideas y opiniones. Cuando la gente adopta las ideas que subyacen a estos dichos de conducta moral como fundamento teórico y criterio de sus opiniones sobre las personas y las cosas y de sus conductas y actos, su carácter corrupto no solo no puede atenuarse ni transformarse, sino que, por el contrario, hasta cierto punto se agravará y su rebeldía y resistencia a Dios irán incluso a peor. Por ello, cuando Dios salva a la gente, cuando a esta se le proveen Sus palabras, el mayor obstáculo no es su carácter corrupto, sino la variedad de filosofías satánicas, dichos de conducta moral e ideas y opiniones satánicas que provienen de Satanás. Esto es consecuencia de la corrupción de la humanidad por parte de Satanás, y es también la repercusión negativa que los diversos enunciados de conducta moral tienen sobre los seres humanos corruptos. Este es el auténtico objetivo que Satanás quiere alcanzar predicando y defendiendo los enunciados de conducta moral.
En la última reunión hablamos, principalmente, de tres dichos de conducta moral: “la amabilidad de una gota de agua debe ser recompensada con un manantial”, “lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás” y “daría la vida por un amigo”. Hoy hablaremos de “que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza”. Este dicho de conducta moral también ha surgido entre la humanidad a partir de las ideas y opiniones de los seres humanos corruptos. Naturalmente, tiene su origen, para ser más precisos, en la corrupción y la desorientación de la humanidad por parte de Satanás. Tiene la misma repercusión y naturaleza que los enunciados de conducta moral de los que hemos hablado anteriormente, aunque con un enfoque distinto. Son unos enunciados igualmente atrevidos y pomposos, muy fervientes, exaltados y heroicos. Si la gente nunca hubiera oído las palabras de Dios y no comprendiera la verdad, estos enunciados le parecerían muy conmovedores y emocionantes. Tras oír estas palabras, se sentiría empoderada y apretaría los puños al instante. No podría quedarse quieta ni contener su excitación interior, y creería que de eso se tratan la cultura china y el espíritu de los dragones. ¿Todavía os sentís así vosotros ahora? (No). ¿Cómo os sentís ahora, después de oír estas palabras? (A mí me parece que estas palabras no son buenas ni positivas). ¿Por qué te sientes ahora distinto de antes? ¿Porque una vez que la gente se hace mayor y ha pasado por tanto sufrimiento pierde el descarado vigor juvenil? ¿O porque una vez que la gente ha llegado a comprender algunas verdades es capaz de discernir que esos dichos de conducta moral son demasiado huecos, irrealizables e inútiles? (Principalmente, porque estos dichos no concuerdan con la verdad y son poco prácticos). Efectivamente, estos dichos de conducta moral son demasiado huecos e irrealizables. Por eso, vamos a analizar y diseccionar lo que tiene de malo el enunciado de conducta moral “que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza” teniendo en cuenta los principios que hemos compartido anteriormente, a fin de exponer de forma concreta lo absurdo de este dicho y las astutas tramas de Satanás ocultas en él. ¿Sabéis cómo examinarlo minuciosamente? Decidme cuál es exactamente el significado de esta frase. (Estos son los tres criterios propuestos por Mencio para llegar a ser un hombre viril y varonil. La interpretación moderna es que la gloria y la riqueza no pueden alterar la determinación de uno, la pobreza y las circunstancias humildes no pueden cambiar su firme voluntad y la amenaza del poder y la violencia no pueden hacer que se someta). El dicho de conducta moral que citamos anteriormente, “la mujer debe ser virtuosa, amable, dulce y moral”, está dirigido a las mujeres, pero este otro, obviamente, está dirigido a los hombres. Ya se trate de una vida de gloria y riqueza, de circunstancias depauperadas o de enfrentarse al poder y a la violencia, en toda clase de ambientes se imponen exigencias a los hombres. ¿Cuántas exigencias se les imponen a los hombres en total? A los hombres se les exige una voluntad firme, una determinación inexorable e inflexibilidad ante el poder y la violencia. Pensad si estas exigencias que se plantean tienen en cuenta a la humanidad normal y los ambientes reales en que vive la gente. En pocas palabras, pensad si estas exigencias impuestas a los hombres son huecas e irrealizables. Las exigencias impuestas a la conducta moral de las mujeres por parte de la cultura tradicional son que la mujer debe ser virtuosa, amable, dulce y moral; “virtuosa” implica tener virtudes femeninas, “amable” implica ser bondadosa, “gentil” implica ser una dama y “ética” implica ser una persona ética y tener una buena conducta moral. Cada una de estas exigencias es muy moderada. Los hombres no necesitan ser virtuosos, amables, gentiles ni éticos, mientras que las mujeres no necesitan tener una voluntad firme y una determinación inexorable y pueden ceder siempre que se enfrenten al poder y a la violencia. Es decir, esta exigencia de conducta moral, “que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza”, da suficiente margen de maniobra a las mujeres, en tanto que es especialmente tolerante y considerada hacia ellas. ¿Qué significan esta tolerancia y esta consideración? ¿Pueden entenderse de otro modo? (Son una forma de discriminación). Yo también lo creo. La realidad es que en esto consiste discriminar a las mujeres, en creer que no tienen mucha fuerza de voluntad, que son cobardes, tímidas, y que basta con esperar de ellas que tengan hijos, que se ocupen de sus maridos y críen a los hijos, que se encarguen de las tareas domésticas y que no peleen con nadie ni chismorreen. Sería imposible exigirles que se labraran una carrera y tuvieran una voluntad firme, son incapaces de eso. Así pues, desde otra perspectiva, estas exigencias impuestas a las mujeres son francamente discriminatorias y degradantes. El dicho de conducta moral “que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza” está dirigido a los hombres. Exige que los hombres tengan una voluntad firme y una determinación irrefrenable, además de un espíritu viril y varonil que no ceda al poder ni a la violencia. ¿Es correcta esta exigencia? ¿Es razonable? Imponer estas exigencias a los hombres demuestra que la persona que propuso este dicho de conducta moral los tiene en muy alta estima, pues sus exigencias hacia los hombres son mayores que las que impone a las mujeres. Esto puede entenderse como que los hombres, en vista tanto de la esencia de su sexo como de su estatus social y sus instintos masculinos, deberían estar por encima de las mujeres. ¿Se formuló este enunciado de conducta moral desde esta perspectiva? (Sí). Evidentemente, es fruto de una sociedad en la que hombres y mujeres no son considerados iguales. En esta sociedad, los hombres siguen discriminando y degradando a las mujeres, limitando su ámbito de vida, ignorando el valor de su existencia, exagerando constantemente su propia valía, reforzando su propio estatus social y dejando que sus derechos prevalezcan sobre los de las mujeres. ¿Qué efectos y consecuencias tiene esto en la sociedad? Esta sociedad está regida y dominada por hombres. Es una sociedad patriarcal en la que las mujeres deben vivir bajo el liderazgo, la represión y el control de los hombres. Al mismo tiempo, los hombres pueden dedicarse a cualquier ámbito profesional, mientras que la gama de ocupaciones que pueden asumir las mujeres debe ser reducida y limitada. Los hombres deben disfrutar plenamente de todos los derechos en la sociedad, mientras que el alcance de los derechos de que disfrutan las mujeres es claramente limitado. Los trabajos que los hombres no quieren o no eligen, o que les supondrían discriminación, se les pueden dejar a las mujeres. Por ejemplo, a las mujeres se les reservan tareas de lavandería y cocina, trabajos del sector servicios y algunas ocupaciones con unos ingresos y un estatus social bastante bajos u objeto de discriminación. En otras palabras, los hombres pueden disfrutar plenamente de sus derechos como hombres en cuanto a elección de ocupación y estatus social y de los derechos especiales que la sociedad les otorga. En una sociedad así priman los hombres, mientras que las mujeres son tan de segunda clase que no tienen ningún margen de elección, ni siquiera derecho a elegir. Solo pueden esperar pasivamente a ser elegidas, y al final son marginadas y descartadas por esta sociedad. Por tanto, las exigencias que esta sociedad impone a las mujeres son relativamente moderadas, mientras que las exigencias a los hombres son relativamente estrictas y rígidas. Sin embargo, estén dirigidas a los hombres o a las mujeres, la motivación y el objetivo al proponer estas exigencias de conducta moral es que las personas sirvan mejor a la sociedad, a la nación, al país y, por supuesto, en definitiva, que sirvan a la clase dirigente y a los gobernantes. Del dicho “que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza” se deduce fácilmente que la persona que propuso esta exigencia de conducta moral tiene prejuicios contra los hombres. A ojos de esa persona, los hombres deben tener una voluntad firme, una determinación inexorable y un espíritu que no ceda al poder ni a la violencia. Con estas exigencias, ¿veis cuál era el objetivo de la persona que propuso este dicho? Que los hombres útiles y resueltos de esta sociedad fueran más capaces de servir a la sociedad, a la nación y al país y, en definitiva, a quienes están en el poder, y que aplicaran el valor y la función de los hombres en esta sociedad. Estos hombres son los únicos que pueden calificarse de viriles y varoniles. Si los hombres no cumplen estas exigencias, entonces, a ojos de dichos moralistas y gobernantes, no se les califica de varoniles y viriles, sino que únicamente se les puede calificar de personas mediocres y parias y se les discrimina. Es decir, si un hombre no tiene una voluntad firme, una determinación inexorable y un espíritu que no ceda ante el poder y la violencia como exigen ellos, sino que es una simple persona normal y gris sin logros, no puede vivir sino su propia vida, no puede aportar valor a la sociedad, a la nación y al país y no puede ser asignado a ningún puesto importante por los gobernantes, el país o la nación, entonces dicha persona no es aceptada ni valorada por la sociedad ni valorada por quienes están en el poder, y es considerada por los gobernantes o por estos moralistas una persona mediocre, un paria, y un degenerado entre los hombres, ¿no es así? (Sí). ¿Estáis de acuerdo con este dicho? ¿Es apropiado? ¿Es justo con los hombres? (No, es injusto). ¿Deben los hombres poner sus miras en el mundo entero, en el país y en grandes empeños para la nación? ¿No pueden ser hombres normales y obedientes? ¿No pueden llorar, tener mal de amores, albergar motivaciones egoístas en pequeñas cosas ni llevar una vida sencilla en compañía de sus seres queridos? ¿Deben tener el mundo en el punto de mira para que se les califique de varoniles y viriles? ¿Deben ser calificados de varoniles y viriles para ser considerados hombres? ¿La definición de hombre es ser varonil y viril? (No). Estas ideas son un insulto a los hombres, equivalen a un ataque personal hacia ellos. ¿Alguno de vosotros piensa lo mismo? (Sí). ¿Está bien que los hombres no tengan una voluntad firme? ¿Está bien que los hombres no tengan una determinación inexorable? Cuando los hombres se enfrentan al poder y la violencia, ¿está bien que cedan y se avengan a una solución para sobrevivir? (Sí). ¿Está bien también que los hombres no tengan lo que no tienen las mujeres? ¿Está bien que los hombres se den un respiro dejando de ser varoniles y viriles para ser simples hombres normales? (Sí). De ese modo, la gente se liberará, la senda para ser hombre se ensanchará y los hombres no estarán tan cansados en la vida, sino que podrán vivir con normalidad.
Aún hay bastantes países en los que ideas de la cultura tradicional como “que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza” limitan a los hombres. Estos países siguen siendo sociedades patriarcales en las que los hombres mandan, imperan desde la familia hasta la sociedad y el país en general, tienen prioridad en todos los ámbitos, se imponen en toda situación y tienen una sensación general de superioridad. A su vez, dichas sociedades, naciones y países exigen mucho a los hombres, lo que ejerce una gran presión sobre ellos y da lugar a muchas consecuencias adversas. Algunos hombres que pierden su empleo ni siquiera se atreven a contárselo a su familia. Día tras día se echan el maletín al hombro y fingen ir a trabajar, pero en realidad salen a deambular por la calle. A veces vuelven a casa a altas horas de la noche e incluso mienten a su familia diciendo que han hecho horas extra en la oficina. Al día siguiente, siguen fingiendo y salen otra vez a pasear por la calle. Estas ideas de la cultura tradicional, así como las responsabilidades sociales de los hombres y su posición en la sociedad, son fuente de presión, incluso de humillación, y, además, desvirtúan la humanidad de los hombres, con lo que muchos se sienten irritados, deprimidos y, a menudo, al borde de un ataque de nervios cada vez que son asediados por las dificultades. ¿Por qué? Porque piensan que son hombres, que los hombres deben ganar dinero para mantener a su familia, que deben cumplir con sus responsabilidades como hombres, que los hombres no deben llorar ni estar tristes y que no deben estar desempleados, sino ser pilares de la sociedad y columna vertebral de la familia. Así como los incrédulos dicen: “los hombres no lloran fácilmente”, un hombre no debe tener debilidades ni defectos. Estas ideas y opiniones surgen porque los moralistas encasillan equivocadamente a los hombres y engrandecen continuamente su estatus. Dichas ideas y opiniones no solo someten a los hombres a todo tipo de problemas, vejaciones y tormentos, sino que también se convierten para ellos en ataduras mentales, lo que hace que su posición, su situación y sus desafíos en la sociedad sean cada vez más incómodos. Conforme aumenta la presión sobre los hombres, también aumentan las repercusiones negativas de estas ideas y opiniones sobre ellos. Algunos hombres incluso se encasillan a sí mismos como grandes hombres por una mala interpretación de la posición del sexo masculino en la sociedad, pues creen que los hombres son grandes hombres y las mujeres, mujercitas, que por eso los hombres deben tomar la iniciativa en todo y ser los amos de la casa y que, cuando las cosas no funcionen, pueden ejercer la violencia doméstica contra las mujeres. Todos estos problemas guardan relación con la forma equivocada en que la humanidad encasilla al sexo masculino, ¿no es así? (Sí). Ya ves que, en la mayoría de los países del mundo, el estatus social de los hombres es superior al de las mujeres, especialmente en la familia. Los hombres no tienen más que ir a trabajar y ganar dinero, mientras que las mujeres hacen todas las tareas domésticas y no pueden discutir ni quejarse, ni se les puede ocurrir contárselo a los demás, por muy agotador o arduo que eso sea. ¿Cuán bajo es el estatus de la mujer? Por ejemplo, los hombres son los primeros en elegir el bocado más sabroso en la mesa, mientras que las mujeres van después, y en el libro de familia se señala al hombre como cabeza de familia y a la mujer como miembro de la familia. Solo con estas cuestiones triviales podemos ver la disparidad de estatus entre hombres y mujeres. La división del trabajo entre hombres y mujeres es distinta por las diferencias entre sexos, pero ¿no es injusto que sea tan enorme la disparidad de estatus entre hombres y mujeres en la familia? ¿No es fruto de la educación en la cultura tradicional? En la sociedad, no solo las mujeres piensan que los hombres son más distinguidos y nobles, sino que hasta los hombres piensan que son nobles y de alto rango en comparación con las mujeres, pues los hombres pueden generar más valor y poner sus capacidades más al servicio de la sociedad, de la nación y del país, mientras que las mujeres no. ¿Acaso no es una tergiversación de la realidad? ¿Cómo llegó a producirse? ¿Está directamente relacionada con la inculcación e influencia de la educación social y la cultura tradicional? (Sí). Está directamente relacionada con la educación de la cultura tradicional. Entre los seres humanos, sea en la sociedad real o en una nación o un país, surjan los problemas anómalos que surjan, todos ellos son resultados de algunas ideas incorrectas defendidas por un puñado de sociólogos o gobernantes, y guardan relación directa con las ideas incorrectas defendidas por los líderes de una sociedad, una nación o un país. Si las ideas y opiniones que defienden son más positivas y cercanas a la verdad, hay relativamente menos problemas entre los seres humanos; si las ideas que defienden están distorsionadas y tergiversan a la humanidad, suceden muchas cosas anómalas dentro de la sociedad, de un grupo étnico o de un país. Si los sociólogos defienden los derechos de los hombres, engrandecen el valor de estos y restan importancia al valor y dignidad de las mujeres, en esta sociedad, obviamente, hay una enorme disparidad de estatus social entre hombres y mujeres, acompañada de desigualdades diversas, como la desigualdad ocupacional y la de estatus y bienestar social, así como una enorme disparidad de estatus entre los sexos en la familia y una división del trabajo completamente distinta, todo lo cual es anómalo. La aparición de estos problemas anómalos está relacionada con la gente que defiende estas ideas y opiniones y ocasionada por los citados políticos y sociólogos. Si la humanidad tuviera desde el principio unos puntos de vista y unos dichos correctos acerca de estas cuestiones, se reducirían relativamente estos problemas anómalos en los diversos países o naciones.
A la luz de lo que acabamos de hablar, ¿cuál debería ser el punto de vista correcto a la hora de tratar a los hombres? ¿Qué tipo de conductas, humanidad, propósitos y estatus social deberían tener los hombres para ser normales? ¿Cómo deben abordar los hombres sus responsabilidades sociales? Aparte de las diferencias de género, ¿debería haber diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a responsabilidad y estatus sociales? (No). ¿Y cómo se debería tratar a los hombres de forma correcta, objetiva, humana y en consonancia con los principios-verdad? Esto es precisamente lo que debemos comprender ahora. Hablemos, pues, de cómo debería tratarse exactamente a los hombres. ¿Deben diferenciarse las responsabilidades sociales de hombres y mujeres? ¿Deben tener hombres y mujeres el mismo estatus social? ¿Es justo engrandecer en exceso el estatus de los hombres y restar importancia a las mujeres? (No, es injusto). Entonces, ¿cómo debe abordarse exactamente el estatus social de hombres y mujeres de forma justa y racional? ¿Cuál es el principio para ello? (Que hombres y mujeres son iguales y deben recibir un trato justo). El trato justo es el fundamento teórico, pero ¿cómo debe llevarse a la práctica de forma que refleje equidad y racionalidad? ¿No guarda esto relación con los problemas prácticos? En primer lugar, debemos determinar que el estatus de hombres y mujeres es igual, esto es indiscutible. Por tanto, la división social del trabajo entre hombres y mujeres también debe ser igualitaria, y debe contemplarse y organizarse en función de su aptitud y capacidad para el trabajo. Debe haber igualdad, sobre todo en lo que se refiere a los derechos humanos, por cuanto las mujeres también deben disfrutar de aquello de lo que pueden disfrutar los hombres para garantizar la igualdad de estatus entre hombres y mujeres en la sociedad. Quien sepa hacer el trabajo, o quien sea competente para ser líder, debe poder hacerlo sea hombre o mujer. ¿Qué te parece este principio? (Bien). Refleja la igualdad entre hombres y mujeres. Por ejemplo, si hay dos hombres y dos mujeres que solicitan un puesto de bombero, ¿a quién se debe contratar? El trato justo es el fundamento teórico y el principio. Entonces, para ser exactos, ¿cómo hay que proceder? Como acabo de decir, que haga el trabajo quien por capacidad y aptitud sirva para desempeñarlo. Basta con elegir de acuerdo con este principio comprobando cuál de estos candidatos está en buena forma física y no es torpe. La lucha contraincendios consiste en actuar con rapidez en una emergencia. Si eres demasiado torpe, lento y flojo, como una tortuga o una vaca vieja, demorarás las cosas. Tras determinar las características de cada candidato en cuanto a aptitud, habilidades, experiencia, grado de competencia en labores de extinción de incendios, etc., se llega a la conclusión de que hay un hombre y una mujer bastante adecuados: el hombre es alto y físicamente fuerte, tiene experiencia en extinción de incendios y ha participado en varias operaciones contraincendios y de rescate; la mujer es ágil, se ha sometido a un entrenamiento riguroso, tiene conocimientos de extinción de incendios y procedimientos de trabajo relacionados, tiene aptitud y se ha distinguido en otros trabajos y ha recibido premios. Así, al final ambos son elegidos. ¿Está bien eso? (Sí). Se denomina elegir lo mejor de lo mejor sin mostrar favoritismo por nadie. Al seleccionar a este tipo de personas, esto implica no tener en mente la regla de que deben ser hombres o mujeres: hombres y mujeres son iguales, y quien esté a la altura del trabajo sirve. Por consiguiente, a la hora de decidir si se selecciona a un hombre o a una mujer para algo, además del principio fundamental del trato justo, el principio concreto que hay que poner en práctica es que haga el trabajo quien sepa y sirva, sea hombre o mujer. Así ya no te dejarás cohibir ni obligar por la idea de que “los hombres son superiores a las mujeres”, y ninguna idea anticuada afectará a tu juicio ni a tu decisión sobre este asunto. Desde tu punto de vista, quienquiera que sirva para el trabajo debería poder hacerlo, sea hombre o mujer; ¿eso no es ser justo? Ante todo, al abordar un asunto no tienes prejuicios ni hacia hombres ni hacia mujeres. Crees que hay muchas mujeres sobresalientes y con talento y conoces a bastantes. Por ello, tu conocimiento te convence de que la capacidad de trabajo de las mujeres no es inferior a la de los hombres y de que el valor que las mujeres aportan a la sociedad no es inferior al de los hombres. Ya con este conocimiento y esta comprensión, juzgarás y decidirás acertadamente en función de este hecho en toda actuación futura. En pocas palabras, si no muestras favoritismo por nadie ni tienes prejuicios sexistas, tu humanidad será relativamente normal en este aspecto y sabrás actuar con justicia. Se disiparán las prohibiciones de la cultura tradicional en el sentido de que los hombres son considerados superiores a las mujeres, tu pensamiento dejará de estar encorsetado y ya no te verás influido por este aspecto de la cultura tradicional. En resumen, sean cuales sean las tendencias de pensamiento o las convenciones dominantes en la sociedad, ya las habrás trascendido, ya no te verás encorsetado e influido por ellas y podrás afrontar la realidad y la verdad. Todavía mejor, por supuesto, es que eres capaz de contemplar a las personas y las cosas, comportarte y actuar según las palabras de Dios y los principios-verdad, con lo que ideas y opiniones como “los hombres deben ser varoniles y viriles, mientras que las mujeres son tímidas” no existen para ti. Entonces, ¿son tus pensamientos y opiniones relativamente progresistas entre los seres humanos? (Sí). Esto es progreso, relativamente hablando. Sea hombre o mujer, mayor o joven, todo el mundo puede recibir un trato justo cuando acude a ti. Esto es, de hecho, edificar a la gente en vez de perjudicarla. Si sigues aferrado a los puntos de vista de la cultura tradicional y afirmas que “desde la Antigüedad, los hombres han tenido un estatus superior al de las mujeres, y en todos los ámbitos de la vida hay más hombres sobresalientes y con talento que mujeres. Por tanto, se puede afirmar que los hombres son más fuertes que las mujeres y que el valor de los hombres para la sociedad es mayor que el de las mujeres. Si su valor para la sociedad es mayor, ¿no debe ser superior su estatus social? Por este motivo, en esta sociedad, los hombres deben tener la última palabra y asumir la posición de dominio, mientras que las mujeres deben hacer caso a los hombres y dejarse mandar y gobernar por ellos”, entonces, esta mentalidad es excesivamente retrógrada y decadente y no se ajusta lo más mínimo a los principios-verdad. Si tienes unas ideas y opiniones como estas, solo sabes discriminar y reprimir a las mujeres, y las tendencias sociales te condenarán y marginarán. La igualdad entre hombres y mujeres es una perspectiva correcta que ya goza de reconocimiento universal y está en plena consonancia con las intenciones de Dios. Las personas deben ser tratadas con justicia, los hombres no deben ser reverenciados, las mujeres no deben ser menospreciadas y el valor de las mujeres no debe ser ignorado, como tampoco su capacidad y aptitud para el trabajo. Este es ya el consenso básico entre la población informada de todos los países. Si tus ideas dominantes siguen estando influidas por la cultura tradicional y continúas pensando que los hombres son distinguidos y las mujeres despreciables, en toda actuación, tu visión y tus decisiones estarán predispuestas hacia el sexo masculino y darás relativamente más oportunidades a los hombres. Pensarás que, aunque algunos hombres sean un poco menos competentes, siguen siendo más fuertes que las mujeres, y que las mujeres no pueden igualar ni lograr lo que los hombres. Si piensas así, tu punto de vista estará sesgado, y tu juicio y tus decisiones finales estarán, por tanto, sesgados por tu forma de pensar. Por ejemplo, en cuanto a la selección de bomberos que acabamos de comentar, le darás vueltas a la cabeza: “¿Las mujeres pueden trepar por una escalera? ¿Cuánto fuerza pueden ejercer las mujeres? ¿De qué sirve la agilidad en una mujer? Aunque se haya sometido a un entrenamiento riguroso, eso no sirve de nada”. Sin embargo, luego piensas en tratar a la gente de forma justa, por lo que finalmente seleccionas a dos hombres y a una mujer. Lo cierto es que, al elegir a una mujer en este caso, estás haciendo sin convicción un gesto simbólico para complacer a la mujer y salvaguardar su orgullo. ¿Qué te parece esta manera de hacer las cosas? No solo seleccionas así a las personas, sino que al asignar el trabajo adoptas un punto de vista que subestima a la mujer y terminas asignándole tareas serviles y fáciles. Sigues creyendo que tienes calidad humana y que cuidas de la mujer dándole un trato preferente y protegiéndola. La realidad es que, desde el punto de vista de la mujer, le has hecho un gran daño a su autoestima. ¿Por qué? Porque piensas que las mujeres son débiles y vulnerables, que las mujeres son tímidas y los hombres varoniles, por lo que hay que proteger a las mujeres. ¿Cómo surgieron estas ideas? ¿Son fruto de la influencia de la cultura tradicional? (Sí). Esa es la causa fundamental. Digas lo que digas sobre el trato justo hacia las personas, a tenor de tus actuaciones es innegable que sigues encadenado y encorsetado por esta idea de la cultura tradicional de que los hombres son superiores a las mujeres. De tus actuaciones se desprende claramente que no te has despojado de esta idea. ¿Es así? (Sí). Si quieres liberarte de estas cadenas, debes buscar la verdad, comprender plenamente la esencia de estas ideas de la cultura tradicional y no actuar bajo su influencia o su control. Debes abandonarlas y rebelarte contra ellas de una vez por todas, y dejar de contemplar a las personas y las cosas, de comportarte y de actuar según las ideas y opiniones de la cultura tradicional, y de juzgar y decidir en función de la cultura tradicional. En cambio, debes contemplar a las personas y las cosas, comportarte y actuar según las palabras de Dios y los principios-verdad. Así caminarás por la senda correcta y serás un auténtico ser creado al que Dios mirará con buenos ojos. Si no, seguirás siendo controlado por Satanás y viviendo bajo su poder, y no podrás vivir en las palabras de Dios. Esta es la realidad.
¿Ya comprendéis la esencia del dicho de conducta moral “que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza”? ¿Y comprendéis también el contexto social en que se enunció este dicho? (Sí). Para mejorar el estatus social de los hombres y concederles mayores derechos, es preciso imponerles mayores exigencias, fijar la imagen del hombre en la mente de la gente y conformarla como una imagen de hombría y virilidad. Es la imagen que transmite el dicho popular “que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza” del que la gente habla. Por un lado, lo que le dicen a la gente los moralistas que enunciaron este dicho de conducta moral es que los que viven de acuerdo con él son auténticos hombres varoniles; es decir, le están dando a la gente la definición de hombre. Por otro lado, defienden que los hombres deben opinar públicamente en sociedad, hacer gala de ser poco convencionales, afianzarse en su estatus social y ejercer su poder sobre la corriente social dominante. Esta mentalidad de que los hombres son superiores a las mujeres ha perdurado hasta la actualidad. Aunque algunos países o etnias han mejorado en este sentido, dicha mentalidad sigue ocupando una posición dominante en muchos otros países y naciones, donde todavía controla y domina las tendencias nacionales y sociales, la división del trabajo entre hombres y mujeres en la sociedad y, asimismo, su estatus y valor social, y ni siquiera a día de hoy ha cambiado mucho. En pocas palabras, en muchos países y naciones, las mujeres siguen siendo discriminadas y excluidas. Esto es muy lamentable, y la mayor desigualdad del mundo. Que las mujeres sean o no discriminadas y excluidas o, por el contrario, iguales a los hombres, es un claro indicador de si un país o nación es progresista o atrasado.
Acabamos de hablar de cómo se ha de considerar a los hombres y mujeres que Dios ha creado y de las opiniones correctas que se han de tener sobre ellos. Tanto el hombre como la mujer tienen una humanidad normal y una conciencia y una razón humanas normales; estas cosas las comparten hombres y mujeres. Salvo por las diferencias entre los sexos, hombres y mujeres son, en esencia, iguales en cuanto a mentalidad, instintos, respuesta a diversos asuntos, aptitud, capacidad y otros aspectos. No puede afirmarse que sean exactamente iguales, pero en esencia son más o menos parecidos. Sus hábitos y normas de vida, así como sus ideas, puntos de vista y actitudes hacia la sociedad, las tendencias mundanas, la gente, los acontecimientos, las cosas y todas las creaciones de Dios, además de sus respuestas a ciertos asuntos particulares, incluidas sus respuestas físicas y mentales, son idénticos. ¿Por qué son idénticos? Porque tanto hombres como mujeres fueron creados por el único Creador y de Él provienen su aliento de vida, su libre albedrío, las diversas actividades que pueden acometer, sus rutinas de vida, etc. A la luz de estos fenómenos, no hay diferencias entre hombres y mujeres, salvo las diferencias entre los sexos y en algunas cosas o competencias profesionales en que destacan. Por ejemplo, muchos trabajos que pueden hacer los hombres también los pueden hacer las mujeres. Hay mujeres científicas, pilotos y astronautas, y también presidentas y funcionarias, lo que demuestra que los trabajos que pueden hacer hombres y mujeres son más o menos los mismos pese a las diferencias entre los sexos. En cuanto a resistencia física y expresión de emociones, hombres y mujeres son más o menos iguales. Cuando a una mujer se le muere un pariente, llora hasta casi morir de dolor, en un duelo lacerante; cuando a un hombre se le mueren los padres o la pareja, también él gime tan alto que tiembla la tierra; cuando las mujeres se enfrentan al divorcio, se sienten abatidas, deprimidas y tristes, y hasta puede que se suiciden, mientras que los hombres también se deprimen si su mujer los abandona, y algunos incluso lloran a escondidas bajo las sábanas. Como son hombres, no se atreven a quejarse de este sufrimiento delante de los demás y deben fingir de puertas afuera que son fuertes, pero, cuando no hay nadie cerca, lloran como una persona normal. Cuando ocurren ciertas cosas concretas, tanto hombres como mujeres se emocionan como es de esperar, sea llorando o riendo. Por otra parte, entre el personal que desempeña diversos deberes y trabajos en la casa de Dios, las mujeres tienen oportunidades de ser ascendidas, formadas y asignadas a puestos importantes, mientras que los hombres también tienen las mismas oportunidades de ser ascendidos, formados y asignados a puestos importantes: las oportunidades son las mismas e iguales. Las diversas corrupciones reveladas por las mujeres en la vida cotidiana y en el cumplimiento de sus deberes no difieren de las reveladas por los hombres. Incluso entre las mujeres hay personas malvadas y anticristos que perturban y trastornan la obra de la iglesia; ¿no sucede lo mismo con los hombres? Esto se produce porque las actitudes corruptas de las personas son las mismas. Si se trata personas malvadas que hacen el mal, trastornan y perturban la obra de la iglesia e intentan fundar un reino independiente, entonces, cuando se les echa, ¿se hace alguna distinción entre hombres y mujeres? No, se echa a todos de igual modo. ¿Creéis que entre ellos hay más hombres que mujeres? Hay más o menos los mismos de cada sexo. Debe echarse a todos aquellos que hagan el mal, trastornen, perturben y sean considerados anticristos y personas malvadas, sean hombres o mujeres. Algunas personas señalan: “Las mujeres no pueden hacer cosas que trastornen y perturben. Menuda vergüenza si las mujeres hicieran cosas así; ¡las mujeres deben preocuparse más por preservar su dignidad! ¿Cómo unas mujercitas iban a cometer unas maldades tan grandes? No pueden, habría que darles la oportunidad de arrepentirse. Los hombres son osados, han nacido para hacer cosas malas, han nacido para ser anticristos y malhechores. Aunque solo cometan una pequeña maldad, y aunque no tengamos claras las circunstancias, deben ser expulsados igualmente”. ¿Hace esto la casa de Dios? (No). La casa de Dios no hace esto. La casa de Dios expulsa a las personas según los principios. No distingue entre hombres y mujeres y no se preocupa por preservar la dignidad de las mujeres ni la de los hombres, sino que los trata con justicia. Si eres un hombre que ha hecho el mal y cumples los principios para que te echen y seas expulsado, la casa de Dios te apartará de acuerdo con ellos; si eres una mujer que ha trastornado y perturbado y una persona malvada o un anticristo, también te echarán y serás expulsada y no te librarás solo por ser mujer y porque llores o derrames una lágrima. La casa de Dios debe abordar las cosas según los principios. Las creyentes buscan bendiciones y tienen el deseo y la intención de ser bendecidas. ¿Y los hombres también los tienen? Sí, de la misma manera; los hombres no tienen menos ambición y deseo de bendiciones que las mujeres. ¿Qué resistencia a Dios es más grave, la de los hombres o la de las mujeres? Todo es lo mismo. Hay quienes dirán: “Por fin comprendo la verdad: ¡hombres y mujeres son igual de corruptos! Creía que los hombres eran varoniles y viriles, que debían comportarse como caballeros y hacer todo con justicia, honor y franqueza, a diferencia de las mujeres, muchas de las cuales son estrechas de miras, se preocupan sin cesar por asuntos triviales, chismorrean constantemente a espaldas de los demás y no actúan con franqueza. Pero no había tenido en cuenta que más de una mala persona es hombre y que las cosas malas que hacen ellos son aún más grandes y numerosas”. Ahora entiendes estas cuestiones. En resumen, sea hombre o mujer, todo el mundo tiene el mismo carácter corrupto, únicamente difiere la humanidad de la persona: esta es la única forma justa de contemplar a hombres y mujeres. ¿Hay sesgos en este punto de vista? (No). ¿Está influido por la idea de que los hombres son superiores a las mujeres? (No). No está influido por estas cosas en absoluto. Para determinar si una persona es buena o mala no hay que fijarse primero en si es hombre o mujer, sino en su humanidad, y luego juzgar su esencia en función de las manifestaciones de su carácter corrupto en todos sus aspectos; así se contempla acertadamente a las personas.
Si se observa desde el punto de vista de los fenómenos de los que hemos hablado antes, aparte de las diferencias entre los sexos, no hay diferencia alguna entre hombres y mujeres, ni en la manifestación de sus instintos, ni en la revelación de sus diversas actitudes corruptas ni en su esencia-naturaleza. En lo que se refiere a la esencia corpórea de las personas y a su carácter, así como al instinto, la fuerza de voluntad y el libre albedrío de los que Dios les dotó cuando las creó, no hay diferencia entre ellas. Por tanto, cuando las personas contemplen a los hombres y las mujeres, no deben hacerlo en función de su apariencia, y mucho menos de las ideas de la cultura tradicional que este mundo le enseña a la gente, sino en función de las palabras de Dios. ¿Por qué hay que contemplarlos en función de las palabras de Dios? ¿Por qué no contemplarlos en función de las ideas y opiniones de la cultura tradicional? Hay quien alega: “A lo largo de toda la historia de la humanidad se han hecho numerosas afirmaciones y se ha escrito mucho sobre ellas en los libros. ¿Ninguno de los dichos y opiniones de la humanidad es correcto? ¿No hay nada de verdad en ellos?”. ¿Qué tienen de absurdas estas palabras? A los seres humanos se les considera seres creados, Satanás los ha corrompido durante milenios y rebosan actitudes satánicas, que es lo que provoca tantas tinieblas y tanta maldad en la sociedad humana. Nadie tiene claro el origen, ni es capaz de discernir cómo es Satanás ni puede conocer realmente a Dios. Por ello, los puntos de vista de la humanidad corrupta no concuerdan con la verdad y solo el Creador conoce todo esto. Este es un hecho verdadero. La verdad solamente puede alcanzarse a partir de las palabras de Dios, mientras que la cultura del mundo humano es fruto de la corrupción de Satanás. La gente nunca ha experimentado la obra de Dios y nadie puede conocer a Dios, por lo que es imposible elaborar la verdad en la cultura tradicional de la humanidad, pues toda verdad viene de Dios y es expresada por Cristo. Corrompidos por Satanás, todos los seres humanos tienen una naturaleza y un carácter satánicos. Todos idolatran a famosos y a grandes figuras y siguen a Satanás. Los seres humanos tienen sus propias motivaciones y objetivos ocultos a la hora de contemplar o definir algunas cosas. Sin importar a quién sirvan estas motivaciones y estos objetivos ni cuál sea el propósito pretendido, todos se rigen por un carácter corrupto. Por consiguiente, las cosas definidas por los seres humanos corruptos y los pensamientos que defienden deben de estar influidos por las astutas tramas de Satanás. Esto, por un lado. Por otro, desde un punto de vista objetivo, por muy capaces que sean los seres humanos, nadie comprende el funcionamiento, los instintos y la esencia de los seres humanos creados. Como los seres humanos no son creación de ninguna persona, ni de ningún personaje presuntamente importante, ni de los reyes de los diablos, ni de Satanás ni de los espíritus malignos, no comprenden en absoluto los instintos, el funcionamiento y la esencia de las personas. ¿Y quién conoce mejor los instintos, el funcionamiento y la esencia de las personas? El Creador es quien mejor los conoce. Aquel que creó a los seres humanos es quien mejor conoce su funcionamiento, sus instintos y su esencia y, por supuesto, el más cualificado para definir a los seres humanos y determinar el valor, la identidad y la esencia de hombres y mujeres. ¿No es este un hecho objetivo? (Sí). Aquello que Dios utiliza para crear a los seres humanos, los instintos que les da a las personas cuando las crea, el funcionamiento y las leyes de su cuerpo, aquello para lo cual son aptas o no, incluso la duración de su vida, todo esto lo predestina Dios. Dios es quien mejor comprende a los seres humanos que crea y nadie más comprende mejor a la humanidad creada, ¿no es así? (Sí). Por tanto, Dios es el más cualificado para definir a los seres humanos y determinar la identidad, el estatus, el valor y la función de los hombres o las mujeres, así como la senda correcta que debe seguir la gente. Dios sabe mejor que nadie lo que necesitan los seres humanos que ha creado, lo que pueden lograr y lo que está dentro de sus capacidades. Desde otra perspectiva, lo que más necesitan los seres humanos creados son las palabras pronunciadas por el Creador. Dios es el único que puede guiar, proveer y pastorear personalmente a los seres humanos. Todos los enunciados de la humanidad corrupta que no provienen de Dios desorientan, especialmente los de la cultura tradicional, que inducen a error, entumecen y encorsetan a las personas y, naturalmente, sirven de medio de restricción y control. Por otro lado, Dios creó a los seres humanos y Su mayor preocupación por ellos es si son capaces de ir por la senda correcta en la vida. En cambio, las sociedades, las naciones y los países solo tienen en cuenta los intereses de la clase dirigente y la estabilidad del régimen político sin preocuparse por la vida de las clases más bajas. En consecuencia, esto provoca que se produzcan actos radicales y caóticos. No guían al pueblo por la senda correcta para que pueda llevar una vida valiosa y lúcida y someterse a la soberanía y las disposiciones de Dios, sino que quieren explotarlo al servicio de su gobierno, de su carrera profesional y de sus ambiciones y deseos. Sean cuales sean las afirmaciones, ideas y opiniones que propongan, el objetivo de todo esto es desorientar al pueblo, encorsetar su pensamiento y controlar a la humanidad para que el pueblo les sirva y les sea leal. No piensan en el futuro ni en el porvenir de la humanidad, ni en cómo pueden sobrevivir mejor los seres humanos. Sin embargo, lo que Dios hace es completamente distinto, en tanto que lo hace según Su plan. Tras crear a los seres humanos, los guía hacia la comprensión de más verdades y principios de conducta y les hace ver de forma clara los hechos de la corrupción de la humanidad a manos de Satanás. Sobre esta base, según estos principios-verdad que Dios enseña a las personas y aplica para amonestarlas, la gente puede emprender la senda correcta en la vida.
Estas regulaciones y convenciones sobre la conducta moral en la cultura tradicional son muy amplias e influyen en la mentalidad de la gente desde todas las vertientes, con lo que desorientan y encorsetan su mentalidad. Lo que hemos compartido hoy son algunos dichos y puntos de vista distorsionados de la cultura tradicional sobre los sexos que han influido significativamente en las ideas correctas de la gente sobre los sexos y, además, han sometido a hombres y mujeres a numerosos grilletes, ataduras, limitaciones, actos discriminatorios y similares. Todas estas son realidades que la gente puede ver y, asimismo, efectos y consecuencias de la cultura tradicional sobre las personas.
14 de mayo de 2022
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