Qué significa perseguir la verdad (12) Parte 1

¿Sobre qué hablé en la última reunión? ¿Nos lo puede decir alguien? (La última vez, Dios habló sobre dos aspectos. Por un lado, que, cuando tienen lugar ciertos sucesos concretos en la iglesia en distintas épocas o etapas —por ejemplo, cuando algunas personas son detenidas por el gran dragón rojo, algunos líderes y obreros son relevados, otras personas enferman y algunas afrontan asuntos de vida o muerte—, estos sucesos no ocurren por casualidad y hemos de buscar la verdad al respecto. Dios también comunicó algunas sendas de práctica. Al enfrentarnos a estas circunstancias, debemos atenernos a dos cosas: la primera, asumir el lugar apropiado de un ser creado; la segunda, tener un corazón sincero y sumiso: tanto si nos enfrentamos al juicio y castigo, a las pruebas y la refinación o a la gracia y las bendiciones, debemos aceptar todas estas cosas de parte de Dios. Además, la enseñanza de Dios diseccionó un dicho de conducta moral de la cultura tradicional: “que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza”). El tema principal de la última enseñanza también fueron los problemas de los dichos sobre la conducta moral. Llevo mucho tiempo hablando sobre este tema, exponiendo dichos, exigencias y definiciones comunes de conducta moral en la cultura tradicional. Tras haber hablado sobre estos temas, ¿tenéis nuevas interpretaciones y definiciones de estos dichos sobre la conducta moral? ¿Habéis discernido estos enunciados como lo que son y tenéis clara su esencia? ¿Podéis dejar atrás estas cosas desde lo más hondo del corazón, abandonarlas y dejar de confundirlas con la verdad, de considerarlas positivas, de perseguirlas como verdades y de acatarlas? Especialmente cuando te encuentras en la vida diaria con asuntos relacionados con dichos sobre la conducta moral, ¿eres consciente de ello y eres capaz de reflexionar detenidamente sobre si todavía estás influido por ellos? ¿Te ves obligado, encadenado y controlado por estas cosas? En tu interior, ¿continúas aplicando los dichos sobre la conducta moral para limitarte a ti mismo e influir en tu discurso y comportamiento, así como en tu actitud hacia las cosas? Compartid vuestras opiniones. (Antes de que Dios hablase sobre la cultura tradicional y la diseccionase, no era consciente de que estas ideas y puntos de vista sobre la conducta moral eran un error, ni del daño que me harían, pero ya he cobrado cierta conciencia). Es bueno que tengas cierta conciencia. Por supuesto, con el tiempo deberías saber reconocer los errores de estos dichos sobre la conducta moral. Desde un punto de vista subjetivo, también deberías ser capaz de renunciar a ellos y de dejar de considerarlos cosas positivas. Sin embargo, desde un punto de vista objetivo, todavía es preciso que percibas, descubras y disciernas minuciosamente esos dichos sobre la conducta moral en la vida diaria para que no te dejes engañar por ellos y los rechaces. Ser consciente desde un punto de vista subjetivo no significa que puedas renunciar a estas ideas y puntos de vista equivocados de la cultura tradicional en la vida diaria. Cuando te topes con esas cosas, puede que de repente estos dichos te parezcan razonables y no puedas rechazarlos por completo. En tales casos, debes buscar la verdad en tus vivencias, diseccionar detenidamente estas opiniones equivocadas de la cultura tradicional según las palabras de Dios y llegar a un punto en que tengas claro que la esencia de esos dichos de la cultura tradicional es contraria a la verdad, irreal, desorientadora y perjudicial para las personas. Este es el único modo de que se purgue de una vez por todas la ponzoña de estas opiniones absurdas de tu interior. Ya habéis descubierto los defectos de los diversos dichos de la cultura tradicional en cuanto a doctrina, y esto es bueno, pero es solo el principio. En cuanto a si es posible erradicar totalmente en un futuro la influencia tóxica de la cultura tradicional, eso depende de cómo persiga la gente la verdad.

Cualquier dicho sobre la conducta moral es una especie de punto de vista ideológico sobre la conducta moral defendido por el género humano. Anteriormente revelamos la esencia de bastantes dichos sobre la conducta moral, pero, además de los aspectos sobre los que ya hablamos, sin duda aún quedan otros dichos sobre la conducta moral por revelar para alcanzar una comprensión y un discernimiento más profundos del sinfín de ellos que defienden los seres humanos. Debéis hacerlo. En cuanto al dicho de conducta moral “que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza”, sobre el que hablamos la última vez, a juzgar por el significado de esta frase, está dirigida principalmente a los hombres. Es una exigencia a los hombres, y también un criterio de lo que el género humano denomina “hombres viriles y varoniles”. Expusimos y diseccionamos este criterio relativo a los hombres. Aparte de esta exigencia a los hombres, también está el dicho “la mujer debe ser virtuosa, amable, dulce y moral”, del que ya hablamos y que se planteó con respecto a las mujeres. De ambos dichos se desprende claramente que la cultura tradicional del género humano no solo plantea a las mujeres unas exigencias irreales e inhumanas que no concuerdan con la naturaleza humana, sino que tampoco libra de eso a los hombres, pues con respecto a ellos promueve unas afirmaciones y exigencias inmorales, inhumanas y contrarias a la naturaleza humana, con lo que no solo priva de derechos humanos a las mujeres, sino también a los hombres. Desde este punto de vista, parece justo ser imparcial no poniéndoselo fácil a las mujeres ni librando a los hombres. Ahora bien, a juzgar por las exigencias y los criterios de la cultura tradicional hacia hombres y mujeres, está claro que este planteamiento presenta graves problemas. Aunque, por un lado, la cultura tradicional propone unos criterios de conducta moral para las mujeres y, por otro, también para los hombres viriles y varoniles, a juzgar por estas exigencias y estos criterios, hay una clara falta de equidad. ¿No cabe afirmar eso? (Sí). Estas exigencias y estos criterios de conducta moral para las mujeres restringen drásticamente su libertad, poniendo cadenas no solo a sus pensamientos, sino también a sus pies, al exigirles que se queden en casa y vivan aisladas sin salir nunca y teniendo un contacto mínimo con el mundo exterior. Además de amonestar a las mujeres para que sean virtuosas, amables, dulces y morales, llegan a imponer estrictas regulaciones en sus ámbitos de actuación y su vida, exigiéndoles que no aparezcan en público, que no vayan muy lejos, que no lleven a cabo profesión alguna y que ni mucho menos tengan grandes ambiciones, deseos e ideales, hasta el punto de plantear una afirmación más inhumana: que la virtud de una mujer sea ser inexperta. ¿Cómo os sentís al oírlo? ¿Es en realidad cierta esta afirmación de que “la virtud de una mujer es ser inexperta”? ¿Cómo puede ser virtud en una mujer el hecho de ser inexperta? ¿Qué significa exactamente el término “virtud”? ¿Carecer de virtud o ser virtuosa? Si se considera que todas las mujeres inexpertas son virtuosas, ¿todas las mujeres competentes carecen de virtud y no tienen moral? ¿Es esto un juicio y una condena a las mujeres competentes? ¿Es una grave privación de derechos humanos a las mujeres? ¿Un insulto a la dignidad de la mujer? (Sí). No solo ignora la existencia de las mujeres, sino que además la desprecia, lo cual es injusto para ellas e inmoral. Entonces, ¿qué opináis del dicho “la virtud de una mujer es ser inexperta”? ¿Es inhumano? (Sí). ¿Cómo debe interpretarse el término “inhumano”? ¿Falto de virtud? (Sí). Es una grave falta de virtud. Parafraseando un dicho chino, le faltan ocho vidas de virtud. ¡Este tipo de afirmación es claramente inhumana! Las personas que pregonan la afirmación de que “la virtud de una mujer es ser inexperta” albergan motivaciones y propósitos ocultos: no quieren que las mujeres sean competentes, ni que participen en el trabajo de la sociedad, ni que estén en la misma posición que los hombres. Solamente quieren que las mujeres sean instrumentos al servicio de los hombres, sirviéndolos dócilmente en casa y sin hacer nada más: creen que eso es lo que significa “virtuosa”. Anhelan definir a las mujeres como inútiles y negarles su valor, convirtiéndolas en meras esclavas de los hombres y haciendo que los sirvan por siempre, sin permitirles nunca estar en la misma posición que ellos y disfrutar de un trato igualitario. ¿Este punto de vista proviene del pensamiento humano normal, o de Satanás? (De Satanás). Exacto, debe de provenir de Satanás. Sean cuales sean las debilidades instintivas o físicas de las mujeres, nada de esto es un problema ni debe convertirse en excusa o motivo para que los hombres calumnien a las mujeres, insulten su dignidad y las priven de su libertad o de derechos humanos. A ojos de Dios, estas debilidades y vulnerabilidades innatas que la gente asocia a las mujeres no son un problema. ¿Y por qué? Porque, como las mujeres fueron creadas por Dios, estas cosas que la gente considera debilidades y problemas vienen precisamente de Él. Él los creó y predestinó y en realidad no son defectos ni problemas. Estas cosas, que parecen debilidades y defectos a ojos de los seres humanos y de Satanás, son en esencia naturales y positivas, y además se ajustan a las leyes naturales formuladas por Dios cuando creó al género humano. Satanás es el único que puede denigrar así a los seres vivos creados por Dios, considerando las cosas que no se ajustan a las nociones humanas como defectos, debilidades y problemas relacionados con deficiencias instintivas, haciendo un drama de ellas y utilizándolas para calumniar, burlarse, denigrar y excluir a las personas, así como para privar a las mujeres del derecho a existir, del derecho a cumplir con sus responsabilidades y obligaciones entre el género humano y del derecho a mostrar ante este sus habilidades y talentos especiales. Por ejemplo, términos como “nenaza” o “afeminada” suelen emplearse en la sociedad para describir a las mujeres y devaluarlas como unas inútiles. ¿Qué otros términos hay? “Mujercita”, “guapa tonta”, “tonta pechugona”, etc., son términos que insultan a las mujeres. Como puedes deducir, todos estos términos se emplean para insultar a las mujeres refiriéndose a sus rasgos distintivos o son apelativos asociados al sexo femenino. Está claro que la sociedad y la especie humana contemplan a las mujeres desde una perspectiva completamente distinta a la de los hombres, que también es desigualitaria. ¿No es injusto? Esto no es hablar o contemplar las cosas desde una base de igualdad entre hombres y mujeres, sino mirar a las mujeres con desprecio desde una perspectiva de supremacía masculina y de total desigualdad entre hombres y mujeres. Por consiguiente, tanto en la sociedad como entre los seres humanos han surgido muchos términos que aluden a rasgos femeninos distintivos, así como apelativos destinados a las mujeres, para calificar diversos problemas relativos a las personas, los acontecimientos y las cosas. Por ejemplo, la gente utiliza las palabras u expresiones “nenaza”, “afeminada”, “mujercita”, y también “guapa tonta” y “tonta pechugona”, que acabamos de mencionar, no solo para calificar a las mujeres y ponerlas en el punto de mira, sino también para burlarse, degradar y dejar en evidencia a personas, acontecimientos y cosas que desprecia con términos asociados a los rasgos femeninos y al género femenino. Es como cuando se califica a alguien de falto de humanidad: se podría decir que esa persona tiene corazón de lobo y pulmones de perro, porque la gente piensa que ni el corazón de un lobo ni los pulmones de un perro son cosas agradables, así que junta ambas cosas para calificar lo vil que es alguien que ha perdido la humanidad. Del mismo modo, como los seres humanos desprecian a las mujeres y obvian su existencia, emplean términos asociados a ellas para calificar a personas, acontecimientos y cosas a las que desprecian. Es obvio que se trata de una denigración del sexo femenino, ¿no es así? (Sí). En cualquier caso, la forma en que la especie humana y la sociedad consideran y definen a la mujer es injusta y contraria a la realidad. En resumen, la actitud del género humano hacia la mujer puede calificarse con dos palabras: “denigrante” y “represiva”. A las mujeres no se les permite ponerse a hacer cosas ni cumplir con ninguna obligación o responsabilidad sociales, ni mucho menos desempeñar ningún papel en la sociedad. En suma, a las mujeres no se les permite salir de casa a participar en ningún trabajo en la sociedad, lo que supone privarlas de sus derechos. A las mujeres no se les permite imaginar, hablar, ni mucho menos actuar libremente, ni hacer nada de lo que deberían estar haciendo. ¿Esto no es perseguir a las mujeres? (Sí). La persecución de la mujer por parte de la cultura tradicional se evidencia en las exigencias de conducta moral que se le imponen. Si observamos las diversas exigencias que la familia, la sociedad y la comunidad imponen a las mujeres, la persecución de la mujer comenzó oficialmente cuando se formaron las primeras comunidades y la gente creó claras divisiones por géneros. ¿Cuándo alcanzó su apogeo? La persecución de la mujer alcanzó su apogeo tras la aparición gradual de diversos dichos y exigencias sobre la conducta moral en la cultura tradicional. Dado que existen normas escritas y dichos explícitos en la sociedad, estos han moldeado la opinión pública y también formado una especie de fuerza. Esta opinión pública y esta fuerza ya se han convertido en una especie de jaula y de grilletes inexorables para las mujeres, que únicamente pueden aceptar su destino porque, al vivir entre los seres humanos y en distintas épocas de la sociedad, solo pueden soportar la injusticia y padecer insultos, rebajarse y hacerse esclavas de la sociedad e incluso de los hombres. Hasta el día de hoy, esas antiguas ideas y dichos promovidos acerca de la conducta moral siguen influyendo profundamente en la sociedad humana moderna, incluidos los hombres y, por supuesto, las mujeres. Las mujeres, inconscientemente y sin saberlo, utilizan estos dichos sobre la conducta moral y las opiniones de la sociedad en general para limitarse a sí mismas, y por supuesto también luchan inconscientemente por liberarse de estos grilletes y jaulas. Sin embargo, como las personas no tienen resistencia alguna a esta poderosa fuerza de la opinión pública en la sociedad —o, para ser más precisos, como los seres humanos no tienen clara la esencia de los diversos dichos de la cultura tradicional y se dejan engañar por ellos—, no pueden liberarse y salir de estos grilletes y jaulas, aunque anhelen hacerlo. A nivel subjetivo, esto pasa porque la gente no tiene claros estos problemas; a nivel objetivo, porque la gente no comprende ni la verdad, ni el sentido concreto de que el Creador creara a la gente, ni por qué creó los instintos masculino y femenino. Por consiguiente, tanto hombres como mujeres viven y subsisten dentro de este amplio marco de moralidad social y, por más que luchen en este vasto entorno social, siguen sin poder librarse de las cadenas de los dichos sobre la conducta moral de la cultura tradicional, unos dichos que se han convertido en grilletes invisibles en la mente de toda persona.

Esos dichos de la cultura tradicional que persiguen a las mujeres son como grilletes invisibles, no solo para ellas, sino, por supuesto, también para los hombres. ¿Por qué lo digo? Porque, al haber nacido entre los seres humanos, y como miembros igualmente importantes de esta sociedad, a su vez a los hombres se les inculcan estas culturas tradicionales de moralidad y se ven influidos por ellas. Estas cosas, además, están hondamente arraigadas en la mente de todo hombre, y todos se ven inconscientemente influidos por la cultura tradicional y encadenados a ella. Por ejemplo, también los hombres creen firmemente en palabras y expresiones como “nenaza”, “la virtud de una mujer es ser inexperta”, “la mujer debe ser virtuosa, amable, dulce y moral” y “la mujer debe ser casta”, pues están tan profundamente confinados como las mujeres por estos elementos de la cultura tradicional. Por un lado, estos dichos que persiguen a las mujeres son de gran utilidad y ayuda para mejorar el estatus de los hombres, de lo que se desprende que, en la sociedad, los hombres reciben mucha ayuda de la opinión pública en este sentido. Por consiguiente, aceptan de buen grado estas opiniones y expresiones que persiguen a las mujeres. Por otro lado, los hombres también se dejan desorientar e influir por estos elementos de la cultura tradicional de la moralidad, por lo que también cabe afirmar que los hombres son, además de las mujeres, las otras víctimas de la marea de la cultura tradicional. Hay quienes preguntan: “Si la sociedad en general defiende la supremacía de los derechos del hombre, ¿por qué cabe afirmar que los hombres también son víctimas?”. Esto debe contemplarse desde la perspectiva de que el género humano se ve tentado, desencaminado, desorientado, entorpecido y confinado por la cultura tradicional de la moralidad. Las mujeres se ven profundamente perjudicadas por las ideas sobre moralidad de la cultura tradicional y de igual modo los hombres también se han dejado desorientar en profundidad y han sufrido mucho. ¿Qué significa “desorientar” en otro sentido? Significa que la gente no tiene un punto de vista correcto desde el que evaluar a los hombres y definir a las mujeres. Independientemente de la perspectiva desde la que se observen estas cosas, todo se basa en la cultura tradicional, no en las verdades expresadas por Dios, ni en las diversas normas y leyes formuladas por Dios para el género humano, ni en las cosas positivas que Él le ha revelado a este. Desde este punto de vista, los hombres también son víctimas tentadas, desencaminadas, desorientadas, entorpecidas y confinadas por la cultura tradicional. Por tanto, los hombres no deben considerar a las mujeres abyectamente patéticas solo porque ellas no tengan estatus en esta sociedad, ni deben estar satisfechos solo porque su estatus social sea superior al de las mujeres. No te alegres demasiado pronto; en realidad, los hombres también son muy patéticos. Si los comparas con las mujeres, son igual de patéticos. ¿Por qué afirmo que todos son igual de patéticos? Echemos otro vistazo a la definición y evaluación que la sociedad y el género humano hacen de los hombres, y a algunas de las responsabilidades que se les asignan. A la luz de lo que el género humano exige a los hombres, sobre lo que hablamos la última vez, “que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza”, el objetivo último de dicha exigencia es definir a los hombres como varoniles y viriles, lo cual es una designación estándar para ellos. Una vez que se carga a un hombre con esta designación de “viril y varonil”, está obligado a estar a la altura de la denominación y, si quiere estar a su altura, debe hacer muchos sacrificios inútiles y muchas cosas de una forma contraria a la humanidad normal. Por ejemplo, si eres hombre y quieres que la sociedad te reconozca como hombre viril y varonil, no puedes tener ninguna debilidad, no puedes ser tímido en modo alguno, debes tener una voluntad fuerte, no puedes quejarte de que estás cansado, no puedes llorar ni mostrar ninguna debilidad humana, ni siquiera estar triste, y no puedes holgazanear. En todo momento debes tener un brillo en los ojos, una mirada decidida e intrépida y ser capaz de enfurecerte contra tus enemigos para estar a la altura de la denominación de “hombre viril y varonil”. En otras palabras, debes armarte de valor y caminar erguido en esta vida. No puedes ser una persona mediocre, normal, común y corriente. Debes ir más lejos que los simples mortales y ser un superhombre con una fuerza de voluntad, una perseverancia, una resistencia y una tenacidad extraordinarias para ser digno de ser calificado de “hombre viril y varonil”. Esta es solo una de las cosas que la cultura tradicional exige a los hombres. Es decir, los hombres pueden ir por ahí dándose a la bebida, a las prostitutas y al juego, pero deben ser más fuertes que las mujeres y tener una fuerza de voluntad extrafuerte. Pase lo que pase, no debes doblegarte, ni acobardarte, ni decir “no”, ni mostrar timidez, miedo o cobardía. Debes ocultar y encubrir estas manifestaciones de humanidad normal, no revelarlas en modo alguno ni dejar que nadie las vea, ni siquiera tus padres, ni tus parientes más cercanos, ni las personas a las que más quieras. ¿Por qué? Porque quieres ser un hombre viril y varonil. Otra característica de los hombres viriles y varoniles es que ninguna persona, acontecimiento ni cosa puede frustrar su determinación. Cuando un hombre quiere hacer algo —cuando tiene aspiraciones, ideales o deseos, como servir a su país, mostrar lealtad a sus amigos o dar la vida por ellos; cuando quiere ejercer una profesión o tiene una ambición, sea buena o mala—, nadie puede frenarlo, y ni su amor por las mujeres, ni el parentesco, ni la familia, ni las responsabilidades sociales pueden hacerle cambiar de idea ni renunciar a sus aspiraciones, ideales y deseos. Nadie puede hacer que cambie de idea, las metas que aspira a alcanzar ni la senda que quiere seguir. Al mismo tiempo, también debe exigirse a sí mismo no relajarse en ningún momento. En cuanto se relaje, flaquee y quiera volver a cumplir con sus responsabilidades familiares, a ser un buen hijo para sus padres, a cuidar de sus hijos y a ser una persona normal y renuncie a sus ideales, a sus aspiraciones, a la senda que quiere seguir y a las metas que quiere alcanzar, dejará de ser un hombre viril y varonil. Y si no es un hombre viril y varonil, ¿qué es? Se vuelve un buenazo, un inútil, características despreciadas por el conjunto de la sociedad y, por supuesto, también por él mismo. Una vez que un hombre se da cuenta de que sus actos y conductas presentan problemas y deficiencias que no cumplen con el criterio de ser viril y varonil, se despreciará para sus adentros y sentirá que no tiene hueco en esta sociedad, que no tiene salida para sus habilidades y que no puede ser calificado de hombre viril y varonil, ni siquiera de hombre. Otra característica de los hombres viriles y varoniles es que no pueden ser doblegados por ninguna fuerza, lo cual es una especie de espíritu que hace imposible que sean subyugados por ningún poder, violencia, amenazas o similares. Sin importar qué poder, violencia, amenazas o incluso peligro mortal afronten, estos hombres no temen la muerte y pueden superar sucesivas adversidades. No se les puede coaccionar ni acobardar hasta la sumisión, no se doblegarán ante ninguna fuerza solo por sobrevivir y no se rebajarán a transigir. Una vez que sucumban al poder o a cualquier tipo de fuerza por alguna responsabilidad, obligación u otro motivo, aunque sobrevivan y conserven la vida, sentirán repugnancia por su conducta a causa de la cultura tradicional de moralidad que idolatran. En Japón, el espíritu del bushido es un poco así. Una vez que fracasas o te humillan, crees que debes suicidarte destripándote. ¿Es la vida así de sencilla? La gente solamente vive una vez. Si hasta un pequeño fracaso o contratiempo hace pensar en la muerte, ¿se debe esto a la influencia de la cultura tradicional? (Sí). Cuando se les presenta un problema y no pueden tomar una decisión rápida o que cumpla las exigencias de la cultura tradicional, ni demostrar su dignidad y temperamento ni que son hombres viriles y varoniles, buscan la muerte y se suicidan. Los hombres pueden tener estas ideas y puntos de vista por la fuerte repercusión de la cultura tradicional y la forma en que esta confina su mentalidad. Si no estuvieran influidos por las ideas y puntos de vista de la cultura tradicional, no se suicidarían ni destriparían tantos hombres. En lo que respecta a la definición de hombre viril y varonil, los hombres aceptan de manera muy expresa y segura estas ideas y puntos de vista de la cultura tradicional, y las consideran cosas positivas con las que medirse y limitarse a sí mismos y también a otros hombres. A juzgar por los pensamientos, opiniones, ideales, objetivos y sendas elegidas de los hombres, todo esto demuestra que todos los hombres están profundamente influidos e intoxicados por la cultura tradicional. Las numerosas historias de hazañas heroicas y bellas leyendas son un fiel retrato de cómo la cultura tradicional está hondamente arraigada en la mente de la gente. Desde este punto de vista, ¿están los hombres tan intoxicados por la cultura tradicional como las mujeres? La cultura tradicional no hace sino imponer distintos niveles de exigencia a hombres y mujeres, insultando, denigrando, limitando y controlando sin freno a las mujeres, mientras que insta, seduce, instiga e incita enérgicamente a los hombres a no ser cobardes ni gente común y corriente. La exigencia a los hombres es que todo lo que hagan debe ser distinto a lo que hagan las mujeres, superarlas, estar por encima y sobrepasarlas. Deben controlar la sociedad, la especie humana y las tendencias y el rumbo de la sociedad, así como todo lo demás en ella. Los hombres incluso han de ser omnipotentes en la sociedad, con el poder de controlarla tanto a ella como a los seres humanos, y este poder también engloba gobernar y controlar a las mujeres. Esto es lo que los hombres deben perseguir y, asimismo, el heroico talante de un hombre viril y varonil.

En la era actual, muchos países se han convertido en sociedades democráticas en que los derechos e intereses de mujeres y niños están en cierto modo garantizados, y la influencia y las limitaciones de estas ideas y puntos de vista de la cultura tradicional sobre las personas ya no son tan evidentes. Después de todo, muchas mujeres han avanzado en la sociedad y su participación en muchos campos y ocupaciones es cada vez mayor. Sin embargo, como las ideas de la cultura tradicional llevan mucho tiempo hondamente arraigadas en la mente de los seres humanos —no solo en la de las mujeres, sino también en la de los hombres—, tanto hombres como mujeres adoptan inconscientemente la perspectiva y la posición estratégica de la cultura tradicional a la hora de pensar y abordar diversas cosas. Por supuesto, también acometen profesiones y empleos guiados por las ideas y puntos de vista de la cultura tradicional. En la sociedad actual, aunque la igualdad entre hombres y mujeres ha mejorado algo, la idea de superioridad masculina de la cultura tradicional sigue dominando la mente de las personas y, en la mayoría de los países, la educación se basa fundamentalmente en estas ideas centrales de la cultura tradicional. Por tanto, aunque en esta sociedad los seres humanos rara vez utilicen estos dichos de la cultura tradicional para hablar de diversos temas, continúan cautivos del marco ideológico de la cultura tradicional. ¿Qué tipo de términos tiene la sociedad moderna para elogiar a una mujer? Por ejemplo, “mujer masculina” y “mujer poderosa”. ¿Son formas respetuosas o despectivas de dirigirse a una mujer? Hay mujeres que dicen: “Me llamaron mujer masculina, lo que me pareció muy halagador. ¿Qué te parece? Me he integrado en la sociedad masculina y mi estatus ha mejorado. Aunque soy mujer, al añadir la palabra ‘masculina’ me convierto en una mujer masculina; puedo ser, entonces, alguien igual a los hombres, ¡lo que es un honor!”. Es una especie de reconocimiento y aceptación de esta mujer por parte de una comunidad o un grupo de la sociedad humana, algo sumamente honorable, ¿no? Si una mujer es descrita como masculina, esto demuestra que esta mujer es muy capaz, igual que los hombres, no inferior a ellos, y que su profesión, sus talentos y hasta su estatus social, su cociente intelectual y los medios por los que se gana un lugar en la sociedad bastan para compararla con los hombres. Como Yo lo veo, para la mayoría de las mujeres, la designación de “mujer masculina” es una recompensa de la sociedad, una especie de reconocimiento de estatus social que la sociedad moderna otorga a las mujeres. ¿Hay alguna mujer que quiera ser masculina? Aunque esta designación sea desagradable, sean cuales sean las circunstancias, llamar a una mujer masculina es, sin duda, elogiarla por ser muy competente y capaz, y supone el visto bueno a ojos de los hombres. En cuanto a las designaciones para los hombres, la gente sigue aferrándose a las nociones tradicionales, que nunca cambian. Por ejemplo, algunos hombres no tienen ninguna vocación profesional y no van en pos del poder ni del estatus, sino que aceptan su situación actual, se contentan con su trabajo y su vida normales y se preocupan mucho por su familia. ¿Qué apelativos da esta sociedad a esos hombres? ¿Se les califica de inútiles? (Sí). Algunos hombres son muy meticulosos y maniáticos en sus asuntos y se toman las cosas paso a paso y con gran precaución. ¿Cómo los llaman algunos? “Afeminados” o “nenazas”. Como ves, a los hombres no se les insulta con palabras malsonantes, sino con expresiones asociadas a las mujeres. Si la gente quiere encumbrar al sexo femenino, utiliza términos como “mujer masculina” y “mujer poderosa” para realzar el estatus de una mujer y aseverar su competencia, mientras que términos como “nenaza” se utilizan para denigrar a los hombres y reprenderlos por no ser varoniles. ¿No es este un fenómeno generalizado en la sociedad? (Sí). Estos dichos, surgidos en la sociedad moderna, demuestran un problema: que, aunque la cultura tradicional parezca ya muy alejada de la vida moderna y del pensamiento de la gente, aunque esta sea ahora adicta a Internet o a diversos dispositivos electrónicos o esté obsesionada con todo tipo de estilos de vida modernos, y aunque viva sumamente cómoda en estos entornos o tenga derechos humanos y libertades, esto es una mera fachada; la realidad es que su mente conserva gran parte del veneno de la cultura tradicional. A pesar de que la gente ha adquirido ciertas libertades materiales, de que algunas de sus opiniones predominantes sobre las personas y cosas parecen haber cambiado, de que parece haber adquirido cierto grado de libertad de pensamiento y nuevas ideas en esta sociedad moderna gracias a la rápida circulación de las noticias y a las tecnologías de la información avanzadas y a pesar de que conoce y ha visto muchas cosas del mundo exterior, el ser humano continúa viviendo a la sombra de los innumerables dichos sobre la conducta moral defendidos por la cultura tradicional. Aunque haya quienes digan: “Yo soy la persona menos tradicional que existe, soy muy moderno, un modernista” y lleven un piercing de oro en la nariz, una ristra de pendientes en la oreja y ropa muy vanguardista y de moda, sus ideas sobre las personas y las cosas, así como su forma de comportarse y actuar, siguen siendo inseparables de la cultura tradicional. ¿Por qué no pueden prescindir de la cultura tradicional? Porque su corazón y su mente están inmersos en ella y los tiene cautivos. Todo lo que se produce en lo más íntimo de su alma, incluso las ideas que se les pasan momentáneamente por la mente, emana del adoctrinamiento y la inculcación de la cultura tradicional, y todo se produce dentro de este inmenso marco de la cultura tradicional, no fuera de su influencia. ¿Demuestran estos hechos que los seres humanos ya son cautivos de la cultura tradicional? (Sí). Los seres humanos ya son cautivos de la cultura tradicional. Seas culto o no, estés muy formado o no, mientras vivas entre los seres humanos, es inevitable que te inculquen la cultura moral tradicional del género humano y que esta te influya, pues los elementos de la cultura tradicional ejercen una especie de fuerza y poder invisibles que están por todas partes, no solo en las escuelas y los libros de texto de la gente, sino sobre todo en su familia y por supuesto en todos los rincones de la sociedad. Así, la gente se ve adoctrinada, influida, desorientada y desencaminada por estas cosas sin saberlo. Por consiguiente, los seres humanos viven bajo las ataduras, los grilletes y el control de la cultura tradicional y no pueden esconderse ni escapar de ella aunque quieran. Viven en este tipo de entorno social. Este es el estado de la cuestión en la actualidad, y estos también son los hechos.

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