Qué significa perseguir la verdad (12) Parte 3

Ahora que hemos diseccionado el dicho “muere con las botas puestas” y hablado ampliamente sobre él, ¿entendéis todo lo que se ha comentado? (Sí). En resumen, ya podemos estar seguros de que este dicho no es positivo y no tiene ningún significado positivo ni práctico. Así que ¿qué repercusión tiene sobre las personas? ¿Es mortal? ¿Les exige la vida? ¿Es apropiado calificarlo de “dicho mortal”? (Sí). La realidad es que te quita la vida. Aprovecha palabras agradables para hacerte sentir lo grandioso y glorioso que es poder morir con las botas puestas y el gran corazón que eso te hace tener. Tener un corazón tan grande implica que ya no tienes ocasión de pensar en la leña, el arroz, el aceite, la sal, la salsa de soja, el vinagre, el té y otros aderezos de la vida casera, por no hablar de cuidar de tu mujer y tus hijos o de anhelar una cama caliente. ¿Cómo puede estar bien que una persona de gran corazón prescinda de algunas cosas especiales? ¿Es demasiado mundano para ti tener hueco en tu corazón únicamente para cosas como leña, arroz, aceite, sal, salsa de soja, vinagre y té? Debes hacer hueco en él para cosas que el ciudadano de a pie no puede hacerle, como la nación, los grandes proyectos de tu tierra, el destino del género humano, etc.; esto ocurre “cuando el cielo va a conferirle una gran responsabilidad a una persona”. Una vez que la gente tenga esta clase de idea, aspirará aún más a morir con las botas puestas y aprovechará este dicho sobre la conducta moral para espolearse constantemente, pensando: “Debo servir al destino de mi tierra y del género humano y morir con las botas puestas; esos son mi empeño y mi aspiración de toda una vida”. Sin embargo, resulta que no es capaz de cargar con la gran causa de su tierra y su nación y se cansa tanto que vomita sangre: muere con las botas puestas. Esas personas no saben cómo debe vivir la gente, ni qué es la humanidad, ni qué son los sentimientos humanos, ni qué es el amor o el odio, y llegan a llorar tanto, preocupadas por el país y por el pueblo, que se les acaban las lágrimas, y hasta su último aliento no son capaces de dejar atrás el gran proyecto de su tierra y su nación. ¿Es “muere con las botas puestas” un dicho mortal que le exige la vida a la gente? ¿No tiene esta una muerte lamentable? (Sí). Incluso a punto de morir, la gente así se niega a renunciar a sus pensamientos e ideales huecos, y al final muere con quejas y odio en su interior. ¿Por qué digo que muere con quejas y odio en su interior? Porque no es capaz de dejar atrás a la nación, a su tierra, al destino del género humano y a la misión que le han confiado los gobernantes. Piensa: “Qué lástima, mi vida es demasiado corta. Si pudiera vivir unos miles de años más, vería hacia dónde se dirige el futuro del género humano”. Se pasa la vida guardando en el corazón todo lo que hay bajo el cielo y, a la postre, sigue sin poder dejarlo atrás. Ni siquiera en la hora de su muerte sabe cuál es su propia identidad ni lo que debe hacer o no. La realidad es que son gente normal y deberían llevar una vida de gente normal, pero han aceptado la desorientación de Satanás y el veneno de la cultura tradicional y se consideran salvadores del mundo. ¿No es lamentable? (Sí). ¡Sumamente lamentable! Decidme: si Qu Yuan no se hubiera dejado influir por esta idea tradicional de la rectitud mayor de la nación, ¿se habría suicidado tirándose al río? ¿Habría hecho algo tan extremo como acabar con su vida? (No). Desde luego que no. Fue una víctima de la cultura tradicional que puso un fin precipitado a su vida antes de haberla vivido hasta el final. Si no se hubiera dejado influir por estas cosas y no se hubiera preocupado por el país y el pueblo, sino que se hubiera centrado en vivir su propia vida, ¿habría podido llegar a la vejez y morir de muerte natural? ¿Podría haber tenido una muerte normal? Si no hubiera aspirado a morir con las botas puestas, ¿podría haber sido más feliz y libre y haber estado más en paz en la vida? (Sí). Por eso “muere con las botas puestas” es un dicho mortal que les exige la vida a las personas. Una vez que una persona se infecta con este tipo de pensamiento, empieza a pasarse el día angustiada por el país y por el pueblo y acaba muriendo de preocupación sin ni siquiera poder cambiar el estado actual de las cosas. ¿No le roba la vida esta idea y este punto de vista de morir con las botas puestas? Semejantes ideas y puntos de vista son, en efecto, mortales y le exigen la vida a la gente. ¿Por qué lo afirmo? ¿Quién puede hacerle hueco en su corazón al destino de un país o nación? ¿Quién puede soportar tanta carga? ¿Eso no es sobrevalorar las propias capacidades? ¿Por qué la gente tiende a sobrevalorar sus capacidades? ¿Algunos se buscan todos los problemas? ¿Están dispuestos a hacerlo por iniciativa propia? Lo cierto es que son víctimas, pero ¿de qué? (De las ideas y opiniones que Satanás le inculca a la gente). Exacto, son víctimas de Satanás. Satanás le inculca estas ideas a la gente diciéndole: “Debes guardar en el corazón todo lo que hay bajo el cielo, guardar al populacho en el corazón, preocuparte por el país y el pueblo, ser un caballero andante, una persona recta que robe a los ricos para ayudar a los pobres y contribuir al destino del género humano hasta morir con las botas puestas, en vez de llevar una vida anodina. ¿Por qué cumplir con las responsabilidades familiares y sociales? Esas cosas no son reseñables y las personas que las hacen son como simples hormigas. Tú no eres una hormiga y tampoco deberías ser un gorrión, sino que debes ser un águila, desplegar las alas para volar y tener grandes aspiraciones”. Semejante incitación e instigación confunde a la gente para que piense: “¡Eso es! No puedo ser un gorrión, debo ser un águila que vuele alto”. Sin embargo, no puede volar alto por más que lo intente, y finalmente cae muerta de agotamiento tras haberse echado a perder por su propia culpa. La realidad es que tú no eres nada. No eres ni gorrión ni águila. Entonces, ¿qué eres? (Un ser creado). Así es, eres una persona normal, un ser creado normal. Está bien saltarse una de las tres comidas del día, pero no pasarse días enteros sin comer. Envejecerás, enfermarás y morirás: no eres más que una persona normal. Las personas con un poco de talento y capacidad pueden llegar a ser increíblemente arrogantes y, después de haber sido alentadas, seducidas, incitadas y desorientadas de este modo por Satanás, se confunden y llegan a creerse salvadoras del mundo. Llegan tranquilamente y ocupan el lugar del Salvador, sirven al país y a la nación hasta morir con las botas puestas y no les importa la misión del género humano, ni sus responsabilidades, ni sus obligaciones, ni su vida, que es lo más valioso que Dios concede a las personas. En consecuencia, les parece que la vida no es importante ni valiosa, que la causa de su tierra es lo más valioso que hay, que deben guardar todo lo que hay bajo el cielo en su corazón y preocuparse por el país y el pueblo, que así tendrán la personalidad más valiosa y la moral más noble y que toda persona debería vivir de ese modo. Satanás les inculca estos pensamientos a las personas, con lo que las desorienta e impulsa a despojarse de su identidad de seres creados y personas normales y a hacer cosas que no se corresponden con la realidad. ¿Cuál es el resultado? Que ellas mismas recorren la senda de su perdición y, sin darse cuenta, se van a los extremos. ¿Qué significa “irse a los extremos”? Significa alejarse cada vez más de las exigencias de Dios al ser humano y de los instintos que Él le ha predestinado. Con el tiempo, esas personas llegan a un callejón sin salida: la senda de su perdición.

En cuanto a cómo debe vivir la gente, ¿cuáles son las exigencias de Dios a los seres humanos? La realidad es que son muy simples. La gente debe asumir el lugar propio de un ser creado y cumplir bien el deber que debería cumplir una persona. Dios no pidió que fueras un superhombre ni una eminencia, ni te dio alas para volar por el cielo. Simplemente te dio dos manos y dos piernas para caminar por el suelo paso a paso y correr cuando sea necesario. Los órganos internos que te creó Dios digieren y asimilan los alimentos y nutren todo tu cuerpo, por lo que debes mantener una rutina de tres comidas diarias. Dios te ha dado libre albedrío, el intelecto de la humanidad normal y la conciencia y la razón que debe tener un ser humano. Si aprovechas estas cosas bien y correctamente, obedeces las leyes de supervivencia del cuerpo físico, cuidas adecuadamente de tu salud, haces a rajatabla lo que Dios te pide y consigues lo que Dios te exige que consigas, con eso basta, y además es muy sencillo. ¿Te ha pedido Dios que mueras con las botas puestas? ¿Te ha pedido que te atormentes? (No). Dios no exige semejantes cosas. La gente no debe atormentarse, sino tener algo de sentido común y atender adecuadamente las diversas necesidades del cuerpo. Bebe agua cuando tengas sed, complementa tu dieta cuando tengas hambre, descansa cuando estés cansado, haz ejercicio después de estar sentado mucho tiempo, ve al médico cuando estés enfermo, cíñete a tus tres comidas al día y mantén una vida de humanidad normal. Por supuesto, también debes continuar con tus deberes normales. Si tus deberes implican algún conocimiento especializado que no entiendes, debes estudiarlo y practicarlo. Esto es la vida normal. Los diversos principios de práctica que Dios postula para la gente son cosas que el intelecto de la humanidad normal puede captar, cosas que la gente puede comprender y aceptar y que no sobrepasan lo más mínimo el alcance de la humanidad normal. Todos ellos están al alcance de los seres humanos y no exceden en absoluto los límites de lo correcto. Dios no exige a las personas que sean superhombres ni eminencias, mientras que los dichos sobre la conducta moral obligan a las personas a aspirar a serlo. No solo deben asumir la gran causa de su país y su nación, sino que también se les exige que mueran con las botas puestas. Esto las obliga a renunciar a su vida, lo que va totalmente en contra de las exigencias de Dios. ¿Cuál es la actitud de Dios hacia la vida de las personas? Dios mantiene a salvo a las personas en cualquier situación, las protege de caer en la tentación y de otros apuros peligrosos y protege sus vidas. ¿Cuál es el objetivo de Dios al hacer esto? Que la gente viva bien. ¿Cuál es el propósito de que la gente viva bien? Él no te obliga a ser un superhombre, a guardar en tu corazón todo lo que hay bajo el cielo, a preocuparte por el país y el pueblo, y ni mucho menos a sustituirlo a Él en el gobierno y la instrumentación de todas las cosas y en la regencia del género humano. Más bien, te exige que asumas el lugar y cumplas los deberes propios de un ser creado, que cumplas los deberes que la gente debe cumplir y hagas lo que esta debe hacer. Hay muchas cosas que debes hacer, y no son regir el destino del género humano, guardar en tu corazón todo lo que hay bajo el cielo, ni tampoco al género humano, tu tierra, la iglesia, la voluntad de Dios ni Su gran empeño en salvar a los seres humanos. Estas cosas no se encuentran entre las que debes hacer. ¿Y cuáles son las cosas que debes hacer? Entre ellas se encuentran la comisión que Dios te confía, los deberes que Él te da y toda exigencia que te otorga la casa de Dios en cada época. ¿No es sencillo? ¿No es fácil de hacer? Es muy sencillo y fácil de hacer. Sin embargo, la gente siempre malinterpreta a Dios y piensa que Él no se la toma en serio. Hay quienes piensan: “Aquellos que llegan a creer en Dios no deberían considerarse tan importantes, no deberían preocuparse por su cuerpo físico, deberían sufrir más y no acostarse demasiado temprano por la noche, pues puede que a Dios no le haga gracia que se acuesten demasiado temprano. Deben madrugar y trasnochar, y trabajar duro toda la noche cumpliendo su deber. Aunque no produzcan resultados, deben trasnochar hasta las 2 o las 3 de la mañana”. En consecuencia, esas personas trabajan hasta caer tan rendidas que incluso caminar les supone un esfuerzo supremo, pero alegan que lo que las agota es el cumplimiento del deber. ¿Esto no es fruto de la necedad e ignorancia de la gente? Hay otros que piensan: “A Dios no le agrada que llevemos ropa un poco singular y bonita ni que comamos carne y buena comida todos los días. En la casa de Dios solamente podemos morir con las botas puestas”; y piensan que, como creyentes en Dios, deben cumplir su deber hasta la muerte, pues, si no, Dios no los perdonará. ¿Es realmente así? (No). Dios exige que la gente cumpla su deber con responsabilidad y lealtad, pero no la obliga a tratar su cuerpo con severidad, y ni mucho menos le pide que sea superficial ni que mate el tiempo. Veo que algunos líderes y obreros disponen que la gente cumpla con el deber de esta forma, sin exigir eficacia, sino únicamente malgastando su tiempo y energía. El hecho es que están malgastando la vida de la gente. Al final, a la larga, algunas personas empiezan a desarrollar problemas de salud, problemas de espalda, les duelen las rodillas y se marean cada vez que miran la pantalla de una computadora. ¿Cómo es posible? ¿Quién lo ha provocado? (Ellas mismas). La casa de Dios exige que todo el mundo ya descanse, como muy tarde, a las 10 de la noche, pero hay gente que no se acuesta hasta las 11 o las 12, lo que repercute en el descanso de los demás. Algunas personas incluso les reprochan a quienes descansan con normalidad que codician las comodidades de la vida. Esto es un error. ¿Cómo puedes hacer un buen trabajo si tu cuerpo no ha descansado bien? ¿Qué dice Dios al respecto? ¿Cómo lo regula la casa de Dios? Todo debe hacerse según las palabras de Dios y las estipulaciones de la casa de Dios, eso es lo único correcto. Algunas personas tienen interpretaciones absurdas y siempre se van a los extremos, e incluso limitan a los demás. Esto no se ajusta a los principios-verdad. Algunos son, simplemente, unos necios absurdos sin discernimiento alguno, y piensan que para cumplir su deber deben trasnochar hasta cuando no tengan trabajo, sin permitirse dormir cuando están cansados, decírselo a nadie si están enfermos y, peor aún, ver a un médico, lo que consideran una pérdida de tiempo que demora su cumplimiento del deber. ¿Es correcto este punto de vista? ¿Por qué los creyentes siguen teniendo unos puntos de vista así de absurdos tras oír tantos sermones? ¿Cómo se regula la organización del trabajo en la casa de Dios? Debes irte a descansar puntualmente antes de las 10 de la noche, levantarte a las 6 de la mañana y asegurarte de dormir ocho horas. Además, se recalca una y otra vez que debes cuidar de tu salud haciendo ejercicio después del trabajo y mantener una dieta y una rutina sanas para evitar problemas de salud mientras cumples tu deber. Sin embargo, hay gente que no lo entiende, que no se atiene a principios ni a reglas, que trasnocha innecesariamente y come lo que no debe. Cuando enferma, no puede cumplir con su deber, y para entonces ya no tiene sentido lamentarse. He oído hace poco que han enfermado algunas personas. ¿Esto no ha ocurrido porque cumplen su deber sin atenerse a los principios y actuando de forma imprudente? Es cierto que tú cumples con tu deber con seriedad, pero no puedes vulnerar las leyes naturales de tu cuerpo. Si las vulneras, enfermas. Es absolutamente necesario que sepas cuidar de tu salud en general. Debes hacer ejercicio cuando proceda y comer a unas horas regulares. No puedes darte atracones ni beber demasiado, ni tampoco puedes ser quisquilloso con la comida ni llevar una dieta poco saludable. Aparte, debes regular tu estado de ánimo, vivir ante Dios y practicar la verdad con atención y actuar según los principios. Así tendrás paz y gozo en el corazón y no te sentirás vacío ni deprimido. En concreto, si la gente se despoja de su carácter corrupto y vive una humanidad normal, su estado de ánimo será totalmente normal y su cuerpo estará sano. Yo jamás os he dicho que trasnochéis y madruguéis, ni que trabajéis más de diez horas al día. Todo se debe a que la gente no actúa según las reglas y no acata las disposiciones de la casa de Dios. Al final, la gente es tan ignorante que da su salud por sentada. He visto que, en algunos lugares, la gente siempre cumplía su deber en casa y no salía a tomar el sol ni a mantenerse activa, por lo que dispuse que se buscara unos aparatos de gimnasia y le dije que hiciera ejercicio una o dos veces por semana, como corresponde a una rutina saludable. Es natural que la gente que no hace ejercicio como es debido enferme, y eso también afecta a su vida normal. Una vez dispuesto esto, ¿he de controlar quién hace ejercicio y con qué frecuencia? (No). No es preciso, Yo he cumplido con Mi responsabilidad, he expresado Mi opinión y te he dicho con toda sinceridad lo que debes hacer, sin un ápice de mentira, y tú sólo tienes que hacer lo que te he ordenado. No obstante, la gente no lo asimila y se cree joven y sana, así que no se toma en serio Mis palabras. Si vosotros no valoráis vuestra propia salud, no hace falta que Yo me preocupe por ella; sencillamente, no culpes a nadie cuando enfermes. La gente no presta atención a hacer ejercicio. Por un lado, porque tiene unas ideas y unos puntos de vista equivocados. Por otro, también tiene un grave problema: la pereza. Si la gente tiene una dolencia física leve, lo único que tiene que hacer es prestar atención al cuidado de su salud y ser más activa. Sin embargo, algunas personas prefieren ponerse una inyección o tomar medicamentos cuando se ponen enfermas, antes que hacer ejercicio y cuidar de su salud. Esto es por pereza. Como las personas son perezosas y no quieren hacer ejercicio, no tiene sentido decirles nada. Al final, no pueden culpar a nadie cuando se ponen enfermas; en el fondo sabe cuál es la verdadera razón. Todo el mundo debería hacer una cantidad normal de ejercicio cada día. Yo todos los días debo caminar al menos una o dos horas y hacer algunos ejercicios necesarios. Esto me sirve no solo para fortalecer Mi complexión, sino también para prevenir enfermedades y sentirme mejor físicamente. El ejercicio no sirve únicamente para prevenir enfermedades, sino que también es una necesidad física normal. A este respecto, la exigencia de Dios a los seres humanos es que tengan un mínimo de perspicacia. No seas ignorante ni seas duro con tu cuerpo, sino obedece sus leyes naturales. No abuses de tu carne, pero tampoco te preocupes demasiado por ella. ¿Es fácil captar este principio? (Sí). En realidad, es muy fácil de captar, el quid está en si la gente lo pone en práctica. ¿Cuál es otra debilidad grave de la gente? Que siempre se deja llevar por la imaginación y piensa: “Si creo en Dios, no enfermaré, no envejeceré y, por supuesto, no moriré”. Es totalmente absurdo. Dios no hace estas cosas sobrenaturales. Él salva a las personas, les hace promesas y les pide que persigan y comprendan la verdad, se despojen de su carácter corrupto, alcancen Su salvación y entren en el hermoso destino del género humano. Sin embargo, Dios nunca ha prometido a nadie que no enfermará, envejecerá o morirá. Y, naturalmente, Dios no ha exigido a nadie que muera con las botas puestas. Cuando se trata de llevar a cabo el deber y el trabajo de la Iglesia, y de qué dificultades hay que soportar, a qué hay que renunciar, a qué hay que entregarse y qué hay que dejar atrás, la gente debe actuar según los principios. Cuando se trata de la vida material y las necesidades fisiológicas, la gente debe tener algo de sentido común y no vulnerar las necesidades normales de su cuerpo, por no hablar de las leyes y reglas que Dios le ha fijado. Evidentemente, este es también el mínimo sentido común que la gente debe tener. Si la gente ni siquiera sabe lidiar con las necesidades y leyes de su cuerpo físico y no tiene ningún tipo de sentido común, sino que se apoya exclusivamente en sus figuraciones y nociones, y hasta tiene ideas y métodos radicales con los que tratar su cuerpo físico, esas personas tienen un entendimiento absurdo. ¿Qué clase de verdad pueden comprender las personas de este calibre? Aquí hay un signo de interrogación. ¿De qué forma exige Dios a la gente que trate su cuerpo físico? Cuando Dios creó a las personas, les fijó unas reglas, por lo que a ti te exige que las sigas a la hora de tratar tu cuerpo físico. Estos son la exigencia y el criterio de Dios para las personas. No te apoyes en tus nociones y figuraciones. ¿Lo habéis entendido?

Bajo la inculcación e influencia del dicho sobre la conducta moral “muere con las botas puestas”, la gente no sabe cómo tratar su cuerpo físico ni cómo llevar una vida normal. Esto, por un lado. Por otro, la gente no sabe afrontar su muerte ni vivir de una forma que tenga sentido. Veamos, pues, la actitud de Dios ante la muerte de las personas. Independientemente del aspecto del deber que se cumpla, el objetivo de Dios es que la gente, en el transcurso de cumplir su deber, comprenda la verdad, la ponga en práctica, deseche su carácter corrupto, viva a semejanza de una persona normal y llegue al nivel necesario para alcanzar la salvación, en vez de precipitarse hacia la muerte. Algunas personas contraen una enfermedad grave o un cáncer, y piensan: “Dios me está pidiendo que muera y renuncie a vivir, ¡así que obedeceré!”. En realidad, Dios no dijo eso ni se le ocurrió semejante idea. No es más que un malentendido de la gente. ¿Y qué quiere Dios? Todo el mundo vive un determinado número de años, pero su esperanza de vida difiere. Todo el mundo muere cuando Dios lo decide, en el momento y lugar adecuados. Todo esto lo predestina Dios. Él hace que esto suceda de acuerdo con el tiempo de vida que ha predestinado para esa persona, así como el lugar y la forma de su muerte, en lugar de dejar que alguien muera por una cuestión arbitraria. Dios considera que la vida de una persona es muy importante y que también lo son su muerte y el final de su vida material. Todo esto lo predestina Dios. Desde este punto de vista, tanto si Dios le exige a la gente que cumpla su deber como que lo siga a Él, no le pide que se precipite hacia la muerte. ¿Qué significa esto? Que Dios no te exige que estés preparado para renunciar a vivir en cualquier momento por cumplir tu deber o esforzarte por Él, ni tampoco por Su comisión. No es preciso que hagas esos preparativos, que tengas semejante mentalidad ni, desde luego, que planees o pienses de ese modo, pues a Dios no le hace falta tu vida. ¿Por qué digo esto? Huelga decir que tu vida le pertenece a Dios, que Él te la concedió, así que ¿para qué la habría de querer recuperar? ¿Es valiosa tu vida? Desde la perspectiva de Dios, la cuestión no es si es valiosa o no, sino únicamente qué papel desempeñas tú en Su plan de gestión. En lo que respecta a tu vida, si Dios quisiera quitártela, podría hacerlo en cualquier momento, lugar e instante. Por tanto, la vida de cualquier persona es importante para ella misma, así como para sus deberes, obligaciones y responsabilidades, y también para la comisión de Dios. Por supuesto, también es importante para su papel en el plan de gestión de Dios en general. Aunque es importante, a Dios no le hace falta quitártela. ¿Por qué? Cuando te quitan la vida, te conviertes en una persona muerta y ya no tienes utilidad. Solo cuando estás vivo, viviendo entre la especie humana sobre la que Dios gobierna, puedes desempeñar el papel que te corresponde y cumplir con las responsabilidades y obligaciones que debes cumplir y los deberes que Dios te exige en esta vida. Solo cuando existes en esta forma, tu vida puede tener valor y dar cuenta de él. Así pues, no pronuncies a la ligera expresiones como “morir por Dios” o “dar mi vida por la obra de Dios”, ni las repitas ni las tengas en mente ni en lo más hondo del corazón; es innecesario. Cuando una persona quiere constantemente morir por Dios, ofrendarse y dar la vida por su deber, esto es lo más ruin, indigno y despreciable. ¿Por qué? Si tu vida ha terminado y ya no vives en esta forma carnal, ¿cómo puedes cumplir tu deber de ser creado? Si todo el mundo está muerto, ¿quién quedará para que Dios lo salve por medio de Su obra? Si no hay seres humanos que necesiten ser salvados, ¿cómo se llevará a cabo el plan de gestión de Dios? ¿Seguiría existiendo la obra de Dios para salvar al género humano? ¿Podría continuar? Desde estos puntos de vista, ¿no es importante que la gente cuide de su cuerpo y lleve una vida sana? ¿No merece la pena? Desde luego que sí, y la gente debería hacerlo. En cuanto a los idiotas que tranquilamente dicen: “En el peor de los casos, moriría por Dios”, y que son capaces de quitarle importancia a la muerte a la ligera, de renunciar a vivir y de maltratar su cuerpo, ¿qué clase de personas son? ¿Son gente rebelde? (Sí). Son la gente más rebelde que hay, a la cual hay que despreciar y desdeñar. Cuando alguien es capaz de afirmar alegremente que moriría por Dios, podría decirse que está pensando alegremente en poner fin a su vida, renunciar a su deber, renunciar a la comisión que Dios le ha confiado y evitar que se cumplan en él las palabras de Dios. ¿No es una forma necia de hacer las cosas? Tú puedes renunciar a tu vida alegremente y de buena gana y decir que quieres ofrendársela a Dios, pero ¿le hace falta a Dios que se la ofrendes? Si tu vida le pertenece a Dios y Él puede quitártela en cualquier momento, ¿de qué sirve ofrendársela? Si no se la ofrendas, pero Dios la necesita, ¿te la pedirá amablemente? ¿Será preciso que lo hable contigo? No. No obstante, ¿para qué querría Dios tu vida? Una vez que Dios recupere tu vida, ya no podrás cumplir tu deber y faltará una persona en el plan de gestión de Dios. ¿Le haría gracia y estaría satisfecho con ello? ¿A quién le haría gracia y estaría satisfecho realmente? (A Satanás). Si renuncias a tu vida, ¿qué puedes ganar con ello? ¿Y qué puede ganar Dios quitándotela? Si pierdes la ocasión de salvarte, ¿Dios sale ganando o perdiendo? (Perdiendo). Dios no sale ganando, sino perdiendo. Dios te permite, como ser creado, tener la vida y asumir el lugar de uno para cumplir con tu deber como tal, y así poder entrar en la realidad-verdad, someterte a Dios, comprender Sus intenciones y conocerlo, seguir Su voluntad, cooperar con Él en lograr Su obra de salvación del género humano y seguirlo hasta el final. Esto es rectitud, y estos son el valor y el sentido de la existencia de tu vida. Si tu vida existe y tú vives sanamente para esto, entonces es lo que más sentido tiene y, en lo que respecta a Dios, es auténtica consagración y cooperación: lo que más lo satisface a Él. Lo que Dios quiere es que un ser creado que viva en la carne se despoje de su carácter corrupto durante Su castigo y juicio, que rechace la infinidad de ideas falaces que le ha inculcado Satanás y que sea capaz de aceptar las verdades y exigencias de Dios, de someterse plenamente al dominio del Creador, de cumplir con el deber que corresponde a un ser creado y de convertirse en uno de verdad. Esto es lo que quiere Dios, y estos son el valor y el sentido de la existencia de la vida humana. Por consiguiente, para cualquier ser creado, la muerte no es el destino final. El valor y el sentido de la existencia de la vida humana no consisten en morir, sino en vivir para Dios, existir para Dios y para el propio deber, existir para cumplir los deberes y responsabilidades de un ser creado, seguir la voluntad de Dios y humillar a Satanás. Este es el valor de la existencia de un ser creado, así como el sentido de su vida.

En cuanto a las exigencias de Dios a las personas, la forma en que Dios trata la vida y la muerte de aquellas es completamente distinta a la expuesta en el dicho “muere con las botas puestas” de la cultura tradicional. Satanás desea constantemente que la gente muera. Se siente incómodo al ver a la gente viva y piensa constantemente en cómo cobrarse su vida. Una vez que las personas aceptan las ideas falaces de la cultura tradicional procedentes de Satanás, lo único que quieren es sacrificar sus vidas por su país y su nación, por su profesión, por amor o por sus familias. Desprecian constantemente sus propias vidas, están dispuestas a morir y a entregarlas en cualquier lugar y momento, y no consideran la vida que Dios les dio como lo más preciado y algo que haya que valorar. Incapaces de cumplir sus deberes y obligaciones en la vida, mientras todavía tienen la vida que Dios les ha dado, aceptan, por el contrario, las falacias y palabras endiabladas de Satanás, siempre con la intención de morir con las botas puestas y preparadas para hacerlo por Dios en cualquier momento. El caso es que, si realmente mueres, no lo haces por Dios, sino por Satanás, y Dios no te recordará: los vivos son los únicos que pueden glorificar a Dios, dar testimonio de Él, asumir el lugar propio de los seres creados y cumplir sus deberes, y, por tanto, no dejan tras de sí remordimiento alguno, pueden humillar a Satanás y dar testimonio de las maravillosas obras y la soberanía del Creador; los vivos son los únicos que pueden hacer estas cosas. Si tú ni siquiera tienes vida, todo esto deja de existir. ¿No es así? (Sí). Por ello, al postular el dicho sobre la conducta moral “muere con las botas puestas”, es incuestionable que Satanás está jugando con la vida humana y pisoteándola. Satanás no respeta la vida humana, sino que juega con ella para que las personas acepten ideas como la de “muere con las botas puestas”. Viven de acuerdo con esas ideas y no valoran su vida ni la consideran valiosa, de modo que renuncian alegremente a ella, lo más preciado que Dios les da. Esto es traicionero e inmoral. Mientras no haya llegado la fecha límite que Dios te ha predestinado, en ningún momento debes hablar a la ligera de renunciar a tu vida. Mientras te quede aliento, no te rindas, no abandones tu deber y no abandones la encomienda y comisión que Dios te ha confiado, pues la vida de todo ser creado existe únicamente para el Creador, Su soberanía, Su instrumentación y disposiciones y, asimismo, existe y da cuenta de su valor únicamente para dar testimonio del Creador y de Su obra de salvar al género humano. Ya ves que el punto de vista de Dios sobre la vida humana es completamente distinto al de Satanás. Entonces, ¿quién valora verdaderamente la vida humana? (Dios). Nadie sino Dios, mientras que la gente no sabe valorar su propia vida. Dios es el único que valora la vida humana. Aunque los seres humanos no sean entrañables ni dignos de amor y estén rebosantes de inmundicia, de rebeldía y de los numerosos tipos de ideas y puntos de vista absurdos que les ha inculcado Satanás, y aunque idolatren y sigan a Satanás tanto como para oponerse a Dios, sin embargo, como son creación de Dios y Él les otorga aliento y vida, solo Él valora la vida humana, solo Él ama a la gente y solo Él cuida y valora constantemente al género humano. Dios valora a los seres humanos —no sus cuerpos físicos, sino sus vidas— porque los seres humanos, a los que Dios ha dado vida, son los únicos que pueden, en última instancia, convertirse en seres creados que realmente lo adoren y den testimonio de Él. Dios tiene obras, comisiones y expectativas para las personas, dichos seres creados. Por tanto, Dios valora y atesora su vida. Esta es la verdad. ¿Lo entendéis? (Sí). Así pues, una vez que las personas logran comprender las intenciones de Dios el Creador, ¿no debe haber unos principios acerca de cómo deben tratar la vida de su cuerpo físico y cómo abordar las leyes y necesidades por las que este sobrevive? ¿En qué se fundamentan dichos principios? En las palabras de Dios. ¿Cuáles son los principios de su práctica? Por el lado pasivo, la gente debe abandonar los numerosos tipos de puntos de vista falaces que le ha inculcado Satanás, poner al descubierto y reconocer lo falaz de estos —como el dicho “muere con las botas puestas”—, que insensibilizan, perjudican y confinan a la gente, y abandonar esos puntos de vista; además, por el lado activo, debe comprender con precisión cuáles son las exigencias de Dios el Creador al género humano y fundamentar todos sus actos en las palabras de Dios. De este modo, la gente podrá practicar correctamente, sin extravíos, y perseguir sinceramente la verdad. ¿Qué es perseguir la verdad? (Contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio). Es correcto resumirlo con estas palabras.

Hoy hemos hablado principalmente sobre cómo afrontar la muerte y cómo afrontar la vida. Satanás pisotea, asola y arrebata la vida a las personas. Las desorienta e insensibiliza inculcándoles ideas y puntos de vista falaces y hace que traten con desprecio lo más valioso que tienen, su vida, con lo que trastorna y destruye la obra de Dios. Decidme, si todas las personas del mundo entero quisieran morir y pudieran hacerlo alegremente, ¿no se sumiría la sociedad en el caos? Entonces, ¿les resultaría difícil a los seres humanos sobrevivir y existir? (Sí). ¿Y cuál es la actitud de Dios hacia la vida humana? La valora. Dios valora y atesora la vida humana. ¿Qué senda de práctica debe adquirir la gente a partir de estas palabras de Dios? Durante su vida, mientras aún tenga vida y aliento, que son las cosas más valiosas que le ha dado Dios, la gente debe perseguir y comprender adecuadamente la verdad y cumplir sus deberes de seres creados según las exigencias y los principios de Dios, sin dejar tras de sí remordimiento alguno, para que un día pueda asumir el lugar de un ser creado y dar testimonio y adorar al Creador. Con ello, dará valor y sentido a su vida, al vivir no para Satanás, sino para la soberanía de Dios, Su obra y Su testimonio. La vida de las personas tiene valor y sentido cuando estas son capaces de dar testimonio de los actos y la obra de Dios. Sin embargo, no cabe afirmar que la vida humana haya alcanzado entonces su momento más glorioso. Esto no es del todo correcto, porque a ese momento aún no se ha llegado. Una vez que realmente hayas comprendido la verdad, la hayas obtenido, hayas alcanzado el conocimiento de Dios y puedas asumir el lugar de un ser creado para adorarlo y dar testimonio de Él, de la soberanía del Creador, de Sus actos, de Su esencia y de Su identidad, entonces, el valor de tu vida habrá alcanzado su apogeo y plenitud máximos. El objetivo y la trascendencia de decir todo esto es hacerte comprender el valor y el sentido de la existencia de la vida y cómo debes tratar a la tuya propia, para que en función de esto decidas qué senda seguir. Es la única manera de estar en consonancia con las intenciones de Dios.

4 de junio de 2022

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