Qué significa perseguir la verdad (13) Parte 2

En la última reunión hablamos del dicho sobre la conducta moral “muere con las botas puestas”, dedicamos un tiempo a diseccionar y exponer las exigencias, expresiones, ideas y puntos de vista inherentes a este dicho, y la gente ha adquirido cierta comprensión de su esencia. Naturalmente, en cuanto a los temas relacionados con este aspecto, también hemos hablado sobre cuál es exactamente la intención de Dios, cuál es Su actitud, qué verdades entraña esto y cómo debe contemplar la gente la muerte. Tras comprender la verdad y la intención de Dios, cuando la gente se enfrente a esas cosas, debe contemplarlas de acuerdo a las palabras de Dios y abordarlas de acuerdo con la verdad para que pueda cumplir con Sus exigencias. Además, el dicho sobre la conducta moral que citamos la última vez, “los gusanos de seda hilan hasta morir y las velas arden hasta consumirse”, es excesivamente superficial, y su esfera de pensamiento excesivamente vulgar, así que no vale la pena seguir diseccionándolo. Vale la pena diseccionar el siguiente enunciado de conducta moral sobre el que hablaremos, “todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país”. Las cosas que vale la pena diseccionar ocupan un espacio determinado en el pensamiento y las nociones de la gente. Durante un tiempo concreto, influyen en el pensamiento de la gente, en su forma de existencia, en su senda y, claro está, en sus decisiones. Es la consecuencia que logra Satanás al aprovechar la cultura tradicional para corromper al género humano. El dicho “todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país” ocupa un espacio determinado en el corazón y la mente de la gente; es decir, el tipo de asunto al que alude este enunciado es especialmente representativo. En coyunturas críticas para el destino de su país, la gente toma decisiones basadas en este dicho, y este limita y restringe su mentalidad y sus procesos normales de pensamiento. Por eso vale la pena diseccionar estas ideas y puntos de vista. En comparación con los dichos a los que hemos aludido anteriormente —“no te quedes el dinero que te encuentres”, “daría la vida por un amigo”, “de bien nacidos es ser agradecidos”, “la amabilidad de una gota de agua debe ser recompensada con un manantial”, “muere con las botas puestas”, etc.—, el criterio de conducta moral “todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país” ocupa una esfera superior en el mundo de Satanás. Los dichos sobre la conducta moral que hemos diseccionado anteriormente aluden a un tipo de persona o de asunto menor en la vida, los cuales son limitados, mientras que este dicho abarca un ámbito más amplio. No se refiere a aspectos incluidos en el ámbito del “yo inferior”, sino que trata una serie de cuestiones y cosas relacionadas con el “yo superior”. Por tanto, ocupa una posición clave en el corazón de la gente y debe diseccionarse para ver si debe ocupar un espacio determinado en él, así como para determinar cómo debe contemplar la gente este dicho sobre la conducta moral de una manera que esté en consonancia con la verdad.

El dicho “todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país” obliga a la gente a ser consciente de su responsabilidad en el destino de su país, pues sugiere que todo el mundo debe responder de él. Si cumples con tu responsabilidad hacia el destino de tu país, el gobierno te recompensará con grandes honores y se te considerará alguien de personalidad noble; en cambio, si no te preocupas por el destino del país, si te quedas de brazos cruzados mientras se tambalea y no lo consideras un asunto de gran importancia o te ríes de ello, se considera que no cumples con tu responsabilidad en absoluto. Si no cumples con tus deberes y responsabilidades cuando tu país te necesita, no eres gran cosa, y en realidad eres una persona insignificante. La sociedad excluye y desdeña a la gente así, y es despreciada y menospreciada por sus semejantes. Para todo ciudadano de cualquier Estado soberano, el dicho “todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país” cuenta con la aprobación del pueblo, es un enunciado que la gente puede aceptar e incluso que el género humano respeta. También es una idea que los seres humanos consideran noble. Una persona capaz de preocuparse e interesarse por el destino de su tierra y de tener un profundo sentido de la responsabilidad hacia ella es una persona dotada de una rectitud mayor. Las personas que se preocupan e interesan por su familia tienen una rectitud menor, mientras que las que se preocupan por el destino de su país son personas con un espíritu de rectitud mayor y ellas más que nadie merecen el elogio de los gobernantes y el pueblo. En definitiva, se reconoce de forma indiscutible que ideas como esta tienen una trascendencia positiva para los seres humanos, sirven para guiar positivamente al género humano y, por supuesto, también se reconocen como positivas. ¿Pensáis lo mismo vosotros? (Sí). Normal que penséis así. Eso quiere decir que vuestra mentalidad no difiere de la de la gente normal y que sois gente corriente. La gente corriente es capaz de aceptar las ideas populares y las diversas ideas y observaciones supuestamente positivas, proactivas, optimistas y nobles que provienen del resto de los seres humanos. Es gente normal. ¿Son necesariamente positivas las ideas aceptadas y veneradas por la gente corriente? (No). En teoría, no son positivas porque no se ajustan a la verdad, no vienen de Dios, y Él no se las enseña ni las dirige a los seres humanos. ¿Y cuál es la realidad exactamente? ¿Cómo debe explicarse esta cuestión? La explicaré pormenorizadamente ahora y, cuando haya terminado de hablar, sabréis por qué el dicho “todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país” no es positivo. Antes de que revele la respuesta, pensad primero en el enunciado “todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país”: ¿es realmente positivo? ¿Es malo obligar al pueblo a amar su país? Hay quien dice: “El destino de nuestra patria influye en nuestra supervivencia, nuestra felicidad y nuestro futuro. ¿No le ordena Dios a la gente que sea obediente a sus padres, que eduque bien a sus hijos y que cumpla con sus responsabilidades sociales? ¿Qué hay de malo en que cumplamos con algunas responsabilidades en nuestro país? ¿No es positivo? Aunque no llegue a ser una verdad, debería ser una idea correcta, ¿no?”. Para la gente son unos motivos válidos, ¿no es cierto? La gente utiliza estas afirmaciones, estos motivos y hasta estas justificaciones para argumentar que el dicho “todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país” es correcto. Entonces, ¿este dicho es realmente acertado o no? Si lo es, ¿qué tiene de acertado? Si no, ¿qué tiene de equivocado? Si podéis responder claramente a estas dos preguntas, comprenderéis realmente este aspecto de la verdad. Otros comentan: “El dicho ‘todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país’ no es cierto. Los países están regidos por gobernantes y sistemas políticos. En lo que atañe a la política, nosotros no tenemos ninguna responsabilidad, ya que Dios no se mete en la política humana. Por tanto, nosotros tampoco nos metemos en política, así que este dicho no nos atañe; lo relacionado con la política no tiene nada que ver con nosotros. Quien se mete en política y disfruta de la política es responsable del destino del país. Nosotros no aceptamos este dicho, no es positivo desde nuestro punto de vista”. ¿Esta explicación es correcta o incorrecta? (Incorrecta). ¿Por qué incorrecta? Teóricamente sabéis que esta explicación no cuadra, no aborda la raíz del problema y no basta para explicar la esencia del problema. Es una mera explicación teórica, pero no aclara la esencia de esta cuestión. Sea cual sea la explicación, mientras no trate la esencia concreta de esta cuestión, no es una explicación real, una respuesta precisa ni la verdad. Entonces, ¿qué tiene de malo el dicho sobre la conducta moral “todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país”? ¿Con qué verdad se relaciona esta cuestión? La verdad a este respecto no puede explicarse claramente en una o dos frases. Harían falta muchas explicaciones para haceros comprender la verdad que alberga. Así pues, hablemos sobre ello de forma sencilla.

¿Cómo debe contemplarse y discernirse el dicho “todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país”? ¿Es positivo? Para explicar este enunciado, veamos primero qué es un país. ¿Qué concepto de país tiene la gente? ¿El concepto de país es que sea muy grande? En teoría, un país es un territorio que comprende todos los hogares regidos por un mismo gobernante y sistema social. Es decir, una multitud de hogares forma un país. ¿Así lo define la sociedad? (Sí). Solo cuando hay hogares pequeños puede haber un hogar grande, y un hogar grande indica que hay un país; esta es la definición de país. ¿Es aceptable esta definición? ¿Os identificáis con ella para vuestros adentros? ¿A qué gustos e intereses se ajusta mejor esta definición? (A los de los gobernantes). Exacto, ante todo a los de los gobernantes, ya que, al tener todos los hogares bajo su dominio, tienen el poder en sus manos. Para los gobernantes, esta definición es válida y se identifican con ella. Sea cual sea la definición de país de los gobernantes, para cualquier persona común hay un trecho entre el país y toda persona que lo habita. Para la gente común —o sea, los individuos de cada país—, su definición de país es completamente distinta a la que defienden los gobernantes o la clase dirigente. La definición de país de la clase dirigente se basa en su dominio y sus intereses creados. Desde arriba, utilizan su posición estratégica elevada y su amplia perspectiva, impregnada de ambición y deseo, para definir lo que es un país. Por ejemplo, los gobernantes consideran el país como su propia casa, su propia tierra, y piensan que está previsto para su propio disfrute y que cada centímetro del país, cada recurso y hasta cada persona que lo habita deben pertenecerles y estar bajo su control, y que deben poder disfrutar de todo ello y enseñorearse del pueblo a su antojo. Sin embargo, el pueblo no tiene semejantes deseos ni condiciones, ni mucho menos una perspectiva tan amplia para definir lo que es un país. Entonces, para la gente común, para cualquier persona individual, ¿cuál es su definición de país? Si están instruidos y saben interpretar los mapas, solamente conocen el tamaño del territorio de su país, con qué otros países limita y cuántos ríos, lagos, montañas, bosques, terreno y habitantes tiene… Su concepto de país no es más que cartográfico y literal, un simple concepto teórico por escrito, totalmente incoherente con el país existente en realidad. Para una persona medianamente instruida y con cierto estatus social, su concepto de país es algo así. ¿Y la gente común que conforma la base de la sociedad? ¿Cuál es su definición de país? En Mi opinión, la definición de país de esta gente no es más que la modesta parcela de tierra de su familia, el gran sauce del extremo oriental de la aldea, la montaña del extremo occidental, la carretera de entrada a la aldea y los vehículos que suelen pasar por ella, así como algunos sucesos relativamente espectaculares que han ocurrido en la aldea y hasta algún chismorreo trivial. Para la gente común, el concepto de país es algo así. Aunque las fronteras de esta definición son muy reducidas y su alcance muy estrecho, para la gente común que vive en ese contexto social es muy realista y práctica: para ellos, un país no es más que esto. Pase lo que pase en el mundo exterior, pase lo que pase en el país, para ellos solo es una noticia medianamente importante que pueden optar por escuchar o no. ¿Y qué atañe a sus intereses inmediatos? Si el cultivo de cereales que plantaron este año producirá una cosecha abundante, si será suficiente para alimentar a su familia, qué plantar el año que viene, si se les inundarán las tierras, si serán invadidas y ocupadas por algún agresor, y otros asuntos y cosas similares estrechamente relacionados con la vida, hasta cosas como un edificio de la aldea, un arroyo, un sendero, etc. Aquello que les importa y de lo que hablan, así como lo que deja una profunda impresión en su mente, no es más que la gente, los asuntos y las cosas que les rodean y que guardan estrecha relación con su vida. No tienen noción de lo grande que es la magnitud de un país ni de su prosperidad o decadencia. Cuanto más novedosas son las cosas y más importantes son los asuntos del país, más ajenos les son a esas personas. Para esta gente común, el concepto de país no es más que la gente, los asuntos y las cosas que les caben en la cabeza y que entran en contacto con su vida. Aunque reciban información sobre el destino del país, les resulta muy ajena. Que les resulte ajena significa que no ocupa espacio alguno en su corazón y que no afecta a su vida, por lo que la prosperidad y el declive del país no tienen nada que ver con ellos. En su corazón, ¿cuál es el destino de su país? Si los cultivos que plantaron este año son bendecidos por el cielo, si la cosecha es abundante, cómo se las apaña su familia y otras minucias de la vida cotidiana, mientras que los asuntos nacionales no tienen ninguna relación con ellos. Los asuntos de importancia nacional, la política, la economía, la educación, la ciencia y la tecnología, si el territorio del país se ha expandido o se ha reducido, los lugares que han visitado los gobernantes y qué cosas han ocurrido entre la clase dirigente. Estas cosas están, sencillamente, más allá de lo que la gente común puede captar. Aunque pudieran captarlas, ¿de qué serviría? Aunque hablaran después de cenar de lo que le ocurre a la clase dirigente, ¿qué podrían hacer al respecto? Después de dejar el cuenco y los palillos, siguen teniendo que ganarse la vida a duras penas e ir a trabajar al campo. Nada parece tan real como los cultivos de sus campos, que pueden dar una buena cosecha. Lo que a una persona le importa es lo que guarda en su corazón. Los horizontes de una persona son tan amplios como las cosas que guarda en su corazón. Los horizontes de la gente corriente solamente se extienden hasta los lugares que puede ver a su alrededor y los lugares a los que puede ir. En cuanto al destino de su país y los asuntos de importancia nacional, están muy alejados y fuera de su alcance. Por eso, cuando está en juego el destino del país o este se enfrenta a la invasión de un enemigo poderoso, inmediatamente piensan: “¿Acabarán los invasores por apoderarse de mis cosechas? ¡Este año contamos con vender esos cereales para pagar la universidad de nuestros hijos!”. Estas son las cosas que tienen mayor relevancia práctica para la gente común, las que pueden captar y las que su mente y espíritu pueden soportar. Para la gente corriente, el dicho “todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país” es excesivamente gravoso. No saben cómo hacerlo y no quieren soportar esta pesada carga y esta responsabilidad gravosa. Algo así es el concepto de país que tiene la gente común. Por consiguiente, su ámbito de vida y las cosas que residen en su pensamiento y espíritu no son más que la tierra y el agua de su localidad, que les proporcionan tres comidas al día y les dan todo lo que necesitan para crecer, además del aire y el ambiente de su ciudad natal. ¿Qué más puede haber aparte de estas cosas? Aunque algunas personas vayan más allá del entorno familiar de la localidad donde nacieron y crecieron, cuando el país se tambalea y necesita que cumplan con sus responsabilidades hacia la nación, nadie piensa en proteger el país entero. En cambio, ¿en qué piensa el pueblo? En lo único que piensa es en cumplir con sus responsabilidades para proteger su localidad natal y salvaguardar esa parcela de tierra que lleva en el corazón, e incluso en sacrificar su vida con este fin. Allá donde vaya el pueblo, para ellos la palabra “país” es un simple pronombre, una bandera y un símbolo. Lo que realmente ocupa un espacio considerable en su corazón no es el territorio del país, ni mucho menos el mandato de los gobernantes, sino la montaña, la parcela de tierra, el río y el pozo que les proporcionan tres comidas al día, les dan la vida y les ayudan a mantenerla, eso es todo. Este es el concepto de país que tiene el pueblo en mente: así de real, de concreto y, por supuesto, de preciso.

¿Por qué se defiende siempre la idea de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país en la cultura tradicional, especialmente a la hora de reflexionar sobre la conducta moral? Esto atañe tanto al mandato del gobernante como a las intenciones y los objetivos de las personas que abogan por esta idea. Si la definición de país en la mente de cada individuo fuera tan insignificante, concreta y real, ¿quién protegería el país? ¿Quién defendería el mandato del gobernante? ¿Esto no presenta problemas? Efectivamente, aquí surgen problemas. Si el concepto de país que tiene todo el mundo fuera así, ¿no se convertiría el gobernante en una mera figura decorativa? Si el país de un gobernante se enfrentara a la invasión de un enemigo poderoso y su defensa dependiera únicamente de este gobernante o de su camarilla, ¿no daría la impresión de estar luchando desamparado, aislado y débil? Los pensadores respondieron a estos problemas con inteligencia. Creían que, para proteger el país y mantener el mandato del gobernante, no era posible recurrir únicamente a la colaboración de un pequeño número de personas, sino que era necesario movilizar a toda la población para que sirviera al gobernante del país. Si estos pensadores le dijeran directamente al pueblo que sirviera al gobernante y protegiera el país, ¿estaría el pueblo dispuesto a ello? (No). Ciertamente, el pueblo no estaría dispuesto porque el objetivo de la petición sería demasiado descarado y no accedería a ello. Esos pensadores sabían que debían inculcarle al pueblo una expresión agradable, noble y superficialmente grandiosa, y decirle que quien piensa así tiene una conducta moral noble. De ese modo, el pueblo aceptaría fácilmente esta idea, e incluso se sacrificaría y colaboraría por ella. Se cumpliría el objetivo, ¿no? En este contexto social, y en respuesta a las necesidades de los gobernantes, surgió el dicho y la idea de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país. La naturaleza humana es tal que, surja la idea que surja, siempre habrá personas que la consideren de moda y vanguardista y la acepten en base a eso. ¿No beneficia al gobernante que algunas personas acepten la idea de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país? Eso implica que habrá gente que se sacrifique y colabore por el bien del régimen del gobernante. Por ende, el gobernante tiene la esperanza de estar en el poder durante mucho tiempo, ¿no? ¿Y no será su mandato relativamente más estable? (Sí). Por consiguiente, cuando el mandato del gobernante se vea desafiado o se enfrente a su destrucción, o cuando su país se enfrente a la invasión de un enemigo poderoso, aquellos que acepten la idea de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país darán un valiente e intrépido paso al frente para hacer una contribución o sacrificar su vida en aras de proteger el país. ¿Quién es el beneficiario último de esto? (El gobernante). El beneficiario último es el gobernante. ¿Qué ocurre con quienes aceptan la idea de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país y están dispuestos a dar su preciada vida por ella? Se convierten en un medio del que aprovecharse, en peones prescindibles del gobernante y en víctimas de esta idea. La gente común, que habita en la base de la sociedad, no tiene un concepto ni una definición definidos y claros de lo que es un país. No saben lo que es un país ni lo grande que es, y conocen todavía menos las cuestiones importantes acerca del destino de un país. Como la definición y el concepto de país del pueblo son difusos, la clase dirigente aprovecha el dicho “todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país” para desorientarlos e inculcarles esta idea, a fin de que todos se levanten a defender el país y arriesguen la vida por la clase dirigente y, en consecuencia, esta consiga su objetivo. De hecho, en lo que respecta a la gente común, sin importar quién gobierne el país ni si los intrusos son mejores o peores que los gobernantes actuales, al final hay que seguir plantando en la exigua parcela de tierra de su familia cada año, el árbol del extremo oriental de su aldea no ha cambiado, ni tampoco la montaña del extremo occidental o el pozo situado en el centro, y eso es lo único que importa. En cuanto a lo que ocurra fuera de la aldea, cuántos gobernantes vayan y vengan o cómo gobiernen el país, todo eso no guarda relación alguna con ellos. Así es la vida de la gente común. Su vida es así de real y sencilla, y su concepto de país es igual de concreto que su concepto de familia, solo que su alcance es mayor que el de esta. En cambio, cuando el país se ve invadido por un enemigo poderoso y su existencia y supervivencia están en juego, y el mandato del gobernante se ve perturbado y desestabilizado, quienes aceptan que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país están dominados por esta idea, y lo único que quieren hacer es utilizar su fortaleza personal para cambiar estas cosas que están afectando al destino del país y entorpeciendo el mandato del gobernante. ¿Y qué ocurre al final? ¿Qué cambian realmente? Aunque consigan mantener al gobernante en el poder, ¿significa esto que hicieron algo recto? ¿Que su sacrificio fue positivo? ¿Es algo digno de ser recordado? Aquellas personas que en un determinado período de la historia depositaron grandes esperanzas en la idea de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país también apoyaron enérgicamente el espíritu de esta idea al defender el país y mantener a los gobernantes en el poder, pero el mandato de estos gobernantes fue retrógrado, sangriento y sin sentido ni valor para el género humano. Desde este punto de vista, ¿fue positiva o negativa la supuesta responsabilidad cumplida por estas personas? (Negativa). Se podría decir que fue negativa, indigna de ser recordada y despreciada por el pueblo. Por el contrario, la gente común no se identifica a fondo con la idea de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país, propugnada por esos pensadores instigadores, y no la acepta ni aplica realmente. Por eso su vida es relativamente estable. Aunque sus logros a lo largo de la vida no son tan impresionantes como los de las personas que dan la vida por el destino de su país, han hecho algo con sentido. ¿Qué es lo que tiene sentido? En concreto, no entrometerse artificialmente en el destino de un país ni en el procedimiento que decide quiénes lo gobiernan. Más bien, lo único que piden es vivir bien, trabajar la tierra, defender su localidad natal, tener comida todo el año y llevar una vida abundante, cómoda, pacífica y sana sin causar problemas al país, sin pedirle alimentos ni dinero, y pagando los impuestos normales en plazo: esto es cumplir con la debida responsabilidad de un ciudadano. Si eres capaz de ser libre de toda interferencia de las ideas de los pensadores, vivir tu vida como una persona común, de una manera realista acorde con tu posición, y de ser autosuficiente, con eso basta y has cumplido con tu responsabilidad. Esto es lo más importante y la mayor responsabilidad que ha de cumplir una persona que viva en esta tierra. Ocuparse de la propia supervivencia y necesidades básicas son cuestiones que uno debe resolver por sí mismo, mientras que, en las cuestiones importantes relacionadas con el destino del país y con la forma en que lo rigen los gobernantes, la gente común no puede entrometerse ni hacer nada. Tan solo pueden dejar todos estos asuntos en manos del destino, y que la naturaleza siga su curso. Lo que el cielo quiera, así sucederá. La gente común sabe muy poco y, además, el cielo no le ha confiado esta clase de responsabilidad hacia su país. La gente común solamente lleva su hogar en el corazón y, mientras mantenga su hogar, es suficiente y ha cumplido con su responsabilidad.

Al igual que otros dichos sobre la conducta moral, “todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país” es una idea y un punto de vista propuestos por los pensadores para mantener a los gobernantes en el poder y por supuesto también defendidos para que más gente apoye a los gobernantes. De hecho, sea cual sea la clase social en que viva la gente, si esta no tiene ambiciones ni deseos y no quiere meterse en política ni tener nada que ver con la clase dirigente, la definición que la gente tiene de un país desde la perspectiva de la humanidad no es más que los lugares que puede contemplar en su horizonte, la tierra que puede medir a pie o una esfera dentro de la cual puede vivir feliz, libre y legalmente. A cualquiera que tenga ese concepto de país, la tierra donde vive y su esfera de vida pueden brindarle una vida estable, feliz y libre, lo cual es una necesidad básica en su vida. Esta necesidad básica es también un rumbo y un objetivo que la gente se esfuerza por defender. En cuanto esta necesidad básica se vea desafiada, perturbada o vulnerada, la gente sin duda se levantará a defenderla espontáneamente. Esta defensa está justificada y surge tanto de las necesidades de la humanidad como de las de supervivencia. No hace falta decirle a la gente: “Cuando tu localidad natal y tu hábitat se enfrenten a la invasión de un enemigo extranjero, debes levantarte a defenderlos, levantarte a luchar contra los invasores”. Se levantará a defenderlos automáticamente. Es el instinto del ser humano, además de su necesidad de supervivencia. Por ello, con una persona normal no es necesario utilizar ideas como “todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país” para animarla a proteger su patria y su hábitat. Si alguien tiene muchas ganas de inculcarle esas ideas a la gente, su objetivo no es tan sencillo. Su objetivo no es que la gente defienda su hábitat, garantice sus necesidades vitales básicas ni lleve una vida mejor. Tiene otro objetivo, que no es otro que mantener a los gobernantes en el poder. De forma instintiva, la gente hará cualquier sacrificio por proteger su hábitat, y lo protegerá conscientemente junto a su entorno vital para garantizar que se satisfagan sus necesidades básicas de supervivencia sin necesidad de que otros utilicen expresiones grandilocuentes para decirle lo que tiene que hacer o cómo levantarse a proteger su propio hogar. Este instinto, esta conciencia básica, la tienen hasta los animales y sin duda la tienen los seres humanos, seres creados superiores a cualquier animal. Incluso los animales protegen su hábitat, su campo, su hogar y su comunidad de la invasión de enemigos externos. Y si los animales tienen este tipo de conciencia, ¡desde luego que los seres humanos la tienen! Por tanto, la idea de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país, propuesta por esos pensadores, es superflua para todo integrante de la especie humana. Y en cuanto a la definición de un país en el fondo del corazón de la gente, esta idea es, básicamente, superflua también. Sin embargo, ¿por qué siguieron proponiéndola esos pensadores? Porque querían alcanzar otro objetivo. Su verdadero objetivo no era que la gente viviera mejor en su hábitat actual ni que tuviera un entorno vital más estable, alegre y feliz. No partían desde la perspectiva de proteger a la gente ni desde la de defender el hábitat de esta, sino desde la perspectiva y el punto de vista de los gobernantes, para inculcarle al pueblo la idea de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país e instigarlo a hacerla propia. Si tú no tienes esta idea, tu ámbito de pensamiento se considerará inferior y serás ridiculizado por todos y despreciado por todo grupo étnico; si no has hecho propia esta idea, si no tienes esta rectitud mayor y esta mentalidad, se te considerará una persona de carácter moral inferior, un canalla egoísta y despreciable. Estos supuestos canallas son personas despreciadas en la sociedad, discriminadas y desdeñadas por ella.

En este mundo, en la sociedad, cualquiera que nazca en un país pobre o atrasado o proceda de una nación humilde, vaya donde vaya, en cuanto declare su nacionalidad, determinarán inmediatamente su estatus, lo considerarán inferior a los demás, lo menospreciarán y lo discriminarán. Si tu nacionalidad es la de un país poderoso, tendrás un estatus muy elevado entre todos los grupos étnicos y serás considerado superior a los demás. Por eso la idea de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país ocupa un espacio importante en el corazón de la gente. La gente tiene un concepto muy finito y concreto de país, pero, dado que el destino de su país tiene mucho que ver con la forma en que toda la especie humana trata a cualquier grupo étnico y a cualquier persona de otro país, así como el método y los criterios con que determina su estatus, todo el mundo está íntimamente influido en mayor o menor medida por la idea de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país. ¿Y cómo debería librarse la gente de la influencia de esta idea? Veamos primero cómo le influye. Aunque la definición de país que tiene la gente no va más allá del entorno concreto en que vive, y la gente solo quiere mantener su derecho elemental a la vida y sus necesidades de supervivencia para poder llevar una existencia mejor, hoy día toda la especie humana está en constante movimiento y circulación, y los seres humanos aceptan inconscientemente la idea de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país. Es decir, desde la perspectiva de la humanidad, la gente no quiere aceptar definiciones huecas y grandilocuentes de país como “gran nación”, “dinastía próspera”, “superpotencia”, “potencia tecnológica”, “potencia militar”, etc. En la humanidad normal no existen estos conceptos, y la gente no quiere preocuparse por estas cosas en su vida cotidiana. No obstante, al mismo tiempo, al relacionarse con el resto de seres humanos, la gente espera tener la nacionalidad de un país poderoso. En particular, cuando viajes al extranjero y te encuentres entre personas de otras etnias, estarás convencido de que el destino de tu país afecta a tus intereses vitales. Si tu país es poderoso y rico y tiene un estatus elevado en el mundo, tu estatus entre la gente será elevado, en consonancia con el de tu país, y estarás muy bien considerado. Si procedes de un país pobre, de una nación pequeña o de un grupo étnico poco conocido, tu estatus será más humilde, acorde con tu nacionalidad y etnia. Sin importar qué clase de persona seas, cuál sea tu nacionalidad ni a qué raza pertenezcas, si vives exclusivamente en una esfera reducida, la idea de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país no tendrá ninguna influencia en ti. Sin embargo, cuando se juntan personas de diferentes países de todo el género humano, la idea de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país es aceptada por más gente. Esta aceptación no es pasiva, sino una comprensión más profunda por parte de tu voluntad subjetiva de que el dicho “todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país” es correcto, pues el destino de tu país está indisolublemente relacionado con tu estatus, reputación y valor entre la gente. En ese momento ya no crees que el concepto y definición de tu país sea solamente el pequeño lugar donde naciste y creciste. Esperas, en cambio, que tu país se haga más grande y fuerte. Ahora bien, cuando regresas a tu país, este vuelve a ser muy concreto en tu mente. Este lugar concreto no es una nación informe, sino el sendero, el arroyo y el pozo de tu localidad y los campos de tu casa, donde tú cultivas. Por tanto, volver a tu país, tiene lo que a ti respecta, supone más concretamente volver a tu localidad, volver a casa. Y, cuando vuelves a casa, da igual si el país existe o no, quién es el gobernante, lo grande que es el territorio del país, cuál es su situación económica o si es pobre o rico; nada de eso te importa. Mientras tu hogar siga allí, cuando te eches la maleta al hombro con la intención de volver, tendrás un rumbo y un objetivo. Mientras sigas teniendo un lugar donde asentarte y el lugar donde naciste y creciste siga ahí, tendrás un sentido de pertenencia y un destino. Aunque el país en que se encuentre ya no exista y el gobernante haya cambiado, mientras tu hogar siga ahí, tendrás un hogar al que volver de todos modos. Este es un concepto de país muy contradictorio y difuso en la mente de la gente, pero también un concepto de hogar muy concreto. En realidad, la gente no está muy segura de si la idea de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país es correcta o no. Sin embargo, como esta idea tiene cierta repercusión en su estatus social concreto, la gente desarrolla inconscientemente un gran sentido de país, nacionalidad y raza. Cuando la gente solo habita la pequeña esfera de su localidad natal, tiene cierto grado de inmunidad o resistencia a la idea de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país. No obstante, cuando sale de su localidad y su patria y trasciende el dominio de su país, tiene inconscientemente cierta consciencia y aceptación de la idea de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país. Por ejemplo, cuando salgas al extranjero, si alguien te pregunta de qué país eres, pensarás: “Si digo que soy de Singapur, la gente me tendrá en alta estima; en cambio, si digo que soy chino, me menospreciará”. Así pues, no te atreves a decirles la verdad. Sin embargo, un día se desenmascara tu nacionalidad. La gente se entera de que eres chino, y a partir de entonces te ve con otros ojos. Te discriminan, menosprecian e incluso consideran ciudadano de segunda. En ese momento piensas inconscientemente: “¡Tiene toda la razón ese dicho de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país! Antes pensaba que no era responsable del destino de mi país, pero ahora me parece que es algo que afecta a todos. Cuando el país prospera, todos prosperan, pero, cuando el país cae, todos sufren por ello. ¿No es pobre nuestro país? ¿No es una dictadura? ¿Y no tienen mala reputación los gobernantes? Por eso me desprecia la gente. Mira qué acomodados y felices están en los países occidentales. Tienen libertad para ir a cualquier parte y creer en cualquier cosa. En cambio, a nosotros, bajo el régimen comunista, nos persiguen por creer en Dios, y debemos huir muy lejos sin poder regresar a casa. ¡Qué maravilloso sería si hubiéramos nacido en un país occidental!”. En ese momento te parece sumamente importante la nacionalidad, y el destino de tu país pasa a ser importante para ti. En cualquier caso, cuando la gente vive en un entorno y un contexto así, se ve influida inconscientemente por la idea de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país y se deja llevar por ella en mayor o menor medida. En ese punto, las conductas de la gente y sus opiniones, perspectivas y puntos de vista sobre las personas, asuntos y cosas varían en mayor o menor medida y, por supuesto, esto da lugar a consecuencias y efectos de diversa magnitud. Por consiguiente, hay cierto número de pruebas concretas de la influencia del dicho “todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país” en la mentalidad de la gente. Aunque su concepto de país no está tan claro desde el punto de vista de la humanidad, en determinados contextos sociales, la nacionalidad que conlleva la pertenencia a un país sigue influyendo en la gente. Si la gente no comprende la verdad y no percibe claramente estas cuestiones, no podrá librarse de las trabas y los efectos erosivos de esta idea, lo que también afectará a su estado de ánimo y a su actitud al lidiar con las cosas. Ya sea desde la perspectiva de la humanidad o en relación con los cambios y avances en la mentalidad de la gente cuando cambia el entorno general, la idea propuesta por Satanás de que todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país tiene cierta influencia en la gente y, efectivamente, cierto efecto erosivo en el pensamiento humano. Como la gente no sabe explicar correctamente asuntos como el destino de un país y no comprende la verdad relacionada con este asunto, suele dejarse llevar y corromperse por esta idea en distintos ambientes, o bien le afecta a su estado de ánimo. Sencillamente, no vale la pena.

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