Qué significa perseguir la verdad (14) Parte 2

Independientemente de si los acontecimientos que ves que ocurren a tu alrededor son percibidos por el hombre como buenos o malos, de si son los que quieres o no, de si te aportan alegría y felicidad o tristeza y dolor, debes considerarlos personas, acontecimientos y cosas que albergan lecciones que aprender y verdades que buscar, y cosas que provienen de Dios. No suceden por casualidad, no son fruto de los seres humanos, no los provoca ninguna persona y no son algo que ninguna persona pueda controlar. Por el contrario, es Dios quien las gobierna a todas, las instrumenta y dispone. Ningún acontecimiento surge de la voluntad humana como si cualquiera pudiera controlarlo solo con desearlo. Dios rige e instrumenta todo el proceso de aparición, desarrollo y transformación de todas las personas, acontecimientos y cosas hasta que alcanzan su resultado final. Si no lo crees, prueba a experimentar y observar las cosas de acuerdo con las palabras y los principios de los que he hablado. Comprueba si lo que digo es cierto. Comprueba si el enunciado “el éxito y el fracaso de las cosas dependen de las personas” en el que vosotros creéis es correcto, o si es el enunciado “Dios rige e instrumenta la aparición y evolución de todas las personas, acontecimientos y cosas hasta su resultado final” es acertado. Averigua cuál de estos dos enunciados es correcto, cuál está en consonancia con la realidad, cuál edifica y beneficia a la gente y cuál hace que la gente conozca a Dios y tenga sincera fe en Él. Cuando experimentes todo lo que sucede a tu alrededor con la óptica y la actitud de que Dios lo rige e instrumenta todo, tu idea y tu perspectiva de las cosas serán totalmente distintas. Si te limitas a contemplar todas las cosas y cuestiones desde la perspectiva del enunciado “el éxito y el fracaso de las cosas dependen de las personas”, entonces, por decirlo suavemente, cuando te suceda algo, te dejarás enredar de forma natural e involuntaria por la idea de lo que está bien y lo que está mal, tratarás de responsabilizar a las personas y analizarás las causas de los diversos sucesos, los factores que acarrearon consecuencias adversas en distintas cuestiones, etc., en vez de buscar los principios-verdad y las intenciones de Dios en función de Sus palabras. Cuanto más creas en el enunciado “el éxito y el fracaso de las cosas dependen de las personas”, más te dominarán los puntos de vista de los incrédulos. Luego, el resultado final de todo lo que vivas estará cada vez más en desacuerdo con la verdad, y tu fe en Dios se volverá mera doctrina o consigna. A esas alturas te habrás convertido en un absoluto incrédulo. En otras palabras, cuanto más creas en el enunciado “el éxito y el fracaso de las cosas dependen de las personas”, más incrédulo demostrarás ser. Si no llevas a Dios ni Sus palabras en el corazón, si no reconoces ni aceptas en absoluto ninguna de las palabras, verdades o cosas positivas de Dios, si no ocupan ningún lugar en tu corazón, entonces, las profundidades de tu alma han sido ocupadas por completo por Satanás, están repletas de los pensamientos e ideas de la evolución y el materialismo, que son las palabras endiabladas de los diablos y de Satanás. Crees en todos los hechos que ves con tus ojos, pero no crees que Aquel que rige todo el universo, Aquel al que nadie puede ver, exista realmente. Si lo contemplas todo desde la perspectiva de que “el éxito y el fracaso de las cosas dependen de las personas”, eres igual a Satanás y a los materialistas. Sin embargo, si contemplas todo desde la perspectiva de que “en el mundo, todo lo rige y dispone Dios”, a pesar de que no serás capaz de ver algunas cosas con claridad, sabrás buscar respuestas referidas a acontecimientos concretos que veas a tu alrededor, buscar la raíz de la cuestión y la esencia y la verdad del problema en las palabras de Dios. No indagarás en quién tenía razón y quién no, no intentarás, simplemente, responsabilizar a nadie; por el contrario, serás capaz de comparar el asunto con las palabras de Dios y de buscar la raíz e identificar el punto donde radica el problema, y examinarás en qué fallaron las personas, de qué carecían, qué carácter corrupto revelaron, de qué manera manifestaron su rebeldía y qué aspectos suyos fueron incompatibles con Dios durante el trascurso de todo el asunto. Serás capaz de buscar qué intenciones y objetivos tenía Dios al hacerlo, qué quería conseguir en la gente, qué tipo de resultados quería obtener, qué beneficios quería que la gente alcanzara y los principios que esta debería cumplir. Cuando disciernas y contemples un acontecimiento concreto desde estas perspectivas, tu estado interno cambiará. Inconscientemente, tu punto de vista sobre las cosas será guiado y dirigido por las palabras de Dios. Sin darte cuenta, recibirás de ellas esclarecimiento y orientación, así como los principios-verdad que debes obedecer y practicar cuando te sucedan cosas semejantes. Cuando realmente entres en estos principios-verdad, tendrás fe y confianza genuinas en Dios, orarás y suplicarás con sinceridad, tendrás una sumisión auténtica y sabrás practicar según los principios-verdad. ¿Cuál será el resultado último? A lo largo de ese acontecimiento, verás con claridad la verdad del asunto, aprenderás lecciones, serás capaz de entender de manera correcta todo lo que te suceda y ver que proviene de las disposiciones de Dios y que alberga Su benevolencia. Así, al igual que la gente suele decir “saca algo bueno de lo malo”, con naturalidad serás capaz de considerar positivo todo acontecimiento que la gente condena, aborrece y odia, y de reconocer que Dios lo rige y dispone y que hay que aceptarlo de Él. Lo verás como algo que alberga los arduos esfuerzos de Dios, Sus intenciones y Sus expectativas. Mientras lo experimentas, lograrás entender de forma inconsciente cuáles eran las intenciones de Dios al instrumentar todo ese asunto. Sin ser consciente de ello, llegarás a entender y captar Sus intenciones y, una vez que eso suceda, comprenderás sin querer las verdades que esto entraña y sabrás discernir a todas las personas y cuestiones implicadas en el acontecimiento en su conjunto. Si, en su transcurso, contemplas el problema desde la perspectiva de que en el mundo, todo lo rige y dispone Dios, te beneficiarás mucho de ello. Alcanzarás la verdad, una fe sincera en Dios y comprensión acerca de Su soberanía sobre todas las cosas. Comprenderás las intenciones de Dios y Sus esmerados pensamientos con respecto a este asunto. Por supuesto, también lograrás entender y experimentar la frase “Dios es omnipresente”, que antes solo existía en tu conciencia. Si, a lo largo de todo el acontecimiento, observas el problema desde la perspectiva de que el éxito y el fracaso de las cosas dependen de las personas, te quejarás, ignorarás a Dios y lo notarás muy distante e impreciso. La palabra “Dios”, Su identidad y Su esencia, así como todo lo relacionado con Él, te parecerán cosas muy distantes y vacías. Creerás que la aparición, el desarrollo y el resultado del acontecimiento entero dependieron de maniobras humanas y que los factores humanos lo impregnan todo. Por ello, reflexionarás continuamente sobre las siguientes cuestiones: “¿Quién cometió el error en esta etapa? ¿Quién ocasionó por descuido un perjuicio en esa etapa? ¿Quién trastornó, perturbó y echó a perder esta etapa? Me aseguraré de que lo pague”. Te obsesionarás con los individuos y los asuntos y vivirás constantemente en el mundo del bien y del mal, mientras ignoras totalmente las palabras de Dios, la verdad, las responsabilidades, los deberes y las obligaciones que los seres creados deben cumplir, así como los puntos de vista y las posiciones que debes defender. Dios ya no ocupará un lugar en tu corazón. A lo largo de todo el acontecimiento, no habrá relación entre tú y Dios ni entre tú y Sus palabras. Es decir, ante una situación, solo te concentrarás en las personas y cosas. No se te ocurrirá ni una sola palabra que se ajuste a la verdad ni un enunciado de la verdad que provenga de Dios para compararlo con el asunto, no podrás aplicarlo como fundamento para analizar la situación, no aprenderás ninguna lección de ella ni ganarás discernimiento, no fortalecerás tu fe ni llegarás a conocer a Dios. No harás nada de eso. A lo largo de todo el acontecimiento, te aferrarás al dicho popular “el éxito y el fracaso de las cosas dependen de las personas”, que, para ser más precisos, es un argumento y un punto de vista de los incrédulos. Por el contrario, supón que desde el principio del acontecimiento eres capaz de aceptarlo desde la perspectiva de un ser creado, sin examinar si un individuo tiene razón o no, sin analizar en exceso a ninguna persona ni ninguna cosa y sin obsesionarte con nada ni nadie. Supón que, en cambio, buscas activamente respuestas en las palabras de Dios, te presentas de manera proactiva ante Dios a orar y ampararte en Él y buscas Su esclarecimiento y guía y le permites que obre e instrumente. Supón que tu actitud es de temor y sumisión a Dios, de sed de la verdad y de cooperación activa con Dios, que no es el punto de vista y la actitud de un incrédulo, sino más bien el punto de vista y la postura que debe tener un auténtico seguidor de Dios. Con ese punto de vista y esa postura, sin saberlo, obtendrás lo que nunca antes has experimentado: las realidades-verdad que antes no tenías. Estas realidades-verdad son, de hecho, los resultados que Dios quiere lograr y alcanzar en ti por medio de Su soberanía sobre el acontecimiento entero. Si Dios logra lo que se propone, no habrá obrado en vano, pues habrá logrado los resultados que desea en ti. ¿Cuáles son estos resultados? Dios quiere que veas lo que realmente ocurre, que nada sucede por casualidad ni lo provocan las personas, sino que Él lleva las riendas. Dios quiere que experimentes Su existencia real y que comprendas Su soberanía y Su instrumentación del destino de todas las cosas, y que esto es una realidad, no un enunciado hueco.

Si por medio de tus experiencias realmente llegas a darte cuenta de que Dios lo gobierna todo e instrumenta el destino de todas las cosas, podrás declarar, como Job: “He sabido de ti solo de oídas, pero ahora mis ojos te ven. Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42:5-6). ¿Es una declaración positiva? (Sí). Sienta muy bien oírla y es conmovedora. ¿Queréis experimentar la veracidad de esta declaración? ¿Queréis entender cómo se sentía Job cuando pronunció estas palabras? (Sí). ¿Es un deseo normal o intenso? (Intenso). En definitiva, vosotros sí tenéis esta clase de determinación y deseo. ¿Y cómo puede cumplirse este deseo? Como ya he explicado. Desde la perspectiva de un ser creado, has de plantearte todas las personas, acontecimientos y cosas que te sucedan desde una perspectiva basada en el reconocimiento de que Dios es Soberano de todas las cosas y de que Él controla e instrumenta todo. Debes extraer lecciones de ello, comprender las intenciones de Dios en todo lo que hace y reconocer lo que Dios quiere lograr y alcanzar en ti. Al hacerlo, un día, en un futuro no muy lejano, te sentirás igual que Job cuando pronunció esas palabras. Cuando os oigo decir que tenéis muchas ganas de experimentar lo que Job sintió al pronunciar esas palabras, sé que más del 99 % de las personas nunca han experimentado dichos sentimientos. ¿Por qué? Porque nunca os habéis mantenido en la perspectiva de un ser creado y experimentado la realidad de que el Creador lo rige y gobierna todo, como sí hizo Job. Todo esto se debe a la ignorancia, la necedad y la rebeldía humanas, así como a la desorientación y la corrupción provocadas por Satanás, que hacen que la gente evalúe y aborde involuntariamente todo lo que le sucede desde el punto de vista de un incrédulo, y que incluso identifique y aborde todo lo que sucede a su alrededor aplicando métodos y bases teóricas habituales entre los no creyentes. Las conclusiones a las que finalmente llega no tienen nada que ver con la verdad y algunas hasta son contrarias a ella. Esto impide que, a largo plazo, la gente experimente la realidad de que el Creador rige y controla todas las cosas y la sensación que tuvo Job cuando pronunció aquellas palabras. Si has pasado por pruebas similares a las de Job, grandes o pequeñas, y mediante ellas ya has notado que la mano de Dios está obrando y has percibido Su soberanía; y si también has reconocido los propósitos concretos de Dios al regir e instrumentar estos asuntos, así como el camino que debe seguir la gente, entonces, al final, podrás experimentar los resultados positivos que Dios quería lograr en ti a lo largo de todos los acontecimientos, además de Sus buenos propósitos y expectativas respecto a ti, entre otras cosas. Experimentarás todo esto. Cuando lo experimentes, ya no solo creerás que Dios puede decir la verdad y proveerte de vida, sino que te darás cuenta de forma tangible de que el Creador en efecto existe y, asimismo, de que el Creador ha creado y gobierna todas las cosas. Mientras experimentas todo esto, tu fe en Dios y tu fe en el Creador aumentarán. Al mismo tiempo, esto hará que te des cuenta de que te has relacionado con el Creador de una manera real, y confirmará tangible y plenamente tu fe en Dios, tu confianza en Él y tu forma de seguirlo, así como el hecho de que Dios lo rige todo y es omnipresente. Cuando recibáis esta confirmación y constatación, ¿creéis que vuestro corazón se llenará de alegría y felicidad, o de dolor y tristeza? (De alegría y felicidad). ¡Por supuesto que de alegría y felicidad! No importa cuánto dolor y tristeza hayas experimentado anteriormente, se disiparán como una nubecilla de humo, tu corazón enloquecerá de alegría, te regocijarás y saltarás de felicidad. Cuando veas que has confirmado y experimentado verdaderamente la realidad de la soberanía de Dios sobre todas las cosas en ti, será como si realmente conocieras a Dios y te encontraras y relacionaras con Él cara a cara. En ese momento sentirás lo mismo que Job. ¿Qué dijo Job entonces? (“He sabido de ti solo de oídas, pero ahora mis ojos te ven. Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza”). Exteriormente, Job manifestó a través de su comportamiento y su actuación que se aborrecía a sí mismo y que estaba arrepentido para expresar su odio por el pasado, pero en realidad, en lo más hondo del corazón, estaba gozoso y feliz. ¿Por qué? Porque había contemplado inesperadamente el rostro del Creador, había estado cara a cara con Él y se había encontrado con Él en un acontecimiento anodino e inadvertido. Dime, ¿qué ser creado, qué seguidor de Dios, no anhela contemplarlo? Cuando ocurre una situación así, cuando ocurre algo así, ¿quién no se alegraría ni se emocionaría? Cualquier persona se emocionaría; se sentiría ilusionada y alegre. Sería algo que nunca olvidaría mientras viviera, y es digno de recordar. Piénsalo: ¿no tiene esto muchas ventajas? Espero que en un futuro experimentéis de veras esta sensación, que tengáis esta clase de vivencias y encuentros. Cuando una persona contempla verdaderamente el rostro de Dios y es capaz de experimentar de manera genuina las mismas sensaciones que Job cuando se encontró con Jehová Dios, esto se convierte en un hito en su fe en Dios. ¡Qué maravilla! Toda persona espera un resultado y una situación semejantes, y desea experimentarlos y tener un encuentro así. Dado que tú tienes dichas esperanzas, debes tener el punto de vista y la postura correctos mientras experimentas todo lo que sucede a tu alrededor, viviendo y entendiendo todo como Dios lo enseña e indica, aprendiendo a aceptar todo de parte de Dios y a contemplarlo de acuerdo con Sus palabras, con la verdad por criterio. De este modo, tu fe no parará de aumentar sin que te des cuenta y, poco a poco, la realidad de que Dios es soberano sobre todas las cosas y lo rige todo se verá confirmada y contrastada en tu interior. Cuando todo esto se confirme en ti, ¿todavía te preocupará que tu estatura no aumente? (No). No obstante, es normal que estés algo preocupado ahora, pues tienes muy poca estatura y hay muchas cosas que no logras desentrañar; sería imposible que no te preocuparas, no lo puedes evitar. Esto es así porque hay muchas cosas en el interior de las personas que provienen del conocimiento, del hombre, de Satanás, de la sociedad, etc. Todas estas cosas influyen profundamente en los puntos de vista desde los que la gente se acerca a Dios y en la perspectiva y postura que debe adoptar al experimentar cosas diversas. Por tanto, no es tarea fácil adoptar la postura y perspectiva correctas cuando te suceden las cosas. Eso requiere que no solo experimentes cosas positivas, sino también negativas. Al discernir y entender la esencia de estas cosas negativas, extraerás más lecciones y llegarás a comprender los actos de Dios y Su omnipotencia y sabiduría a la hora de gobernarlo todo.

¿Ya entendéis plenamente que el enunciado “el éxito y el fracaso de las cosas dependen de las personas” es incorrecto? (Sí). ¿Tiene algún aspecto correcto este enunciado? ¿Algún elemento válido? (No). ¿Absolutamente ninguno? (Ninguno). Es correcto entender que no hay absolutamente ninguno. Esta es una comprensión teórica. Luego, en la vida real, con la observación y la experiencia, descubrirás que el enunciado “el éxito y el fracaso de las cosas dependen de las personas” es incorrecto, absurdo y el punto de vista de un incrédulo. Cuando descubras esto y, por medio de los hechos, puedas demostrar el error presente en este enunciado, te apartarás de él, lo desterrarás por completo y ya no lo usarás más. Aún no has llegado a ese punto. Aunque hayas admitido lo que dije, más adelante, cuando te enfrentes a ciertas situaciones, reflexionarás: “Si en aquel momento pensaba que el enunciado ‘el éxito y el fracaso de las cosas dependen de las personas’ no tenía nada de correcto, ¿por qué ahora pienso que tiene algo de razón?”. Se desatará una lucha interior y volverás a experimentar contradicciones. Entonces, ¿qué debes hacer? Para empezar, cambiar de punto de vista. Despréndete de los pensamientos y puntos de vista derivados de tu defensa de este enunciado. Despréndete de todas las actuaciones que son fruto de él. No te obsesiones con nada ni con nadie. Primero preséntate ante Dios en oración, y después busca el fundamento y los principios en Sus palabras. Durante este proceso de búsqueda, sin saberlo, recibirás esclarecimiento y llegarás a comprender la verdad. Como tal vez te suponga todo un reto buscar los principios por tu cuenta, convoca a todos los implicados en el asunto y buscad juntos el fundamento y los principios-verdad en las palabras de Dios. Luego ora-lee, comparte las palabras de Dios correspondientes y compáralas. Tras comparar la cuestión con las palabras de Dios, acepta los puntos de vista correctos, y te desprenderás de forma natural de los equivocados. A partir de entonces, resuelve y aborda los asuntos según estos principios. ¿Qué te parece este método? (Bien). Durante la búsqueda de la verdad debes desprenderte de las actuaciones fruto del punto de vista de que el éxito y el fracaso de las cosas dependen de las personas. Busca las palabras de Dios que sean pertinentes y resuelve y aborda los problemas de acuerdo con ellas. Al buscar la verdad y resolver así los problemas, se corregirán tus puntos de vista equivocados. Si abordas las cosas según las palabras de Dios y los principios-verdad, tu sesgo y tu enfoque para abordar los asuntos cambiarán en consonancia. En consecuencia, el desenlace del asunto se desarrollará en sentido benigno. Sin embargo, la aplicación de la perspectiva y el punto de vista de que el éxito y el fracaso de las cosas dependen de las personas para resolver problemas y abordar asuntos hará que estos se desarrollen en sentido maligno. Por ejemplo, cuando los anticristos desorientan a la gente en la iglesia, si esta no busca la verdad, sino que tan solo se fija en personas y cuestiones, discute sobre lo que está bien y mal y responsabiliza a otros, el resultado final será que se tomarán medidas hacia algunos individuos y se dará el asunto por resuelto. Algunos quizá digan: “Tú señalaste que se estaba desarrollando en sentido maligno, pero yo no he visto ningún resultado maligno. Si los anticristos han sido expulsados, ¿no se ha resuelto el problema? ¿Dónde está ese resultado maligno?”. ¿Aprendieron todos una lección de esta experiencia? ¿Comprendieron la verdad a partir de ella? ¿Son capaces de discernir a los anticristos? ¿Comprenden las intenciones de Dios? ¿Han reparado en la soberanía de Dios? No se dio ninguno de estos resultados positivos. Al contrario, la gente continúa viviendo según las filosofías satánicas, desconfiando y protegiéndose unos de otros y pasándole la responsabilidad a otro. Ante una situación, enseguida se protege a sí misma, y solamente aspira a sobrevivir. Teme asumir responsabilidades y que le hagan frente. No aprende ninguna lección, no acepta nada de parte de Dios, y ni mucho menos busca Sus intenciones. ¿Puede crecer así la gente en la vida? Básicamente, las personas solamente saben lo que pueden o no pueden hacer delante de sus líderes, qué decir y hacer para que sus líderes estén contentos, y qué palabras y actuación les molestará y no les caerá bien. Por consiguiente, se protegen entre sí, se encierran en sí mismas, se camuflan y nadie se sincera. Con este disimulo, esta cautela y este camuflaje, ¿se ha presentado la gente ante Dios? No. Tras vivir multitud de cosas, la gente aprende a evitar situaciones y teme relacionarse con los demás y afrontar problemas. Al final, se encierra completamente en sí misma, no se sincera con nadie y en su corazón carece de Dios. Esta manera de creer en Dios se basa íntegramente en la filosofía satánica. Por muchas experiencias que viva, no es capaz de aprender ninguna lección, de conocerse, y ni mucho menos de despojarse de su carácter corrupto. ¿Puede llegar a comprender la verdad y conocer a Dios de este modo? ¿Puede sentir arrepentimiento sincero? No. En cambio, aprende a protegerse de los demás, a protegerse a sí misma, a observar detenidamente las palabras y expresiones de los demás y a seguir la corriente. Aprende a hacer trampas, a tener más tacto y a abordar mejor las peleas y riñas. Ante los problemas, elude la responsabilidad y se la traslada a los demás. Ya no tiene ninguna relación con Dios, Sus palabras o la verdad. Su corazón no hace más que alejarse cada vez más de Dios. ¿No es una evolución maligna? (Sí). ¿Cómo es que se encaminó hacia esta evolución malévola? Si la gente contemplara a los demás y las cosas, se comportara y actuara de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por principio; si buscara las palabras de Dios como fundamento frente a un problema, buscara respuesta en ellas, identificara la raíz del problema a partir de ellas, lo comparara con ellas y las aplicara para resolver todos los problemas y dificultades, entonces las palabras de Dios ofrecerían una senda directa para que la gente no se viera obstaculizada, no tropezara ni se quedara atrapada en estas cuestiones. Al final entendería los principios de práctica que Dios exige en dichas cuestiones y tendría una senda que seguir. Si todo el mundo se presentara ante Dios cuando afrontara dificultades y aceptara todo de parte de Él, aprendiera a confiar en Él y buscara los principios-verdad como fundamento del proceso de búsqueda, ¿seguiría la gente protegiéndose de los demás? ¿Seguiría habiendo alguien que se afanara por el bien y el mal sin abordar la raíz del problema? (No). Aunque haya alguien que no practique la verdad y todavía se afane por esos asuntos, es un elemento atípico rechazado por todos. Si la gente es capaz de aceptar las cosas de parte de Dios cuando se enfrenta a ellas, la situación se desarrollará en sentido benigno. Con el tiempo, la gente llegará a comprender y conocer las palabras de Dios y a alcanzar la verdad. Lo que la gente practica es la verdad, y lo que logra es el objetivo preciso de alcanzar la verdad y ser capaz de dar testimonio de Dios. Su fe aumentará, su comprensión de Dios será mayor y desarrollará un corazón temeroso de Dios. ¿No es una evolución benigna? (Sí). ¿Qué produce esos resultados? ¿El hecho de que la perspectiva y la posición que adopta la gente en cada asunto son correctas y coinciden con la verdad? (Sí). Simple y llanamente, esa perspectiva y esa posición implican aceptar las cosas de parte de Dios, lo que, naturalmente, acarrea una evolución benigna, unos pasos de evolución benignos y, como resultado, el conocimiento de la verdad y de Dios. Ahora bien, si la gente no acepta las cosas de parte de Dios, sino que las aborda desde la perspectiva humana y las filosofías satánicas y sigue recurriendo a la filosofía satánica para contemplar los asuntos y obsesionándose con las personas y cosas, todo lo que se produzca será maligno. La consecuencia última será que nadie logrará comprender la verdad y beneficiarse. Este es el resultado de no saber experimentar la obra de Dios. Por eso hay en algunas iglesias un ambiente de falta de armonía entre algunas personas que cumplen con su deber. Siempre sospechan unas de otras, se protegen las unas de las otras, se culpan, compiten y discuten. Se pelean disimuladamente en lo más hondo del corazón. Esto confirma una cosa: en este grupo no hay nadie que busque la verdad, nadie que acepte los asuntos de parte de Dios cuando se enfrenta a ellos. Son todos unos incrédulos y no persiguen la verdad. Por el contrario, en otras iglesias hay personas que, pese a su poca estatura y a no comprender mucho la verdad, son capaces de aceptar sinceramente los asuntos de parte de Dios en toda situación, grande o pequeña, y que luego practican y viven según las palabras de Dios y entran en la realidad de Sus palabras. Aunque estas personas que cumplen juntas con su deber riñen, discuten y se pelean a veces, entre ellas hay un ambiente que no se encuentra entre los no creyentes. Cuando se reúnen para hacer algo, hay una armonía especial, como de familia o parentesco, sin abismos entre sus corazones, y están unidas en el trabajo. La presencia de un ambiente así de armonioso demuestra que al menos los supervisores o algunas personas clave buscan la verdad y abordan los asuntos de manera correcta ante los problemas, y que realmente han logrado resultados al aplicar el principio de “aceptar todo de parte de Dios”. Hay muchas personas que creen en Dios, pero como no persiguen la verdad ni se toman en serio las palabras de Dios, llevan muchos años creyendo en Él sin la entrada en la vida. Les pase lo que les pase, no lo aceptan de parte de Dios, sino que siempre se apoyan en nociones y figuraciones humanas a la hora de percibir las cosas. No saben experimentar la obra de Dios. En una iglesia, si hay unos cuantos individuos que tienen entendimiento espiritual y ven que muchas cosas las dispone y ordena Dios, son capaces de ampararse en Dios, de buscar activamente la verdad, de practicarla y de abordar las cosas según los principios-verdad. En una iglesia así surge un ambiente de obra del Espíritu Santo. Ciertamente, la gente percibe este ambiente armonioso, especialmente agradable, y su estado, naturalmente, es el mejor posible. Más concretamente, hay entendimiento mutuo entre las personas, una aspiración, un objetivo y una motivación de búsqueda compartidos en lo más profundo de sus corazones. Gracias a ello pueden estar unidas. En una iglesia así puedes vivir un ambiente especialmente armonioso. Este ambiente infunde confianza a las personas y las motiva a avanzar. Se sienten fortalecidas interiormente y como si tuvieran una fuerza inagotable para esforzarse por Dios. Esta sensación es sumamente grata. Cualquiera que asista a las reuniones de esta iglesia puede disfrutar de este ambiente y de la sensación de confianza. En esos momentos se siente como si viviera en brazos de Dios, como si estuviera en Su presencia todos los días. Es una experiencia verdaderamente distinta. En aquellas iglesias en que no obra el Espíritu Santo, la mayoría no persigue la verdad. No es capaz de aceptar las cosas de parte de Dios cuando se enfrenta a las situaciones, y recurre a métodos y medios humanos para controlarlo todo. En semejante congregación, los sentimientos entre las personas son distintos y las relaciones interpersonales y el ambiente generado también lo son. No percibes para nada un ambiente de obra del Espíritu Santo ni de amor mutuo. En cambio, lo único que notas es frialdad; o sea, que la gente es fría entre sí. Todos están en guardia contra todos, discutiendo, compitiendo en secreto y esforzándose por superarse unos a otros. Nadie se somete a nadie, y hasta se reprimen, excluyen y castigan mutuamente. Son como los no creyentes en el lugar de trabajo, en el ámbito empresarial y en la política, y te hacen sentir asco, odio y miedo, sin sensación alguna de seguridad. Si experimentas esas sensaciones en cualquier grupo de personas, comprobarás el rigor del enunciado “Satanás ha corrompido a fondo a la humanidad” y eso te hará amar aún más la obra del Espíritu Santo. Sin la obra del Espíritu Santo —es decir, cuando imperan los seres humanos, Satanás, el conocimiento o los incrédulos—, el ambiente es completamente diferente. Te hará sentir incómodo y triste, y pronto te sentirás limitado y deprimido. Este sentimiento proviene de Satanás y de la humanidad corrupta precisamente. Aquí concluye la enseñanza sobre este tema.

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