Qué significa perseguir la verdad (15) Parte 3

Ya identificados y diseccionados los errores presentes en el pensamiento y punto de vista de que “la palabra de un caballero es sagrada”, veamos lo que exige Dios a la gente en cuanto a sus palabras y actos. ¿Qué clase de persona exige Dios que sea la gente? (Una persona honesta). Exacto. Sé honesto, no mientas, no engañes, no seas falso y no utilices artimañas. Busca la palabra de Dios y los principios-verdad a la hora de actuar. Nada más que estas pocas cosas, es muy sencillo. Si hablas de forma deshonesta, corrígete. Si exageras, mientes o hablas fuera de lugar, reflexiona, toma conciencia de ello y busca la verdad para corregirlo. Debes decir cosas que reflejen tu situación real, lo que comprendes de corazón y la realidad. Además, si puedes hacer las cosas que has prometido a los demás, hazlas. Si no, comunícaselo inmediatamente. Diles: “Lo siento, no puedo. No tengo la capacidad y no sabré hacerlo bien. Como no quiero retrasarte, será mejor que pidas ayuda a otra persona”. No hace falta que mantengas siempre tu palabra, puedes retractarte de tus promesas. Simplemente sé una persona honesta. Sé honesto de palabra y obra, en vez de intentar mentir o engañar, y busca los principios-verdad en todas las situaciones. Así de simple; es muy fácil. ¿En alguna parte de lo que Dios exige a la gente se le pide a esta que finja? ¿Alguna vez Dios ha pedido demasiado a las personas, de modo que estas deban hacer más de lo que puedan soportar o de lo que sean capaces? (No). Si la gente no tiene la aptitud, la capacidad de comprensión, la energía física ni la fuerza necesarias, Dios le dice que basta con que haga lo que pueda, con que se esfuerce al máximo y lo dé todo. Tú señalas: “He dado todo lo que tengo, y pese a ello no puedo cumplir las exigencias de Dios. No puedo hacer más, pero no sé si Dios está satisfecho”. En realidad, con eso ya has cumplido las exigencias de Dios. Dios no les da a las personas una carga que les resulte demasiado pesada. Si solo puedes soportar cincuenta kilos, seguro que Dios no te dará una carga superior a 50 kilos. No te presionará. Así es Dios con todos. Y tú no estarás controlado por nada, por ninguna persona, pensamiento ni punto de vista. Eres libre. Cuando sucede algo, tienes derecho a elegir. Puedes optar por practicar según la palabra de Dios, elegir hacerlo de acuerdo con tus deseos personales o, por supuesto, decidir aferrarte a los pensamientos y puntos de vista que Satanás te ha inculcado. Eres libre de elegir cualquiera de estas opciones, pero tienes que responsabilizarte de toda decisión que tomes. Dios solo te muestra el camino; no te obliga a hacer ni a no hacer algo. Una vez que Dios te ha mostrado el camino, la decisión es tuya. Tienes plenos derechos humanos, incluido el derecho absoluto a elegir. Puedes optar por la verdad, por tus deseos humanos o, naturalmente, por los pensamientos y puntos de vista de Satanás. Elijas lo que elijas, el resultado final será responsabilidad tuya, nadie más lo asumirá por ti. Cuando tomes una decisión, Dios no se entrometerá en modo alguno ni hará nada para forzarte. Puedes optar por lo que quieras, sea lo que sea. Al final, Dios no te colmará de elogios, ni te concederá una gran ventaja, ni infundirá un sentimiento agradable en tu corazón ni te hará sentir sumamente noble solamente porque hayas elegido la senda correcta y la verdad. No lo hará. Dios tampoco te disciplinará ni maldecirá inmediatamente si optas por tus deseos humanos, ni hará caer al instante sobre ti un desastre a modo de castigo aunque actúes temerariamente de acuerdo con los pensamientos y puntos de vista que Satanás te ha inculcado. Mientras estés decidiendo, todo seguirá su curso natural, y lo mismo ocurrirá después de haber tomado tu decisión. Dios se limita a observar, a mirar qué sucede, a ver la causa, el proceso y el resultado. Por supuesto, en última instancia, cuando las personas sean juzgadas y se decida su final, Dios calificará la senda que hayas tomado en función de todas tus decisiones personales, mirará esa senda como un todo para ver qué tipo de persona eres realmente y, a partir de ahí, determinará qué final debes tener. Ese es el método de Dios. ¿Lo entiendes? (Sí). Cuando Dios obra, nunca permite que un enunciado, dicho, pensamiento o punto de vista se convierta en una tendencia entre las personas que encorsete y controle sus pensamientos a fin de obligarlas a hacer involuntariamente lo que Él quiere que hagan. Así no obra Dios. Dios da a las personas plena libertad y el derecho a elegir, y estas gozan de plenos derechos humanos y del derecho absoluto a elegir. En toda situación en que se encuentren, pueden optar por aceptar y aplicar los pensamientos y puntos de vista de Satanás para discernir y juzgar la constitución de una cosa concreta, o por hacerlo según la palabra de Dios y los principios-verdad. ¿Es así? (Sí). Dios no obliga a nadie, lo que Él hace es justo para todos. Tarde o temprano, aquellos que aman la verdad y las cosas positivas caminan por la senda de la búsqueda de la verdad, alcanzan la verdad, tienen un corazón temeroso de Dios, pueden someterse sinceramente a Él y se salvarán porque aman la verdad y las cosas positivas. Quienes no aman la verdad y siempre actúan temerariamente y según su propia voluntad, sienten aversión por la verdad y no la aceptan de ninguna de las maneras. Simplemente temen el castigo y juicio de Dios y tienen miedo a ser castigados, por lo que asumen a regañadientes algo de trabajo en la casa de Dios para aparentar, trabajan un poco y muestran algunas conductas buenas. Sin embargo, nunca aceptan la verdad ni siguen el camino de Dios, y no caminan por la senda de la búsqueda y la práctica de la verdad. En consecuencia, nunca comprenderán la verdad ni entrarán en la realidad-verdad, y por lo tanto perderán la oportunidad de ser salvados. La mayoría de estas personas son trabajadores. Aunque no hagan el mal, no causen trastornos ni perturbaciones y no sean descartados de la casa de Dios o esta se deshaga de ellos (como sucede con los anticristos y las personas malvadas), al final a duras penas conseguirán el cargo de “trabajador”, y no está claro si prescindirán de ellos o no. Hay otro grupo de personas que pertenecen a Satanás y se aferran obstinadamente a todos sus pensamientos y puntos de vista. Estas personas prefieren morir antes que aceptar la verdad o atenerse a ella y a la palabra de Dios. Incluso están en desacuerdo con todas las cosas positivas y con Dios. Dado que trastornan y perturban el trabajo de la iglesia, cometen muchas maldades y hacen de Satanás en toda su extensión. Finalmente, la iglesia se deshace de algunas de estas personas, mientras que otras son expulsadas o se elimina su nombre del registro. Aunque algunos eviten que se elimine su nombre o que se les expulse, Dios debe descartarlos tarde o temprano. Pierden la oportunidad de ser salvados porque simplemente no aceptan la verdad y la salvación de Dios, y al final serán destruidos junto con Satanás cuando perezca el mundo. Como ves, Dios obra de una manera tan libre y liberadora que todo sigue su curso de forma natural. Dios obra en las personas para guiarlas, darles esclarecimiento y ayudarlas, y a veces para advertirles, consolarlas y exhortarlas. Ese es el aspecto del carácter de Dios que muestra gran misericordia. A medida que Dios muestra Su misericordia, la gente goza de la abundancia de Su gracia y Sus bendiciones, así como de plena libertad y liberación, sin la sensación de estar controlada ni obligada y, desde luego, sin la sensación de estar encorsetada por ningún enunciado, pensamiento o punto de vista. Al mismo tiempo que Dios lleva a cabo esta obra, también frena a la gente a través de los preceptos administrativos y los diversos sistemas de la iglesia, y poda, juzga y castiga su corrupción y rebeldía. Incluso disciplina y castiga a algunos, o los deja en evidencia y reprende con Sus palabras, además de realizar otras obras. No obstante, mientras las personas disfrutan de todo esto, también gozan de la abundante misericordia e intensa ira de Dios. Cuando se les revela el otro aspecto del carácter justo de Dios, es decir, la intensa ira, siguen sintiéndose libres y liberadas, no controladas, obligadas ni encorsetadas. Cuando la gente experimenta cualquier aspecto del carácter justo de Dios y este obra en ella, en realidad percibe el amor de Dios. Los resultados obtenidos en las personas serán positivos, conseguirán algo de ello y, claro está, serán las mayores beneficiadas. Dios obra así, sin jamás forzar, coaccionar, reprimir ni obligar a la gente, sino haciendo que se sienta liberada, libre, relajada y feliz. Sin importar si gozan o no de la misericordia y bondad de Dios o de Su justicia y majestad, a la larga las personas alcanzan la verdad de Dios, comprenden el sentido y valor de la vida, la senda que deben seguir y el rumbo y objetivo que corresponden al ser humano. ¡Cuántas cosas obtienen! La gente vive bajo el poder de Satanás, obligada, encorsetada y paralizada por los diversos pensamientos y puntos de vista falaces que este les inculca. Esto es insoportable, pero no pueden liberarse. Cuando las personas se presentan ante Dios, Su actitud hacia ellas siempre será la misma independientemente de cuál sea la actitud de dichas personas hacia Él, pues el carácter y la esencia de Dios no cambian. Él siempre expresa la verdad, y con ello revela Su carácter y esencia. Así es como Dios obra en las personas. Estas gozan plenamente de Su bondad y misericordia, además de Su justicia y majestad, y quienes viven en ese ambiente son bendecidos. Si, en semejante ambiente, la gente es incapaz de perseguir, amar y, finalmente, alcanzar la verdad, estarán perdiendo la oportunidad de salvarse, y algunos serán incluso castigados y destruidos como Satanás. Solo hay un motivo para ello, y es un hecho. ¿Cuál creéis que es? Las personas seguirán una senda concreta y tendrán un final determinado según su naturaleza. El momento en que se determine en última instancia el final de cada una de ellas será cuando sean agrupadas por tipos. Si una persona ama la verdad y las cosas positivas, cuando Dios finalmente hable y obre, dicha persona regresará a Dios y seguirá la senda de la búsqueda de la verdad por muchas cosas negativas que Satanás le haya inculcado. Sin embargo, si una persona no ama la verdad y siente aversión por ella, su carácter se mantendrá intacto y la dirigirá sin importar cuánto hable Dios, lo sinceras que sean Sus palabras, cuánto obre y lo asombrosas que sean Sus señales y maravillas. Las personas malvadas son aún más radicales. No solo sienten aversión por la verdad, sino que tienen una esencia que es perversa y odia la verdad. Se oponen a Dios y pertenecen a la facción de Satanás. Aunque crean en Dios, a la larga regresarán a Satanás. Estos tres tipos de personas han experimentado la corrupción de Satanás y han sido desorientadas y cautivadas por los diversos enunciados, pensamientos y puntos de vista de Satanás. ¿Y por qué algunas personas pueden salvarse al final, y otras no? Todo se reduce, principalmente, a la senda que siguen y a si aman o no la verdad. Guarda relación con esas dos cosas. ¿Y por qué hay gente capaz de amar la verdad y gente que no? ¿Por qué algunas personas son capaces de seguir la senda de la búsqueda de la verdad, mientras que otras no, y las hay que hasta discuten abiertamente con Dios y denigran públicamente la verdad? ¿Cuál es la explicación? ¿Depende eso de su esencia-naturaleza? (Sí). Todas ellas han experimentado la corrupción de Satanás, pero la esencia de cada persona es diferente. Dime, ¿obra Dios con sabiduría? ¿Puede Dios ver a la humanidad por dentro? (Sí). ¿Y por qué les concede el derecho a elegir libremente? ¿Por qué no adoctrina a la fuerza a todo el mundo? Porque Dios quiere clasificar a cada persona de acuerdo con su tipo y revelarlas a todas. Dios no quiere obrar en balde; toda Su obra se basa en unos principios, y obra en una persona en función de la clase de persona que esta sea. ¿Cómo se revela la categoría de una persona? ¿En qué se basa la clasificación de la gente en categorías? Se basa en las cosas que les gustan y en la senda que siguen. ¿Es eso cierto? (Sí). Dios clasifica a las personas a partir de sus gustos y de la senda que siguen, decide si pueden salvarse o no en función de su categoría, y obra en ellas dependiendo de si pueden salvarse o no. Es como cuando a algunas personas les gusta comer dulce, a otras, picante, a otras, salado y a otras, ácido. Si hay sobre la mesa esos distintos tipos de comida, no hace falta decirles qué deben comer y qué no. A quien le guste comer picante, comerá picante, a quien le guste comer dulce, comerá dulce, y a quien le guste comer salado, comerá salado. Pueden elegir libremente. Las personas que creen en Dios tienen derecho a decidir si aman o no la verdad y qué senda tomarán, pero no les corresponde decidir si se salvarán o no ni cuál será definitivamente su final. ¿Ves que la obra de Dios se basa en unos principios? (Sí). Su obra se basa en unos principios, y uno de los más importantes consiste en clasificar a las personas según su búsqueda y su senda y dejar que todo acontezca de forma natural. La gente nunca lo comprende, y pregunta: “Siempre se ha dicho que Dios tiene autoridad, pero ¿dónde está? ¿Por qué Dios no hace un poco de adoctrinamiento forzoso para demostrar Su autoridad?”. No es así como se manifiesta la autoridad de Dios; no es así como Dios hace visible Su autoridad a la gente.

¿Sabéis ya discernir el dicho sobre la conducta moral “la palabra de un caballero es sagrada”? ¿Comprendéis, asimismo, lo que Dios exige a la gente? (Sí). ¿Cuál es vuestro entendimiento? (Que Dios exige a la gente que sea honesta). Las exigencias de Dios a la gente son muy simples. Les exige que sean honestos, que aborden los asuntos que surjan de conformidad con los principios-verdad, que no finjan, que no se centren solo en la conducta superficial, sino en hacer las cosas según los principios. Es suficiente con que la senda que tomes sea la correcta, y los principios a partir de los cuales busques el modo de comportarte sean correctos y conformes con la verdad de las palabras de Dios. ¿No es simple? (Sí). Satanás no tiene ni acepta la verdad, así que desorienta a la gente con dichos que esta cree que son buenos y correctos, y hace que intenten ser caballeros que se comportan bien, en vez de villanos que hacen cosas malas. La gente enseguida cae en la desorientación de Satanás porque esas cosas concuerdan con sus nociones y preferencias y puede aceptarlas fácilmente. Satanás hace que las personas hagan cosas que solo son buenas en apariencia. Da igual lo malo que haya sido algo que hayas hecho encubiertamente, lo corrupto que sea tu carácter o si eres una persona malvada o no; mientras hayas disfrazado tu apariencia externa según los dichos y exigencias establecidos por Satanás, y otros te califiquen de buena persona, eres buena persona. Es obvio que esas exigencias y esos criterios animan a las personas a ser falsas y malas y a llevar una máscara, y les impiden caminar por la senda correcta. Por ello, ¿podemos afirmar que todos los pensamientos y puntos de vista que Satanás inculca en las personas las llevan por una senda equivocada tras otra? (Sí). La obra que Dios quiere llevar a cabo hoy día es la de capacitar a la gente para que pueda discernir las diversas herejías y falacias de Satanás, descubrir y rechazar a este, y luego apartarse de sus diversas sendas descarriadas para tomar la senda correcta, de modo que puedan contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar de acuerdo con los principios. Ninguno de estos principios proviene de la gente, sino que son principios-verdad. Cuando las personas comprendan esos principios-verdad y sean capaces de practicarlos y de entrar en su realidad, las palabras y la vida de Dios se irán forjando gradualmente en ellas. Si la gente adopta las palabras de Dios como su vida, ya no estará desorientada por Satanás y dejará de caminar por la senda equivocada, la senda de Satanás y la senda sin retorno. Estas personas no traicionarán a Dios por más que Satanás las desoriente y corrompa. Sin importar cómo cambie el mundo ni qué tiempos lleguen, su vida no se desmoronará ni perecerá porque esas personas tienen como su vida las palabras de Dios, y dado que su vida no se desmoronará ni perecerá, coexistirán con ese tipo de vida y vivirán por siempre. ¿Es bueno eso? (Sí). ¡Cuando la gente se salva es bendecida en abundancia!

¿Qué es lo más importante para vosotros en este momento? Dotaros de más verdad. Solo cuando estés más dotado de la verdad y la hayas oído, experimentado y comprendido en mayor medida, podrás contemplar a las personas y las cosas, comportarte y actuar de acuerdo con las palabras de Dios, y sabrás exactamente cuáles son los principios-verdad. Será entonces cuando no te descarriarás y no sustituirás las palabras de Dios y los principios-verdad por la voluntad humana y los pensamientos y puntos de vista que Satanás te ha inculcado. ¿No es así? (Sí). Por lo tanto, una de las cosas más importantes y urgentes que debéis hacer ahora es dotaros de la verdad y comprender mejor las palabras de Dios. Debéis concentraros en Sus palabras. Las palabras de Dios abarcan muchas cosas, y hay numerosos elementos de verdad. Debéis dotaros de todas esas verdades sin demora. Si no te dotas de ellas, no sabrás aplicar las palabras de Dios como fundamento cuando ocurra algo, y simplemente abordarás el asunto según tu voluntad. En consecuencia, vulnerarás los principios, y tus transgresiones quedarán en ti como una mancha. Si no sabes cómo buscar la verdad cuando ocurre algo y lo abordas exclusivamente según tu propia voluntad y para alcanzar tus propios objetivos; y si te basas en tu voluntad y tienes impurezas, pero no sabes cómo reflexionar y tomar conciencia de ti mismo ni cómo compararte con las palabras de Dios, no te conocerás ni podrás arrepentirte sinceramente. Si no te arrepientes sinceramente, ¿cómo te contemplará Dios? Eso significa que tienes un carácter intransigente y que sientes aversión por la verdad, lo que dejará otra mancha en ti y constituye otra transgresión grave. ¿Te beneficia acumular muchas manchas y transgresiones? (No). No, no te beneficia. ¿Y cómo se pueden subsanar las transgresiones? Anteriormente expresé un capítulo titulado “Las transgresiones conducirán al hombre al infierno”. Eso quiere decir que las transgresiones guardan relación directa con el final de una persona. ¿Qué sucede con las personas que cometen transgresiones continuas? Algunas alegan: “No fue deliberado. No era mi intención hacer nada malo en aquel momento”. ¿Es una buena excusa? Si no fue tu intención, ¿no fue una transgresión? ¿No es preciso que reflexiones sobre ello y te arrepientas? No fue deliberado, pero ¿no fue igualmente una transgresión? No lo hiciste a propósito, pero ofendiste el carácter y los decretos administrativos de Dios, ¿no es cierto? (Sí). Esto es así, con lo cual fue una transgresión. No sirve de nada poner excusas. Respondes: “Soy joven. No tengo mucha formación, así como tampoco demasiada experiencia en la sociedad. No sabía que estaba mal, nadie me lo dijo”. O replicas: “La situación era demasiado peligrosa. Lo hice en caliente”. ¿Son buenos motivos? Ninguno de ellos lo es. Si tienes la ocasión de actuar según tu propia voluntad, también tienes la ocasión de buscar la verdad, y deberías aplicar esta como principio para tus acciones. Entonces, ¿por qué decidiste actuar a tu voluntad cuando tuviste la ocasión de buscar la verdad? Uno de los motivos es que tu comprensión de la verdad es muy superficial y no sueles dar importancia a perseguir la verdad y dotarte de las palabras de Dios. Hay otro motivo y otra situación también reales: que normalmente haces las cosas sin llevar a Dios ni las palabras de Dios en el corazón. Las palabras de Dios nunca han reinado en tu corazón. Estás acostumbrado a ser caprichoso y sueles pensar que tienes razón, por lo general dominas todos los asuntos y habitualmente haces las cosas según tus preferencias. Tan solo sigues el procedimiento y las formalidades de orar a Dios. Las palabras de Dios no tienen cabida en tu corazón y no pueden reinar en él, y Dios no tiene cabida en tu corazón y no puede reinar en él. Para ti es natural asumir el mando de todo lo que haces, y como consecuencia, vulneras los principios-verdad. ¿Es eso una transgresión? No cabe duda, es una transgresión. ¿Y por qué pones excusas? No hay excusa válida. Una transgresión es una transgresión. Si cometes muchas transgresiones, perjudicas los intereses de la casa de Dios y el trabajo de la iglesia y, a la larga, exasperas el carácter de Dios, con lo que se truncará tu oportunidad de salvarte. Esa es una interpretación precisa de “Las transgresiones conducirán al hombre al infierno”; es una realidad. Esto viene provocado por las actitudes corruptas de la gente, las cuales ocasionan todo tipo de conductas que, a su vez, constituyen la senda que toman las personas. Esta senda incorrecta hace que cometan todo tipo de transgresiones en momentos importantes y críticos mientras cumplen con su deber. Si has cometido demasiadas transgresiones y estas se acumulan, tu oportunidad de salvación desaparece. ¿Por qué la gente comete transgresiones continuas? Fundamentalmente porque nunca, o rara vez, están dotadas de las palabras de Dios y casi nunca hacen nada que se fundamente en estas o en los principios-verdad; al final siempre cometen una transgresión. Cuando la gente transgrede, siempre se perdona a sí misma y alega motivos y excusas como “no quise hacerlo. Tenía buenas intenciones. Pasó porque la situación era urgente. Fue por culpa de tal persona. Fue por toda clase de causas objetivas…”. Sea cual sea el motivo, si no persigues la verdad y no actúas de acuerdo con las palabras de Dios y con la verdad por criterio, te expones a transgredir y a oponerte a Dios. Ese es un hecho innegable. De acuerdo con ese hecho, tu final resultará ser el que comenté antes: “Las transgresiones conducirán al hombre al infierno”. Este será tu final, ¿lo entiendes? (Sí).

Algunos tienen un carácter tan intransigente y tan pocos escrúpulos que siempre piensan ilusoriamente: “Una pequeña transgresión no es nada. Dios no castiga a la gente. Es misericordioso y afectuoso, e indulgente y paciente con la gente. El día de Dios aún está lejano. Buscaré esas verdades que ha dictado más adelante, cuando tenga ocasión. Aunque Dios pronunció esas palabras en tono sincero y apremiante, todavía habrá muchas oportunidades para que creamos en Él y nos salvemos”. Siempre son desdeñosos, nunca tienen sensación de apremio y no poseen un inmenso deseo por Dios ni sed de la verdad. Siempre tienen un corazón intransigente y en todo momento desoyen por completo la verdad y las exigencias de las palabras de Dios. Si cumplen con su deber con esa actitud y en ese estado, ¿qué sucederá al final? ¡Que cometerán transgresiones y acumularán manchas constantemente! Es peligroso que una persona acumule manchas y cometa transgresiones constantemente y, pese a ello, no se lo tome en serio y se despreocupe tanto al respecto. Que Dios no te condene ahora no significa que no lo haga en un futuro. En resumen, una persona que viva en semejante estado está en peligro. No valora las palabras de Dios, la oportunidad de salvarse ni la de cumplir con su deber, y ni mucho menos todas las circunstancias que Dios ha instrumentado para ella. Siempre apática y despreocupada, lo hace todo de forma descuidada, laxa y distraída. Ese tipo de persona está en peligro. Algunas, no obstante, se sienten bien consigo mismas, y piensan: “Cuando hago las cosas, Dios está conmigo, tengo Su esclarecimiento y guía, a veces Su disciplina, ¡y está conmigo en mis oraciones!”. La gracia de Dios es abundante —sin duda suficiente para que goces de ella—, puedes tomar toda la que quieras sin que jamás se agote; ¿y qué? La gracia de Dios no representa la verdad, y tu disfrute de la gracia de Dios no implica que tengas la verdad. Dios tiene compasión por todas las personas, pero la compasión de Dios no es indulgente en exceso. Dios tiene compasión por la vida humana y por todos los seres creados. Ahora bien, eso no quiere decir que Su obra no tenga unos principios, que Él no tenga un carácter justo, y que vayan a variar los criterios que exige a las personas y conforme a los cuales evalúa a estas. ¿Lo entiendes? (Sí). Crees que Dios nunca se ha enojado contigo, que siempre es gentil y considerado hacia tu persona y que te cuida, ama y valora inmensamente. Percibes la calidez de Dios, Su provisión, Su ayuda e incluso Su favoritismo y amabilidad. Crees que Dios te ama más que a nadie y que, aunque abandone a otros, nunca te abandonará a ti. Así, rebosante de confianza en ti mismo, te crees justificado por no perseguir la verdad, por no sufrir y pagar un precio en el cumplimiento de tu deber y por no aspirar a transformar tu carácter. Dios, desde luego, no te abandonará. Esta firme confianza que tienes, ¿se fundamenta en las palabras de Dios? Si un día realmente no percibes Su presencia, te invadirá el pánico y pensarás: “¿Acaso Dios me ha abandonado?”. Deberías tener claro cuál será tu final. Quienes no persiguen la verdad y son excesivamente engreídos no acabarán bien en absoluto. El objetivo de Dios al amar y valorar a las personas, al tener compasión por ellas, al otorgarles la gracia, o incluso al tratar favorable o amablemente a cierta parte de ellas, así como la sustancia de esos actos, no es, por supuesto, mimarte, complacerte, llevarte por la senda equivocada, hacerte descarriar o que des la espalda a la verdad o al camino verdadero. El propósito de Dios al hacer todo esto es ayudarte a caminar por la senda correcta, que tengas un corazón con un inmenso deseo por Dios, que aumentes tu fe en Él y que cultives un auténtico corazón temeroso de Dios. Si siempre quieres disfrutar de los mimos de Dios y ser Su mascota, te digo que estás equivocado. No eres la mascota de Dios, y Su amabilidad o Su favoritismo hacia ti no son precisamente mimos ni indulgencia. El propósito de Dios al hacer todo eso es lograr que valores Sus palabras, aceptes la verdad y te fortalezcas con Su amabilidad y Sus bendiciones a fin de que tengas voluntad y perseverancia para caminar por la senda de la búsqueda de la verdad y por la senda correcta en la vida. Por supuesto, cabe afirmar con certeza que, cuando Dios dicta esas verdades, ya te ha proveído, has alcanzado la vida y has gozado de Su amor. Si eres capaz de agradecerle a Dios Su amabilidad, de mantenerte firme en el lugar que te corresponde, de dotarte en mayor medida de Sus palabras, de valorarlas más, de buscar los principios-verdad en el cumplimiento de tu deber y de esforzarte por contemplar a las personas y las cosas, comportarte y actuar de acuerdo con las palabras de Dios, entonces no le habrás fallado. Sin embargo, si te aprovechas de la amabilidad y el favoritismo de Dios hacia ti, haces caso omiso de Su compasión para contigo, te empeñas en hacer las cosas a tu manera, actúas caprichosa e imprudentemente, nunca te dotas de las palabras de Dios, no tienes voluntad de esforzarte por la verdad o no contemplas a las personas y las cosas ni te comportas y actúas de acuerdo con las palabras de Dios y con la verdad por criterio, salvo para gozar de la gracia de Dios y sentirte bien contigo mismo, entonces, cuando no alcances las expectativas de Dios —es decir, cuando lo decepciones reiteradamente—, tarde o temprano se agotarán Su gracia, Su compasión y Su bondad para contigo. El día en que esas cosas se agoten, será el día en que Dios te prive de toda Su gracia. Cuando ni siquiera percibas la presencia de Dios, sabrás lo que realmente sientes por dentro. Habrá oscuridad en tu interior. Te sentirás abatido e inquieto, preocupado y vacío. El futuro te parecerá incierto. Estarás asustado y en constante estado de ansiedad. Esto es sumamente terrible. Por eso la gente debe aprender a apreciar todo lo que Dios le ha dado, a valorar el deber que ha de cumplir y, al mismo tiempo, saber corresponderlo. De hecho, el requerimiento por parte de Dios en relación con dicha correspondencia no se basa en la contribución que realices en Su nombre ni en lo rotundo que sea tu testimonio de Él. Lo que Dios quiere es que sigas la senda correcta, la senda que Él te exige seguir. La gracia de Dios es suficiente para el disfrute de la gente. Él no es mezquino al otorgar esa gracia a las personas ni se arrepiente por habérsela concedido. Si Dios bendice y es misericordioso con una persona, siempre lo hace de buen grado. Eso forma parte de Su esencia, Su carácter y Su identidad. Nunca lamenta ni se arrepiente de conceder esas cosas a la gente. No obstante, digamos que las personas no distinguen el bien del mal ni saben valorar un favor. Siempre defraudan a Dios y lo decepcionan una y otra vez. Por muy alto que sea el precio que Dios haya pagado o por mucho tiempo que haya esperado, la gente sigue ignorándolo y no comprende Sus buenas intenciones. Solo aspira a gozar de la gracia de Dios: cuanta más, mejor. Por mucha gracia y muchas bendiciones de Dios que goce, no sabe corresponder al amor de Dios ni regresar su corazón hacia Él y seguirlo. ¿Creéis que Dios estará complacido si la gente lo trata de ese modo? (No). ¿Qué tipo de actitud sincera debe tener una persona para que Dios esté complacido? La gente ha de arrepentirse, tener manifestaciones prácticas y cumplir con su deber adecuadamente. No debe agarrarse a justificaciones y excusas varias. La gracia, el perdón y la compasión de Dios hacia la humanidad no son un capital con el que darse un gusto ni excusas para consentirse a uno mismo. Sin importar lo que Dios haga ni qué esfuerzo, precio o pensamiento dedique a las personas, no tiene más que un propósito último: Él espera que la gente se dirija a la senda correcta y la siga. ¿Qué es la senda correcta? Es perseguir la verdad y dotarse en mayor medida de esta. Si la senda por la que camina la gente es conforme con las palabras de Dios y tiene la verdad por criterio, el precio que Dios invierte en las personas y todas las expectativas que tiene puestas en ellas serán correspondidos. ¿Creéis que Dios exige mucho a la gente? (No). Dios no exige mucho a la gente, y tiene paciencia y amor suficientes para esperar a que la gente regrese. Cuando vuelvas a Dios, Él no te otorgará simplemente algo de gracia y bendiciones, sino que te proveerá, apoyará y guiará en la verdad, en la vida y en la senda que sigas. Dios llevará a cabo una obra aún mayor en ti. Eso es lo que anhela. Antes de dicha obra, Dios guía incansablemente a las personas, las apoya y les otorga gracia y bendiciones. Todo eso no era la intención original de Dios, ni es algo que Él quiera hacer especialmente. Sin embargo, no le queda más remedio que obligarse a pagar cualquier precio por la gente y a realizar esta obra a toda costa. Lo que Dios quiere en última instancia, tras toda esta obra, es que la gente sea capaz de dar marcha atrás. Si las personas comprenden Sus intenciones, Su mentalidad y por qué quiere hacer eso realmente, reconocerán Su belleza, tendrán cierta estatura y habrán madurado. Cuando empiezan a ser meticulosas, a esforzarse en cada verdad que Dios les ha proveído y a entrar en la realidad de cada una de ellas, Dios se complace. Entonces ya no tiene que llevar a cabo la sencilla obra de estar con las personas y reconfortarlas, apremiarlas y exhortarlas, sino que puede proveerlas más en cuanto a la verdad, en la vida y en la senda por la que caminan. Puede realizar una obra mayor y más concreta en ellas. ¿Por qué prefiere Dios realizar esa clase de obra? Porque, al realizarla, ve esperanza en las personas, ve su futuro y ve que están unidas a Él en corazón y pensamiento. Esto es inmensamente maravilloso, tanto para las personas como para Dios, y algo que Él lleva anhelando mucho tiempo. Cuando una persona toma la senda de la búsqueda de la verdad, poco a poco va adquiriendo más fortaleza y estatura real con las que luchar contra Satanás y mantenerse firme en su testimonio de Dios, y Dios tendrá más esperanza de ver a otro ser humano creado ponerse en pie y luchar por Él contra Satanás. Esa es la gloria de Dios. El hecho de que las personas crezcan en estatura, que se vayan haciendo más fuertes, que den un testimonio cada vez mayor y que vaya aumentando su temor y sumisión a Dios significa que hay esperanza de que Dios gane un grupo de vencedores y sea glorificado por las personas y también entre estas. ¿Es bueno eso? (Sí). Es lo que Dios anhela y Su esperanza y expectativa respecto a vosotros. Lleva mucho tiempo aguardándolo. Si las personas comprenden y son capaces de tener en consideración el corazón de Dios, se esforzarán en lo que Él les pida y pagarán el precio de lo que Él determine. Harán todo lo posible por cooperar con lo que Dios quiera hacer, por cumplir Sus deseos y reconfortar Su corazón. Ahora bien, si tú no quieres hacerlo, Dios no te fuerza. Preguntas: “¿Por qué no quiero esto? ¿Por qué no deseo hacer lo que exige Dios? ¿Por qué me siento inquieto, incómodo y reacio a someterme cuando pienso en cumplir las exigencias de Dios?”. No tienes que cumplir las exigencias de Dios; se trata de algo voluntario. Tienes derecho a elegir y eres libre. Dios no obliga a nadie. Yo solo os digo esto para que comprendáis plenamente la realidad de lo que Dios quiere lograr, la responsabilidad que tenéis y lo que Dios espera de vosotros. ¿Está claro? (Sí). Es bueno que lo esté. Si está claro, el corazón de la gente lo sabrá. En su interior, las personas sabrán en qué deben esforzarse a continuación, qué deben hacer y qué precio deben pagar; tendrán un rumbo.

Hoy he hablado acerca del dicho sobre la conducta moral “la palabra de un caballero es sagrada”. El hecho de haber hablado anteriormente acerca de otros dichos sobre la conducta moral promovidos por Satanás hace que este dicho sea un poco más fácil de discernir. Sea cual sea el dicho sobre la conducta moral, lo que Satanás quiere es, básicamente, limitar y restringir la conducta humana a través de una especie de enunciado para luego crear una tendencia en la sociedad. Al crear esta tendencia pretende desorientar, controlar y cautivar la mente de toda la humanidad, para así ponerla en contra de Dios. Una vez que la gente se ponga en contra de Dios, Satanás quiere que Dios no tenga forma de actuar sobre la gente ni de realizar obra alguna. Ese es el objetivo que Satanás desea alcanzar y la esencia de todas estas cosas que hace. Independientemente del aspecto del comportamiento que representen, así como de los pensamientos y puntos de vista que defiendan, estos dichos sobre la conducta moral que Satanás promueve son, en cualquier caso, irrelevantes para la verdad, además de contrarios a ella. ¿Cómo debe abordar la gente esos dichos sobre la conducta moral que promueve Satanás? Un principio muy simple y básico es que todo enunciado que provenga de Satanás es algo que debemos dejar en evidencia, diseccionar, desentrañar y rechazar. Dado que proviene de Satanás, si lo desentrañamos en nuestro interior, podemos condenarlo y rechazarlo. No podemos permitir que las cosas de Satanás estén presentes en la iglesia y que desorienten, corrompan y perturben al pueblo escogido de Dios. Debe alcanzarse el objetivo por el cual el pueblo escogido de Dios rechaza a Satanás, y no debe observarse en este ni siquiera un atisbo de las herejías y falacias de Satanás. En lugar de esas herejías y falacias, las palabras de Dios y la verdad deben reinar en los corazones del pueblo escogido de Dios y convertirse en su vida. Esa clase de humanidad es la que Dios quiere ganar. Aquí concluye nuestra enseñanza de hoy.

9 de julio de 2022

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