Qué significa buscar la verdad (2) Parte 3

La búsqueda de la verdad está directamente relacionada con la obtención de la salvación, por lo que el tema de la búsqueda de la verdad no es baladí. Aunque sea un tema común, aborda muchas verdades. De hecho, este tema está estrechamente relacionado con las perspectivas y el destino del hombre y, aunque hablamos de ello a menudo, la gente todavía no tiene muy claras las verdades y los problemas diversos que ha de comprender sobre la búsqueda de la verdad. Por el contrario, y de manera confusa, se limita a adoptar diversos comportamientos y enfoques que considera buenos, así como pensamientos e ideas que considera relativamente activos, optimistas y positivos, y los busca como si fueran la verdad. Un grave error. Hay muchas cosas que la gente considera buenas, correctas y acertadas que, para ser exactos, no son la verdad. Puede que algunas, como mucho, concuerden con la verdad, pero no se puede afirmar que sean la verdad. La mayoría tiene profundos malentendidos sobre la búsqueda de la verdad y alberga bastantes interpretaciones erróneas y prejuicios respecto a ella. Por eso es necesario que hablemos claro de esto y que hagamos comprender a la gente las verdades que hay en ello, y que ha de comprender, y los problemas que debe resolver. ¿Tenéis alguna idea sobre el contenido específico que acabamos de compartir sobre la búsqueda de la verdad? ¿Tenéis algún plan o intención? Ahora que nosotros hemos compartido una definición más específica de lo que significa buscar la verdad, muchas personas están un poco desconcertadas acerca de las cosas que antes hacían y manifestaban, así como acerca de lo que pretenden hacer en un futuro. Están molestas, y algunas hasta creen no tener esperanza y estar en peligro de ser descartadas. Si se ha enseñado claramente la verdad, pero la gente se siente desganada, ¿es correcto su estado? ¿Es normal? (No, no es normal). Si tú hubieras buscado la verdad antes y hubieras recibido confirmación de ello escuchando esta enseñanza, ¿no notarías más energía? (Sí). Entonces, ¿por qué se siente desganada la gente? ¿Cuál es el motivo de esa desgana? Cuanto más se enseñe la verdad de modo claro y transparente, más senda debería tener la gente; ¿y por qué la gente, si tiene más senda, habría de sentirse más desganada? ¿No hay un problema aquí? (Sí). ¿Qué problema? (Si alguien sabe que es bueno buscar la verdad, pero no está dispuesto a buscarla, es porque no la ama). La gente no ama la verdad ni tiene intención de buscarla, por eso se siente desganada. ¿Y qué hay de sus actos previos? (Son condenados). “Condenados” no es la palabra adecuada; para ser exactos, sus actos previos no han sido reconocidos. ¿Qué clase de resultado es aquel en que no se reconocen los actos de uno? ¿Qué ocurre cuando no se reconocen los actos de uno? ¿Qué implica eso? Es sencillo: si no se reconocen los actos de una persona, eso demuestra que esta no busca la verdad y que, en cambio, se afana por cosas que el hombre considera correctas y buenas y sigue viviendo según sus nociones y fantasías. ¿No es esto lo que sucede? (Sí). Eso sucede. Cuando los actos de las personas no son reconocidos por Dios, aquellas se sienten molestas. En esas ocasiones, ¿no tienen cierta senda de práctica positiva y correcta? ¿Sería correcto que alguien se volviera negativo, abandonara el deber y perdiera la esperanza solo porque sus actos no fueran reconocidos? ¿Es esa la senda correcta de práctica? (No). No es la senda correcta de práctica. Cuando a una persona le ocurre algo así y descubre sus problemas, debe cambiar rápidamente el rumbo. Si, por medio de nuestra enseñanza sobre lo que significa buscar la verdad, descubres que tus actos y conductas anteriores no guardaban relación alguna con la búsqueda de la verdad, entonces, te moleste o no, lo primero que debes hacer es cambiar por completo tus formas y métodos de práctica equivocados de antes, así como tu senda incorrecta de búsqueda. Debes cambiar esas cosas por completo y de inmediato. Cuando sus actos previos sean desestimados y no reconocidos por Dios, cuando Dios diga que estos actos fueron mero trabajo y que no guardan relación alguna con la búsqueda de la verdad, algunas personas pensarán: “Claro, los seres humanos somos, en efecto, necios y ciegos. No comprendemos la verdad ni vemos las cosas como son, y todo este tiempo creímos estar practicando la verdad, buscando la verdad y satisfaciendo a Dios. Ahora nos enteramos de que las cosas que hacíamos en nuestra supuesta ‘búsqueda de la verdad’ eran meras buenas conductas humanas, cosas que la gente hace en función de las diversas capacidades instintivas, aptitudes y talentos de su carne. Distan mucho de la esencia, la definición y las exigencias de la búsqueda de la verdad; sencillamente, no guardan relación con ella. ¿Qué debemos hacer al respecto?”. Este es un problema importante y hay que resolverlo. ¿Cuál es la manera de resolverlo? Ya se ha planteado la cuestión: dado que las conductas y los enfoques que la gente consideraba buenos antes han sido unánimemente descartados y Dios no los recuerda ni los ha definido como búsqueda de la verdad, ¿qué es, entonces, la búsqueda de la verdad? Para responder a esto, uno debe orar-leer detenidamente la definición de la búsqueda de la verdad, hallar una manera de practicar a partir de esa definición y convertirla en la realidad de su vida. Antes, la gente no practicaba la búsqueda de la verdad, así que de ahora en adelante debe adoptar la definición de la búsqueda de la verdad como base y fundamento de conducta. ¿Y cuál es la definición de la búsqueda de la verdad? Esta: Contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio. No se puede expresar de forma más clara y explícita. ¿Cuáles fueron todos los actos y conductas previos del hombre? ¿Concordaban con las palabras de Dios y tenían la verdad por criterio? Haz memoria: ¿Era así? (No). Se puede afirmar que dichos actos y conductas se descubren muy rara vez, prácticamente en ninguna parte. Entonces, ¿realmente el hombre no ha logrado nada en absoluto tras tantos años creyendo en Dios, leyendo y compartiendo Sus palabras? ¿No ha practicado la gente ni una sola cosa según las palabras de Dios? ¿A qué está orientada la definición “contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio”, de la que hablamos aquí? ¿Qué problema pretende resolver? ¿A qué problemas del hombre y a qué aspectos de la esencia de su carácter está orientada? La gente ya puede entender la definición de la búsqueda de la verdad, pero cuando la cuestión es por qué sus actos previos no fueron reconocidos ni definidos como búsqueda de la verdad, estas cosas siguen resultándole confusas, incomprensibles e inciertas. Algunos dirán: “Hemos renunciado a muchísimas cosas desde que aceptamos el nombre de Dios: renunciamos a nuestra familia y nuestro trabajo y abandonamos nuestras expectativas. Algunos renunciamos a buenos trabajos; otros abandonamos a una familia feliz; algunos teníamos una estupenda profesión bien pagada y con expectativas ilimitadas, y lo dejamos todo. Estas son las cosas a las que hemos renunciado. Desde que creemos en Dios hemos aprendido a ser humildes, pacientes y tolerantes. No nos enzarzamos en discusiones con los demás cuando nos relacionamos con ellos, hacemos todo lo posible por abordar cualquier asunto que surja en la iglesia y nos esforzamos al máximo por ayudar con amor a los hermanos y hermanas siempre que tienen alguna dificultad. Evitamos en la medida de lo posible infligir daño a los demás y perjudicar los intereses de otras personas. ¿De veras estos planteamientos no guardan relación alguna con la búsqueda de la verdad?”. Pensadlo detenidamente: ¿Con qué guardan relación las renuncias, el esfuerzo, los empeños, la tolerancia, la paciencia, y hasta el sufrimiento del hombre? ¿Cómo se consiguen estas cosas? ¿En qué se basan? ¿Qué fuerza motivadora impulsa a la gente a hacerlas? Reflexionad al respecto. ¿No merecen estas cosas una reflexión profunda? (Sí). Bien, puesto que merecen una reflexión profunda, vamos a ahondar en ellas y a estudiarlas hoy; veamos si estas cosas que el hombre siempre ha considerado buenas, correctas y nobles guardan relación con la búsqueda de la verdad.

Empezaremos por examinar las renuncias y los empeños del hombre y los precios que paga. Sea cual sea el contexto o el ambiente de estas renuncias, estos empeños y estos precios, ¿de dónde viene la principal fuerza motivadora de estas cosas? En Mi recapitulación hay dos causas. La primera se da cuando la gente, en sus ideas y nociones, piensa: “Si crees en Dios, debes renunciar, esforzarte y pagar un precio por Él. A Dios le agrada que la gente haga eso. No le agrada que la gente se entregue a la comodidad y se afane por cosas mundanas, ni que se quede indiferente y continúe con su vida tras haber afirmado aceptar Su nombre y haberse hecho seguidora Suya. A Dios no le agrada que la gente haga eso”. Por lo que se refiere a la voluntad subjetiva de las personas, este pensamiento es infalible. Sea cual sea el motivo de alguien para aceptar a Dios y Su nueva obra, su voluntad subjetiva accede a comportarse de esta manera porque cree que a Dios solamente le agrada que la gente actúe así y que esta solo recibirá la felicidad y la satisfacción de Dios si se comporta así. Piensa que, siempre y cuando la gente luche y se esfuerce con tesón y se empeñe sin pedir nada a cambio, ignore su felicidad o su desgracia para pagar un precio, y siga en el empeño pagándolo, esforzándose y sacrificándose por Dios, seguro que Dios estará alegre. Por ello, una vez que alguien cree esto, agacha la cabeza sin pensárselo dos veces y, sin tener en cuenta nada más, renuncia a todo aquello a lo que puede renunciar, sacrifica todo lo que puede sacrificar y soporta todo sufrimiento que puede soportar. La gente lleva a cabo estos planteamientos, pero ¿alguien ha levantado la cabeza para preguntarle a Dios: “Dios mío, ¿son las cosas que estoy haciendo aquello que Tú necesitas? Dios mío, ¿reconoces mis esfuerzos y empeños, mi sufrimiento y los precios que he pagado?”? La gente nunca le pregunta esto a Dios y, sin conocer la reacción de Dios ni Su actitud, sigue con su empeño, sacrificio y esfuerzo optimistas, porque cree que Dios solo estará alegre y satisfecho si sufre de este modo. Algunas personas llegan hasta el punto de dejar de comer albóndigas de masa por temor a que Dios esté descontento si las comen. Como alternativa, comen pan de maíz al vapor, pues creen que comer albóndigas de masa es entregarse a la comodidad. Solamente están tranquilas cuando comen pan de maíz al vapor, pan duro sin levadura y encurtidos, y, cuando están tranquilas, dan por seguro que Dios está satisfecho. Confunden sus sentimientos, su alegría, su tristeza, su ira y su felicidad con los sentimientos de Dios, con Su alegría, Su tristeza, Su ira y Su felicidad. ¿No es absurdo? Muchas personas consideran como la verdad aquellas cosas que el hombre considera correctas y se las imponen a Dios, calificándolas de exigencias de Dios al hombre, porque eso es lo que todo el mundo cree. Y mientras la gente tenga esa creencia, es muy probable y natural que, inconscientemente, defina dichas afirmaciones, conductas y enfoques como la verdad. Y como la gente ha sentenciado que esas cosas son la verdad, pensará que deben de ser los principios de práctica que el hombre debe acatar y que, si alguien los practica y acata de esta forma, está practicando las palabras de Dios, buscando la verdad y, por supuesto, haciendo Su voluntad. Y dado que la gente está “haciendo la voluntad de Dios”, ¿no valen la pena sus penurias? ¿No está pagando correctamente este precio? ¿No es algo que satisface a Dios y que Él recuerda? La gente podría pensar que, ciertamente, sí. Estas son la distancia y la distinción entre lo que el hombre cree que es la “verdad” y las palabras de Dios. La gente categoriza unánimemente como la verdad todo aquello que, en sus nociones y fantasías, concuerda con la moral humana y es bueno, noble y correcto, y luego actúa y se esfuerza por practicar en esa dirección, mientras se hace a sí misma unas exigencias estrictas. Cree que así busca la verdad, que son poco menos que personas que la buscan y que, naturalmente, también son, sin duda, gente que puede salvarse. La realidad es que las palabras de Dios y la verdad no guardan relación alguna con las cosas que, en sus nociones, la gente considera buenas, correctas y positivas. Sin embargo, incluso cuando la gente lee y tiene en sus manos las palabras de Dios, considera como la verdad todo aquello que, en sus nociones, es bueno, correcto, bello, amable, positivo y defendido por el hombre, lo considera cosas positivas y se afana por ellas incansablemente, no solo exigiéndose a sí misma que se afane por ellas y las logre, sino también que vayan en pos de ellas y las logren los demás. La gente confunde sin cesar cosas que el hombre considera buenas con la verdad, y se afana por ellas según las normas y el rumbo exigido por esas cosas, con lo que cree que ya está buscando la verdad y viviendo la realidad verdad. Esta es una faceta de las interpretaciones erróneas de la gente sobre la búsqueda de la verdad. Esta interpretación errónea consiste en que la gente adopta como norma lo que según sus nociones cree bueno, correcto y positivo, con lo que reemplaza las exigencias de Dios al hombre y las exigencias y normas de Sus palabras. La gente confunde con la verdad estas cosas que cree correctas y buenas según sus nociones; y eso no es todo: también acata estas cosas y se afana por ellas. ¿No es esto un problema? (Sí). Un problema de los pensamientos e ideas del hombre. ¿Qué motiva a la gente a hacer estas cosas? ¿Cuál es la causa fundamental que le hace tener estas ideas y estas interpretaciones erróneas? La causa fundamental es que la gente cree que a Dios le agradan esas cosas, por lo que se las impone a Él. Por ejemplo, la cultura tradicional le dice al pueblo que sea diligente y frugal; la diligencia y la frugalidad son virtudes humanas. “Quien algo quiere, algo le cuesta” es otra virtud similar, como lo es “haz lo que te manden, o no ganarás nada, ni siquiera con tus esfuerzos más esmerados” e ideas semejantes. En toda raza y todo grupo, la gente cree que todo aquello que contempla como bueno, correcto, positivo, activo y optimista es la verdad, y considera estas cosas la verdad, la cual suplanta toda verdad expresada por Dios. Confunde las cosas que el hombre cree firmemente, las cuales son de Satanás, con la verdad y las normas de las exigencias de Dios. Dirige su búsqueda hacia los ideales, indicaciones y objetivos que imagina y cree correctos. Un grave error. Estas cosas que provienen de las nociones y fantasías del hombre no concuerdan en absoluto con las palabras de Dios y son totalmente contrarias a la verdad.

Pondré unos ejemplos de personas que confunden con la verdad cosas que, en sus nociones, consideran buenas y correctas, para que esta idea no sea tan abstracta y la entendáis. Por ejemplo: algunas mujeres dejan de usar maquillaje y joyas cuando empiezan a creer en Dios. Abandonan el maquillaje y las joyas porque piensan que los creyentes en Dios deben comportarse y que no pueden maquillarse ni arreglarse. Algunas personas tienen un vehículo, pero no lo conducen, sino que van en bicicleta. Piensan que conducir es disfrutar de una comodidad. Algunos tienen los medios para comer carne, pero no lo hacen porque creen que si siempre comieran carne y llegara un momento en que las circunstancias ya no les permitieran comerla, se volverían negativos y débiles y traicionarían a Dios. Por ello, aprenden a sufrir sin comerla de antemano. Otros piensan que, como creyentes en Dios, deben parecer educados, por lo que hacen balance de sus defectos y malos hábitos y se esfuerzan por modificar su tono al hablar, refrenan su temperamento y hacen todo lo posible por refinarse y no ser vulgares. Piensan que una vez que una persona ha comenzado a creer en Dios, debe cohibirse y contenerse, que debe ser buena persona a ojos de los demás y educada. Piensan que así pagan un precio, satisfacen a Dios y practican la verdad. Algunas personas se arreglan y salen de compras de vez en cuando, y se sienten culpables cuando lo hacen. A su parecer, ahora que creen en Dios no pueden maquillarse ni arreglarse, y que no pueden llevar buena ropa. Creen que, si se maquillan, se arreglan y llevan buena ropa, Dios lo aborrecerá y detestará. Creen que a Dios le agrada la humanidad primitiva, que a Dios no le agradan la industria, la ciencia moderna ni ninguna moda. Piensan que solamente buscan la verdad si renuncian a afanarse por estas cosas. ¿No es una comprensión retorcida? (Sí). ¿Han leído detenidamente estas personas las palabras de Dios? ¿Han considerado Sus palabras la verdad? (No). Y, dado que no han considerado las palabras de Dios la verdad, ¿buscan la verdad? (No). Por eso estos enfoques y manifestaciones lo son meramente de personas que confunden con la verdad cosas que según sus nociones son correctas y buenas, y que utilizan esas cosas para suplantar la verdad. Practican estas cosas con optimismo, tras lo cual creen estar buscando la verdad y ser personas poseedoras de la realidad verdad. Por ejemplo, hay quienes no han visto un programa de televisión, ni las noticias, que ni siquiera han salido de compras desde que empezaron a creer en Dios. Han dormido muchas noches en pajares y pasado muchos días junto a casetas de perro porque han estado predicando el evangelio y cumpliendo con sus deberes. Han tenido muchos dolores de estómago por comer alimentos fríos, han perdido muchos kilos y han sufrido mucho por la falta de sueño y una dieta pobre. Saben muy bien todas estas cosas, llevan la cuenta de ellas una por una. ¿Por qué llevan un registro tan claro de estas cosas? Porque creen que con estas conductas y estos enfoques practican la verdad y satisfacen a Dios y que, si logran tener todas estas buenas conductas, Dios les dará Su visto bueno. Por eso la gente no se queja y practica estas cosas sin vacilar. Nunca se cansa de insistir en ellas, de repetirlas y recordarlas, y siente una gran plenitud interior. Sin embargo, cuando se topa con las pruebas de Dios, cuando el entorno que Él dispone no es como lo desea, cuando lo que Él le exige y Sus actos no se ajustan a sus nociones, entonces las cosas que estas personas consideran correctas, así como los precios que pagan y su práctica, no sirven de nada. Estas cosas no les ayudan, ni siquiera lo más mínimo, a someterse a Dios ni a conocerlo en los entornos a los que se enfrentan. Por el contrario, se convierten en escollos y obstáculos para que entren en la realidad de las palabras de Dios y se sometan a Él. El motivo para ello es que la gente nunca ha aprendido que las cosas que cree correctas no son, básicamente, la verdad, y que lo que practica no es la búsqueda de la verdad. ¿Y de qué puede beneficiarse la gente con estas cosas? Nada más que de una especie de buena conducta. La gente no alcanzará la verdad y la vida a partir de ellas. Así y todo, cree equivocadamente que estas buenas conductas son la realidad verdad y se empeña aún más decididamente en que estas cosas que tiene por correctas en sus nociones son la verdad y las cosas positivas y, en consecuencia, ese empeño arraiga en su corazón. Cuanto más idolatra y cree ciegamente la gente en estas cosas que considera correctas en sus nociones, más rechaza la verdad y más se aleja de las exigencias y palabras de Dios. Y, al mismo tiempo, cuantos más precios paga la gente, más capital cree obtener y más apta se cree para salvarse y recibir la promesa de Dios. ¿No es un círculo vicioso? (Sí). ¿Cuál es la causa de este problema? ¿Cuál es el principal culpable? (Que la gente confunde sus nociones con las cosas positivas y suplanta las palabras de Dios por ellas). La gente sustituye las palabras de Dios por sus nociones, las deja de lado y, básicamente las ignora. En otras palabras, en absoluto considera las palabras de Dios la verdad. Puede afirmarse que la gente, una vez que cree en Dios, tal vez lea las palabras de Dios, pero aquello que busca, elige y practica todavía se fundamenta en las nociones y fantasías del hombre y no ha emprendido la senda de la fe en Dios según Sus palabras y exigencias. ¿De dónde proviene exactamente el problema de que la gente crea en Dios según sus propias nociones y fantasías? ¿Dónde surgen las nociones y fantasías del hombre? ¿De dónde vienen? Puede decirse que, principalmente, de la cultura tradicional y el legado del hombre, así como del condicionamiento y la influencia del mundo religioso. Las nociones y fantasías del hombre están directamente relacionadas con estas cosas.

¿Qué otras cosas considera la gente buenas, correctas y positivas dentro de sus pensamientos e ideas? Adelante, cita algunos ejemplos. Se suele decir que “los buenos viven en paz” y “la buena gente llega a todos lados”; estas son algunas, ¿no? (Lo son). Y también: “Amor con amor se paga; si no hoy, mañana”, “el que se aferra al mal se destruye él solo”, “Dios enloquece primero a aquel a quien quiere destruir”, “quien algo quiere, algo le cuesta”, “los libros son superiores a todo afán”, etc. Todas estas tonterías son repugnantes. Me invade la furia cuando oigo esas palabras y, sin embargo, la gente las dice con mucha facilidad. ¿Por qué es capaz de decir esas palabras con tanta facilidad? ¿Por qué yo no soy capaz de pronunciarlas? No me gustan estas palabras, estos refranes. El hecho de que las tengáis preparadas, de que fluyan de vuestra lengua, y la forma en que las declamáis con tanta facilidad demuestran que idolatráis y veneráis especialmente estas cosas. Veneráis estas cosas vacías, ilusorias, irreales y, al mismo tiempo, las adoptáis como lemas y como principios, criterios y fundamentos de actuación. Y después llegáis a pensar que Dios también cree estas cosas, que Sus palabras son un mero enfoque distinto de estas mismas ideas y que estas cosas son el sentido general de Sus palabras: un llamamiento a que la gente sea buena. ¿Es correcto este punto de vista? ¿Son estas cosas el sentido de las palabras de Dios y las verdades que Él expresa? En absoluto; lo que Dios quiere decir no tiene nada que ver con estas cosas. Por tanto, debe revertirse la actitud de la gente hacia la verdad, y su reconocimiento de la verdad ha de corregirse: es decir, el criterio por el cual posiciona la verdad ha de ser corregido y revertido. De lo contrario, le costará aceptar la verdad y le será imposible emprender la senda de su búsqueda. ¿Qué es la verdad? En términos generales, toda palabra de Dios es la verdad. Entonces, más concretamente, ¿qué es la verdad? Ya os lo he dicho anteriormente. ¿Qué dije? (“La verdad es el criterio de conducta, actuación y culto a Dios por parte de la gente” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8 (III)).). Exacto. La verdad es el criterio de conducta, actuación y culto a Dios por parte de la gente. Entonces, ¿guarda alguna relación la verdad con las cosas que la gente, en sus nociones, cree correctas y buenas? (No). ¿De dónde provienen esas cosas humanas? (De la filosofía de vida de Satanás y de pensamientos que le son inculcados al hombre por la cultura tradicional). Así es. Para ser precisos, esas cosas provienen de Satanás. ¿Y quiénes son las personas eminentes y famosas que le inculcaron estas cosas al hombre? ¿No son Satanás? (Sí, lo son). Todos vuestros patriarcas son Satanás, Satanás vivito y coleando. Fijaos en esos refranes que defiende el pueblo chino: “Qué alegría cuando un amigo viene de lejos”, “una vez que has llegado, deberías quedarte”, “no viajes muy lejos mientras aún vivan tus padres”, “honra merece quien a los suyos se parece”, “de los tres tipos de desamor filial, el peor es no tener heredero”, “respeta a los muertos”, “cuando una persona se acerca a la muerte, sus palabras son ciertas y amables”. Analizad detenidamente estas palabras: ¿alguna de ellas es la verdad? (No). Son todo tonterías y falacias. Decidme, ¿qué necia debe ser la gente para confundir estas falacias y tonterías con la verdad tras haber aceptado la obra de Dios? ¿Tienen estas personas la capacidad de comprender la verdad? (No). Esas personas son gente absurda totalmente incapaz de comprender la verdad. Y vosotros, después de haber leído tantas palabras de Dios, ¿no conocéis un poco la verdad? (Sí). ¿De dónde viene la verdad? (De Dios). La verdad viene de Dios. No creáis ninguna palabra que no pronuncie Dios. Esas filosofías satánicas de vida y esas ideas de la cultura tradicional no son la verdad, y uno no debe contemplar a las personas y las cosas, ni comportarse y actuar de acuerdo con ellas, ni con ellas por criterio, pues no vienen de Dios. Siempre que algo provenga del hombre —no importa si de la cultura tradicional o de algún personaje famoso, si del aprendizaje o de la sociedad, ni de qué dinastía o raza de personas—, eso no es la verdad. Sin embargo, estas son precisamente las cosas que la gente considera la verdad, aquellas por las que se afana y que practica en lugar de la verdad. Y, entretanto, cree estar practicando la verdad y cerca de satisfacer la voluntad de Dios, cuando en realidad es justo lo contrario: cuando buscas y practicas en función de estas cosas, te alejas cada vez más de las exigencias de Dios y de la verdad.

Es intrínsecamente absurdo que la gente confunda con la verdad cosas que el hombre considera buenas y positivas y que se afane por ellas como si fueran la verdad. ¿Cómo es posible que gente que ha aceptado la obra de Dios y leído muchas de Sus palabras siga empeñada en confundir con la verdad esas cosas que el hombre considera buenas, y que se afane por ellas como si fueran la verdad? ¿Qué problema hay aquí? Esto demuestra por sí solo que la gente no entiende lo que es la verdad y no tiene conocimiento real de ella. Este es uno de los factores de la pregunta que acabo de formular: “Dado que estas cosas no son la verdad, ¿cómo es posible que la gente siga practicándolas y crea estar practicando la verdad?”. Hablaré de otro factor, referido al carácter corrupto del hombre. La gente cree que las cosas que considera buenas, correctas y positivas dentro de sus nociones son la verdad y, sobre esta base, configura una trama, pues cree que, cuando haya satisfecho a Dios y Dios se regocije, Él le otorgará las bendiciones que le ha prometido al hombre. ¿No es esta trama un intento de llegar a un acuerdo con Dios? (Sí). En cierto sentido, la gente sostiene y se afana por estas cosas mientras alberga un entendimiento incorrecto y absurdo y, al mismo tiempo, intenta llegar a un acuerdo con Dios con sus propios deseos y ambiciones. ¿No es ese otro factor? (Sí). Anteriormente hemos hablado con frecuencia de este factor, así que ahora no hablaremos pormenorizadamente de él. Por tanto, os pregunto: cuando alguien que cree en Dios renuncia, sufre, se esfuerza y paga precios por Dios, ¿no tiene una intención y un objetivo? (Sí). ¿Hay alguien que diga “no deseo nada ni pido nada. Renunciaré, me esforzaré y pagaré un precio sean cuales sean las circunstancias. Eso es todo. No tengo deseos ni ambiciones personales. Me trate como me trate Dios, está bien. Puede que me premie, puede que no; en cualquier caso, yo he actuado según Sus exigencias, me he sacrificado, he renunciado a todo, he pagado un precio y he sufrido”? ¿Hay gente así? (No). Hasta la fecha, no ha nacido nadie así. Puede que alguien diga: “Una persona así tendría que vivir en una burbuja”. Aunque una persona viviera en una burbuja, no sería así: seguiría teniendo un carácter corrupto, ambiciones y deseos, e intentando llegar a un acuerdo con Dios. Por ello, el segundo factor de esta cuestión es que, una vez que la gente considera la verdad cosas que, en sus nociones, cree correctas, configura una trama. ¿Y cuál es esa trama? Practicar esas cosas a cambio de las bendiciones que Dios le ha prometido al hombre y de un hermoso destino. Cree que mientras algo sea considerado por el hombre como positivo, debe de ser correcto, así que hace y se afana por aquello que cree correcto y piensa que por practicar de este modo está destinada a ser bendecida por Dios. Esa es la trama del hombre. Este segundo factor atañe exclusivamente a las personas que tratan de satisfacer sus ambiciones y deseos y de llegar a un acuerdo con Dios. Si no te lo crees, prueba a prohibir a la gente que haga tratos y quítale sus deseos y ambiciones, haz que renuncie a ellos. Perderá la energía para sufrir y pagar precios. ¿Por qué perderá la energía para estas cosas? Porque sentirá que ha perdido sus expectativas y su destino, que ya no tiene esperanza de ser bendecida y que no tiene nada que ganar. Lo que practica no es la verdad y aquello por lo que se afana no es la verdad, sino cosas que supone positivas, pero cuando sus deseos y ambiciones se ven frustrados, ya ni siquiera quiere pagar por estas cosas. Dime tú, ¿qué tiene la gente? ¿Fe sincera? (No). Para ir un poco más lejos, ¿es leal la gente? Quizá comente alguno: “Diga lo que diga Dios ahora, nosotros lo seguimos. Diga lo que diga, no nos volvemos negativos ni nos desanimamos, no retrocedemos, y ni mucho menos nos rendimos. Aunque Dios no nos quiera y diga que somos unos hacedores de servicio y unos obreros, que no somos personas que busquen la verdad y que no tenemos esperanza de ser salvos, aun así, lo seguiremos sin vacilar y perseveraremos en el cumplimiento del deber. ¿Eso no es lealtad? ¿No es tener fe? ¿Ser leal y tener fe no es lo mismo que buscar la verdad? ¿No implica que, hasta cierto punto, buscamos la verdad?”. Dime, ¿eso es buscar la verdad? (No). ¿Qué significa eso de que no es buscar la verdad? Significa que todos los “salvavidas” del hombre han sido precintados, que ni siquiera tiene una cañita a la que agarrarse. ¿Qué hacer entonces? ¿Se puede hacer algo? Pueda hacer algo o no, ¿cómo se siente la gente tras oír esto? Sumamente decepcionada: “¿Esto significa realmente que no tengo esperanza de recibir bendiciones? ¿Qué rayos está pasando?”. La gente pierde totalmente el norte en estas circunstancias. Ahora que Mis palabras os han despojado de todos vuestros “salvavidas”, a ver cómo seguís. Dicen algunos: “Si no está bien trabajar, tratar de llegar a acuerdos, tener una interpretación retorcida ni sufrir y pagar un precio, ¿qué rayos hay que hacer? Diga lo que diga Dios, no lo abandonaremos. Continuaremos cumpliendo con el deber. ¿No equivale eso a practicar la verdad?”. Hay que entender claramente esta cuestión. Como la gente no comprende la verdad y siempre alberga interpretaciones retorcidas de lo que significa practicarla, cree que renunciar, esforzarse, sufrir y pagar precios es practicar la verdad y someterse a Dios. Un grave error. Practicar la verdad es practicar las palabras de Dios, pero la gente debe practicarlas con principios; en absoluto debe hacerlo según las nociones y fantasías humanas. Lo que Dios quiere es un corazón sincero, un corazón amante de Dios, y un corazón que lo satisfaga. Practicar las palabras de Dios de esta manera es la única forma de practicar la verdad. Si uno siempre desea llegar a un acuerdo con Dios cuando se esfuerza por Él, además de satisfacer sus ambiciones y deseos, no está practicando la verdad: está jugando con ella y maltratándola, y es un hipócrita. Por tanto, si alguien es capaz de aceptar las palabras de juicio de Dios, no lo abandona y persevera en el deber a pesar de que se frustren sus intenciones y deseos de recibir bendiciones, y pese a no tener nada que esperar ni motivación alguna, ¿esto equivale a buscar y practicar la verdad? A Mi modo de ver, si evaluamos esto según la definición de lo que significa buscar la verdad, esto sigue sin constituir una búsqueda la verdad y queda muy lejos del nivel de la búsqueda de la verdad. Ahora que tenemos una definición precisa de la búsqueda de la verdad, debemos atenernos estrictamente a ella al evaluar las acciones, conductas y manifestaciones de las personas. ¿Qué evaluación puede hacerse en función de la capacidad de alguien para permanecer en Dios y perseverar en el deber, aunque no pueda esperar bendición alguna? Pues que las personas, como seres creados, nacen con dos cosas encomiables en su humanidad y que, si tú sabes aprovecharlas, eso garantizará que sigas mínimamente a Dios. ¿Sabéis cuáles son esas dos cosas? (La conciencia y la razón). Correcto. Hay dos cosas en la humanidad del hombre que son las más valiosas: cuando la gente no comprende la verdad, cuando tiene muy poca aptitud, está desprovista de todo conocimiento o entrada con respecto a las exigencias de Dios y la verdad y, pese a ello, es capaz de mantenerse firme en su posición, ¿cuál es el requisito previo básico que le permite lograrlo? Tener la conciencia y razón de una humanidad normal. La respuesta, pues, es clara. Dado que la gente no busca la verdad y no tiene deseo ni ambición de recibir bendiciones y ha quedado despojada del deseo de recibirlas, si pese a ello es capaz de seguir a Dios y de cumplir con su deber, ¿en qué se basa para hacerlo? ¿Cuál es su motivación? Sus actos no tienen base ni motivación alguna: mientras la gente tenga la conciencia y razón de la humanidad normal, puede hacer estas cosas. Así están las cosas ahora: es un hecho que tú no comprendes la verdad, y tu comprensión de las doctrinas es inútil: no implica que hayas entrado en la realidad verdad. Sabes que está mal intentar llegar a un acuerdo con Dios con el fin de ir en pos de tus expectativas y de tu destino, pero lo realmente asombroso sería que todavía te alegraras de seguir a Dios y de cumplir con tu deber una vez que tu búsqueda de expectativas y de destino y tu deseo de bendiciones fueran condenados y te vieras desprovisto de ellos. Si pudieras seguir a Dios sin haber alcanzado la verdad, ¿de qué dependería eso? De tu conciencia y razón. La conciencia y razón de una persona pueden sustentar su existencia normal, su vida y su trato hacia las personas y cosas. ¿Y cuál es la diferencia entre cumplir con el deber según tu conciencia y razón y practicar la verdad? La manifestación de una persona que busca la verdad es que contempla a las personas y las cosas, se comporta y actúa en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio, mientras que aquellas que solo actúan según su conciencia y razón tal vez no busquen la verdad, pero pese a ello pueden trabajar, cumplir con el deber y permanecer en la casa de Dios sin ninguna nota negativa en su historial. ¿De qué depende eso? De que contemplan a las personas y las cosas, se comportan y actúan según los criterios de su conciencia y razón, en vez de hacerlo según las palabras de Dios y con la verdad por criterio. Entonces, teniendo esto en cuenta, si te limitas a cumplir con el deber según tu conciencia y razón, ¿no hay diferencia entre eso y la búsqueda de la verdad? (La hay). Cumplir con el deber según la conciencia y razón de uno es conformarse nada más que con trabajar; es adoptar por norma cosas como trabajar bien, no interrumpir ni perturbar, obedecer y someterse, tener buena conducta y buenas relaciones con los demás y no tener ninguna nota negativa en el historial. ¿Alcanza eso el nivel de la búsqueda de la verdad? No. Por muchas buenas conductas que tenga una persona, si no tiene conocimiento de sus actitudes corruptas ni de su rebeldía, sus nociones, sus conceptos erróneos sobre Dios y sus diversos estados negativos; si le es imposible corregir estas cosas; si le es imposible comprender los principios de práctica de la verdad; si no se ha corregido ni una sola de sus manifestaciones de actitudes corruptas; si sigue siendo arrogante y santurrona, arbitraria e imprudente, deshonesta y taimada, y hay momentos en que incluso se vuelve negativa y débil y duda de Dios… Si aún alberga estas cosas en su interior, ¿puede alcanzar la auténtica sumisión a Dios? Si todavía alberga estas actitudes corruptas en su interior, ¿podrá experimentar realmente la obra de Dios? Si una persona simplemente tiene buenas conductas, ¿es eso una manifestación de búsqueda de la verdad? (No). ¿Qué es lo mejor que tiene el hombre? Sencillamente, su conciencia y razón; estas son las dos únicas cosas positivas y lo encomiable del hombre. Ahora bien, ninguna de ellas guarda relación con la verdad; no son sino los requisitos previos más básicos para la búsqueda de la verdad por parte del hombre, lo que significa que, si tú tienes la conciencia y razón normales de la humanidad y comprendes la verdad, sabrás tomar las decisiones correctas cuando te sucedan las cosas. La conciencia y razón que tiene el hombre es esto: Dios es el Señor de la creación, y tú, un ser creado; puesto que Dios te ha escogido, es justo que te consagres a Él y te esfuerces por Él, y es justo que escuches Sus palabras. Lo “justo” viene determinado por tu conciencia y razón, pero ¿has escuchado las palabras de Dios? ¿Qué principios y métodos subyacen a tus actos? Tienes un carácter corrupto; ¿lo has rechazado? ¿Lo has corregido? Esas cosas no tienen nada que ver con lo que es “justo”. Si no vas más allá de este fundamento de lo que es justo hacer y de la forma justa de actuar, y vives dentro de los parámetros de lo que es “justo”, ¿eso no es resultado de tu conciencia y razón? (Sí). Tu conciencia te dice: “Dios me ha salvado, así que debo esforzarme por Él. Dios me ha salvado la vida y me ha dado una nueva, por lo que es justo que le retribuya Su amor. Como Dios es el Señor de la creación, y yo, un ser creado, debo someterme a Sus disposiciones”. ¿Esto no es resultado de tu conciencia y razón? (Sí). Las diversas conductas, modalidades de práctica, actitudes e ideas que surgen en las personas a resultas de su conciencia y razón no van más allá de los parámetros de lo que su conciencia y razón son capaces de hacer por naturaleza, y no alcanzan a ser una práctica de la verdad. ¿No es así? (Sí). Algunas personas pueden decir, por ejemplo: “La casa de Dios me ha enaltecido dejándome cumplir con un deber, y la casa de Dios me da de comer, me viste y se encarga de mi vivienda. La casa de Dios se ocupa de todos los aspectos de mi vida. Como he disfrutado abundantemente de la gracia de Dios, debo retribuirle Su amor; no debo engañar a Dios siendo superficial en el deber, y ni mucho menos hacer nada que interrumpa o perturbe. Estoy dispuesto a someterme a lo que disponga la casa de Dios para mí. Sea lo que sea lo que la casa de Dios me mande, no me quejaré”. Este tipo de pronunciamiento está bien; ¿no le resulta bastante fácil hacer esto a alguien con conciencia y razón? (Sí). ¿Puede alcanzar el nivel de la práctica de la verdad? (No). No alcanza a ser una práctica de la verdad. Por tanto, por muy noble de conciencia o muy normal de razón que sea alguien o, aunque sea capaz de hacerlo todo regido por su conciencia y razón, y por muy correctos y decentes que sean sus actos o por mucho que los demás admiren estos actos, no pasan de ser buenas conductas humanas. Solo pueden clasificarse dentro del ámbito de las buenas conductas humanas; básicamente, no alcanzan a constituir una práctica de la verdad. Cuando bases tu relación con los demás en la razón, serás un poco más amable al hablar y no atacarás a nadie ni te enojarás, no reprimirás, controlarás, intimidarás ni aspirarás a tener influencia sobre otras personas, etc. Todas estas son cosas que se pueden alcanzar por medio de la razón de la humanidad normal, pero ¿guardan relación con la práctica de la verdad? No. Son cosas que puede alcanzar la razón del hombre, y hay cierta distancia entre ellas y la verdad.

¿Por qué digo que la conducta basada en la propia conciencia y razón no guarda relación con la práctica de la verdad? Pondré un ejemplo. Imagina que una persona es amable contigo, te llevas bien con ella, acepta la obra de Dios de los últimos días y luego te predica el evangelio; es decir, Dios la utiliza para predicarte el evangelio. Tras haber aceptado la nueva obra de Dios, te sientes aún más agradecido hacia ella y siempre quieres corresponderle. Por ello, eres un poco flexible en todo lo que haces y le dices, siempre especialmente cortés. Eres especialmente respetuoso, deferente y tolerante con ella y, sin importar qué cosas malas haga ni cómo sea su temperamento, eres tan paciente y complaciente con ella que, siempre que te pide ayuda cuando se enfrenta a una dificultad, se la das incondicionalmente. ¿Por qué lo haces? ¿Qué incide en tus actos? (Mi conciencia). Lo haces fruto de tu conciencia. Este fruto de tu conciencia no se puede calificar de positivo ni de negativo; lo único que se puede decir es que tienes conciencia y un poco de humanidad y que, cuando alguien es amable contigo, le estás agradecido y le correspondes. Desde esa perspectiva, eres buena persona. Sin embargo, si evaluáramos esto por medio de la verdad, podríamos llegar a una conclusión diferente. Supongamos que, un día, esa persona hace el mal y va a ser expulsada de la iglesia, y tú sigues evaluándola según tu conciencia y dices: “Fue él quien me predicó el evangelio. No olvidaré su bondad mientras viva; si no fuera por él, no estaría donde estoy ahora. Aunque hoy haya hecho el mal, yo no puedo revelarlo. Aunque viera que lo que hizo estuvo mal, no puedo decirlo, pues me ha ayudado muchísimo. Quizá no pueda corresponderle, pero tampoco atacarle. Si quiere denunciarlo otro, que lo haga, pero yo no. No puedo meterle el dedo en la llaga. Si lo hiciera, ¿en qué clase de persona me convertiría? ¿No me convertiría en una persona sin conciencia? Una persona sin conciencia, ¿no es una simple bestia?”. ¿Qué opinas? ¿Cuál es el fruto que produce la conciencia en una circunstancia como esa? ¿No atenta contra la verdad el fruto que produce la conciencia en tal caso? (Sí). Esto evidencia que, a veces, los efectos de la conciencia de uno se ven limitados e influenciados por sus sentimientos y, en consecuencia, sus decisiones entran en conflicto con los principios verdad. Así, podemos ver claramente un hecho: el efecto de la propia conciencia es inferior al estándar de la verdad y, a veces, la gente vulnera la verdad cuando actúa según su conciencia. Si crees en Dios, pero no vives de acuerdo con la verdad, y en cambio actúas según tu conciencia, ¿puedes hacer el mal y resistirte a Dios? Verdaderamente serás capaz de cometer algunas maldades; de ningún modo puede afirmarse que jamás está mal actuar según la propia conciencia. Esto demuestra que si uno quiere satisfacer a Dios y ajustarse a Su voluntad, actuar simplemente según su propia conciencia es sumamente insuficiente. Se debe actuar según la verdad a fin de cumplir con las exigencias de Dios. Cuando consideras tu conciencia la verdad y superior a todo lo demás, ¿dónde has situado la verdad? La has sustituido por tu conciencia; ¿eso no es resistirse a la verdad? ¿No es oponerse a la verdad? Si vives según tu conciencia, puedes atentar contra la verdad, y atentar contra la verdad es resistirse a Dios. Hay muchas personas que, una vez que creen en Dios, consideran su conciencia la norma de su discurso y su conducta y, asimismo, se comportan en función de su conciencia. La conducta en función de la propia conciencia, ¿supone practicar la verdad, o no? ¿Puede la conciencia sustituir a la verdad? ¿En qué se diferencia exactamente la conducta en función de la conciencia de aquella que se fundamenta en la verdad? Algunos se empeñan siempre en actuar según su conciencia y creen ser personas que buscan la verdad. ¿Es correcto ese punto de vista? (No). ¿Pueden sustituir a la verdad las sensaciones de la conciencia de una persona? (No). ¿Qué error cometen estas personas? (Contravenir la verdad, lo cual es resistirse a Dios). Exacto. Equiparan las sensaciones de su conciencia con la verdad, lo que las condena a atentar contra la verdad. Este tipo de personas siempre contemplan a las personas y las cosas, se comportan y actúan según la norma de su conciencia, con la conciencia por criterio. Están intrincadas en su conciencia y controladas por ella y, al mismo tiempo, su razón también está controlada por ella. Si alguien está controlado por su conciencia, ¿puede buscar la verdad y practicar de acuerdo con ella de igual manera? No. ¿Puede entonces la conciencia sustituir a la verdad? No. Quizá pregunte alguno: “Ya que no podemos aplicar la conciencia para evaluar la forma en que tratamos a otras personas y no podemos considerar nuestra conciencia la verdad, ¿es correcto aplicar la norma de nuestra conciencia para evaluar nuestra forma de tratar a Dios?”. Esta pregunta es digna de consideración. En cualquier caso, la conciencia de una persona no puede sustituir a la verdad. Si no estás en posesión de la verdad y te acercas a Dios según tu conciencia, eso está bien según la norma humana, pero no podrás alcanzar el amor ni la sumisión hacia Dios basándote en esta norma; como mucho, puede que no atentes contra la verdad o que no te resistas a Dios, lo cual es bastante bueno por sí mismo. Tal vez señalen algunos: “No hace falta aplicar la conciencia con otras personas, y tampoco con Dios”. ¿Tienen razón, o no? Desde la perspectiva de las doctrinas y la teoría, parece que no, ¿cierto? Entonces, aplicad la verdad para evaluarlo: ¿os parece correcto? ¿Le dice Dios a la gente que se acerque a Él según su conciencia? ¿Qué exige Dios al hombre? ¿Cómo exige que se acerque el hombre a Él? Puede que tengas conciencia, pero ¿eres sincero? Si tienes conciencia, pero no eres sincero, no sirve de nada. Lo que Dios exige es que el hombre se acerque a Él con sinceridad. Está escrito en la Biblia: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza” (Marcos 12:30). ¿Qué exige Dios? (Que la gente lo ame con todo su corazón, con toda su mente y con toda su alma). ¿Qué quiere Dios de la gente? (Sinceridad). Correcto. ¿Ha dicho Dios “debéis amarme con vuestra conciencia, vuestra razón y vuestros instintos”? ¿Ha afirmado tal cosa? (No). ¿Por qué no? (Porque la conciencia no es la verdad). ¿Qué es la conciencia? (El nivel más bajo de humanidad). Así es: la conciencia y la razón son los niveles de humanidad más bajos y elementales. ¿Cómo se puede saber si una persona es buena y si tiene humanidad? ¿Cómo se puede evaluar esto? ¿Con qué se evalúa? El nivel más bajo y elemental es si esa persona tiene conciencia y razón. Ese es el nivel con el que se puede evaluar si una persona tiene humanidad. ¿Y cuál es el nivel por el que se evalúa si una persona busca la verdad? Se puede saber si una persona busca la verdad o no en función de si tiene conciencia y razón; ¿son verdad estas palabras? ¿Están en lo cierto? (No). Entonces, ¿qué quiere Dios del hombre? (Sinceridad). Dios quiere la sinceridad del hombre. ¿De qué está compuesta esa sinceridad? ¿Qué debe hacer uno para demostrar sinceridad? Si uno se limita a decir cuando ora que ofrenda su sinceridad a Dios, pero luego no se esfuerza sinceramente por Él ni cumple lealmente con su deber, ¿eso es sinceridad? No es sinceridad, sino engaño. ¿Y qué conducta es una manifestación de sinceridad? ¿Cuál es la práctica concreta? ¿Lo sabéis? ¿No es una actitud de sumisión a Dios? (Lo es). Una persona solo es sincera si tiene una actitud de sumisión. ¿No es esta muy superior a la conciencia? La conciencia y la razón del hombre ni siquiera se acercan a la sinceridad, están a cierta distancia. La conciencia y la razón de las personas no son más que las condiciones más básicas para conservar su existencia, su vida normal y sus relaciones con otras personas. Si la gente perdiera la conciencia y la razón, no podría existir, tener una vida normal ni relacionarse con otras personas ni siquiera en el plano más elemental. Observad a esas personas que no tienen conciencia ni razón, esas personas malvadas: en un grupo, ¿se relacionaría alguien voluntariamente con ellas? (No). Nadie se relacionaría voluntariamente con ellas. ¿Qué siente la gente cuando se relaciona con ellas? Repugnancia y aborrecimiento; incluso puede que se sienta asustada, cohibida y condicionada por ellas. Esas personas ni siquiera tienen la conciencia y la razón de la humanidad normal, y nadie se relacionaría voluntariamente con ellas. Decidme algo: ¿salvaría Dios a estas personas? (No). Si una persona malvada responde a cualquiera que la ofenda diciendo “si las circunstancias lo permiten alguna vez, te mataré, ¡te aniquilaré!”, sea o no capaz de hacerlo en realidad, ¿no es una persona malvada por el mero hecho de poder decir semejantes cosas? (Sí). ¿Y qué clase de persona es esa, cuyas palabras provocan miedo en los demás? ¿Alguien con conciencia y razón? (No). Y aquellos que no tienen conciencia ni razón, ¿tienen humanidad? (No). ¿Quién se atrevería a relacionarse con esa clase de persona malvada que no tiene humanidad? ¿Tienen esas personas malvadas relaciones normales con otras personas? (No). ¿En qué condición se hallan sus relaciones con otras personas? Todo el mundo las teme, todo el mundo se ve limitado y cohibido por ellas; desean intimidar a toda persona que conocen y castigar a todo el mundo. ¿Tienen estas personas una humanidad normal? Nadie se atreve a relacionarse con este tipo de personas que no tienen conciencia ni razón. Ni siquiera pueden llevar una vida humana normal, así que no se diferencian en nada de los diablos y las bestias. En los grupos siempre están arremetiendo contra los demás, castigando a una persona y después a otra. Al final todo el mundo mantiene las distancias con ellas, todo el mundo las evita. ¡Qué aterradoras deben de ser! Incluso son incapaces de mantener relaciones humanas normales y no pueden afianzarse en ningún grupo; ¿qué es lo que son? Esas personas ni siquiera tienen humanidad; ¿pueden buscar la verdad? (No). ¿Qué clase de persona no tiene humanidad? Las bestias, los diablos. Dios otorga a la humanidad las verdades que expresa, no a las bestias ni a los diablos. Aquellos que tienen conciencia y razón son los únicos aptos para ser calificados de humanos. Decidme de nuevo: ¿acaso tener conciencia y razón es lo único que hace falta para que una persona viva plenamente con una humanidad normal? Se puede decir que queda un vacío, ya que la gente tiene un carácter corrupto. Debe buscar la verdad para poder desechar su carácter corrupto y vivir con una humanidad normal. Tal vez diga alguno: “Yo tengo conciencia y razón. Mientras no cometa ninguna maldad, tendré la realidad verdad”. ¿Es eso cierto? Que alguien tenga conciencia y razón no implica que ya busque la verdad, como tampoco lo implica el hecho de que viva según su conciencia y razón. ¿Y qué son exactamente la conciencia y la razón? La conciencia y la razón del hombre no son más que los indicios y cualidades más elementales de humanidad que ha de tener la gente para buscar la verdad. Vivir de acuerdo con estas dos cosas no significa que una persona busque la verdad, y menos demuestra todavía que tenga la realidad verdad. Del ejemplo del que acabo de hablar se desprende que, cuando uno contempla a las personas y las cosas, se comporta y actúa según su conciencia y razón, es susceptible de atentar contra la verdad y los principios. Está muy lejos del estándar de hacer esas cosas de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio. Por tanto, por mucha conciencia que tengas y muy normal que sea tu razón, si no eres capaz de contemplar a las personas y las cosas ni de comportarte y actuar según las palabras de Dios, con la verdad por criterio, no buscas la verdad. Del mismo modo, por mucho que sufras y trabajes en el marco de los instintos de tu conciencia y razón, no se puede afirmar que busques la verdad.

Acabamos de analizar tres cosas, todas ellas prejuicios y malentendidos de la gente sobre la búsqueda de la verdad. Decidme, ¿cuáles eran esas tres cosas? (La primera, que la gente confunde con la verdad cosas que según sus nociones son buenas, correctas y positivas, y las aplica como normas en sustitución de las exigencias de Dios al hombre y de las exigencias y normas de Sus palabras, tras lo cual busca y practica tales cosas. La segunda, que, dado que la gente se aferra a interpretaciones falaces, trata de llegar a acuerdos con Dios, mientras alberga deseos y ambiciones. La gente cree que, una vez que ha satisfecho a Dios y Dios se regocija, Él le otorgará Su promesa. La tercera, que la gente cree que, al comportarse y actuar según su conciencia y razón, ya practica la verdad). Dejando de lado estas tres cosas, ¿qué significa exactamente buscar la verdad? Volvamos a nuestra definición de la búsqueda de la verdad: “Contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio”. Estas palabras son suficientes para que la gente entienda lo que significa buscar la verdad y cómo hacerlo. Ya hemos hablado mucho de lo que significa buscar la verdad. ¿Y cómo se busca? Hemos hablado mucho de eso, tanto ahora como anteriormente: tanto si contemplas a las personas y las cosas, como si te comportas y actúas, debes hacerlo según las palabras de Dios, con la verdad por criterio. Eso es la búsqueda de la verdad. Cualquier otra cosa que no esté relacionada con estas palabras no es una búsqueda de la verdad. Por supuesto, si lo de “contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio” no está dirigido a las actitudes corruptas del hombre, sí lo está hacia algunos de sus pensamientos, puntos de vista y nociones. Y si está dirigido a estas cosas y su objetivo es lograr que el hombre practique según los principios verdad y se someta a las palabras de Dios y a la verdad, entonces, naturalmente, ese será su resultado final. Lo de “contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio” es bastante claro y explícito. La senda que le brinda a la gente en última instancia le permite desprenderse de los prejuicios en su práctica y dejar de lado sus deseos y ambiciones. Al mismo tiempo, la gente no debe vivir escondida tras la creencia de que es superior, de que tiene humanidad, conciencia y razón, y sustituir por esto el principio de práctica que consiste en adoptar las palabras de Dios como fundamento y la verdad como criterio. Sean cuales sean tus justificaciones, los puntos fuertes y las ventajas que tengas, no son suficientes para sustituir por ellos el hecho de contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar según las palabras de Dios, con la verdad por criterio. Esa es una certeza absoluta. Por el contrario, si el punto de partida de tus ideas sobre las personas y las cosas, de tu comportamiento y de tus actos está en plena conformidad con las palabras de Dios, con la verdad como principio de práctica, entonces practicas la verdad. De lo contrario, no la practicas. En resumen, aquellas personas que viven en medio de nociones y fantasías humanas, que actúan con la intención de llegar a acuerdos o que constantemente sustituyen la búsqueda y práctica de la verdad por el convencimiento de que tienen una gran conducta moral, tienen unos métodos ridículos. Ninguno es una manifestación de búsqueda de la verdad y, en última instancia, el resultado de estos métodos ridículos es que la gente no comprende la verdad, no puede comprender la voluntad de Dios y es incapaz de emprender el camino de la salvación. ¿Lo entiendes? (Sí). Por supuesto, entre aquellos que no buscan la verdad, aparte de los que no pueden salvarse, hay algunos que están dispuestos a ser hacedores de servicio que sobrevivirán. Esto está muy bien, se puede considerar una buena alternativa a no buscar la verdad. De vosotros depende la senda concreta que elijáis. Tal vez digan algunos: “Después de toda esa enseñanza, aún no nos has indicado cómo contemplar a las personas y las cosas ni cómo comportarse y actuar”. ¿No lo he hecho? (Sí). ¿Cómo hay que contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar? (Según las palabras de Dios). ¿Y con qué criterio? (Con la verdad por criterio). ¿Y cuáles son las palabras de Dios? ¿Dónde está la verdad? (Las palabras de Dios son la verdad). Hay tantas palabras de Dios que le indican a la gente todos los aspectos relativos a cómo contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar, que no entraremos en detalles sobre estas cosas ahora. Leed una vez más lo que significa buscar la verdad. (¿Qué significa buscar la verdad? Contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio). Debéis grabaros estas palabras en el corazón y aplicarlas como lema de vida. Tomadlas a menudo para que podáis pensar en ellas y examinarlas; comparad con ellas vuestra conducta, vuestra actitud en la vida, vuestros puntos de vista sobre las cosas y vuestras intenciones y metas. Entonces percibiréis claramente cuál es vuestro estado real y cuál es la esencia de las actitudes que brotan de vosotros. Comparad aquellas cosas con estas palabras y considerad estas últimas vuestros principios, vuestra senda y vuestro sentido de práctica. Cuando busques de este modo, cuando puedas entrar en estas palabras y vivirlas plenamente, comprenderás lo que significa buscar la verdad. Naturalmente, cuando entres en la realidad de estas palabras, ya habrás emprendido la senda de búsqueda de la verdad. Cuando emprendas la senda de búsqueda de la verdad, ¿qué sucederá? Que se aligerará cada vez más la angustia causada por la perturbación, el control y las restricciones de tu carácter corrupto. ¿Por qué? Porque percibirás que tienes una senda por la que corregir tu carácter corrupto y que hay esperanza de que te salves. Será entonces cuando sentirás que una vida de sincera fe en Dios y de comer y beber de Sus palabras es plena, sosegada y gozosa. Tras muchos años de fe en Dios, aquellos que no aman la verdad todavía sienten que la vida es muy vacía y que no hay nada en lo que puedan ampararse. A menudo llegan a sentir que es verdaderamente doloroso vivir inmersos en un carácter corrupto y, aunque desean desecharlo, no pueden. Se quedan limitados, encadenados y atados para siempre a su carácter corrupto, lo que les causa gran angustia, pero no tienen ninguna senda que seguir. Sus días amargos son interminables. Si pudieran aceptar la verdad y alcanzar la salvación, esos días amargos pasarían. Ahora bien, los resultados de todo esto dependen de vuestra búsqueda y entrada futuras.

29 de enero de 2022

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