Qué significa buscar la verdad (4) Parte 1

Comencemos recordando lo que hablamos en la última reunión. (En la última reunión hablamos de “qué significa buscar la verdad”. Primero nos centramos en esta pregunta: “Dado que las cosas que la gente considera buenas y correctas no son verdad, ¿por qué la gente sigue aferrándose a ellas como si fueran verdad y piensa que, de ese modo, busca la verdad?”. Expusiste tres motivos para ello. Hablaste, principalmente, del primero: qué son exactamente esas cosas que la gente considera buenas y correctas según sus nociones). En la última reunión hablamos, principalmente, del primer motivo. Tratamos las cosas que la gente considera buenas y correctas según sus nociones, y las dividimos en dos grandes categorías: “buenas conductas” y “buena conducta moral”. En total, puse seis ejemplos de la primera categoría, la de “buenas conductas”: ser culto y sensato, ser gentil y refinado, ser cortés, respetar a los mayores y amar a los pequeños, ser amable y ser accesible. Aún no hemos hablado de la segunda categoría, la “buena conducta moral”. Hay cuestiones que debemos repasar un poco tras hablar de ellas, para suavizar y aclarar las verdades y los principios que se hayan enseñado, para que todo quede nítido y claro. Así te resultará más fácil comprender la verdad. La última vez compartimos algunos apartados generales y ejemplos concretos. Parece mucho, pero en realidad solo hablamos de cosas concretas dentro de esos apartados generales y desglosamos esas cosas concretas para que la enseñanza fuera un poco más clara y explícita. Pusimos seis ejemplos de buenas conductas, pero no los pormenorizamos uno por uno. Entre esos ejemplos, ser culto y sensato es una representación clásica de lo que la gente considera correcto y bueno según sus nociones. Hablamos un poco más de este ejemplo. El resto son similares; podéis aplicar un método similar para analizarlos y discernirlos.

Hoy, antes de entrar propiamente en el contenido del que vamos a hablar, os contaré dos pequeñas historias. ¿Os gusta escuchar historias? (Sí). No es tan cansado escuchar una historia y no requiere demasiada concentración. No es muy agotador, relativamente, y puede ser muy interesante. Por tanto, escuchad con atención y, mientras escucháis el contenido de las historias, pensad también por qué las cuento: qué ideas concretas y centrales contienen o, en otras palabras, qué cosas prácticas puede aprender la gente escuchándolas. Muy bien, comencemos. Estas son las historias de Xiaoxiao y Xiaoji.

Las historias de Xiaoxiao y Xiaoji

Durante algún tiempo, Xiaoxiao había notado dolor en los ojos, además de visión borrosa, sensibilidad a la luz, lagrimeo por el viento, la sensación de que tenía algo en los ojos y síntomas similares. Se los frotaba, pero no servía de mucho. Xiaoxiao no sabía qué le pasaba. Pensaba: “Nunca he tenido problemas oculares y estoy bien de la vista. ¿Qué me ocurre?”. Cuando se miraba al espejo, sus ojos tenían el mismo aspecto que antes, solo que un poco más rojos y, a veces, un poco inyectados en sangre. A Xiaoxiao, esto le resultaba desconcertante y un poco inquietante. Al principio no le prestó demasiada atención, pero cuando los síntomas empezaron a aparecer con mayor frecuencia, acabó por no poderlo soportar. Lo meditó: “¿Debería ir al médico o intentar investigarlo por mi cuenta? Sería un fastidio buscar información al respecto y podría equivocarme en el diagnóstico del problema real. Mejor voy directamente al médico; seguro que me da un diagnóstico preciso”. Así pues, Xiaoxiao fue al médico. El médico lo examinó y no encontró ningún problema grave. Le recetó un colirio normal y le aconsejó que se cuidara los ojos y no los fatigara. Xiaoxiao se sintió muy aliviado al saber que no tenía ningún problema grave en los ojos. Ya en casa, Xiaoxiao se echaba el colirio todos los días a las horas y en la dosis que le había indicado el médico, y en pocos días mejoraron sus síntomas. Xiaoxiao se quitó un gran peso de encima: para él, si la medicina podía curarlo, el problema no podía ser grave. Sin embargo, esa sensación no duró mucho y, poco después, reaparecieron los síntomas. Xiaoxiao aumentó la dosis de colirio, y sus ojos mejoraron un poco y los síntomas se aliviaron ligeramente. No obstante, días después volvió a tener los ojos como antes, y los síntomas empeoraron y se hicieron más frecuentes. Xiaoxiao no le encontraba sentido y sintió que le invadía de nuevo la tristeza: “¿Qué hago? La medicina que me dio el médico no funciona. ¿Esto quiere decir que tengo algún problema grave en los ojos? No puedo ignorarlo”. Decidió no volver al médico ni consultarle sus problemas oculares esta vez. Optó, por el contrario, por resolver el problema él mismo. Entró en internet y encontró videos e información de todo tipo sobre sus síntomas. Según la mayoría de ellos, estos problemas se debían a un mal uso de los ojos, debía cuidarlos y era aún más importante que los utilizara correctamente. Xiaoxiao consideró que estos consejos no eran útiles y que no resolvían su problema. Por ello, siguió buscando información. Un día encontró un recurso que decía que sus síntomas podían deberse a una hemorragia retiniana, la cual podía producir glaucoma. También era posible que sus síntomas se convirtieran en cataratas a medida que avanzaran. Cuando Xiaoxiao leyó las palabras “glaucoma” y “cataratas”, le dio un vuelco la cabeza. Todo se fundió a negro y estuvo a punto de desmayarse; el corazón le latía con fuerza en el pecho. “Oh, Dios mío, ¿qué me pasa? ¿En serio voy a tener glaucoma y cataratas? He oído que las cataratas requieren cirugía y que, si tienes glaucoma, ¡es probable que te quedes ciego! Eso acabaría conmigo, ¿no es cierto? Aún soy joven. Si me quedo ciego, ¿cómo voy a pasarme el resto de mi vida? ¿Qué me esperaría a partir de ese momento? ¿No tendría que pasarme la vida a oscuras?”. Cuando Xiaoxiao miró las palabras “glaucoma” y “cataratas” en la página, se dio cuenta de que ya no podía quedarse quieto. Angustiado, se sumía cada vez más en la depresión y el abatimiento. No sabía qué hacer ni cómo afrontaría el porvenir. Le embargaba la tristeza, y todo lo que tenía delante se perdía en una bruma. Ante este problema, Xiaoxiao cayó en la desesperación absoluta. Perdió el interés por vivir y no era capaz de reunir la energía necesaria para cumplir con su deber. No quería volver al médico ni comentar sus problemas oculares a nadie. Naturalmente, temía que la gente se enterara de que iba a tener glaucoma o cataratas. Y así pasaba Xiaoxiao un día tras otro, sumido en la depresión, la negatividad y la confusión. No se atrevía a hacer predicciones ni planes de futuro porque, para él, el futuro era algo terrible y desgarrador. Se pasaba los días deprimido y desesperado, de un humor espantoso. No quería orar ni leer las palabras de Dios y, desde luego, no quería hablar con nadie. Era como si se hubiera convertido en una persona completamente distinta. Tras unos días así, Xiaoxiao tuvo un pensamiento repentino: “Parece que estoy en una situación lamentable. Puesto que mi futuro es sombrío y Dios, en vez de protegerme, ha permitido que contraiga esta enfermedad, ¿por qué habría de seguir cumpliendo correctamente con mi deber? La vida es corta; ¿por qué no aprovecho, mientras todavía tenga buena vista, para hacer algunas cosas que me gustan y darme un capricho? ¿Por qué habría de ser tan agotadora mi vida? ¿Por qué debo hacerme daño y tratarme tan mal?”. Por ello, cuando Xiaoxiao no estaba durmiendo, comiendo o trabajando, pasaba la mayor parte del tiempo en internet jugando, mirando videos y maratones de series y, cuando salía, hasta se llevaba el celular y jugaba sin parar. Se pasaba el día absorto en el mundillo de internet. Por supuesto, conforme lo hacía, el dolor de ojos iba empeorando y los síntomas también se agravaban. Cuando ya no aguantaba más, se echaba colirio para aliviar los síntomas y, cuando estos mejoraban un poco, volvía a sumergirse en internet a mirar las cosas que le gustaban. Era su forma de mitigar el miedo y el terror que sentía en el fondo de su corazón y de pasar el tiempo para sobrellevar los días. Cada vez que le dolían los ojos y sus síntomas empeoraban, Xiaoxiao miraba inconscientemente a la gente de su entorno y pensaba: “Otras personas usan los ojos igual que yo. ¿Por qué no se les enrojecen, no les lagrimean todo el tiempo y no sienten como si tuvieran algo clavado en ellos? ¿Por qué soy yo el que tiene esta enfermedad? ¿No está haciendo distinciones Dios? Si me he esforzado tanto por Dios, ¿por qué no me protege? ¡Qué injusto es Dios! ¿Por qué todos los demás tienen la suerte de recibir la protección de Dios, y yo no? ¿Por qué toda la mala suerte recae siempre sobre mí?”. Cuanto más pensaba Xiaoxiao, más se enojaba y acaloraba, y cuanto más se enojaba, más entretenimiento y ocio quería en internet para ahuyentar su amargura y su ira. Quería librarse de su enfermedad ocular lo antes posible, pero cuanto más quería librarse de su amargura y su ira, menos gozo y paz tenía y más desafortunado se sentía por muy absorto que estuviera en internet. Y, en el fondo, se quejaba de que Dios era injusto. Así pasaban los días, uno detrás de otro. El problema ocular de Xiaoxiao no mejoraba y él estaba cada vez de peor humor. Con este telón de fondo, Xiaoxiao se sentía cada vez más impotente y desdichado. Así avanzaba la vida de Xiaoxiao. Nadie podía ayudarle y él no buscaba ayuda. Se pasaba el día aturdido, deprimido e impotente.

Esa fue la historia de Xiaoxiao. Aquí termina. La siguiente es la historia de Xiaoji.

En el deber, Xiaoji se topó con el mismo problema que Xiaoxiao. Veía borroso, y a menudo tenía los ojos hinchados e irritados. Esto venía acompañado de la frecuente sensación de tener algo clavado en los ojos, y no se sentía mejor tras frotárselos. Pensaba: “¿Qué me está pasando? Antes tenía muy bien los ojos; nunca he ido al oftalmólogo. ¿Qué les pasa últimamente? ¿Acaso tengo un problema en los ojos?”. Cuando se miraba al espejo, sus ojos no parecían distintos de como eran antes. Simplemente le ardían y, cuando parpadeaba con fuerza, los notaba aún más irritados e hinchados y empezaban a lagrimear. Xiaoji notaba que tenía algo malo en los ojos, y pensó: “Los problemas oculares son un gran problema. No debería dejarlo pasar. Aun así, no me siento tan mal, y esto no ha afectado a mi vida ni a mi deber. Últimamente hay mucho trabajo en la iglesia, e ir al médico repercutiría en mi deber. Buscaré información al respecto cuando tenga tiempo libre”. Después de tomar esta decisión, Xiaoji buscó información pertinente cuando libró del deber, y supo que no tenía ningún problema importante en los ojos: su malestar provenía de un uso excesivo de los ojos a largo plazo. Con un uso correcto de los ojos, un cuidado adecuado y unos ejercicios adaptados, sus ojos volverían a la normalidad. Xiaoji se puso muy contento cuando leyó esto. “No es un problema importante, así que no hay necesidad de preocuparse demasiado. Según esta fuente, tengo que utilizar bien los ojos y ejercitarlos correctamente, así que solo voy a mirar cómo utilizarlos bien y qué ejercicios debo hacer para que vuelvan a la normalidad”. Buscó entonces información más pertinente y, a partir de ella, eligió algunos métodos y procedimientos adaptados a su situación. Desde ese momento, aparte de su vida normal y del cumplimiento de su deber, Xiaoji tenía un nuevo trabajo: cuidarse los ojos. Todos los días practicaba las técnicas de cuidado de ojos que había aprendido. Al probarlas se daba cuenta de si aliviaban o no los síntomas de sus ojos. Tras un período de pruebas y ensayos, a Xiaoji le parecían viables algunos métodos, mientras que otros eran buenos nada más que en teoría, no en la práctica; al menos no le solucionaban el problema. Por eso, a tenor de sus hallazgos de ese período inicial, Xiaoji eligió algunos métodos y técnicas que a él le funcionaban para mantener la salud ocular. Practicaba el uso adecuado de los ojos y los cuidados oculares todos los días, siempre que ello no demorara su deber. Con el tiempo, los ojos de Xiaoji se sintieron realmente cada vez mejor; los síntomas anteriores —rojez, irritación, sensación de ardor, etc.— empezaron a disminuir paulatinamente y se producían de forma cada vez menos frecuente. Xiaoji se sentía muy afortunado. “Gracias a Dios por Su dirección. Estas son Su gracia y Su guía”. Aunque sus ojos mostraban menos problemas y los síntomas iban siendo menos graves, Xiaoji continuó practicando aquellos métodos de cuidado ocular y usando los ojos correctamente, sin bajar el ritmo. Y, al poco tiempo, sus ojos volvieron totalmente a la normalidad. Con esta experiencia, Xiaoji aprendió algunos métodos para mantener los ojos sanos, y también a usar los ojos y a vivir correctamente. Añadió algunos conocimientos positivos y de sentido común al repertorio de su vida. Xiaoji estaba muy feliz. Sentía que, aunque había pasado por algunos altibajos y por algunas experiencias inusuales, a la larga había adquirido una valiosa experiencia vital con ello. Cada vez que alguien de su entorno decía que le dolían los ojos, que los tenía hinchados e irritados, Xiaoji le contaba sinceramente su experiencia y los métodos y técnicas que había aplicado. Con la ayuda de Xiaoji, aquellos que tenían síntomas de problemas oculares también aprendieron formas y métodos para usar los ojos correctamente y mantenerlos saludables. Xiaoji estaba feliz y fue de gran ayuda para su entorno. Y así, durante esa época, Xiaoji y los demás adquirieron ciertos conocimientos de sentido común que la gente debería tener en su vida como seres humanos. Todos trabajaron y cumplieron con el deber juntos, felices y gozosos. Xiaoji no sucumbió a la negatividad ni a la impotencia por su problema en los ojos, ni se quejó nunca de su mala suerte. Aunque vio algunas de las aseveraciones alarmantes que vio Xiaoxiao al buscar información, no les prestó demasiada atención. Por el contrario, resolvió su problema de manera activa y correcta. Cuando le sucedió lo mismo a Xiaoxiao, este cayó reiteradamente en una depresión, en la impotencia y la confusión. Xiaoji, por otro lado, no solo no cayó en la depresión y la confusión, sino que tampoco se quedó atrapado en el resentimiento hacia Dios, y llegó a aprender de estas circunstancias una actitud más beneficiosa, activa y positiva hacia la vida. Se ayudó a sí mismo y ayudó a otras personas.

Estas fueron las historias de Xiaoxiao y Xiaoji. Ya habéis oído la historia de ambos. ¿Las habéis entendido? ¿Con quién simpatizáis, con Xiaoxiao o con Xiaoji? (Con Xiaoji). ¿Qué tiene de malo Xiaoxiao? (Que, cuando le ocurrieron ciertas cosas, no supo afrontarlas adecuadamente. Era negativo y reacio). Ser negativo y reacio acarrea la propia destrucción. Cuando les ocurren cosas a otras personas, estas son capaces de buscar la verdad para resolverlas, pero cuando le ocurrió algo a Xiaoxiao, él no supo buscar la verdad, optó por la negatividad y la renuencia. Se estaba buscando la ruina. Puede que hoy día haya información avanzada, pero en este mundo satánico abundan las mentiras y los engaños. El mundo está plagado de mentiras y engaños. Ante cualquier asunto o cualquier tipo de información en este mundo caótico, la gente debe tener sabiduría, ser inteligente y perspicaz y discernir. Debe filtrar los distintos tipos de información con rigor, desde un punto de vista adecuado. La gente no debe creerse fácilmente cualquier aseveración y, ciertamente, no debe aceptar fácilmente cualquier tipo de información. En el mundo de Satanás, todo el mundo miente y los mentirosos nunca tienen que rendir cuentas. Mienten y ya está. Nadie en este mundo denuncia las mentiras; nadie denuncia los engaños. Es difícil sondear el corazón del hombre, y tras cada mentiroso hay una intención y un objetivo. Por ejemplo, vas al médico y te dice: “Hay que tratar rápido su enfermedad. Si no, ¡puede convertirse en cáncer!”. Si eres un cobarde, tendrás miedo: “¡Oh, no! ¡Puede convertirse en cáncer! ¡Pues a tratarla ya!”. Y, en consecuencia, cuanto más intentas curarla, más empeoras, y acabas en el hospital. Lo que el médico dijo en realidad fue que tu enfermedad puede convertirse en cáncer, lo que significa que todavía no es cáncer, pero tú lo malinterpretaste como si hubiera que tratarla urgentemente como cáncer. ¿No te estás buscando la muerte con esto? Si lo tratas como cáncer, cuanto más intentes curarlo, antes morirás. Entonces, ¿podrías sobrevivir mucho más tiempo? (No). Si lo que tienes no es cáncer en realidad, ¿por qué habría de decirte el médico que, si no te lo tratas, se convertirá en cáncer? Para estafarte, para que te trates la enfermedad como si fuera grave. Si supieras que se trata de una dolencia menor, no intentarías curarla y él no podría sacarte el dinero. Cuando muchos médicos ven a sus pacientes, se agarran a ellos como un demonio se agarra a una persona, con fuerza, y no los sueltan. Este es un abordaje común que la mayoría de los médicos emplean con sus pacientes. Empiezan contándote lo famosos que son, lo buenos médicos que son, a cuántas personas han curado, qué enfermedades han curado y cuánto llevan en la práctica médica. Consiguen que confíes en ellos, que te sientes directamente a aceptar su tratamiento. Luego te dicen que vas a contraer una enfermedad grave y que, si no te sometes al tratamiento, puedes morir. Todo el mundo muere, pero ¿será realmente esta enfermedad la que te mate? No necesariamente. La vida y la muerte de toda persona están en manos de Dios. Es Él, no los médicos, quien decide. Los médicos suelen utilizar esta estratagema para engañar a la gente. Los cobardes y temerosos de la muerte acuden a médicos de todas partes y dejan que los médicos se pronuncien sobre su salud. Si el médico les dice que tienen posibilidades de desarrollar un cáncer, lo creen y se apresuran a permitir que el médico se lo trate para descartar el riesgo de morir de cáncer. ¿No se están asustando a sí mismos? (Sí). Ahora dejaremos de hablar de médicos y seguiremos hablando de Xiaoxiao y Xiaoji. Sus perspectivas, puntos de vista y posturas ante todo lo que sucede a su alrededor no podrían diferir más. Xiaoxiao no es más que un compendio de negatividad, mientras que Xiaoji es capaz de abordar adecuadamente las cosas que le ocurren. Tiene la razón y el juicio de la humanidad normal y afronta las cosas de forma activa. Además, sigue cumpliendo con su deber. No podrían ser más distintos ellos dos. Cuando algo le ocurre a Xiaoxiao, da la situación por perdida y actúa con imprudencia. No busca el método y los medios adecuados para afrontarlo y, además, no tiene discernimiento, está confundido y es necio, testarudo e intransigente, y también bastante pícaro. Cuando se pone enfermo, o cuando se topa con alguna dificultad o le ocurre algo malo, espera que también le ocurra a todo el mundo. Odia a Dios por no protegerlo y desea desahogarse. Sin embargo, no se atreve a desahogarse y descargar su ira sobre los demás, por lo que se desahoga y descarga su ira sobre sí. ¿No es este un carácter cruel? (Sí). Ser rencoroso, malévolo y envidioso cuando algo insignificante no sale como quieres: eso es crueldad. Cuando algo le ocurre a Xiaoji, este tiene la razón y el juicio de la humanidad normal. Tiene sabiduría y toma las decisiones que debe tomar alguien que tenga una humanidad normal. Aunque Xiaoji tenía la misma dolencia que Xiaoxiao, su problema se resolvió al final, mientras que Xiaoxiao nunca pudo resolver el suyo, que empeoraba constantemente y se intensificaba cada vez más. El problema de Xiaoxiao es grave y no es una mera enfermedad carnal: dejó al descubierto el carácter que yacía en lo más profundo de su corazón; dejó al descubierto su terquedad, intransigencia, necedad y malicia. Esa es la diferencia entre ambos. Si vosotros tenéis un conocimiento y una comprensión más pormenorizados de cómo viven estas dos personas, así como de sus actitudes y métodos para hacer frente a las cosas, podéis continuar hablando de ello más tarde, compararos con ello y extraer una lección. Por supuesto, debéis entrar en las cosas de manera activa, como Xiaoji. Debéis abordar la vida correctamente y esforzaros por contemplar a las personas y las cosas, comportaros y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio, de modo que lleguéis a ser personas que busquen la verdad. No debéis ser como Xiaoxiao, ¿no es así? (Cierto). Así es como debéis buscar y practicar.

Ahora echaremos un vistazo a lo que compartimos en la última reunión. Hablamos del primer aspecto de las cosas que la gente considera correctas y buenas según sus nociones —las buenas conductas— y enumeramos seis ejemplos. Todos ellos eran cosas promovidas por la cultura tradicional y buenas conductas que a la gente le agradan en la vida real. ¿Podéis decirme cuáles eran? (Ser culto y sensato, ser gentil y refinado, ser cortés, respetar a los mayores y amar a los pequeños, ser amable y ser accesible). No pusimos más ejemplos. Es posible que haya algunas diferencias con respecto a las seis buenas conductas representativas de la cultura tradicional china dentro de las culturas tradicionales de otros países, pero no las enumeraremos. La última vez compartimos y analizamos algunos de los contenidos específicos de estas seis buenas conductas. En general, estas buenas conductas externas no representan las cosas positivas de la humanidad, y ni mucho menos significan que el carácter de una persona se haya transformado; desde luego, no demuestran que alguien comprenda la verdad y viva la realidad verdad. No son más que conductas externas que puede apreciar el hombre. En pocas palabras, son manifestaciones externas del hombre. Estas manifestaciones y efusiones externas son meras formalidades que suceden cuando las personas se relacionan, se llevan bien y conviven. ¿A qué se refiere lo de “formalidades”? A las cosas más superficiales que tranquilizan a la gente cuando las ve. No representan nada de la esencia de las personas, ni de sus pensamientos e ideas, ni de su actitud hacia las cosas positivas, y ni mucho menos representan la actitud de las personas hacia la verdad. Las exigencias y normas de evaluación de la humanidad con respecto a las conductas externas son simples formalidades que la gente puede comprender y alcanzar. No tienen absolutamente nada que ver con la esencia del hombre. Por muy amable o accesible que pueda parecer la gente a primera vista, y por mucho que a los demás les gusten las conductas externas que vive, las respeten, las veneren y las idolatren, eso no significa que la gente tenga humanidad, que su esencia naturaleza sea buena, que ame las cosas positivas ni que tenga sentido de la justicia y, por supuesto, menos aún significa que sean personas capaces de buscar la verdad. Todas las buenas conductas compendiadas por la humanidad no son más que manifestaciones externas y cosas vividas que promueve la humanidad para diferenciarse de otras formas de vida. Por ejemplo, ser culto y sensato, ser gentil y refinado y ser cortés: estas buenas conductas solo demuestran que una persona es, de puertas afuera, bastante educada, correcta, instruida y cultivada, a diferencia de los animales, que no siguen ninguna regla. La gente se limpia un poco la boca con las manos o con servilletas después de comer o beber. Si trataras de limpiarle la boca a un perro después de comer o beber, no le haría ninguna gracia. Los animales no entienden estas cosas. ¿Por qué las personas sí? Porque las personas son “animales superiores”, así que deben entender estas cosas. Por tanto, estas buenas conductas son, sencillamente, lo que el hombre utiliza para regular la conducta del grupo biológico que constituye la humanidad, y no hacen sino diferenciar a la humanidad de las formas inferiores de vida. No tienen absolutamente nada que ver con el comportamiento, la búsqueda de la verdad o la adoración a Dios. Esto significa que, aunque aparentemente vivas según las normas y exigencias de ser culto y sensato, ser gentil y refinado, etc., aunque tengas estas buenas conductas, eso no implica que seas una persona con humanidad, alguien que esté en posesión de la verdad ni alguien que tema a Dios y evite el mal. No implica nada de eso. Por el contrario, únicamente implica que, tras pasar por el sistema de educación conductual y de normas de etiqueta, tu discurso, tus expresiones faciales, tu porte, etc. son un poco más disciplinados. Ello demuestra que eres mejor que los animales y que tienes algo de semejanza humana, pero no que seas alguien que busque la verdad. Incluso puede decirse que no tiene nada que ver con la búsqueda de la verdad. Que tengas estas buenas conductas no significa para nada que poseas las condiciones adecuadas para buscar la verdad, y menos todavía que ya hayas entrado en la realidad verdad y alcanzado la verdad. Eso no demuestra para nada esas cosas.

A cualquiera que haya tenido un gato o un perro como mascota le parecerá que son adorables. Algunos perros y gatos, de hecho, tienen buenos modales. Algunos gatos, cuando quieren entrar en la habitación de su amo, maúllan varias veces a la puerta antes de entrar. No entrarán si su amo no dice nada; solo entrarán cuando su dueño diga: “Entra”. Hasta los gatos saben practicar esta variedad de etiqueta, saben pedir permiso para entrar en la habitación de su amo. ¿No es una buena conducta? Si incluso los animales pueden tener este tipo de buena conducta, ¿cuánto más elevadas que los animales pueden ser las buenas conductas de las personas? Este es el nivel mínimo de sentido común que deben tener las personas; no es necesario enseñarlo, es algo muy normal. La gente puede pensar que esta clase de buena conducta es relativamente apropiada y puede que se sienta algo más cómoda con ella, pero ¿simboliza el hecho de vivir estas buenas conductas la calidad o la esencia de su humanidad? (No). Para nada. No son más que reglas y métodos que se han de tener al actuar; no tienen nada que ver con la calidad y la esencia de la humanidad de uno. Los perros y los gatos, por ejemplo, ¿qué tienen en común? Cuando la gente les da de comer, expresan confianza y gratitud. Tienen este tipo de conducta y son capaces de exhibirla. Lo que los diferencia es que el uno está especializado en cazar ratones, mientras que el otro lo está en vigilar la casa. Un gato puede abandonar a su amo en cualquier momento y lugar; cuando hay diversión, un gato se olvida de su amo y no le presta atención. Un perro nunca deja a su amo; si te identifica como su amo, aunque cambie de dueño te reconocerá y tratará como tal. Esa es la diferencia entre perros y gatos en cuanto a la calidad moral de su conducta y su esencia. Hablemos ahora de las personas. Entre los comportamientos que el hombre considera buenos, como ser culto y sensato, ser cortés, ser accesible, etc., aunque hay algunos superiores al comportamiento de otras especies —es decir, que lo que el hombre puede hacer supera las capacidades de otras especies—, estos no son más que conductas y reglas externas, meros planteamientos para regular la conducta de las personas y diferenciarlas de otras formas de vida. Tal vez estas buenas conductas hagan creer a la gente que es diferente o mejor que otras formas de vida, pero el hecho es que, en algunos aspectos, las personas se comportan peor que los animales. Por ejemplo, en lo de respetar a los mayores y amar a los pequeños. En el reino animal, los lobos hacen esto mejor que las personas. En una manada de lobos, los adultos cuidan de un cachorro sea de quien sea. No lo maltratan ni le hacen daño. El hombre no hace esto y, en dicho sentido, la humanidad es peor que una manada de lobos. ¿Qué respeto por los mayores y amor por los pequeños tiene la humanidad? ¿Realmente es capaz la gente de conseguirlo? La mayoría no sabe “amar a los pequeños”, la gente no tiene esta clase de buena conducta, lo que significa que no tiene esta clase de humanidad. Por ejemplo, cuando un niño está con sus padres, la gente es bastante amable y accesible al hablar con ese niño, pero cuando los padres no están, aflora el lado demoníaco de las personas. Si el niño les habla, lo ignoran, o incluso les parece desagradable el niño y lo insultan. ¡Qué malvada es la gente! En muchos países del mundo, el tráfico de niños no es infrecuente, es un problema global. Si la gente ni siquiera tiene la buena conducta de respetar a los mayores y amar a los pequeños y no siente remordimientos de conciencia cuando maltrata a los niños, dime, ¿qué clase de humanidad es esa? Sigue fingiendo que respeta a los mayores y ama a los pequeños, pero es una mera fachada. ¿Por qué pongo este ejemplo? Porque, aunque la humanidad haya planteado estas buenas conductas y propuesto estas exigencias y normas de conducta de las personas, la esencia corrupta del hombre nunca podrá transformarse, independientemente de que las personas sean capaces de alcanzarlas o de cuántas buenas conductas tengan. Los criterios para las opiniones del hombre sobre las personas y las cosas, y para sus conductas y actos, surgen exclusivamente de los pensamientos y opiniones corruptos de la humanidad y vienen determinados por las actitudes corruptas. Aunque las exigencias y normas que la humanidad ha propuesto se reconocen como normas buenas y elevadas, ¿es la gente capaz de alcanzarlas? (No). He ahí un problema. Aunque una persona actúe un poco mejor en apariencia y sea premiada y reconocida por ello, eso también está viciado por el fingimiento y el engaño, ya que, como todo el mundo reconoce, es fácil hacer un poco el bien; lo difícil es hacer el bien toda la vida. Si realmente es buena persona, ¿por qué le cuesta tanto hacer el bien? Así pues, ninguna persona puede estar a la altura de las normas presuntamente “buenas” reconocidas por la humanidad. Todo es fanfarronería, fraude y ficción. Aunque la gente cumpla en apariencia algunas de estas normas y tenga cierta buena conducta —como las de ser culta y sensata, ser gentil y refinada, ser cortés, respetar a los mayores y amar a los pequeños, ser amable y ser accesible—, aunque la gente pueda hacer y tener algunas de estas cosas, eso es meramente fugaz, temporal o propio de ambientes pasajeros. Solo tiene estas manifestaciones cuando le hacen falta. En cuanto algo afecta a su estatus, su orgullo, su riqueza, sus intereses, o incluso su destino y sus perspectivas, estallan su naturaleza y su ferocidad interior. Ya no parece culta y sensata, gentil y refinada, cortés, respetuosa con los mayores y cariñosa con los pequeños, amable ni accesible. Por el contrario, se pelean y traman unos contra otros, cada uno tratando de ser más listo que el otro, incriminándose y matándose mutuamente. Estas cosas ocurren con demasiada frecuencia: por sus intereses, su estatus o su autoridad, amigos, parientes, y hasta padres e hijos, intentan masacrarse unos a otros hasta que solo quede uno en pie. Es evidente la miserable situación que se da entre las personas. Por eso ser culto y sensato, ser gentil y refinado, ser cortés, respetar a los mayores y amar a los pequeños, ser amable y ser accesible solo pueden calificarse de frutos de circunstancias pasajeras. Ninguna persona puede vivirlos realmente; ni siquiera los sabios y grandes hombres idolatrados por los chinos fueron capaces de estas cosas. Así pues, todas estas enseñanzas y teorías son absurdas. Son puras tonterías. Las personas que buscan la verdad saben resolver los asuntos que afectan a sus intereses personales según las palabras de Dios y con la verdad por criterio, y son capaces de practicar la verdad y someterse a Dios. De este modo, la realidad verdad que tienen ellas sobrepasa las normas de buena conducta reconocidas por la humanidad. Quienes no buscan la verdad no pueden traspasar la barrera de sus intereses y, por ende, no pueden poner en práctica la verdad. Ni siquiera pueden cumplir reglas como las de buena conducta. ¿Cuáles son, entonces, el fundamento y los criterios de sus opiniones sobre las personas y las cosas, y de sus conductas y actos? Ciertamente, meras reglas y doctrinas, filosofías y leyes de Satanás, no la verdad de las palabras de Dios. Esto se debe a que esas personas no aceptan la verdad y solamente miran por sus intereses, así que, naturalmente, no pueden poner en práctica la verdad. Ni siquiera pueden cumplir con las buenas conductas: procuran fingirlas, pero no pueden evitar que se les caiga el disfraz. De esa manera muestran su verdadera cara. En aras de sus intereses, luchan, arrebatan, roban, conspiran, maquinan, engañan, castigan a otras personas y llegan a matar. Pueden hacer todas estas cosas crueles; con ello, ¿no queda su naturaleza al descubierto? Y cuando su naturaleza queda al descubierto, los demás pueden ver fácilmente las intenciones y los fundamentos de sus palabras y actos; los demás pueden darse cuenta de que esas personas viven exclusivamente según las filosofías de Satanás, que el fundamento de sus opiniones sobre las personas y las cosas, y de sus conductas y actos, son las filosofías de Satanás. Por ejemplo, “cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”, “el dinero hace girar el mundo”, “mientras hay vida hay esperanza”, “como una mente pequeña no hace a un caballero, a un hombre de verdad no le falta veneno”, “amor con amor se paga” y “toma una dosis de tu propia medicina”, etc., son frases de la lógica y las leyes satánicas que toman el control de las personas. Cuando la gente vive de acuerdo con estas cosas, buenas conductas como las de ser culto y sensato, ser gentil y refinado, ser cortés, respetar a los mayores y amar a los pequeños, etc., se convierten en máscaras que la gente utiliza para disimular, se convierten en fachadas. ¿Por qué se convierten en fachadas? Porque el fundamento y las leyes según los cuales vive realmente la gente son cosas inculcadas al hombre por Satanás, no la verdad. Por eso la conciencia y la moral más rudimentarias del hombre no tienen ningún efecto sobre una persona que no ame la verdad. Cuando ocurra algo vinculado a sus intereses, estallará su verdadero yo, y en ese momento la gente contemplará su verdadero rostro. La gente dirá con asombro: “¿Pero no suele ser tan gentil, cortés y caballeroso? ¿Por qué, cuando le ocurre algo, parece convertirse en una persona completamente distinta?”. En realidad, esa persona no cambió; lo que pasa es que su verdadero yo no había quedado revelado y al descubierto hasta entonces. Cuando las cosas no afectan a sus intereses, y antes de que comience el conflicto, lo único que hace es engañar y disimular. Las leyes y el fundamento de su existencia, que revela cuando sus intereses se ven afectados o amenazados y cuando deja de disimular, son su naturaleza, su esencia y lo que realmente es. Por tanto, sea cual sea el tipo de buena conducta que tenga una persona —por muy impecable que les parezca su conducta externa a los demás—, eso no significa que sea una persona que busque la verdad y ame las cosas positivas. Al menos no significa que tenga una humanidad normal, y ni mucho menos que sea digna de confianza ni que merezca la pena relacionarse con ella.

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