Qué significa buscar la verdad (5) Parte 3

Los dichos de la cultura tradicional sobre la conducta moral provienen de Satanás. Han surgido entre los seres humanos corruptos y únicamente son adecuados para los incrédulos y los que no aman la verdad. Las personas que creen en Dios y buscan la verdad deberían, antes de nada, ser capaces de discernir estas cosas y rechazarlas, ya que estos dichos producen efectos negativos en las personas, las desorientan y les hacen tomar la senda equivocada. A modo de ejemplo, entre los que acabamos de poner está el dicho de que “no se puede servir a dos señores, como tampoco una buena mujer puede tener dos maridos”. Hablemos en primer lugar de que “no se puede servir a dos señores”. Si dicho señor es una figura sabia, capaz y positiva, que lo apoyes, sigas y defiendas demuestra que tienes humanidad, moralidad y nobleza. No obstante, si el señor es despótico y fatuo, un diablo, y aun así lo sigues, lo defiendes y no te vuelves contra él, ¿qué clase de lealtad tienes? Una lealtad ciega y necia; ciega y necia. En tal caso, tu lealtad está mal y se ha convertido en algo negativo. Con esta clase de señor de los demonios y diablos, ya no debes obedecer más el dicho de que “no se puede servir a dos señores”. Debes abandonar, rechazar y distanciarte de este señor, abandonar la oscuridad y elegir la luz. Si, pese a ello, optas por mantenerte leal a este señor de los demonios, eres lacayo y cómplice suyo. Así pues, en determinadas circunstancias y contextos no están presentes la idea ni el significado y los valores positivos que ensalza este dicho. Esto evidencia que, aunque este dicho parezca muy justo y positivo, su aplicación se limita a circunstancias y contextos concretos, no a toda circunstancia o todo contexto. Si la gente obedece este dicho de manera ciega y necia, lo único que conseguirá será extraviarse y caer en la senda equivocada. Las consecuencias de esto son inimaginables. La siguiente proposición de esta frase es “una buena mujer no puede tener dos maridos”. ¿A qué se refiere eso de “buena mujer”? A una mujer pura, fiel a un único marido. Debe serle fiel hasta el final y no cambiar nunca de mentalidad, tanto si él es buena persona como si no. Aunque muera su esposo, debe quedarse viuda hasta el final de sus días. Esa es una esposa supuestamente pura y fiel. La cultura tradicional exige que todas las mujeres sean esposas puras y fieles. ¿Era esa una forma justa de tratar a las mujeres? ¿Por qué los hombres podían tener más de una esposa, pero las mujeres no podían volver a casarse aunque sus maridos murieran? Hombres y mujeres no eran iguales. Si una mujer se veía condicionada por las palabras “una buena mujer no puede tener dos maridos” y optaba por ser una esposa pura y fiel, ¿qué podía ganar? Como mucho, se erigiría un monumento conmemorativo de su pureza tras su muerte. ¿Tiene sentido esto? ¿Estáis de acuerdo en que las mujeres tenían un duro destino en la vida? ¿Por qué no tenían derecho a volver a casarse después de morir el marido? Esta es la visión que ensalza la cultura tradicional y una noción a la que siempre se ha aferrado la humanidad. Si el marido de una mujer moría dejando varios hijos y ella no podía hacerse cargo de ellos, ¿qué podía hacer? Tenía que mendigar comida. Si no quería que sus hijos sufrieran y quería hallar el modo de sobrevivir, tenía que volver a casarse y vivir con su nombre mancillado, con la condena de la opinión pública, con el rechazo y desprecio de la sociedad y de las masas. Tenía que humillarse y aguantar los insultos de la sociedad para que sus hijos pudieran tener una crianza normal. Desde esta perspectiva, aunque no cumpliera la norma de que “una buena mujer no puede tener dos maridos”, ¿no eran dignos de respeto sus conductas, métodos y sacrificios? Al menos, cuando sus hijos se hicieran mayores y comprendieran el amor que su madre les profesaba, la respetarían y, desde luego, no la despreciarían ni rechazarían por su conducta. Al contrario, estarían agradecidos y pensarían que una madre como la suya era excepcional. Sin embargo, la opinión pública no estaría de acuerdo con ellos. Desde la perspectiva de la opinión de la sociedad —la misma que la de que “no se puede servir a dos señores, como tampoco una buena mujer puede tener dos maridos”, por la que aboga el hombre—, y se mire como se mire, esta madre no era buena persona porque contravenía esta noción moral tradicional. En consecuencia, la calificarían de persona con una conducta moral problemática. ¿Y por qué los pensamientos y puntos de vista de sus hijos hacia ella difieren de la visión que la cultura tradicional tiene de ella? Porque sus hijos contemplaban este asunto desde la perspectiva de la supervivencia. Si esta mujer no se hubiera vuelto a casar, sus hijos y ella no tendrían medios para sobrevivir. Si se hubiera aferrado a esta noción tradicional, le habría sido imposible vivir, se habría muerto de hambre. Decidió volver a casarse para salvar la vida de sus hijos y la suya propia. A la luz de este contexto, ¿no es un completo error la condena que recibió de la cultura tradicional y la opinión pública? ¡No les importa si la gente vive o muere! Entonces, ¿qué sentido y valor tiene aferrarse a esta noción moral tradicional? Puede decirse que no tiene ningún valor. Es algo que lastima y perjudica a las personas. Como víctimas de esta noción, esta mujer y sus hijos vivieron esta realidad en primera persona, pero nadie les prestó atención ni se compadeció de ellos. No pudieron hacer otra cosa que tragarse su dolor. ¿Qué opináis? ¿Es justa esta sociedad? ¿Por qué este tipo de sociedad y país es tan malvado y oscuro? Porque la cultura tradicional que Satanás ha implantado en el hombre sigue controlando el pensamiento del pueblo y dominando la opinión pública. Hasta el día de hoy, nadie ha tenido clara esta cuestión. Los incrédulos continúan aferrándose a las nociones y opiniones de la cultura tradicional y piensan que son correctas. De momento no las han abandonado.

Ahora, al analizar el dicho “no se puede servir a dos señores, como tampoco una buena mujer puede tener dos maridos”, podéis ver que, sea cual sea la perspectiva desde la que lo contemplemos, no es algo positivo, sino una mera noción y fantasía del hombre. ¿Por qué digo que no es algo positivo? (Porque no es verdad, sino una noción y una fantasía del hombre). A decir verdad, muy pocas personas son capaces de hacer lo que pide esta frase. Es una mera teoría hueca, una noción y una fantasía del hombre, pero, arraigada en el corazón de la gente, llegó a formar parte de la opinión pública y muchos juzgaban esta clase de asuntos de acuerdo con ella. ¿Y cuál es la esencia de la perspectiva y la postura desde las que la opinión pública juzgaba esta clase de asuntos? ¿Por qué la opinión pública juzgaba tan duramente a una mujer que se volvía a casar? ¿Por qué criticaba la gente a este tipo de persona, la rechazaba y la despreciaba? ¿Cuál era el motivo? No lo entendéis, ¿verdad? No tenéis clara la realidad, solo sabéis que no es la verdad y que no está en consonancia con las palabras de Dios. Bueno, Yo os lo contaré y, cuando haya terminado, tendréis claro este tipo de cosas. Porque la opinión pública juzgaba a esta mujer en función de una sola cosa y una actuación —su segundo matrimonio— y circunscribía la calidad de su humanidad a esa única cosa, en vez de fijarse en la auténtica calidad de su humanidad. ¿No es injusto e injustificado? La opinión pública no se fijaba en cómo era normalmente la humanidad de la mujer: en si era una persona malvada o amable, si amaba las cosas positivas, si había lastimado o perjudicado a otras personas o si era casquivana antes de volver a casarse. ¿Evaluaban la sociedad y la opinión pública a esta mujer de forma exhaustiva en función de estas cosas? (No). ¿Y en qué se basaba la gente de la época para evaluar a esta mujer? En que “una buena mujer no puede tener dos maridos”. Todo el mundo pensaba: “Las mujeres solamente deben casarse una vez. Aunque tu marido muera, debes quedarte viuda el resto de tu vida. Al fin y al cabo, eres mujer. Si permaneces fiel a la memoria de tu marido y no te vuelves a casar, erigiremos un monumento conmemorativo de tu pureza; ¡podemos erigir diez incluso! A nadie le importa cuánto sufras ni lo difícil que te resulte criar a tus hijos. A nadie le importa que tengas que mendigar comida en la calle. Debes obedecer igualmente eso de que ‘una buena mujer no puede tener dos maridos’. Es el único modo de que seas una buena mujer y tengas humanidad y moral. Si vuelves a casarte, serás una mala mujer y una ramera”. Lo que esto implica es que una mujer solo puede ser una persona buena, pura y fiel, con moralidad y nobleza, si no se vuleve a casar. Dentro de los conceptos de benevolencia, rectitud, decoro, sabiduría y fiabilidad de la cultura tradicional, el dicho “no se puede servir a dos señores, como tampoco una buena mujer puede tener dos maridos” se convirtió en el fundamento por el que evaluar a las personas. La gente consideraba este dicho la verdad y lo aplicaba por norma para evaluar a los demás. Esa es la esencia de este asunto. Como alguien tuviera una conducta que no se ajustara a las exigencias y normas propuestas por la cultura tradicional, se le calificaba de persona de baja calidad humana y de conducta moral vil, de persona con una humanidad escasa y horrenda. ¿Tiene eso algo de justo? (No). Entonces, para ser una buena mujer, ¿cuáles deben ser las circunstancias y qué precio se ha de pagar? Si quieres ser una buena mujer, debes ser fiel a un único marido y, si este muere, debes mantenerte viuda. Tus hijos y tú tendréis que ir por la calle mendigando y soportar las burlas, los golpes, los gritos, el acoso y los insultos de los demás. ¿Es esa una forma apropiada de tratar a las mujeres? (No). No obstante, eso es lo que hacen los seres humanos: prefieren verte mendigando por las calles, sin un techo donde vivir, sin saber cuándo tomarás tu próxima comida, y nadie se preocupa, se compadece ni te presta atención. Sin importar cuántos hijos tengas ni lo dura que sea tu vida, aunque tus hijos se mueran de hambre, a nadie le importa. Sin embargo, si te vuelves a casar, no eres buena mujer. Te bombardearán con palabras de desprecio y aversión y recibirás no pocas palabras de vilipendio y condena. Te dirán de todo, y tus hijos y un reducido número de familiares y amigos serán los únicos que te dediquen palabras de compasión y apoyo. ¿Cómo se ha llegado a esto? Esto está directamente relacionado con la educación y el condicionamiento de la cultura tradicional. Es el resultado del dicho “no se puede servir a dos señores, como tampoco una buena mujer puede tener dos maridos”, defendido por la cultura tradicional. ¿Qué evidencian estas cosas? ¿Qué esconde el dicho “no se puede servir a dos señores, como tampoco una buena mujer puede tener dos maridos”? La falsedad, hipocresía y crueldad del hombre. Puede que una mujer no tenga nada de comer, que no pueda sobrevivir y esté a punto de morirse de inanición, y nadie se compadecerá de ella; por el contrario, todo el mundo le exigirá que preserve la pureza. La gente prefiere verla morirse de hambre y erigir un monumento en su honor antes que permitirle que opte por sobrevivir. Por un lado, este asunto delata la cerrilidad de la humanidad. Por otro, su falsedad y perversidad. La humanidad no brinda compasión, comprensión ni ayuda a los grupos vulnerables ni a quienes son dignos de compasión. Por si fuera poco, la humanidad echa más leña al fuego con la ridícula teoría y regla de que “una buena mujer no puede tener dos maridos” para condenar a la gente y abocarla a la muerte. No es justo para nadie. No solo va en contra de las palabras de Dios y de las exigencias del Señor de la creación a la humanidad, sino que, al mismo tiempo, contradice los criterios de conciencia y razón del hombre. ¿Es justa, entonces, la perspectiva desde la que los hijos de la mujer contemplaban esta cuestión? ¿No se beneficiaron palpablemente del segundo matrimonio de su madre y del precio que pagó ella? En cuanto al acto en sí, los hijos respetaban y apoyaban a su madre, pero ¿de dónde salió dicho apoyo? Sencillamente, de que su madre decidió volver a casarse para que sobrevivieran, con lo que pudieron seguir viviendo y salvaron la vida. Eso es todo. Si su madre no lo hubiera hecho para salvarles la vida, ellos no verían con buenos ojos ni apoyarían su decisión de volver a casarse. Por tanto, como hijos, su opinión sobre el segundo matrimonio de su madre no era realmente justa. En cualquier caso, ya fuera desde la perspectiva de la opinión pública o desde la de sus hijos, la forma en que la gente trató a esta madre y los criterios con que la evaluó no estaban fundamentados en la auténtica naturaleza de su humanidad. Ese era el error que cometían los seres humanos en su trato hacia una mujer que se volviera a casar. Esto evidencia que el dicho, postulado por la cultura tradicional, de que “no se puede servir a dos señores, como tampoco una buena mujer puede tener dos maridos” no proviene de Dios, sino de Satanás, y que no guarda relación alguna con la verdad. Las perspectivas desde las que la gente contempla todas las cosas y su manera de considerar la moralidad o inmoralidad de cualquier persona no se fundamentan en la verdad ni en las palabras de Dios, sino en las ideas de la cultura tradicional y en las exigencias que le plantean al hombre los conceptos de benevolencia, rectitud, decoro, sabiduría y fiabilidad de la cultura tradicional. ¿Qué son la benevolencia, la rectitud, el decoro, la sabiduría y la fiabilidad? ¿De dónde provienen estos conceptos? A primera vista parecen provenir de los sabios de la Antigüedad y de personajes famosos, pero en realidad provienen de Satanás. Son dichos diversos enunciados por Satanás para controlar y limitar la conducta de la gente y para establecer un punto de referencia, un modelo y un ejemplo de conducta moral de las personas. A decir verdad, todos estos sabios de la Antigüedad y personajes famosos tenían una naturaleza satánica y prestaban servicio a Satanás. Eran diablos que extraviaban a la gente. Por eso se puede afirmar con total objetividad que dichos conceptos vinieron de Satanás.

Cuando la gente evalúa la moralidad de los demás y si su humanidad es buena o mala, lo hace basándose exclusivamente en un dicho famoso de la cultura tradicional; llega a un veredicto y a una conclusión sobre la calidad de la humanidad de otras personas basándose simplemente en cómo abordan un único asunto. Esto, obviamente, está mal y es incorrecto. Entonces, ¿cómo puede evaluar una persona si la humanidad de alguien es buena o mala de forma precisa, objetiva y justa? ¿Cuáles son los principios y criterios para evaluarla? Para ser exactos, los principios y criterios de dicha evaluación deben ser la verdad. Solo las palabras del Creador son la verdad y solo ellas tienen autoridad y poder. Las palabras de los seres humanos corruptos no son la verdad, no tienen autoridad y no deben aplicarse como fundamento o principio para evaluar a alguien. Por ello, la única forma precisa, objetiva y justa de evaluar la moralidad de las personas y si su humanidad es buena o mala pasa por basarse en las palabras del Creador y la verdad. “No se puede servir a dos señores, como tampoco una buena mujer puede tener dos maridos” es un dicho famoso entre los seres humanos corruptos. Su origen no es bueno, proviene de Satanás. Si la gente evalúa la calidad de la humanidad de los demás según las palabras de Satanás, sus conclusiones serán, sin duda, incorrectas e injustas. ¿Y cómo se puede evaluar con justicia y precisión la calidad moral de una persona y si su humanidad es buena o mala? Hay que basarse en la intención, el objetivo y los resultados de los actos de esa persona, en el sentido y valor de lo que hace y, asimismo, en sus ideas y decisiones en cuanto a su manera de abordar las cosas positivas. Eso será absolutamente preciso. La persona no tiene por qué ser necesariamente creyente en Dios; ya ves que hay incrédulos que, aunque no escogidos por Dios, objetivamente tienen una humanidad decente, hasta el punto de ser incluso de mayor calidad que la de algunos que creen en Dios. Es igual que algunas personas religiosas, que han aceptado la obra de Dios de los últimos días y creen en Dios desde hace muchos años, pero siempre piensan en pedir dinero a la iglesia cuando reciben a hermanos y hermanas, y siempre se lamentan ante los hermanos y hermanas de que son pobres, mientras codician dinero y objetos. Cuando los hermanos y hermanas les dan carne, verduras, cereales, etc. para que los usen mientras hacen de anfitriones, los esconden para comerlos con su familia. ¿Qué clase de personas son estas? ¿Tienen buena o mala humanidad? (Mala). La gente así es codiciosa, le gusta aprovecharse de las personas y es de baja calaña. Algunos incrédulos que aceptaron directamente la obra de Dios de los últimos días están muy dispuestos a recibir a hermanos y hermanas. Insisten en recibirlos con su propio dinero y rechazan el de la iglesia. Por mucho dinero que les dé la iglesia, no utilizan ni codician ni un solo centavo; lo ahorran todo y se lo devuelven luego a la iglesia. Cuando los hermanos y hermanas les compran cosas para que las usen mientras hacen de anfitriones, ellos las guardan para que las utilicen y se las coman los hermanos y hermanas a quienes reciben. Una vez que esos hermanos y hermanas se han ido, las guardan y no las vuelven a sacar hasta la próxima vez que vengan a quedarse hermanos y hermanas. Diferencian claramente las cosas y nunca se han apropiado indebidamente de nada de la iglesia. ¿Quién les enseñó esto? Nadie; entonces, ¿cómo sabían qué hacer? ¿Cómo eran capaces de hacerlo? La mayoría de la gente no lo es, pero ellos sí. ¿Cuál es el problema? ¿No se trata de una diferencia de humanidad? Se trata de una diferencia en la calidad de su humanidad y en su moral. Dado que hay diferencia entre la moral de estos dos tipos de personas, ¿hay diferencia entre sus actitudes hacia la verdad y las cosas positivas? (Sí). De estos dos tipos de personas, ¿a cuál le resultará más fácil entrar en la verdad? ¿Cuál es más probable que busque la verdad? Las personas de buena moral son más propensas a buscar la verdad. ¿Lo veis así vosotros? No, lo único que hacéis es aplicar ciegamente las reglas, pues creéis que las personas religiosas que saben recitar palabras y frases de doctrina deberían ser capaces de esto y que los incrédulos que acaban de empezar a creer en Dios, que aún no saben recitar palabras y frases de doctrina, son incapaces. Sin embargo, la realidad es justo la contraria. ¿No es incorrecto y ridículo que contempléis a las personas y las cosas de este modo? Yo no contemplo así las cosas. Cuando me relaciono con la gente, me fijo de forma exhaustiva en su actitud ante distintas cosas, sobre todo en cómo se comportan dos tipos distintos de personas ante una misma situación y en qué decisiones toman. Esto ilustra mejor cómo es su humanidad. ¿Cuál de estos dos enfoques es más justo y objetivo? Es más justo evaluar a una persona por su esencia naturaleza que por sus actos externos. Si uno basa su evaluación en las ideas de la cultura tradicional, y toma los actos de una persona en una situación y la chantajea con ellos para emitir un veredicto y una conclusión sobre ella, eso está mal y es injusto para esa persona. Hay que hacer una evaluación precisa en función de la calidad de su humanidad, de su conducta en conjunto y de la senda por la que va. Eso es lo equitativo y razonable, amén de justo para la persona.

Ninguna de las afirmaciones sobre conducta moral que hemos enumerado hoy aquí tiene nada que ver con las palabras de Dios y ninguna se ajusta a la verdad. Por muy tradicional o positivo que sea un dicho, no puede llegar a ser verdad. Los dichos sobre la conducta moral se originan en cosas ensalzadas por la cultura tradicional y no tienen nada que ver con las verdades que Dios exige buscar al hombre. Por muy bien que la gente hable de estos dichos diversos sobre la conducta moral del hombre, por muy bien que los cumpla o por muy firmemente que se aferre a ellos, eso no significa que estos dichos sean verdad. Aunque la mayoría de la gente que hay en la tierra se aferre a estas cosas y crea en ellas, no llegarán a ser verdad, al igual que una mentira sigue siendo mentira aunque la digas mil veces. Las mentiras nunca pueden convertirse en verdad. Las mentiras son falsos constructos que albergan las tramas de Satanás, por lo que no pueden reemplazar la verdad, y mucho menos convertirse en ella. Del mismo modo, las distintas exigencias de la gente en relación con la conducta moral no pueden llegar a ser verdad. Por mucho que te aferres a ellas, o por muy bien que lo hagas, lo único que eso dice de ti es que tienes una buena conducta moral a ojos del hombre, pero ¿tienes humanidad a ojos de Dios? No necesariamente. Por el contrario, si te aferraras muy bien y estrechamente a cada aspecto y regla de los conceptos de benevolencia, rectitud, decoro, sabiduría y fiabilidad de la cultura tradicional, te habrías alejado demasiado de la verdad. ¿Por qué? Porque estarías contemplando a las personas y las cosas, comportándote y actuando de acuerdo con estas afirmaciones sobre la conducta moral y aplicándolas como criterio. Es como inclinar la cabeza para mirar el reloj: tu perspectiva sería incorrecta. El resultado final sería que tus ideas sobre las personas y las cosas, así como tus conductas y actos, no tendrían nada que ver con la verdad ni con las exigencias de Dios y tú estarías alejado del camino de Dios que deberías seguir; incluso podrías estar corriendo en dirección contraria y actuando de una manera que frustrara tus objetivos. Cuanto más te aferres a estos dichos sobre la conducta moral y más los valores, más se hartará Dios de ti, más te alejarás de Dios y de la verdad y más te opondrás a Dios. Por muy correcto que te parezca uno de estos dichos sobre la conducta moral, o por mucho tiempo que te aferres a él, eso no significa que estés practicando la verdad. Sin importar qué criterio de conducta de la cultura tradicional consideres correcto y razonable, esa no es la realidad de las cosas positivas; no es en absoluto verdad ni está en consonancia con la verdad. Te insto a que te apresures a hacer introspección: ¿de dónde viene esto a lo que te aferras? Su aplicación como principio y criterio de evaluación y exigencia a la gente, ¿está fundamentado en las palabras de Dios? ¿Está fundamentado en la verdad? ¿Tienes claras las consecuencias de practicar esta exigencia de la cultura tradicional? ¿Guarda eso relación con la verdad? Debes discernir y analizar si, al aplicar esta exigencia de la cultura tradicional como fundamento y criterio de actuación, y al considerarla algo positivo, estás contradiciendo la verdad, resistiéndote a Dios y vulnerando la verdad. Si te aferras ciegamente a los puntos de vista y dichos ensalzados por la cultura tradicional, ¿cuál será la consecuencia? Si te dejas confundir o engañar por esos dichos, puedes imaginar cuáles serán tu resultado y tu fin. Si contemplas a las personas y las cosas desde la perspectiva de la cultura tradicional, te costará aceptar la verdad. Nunca podrás contemplar a las personas y las cosas de acuerdo con las palabras de Dios y la verdad. Una persona que comprenda la verdad debe analizar las diversas aseveraciones y exigencias de la cultura tradicional acerca de la conducta moral. Debes analizar cuál valoras más, aquella a la que siempre te aferras, la que siempre te sirve de fundamento y criterio a la hora de considerar a las personas y cosas, y al comportarte y actuar. Luego debes comparar las cosas a las que te aferras con las palabras y exigencias de Dios, y considerar si esos aspectos de la cultura tradicional se oponen o contradicen a las verdades que Dios expresa. Si descubres realmente un problema, debes analizar de inmediato en qué, exactamente, se equivocan y son absurdos estos aspectos de la cultura tradicional. Cuando tengas claras estas cuestiones, sabrás qué es la verdad y qué es falacia; tendrás una senda de práctica y serás capaz de elegir la senda por la que deberás ir. Busca la verdad de esta manera, y podrás enmendarte. Por muy estandarizadas que estén las exigencias y los dichos de la humanidad sobre el carácter moral de la gente, o por mucho que se adapten a los gustos, perspectivas, deseos e incluso intereses de las masas, no son la verdad. Esto es algo que debes entender. Y dado que no son la verdad, debes apresurarte a negarlos y abandonarlos. También debes diseccionar su esencia, así como las consecuencias que se derivan de que la gente viva de acuerdo con ellos. ¿Pueden realmente provocar un verdadero arrepentimiento en ti? ¿Pueden realmente ayudarte a conocerte a ti mismo? ¿Pueden realmente hacer que vivas la semejanza humana? No pueden hacer nada de eso. Solo te harán hipócrita y santurrón. Te harán más taimado y malvado. Hay algunos que dicen: “En el pasado, cuando sosteníamos estos aspectos de la cultura tradicional, nos sentíamos buenas personas. Cuando otras personas veían cómo nos comportábamos, pensaban que también éramos buenas personas. Pero en realidad, sabemos en nuestros corazones de qué clase de maldad somos capaces. Hacer un poco de bien solo lo disimula. Pero si abandonamos los buenos comportamientos que nos exige la cultura tradicional, ¿qué deberíamos hacer en su lugar? ¿Qué comportamientos y manifestaciones llevarán gloria a Dios?”. ¿Qué piensas de esta pregunta? ¿Aún no saben qué verdades deben practicar los creyentes en Dios? Dios ha expresado tantas verdades, y hay tantas verdades que la gente debería practicar. Entonces, ¿por qué te niegas a practicar la verdad, e insistes en ser una falsa buena persona y un hipócrita? ¿Por qué finges? Hay quienes exclaman: “¡La cultura tradicional tiene muchos aspectos buenos! Por ejemplo, ‘la amabilidad de una gota de agua debe ser recompensada con un manantial’ es un dicho maravilloso. Es lo que debe practicar la gente. ¿Cómo puedes descartarlo? ¡Y qué leal y heroico lo de que ‘daría la vida por un amigo’! Tener un amigo así ennoblece la vida. También está lo de que ‘los gusanos de seda hilan hasta morir y las velas arden hasta consumirse’. ¡Qué dicho más profundo y lleno de cultura! Si no nos dejas vivir de acuerdo con estos dichos, ¿según qué cosas debemos vivir?”. Si esto es lo que piensas, los años que te has pasado escuchando sermones han sido en vano. Ni siquiera comprendes que uno debe, como mínimo, vivir según los criterios de la conciencia y la razón. No has aprendido ni un ápice de la verdad y has vivido estos años en vano.

En resumen, si bien hemos enumerado estos dichos sobre la conducta moral de la cultura tradicional, el objetivo de ello no es simplemente informaros que son las nociones e imaginaciones de la gente y que vienen de Satanás, y nada más. Es para haceros entender claramente que la esencia de estas cosas es falsa, oculta y engañosa. Aunque la gente tenga estos comportamientos, no significa en absoluto que esté viviendo una humanidad normal. Más bien, están utilizando estos comportamientos falsos para encubrir sus intenciones y objetivos, y para ocultar sus actitudes corruptas y su esencia naturaleza. Como resultado, la gente está mejorando cada vez más en fingir y engañar a los demás, lo que a su vez hace que se vuelva aún más corrupta y malvada. Las normas morales de la cultura tradicional a las que se aferra la humanidad corrupta son incompatibles con las verdades que Dios expresa, y no son coherentes con ninguna de las palabras que Dios enseña a la gente, no tienen ninguna conexión. Si tú todavía te aferras a los aspectos de la cultura tradicional, entonces has sido completamente confundido e intoxicado. Si hay algún asunto en el que te aferras a la cultura tradicional y acatas sus principios y puntos de vista, entonces estás rebelándote contra Dios y vulnerando la verdad, y estás yendo en contra de Dios en ese asunto. Si te aferras a cualquiera de estas aseveraciones acerca de la conducta moral y te comprometes con ella, y la tratas como un criterio o un fundamento respecto de tu forma de ver a las personas o las cosas, entonces es allí donde has errado, y si juzgas o perjudicas a los demás hasta cierto punto, habrás cometido un pecado. Si siempre insistes en medir a todo el mundo según las normas morales de la cultura tradicional, entonces el número de personas a las que has condenado y perjudicado seguirá multiplicándose y ciertamente condenarás y te resistirás a Dios, y entonces serás un archipecador. ¿No veis que toda la humanidad es cada vez más malvada bajo la educación y el condicionamiento de la cultura tradicional? ¿No es cada vez más oscuro el mundo? Cuanto más sea alguien de Satanás y de los diablos, más se le idolatra; cuanto más practique alguien la verdad, más testimonio dé de Dios y más agrade a Dios, más lo reprimirán, excluirán, condenarán o, incluso, lo ajusticiarán en la cruz. ¿No es así? En adelante, debéis hablar a menudo de lo que hemos compartido hoy aquí. Si hay cosas que no entendéis tras haberlas hablado, dejadlas a un lado por el momento y hablad de los fragmentos que sois capaces de abordar hasta entenderlos. Compartid estas palabras hasta que las tengáis bien claras y las entendáis por completo; entonces podréis practicar fielmente la verdad y entrar en la realidad. Cuando sepáis discernir claramente si un dicho o una cosa es verdad, o si es cultura tradicional y no verdad, tendréis una senda más amplia para entrar en la realidad verdad. Finalmente, cuando, tras hablar, comprendáis cada verdad que debéis practicar y hayáis alcanzado un consenso, cuando vuestras ideas sean coherentes con vuestra comprensión, cuando sepáis qué cosas son positivas y cuáles negativas, cuáles vienen de Dios y cuáles de Satanás, y hayáis hablado del asunto hasta que estas cosas os resulten claras y evidentes, será entonces cuando habréis comprendido la verdad. Así pues, elegid los principios verdad que debéis practicar. De esa manera, cumpliréis los criterios de conducta planteados por Dios y, al menos, tendréis cierta semejanza humana. Si sois capaces de comprender la verdad y de entrar en la realidad, lo seréis de vivir con plena semejanza humana. Será entonces cuando estaréis en plena consonancia con la voluntad de Dios.

5 de marzo de 2022

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