Qué significa buscar la verdad (8) Parte 3

Si la gente quiere transformar su carácter y alcanzar la salvación, no solo debe tener determinación, sino también una mentalidad infatigable. Debe extraer experiencias de sus fracasos y adquirir una senda de práctica a partir de ellas. No seas negativo ni te desanimes cuando fracases y, desde luego, no te rindas. No obstante, tampoco debes caer en la complacencia cuando consigas algún pequeño logro. Independientemente de aquello en lo que fracases o de en qué flaquees, eso no determina que no puedas ser salvo en un futuro. Debes comprender la voluntad de Dios, levantar la cabeza, acatar las palabras de Dios y continuar luchando contra tus actitudes satánicas corruptas. Uno debe comenzar por apreciar claramente el perjuicio y los impedimentos de los diversos requisitos y enunciados de conducta moral, provenientes de Satanás, sobre la búsqueda de la verdad por parte de las personas: que estos enunciados de conducta moral limitan y cohíben constantemente la mente de las personas, a la par que favorecen su carácter corrupto. Naturalmente, también restan importancia a la aceptación de la verdad y a las palabras de Dios en distinta medida, con lo que la gente duda de la verdad y se resiste a ella. Uno de estos dichos reza así: “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”. Esta filosofía de vida ha arraigado en las almas jóvenes de la gente, y la gente está inconscientemente influenciada por este tipo de ideas y opiniones en su consideración de los demás y en su forma de abordar lo que sucede a su alrededor. Estas ideas y opiniones blanquean y encubren imperceptiblemente las actitudes de maldad, engaño y malicia entre las actitudes corruptas de la gente. No solo no resuelven el problema de las actitudes corruptas, sino que, además, hacen a la gente más astuta y taimada, lo que exacerba aún más su carácter corrupto. En resumen, estos enunciados sobre la conducta moral y las filosofías de vida de la cultura tradicional no solo influyen en los pensamientos e ideas de la gente, sino que también tienen honda repercusión en su carácter corrupto. Por tanto, es preciso entender la influencia que ejercen sobre la gente ideas y puntos de vista de la cultura tradicional como “si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”. No hay que ignorarlo.

Acabamos de hablar, principalmente, de si, cuando surgen disputas entre las personas, hay que abordarlas por medio de los dichos y puntos de vista de la cultura tradicional, o según las palabras de Dios y los principios de la verdad; de si son los puntos de vista de la cultura tradicional los que pueden resolver los problemas, o si son las palabras de Dios y la verdad las que pueden resolver los problemas del hombre. Cuando la gente tenga claras estas cosas, tomará las decisiones correctas y le será más fácil resolver las disputas con los demás según las palabras de Dios y la verdad. Cuando se resuelvan estos problemas, también se habrá resuelto en esencia la cuestión de que los pensamientos de las personas se ven influidos y coartados por el enunciado de conducta moral que dice que “si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”. Por lo menos, la conducta de las personas no se verá afectada por este tipo de ideas y puntos de vista; podrán liberarse de la red de engaño de Satanás, alcanzar la verdad de las palabras de Dios, descubrir los principios de la verdad con los que relacionarse con los demás y hacer de las palabras de Dios su vida. Con solo analizar y discernir, de acuerdo con las palabras de Dios, los puntos de vista equivocados de la cultura tradicional y las cadenas y ataduras de las filosofías satánicas, uno puede comprender la verdad y desarrollar el discernimiento. Así puede despojarse de la influencia de Satanás y liberarse de la esclavitud del pecado. De este modo, las palabras de Dios y la verdad se convierten en tu vida en sustitución de tu antigua vida, cuya esencia eran las filosofías y actitudes satánicas. Entonces te habrás convertido en otra persona. Aunque sigas siendo tú, ha surgido una nueva persona, una que considera las palabras de Dios y la verdad su vida. ¿Estáis dispuestos a ser esa persona? (Sí). Es mejor ser así: al menos seréis felices. Cuando comiences a practicar la verdad habrá dificultades, obstáculos y dolor, pero, si sabes buscar la verdad para resolver tus dificultades hasta que te hayas asentado en las palabras de Dios, el dolor cesará y, conforme avance tu vida, te sentirás más feliz y tranquilo. ¿Por qué lo digo? Porque disminuirán paulatinamente la influencia y el control de esas cosas negativas dentro de ti y, a medida que lo hagan, cada vez penetrarán más en tu interior las palabras de Dios y la verdad, y la impresión de las palabras y verdades de Dios en tu interior será cada vez más profunda. Se reforzará y agudizará tu conciencia en la búsqueda de la verdad y, cuando te sucedan las cosas, tu senda interior, así como tu sentido y objetivo de práctica, estarán cada vez más claros; y cuando luches internamente, las cosas positivas tomarán cada vez un mayor control. ¿No se intensificará entonces la felicidad de tu vida? ¿No se intensificarán la paz y el gozo que recibes de Dios? (Sí, así es). Habrá menos cosas en tu vida que te provoquen inquietud, angustia, depresión y resentimiento, entre otros sentimientos negativos. En lugar de estas cosas, las palabras de Dios se convertirán en tu vida y te traerán esperanza, felicidad, gozo, libertad, liberación y honor. Cuando se intensifiquen estas cosas positivas, la gente cambiará por completo. Cuando llegue ese momento, comprueba cómo te sientes y compara las cosas con las de antes: ¿no son totalmente distintas de tu forma de vida anterior? No habrás alcanzado la auténtica felicidad hasta que no te hayas soltado de la red de Satanás y de sus actitudes corruptas, sus pensamientos y sus puntos de vista, así como de sus diversos métodos, puntos de vista y principios filosóficos para contemplar a las personas y las cosas, comportarte y actuar. No habrás alcanzado la auténtica felicidad hasta que no te hayas despojado de estas cosas en su totalidad, seas capaz de practicar la verdad y de contemplar a las personas y las cosas, tratar a los demás y relacionarte con ellos según las palabras de Dios, experimentes en Sus palabras lo verdaderamente bueno que es tratar a las personas según los principios de la verdad, y vivas con tranquilidad y gozo.

Hoy hemos compartido y analizado el enunciado de conducta moral “si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”. ¿Entendéis los problemas de esta expresión? (Sí). ¿Entendéis también cuáles son las exigencias de Dios a las personas? (Sí). Entendido esto, ¿cómo lo materializaréis a la larga en vosotros mismos? No siendo impulsivos cuando os suceda algo y no buscando una base en la cultura tradicional, en las tendencias sociales, en la opinión pública ni, por supuesto, en las normas jurídicas. Buscad, por el contrario, una base en las palabras de Dios. Da igual lo profunda o superficial que sea vuestra comprensión de la verdad; basta con que pueda resolver el problema. Debes tener claro que vives en un mundo malvado y peligroso. Si no comprendes la verdad, lo único que puedes hacer es seguir las tendencias de la sociedad y dejarte llevar por la vorágine del mal. Así pues, cuando te suceda algo, ¿qué debes hacer primero, sea lo que sea? En primer lugar, tranquilizarte, sosegarte ante Dios y leer a menudo Sus palabras. Esto te permitirá tener una visión y un pensamiento claros y apreciar nítidamente que Satanás está engañando y corrompiendo a esta humanidad y que Dios ha venido a rescatarla de la influencia de Satanás. Esta, desde luego, es la lección más elemental que debes aprender. Debes orar a Dios y buscar la verdad en Él, y pedirle que te guíe: que te guíe hacia la lectura de Sus palabras pertinentes, que te guíe para que recibas el esclarecimiento y la iluminación pertinentes, de modo que entiendas la esencia de lo que está sucediendo ante ti y cómo debes considerarlo y abordarlo. Aplica después el método que Dios te ha enseñado e indicado para afrontar y manejar el asunto. Confía plena y totalmente en Dios. Que Dios gobierne. Que Dios sea el Amo. Ya tranquilo, no se trata de utilizar tu mente para pensar en qué técnica o método aplicar ni de actuar en función de tu experiencia o de filosofías y trucos satánicos. Más bien, se trata de esperar el esclarecimiento de Dios y la guía de Sus palabras. Lo que debes hacer es renunciar a tu voluntad, dejar de lado tus pensamientos y opiniones, presentarte respetuosamente ante Dios, y escuchar las palabras y verdades que te dice y las enseñanzas que te da. Luego, debes sosegarte y contemplar al detalle y leer una y otra vez en oración las palabras que Dios te ha enseñado, a fin de que comprendas exactamente lo que Él quiere que hagas y lo que debes hacer. Si eres capaz de comprender claramente lo que quiere decir realmente Dios y cuáles son Sus enseñanzas, primero debes dar gracias a Dios por disponer el entorno y darte la oportunidad de constatar Sus palabras, hacerlas realidad y vivirlas para que se conviertan en tu vida interior y para que aquello que vivas pueda dar testimonio de que las palabras de Dios son la verdad. Naturalmente, conforme abordes estos problemas, puede haber muchos altibajos, dificultades y penurias, así como algunas batallas, y peticiones y comentarios de distintas personas. No obstante, mientras estés seguro de que las palabras de Dios son muy claras con respecto a dichos problemas y de que aquello que comprendes y obedeces son enseñanzas de Dios, debes ponerlas en práctica sin vacilar. No debes dejar que te lo impida tu entorno ni ninguna persona, circunstancia o cosa. Debes permanecer firme en tu postura. La obediencia a los principios de la verdad no es arrogancia ni santurronería. Una vez que has comprendido las palabras de Dios y contemplas a las personas y las cosas, te comportas y actúas según Sus palabras y eres capaz de obedecer los principios sin cambiar jamás, estás practicando la verdad. Esta es la clase de actitud y determinación que deben tener quienes practican y buscan la verdad.

Ya hemos hablado bastante de los problemas relativos a la expresión “si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”. ¿Todavía os cuesta comprender estos problemas? ¿Habéis comprendido de una forma totalmente nueva este enunciado de conducta moral de la cultura tradicional por medio de la enseñanza y el análisis de hoy? (Sí). A tenor de esta comprensión totalmente nueva que tenéis, ¿seguiríais sosteniendo que este dicho es verdad y una cosa positiva? (No). Puede que perviva la influencia de este dicho en lo más profundo de la mente de las personas y en su subconsciente, pero, gracias a la enseñanza de hoy, la gente ha desalojado de sus pensamientos y su conciencia este enunciado de conducta moral. Entonces, ¿seguirás obedeciéndolo en tus relaciones con los demás? Ante una disputa, ¿qué deberías hacer? (En primer lugar, deberíamos abandonar esta filosofía satánica de que “si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”. Deberíamos presentarnos en silencio ante Dios para orar y buscar la verdad, y buscar en las palabras de Dios los principios de la verdad que hay que poner en práctica). Si no habláramos de estas cosas, creeríais que nunca habéis contemplado a las personas y las cosas, ni os habéis comportado o actuado, según el criterio moral de que “si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”. Una vez expuesto este problema, comprueba por ti mismo si estás influenciado por esas ideas y opiniones cuando te suceda algo similar; es decir, si estas cosas se hallan entre tus ideas y opiniones. En ese momento descubrirás de manera natural que hay muchas cuestiones en las que estás influenciado por dichas ideas y opiniones; es decir, que, en numerosas situaciones y cuando ocurren muchas cosas, aún estás influenciado por esas ideas y opiniones y que estas han arraigado hondamente en tu alma y continúan dictando tus palabras, actos y pensamientos. Si no te has dado cuenta de ello y no prestas atención a este asunto o no profundizas en él, es indudable que no serás consciente de ello, y no sabrás si estás influenciado por esas ideas y opiniones. Si profundizas realmente en este asunto y eres meticuloso con él, descubrirás que a menudo brotan venenos de la cultura tradicional en tu mente. No es que no los tengas, es que antes no los tomabas en serio o no te dabas cuenta de cuál era exactamente la esencia de esos dichos de la cultura tradicional. ¿Y qué debes hacer para tomar conciencia de tales problemas presentes en las profundidades de tu mente? Debéis aprender a contemplar y reflexionar. ¿Cómo se debe contemplar y reflexionar? Estos dos términos parecen muy sencillos; entonces, ¿cómo deben comprenderse? Por ejemplo, supongamos que estás predicando el evangelio y dando testimonio de Dios a algunas personas que están investigando el camino verdadero. Al principio puede que estén dispuestas a escuchar, pero, tras enseñarles durante un tiempo, algunas ya no quieren hacerlo. En ese momento has de pensar: “¿Qué está pasando? ¿No están adaptadas mis enseñanzas a sus nociones y problemas? ¿No les he enseñado la verdad de forma clara y comprensible? ¿O acaso los ha perturbado algún rumor o falacia que han oído? ¿Por qué no siguen investigando algunos? ¿Cuál es exactamente el problema?”. Esto es contemplar, ¿no? Pensar en el asunto teniendo en cuenta todos los aspectos, sin obviar ni un solo detalle. ¿Cuál es tu objetivo al reflexionar sobre estas cosas? Descubrir la raíz y esencia del problema y resolverlo. Si no hallas respuesta a estos problemas por más que los medites, debes encontrar a alguien que comprenda la verdad y buscar a partir de eso. Observa cómo predica el evangelio y da testimonio de Dios, cómo se hace una idea exacta de las principales nociones de las personas que están investigando, y cómo las corrige después enseñándoles la verdad según las palabras de Dios. ¿Eso no pone en marcha la acción? La reflexión es el primer paso; la acción, el segundo. Se actúa para comprobar si el problema sobre el que estás reflexionando es el correcto, si has perdido el rumbo. Cuando descubras el origen del problema, empezarás a comprobar si el problema sobre el que estás reflexionando es el correcto o no. Luego, ponte a resolver el problema que has comprobado que es el correcto. Por ejemplo, cuando aquellos que estén investigando el camino verdadero oigan rumores y falacias y comiencen a tener nociones, léeles las palabras de Dios de una manera que esté orientada a sus nociones. Al enseñarles claramente la verdad, analiza a fondo y corrige sus nociones, y elimina los obstáculos que hay en su interior. Entonces estarán dispuestos a continuar investigando. Esto es empezar a resolver el problema, ¿no? El primer paso para resolver el problema es reflexionarlo, contemplarlo y descifrar por completo su esencia y su causa fundamental en tu mente. Una vez comprobado de qué se trata, ponte a resolver el problema según las palabras de Dios. Al final, cuando se resuelva el problema, estará alcanzado el objetivo. Así pues, ¿todavía se hallan entre tus pensamientos e ideas enunciados de conducta moral como el de que “si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”, o no? (Sí, así es). ¿Cómo se resuelven estos problemas? Debes reflexionar acerca de todo lo que te ocurre habitualmente. Este es un paso crucial. En primer lugar, recuerda cómo te comportabas cuando te ocurrían cosas semejantes en el pasado. ¿Te dominaban dichos como “si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”? Y en tal caso, ¿qué intenciones tenías? ¿Qué decías? ¿Qué hacías? ¿Cómo actuabas? ¿Cómo te comportabas? Una vez que te tranquilices y reflexiones sobre estas cosas, descubrirás algunos problemas sin ni siquiera darte cuenta. En ese momento debes buscar la verdad, hablar con otras personas y resolver estos problemas de acuerdo con las palabras pertinentes de Dios. Esfuérzate en la vida real por abandonar por completo esas ideas equivocadas que defiende la cultura tradicional, adopta las palabras de Dios y la verdad como principios para relacionarte con la gente, y aborda a las personas, las circunstancias y las cosas según los principios de la verdad. Esta es la manera de resolver los problemas, analizando las diversas ideas, opiniones y dichos de la cultura tradicional según las palabras de Dios, para luego ver con total claridad si la cultura tradicional es realmente positiva y correcta a tenor de las consecuencias de la obediencia por parte de la humanidad a estas ideas equivocadas. Entonces tendrás claro que lo de que “si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos” no es más que una técnica conductual evasiva que adopta la gente para mantener relaciones interpersonales. Sin embargo, si no cambian la naturaleza y la esencia de las personas, ¿podrán estas congeniar a largo plazo? Tarde o temprano, las cosas se desmoronarán. Por tanto, en el mundo humano no hay verdaderos amigos; el mero hecho de poder mantener una relación física ya es bastante bueno de por sí. Si la gente tiene un poco de conciencia y sentido y buen corazón, puede mantener una relación superficial con los demás sin que se rompa; si es malvada, insidiosa y desalmada en su humanidad, le será imposible relacionarse con los demás y únicamente podrán aprovecharse unos de otros. Después de apreciar estas cosas con claridad —es decir, tras haber apreciado con claridad la naturaleza y esencia de las personas—, se puede fijar en general el método que aquellas deben adoptar en sus relaciones mutuas, y puede ser correcto, infalible y conforme a la verdad. Con su experiencia del juicio y castigo de Dios, Su pueblo escogido ya puede apreciar un poco la esencia de la humanidad. Así, en las relaciones interpersonales —o sea, en las relaciones interpersonales normales— puede apreciar la importancia de ser una persona honesta y que tratar a las personas según las palabras de Dios y la verdad es el principio más elevado y el método más aconsejable. Nunca provoca angustia ni congoja a la gente. Sin embargo, es inevitable que la gente tenga algún conflicto en el alma cuando experimente las palabras de Dios y practique la verdad, en el sentido de que con frecuencia aflorarán actitudes corruptas que la perturbarán y le impedirán practicar la verdad. Esas ideas, sensaciones y opiniones variopintas, producto de las actitudes humanas corruptas, siempre te impedirán, en distinta medida, que pongas en práctica la verdad y las palabras de Dios y, cuando lo hagan, te enfrentarás sin darte cuenta a muchas cosas que son interferencias y obstáculos para la práctica de la verdad. Cuando aparezcan estos obstáculos, ya no dirás, como dices ahora, que es sencillo practicar la verdad. No lo dirás tan fácilmente. Para entonces estarás sufriendo y triste, sin comer y sin poder dormir bien. A algunas personas incluso les parecerá que creer en Dios es demasiado duro y querrán abandonar. Estoy convencido de que muchas personas han sufrido enormemente para practicar la verdad y entrar en la realidad, han sido podadas y tratadas en innumerables ocasiones, han librado innumerables batallas en su interior y han derramado infinidad de lágrimas. ¿No es así? (Sí). Sufrir estos tormentos es un proceso necesario, y todo el mundo, sin excepción, debe pasar por él. En la Era de la Ley, David cometió un error, y luego se arrepintió y confesó ante Dios. ¿Cuánto lloró? ¿Cómo lo describía el texto original? (“Todas las noches inundo de llanto mi lecho, con mis lágrimas riego mi cama” (Salmos 6:6).). ¡Cuántas lágrimas debió de derramar para inundar de llanto su lecho! Esto demuestra la inmensidad y profundidad del remordimiento y el tormento que sintió entonces. ¿Habéis derramado vosotros tantas lágrimas? La cantidad de lágrimas que habéis derramado no es ni la centésima parte de las suyas, lo que demuestra que el grado en que odiáis vuestro carácter corrupto, vuestra carne y vuestras transgresiones dista mucho de ser suficiente, y que vuestra determinación y perseverancia en la práctica de la verdad distan mucho de ser suficientes. Todavía no estáis a la altura; estáis lejos del nivel de Pedro y David. Bueno, concluyamos aquí la enseñanza de hoy.

16 de abril de 2022

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