Digresión dos: Cómo obedecieron Noé y Abraham las palabras de Dios y se sometieron a Él (I) Parte 1
I. Noé construyó el arca
Hoy voy a empezar por contaros varias historias. Escuchad el tema del que voy a hablar para ver si tiene alguna relación con los que hemos tratado anteriormente. Estas historias no son profundas, seguramente todos deberíais entenderlas. Ya las hemos contado antes, son antiguas. Vamos primero con la historia de Noé. Durante la época de Noé, la humanidad era extremadamente corrupta. La gente adoraba ídolos, se oponía a Dios y cometía todo tipo de actos malvados. Los ojos de Dios se fijaron en su maldad, las palabras que decían llegaron a Sus oídos, y Dios determinó que destruiría a esta raza humana con un diluvio, que la destruiría de este mundo. Entonces, ¿iban a ser erradicadas todas las personas, no iba a quedar ni una sola? No. Un hombre fue afortunado, Dios le favoreció, y no sería el objetivo de Su destrucción. Ese hombre era Noé. Noé permanecería después de que Dios destruyera el mundo por medio del diluvio. Tras decidir que finalizaría esta era y destruiría a la raza humana, Dios hizo algo. ¿Qué fue? Un día, Dios llamó a Noé desde el cielo. Le dijo: “Noé, la maldad de esta raza humana ha llegado a Mis oídos, y he decidido destruir este mundo con un diluvio. Debes construir un arca de madera de gofer. Te daré las dimensiones del arca, y deberás reunir a todas las especies de seres vivos para meterlos dentro de ella. Cuando el arca esté terminada y haya reunidos dentro un macho y una hembra de cada criatura viviente creada por Dios, llegará el día de Dios. En ese momento, te daré una señal”. Pronunciadas tales palabras, Dios se marchó. Tras escuchar esto, Noé comenzó a realizar cada una de las tareas que Dios le había encomendado, sin excepción. ¿Qué hizo? Buscó la madera de gofer a la que se refirió Dios, y los diversos materiales necesarios para construir el arca. También se preparó para la recolección y la crianza de todas las especies de criaturas vivientes. Estas dos grandes empresas quedaron grabadas en su corazón. Desde que Dios le confió la construcción del arca a Noé, este en ningún momento pensó para sí: “¿Cuándo va a destruir Dios el mundo? ¿Cuándo me va a dar la señal de que lo va a hacer?”. En lugar de ponderar estas cuestiones, Noé se tomó en serio cada una de las cosas que Dios le había dicho, y luego llevó todo a cabo. Después de aceptar lo que Dios le había encomendado, Noé se dispuso a realizarlo y a cumplir con la construcción del arca de la que Dios le habló, como si fuera lo más importante de su vida, sin el menor atisbo de descuido. Los días pasaron, luego los años, día tras día, año tras año. Dios nunca supervisó a Noé ni le metió prisas, pero a lo largo de todo este tiempo, Noé perseveró en la importante tarea que Dios le había encomendado. Cada palabra y frase que Dios había pronunciado estaba inscrita en el corazón de Noé, como grabadas en una tabla de piedra. Sin tener en cuenta los cambios en el mundo exterior, las burlas de los que le rodeaban, las penurias, las dificultades que encontró, Noé perseveró en todo momento en lo que le había sido confiado por Dios, sin jamás desesperar ni pensar en rendirse. Las palabras de Dios estaban grabadas en el corazón de Noé, y se habían convertido en su realidad cotidiana. Noé preparó cada uno de los materiales necesarios para construir el arca, y la forma y las especificaciones del arca ordenadas por Dios fueron tomando forma con cada golpe cuidadoso del martillo y el cincel de Noé. Contra el viento y la lluvia, y sin importarle cómo la gente se burlaba o lo calumniaba, la vida de Noé continuó de esta manera, año tras año. Dios observaba en secreto cada acción de Noé, sin dedicarle nunca una palabra, y con el corazón conmovido. Sin embargo, Noé no lo sabía ni lo sentía. De principio a fin, se limitó a construir el arca y a reunir a todas las especies de criaturas vivientes, con una fidelidad inquebrantable a las palabras de Dios. En el corazón de Noé no había ninguna instrucción superior que debiera seguir y llevar a cabo: las palabras de Dios eran su dirección y el objetivo de toda su vida. Así que, no importaba lo que Dios le dijera, le pidiera y le ordenara, Noé lo aceptó completamente y se lo tomó en serio, lo consideró la cosa más importante de su vida y lo gestionó en consonancia. No solo no lo olvidó, no solo lo conservó en su corazón, sino que lo llevó a cabo en su vida diaria, y dedicó su vida a aceptar y llevar a cabo la comisión de Dios. Y así, tabla a tabla, se construyó el arca. Todos los movimientos de Noé, todos sus días, estaban dedicados a las palabras y los mandamientos de Dios. Puede que no pareciera que Noé estuviera llevando a cabo una empresa trascendental, pero a ojos de Dios, todo lo que hizo Noé, incluso cada paso que dio para conseguir algo, cada labor realizada por su mano, eran preciosos, merecían ser conmemorados y eran dignos de que esta humanidad los emulara. Noé se adhirió a lo que Dios le había confiado. Fue inquebrantable en su creencia de que toda palabra pronunciada por Dios era verdad; de eso no le cabía duda. Y a consecuencia de ello, el arca se completó y todas las especies de criaturas vivientes lograron vivir en ella. Antes de que Dios destruyera el mundo, le dio a Noé una señal, la cual le dijo que el diluvio era inminente y que debía subir al arca sin demora. Noé hizo exactamente lo que Dios dijo. Cuando Noé subió al arca y un gran torrente cayó del cielo, Noé vio que las palabras de Dios se habían hecho realidad, que Sus palabras se habían cumplido: la ira de Dios había caído sobre el mundo y nadie podía cambiar nada de aquello.
¿Cuántos años tardó Noé en construir el arca? (120). ¿Qué representan 120 años para la gente de hoy? Más que la vida de una persona normal. Más, tal vez, que incluso la vida de dos personas. Y sin embargo, durante esos 120 años, Noé solo hizo una cosa todos los días. En esa época preindustrial, anterior a la comunicación de la información, en esa época en la que todo dependía de las manos y del trabajo físico de las personas, Noé hizo la misma cosa a diario. Durante ciento veinte años, no se dio por vencido ni se detuvo. Ciento veinte años. ¿Cómo podemos conceptualizar esto? ¿Podría alguien más en la raza humana haber permanecido comprometido a hacer una cosa durante 120 años? (No). Que nadie pudiera permanecer comprometido a hacer una cosa durante 120 años no es ninguna sorpresa. Y, sin embargo, hubo un hombre que perseveró durante 120 años en lo que Dios le había encomendado, sin vacilar, sin quejarse ni rendirse nunca, impermeable a cualquier entorno externo, y que, finalmente, lo completó exactamente como Dios había dicho. ¿Qué clase de asunto era este? En la raza humana, esto era raro, poco común, incluso único. En la larga marea de la historia de la humanidad, entre todas las razas humanas que habían seguido a Dios, esto no tenía ninguna analogía. En términos de la inmensidad y la dificultad de la ingeniería involucrada, el nivel de esfuerzo físico que requería y la duración que implicaba, esto no era una empresa fácil, por lo que, cuando Noé hizo esto, fue único entre la humanidad y es un modelo y ejemplo para todos los que siguen a Dios. Noé apenas había escuchado unos pocos mensajes, y en aquel tiempo Dios no había expresado muchas palabras, así que no cabe duda de que Noé no entendía muchas verdades. No comprendía la ciencia ni los conocimientos modernos. Era un hombre sumamente corriente, un miembro poco notable de la raza humana. Sin embargo, en un aspecto no se parecía a nadie: sabía obedecer las palabras de Dios, sabía cómo seguir y acatar Sus palabras, sabía cuál era la posición del hombre, y era capaz de creer y someterse verdaderamente a las palabras de Dios. Nada más. Estos pocos y sencillos principios fueron suficientes para que Noé lograra todo lo que Dios le había encomendado, y perseveró en ello no solo durante unos meses, años o décadas, sino durante más de un siglo. ¿No es asombrosa esta cifra? ¿Quién podría haber hecho esto sino Noé? (Nadie). ¿Y por qué no? Algunos dicen que porque no entienden la verdad, pero eso no concuerda con los hechos. ¿Cuántas verdades entendió Noé? ¿Por qué fue Noé capaz de todo esto? Los creyentes de hoy en día han leído muchas palabras de Dios, comprenden algo de verdad, entonces, ¿cómo es que son incapaces de esto? Otros dicen que se debe al carácter corrupto de la gente, pero ¿no tenía Noé un carácter corrupto? ¿Por qué pudo hacerlo Noé pero no puede hacerlo la gente de hoy? (Porque la gente de hoy no cree en las palabras de Dios, no las tratan ni las acatan como la verdad). ¿Y por qué son incapaces de tratar las palabras de Dios como la verdad? ¿Por qué son incapaces de acatar las palabras de Dios? (No tienen un corazón temeroso de Dios). Entonces, cuando las personas no tienen ninguna comprensión de la verdad y no han escuchado muchas verdades, ¿cómo surge en ellos un corazón temeroso de Dios? (Deben tener humanidad y conciencia). Eso es. En la humanidad de las personas deben estar presentes las dos cosas más preciosas de todas: la primera es la conciencia, y la segunda es la razón de la humanidad normal. La posesión de la conciencia y la razón de la humanidad normal es el estándar mínimo para ser una persona; es lo mínimo, lo más básico para medirla. Esto está ausente en las personas de la actualidad y, por eso, por muchas verdades que escuchen y entiendan, están lejos de poseer un corazón temeroso de Dios. Entonces, ¿cuál es la diferencia esencial entre las personas de hoy y Noé? (No tienen humanidad). ¿Y cuál es la esencia de esta falta de humanidad? (Son bestias y demonios). “Bestias y demonios” no suena muy bien, pero concuerda con los hechos; una forma más cortés de decirlo sería que no tienen humanidad. Las personas sin humanidad ni razón no son humanos, están incluso por debajo de las bestias. El hecho de que Noé fuera capaz de completar la comisión de Dios se debió a que, cuando oyó las palabras de Dios, fue capaz de conservarlas profundamente en su corazón; para Noé, la comisión de Dios era una empresa para toda la vida, su fe era inquebrantable, su voluntad inalterable durante cien años. Como tenía un corazón temeroso de Dios, era una persona real y tenía la mayor razón, Dios le confió la construcción del arca. Las personas con tanta humanidad y razón como Noé son muy poco comunes, sería muy difícil encontrar a alguien más así.
En realidad, Noé solo fue capaz de hacer una cosa. Era muy simple: tras escuchar las palabras de Dios, las llevó a cabo, y lo hizo sin reparos. Nunca tuvo dudas, ni se dio por vencido. Siguió haciendo todo aquello que Dios le pidió hacer, lo ejecutó y lo puso en práctica de la forma en que Dios le dijo que lo hiciera sin reparos, sin ninguna consideración al porqué ni a su propio beneficio o pérdida. Recordó las palabras de Dios: “Dios va a destruir el mundo. Debes construir un arca sin demora, y cuando esté terminada y vengan las aguas de la inundación, todos vosotros os embarcaréis en el arca, y los que no hayan subido al arca perecerán”. No sabía cuándo se cumpliría lo que Dios había dicho, solo que lo que Él dice debe cumplirse, que todas Sus palabras son verdad, sin una sola palabra falsa entre ellas, y que, en cuanto a cuándo se cumplirán, en qué momento se materializarán, eso depende de Dios. Sabía que su única tarea en ese momento era conservar profundamente en su corazón todo lo que Dios había dicho, y luego no perder tiempo en llevarlo a cabo. Tales eran los pensamientos de Noé. Esto es lo que pensó, y esto es lo que hizo, y estos son los hechos. Entonces, ¿cuál es la diferencia esencial entre vosotros y Noé? (Cuando escuchamos la palabra de Dios, no procedemos a ponerla en práctica). Esto hace referencia al comportamiento, ¿cuál es la diferencia esencial? (Carecemos de humanidad). Noé poseía las dos cosas que son lo mínimo que el hombre debe poseer: la conciencia y la razón de la humanidad normal. Vosotros no poseéis esas cosas. ¿Es justo decir que se puede llamar a Noé un ser humano y que vosotros no merecéis llamaros así? (Sí). ¿Por qué lo digo? Los hechos están ahí. Respecto a lo que hizo Noé, olvidaos de la mitad, vosotros no podríais hacer siquiera una pequeña parte. Noé fue capaz de persistir durante 120 años. ¿Cuántos años podríais hacerlo vosotros? ¿100? ¿50? ¿10? ¿Cinco? ¿Dos? ¿Medio año? ¿Quién de vosotros podría persistir durante medio año? Salir a buscar la madera de la que habló Dios, cortarla, quitarle la corteza, secarla y cortarla en varias formas y tamaños, ¿podríais seguir ese ritmo durante medio año? La mayoría estáis sacudiendo la cabeza, no podríais apañaros siquiera medio año. ¿Y qué tal tres meses? Algunos dicen: “Yo también creo que tres meses serían difíciles. Soy pequeño y delicado. Hay mosquitos y otros bichos en el bosque, y hormigas y pulgas. No soportaría que todos me picaran. Además, cortar leña todos los días, hacer ese trabajo sucio y agotador, ahí fuera con el sol pegando y el viento azotando, no tardaría ni dos días en quemarme. No quiero hacer ese tipo de trabajo. ¿Me puede ordenar hacer algo más fácil?”. ¿Puedes elegir lo que Dios te manda hacer? (No). Si no puedes aguantar durante tres meses, ¿tienes verdadera sumisión? ¿Posees la realidad de la sumisión? (No). No durarías ni tres meses. Entonces, ¿hay alguien que pueda durar medio mes? Algunas personas dicen: “No sé reconocer la madera de gofer ni cortar árboles. Ni siquiera sé hacia dónde caerá el árbol cuando lo corte, ¿y si me cae encima? Además, después de cortar los árboles, como mucho podría llevar uno o dos troncos. Llevando más me destrozaría la espalda y los hombros, ¿no?”. No puedes aguantar siquiera medio mes. Entonces, ¿qué podéis hacer? ¿Qué podéis lograr cuando se os pide que obedezcáis las palabras de Dios, que os sometáis a ellas, que las pongáis en práctica? Aparte de usar ordenadores y dar órdenes, ¿qué sois capaces de hacer? Si este fuera el tiempo de Noé, ¿os llamaría Dios a vosotros? Por supuesto que no. Dios no os llamaría; no seríais a quienes concedería Su favor. ¿Por qué? Porque no eres alguien capaz de someterse después de escuchar las palabras de Dios. Y si no eres esa clase de persona, ¿mereces vivir? Cuando llegue el diluvio, ¿mereces sobrevivir? (No). Si no, serás destruido. ¿Qué clase de persona eres si ni siquiera puedes poner en práctica las palabras de Dios durante medio mes? ¿Eres alguien que realmente cree en Dios? Si después de escuchar las palabras de Dios eres incapaz de llevarlas a cabo, si no puedes aguantar medio mes, si ni siquiera puedes soportar dos semanas de dificultades, ¿qué efecto está teniendo en ti ese poco de verdad que entiendes? Si ni siquiera ejerce un poco de efecto para mantenerte controlado, entonces para ti la verdad son solo palabras, no sirve para nada. ¿Qué clase de persona eres si entiendes todas esas verdades, pero cuando se te pide que pongas en práctica las palabras de Dios y sufras 15 días de dificultades, no puedes soportarlo? A ojos de Dios, ¿eres un ser creado apto? (No). Teniendo en cuenta el sufrimiento de Noé y los 120 años de perseverancia, hay algo más que un poco de distancia entre vosotros; no hay comparación. El motivo por el que Dios llamó a Noé y le encomendó todo lo que deseaba que se hiciera fue porque, según la opinión de Dios, Noé era capaz de obedecer Sus palabras, era un hombre al que se le podía encomendar una gran empresa, era digno de confianza y alguien que podía hacer realidad lo que Dios deseaba. A ojos de Dios, era una persona auténtica. ¿Y vosotros? No podéis lograr ninguna de esas cosas. No es difícil imaginar lo que sois todos a ojos de Dios. ¿Sois seres humanos? ¿Sois aptos para ser llamados seres humanos? La respuesta es clara: no. He reducido el tiempo al máximo, a 15 días, solo dos semanas, y ninguno de vosotros ha dicho que podía hacerlo. ¿Qué demuestra esto? Que vuestra fe, lealtad y sumisión no valen nada. Lo que creéis que es fe, lealtad y sumisión, yo lo considero la nada. Os jactáis de que sois bastante buenos, pero desde Mi punto de vista carecéis de todo.
Una de las cosas de la historia de Noé que es más increíble, más admirable, más digna de emulación, es sus 120 años de perseverancia, sus 120 años de sumisión y lealtad. Veamos, ¿se equivocó Dios en Su elección de persona? (No). Dios es el Dios que observa al ser más íntimo del hombre. En medio de ese vasto mar de personas, eligió a Noé, llamó a Noé, y Dios no se equivocó en Su elección. Noé estuvo a la altura de Sus expectativas, completó con éxito lo que Dios le había encomendado. Eso es un testimonio. Es lo que Dios quería, ¡es un testimonio! Pero en vosotros, ¿hay algún indicio o sugerencia de esto? No. Claramente, tal testimonio está ausente en vosotros. Lo que se revela en vosotros, lo que Dios ve, es la marca de la vergüenza. No hay nada ahí que, al hablar de ello, conmueva a la gente hasta el punto de hacerles llorar. En cuanto a las diversas manifestaciones de Noé, especialmente su sólida fe en las palabras de Dios, que no experimentó dudas ni cambios durante un siglo, y su perseverancia para construir el arca, la cual no flaqueó en 100 años, y en relación con esta fe y fuerza de voluntad suyas, nadie en los tiempos modernos puede compararse con él; nadie está a su altura. Y, sin embargo, a nadie le importa la lealtad y la sumisión de Noé, nadie cree que haya algo en esto que merezca el aprecio y la emulación de la gente. ¿Qué es, en cambio, más importante para la gente en la actualidad? Repetir consignas y hablar de doctrinas. Parece que entienden muchas verdades y que han obtenido la verdad, pero comparados con Noé no han logrado ni una centésima, ni una milésima parte de lo que él hizo. ¡Qué carencia tienen! Hay un mundo de diferencia. A partir de la construcción del arca por parte de Noé, ¿habéis descubierto qué tipo de personas son amadas por Dios? ¿Qué clase de calidad, corazón e integridad se hallan en aquellos amados por Dios? ¿Poseéis todas las cosas que Noé tenía? Si sientes que tienes la fe y la calidad humana de Noé, entonces de algún modo puede que se te perdone el hecho de poner condiciones a Dios y tratar de negociar con Él. Si crees que están totalmente ausentes en ti, entonces te diré la verdad… No te hagas ilusiones: no eres nada. A ojos de Dios, eres menos que un gusano. ¿Y aun así sigues teniendo las agallas de intentar imponer condiciones y negociar con Dios? Algunos dicen: “Si soy menos que un gusano, ¿qué tal si sirvo de perro en la casa de Dios?”. No, no eres apto para ello. ¿Por qué? Ni siquiera podrías vigilar bien la puerta de la casa de Dios, por lo que, a Mis ojos, no eres ni siquiera el equivalente de un perro guardián. ¿Os resultan hirientes estas palabras? ¿Os desagrada oír esto? No pretende herir vuestra autoestima; es un enunciado basado en los hechos, una afirmación basada en la evidencia, y no alberga la menor falsedad. Así es exactamente la forma en que actuáis, lo que se exhibe en vosotros y el modo en que tratáis a Dios, y también la manera en que tratáis todo lo que Él os encomienda. Todo lo que he dicho es cierto y proviene del corazón. Terminaremos de debatir la historia de Noé aquí.
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