Digresión dos: Cómo obedecieron Noé y Abraham las palabras de Dios y se sometieron a Él (I) Parte 3
III. Desenmascarar la consideración de la gente actual hacia las palabras de Dios
¿Cuál era el tema de las historias que acabo de contar? (Las actitudes hacia Dios y cómo podemos obedecer Su palabra y someternos a Él cuando suceden cosas). ¿Qué es lo principal que os han enseñado estas dos historias? (Obedecer y someternos, y actuar de acuerdo con los requisitos de la palabra de Dios). Es importante aprender a obedecer las palabras de Dios y practicar la obediencia hacia ellas. Dices que eres seguidor de Dios, que eres un ser creado, un ser humano a Sus ojos. Sin embargo, en lo que vives y manifiestas no hay ningún signo de la sumisión ni de la práctica que vienen después de escuchar las palabras de Dios. Entonces, ¿debería haber signos de interrogación tras los términos “ser creado”, “alguien que sigue a Dios” y “un ser humano a ojos de Dios” cuando se aplican a ti? Y teniendo en cuenta estos signos de interrogación, ¿qué tan grande es tu esperanza de salvación? Es algo desconocido, las probabilidades son pocas, y ni tú mismo te atreves a decirlo. Antes he contado dos relatos clásicos sobre cómo obedecer las palabras de Dios. Cualquiera que haya leído la Biblia y haya seguido a Dios durante muchos años ya está familiarizado con estas dos historias. Pero de la lectura de estas historias, nadie ha extraído una de las verdades más importantes de todas: obedecer las palabras de Dios. Ahora que hemos oído historias sobre cómo obedecer las palabras de Dios, pasemos a las historias sobre la desobediencia de tales palabras por parte de la gente. Dado que se mencionó la desobediencia de las palabras de Dios, debe tratarse de historias sobre la gente de hoy. Algunas de las cosas que digo pueden ser incómodas de oír, y puede que hieran vuestro orgullo y autoestima y que demuestren que carecéis de integridad y dignidad.
Les pedí a ciertas personas que plantaran hortalizas en un lote de terreno. Mi intención era que aquellos que cumplían con su deber pudieran tener algo de alimento orgánico y no tuvieran que comprar hortalizas inorgánicas tratadas con pesticidas. Era algo bueno, ¿verdad? Por una parte, todo el mundo vive junto, como una gran familia, y todos pueden creer en Dios juntos, manteniéndose alejados de las tendencias y luchas de la sociedad. La creación de un ambiente así permite a todos tranquilizarse para cumplir bien con su deber. Esto es desde una perspectiva a pequeña escala. Desde una perspectiva a mayor escala, plantar hortalizas para que las coman los que cumplen con su deber y desempeñar un papel en la difusión del evangelio de Dios también es adecuado. Cuando digo: “Plantar algunas hortalizas para que las coman las personas que cumplen con su deber aquí cerca”, ¿no son estas palabras muy fáciles de entender? Cuando le pedí a una persona concreta que lo hiciera, lo entendió y plantó algunas hortalizas de consumo habitual. Considero que plantar hortalizas es sencillo. Toda la gente corriente puede hacerlo. No es tan difícil como difundir el evangelio o los diversos aspectos de la obra de la iglesia. Así que no le presté demasiada atención. Tiempo después, fui allí y vi que todos comían las hortalizas que habían plantado ellos mismos, y me enteré de que a veces sobraban algunas, que daban de comer a las gallinas. Les dije: “Habéis plantado todas esas hortalizas y habéis obtenido un buen rendimiento. ¿Habéis enviado algo a las iglesias? ¿Ha podido la gente de las otras iglesias comer las hortalizas que hemos plantado?”. Algunos dijeron que no lo sabían. Otros que la gente de otros lugares compraba sus propias hortalizas y no comía las de aquí. Cada uno decía algo diferente. A nadie le importaba esto; mientras ellos mismos tuvieran algunas hortalizas para comer, les parecía que no había problema. ¿No es algo abominable? Después le dije al responsable: “Es totalmente razonable que comáis lo que cultiváis, pero los demás también tienen que comer. ¿Te parece bien que hayáis plantado tanto y no hayáis podido coméroslo todo, mientras que en otros lugares tienen que comprar sus hortalizas? ¿No te he dicho que estas hortalizas no se plantan solo para que las comáis vosotros, sino que también tienes que enviarlas a las otras iglesias cercanas?”. ¿Creéis que tengo que seguir diciéndoles lo que tienen que hacer y crear reglas explícitas respecto de este asunto menor? ¿Tengo que armar un gran jaleo sobre esto, convocar a todos a una asamblea y hacer un sermón? (No). Yo tampoco lo creo. ¿Era posible que la gente careciera de esa pequeña consideración? Si así fuera, no serían humanos. Así que le repetí a esa persona: “Date prisa y mándalas a las otras iglesias. Vamos, hazlo”. “De acuerdo”, dijo, “yo me ocupo”. Esa era la actitud que tenía. Tiempo después, volví a ir allí y vi una gran extensión de hortalizas en el campo, de todas las clases imaginables. Pregunté a las personas que las habían plantado si habían obtenido una buena cosecha. Me dijeron que había tantas que no podían comérselas todas, y que algunas se habían podrido. Volví a preguntar si habían enviado algunas a las iglesias cercanas. Me contestaron que no lo sabían, que no estaban seguros. Lo dijeron de forma muy vaga y superficial. Estaba claro que nadie se había tomado este tema en serio. Mientras tuvieran comida para comer, no se preocupaban por nadie más. De nuevo, fui a buscar al responsable. Le pregunté si habían enviado las hortalizas. Me dijo que sí. Le pregunté cómo había ido el reparto. Dijo que las habían entregado. Llegado este punto, ¿os parece que existía un problema? La actitud de esta gente no era la adecuada. No tenían una actitud de lealtad y responsabilidad cuando cumplían su deber, lo cual resultaba abominable; pero lo que estaba por venir era aún peor. Más tarde, pregunté a los hermanos y hermanas de las iglesias cercanas si habían recibido alguna entrega de hortalizas. “Las enviaron”, respondieron, “pero estaban en peor estado que las que se ven tiradas en el suelo de un mercado. No había más que hojas podridas mezcladas con tierra y arenilla. No eran comestibles”. ¿Cómo os hace sentir escuchar esto? ¿Hay rabia en vuestro corazón? ¿Estáis furiosos? (Sí). Y si todos estáis furiosos, ¿creéis que Yo me habría enfadado? Enviaron algunas hortalizas a regañadientes, pero hicieron un mal trabajo. ¿Y quién fue el causante de ese mal funcionamiento? Había una persona malvada en ese lugar, que impidió que las enviaran. ¿Qué dijo después de que Yo ordenara el envío de las hortalizas? “Ya que me mandas a hacerlo, juntaré algunas hojas podridas y hortalizas que no queremos comer para enviárselas. Eso cuenta como un envío, ¿verdad?”. Al enterarme de aquello, ordené que expulsaran a esa basura demoniaca. ¿Qué clase de lugar era aquel, para que se atreviera a comportarse como un tirano? Esta es la casa de Dios. No es la sociedad ni un mercado libre. Si tienes caprichos y te comportas como un tirano, entonces no eres bienvenido y no soporto tenerte delante de Mis narices, ¡lárgate ya mismo! Vete tan lejos de Mí como puedas, ¡regresa al sitio de donde has venido! ¿Creéis que hice lo correcto al manejarlo así? (Sí). ¿Por qué? (Esta clase de persona tiene una gran carencia de humanidad). Entonces, ¿por qué no se ha expulsado a algunas personas que no tienen humanidad? Algunos carecen de conciencia o razón y no persiguen la verdad, pero no hacen maldades, no perturban la obra de la iglesia, no afectan el cumplimiento del deber por parte de otras personas ni la vida de la iglesia. Esta clase de persona por el momento debe mantenerse para rendir servicio, pero cuando cometen maldades y causan perturbaciones y trastornos, entonces no es demasiado tarde para mostrarles la puerta. Así pues, ¿por qué tuve que expulsar a ese pedazo de basura? Quería comportarse como un tirano y llevar la voz cantante en la casa de Dios. Afectó a la vida normal de los hermanos y hermanas, y afectó a la obra de la casa de Dios. Algunos decían que era demasiado egoísta, demasiado perezoso, que cumplía con su deber de forma superficial. ¿Era ese el caso? Quiso enfrentarse a todos los hermanos y hermanas, a todos los que cumplen un deber, y a Dios. Quería apoderarse de la casa de Dios. Quería mandar en la casa de Dios. Si quería mandar, entonces debería haber hecho algo bueno. Pero no hizo nada bueno. Todo lo que hizo perjudicó los intereses de la casa de Dios y a Su pueblo escogido. ¿Podríais tolerar a alguien así? (No). Y si ninguno de vosotros podría, ¿creéis que Yo sí? Hoy en día hay personas que todavía no están contentas con el hecho de que se echara a la persona malvada. Son incapaces de calarlo, y en sus mentes todavía se enfrentan a Mí. Aun hoy sigue habiendo gente que, al mencionar a esa persona, sigue pensando que no manejé este asunto adecuadamente, que piensa que la casa de Dios no es justa. ¿Qué clase de pandilla es esa? ¿Sabéis cómo recogía esta persona el bok choy que había cultivado? Normalmente se saca el tallo entero para comérselo, ¿verdad? ¿Hay alguien que se limite a arrancar las hojas? (No). Pues bien, este tipo extraño no les permitía sacar la planta entera por el tallo; les decía que solo arrancaran las hojas. Era la primera vez que me encontraba con algo así. ¿Por qué creéis que lo hacía? ¿Por qué no les permitía que arrancaran la planta entera? Porque si arrancaban toda la planta, el campo quedaría vacío y habría que removerlo y volver a plantarlo de nuevo. Para ahorrarse la molestia, les pedía a los demás que arrancaran las hojas. Cuando les pedía que lo hicieran, nadie se atrevía a oponerse. Eran como sus esclavos, hacían todo lo que decía. Él mandaba allí. Entonces, ¿creéis que habría sido aceptable no deshacerse de él? (No). Permitir que una persona así se quedara sería una plaga. Cuando de vez en cuando exhibe algo bueno es porque no tiene que ver con sus propios intereses. Fíjate bien en todo lo que hace: no hay una sola cosa que no perturbe ni perjudique los intereses de los demás, ni una sola cosa que no perjudique los intereses de la casa de Dios. Esta persona nació como un demonio, se pone en contra de Dios, y es un anticristo. ¿Se puede permitir que una persona así permanezca en la casa de Dios? ¿Merece cumplir un deber? (No). Y todavía hay cierta gente que trata de defender a alguien así. ¿Qué tan atolondrados son? ¿Acaso no es algo abominable? ¿Intentas demostrar que tienes amor? Si tienes amor, provee para él, si tienes amor, deja que te perjudique a ti, pero no dejes que perjudique los intereses de la casa de Dios. Si tienes amor, entonces, vete con él cuando sea depurado. ¿Qué haces todavía por aquí? ¿Esta gente es obediente y sumisa? (No). Nacieron como una banda de demonios. Esa persona desobedecía todo lo que Yo le decía. Si le dijera que fuera al oeste, se dirigiría al este, y si le dijera que al este, marcharía al oeste. Insistió en oponerse a Mí en todo. ¿Por qué le resultaba tan difícil obedecerme un poco? ¿El hecho de que Yo le pidiera que enviara hortalizas a los demás hermanos y hermanas le privaba a él de su parte? ¿Le estaba quitando el derecho a comerse esas hortalizas? (No). Entonces, ¿por qué no las enviaba? No tenía que llevarlas él mismo, no le habría supuesto ningún esfuerzo. Pero no solo no les dio a los demás ninguna de las buenas, sino que les mandó las podridas. ¿Cómo de malo debía de ser para hacer eso? ¿Se le puede considerar una persona? Le dije que enviara hortalizas, no basura. Algo tan simple, tan fácil, una simple cuestión de mover los brazos, y sin embargo no pudo hacerlo. ¿Es eso una persona? Si incluso algo como esto se te escapa, ¿cómo puedes asegurar que te sometes a Dios? Te enfrentas, contraatacas, y aun así tratas de aprovecharte de la casa de Dios. ¿Puede suceder eso alguna vez? Incluso hoy, hay quienes no lo han olvidado: “Una vez heriste nuestros sentimientos. Una vez nos echaste a varios de nosotros, pero no estábamos de acuerdo. Queríamos que se quedaran, pero no les diste una oportunidad. ¿Eres un dios justo?”. ¿Creéis que los demonios dirían alguna vez que Dios es justo? (Jamás). De su boca puede salir que Dios es justo, pero cuando Dios actúa, nunca les viene bien. Se rehúsan a alabar la justicia de Dios. Se trata de demonios e hipócritas.
¿Qué demuestra incluso un asunto tan insignificante como repartir hortalizas? ¿Le resulta fácil a la gente someterse a Dios y obedecer Sus palabras? (No). La gente come alimentos que Dios provee, vive en casa que Dios facilita, usa cosas que Dios ofrece, pero cuando Él les pide que compartan sus excedentes de hortalizas con los demás, ¿son sumisos? ¿Pueden fructificar en ellos estas palabras? En las personas sí, pueden llevarse a cabo. Pero en los diablos, satanases y anticristos nunca llegarán a buen término. Esa persona pensó para sus adentros: “Si envío estas hortalizas, ¿se acordará alguien de esta buena acción mía? Si otros comen estas hortalizas y dicen que es la gracia de dios, que él me pidió que lo hiciera, si todos dan gracias a dios, ¿quién me lo agradecerá a mí? Yo soy el héroe en la sombra, yo dediqué el esfuerzo. Fui yo quien plantó las hortalizas. Deberías darme las gracias. Y si no lo haces, si no sabes que fui yo quien lo hizo, ¡entonces estás soñando si crees que vas a poder comerte las hortalizas que he cultivado!”. ¿No era esto lo que pensaba? ¿Y acaso no es algo malvado? ¡Es muy malvado! ¿Cómo podría una persona malvada practicar la verdad y obedecer las palabras de Dios? Esta persona nació como un diablo y un Satanás. Se opone a Dios, se resiste a la verdad y la desprecia. Es incapaz de obedecer las palabras de Dios, así que ¿acaso existe la necesidad de que lo haga? No. Entonces, ¿cómo se debe tratar este asunto? Echándolo, para luego buscar a alguien que sepa obedecer para que ocupe su lugar. Eso es todo, es así de simple. ¿Es adecuado abordar las cosas de esta manera o no? (Es adecuado). Estoy de acuerdo. Si no se va, causará problemas y perjudicará a todos los demás. Algunas personas dicen: “¿Lo que pasa es que te sientes insatisfecho porque no obedeció Tus palabras? Lo único que hizo fue desobedecerte, ¿tan grave es eso? Lo echaste por algo tan trivial, pero en realidad no hizo nada malo. Se limitó a enviar algunas hortalizas podridas, y un par de veces no envió nada y no te obedeció. Es un asunto menor, ¿o no?”. ¿Es así? (No). Entonces, ¿cómo os parece que veo este tema? Ni siquiera fue capaz de obedecer cuando se trató de algo tan menor, sin embargo, intentó obstaculizar las cosas de manera irrazonable. Esta es la casa de Dios, nada de aquí le pertenecía. Cada brizna de hierba, cada árbol, cada loma, cada masa de agua… no tenía autoridad para controlar o mandar sobre nada de eso. Trató de llevar la voz cantante, de obstaculizar las cosas de forma irrazonable. ¿Qué era él? No se habría tomado ni utilizado nada suyo ni se habría enviado nada que le perteneciera. Lo único que se le pidió fue que moviera los brazos y cumpliera con las responsabilidades que le correspondían, pero ni siquiera pudo hacer eso. Dado que no pudo hacerlo, no lo reconocí como creyente y tuvo que salir de la casa de Dios, ¡hubo que echarlo! ¿Fue razonable que Yo hiciera eso? (Sí). Estos son los decretos administrativos de la casa de Dios. Si Yo me encontrara con una persona así de malvada que hace el mal y no la depurara, si no expresara ninguna actitud hacia ella, ¿cuántas personas creéis que saldrían perjudicadas? ¿No llevaría esto al caos en la casa de Dios? ¿Acaso no se convertirían en palabras vacías los decretos administrativos de la casa de Dios? Entonces, ¿qué estipulan los decretos administrativos de la casa de Dios con respecto a estos demonios y anticristos desobedientes que causan perturbaciones, que obstaculizan las cosas de forma irrazonable y actúan con desvergüenza? Echarlos y expulsarlos de la casa de Dios. Depurarlos de las filas de los hermanos y hermanas. No forman parte de los integrantes de la casa de Dios. ¿Qué opináis tratarlos así? Una vez que se haya depurado a este tipo de personas, todo el trabajo avanzará sin problemas. Los demonios y satanases buscan explotar incluso algo tan insignificante como comer hortalizas. Incluso en esto intentan llevar la voz cantante y hacer lo que quieren. Todo sobre lo que hemos hablado es un asunto menor, pero sea como sea, concierne a la más elemental de todas las verdades. Y la más elemental de las verdades es obedecer las palabras de Dios. ¿Cuál es el carácter de aquellos que ni siquiera pueden hacer eso? ¿Poseen la conciencia y la razón de las personas normales? En absoluto. Son personas carentes de humanidad.
Además de hortalizas, la gente debe consumir carne y huevos en su vida diaria. Así que les dije a algunas personas que criaran unas cuantas gallinas y las alimentaran con grano, verduras y demás. Debían ser criadas en libertad, pues así pondrían mejores huevos que los que se venden en los mercados. La carne de las gallinas también sería ecológica, al menos no tendría hormonas ni resultaría perjudicial para la gente que la comiera. Puede que las gallinas no produjeran gran cantidad de huevos o carne, pero la calidad estaría garantizada. ¿Entendéis lo que quiero decir? (Sí). Decidme, ¿cuánta información contiene lo que acabo de decir? En primer lugar, criar a las gallinas de este modo nos daría unos huevos ecológicos para comer. Independientemente de la cantidad que sacáramos, al menos no tendríamos que comer huevos que contuvieran antibióticos. Eso era lo que se exigía de los huevos. En segundo lugar, lo que se requería de la carne era que no contuviera hormonas, para que la gente no tuviera ningún reparo en comérsela. ¿Era mucho pedir? (No). Los pedidos que formulé no solo no eran excesivos, sino que además eran prácticos, ¿no es así? (Sí). Más tarde, se compraron los pollitos y se les alimentó. Cuando empezaron a poner huevos, los comimos; sin embargo, tenían un ligero sabor a antibióticos, muy parecido al de los huevos comprados en el supermercado. Lo pensé un poco: ¿les habrían dado un pienso que contenía antibióticos? Más tarde, pregunté a las personas que cuidaban de las gallinas qué pienso habían comido, y me dijeron que huesos en polvo. “No hace falta que estas gallinas hagan una puesta temprana. Hay que alimentarlas con los métodos orgánicos normales de cría al aire libre. Que pongan huevos con normalidad”, dije. “No las mantenemos para que pongan muchos huevos, solo para que podamos comer huevos ecológicos. Es lo único que hace falta”. ¿Qué quería decir con esto? Les decía que no debían alimentar a las gallinas con nada que contuviera antibióticos, hormonas y similares. Los pollos debían recibir una alimentación diferente a la que recibían en otros lugares. En otros lugares, las gallinas crecen completamente a los tres meses, ponen huevos todos los días y se utilizan como máquinas de poner huevos hasta el día de su sacrificio. ¿Se obtienen así buenos huevos? ¿Es sabrosa la carne? (No). Pedí que los pollos fueran criados en libertad, que se les permitiera forrajear al aire libre, comer insectos y hierba, y que después se los alimentara con cereales, granos y demás. Aunque esto produciría menos huevos, la calidad sería mejor; eso sería bueno tanto para las gallinas como para los humanos. ¿Era fácil conseguir lo que les pedía? (Sí). ¿Y era fácil de entender? ¿Tenía alguna dificultad obedecer lo que dije? (Era fácil de entender. No era difícil). No me parecía que entrañara ninguna dificultad. Era fácil. No hice ninguna exigencia sobre el número de huevos producidos, solo sobre su calidad. Las personas con una razón y una forma de pensar normales lo habrían entendido en cuanto lo hubieran oído. Les habría parecido sencillo, factible, y poco después lo habrían llevado a cabo. A eso se le llama ser obediente. Entonces, ¿fue eso lo que hicieron las personas que cuidaban las gallinas? ¿Fueron capaces de hacerlo? Ser capaz de hacerlo significaría poseer la razón de la humanidad normal. No ser capaz de hacer esto implicaría que existía un problema. Poco después de decirles aquello, llegó el clima frío. Conforme a las leyes normales de la naturaleza, esto haría que las gallinas dejaran de poner. Pero se produjo algo muy revelador: cuando hizo más frío, las gallinas no pusieron menos huevos, sino más. Había huevos para comer todos los días, pero las yemas no eran tan amarillas como antes, y las claras eran cada vez más duras. Los huevos eran cada vez menos sabrosos. ¿Qué ocurría? Dije: “¿Qué es lo que sucede? Ya es bastante difícil que estas gallinas sobrevivan al invierno, ¿por qué intentas que pongan huevos para las personas ahora? ¡Qué crueldad!”. Cuando más tarde fui a preguntar, descubrí que a las gallinas se les seguía dando el pienso que se había comprado en otras partes, un pienso que garantizaba que siguieran poniendo sin importar si era primavera, verano, otoño o invierno. “Normalmente las gallinas no ponen en esta época. Podemos pasar sin huevos. Solo hay que cuidarlas. Cuando llegue la primavera, volverán a poner huevos y serán de buena calidad”, dije. “No seas glotón. No te he pedido que pongan huevos constantemente ni que sigan poniendo en invierno. Si no te he pedido tal cosa, ¿por qué has seguido dándoles ese pienso que compraste? Te prohíbo que las vuelvas a alimentar con eso”. ¿Fui claro? En primer lugar, no exigí que por fuerza tuviera que haber huevos para comer fuera cual fuera la estación. En segundo lugar, le dije que no les diera ese pienso a las gallinas, no que acelerara el proceso de puesta de huevos. ¿Era difícil cumplir esa pequeña petición? (No). Pero el resultado fue que, pasado algún tiempo, volví a comer algunos huevos que habían puesto nuestras gallinas. Me dije: qué atolondrada es esta gente, ¿cómo es que no ha obedecido lo que he dicho? Las gallinas seguían poniendo huevos, así que seguro que no habían cambiado el pienso, eso es lo que pasaba.
¿Qué podéis sacar en claro de lo que pasó con la cría de gallinas? (Que la gente no se somete ni obedece las palabras de Dios). Algunas personas dijeron: “Obedecer las palabras de dios significa seguir la voluntad de dios. Debemos obedecer cuando se trata de asuntos que son grandes y elevados, esos son los que conciernen a la voluntad de dios, la ejecución de la obra de dios y a su obra principal. Todo lo que has estado diciendo se relaciona con asuntos triviales de la vida cotidiana, lo cual no tiene nada que ver con seguir la voluntad de dios, así que no tenemos que hacer lo que dices. Lo que estás diciendo no está relacionado con nuestro deber ni con nuestra sumisión y obediencia a las palabras de dios, así que tenemos justificación para oponernos, para elegir si obedecemos o no. Además, ¿qué sabes tú de la vida humana normal, de los asuntos familiares? No entiendes, así que no tienes derecho a hablar. Deja de decir tonterías, no necesitamos obedecerte en esto”. ¿Acaso no es eso lo que pensaban? ¿Y era correcto pensar así? (No). ¿Dónde se hallaba el error? (Seguir la voluntad de Dios no distingue entre asuntos grandes o pequeños. Mientras sean palabras de Dios, la gente debe obedecer y debe someterse y ponerlas en práctica). Algunas personas dijeron: “Obedezco las palabras de dios que son la verdad. No es necesario que obedezca las que no lo son. Solo me someto a la verdad. ‘Seguir el camino de dios’ significa seguir, obedecer y someterse a la parte de las palabras de boca de dios que son la verdad. Las palabras que conciernen a la vida de las personas y no están relacionadas con la verdad pueden ser ignoradas”. ¿Es correcta esta interpretación? (No). Entonces, ¿cómo consideráis la verdad y las palabras de Dios? ¿Acaso no hicieron una distinción entre las palabras de Dios y la verdad? ¿Y eso no convierte a la verdad en una figura meramente decorativa? ¿Acaso no consideraron que la verdad es muy hueca? La creación de Dios de todas las cosas, las formas y los colores de las hojas de los árboles, de las flores, la existencia y la propagación de todas las cosas, ¿tiene todo esto algo que ver con la verdad? ¿Tiene algo que ver con la salvación del hombre? ¿Está relacionada la estructura del cuerpo humano con la verdad? Nada de esto está relacionado con la verdad, pero todo viene de Dios. Si nada de esto tiene que ver con la verdad, ¿no puedes admitir su corrección? ¿Puedes negar su corrección? ¿Puedes destruir las leyes de la creación de Dios a tu antojo? (No). Entonces, ¿cuál debe ser tu actitud? Debes acatar sus leyes. Cuando hay cosas que no entiendes, es correcto confiar en lo que se dice de boca de Dios. No es necesario que las estudies ni que trates de comprenderlas con demasiada profundidad, basta con que no contravengas sus leyes. Eso es lo que significa confiar y someterse. Cuando se trata de los hábitos, el sentido común, las reglas de la vida diaria y demás cuestiones que Dios requiere en la vida cotidiana de las personas y que no conciernen a la salvación del hombre, aunque no estén al mismo nivel o grado que la verdad, son todas cosas positivas. Todas las cosas positivas vienen de Dios, y por lo tanto la gente debe aceptarlas. Estas palabras son acertadas. Además, siendo personas, ¿qué razón y conciencia debe hallarse en ellas? Lo primero es que deben aprender a obedecer. ¿Obedecer las palabras de quién? ¿Las de los demonios y Satanás? ¿Las de las personas? ¿Las de personas excepcionales y destacadas? ¿Las de los anticristos? Nada de eso. Deben obedecer las palabras de Dios. ¿Cuáles son los principios y las prácticas específicas para obedecer las palabras de Dios? No necesitas analizar si son correctas o incorrectas, y no necesitas preguntar por qué. No hay que esperar a entenderlas para ponerlas en práctica. Por el contrario, primero debes escuchar, poner en práctica, ejecutar y acatar, lo cual también debería ser tu primera actitud. Solo entonces serás un ser creado, y un ser humano apto y adecuado. Si se te escapan incluso estas normas de comportamiento de lo más elementales, si Dios no reconoce que eres humano, ¿puedes entonces presentarte ante Él? ¿Eres digno de oír las palabras de Dios? ¿Eres digno de oír la verdad? ¿Eres digno de salvación? No eres apto para ninguna de tales cosas.
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