Las responsabilidades de los líderes y obreros (2) Parte 4
Punto 3: Compartir los principios-verdad que se han de entender para ejecutar correctamente cada deber (I)
Los falsos líderes solo saben decir palabras y doctrinas para aconsejar a la gente
A continuación, vamos a compartir la tercera responsabilidad de los líderes y obreros, la de compartir los principios-verdad que se han de entender para ejecutar correctamente cada deber. Es una labor importante y fundamental de los líderes y obreros. Vamos a compartir y diseccionar las manifestaciones de los falsos líderes basándonos en esta responsabilidad. La capacidad de un líder u obrero para compartir con claridad los principios-verdad que la gente debe entender para hacer bien sus deberes es el mayor indicativo de que poseen la realidad-verdad, y es la clave para determinar si pueden hacer bien el trabajo real. Ahora vamos a echar un vistazo a cómo los falsos líderes se ocupan de su trabajo. Una característica de los falsos líderes es su incapacidad para explicar o aclarar en detalle cualquier cuestión relacionada con los principios-verdad. Si alguien recurre a ellos, solo pueden decirle palabras y doctrinas vacías. Al enfrentarse a problemas que deben resolverse, suelen responder con un enunciado como: “Todos sois expertos en cumplir este deber. Si tenéis problemas, deberíais desentrañarlos vosotros mismos. No me preguntéis a mí, yo no soy un experto ni entiendo. Resolvedlo por vuestra cuenta”. Algunos podrían replicar: “Te preguntamos porque no podemos solucionar el problema; no te preguntaríamos si pudiéramos. No entendemos este problema relacionado con los principios-verdad”. Los falsos líderes responden: “¿Acaso no os he explicado ya los principios? Cumplid bien vuestros propios deberes y no causéis trastornos ni perturbaciones. ¿Sobre qué seguís preguntando? ¡Tratad este asunto como mejor veáis! Las palabras de Dios ya se han expresado: priorizad los intereses de la casa de Dios”. Los otros se sienten completamente confundidos y piensan: “¡Esta no es una solución para el problema!”. Así es como los falsos líderes tratan el trabajo; se limitan a inspeccionarlo y a cubrir el expediente, sin abordar nunca los problemas. Al margen de las cuestiones que la gente plantea, los falsos líderes les dicen que busquen la verdad por su cuenta. A menudo les preguntan: “¿Tenéis algún problema? ¿Cómo va vuestra entrada en la vida? ¿Cumplís vuestros deberes de una manera superficial?”. La gente responde: “De vez en cuando, me encuentro en un estado superficial y, a través de la oración, lo resuelvo y cambio mi estado, pero sigo sin entender los principios-verdad de cumplir mi deber”. Los falsos líderes dicen: “¿Acaso no compartí contigo los principios concretos en la última reunión? Incluso te indiqué diversos pasajes de las palabras de Dios. ¿Acaso no deberías entenderlo a estas alturas?”. En realidad, entienden toda la doctrina, pero siguen siendo incapaces de resolver sus problemas. Los falsos líderes continúan soltando sus palabras altisonantes: “¿Por qué no puedes resolverlo? No has leído las palabras de Dios en suficiente detalle. Si oras más y lees más las palabras de Dios, se solucionarán todos tus problemas. Debéis aprender a debatir y a encontrar una manera entre todos y así se resolverán al fin vuestros problemas. Por lo que respecta a cuestiones profesionales, no me preguntéis a mí; mi responsabilidad es inspeccionar el trabajo. He completado mi tarea, y el resto está relacionado con temas profesionales, que no entiendo”. Los falsos líderes suelen aducir motivos y excusas como “no entiendo”, “nunca lo he aprendido” o “no soy un experto” para engatusar a la gente y evitar preguntas. Puede que parezcan bastante humildes; no obstante, esto pone al descubierto un asunto grave relacionado con los falsos líderes: carecen de entendimiento alguno sobre los problemas que tienen que ver con los conocimientos profesionales en ciertas tareas; se sienten impotentes y parecen sumamente torpes y cohibidos. ¿Qué hacen, entonces? Solo pueden reunir varios pasajes de las palabras de Dios para compartirlos con todo el mundo durante las reuniones y hablar sobre algunas doctrinas para exhortar a la gente. Puede que los líderes que sean un poco amables se preocupen por los demás y les pregunten de vez en cuando: “¿Te has enfrentado a alguna adversidad en tu vida en los últimos tiempos? ¿Tienes suficiente ropa para vestirte? ¿Alguno de vosotros se ha portado mal?”. Si todo el mundo dice que no tiene esos problemas, los falsos líderes responden: “Entonces, no pasa nada. Seguid con vuestro trabajo; tengo otros asuntos que atender”, y se marchan a toda prisa, temiendo que alguien pudiera hacer preguntas y les pidiera atenderlas, lo que los pondría en una situación embarazosa. Así es como trabajan los falsos líderes; no pueden resolver ningún problema real. ¿Cómo pueden llevar a cabo la obra de la iglesia de manera efectiva? Como resultado, la acumulación de problemas no resueltos acaba entorpeciendo la obra de la iglesia. Estas son una característica y una manifestación destacadas de cómo trabajan los falsos líderes.
En su trabajo, a los falsos líderes solo les entusiasma predicar, y de lo que más les gusta hablar es de palabras y doctrinas, así como pronunciar palabras para exhortar y consolar a las personas, pues piensan que, si logran que la gente se muestre enérgica y ocupada en el cumplimiento de su deber, eso equivale a que han hecho un buen trabajo. Además, a los falsos líderes les apasiona preocuparse por el estado de la vida diaria de todo el mundo. Preguntan a menudo a la gente si está teniendo alguna dificultad a ese respecto, y si alguien tiene problemas, se muestran dispuestos a ayudarlo a resolverlos. Se dedican mucho a estos asuntos generales, a veces se saltan las comidas y a menudo se quedan despiertos hasta tarde y se levantan temprano. Dados su dedicación y su arduo trabajo, ¿por qué los problemas en la obra de la iglesia y las dificultades que afronta el pueblo escogido de Dios al hacer sus deberes siguen sin resolverse? Esto es porque los falsos líderes nunca pueden explicar con claridad los principios-verdad relacionados con desempeñar deberes. Las palabras y doctrinas que pronuncian y las exhortaciones que hacen resultan completamente ineficaces y no pueden resolver para nada problemas reales. Por mucho que digan o por muy ocupados o agotados que estén, la obra de la iglesia nunca progresa. Aunque en apariencia todo el mundo parece estar haciendo su deber, no logran muchos resultados reales, porque los falsos líderes no son capaces de compartir los principios-verdad asociados con realizar deberes ni de usar la verdad para resolver problemas reales; por tanto, son incapaces de resolver muchos problemas que existen en el cumplimiento de los deberes. Por ejemplo, en la casa de Dios hacía falta imprimir libros de las palabras de Dios, y un líder tenía que elegir a dos personas para encargarse de esta tarea. ¿Cuáles son los criterios para seleccionarlas? Su humanidad debería ser relativamente buena, deberían ser confiables y capaces de asumir riesgos. Después de elegir a estas personas, este líder les dijo: “Hoy os he llamado para confiaros un asunto; la casa de Dios tiene un libro que se ha de imprimir y necesito que encontréis una imprenta y que, después de que se impriman las copias, las distribuyáis de inmediato y se las pongáis en las manos al pueblo escogido de Dios para que pueda comer y beber las palabras de Dios sin demora. ¿Estáis decididos a llevar a cabo esta tarea? ¿Estáis dispuestos a asumir esta carga y este riesgo?”. Los dos creyeron que esto suponía que Dios los estaba elevando, así que dijeron que sí. El líder luego les preguntó: “¿Tenéis la determinación de cumplir bien con la comisión de Dios? ¿Estáis dispuestos a hacer un juramento?”. Los dos hicieron un juramento diciendo: “Si no podemos cumplir bien la comisión de Dios y fastidiamos esta tarea y causamos que la casa de Dios sufra pérdidas, que nos caigan rayos y truenos del cielo. ¡Amén!”. El líder dijo: “Además, hemos de compartir la verdad. Al hacer este trabajo, ¿estáis dirigiendo un negocio? ¿Se os pide que trabajéis como empleados?”. Ambos respondieron: “No, este es nuestro deber”. El líder dijo: “Ya que este es vuestro deber, debéis corresponder al amor de Dios. No podéis disgustar a Dios ni hacer que se preocupe. Con estar dispuestos a asumir riesgos no es suficiente; debéis de hacer vuestro deber con lealtad. Cuando os topéis con problemas, orad más y consultad entre vosotros. No seáis tercos ni actuéis por cuenta propia. ¿Por qué os he emparejado? Para que podáis dialogar cuando surja alguna cuestión y os sea más fácil poner manos a la obra. Si no podéis llegar a un acuerdo, orad. Cada uno debería dejar de lado sus propias opiniones y actuar solo cuando hayáis alcanzado un consenso. ¡Espero que podáis completar esta tarea con éxito!”. Al final, este líder encontró un pasaje de las palabras de Dios sobre cómo hacer bien el propio deber y los tres lo oraron-leyeron varias veces. De esta forma, se consideró que se les había encomendado a ellos el asunto y la responsabilidad del líder se consideró cumplida. ¿Cómo fue la realización de este trabajo por parte del líder? El líder se sentía bastante satisfecho, al igual que estas dos personas. Los observadores comentaron: “Este líder sí que sabe hacer el trabajo; su discurso está bien organizado y tiene base, y lo hace todo paso a paso. Primero les asignó la tarea a esos dos, luego resolvió sus problemas relativos a los pensamientos y puntos de vista, y, al final, dijo algunas palabras severas que los condujeron a realizar un juramento y una promesa. En realidad, hizo esta tarea de manera metódica y merece de veras el título de líder, pues es experimentado y lleva una carga”. Al final, el líder les dijo: “Recordad esto: imprimir libros no es tarea fácil, no es algo de lo que se pueda encargar una persona normal. Este trabajo no os lo encomendé yo ni la casa de Dios, sino que es una comisión de Dios. No debéis decepcionarlo. Mientras completéis bien este trabajo, vuestra vida progresará y tendréis realidad”. En teoría, no existía ningún problema de principios en estas palabras; se podían considerar más o menos correctas. Así pues, vamos a analizar este asunto y ver en qué se manifiesta la “falsedad” de este falso líder. ¿Proporcionó el líder algunas instrucciones relativas a diversos problemas detallados, como los aspectos profesionales y técnicos relacionados con esta tarea? ¿Compartió algunos principios-verdad específicos o los estándares requeridos? (No). Simplemente pronunció algunas palabras vacías y sin sentido que la mayoría de la gente suele decir y carecen de peso. Como el líder hablaba en persona y daba instrucciones, la gente percibía que estas palabras tenían más peso de lo normal, pero en realidad, era un parloteo irrelevante y no tenía ninguna utilidad a la hora de resolver problemas reales relacionados con imprimir libros. ¿Cuáles son algunos de los problemas concretos que implica la impresión de libros? Deberíamos discutirlos y ver si el trabajo que hizo este líder fue propio de un falso líder.
Primero, imprimir libros implica una composición tipográfica y luego revisar el texto, darle formato al índice y al texto principal, así como elegir el peso, el color y la calidad del papel. Se tiene también en cuenta el material de la cubierta, si debería ser blanda o dura, además del diseño, el color, el patrón y la fuente de esta. Por último, la encuadernación, ya sea para usar la adhesiva o la cosida. Estos son los problemas asociados al ámbito de la impresión de libros. ¿Discutió el líder alguno de ellos? (No). Otra cuestión es la de buscar una imprenta, si la maquinaria que usan para imprimir y encuadernar está a la última, así como conocer la calidad y el precio de ambos procesos. ¿No debería haber aportado instrucciones para todas estas cosas, además de principios y límites? Si el líder hubiera dicho: “No entiendo de estas cosas, buscad una cualquiera”, ¿sería un líder útil? ¿Pueden las palabras irrelevantes que dijo sustituir a las diversas cuestiones detalladas que implica la impresión de libros? (No). Y sin embargo, este falso líder creía que era así. Pensaba: “Ya he compartido muchas verdades y les he dicho todos los principios. ¡Deberían entender estas cosas!”. Este “deberían” es la lógica y el método para resolver problemas de los falsos líderes. Al final, cuando se imprimieron los libros, como el papel era de tan poca calidad y tan fino, el texto se transparentaba por ambas caras, lo que hacía que para los mayores y los que tenían peor vista resultara extenuante y difícil leer los libros. También estaba el problema del último paso, el proceso de encuadernación; el hecho de que cumpla o no con el estándar afecta a la calidad general y a la durabilidad de un libro. Como el líder no dio instrucciones y aquellos que llevaron a cabo este deber carecían de principios y experiencia, y participaron en un irresponsable regateo, la imprenta hizo un trabajo mediocre y utilizó materiales de calidad inferior para cubrir gastos y, al final, cuando los libros se distribuyeron a los hermanos y hermanas, empezaron a desbaratarse a los dos meses. Tanto la cubierta como las hojas se soltaron y todo el trabajo de impresión fue para nada. ¿De quién era la responsabilidad? Si hubiera que echarle la culpa a alguien, la responsabilidad directa recaería sobre estos dos individuos a cargo de imprimir los libros, y la indirecta en el falso líder. El falso líder tenía incluso una excusa, decir: “No me puedes culpar de que haya ido mal este trabajo; ¡yo tampoco entiendo! Nunca he imprimido libros y no tengo una imprenta. ¿Cómo voy a saber de estas cosas?”. ¿Se sostiene esta excusa? Como líder, este trabajo recaía en el ámbito de sus responsabilidades. Al margen de que se tratara de un trabajo relacionado con una profesión, una habilidad, un tipo de conocimiento o la verdad, no hacía falta que lo entendiera todo al respecto, pero ¿hizo un esfuerzo por aprender sobre aquello que no sabía? ¿Cumplió bien sus responsabilidades de una manera seria y concienzuda? Hay quién podría decir: “Quiero cumplir bien mis responsabilidades, pero yo tampoco entiendo de esto. Por mucho afán que ponga en aprender, ¡no lo consigo!”. Esto significa que, como líder, no cumple con el estándar; es un falso líder de pies a cabeza. Los hermanos y hermanas se sentían un tanto resentidos debido a la pobre calidad de los libros, dijeron: “Aunque estos libros no nos cuestan dinero, ¡son de muy poca calidad! ¿Cómo hizo su trabajo este líder? ¿Cómo lo llevó a cabo?”. Cuando el líder oyó esto, respondió: “¿Me puedes culpar a mí de ello? No soy el dueño de la imprenta y no tengo la última palabra. Además, ¿no es esto ahorrarle dinero a la casa de Dios? ¿Está mal ahorrarle dinero a la casa de Dios?”. Las palabras del líder eran correctas, no estaban equivocadas; el líder no tenía necesidad de cargar con la responsabilidad legal. Sin embargo, había un problema, y era que se malgastó el dinero al imprimir los libros. Los libros distribuidos a los hermanos y hermanas empezaron a desbaratarse y a perder páginas a los dos meses. ¿Quién debería cargar con las consecuencias? ¿No era esto responsabilidad del líder? Esto ocurrió dentro del ámbito de su trabajo, durante el tiempo que ejerció como líder, así que, ¿acaso no debería responsabilizarse? Tenía que cargar con la culpa, ¡no podía negar su responsabilidad! Algunos podían incluso hablar de manera irracional, decir: “Nunca he hecho antes este trabajo. ¿No tengo derecho a cometer errores en un trabajo que no he hecho nunca?”. Según esta afirmación, no está cualificado para su trabajo y se le debería despedir. No es apto para ser líder, es un auténtico falso líder. Dice muchas palabras que suenan bien, pero no hace ningún trabajo real; esta es la manifestación más evidente de un falso líder.
Algunos falsos líderes son incapaces de desempeñar cada uno de los aspectos del trabajo real de manera adecuada y concreta, con los pies plantados firmemente en la tierra. Solo pueden manejar algunos asuntos generales y luego creen ser líderes acordes al estándar, que son asombrosos, y a menudo se jactan, dicen: “Tengo que preocuparme por todo en la iglesia y he de lidiar con todos los problemas. ¿Puede la iglesia valerse sin mí? Si no celebrara reuniones para vosotros, ¿no os desmoronaríais como una montaña de arena? Si no estuviera ojo avizor y ayudara a mantener el trabajo de producción de películas, ¿acaso no habría gente que lo perturbara constantemente? ¿Podría la producción de películas avanzar con fluidez? Aunque soy profano en el trabajo de los himnos, si no viniera a menudo a inspeccionar vuestro trabajo, a ayudaros a mantener las cosas bajo control y organizaros las reuniones, ¿podríais crear esos himnos? ¿Cuánto tiempo os llevaría averiguarlo todo?”. Puede que estas afirmaciones parezcan razonables y correctas, pero si lo observas de cerca, ¿cómo progresan los diversos aspectos de trabajo profesional supervisados por estos falsos líderes? ¿Pueden compartir claramente los principios-verdad? (No). Una vez, un equipo de producción de películas se interesó en la cuestión de los colores del vestuario. Hicieron varias tomas fijas, y los fondos y las personas que aparecían en las tomas eran diferentes, pero los colores del vestuario eran básicamente del mismo espectro cromático, todos eran grises y amarillos terrosos. Pregunté: “¿Qué sucede? ¿Por qué llevan esos colores?”. Dijeron que los habían elegido de manera intencionada, que los encontraron en un mercado tras un enorme y arduo esfuerzo. Dije: “¿Por qué elegisteis estos colores? ¿Os dio lo Alto instrucciones al respecto? ¿Acaso no os instruyó lo Alto a usar una variedad de colores y que esos colores fueran dignos y decentes? ¿Cómo se ha producido este resultado?”. Al final, después de indagar, algunos dijeron: “Otros colores no tienen un aspecto digno ni decente, no son como los que llevan los creyentes en Dios o los santos. Solo este espectro de color se parece más al que los creyentes deberían llevar. Por tanto, todo el mundo compartía el punto de vista de que llevar vestuario de esta clase de colores es lo que más gloria le da a Dios y mejor representa la imagen de la casa de Dios”. Yo declaré: “Nunca os he dicho que llevéis vestuario de esos colores. Hay muchos colores dignos y decentes. Pensad en lo precioso que es el arcoíris que colocó Dios como señal de Su alianza con la especie humana. Hay rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil, violeta; todos los colores están representados, excepto los que lleváis puestos. ¿Por qué elegisteis esos colores?”. ¿Hizo el líder el trabajo concreto de llevar a cabo comprobaciones respecto a estos asuntos? Me atrevo a decir que no lo hizo en absoluto. Si el líder poseyera pura comprensión y entendiera la verdad y los requerimientos de Dios, los miembros del equipo de producción de películas no hubieran elegido tales vestidos ni consultado a lo Alto respecto a ellos. El asunto del vestuario se podría haber resuelto a un nivel inferior, pero el falso líder era incapaz de abordarlo. En cambio, preguntó sin vergüenza sobre ello a lo Alto. ¿No se debería podar a una persona como esta? Este falso líder no podía resolver el más simple de los problemas, ¿para qué sirve pues? ¡Es un simple pedazo de basura! Se le pidió que diera gloria a Dios y testimonio de Él, pero acabó deshonrando a Dios. ¿No entiende tanto? ¿No es acaso capaz de articular un caudal de conocimiento y doctrinas? Entonces, ¿por qué resultaron ineficaces todas estas doctrinas y todo este conocimiento en tal situación? ¿Cómo pudo incluso fracasar a la hora de resolver y llevar a cabo comprobaciones relativas a la cuestión del vestuario? ¿Ha tenido el efecto que debería como líder? ¿Ha cumplido bien las responsabilidades que le corresponden como líder? Esta es una manifestación de un falso líder. En cualquier tarea específica, los falsos líderes carecen de entendimiento de los principios. Son incapaces de aportar una corrección y una resolución puntuales ante cualquier problema relativo a la comprensión distorsionada de la verdad, y de capacitar a las personas para encontrar la dirección y la senda a través de esto. Los falsos líderes solo pronuncian palabras y doctrinas y gritan consignas, son incapaces de hacer ningún trabajo concreto.
Los falsos líderes no hacen trabajo real ni se ocupan del trabajo que les corresponde
Algunos falsos líderes son incapaces de hacer ningún trabajo concreto, pero se ocupan de algunos asuntos generales insignificantes y creen que eso equivale a hacer un trabajo concreto, que entra dentro del ámbito de sus responsabilidades. Además, se encargan de estos asuntos de una manera muy seria y de veras les dedican mucho esfuerzo, los llevan a cabo con mucha pompa. Por ejemplo, hubo un individuo en la iglesia que había trabajado antes como chef de repostería. Un día decidió, movido por la bondad de su corazón, que tenía que hornearme unos pasteles, y se dispuso a prepararlos sin informarme al respecto. Les preguntó a sus líderes si estaba permitido, a lo que ellos respondieron: “Adelante. Si están buenos, se los ofreceremos a Dios. Si no, nos los podemos comer todos”. Había obtenido la autorización de los líderes, lo que hizo que su trabajo fuera legítimo y adecuado, así que reunió enseguida los ingredientes y preparó una tanda, y dijo: “No sé si estarán buenos, si podrán satisfacer a Dios o ser de Su gusto”. Los líderes respondieron: “Está bien. Sacrificaremos un poco de nuestro tiempo y nuestra salud y asumiremos un pequeño riesgo por Dios. Nosotros los probaremos primero y los examinaremos en nombre de Dios. Si no están buenos y le pedimos a Dios que se los coma, se molestará con nosotros y lo decepcionaremos. Por tanto, como líderes, tenemos la responsabilidad y obligación de llevar a cabo controles respecto a este asunto. Esto es hacer un trabajo concreto”. En consecuencia, cada jefe de grupo que tenía un poco de “sentido de la responsabilidad” probó los pasteles. Tras probarlos, hicieron una crítica: “El horno estaba demasiado caliente para este lote, la temperatura era demasiado alta y es probable que causen ardores; además, están un poco amargos. ¡Eso no es bueno! ¡Hemos de tener una actitud responsable y hornear otra tanda y volverlos a probar!”. Después de probar esta tanda, dijeron: “Está más o menos bien. Saben a mantequilla, a huevo y también a sésamo. ¡Sin duda son dignos de un chef de repostería! Como hay tantos y Dios no se los va a poder terminar todos Él solo, pongamos 10 o 20 en un tarro pequeño y se los ofreceremos como muestra para que los pruebe. Si le gustan, podemos seguir haciéndolos en lotes más grandes”. Me dieron un tarro y probé dos pasteles. Como novedad, me parecieron pasables, si bien no eran apropiados para ser un plato principal, así que dejé de comerlos. Hubo quien pensó que eran caseros, que un miembro de la casa de Dios los había preparado, que estaban llenos de amor, lealtad y temor, y portaban mucho significado, aunque su sabor solo era aceptable. Más adelante devolví el tarro con los pasteles. No me interesan esas cosas y no me apetecen. Además, si se me antoja un pastel, me lo puedo comprar sin gastar mucho dinero en el mercado, donde los hay de distintos sabores y de diferentes países. Después les dije: “Agradezco el gesto, pero no me hagáis más, por favor. No me los voy a comer y, si quiero alguno, ya me lo compraré Yo. Si me apetecieran, hazlos cuando te lo pida y ya está; si no te digo nada, no hace falta que los vuelvas a preparar”. ¿Verdad que era bastante fácil de entender? Si eran bien educados y obedientes, recordarían Mis palabras y se abstendrían de volverlos a hacer. Cuando habla Dios, sí significa sí, no significa no, y “no hagas más” significa “no hagas más”. Sin embargo, pasado algún tiempo, me mandaron otros dos tarros con pasteles. Les dije: “¿Acaso no os pedí que no hicierais más?”. Respondieron: “Estos son diferentes a los de aquella vez”. Respondí: “Aunque sean diferentes, siguen siendo pasteles. No hace falta para nada hacer pasteles. No lo digo por educación; si quiero pasteles, os lo haré saber. ¿Entiendes el lenguaje humano? No los vuelvas a hacer”. ¿Se comprenden estas palabras? (Sí). Sin embargo, ¿por qué la persona que hace los pasteles parece que siempre se olvidaba? Si sus líderes pudieran tenerlo bajo control, sin cooperar activamente con él ni alentarlo a hacer esto, y pudieran controlarlo con prontitud, ¿se seguiría atreviendo el repostero a hacer pasteles? Cuando menos, no lo haría con tanto atrevimiento ni tan pocos escrúpulos. Por tanto, ¿qué efecto tenían estos líderes en esta situación? Se encargaban de cada pequeño detalle, metían las narices en todo y se ocupaban de hacer controles en Mi nombre. Eran tan “amorosos” que no hay palabras para describirlo. ¿Es este el trabajo que deberían estar haciendo? No había instrucciones para esto en los principios de la obra de la casa de Dios, y no les confié esta tarea; la gente la inició, Yo no lo pedí. Por tanto, ¿por qué estos líderes llevaban a cabo esta tarea de manera tan proactiva? Esta es una manifestación de los falsos líderes: no se ocupan del trabajo que les corresponde. Había muchas tareas en la iglesia que ellos debían seguir, inspeccionar e impulsar, y muchos problemas reales que tenían que resolver compartiendo la verdad, pero no hicieron nada de ese trabajo. En su lugar, estaban lo bastante ociosos como para probar pasteles en Mi nombre en la cocina. Fueron muy serios con este asunto y le dedicaron mucho esfuerzo. ¿No es esto lo que hacen los falsos líderes? ¿No es ya bastante repugnante? Nunca hubiera esperado que, pasado un tiempo, este asunto resurgiera. El repostero quiso volver a preparar pasteles para Mí. Le dije expresamente a un líder: “Ve a resolver esto. Has de explicárselo con claridad. ¡Si lo vuelve a hacer, te haré a ti responsable!”. Con tanto trabajo que hacer en la iglesia, cualquier tarea los mantendría ocupados un tiempo. ¿Por qué estaban tan ociosos? ¿Habían venido aquí a engordar o a estar de cháchara? Este no es lugar para esas cosas. Después de eso, ya no hubo más noticias sobre este asunto. Desde que le di instrucciones, el líder no aportó ningún informe. En cualquier caso, nadie me volvió a mandar esos pequeños pasteles, lo cual fue un alivio. A juzgar por este incidente, ¿podemos decir que estos líderes no se encargaban del trabajo que les correspondía? (Sí). No es que este asunto sea tan grave, los hay mucho peores.
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