Las responsabilidades de los líderes y obreros (24) Parte 1
Punto 14: Discernir, echar y expulsar enseguida a toda clase de personas malvadas y anticristos (III)
Los estándares y las bases para discernir a diversos tipos de personas malvadas
I. Según la finalidad con la que uno cree en Dios
En la última reunión, hablamos sobre la decimocuarta responsabilidad de los líderes y obreros: “Discernir, echar y expulsar enseguida a toda clase de personas malvadas y anticristos”. Sobre la base del contenido de esta responsabilidad, resumimos las distintas manifestaciones de varias personas en circunstancias diferentes y, luego, discernimos a estos diversos individuos según sus manifestaciones. A través del discernimiento de estos, nos propusimos identificar con claridad a las personas malvadas a las que la casa de Dios debe discernir y echar; es decir, a aquellos a los que no se les permite permanecer en la casa de Dios y que son objetivos de los que deshacerse. En las dos últimas charlas, hablamos sobre el discernimiento y la categorización de diversos tipos de personas malvadas a través de tres aspectos. Hoy, seguiremos compartiendo diferentes detalles sobre la categorización de distintos tipos de personas malvadas a través de esos tres aspectos. En primer lugar, leamos la decimocuarta responsabilidad y las tres categorías específicas que contiene. (La decimocuarta responsabilidad de los líderes y obreros es: “Discernir, echar y expulsar enseguida a toda clase de personas malvadas y anticristos”. La primera categoría es: “La finalidad con la que uno cree en Dios”; la segunda es: “Su humanidad”; y la tercera es: “Su actitud hacia su deber”). Después de leerlo, ¿recordáis algo del contenido básico de las dos charlas anteriores? (Sí). Revisemos primero el contenido de nuestra última charla. (En esa última ocasión, Dios compartió la finalidad con la que uno cree en Dios y analizó del punto cuatro al ocho de este tema: cuarto punto, incurrir en oportunismo; quinto, vivir de la iglesia; sexto, buscar refugio; séptimo, encontrar a alguien que los respalde; y octavo, perseguir objetivos políticos). En la última charla, hablamos sobre estos cinco puntos. Tras haber compartido las manifestaciones básicas y las esencias corruptas que revelan estos cinco tipos de personas, a juzgar por sus comportamientos, sus intenciones y las finalidades con las que creen en Dios, así como por sus exigencias constantes a Dios, ¿deberían estos individuos ser considerados hermanos y hermanas y permanecer en la iglesia? (No, se los debería depurar, porque la finalidad de su fe en Dios no es perseguir la verdad ni la salvación. Todas esas personas tienen intenciones y planes personales, y esperan conseguir cosas para sí mismos con artimañas y obtener beneficios en la casa de Dios. No es gente que cree realmente en Dios; son todos unos incrédulos). Si no se echa a los incrédulos de la iglesia, ¿qué perjuicio suponen para la obra de la iglesia y para los hermanos y hermanas? (Ni comen ni beben la palabra de Dios ni experimentan Su obra; permanecen en la iglesia sin aceptar la verdad. Además, pueden difundir negatividad y nociones y, de ese modo, causar trastornos y perturbaciones y desempeñar un papel negativo). Estas manifestaciones son básicamente visibles para la gente.
Basándote en las manifestaciones de los cinco tipos de personas de los que hablamos en la última charla, ¿comparten estas personas una característica en común? (Sí). ¿Cuál? (Todas son incrédulas). (No creen en la existencia de Dios, no creen en la verdad y tampoco están interesados en ella). Tiene que ver con su esencia. Dado que no creen en la verdad, no la aceptarán. La esencia de quienes no aceptan para nada la verdad es la de un incrédulo. ¿Cuáles son las características de los incrédulos? Creen en Dios para incurrir en oportunismo, vivir de la iglesia, evitar desastres, buscar apoyo y un sustento estable. Algunos de ellos incluso persiguen objetivos políticos, desean establecer conexiones con el gobierno respecto a ciertos asuntos para ganarse su favor y conseguir un nombramiento oficial. Estas personas, todas y cada una de ellas, son incrédulas. Su fe en Dios conlleva estas motivaciones e intenciones, y en sus corazones no creen con plena certeza que exista un Dios. Incluso si lo reconocen, lo hacen de forma dudosa, ya que las opiniones a las que se aferran son ateas. Solo creen en las cosas que pueden ver en el mundo material. ¿Por qué decimos que no creen que haya un Dios? Porque no creen ni reconocen de manera uniforme el hecho de que Dios creó los cielos y la tierra y todas las cosas y de que, tras crear a la humanidad, Él, desde ese momento, la ha dirigido y tiene soberanía sobre ella. Por lo tanto, les es imposible creer que Dios pueda hacerse carne. Si no creen que Dios pueda hacerse carne, ¿pueden creer y reconocer todas las verdades que Él ha expresado? (No). Si no creen en Sus verdades, ¿creen entonces que Dios puede salvar a la especie humana y en Su plan de gestión para salvarla? (No). No creen nada de esto. ¿Cuál es la causa de su incredulidad? Que no creen que Dios exista. Son ateos y materialistas. Creen que únicamente son reales las cosas que pueden ver en el mundo material. Creen que la reputación, la ganancia y el estatus solamente se pueden conseguir a través de intrigas y por medios impropios. Creen que la única manera de prosperar y vivir feliz es vivir según las filosofías satánicas. Creen que su destino está solo en sus manos y que deben confiar en sí mismos para crear y obtener una vida feliz. No creen en la soberanía de Dios ni en Su omnipotencia. Piensan que, si dependen de Dios, no tendrán nada. En definitiva, no creen que las palabras de Dios puedan alcanzarlo todo y no creen en la omnipotencia de Dios. Por eso surgen en su fe en Dios intenciones y fines, como incurrir en oportunismo, vivir de la iglesia, buscar refugio, encontrar a alguien que los respalde, entablar una amistad con personas del sexo opuesto y perseguir objetivos políticos, tener un puesto oficial y un sustento estable para sí mismos. Precisamente porque estas personas no creen que Dios reine con soberanía sobre todo, son capaces, con audacia y sin escrúpulos, de infiltrarse en la iglesia con sus propias intenciones y sus objetivos, deseando valerse de sus talentos o cumplir sus deseos en la iglesia; es decir, se infiltran en la iglesia con el fin de satisfacer su intención y deseo de recibir bendiciones; quieren obtener fama, ganancia y estatus en la iglesia y, de ese modo, conseguirán un sustento estable. Se puede ver en su comportamiento, así como en su esencia-naturaleza, que sus finalidades, motivaciones e intenciones para creer en Dios no son legítimas y que ninguno de ellos acepta la verdad ni cree en Dios con sinceridad; incluso si logran infiltrarse en la iglesia, no hacen más que ocupar un sitio, no cumplen ninguna función positiva en absoluto. Por lo tanto, la iglesia no debería aceptar a estas personas. Si bien esta gente se ha infiltrado en la iglesia, no pertenece al pueblo escogido de Dios, sino que llegan por las buenas intenciones de otros. “No pertenece al pueblo escogido de Dios”, ¿cómo se debe interpretar esto? Significa que Dios no los predestinó ni los escogió, no los ve como objeto de Su obra ni los ha predestinado para ser seres humanos a los que Él salvará. Una vez que estas personas se han infiltrado en la iglesia, naturalmente, nosotros no podemos considerarlas hermanos y hermanas porque no son de la clase que aceptan la verdad ni se someten a la obra de Dios con sinceridad. Algunos pueden preguntar: “Dado que no son hermanos y hermanas que crean verdaderamente en Dios, ¿por qué la iglesia no los echa o expulsa?”. La intención de Dios es que Su pueblo escogido aprenda a discernir a partir de estos individuos y que, por lo tanto, pueda identificar las intrigas de Satanás y rechazarlo. Una vez que el pueblo escogido de Dios tenga discernimiento, debe depurar a estos incrédulos. El objetivo del discernimiento es desenmascarar a estos incrédulos que se han infiltrado en la casa de Dios con sus ambiciones y deseos y echarlos de la iglesia, ya que estas personas no son auténticos creyentes en Dios ni mucho menos gente capaz de aceptar y perseguir la verdad. Su permanencia en la iglesia no aporta nada bueno, sino un gran perjuicio. En primer lugar, tras infiltrarse en la iglesia, estos incrédulos nunca comen ni beben de las palabras de Dios ni aceptan la verdad en lo más mínimo. Siempre están discutiendo cosas que no están relacionadas con las palabras de Dios ni con la verdad, y de ese modo perturban el corazón de los demás. Lo único que hacen es trastornar y perturbar el trabajo de la iglesia en detrimento de la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios. En segundo lugar, si permanecen en la iglesia, armarán alboroto, cometerán fechorías, al igual que lo hacen los no creyentes, lo que trastornará y perturbará el trabajo de la iglesia y someterá a esta a muchos peligros ocultos. En tercer lugar, incluso si permanecen en la iglesia, no se comportarán de buena gana como servidores, y aunque rindan un poco de servicio, solo será para recibir bendiciones. Si llega el día en que se enteran de que no pueden recibir bendiciones, se enfurecerán y perturbarán y perjudicarán la labor de la iglesia. En lugar de consentir eso, es mejor echarlos de la iglesia tan pronto como sea posible. En cuarto lugar, los incrédulos son propensos a formar bandos, a apoyar a los anticristos y a seguirlos, con lo que crean una fuerza malvada dentro de la iglesia que supone una gran amenaza para su labor. A la luz de estas cuatro consideraciones, es necesario distinguir y desenmascarar a estos incrédulos que se infiltran en la casa de Dios y echarlos. Esta es la única manera de mantener el progreso normal de la labor de la iglesia y de salvaguardar eficazmente el hecho de que el pueblo escogido de Dios pueda comer y beber de las palabras de Dios y llevar una vida de iglesia con normalidad, de modo que pueda entrar en el camino correcto de fe en Dios. Esto se debe a que la infiltración de estos incrédulos en la iglesia es de gran perjuicio para la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios. Hay muchas personas que no saben discernirlos y, en cambio, los consideran hermanos y hermanas. Algunas personas, al ver que tienen algunos dones o fortalezas, los eligen para servir como líderes y obreros. Así es como surgen los falsos líderes y anticristos en la iglesia. Si se observa su esencia, se ve que ninguno de ellos cree que exista Dios, ni que Sus palabras sean la verdad ni que Él sea soberano de todas las cosas. Son no creyentes a los ojos de Dios. Él no les presta atención y el Espíritu Santo no va a obrar en ellos. Por lo tanto, a tenor de su esencia, no son objeto de la salvación de Dios y, ciertamente, no han sido predestinados ni escogidos por Él. Dios no podría salvarlos. Se mire como se mire, ninguno de estos incrédulos pertenece al pueblo escogido de Dios. Deben ser discernidos con rapidez y exactitud, y luego se los debe echar. No se les debe permitir que se queden merodeando en la iglesia perturbando a los demás. Estos incrédulos tienen diversos propósitos y motivos para infiltrarse en la iglesia, y es probable que al principio no puedas desentrañarlos ni discernirlos. Sin embargo, con el tiempo, a medida que interactúas con ellos con mayor frecuencia y tienes más trato con ellos, los entenderás cada vez mejor y podrás identificar las diversas manifestaciones que indican que son incrédulos con más claridad. Entonces, ¿no es más fácil discernirlos a partir de las palabras de Dios? (Sí). Si todo el pueblo escogido de Dios puede discernir a los incrédulos, es hora de revelarlos y echarlos. Independientemente de su calidad humana, su estatus social o su antigüedad en la iglesia, si después de escuchar sermones durante varios años aún no pueden aceptar la verdad y están llenos de nociones acerca de Dios, ha quedado en evidencia que son incrédulos. Si evaluamos sus finalidades y lo que manifiestan con relación a la fe en Dios, no hay duda de que estas personas merecen ser echadas o expulsadas. Este es el trabajo de depuración que una iglesia debe llevar a cabo en cada período.
El tema de la finalidad con la que se cree en Dios incluía ocho puntos, lo que quiere decir que hay ocho tipos de individuos cuyas manifestaciones nos bastan para discernir a diversos tipos de personas malvadas y, después, caracterizarlas de manera exacta y ocuparnos de ellas en consecuencia. En resumen, estos ocho tipos de personas no pueden permanecer en la iglesia. Algunos podrían preguntar: “¿Exhibe cada uno de estos ocho tipos de individuos una única clase de comportamiento?”. Ese no es necesariamente el caso; para algunos, la finalidad con la que creen en Dios incluye cuatro o cinco puntos: buscan refugio, viven de la iglesia, incurren en oportunismo, persiguen objetivos políticos y buscan al sexo contrario de manera aleatoria, con lo que se infiltran en la iglesia para seducir a otros de forma indiscriminada. Para otros, la finalidad con la que creen en Dios podría incluir dos puntos: buscar convertirse en funcionario en la iglesia y procurar obtener bendiciones a través del oportunismo; mientras que algunos podrían buscar al sexo contrario y también vivir de la iglesia. Está claro que estos individuos vienen a la casa de Dios con la intención de aprovecharse y de utilizar la casa de Dios o a los hermanos y hermanas para que los ayuden a hacer cosas, para que se esfuercen por ellos; para lograr sus finalidades y satisfacer sus deseos, emplean todos los medios posibles para hacer que los hermanos y hermanas los sirvan. En pocas palabras, la finalidad obvia con la que vienen a la casa de Dios estos incrédulos y oportunistas que se han infiltrado en la iglesia, y a quienes se debería echar o expulsar, es gorronear y aprovecharse de la situación para su beneficio personal. Tanto en su discurso como en sus acciones, siempre se puede discernir en cierto modo su finalidad. Estas personas no aceptan la verdad en absoluto ni tienen interés alguno en ella; a veces, incluso muestran estados de ánimo y actitudes de repulsión o resistencia. Sea cual sea el deber que la iglesia disponga para ellos, solo cooperan de mala gana si eso los beneficia. Si no obtienen ningún beneficio, se resisten por dentro y exhiben negatividad y pasividad, e incluso repugnancia o rechazo. Se involucran un poco en el trabajo solo si hay beneficio; si no lo hay, o bien eluden la tarea o se las van arreglando con pasividad. En momentos críticos de trabajo, juegan al escondite, desaparecen y descuidan la obra de la iglesia. A partir de estas manifestaciones, está claro que creen en Dios meramente para gorronear; incluso utilizarlos para que rindan servicio hace más mal que bien.
I. Supervisar la iglesia
Hoy, hablaremos sobre el último punto del tema de la finalidad con la que se cree en Dios. Aparte de los ocho puntos que hemos mencionado anteriormente, hay otro tipo de personas cuya finalidad e intención con las que creen en Dios no son legítimas. ¿Qué las distingue de las que hemos mencionado antes, las cuales solo se sienten motivadas por los beneficios y hacen todo lo posible por perseguir la fama, las ganancias y el estatus? Este tipo de personas no entran en la iglesia para convertirse en funcionarios, ganar estatus, tener un sustento estable, gozar de una vida más cómoda, etcétera; tienen una finalidad que a la gente corriente le cuesta detectar. ¿Cuál es esa finalidad? Supervisar y controlar la iglesia. Supervisar la iglesia es el noveno punto del tema de la finalidad con la que se cree en Dios. Estas personas entran en la iglesia con la tarea de supervisarla y aspiran a controlar el transcurso del desarrollo de la iglesia. Quienes las envían, sus superiores o jefes, podrían representar al gobierno, a cierto grupo religioso o a alguna organización de la sociedad. Debido a que no están familiarizados con la iglesia, rebosan curiosidad y se sienten incluso incómodos por la aparición, la formación y la existencia de la iglesia, tienen la intención de entenderla a fondo, de conocer su estructura, su obra y diversas circunstancias. Por tanto, envían a algunos a la iglesia para que lleven a cabo el trabajo de supervisarla. Los que asumen el trabajo de supervisar la iglesia, tanto si provienen del gobierno, de grupos religiosos o de cualquier organización social, creen en Dios con una finalidad distinta por completo de la que tienen los auténticos hermanos y hermanas. No están aquí para aceptar la salvación de Dios; no han venido para aceptar las palabras de Dios, la verdad y Su salvación sobre la base de creer en Dios y reconocerlo. Su fe en Dios va acompañada de objetivos políticos o de la tarea que les haya asignado cualquier organización. Por tanto, supervisar la iglesia es tanto su finalidad para infiltrarse en la iglesia y creer en Dios como la tarea que les han asignado sus superiores; es un trabajo que hacen para ganarse el sueldo.
Respecto a los que se infiltran en la iglesia para supervisarla, ¿qué es lo que supervisan? Supervisan muchos aspectos, como las enseñanzas de la iglesia, sus propósitos, aquello por lo que aboga, la obra que lleva a cabo y los pensamientos y las ideas de sus miembros, y evalúan si todo ello supone algún perjuicio para el gobierno, las religiones o la sociedad. En lo referente al discurso oral, comprueban si se pronuncia algún enunciado antisocial o que vaya en contra del gobierno o del Estado. Por lo que se refiere a las enseñanzas, supervisan cuáles son exactamente las ideas por las que la iglesia aboga. Tal vez te cueste detectar a estos individuos cuando se infiltran en la iglesia porque es posible que escuchen con atención y tomen notas con diligencia durante las reuniones sin cabecear. Incluso podrían resumir con empeño los discursos de diversas personas en cada reunión, llegando a sintetizar y categorizar los distintos pensamientos y las ideas de diferentes personas para ver cuáles de ellos están en consonancia con los intereses y los requisitos del gobierno nacional y cuáles son perjudiciales para la gobernanza del Estado, están en desacuerdo con el gobierno, etcétera. Podrían resumir y categorizar de manera meticulosa estos puntos de vista arraigados de los miembros de la iglesia y mantener un registro de ellos. ¿Por qué hacen esto? Porque es su trabajo, su tarea; deben informar a sus superiores. Esta es la primera parte de su trabajo: captar las enseñanzas de la iglesia y las tendencias ideológicas de todos sus miembros. Cuando crean que estas tendencias contienen elementos perjudiciales para la sociedad o el Estado, o si creen que emergen algunos pensamientos y puntos de vista radicales, inmediatamente informarán de ello y se lo comunicarán a sus superiores, de modo que se puedan tomar las medidas adecuadas. Lo que pretenden entender primero son las enseñanzas de la iglesia —este es uno de sus trabajos principales a la hora de supervisar la iglesia— seguido de la información sobre el personal de la iglesia. Por ejemplo, recopilan datos sobre quiénes son los líderes de nivel superior de la iglesia, como su dirección, edad, aspecto, nivel formativo, intereses y aficiones, estado de salud, aquello sobre lo que hablan en su vida cotidiana, adónde van, qué trabajo realizan, su horario laboral diario y el contenido de su trabajo. Se fijan en si estos líderes han pronunciado algún enunciado o realizado alguna acción que vaya en contra del gobierno, de las religiones o de las tendencias de la sociedad, así como en las reacciones de dichos líderes al sistema de gobernanza de la nación y a los acontecimientos políticos actuales, entre otras cosas. Todo esto son aspectos que los que supervisan la iglesia pretenden captar. Además, también prestan atención en todo momento a la estructura de la iglesia y a sus sistemas administrativos. Por ejemplo, hacen un seguimiento de quiénes son los líderes y obreros de la iglesia, a qué nivel de los líderes se ha destituido, cómo se les reasignó después de que los destituyeran, qué líderes han sido arrestados y quién se encargó de hacer su trabajo posteriormente. Recopilan información sobre el sucesor, como su edad, sexo, los años que lleva creyendo en Dios, su nivel formativo y, en caso de ser un graduado universitario talentoso, si tiene algún impacto negativo en el país o la sociedad y si se le podría contratar para trabajar en algún departamento gubernamental, entre otros datos específicos. Incluso quieren obtener información sobre líderes de iglesia concretos que aceptan su cargo o a los que destituyen. Es decir, la situación del personal, el trabajo administrativo específico y la estructura de la iglesia son aspectos con los que pretenden familiarizarse. Además, tienen como objetivo recoger información completa sobre cuántos aspectos del trabajo y grupos hay en la iglesia, así como los datos de los supervisores de cada grupo, entre otras cosas. Van por ahí preguntando, observando, aprendiendo y realizando su trabajo con sumo detalle. El trabajo que debe realizar y la tarea que debe llevar a cabo la gente de este tipo que se infiltra en la iglesia consisten en captar enseguida todos los aspectos de la situación de la iglesia y sus diversos desarrollos para lograr la finalidad de supervisar la iglesia. Esto incluye, por ejemplo, cómo se desarrolla la iglesia en el extranjero, en cuántos países se ha difundido el evangelio y en qué países se han establecido iglesias; estas personas deben captar toda esta información. Las tareas principales que llevan a cabo al supervisar la iglesia son, primero, captar las enseñanzas de la iglesia; segundo, captar la situación del personal de la iglesia; y tercero, captar el estado de la obra de la iglesia y su dinámica clave reciente. Actúan por completo como cómplices y secuaces de Satanás, el gran dragón rojo; son auténticos sirvientes de Satanás.
Este tipo de individuos que supervisan la iglesia se infiltran en ella con la finalidad de captar información relacionada con las enseñanzas, el personal, las tendencias de trabajo y la escala de la iglesia, así como otros aspectos. Pretenden captar cada uno de estos aspectos y, después, informar al respecto a sus superiores, quienes, en cualquier momento, pueden elaborar planes de políticas o medidas correspondientes para ocuparse de la iglesia en función de la situación. En resumen, su finalidad al supervisar la iglesia no es bien intencionada en absoluto. Si no fuera así, ¿por qué iban a seguir supervisando la iglesia, dado que no les reporta ni riquezas ni beneficios? ¿Acaso no es porque están preocupados por la existencia de la iglesia? No creen que la iglesia que Dios ha establecido y a la que guía esté formada por personas que creen en Él de manera pura, sin relación alguna con el estado, la sociedad ni grupos políticos y organizaciones. Pero, al margen de cómo evalúen la iglesia, siguen estando preocupados. ¿Por qué? Porque son ateos, no reconocen a Dios y también odian la verdad. Por tanto, son capaces de cometer actos estúpidos y absurdos, como oprimir y arrestar a los creyentes, así como supervisar la iglesia. ¿Por qué adoptan medidas de supervisión y resistencia contra la iglesia? Porque su mayor preocupación es que el hecho de que la iglesia crezca demasiado y tenga demasiados miembros ejerza un impacto significativo sobre el país, el gobierno y la sociedad, e incluso suponga una amenaza y una influencia para las culturas y los grupos religiosos tradicionales. Esta es la verdadera razón que subyace a su supervisión y resistencia contra la iglesia. Por tanto, consideran la supervisión de la iglesia y la resistencia a esta como una tarea política que deben realizar.
Es posible que cueste discernir dentro de la iglesia a este tipo de personas que la supervisan, ya que tienen motivos ocultos y se ocultan a conciencia para que otros no puedan detectarlas. Por tanto, podrían seguir la corriente a la mayoría de la gente de la iglesia, sin hacer nada inusual, con un comportamiento particularmente educado y sin expresar jamás ninguna opinión disconforme sobre la obra que la iglesia realiza. No obstante, estos individuos tienen una característica: son tibios ante el hecho de creer en Dios, ni muy activos ni muy pasivos al respecto. Pueden cumplir en cierta medida el deber que se les ha asignado, pero nunca revelan información personal, como dónde trabajan, su situación familiar o si creían en Dios antes. Si alguien menciona que trabaja en un departamento gubernamental, se muestran muy evasivos y evitan opinar sobre el gobierno, la política, las normas o la religión. Su comportamiento se caracteriza por evitar cualquier tema delicado; ni critican ni alaban al gobierno, como tampoco discuten sus políticas o su sistema de gobernanza. Cuando alguien señala que un individuo en particular es un espía, se ponen notablemente nerviosos e incluso pueden plantar cara de inmediato para defenderse. Además de ponerse nerviosos, también podrías observar en su mirada una tendencia a evitar estos temas delicados; se guardan de cualquiera que pueda ver cómo son en realidad. Además, suelen recibir llamadas de origen desconocido, o tienen contacto e interactúan con individuos misteriosos ajenos a la iglesia, y apenas responden a una de estas llamadas, se apartan de los demás. Si alguien se los encuentra en esos momentos, se ponen visiblemente nerviosos, se ruborizan y se muestran sumamente incómodos, por temor de que pudieran descubrir su identidad. Además de recopilar de manera encubierta información sobre la iglesia, también indagan de vez en cuando sobre la situación de los hermanos y hermanas, con preguntas como: “¿Cuántos años llevas creyendo en Dios? ¿Tus padres creen? ¿Residen tus familiares en China continental? De tus familiares que viven en China continental, ¿cuáles de ellos creen en Dios y cuántos años llevan creyendo? ¿Qué edad tienen? ¿Cuántas personas hay en vuestra iglesia local? ¿Cómo les va ahora?”. De vez en cuando, indagan sobre información confidencial y privada que la gente es reticente a desvelar. En las interacciones generales entre los hermanos y hermanas, nadie pregunta de manera deliberada o activa sobre información personal confidencial si alguien se muestra reacio a compartirla. Sin embargo, estos individuos prestan una atención especial a estos asuntos e incluso llegan a hacer un seguimiento de los movimientos de algunos líderes y obreros o de gente que está a cargo de algún trabajo importante, en un intento de lograr acceder a los datos contenidos en los ordenadores y los teléfonos móviles de estas personas o a la información de su dirección, e insisten en investigar estos detalles a fondo. Si se percatan de que algún líder determinado no ha asistido a una reunión, preguntan: “Hoy, fulanito no está en la reunión. ¿Qué hace?”. Si alguien menciona que esa persona ausente está ocupada, seguirán indagando: “¿Ocupado en qué? ¿Está regando otra vez a esos nuevos creyentes? ¿Quiénes son esos nuevos creyentes? ¿Cuándo comenzaron a creer? ¿Cómo es que yo no sé nada de eso?”. Siguen ahondando más en ello. Los hermanos y hermanas responden: “Si no se supone que debamos saberlo, no preguntemos. ¿Por qué sigues preguntando? Eso no tiene nada que ver con la entrada en la vida ni con la verdad; no hace falta saberlo”. A lo que el infiltrado contesta: “Pero estos son asuntos de la casa de Dios, de la obra de la iglesia; ¿por qué no podemos saber acerca de ello? Todos creemos en Dios; saber un poco no hace daño. Si no queréis saber, eso quiere decir que no os importan ni la obra ni los líderes de la iglesia. ¿Con quién ha ido exactamente a encontrarse el líder? ¿Cuántos nuevos creyentes hay? ¿Dónde están? También me gustaría conocerlos”. Siempre preguntan sobre estas cuestiones.
Los que supervisan la iglesia realizan otra tarea a la que prestan la mayor atención: obtener información sobre la situación económica de la iglesia. Por un lado, buscan entender las fuentes de financiación de la iglesia. Quieren saber si la iglesia ha constituido fábricas o empresas, si posee talleres de explotación laboral, si utiliza mano de obra infantil y si sus diversos aspectos del trabajo están relacionados con negocios rentables. Por ejemplo, si la producción por parte de la iglesia de vídeos, películas, himnos y libros impresos de las palabras de Dios es lucrativa o genera unas ganancias excesivas; cuáles son las fuentes de financiación de la iglesia; si hay individuos acaudalados que hacen donaciones para financiar a la iglesia; si estos individuos pertenecen a élites políticas o son multimillonarios, etcétera; esta es la información que quieren conseguir. Más allá de averiguar las estructuras administrativas y las fuentes de financiación de la iglesia, también pretenden informarse sobre la custodia de las finanzas de la iglesia, con el objetivo de hacer un seguimiento de la dirección de estos fondos. Cómo se gasta el dinero la iglesia, si participa en actividades ilegales, si organiza élites sociales o colabora con diversas organizaciones y grupos sociales para oponerse de manera conjunta a los gobiernos dictatoriales y defender los derechos humanos, etcétera; estas son también algunas de las situaciones importantes de las que pretenden enterarse. Algunos preguntan: “¿Se realiza el trabajo de supervisión de la iglesia solo en la nación del gran dragón rojo?”. ¿Es exacto este planteamiento? En realidad, el mundo entero y la totalidad de la sociedad humana se resisten a Dios. No solo las naciones con un régimen dictatorial se resisten a Dios; hasta en los países denominados “cristianos”, la mayoría de los que están en el poder son ateos y no creyentes, e incluso entre aquellos situados en el poder que tienen fe o profesan el cristianismo, los que pueden aceptar la verdad son una minoría. La mayoría de la gente no reconoce ni mucho menos acepta la verdad. Por tanto, ¿acaso no son personas que creen en Dios y, a la vez, se resisten a Él? Por ejemplo, en religiones como el cristianismo, el catolicismo o el judaísmo en Israel, ¿están las altas esferas compuestas por individuos que aceptan la verdad? En absoluto. Ninguno de ellos viene a investigar la obra de Dios; ni uno puede aceptar la verdad. Para ser precisos, todos son unos incrédulos; todos se resisten a Dios y son lo mismo que los anticristos. Perturban y sabotean la obra de Dios y reprimen y persiguen de manera brutal a Sus seguidores, lo que queda demostrado por cómo tratan la obra de Dios en los últimos días. ¿Qué denominación permite a sus creyentes investigar libremente el camino verdadero, escuchar a predicadores externos o recibir a desconocidos? Ni una sola puede hacerlo. ¿Qué raza o nación es amigable con la iglesia? (Ninguna). Ya es encomiable si te conceden un poco de libertad religiosa y algo de espacio vital. ¿Sigues esperando que te apoyen además de eso? Cuando la iglesia de Dios aparece o comienza a predicar el evangelio, estas personas que no creen en absoluto en la existencia de Dios y que sienten una repugnancia y una aversión particulares por las verdades que Él ha expresado llevan a cabo un trabajo especial que consiste en asignar a individuos para que supervisen la iglesia de cerca. En este contexto, “supervisar” significa vigilar, averiguar y controlar; es decir, vigilar de cerca, averiguar y controlar todos los aspectos de la iglesia en cada período. Algunos dicen: “En público, no han condenado la obra de Dios ni se han opuesto a ella, y no hemos sufrido persecución ni acoso en nuestra vida a nivel local. Tenemos la sensación de que creer en Dios, reunirse, cumplir nuestro deber y difundir el evangelio en el extranjero es mucho mejor y más seguro que hacerlo en la nación del gran dragón rojo. No hemos experimentado ninguna interferencia”. Solo porque no haya habido ninguna interferencia y se te haya concedido cierta libertad, no deberías negar su trabajo de supervisión de la iglesia. La poca libertad religiosa que te ofrecen es una institución social básica; aquello de lo que disfrutas son meramente los derechos básicos de cualquier ciudadano del país en el que vives. Gozar de esos derechos básicos no quiere decir que el gobierno nacional, los grupos sociales o la comunidad religiosa hayan aceptado y reconocido la obra de Dios y el trabajo de la iglesia, se hayan vuelto amigables o hayan cesado la hostilidad y la supervisión. ¿No es así? (Sí). Este asunto no es abstracto, ¿o sí? (No, no lo es).
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