Las responsabilidades de los líderes y obreros (4) Parte 4

El trabajo evangélico en el extranjero está ahora en marcha universalmente. Algunos países cuentan con más personas que pueden aceptar la verdad, mientras que la población de otros es de menor calibre, lo que resulta en que haya menos capaces de aceptar la verdad. Algunos países carecen de libertad de creencia, mostrando una fuerte resistencia al camino verdadero y a la obra de Dios, y no muchas personas pueden aceptar la verdad. Asimismo, la población de ciertos países es demasiado atrasada y de tan poco calibre que no pueden entender la verdad, da igual cómo se comparta, y parece que la gente de allí no está a la altura de la misma. No se debería predicar el evangelio en tales lugares. Sin embargo, aquellos que predican el evangelio no alcanzan a ver la esencia del problema; no predican a aquellos que pueden aceptar la verdad, insistiendo en cambio en buscar los casos difíciles e ignorar los fáciles. No predican en lugares donde el trabajo evangélico ya se está difundiendo y es fácil hacerlo. En cambio, insisten en predicar el evangelio en esos lugares pobres y atrasados, predican a grupos de personas con el peor calibre, que no pueden comprender la verdad, y a grupos étnicos con las nociones religiosas más densas y la resistencia más fuerte a Dios. ¿No es esto una desviación? Tomemos como ejemplo el judaísmo y algunas religiones racializadas hondamente arraigadas, que consideran al cristianismo un enemigo e incluso lo persiguen. En el caso de esta clase de países y grupos étnicos, el evangelio simplemente no se debería predicar. ¿Por qué no? Porque hacerlo es inútil. Aunque dedicaras toda la mano de obra y todos los recursos financieros y materiales, podrían pasar tres, cinco o incluso diez años sin que se vieran resultados significativos. A tenor de esta situación, ¿qué se puede hacer? Al principio, por desconocimiento, uno lo puede intentar, pero, tras ver las circunstancias con claridad, al ver que predicar el evangelio con ese gran coste puede que al final no necesariamente dé buenos resultados, uno debe entonces elegir otra senda, una que pueda lograr resultados. ¿Acaso esto no es algo que los líderes y obreros deberían ver con claridad? (Sí). Sin embargo, los falsos líderes no lo entienden. En lo que respecta a por dónde empezar a difundir el evangelio en el extranjero, algunos dicen: “Empieza por Israel. Como Israel fue la base de las dos primeras etapas de la obra de Dios, se debe predicar allí. Da igual lo difícil que sea, debemos insistir en predicarles”. Sin embargo, después de mucho tiempo predicando, no se producen resultados significativos, lo que conduce a la decepción. ¿Qué deberían hacer los líderes llegado ese momento? Si se tratara de un líder con calibre y una carga, diría: “Nuestra predicación del evangelio no tiene principios; no sabemos adaptarnos a la corriente, sino que solo contemplamos las cosas según nuestras figuraciones; ¡es demasiado ingenuo por nuestra parte! No esperábamos la estupidez, la terquedad y la absurdez de estas personas. Pensábamos que, ya que llevan miles de años creyendo en Dios, deberían ser los primeros en oír el evangelio de Dios, pero nos equivocamos; ¡son demasiado absurdos! De hecho, cuando Dios estaba haciendo la obra de redención, ya había desistido con ellos. El hecho de que nosotros volvamos ahora y les prediquemos sería embarcarnos en un esfuerzo inútil; sería trabajar en vano y actuar estúpidamente. Hemos malinterpretado las intenciones de Dios. Él no obra en esta cuestión, por tanto, ¿por qué medios podemos hacerlo nosotros los seres humanos? Lo hemos intentado, pero, da igual cómo prediquemos, no aceptan el camino verdadero. Deberíamos rendirnos de momento, dejarlos de lado y no prestarles atención a partir de ahora. Si hay algunos que estén dispuestos a buscar, entonces los acogeremos y les daremos testimonio de la obra de Dios. Si ninguno busca, entonces no hay necesidad de que nosotros los busquemos a ellos proactivamente”. ¿No es este un principio de predicar el evangelio? (Sí). Por tanto, ¿puede un falso líder atenerse a los principios? (No). Los falsos líderes tienen un calibre pobre y no pueden desentrañar la esencia del problema, dirán: “Dios ha dicho que los israelitas son Su pueblo escogido. No podemos abandonarlos en ningún momento. Deberían ir en primer lugar; hemos de predicarles primero antes que a la gente de otros países. Si la obra de Dios se difundiera en Israel, ¡qué gran gloria sería! ¡Dios trajo la gloria desde Israel hasta Oriente y deberíamos llevar esa gloria de vuelta desde Oriente a Israel, y permitirles ver el regreso de Dios!”. ¿No es esto una mera consigna? ¿Se ajusta a los hechos? Esto es lo que dirían aquellos que carecen de entendimiento espiritual. ¿Qué hay de esos falsos líderes que no hacen trabajo real? No prestan atención a estas cosas. La gente que predica el evangelio ha estado atribulada por este problema durante mucho tiempo, se debatía entre rendirse y continuar predicando, sin estar segura de cómo practicar. Los falsos líderes son del todo ajenos a que esto es un problema. Al ver a estas personas preocupadas por no tener una senda, dicen: “¿De qué hay que preocuparse? Tenemos la verdad y el testimonio vivencial; ¡predícales sin más!”. Alguien dice: “No lo entiendes, es muy complicado predicarle a esta gente”. Cuando surgen problemas significativos en el trabajo que requieren que los líderes los resuelvan, en su lugar siguen gritando consignas y diciendo palabras vacías. ¿Es este el comportamiento que se espera de los líderes? Cuando les preguntan si habría que predicarles a tales destinatarios potenciales del evangelio, dicen: “Habría que predicar a todo el mundo, en especial a los israelitas, no cabe duda de que habría que predicarles”. ¿Percibís algún problema en estas palabras? ¿Saben que esto es una desviación, un fallo en el trabajo evangélico con el que ellos deben lidiar? Estos inútiles no lo saben y todavía sueltan lenguaje grandilocuente y gritan consignas, ¡de veras son basura inútil! Y sin embargo piensan que son astutos, que tienen calibre y son inteligentes. No son siquiera conscientes de que han aparecido en el trabajo un defecto y una desviación tan grandes; ¿pueden siquiera empezar a resolverlos? Eso es incluso menos probable. Aquellos que predican el evangelio están todos muertos de preocupación; el trabajo evangélico se ha visto afectado, impedido y no puede avanzar con fluidez y, sorprendentemente, los falsos líderes no tienen idea de la desviación que ocurre en el trabajo. A la mayoría de la gente, cuando se encuentra con problemas o desviaciones en el trabajo, a menudo no le importa, no lo nota y sigue insistiendo con terquedad en el enfoque equivocado con imprudente abandono. Si los líderes y obreros además no entienden ni captan la situación con prontitud, entonces, para cuando el problema se ha vuelto grave y ha afectado al progreso del trabajo, y la mayoría de la gente puede descubrirlo, los líderes y obreros están estupefactos. Esto lo causa la negligencia del deber por parte de los líderes y obreros. Por tanto, ¿cómo pueden evitar tales graves consecuencias? Los líderes y obreros deben comprobar el trabajo con frecuencia, y entender con prontitud el estado y el progreso actual de este. Si se detecta que la eficacia en el trabajo no es alta, han de ver qué parte tiene fallos y problemas, y reflexionar: “Ahora mismo, estas personas parecen ocupadas, pero ¿por qué no hay ninguna eficacia obvia? Como el trabajo del equipo evangélico; mucha gente predica el evangelio y da testimonio de Dios todos los días, junto a algunas personas que cooperan en este trabajo, así que ¿por qué entonces no se gana a mucha gente cada mes? ¿Qué parte tiene un problema? ¿Quién lo causa? ¿Cómo se creó la desviación? ¿Cuándo empezó? He de acudir a cada grupo para averiguar qué está haciendo ahora todo el mundo, cómo son ahora los destinatarios potenciales del evangelio y si es precisa la orientación en la predicación del mismo; he de averiguar todo esto”. Por medio de la consulta, la charla y la discusión, las desviaciones y los fallos en el trabajo poco a poco se tornan evidentes. Una vez que se descubre un problema, no se puede abandonar; se debe resolver. Por consiguiente, ¿qué clase de líderes pueden detectar algunos problemas, desviaciones y fallos que aparecen en el trabajo? Estos líderes han de llevar una carga, ser diligentes e involucrarse en cada detalle del trabajo específico; hacer seguimiento, entender y captar todas las partes; verificar qué hace cada uno, qué número de personas es adecuado para hacer qué tarea, quiénes son los supervisores, cuál es el calibre de estas personas, si están haciendo bien su deber o no, cómo es su eficiencia, cómo progresa el trabajo, etcétera; todo esto se debe verificar. Asimismo, la parte más crucial del trabajo evangélico es si los predicadores del mismo tienen la verdad o no, si pueden compartir las verdades de las visiones con claridad para resolver las nociones y los problemas de la gente, si pueden aportar aquello de lo que carecen los destinatarios potenciales del evangelio para convencerlos a conciencia, y si pueden adoptar un estilo conversacional al compartir la verdad, de modo que los destinatarios potenciales del evangelio puedan oír más de la voz de Dios. Por ejemplo, si un destinatario potencial del evangelio quiere aprender verdades relativas al significado de la encarnación de Dios, pero cierto predicador del evangelio siempre habla sobre el significado de la obra de Dios y sobre qué son las nociones religiosas, ¿acaso no es esto un problema? Si una persona solo quiere averiguar cómo puede salvarse y cuál es el contenido del plan de gestión de Dios para salvar a la especie humana, ¿no es este el momento de compartir las verdades de la visión relativas a las tres etapas del trabajo de Dios? (Sí). Sin embargo, este predicador del evangelio no para de hablar sobre el juicio y castigo de Dios, y de que Él deja en evidencia que entre las actitudes corruptas de las personas se incluyen la arrogancia, la falsedad y la perversidad, y otros temas tales. Antes de que la otra parte haya aceptado la obra de Dios, el predicador del evangelio empieza a hablarles sobre castigo y juicio, dejando en evidencia sus actitudes corruptas. Como resultado, la persona siente repulsa, no consigue lo que quiere y siguen sin resolverse sus problemas que necesitan solución; pierde el interés y no está dispuesta a seguir investigando. ¿No es este un problema con el predicador del evangelio? Este no entiende la verdad o carece de entendimiento espiritual, así que es del todo inconsciente de lo que necesita la otra persona, no logra transmitir con claridad lo que quiere decir cuando habla, divaga en demasía y no resuelve los problemas de los destinatarios potenciales del evangelio de ninguna manera; ¿cómo podría ganarse a nadie predicando el evangelio así?

Los falsos líderes se desentienden de los problemas con los que se encuentran en su trabajo, sean cuales sean. No importa qué problemas surjan en el trabajo evangélico, y da igual cómo perturben y afecten a este trabajo las personas malvadas, ellos no les prestan atención, como si no fueran de su incumbencia. Los falsos líderes son atolondrados en su trabajo, con independencia de si cierto individuo obtiene algunos resultados o se conforma a los principios-verdad en su deber, no aportan supervisión ni revisión, permitiendo que la gente actúe con libertad, sin importar las consecuencias. Esto causa que nunca se resuelvan las desviaciones y defectos que aparecen en el trabajo evangélico, y un número indeterminado de personas que buscan el camino verdadero acaban por perderse, es imposible llevarlas ante Dios lo antes posible. Algunas personas, después de llegar a aceptar la obra de Dios en los últimos días, dicen: “En realidad, alguien me predicó el evangelio hace tres años. No es que no quisiera aceptarlo o que creyera en la propaganda negativa; es que la persona que me predicó era muy irresponsable. No era capaz de responder las preguntas que le hacía y no era clara al compartir cuando yo buscaba la verdad, solo decía palabras inservibles. En consecuencia, lo único que podía hacer era marcharme decepcionado”. Tres años después, una vez que investigan en internet y luego buscan y comparten con los hermanos y hermanas, estas personas resuelven todas las nociones y confusiones en su corazón una a una, confirman por completo que se trata de Dios el que se ha aparecido y hace trabajo, y lo aceptan. Aceptan la obra de Dios por medio de su propia búsqueda e investigación. Si la persona que predicaba el evangelio hubiera sido capaz de compartir la verdad con claridad y de resolver sus nociones y preguntas tres años antes, la habrían aceptado tres años antes. ¡Cuánto crecimiento de vida se ha retrasado durante estos tres años! Esto se debe catalogar como una negligencia en el deber por parte de aquellos que predican el evangelio y está directamente relacionado con que estos no entiendan la verdad. Algunos obreros del evangelio simplemente no se centran en dotarse de la verdad, solo son capaces de soltar algunas doctrinas sin poder resolver las nociones de las personas ni los problemas reales. El resultado es que muchas personas no aceptan el evangelio a tiempo cuando lo oyen, retrasando su crecimiento en la vida varios años. Hay que decir que los líderes a cargo del trabajo evangélico son responsables de esto debido a su orientación inadecuada y supervisión insuficiente. Si los líderes y obreros de veras tienen una carga y son capaces de soportar un poco más de sufrimiento, practicar más el compartir la verdad y mostrar un poco más de lealtad, hablando con claridad sobre todos los aspectos de la verdad, de modo que esos obreros del evangelio sean capaces de compartir la verdad para resolver las nociones y las dudas de las personas, entonces los resultados de predicar el evangelio se volverían cada vez mejores. Esto permitiría a más personas que están investigando el camino verdadero aceptar el trabajo de Dios antes y regresar ante Él para recibir su salvación más pronto. El trabajo de la iglesia queda retenido simplemente porque los falsos líderes son gravemente negligentes en su deber, no hacen trabajo real ni seguimiento ni supervisan el trabajo, y son incapaces de compartir la verdad para arreglar los problemas. Por supuesto, se debe también a que estos falsos líderes disfrutan de los beneficios del estatus, no persiguen la verdad en absoluto y no están dispuestos a hacer seguimiento, a supervisar ni a dirigir el trabajo de difundir el evangelio; el resultado de esto es que el trabajo progresa con lentitud y muchas desviaciones, absurdeces y fechorías imprudentes causadas por el hombre no se rectifican ni se resuelven con prontitud, lo que impacta gravemente en la efectividad de difundir el evangelio. Estos problemas solo se corrigen cuando lo Alto los detecta y les dice a los líderes y obreros que deben arreglarlos. Como los ciegos, estos falsos líderes son incapaces de descubrir ningún problema, la manera en la que hacen las cosas carece por completo de principios y, sin embargo, son incapaces de darse cuenta de sus propios fallos, y solo admiten sus errores cuando lo Alto los poda. Por tanto, ¿quién puede permitirse responsabilizarse de las pérdidas causadas por estos falsos líderes? Aunque los retiren de sus puestos, ¿cómo se pueden compensar las pérdidas que causaron? Así pues, cuando se descubre que hay falsos líderes que son incapaces de hacer ningún trabajo real, habría que destituirlos con prontitud. En algunas iglesias, el trabajo evangélico progresa con especial lentitud, y esto se debe simplemente a que los falsos líderes no hacen trabajo real, así como a muchos ejemplos por su parte de negligencia y de cometer errores.

En todos los diferentes aspectos del trabajo que hacen los falsos líderes, hay en realidad numerosos problemas, desviaciones y fallos que se han de resolver, corregir y remediar. Sin embargo, como estos falsos líderes carecen de sentido de la carga y solo disfrutan de los beneficios de su estatus sin hacer ningún trabajo real, acaban haciendo un trabajo terrible. En algunas iglesias las personas no tienen un mismo pensar, sospechan todas unas de otras, se guardan de los demás y los menoscaban, mientras que todo el tiempo temen que la casa de Dios las descarte. Al afrontar estas situaciones, los falsos líderes no se mueven para resolverlas, no logran hacer ningún trabajo real ni específico. El trabajo de la iglesia se detiene, pero los falsos líderes no se alteran por esto en ningún caso, todavía creen que han hecho mucho trabajo ellos mismos y no han demorado el de la iglesia. Tales falsos líderes son fundamentalmente incapaces de desempeñar el trabajo de proveer vida y no pueden resolver problemas reales de acuerdo con la verdad. Solo llevan a cabo un poco de trabajo de asuntos generales que lo Alto asigna y especifica especialmente, como si solo hicieran su trabajo para lo Alto. Cuando se trata del trabajo fundamental de la iglesia que lo Alto siempre ha considerado un requisito —como el trabajo de proveer vida y el de cultivar a las personas— o de ciertas tareas especiales que dirige lo Alto, no saben cómo hacerlo ni tampoco pueden. Se limitan a delegar estas tareas en otros y consideran que su trabajo ya está hecho. Hacen solo cuanto les ha ordenado lo Alto, y solo se ponen un poco en acción cuando les presionan; de lo contrario, permanecen inactivos y son superficiales; esto es un falso líder. ¿Qué es un falso líder? En resumen, es alguien que no hace trabajo real, que no hace su trabajo como líder, que exhibe una total negligencia de su deber en el trabajo crucial y fundamental y no se pone en acción; esto es un falso líder. Los falsos líderes solo se ocupan de asuntos generales superficiales, confunden esto con hacer trabajo real y, en realidad, en lo que respecta a su trabajo como líderes y al trabajo crucial que les asigna la casa de Dios, no hacen ningún bien. Asimismo, surgen con frecuencia problemas en los diversos aspectos del trabajo de la iglesia que requieren de la resolución de los líderes, y aun así no pueden resolverlos, adoptando a menudo una actitud evasiva y los hermanos y hermanas no son capaces de encontrarlos cuando quieren resolver un problema. Si se las arreglan para encontrar al líder, este los evita con la excusa de estar demasiado ocupado con el trabajo y les pide a los hermanos y hermanas que lean las palabras de Dios por su cuenta y busquen la verdad para resolver sus problemas con independencia, adoptando un enfoque de no intervención. Esto al final lleva a que se acumulen demasiados problemas sin resolver, detiene el progreso en todos los aspectos del trabajo y conduce a la paralización del trabajo de la iglesia. Esta es la consecuencia de que los falsos líderes no hagan trabajo real. Los falsos líderes nunca son sinceros ni diligentes respecto a sus responsabilidades principales, ni buscan la verdad para resolver diversos problemas. Esto significa que los falsos líderes están destinados a ser incapaces de hacer trabajo real y resolver ningún problema. En lo que destacan los falsos líderes es en predicar palabras y doctrinas, gritar consignas y exhortar a los demás, al tiempo que solo se centran en ocuparse en el trabajo de asuntos generales. Respecto al trabajo fundamental de la iglesia que les ha confiado la casa de Dios, como proveer vida y compartir la verdad para resolver problemas, no saben cómo hacerlo, no se forman para aprender la manera ni pueden resolver ningún problema real: esto es un falso líder.

Algunos falsos líderes, cuando les piden que guíen el trabajo relacionado con textos, como los de escribir guiones, escribir artículos de testimonio vivencial y otras tareas específicas, piensan que, ya que se trata de una mera orientación, no han de hacer ningún trabajo concreto, así que, en su lugar, se dedican a deambular de un lado a otro. “Zhang”, dicen, “¿cómo va tu artículo?”. “Ya casi está”. “Li, ¿estás encontrando alguna dificultad en la escritura de ese guion?”. “Sí, ¿me puedes ayudar a resolverlas?”. “Discutidlo entre todos vosotros. Orad algo más”. Estos líderes no solo no guían ni asisten a los hermanos y hermanas, además no se centran en desempeñar bien su propio trabajo, siempre están deambulando y viviendo una vida ociosa y cómoda. De cara al exterior, parece que inspeccionan el trabajo, pero en realidad no resuelven ningún problema; ¡son unos chupatintas! Esos funcionarios competentes en algunos países del mundo de los no creyentes son igualmente humanos corruptos, pero hasta ellos son muy superiores a estos falsos líderes, que carecen del sentido de la responsabilidad que tienen estos funcionarios. Por ejemplo, tras desencadenarse la pandemia, los países de todo el mundo empezaron a poner en marcha medidas de prevención. Al final, la mayoría de estos países convino que los esfuerzos preventivos de Taiwán eran efectivos, indicaron que el desempeño de los funcionarios del gobierno taiwanés en las tareas de respuesta a la pandemia se realizó con los estándares más altos y con el más minucioso detalle. Que un país del mundo secular, que unos funcionarios y políticos entre la especie humana corrupta ejecutaran una tarea con unos estándares tan altos y con tanto detalle es realmente admirable. Muchos funcionarios europeos estaban dispuestos a visitar y aprender de Taiwán; desde esta perspectiva, los funcionarios del gobierno de Taiwán eran muy superiores a los de otras naciones. El mero hecho de que la mayoría de sus funcionarios fueran capaces de hacer trabajo concreto y de dedicar su corazón a cumplir sus responsabilidades es algo que prueba que estos oficiales cumplían con el estándar. Algunos líderes y obreros en la iglesia siempre se muestran negligentes a la hora de hacer su deber, y no importa cómo les poden, no resulta eficaz. Me parece que la calidad humana de estos líderes y obreros no coincide siquiera con la de los funcionarios del mundo de los no creyentes que pueden hacer trabajo real. La mayoría de ellos aseguran que creen en Dios y persiguen la verdad, pero en realidad no están dispuestos a pagar un precio. Se les provee de mucha verdad, sin embargo, tal es su actitud en cuanto a hacer su deber. ¡El resultado es que todos se convierten en falsos líderes y obreros, que no están para nada a la altura comparados con los funcionarios superiores del gobierno! En realidad, mis exigencias hacia las personas no son tan altas; no exijo que la gente entienda demasiadas verdades ni tenga un calibre tan alto. El estándar mínimo es que actúen con conciencia y cumplan sus responsabilidades. Si no más, como mínimo deberías estar a la altura de tu pan diario y de la comisión que te ha encargado Dios; eso es suficiente. Sin embargo, el trabajo de Dios se ha estado llevando a cabo hasta ahora, ¿y puede mucha gente actuar con conciencia? Veo que algunos funcionarios en los países democráticos hablan y actúan con sinceridad. No exageran ni dicen teorías elevadas, su discurso es especialmente riguroso y auténtico, y son capaces de ocuparse de muchos asuntos reales. En realidad, su trabajo es bastante bueno, de veras refleja su integridad y humanidad. Al fijarnos en la mayoría de los líderes y obreros ahora en la iglesia, actúan por inercia y son superficiales en su trabajo, no han logrado resultados muy buenos ni han cumplido sus responsabilidades. Después de llegar a ser líderes, se vuelven funcionarios religiosos, se colocan en sus altos pedestales y dan órdenes, y se convierten en chupatintas. Solo se centran en disfrutar de los beneficios del estatus y les gusta que todo el mundo los siga a todas partes y revolotee a su alrededor. Rara vez se relacionan en profundidad con las bases de la iglesia para resolver problemas reales. En su fuero interno, se alejan cada vez más de Dios. ¡Esta clase de falsos líderes y falsos obreros son del todo irredimibles! He compartido la verdad concienzudamente, sin embargo, estos líderes y obreros no la asimilan, se aferran con terquedad a sus ideas erróneas y son inmutables. Su actitud hacia su deber siempre es superficial y no tienen la menor intención de arrepentirse. ¡Veo que estas personas no tienen conciencia ni razón ni son humanas en absoluto! Entonces, reflexiono: ¿sigue siendo necesario hablarles repetidas veces sobre estas verdades a esta clase de personas? ¿He de hacer que la charla sea tan específica? ¿He de padecer este sufrimiento? ¿Son estas palabras superfluas? Tras pensarlo un poco, decido que aún debo hablar, pues, aunque estas palabras no causen efecto en aquellos carentes de la menor conciencia o razón, son útiles para aquellos que, a pesar de andar algo escasos de calibre, pueden aceptar la verdad y realizar con sinceridad sus deberes. Los falsos líderes no hacen trabajo real ni cumplen sus responsabilidades, pero aquellos que persiguen la verdad aprenderán lecciones, se inspirarán y encontrarán una senda de práctica a partir de esas palabras y asuntos. La entrada en la vida no es tan fácil; sin alguien que apoye y provea, sin desmenuzar ni clarificar cada aspecto de la verdad, la gente es muy débil y a menudo se encuentra a sí misma en un estado de impotencia y perplejidad, en un estado de negatividad y pasividad. Por tanto, muchas veces, cuando veo a estos falsos líderes, me falta ánimo para hablar con ellos. Sin embargo, cuando pienso en el sufrimiento que han padecido y los precios que han pagado aquellos que creen con sinceridad en Dios y hacen su deber con lealtad, cambio de idea. No es por otra razón que esta: incluso si 30 o 50 personas —o, como poco, 8 o 10— pueden gastarse sinceramente y ser leales en sus deberes, y están dispuestas a escuchar y a someterse, entonces, decir estas palabras merece la pena. No contaría con ninguna motivación en Mí para hablar y compartir con aquellos que no tienen conciencia y razón; conversar con estas personas resulta agotador y no da ningún fruto. La mayoría de vosotros no perseguís la verdad ni pagáis un precio en vuestros deberes; no tenéis ninguna carga ni lealtad, solo actuáis por inercia en vuestras acciones y hacéis las cosas de manera reticente con la esperanza de obtener bendiciones. En realidad, no merecéis el favor de escuchar estas palabras. Os aprovecháis de aquellos que hacen sus deberes con sinceridad, de los que de veras pagan un precio, poseen lealtad y carga y están dispuestos a practicar la verdad. Estas palabras van destinadas a ellos, y vosotros, al oírlas, obtenéis un favor que no merecéis. Si se contemplara desde esta perspectiva, es decir, que la mayoría de vosotros tenéis una actitud de actuar por inercia sin ninguna sinceridad en vuestros deberes, entonces no merecéis oír estas palabras. ¿Por qué no lo merecéis? Porque, aunque las escuchéis, no sirve de nada; da igual cuánto se diga o lo detallado que sea, solo escucháis por inercia, sin practicar estas palabras, por mucho que entendáis después de escucharlas. ¿A quién habría que decir estas palabras? ¿Quién merece oírlas? Solo aquellos dispuestos a pagar un precio, que pueden gastarse con sinceridad y son leales en sus deberes y en su comisión merecen escuchar. ¿Por qué digo que merecen escuchar? Porque, cuando entienden un poco de verdad tras escucharla, pueden ponerla en práctica y practican lo que entienden; no son escurridizos ni holgazanean, y además tratan la verdad y los requerimientos de Dios con una actitud de sinceridad y anhelo, son capaces de amar la verdad y de aceptarla. Así, después de escucharlas, estas palabras causan un efecto en ellos y logran un resultado.

13 de febrero de 2021

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