Las responsabilidades de los líderes y obreros (8) Parte 4
III. Falsos líderes que son vagos y disfrutan de la comodidad
Acabamos de hablar sobre dos tipos de falsos líderes. Existe otro tipo del que hemos hablado a menudo mientras hablábamos sobre el tema de “las responsabilidades de los líderes y obreros”. Este tiene algo de calibre, no anda falto de inteligencia, en su trabajo cuenta con formas, métodos y planes para resolver los problemas y, cuando le encargan un trabajo, puede ponerlo en marcha de un modo cercano a los estándares esperados. Es capaz de descubrir cualquier problema que surja en el trabajo y puede además resolver algunos; cuando oye los problemas de los que informan algunas personas u observa el comportamiento, las manifestaciones, el discurso y las acciones de otras, reacciona en su fuero interno y tiene su propia opinión y actitud. Por supuesto, si estas personas persiguen la verdad y tienen un sentido de la carga, entonces todos estos problemas se pueden resolver. Sin embargo, de manera inesperada, se quedan problemas sin resolver en el trabajo que recae bajo la responsabilidad del tipo de persona sobre el que estamos hablando hoy. ¿Por qué pasa esto? Porque estas personas no hacen trabajo real. Aman la comodidad y odian el trabajo arduo, solo hacen esfuerzos superficiales y aparentes, les gusta permanecer ociosos y disfrutar de los beneficios del estatus, les gusta dar órdenes a la gente y hablan por hablar y hacen algunas sugerencias y con eso dan el trabajo por concluido. No se toman en serio ningún elemento del trabajo real de la iglesia ni del trabajo crucial que Dios les encomienda; no tienen este sentido de la carga e, incluso si la casa de Dios enfatiza estas cosas en repetidas ocasiones, ellos siguen sin tomárselas en serio. Por ejemplo, no quieren intervenir ni indagar sobre el trabajo de producción de películas ni sobre el relacionado con textos de la casa de Dios, ni desean examinar cómo progresan estos tipos de trabajo y qué resultados están logrando. Solo hacen algunas indagaciones indirectas y, una vez que saben que las personas están ocupadas con este trabajo y lo están haciendo, no se preocupan más por ello. Incluso cuando saben perfectamente bien que hay problemas en el trabajo, siguen sin querer hablar sobre ellos ni resolverlos, así como tampoco indagan ni examinan cómo hacen sus deberes las personas. ¿Por qué no indagan ni investigan estas cosas? Piensan que, si las investigan, entonces habrá muchos problemas esperando a que los resuelvan y será demasiado preocupante. ¡La vida será demasiado agotadora si siempre tienen que estar resolviendo problemas! Si se preocupan demasiado, nunca más saborearán la comida ni podrán dormir bien, su carne estará cansada y la vida se tornará entonces miserable. Por eso, cuando perciben un problema, lo eluden y lo ignoran si pueden. ¿Qué problema hay con este tipo de persona? (Son demasiado vagos). Decidme, ¿quién tiene un problema grave: la gente perezosa o la de poco calibre? (La gente perezosa). ¿Por qué tiene un problema grave la gente perezosa? (Las personas con poco calibre no pueden ser líderes ni obreros, pero pueden ser en cierto modo eficaces cuando realizan una tarea que se ajusta a sus capacidades. Sin embargo, las personas perezosas no pueden hacer nada; aunque tengan calibre, no tiene ningún efecto). Las personas perezosas no son capaces de hacer nada. Resumido en dos palabras, son personas inútiles; tienen una discapacidad de segunda clase. Por muy bueno que sea el calibre de los perezosos, no es más que una fachada; aunque tienen buen calibre, no sirve para nada. Son demasiado perezosos, saben lo que deben hacer, pero no lo hacen y, aunque tengan conocimiento de que algo supone un problema, no buscan la verdad para resolverlo, y si bien saben qué dificultades deben sufrir para que el trabajo sea efectivo, no están dispuestos a soportar ese sufrimiento aunque merezca la pena, así que no pueden obtener ninguna verdad ni realizar ningún trabajo real. No desean soportar las penurias que a las personas les toca soportar; solo saben disfrutar de la comodidad, de los momentos de alegría y ocio, y de una vida libre y relajada. ¿Acaso no son inútiles? Las personas que no pueden soportar la adversidad no merecen vivir. Aquellos que siempre desean vivir la vida de un parásito son personas sin conciencia ni razón, bestias, y tales personas no son aptas siquiera para ser mano de obra. Como no pueden soportar la adversidad, ni siquiera cuando son mano de obra son capaces de hacerlo bien y, si desean obtener la verdad, hay incluso menos esperanzas de ello. Alguien que no puede sufrir y no ama la verdad es una persona inútil, no es apta ni siquiera para ser mano de obra. Es una bestia sin pizca de humanidad. A tales personas se las debe descartar, solo esto concuerda con las intenciones de Dios.
Algunas personas son responsables del trabajo de agricultura y son especialmente diligentes; tienen un plan en mente y saben qué trabajo hacer en cada estación. Cuando llega el momento de arar los campos, acuden a cada parcela y echan un vistazo. Comparan lo que han planeado cultivar en cada parcela de tierra con el estado real de la misma, y ven si su plan es apropiado y si es conforme a la situación real. Asimismo, se fijan en lo húmeda o seca que está la tierra este año, qué fertilizante es necesario y qué es apto para plantar. Una vez que han echado un vistazo y se hacen una idea de estas cosas, preguntan de inmediato si se han sembrado plántulas y cuántas han sido, entonces van al invernadero para echar un vistazo allí y comprobar si la persona que siembra las plántulas es fiable o las va a echar a perder. Si una persona no es suficiente para hacer este trabajo, designan a otra para que trabaje con ella y las dos se supervisen mutuamente. ¿Harán esto las personas holgazanas? No. Si nadie las supervisa y exhorta, en ningún caso visitarán el terreno por sí mismas; si la casa de Dios no pregunta por el progreso de una parte del trabajo, entonces no tomarán para nada la iniciativa de inspeccionar la situación real de ese trabajo. En cuanto a las personas que tienen un calibre pobre, hagan lo que hagan, siempre lo hacen ellas mismas, pero son incapaces de distinguir lo que es urgente e importante de lo que no, y solo actúan a ciegas. Mientras que estas personas vagas son lo suficientemente inteligentes y, da igual lo que hagan, solo les gusta hablar por hablar y ordenar a los demás que hagan el trabajo; nunca hacen nada por su cuenta ni pueden hacer trabajo real. Piensan: “Solo me hace falta hacer una llamada o mandar un mensaje para formular algunas preguntas y ya está hecho mi trabajo, la cuestión queda resuelta. ¡Esto me ahorra muchos problemas! Fíjate en mi calibre como líder. Puedo finalizar el trabajo con solo unas cuantas palabras; ¿no es eso cumplir mis responsabilidades? No soy negligente en mis deberes. Si lo Alto me pregunta estas cosas. Puedo responder con mucha fluidez y aportar una explicación clara. ¿Qué sentido tiene acudir al lugar de trabajo y echar un vistazo? Tendría que soportar penurias y sufrimiento y se me oscurecería la piel de estar al sol. No hay necesidad de pasar por esa formalidad. Si puedo ahorrarme problemas, entonces eso es lo que voy a hacer. No hay necesidad de ponerme las cosas tan difíciles”. ¿Acaso no son lo bastante “inteligentes”? Cuando este tipo de personas trabajan, se les da particularmente bien encontrar atajos e ir a lo fácil para lograr sus objetivos, y disponen de sus formas y sus métodos. No hacen nada por su cuenta ni participan en nada. Solo llaman para hacer preguntas, actúan por inercia y, en cuanto cuelgan el teléfono, se van a la cama o se dan un masaje y empiezan a disfrutar de su carne. Este tipo de persona sabe realmente cómo “hacer trabajo”, ¡de veras sabe cómo encontrar oportunidades para permanecer ocioso y cómo actuar por inercia y embaucar a la gente! ¿De qué sirve que tenga un poco de calibre? Son iguales que los funcionarios en la nación del Partido Comunista, que solo beben té y leen el periódico durante las horas de trabajo y empiezan a pensar en lo que van a comer y dónde irán a divertirse antes de acabar siquiera su jornada laboral; llevan una vida realmente buena. Este es el principio al que se atiene también este tipo de falsos líderes en su trabajo; no sufren adversidades ni cansancio y, sin embargo, siguen actuando como funcionarios y disfrutan de los beneficios del estatus, y la mayoría de los hermanos y hermanas no son capaces de percibir que esto es un problema. Así funciona esta clase de falso líder, no hace trabajo real y no visita el lugar de trabajo para hacer seguimiento de la labor e inspeccionarla, por tanto, ¿es capaz de detectar problemas en el trabajo? (No). Los falsos líderes seudoespirituales y los que son de un calibre pobre están ciegos a pesar de que tienen los ojos abiertos de par en par, y no perciben los problemas, así que ¿qué pasa con esta clase de persona inútil? Dice: “No participo en trabajo real y no acudo al lugar para integrarme con las personas que trabajan allí, de modo que, si surgen problemas, entonces no me puedes decir que estoy ciego a pesar de tener los ojos abiertos de par en par. No he estado en el lugar y no he visto los problemas, así que ¿qué tiene que ver conmigo si surgen complicaciones? Deberías ir a buscar a los que estén implicados”. ¿Acaso no son estos tipos realmente astutos? Creen que lo único que han de hacer es dar órdenes y organizar a las personas adecuadamente, eso es todo, y entonces ya han cumplido sus responsabilidades y pueden disfrutar del tiempo de ocio y entretenimiento de manera descarada. No importa qué problemas haya por debajo, no hacen indagaciones y solo se apresuran a lidiar con un problema si alguien informa de ello a lo Alto. En lo único que se concentran todos los días es en disfrutar de los beneficios del estatus, van dando paseos por todas partes, hacen como que inspeccionan el trabajo, pero en realidad nunca van a ninguna parte donde haya un problema real ni inspeccionan el trabajo crucial; ¿acaso no es el mismo caso que los funcionarios del partido comunista que solo hacen esfuerzos a nivel superficial y llevan a cabo trabajos que les hacen quedar bien? Realizan bonitas promesas sobre hacer el trabajo que les encargan, pero no hacen seguimiento de este ni lo supervisan e, incluso si acuden al sitio, solo cumplen con las formalidades. En ningún caso harán el trabajo ellos mismos ni resolverán los problemas. Piensan: “No hay necesidad de que sufra ni de que pague un precio para hacer estas cosas. Basta con que haya alguien allí que lo haga. De todas formas, no estoy ganando dinero, así que está bien que simplemente vaya tirando”. ¿Pueden hacer bien su trabajo con esta mentalidad? Tienen un pequeño plan en su mente y piensan: “Trabajaré solo hasta cubrir la comida que tomo y me limitaré a calentar la silla cada jornada”. Sin embargo, nunca hacen un trabajo específico ni los ven en el lugar. Por tanto, ¿dónde se encuentran? Están pasándolo bien en un lugar precioso y seguro donde pueden comer, beber y dormir bien, viven como príncipes. Se duchan, reciben masajes y se cambian de ropa de manera regular, y no soportan ningún sufrimiento en absoluto. Nunca reflexionan sobre qué trabajo real pueden hacer, qué problemas reales pueden resolver, qué contribuciones han hecho al trabajo de la casa de Dios y cómo están cualificados para disfrutar de todas estas cosas agradables; nunca se plantean nada de esto. ¿Qué clase de personas son estas? Estos miserables no tienen autoconciencia, son desvergonzados y no merecen ser líderes ni obreros en la iglesia.
Ningún falso líder hace nunca trabajo real. Todos actúan como si el cargo de líder fuera un puesto oficial en el que disfrutan de los beneficios del estatus, y tratan como un estorbo o una molestia el deber que ha de realizar como líder y el trabajo que se le supone como tal. Su corazón rebosa de resistencia al trabajo de la iglesia. Cuando se les pide que supervisen el trabajo y se enteren de qué problemas existen en él que necesiten seguimiento y haga falta resolver, se muestran muy reticentes. Este es el trabajo que los líderes y obreros deben hacer, es su labor. Si no la haces ni estás dispuesto a hacerla, entonces, ¿por qué quieres seguir siendo líder u obrero? ¿Cumples tu deber para tener en consideración las intenciones de Dios o para ser funcionario y disfrutar de los beneficios del estatus? Si te convirtieras en líder para poder ocupar algún puesto de autoridad, ¿acaso no es eso algo desvergonzado? Las personas de este tipo tienen una calidad humana muy baja, no tienen dignidad ni vergüenza. Si deseas gozar de comodidad carnal, deberías apresurarte a volver al mundo y pelear, tomar por la fuerza y apoderarte de lo que puedas, y nadie se entrometerá con eso. La casa de Dios es un lugar para que los escogidos de Dios cumplan sus deberes y adoren a Dios, un lugar para que la gente persiga la verdad y obtenga la salvación. No es un lugar para que nadie disfrute de la comodidad carnal, y mucho menos donde se permita a la gente vivir como príncipes. Los falsos líderes no conocen la vergüenza; son unos sinvergüenzas y carecen de razón. No importa qué trabajo específico se les encargue, no se lo toman en serio, y lo confinan al fondo de sus mentes; aunque responden muy bien en palabras, no hacen nada real. ¿Acaso no es esto inmoral? No solo no hacen ningún trabajo real, sino que también quieren ejercer el poder en exclusiva; concentrar en sus manos el poder financiero y de personal y de todos los demás asuntos, y hacer que todos aporten informes diarios. En realidad, son muy diligentes en lo que respecta a estas cosas. Cuando es el momento de informar sobre el trabajo a lo Alto, se atribuyen a sí mismos todo el trabajo que han hecho los hermanos y hermanas para que lo Alto crea por error que han hecho un trabajo fabuloso cuando, en realidad, lo han realizado otros. A cuánta gente se ha ganado predicando el evangelio, a quiénes se ha ascendido y están siendo cultivados, a qué individuos se ha destituido de sus puestos, a quiénes se ha echado, etcétera: ellos no llevan a cabo ninguna de estas tareas concretas y, sin embargo, tienen la osadía de informar al respecto. ¿Acaso no son unos sinvergüenzas? ¿Acaso no se dedican al engaño? ¡Tales personas son falsas y taimadas! Se creen inteligentes; lo que les sucede en realidad es que caen víctimas de sus propios trucos ingeniosos y, al final, quedan en evidencia y las descartan. No importa qué trabajo realicen algunas personas o qué deber desempeñen, son incompetentes en él, no pueden asumirlo y son incapaces de cumplir con cualquiera de las obligaciones o responsabilidades que debería cumplir una persona. ¿Acaso no son basura? ¿Siguen siendo dignas de ser llamadas humanas? Salvo los mentecatos, los incompetentes mentales y los que sufren impedimentos físicos, ¿hay alguien vivo que no deba cumplir con sus deberes y responsabilidades? Pero esta clase de persona siempre es escurridiza y holgazanea y no desea cumplir sus responsabilidades; la implicación de esto es que no desea ser un ser humano adecuado. Dios le dio la oportunidad de nacer como ser humano, así como calibre y dones, sin embargo no sabe usarlos para cumplir su deber. No hace nada, sino que desea disfrutar cada instante. ¿Es una persona así apta para ser llamada ser humano? No importa el trabajo que se le asigne —sea importante u ordinario, difícil o sencillo—, siempre es negligente y escurridiza y holgazanea. Cuando surgen problemas, intenta que la responsabilidad recaiga en otras personas; no se compromete y desea seguir con su vida parasitaria. ¿Acaso no es basura inútil? En la sociedad, ¿quién no ha de depender de sí mismo para ganarse la vida? Una vez que una persona se hace adulta, debe mantenerse por sí misma. Sus padres han cumplido con su responsabilidad. Incluso si sus padres estuvieran dispuestos a mantenerla, se sentiría incómoda por ello. Debería ser capaz de darse cuenta de que sus padres han terminado su misión de criarla y que es un adulto en buen estado físico, y debería ser capaz de vivir de manera independiente. ¿Acaso no es esta la razón mínima que debe tener un adulto? Si alguien tiene de verdad razón, de ninguna manera podría seguir gorroneando a sus padres; temería que los demás se rieran, perder su imagen. Así pues, ¿tiene razón alguien que adore la comodidad y odie trabajar? (No). Siempre quiere algo a cambio de nada; nunca quiere cumplir ninguna responsabilidad, desea que todo le caiga del cielo, siempre quiere tomar tres buenas comidas al día, que alguien lo atienda y disfrutar de buena comida y bebida sin trabajar lo más mínimo. ¿No es esta la mentalidad de un parásito? Y las personas que son parásitos, ¿tienen conciencia y razón? ¿Tienen integridad y dignidad? En absoluto. Son todos unos gorrones inútiles, bestias sin conciencia ni razón. Ninguno de ellos es apto para permanecer en la casa de Dios.
Supongamos que la iglesia dispone un trabajo para ti, y dices: “Sea o no este trabajo uno que me permita obtener atención, ya que se me ha asignado, lo haré bien y asumiré esta responsabilidad. Si se dispone que sea anfitrión, lo daré todo por hacerlo bien; atenderé bien a los hermanos y hermanas, y haré lo posible para garantizar la seguridad de todo el mundo. Si se dispone que predique el evangelio, me dotaré de la verdad, lo predicaré bien con amor y cumpliré bien con mi deber. Si se dispone que aprenda un idioma extranjero, lo estudiaré de todo corazón, me esforzaré en ello e intentaré dominarlo cuanto antes, en uno o dos años, para poder dar testimonio de Dios a extranjeros. Si se me pide la redacción de artículos de testimonio, me formaré a conciencia para ello, contemplaré las cosas según los principios-verdad y aprenderé sobre lenguaje. Aunque puede que no sea capaz de redactar artículos con una prosa hermosa, al menos sabré comunicar mi testimonio vivencial con claridad, enseñar de modo comprensible la verdad y dar sincero testimonio de Dios, de modo que la gente resulte edificada y beneficiada al leer mis artículos. Sea cual sea el trabajo que la iglesia me asigne, lo asumiré de todo corazón y con todas mis fuerzas. Si hay algo que no entiendo o surge un problema, le oraré a Dios, buscaré la verdad, resolveré los problemas según los principios-verdad y haré bien la tarea. Sea cual sea mi deber, aprovecharé todo lo que tengo para realizarlo bien y satisfacer a Dios. En todo lo que pueda lograr, haré todo lo posible por asumir toda la responsabilidad que me corresponda y, como mínimo, no iré en contra de mi conciencia y razón, no seré superficial, no seré escurridizo ni holgazán, ni disfrutaré de los frutos del trabajo de otros. Nada de lo que haga estará por debajo de los estándares de la conciencia”. Este es el criterio mínimo de la conducta humana, y quien ejerce el deber de esa manera puede calificarse de persona con conciencia y razón. Como mínimo, debes tener la conciencia tranquila al hacer tu deber y debes al menos ser merecedor de tus tres comidas diarias y no gorronear. Esto se llama tener sentido de la responsabilidad. Tengas mucho o poco calibre, y comprendas o no la verdad, en cualquier caso, debes tener esta actitud: “Ya que se me ha asignado este trabajo, debo tomármelo en serio, debo convertirlo en mi preocupación y debo usar todo mi corazón y todas mis fuerzas para hacerlo bien. En cuanto a si sé hacerlo a la perfección o no, no puedo atreverme a dar una garantía, pero mi actitud es que haré todo lo posible por desempeñarlo bien y, desde luego, no seré superficial al respecto. Si surge un problema en el trabajo, debo asumir la responsabilidad en ese momento, asegurarme de aprender una lección de ello y cumplir bien con mi deber”. Esta es la actitud correcta. ¿Tenéis vosotros esa actitud? Algunas personas dicen: “No tengo que hacer necesariamente un buen trabajo en la tarea que se me ha asignado. Haré solo lo que pueda y el producto final será el que sea. No tengo que cansarme mucho ni atormentarme con preocupaciones si hago algo mal, y tampoco soportar tanto estrés. ¿Qué sentido tiene fatigarme tanto? Después de todo, siempre trabajo y no gorroneo”. Este tipo de actitud hacia el propio deber es irresponsable. “Si me apetece trabajar, trabajaré algo. Me limitaré a hacer lo que pueda y el producto final será el que sea. No hay que tomárselo tan en serio”. Estas personas no tienen una actitud responsable hacia su deber y carecen de sentido de la responsabilidad. ¿Qué tipo de persona sois? Si sois del primer tipo de persona, sois alguien con razón y humanidad. Si pertenecéis al segundo tipo, no sois diferentes a los falsos líderes que acabo de diseccionar. Solo os pasáis los días sin hacer nada. “Evitaré las fatigas y las dificultades y simplemente lo pasaré mejor. Incluso si un día me despiden, no habré perdido nada. Al menos, me habré beneficiado del estatus durante unos días, para mí no será una pérdida. Si me eligen líder, así es como actuaré”. ¿Qué os parece la mentalidad de este tipo de personas? Son incrédulas que no persiguen la verdad ni lo más mínimo. Si de veras tienes sentido de la responsabilidad, eso prueba que tienes conciencia y razón. No importa lo grande o lo pequeña que sea la tarea, no importa quién te la asigne, si la casa de Dios te la encomienda o un líder u obrero de la iglesia te la asigna, tu actitud debería ser: “Dado que se me ha asignado este deber, es la exaltación y la gracia de Dios. Debería hacerlo bien, conforme a los principios-verdad. Pese a tener solo un calibre promedio, quiero asumir esta responsabilidad y dar todo de mí para hacerlo bien. Si hago un trabajo deficiente, debería responsabilizarme de ello, y si hago un buen trabajo, esto no es atribuirme el mérito. Esto es lo que debo hacer”. ¿Por qué digo que la forma en que una persona trata su deber es una cuestión de principios? Si de verdad tienes sentido de la responsabilidad y eres una persona responsable, entonces serás capaz de encargarte del trabajo de la iglesia y cumplir bien el deber que te corresponde. Si te tomas tu deber a la ligera, tu visión sobre la creencia en Dios no es correcta, y tu actitud hacia Él y hacia tu deber es problemática. Tu punto de vista respecto a cumplir tu deber es el de hacerlo de manera superficial y solo por inercia y, ya se trate de algo que estés dispuesto a hacer o no, algo que se te dé bien o no, lo abordas siempre con una actitud de salir del paso, así que no eres apto para ser líder u obrero y no mereces hacer trabajo de iglesia. Es más, dicho sin rodeos, los que son como tú son inútiles destinados a no lograr nada y mera gente inservible. ¿Qué clase de persona es inservible? Los atolondrados, gente que se pasa los días sin hacer nada. La gente de este tipo no es responsable en nada de lo que hace ni se lo toma en serio; lo lía todo. No presta atención a tus palabras por más que compartas la verdad. Piensa: “Si yo quiero, actuaré así, por inercia. ¡Di lo que quieras! En cualquier caso, ahora mismo desempeño mi deber y tengo para comer, con eso basta. Al menos no tengo que mendigar. Si un día no tengo nada para comer, ya me lo pensaré entonces. El cielo siempre deja una salida para el hombre. Dices que no tengo conciencia ni razón y soy un atolondrado; bueno, ¿y qué? No he infringido la ley. A lo sumo, estoy algo falto de calidad humana, pero eso no me supone una pérdida. Mientras tenga para comer, está bien”. ¿Qué opinas de este punto de vista? Te digo que todas las personas atolondradas como esta, que pasan sus días sin hacer nada, están destinadas a ser descartadas y es imposible que alcancen la salvación. Todos aquellos que creen en Dios desde hace varios años pero nunca han aceptado nada de la verdad ni cuentan con testimonios vivenciales, serán descartados. Ninguno sobrevivirá. Los que son basura y unos inútiles son unos gorrones y están destinados a ser descartados. Si los líderes y obreros solo son gorrones, tanto más deben ser despedidos y descartados. Los atolondrados como estos quieren, igualmente, ser líderes y obreros; ¡son indignos de serlo! No hacen un trabajo práctico, pero quieren ser líderes. ¡De veras no tienen vergüenza!
Después de que los destituyan de sus puestos, algunos líderes y obreros dicen: “Es genial no ser líder ni obrero. No hace falta que esté tan preocupado ni que me preocupe tanto. Es maravilloso ser un hermano o hermana corriente. ¿Por qué me iba a preocupar por eso? No poseo calibre solo para acabar agotado”. Alguien más les dice: “¿Qué harás ahora que no eres un líder u obrero?”. Contestan: “Me vale hacer cualquier cosa, mientras no sea algo demasiado cansado y no conlleve mucho esfuerzo; estaría bien algo que involucre caminar y observar lo que me rodea, o bien sentarme y hablar o mirar el ordenador, y que no requiera de jornadas muy largas ni de sufrimiento físico”. ¿Qué manera de hablar es esta? Si descubrís que el líder u obrero que habéis seleccionado es de esta clase, ¿cómo os sentiréis en vuestro fuero interno? ¿Acaso no tendréis muchos remordimientos? (Sí). Por tanto, ¿pensaréis algo al respecto? Dirás: “Al principio, vi que tenías un poco de calibre y quería ascenderte, cultivarte y darte una oportunidad, de modo que pudieras entender algunas verdades más. Nunca imaginé que fueras menos que nada, lamento haberte considerado un ser humano en ese momento. Nunca imaginé que al final no lo fueras. Eres incluso menos que un cerdo o un perro, eres basura. ¡No mereces llevar esta piel humana ni ser humano!”. ¿Suenan desagradables estas palabras? (No). A vosotros no os suenan desagradables, pero ¿a esta clase de basura no le suenan acaso muy desagradables? (Sí). ¿Tiene corazón esta clase de basura? (No). Por tanto, ¿pueden distinguir si alguien está diciendo cosas buenas o malas sobre ellos? Cuando la gente sin corazón se encuentra con cualquier asunto, no cambiarán su actitud de pasarse los días sin hacer nada. Piensan que está bien mientras les beneficie y saquen rédito y se sientan cómodos. Por tanto, sea lo que sea lo que digan los demás, a ellos no les importa. Su típico dicho es: “No importa lo que digas, no importa cómo me veas o me evalúes ni cómo me clasifiques o lidies conmigo, ¡me da igual!”. ¿No son estas personas simplemente basura? Digas lo que digas, no tienen sentimientos y no se lo toman en serio. ¿Por qué no se lo toman en serio? Son meros zánganos y no tienen corazón. La gente sin corazón no tiene dignidad ni integridad, no les importa nada de lo que digas y, por mucha severidad con la que les hables, no sentirán una punzada en el corazón. Solo aquellos con dignidad, integridad y razón sentirán dolor y una punzada en el corazón al oír tales palabras. Dirán: “Ha sido una manera muy miserable de comportarme, ha causado que la gente me menosprecie y he perdido la dignidad, así que nunca más voy a actuar de esta manera. Quiero recobrar mi dignidad y no provocar que la gente me menosprecie. Me esforzaré por recuperar mi honor y haré lo que haga falta para vivir con dignidad y satisfacer a Dios”. Les crea una sensación cuando hay palabras que hieren su dignidad y pinchan en hueso, en un punto débil; son personas con corazón. Cuando aquellos que tienen sentimientos y poseen dignidad oyen enunciados que son correctos y ven cosas positivas y distinguen entre lo que es correcto y lo que no, se deciden a cambiar porque tienen dignidad y no quieren que otros los menosprecien. Estos zánganos e inútiles no tienen dignidad y, por tanto, independientemente de lo que les digas, de lo correctos o precisos y conformes a la verdad que sean tus enunciados o de cuántas de tus afirmaciones sean cosas positivas, no tienen ningún efecto en estas personas y no las conmoverán lo más mínimo. Una persona sin dignidad no tiene sentimientos en absoluto respecto a cualquier cosa positiva, cualquier veredicto o exposición, ni tiene la actitud adecuada respecto a qué clase de senda de vida elegir. Por eso, independientemente de lo que les digas y de cómo los dejes en evidencia o los definas, rehúsan por completo aceptarlo y no les importa. Por tanto, ¿sirve de algo predicar la verdad y darles sermones a tales personas? ¿Sirve de algo podarlas? ¿Sirve de algo juzgarlas y castigarlas? ¡No! Son simplemente inútiles. Pasan sus días por inercia y pertenecen a la categoría de las bestias; para ser precisos, no son humanos. No merecen oír las palabras de Dios. Si estos inútiles, estos parásitos, se convierten en líderes de la iglesia, ¿pueden detectar los problemas que están presentes en esta? ¿Pueden resolverlos? Desde luego que no. Si el pueblo escogido de Dios plantea un problema, ¿pueden resolverlo? Está claro que tampoco. Son incapaces de resolver cualquier problema, así que ¿cómo pueden hacer el trabajo de un líder? ¡Eso sería impensable! Como líderes y obreros, la gente debe al menos ser capaz de resolver problemas que estén presentes en el trabajo de la iglesia y los que existan con la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios. Si se forman durante un tiempo y llegan a tener algo de experiencia, y pueden además hablar sobre algunas verdades y sobre algunos testimonios vivenciales, entonces poco a poco pueden volverse competentes para el trabajo de líder. Si no son capaces de descubrir ni de resolver ningún problema, de ningún modo pueden hacer el trabajo de un líder; entonces es que son falsos líderes y hay que destituirlos y elegir a nuevos líderes.
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