Punto 9: Cumplen con su deber solo para distinguirse a sí mismos y satisfacer sus propios intereses y ambiciones; nunca consideran los intereses de la casa de Dios, e incluso los venden y los intercambian por gloria personal (I) Parte 3
Después de llegar a Occidente, muchos chinos quieren inculcar a los occidentales su cultura tradicional y aquello que creen correcto y bueno. De igual modo, los occidentales no quieren verse superados y creen que su cultura tradicional también tiene mucha historia. Por ejemplo, la antigua Roma, el antiguo Egipto y la antigua Grecia, todos ellos llevan el adjetivo “antiguo” delante, y son culturas de más de tres mil años. Al mirarlo en función de este número, aquí hay cierta herencia cultural y las cosas que esta ha producido son consideradas entre la especie humana como la quintaesencia de la vida humana y el resumen de los aspectos más sobresalientes que han salido de la vida, la existencia y la conducta de la especie humana. ¿Cómo se le llama a lo más sobresaliente que transmite la especie humana? Cultura tradicional. Una generación tras otra de gente ha transmitido esta cultura tradicional y todo el mundo piensa en su fuero interno que es lo mejor. Da igual si la gente puede apegarse a ello o no, en general, la gente de todas las razas lo ve como algo que está por encima de todo lo demás y lo considera la verdad. Por tanto, cada raza de personas tiene algunas cosas tradicionales que resisten el escrutinio y tienen una influencia especialmente profunda en ellas, y se sirven de estas cosas para pugnar entre ellas y compararse, e incluso tratan de superarse unas a otras. Por ejemplo, los chinos dicen: “¡Nuestro licor blanco es bueno, tiene un muy alto contenido en alcohol!”. Los occidentales dicen: “¿Qué tiene de especial vuestro licor? El contenido en alcohol es tan alto que te intoxicas si lo bebes y además es muy malo para el hígado. El vino tinto que bebemos los occidentales tiene poco alcohol, apenas hace daño al hígado y encima ayuda a la circulación de la sangre”. Los chinos dicen: “Nuestro licor blanco también ayuda a la circulación de la sangre y lo hace muy bien. En cuanto lo bebes, se te sube a la cabeza y te resplandece toda la cara. Ese vino tinto vuestro no es lo bastante fuerte, no te emborrachas por mucho que bebas. Como ves, tenemos una cultura del alcohol para beber alcohol y una cultura del té para beber té”. Los occidentales replican: “Nosotros también tenemos una cultura del té para beber té y una cultura del café para beber café, una cultura del alcohol para beber alcohol y, hoy en día, incluso una cultura de la comida rápida”. Al compararse, nadie cede ante el otro ni acepta nada de nadie. Todos piensan que sus propias cosas son la verdad, pero de hecho ninguna de ellas lo es. Si dejamos de lado a los no creyentes, lo más lamentable es que ni siquiera los que creen en Dios, y peor aún, aquellos que aceptaron esta etapa de la obra hace veinte o treinta años, se dan cuenta de que estas cosas no son la verdad en absoluto. Hay algunos que dicen: “¿Está bien decir que está relacionado con la verdad?”. Ni siquiera está bien decir que lo está. No es la verdad, no tiene asociación ni conexión de ningún tipo con la verdad, no son parecidas ni son la misma cosa. Del mismo modo que el cobre sigue siendo cobre por muy chapado en oro que esté o mucho que se pula, mientras que el oro sigue siendo oro, aunque no esté pulido, brillante ni lustroso; se trata de cosas diferentes.
Hay quienes preguntan: “¿Es fácil que acepten la verdad aquellos que han recibido una educación y un condicionamiento culturales y tradicionales más o menos buenos?”. No, son dos cosas distintas. Solo su estilo de vida es en cierto modo diferente, pero las actitudes de la gente hacia aceptar la verdad, sus diversos pensamientos y puntos de vista y el alcance de la corrupción de toda la raza humana son lo mismo. Cuando Dios comenzó a hablar en esta etapa de Su obra, la de los últimos días, lo hacía en el contexto del pueblo chino y dirigía Sus palabras a este. Pasaron treinta años y al difundirse estas palabras a todas las diversas razas en otras partes de Asia y en lugares como Europa, América y demás, después de leerlas, todas las personas, ya sean de piel negra, blanca, morena o amarilla, dicen: “Estas palabras hablan sobre nosotros”. Las palabras de Dios dejan en evidencia las actitudes corruptas de todos los seres humanos. Poca gente dice: “Estas palabras van dirigidas a vosotros, los chinos. Hablan sobre vuestras actitudes corruptas, nosotros no las tenemos”. Solo un pequeño número de personas, aquellos que no tienen comprensión espiritual, dirían esas cosas. En el pasado, los surcoreanos lo malinterpretaban de ese modo. Creían que los surcoreanos vivían bajo un sistema social democrático y libre, y que estaban influidos por la cultura cristiana, así como por miles de años de cultura coreana, de modo que su raza era más distinguida y noble que la de los chinos. ¿Por qué pensaban eso? Porque después de que muchos chinos llegaran a Corea del Sur, convirtieron los lugares a los que fueron en poco higiénicos y muy ruidosos, los robos y los delitos aumentaron, y esto tuvo algunos efectos adversos en el clima social. Por tanto, los hermanos y hermanas de Corea del Sur creían que “los chinos son los vástagos del gran dragón rojo y los descendientes de Moab. Nosotros los surcoreanos no hemos sido corrompidos por el gran dragón rojo”. ¿Qué implicaban al decir eso? “No hemos sido corrompidos por el gran dragón rojo, así que no somos tan corruptos como los chinos. Los chinos son más corruptos que nosotros. Somos mejores que ellos”. ¿Qué querían decir con “mejores”? (Más educados). En cierto sentido, se refiere a la conducta. En otro aspecto, creían de todo corazón que la cultura tradicional que la nación surcoreana había cultivado y aceptado desde el principio de la historia era noble, más que la cultura y las tradiciones de la nación china, y que el pueblo y la raza condicionados por este tipo de cultura tradicional eran más nobles que los condicionados por la cultura tradicional china. Por tanto, cuando leyeron las palabras de Dios y vieron que Dios decía “Sois basura”, pensaron que Él se refería al pueblo chino. Los hermanos y hermanas chinos dijeron: “El ‘sois’ del que habla Dios se refiere a la especie humana”. Los surcoreanos dijeron: “No es cierto, Dios habla de ‘vosotros’, no de nosotros. Lo que Dios está dando a entender no incluye a los surcoreanos”. Eso pensaban. Es decir, fuera cual fuera el aspecto desde el que miraban las cosas, sus puntos de vista y perspectivas no partían de la verdad y mucho menos de una visión objetiva y justa. En cambio, observaban las cosas a partir del contexto de una raza y una cultura tradicional. Por consiguiente, fuera cual fuera su forma de ver las cosas, los resultados subsecuentes eran contrarios a la verdad. Dado que no importaba cómo consideraran las cosas, su punto de partida siempre era que: “Todo lo relacionado con nuestra gran nación surcoreana es lo correcto, todo en ella representa el estándar y es lo correcto”. Todo lo consideraban y medían desde una perspectiva y un punto de partida erróneos, por lo que los resultados, tal y como los percibían, ¿eran correctos o incorrectos? (Incorrectos). No cabe duda de que estaban equivocados. Entonces, ¿cuál debería ser el estándar con el que se valora todo? (La verdad). Ha de ser la verdad, ese es el estándar. El suyo era equivocado de por sí. Valoraban todas las cosas y todos los acontecimientos desde una perspectiva y un punto de vista equivocados, por lo que los resultados de su valoración eran sin duda erróneos, no eran justos, correctos y ni mucho menos objetivos. Por tanto, les resultaba difícil aceptar algunas cosas ajenas y, es más, su forma de pensar era muy extrema, cerrada, estrecha de miras y propensa a la impetuosidad. ¿De dónde procedía esa impetuosidad? De que dijeran lo que dijeran, tenían que mencionar “nuestra gran nación surcoreana” e insistían en añadir la palabra “gran”. ¿Qué significa “gran”? ¿Acaso esa palabra no implica arrogancia? Si viajas por el mundo o miras un mapa, ¿qué tamaño tiene Corea del Sur? Si realmente fuera más grande que otros países y pudiera decirse que de veras lo es, entonces vale, llámalo “gran”. Pero comparado con otros países del planeta, Corea del Sur no es un lugar grande, así que ¿por qué insisten en llamarlo “gran”? Además, no importa si un país es grande o pequeño, las reglas y la cultura tradicional que produce no provienen de Dios ni mucho menos de la verdad. Esto se debe a que antes de que una persona acepte la verdad y la salvación de Dios, todas las ideas que acepta provienen de Satanás. ¿Qué les producen a las personas todas las ideas, las opiniones y la cultura tradicional generadas por Satanás? Desorientan, corrompen, atan y restringen a las personas, y el resultado es que la humanidad corrupta tiene pensamientos estrechos de miras y extremos, así como puntos de vista parciales y tendenciosos, hasta el punto de resultar ridículos y absurdos: estas son las consecuencias de la corrupción de Satanás en la especie humana. Así pues, cuando la gente de muchos países e incluso algunas razas oyen las palabras “Dios se hizo carne en China”, ¿cuál es su primera reacción? Una palabra: ¡imposible! ¿Dónde creen que debía haber sido? (En Israel). Eso es, en Israel. A la gente le gusta mucho seguir los preceptos y apegarse a nociones. Creen que Israel es el lugar donde Dios ha hecho obra y, por tanto, Dios debería aparecer en Israel o en algún imperio poderoso que ellos veneren, o piensan que Dios debería aparecer en un país que en sus nociones y figuraciones fue una vez una civilización antigua. China no es precisamente un país así, por lo que para ellos es difícil aceptar el testimonio de que Dios se ha hecho carne en China y solo con esto es suficiente para hacerles perder esta oportunidad de salvarse. ¿Quién ha causado esto? (Ellos mismos). Dado que albergan esa noción y se han vuelto rebeldes y no buscan la verdad para resolver el problema en absoluto, se han hecho un daño terrible a sí mismos y han arruinado su única oportunidad de lograr la salvación.
Muchas de las figuraciones y nociones que tiene la gente cuando no entiende la verdad, e incluso algunas de las cosas que idolatra, son muy ridículas y absurdas. Una señora surcoreana, que está en Estados Unidos y le gusta el país, entabla contacto con estadounidenses y uno de ellos le pregunta: “La Fiesta de la Primavera está a la vuelta de la esquina. ¿Qué coméis los chinos en la Fiesta de la Primavera?”. Ella responde: “No soy china, soy surcoreana”. El estadounidense replica: “¿Es que los surcoreanos no celebran también la Fiesta de la Primavera?”, a lo que ella responde: “Nosotros, los surcoreanos, no celebramos la Fiesta de la Primavera”. El estadounidense dice: “Pensaba que los surcoreanos celebran la Fiesta de la Primavera, como los chinos”. El tono de ella ahora es extremadamente abrupto: “¡No somos iguales que los chinos! ¿Te parece que está bien pensar que celebramos la Fiesta de la Primavera? ¡Es un grave insulto a nuestra dignidad como surcoreanos!”. ¿De verdad los surcoreanos no celebran la Fiesta de la Primavera? (Sí la celebran). De hecho, los surcoreanos también celebran la Fiesta de la Primavera. Así pues, ¿por qué dijo que los surcoreanos no la celebran? Debatamos sobre este asunto. ¿Es correcto celebrar la Fiesta de la Primavera o no? ¿Podéis explicar este asunto con claridad? Para los extranjeros, celebrar la Fiesta de la Primavera no es algo vergonzoso. Es un ritual especial que conmemora un día importante en la vida de la gente. Para los humanos que viven en este mundo de la cultura tradicional, celebrar la Fiesta de la Primavera no es un error ni algo vergonzoso, así que ¿por qué la mujer no se atreve a admitir que celebra la Fiesta de la Primavera? Porque en cuanto admita que la celebra, dejará de estar occidentalizada y se la catalogará como persona tradicional del Asia oriental, y no quiere que la gente piense que es una mujer de esas características. Quiere que se piense que no sigue las tradiciones del Asia oriental, que no entiende de ese tema o incluso que no sabe nada sobre tales tradiciones. También quiere que sepan que habla inglés fluido, se tiñe el pelo de rubio, se pone lentes de contacto azules, se viste como una occidental y es tan atrevida y desinhibida, liberada, independiente y perspicaz como las mujeres occidentales; así es como quiere que la gente la considere. Por tanto, guiada por este pensamiento, cada vez que le ocurre algo, actúa de acuerdo con esa idea. Cuando alguien le pregunta si los surcoreanos celebran la Fiesta de la Primavera, ella responde: “Los surcoreanos no celebramos la Fiesta de la Primavera”. Si sus conocidos le dijeran: “Claro que celebramos la Fiesta de la Primavera, ¿por qué dices que no?”, ¿qué respondería ella? “Estúpido. Si digo que celebramos la Fiesta de la Primavera, ¿acaso no sabrán que soy una surcoreana tradicional?”. Quiere que la gente piense que nació y creció en Estados Unidos. Si le preguntaras: “Tú naciste aquí, pero ¿cuántas generaciones lleva aquí tu familia?”, ella respondería: “Nuestros antepasados se criaron en este país”. Cree que esto es un símbolo de identidad y estatus, así que llega a decir esta mentira y no le asusta que los demás la descubran. ¿Qué clase de pensamiento es este? ¿Merece la pena mentir sobre este asunto? ¿Merece la pena arriesgarse? No, no merece la pena. Incluso un asunto tan pequeño puede dejar en evidencia los pensamientos y puntos de vista de una persona. ¿Qué clase de pensamientos y puntos de vista se dejan en evidencia? Algunas chicas chinas son muy guapas, pero insisten en teñirse el pelo de rubio, se lo rizan, se ponen lentes de contacto de varios tonos para cambiar su color de ojos y poder pasar por extranjeras; es realmente incómodo de presenciar. ¿Por qué insisten en ser esa clase de persona? ¿Es que cambia su linaje cuando empiezan a vestirse así? Aunque haya cambiado su linaje y en su próxima vida se reencarnen en una persona blanca o en alguien de una raza que tienen en alta consideración, ¿entonces qué? ¿Sois capaces de ver este asunto con claridad? Si alguien insiste en comportarse así con cierto estilo y temperamento y en hacerse pasar por un miembro de una nación o raza que veneran, ¿cuál es el motivo? ¿Hay algún pensamiento subyacente que gobierne esto? ¿Qué pensamiento es ese? Es como esa mujer surcoreana; cuando los estadounidenses le preguntan si sabe jugar al tenis de mesa, dice: “¿Qué es el tenis de mesa? Solo los chinos juegan a eso. Nosotros jugamos al tenis y al golf”. ¿Qué clase de persona puede comportarse y hablar así? ¿No es un tanto falsa? ¡Todo lo que hace es falso y su vida se vuelve agotadora! ¿Os comportaríais vosotros así? Algunos chinos que han vivido en occidente durante décadas ya no saben hablar chino cuando regresan a su ciudad natal. ¿Esto es malo? (Sí). Hay quien dice: “No debemos olvidar nuestras raíces. Dios también dice que la gente no debería olvidar sus raíces. Dios es la raíz de las personas. Él creó a las personas y todo en ellas tiene su origen en Dios, así que como seres creados, las personas deben adorar a Dios; esto es lo que significa no olvidar las propias raíces”. ¿No es así? Todas las situaciones encierran una verdad que se debe buscar, pero la gente no busca la verdad y se apega por completo a la cultura tradicional. ¿Por qué razón? Alguna gente dice: “Nunca olvidamos nuestras raíces. Vayamos donde vayamos, reconocemos que somos chinos y que nuestro país es pobre y retrasado. Nunca jamás vamos a olvidar nuestras raíces”. ¿Es esto correcto? Todos estos problemas, por una parte, se deben a la influencia y la educación excesivamente profundas de estas supuestas culturas tradicionales en la especie humana. Otro aspecto es que incluso después de que la gente haya escuchado sermones durante tantos años, no contemplan ni buscan con esmero cuál es la verdad. En su lugar, se sirven a menudo de la cultura tradicional y de cosas decadentes que ya tienen, que ya han aprendido y que por tanto están firmemente arraigadas y hacen pasar por verdades. Este es el segundo aspecto. En tercer lugar, después de escuchar sermones, la gente no busca la verdad en las palabras de Dios. En su lugar, se sirven de perspectivas tradicionales y del conocimiento y el aprendizaje en las nociones humanas que ya conocen para valorar las palabras de Dios. Así que, hasta ahora, aunque la gente haya escuchado muchos sermones, los supuestos principios de conducta y los presuntos principios de desempeñar el propio deber y servir a Dios que la gente transmite mediante el boca a boca se basan a menudo en algún conocimiento, en algunos proverbios y dichos comunes que consideran correctos. Por ejemplo, si alguna persona hace algo erróneo y los líderes de la iglesia o los hermanos y hermanas la podan, pensará: “Uf, es como esos dichos: ‘Es inútil decapitar a un hombre muerto’ y ‘No muerdas la mano amiga’. He aceptado con paciencia este pequeño defecto mío con una sonrisa; ¿por qué sigues dejándome en evidencia a causa de ello?”. En apariencia escuchan y se someten con obediencia, pero en realidad, en el fondo de su corazón se sirven de nociones tradicionales para contradecir y desafiar a los líderes de la iglesia o a los hermanos y hermanas. ¿Cuál es la razón de su desafío? Lo que sucede es que piensan que los dichos: “Es inútil decapitar a un hombre muerto” y “No muerdas la mano amiga” son verdades fehacientes y son correctos, y que es un error que cualquiera los pode y los deje en evidencia constantemente, sin el menor atisbo de sentimiento, y eso no es la verdad.
¿Habéis obtenido un entendimiento más profundo de la verdad a partir del contenido que acabamos de compartir? (Sí). Alguno puede que diga: “Ahora que Tú nos has dicho esto, no sabemos a qué principios deberíamos atenernos en la práctica. Sin estas culturas tradicionales ni estas nociones y este conocimiento, ¿cómo deberíamos vivir y actuar? Sin que nos gobiernen estas cosas, ¿cómo podemos abrir la boca y predicar las palabras de Dios? Sin tales cosas, ¿acaso no desaparece el fundamento para que prediquemos las palabras de Dios? ¿Qué es lo que nos queda entonces?” Bien, lo que les digo es que, si de veras no posees estas cosas, resultará más fácil buscar la verdad, aceptarla y regresar a Dios. Antes, cuando abrías la boca, lo único que salía de ella eran filosofías satánicas y conocimiento cultural como “Las personas inteligentes saben someterse a las circunstancias”, “No muerdas la mano amiga”, “Es inútil decapitar a un hombre muerto” y demás. Ahora lo meditas y piensas: “No puedo decir eso, estos dichos se equivocan, han sido repudiados y condenados, ¿qué debería decir entonces? Debería seguir leyendo las palabras de Dios de manera dócil y adecuada, y que estas me sirvan de fundamento”. La gente realiza su deber y sigue a Dios, pero cada vez que abre la boca, lo único que sale de ella son proverbios, dichos y algunos elementos y puntos de vista que extraen de la cultura tradicional. Nadie puede exaltar ni dar testimonio de Dios por completo cada vez que algo le sucede ni decir “Dios dice esto” o “Dios dice aquello”. Nadie habla así, nadie abre la boca y suelta palabras de Dios. No eres capaz de soltar palabras de Dios, pero sí estos dichos comunes, así que ¿de qué exactamente está lleno tu corazón? De todo aquello que proviene de Satanás. Algunas personas, cuando su líder de equipo revisa su trabajo, dicen: “¿Qué revisas? Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas. Si siempre dudas de mí, ¿por qué me usas entonces? Busca a otro que lo haga”. Creen que esta es la manera correcta de actuar y no permiten que otros los supervisen y critiquen. Hay otras personas que han sufrido mucho al hacer sus deberes, pero como no han buscado los principios y han causado trastornos y perturbaciones a la obra de la iglesia, se las acaba reemplazando y además se las poda. Después de escuchar algunos comentarios condenatorios, se ponen desafiantes y piensan: “Hay un dicho que dice: ‘Puede que no haya ganado crédito alguno, pero de todos modos lo he intentado y me he esforzado’. Solo cometí este pequeño error, ¿qué importa?”. Al haber aprendido primero este dicho popular, y por tanto tenerlo firmemente arraigado, este los gobierna e influye en sus pensamientos y son propensos a usarlo —en este entorno y después de que la situación tenga lugar— como base para desafiar y no someterse a que la casa de Dios los trate. Al ser esas las circunstancias, ¿pueden todavía someterse? ¿Les sigue resultando fácil aceptar la verdad? Aunque se sometan de cara al exterior, lo hacen porque no les queda alternativa y es su último recurso. Si bien parece que no se resisten, en su corazón sigue habiendo resistencia. ¿Es esto verdadera sumisión? (No). Esto es actuar por inercia, no es verdadera sumisión. Aquí no hay sumisión, solo racionalización, negatividad y oposición. ¿Cómo surgen esta racionalización, negatividad y oposición? Surgen de este dicho: “Puede que no haya ganado crédito alguno, pero de todos modos lo he intentado y me he esforzado”. ¿Qué clase de carácter hizo surgir este dicho en tales personas? La desobediencia, la intransigencia, la oposición y la racionalización. ¿Habéis ganado entendimiento adicional de la verdad a partir de esta charla? Una vez que hayáis diseccionado y discernido estas cosas negativas con claridad y las hayáis extraído de vuestro corazón, seréis capaces de buscar la verdad y de practicarla cada vez que algo os ocurra, porque has renunciado a las cosas viejas y estas ya no pueden inducirte a confiar en ellas a la hora de hacer tu deber y servir y seguir a Dios. Esas cosas ya no son los principios de tu conducta, ya no son los principios a los que deberías atenerte al hacer tus deberes y ya se han criticado y condenado. Si las tomas y las vuelves a usar, ¿qué ocurrirá en el fondo de tu corazón? ¿Serás igual de feliz? ¿Estarás tan seguro de que tienes razón? Está claro que eso es poco probable. Si de veras se te despoja de esas cosas en tu interior, deberías buscar en las palabras de Dios cuáles son exactamente los verdaderos principios y cuáles son en concreto los requerimientos de Dios. La gente dice a menudo: “Haz lo que te manden, o no ganarás nada ni siquiera con tus esfuerzos más esmerados”. ¿Este dicho es correcto o incorrecto? Sin duda, es incorrecto. ¿En qué sentido? ¿Hacer lo que te mande quién? ¿A quién se refiere “haz lo que te manden”? A tu empleador, tu jefe, tu superior. Es un concepto equivocado. Dios no es tu empleador ni tu jefe ni tu gerente. Dios es tu Dios. Los gerentes, jefes y superiores son de la misma clase y están al mismo nivel que las personas. En esencia, son lo mismo; todos son seres humanos corruptos. Los escuchas, te pagan un salario y haces lo que te piden. Te pagan por el trabajo que desempeñas, sea cual sea, nada más. ¿Qué significa “ganarás” en la frase “o no ganarás nada ni siquiera con tus esfuerzos más esmerados”? (Crédito). Crédito y remuneración. El impulso para tus acciones es que te paguen. Esto no requiere lealtad ni obediencia, así como tampoco búsqueda de la verdad ni adoración; no hay nada de eso, es solo una transacción. Eso es precisamente algo que se critica y condena en el transcurso de tu fe en Dios, de llevar a cabo tu deber y perseguir la verdad. Si consideras el dicho: “Haz lo que te manden, o no ganarás nada ni siquiera con tus esfuerzos más esmerados” como una verdad, eso es un grave error. Cuando intentes hacer entender la verdad a ciertas personas, sus reacciones serán lentas y torpes, y, por mucho que coman y beban las palabras de Dios, no podrán entender siquiera una o dos verdades, así como tampoco serán capaces de recordar siquiera una o dos frases de las palabras de Dios. Sin embargo, en lo que respecta a las muletillas, los proverbios y los dichos comunes que se difunden con frecuencia entre la población y estas cosas que dice a menudo la gente corriente, las aceptan con extrema rapidez. No importa lo estúpida que sea una persona, hasta ella acepta estas cosas así de rápido. ¿Cómo puede ser esto? Sea cual sea tu raza o tu color, al final todos sois seres humanos de la misma especie. Solo Dios pertenece a una especie diferente a la de los seres humanos. Estos siempre pertenecerán a la misma especie que otros seres humanos. Por tanto, cada vez que Dios hace algo, a toda la especie humana no le resulta fácil aceptarlo, mientras que, cada vez que alguien entre la especie humana hace algo, da igual quién sea o lo humilde que sea la persona que lo haga, lo aceptarán rápido, siempre que se conforme a las nociones de todo el mundo, porque todas las ideas, los puntos de vista, las maneras de pensar y los niveles y las sendas de entendimiento de las personas son en esencia los mismos, solo difieren en pequeños grados. Por tanto, en cuanto alguien diga algo que sea propio de las nociones y no sea consistente con la verdad, habrá quien lo acepte al instante, y así es sencillamente como son las cosas.
¿Habéis entendido más o menos qué es la verdad y qué cosas no son la verdad, aunque aparenten serlo? ¿Qué otras de este estilo se os ocurren? Ahora mismo todavía no podéis decirlas así sin pensar, ya que no cuentan como conocimiento, no son como algo en un libro a lo que puedas acudir solo con hojear las páginas. En cambio, son cosas que no podéis evitar decir en voz alta cada vez que algo ocurre, de una manera extremadamente natural que no sois capaces de controlar. Eso prueba que estas cosas se han convertido en vuestra vida y os han calado hasta los huesos. Sois incapaces de recordarlas cuando se os requiere hacerlo, pero tampoco os podéis resistir a decirlas cuando se os pide que no lo hagáis. Cada vez que ocurre algo, esos puntos de vista distorsionados saldrán a la luz, esto es un hecho. Dedicad un tiempo a experimentar. De ahora en adelante deberíais prestar atención a aquello que la gente dice a menudo y cree que es correcto. Hemos mencionado con anterioridad algunos de los venenos del gran dragón rojo y de las filosofías de Satanás para los asuntos mundanos. Puede que estas cosas sean fáciles de discernir desde la perspectiva de su significado literal, es decir, la gente puede darse cuenta enseguida de que no cabe duda de que no son la verdad y tener claro que son el veneno del gran dragón rojo y que detrás de ellas se esconden intrigas astutas. Se trata de aspectos fáciles de discernir y he de reconocer que más o menos sois capaces de desgranarlos cuando se os pide que los diseccionéis. Os habéis despojado de estas cosas que son obviamente satánicas, pero sigue habiendo muchos dichos en vuestro corazón, como “Soportar la humillación y llevar una pesada carga”, “Dormir sobre maleza y lamer la hiel”, “No muerdas la mano amiga”, “Una causa recta atrae abundante apoyo, una injusta halla poco” y “Un caballero no come limosnas ofensivas”. En el fondo de vuestro corazón, puede que todavía consideréis correctos estos dichos y penséis: “Son muy preciados. En estos dichos se halla todo lo que es decente en lo que respecta a cómo debería comportarme en esta vida” y se trata de cosas que todavía no han salido a la luz. Una vez que salgan a la luz por completo y tengas discernimiento sobre ellas, en el futuro, cuando estas cosas culturales tradicionales aparezcan, ya sea por una reacción natural o por un reflejo de las condiciones objetivas, te darás cuenta de inmediato de que no son correctas y de que sin duda no son la verdad. En ese momento, tu nivel de conocimiento y reconocimiento de la verdad serán más elevados que ahora. ¿Qué quiero decir con “más elevados que ahora”? Quiero decir que habrás alcanzado cierta estatura, tu capacidad para discernir habrá mejorado, tu experiencia y entendimiento de la verdad serán más profundos que ahora y percibirás qué es la verdad en realidad. Puede que en este momento pienses: “Todas las culturas tradicionales que provienen de Satanás y que se desarrollaron a partir del trasfondo cultural de todos los grupos étnicos de este mundo se equivocan”. Esta es una forma general de expresarlo, pero puede que todavía no sepas cuáles se equivocan ni en qué sentido. Por tanto, debes diseccionarlas y entenderlas cada una por su cuenta, y luego alcanzar el punto en el que puedas desprenderte de ellas, condenarlas, separarte por completo de ellas y no vivir según ellas sino según las palabras de Dios. Ahora mismo, puede que únicamente sepas de acuerdo con tu voluntad subjetiva que estos proverbios, dichos comunes, máximas famosas y esas palabras que circulan a menudo no tienen nada que ver con las de Dios y no son la verdad, pero cada vez que ocurre algo, sigues utilizándolas de manera inconsciente para condenar a los demás, refrenarte a ti mismo y guiar tu comportamiento. Restringen y manipulan tus pensamientos y puntos de vista, lo que puede acarrear problemas y afectar a tu entrada en la verdad. Aunque puede que un día estas cosas de Satanás todavía aparezcan en tu corazón, si eres capaz de discernirlas, vivir sin basarte en ellas y practicar de acuerdo con los principios-verdad, de veras tendrás estatura. ¿Cuentas ahora con esta estatura? Todavía no. Si hay un dicho que todos reconocéis como correcto, y si tal vez se pueden encontrar afirmaciones similares en las palabras de Dios —aunque no estén expresadas de la misma manera—, podéis creer erróneamente que este dicho también es la verdad y es lo mismo que las palabras de Dios. Si todavía no puedes ver estas cosas con claridad y te sigues aferrando a las palabras del ser humano y no estás dispuesto a renunciar a ellas, este dicho influirá en tu entrada en la verdad, ya que no son las palabras de Dios ni pueden sustituir a la verdad.
Hoy en día hablo continuamente sobre qué es la verdad. Eso significa que me pongo serio con vosotros. Para que entendáis la verdad, debemos tomar las diversas ideas y puntos de vista de la gente, sus buenas acciones e intenciones y algunos dichos correctos y prácticas de sentido común en los que la gente confía para vivir, así como algunas ideas y puntos de vista de la cultura tradicional, y diseccionarlos y discernirlos todos para ver si de veras se ajustan a la verdad y tienen algo que ver con ella. Si crees que son la verdad, ¿en qué te basas para hacer esta afirmación? Si determinas que son la verdad sobre la base de teorías y enseñanzas satánicas, perteneces a Satanás. Si estas cosas no se corresponden con la verdad, proceden de Satanás, por lo que es necesario diseccionar cuál es exactamente su esencia. En particular, uno debe tener una comprensión y una actitud correctas hacia los muchos dichos y puntos de vista de la cultura tradicional que se han transmitido de boca en boca de una generación a la siguiente. Solo así se puede realmente entender y conocer lo que es en efecto la verdad, así como comprender de forma precisa lo que Dios exige de las personas y entender lo que realmente significa la frase: “Todo lo que Dios dice es la verdad”. Asimismo, esto permite a las personas saber por qué —dado que los seres humanos tienen estos puntos de vista y dichos que al parecer se conforman con la ética moral, la humanidad y las convenciones seculares de las relaciones humanas, y dado que tienen estas ideas, puntos de vista y dichos en los que confían para vivir— Dios sigue expresando verdades para salvar a las personas y, además, por qué dice Dios que solo la verdad puede salvar a las personas y transformarlas. Está claro que en esto se hallan verdades. Cuando menos, una cuestión es que las ideas, puntos de vista y dichos en los que la gente confía en la vida provienen y los resume la especie humana corrupta, son nociones y figuraciones de la gente, y no tienen nada en absoluto que ver con la verdad. Además, estas cosas entran esencialmente en conflicto con la verdad y son hostiles a ella. No pueden reemplazar a la verdad, desde luego no son la verdad y no lo serán nunca. Desde la perspectiva de Dios, estas cosas se definen como equivocadas y se condenan, y no son la verdad en absoluto. Las acciones de Dios y la verdad que Él expresa no tienen nada que ver con estas cosas. Es decir, la verdad que expresa Dios no guarda ningún tipo de relación con las convenciones seculares de las relaciones humanas de la humanidad corrupta ni con las culturas tradicionales de la gente ni con sus ideas, puntos de vista y buenas acciones, así como tampoco con sus definiciones de moralidad, dignidad y de las cosas positivas. Al expresar la verdad, Dios expresa Su carácter y esencia; Su expresión de la verdad no se basa en las diversas cosas y afirmaciones positivas que la gente cree que la especie humana ha resumido. Las palabras de Dios son las palabras de Dios; las palabras de Dios son la verdad. Son el único fundamento y ley que rige la existencia de la especie humana y Dios condena todos esos presuntos principios que tienen su origen en el hombre y están equivocados y son absurdos. No reciben Su aprobación, y ni mucho menos son origen o fundamento de Sus declaraciones. Dios expresa Su carácter y esencia con Sus palabras. Todas las palabras nacidas de la expresión de Dios son la verdad, ya que Él tiene la esencia de Dios y es la realidad de todas las cosas positivas. Independientemente de cómo esta especie humana corrupta oriente o defina las palabras de Dios, o de cómo las contemple o entienda, las palabras de Dios son eternamente la verdad, y esto es un hecho que nunca se altera. Por muchas palabras que Dios haya pronunciado y por más que las condene y rechace esta especie humana corrupta y perversa, hay un hecho que es siempre inmutable: las palabras de Dios siempre serán la verdad, y el hombre nunca puede cambiar esto. Al final, el hombre debe admitir que las palabras de Dios son la verdad, y que la estimada cultura tradicional y el conocimiento científico de la especie humana nunca podrán convertirse en cosas positivas, y nunca podrán convertirse en la verdad. Esto es indiscutible. La cultura tradicional y las estrategias de supervivencia de la especie humana no se convertirán en la verdad a consecuencia de los cambios o del paso del tiempo, y tampoco las palabras de Dios se convertirán en palabras del hombre porque la especie humana las condene o las olvide. La verdad es siempre la verdad, esta esencia nunca cambiará. ¿Qué hechos existen en ella? Que estos dichos comunes que la especie humana ha resumido encuentran su origen en Satanás y en las figuraciones y nociones humanas, o surgen de la impulsividad y las actitudes corruptas de los humanos, y no tienen absolutamente nada que ver con las cosas positivas. Las palabras de Dios, por otra parte, son expresión de la esencia y el estatus de Dios. ¿Por qué expresa estas palabras? ¿Por qué digo que son la verdad? Porque Dios es soberano sobre todas las leyes, las reglas, las causas, las esencias, las realidades y los misterios de todas las cosas. Los capta en Su mano. Por tanto, solo Dios conoce las reglas, las realidades, los hechos y los misterios de todas las cosas. Dios conoce el origen de todo, y sabe cuál es exactamente la raíz de todas las cosas. Solo las definiciones para todas las cosas presentadas en las palabras de Dios son las más exactas, y solo ellas son los estándares y principios para la vida de los seres humanos y las verdades y criterios en base a los cuales viven los seres humanos, mientras que las leyes y teorías satánicas en las que ha confiado el ser humano para vivir desde que Satanás lo corrompiera son al mismo tiempo contrarias al hecho de que Dios es soberano sobre todas las cosas y al hecho de que Dios es soberano sobre las leyes y las reglas de todas las cosas. Todas las teorías satánicas del ser humano surgen de sus nociones y figuraciones, y provienen de Satanás. ¿Qué clase de papel desempeña Satanás? Primero, se presenta a sí mismo como la verdad; a continuación, perturba, destruye y pisotea todas las leyes y reglas de todas las cosas que ha creado Dios. Por tanto, aquello que proviene de Satanás se ajusta demasiado bien a la esencia de Satanás y está lleno del perverso propósito de Satanás, de falsificaciones y simulaciones, y de su siempre inmutable ambición. Por mucho que los humanos corruptos puedan discernir estas filosofías y teorías de Satanás, y por mucha gente que pregone, promueva y siga estas cosas, y por muchos años y eras que la humanidad corrupta las haya admirado, adorado y predicado, no se convertirán en verdad. Como su esencia, su fuente y su origen es Satanás, que es hostil a Dios y a la verdad, estas cosas nunca se convertirán por tanto en la verdad, siempre serán negativas. Cuando no hay verdad con la que comparar, pueden pasar por buenas y positivas, pero cuando se usa la verdad para dejarlas en evidencia y diseccionarlas, no son infalibles, no pueden resistir el escrutinio y son cosas que se condenan y se rechazan al instante. La verdad que expresa Dios coincide de forma exacta con las necesidades de la humanidad normal de la especie humana que Dios creó, mientras que las cosas que Satanás inculca a las personas son precisamente contrarias a las necesidades de la humanidad normal de la especie humana. Hacen que una persona normal se vuelva anormal y se convierta en extrema, estrecha de miras, arrogante, necia, perversa, intransigente, cruel e incluso tan altiva que resulta insoportable. Llega a un punto en el que se vuelve tan grave que la gente se desquicia y ni siquiera sabe quién es. No quieren ser personas normales o corrientes y en su lugar insisten en ser superhumanos, gente con poderes especiales o seres humanos de alto nivel; estas cosas han distorsionado a la humanidad y a su instinto. La verdad hace que la gente sea capaz de existir de manera más instintiva de acuerdo con las reglas y las leyes de la humanidad normal y todas estas reglas establecidas por Dios, mientras que estos supuestos refranes populares y dichos desorientadores justamente hacen que la gente se vuelva contra el instinto humano y evada las leyes ordenadas y formuladas por Dios, incluso hasta el punto de hacer que se desvíe del recorrido de la humanidad normal y haga algunas cosas extremas que la gente normal no debería hacer ni pensar. Estas leyes satánicas no solo distorsionan la humanidad de las personas, sino que también le hacen perder su humanidad normal y el instinto de esta. Por ejemplo, las leyes satánicas dicen: “Cada quien tiene su destino en sus propias manos” y “La felicidad se crea con las propias manos de uno”. Esto es contrario a la soberanía de Dios y al instinto humano. Cuando el cuerpo y el instinto de las personas llegan al límite, o cuando su destino se halla en una disyuntiva crítica, la gente que depende de estas leyes de Satanás es incapaz de soportarlo. La mayoría siente que la presión ha excedido su límite y ha ido más allá de lo que puede soportar su mente, y al final algunos se vuelven esquizofrénicos. Los que hacen ahora mismo los exámenes para entrar a la universidad sufren de la inmensa presión que le causan esos exámenes. La condición física de las personas y sus cualidades mentales son diferentes, algunos pueden adaptarse a un régimen así, mientras que otros no. Al final, algunos caen en la depresión, mientras que otros se vuelven esquizofrénicos e incluso se lanzan desde edificios y se suicidan; ocurren todo tipo de cosas. ¿Cuál es la causa de estas consecuencias? Satanás desorienta a las personas al hacerles buscar la fama y la ganancia, y eso las perjudica. Si pueden vivir con naturalidad de acuerdo con las reglas que ha establecido Dios y vivir de acuerdo con el camino que Él ha ordenado y leer las palabras de Dios y vivir ante Él, ¿acabarán desquiciados? ¿Resistirán tanta presión? En absoluto. Dios realiza Su obra para que la gente entienda la verdad, se despoje de sus actitudes corruptas y se someta a la soberanía y los arreglos de Dios. De esta manera, la gente puede vivir ante Dios, sin presión, y ganar solo libertad y liberación. Dios creó a la especie humana y solo Él conoce el instinto humano y lo sabe todo sobre la gente. Dios se sirve de estas reglas que Él formuló para guiar a las personas y proporcionarles sus necesidades, mientras que eso es algo que Satanás no hace. Satanás hace a la gente vulnerar todas estas reglas y la obliga a ser superhumanos y peces gordos. ¿Acaso no juega con ella? En realidad, la gente es normal y corriente, ¿cómo van a ser superhumanos o personas con poderes especiales? ¿No es esto malograr a la gente? Por mucho que luches, por grandes que sean tus ambiciones y deseos, no puedes convertirte en un superhombre ni en una persona con poderes especiales. Aunque te malogres hasta el punto de perder toda apariencia de humanidad, no puedes convertirte en un superhombre o en una persona con poderes especiales. La carrera que una persona debe tener en la vida, sea cual sea, la predetermina Dios. Si no vives de acuerdo con las leyes y reglas formuladas por Dios, sino que eliges las palabras desorientadoras y endiabladas de Satanás y buscas ser un superhombre o una persona con poderes especiales, deberás sufrir tormento y morir. Es decir, si eliges aceptar ser malogrado, pisoteado y corrompido por Satanás, todo lo que sufras es consecuencia de tus propias acciones es lo que mereces y es tu propia voluntad. Algunas personas hacen el examen de acceso a la universidad, lo suspenden dos o tres veces y se acaban volviendo locas por no conseguir aprobarlo nunca. ¿Se lo han buscado ellos solitos? ¿Por qué quieres hacer el examen de acceso a la universidad? ¿Acaso no es solo para sobresalir por encima de los demás y honrar a tus ancestros? Si abandonas estos dos objetivos de sobresalir por encima de los demás y honrar a tus ancestros, y no persigues estas cosas, sino que cambias a un objetivo correcto, ¿no desaparecerá entonces la presión? Si aceptas la corrupción de Satanás, y si aceptas todas estas ideas y puntos de vista suyos, tu cuerpo tendrá que soportar todo tipo de dolor, ¡y no será menos de lo que tienes merecido! Esta consecuencia es elección tuya y te la has creado tú mismo. No está predestinada por Dios. Él no te obliga a vivir así. Las palabras de Dios ya han dejado las cosas muy claras, y eres tú quien no practica según las palabras de Dios. Existe un límite para lo que el cuerpo, la fuerza de voluntad y las cualidades mentales de una persona pueden soportar, pero ellas mismas no se dan cuenta de ello y piensan lo contrario, e incluso dicen que su destino está en sus propias manos, pero al final no consiguen hacerse con el control de su destino, y en lugar de ello sufren una muerte desgraciada y trágica. ¿Cómo va a ser eso controlar el propio destino? Así es como Satanás utiliza todo tipo de ideas falaces y de herejías y falacias para corromper a las personas. La propia gente lo desconoce e incluso le parecen bien, y piensa: “La sociedad progresa constantemente, debemos seguir el ritmo de los tiempos y aceptar toda esa energía positiva”. Son palabras completamente endiabladas. ¿Cómo puede haber energía positiva en un mundo demoníaco de no creyentes? Es todo energía negativa, cáncer y una bomba de relojería. Si aceptas estas cosas, tendrás que asumir sus consecuencias, y tendrás que sufrir la tortura y la devastación de Satanás. Es lo que resulta de no perseguir la verdad. ¿Qué buen final puede esperarse si sigues a Satanás? Satanás hará todo lo que pueda para envenenarte e infundirte veneno. Dios te salva; Satanás te hace daño. Dios cura tus males; Satanás te envenena para que enfermes. Cuanto más veneno aceptes de Satanás, más esfuerzo te costará aceptar la verdad. Así son las cosas. Aquí termina nuestra enseñanza sobre el tema de qué es la verdad. A continuación, hablaremos de otro tema.
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