127 Quiero ser el confidente de Dios
Ⅰ
¡Oh, Dios! Mi corazón anhela verte.
Aunque no puedo contemplar Tu rostro,
mi corazón ora y se acerca a Ti a cada momento
y tus palabras me iluminan todos los días.
Sé que Tus palabras son la verdad, tan preciosas;
vivir ante Ti es mi mayor bendición.
Veo que Tu justicia y Tu santidad son muy hermosas.
¡Oh, Dios! Quiero ser Tu confidente.
Ⅱ
¡Oh, Dios! Sólo Tus palabras pueden cambiarme.
Tus palabras revelan que la humanidad está tan profundamente corrompida,
es tan arrogante y santurrona, está tan llena de caracteres satánicos.
Viendo Tu justicia, me inclino y te adoro.
Es Tu juicio y castigo lo que me salvaron.
Nunca más viviré de acuerdo con las filosofías satánicas.
Tu juicio es amor; es una bendición.
Yo obtengo la verdad, en mi corazón, y me enamoro de Ti.
Ⅲ
¡Oh, Dios! Eres Tú quien me purifica y me salva,
tan rebelde y corrupto que soy.
Hoy tengo la suerte de poder dar testimonio de Ti y servirte;
esta es Tu tremenda gracia y amor.
¡Quiero amarte sinceramente y ser Tu confidente,
exaltarte y dar testimonio de Ti para siempre, y servirte toda mi vida!