162 Dios llega calladamente entre nosotros

Dios está en silencio, y nunca se ha aparecido,

pero Su obra no ha cesado.

Ve todas las tierras y gobierna todo,

Él contempla el hablar y el obrar del hombre.

Nos gestiona por pasos de acuerdo a Su plan.

En silencio avanza, sin efecto dramático,

pero Sus pasos se acercan más al hombre,

y Su tribunal se despliega en el universo con la velocidad de la luz,

seguido por el descenso de Su trono a nosotros.

¡Qué escena tan majestuosa es, qué cuadro tan imponente y solemne!

Como paloma, como un león rugiente, el Espíritu llega a nosotros.

Es sabio, es justo y majestuoso,

en silencio viene a nosotros,

con autoridad y lleno de amor y compasión.

Y seguimos nuestros intereses, como si Él no tuviera nada que ver.


Adaptado de La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Contemplando la aparición de Dios en Su juicio y Su castigo

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Contemplando la aparición de Dios en Su juicio y Su castigo

Como cientos de millones de otros seguidores del Señor Jesucristo, nosotros acatamos las leyes y los mandamientos de la Biblia, gozamos la abundante gracia del Señor Jesucristo y nos reunimos, oramos, alabamos y servimos en el nombre del Señor Jesucristo, y todo esto lo hacemos bajo el cuidado y la protección del Señor. Muchas veces somos débiles y muchas veces fuertes. Creemos que todas nuestras acciones están en conformidad con las enseñanzas del Señor. Se sobreentiende, entonces, que también creemos que caminamos el camino de la obediencia a la voluntad del Padre que está en el cielo. Anhelamos el regreso del Señor Jesús, la gloriosa llegada del Señor Jesús, el fin de nuestra vida en la tierra, la aparición del reino, y todo lo que se predijo en el Libro de Apocalipsis: el Señor llega y trae el desastre, y recompensa a los buenos y castiga a los malvados, y se lleva en los aires a los que lo siguen y acogen Su regreso para que se encuentren con Él. Cada vez que pensamos en esto, no podemos evitar que la emoción nos embargue. Estamos agradecidos de haber nacido en los últimos días y somos lo suficientemente afortunados de ser testigos de la venida del Señor. Aunque hayamos sufrido persecución, es a cambio de “un peso de gloria que sobrepasa todo y que es eterno”; ¡qué bendición que así sea! Todo este anhelo y la gracia que otorga el Señor muchas veces nos vuelven más formales en la oración y nos reúnen con más frecuencia. Tal vez el año que entra, tal vez mañana o tal vez incluso antes, cuando el hombre no se lo espere, el Señor de repente llegará y aparecerá entre un grupo de personas que han estado esperándolo atentamente.

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