Punto 9: Cumplen con su deber solo para distinguirse a sí mismos y satisfacer sus propios intereses y ambiciones; nunca consideran los intereses de la casa de Dios, e incluso los venden y los intercambian por gloria personal (IX)
II. Los intereses de los anticristos
D. Sus expectativas y su porvenir
4. Cómo consideran los anticristos el título de “servidor”
Hoy vamos a continuar hablando sobre el punto nueve de las diversas manifestaciones de los anticristos: cumplen con su deber solo para distinguirse a sí mismos y satisfacer sus propios intereses y ambiciones; nunca consideran los intereses de la casa de Dios, e incluso los venden y los intercambian por gloria personal. Con este punto, nuestro tema principal a compartir es una disección de los intereses de los anticristos, y hoy vamos a compartir el cuarto subtema dentro del cuarto punto de los intereses de los anticristos, cómo consideran el título de “servidor”, así como a diseccionar cómo consideran los anticristos este título. Aquellos que han seguido a Dios hasta ahora están familiarizados con la palabra “servidor” y la mayoría básicamente han aceptado este título en su fuero interno. En cuanto a sus inclinaciones subjetivas, no se produce resistencia a este título. Sin embargo, en lo que se refiere a los detalles de decir que alguien es un servidor, esta persona expresa sobre todo reticencia y renuencia, se siente agraviada, no quiere en realidad que la llamen servidor ni quiere serlo. A juzgar por las expresiones de la gente, aunque estén de acuerdo en que “servidor” no es un mal título en lo referente a sus inclinaciones subjetivas, desde una perspectiva objetiva, la gente todavía considera el título “servidor” con algunos elementos de discriminación, hostilidad e incluso renuencia; muestran esos sentimientos hacia ello. Al margen de lo que piense la gente sobre el título de “servidor”, ya puedan serlo y aceptarlo con sinceridad o no, o si lo que piensan de este título carga con muchas de las impurezas y deseos del hombre, hoy lo primero va a ser compartir qué es exactamente un servidor, cómo se define y clasifica en concreto el título “servidor” a ojos de Dios, cuál es la esencia de estos servidores de los que habla Dios y cómo considera Dios la palabra “servidor” y de qué manera eso difiere de cómo lo considera la gente, de modo que todos podáis llegar a tener un entendimiento y una concepción precisos en vuestro corazón del título de “servidor”.
a. Definición y origen del título de “servidor”
La palabra “servidor” se refiere literalmente a una persona que trabaja y se esfuerza por algo. Si evaluamos este título en términos de posición, se refiere a alguien al que utilizan durante un periodo temporal. Es decir, si se considera a alguien un servidor y comienza un empleo o se pone a trabajar en una industria, no se trata de una carrera profesional en la industria a largo plazo ni tampoco es así el empleo que emprende, sino que se trata de algo temporal. Les hacen esforzarse de forma temporal y servir durante un tiempo en esta industria o empleo. No cuentan con expectativas ni con futuro ni reciben beneficios materiales. No han de cargar con ninguna responsabilidad; solo les pagan por su trabajo. Cuando terminan el empleo que les han asignado, ya no los necesitan y se limitan a cobrar su sueldo y a marcharse. En resumen, es temporal y les piden que trabajen cuando los necesitan. Este es el entendimiento literal de un servidor. Si interpretamos la palabra “servidor” de acuerdo con las ideas de la especie humana, a los servidores los califican como “trabajadores por contrato” y “trabajadores temporales”, gente que trabaja o realiza un esfuerzo temporal por un empleo o una industria. Su única conexión es con el periodo de tiempo en el que los necesitan para el empleo, y una vez que ese periodo termina, ya no tienen ningún valor. Esto es porque ya no los necesitan y su valor de uso ha terminado; su valor se ha agotado durante ese tiempo. Este es el significado literal que la gente puede entender y observar en lo que respecta a la palabra “servidor”. Dentro del significado que el lenguaje humano puede expresar, es decir, el significado del título de “servidor” tal como dice Dios que los humanos lo pueden comprender, ¿hay algún nivel de significado que esté de acuerdo con la verdad? ¿Hay algún nivel de significado que se conforme a la humanidad y racionalidad normales? ¿Hay algún nivel de significado que las personas deberían entender como auténticos seres creados? ¿Hay algún nivel de significado relativo a cómo considera Dios este título? (No). ¿Cómo sabéis que no lo hay? Estáis perplejos, no sois capaces de explicarlo. Entre vosotros hay estudiantes universitarios, graduados, doctorados y profesores; sin embargo, ninguno de vosotros lo podéis explicar con claridad, ¿cierto? (Sí, así es). Esta es la diferencia entre el conocimiento y la verdad. Puede que tengas educación, puede que conozcas el significado de “servidor” y lo que significa la palabra, que describe a un tipo de persona y a un grupo de ellas, puede que entiendas la esencia de esas personas, sus manifestaciones y su rango entre toda la especie humana, pero, cuando no eres capaz de entender esta palabra desde la perspectiva de la verdad y la de un ser creado, ¿de dónde viene exactamente tu entendimiento? ¿Cuál es exactamente la esencia de esta palabra que acabas por entender? ¿No es este un entendimiento de la palabra “servidor” que ha venido de esta humanidad corrupta, de esta sociedad y del conocimiento de la especie humana? (Sí). ¿Es el conocimiento de la especie humana compatible con la verdad o es antagónico a ella? (Es antagónico). Por tanto, cuando tienes este entendimiento y comprensión de esta palabra, ¿te opones a Dios o estás del lado de la compatibilidad con Él? Resulta obvio que, cuando entiendes y comprendes esta palabra con tu conocimiento, con tu cerebro, te pones en contra de Dios de manera involuntaria y sin saberlo. Cuando usas tu conocimiento para entender esta palabra, las cosas que has entendido te conducen inevitablemente a que sientas resistencia, repulsión, asco e incluso odio hacia la palabra “servidor”. ¿Hay aquí alguna sumisión? ¿Hay alguna verdadera aceptación? (No). Hay quien dice: “Acepto buenas palabras, pero ¿por qué debería aceptar esta mala palabra? Basta con que no sienta resistencia hacia ella. Por ejemplo, acepto términos positivos como ‘recibir una corona’, ‘recibir recompensas’, ‘ser bendecido’, ‘entrar en el reino’, ‘subir al cielo’, ‘no ir al infierno’, ‘no ser castigado’ y ‘ser un primogénito’. Esto es natural, es la respuesta corriente del ser humano, y son las cosas que la gente debería perseguir. En cuanto a los términos negativos como ‘personas malvadas’, ‘anticristos’, ‘ser castigado’ e ‘ir al infierno’, a nadie le gusta aceptarlos. La palabra ‘servidor’ es neutral, pero, de acuerdo con mi entendimiento, no puedo aceptarla y a mí me basta con no despreciarla. Si voy a aceptarla voluntariamente y someterme a ella y aceptarla de parte de Dios, eso sencillamente no es posible”. ¿No es así como piensa la gente? (Sí). ¿Esta manera de pensar es correcta o incorrecta? (Incorrecta). ¿Cuándo te diste cuenta de que era incorrecta? Justo ahora, ¿verdad? Eso es un problema. Acabas de enterarte de que es incorrecta. Antes de darte cuenta, parece que ya habías aceptado el título de “servidor” en la superficie, y lo habías hecho de forma subjetiva; ¿era esta aceptación verdadera o falsa? (Falsa). Estaba claro que no era verdadera y que tampoco estabas perfectamente dispuesto a aceptarla. Aquí había falsedad, fingimiento y desgana, y también una sensación de que no te quedaba otra opción.
Acabamos de hablar sobre las auténticas reacciones y manifestaciones de las personas respecto al título de “servidor”, y demuestran por completo sus opiniones, puntos de vista y comprensiones de este título, revelando por completo que la actitud de esas personas hacia este título es de desgana, de discriminación y repulsión, y de resistencia desde el fondo de su corazón. Esto es porque la gente desprecia ser servidora, desprecia la palabra “servidor”, no está dispuesta a ser servidora y odia serlo. Este es el entendimiento de las personas de este título y su actitud hacia él. Vamos a mirar ahora cómo ve Dios exactamente a los servidores, cómo surgió la palabra “servidor”, cuál es la esencia de este título a ojos de Dios y cuál es su origen. El significado literal de “servidor” es, en el lenguaje propio de la especie humana, el de un trabajador temporal, alguien que sirve de manera temporal en una industria o un empleo, y al que se necesita de forma puntual. En el plan de gestión de Dios, en la obra de Dios y en la casa de Dios, este grupo de personas llamadas servidores son indispensables. Cuando llegaron a la casa de Dios, al lugar de Su obra, no sabían nada de Dios ni de la fe en Él, ni mucho menos de la obra de Dios o de Su plan de gestión. No entendían nada; solo eran personas externas, no creyentes. Cuando aquellos que son no creyentes a ojos de Dios vienen a la casa de Dios, ¿qué pueden hacer por Él? Se puede decir que no pueden hacer nada. Dado que rebosan de actitudes corruptas y no conocen en absoluto a Dios, y debido a la esencia-naturaleza de las personas, lo único que pueden hacer es lo que sea que Dios les mande hacer. Siguen el trabajo de Dios hasta donde sea que alcance, su conocimiento se extiende hasta donde lo lleven las palabras de Dios; solo conocen Sus palabras y no tienen entendimiento alguno de ellas. Estas personas cooperan con pasividad en cualquier empleo que Dios requiera que trabajen; son del todo pasivas y no activas. Aquí “pasivas” quiere decir que no saben qué hará Dios, no saben lo que Dios les pide que hagan, no saben el significado o el valor del trabajo que Dios les está pidiendo que hagan, y no saben qué senda deberían seguir. Al venir a la casa de Dios, son como máquinas, solo funcionan de la manera que Dios las opera. ¿Qué necesita Dios de ellos? ¿Lo sabéis? (Las personas son objetos para que Dios exprese la verdad a juzgar. Son objetos de las palabras de Dios). Esta es una parte; las personas son objetos de las palabras de Dios. ¿Qué más? ¿Qué hay de los dones de las personas? (Sí). ¿Qué hay del pensamiento de la humanidad normal? (Sí). Dios solo te usa si tienes el pensamiento de la humanidad normal. Si no tienes conciencia y razón, entonces no estás cualificado siquiera para ser un servidor. ¿Qué más hay? (Las habilidades y los talentos especiales de las personas). Estos se incluyen en los dones y son también parte de ello; las diversas habilidades que poseen las personas. ¿Qué más? (La determinación para cooperar con Dios). Esto también es parte de ello, la aspiración a obedecer y someterse, y por supuesto también se puede decir que es el deseo de las personas de amar cosas positivas y amar la luz. La aspiración de obedecer y someterse es la determinación para cooperar con Dios, pero ¿cuál es la manera más apropiada de decir esto? (La aspiración de obedecer y someterse). Eso es, la palabra “aspiración” es, en comparación, más amplia y abarca un rango más extenso. Si usamos la palabra “determinación”, el ámbito es un tanto más estrecho. Asimismo, la “aspiración” es comparativamente más ligera en su grado que la “determinación”, lo cual significa que, después de que tengas una aspiración, generas de manera gradual diversas determinaciones; las determinaciones son más específicas, mientras que las aspiraciones son en cierto modo más amplias. En lo que respecta al Creador, estas son las diversas cosas que Dios necesita de la especie humana corrupta. Es decir, cuando una persona externa acude a la casa de Dios sin saber absolutamente nada sobre Él, Su gestión, Su esencia, Sus declaraciones ni Su carácter, es como una máquina, y lo que puede hacer por Él y en su cooperación con la obra de Dios básicamente no tiene nada que ver con el estándar que requiere Dios: la verdad. Las cosas que puede usar Dios de tales personas son las que acabamos de mencionar: la primera es que estas personas pueden convertirse en objeto de las palabras de Dios; la segunda es los dones que estas personas poseen; la tercera es que poseen el pensamiento de la humanidad normal; la cuarta es las diversas habilidades que poseen estas personas; la quinta y más importante es que estas personas tienen la aspiración de obedecer y someterse a las palabras de Dios. Todas estas cosas son fundamentales. Una vez que alguien las posee todas, empieza a trabajar al servicio de la obra de Dios y para Su plan de gestión, y con el fin de estar oficialmente en el camino correcto, lo que significa que se ha convertido oficialmente en un servidor en la casa de Dios.
Cuando la gente no entiende las palabras de Dios, Sus intenciones ni la verdad, y no teme a Dios lo más mínimo, no puede haber otro papel para cada uno de ellos que no sea el de servidor. Es decir, eres un servidor estés dispuesto a serlo o no; no puedes escapar de este título. Alguna gente dice: “He creído en Dios toda mi vida. Desde que empecé a creer en Jesús hasta ahora, han pasado décadas; ¿sigo de veras siendo un mero servidor?”. ¿Qué te parece esta pregunta? ¿A quién le están preguntando sobre esto? Deberían preguntárselo a sí mismos y reflexionar sobre sí mismos: “¿Entiendo ahora las intenciones de Dios? Cuando ahora hago mi deber, ¿solo realizo esfuerzo o estoy practicando la verdad? ¿Estoy siguiendo la senda de perseguir y entender la verdad? ¿He entrado en la realidad-verdad? ¿Tengo un corazón temeroso de Dios? ¿Soy alguien que se someta a Dios?”. Deben reflexionar sobre sí mismos considerando estas cosas. Si han cumplido estos criterios, si pueden mantenerse firmes cuando se encuentran con las pruebas de Dios, y si pueden temer a Dios y evitar el mal, por supuesto que ya no son servidores. Si no han cumplido siquiera uno de estos criterios, sin duda siguen siendo servidores y se trata de algo ineludible e inevitable. Hay quien dice: “He creído en Dios más de 30 años, en los que no se incluyen siquiera los años que pasé creyendo en Jesús. Desde aquella vez que Dios se hizo carne, apareció, obró y empezó a expresar Sus declaraciones, he sido seguidor de Dios. Yo me encontraba entre los primeros en experimentar en persona la obra de Dios, y estuve entre los primeros en oír palabras salidas de Su boca. Han pasado muchos años desde entonces y aún creo en Dios y lo sigo. He sido arrestado y perseguido varias veces y me he encontrado con muchos peligros, y Dios siempre me ha protegido y guiado durante todo el proceso; Dios nunca me abandonó. Ahora sigo haciendo mi deber, mis condiciones mejoran cada vez más, mi fe no para de crecer y no tengo dudas sobre Dios en absoluto, ¿acaso sigo siendo un servidor?”. ¿A quién se lo preguntas? ¿No es a la persona equivocada? No deberías formular esta pregunta. Ya que has creído durante tantos años, ¿no sabes si eres un servidor o no? Si no sabes eso, ¿por qué no te preguntas si posees la realidad-verdad, si tienes un corazón temeroso de Dios y si te comportas de una manera que evita el mal? Dios ha obrado todos estos años, ha dicho todas estas palabras, ¿y cuánto has entendido y en cuánto has entrado? ¿Cuánto has obtenido? ¿En cuántos casos has recibido la poda y cuántas pruebas y refinamientos has aceptado? Cuando los aceptaste, ¿te mantuviste firme en tu testimonio? ¿Eres capaz de dar testimonio de Dios? Cuando te encuentras con pruebas como las que se encontró Job, ¿eres capaz de negar a Dios? ¿Cómo de grande es tu fe en Dios exactamente? ¿Es tu fe una mera creencia o es verdadera fe? Hazte estas preguntas. Si no conoces las respuestas a estas preguntas, eres una persona atolondrada y me doy cuenta de que sigues a la multitud, no mereces siquiera que se te llame servidor. Alguien que alberga esta clase de actitud hacia el título “servidor” y todavía está tan confuso en su fuero interno da mucha pena. No sabe siquiera lo que es, mientras que Dios se muestra del todo claro y lúcido en Su trato hacia todas las personas.
Acabamos de hablar sobre qué es exactamente el significado original de Dios respecto a la palabra “servidor”. Cuando la gente entra en la casa de Dios, en un principio, cuando no entiende la verdad y solo posee diversas aspiraciones o algo de determinación para cooperar, el papel que desempeña durante ese periodo solo puede ser el de un servidor. Por supuesto, la referencia a servir no es demasiado agradable al oído. Dicho de otra manera, significa hacer un servicio y trabajar al servicio de la obra de gestión de Dios para salvar a la especie humana; significa hacer un esfuerzo. Estas personas no entienden ninguna verdad ni las intenciones de Dios, y no pueden contribuir con ningún esfuerzo ni cooperar de ningún modo con el trabajo específico que emprende Dios para salvar y gestionar a la especie humana, ni con las diversas obras relacionadas con la verdad. Solo cuentan con algunas habilidades y dones, y solo pueden dedicar algo de esfuerzo y decir unas cuantas cosas para cierto trabajo relativo a asuntos generales y para hacer algo de trabajo en servicios periféricos. Si esta es la esencia del trabajo que hace la gente que lleva a cabo su deber, si solo desempeña un papel de servicio, entonces es difícil para ellos sacudirse el título de “servidor”. ¿Por qué es difícil sacudírselo? ¿Tiene esto algo que ver con la definición de Dios de este título? Sí, no cabe duda. Es muy fácil para las personas hacer un poco de esfuerzo y hacer las cosas de acuerdo con sus habilidades naturales, sus dones y su mente, pero vivir según la verdad, entrar en la realidad-verdad y actuar de acuerdo con las intenciones de Dios es muy extenuante; requiere tiempo, la guía de Dios, Su esclarecimiento y Su disciplina, e incluso más, requiere aceptar el juicio y castigo de las palabras de Dios. Por tanto, mientras la gente trabaja para lograr estos objetivos, lo que la mayoría puede hacer y lo que puede proveer es esto que se acaba de mencionar: ser los objetos de las palabras de Dios, poseer ciertos dones y ser de alguna utilidad en la casa de Dios, poseer el pensamiento de la humanidad normal y ser capaz de comprender y llevar a cabo cualquier trabajo que les manden, poseer ciertas habilidades y ser capaz de emplear sus talentos especiales en cierto empleo en la casa de Dios, y, lo más importante, tener la aspiración de obedecer y someterse. Cuando rindas servicio en la casa de Dios, cuando te esfuerces por la obra de Dios, entonces, con solo un poco de aspiración para obedecer y someterte, no te volverás negativo ni holgazanearás. En su lugar, harás todo lo que puedas para ejercer la autocontención y hacer menos cosas malas mientras haces más cosas buenas. ¿No es este el estado y la condición en los que se hallan la mayoría de las personas? Por supuesto, hay una muy pequeña minoría entre todos vosotros que ya ha dejado atrás esta condición y este ámbito. ¿Y qué ha llegado a poseer esta pequeña minoría de personas? Han llegado a entender la verdad, a poseer la realidad-verdad. Cuando se encuentran con problemas, pueden orar y buscar las intenciones de Dios, y pueden actuar de acuerdo con los principios-verdad. Su aspiración de obedecer y someterse ya no se detiene solo al nivel de la determinación, sino que, en cambio, pueden practicar activamente las palabras de Dios, obrar de acuerdo con Sus exigencias y tener un corazón temeroso de Dios cuando se encuentran con problemas. No hablan ni actúan sin pensar, y en su lugar son cautas y cuidadosas. En especial, cuando recibir la poda entra en conflicto con sus propias ideas, no juzgan a Dios, no razonan con Él y no sienten resistencia en su interior. Desde el fondo de su corazón, aceptan de veras la identidad, el estatus y la esencia de Dios. ¿Hay alguna diferencia entre estas personas y los servidores? ¿Qué diferencias son esas? La primera diferencia es que entienden la verdad, y la segunda es que pueden poner algunas verdades en práctica. La tercera es que tienen algo de conocimiento de Dios, y la cuarta es que su obediencia y sumisión ya no son solo aspiraciones, sino que se han transformado en una actitud subjetiva; han llegado a ser realmente sumisos. La quinta, y este es el más importante y valioso de estos puntos, es que un corazón temeroso de Dios ha surgido dentro de ellos. Se puede decir que aquellos que poseen estas cosas ya se han sacudido el título de “servidor”. Esto es porque, a juzgar por sus diversos aspectos de entrada, además de por su actitud hacia la verdad y el nivel de su conocimiento de Dios, ya no es tan simple como que hagan una única labor profesional en la casa de Dios, y ya no son trabajadores temporales a los que han convocado para hacer un poco de trabajo de forma puntual. Es decir, estas personas no están aquí para recompensas temporales; no las reclutan para uso temporal ni las observan durante el periodo en el que las utilizan para ver si pueden asumir este trabajo a largo plazo. En cambio, son capaces de practicar la verdad y hacen bien su deber. Por tanto, estas personas se han sacudido el título, la designación, de “servidor”. ¿Las habéis visto? Hay personas así en la iglesia. Deseáis saber quiénes son y cuántas hay, pero no puedo deciros eso ahora mismo; cuando lleguéis a entender la verdad, podréis discernirlas. Lo que deberíais saber es en qué clase de condiciones os encontráis, qué senda es la que tenéis delante y estáis siguiendo, así como qué senda deberíais seguir; estas son las cosas que deberíais saber.
Ahora bien, ¿impone Dios a la gente el título de “servidor”? ¿Se sirve Dios de este título para denigrar a las personas, para categorizarlas y evaluarlas? (No). Por tanto, ¿cómo ha definido Dios este título? Al concederles un título a las personas, no es que Dios les asigne un apodo al azar y no lo defina en función de su apariencia externa; este título no es solo un título. El nombre de una persona es solo una designación, un apelativo que no acarrea ningún significado real. Por ejemplo, algunos padres chinos esperan que sus hijas sean inteligentes y guapas, así que le ponen la letra china de “guapa” en su nombre, pero no es más que una esperanza y no tiene nada que ver con su esencia. Puede que sea realmente estúpida y al crecer no sea atractiva, ¿qué sentido tiene entonces llamarla “guapa”? Hay también algunos chicos que se llaman “Chenglong” o “Chenghu”, que usan las letras chinas que significan convertirse en dragón o en tigre. ¿De veras son formidables por llamarse así? Puede que sean cobardes o inútiles. No son más que las esperanzas que los padres albergan hacia sus hijos, les ponen estos nombres que no guardan relación con su esencia. Por tanto, los nombres y títulos portan las figuraciones y los buenos deseos de las personas, pero solo son apelativos y designaciones, y no se conceden en función de su esencia. Los títulos y nombres que define Dios, sin embargo, no se dan en absoluto en función de la apariencia externa de la gente, y desde luego que no se basan en los propios deseos de Dios. ¿Quiere Dios que las personas sean servidoras? (No). ¿Habéis leído alguna vez en Sus palabras que Dios diga: “Quiero que todo el mundo se convierta en servidor y no quiero que nadie se salve”? (No). ¿Qué es lo que quiere Dios entonces? La gente ha dicho con anterioridad: “Dios quiere que todas las personas se salven y que nadie sufra la perdición”. Esto es un deseo. Sin embargo, el título de “servidor” no ha salido de la nada. Era como cuando Dios determinó los nombres “árbol” y “hierba”. Los árboles son cosas grandes y altas y, cuando alguien menciona un árbol, todo el mundo sabe que los árboles son grandes y altos y, cuando alguien menciona la hierba, todo el mundo sabe que la hierba es pequeña y corta, ¿no? (Sí). Por tanto, ¿qué pasa con el título de “servidor”? Este título surgió conforme a la esencia y las manifestaciones del ser humano y de acuerdo con la etapa de la obra de Dios. Si la gente puede llegar a entender poco a poco la verdad al paso de la obra de Dios, a entrar en la realidad-verdad y lograr tenerle sumisión a Dios y temerlo, en este momento el título cambia. Por tanto, incluso si eres uno de los servidores, no afecta a que hagas el deber de un ser creado y persigas y practiques la verdad, e incluso menos aún afecta a tu sumisión a Dios y a tu temor hacia Él.
¿Hay algunos que nunca se van a sacudir el título de “servidor”? (Sí). ¿Qué clase de personas son? Las que no persiguen la verdad, las que puede que entiendan la verdad pero no la practican ni mucho menos la aman, e incluso sienten repulsión y aversión por la verdad en su corazón. ¿Por qué se quedan en la casa de Dios si sienten aversión por la verdad? Quieren obtener algún beneficio, se esfuerzan un poco y exhiben algunos buenos comportamientos con deseos ilusorios en la casa de Dios. Se sirven del precio que pagan, de lo que se entregan y se gastan, además de perder parte de su juventud y emplear parte de su tiempo a cambio de cualquier ventaja que quieran obtener. Debido a la senda que siguen, al final no son capaces de entrar en la realidad-verdad, no pueden lograr la sumisión a Dios, y mucho menos pueden lograr temer a Dios: siempre los definirán como servidores. Hay algunos entre esta clase de personas en la casa de Dios que pueden rendir servicio hasta el final y otros que no, y hay una ligera diferencia de humanidad entre aquellos que pueden rendir servicio hasta el final y aquellos que no. Los que no persiguen la verdad pero pueden rendir servicio hasta el final —es decir, los que pueden dedicar algo de esfuerzo en la casa de Dios hacia Su obra mientras el plan de gestión de la obra de Dios está en curso— tienen una humanidad relativamente buena y benevolente. No cometen maldad, no causan perturbaciones mientras rinden servicio y no los echan de la iglesia. Esas personas pueden rendir servicio hasta el final, y son las que siempre serán servidoras. En cuanto a los otros, como su humanidad es muy mala, como son de una calidad humana y una integridad escasas, perturban y trastornan con frecuencia las diversas obras en la casa de Dios mientras rinden servicio, y causan pérdidas a gran parte de la obra de la casa de Dios. No saben arrepentirse cuando los podan o los aíslan una y otra vez, y solo regresan al mal camino; no entienden ninguna verdad en absoluto, no la aceptan, sino que en su lugar obran arbitrariamente, y es a tales personas a las que descartan. ¿Por qué las descartan? La gente así no es capaz siquiera de rendir servicio. No son capaces de trabajar bien cuando se esfuerzan un poco en la casa de Dios y, mientras se esfuerzan, además cometen maldad y hacen que la casa de Dios y los hermanos y hermanas paguen el precio. Usar a tales personas no compensa la pérdida. Les dan oportunidades de reflexionar una y otra vez, pero al final su naturaleza permanece inmutable y no escuchan nada que nadie tenga que decir. Tales personas no merecen rendir servicio en la casa de Dios ni son capaces de ello, así que las echan.
¿Entendéis en general este título de “servidor”? ¿Es “servidor” un título discriminatorio que Dios le da a la especie humana? ¿Usa Dios intencionadamente este título para denigrar a las personas? ¿Lo usa para revelarlas y probarlas? ¿Usa Dios este título para hacer que la gente sepa exactamente qué son los seres humanos? ¿Pretende tales cosas? En realidad, Dios no pretende nada de esto. Dios no pretende revelar a las personas ni menospreciarlas y ridiculizarlas, ni tampoco pretende usar este título de “servidor” para probarlas. El único significado que Dios tiene para el título de “servidor” es que define y forma este título de acuerdo con el desempeño y la esencia de las personas, de acuerdo con el papel que la gente desempeña durante la obra de Dios, además de lo que las personas pueden hacer y su capacidad para la cooperación. A partir de este significado, vemos que todo el mundo en la casa de Dios está rindiendo servicio para el plan de gestión de Dios y ha ocupado en algún momento este papel de servidor. ¿Podemos decir esto? (Sí). De veras podemos, y ahora todos lo podéis entender. Dios no quiere usar este título para desalentar a las personas ni para probar su fe, y mucho menos para menospreciarlas o hacer que se comporten mejor y sean obedientes, ni para hacerles saber cuál es su identidad y posición, e incluso menos para que Dios quiera usar este título de “servidor” con el fin de despojar a la gente del derecho de hacer el deber de un ser creado. Este título viene totalmente determinado conforme a las diversas actitudes corruptas que la gente revela y a los verdaderos estados de las personas mientras siguen a Dios. Por tanto, este título no tiene nada que ver en absoluto con lo que serán la identidad, el estatus, la posición y el destino de las personas una vez que la obra de gestión de Dios llegue a su fin. Este título deriva por completo de las necesidades del plan de gestión de Dios y de Su obra de gestión, y es una verdadera condición de la especie humana corrupta en el plan de gestión de Dios. En cuanto a que la gente provea servicios a la casa de Dios como servidores y los usen como máquinas, ya perdure esta condición hasta el final o pueda cambiar a mejor a lo largo de la trayectoria en la que siguen a Dios, eso es algo que depende de su búsqueda. Si alguien persigue la verdad y puede lograr un cambio de carácter, así como sumisión y temor a Dios, desechará por completo el título de “servidor”. ¿Y en qué se convierten las personas cuando han desechado el título de “servidor”? En verdaderos seguidores de Dios, en el pueblo de Dios y el pueblo del reino, es decir, se convierten en el pueblo del reino de Dios. Si mientras sigues a Dios solo te conformas con esforzarte, sufrir y pagar un precio, y no persigues la verdad ni la pones en práctica, tus actitudes corruptas no cambian en absoluto, nunca haces nada conforme a los principios de la casa de Dios y, al final, no eres capaz de alcanzar la sumisión ni de temer a Dios, entonces este título de “servidor”, esta “corona”, no será demasiado grande ni demasiado pequeña para ti, sino que encajará perfectamente en tu cabeza y nunca serás capaz de deshacerte de ella. Si sigues en este estado cuando la obra de Dios llega a su fin y tu carácter todavía no ha cambiado, el título de “pueblo del reino de Dios” no guardará relación contigo y serás siempre un servidor. ¿Cómo puedes entender estas palabras? Deberíais entender que, en el momento en el que termine la obra de Dios, es decir, cuando todos a los que Dios quiere salvar se hayan salvado, cuando la obra que Dios quiera hacer haya logrado su efecto y sus objetivos se hayan alcanzado, Dios ya no hablará ni guiará a las personas, ya no hará ninguna obra para salvar al ser humano, y Su obra acabará allí mismo, como lo hará la senda de fe en Dios que sigue la gente. En la Biblia existe este versículo: “Que el injusto siga haciendo injusticias, que el impuro siga siendo impuro, que el justo siga practicando la justicia, y que el que es santo siga guardándose santo” (Apocalipsis 22:11). ¿Qué significa esto? Significa que, en cuanto Dios diga que Su obra ha terminado, esto se traduce en que Él ya no va a cumplir Su obra de salvar al hombre ni la de castigarlo y juzgarlo; Dios ya no esclarecerá ni guiará al hombre, ni le dirá ya palabras con paciencia, ni lo exhortará con sinceridad ni lo podará; Dios ya no desempeñará esta obra. ¿Qué significa esto? Significa que entonces se revelarán los desenlaces de todas las cosas, que los desenlaces de las personas estarán determinados y nadie podrá cambiarlos, y tampoco habrá más ocasiones de que las personas se salven. Esto es lo que significa.
Cuando alguien se despoja del título de “servidor” al final de la obra de Dios, cuando desecha este apelativo, esta condición, eso significa que tal persona ya no es alguien externo ni un no creyente a ojos de Dios, sino que más bien es un miembro de la casa de Dios y de Su reino. ¿Y cómo ha surgido este título de “miembro de la casa de Dios y de Su reino”? ¿Cómo se lo gana la gente? Al perseguir la verdad y entenderla, al sufrir y pagar el precio, al hacer bien tu deber, al alcanzar un cambio de carácter hasta cierto nivel y ser capaz de someterte y temer a Dios, te conviertes en un miembro de la casa de Dios. Como Job y Pedro, Satanás ya no tiene que hacerte daño ni corromperte, puedes vivir en libertad en el reino de Dios y en Su casa, no necesitas batallar más con tus actitudes corruptas, y a ojos de Dios eres un auténtico ser creado, un auténtico ser humano. ¿No es eso algo que haya que celebrar con alegría? ¿Qué significa? Significa que la vida de sufrimiento y adversidad de una persona que ha sido corrompida por Satanás ha llegado por completo a su fin y empieza a vivir una vida de alegría, paz y felicidad. Puede vivir en la luz del semblante del Creador, vivir junto a Dios, y esto es algo que se ha de celebrar con alegría. Sin embargo, en cuanto a la otra clase de personas que al final no se las han arreglado para desechar el título de “servidor”, ¿qué significa para ellas si todavía no se han quitado este título, esta “corona”, de su cabeza cuando termina la obra de Dios? Significa que siguen siendo forasteros y a ojos de Dios todavía son no creyentes. La razón de esto es que no aceptan la verdad ni la practican en absoluto, no han logrado el cambio de carácter ni son capaces de someterse a Dios ni tienen un corazón temeroso de Él. Las deberían descartar de la casa de Dios y no cuentan con un lugar en Su reino. Si no hay lugar para ellas en el reino de Dios, ¿dónde se encuentran? Se hallan fuera del reino de Dios y son un grupo separado del pueblo de Dios. A tales personas todavía se les llama “servidoras” y esto significa que no se han convertido en el pueblo de la casa de Dios, nunca serán Sus seguidores, Él no las reconoce y nunca volverán a recibir bendiciones ni gracia de Dios. Por supuesto, eso además significa que no tienen ocasión de disfrutar de buenas bendiciones con Dios en Su reino ni de obtener paz y alegría; esta ocasión ya ha pasado de largo. Por tanto, por lo que a ellos respecta, ¿es este momento algo que se celebrará con alegría o acaso es un acontecimiento doloroso? Es un acontecimiento doloroso. Y en cuanto a cuál será su recompensa por cargar con este título de “servidor” fuera de la casa de Dios y de Su reino, este es un asunto para más adelante. En cualquier caso, la diferencia entre la recompensa que reciben los servidores y la que recibe el pueblo del reino de Dios es muy grande; hay diferencias respecto a la posición, la recompensa y otros aspectos tales. ¿No es lamentable que las personas así no hayan obtenido la verdad y no hayan sido capaces de lograr el cambio de carácter mientras que Dios ha estado llevando a cabo Su obra para salvar a las personas? ¡Resulta muy lamentable! Estas son algunas palabras al respecto del título de “servidor”.
Hay quien dice: “Siento resistencia cuando mencionan a los servidores. No quiero ser un servidor y no estoy feliz de serlo. Si soy miembro del pueblo de Dios, puedo aceptarlo, aunque sea el más insignificante de ellos, y está bien mientras no sea un servidor. No tengo otra búsqueda ni albergo otro ideal en esta vida; solo espero deshacerme del título de ‘servidor’. No pido mucho”. ¿Qué piensas de la gente así? ¿Es esta la actitud de alguien que persigue la verdad? (No). ¿Qué actitud es esta? ¿Acaso no es negativa? (Sí). En lo que respecta al título de “servidor”, no hace falta que luches para sacudírtelo, porque este título se concede según el nivel de progreso que haces en tu vida y no se puede decidir en función de lo que tú quieras. No depende de lo que quieras, sino más bien de la senda que sigues y de si tus actitudes han cambiado. Si tu único objetivo es buscar ser capaz de desechar este título de “servidor”, permíteme entonces que te diga la verdad: no serás capaz de despojarte de él mientras vivas. Si te centras en perseguir la verdad y puedes lograr el cambio de carácter, entonces este título cambiará poco a poco. Desde estos dos puntos de vista, ¿les impone Dios el título de “servidor” a las personas? ¡En absoluto! No es un título que Dios les imponga ni es una designación, es un título dado en función del nivel de progreso que la gente hace en su vida. Que seas un servidor se reduce a cuánto progreso hagas en la vida y a cuánto cambie tu carácter. Cuando algún día seas capaz de lograr sumisión y temor de Dios, entonces, aunque estés dispuesto a ser un servidor, ya no lo vas a ser durante más tiempo, y esto se decide por medio de tu búsqueda, tu actitud hacia la verdad y la senda que sigues. También los hay que dicen: “Quiero sacudirme el título de ‘servidor’ y no quiero serlo, pero no entiendo la verdad ni estoy dispuesto a perseguirla. Por tanto, ¿qué puedo hacer?”. ¿Hay solución? Dios determina los desenlaces de toda clase de personas en función de Sus palabras y la verdad; no hay margen para el compromiso. Si amas la verdad y te puedes embarcar en la senda de perseguirla, esto es algo en lo que regocijarse; si sientes aversión por la verdad y eliges no seguir la senda en busca de la verdad, entonces esto es motivo de pena. Estas son las dos únicas sendas, no se puede elegir una intermedia. Las palabras que pronuncia Dios nunca van a morir; aunque todas las cosas lo hagan, ni una declaración de Dios puede morir. Las palabras de Dios son los criterios para emitir un juicio sobre todas las cosas y definirlas; las palabras de Dios son la verdad y nunca pueden morir. Cuando este mundo, la especie humana y todas las cosas se transformen y mueran, ni una palabra de Dios va a morir, sino que, en cambio, todas Sus palabras van a cumplirse. Los desenlaces de la especie humana y de todas las cosas se determinan y revelan debido a las palabras de Dios; nadie puede cambiar esto y no puede haber discusión al respecto. Por tanto, en lo que respecta a que Dios tenga soberanía sobre los desenlaces de las personas y los determine, si estas se entregan al pensamiento ilusorio, son unas necias absolutas. No hay una segunda senda que puedan elegir en este asunto, ya que Dios no se la ha dado. Este es el carácter de Dios, es la justicia de Dios, y la gente no puede interponerse en este asunto aunque quiera. Crees que puedes gastarte algo de dinero y usar tus contactos en el mundo de los no creyentes para lidiar con los asuntos, pero con Dios eso no funciona. Recuerda: ¡esto no va a llevarte a ninguna parte con Dios!
b. Consideraciones de los anticristos hacia el título de “servidor”
El tema de la charla de hoy es la disección de la actitud de los anticristos hacia el título de “servidor”. Ahora que hemos terminado de hablar sobre la definición del título de “servidor”, ¿acaso no tiene la mayoría de la gente una comprensión positiva de este título? ¿Sientes todavía rechazo o renuencia respecto a este título? (No). Así pues, vamos a fijarnos ahora en cómo consideran los anticristos el título de “servidor” y qué actitud tienen hacia él. Lo que más aprecian los anticristos es su alta posición, gran prestigio y poder absoluto. En lo que respecta a los títulos muy comunes, de base y de nivel inferior, y a otros títulos que la gente ve como bastante humillantes, los anticristos sienten un enorme rechazo y discriminación en su corazón, y en particular los sienten por el título de “servidor”. Por muy tolerante y paciente que sea Dios hacia este grupo de personas conocido como servidores, y sean cuales sean Su explicación y Su interpretación del título de “servidor”, los anticristos todavía menosprecian este título en el fondo de su corazón. Creen que es demasiado bajo y que, si ellos fueran servidores, les avergonzaría demasiado mostrar su rostro. Creen que, en el momento que les conceden ese título, su integridad, orgullo y reputación se ven desafiados y denigrados, su valor cae en picado y la vida ya no tiene sentido. Por tanto, los anticristos no aceptarán este título de “servidor” en ningún caso. Si les pides que vayan a la casa de Dios y rindan servicio para Su obra, dicen: “El título de ‘servidor’ es demasiado denigrante, y de todas formas no estoy dispuesto a serlo. Es insultante que me pidas que sea un servidor. No empecé a creer en dios para que me insultaras, sino para recibir bendiciones. Si no, ¿para qué he abandonado a mi familia, dejado mi empleo y renunciado a mis expectativas mundanas? No he venido para ser un servidor; no he venido a trabajar para ti y servirte. ¡Si me dices que sea un servidor, entonces preferiría no creer en absoluto!”. ¿No es esta la actitud de los anticristos? Incluso hay anticristos que dicen: “Si me dices que sea servidor en la casa de dios, ¿qué sentido tiene para mí creer en dios? ¿Qué significado tiene aún?”. Por tanto, cuando emprenden un trabajo y aceptan una comisión o tarea en la casa de Dios, primero quieren averiguar lo siguiente: “Después de emprender esta tarea, ¿seré un líder de la iglesia o líder de equipo, o solo seré un esbirro que sirve a otros y trabaja para ellos?”. Antes de averiguarlo, de momento se ponen a trabajar. Durante este periodo, observan las palabras y expresiones de la gente, mantienen los ojos bien abiertos y agudizan el oído, y piden información a diversas fuentes. Quieren saber si están rindiendo servicio aquí de manera temporal o si pueden desempeñar este trabajo a largo plazo, si son alguien que se pueda cultivar o alguien al que solo se utiliza de manera temporal para ocupar un puesto vacante. Si es esto último y les piden que sirvan para que otros se lleven el mérito y para la posición y el poder de otros, no lo harán en ningún caso. No les importa si la casa de Dios los necesita para hacer un deber, o lo importante que sea el deber que hacen para la obra de la casa de Dios; estas cosas les dan igual. Una vez que se dan cuenta de que aquí rinden servicio sin el poder de llevar la voz cantante y tomar decisiones, se vuelven superficiales en sus acciones, son negligentes en su deber, actúan con imprudencia, se vuelven además autocráticos y pueden incluso darle la espalda a su deber y marcharse en cualquier momento; consideran la obra de la casa de Dios y su propio deber como si fueran un juego de niños. Tienen un lema en la vida: “No voy a esforzarme entre bastidores mientras otros se llevan la atención”. Piensan: “Nací para ser líder. Nací con el poder de llevar la voz cantante y tomar decisiones. Si fuera a perder esas dos cosas, ¿qué sentido tendría seguir viviendo? ¿Qué significado tendría creer todavía en dios? ¿Por qué creo en dios? ¿Acaso no renuncié a beneficios pequeños para recibir grandes bendiciones? ¡Si este deseo no se puede cumplir, sin lugar a duda prefiero seguir las tendencias mundanas e ir al infierno!”. ¿Cuál es la máxima de los anticristos? “De ninguna manera voy a permitir que nadie me explote para llegar a la cima; yo soy el que explota a los demás. Si recompensan a la gente en función de sus contribuciones, entonces yo debería estar en lo alto de la lista. Solo entonces trabajaré con energía y lo daré todo, si no, olvídate de que me ponga a hacer eso. Si me pides que dedique empeño, que te dé consejos y trabaje con todo el corazón y el alma, pero al final, cuando llega el momento de recompensar a la gente conforme a sus contribuciones, yo no recibo nada, ¡pues ya os podéis olvidar de pedirme que trabaje para vosotros, de que me esfuerce por vosotros y os sirva!”. ¿Acaso no son estas las verdaderas revelaciones y manifestaciones del carácter de los anticristos? Aunque no tratan de sacudirse el título de “servidor” de manera intencionada, en cuanto a su esencia-carácter, se lo sacuden constantemente y luchan sin parar, trabajan con afán y batallan para deshacerse de este título. Si cuando un anticristo emprende algún trabajo, tiene la ocasión de destacar y ser protagonista, o tiene la última palabra y toma decisiones, se convierte en líder, goza de posición, influencia y prestigio, y tiene a algunas personas por debajo, está encantado. Si un día alguien saca a la luz un problema que tiene con él y lo poda, diciendo: “Hay muchas cosas con las que no lidias de acuerdo con los principios, y en cambio te ocupas de ellas como te viene en gana. Este es el comportamiento de alguien que se limita a rendir servicio; no llevas a cabo tu deber”, ¿puede aceptarlo el anticristo? (No). Primero profesará su inocencia, se explicará y se defenderá, y segundo, sentirá una instantánea aversión por las palabras “rendir servicio” y se resistirá a ellas, no las aceptará en ningún caso. Dirá: “He pagado un precio muy alto y he sufrido mucho. Empiezo pronto a trabajar y termino tarde por la noche, así que pierdo sueño y olvido comer, ¿y aun así sigues diciendo que rindo servicio? ¿De verdad hay gente que rinde servicio así? He pagado un precio muy alto y lo único que recibo es este título, esta definición de ‘servidor’. ¿Qué me queda por esperar entonces? ¿Qué sentido tiene creer en dios? ¿Qué motivación hay? ¡Es mejor no creer en esta clase de dios!”. Pierde el entusiasmo. Después de recibir la poda, los anticristos no solo rehúsan aceptarla, además se resisten y sienten aversión, e incluso se crean malentendidos. Cuando obran y hacen su deber después de eso, su actitud cambia, y piensan: “Haga lo que haga, ahora soy un servidor, así que cuando lleve a cabo este trabajo lo mejor será que me contenga, que me reserve un plan alternativo y no ponga toda la carne en el asador. Todo el mundo dice que dios es justo, ¿cómo es que yo no puedo verlo? ¿En qué es justo dios? Dado que haga lo que haga soy un servidor, a partir de ahora cambiaré mi manera de creer en dios; solo rendiré servicio y veremos quién teme a quién. Dado que no me van a alabar ni van a aprobar nada de lo que haga, que así sea, cambiaré mi manera de vivir y de hacer las cosas. Haré lo que me pidas y no abriré la boca si tengo alguna idea; quienquiera hablar, que lo haga. Si alguien me poda, me mostraré de acuerdo en apariencia y, si alguien comete un error en su trabajo, no diré nada aunque me dé cuenta. Si alguien actúa sin entendimiento de los principios, aunque yo sí los entienda, no le hablaré de ellos. Me limitaré a observar cómo actúa como un necio, le dejaré cometer errores para que lo poden como a mí, y ya veremos si puede lidiar con un poco de lo que se siente cuando te califican de servidor. ¡Como a mí me lo habéis hecho pasar mal, os voy a poner las cosas difíciles y tampoco os voy a facilitar el proceso!”. Solo recibir la poda y la disciplina les provoca fuertes emociones y sentimientos de resistencia, ¿es esta una actitud de aceptar la verdad? (No). ¿Qué tiene de malo rendir servicio? ¿Es malo rendir servicio para Dios? ¿Daña tu dignidad? ¿Acaso Dios no merece que le rindas servicio? Entonces, ¿qué mereces tú que Dios haga por ti? ¿Por qué eres tan sensible y reacio hacia estas palabras? El Creador se humilló para convertirse en una persona que vive entre los humanos y sirve a todo ser humano corrupto, a gente que se opone a Él y lo rechaza. ¿Por qué no puede la gente rendir un poco de servicio en aras del plan de gestión de Dios? ¿Qué tiene de malo hacerlo? ¿Hay algo de mala reputación en ello? ¿Hay algo indecible al respecto? Comparado con la humildad y el ocultamiento de Dios, los seres humanos siempre serán despreciables y feos. ¿No es así?
Puede que las personas corruptas que persiguen la verdad se sientan molestas solo momentáneamente al oír el título de “servidor”, pero esto se puede convertir en un factor motivador que puede inspirarlas para perseguir la verdad a fin de alcanzar la sumisión a Dios; no son tan sensibles a este título que Dios les da a las personas. Sin embargo, este no es el caso con los anticristos. Siempre son muy quisquillosos con los títulos que Dios les otorga a las personas y se los toman a pecho. No hace falta mucho para que una frase que diga Dios atente contra sus intereses y les haga daño y, cuando algo que dice Dios va en contra de su intención y deseo de recibir bendiciones, hiere su autoestima. En el momento en que se hieren su autoestima y su dignidad, juzgan, rechazan y traicionan a Dios; quieren dejar a Dios, no están dispuestos a seguir haciendo su deber, mientras que al mismo tiempo maldicen a Dios por ser injusto y no simpatizar con las personas. Los hay incluso que dicen que es demasiado difícil complacer a Dios, y que nada de lo que hacen está bien. Todas sus palabras, sentimientos y actitudes provienen de los anticristos. Además de carecer por completo de una actitud de sumisión a Dios, se ponen quisquillosos con las diversas cosas que dice Dios, y son negligentes y muestran indiferencia hacia los diversos requerimientos de Dios. Se resisten constantemente a este título de “servidor” y no tienen intención de aceptarlo ni de someterse, y mucho menos la voluntad de entender la intención de Dios. Lo único que hacen es buscar con insistencia desechar esta designación e identidad, este estatus y posición de “servidor”, y ni mucho menos buscan cómo cooperar con Dios para satisfacer Su intención, ni tampoco buscan cómo lograr el cambio de carácter, entrar en la realidad-verdad y someterse a Dios. No buscan estas cosas positivas en absoluto e, incluso cuando se deja en evidencia que son servidores, la indignación y la impetuosidad que sienten estalla de golpe. ¿Cómo de grave puede llegar a ser esto? Algunos anticristos maldicen en secreto a Dios en lugares públicos, al tiempo que lo maldicen en voz alta a puerta cerrada, diciendo: “Dios no es justo. ¡Lo mejor para mí será no creer en esta clase de dios!”. Desafían abiertamente a Dios y van en su contra. Solo esta palabra “servidor” causa que se revele la esencia de los anticristos que se opone a Dios y siente aversión por la verdad. Sus rostros perversos se desenmascaran por completo ante la palabra “servidor” y quedan totalmente al descubierto. ¿Qué es lo que queda al descubierto? Que no creen en Dios para aceptar Su salvación ni la verdad, ni creen en Dios porque Él sea la verdad o porque Dios sea Soberano sobre todas las cosas. En cambio, creen en Dios porque quieren algo de Él. Se imponen a sí mismos venir a la casa de Dios en aras de sus propias ambiciones y deseos. Tratan en vano de destacar entre la multitud y recibir bendiciones por sus propios medios, esfuerzos, trabajo duro y lucha o, lo que es más, tal vez reciben una recompensa aún más grande en su siguiente vida. Por tanto, a sus ojos, la palabra “servidor” siempre es degradante y un término despectivo, algo que nunca pueden aceptar. Algunos hermanos y hermanas piensan: “Rendir servicio para Dios es nuestra bendición. Es algo bueno, una cosa honorable”. Los anticristos, sin embargo, nunca aceptan este hecho y dicen: “¿Rendir servicio para dios es nuestra bendición? ¿Cómo se puede decir algo así? ¡Menuda tontería! ¿Dónde está la bendición en hacer eso? ¿Dónde está el placer? ¿Qué se puede ganar por rendir servicio a dios? ¿Puedes ganar dinero, oro o riquezas por rendir servicio? ¿O acaso puedes conseguir una casa y un coche? Todo el mundo que rinde servicio va a ser descartado; ¿hay algún servidor que sea buena persona? Nadie que rinde servicio ganará nunca nada”. No aceptan el hecho que comparten los hermanos y hermanas de que “rendir servicio para Dios es una bendición para la especie humana” y sienten oposición y repulsión hacia ello; preferirían escuchar otra cosa.
Los anticristos se pueden esforzar por cualquier alto cargo o por cualquiera con una posición y con prestigio en el mundo, los servirán y les brindarán bebidas, e incluso aceptarán rendir servicio para tales personas y estarán más que dispuestos a hacerlo. Solo cuando empiezan a rendir servicio para Dios, se vuelven renuentes y reacios, se llenan de quejas, de oposición y de sentimientos. ¿Qué clase de creaturas son? ¿Son estas las manifestaciones que debería tener un seguidor de Dios? Son claramente manifestaciones de la esencia de los anticristos. Si un anticristo fuera a ir al mundo para servir a un alcalde, a un gobernador provincial o a cualquier político prestigioso, pensarían que es algo que les traería gloria a sus ancestros y haría que su familia estuviera orgullosa. No se puede describir lo felices que serían, estarían como flotando en el séptimo cielo. Si alguien les preguntara cuál era su trabajo, dirían: “Sirvo al alcalde. ¡Soy el asistente más cercano del alcalde, su guardia personal!”. O afirmarían: “¡Me ocupo de las necesidades diarias del presidente!”. Dirían esto con mucho orgullo. Pensarían que es un buen empleo y que toda su familia compartiría la gloria de este. Soñarían de noche y se despertarían felices, y no ocultarían lo que hacían, fueran donde fueran. ¿Y eso por qué? No verían su empleo como algo vergonzoso; sentirían que es honorable, un empleo que los pone por encima de los demás, que les coloca un halo sobre su cabeza. Sin embargo, cuando alguien así empieza a creer en Dios, si le piden que rinda servicio para Él, no está dispuesto a hacerlo, siente rechazo e incluso se queja de Dios y lo maldice, y además lo traiciona y lo niega. Al comparar estas dos cosas, podemos ver que los anticristos son anticristos, que son parte de la banda de Satanás. Da igual que atiendan a Satanás, y da igual lo sucio, agotador o degradante que sea el trabajo, lo consideran un honor. Cuando hacen cosas para Dios en Su casa, sin embargo, por muy significativas, valiosas o nobles que sean, o por muy exaltados que estén al hacerlas, siempre consideran que no merece la pena mencionarlas. Al margen de la gran bendición que suponga y de lo honorable que sea rendir servicio para Dios y Su obra, y lo preciada que sea la oportunidad para la especie humana, simplemente no pueden sentirse felices de ello. ¿Por qué? Solo hay una razón: los anticristos son parte de la banda de Satanás, son satánicos y satanases vivientes, antagonistas innatos de Dios. Si les piden que sirvan a Dios y rindan servicio para Él, no puede causarles felicidad hacerlo. Por mucho que la casa de Dios hable sobre la verdad o intente hacerle entender a la gente Su intención respecto al título de “servidor”, los anticristos no son capaces de aceptarlo de parte de Dios ni de aceptar ninguna verdad relativa a ello, ni mucho menos de aceptar el hecho o la verdad de que es algo honorable, valioso y significativo que un ser creado rinda servicio para el Creador; esta es la actitud que albergan los anticristos hacia el título de “servidor”. Al afrontar este título y el hecho de que la gente rinda servicio para Dios, lo único que han hecho siempre los anticristos es procurar deshacerse de este título y evadir este hecho en lugar de aceptarlo, de aceptar este título de “servidor” de parte de Dios y luego perseguir la verdad, escuchar las palabras de Dios y someterse a Él y temerlo. A juzgar por las manifestaciones que exhiben los anticristos respecto al título de “servidor”, se ha de decir que los anticristos son de la misma especie que Satanás, que forman parte de las fuerzas hostiles de Satanás y son antagónicos respecto a Dios, la verdad y todas las cosas positivas.
La actitud que albergan los anticristos hacia el título de “servidor” es de no aceptarlo, de rechazo, repulsión y detestación. Venga de quien venga este título, todo el tiempo sienten rechazo hacia él y no lo aceptan, pensando que ser un servidor es miserable, y que siempre es así, al margen de para quién rindan servicio. Creen que “servidor” no es una definición que Dios le da al ser humano en función de su esencia, sino que es un desafío y una muestra de desprecio hacia la identidad y el valor de este; este es el principal punto de vista que tienen los anticristos del título de “servidor”. A partir de la actitud de los anticristos hacia las palabras de Dios, podemos observar que no consideran las palabras de Dios como criterio o como la verdad, sino como aspectos que escrutar y analizar. Es decir, no aceptan las palabras de Dios con la premisa de comprender la verdad o aceptar que Dios es el Creador, sino que más bien se abordan las palabras de Dios con la premisa de escrutar, sentir resistencia y oponerse. Para ellos, cada palabra que dice Dios y todo enunciado que Él pronuncia es objeto de escrutinio, y el título de “servidor” no es una excepción. Se esfuerzan por escrutar y ponderar la palabra “servidor”, y en las palabras de Dios perciben que Él no considera buenos a los servidores, sino más bien de bajo nivel, inferiores, sin valor, personas a las que Dios no ama y a las que detesta. Aunque esta es la actitud de Dios hacia el título de “servidor”, hay un contexto y una razón para que Él tenga una actitud tal; se basa en la esencia del hombre. Hay además otro hecho que no han visto: por mucho que Dios deteste a la especie humana corrupta y que la odie, Dios nunca ha renunciado a salvarla ni ha detenido la obra de Su plan de gestión para hacerlo. Los anticristos no creen este hecho, no lo reconocen ni lo ven. Solo se fijan en lo que Dios tiene que decir sobre los desenlaces de diversas clases de personas y, en particular, en lo que se refiere al título de “servidor”, muestran una actitud sumamente sensible. No quieren ser servidores ni quieren que Dios los defina como servidores, ni mucho menos rendir servicio para Dios con el título de “servidor”. Por eso, cuando los anticristos vienen a la casa de Dios, indagan en muchos círculos diferentes, preguntan si ellos mismos son servidores y, a partir de las palabras de Dios y de lo que dice la gente sobre ellos, quieren oír palabras de honestidad y llegar hasta la verdad del asunto: ¿son servidores o no? Si lo son, se alejan al instante y de inmediato; no rinden servicio para Dios ni para Su casa. Tienen una fuerte reacción contra el título de “servidor”, y se hace evidente que la identidad, la posición, las expectativas, el porvenir y el destino son, en lo que respecta a los anticristos, puntos que perseguir de manera permanente e intereses que nunca se van a abandonar. Para los anticristos, los servidores son lo más bajo entre la especie humana, tal como define Dios. No importa lo que digas o cuánta gente acepte este hecho y este título, los anticristos no lo aceptarán en absoluto. Cuando obran, solo exigen que otros rindan servicio para ellos, los escuchen, los obedezcan y giren en torno a ellos, y nunca se requieren a sí mismos cooperar ni comentar cosas con los demás ni pedirles opinión, consultar las intenciones de Dios o buscar los principios-verdad. Piensan: “Si cooperase y comentase los asuntos con los demás y buscara los principios-verdad cuando hago las cosas, entonces me estaría denigrando a mí mismo y perdiendo mi autonomía, ¿y no sería eso rendir servicio? ¿No me estaría esforzando entre bastidores mientras otros se llevan la atención? ¿No estaría asistiendo y sirviendo a los demás?”. Esto es algo que no quieren hacer en absoluto. Solo exigen que los demás los asistan, se rindan ante ellos, los escuchen, los aprecien, los alaben mucho, los hagan parecer buenos en todo, les dejen un lugar, los sirvan y obren para ellos, e incluso le exigen a Dios que les conceda recompensas apropiadas y una corona adecuada de acuerdo con lo que han hecho. Incluso cuando alguien menciona el precio tan grande que ha pagado Dios y cuánto ha sufrido por la salvación de la especie humana, cómo se ha hecho humilde y cuánto ha aportado a la especie humana, cuando los anticristos oyen estas palabras y ven estos hechos, se mantienen indiferentes y los dan por sentado. ¿Cómo interpretan estas cosas los anticristos? Dicen: “Se supone que dios lo hace todo por el ser humano y que le concede lo mejor a este, le otorga bendiciones y gracia, así como paz y alegría. Se supone que le va a dedicar todo esto al ser humano; es su obligación. Y, cuando las personas renuncian a estas cosas, se gastan y pagan un precio para dios, cuando se lo ofrecen todo a dios, se supone que van a obtener recompensas de él y a recibir algo incluso mejor. ¿No es esa una transacción equitativa? ¿Un negocio equitativo? ¿Qué hay que decir al respecto? ¿Qué mérito tiene dios? ¿Por qué no he visto ningún mérito de dios? Dios le concede cosas al hombre, ¿no es natural entonces que el hombre merezca recibirlas? ¡La gente ha estado pagando un precio!”. No creen que todas estas cosas que Dios hace por el ser humano sean la mayor gracia para este; no son agradecidos y no piensan en pagárselo a Dios. En cambio, quieren intercambiar el precio que pagan por el hermoso destino que Dios le ha prometido a la especie humana, y naturalmente creen que resulta adecuado que deseen bendiciones y alberguen todas estas intenciones, y que, se mire como se mire, Dios no debería convertir a las personas en Sus servidores. Creen que estas tienen dignidad e integridad, y que, si les hacen rendir servicio a Dios a aquellos que tienen un amor tan grande y pueden donar a causas benéficas, a los que se gastan y renuncian a cosas, entonces es que les están humillando gravemente y los están tratando de manera muy injusta. Para los anticristos, no merece la pena mencionar ninguna de estas cosas que hace Dios. En su lugar, magnifican hasta el infinito lo que ellos mismos hacen, aunque se trate de algo bastante pequeño, y lo consideran un capital para así recibir bendiciones.
Hay quienes nunca hacen nada bien cuando llevan a cabo su deber en la iglesia. Si los hermanos y hermanas no aceptan las cosas que hacen, las habilidades y los talentos que aportan o las ideas y sugerencias que ofrecen, entonces rehusarán seguir trabajando y querrán abandonar y marcharse; querrán abandonar a Dios. Si les pides que cooperen con alguien, no lo harán, y, si les pides que hagan todo lo posible al desempeñar su deber, tampoco lo harán. Solo dictarán órdenes a diestro y siniestro, harán a otros escucharlos y atenderlos, los convencerán para que se conviertan en sus servidores y los sirvan en lugar de hacer su propio deber en la casa de Dios. Y, si no les dan esa clase de trato o lo pierden, este trato que consiste en que otros los atiendan, trabajen para ellos y sigan sus órdenes, entonces quieren renunciar y marcharse; creen que Dios no es justo, su corazón está lleno de quejas y de rabia contra Él y desarrollan un odio hacia los hermanos y hermanas, y nadie es capaz de ayudarlos. No pueden trabajar en armonía con nadie ni asociarse con nadie de igual a igual. Sus reglas para asociarse con otros son que solo ellos se pueden colocar por encima de los demás al hablar y actuar, observando cómo los demás lo hacen todo por ellos y siguen todas las órdenes y consignas que declaran; nadie es digno de cooperar con ellos ni está cualificado para asociarse con ellos de igual a igual. Si alguien los considera un colega o un hermano o hermana corriente, y les habla, comenta el trabajo con ellos y comparte sobre la comprensión como si fueran iguales, se lo toman como un insulto terrible y un desafío tremendo a su integridad. En su fuero interno, odian y sienten hostilidad hacia tales personas, y buscarán la oportunidad de tomar represalias contra cualquiera que los trate como a un igual o no los tome en serio. ¿No es esto lo que hacen los anticristos? Esta es la perspectiva jerárquica que revelan los anticristos en lo que respecta a asociarse con otras personas. Por supuesto, esto guarda relación con la opinión y la actitud auténticas que albergan los anticristos hacia el título de “servidor”. No pueden siquiera aceptar un título que Dios le da a la especie humana, así que ¿pueden entonces aceptar la condena, el desenmascaramiento y la evaluación de los demás? Son incluso menos capaces de aceptar estas cosas. Por una parte, sienten hostilidad y resistencia hacia el título y la esencia de “servidor”, pero, por otra, atraen sin descanso a más personas y las incorporan para que rindan servicio para ellos, los sirvan, atiendan y obedezcan. ¿Acaso no es despreciable? La esencia de tales personas es perversa, y eso es absolutamente cierto. Desean controlar a otros. Está claro que son unos inútiles y no pueden hacer nada, no son más que basura en la casa de Dios, no tienen humanidad normal y no pueden asociarse con los demás con normalidad, y menos aún tener algo de razón normal. No entienden en absoluto la verdad, no están esclarecidos respecto a la verdad, solo tienen un poco de conocimiento profesional y captan unas pocas habilidades, y no pueden hacer bien ningún deber. Aun así, no se comportan bien y quieren hacerse con el poder, y, cuando no pueden, sienten que están acabados y piensan: “Debía estar rindiendo servicio cuando hice estas cosas antes. No estoy dispuesto a rendir servicio. Mejor me apresuro a irme ya, antes de dedicar demasiado esfuerzo o perder demasiado”. Esta es la idea que tienen. Siempre hacen tal determinación y llegan a semejante decisión; en cualquier momento pueden dejar de creer y marcharse, abandonar su deber y emprender la huida, retornar a los brazos de Satanás y ser sus compañeros de fechorías. ¿Hay personas como estas? (Sí). En lo que respecta a algún aspecto del trabajo profesional, puede que entiendan un poco, pero, en cuanto a los principios-verdad que han de captar para ese aspecto del trabajo profesional, son del todo ignorantes; en lo que respecta a un aspecto del conocimiento o de los dones, puede que posean algunos, pero, en lo que se refiere a los principios-verdad que deben entender para hacer su deber, de nuevo son del todo ignorantes y su comprensión está distorsionada. No pueden cooperar con otros en armonía y no hablan el mismo lenguaje que otros cuando comparten juntos. ¿Para qué son apropiadas estas personas? Si de veras tienen conciencia y razón, serán capaces de tratar correctamente a otras personas y, cuando estas digan cosas correctas y conformes a la verdad, podrán aceptarlas, se someterán voluntariamente y serán capaces de rebelarse contra su carne. No deberían querer siempre destacar por encima de la multitud ni guiar y controlar a los demás; en su lugar, deberían desprenderse de su ambición y deseo de sobresalir, y estar dispuestos a ser las personas más insignificantes, aunque eso implique rendir servicio; deberían hacer todo lo que puedan. Ellos mismos son personas corrientes, así que deberían regresar a la posición de personas corrientes, esforzarse por hacer sus deberes y ser gente con los pies en la tierra. Al final, los que son así podrán mantenerse firmes. Si no eligen esta senda y en su lugar se creen grandes y nobles, si nadie puede tocarlos ni llegar hasta ellos, y si quieren ser un abusón local, un tirano, y seguir la senda de los anticristos, entonces están destinados a ser personas malvadas. Si no están dispuestos a ser la persona más insignificante, a ser completos desconocidos o estar lejos del foco de atención, o a darlo todo, entonces seguro que son anticristos y no se pueden salvar; esto es peligroso para ellos. Si alguien así puede reflexionar sobre sí mismo, tiene autoconocimiento, acepta la soberanía y las disposiciones de Dios, ocupa la posición que le corresponde, es una persona corriente y deja ya de fingir, tendrá una oportunidad de lograr la salvación. Si siempre quieres ser prepotente e irrazonable y mostrarte como una figura poderosa, eso es inútil. La casa de Dios está llena del pueblo escogido de Dios y, por formidable, fiero o malvado que seas, no sirve de nada. La casa de Dios no es un ring de boxeo, así que, si quieres pelear, ve a hacerlo al ring del mundo. Nadie en la casa de Dios quiere pelear contigo, nadie está interesado ni tiene tiempo libre para eso. La casa de Dios es un lugar que predica la verdad, que ayuda a la gente a entender la verdad y la pone en práctica. Si no puedes practicar la verdad, es difícil lidiar con ello, y lo único que se demuestra es que este no es tu lugar. Si siempre quieres pelear, siempre quieres ser fiero, siempre quieres ser implacable y siempre quieres ser prepotente e irrazonable, entonces la iglesia no es el lugar adecuado para ti. La mayoría de las personas en la casa de Dios aman la verdad; quieren seguir a Dios y obtener vida, y no disfrutan de participar en intrigas y pelearse con diablos. Solo los anticristos disfrutan de pelear a diestro y siniestro y de competir por poder y beneficio, y por eso los anticristos no pueden mantenerse firmes en la casa de Dios.
Hay una clase de persona que es increíblemente sensible a cosas tales como la identidad, la posición y el estatus, que siente un enorme rechazo y repulsión hacia el título de “servidor” en particular y no puede aceptarlo en absoluto; tales personas son anticristos. No solo no persiguen la verdad y sienten aversión por ella, sino que además sienten aversión por que se dirijan a ellos como “servidores”. Aquellos que sienten aversión por el título de “servidor”, deberían en realidad perseguir la verdad. Si fueran capaces de hacerlo, ¿no habrían desechado entonces el título de “servidor”? Sin embargo, este es exactamente el problema. Dado que sienten una aversión extrema por la verdad, nunca caminarán por la senda de perseguirla ni practicarla. Por eso, en la obra del plan de gestión de Dios, desempeñarán siempre el papel de servidores. Por supuesto, para los anticristos, ser capaces de actuar como servidores en el plan de gestión de Dios sigue siendo una bendición; es una oportunidad para que vean los actos del Creador, para oír al Creador expresar la verdad y compartir Sus pensamientos más íntimos con la especie humana, y para apreciar la sabiduría y los actos todopoderosos del Creador. Para ellos no es algo malo ser servidores para el Creador y, ya puedan comprenderlo o no, ser servidores de Dios y rendir servicio en la casa de Dios debería ser algo que estos anticristos y acompañantes de Satanás siempre recordarán, aunque la obra de Dios acabe más adelante. A lo largo del proceso completo de que la especie humana corrupta antagonice a Dios, los anticristos rinden servicio sin saberlo al plan de gestión de Dios, y este es el pequeño valor en la existencia de cada anticristo; esto es un hecho. Los anticristos hacen su contribución al permitir al pueblo escogido de Dios discernirlos y reconocerlos desde el aspecto negativo. Ya estén dispuestos a admitir este hecho o no y, al margen de que estén dispuestos a ser servidores, de que estén contentos y felices de serlo, en cualquier caso, rendir servicio para la obra de Dios como servidores y asumir este papel son cosas que merecen la pena; esto es que Dios los exalta. Algunos dicen: “¿Dios también exalta a los anticristos?”. ¿Qué tiene eso de malo? Son seres creados; ¿acaso no puede Dios exaltarlos? Lo que digo es verdad. Ahora bien, ¿cómo se sienten los anticristos cuando oyen estas palabras? No deberían intentar buscar defectos y deberían obtener algún consuelo. Como poco, han contribuido en su medida al esfuerzo de la gran cuestión del plan de gestión de Dios. Al margen de que hicieran esto voluntariamente, o de que lo hicieran de manera activa o pasiva, en cualquier caso, esto era que Dios los exaltaba, y deberían aceptarlo con alegría y no resistirse. Si los anticristos pueden rebelarse contra sus ancestros, rebelarse contra Satanás y perseguir la verdad y la sumisión al Creador, entonces dime, ¿será Dios feliz? (Sí). Esto es además un honor para el pueblo escogido de Dios, y ellos también deberían ser felices; es algo bueno. Sea sostenible o no este hecho, en cualquier caso, si los anticristos pueden cambiar el rumbo y caminar por la senda del arrepentimiento, entonces por supuesto que es algo bueno. Por consiguiente, ¿por qué digo que esto es un honor para el pueblo escogido de Dios? Si un anticristo rindiera servicio por propia voluntad, ¿acaso no habría una lacra menos en la casa de Dios? Si tuvierais un diablo menos entre vosotros, un perturbador y un alborotador menos, ¿acaso no serían mucho más tranquilos vuestros días? Visto desde esta perspectiva, si los anticristos estuvieran de veras dispuestos a rendir servicio, esto tendría que ser también algo bueno que merece celebración. Tenéis que alentarlos y ayudarlos, así como no descartarlos por completo. Si tuvierais buenas intenciones y los dejarais quedarse, pero al rendir servicio causan más problemas de los necesarios y eso lleva al desastre, entonces se debería lidiar con ellos de acuerdo con los principios. ¿No es esta una buena manera de hacer las cosas? (Sí).
Hay otra clase de persona que merece mención. Hay algunas que son capaces de sufrir y pagar un precio en el transcurso de hacer su deber, y a veces pueden también obedecer y someterse o lidiar con los asuntos conforme a los principios. Su deseo subjetivo es caminar por la senda de perseguir la verdad, siempre pueden someterse a cualquier cosa que lo Alto o la iglesia hayan dispuesto, y siempre pueden completar las tareas a tiempo. No causan trastornos y perturbaciones en la casa de Dios, y la obra que hacen y el deber que asumen acarrea muchos beneficios y ventajas a los hermanos y hermanas. Desde fuera, aunque no han cometido ninguna maldad, no trastornan ni perturban, y no parecen personas malvadas, hacen algo que la gente corriente no puede hacer y no hace, y es que disfrutan de cultivar su influencia y de establecer sus propios reinos independientes. Cuando les asignan algunas tareas, en el momento en el que se convierten en la persona responsable del trabajo, pueden empezar a establecer sus propios reinos independientes y pueden empezar a cultivar inconscientemente su poder y conexiones dentro del ámbito de su influencia. Dentro de este ámbito, se ganan por completo y totalmente a todo el mundo, y la gente admira mucho y alaba en voz alta todo lo que hacen, todo lo que dicen y el precio que pagan. Consideran el ámbito de su gestión como su propia pequeña familia dentro de la familia de Dios. Desde fuera, parecen capaces de pagar un precio, cargar con responsabilidad y sufrir; parece que no hay problema. Sin embargo, en los momentos cruciales, son capaces de traicionar los intereses de la casa de Dios. A fin de salvaguardar su propio prestigio, su lugar en la cima de la montaña y su posición, dignidad y poder absolutos en la iglesia, no ofenden ni dañan a nadie. Aunque alguien dañe o traicione los intereses de la casa de Dios, e incluso si alguien perturba o destruye la obra de la casa de Dios, no indagan en el asunto, no le prestan atención y pueden tolerarlo. Mientras la persona no amenace su posición y todavía obre a su servicio dentro de su ámbito de influencia, entonces está bien; este es su criterio más elevado. No importa qué perturbaciones cause esa persona, no se dan cuenta, no lo notan y no la podan ni la reprenden, ni mucho menos lidian con ella. Tales personas son elementos peligrosos. A alguien promedio le resulta difícil discernirlas, y tal vez no te des cuenta de nada raro en ellas cuando no tienen posición. En cuanto la obtienen, sin embargo, su esencia-naturaleza queda por completo al descubierto. ¿Y qué es exactamente lo que queda al descubierto? Que el precio que pagan y todo lo que hacen tiene un propósito; no hacen estas cosas a fin de salvaguardar los intereses de la casa de Dios, no hacen realmente su deber, y no van a hacer todas estas cosas para que Dios las vea, sino para que lo vea la gente. Quieren atraer la mirada, los ojos y la atención de los demás, e incluso más que eso quieren desorientar el corazón de las personas de modo que la gente los valore, los admire y alabe. Por eso no les importa cómo Dios los percibe o cómo los trata; si Dios dice que solo están allí para rendir servicio, se muestran indiferentes. Les vale con que la gente pueda arrodillarse a sus pies e inclinarse ante ellos. Estas personas son elementos peligrosos y no son del mismo sentir que Dios y la casa de Dios, y su corazón no es el mismo que aquellos del pueblo escogido de Dios que de veras persiguen la verdad. Están cultivando influencia para sí mismos, y además la cultivan para Satanás. A juzgar por sus diversas manifestaciones, tanto el deber como todo lo demás que hacen es una manera de alardear de sí mismos y de adular a los demás lo máximo posible.
Los anticristos pueden rendir algo de servicio en la casa de Dios y en la obra del plan de gestión de Dios, y pueden incluso llegar a ser buenos servidores durante cierta etapa. Sin embargo, debido a la senda que caminan y a los objetivos y la dirección que escogen, además de a su deseo de posición y poder y al ansia de fama y ganancia que tienen dentro, nunca pueden sacudirse el título de “servidor”, no pueden entender la verdad, no pueden comprender qué es la realidad-verdad ni entrar en ella, no son capaces de practicar la verdad, no pueden lograr la verdadera sumisión ni el temor de Dios. Tales personas son elementos peligrosos. Cuentan con filosofías profundas para los asuntos mundanos, disponen de maneras muy inteligentes de interactuar con las personas, prestan una atención especial a la manera en la que hablan y a las palabras elegidas cuando se dirigen a otros, y además prestan especial atención a los métodos que usan cuando se asocian con los demás. Aunque es posible que no parezcan traicioneros y malvados en la superficie, su corazón está lleno de ideas, pensamientos y puntos de vista perversos, e incluso de nociones y malinterpretaciones sobre la verdad y de incapacidad de entender a Dios. Aunque nadie puede detectar qué tienen de malvadas estas personas ni las percibe como tal, dado que su esencia es tan perversa y nunca pueden hacer su deber conforme a los principios-verdad ni caminar por la senda de perseguir la verdad y alcanzar la auténtica sumisión a Dios, al final siempre son incapaces de despojarse del título de “servidor”. Estas personas son incluso más turbias y capaces de desorientar a otros que los anticristos y las personas malvadas más obvias. Desde fuera, parece que no tienen opinión del título de “servidor” y no albergan ninguna actitud hacia ello, y mucho menos sienten rechazo alguno al respecto. Sin embargo, el hecho es que, a juzgar por su esencia, incluso si rinden servicio para Dios, siguen albergando intenciones y objetivos; no rinden servicio de manera incondicional ni lo hacen para obtener la verdad. Como estas personas son perversas y astutas en su interior, no es fácil que los demás las disciernan. Solo en asuntos y momentos cruciales se revelan su esencia-naturaleza, sus pensamientos, sus puntos de vista y la senda que caminan. Al continuar así, si eligen esta forma de búsqueda y escogen caminar por esa senda, entonces cabe imaginar que tales personas no van a poder lograr la salvación. Se sirven de la confianza que la casa de Dios deposita en ellas y de la oportunidad de la obra de Dios para maquinar en su propio beneficio, controlar y atormentar a las personas y satisfacer sus propias ambiciones y deseos. Al final, no obtienen la verdad, sino que en su lugar las ponen en evidencia debido a que han hecho toda clase de maldades. Cuando las ponen en evidencia, queda claro que estas personas no persiguen la verdad y no creen en Dios en aras de perseguir la verdad y lograr la salvación. Después de escuchar las palabras de Dios y Su exposición de toda clase de personas, si estas se sirven de manera sistemática de los principios, medios y métodos de tratar con el mundo a fin de hacer su deber, al final solo puede haber un desenlace: han de asumir el papel de servidor en la obra de gestión de Dios y acabar revelados y descartados; esto es un hecho. ¿Habéis tenido antes alguna experiencia con tales personas? Cuando los revelan y los expulsan, algunos anticristos se convierten en comandantes sin ejército. El mal que han hecho ha sido demasiado y muy grande, y los hermanos y hermanas sienten repulsa hacia ellos y los abandonan. Hay además otra clase de personas que, cuando las revelan y cuando la iglesia las condena y rechaza, cuentan con muchos cómplices y ayudantes que las defienden, dan la cara por ellas y claman contra Dios. ¿No son esta clase de personas incluso más capaces de desorientar a otros? Son si cabe más peligrosas. En cuanto a cómo consideran los anticristos el título de “servidor” y qué prácticas, ideas y manifestaciones subyacentes exhiben, de momento vamos a terminar aquí nuestra charla.
c. Por qué los anticristos no quieren ser servidores
Los anticristos no quieren ser servidores y no están dispuestos a serlo. Creen que, si lo son, sufrirán tremendos insultos y discriminación. Entonces, ¿qué es exactamente lo que quieren ser? ¿Cuál es su objetivo cuando empiezan a creer en Dios y vienen a Su casa? ¿Están dispuestos a ser miembros del pueblo de Dios, a ser Sus seguidores? ¿Están dispuestos a ser personas perfeccionadas? ¿Se contentan con ser como Pedro y Job y les parece bien? (No). ¿Hay alguien que diga que se contenta con ser miembro del pueblo escogido de Dios en su fe en Él, que le basta con eso? ¿Está alguien dispuesto a ser un juguete en manos de Dios? No, la gente no está especialmente dispuesta a eso. Cuando alguien viene a la casa de Dios, lo hace buscando obtener beneficios, bendiciones, recompensas y una corona. A medida que acepta que las palabras de Dios lo dejen en evidencia y lo juzguen, empieza a darse cuenta de que, si alberga tales intenciones en su fe en Dios, no será capaz de entender la verdad y al final no podrá lograr la salvación. Por tanto, muchos eligen desprenderse primero de su deseo de bendiciones y de su deseo de una corona y de recompensas, desprenderse de todos esos beneficios y escuchar primero lo que dice Dios, cuáles son Sus exigencias al ser humano y qué tiene Él que decirle a este. Muchas personas que escuchan las palabras de Dios sienten un gozo secreto en su corazón, y dicen: “Dios expone nuestra corrupción, expone lo feo que es nuestro verdadero ser, nuestra esencia de oponernos a Dios y sentir aversión por la verdad; todo esto son hechos. Para mi fortuna, no me apresuré a extender las manos hacia Dios buscando buena fortuna, gracia y bendiciones; por suerte me deshice primero de estas cosas. Si no lo hubiera hecho, ¿acaso no habría quedado como un necio? Todo lo que dice Dios expone la naturaleza y la esencia del ser humano, así que ¿cómo puedo entonces despojarme de esas cosas? Dios ha dicho que las personas deben primero encargarse de llevar a cabo su deber y de cooperar con el trabajo dentro del plan de gestión de Dios. Durante este proceso, si pueden embarcarse en la senda de entender y aceptar la verdad, tendrán esperanzas de lograr la salvación y podrán obtener muchos beneficios en el futuro”. En este punto, muchas personas dejan de pensar en estas cosas. Sus maravillosos deseos y sus anhelos y esperanzas hacia el futuro ya no parecen realistas. Sienten que, en este momento, cómo hacer bien sus deberes, cómo satisfacer las intenciones de Dios y cómo entender la verdad y mantenerse firmes son cosas más realistas, importantes y fundamentales que esos deseos e ideales. Por tanto, en este momento crucial, la mayoría de las personas eligen hacer su deber, experimentar la obra de Dios, obtener la verdad, dedicar su tiempo y su juventud, renunciar a su familia, a su trabajo y a sus expectativas mundanas para Dios y para el cumplimiento de su deber, y algunos llegan incluso a dejar su matrimonio para esto. Esta clase de manifestaciones, comportamientos y acciones que tienen las personas son sin duda una especie de actitud de obediencia y sumisión hacia las cosas positivas y hacia todas las exigencias de las que habla Dios, y precisamente esta actitud es una condición necesaria que la gente debe poseer para ser capaz de entender la verdad, practicarla, someterse a Dios y finalmente alcanzar la salvación. Estas son las diversas manifestaciones y pensamientos que cada persona normal tiene antes de acudir a la casa de Dios para hacer su deber. Desde que tales personas empezaron a creer en Dios hasta ahora, sus pensamientos y puntos de vista han estado sufriendo constantes cambios, y su actitud hacia la verdad y hacia Dios también ha estado experimentando una constante transformación. Al tiempo que estos deseos y ambiciones previos del ser humano sufren una constante destrucción, se están desprendiendo de estas cosas y renunciando a ellas de manera paulatina y activa. Este es el buen fruto que al final se genera por el deseo de las personas de cooperar con Dios y someterse a Él. Es una manifestación positiva y buena, y es un buen resultado. Mientras las personas realizan un progreso constante, aquellos que de veras persiguen la verdad casi se han desprendido de su deseo e intención de obtener bendiciones y, por tanto, la mayoría de las personas básicamente no son muy sensibles ni están interesadas en las diversas promesas que Dios le hizo antes al ser humano. Esto es porque, cuando se mide de acuerdo con la razón de una persona normal, si alguien no puede estar a la altura al cumplir su deber y fracasa a la hora de entender la verdad, perderá la ocasión de obtener todas las bendiciones que prometió Dios y no tendrá nada que ver con ellas. Todo el mundo debería entender esta lógica tan sencilla. Por supuesto, ahora hay muchas personas que ya entienden tal hecho y que además lo reconocen y lo aceptan; solo los anticristos no lo hacen. ¿Por qué no? Porque son anticristos. No aceptan este hecho, ¿y qué es lo que quieren hacer pues? Cuando vienen a la casa de Dios, escrutan Sus palabras y encuentran en ellas varios títulos y estatus, tales como “persona de Dios”, “hijos primogénitos”, “hijos de Dios”, “pueblo de Dios” y “servidores”, y se les iluminan los ojos. Sus deseos y ambiciones se satisfacen rápido, y piensan: “Ser uno de los hijos de dios es demasiado normal; la mayoría de las personas son hijos de dios. Ser miembro del pueblo de dios significa ser un plebeyo, parte de la masa, no ser más que una persona normal sin poder ni influencia. Y que ni se te pase por la cabeza hacerme servidor. No quiero tener nada que ver con ser servidor mientras viva; eso no tiene nada en absoluto que ver conmigo”. Y, entonces, centran su mirada en los dos títulos de “persona de Dios” e “hijos primogénitos”. A partir de sus nociones, creen que la “persona de Dios” es Dios mismo, que los “hijos primogénitos” son los primogénitos de Dios y que ambos conllevan poder e influencia y pueden gobernar como reyes entre la especie humana, controlar a las personas, controlar al pueblo escogido de Dios, poseer poder absoluto y contar con el poder de llevar la voz cantante, el poder de ser líder y el de instrumentar a las personas y decidir si viven o mueren; creen que estos poderes son muy grandes. Por eso es imposible hacer que sean servidores. Si les permitieran elegir, elegirían ser hijos primogénitos o personas de Dios; de lo contrario, dejarían de creer en Él. Cuando llevan a cabo su deber o actúan como líderes y obreros en la casa de Dios, actúan, pagan un precio, sufren y corren de un lado a otro en busca de estos dos objetivos. Durante este tiempo, calculan continuamente lo lejos que han llegado mientras van a toda prisa, a cuántas personas han ganado mientras difunden el evangelio, cuántas los veneran y admiran, si los hermanos y hermanas, al lidiar con los problemas, acuden a otros o acuden a ellos cuando lideran la iglesia, y si pueden controlar y cambiar los pensamientos y puntos de vista de otros. Calculan, sopesan y observan estas cosas continuamente, con el objetivo de lograr lo que ellos quieren: gobernar como reyes en la casa de Dios. La mayoría de las personas, una vez que llegan a la casa de Dios y entienden algunas verdades, pueden llevar a cabo con normalidad el deber de un ser creado; no es el caso de los anticristos. Creen que provienen de una estirpe noble, que forman parte de un grupo noble y especial, y que en la casa de Dios se les debe llamar grandes; de lo contrario, no creerán en Él. Si van a creer en Dios, hay que honrarlos por ser grandes en la casa de Dios y por ser peces gordos. Al mismo tiempo, también calculan y averiguan cuánto crédito tienen en la libreta de Dios, y si están suficientemente cualificados para gobernar como reyes junto a Dios. Por tanto, el origen, el punto de partida y la motivación para que algunos anticristos vengan a la casa de Dios a hacer su deber es acudir a Su casa para gobernar como reyes. Desde luego, no están dispuestos a hacer su deber solo para ser seguidores corrientes y de lo más insignificante y, en el momento que su ambición y deseo se extinguen, de repente se vuelven hostiles y rechazan llevar a cabo su deber.
Ahora hay algunas personas en la casa de Dios que llevan varios años haciendo su deber, que lo hacen todo mal y a las que descartan hagan donde hagan su deber. Al tener una terrible humanidad y escasa integridad, al no perseguir la verdad y tener un carácter cruel y perverso que siente aversión por la verdad, al final acaban rechazados por los hermanos y hermanas. En cuanto ven que sus deseos de bendiciones están a punto de evaporarse y que su sueño de gobernar como un rey y destacar en la casa de Dios ya no se puede hacer realidad, ¿cómo viven en su vida privada? No leen las palabras de Dios, no escuchan himnos, no asisten a reuniones, ignoran a la casa de Dios cuando les piden que hagan un deber, y los hermanos y hermanas necesitan incluso llamarlos, invitarlos y recordarles cuando toca asistir a las reuniones. Algunos de ellos siguen asistiendo a las reuniones con reticencia, pero durante estas no dicen ni una palabra, no comparten, y sienten repulsión hacia todo lo que dicen los demás y no quieren oírlo. Cuando los hermanos y hermanas oran, también cierran los ojos, pero no dicen nada; no tienen nada que decirle a Dios. ¿Y qué hacen otras personas durante las reuniones, cuando escuchan sermones o cuando los hermanos y hermanas hablan sobre la verdad? Algunos se van a dormir, otros miran su teléfono y leen las noticias, los hay que charlan entre ellos y otros juegan a videojuegos por internet. Al creer en Dios, piensan que, en la casa de Dios, si no pueden gustarles a todos, si no pueden caerles en gracia a los demás, si no tienen a nadie que los rodee y les muestre su apoyo y si no les pueden asignar tareas importantes, entonces no podrán ser capaces de gobernar como reyes con Dios en el futuro y, por consiguiente, para ellos Dios no existe. Para ellos, que Dios exista está vinculado a si pueden o no recibir bendiciones. ¿No es así como se comportan los anticristos? Creen que, si un dios no puede permitirles recibir bendiciones, no es un dios y no tiene verdad, y que solo es un dios el que puede dejarles obrar arbitrariamente, permitirles hacerse con el poder en la iglesia y gobernar como reyes en el futuro. Esta es la lógica de Satanás; consiste en confundir lo correcto con lo incorrecto y distorsionar los hechos. Como creyentes en Dios, la razón de que no puedan seguir las huellas de Dios y no estén dispuestos a hacer su deber es que sienten aversión por la verdad, que en su corazón veneran solo las filosofías de Satanás, el conocimiento, la fama, la ganancia y la posición. Niegan que Dios sea la verdad, no prestan atención a la obra de Dios, y por eso en las reuniones miran el teléfono, juegan a videojuegos, comen aperitivos y charlan como si nada; hacen lo que les da la gana y aun así se sienten complacidos consigo mismos. En el momento que sus esperanzas de ser bendecidos se hacen añicos, ya no le encuentran significado a la fe en Dios y, cuando eso sucede, consideran la iglesia, el lugar donde se reúnen los hermanos y hermanas, como un patio de recreo, consideran el tiempo de reunirse como ocio, y consideran las reuniones y escuchar sermones como algo opresivo, monótono y aburrido. ¿Cómo consideran los sermones que escuchan los hermanos y las hermanas, así como la verdad? Como consignas, como tonterías sin fundamento, y consideran tiempo perdido el que pasan reunidos junto a los hermanos y hermanas. ¿Acaso no han quedado en evidencia? Llevan sus ambiciones, sus deseos y sus ilusiones a su fe en Dios, y esto es una señal que determina que serán incapaces de seguir la senda hasta el final, y de que incluso son indignos de rendir servicio para la obra de Dios y para Su plan de gestión. Miran con desprecio a aquellos que escuchan los sermones y a los hermanos y hermanas que persiguen la verdad, y lo que es más, niegan la obra de Dios, Su existencia y la del hecho de la obra del plan de gestión de Dios.
Cuando los anticristos, esas personas que sienten aversión por la verdad, empiezan a pensar que creer en Dios no les va a causar ningún beneficio, se desenmascara su semblante demoniaco. Algunos anticristos femeninos se ponen tanto maquillaje en casa que parecen fantasmas. Se ponen cualquier cosa que esté de moda o le resulte atractiva al sexo opuesto, y algunas incluso se escabullen para jugar al mahjong, apostar y fumar; son demasiado horribles y repugnantes. Vienen a la casa de Dios con fingimientos, ¿y qué sucede al final? Que no pueden mantenerlos, ¿verdad? Solo la verdad puede revelar a las personas y, si alguien no ama la verdad, siente aversión por ella y tiene un carácter cruel, está destinado a ser hostil a la verdad y es incapaz de aguantar. ¿Tiene todavía la iglesia que descartar a tales personas? ¿Tiene Dios todavía que condenarlas? ¿Ha de rechazar todavía a alguien semejante? No, Dios no les presta ninguna atención. Para Dios, no son más que bichos, ni siquiera merecen ser servidores, simplemente no están a la altura. Cuando exhiben tal desprecio hacia las reuniones, la vida de iglesia y su deber, ¿qué demuestra esto? Dios no los vigila ni los protege, ni tampoco los guía. Él no realiza ninguna obra para esclarecerlos, guiarlos ni disciplinarlos, y por eso viven unas vidas tan indeseables y feas. Ellos mismos, sin embargo, piensan: “No creo en dios; soy libre. Vosotros los que creéis en dios tenéis que sufrir y pagar un precio, renunciar a vuestras familias y carreras, mientras que yo no tengo que sufrir nada. Puedo disfrutar de estar en casa, regocijarme en los placeres de la carne y en los deleites de la vida”. Creen que han obtenido felicidad y libertad. ¿Le importan algo a Dios? (No). ¿Por qué no? Para Dios, estas personas son bichos, no son humanas y no merecen Su atención. Si no les importan a Dios, ¿las salvará igualmente? Dado que Dios no las va a salvar, ¿tiene algo que ver con Dios lo que hacen? ¿Guarda alguna relación con los decretos administrativos de la casa de Dios? No. Por tanto, en apariencia viven muy cómodos, libres y sueltos, bastante felices a diario. ¿Pensabas que eso era algo bueno? Con solo un vistazo a lo que viven y la senda que siguen, ya sabes que están acabados, que Dios ya no los quiere. ¡Vaya panda de apestosos son estos bichos! No le importan nada a Dios.
Aquellos que, al margen del entorno y las circunstancias, se esfuerzan tanto como pueden por gobernar como reyes y estar al mismo nivel que Dios en el mundo venidero son elementos incorregiblemente obstinados entre los anticristos. Son como Pablo; tienen espinas en la carne, albergan dudas sobre Dios, se resisten a Él y lo amenazan, y muestran grandes reticencias cuando obran, se gastan, sufren adversidades y pagan un precio. Hacen estas cosas solo para intercambiarlas por una corona y a cambio de poder gobernar como reyes en el mundo venidero. ¿Acaso todo este proceso no hace que los anticristos suenen muy penosos? En realidad, no lo son tanto. No solo no son penosos, sino que, en realidad, en cierto sentido, son risibles. Después de que Dios haya dicho tanto, si todavía no entienden la verdad, mejor olvidarse; ¿cómo es que no pueden sacarle sentido a un lenguaje tan directo? ¿Cómo pueden no entender un dogma tan simple? Si no practicas la verdad, no serás capaz de lograr un cambio de carácter ni de alcanzar la salvación y, aunque Dios te haya hecho una promesa, no serás capaz de obtenerla. Cualquier promesa que Dios le haga al hombre es condicional; Él no le hace promesas a la gente sin razón o sin condiciones. Dios hace Sus exigencias al ser humano, y estos no cambian en ningún momento. Dios no va a vulnerar la verdad ni va a cambiar Sus intenciones. Si comprendieras este aspecto, ¿te seguirías aferrando con terquedad a tus deseos y ambiciones? Solo los idiotas y los irracionales se aferrarían con tal obstinación a esas cosas. Aquellos que tienen algo de racionalidad y humanidad normal deberían desprenderse de ellas y perseguir aquello que deberían, lo que deberían lograr y en lo que habrían de entrar; primero deberían cumplir las exigencias de Dios. Segundo, ¿qué deberían entender las personas con una racionalidad normal? Hay profecías en la Biblia que dicen que gobernaremos como reyes con Dios para toda la eternidad, y en la obra actual de Dios Él también menciona a la persona de Dios, a los primogénitos, a los hijos de Dios, al pueblo de Dios, etcétera, y a su vez clasifica diversos niveles y títulos para las personas. Ya que Dios le ha prometido estas cosas al ser humano, ¿por qué la gente no puede perseguirlas? Así pues, ¿cuál deberían ser la comprensión y el enfoque correctos? Si alguien considera que gobernar como un rey y las promesas que ha hecho Dios son las metas a perseguir, ¿es esta la senda correcta? Desde luego que no; no es algo positivo, está demasiado adulterado por la voluntad humana, y esta senda está reñida con la verdad. Hay quien dice: “Dado que has hecho esta promesa, ¿por qué no nos permites alcanzarla? Dado que has dicho todas estas cosas y se las has enunciado públicamente a toda la especie humana, ¿por qué no nos permites perseguirlas?”. Esto guarda relación con la verdad; nadie lo ha entendido nunca desde el comienzo hasta ahora. ¿Con qué aspecto de la verdad está relacionado esto? Has de observarlo de este modo: Dios le hizo una promesa al ser humano y a este le llega a través de Él la idea de gobernar como reyes, al igual que varios títulos como “persona de Dios”, “hijos primogénitos”, “hijos de Dios”, etcétera. No obstante, estos solo son títulos. En cuanto a qué título pertenece a quién, eso depende de la búsqueda individual y del desempeño. Sea cual sea el título que el Creador te dé, eso es lo que eres. Si no te concede ningún título, no eres nada; es una mera promesa de Dios, no algo a lo que la gente tenga derecho ni que merezca. Por supuesto, esta promesa es un objetivo que la gente desea, pero este objetivo no es la senda que deberían emprender los humanos, y no tiene nada que ver con la senda que toma la gente. ¿Quién tiene derecho a tomar decisiones en este asunto? (Dios). Eso es, la gente debe entenderlo. Si Dios dice que te está dando algo, es que tienes algo; si dice que te lo va a quitar, entonces no tienes nada, no eres nada. Si dices: “Aunque Dios no me lo dé, voy a perseguir esto y, si Dios me lo da, lo aceptaré como algo natural”, entonces eso está mal. ¿Por qué está mal? Vulnera un gran tabú. No reconoces el hecho de que Dios siempre será Dios y el ser humano siempre será el ser humano; por eso está mal. Hay quien dice: “Se profetiza en la Biblia. En muchos lugares, la Biblia dice que gobernaremos como reyes con Dios para toda la eternidad. ¿Por qué Dios puede decir esto y sin embargo no es algo que nosotros podamos perseguir?”. ¿Es esta la razón que debería poseer un ser creado? Ves como algo bueno la promesa de Dios a las personas de gobernar como reyes y lo buscas, pero Dios también ha hablado de servidores; ¿buscas rendir servicio bien para Dios? ¿Buscas ser un servidor cualificado? Dios requiere además que las personas hagan su deber; ¿te requieres a ti mismo hacer bien tu deber? Dios además requiere que la gente actúe como seres creados, ¿y qué haces tú? ¿Consideras que tu objetivo es ser un ser creado cualificado y te afanas en ello? Dios le hizo la promesa al ser humano de que gobernarían como reyes, y hay una premisa y un contexto para esta promesa: debes ser un buen ser creado, hacer bien el deber de un ser creado, desechar el papel de servidor, lograr la sumisión a Dios y temer al Creador. Dios ha dicho que cuando logréis todo esto, entonces seréis capaces de gobernar como reyes con Dios para siempre; este es el contexto en el que se dijeron estas palabras. Las personas carecen de razón. En cuanto oyen esto, piensan: “¡Es genial que podamos gobernar como reyes con Dios! ¿Cuándo sucederá esto? ¿Cómo gobernaremos como reyes? ¿Cómo estaremos en igualdad de condiciones con Dios? ¿De quién seremos reyes? ¿Sobre quién reinaremos? ¿Cómo reinaremos? ¿Cómo seremos reyes?”. ¿Acaso la gente no carece de razón? Aunque esto es una promesa que Dios le hizo al ser humano, algo que dijo para que el ser humano lo oyera, para hacer saber a la gente que existe esta cosa maravillosa, deberías evaluarte a ti mismo; ¿quién eres? Dios tiene esta idea y está dispuesto a permitirle al ser humano vivir de este modo con Él, pero ¿estás cualificado para lograrlo? ¿Por qué no le preguntas a Dios lo siguiente? “Antes de lograr esta promesa, ¿qué requerimientos haces Tú de nosotros? ¿Hay algo que necesites que hagamos? ¿Qué debemos conseguir primero antes de poder alcanzar esta promesa?”. No preguntas nada de esto, sino que lo exiges. ¿No es esto carecer de razón? El ser humano carece de este tipo de razón. Cuando la gente ve algo beneficioso, extiende la mano para agarrarlo. Son como bandidos; si no les das lo que quieren, se enfadan, se vuelven hostiles y empiezan a gritar insultos. ¿Acaso no son así? Así de miserable es la especie humana.
Un motivo por el que el ser humano carece de razón es que las personas siguen sin entender la verdad; no tiene nada que ver con sus actitudes corruptas. Sin embargo, cuando no les dan lo que quieren, se enfadan, gritan insultos, odian y se vengan; ¿qué es esto? Surge en ellos el semblante demoniaco de Satanás; son sus actitudes satánicas corruptas. Por tanto, respecto a la promesa que Dios le hizo a la especie humana, lo que manifiesta cada persona ante Dios a Él no lo satisface. La gente extiende de inmediato sus manos, anhelante, sin conocer su propia medida, exige enseguida y, si no puede conseguir lo que exige, se para a pensar qué puede usar para intercambiarlo por ello. Renuncian a su familia y a su carrera, sufren y pagan un precio; corren de un lado a otro y se gastan, difunden el evangelio y se ganan a más personas, trabajan más y se sirven de estas cosas para intercambiarlas por lo que quieren. Si no pueden intercambiarlas por lo que quieren, se ponen furiosos, su corazón se llena de odio y sienten cada vez mayor aversión por cualquier cosa que tenga que ver con su fe en Dios. Si sienten que pueden intercambiar estas cosas por aquello que quieren, ansían cada día que la obra de Dios termine pronto, que Dios destruya rápido a Satanás, que termine rápido con la especie humana, que haga que sucedan enseguida los desastres, de lo contrario les parece que no pueden aguantar. ¿Qué revelan todas y cada una de las personas en presencia de la verdad? Revelan actitudes tales como la crueldad y sentir aversión por la verdad. Visto ahora, la arrogancia de las personas, su falsedad y la ocasional intransigencia se pueden considerar leves y no muy graves entre todas las actitudes corruptas de la especie humana. Las actitudes corruptas que más se presentan en la especie humana, las más graves y profundas, son la perversidad, sentir aversión por la verdad y la crueldad; estos son los elementos letales entre las actitudes corruptas del hombre. Por supuesto, en lo que respecta a los anticristos, estas actitudes son incluso más graves y, cuando las revelan, no se las toman en serio, no las examinan, no se sienten en deuda con Dios, y mucho menos sienten que tienen problemas de ningún tipo; no aceptan la verdad, no se conocen a sí mismos y es menos posible aún que se arrepientan. Por tanto, al margen de las circunstancias, el entorno o el contexto, consideran que gobernar como reyes, la mejor y más elevada promesa que Dios ha declarado, es el objetivo que han de perseguir. Por mucho que compartas la verdad con ellos, no van a desprenderse de esta búsqueda, sino que en su lugar insistirán en seguir su senda, y esto provoca que la salvación ya no esté a su alcance. ¡Son unas personas horrorosas! A partir de lo que revelan, puedes ver con exactitud qué carácter tiene Satanás y cuál es su verdadero rostro. Se ha compartido mucha verdad, y aquellos que tienen razón, que pueden aceptar la verdad y tienen la aspiración de obedecer y someterse, entienden realmente cuál es exactamente la intención de Dios. Ya no persiguen pertinazmente la posición, las expectativas y el porvenir, sino que están dispuestos a arrepentirse ante la exposición de estas palabras de Dios, dispuestos a desprenderse de su deseo de bendiciones, a perseguir la verdad, a buscar someterse a Dios y satisfacerlo, y a esforzarse por lograr la salvación. Al observar ahora los deseos internos de la mayoría de las personas, las metas que persiguen han sufrido un cambio fundamental; están dispuestas a alcanzar un adecuado desempeño de su deber, están dispuestas a ser auténticos seres creados y a lograr la salvación. No hacen su deber para obtener bendiciones, y no salen del paso en la casa de Dios en aras de obtener bendiciones. Aparte de los anticristos, que siempre quieren gobernar como reyes, la mayoría de las personas están dispuestas a perseguir la verdad. Solo los anticristos consideran que la búsqueda de perspectivas, de bendiciones y gobernar como reyes son sus objetivos y el fruto que se debe acabar obteniendo en su fe en Dios. No permitirán que estas cosas se les escapen ni cambiarán el rumbo, digas lo que digas; ¿acaso no se hallan en grandes problemas? Saben perfectamente bien que las palabras de Dios son la verdad, es solo que no lo aceptan, así que no hay nada que pueda cambiarlos; solo se les puede descartar y castigar. Este es el resultado final de la creencia en Dios de los anticristos.
¿Acaso no he hablado ahora con claridad sobre este asunto de que la gente busca gobernar como reyes? ¿Habéis alcanzado una nueva comprensión? ¿Es correcta esta senda de buscar gobernar como un rey? (No). ¿Cómo ha de abordar este asunto la gente pues? En este asunto, ¿qué verdad se debería entender para conocer la esencia del ser humano? Depende de Dios juzgar lo que son en realidad la esencia y el comportamiento de una persona. ¿En qué basa Dios Su juicio de todo esto? Lo basa en la verdad. Por tanto, el desenlace o el destino de una persona no viene determinado por su voluntad, sus inclinaciones o sus figuraciones. El Creador, Dios, tiene la última palabra. ¿Cómo ha de cooperar la gente en esas cuestiones? La gente no puede elegir más que una senda: solo si busca la verdad, la comprende, obedece las palabras de Dios, logra la sumisión a Dios y alcanza la salvación acabará consiguiendo un buen final y un buen destino. No es difícil imaginar las expectativas y el destino de la gente si hace lo contrario. Por eso, en esta materia, no te fijes en lo que Dios le ha prometido al hombre, en qué dice Dios sobre el desenlace de la humanidad, en lo que Él le ha preparado. Estas cosas no tienen nada que ver contigo, son asuntos de Dios, tú no se las puedes arrebatar, no puedes suplicar ni hacer trueques. Como ser creado, ¿qué debes hacer? Debes cumplir con tu deber, hacer lo que debas con todo tu corazón, tu mente y tus fuerzas. El resto, las cosas relacionadas con las expectativas y el porvenir, así como con el destino de la humanidad, no son algo que puedas decidir, están en manos de Dios; todo esto encuadra dentro de la soberanía del Creador, lo dispone Él y no guarda relación con ningún ser creado. Dicen algunos: “¿Por qué nos lo cuenta si no tiene nada que ver con nosotros?”. Aunque no tenga nada que ver con vosotros, sí lo tiene con Dios. Dios es el único que sabe estas cosas, que puede hablar de ellas y que tiene derecho a prometérselas a la humanidad. Y si Dios las sabe, ¿no debería hablar de ellas? Es un error continuar en pos de tus expectativas y de tu porvenir cuando no sabes cuáles son. Dios no te ha pedido que vayas en pos de esto, solamente te estaba informando; si crees equivocadamente que así Dios te estaba ordenando que lo convirtieras en el objetivo de tu búsqueda, entonces careces por completo de razón y no posees la mente de la humanidad normal. Basta con ser consciente de todo lo que Dios promete. Has de reconocer un hecho: sea cual sea la promesa, buena o corriente, agradable o poco interesante, todo está comprendido dentro de la soberanía, los arreglos y las determinaciones del Creador. El único deber y la única obligación de un ser creado es seguir y abocarse a la búsqueda de acuerdo con el rumbo y la senda correctos señalados por el Creador. En cuanto a lo que finalmente obtengas y qué parte de las promesas de Dios recibas, todo depende de tu búsqueda, de la senda que tomes y de la soberanía del Creador. ¿Ahora te han quedado claras estas palabras? (Sí). ¿Y os ayudarán a satisfacer vuestras ambiciones y deseos, u os ayudarán a seguir la senda correcta en la vida en la búsqueda de la verdad? (Nos ayudarán a perseguir la verdad y seguir la senda correcta en la vida). Para aquellos que poseen humanidad normal y razón, que aman las cosas positivas y la verdad, no solo no están decepcionados al oír estas palabras, sino que también pueden ser firmes en su fe para perseguir la verdad y aceptar la salvación de Dios; aquellos sin racionalidad normal, sin embargo, aquellas personas anormales que persiguen con tenacidad las bendiciones, los intereses carnales y la satisfacción de sus ambiciones y deseos, puede que pierdan entusiasmo cuando oigan estas palabras, y pierdan interés al creer en Dios. Por supuesto, además hay algunos que no saben cómo creer cuando oyen estas palabras. ¿Acaso no es tan importante para las personas entender la verdad? ¿Acaso la verdad no es mejor para guiar a las personas a seguir la senda correcta y satisfacer a Dios? (Sí). Solo la verdad puede permitir a las personas alcanzar la salvación, si no entiendes la verdad, te perderás a menudo en el camino a la salvación, cometerás errores y sufrirás pérdidas y, cuando llegues al fin del camino en tu fe, no poseerás realidad-verdad de ninguna clase y te convertirás en un servidor de los pies a la cabeza. Si desempeñas el papel de servidor a lo largo de todos tus muchos años de creer en Dios y no eres capaz de acabar por convertirte en un ser creado cualificado, entonces eso es una tragedia.
9 de mayo de 2020