2. El Señor Jesús y Dios Todopoderoso son el mismo Dios. Desempeñan una obra diferente en cada era. El Señor Jesús hizo la obra de la redención y predicó el camino del arrepentimiento; Dios Todopoderoso lleva a cabo la obra del juicio y la purificación en los últimos días, y trae el camino de la vida eterna. ¿Cuál es exactamente la diferencia entre el camino del arrepentimiento y el camino de la vida eterna?
Versículos bíblicos como referencia:
“Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17).
“Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados” (Mateo 26:28).
“Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13).
“Si algún hombre oye Mis palabras y no cree, no lo juzgo, pues no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo. El que Me rechaza y no acepta Mis palabras, tiene quien lo juzgue: la palabra que he pronunciado, esa lo juzgará el último día” (Juan 12:47-48).*
Las palabras relevantes de Dios:
La obra de Jesús fue de acuerdo con las necesidades del hombre en esa era. Su tarea fue redimir a la humanidad, perdonar sus pecados y así, Su carácter fue completamente de humildad, paciencia, amor, piedad, indulgencia, misericordia y bondad. Él brindó a la humanidad abundante gracia y bendiciones, y todas las cosas que las personas podían disfrutar, Él se las dio para su goce: paz y felicidad, Su indulgencia y Su amor, Su misericordia y Su bondad. En esos días, la abundancia de cosas para gozar que la gente tenía ante sí —la sensación de paz y de seguridad en su corazón, la sensación de consuelo en su espíritu y su confianza en el Salvador Jesús— era consecuencia de la era en la que vivía. En la Era de la Gracia, el hombre ya había sido corrompido por Satanás; por eso, llevar a cabo la obra de redimir a toda la humanidad requería una abundancia de gracia, una indulgencia y una paciencia infinitas y, aún más que eso, una ofrenda suficiente para expiar los pecados de la humanidad para lograr tener un efecto. Lo que la humanidad vio en la Era de la Gracia fue únicamente Mi ofrenda de expiación de los pecados de la humanidad: Jesús. Todo lo que sabían era que Dios podía ser misericordioso y tolerante, y todo lo que vieron fue la misericordia y la bondad de Jesús. Esto fue exclusivamente porque nacieron en la Era de la Gracia. Y así, antes de que la humanidad pudiera ser redimida, tenía que disfrutar los muchos tipos de gracia que Jesús les concedió para beneficiarse de ellos. Así, sus pecados podrían ser perdonados a través del gozo de la gracia y también podría tener la oportunidad de ser redimida al gozar de la indulgencia y la paciencia de Jesús. Solo por medio de la indulgencia y la paciencia de Jesús, la humanidad se ganó el derecho a recibir el perdón y a gozar la abundancia de la gracia conferida por Jesús. Como Él dijo: “Yo no he venido a redimir a los justos, sino a los pecadores para permitir que sus pecados sean perdonados”. Si cuando Jesús se encarnó hubiera traído el carácter de juicio, maldición e intolerancia hacia las ofensas del hombre, este jamás habría tenido la oportunidad de ser redimido y habría seguido siendo pecador por siempre. De haber sido así, el plan de gestión de seis mil años se habría detenido en la Era de la Ley y esta se habría prolongado por seis mil años. Los pecados del hombre solo habrían sido más numerosos y más graves, y la creación de la humanidad habría sido en vano. Los hombres solo habrían podido servir a Jehová bajo la ley, pero sus pecados habrían superado a los de los primeros humanos creados. Cuanto más amó Jesús a la humanidad, perdonándole sus pecados y brindándole suficiente misericordia y bondad, la humanidad tenía más derecho a que Él la salvara, a ser llamada los corderos perdidos que Jesús volvió a comprar a un alto precio. Satanás no podía entrometerse en esta obra porque Jesús trataba a Sus seguidores como una madre amorosa trata al niño que tiene en su seno. No se enojó con ellos ni los aborreció, sino que estaba lleno de consuelo. Él jamás se llenó de ira cuando estaba entre ellos, sino que toleró sus pecados y pasó por alto su insensatez y su ignorancia, al punto de decir: “Perdonad a otros setenta veces siete”. Así, Su corazón transformó el corazón de otros y solo de esta forma las personas recibieron el perdón de sus pecados a través de Su indulgencia.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La verdadera historia de la obra de la Era de la Redención
El evangelio del arrepentimiento se predicó en la Era de la gracia y, siempre y cuando el hombre creyera, sería salvado. Hoy, en lugar de la salvación, sólo hay conversaciones de conquista y de perfección. En ningún momento se afirma que si una persona cree, toda su familia será bendecida, o que una vez salvada ya lo está para siempre. Hoy nadie pronuncia ya estas palabras y son cosas obsoletas. En ese momento, la obra de Jesús era la obra de redención de toda la humanidad. Los pecados de todos los que creían en Él eran perdonados; mientras creyeras en Él, te redimiría; si creías en Él, dejabas de pertenecer al pecado y eras liberado de tus pecados. Esto es lo que significaba ser salvado y ser justificado por la fe. Sin embargo, en aquellos que creían seguía habiendo algo de rebeldía y oposición a Dios que debía eliminarse lentamente. La salvación no significaba que el hombre hubiera sido ganado por completo por Jesús, sino que ya no pertenecía al pecado, que sus pecados habían sido perdonados. Si creyeras, nunca más serías propio del pecado. En esa época, Jesús llevó a cabo mucha obra incomprensible para Sus discípulos y dijo muchas cosas que las personas no entendieron. Esto se debe a que, en aquel momento, Él no dio ninguna explicación. Por tanto, varios años después de que partiera, Mateo creó una genealogía para Jesús, y otros también hicieron mucha obra que pertenecía a la voluntad del hombre. Jesús no vino a perfeccionar y ganar al hombre, sino a realizar una etapa de la obra: traer el evangelio del reino de los cielos y completar la obra de la crucifixión. Y así, una vez crucificado Jesús, Su obra llegó a un final completo. Pero en la etapa presente —la obra de conquista— deben pronunciarse más palabras, debe realizarse más obra, y debe haber muchos procesos. Deben revelarse, asimismo, los misterios de la obra de Jesús y Jehová, de forma que todas las personas puedan tener entendimiento y claridad en su creencia, porque esta es la obra de los últimos días, y los últimos días son el final de la obra de Dios, el momento de la conclusión de la misma.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La visión de la obra de Dios (2)
Cristo de los últimos días usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para dejar la sustancia del hombre en evidencia y para diseccionar sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tales como el deber del hombre, cómo el hombre debe someterse a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como la sabiduría y el carácter de Dios, etc. Todas estas palabras están dirigidas a la sustancia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que exponen cómo el hombre rechaza a Dios se expresan con relación a que el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al realizar Su obra del juicio, Dios no aclara simplemente la naturaleza del hombre con unas pocas palabras; desenmascara y poda a largo plazo. Todos estos métodos diferentes de desenmascaramiento y poda no pueden ser sustituidos con palabras corrientes, sino con la verdad de la que el hombre carece por completo. Solo los métodos de este tipo pueden llamarse juicio; solo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido de Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de las intenciones de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre entender y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su feo rostro. Estos efectos son todos propiciados por la obra del juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra del juicio realizada por Dios.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cristo hace la obra del juicio con la verdad
En la Era del Reino, Dios usa las palabras para dar paso a la nueva era, para cambiar los medios por los cuales Él obra y para llevar a cabo la obra de la era entera. Este es el principio por el cual Dios obra en la Era de la Palabra. Él se hizo carne y habla desde diferentes perspectivas, facilitando que el hombre vea realmente a Dios, quien es la Palabra manifestada en la carne, y que contemple Su sabiduría y Su maravilla. Dios obra de esta manera para lograr mejor los objetivos de conquistar a la gente, perfeccionarla y descartarla, que es el verdadero significado del uso de las palabras para obrar en la Era de la Palabra. A través de las palabras, las personas llegan a conocer la obra de Dios, Su carácter, la sustancia del hombre y aquello en lo que el hombre debe entrar. A través de las palabras, se logra toda la obra que Dios desea llevar a cabo en la Era de la Palabra. A través de las palabras, las personas son reveladas, descartadas y probadas. Las personas han visto estas palabras, han oído estas palabras y han reconocido su existencia. Como resultado, han llegado a creer en la existencia de Dios, en Su omnipotencia y sabiduría, así como en el corazón de Dios dispuesto a amar y salvar al hombre. El término “palabras” puede ser corriente y sencillo, pero las palabras procedentes de la boca del Dios encarnado sacuden el universo y transforman el corazón de las personas, sus nociones y su antiguo carácter, así como la apariencia que el mundo entero solía tener. A lo largo de las eras, solo el Dios de la actualidad obra de esta manera, y solo Él habla así y viene a salvar al hombre de ese modo. A partir de este momento, el hombre vive bajo la guía de las palabras de Dios, entre el pastoreo y la provisión de Sus palabras; la gente vive en el mundo de las palabras de Dios, entre las maldiciones y bendiciones de Sus palabras, y la mayoría vive bajo el juicio y el castigo de estas. Todas estas palabras y esta obra son en aras de la salvación del hombre, en aras del cumplimiento de la voluntad de Dios y en aras de cambiar el aspecto original del mundo de la antigua creación. Dios creó el mundo utilizando palabras, guía a todas las personas en el universo utilizando palabras, las conquista y las salva utilizando palabras, y al final Él utilizará palabras para llevar a la totalidad del mundo antiguo a su fin, completando así todo Su plan de gestión.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La Era del Reino es la Era de la Palabra
El Cristo de los últimos días trae la vida y el camino de la verdad, duradero y eterno. Esta verdad es el camino por el que el hombre obtendrá la vida, y el único camino por el cual el hombre conocerá a Dios y por el que Dios lo aprobará. Si no buscas el camino de la vida que el Cristo de los últimos días provee, entonces nunca obtendrás la aprobación de Jesús y nunca estarás cualificado para entrar por la puerta del reino de los cielos, porque tú eres tanto un títere como un prisionero de la historia. Aquellos que son controlados por los preceptos, las palabras y las cadenas de la historia, nunca podrán obtener la vida ni el camino perpetuo de la vida. Esto es porque lo único que consiguen es agua turbia a la que se han aferrado miles de años, en vez del agua de la vida que fluye desde el trono. A los que no se les provee del agua de la vida siempre seguirán siendo cadáveres, juguetes de Satanás e hijos del infierno. ¿Cómo pueden, entonces, contemplar a Dios? Solo buscas aferrarte al pasado, quedarte quieto y mantener las cosas como están y no buscas cambiar el estado actual y descartar la historia, entonces, ¿no serás siempre antagónico a Dios? Los pasos de la obra de Dios son vastos y poderosos, como las olas agitadas y el retumbar de los truenos, pero te sientas y pasivamente esperas la destrucción, apegándote a tu locura y sin hacer nada. De esta manera, ¿cómo puedes ser considerado alguien que sigue las huellas del Cordero? ¿Cómo puedes justificar al Dios al que te aferras como un Dios que siempre es nuevo y nunca viejo? ¿Y cómo pueden las palabras de tus libros amarillentos llevarte a una nueva era? ¿Cómo pueden llevarte a buscar los pasos de la obra de Dios? ¿Y cómo pueden llevarte al cielo? Lo que sostienes en tus manos son palabras que solo pueden darte consuelo temporal, no las verdades que pueden darte la vida. Las palabras de las escrituras que lees solo pueden enriquecer tu lengua y no son palabras de filosofía que te ayudan a conocer la vida humana, y menos aún la senda que te puede llevar a la perfección. Esta discrepancia, ¿no te lleva a reflexionar? ¿No te hace entender los misterios que contiene? ¿Eres capaz de entregarte tú mismo al cielo para encontrarte con Dios? Sin la venida de Dios, ¿te puedes llevar tú mismo al cielo para gozar de la felicidad familiar con Dios? ¿Todavía sigues soñando? Sugiero entonces que dejes de soñar y observes quién está obrando ahora, quién está llevando a cabo ahora la obra de salvar al hombre durante los últimos días. Si no lo haces, nunca obtendrás la verdad y nunca obtendrás la vida.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna