Cómo perseguir la verdad (1)
¿Qué tema compartimos en nuestra anterior reunión? (Por qué debe el hombre perseguir la verdad). Cuando terminamos de hablar, os puse tarea sobre otro tema, ¿cuál era? (Cómo perseguir la verdad). ¿Habéis reflexionado sobre este tema? (Dios, he reflexionado un poco sobre él. En lo que respecta a perseguir la verdad, se trata de examinar nuestras efusiones de corrupción y actitudes corruptas en todas las personas, acontecimientos y cosas con las que nos encontramos a diario, y luego buscar la verdad para resolver estos problemas. Al mismo tiempo, el desempeño de un deber afecta a ciertos principios, así que debemos buscar verdades relevantes para entender cómo actuar de acuerdo con esos principios cuando abordamos distintos deberes; ese es otro modo de practicar la búsqueda de la verdad). Así que, por un lado, buscar la verdad en la propia vida diaria y, por otro, buscar los principios-verdad mientras se cumple con el deber que uno tiene. ¿Existen otros aspectos de esta búsqueda? Este no debería ser un tema muy complicado, ¿verdad? ¿Habéis reflexionado sobre “Cómo perseguir la verdad”? ¿Cómo habéis reflexionado? Reflexionar sobre este tema debería conllevar pasar cierto tiempo pensando sobre él, y luego tomar notas sobre el conocimiento obtenido mediante esa reflexión. Si le echáis un rápido vistazo y pensáis un poco sobre él, pero sin dedicarle tiempo ni energía o pensar en ello con detenimiento, eso no es reflexionar. Reflexionar significa que pienses sobre el asunto en serio, que dediques un esfuerzo real a meditarlo, obtengas un conocimiento concreto y recibas esclarecimiento e iluminación, y coseches algunas recompensas; esos son los resultados que se logran mediante la reflexión. Ahora bien, ¿habéis reflexionado realmente sobre este tema? Ninguno de vosotros lo ha hecho en realidad, ¿no es así? En la reunión anterior os puse tarea, os propuse un tema para que lo prepararais, pero ninguno de vosotros ha reflexionado ni se lo ha tomado en serio. ¿Esperabais que os lo diera masticado? ¿O pensasteis: “El tema es muy simple, no tiene profundidad. Ya lo hemos entendido, así que no hace falta que reflexionemos, ya lo entendemos”? ¿O es que no os interesan las cuestiones y los asuntos relacionados con la búsqueda de la verdad? ¿Cuál es el problema? No puede ser que estéis muy ocupados con el trabajo, ¿verdad? En serio, ¿cuál es el motivo? (Tras escuchar las preguntas de Dios y reflexionar sobre mí mismo, creo que la razón principal es que no amo la verdad; no me tomé las palabras de Dios en serio y no reflexioné con sinceridad sobre la verdad. Esperaba también que se me diera una respuesta masticada. Esperaba que, una vez que Dios hubiera terminado de hablar sobre el tema, yo fuera capaz de entenderlo. Esa era la actitud que tenía). ¿Es así la mayoría de la gente? Parece que estáis acostumbrados a que se os dé todo masticado. En lo que respecta a la verdad, no sois muy meticulosos y no os esforzáis demasiado. En especial, os encanta hacer cosas e ir corriendo de un lado a otro a ciegas. Lo único que hacéis es perder el tiempo; estáis atontados a la hora de abordar la verdad y no os la tomáis en serio. Ese es vuestro verdadero estado.
Cómo perseguir la verdad es uno de los temas sobre los que más se comparte en la casa de Dios. La mayoría de la gente entiende algo de doctrina sobre cómo perseguir la verdad, y conocen algunos enfoques y maneras de practicarla. Hay algunas personas que llevan mucho tiempo creyendo en Dios y que más o menos tienen algunas experiencias reales, y también han experimentado fracasos y fallos, y han sufrido negatividad y debilidad. En el proceso de búsqueda de la verdad, han experimentado además muchos altibajos, y al perseguir la verdad, han aprendido de sus experiencias y obtenido algunas recompensas. Naturalmente, también se han encontrado con muchas dificultades y obstáculos, además de varios problemas reales en sus vidas o entornos. En resumen, la mayoría de las personas tienen cierto nivel de entendimiento sobre la búsqueda de la verdad, ya sea solo en la forma o mediante algunos problemas prácticos, y además tienen algo de conocimiento doctrinal de ello. Una vez que las personas han empezado a creer en Dios o a caminar por la senda de la búsqueda de la verdad, con independencia de si han pagado realmente un precio en esa senda o de si solo han hecho un pequeño esfuerzo en su manera de perseguir la verdad, más o menos todas tendrán algo de entendimiento al respecto. Para aquellos que aman la verdad, este entendimiento representa auténticas y preciosas recompensas, pero aquellos que no persiguen la verdad no cuentan con experiencia, ni con el aprendizaje surgido de esta ni tampoco con recompensa alguna. En resumen, la mayoría de las personas avanzan vacilantes y albergando una actitud de “esperar a ver” mientras persiguen la verdad, mientras que al mismo tiempo experimentan un poco de lo que se siente al perseguirla. En los pensamientos, los puntos de vista o la conciencia de la mayoría de las personas, perseguir la verdad es algo positivo y tiene una gran importancia. Piensan en ello como una meta de vida que las personas deben perseguir, e incluso más que eso, como el camino correcto que deben seguir en la vida. Ya sea en un nivel teórico o basado en sus experiencias reales y conocimiento, todas las personas consideran la búsqueda de la verdad como algo bueno y la cosa más positiva. No existe búsqueda o senda en la que participe la humanidad que sea comparable a la búsqueda de la verdad o la senda para perseguirla. Perseguir la verdad es el único camino correcto que han de seguir los seres humanos. Como miembro de la raza humana, la búsqueda de la verdad debe ser la meta de vida de toda persona, y esta la ha de contemplar como la senda correcta que debe seguir. Ahora bien, ¿cómo debe uno perseguir la verdad? Acabáis de plantear algunas ideas simples, teóricas, con las que la mayoría de la gente probablemente estaría de acuerdo. Todo el mundo piensa que esta clase de búsquedas y prácticas están relacionadas con perseguir la verdad. Creen que las únicas cosas que están relacionadas específicamente con perseguir la verdad son obtener conocimiento de uno mismo, confesar y arrepentirse, luego encontrar principios-verdad para practicar a partir de las palabras de Dios y, al final, vivir Sus palabras en la propia vida cotidiana y entrar en la realidad-verdad. Este es el entendimiento y comprensión común que tiene la mayoría de la gente sobre cómo perseguir la verdad. Aparte de los métodos que reconocéis y comprendéis, he resumido algunas sendas y métodos más específicos de práctica para la búsqueda de la verdad. Hoy vamos a hablar en más detalle sobre cómo perseguir la verdad.
Además de los pocos métodos que habéis enumerado, he entrado en mayor detalle y he resumido dos métodos para perseguir la verdad. Un método es “desprenderse”. ¿Es esto simple? (Lo es). No es ni abstracto ni complicado. Además es fácil de recordar y de entender. Por supuesto, practicarlo puede involucrar cierto nivel de dificultad. Como ves, este método es mucho más simple que los que habéis mencionado. Habéis soltado un montón de teorías. Parecen elevadas y profundas y, por supuesto, existe un lado concreto en ellas, pero son mucho más complicadas de lo que os acabo de decir. El primer método es “desprenderse” y el segundo es “dedicarse”. Solo estos dos métodos, dos palabras en total. Las personas pueden entenderlos de un solo vistazo, y saben cómo practicarlos sin compartir acerca de ellos; además son fáciles de recordar. ¿Cuál es el primer método? (Desprenderse). ¿El segundo? (Dedicarse). ¿Ves? ¿Acaso no es simple? (Lo es). Son mucho más sucintos que los que habéis dicho. ¿Cómo se le llama a esto? A esto se le llama ser incisivo. ¿Usar menos palabras significa necesariamente que algo es incisivo? (No). Que algo sea o no incisivo carece de importancia. Lo fundamental es si se plantea el punto clave y si es funcional cuando las personas lo ponen en práctica. Asimismo, es importante fijarse en los resultados que se logran practicándolo; si puede resolver las dificultades prácticas de las personas; si las ayuda a seguir la senda de perseguir la verdad; si permite que resuelvan sus actitudes corruptas desde su origen; y si practicarlo las ayuda a presentarse ante Dios, a aceptar Sus palabras y la verdad, con lo que así logran los resultados y las metas que la búsqueda de la verdad se supone que ha de lograr. ¿Es esto correcto? (Lo es). Ahora habéis oído estos dos métodos, “desprenderse” y “dedicarse”, y los conocéis. ¿Cuál es la relación entre esos dos métodos y perseguir la verdad? ¿Están enlazados con esos métodos que habéis mencionado o entran en conflicto con ellos? Esto no queda todavía muy claro, ¿verdad? (No está todavía muy claro). Hablando en términos generales, los métodos específicos para practicar la búsqueda de la verdad son los dos que acabo de comentar. De estos dos métodos, ¿cuál es el contenido específico del primero, desprenderse? ¿Cuál es la cosa más simple y directa que se os ocurre cuando oís la palabra “desprenderse”? ¿Cómo se pone en práctica este método? ¿Cuáles son sus aspectos concretos y su contenido? (Desprenderse del propio carácter corrupto). ¿De qué más, aparte del propio carácter corrupto? (De nociones e imaginaciones). De nociones e imaginaciones, de sentimientos, de la propia voluntad y las propias preferencias. ¿De qué más? (De las filosofías satánicas para los asuntos mundanos, de los valores y las perspectivas equivocados sobre la vida). (De las intenciones y los deseos propios). En resumen, cuando la gente trata de pensar en las cosas de las que debe desprenderse, aparte de los diversos comportamientos relacionados con las actitudes corruptas, también piensa en las cosas que conforman los pensamientos y las opiniones de la gente. Por tanto, hay dos aspectos principales. Uno tiene que ver con las actitudes corruptas y el otro con los pensamientos y puntos de vista de la gente. Aparte de estos dos, ¿qué más se os ocurre? Estáis perplejos, ¿verdad? ¿A qué se debe? Se debe a que las cosas que os vienen enseguida a la mente son los temas que os encontráis con frecuencia en vuestra vida cotidiana desde que empezasteis a creer en Dios, y de los que la gente habla a menudo. Sin embargo, en cuanto a los problemas que nadie menciona y que a pesar de todo existen en las personas, no los conocéis, no sois conscientes de ellos, no se os ocurrieron y tampoco los habéis visto nunca como problemas sobre los que reflexionar. Por eso estáis perplejos. Hablo de esto con vosotros porque quiero que reflexionéis y consideréis detenidamente el tema sobre el que vamos a compartir a continuación, y que cause una profunda impresión en vosotros.
Ahora vamos a compartir sobre las dos cosas más importantes relacionadas con la manera en la que las personas deben perseguir la verdad. Número uno, desprenderse, y número dos, dedicarse. Vamos a empezar a hablar sobre la primera, desprenderse. No se trata sencillamente de desprenderse de los sentimientos, de las filosofías para los asuntos mundanos, la propia voluntad, el deseo de bendiciones y otras interpretaciones generales por el estilo. La práctica de “desprenderse” sobre la que compartiré hoy tiene una designación más específica y requiere que la gente la examine y practique en su vida diaria. ¿Qué se ha de mencionar primero respecto a desprenderse? Lo primero de lo que la gente debe desprenderse para perseguir la verdad son las diversas emociones humanas. ¿En qué pensáis cuando menciono estas diversas emociones? ¿Qué se incluye en estas emociones? (Impulsividad, obstinación y pasividad). ¿La impulsividad es una emoción? (Entiendo como emociones cuando las personas hacen cosas en el desempeño de sus deberes conforme a cómo se sienten. Adoptan diferentes actitudes hacia las cosas en función de si se sienten bien o no). ¿Son estas las emociones de las que he hablado? ¿Es así como se explican? (Dios, lo que yo entiendo por emociones es que incluyen sobre todo la irritabilidad, el fastidio, además del placer, la ira, la pena y la alegría). Esta es una generalización adecuada. Entonces, lo que se acaba de mencionar acerca de que las personas hacen las cosas conforme a cómo se sienten, ¿se trata de una emoción? (Es solo una manifestación). Es un tipo de manifestación de la emoción. Sentirse mal, irritable y abatido son manifestaciones de la emoción, pero no son en absoluto la definición de emoción. Entonces, ¿cómo se debe entender lo primero de lo que hay que desprenderse en la búsqueda de la verdad, las diversas emociones? ¿De qué se desprenden las personas al desprenderse de ellas? Se trata de desprenderse de los estados de ánimo, pensamientos y emociones que surgen en diferentes situaciones y contextos, así como con distintas personas, acontecimientos y cosas. Algunas de estas emociones se convierten en la voluntad propia de una persona. Y, aunque otras no, a menudo pueden afectar la actitud de esa persona en sus acciones. Entonces, ¿qué incluyen estas emociones? Incluyen, por ejemplo, el desaliento, el odio, la ira, la irritabilidad, el malestar, así como la represión, la inferioridad, y derramar lágrimas de alegría; todas estas pueden considerarse emociones. ¿Son estas las manifestaciones concretas de la emoción? (Sí). Dicho esto, ¿sabéis lo que es una emoción? ¿Tiene algo que ver con la pasividad y la impulsividad que habéis mencionado? (No). No guardan relación. Entonces, ¿qué son estas cosas que habéis mencionado? (Actitudes corruptas). Son un tipo de manifestación de las actitudes corruptas. Las emociones que acabo de enumerar, la represión, el desaliento, la inferioridad y demás, ¿tienen algo que ver con las actitudes corruptas? (Las emociones de las que acaba de hablar Dios no guardan relación con las actitudes corruptas, no constituyen actitudes corruptas o bien no han alcanzado el nivel de un carácter corrupto). Entonces, ¿cuáles son? Son el placer, la ira, la pena y la alegría de la humanidad normal, y son las emociones que surgen y las manifestaciones que se revelan cuando las personas se encuentran en determinadas situaciones. Puede que algunas sean provocadas por un carácter corrupto, en tanto que otras no han alcanzado ese nivel y no están tan relacionadas con las actitudes corruptas. Sin embargo, tales cosas, en efecto, existen en los pensamientos de la gente. En dichas circunstancias, con independencia de la situación o el contexto en que se encuentren, estas emociones a menudo influirán naturalmente en el juicio y los puntos de vista de las personas hasta cierto punto, e influirán en la posición que deberían adoptar y en la senda que deberían recorrer. Las diferentes emociones de las que acabamos de hablar son, en su mayoría, básicamente negativas. ¿Hay algunas que sean más bien neutras, que no sean tan negativas o positivas? No, ninguna es relativamente positiva. La depresión, el desaliento, el odio, la ira, la inferioridad, la irritabilidad, el malestar y la represión son emociones bastante negativas. ¿Puede alguna de estas emociones permitirles a las personas enfrentarse de forma positiva a la vida, a la existencia humana y a las situaciones con las que se encuentran en la vida? ¿No hay ninguna que sea positiva? (No). Todas son emociones relativamente negativas. Entonces, ¿qué emociones son en cierto modo mejores? ¿Qué tal el anhelo y la añoranza? (Son más bien neutras). Sí, pueden ser neutras. ¿Qué más? La nostalgia, la añoranza y el aprecio. ¿A qué se refieren estas emociones de las que hablamos? Son cosas que a menudo se esconden en las profundidades del corazón y del alma humanas; a menudo pueden ocupar el corazón y los pensamientos de las personas y con frecuencia pueden afectar a los estados de ánimo de las personas y a sus puntos de vista y actitudes a la hora de hacer las cosas. Por consiguiente, tanto si estas emociones se encuentran en la vida real de las personas como en su fe en Dios y su búsqueda de la verdad, en mayor o menor medida interferirán o influirán en la vida cotidiana de las personas y afectarán a sus actitudes hacia sus deberes. También afectarán, por supuesto, al juicio de las personas y a la posición que adopten cuando persigan la verdad y, en particular, estos sentimientos más bien pasivos y negativos tendrán un tremendo impacto en las personas. Cuando se desarrollan los recuerdos y se empiezan a percibir las diversas emociones propias, o se empieza a formar una conciencia que reconoce los acontecimientos y las cosas, el entorno y a otras personas, las diversas emociones empiezan a surgir y a tomar forma poco a poco. Una vez que han tomado forma, a medida que las personas envejecen y experimentan más asuntos mundanos, estas emociones se van afianzando paulatinamente en su interior, en las profundidades de su corazón, convirtiéndose en el rasgo dominante de su humanidad individual. Poco a poco dirigen su personalidad individual, su placer, ira, tristeza y alegría, sus predilecciones, así como su búsqueda de metas y dirección en la vida y demás. Por eso, estas emociones son indispensables para todas y cada una de las personas. ¿Por qué lo digo? Porque una vez que las personas empiezan a tener una conciencia subjetiva del entorno que les rodea, estas emociones influyen de manera gradual en su placer, ira, tristeza y alegría, influyen en su juicio y conocimiento de las personas, los acontecimientos y las cosas, e influyen en su personalidad. Por supuesto, también influirán en sus actitudes y puntos de vista con respecto a cómo afrontan y se ocupan de las personas, los acontecimientos y las cosas que les rodean. Y lo que es aún más importante, estas emociones negativas influyen en los modos y principios que rigen su forma de comportarse, así como en los objetivos que buscan y en su referencia para el comportamiento humano. Puede que os parezca que lo que he dicho no es tan fácil de entender, que puede resultar bastante abstracto. Os daré un ejemplo y puede que entonces entendáis las cosas un poco mejor. Por ejemplo, hay quienes, de niños, tenían un aspecto corriente, eran escasamente elocuentes y poco espabilados, lo que provocó que otras personas de su familia y su entorno social emitieran valoraciones bastante desfavorables sobre ellos, diciendo cosas como: “Este niño es tonto, lento y torpe al hablar. Fíjate en los hijos de los demás, que hablan tan bien que son capaces de meterse a la gente en el bolsillo. En cambio, este niño se pasa el día haciendo pucheros. No sabe qué decir cuando conoce gente, no sabe cómo explicarse o justificarse después de hacer algo mal, y no es capaz de divertir a la gente. Este chico es idiota”. Lo dicen sus padres, lo dicen sus familiares y amigos, y lo dicen también sus profesores. Este entorno ejerce una cierta presión invisible sobre tales individuos. Al experimentar estos entornos, desarrollan inconscientemente determinada mentalidad. ¿Qué tipo de mentalidad? Piensan que no son atractivos, que no caen bien y que los demás nunca se alegran de verlos. Creen que no se les da bien estudiar, que son lentos, y siempre les da vergüenza abrir la boca y hablar delante de los demás. Les da demasiada vergüenza dar las gracias cuando les ofrecen algo y piensan: “¿Por qué siempre se me traba tanto la lengua? ¿Por qué los demás son tan persuasivos? ¡No soy más que un estúpido!”. Subconscientemente, piensan que no valen nada, pero siguen sin estar dispuestos a reconocer lo poco que valen y lo estúpidos que son. En sus corazones siempre se preguntan: “¿De verdad soy tan estúpido? ¿De verdad soy tan desagradable?”. No les cae bien a sus padres, a sus hermanos, a sus maestros ni a sus compañeros de clase. Y, de vez en cuando, sus familiares, sus parientes y sus amigos dicen de ellos: “Es bajito, tiene los ojos y la nariz pequeños, y con un aspecto así, no triunfará cuando sea mayor”. Entonces, cuando se miran en el espejo, ven que, efectivamente, sus ojos son pequeños. En esta situación, la resistencia, la insatisfacción, la falta de voluntad y la falta de aceptación en el fondo de su corazón se convierten poco a poco en aceptación y reconocimiento de sus propios defectos, deficiencias y problemas. Aunque puedan aceptar esta realidad, surge una emoción pertinaz en el fondo de su corazón. ¿Cómo se llama esta emoción? Inferioridad. Las personas que se sienten inferiores no saben cuáles son sus puntos fuertes. Simplemente, piensan que son antipáticos, siempre se sienten estúpidos y no saben cómo afrontar las cosas. En resumen, creen que no pueden hacer nada, que no son atractivos, que no son inteligentes y que reaccionan con lentitud. No destacan en comparación con los demás y no sacan buenas notas en los estudios. Después de crecer en un entorno así, esta mentalidad de inferioridad se va apoderando de ellos. Se convierte en una especie de emoción persistente que se enreda en tu corazón y te invade la mente. Con independencia de si ya has crecido, has salido al mundo, estás casado y establecido en tu carrera, y sin importar tu estatus social, es imposible deshacerse de este sentimiento de inferioridad que se sembró en tu entorno mientras crecías. Incluso después de que empiezas a creer en Dios y te unes a la iglesia, sigues pensando que tu aspecto es deficiente, que tu calibre intelectual es bajo, que eres poco elocuente y que no sabes hacer nada. Piensas: “Haré lo que pueda. No necesito aspirar a ser un líder, no necesito perseguir verdades profundas, me contentaré con ser el menos importante, y dejaré que los demás me traten como quieran”. Cuando aparecen anticristos y falsos líderes, te sientes incapaz de discernirlos o desenmascararlos, crees que no estás hecho para hacerlo. Te parece que con no ser un falso líder o un anticristo es suficiente, que con no causar trastorno y perturbación está bien, y que basta con que te mantengas en tu propia posición. En el fondo de tu corazón, sientes que no eres lo bastante bueno y que eres peor que los demás, que los otros son tal vez objeto de salvación, y que tú, en el mejor de los casos, eres un servidor, y por eso te parece que no estás a la altura de la tarea de perseguir la verdad. No importa cuánta verdad seas capaz de entender, aun así, sientes que, dado que Dios te ha predestinado a tener el tipo de calibre y el aspecto que tienes, entonces tal vez te ha predestinado a ser meramente un servidor, y que nada tiene que ver contigo eso de perseguir la verdad, convertirte en un líder, llegar a ser alguien en una posición de responsabilidad o ser salvado. Por el contrario, estás dispuesto a ser la persona más insignificante. Este sentimiento de inferioridad tal vez no sea innato en ti, pero a otro nivel, debido a tu entorno familiar y al ambiente en el que creciste, sufriste golpes moderados o juicios inapropiados, y esto hizo que surgiera en ti el sentimiento de inferioridad. Esta emoción afecta a la dirección correcta de tus búsquedas, influye en la adecuada aspiración a estas, y también inhibe tus búsquedas adecuadas. Una vez que tu búsqueda correcta y la apropiada determinación que deberías tener en tu humanidad quedan inhibidas, entonces tu motivación para buscar cosas positivas y perseguir la verdad queda sofocada. Este sofoco no lo provoca el entorno que te rodea ni ninguna persona, y por supuesto Dios no ha determinado que debas sufrirlo, sino que lo provoca una emoción fuertemente negativa en lo profundo de tu corazón. ¿Acaso no es así? (Sí).
En apariencia, la inferioridad es una emoción que se manifiesta en la gente, si bien, en realidad, las causas fundamentales de que se produzca son esta sociedad, la humanidad y el entorno en el que viven las personas. Surge también a causa de las propias razones objetivas de la gente. No hace falta decir que la sociedad y la humanidad provienen de Satanás, porque toda la humanidad se halla bajo el poder del maligno, hondamente corrompida por Satanás, y a nadie le es posible enseñar a la próxima generación de acuerdo con la verdad o las enseñanzas de Dios, sino que en cambio se enseña de acuerdo con las cosas que provienen de Satanás. Por tanto, la consecuencia de enseñar a la próxima generación y a la humanidad las cosas de Satanás, además de la corrupción de las actitudes y la esencia de las personas, es que se provoca que surjan en ellas emociones negativas. Si estas son temporales, no tendrán un efecto excesivo en la vida de una persona. Sin embargo, si una emoción negativa se arraiga en lo más hondo del corazón y el alma de alguien y queda indeleblemente adherida allí, si la persona es del todo incapaz de olvidarla o deshacerse de ella, entonces sin duda afectará a cada una de sus decisiones, al modo en el que afronte a toda clase de personas, acontecimientos y cosas, a sus elecciones cuando se enfrente a importantes cuestiones de principios, y a la senda que recorrerá en su vida; ese es el efecto que la sociedad humana real tiene en todas y cada una de las personas. El otro aspecto es el de las propias razones objetivas de cada uno. Es decir, la educación y las enseñanzas que las personas reciben a medida que se hacen mayores, todos los pensamientos, ideas y maneras de comportarse que aceptan, además de los diversos dichos humanos; todos provienen de Satanás, hasta un punto en que las personas no tienen la capacidad de gestionar y disipar estos problemas con los que se encuentran desde la perspectiva y el punto de vista correctos. Por tanto, sin saberlo, bajo la influencia de este entorno hostil, y estando oprimido y controlado por él, el hombre no puede hacer otra cosa que desarrollar diversas emociones negativas y utilizarlas para intentar resistirse a problemas que no tiene capacidad de resolver, cambiar o disipar. Tomemos como ejemplo el sentimiento de inferioridad. Tus padres, tus maestros, tus mayores y otros a tu alrededor tienen una valoración poco realista de tu calibre, humanidad y personalidad, y esto acaba por atacarte, perseguirte, sofocarte, restringirte y limitarte. Al final, cuando no te quedan fuerzas para seguir resistiéndote, tu única elección posible es elegir una vida en la que acatas en silencio los insultos y la humillación, aceptando callado, en contra de tu propia convicción, esta clase de realidad injusta y parcial. Cuando aceptas esta realidad, las emociones que acaban surgiendo en ti no son alegres, satisfactorias, positivas ni progresivas; no vives con mayor motivación y rumbo, y mucho menos buscas las metas acertadas y correctas para la vida humana, sino que, en su lugar, surge en ti un profundo sentimiento de inferioridad. Cuando esta emoción aparece en ti, sientes que no tienes a dónde ir. Cuando te topas con un asunto que te requiere expresar un punto de vista, consideras innumerables veces lo que quieres decir y el punto de vista que deseas expresar en el fondo de tu corazón, y sin embargo continúas sin atreverte a decirlo en voz alta. Cuando alguien expresa el mismo punto de vista que tú defiendes, te permites sentir un poco de reafirmación en tu interior, una confirmación de que no eres peor que los demás. Sin embargo, cuando la misma situación vuelve a ocurrir, te sigues diciendo: “No puedo hablar de manera informal ni hacer nada imprudente o convertirme en un hazmerreír. No valgo para nada, soy estúpido, soy necio, soy idiota. He de aprender a esconderme y limitarme a escuchar, sin decir nada”. A partir de esto, podemos ver que, desde el momento en que la sensación de inferioridad surge y hasta que se arraiga profundamente en lo más hondo del corazón de una persona, ¿acaso no se le priva entonces de su libre albedrío y de los derechos legítimos que Dios le ha concedido? (Sí). Se le ha privado de estas cosas. En concreto, ¿quién le ha privado de estas cosas? No puedes asegurarlo, ¿verdad? Ninguno de vosotros puede asegurarlo. Esto se debe a que, a lo largo de todo este proceso, no solo eres la víctima, sino también el perpetrador: eres la víctima para otras personas y también para ti mismo. ¿Por qué? Acabo de decir que una razón para que la inferioridad surja en ti proviene de tus propias razones objetivas. Desde que empezaste a tener conciencia de ti mismo, tu base para juzgar los acontecimientos y las cosas tuvo su origen en la corrupción de Satanás, y la sociedad y la humanidad te han inculcado estos puntos de vista, no ha sido Dios el que te los ha enseñado. Por tanto, con independencia de cuándo o en qué contexto surgieron tus sentimientos de inferioridad, y sin importar hasta qué punto se hayan desarrollado, sigues atado y controlado, indefenso ante tales sentimientos, y utilizas estos métodos inculcados en ti por Satanás a la hora de enfrentarte a las personas, los acontecimientos y las cosas que te rodean. Cuando los sentimientos de inferioridad se implantan profundamente en tu corazón, no solo causan un profundo efecto en ti, sino que también dominan tu punto de vista sobre las personas y las cosas, tu comportamiento y acciones. Entonces, ¿cómo perciben a las personas y las cosas aquellos que están dominados por sentimientos de inferioridad? Consideran a los demás mejores que ellos, incluso también a los anticristos. Aunque los anticristos tengan actitudes malvadas y escasa humanidad, los consideran personas a las que emular y modelos de los que aprender. Incluso se dicen a sí mismos: “Mira, aunque tienen mal carácter y mala humanidad, tienen dones y son más aptos para el trabajo que yo. Se sienten cómodos mostrando sus habilidades ante los demás y hablan delante de mucha gente sin ruborizarse ni que se les acelere el corazón. Ellos sí que tienen agallas. Yo no puedo estar a su altura. No soy lo bastante valiente”. ¿De dónde sale esto? Es necesario decir que, en parte, la razón es que tu sentimiento de inferioridad ha afectado a tu juicio sobre la esencia de las personas, así como a tu perspectiva y punto de vista en lo que respecta a contemplar a otros. ¿No es así? (Sí). Entonces, ¿cómo afectan los sentimientos de inferioridad a tu forma de comportarte? Te dices a ti mismo: “Nací estúpido, sin dones ni puntos fuertes, y soy lento para aprender cualquier cosa. Fíjate en esa persona, aunque a veces cause trastornos y disturbios, y actúe de forma arbitraria y temeraria, al menos tiene dones y puntos fuertes. Pertenece a la clase de persona que los demás quieren usar en cualquier parte, no como yo”. Cuando pasa cualquier cosa, lo primero que haces es emitir un veredicto sobre ti mismo y cerrarte por completo. Sea cual sea el problema, te echas atrás y evitas tomar la iniciativa, temes asumir la responsabilidad. Te dices: “Nací estúpido. Vaya donde vaya, no le gusto a nadie. No puedo hacerme notar, no debo mostrar mis ínfimas habilidades. Si alguien me recomienda, eso prueba que no estoy mal. Pero si nadie me recomienda, entonces de nada serviría que tomara la iniciativa de decir que puedo asumir el trabajo y hacerlo bien. Si no tengo confianza en mí mismo, no puedo decir que la tengo: ¿y si meto la pata, qué hago? ¿Y si me podan? Eso me daría mucha vergüenza. ¿Acaso no sería humillante? No puedo dejar que eso me suceda”. Fíjate: ¿acaso no ha afectado a tu comportamiento? Hasta cierto punto, tu actitud hacia cómo te comportas está influida y controlada por tus sentimientos de inferioridad. Hasta cierto punto, se puede considerar una consecuencia de tus sentimientos de inferioridad.
¿Cómo afecta encontrarte bajo la influencia de un sentimiento de inferioridad la manera en que consideras a los diversos tipos de personas, ya sean las que tienen humanidad, las de humanidad mediocre, las que carecen de ella o las que poseen una humanidad malvada? Ninguno de tus puntos de vista sobre las personas está de acuerdo con la verdad o con las palabras de Dios, y mucho menos cumple con los requerimientos de Dios. Al mismo tiempo, bajo la influencia de este sentimiento de inferioridad, eliges comportarte con cuidado, con cautela y timidez, y la mayor parte del tiempo eres pasivo y estás alicaído. No tienes determinación ni motivación para ponerte en marcha, y cuando tienes alguna inclinación positiva y activa y deseas encargarte de alguna tarea menor, piensas: “¿Acaso no estoy siendo arrogante? ¿Acaso no me estoy lanzando, estoy alardeando de mí mismo y presumiendo? ¿No se trata esto de mi deseo de estatus?”. No puedes averiguar cuál es exactamente la naturaleza de tus propias acciones. Meditarás muchas veces en tu corazón sobre las necesidades legítimas, las aspiraciones, la determinación y los deseos de humanidad, así como aquello por lo que puedes esforzarte y lograr, lo que es apropiado y lo que deberías estar haciendo y les darás muchas vueltas. Cuando no puedas dormir por la noche, reflexionarás sobre ello una y otra vez: “¿Debería aceptar ese trabajo? Oh, pero no soy lo bastante bueno, no me atrevo a hacerlo. Soy estúpido y tonto. No tengo los dones que tiene esa persona, ni tampoco el calibre”. Cuando estás comiendo, piensas: “Comen tres veces al día y cumplen bien con su deber, y su vida tiene valor. Yo como tres veces al día, pero no cumplo bien con mi deber, y mi vida no tiene ningún valor. Estoy en deuda con Dios y con mis hermanos y hermanas. Ni merezco ni debo comer siquiera un plato de comida”. Cuando alguien es demasiado cobarde, carece de valor y no es capaz de lograr nada. No importa lo que les ocurra, cuando los cobardes se encuentran con alguna dificultad, reculan. ¿Por qué lo hacen? Un motivo es su sentimiento de inferioridad. Como se sienten inferiores y no se atreven a presentarse ante la gente, ni siquiera pueden contraer las obligaciones y responsabilidades que les corresponden, ni pueden asumir lo que realmente son capaces de lograr dentro del ámbito de su propia capacidad y calibre y del de la experiencia de su propia humanidad. Este sentimiento de inferioridad afecta a todos los aspectos de su humanidad, afecta a su personalidad y, por supuesto, también afecta a su temperamento. Cuando están rodeados de otras personas, rara vez expresan sus propias opiniones, y casi nunca los oyes aclarar su propio punto de vista u opinión. En cuanto se encuentran con un problema, no se atreven a hablar, sino que se retraen y dan marcha atrás. En aquellos momentos en los que hay poca gente, se sienten valientes para sentarse entre ellos, pero cuando hay mucha, buscan un rincón y se dirigen hacia donde apenas da la luz, sin atreverse a mezclarse con los demás. Siempre que sienten que les gustaría decir algo de un modo positivo y activo y expresar sus propios puntos de vista y opiniones para demostrar que lo que piensan es correcto, no tienen siquiera el valor de hacerlo. Cuandoquiera que tienen esas ideas, su sentimiento de inferioridad aflora de golpe y los controla, los ahoga y les dice: “No digas nada, no sirves para nada. No expreses tus puntos de vista, guárdate tus ideas para ti. Si en tu corazón albergas algo que realmente quieras decir, anótalo en el ordenador y mastícalo tú solo. No debes permitir que nadie más lo sepa. ¿Y si te equivocas? ¡Sería muy embarazoso!”. Esta voz sigue diciéndote que no hagas o digas esto o aquello y hace que te tragues cualquier palabra que quieras decir. Cuando deseas decir algo que llevas mucho tiempo pensando, te bates en retirada y no te atreves a decirlo, o te avergüenzas de hacerlo, creyendo que no deberías; y si lo haces, sientes como si hubieras infringido alguna regla o vulnerado la ley. Y cuando un día expresas de forma activa tu propia opinión, en el fondo te sientes incomparablemente perturbado e inquieto. Aunque esta enorme sensación de malestar se desvanece poco a poco, tu sentimiento de inferioridad asfixia lentamente las ideas, intenciones y planes que tienes de querer hablar, de querer expresar tus propios puntos de vista, de querer ser una persona normal igual que los demás. Los que no te entienden creen que eres una persona de pocas palabras, callada, de carácter tímido, alguien a quien no le gusta destacar entre los demás. Cuando hablas delante de mucha gente, te sientes avergonzado y te ruborizas; eres algo introvertido y, en realidad, solo tú sabes que te sientes inferior. Tu corazón está lleno de este sentimiento de inferioridad que existe desde hace mucho tiempo, no se trata de un sentimiento pasajero. Más bien, controla firmemente tus pensamientos desde lo más profundo de tu alma, sella herméticamente tus labios, y por eso, sin importar lo bien que entiendas las cosas, o qué puntos de vista y opiniones tengas sobre las personas, los acontecimientos y las cosas, solo te atreves a pensar y a darles vueltas a los asuntos en tu propio corazón, nunca te atreves a hablar en voz alta. Tanto si los demás aprueban lo que dices como si te corrigen o critican, no te atreverás a enfrentarte ni a contemplar ese resultado. ¿A qué se debe? A que tu sentimiento de inferioridad se halla dentro de ti y te dice: “No hagas eso, no estás a la altura. No tienes esa clase de calibre, no tienes esa clase de realidad, no deberías hacer eso, tú no eres así. No hagas nada ni pienses nada ahora. Solo mostrarás tu verdadero ser si vives en la inferioridad. No estás capacitado para perseguir la verdad, ni para abrir tu corazón para decir lo que te apetezca y conectar con los demás, como hace otra gente. Y eso es porque no eres bueno, no tanto como ellos”. Este sentimiento de inferioridad guía el pensamiento que albergan las personas en sus mentes; los inhibe de cumplir con las obligaciones que una persona normal debería cumplir y de vivir la vida de humanidad normal que les corresponde, al tiempo que conduce las formas y los medios, y la dirección y las metas de cómo consideran a las personas y las cosas, cómo se comportan y actúan. Aunque crean que deberían ser personas honestas y disfruten siéndolo, nunca se atreven a expresar su deseo de ser una persona honesta en palabras o actos, a fin de entrar en la vida de ser ese tipo de persona. Debido a su sentimiento de inferioridad, ni siquiera se atreven a ser personas honestas; carecen totalmente de coraje. Cuando dicen algo honesto, miran enseguida a la gente que los rodea y piensan: “¿Se estará formando alguien una opinión de mí? Van a pensar: ‘¿Estás intentando ser una persona honesta? ¿Acaso no quieres ser una persona honesta solo para poder salvarte? ¿No se trata esto únicamente del deseo de ser bendecido?’. Oh, no, no me atrevo a decir nada. Todos pueden hablar con honestidad, soy yo el que no puede. No soy apto como ellos, estoy en el peldaño más bajo”. A partir de estas manifestaciones y revelaciones concretas podemos ver que una vez que esta emoción negativa, este sentimiento de inferioridad, comienza a surtir efecto y ha echado raíces en lo más íntimo del corazón de las personas, entonces, a menos que persigan la verdad, les resultará muy difícil desarraigarlo y liberarse de su limitación, y permanecerán constreñidas en cualquier cosa que hagan. Aunque no pueda decirse que este sentimiento sea un carácter corrupto, ya ha causado un grave efecto negativo; daña seriamente su humanidad, causa un gran impacto negativo en las diversas emociones y en el habla y las acciones de su humanidad normal y trae consecuencias muy graves. La influencia menos importante radica en influir en su carácter, sus predilecciones y sus aspiraciones; la mayor, en afectar a sus objetivos y rumbo en la vida. A partir de las causas de este sentimiento de inferioridad, de su proceso y de las consecuencias que le trae a una persona, de cualquier modo que se mire, ¿no es algo de lo que la gente debería desprenderse? (Sí). Hay quien dice: “No me creo inferior y no estoy bajo ningún tipo de limitación. Nunca nadie me ha provocado o menospreciado, ni tampoco me han sofocado. Vivo con mucha libertad, así que ¿no significa eso que no tengo tal sentimiento de inferioridad?”. ¿Es eso correcto? (No, a veces seguimos teniendo ese sentimiento de inferioridad). Puede que en mayor o menor medida lo sigas teniendo. Puede que no predomine en lo más íntimo de tu corazón, pero en algunos casos puede surgir en un momento. Por ejemplo, te topas con alguien a quien idolatras, con mucho más talento que tú, más habilidades y dones especiales que tú, más dominante, autoritario y malvado, alguien más alto y atractivo que tú, con estatus en la sociedad, rico, con más educación y rango más elevado, alguien que es mayor y que ha creído en Dios desde hace más tiempo, con más experiencia y realidad en su fe en Dios, y entonces no puedes evitar que surja en ti el sentimiento de inferioridad. Cuando surge ese sentimiento, se desvanece eso de que “vives con mucha libertad”, te vuelves tímido y pierdes la calma, meditas cómo formular tus palabras, tu expresión facial se vuelve antinatural, te sientes restringido en tus palabras y movimientos, y empiezas a envolverte en ti mismo. Estas y otras manifestaciones se producen debido a la aparición de tu sentimiento de inferioridad. Por supuesto, este sentimiento de inferioridad es momentáneo, y cuando surge, basta con que te examines a ti mismo, tengas discernimiento y no te dejes limitar por él.
Las diversas emociones de las que hay que desprenderse que estamos debatiendo hoy son cosas profundamente incrustadas en el alma de las personas. Su efecto en ti no es temporal, sino que, en cambio, tiene un amplio alcance y profundidad. Cuando te cuesta mucho dormir por la noche, cuando estás totalmente solo, esas personas, acontecimientos y cosas que provocaron que surgieran emociones negativas en ti y están hondamente arraigados en tu memoria, emergen poco a poco a la superficie de tu mente. Una palabra, un sonido, incluso un insulto, una paliza, una escena, una cosa, un grupo de personas o la secuencia de principio a fin de un acontecimiento; todas estas personas, acontecimientos y cosas en el fondo de tu memoria que causaron que surgieran toda clase de emociones negativas en ti, se reproducen en tu mente como una película. Se reproducen una y otra vez, hasta que al final y sin darte cuenta, te retrotraes a esas emociones negativas que se esconden en tu alma, y a ese momento que impactó tus sentimientos, tu humanidad, tu personalidad y tu vida futura. Cuando estás completamente solo, cuando te enfrentas a dificultades, cuando tienes que tomar una decisión y estás desesperado, no puedes evitar hacerte un ovillo y escapar de todo el mundo, volver a tu ser más profundo, hacia esta situación, este acontecimiento y este grupo de personas que te causaron dolor. Aunque tales personas, acontecimientos y cosas te hicieron sentir atacado y te causaron daño, y sembraron en ti todo tipo de emociones negativas, cuando te sientes abatido y desanimado, cuando te enfrentas al fracaso, incluso cuando te podan o eres rechazado por tus hermanos y hermanas, no puedes evitar retrotraerte a ese sentimiento negativo que ejerce tal influencia sobre tu vida, ya sea desánimo, odio, ira o inferioridad. Aunque estas emociones te hayan causado todo tipo de padecimientos, o te hayan hecho sentir incómodo, llorar o ponerte irritable, no puedes evitar regresar siempre a esa emoción negativa que sentiste en aquel momento. Cuando regresas a ese momento, esa emoción negativa vuelve a reforzar su influencia sobre ti. En cuanto esta emoción negativa te afecta, te recuerda y te alerta una y otra vez, perturba invisiblemente tu escucha de las palabras de Dios y tu comprensión de los principios-verdad. En el momento en que estas emociones negativas surgen una vez más en lo más profundo de tu corazón, cuando afirman su dominio sobre tus pensamientos, tu interés por la verdad se debilita, incluso se convierte en aversión o es posible que surjan sentimientos de rechazo. Debido al dolor y al trato injusto que has recibido a lo largo de tu vida, es posible que contemples a la humanidad y a la sociedad con mayor hostilidad, y que odies todo lo que ha sucedido y, por supuesto, todo lo que sucederá en el futuro. Estas emociones se manifiestan de manera constante en tu corazón e influyen una y otra vez en tus sentimientos, en tu estado y en tu condición. También influyen una y otra vez en tus sentimientos, tus actitudes y puntos de vista en el cumplimiento de tu deber y, por supuesto, en tu motivación y determinación para perseguir la verdad. A veces acabas de proponerte perseguir la verdad y no volver a sentirte desanimado, no volver nunca a creer que no eres lo bastante bueno y batirte en retirada; sin embargo, cuando una emoción negativa momentánea llena tu corazón, tu motivación para perseguir la verdad puede desaparecer por completo, desvaneciéndose en un instante sin dejar rastro. Cuando tu motivación para perseguir la verdad se desvanece sin dejar rastro en este tipo de situación, entonces sientes que perseguir la verdad no tiene nada de interesante y que creer en Dios y ser salvado no tienen ningún significado para ti. El surgimiento de este tipo de sentimiento y estado provoca que no estés dispuesto a presentarte ante Dios de nuevo, que no quieras orar-leer las palabras de Dios ni escucharlas, y por supuesto, que ni mucho menos tengas la determinación o el deseo de poner en práctica las palabras de Dios, o de convertirte en alguien que persigue la verdad. Este es el tremendo obstáculo y el impacto que estas emociones negativas tienen en las personas que caminan por la senda de la búsqueda de la verdad. Siendo más concretos, causan perturbaciones y daños a las personas, y de vez en cuando te quitan la pizca de confianza que has conseguido reunir y los pocos principios de conducta que acabas de comprender para convertirlos en la nada. En un instante, te vuelves incapaz de percibir en lo más profundo de tu corazón la existencia de Dios, Sus bendiciones, Su soberanía y Su provisión para ti, y enseguida te llenas de cualquiera de estas emociones negativas. Cuando estás lleno de ellas, tus actitudes corruptas tomarán el control de tu interior de forma inmediata. Cuando tus actitudes corruptas toman el control, te conviertes al instante en alguien diferente y les muestras una imagen distinta a las personas, acontecimientos y cosas a tu alrededor. Ha desaparecido el amor que antes solías tener, también la paciencia y la energía que poseías antes para sufrir y pagar el precio, para soportar adversidades y trabajar duro; nada de eso existe ya. También desapareció la motivación que solías tener para saltarte una comida y dormir un poco menos a fin de cumplir bien con tu deber, y lo que ahora ocupa su lugar es un sentimiento de hostilidad hacia todas y cada una de las personas. ¿Cuál es el origen fundamental de esta hostilidad que sientes hacia todo el mundo? Proviene de tu carácter corrupto, pero también de las situaciones, las personas, los acontecimientos y las cosas que has experimentado en el pasado y han provocado que surjan emociones negativas en ti. Dices: “Tolero a los demás, pero ¿a mí quién me tolera? Muestro comprensión hacia los demás, pero ¿quién me la muestra a mí? ¡Ni siquiera mis padres o mis hermanos y hermanas me muestran comprensión! Los demás cometen errores, así que, ¡yo también puedo! Otros descargan negatividad cuando se los poda, ¿por qué no puedo yo hacerlo? Otros pueden competir por influencia y posición, ¿por qué yo no? Si tú puedes, ¡yo también! Otras personas engañan e intentan eludir sus responsabilidades en el cumplimiento de su deber, así que yo también lo haré. Las demás personas no persiguen la verdad, así que yo tampoco. Si algunos no actúan con principios, yo tampoco lo haré. Ciertas personas no protegen los intereses de la casa de Dios, así que yo no los protegeré. Me voy a limitar a seguir lo que hace todo el mundo. ¿Qué hay de malo en ello?”. ¿Qué clase de manifestación es esta? Ya sea que lo veamos en términos de tus pensamientos o del carácter que revelas, no es nada menos que un giro de 180 grados, como si te hubieras convertido en otra persona. ¿Qué sucede aquí? La causa fundamental es que has experimentado un cambio interior. Puede que parezcas el mismo en apariencia y que tu rutina diaria no haya cambiado, que tu tono al hablar no sea diferente, que tu aspecto no haya mutado y que nadie te esté guiando o incitando entre bastidores, así que ¿por qué esa repentina oleada de emoción? Una de las razones es que es el resultado de las emociones negativas sembradas en lo más profundo de tu corazón. Alguien que siempre alberga sentimientos negativos de odio e ira en su interior, se presentará a menudo ante Dios para orar cuando su estado es bueno, leerá las palabras de Dios y se asegurará de que todo se desarrolle con normalidad cuando persigue la verdad y cumple con su deber. Si se topa con algo que no es de su agrado, o con algún contratiempo, fracaso o situación embarazosa en el trabajo o en la vida, o sufre alguna pérdida de prestigio o algún daño a sus intereses, el odio y la ira provocados por las emociones negativas que lleva dentro le hacen ponerse frenético de rabia y enloquecer. Tal vez haya experimentado previamente algunos sucesos fuera de lo común, como ser objeto de malos tratos o de palizas aleatorias por parte de personas malvadas, o que le hayan quitado sus propiedades por la fuerza, o haya sido intimidado o incluso humillado por gente malvada. Puede que algunas personas hayan tenido compañeros o superiores que les pusieron las cosas difíciles en el trabajo, y otras pueden haber sufrido discriminación y trato injusto por parte de compañeros y profesores en la escuela debido a su bajo rendimiento académico, a las malas condiciones de su hogar, o a que sus padres eran campesinos y pertenecían a la clase baja de la sociedad, entre otras cosas. Cuando una persona sufre todo tipo de trato injusto en la sociedad, cuando se la despoja de sus derechos humanos, o cuando se le expropian sus intereses o se le arrebatan sus propiedades, las semillas del odio se siembran de forma natural en lo más profundo de su corazón y, como es normal, trasladará ese odio a su forma de enfrentarse a la sociedad, a la humanidad, e incluso a su propia familia y a sus amigos y parientes. Los puntos de vista de aquellos que tienen odio sembrado en sus corazones están influenciados por dicho odio, y sus emociones también estarán marcadas de manera natural por él.
Una vez que el odio se ha arraigado en el corazón de una persona, se convierte de manera natural en una emoción, y cuando alguien vive en esta emoción de odio, su perspectiva sobre la humanidad y sobre cualquier asunto ya no es la adecuada. Sus puntos de vista sobre las personas y las cosas se vuelven sesgados y opuestos a cómo serían normalmente. Ahora, son incapaces de comprender correctamente a cualquier persona, acontecimiento o cosa normales y apropiados, y además los juzgarán y condenarán. Siempre buscan la oportunidad de desahogar sus quejas y su odio. Esperan tener algún día poder e influencia, y ser capaces de reparar todos esos agravios y vengarse de quienes los han intimidado y hecho daño en el pasado. Por ahora, sin embargo, no tienen ninguna manera adecuada de lograrlo, así que al final algunos de ellos llegarán a creer en Dios. Tras haber empezado a creer en Dios, piensan: “Oh, ahora creo en Dios y puedo tener la cabeza alta. Dejaré que Dios decida las cosas por mí para que esa gente malvada tenga su merecido. ¡Qué maravilla!”. Por tanto, ahora que creen en Dios, entierran su odio y su ira muy dentro, lo dedican todo a gastarse, pagar el precio, sufrir, ir de un lado a otro y trabajar en la casa de Dios, con la esperanza de que algún día sus esfuerzos les traigan buena suerte y den un vuelco a las cosas, y de que, cuando llegue el día en que se vuelvan más fuertes y ya no sean débiles, se asegurarán de que aquellos que los intimidaron y tanto los humillaron sean castigados. Su propósito al hacer todo esto es presenciar con sus propios ojos el castigo y la retribución aplicada sobre aquellos que les causaron un dolor y una humillación tan infinitos. Acarrean esa emoción en su fe en Dios, pagando el precio y gastándose. En apariencia, parece como si nunca se quejaran, desearan o exigieran nada, que simplemente se lanzan de todo corazón a cumplir con su deber en la casa de Dios, y que ninguna medida de sufrimiento es demasiado grande. En realidad, sin embargo, esas emociones de odio e ira en lo más hondo de su corazón siguen sin resolverse y no se han desprendido de ellas. En el momento en que alguien les da su opinión y revela su carácter corrupto, de inmediato huyen de forma subconsciente hacia sus emociones de odio e ira para afrontar y resolver este problema. Piensan: “¿Me estás menospreciando? ¿Intentas intimidarme porque crees que soy inocente? Mucha gente me intimida, ¡pero espera y verás qué final les aguarda!”. Basta con que alguien diga algo sobre ellos para que se sientan heridos, aunque haya sido sin intención. Pero si esa persona toca algún punto delicado, sus emociones de odio e ira se remueven, lo que provoca que vuelvan de manera inconsciente a sentir odio por todo. Está claro que este punto de vista, esta emoción, ha afectado a sus perspectivas y actitudes hacia las personas y las cosas, y a los modos y maneras en que se comportan y actúan. Con independencia de quién les plantee opiniones y sugerencias legítimas, siempre piensan: “Me están menospreciando y desean intimidarme. ¿Creen que soy fácil de manipular?”. Utilizan este punto de vista y esta manera de hacer las cosas para encargarse de la situación, y en todo momento sus emociones de odio e ira se arraigan más en su corazón. Cuando las emociones de odio e ira se incrustan en lo más profundo de su corazón, no paran de crecer, y esta persona las utiliza de manera constante para enfrentarse a todo tipo de personas, acontecimientos y cosas, y también se recuerda continuamente a sí misma que ha de odiar a todo el mundo y que nadie es amable con ella. Aunque piense por un instante que alguien se porta bien con ella, no tardará en decirse de manera involuntaria y subconsciente: “No pienses así. Aparte de Dios, que es bueno de verdad, no hay gente buena. Todo el mundo se regodea en tus desgracias y nadie te desea el bien. Creen que eres inocente, por eso te intimidan, y cuando comprueban que tienes éxito en algo, te adulan y tratan de congraciarse contigo. Así que no creas a nadie y no mires a nadie con amabilidad. Debes ser precavido y desconfiado con los demás”. Cada vez que alguien le dice una palabra, la analiza y piensa: “¿Viene a por mí? ¿Por qué ha dicho eso? ¿Intenta atacarme y vengarse de mí por algún motivo? ¿Quiere presionarme?”. Estos sentimientos de suspicacia, odio e ira le recuerdan repetidamente y le hacen utilizar de forma subconsciente estos sentimientos en su manera de afrontar y de tratar con todo tipo de personas, acontecimientos y cosas y, sin embargo, él mismo es del todo inconsciente de que se trata de todo tipo de emociones negativas. Estas emociones negativas ejercen un fuerte control sobre su juicio y limitan fuertemente su pensamiento, y le impiden ver a cualquier persona, evento o cosa desde la perspectiva o punto de vista correcto. Cuando uno empieza a vivir bajo el dominio de estas emociones negativas, se hace muy difícil escapar de su control. Antes de que alguien se desprenda de estas emociones negativas, vive sin saberlo dentro de ellas, mirando desde allí a las personas, eventos y cosas, afrontándolos con los puntos de vista erróneos que han surgido de estas emociones negativas. En primer lugar, eso desemboca inevitablemente en el extremismo, la suspicacia, la duda e incluso la impulsividad, y también contemplará a los demás con hostilidad y los atacará. Estas emociones negativas dirigen los pensamientos y puntos de vista de la persona dentro de su corazón, y guían cada una de sus palabras y acciones. Por eso, cuando esa persona se ve envuelta en tales emociones negativas, si se trata de alguien que persigue la verdad, estas emociones negativas crean obstáculos e influyen en su corazón y en su mente, por lo que practica mucho menos la verdad. Debido a la adulteración, la perturbación y el daño causados por estas emociones negativas, existe un límite a la verdad que es capaz de poner en práctica y, cuando se encuentra con alguna situación, siempre se deja influenciar por sus sentimientos. Por supuesto, el efecto más importante es que cae bajo la influencia de estas diversas emociones negativas y, por tanto, practicar la verdad se convierte para esa persona en algo agotador. Es incapaz de hacer uso de la conciencia y la razón de la humanidad normal, así como del libre albedrío y el instinto creados por Dios, de los principios-verdad que el hombre debe practicar y a los que debe atenerse en su modo de enfrentarse y en su juicio respecto a las personas y las cosas que le rodean.
A partir de estas cosas de las que he hablado hasta ahora, lo mires como lo mires, es evidente que diversas emociones negativas ocupan en mayor o menor medida las mentes de todas las personas. Puesto que ocupan la mente de las personas, se darán ciertas dificultades cuando practiquen la verdad. Por ese motivo, cuando están inmersos en el proceso de perseguir la verdad, deben desprenderse continuamente de las personas, los acontecimientos y las cosas que provocan que surjan emociones negativas en ellas. Por ejemplo, la emoción negativa de inferioridad que hemos discutido antes. Con independencia de la situación que haya provocado tu sentimiento de inferioridad, o de quién o qué lo haya provocado, debes albergar la comprensión correcta con respecto a tu propio calibre, tus puntos fuertes, tus talentos y la calidad de tu propia humanidad. No está bien sentirse inferior ni tampoco superior, ambas son emociones negativas. La inferioridad puede limitar tus acciones, tus pensamientos e influir en tus opiniones y puntos de vista. Del mismo modo, la superioridad también produce este efecto negativo. Por tanto, ya se trate de inferioridad o de otra emoción negativa, debes comprender adecuadamente las interpretaciones que conducen al surgimiento de esta emoción. En primer lugar, debes entender que esas interpretaciones son incorrectas, y tanto si se refieren a tu calibre, a tu talento o a la calidad de tu humanidad, las evaluaciones y conclusiones que sacan sobre ti son siempre erróneas. Entonces, ¿cómo puedes evaluarte y conocerte con precisión, y escapar del sentimiento de inferioridad? Debes tomar las palabras de Dios como base para obtener conocimiento sobre ti mismo, para averiguar cómo son tu humanidad, tu calibre y tu talento, y qué puntos fuertes tienes. Por ejemplo, supongamos que te gustaba cantar y lo hacías bien, pero algunas personas no dejaban de criticarte y menospreciarte, diciendo que no tenías oído y desafinabas, así que ahora te parece que no sabes cantar bien y ya no te atreves a hacerlo delante de los demás. Debido a que esas personas mundanas, esas personas confundidas y mediocres, hicieron valoraciones y juicios inexactos sobre ti, los derechos que merece tu humanidad se vieron coartados y tu talento sofocado. En consecuencia, no te atreves ni a cantar una canción y solo te atreves a soltarte y cantar en voz alta cuando no hay nadie cerca o cuando estás solo. Dado que por lo general te sientes tan terriblemente reprimido, no te atreves a cantar una canción a no ser que estés solo; es entonces cuando lo haces y disfrutas del momento en que puedes cantar alto y claro, ¡qué momento maravilloso y liberador! ¿Verdad que sí? Debido al daño que la gente te ha hecho, no sabes o no puedes ver con claridad qué es lo que realmente sabes hacer, en qué eres bueno y en qué no. En este tipo de situación, debes realizar una correcta evaluación y adoptar la medida adecuada de ti mismo, de acuerdo con las palabras de Dios. Debes constatar lo que has aprendido y dónde están tus puntos fuertes, y lanzarte a hacer lo que sabes hacer. En cuanto a las cosas que no sabes hacer, tus carencias y deficiencias, debes reflexionar sobre ellas y conocerlas, y también debes evaluar con precisión y saber cómo es tu calibre, además de si es bueno o malo. Si no puedes comprender o lograr un conocimiento claro de tus propios problemas, entonces pídeles a las personas que son capaces de comprender que te rodean, que emitan una valoración sobre ti. Al margen de que lo que digan sea o no exacto, al menos te servirá de referencia y consideración y te permitirá tener un juicio o caracterización básica de ti mismo. Entonces podrás resolver el problema esencial de las emociones negativas, como la inferioridad, y salir poco a poco de ellas. Tales sentimientos de inferioridad se resuelven con facilidad si uno puede discernirlos, abrir los ojos ante ellos y perseguir la verdad.
Para quienes han sufrido un trato desigual, han sido maltratados y discriminados en la sociedad, en sus distintas profesiones y en diversos entornos, ¿resultan fáciles de resolver los sentimientos de odio e ira que surgen en ellos? (Sí). ¿Cómo se resuelven? (Deben considerar a todas las personas, acontecimientos y cosas de acuerdo con las palabras de Dios, desprenderse de esas emociones negativas de odio e ira y desprenderse de las personas, acontecimientos y cosas que les han hecho daño en el pasado). “Desprenderse” es solo una palabra, ¿cómo te desprendes? Por ejemplo, una mujer sale con un hombre y acaba engañada para irse a la cama con él y este la embauca para que le dé dinero, y cada vez que piensa en ello, siente un acceso de ira, y cuando esta ira surge, aprieta los puños y se llena de odio en el fondo de su corazón. Piensa en la cara de ese hombre, en todo lo que dijo, piensa en todo lo que hizo para perjudicarla, y mientras más piensa en tales cosas, más ira siente, más furiosa se pone, más le quema esa rabia y más crece su odio. No para de pensar en ello y ya no quiere realizar su deber, se siente cada vez peor, se dice que no va a descansar, sino que va a limitarse a seguir trabajando y hablando con otras personas, y cuando de noche no puede dormir, depende de pastillas para lograrlo. No se atreve a estar sola ni a dejar reposar su corazón. En cuanto se ve sola, en cuanto se toma un descanso, este odio aflora en ella y quiere vengarse, hacer morir al que la perjudicó, y que mientras más desagradable sea su muerte, mejor. Si cierto día acaba oyendo la noticia de que ese hombre ha sufrido una muerte trágica, solo entonces puede desprenderse de sus sentimientos de odio e ira. Piénsalo: si de verdad ha muerto, si ha tenido su merecido y se le ha castigado, ¿serías capaz de borrar ese suceso que hizo surgir en ti tal odio e ira y ese recuerdo que está enterrado tan profundamente en lo más hondo de tu corazón? ¿Serías realmente capaz de desprenderte del odio de ese suceso? ¿Podría desaparecer de verdad? (No). Por tanto, ¿la manera de resolver tu odio y tu ira es hacer que esa persona que te perjudicó desaparezca y sea castigada, o que tenga una muerte muy desagradable, o sufra represalias, o tenga un mal final? ¿Es esa la manera de desprenderse del odio y la ira? (No). Y entonces, hay quien dice: “Cuando descubras que estás albergando estas emociones de odio e ira, deberías desprenderte de ellas”. ¿Es esa la senda de práctica? (No). Entonces, ¿qué pasa cuando alguien dice: “Deberías desprenderte de ellas”? (Es doctrina). Cierto, es doctrina, no es la senda de práctica. Os acabo de decir cómo resolver el sentimiento de inferioridad y esta es una manera de desprenderos de la inferioridad. ¿Tenéis ahora la senda de práctica? (Sí). Entonces, ¿cómo os desprendéis del odio y la ira? ¿La senda de práctica es no pensar en ello? (No). Algunas personas proponen expulsarlos de vuestra memoria, ¿es esa la manera de resolver el problema? ¿Significaría que os habéis desprendido de estas cosas? (No). Sacudir la cabeza, cerrar los ojos y no pensar en nada, o manteneros ocupados, no son maneras de resolver este problema, y tampoco es la senda correcta de práctica para desprenderse de estas emociones negativas. Entonces, ¿cuál es más concretamente la senda de práctica? ¿Cómo podéis desprenderos de estas cosas? ¿Cómo podéis resolver este asunto? ¿Tenéis un buen método para hacerlo? Para desprenderos de estas cosas, debéis enfrentaros a ellas, no esconderos ni huir de ellas. ¿Acaso no tienes miedo de estar sola? ¿No temes recordar este suceso? ¿No tienes miedo de que alguien reabra tu herida? Así que enfréntate a ello, y coge a todas esas personas, acontecimientos y cosas que te han causado daño y te han hecho sentir odio e ira en el pasado, y a todas aquellas personas que han dejado una profunda huella en ti y aún recuerdas, y anótalas todas. Discierne su humanidad una por una según las palabras de Dios, conoce sus actitudes, analiza, revela y conoce su esencia y contempla qué son exactamente esas personas. Al final, tu conclusión, la única a la que puedes llegar, será que todas esas personas son malvadas, ¡que son demonios y no personas! No importa qué método utilicen para perjudicarte o atraparte y causarte daño, su esencia es la de los demonios, no la de las personas, y no son en absoluto objetos escogidos por Dios. Nadie entre esas personas es capaz de acudir a la casa de Dios; en cambio, tú eres Su escogida. Ahora puedes escuchar sermones en la casa de Dios, cumplir con tu deber en ella y presentarte ante Él: esto es que Dios te eleva y te muestra Su bondad. Esas personas, en cambio, nunca han sido consideradas como tales a ojos de Dios. Por eso, una vez que hayas empezado a creer en Él, debes tomar distancias respecto a ellas. Si sigues queriendo asociarte con ellas, lo más posible es que no puedas imponerte a ellas, y te oprimirán y castigarán, te discriminarán e insultarán, te harán daño e incluso te maltratarán. Todos sus actos son una muestra de lo que hacen los demonios y Satanás. Si te gusta asociarte con ellas y luchar en su contra, entonces tampoco eres una persona. Eres lo mismo que ellas, y eres capaz de hacer las mismas cosas que ellas. Esto se debe a que los demonios no solo atrapan a las personas, sino que también se hacen daño unos a otros: esa es la naturaleza de un demonio. Viendo que has sido escogido por Dios y que perteneces a la humanidad que Dios creó, ¿cómo podrían los demonios no meterse contigo? ¿Cómo no van a hacerte daño y atraparte? Hacen daño a todo el mundo. Se hacen daño unos a otros, así que no aflojarán con la gente, ¡ni la dejarán en paz! Esto demuestra que este mundo y la humanidad son demoníacos y están inundados de cabo a rabo con los actos de Satanás. Es increíblemente difícil ser una buena persona, y también lo es ser una simple persona normal que no quiere que nadie la mangonee. Intentas evitarlo, pero no puedes. Así es el mundo. Desde que entiendes lo suficiente como para poder empezar en la escuela, hasta que entras en la sociedad y empiezas a trabajar y, al final, llega la muerte, ¿quién no ha sido nunca mangoneado a lo largo de su vida, o engañado y perseguido? Desde luego, todo el mundo lo ha sido. Por muy hábil o capaz que seas, siempre habrá alguien más imponente que tú para mangonearte. La diferencia es, sin embargo, que cada uno tiene filosofías de vida diferentes. Algunos soportan y se resignan ante la adversidad, pero otros son diferentes. Después de experimentar muchas veces el engaño y haber sido intimidados hasta el punto de no poder soportarlo más y haber sufrido demasiado, surgen en ellos emociones como el odio y la ira, y odian tanto a la humanidad como a la sociedad. Una vez que has visto claramente la esencia y la naturaleza de los que te hacen daño y te has dado cuenta de que su esencia es la de los demonios, el odio y la ira que sientes ya no se dirigen hacia las personas, sino hacia los demonios, y ¿acaso no disminuye entonces tu odio? (Sí). Tu odio disminuye un poco. ¿Y cuál es la ventaja de que haya disminuido un poco? Es que, cuando te encuentres de nuevo con ese tipo de situación, no te volverás a alterar y no considerarás la situación de forma impulsiva. En lugar de eso, la considerarás correctamente, la discernirás y la abordarás usando las palabras de Dios y la verdad. Contemplarás a aquellos que de nuevo te causan daño desde el punto de vista de la conciencia y la razón de la humanidad y, al abordarlos, usarás los modos que Dios te ha enseñado, los modos y principios de los que Dios te ha hablado. Cuando los encares de la forma que Dios te ha dicho, el odio y la ira no volverán a surgir en ti, sino que alcanzarás a conocer la corrupción de la humanidad, conocerás el rostro de los demonios, y confirmarás y verificarás que las palabras de Dios son la verdad de una forma mucho más profunda y progresiva. Cuando para contemplar ese asunto uses las palabras de Dios y el modo del que Dios te ha hablado, el que Él te ha enseñado, entonces no solo dejará de hacerte daño, y no solo no causará que tu odio e ira se incrementen, sino que, en cambio, a consecuencia de ello el odio y la ira en el fondo de tu corazón disminuirán poco a poco, y a medida que experimentes este tipo de asunto una y otra vez, tu estatura crecerá y tu carácter cambiará.
En cuanto a cómo debes exactamente desprenderte de ese odio e ira del pasado sobre los que hemos estado debatiendo, un aspecto consiste en contemplar con claridad a los que se denomina no humanos, observar que su esencia-naturaleza es la de diablos y Satanás, que su esencia es dañina para las personas, pues es idéntica y comparte el mismo origen que la de los diablos, Satanás y el gran dragón rojo, te atrapan y te causan daño de la misma manera que Satanás corrompe a la humanidad. Una vez que comprendes este punto, entonces, ¿no te desprendes un poco de tus emociones de odio e ira? (Sí). Hay quien dice: “No basta solo con entender estas cosas. A veces me pongo triste solo de pensarlo”. ¿Qué debes hacer cuando te sientes triste? ¿Puedes no tener ninguna tristeza en absoluto? Las cicatrices siempre dejan marca, pero tener esas marcas no necesariamente es algo malo. Precisamente, estos fenómenos de injusticia en la sociedad, y estas personas, acontecimientos y cosas que causan que surja en ti el odio y la ira, te permiten percibir la injusticia de la sociedad, te permiten darte cuenta de la malevolencia, la malicia y la maldad del ser humano, y te permiten percibir la injusticia y la desolación del mundo, lo que hace que surja en ti el deseo de anhelar la luz y de que el Salvador te salve de todo este sufrimiento. Entonces, ¿existe un contexto para este deseo? (Sí). ¿Este deseo surge fácilmente? (No). Si nunca hubieras sufrido daño entre los seres humanos o en la sociedad, pensarías que hay muchas personas buenas a tu alrededor. Si sales y te tropiezas y alguien viene a ayudarte, o vas de compras, pero no tienes suficiente dinero y la persona a tu lado te ayuda, o pierdes tu cartera y alguien la encuentra y te la devuelve, pensarás que hay muchas personas buenas a tu alrededor. Con esta mentalidad y con tu comprensión de la sociedad, ¿hasta qué punto comprenderás el significado de la salvación de Dios para la humanidad o la necesidad de que Dios haga la obra de salvación? ¿Cómo de grande será tu deseo de que el Salvador venga y te salve del mar de sufrimiento? Probablemente, no será muy grande, ¿o sí? Sería solo una especie de deseo, una especie de fantasía. Cuanto más soporta alguien las dificultades y padecimientos en el mundo, mientras más sufre todo tipo de trato injusto o, dicho de otra manera, cuanto más tiempo alguien en quien ha surgido un odio y una ira profunda hacia la humanidad y la sociedad ha vivido en esta sociedad y entre las personas, más deseará que Dios ponga fin a esta era malvada, destruya a esta humanidad malvada y lo salve del mar de sufrimiento lo más pronto posible, que haga justicia con los malvados y proteja a los buenos, ¿verdad? (Sí). Por tanto, llegado este punto, piensas: “Oh, en realidad debo darles las gracias a esos demonios. Debo agradecerles su trato injusto y que me discriminen, insulten y opriman. Son sus malas acciones y el daño que me han causado lo que me ha obligado a presentarme ante Dios, lo que me ha hecho no anhelar más el mundo o la vida entre estas personas, y lo que me ha hecho estar dispuesto a acudir a la casa de Dios, a presentarme ante Él, a gastarme por voluntad propia por Dios, a dedicar toda mi vida, a vivir una vida con sentido, y a no volver a asociarme con personas malvadas. De lo contrario, aún sería como ellos, seguiría las tendencias mundanas y buscaría fama y ganancia, la buena vida, placeres carnales y un futuro maravilloso. Ahora creo en Dios, por lo que ya no es necesario caminar por esa senda torcida. Ya no los miro con hostilidad. Veo con claridad quiénes han sido siempre. Están allí para servir, como contrastes para la obra de Dios. Sin ellos, no podría contemplar con exactitud cuál es la esencia de este mundo y esta humanidad, y seguiría pensando que ambos son cada vez más fabulosos. Ahora que he pasado por este sufrimiento, ya no pondré mis aspiraciones y esperanzas en este mundo o en manos de ninguna persona notoria. En cambio, espero que llegue el reino de Dios y que la justicia y rectitud de Dios tomen poder”. Al reflexionar así, ¿acaso no se alivian poco a poco tus emociones de odio e ira? (Sí). Se alivian. ¿Y no han experimentado un cambio tus perspectivas e ideas sobre las personas, los acontecimientos y las cosas dentro de tu corazón? ¿Acaso no implica esto que la senda que recorrerás en el futuro, tus elecciones y tus objetivos están experimentando un cambio paulatino, y que te estás volviendo poco a poco hacia la búsqueda de las metas y direcciones correctas? (Sí). Le recuerdas a tu mente las cosas que te han sucedido en el pasado que te rompieron el corazón y te han hecho odiar el mundo, y una vez que has contemplado con claridad su significado y esencia, tu corazón se llena de gratitud hacia Dios. Cuando te llenas de gratitud, ¿acaso no te sumerges en su disfrute? Entonces piensas: “El rey de los diablos en persona, Satanás, sigue desorientando, dañando y devorando a los no creyentes que no creen en Dios. ¡Es lamentable! Si no creyera en Dios y no hubiera acudido ante Él, sería como ellos, en busca del mundo, yendo de un lado a otro a toda prisa para tratar de obtener fama, ganancia y estatus, pasando por tanto sufrimiento y sin que se me ocurriera cambiar de rumbo. Estaría inmerso en un pecado ineludible, ¡qué triste sería! Ahora que creo en Dios, comprendo la verdad y puedo desentrañar este asunto. La senda que las personas deben seguir es la de la búsqueda de la verdad, esto es lo más valioso, lo más significativo. Ahora que Dios me ha mostrado tanta bondad para que ya no tenga que pasar por ese sufrimiento, estableceré que mi voluntad es seguir a Dios hasta el final, escuchar Sus palabras, vivir de acuerdo con ellas y no vivir más como lo hacía antes, cuando no vivía como un ser humano en absoluto”. Como ves, ha surgido esta buena aspiración, ¿verdad? ¿No han tomado forma poco a poco las metas y la dirección de vida correctas en los pensamientos y la conciencia de las personas? ¿Y no son capaces ahora de embarcarse en la senda correcta en la vida? (Sí). Entonces, cuando surjan estas emociones y aspiraciones positivas, ¿es necesario seguir pensando en esas emociones negativas? Después de reflexionar sobre ellas durante un tiempo o considerarlas varias veces hasta que las entiendas, cuando estos asuntos ya no perturben tu mente ni controlen la senda que recorres, entonces, sin darte cuenta, te desprenderás de esas emociones de odio e ira, ya no ocuparán tu corazón y, con el tiempo, resolverás el problema de tu carácter corrupto. ¿Tiene que ver la cuestión de resolver tu carácter corrupto con la búsqueda de la verdad? (Sí). ¿Y eso no significa que te has embarcado en la senda correcta en la vida? No es difícil embarcarse en la senda correcta; primero debes desprenderte de todas tus diversas ideas sobre el mundo, la propia humanidad y la humanidad que no concuerden con los hechos. ¿Cómo puedes contemplar con claridad estas ideas que no concuerdan con los hechos? ¿Cómo puedes resolverlas? Estas ideas que no concuerdan con los hechos están ocultas dentro de las emociones de tu corazón que guían el juicio y el pensamiento de tu humanidad, así como tu carácter, tu discurso y acciones y, por supuesto, tu conciencia y razón. Más importante aún, guían e influyen en tus objetivos en la vida y el camino que recorres. Por tanto, despréndete de todas las emociones negativas y de todas las emociones que tienen control sobre ti; este es el primer paso que debes practicar en la búsqueda de la verdad. Primero, soluciona el problema de las diversas emociones negativas, resuélvelas a medida que las descubres y no dejes ningún problema pendiente. Cuando estos problemas se subsanen, ya no estarás encadenado ni acarrearás estas emociones negativas en tu búsqueda de la verdad, y así podrás buscarla y resolver el carácter corrupto que reveles. ¿Es esto algo fácil de lograr? En realidad, no tanto.
Mientras he estado compartiendo y analizando estas emociones negativas, ¿habéis estado aplicando lo que os digo a vosotros mismos? Algunas personas dicen: “Soy joven y no tengo mucha experiencia de vida. Nunca me he enfrentado a contratiempos o fracasos, ni he experimentado ningún trauma. ¿No significa eso que no tengo ninguna emoción negativa?”. Todo el mundo las tiene; todo el mundo se va a enfrentar a muchas dificultades y será propenso a manifestar emociones negativas. Por ejemplo, debido al trasfondo de las tendencias malvadas de la sociedad en esta era, muchos niños están creciendo en hogares monoparentales, algunos sin el amor de una madre, otros sin el amor de un padre. Si alguien carece del amor de una madre o un padre, se considera que le falta algo. No importa la edad en la que pierdas el amor de tu padre o madre, desde la perspectiva de la humanidad normal, en mayor o menor medida causará un impacto en ti. Algunas personas se cierran, otras se sienten inferiores, unas se vuelven irritables, otras tienen una sensación de malestar e inseguridad, y algunas discriminan y evitan al sexo opuesto. En cualquier caso, aquellos que crecen en este particular entorno desarrollarán, en mayor o menor grado, algunas anomalías dentro de su humanidad normal. En términos modernos, se distorsionan un poco. Por ejemplo, las niñas que crecen sin el amor de un padre tendrán poca experiencia en lo que respecta a los hombres. Desde temprana edad, han de aprender cómo cuidar de sus propias necesidades básicas e incluso llevar la pesada carga de las finanzas familiares y las distintas tareas que se deben desempeñar, al igual que lo hacen sus madres. Aprenden desde niñas, y sin darse cuenta, a preocuparse y cuidar de las cosas, o a protegerse a sí mismas, a sus madres y a sus familias. Tienen una fuerte conciencia de autoprotección y también albergarán fuertes sentimientos de inferioridad. Sin saberlo, una vez que han crecido en este entorno particular, en el fondo de su corazón sentirán de manera inconsciente que tienen alguna deficiencia, y ese es el sentimiento que albergan, con independencia de si ha afectado gravemente a su juicio o decisiones en el pasado. En resumen, una vez que una persona haya crecido del todo, existirán algunas emociones negativas que dirigen sus pensamientos y que han estado presentes durante mucho tiempo, y siempre habrá una razón por la cual están ahí. Por ejemplo, si algunos niños que se crían en hogares monoparentales no tienen un padre, sino solo una madre, aprenden desde temprana edad cómo asumir tareas domésticas junto con sus madres, sus talantes se vuelven algo maternales. Disfrutan de cuidar a las niñas y sienten simpatía y son tolerantes con ellas, disfrutan de proteger a las mujeres, y sienten cierto prejuicio hacia los hombres. Algunos incluso sienten en lo más profundo una especie de leve disgusto y aversión hacia los hombres, los discriminan, creen que todos son irresponsables y no hacen lo correcto y adecuado. Por supuesto, entre estas personas hay algunas que son bastante normales. Sin embargo, es inevitable que haya otras que tengan pensamientos particulares, irreales o inapropiados sobre hombres o mujeres, y todas tienen deficiencias y fallos en su humanidad. Si alguien descubre que tienes un problema como este y te lo señala, o si descubres y te das cuenta de que tienes este grave tipo de emoción negativa al examinarte a ti mismo, y que ya está afectando a tus elecciones y a tu práctica respecto a cómo contemplar a las personas y las cosas, y cómo te comportas y actúas, entonces debes reflexionar y conocerte a ti mismo. Debes discernir y resolver esta emoción negativa a la luz de las palabras de Dios, esforzarte por liberarte de las ataduras, el control y la influencia de esta emoción negativa, luchar para evitar que el placer, la ira, la tristeza, la alegría, el pensamiento, el juicio, la conciencia y la razón de tu humanidad se distorsionen, se lleven a extremos o se salgan de sus límites. ¿Qué más? Una vez que te esfuerces por evitar que estas cosas ocurran, podrás vivir una vida normal con la conciencia y la razón de una humanidad normal y con los instintos y el libre albedrío propios de ella, los que Dios le ha otorgado al hombre. Es decir, te esfuerzas por mantener tus pensamientos, instintos, libre albedrío, capacidad de juicio, conciencia y razón dentro del alcance de la humanidad normal prescrita por Dios. Por tanto, sea cual sea la emoción negativa que te controle, tienes un problema con ese aspecto de tu humanidad normal. Entiendes esto, ¿verdad? (Sí).
La búsqueda de la verdad de las personas se alcanza sobre la base de la conciencia normal, la razón, el instinto y el libre albedrío de la humanidad normal, además del abanico de emociones humanas normales. Como ves, en el ámbito de la humanidad normal que Dios le entregó a la humanidad, no hay nada extremo, excesivo, distorsionado, y no existe la división o la perversión de la personalidad. ¿Cómo manifiestas que eres una persona exagerada? Al pensar siempre que no eres lo bastante bueno, que no vales nada, ¿acaso no es eso excesivo? ¿No es poco realista? (Sí). Tener ciegamente en alta estima a los hombres, creer que son buenos, que los hombres son más capaces que las mujeres, que estas son incompetentes, que no son lo bastante buenas ni tan capaces como los hombres y que, en conjunto, no son tan aptas como ellos, ¿no es eso exagerado? (Lo es). ¿Cómo evidencias que llevas las cosas a extremos? Al querer siempre ir más allá de lo que puedes alcanzar de manera instintiva y querer sobrepasar los límites. Algunas personas ven que los demás duermen cinco horas cada noche y son capaces de trabajar con normalidad un día entero, así que entonces ellas deben dormir cuatro horas y ver cuántos días aguantan. Ciertas personas ven que otros comen dos veces al día y les sobra energía, que pueden trabajar toda la jornada, así que entonces ellas han de comer una vez al día. ¿Acaso no es perjudicial para su salud física? ¿Qué sentido tiene parecer siempre más capaz de lo que eres? ¿Para qué compites con tu propia carne? Alguna gente en la cincuentena tiene dientes sueltos y ya no puede siquiera masticar huesos o morder una caña de azúcar. Dicen: “No te preocupes, puedo perder un par de dientes, no hay problema. ¡Yo voy a seguir masticando! Debo superar esta dificultad. Si no intento superarla, entonces, ¡solo soy débil e inútil!”. ¿Acaso no es esto llevar las cosas hasta el extremo? (Sí, lo es). Te parece que debes lograr aquello de lo que no eres capaz y lo que tu humanidad no puede alcanzar instintivamente. No puedes llegar a ello a causa de tu talento, sabiduría, estatura o de las cosas que has aprendido, o tal vez de tu edad y género, pero, aunque no seas capaz de lograrlo, te sigue pareciendo que debes hacerlo. Algunas mujeres exageran sus puntos fuertes y dicen: “Nosotras, las mujeres, podemos hacer lo mismo que los hombres. Ellos pueden construir edificios, y nosotras también; los hombres pueden pilotar aviones, así que nosotras también; los hombres pueden ser boxeadores, también podemos serlo nosotras; los hombres pueden cargar cien kilos en un saco, y nosotras también”. Pero al final, el saco las aplasta con tal fuerza que escupen sangre. ¿Siguen tratando de parecer más capaces de lo que son? ¿No es extremo? ¿No es excesivo? Todas estas manifestaciones son extremas y excesivas. Las personas absurdas suelen considerar los problemas y contemplar a las personas, acontecimientos y cosas de este modo, y así es también como abordan y resuelven los problemas. Por tanto, si quieren resolver estas manifestaciones excesivas, primero deben acabar y desprenderse de estas cosas extremas. Entre ellas, las más graves son las diversas emociones extremas en el fondo de sus corazones. Bajo determinadas circunstancias, estas emociones a menudo provocan que tengan pensamientos y usen métodos extremos, causando así que se desvíen. Estas emociones extremas no solo causan que las personas parezcan necias, ignorantes y estúpidas, sino también que se desvíen y sufran pérdidas. Dios quiere a una persona normal que persiga la verdad, no a una absurda, exagerada y extrema. ¿Y eso por qué? Las personas absurdas y extremas no son capaces de comprender las cosas correctamente, y mucho menos de entender puramente la verdad. Las que son extremas y tienden a distorsionar las cosas también usan modos extremos de entender, abordar y practicar la verdad; esto resulta muy peligroso y problemático para ellas. Sufrirán grandes pérdidas y, además, esto deshonra gravemente a Dios. Él no necesita que sobrepases tus límites, ni que uses métodos extremos o radicales para practicar la verdad. En cambio, bajo circunstancias en las que tu humanidad es normal en todos los aspectos, y dentro del ámbito de la humanidad de aquello que puedes entender y lograr, Él quiere que pongas las palabras de Dios en práctica, que practiques la verdad y cumplas con Sus exigencias. El objetivo final es que cambie tu carácter corrupto, que poco a poco se rectifiquen y cambien todos tus pensamientos y puntos de vista, que profundices cada vez más en tu comprensión de las actitudes corruptas del hombre y en tu conocimiento de Dios, y que así se haga cada vez más concreta y práctica tu sumisión a Él: así es como alcanzarás la salvación.
¿Me resulta significativo compartir sobre cómo desprenderse de las diversas emociones negativas? (Sí). ¿Qué propósito tengo al hacerlo? Que, con independencia de si estas diversas emociones negativas surgieron hace mucho o lo están haciendo ahora mismo en el presente, seas capaz de adoptar el enfoque apropiado hacia ellas, disiparlas y resolverlas del modo adecuado, dejar atrás estas emociones equivocadas, negativas, y llegar poco a poco al punto donde, pase lo que pase, ya no te enfrascarás en estas emociones negativas. Cuando surjan de nuevo, contarás con conciencia y discernimiento, sabrás el daño que te hacen y, por supuesto, también debes desprenderte de ellas paulatinamente. Cuando se presenten, serás capaz de practicar el autocontrol y aplicar la sabiduría, y podrás desprenderte de ellas o buscar la verdad para resolverlas y gestionarlas. En cualquier caso, no deberían afectarte para que adoptes los modos correctos, la actitud adecuada y el punto de vista apropiado en cómo contemplas a las personas y las cosas, y cómo te comportas y actúas. De esta manera, los obstáculos e impedimentos a lo largo de tu senda en la búsqueda de la verdad serán cada vez menos, podrás perseguir la verdad dentro del ámbito de la humanidad normal que Dios exige sin sufrir perturbaciones, o con cada vez menos, y resolverás las actitudes corruptas que revelas en toda clase de situaciones. ¿Dispones ahora de un camino a seguir a fin de resolver las diversas emociones negativas? En primer lugar, examínate a ti mismo con respecto a la corrupción que revelas y comprueba si estas emociones negativas están influyendo en tu interior y si las estás trasladando a tu forma de contemplar a las personas y las cosas, y a tu forma de comportarte y actuar. Además, examina los asuntos que están profundamente grabados en tu memoria, en lo más hondo de tu corazón, y contempla si estas cosas que te han sucedido te han dejado alguna cicatriz o marca y si te están controlando constantemente, para usar las formas y métodos correctos de contemplar a las personas y las cosas, y de comportarte y actuar. De este modo, cuando las diversas emociones negativas que surgieron cuando te sentiste herido en el pasado quedan desenterradas, lo que debes hacer a continuación es analizarlas, discernirlas y resolverlas una a una de acuerdo con la verdad. Por ejemplo, algunas personas han sido ascendidas para convertirse en líderes en distintas ocasiones, pero varias veces han sido reemplazadas o reasignadas, y surge en ellas una emoción muy negativa. A lo largo de este proceso en el que son ascendidas y luego reemplazadas y reasignadas una y otra vez, nunca tienen ni idea de por qué eso está sucediendo y, por tanto, nunca conocen sus propias deficiencias y carencias, su propia corrupción, o cuál es la causa fundamental de las transgresiones que cometen. Nunca resuelven estas cuestiones, les queda una honda impresión y piensan: “Así es como la casa de Dios se sirve de la gente. Cuando hacen uso de ti, te elevan, y cuando no, te echan a patadas”. Es posible que las personas con este tipo de sentimiento puedan tener un lugar en la sociedad donde poder desahogarse, pero en la casa de Dios te parece que no hay ningún lugar donde hacerlo, ni tampoco modo o entorno donde desahogarte, así que la única opción es tragártelo. Si te lo tragas, en realidad no te estás desprendiendo de él, sino que más bien lo estás enterrando muy dentro de ti. Hay personas que piensan que algún día cumplirán bien con su deber y, si sus hermanos y hermanas lo notan, volverán a elegirlos para ser líderes; también hay quienes desean seguir con su deber tranquilamente y no quieren volver a ser líderes, y dicen: “No seré líder, da igual quién me ascienda. No puedo permitirme quedar mal y no puedo soportar ese dolor. No es asunto mío quién se convierta en líder o quién sea sustituido. No volveré a ser líder, por lo que no tendré que soportar el dolor y el sentimiento de ser atacado que surge una vez que te sustituyen. Me limitaré a hacer bien mi trabajo y a asumir esta responsabilidad, y en cuanto al destino y al final que me aguardan, lo dejo en manos de Dios: eso depende de Él”. ¿Qué clase de emoción es esta? No es del todo exacto decir que se trate de inferioridad; creo que es apropiado llamarla depresión; se trata de depresión, abatimiento, estar encerrado y reprimido. Piensan: “La casa de Dios es un lugar donde se defiende la justicia y, sin embargo, a mí me ascienden con frecuencia y luego me sustituyen. Me ofende mucho, pero no sé cómo rebatirlo, así que, ¡me someteré y punto! Esta es la casa de Dios, ¿dónde si no iba a ir a discutir mi caso? Estoy acostumbrado a vivir así. Nadie en el mundo tiene una gran opinión de mí y en la casa de Dios sucede lo mismo. No pensaré sobre cómo serán las cosas en el futuro y ya está”. Se pasan el día con el ánimo por los suelos, no consiguen interesarse por nada, se limitan a hacer todo superficialmente, hacen un poco lo que pueden y nada más; no estudian, no se esfuerzan, no piensan profundamente en nada, y no están dispuestos a pagar el precio. Al final, se quedan sin energía muy rápido, el entusiasmo que tenían al principio se enfría, piensan que nada tiene que ver con ellos y que lo que eran antes ha muerto. ¿No es esto abatimiento? (Sí, lo es). Alguien les pregunta: “¿Cómo te sientes al ser sustituido?”. Ellos responden: “Bueno, soy de pobre calibre. ¿Cómo debería sentirme? No lo entiendo”. Y la otra persona les pregunta: “Si te volvieran a elegir como líder, ¿te gustaría serlo?”. Y ellos contestan: “Oh, ¿para qué iba a querer hacer tal cosa? ¡No es práctico! Tengo poco calibre y no puedo satisfacer las intenciones de Dios”. Decir que están desesperados y se han rendido no es del todo realista. Siempre están de capa caída, deprimidos, encerrados y abatidos. No quieren contarle a nadie lo que alberga su corazón, no quieren ser abiertos, y no quieren resolver sus propios problemas, dificultades o estados y actitudes corruptas; se limitan a poner siempre buena cara. ¿Qué emoción es esta? (La depresión). También se aferran a una idea: “Haré lo que Dios me pida y trabajaré duro en cualquiera que sea la tarea que la iglesia disponga para mí. Si no puedo terminarla, no me culpéis a mí, ¡yo no fui el que me creó con poco calibre!”. De hecho, esta persona cree realmente en Dios y tiene determinación. Nunca va a dejarlo, nunca va a abandonar su deber y siempre va a seguir a Dios. Simplemente no prestan atención a su entrada en la vida, o a reflexionar sobre sí mismos, o a resolver su carácter corrupto. ¿Qué clase de problema es este? ¿Pueden obtener la verdad creyendo de este modo? ¿Acaso no les resulta problemático? (Sí). No son capaces de decir que no creen en Dios, aunque vayan a darles una paliza de muerte. Sin embargo, debido a ciertas circunstancias particulares, a que han experimentado determinadas situaciones y escenarios, y ciertas personas han dicho ciertas cosas sobre ellos, han terminado machacados y se han marchitado de tal manera que no pueden volver a levantarse ni reunir ninguna energía. ¿No demuestra esto que tienen emociones negativas? (Sí). Tener emociones negativas evidencia que hay un problema, y cuando hay un problema, hay que resolverlo. Siempre hay una forma y una senda para resolver los problemas que se han de resolver; no son irresolubles. Solo depende de que puedas afrontar el problema y de que quieras o no resolverlo. Si quieres, no hay problema tan difícil que no pueda resolverse. Si te presentas ante Dios y buscas la verdad en Sus palabras, podrás resolver cualquier dificultad. Sin embargo, el desaliento, la depresión, el abatimiento y la represión no solo no te ayudan a resolver tus problemas, sino que, por el contrario, pueden hacer que estos se agraven y empeoren cada vez más. ¿Creéis esto que os digo? (Sí). Por tanto, no importa a qué emociones te estés aferrando en este momento o en cuáles hayas caído ahora, espero que seas capaz de dejar atrás esos sentimientos equivocados. No importa qué razones o excusas tengas, en el momento en que caigas en una emoción anormal, habrás caído en una emoción extrema. Cuando hayas caído en esta emoción extrema, esta controlará tu búsqueda, tu determinación y tus deseos, así como, por supuesto, las metas que buscas en la vida, y las consecuencias de esto son graves.
Por último, hay algo que me gustaría deciros. No permitáis que un sentimiento menor o una emoción simple e insignificante te enrede para el resto de tu vida, de tal modo que afecte a que logres la salvación y destruya tus esperanzas de conseguirla, ¿entendido? (Sí). Esta emoción tuya no solo es negativa, para ser más precisos, en realidad se opone a Dios y a la verdad. Puede que pienses que se trata de una emoción que se atiene a la humanidad normal, pero a ojos de Dios, no es una simple cuestión de emoción, sino un método para oponerte a Dios. Se trata de un método marcado por las emociones negativas que las personas usan para resistirse a Dios, a Sus palabras y a la verdad. Por tanto, espero que, asumiendo que quieras perseguir la verdad, te examines a ti mismo con meticulosidad para así ver si te estás aferrando a estas emociones negativas y resistiéndote y compitiendo contra Dios de manera necia y obstinada. Si has descubierto la respuesta mediante este examen, si has llegado a darte cuenta de algo y has obtenido una conciencia clara, entonces te pido que primero te desprendas de esas emociones. No las conserves ni te aferres a ellas, pues te van a destruir, van a destruir tu destino, y la oportunidad y las esperanzas que tienes de perseguir la verdad y de obtener la salvación. Aquí termino mi enseñanza de hoy.
24 de septiembre de 2022