Cómo perseguir la verdad (9)
La última vez que nos reunimos, hablamos sobre la segunda parte de aquello de lo que hace falta desprenderse en el contexto de “cómo perseguir la verdad”, es decir, de desprenderse de las búsquedas, los ideales y deseos de las personas. Sobre este tema, enumeramos cuatro cosas en total: primero, los intereses y las aficiones; segundo, el matrimonio; tercero, la familia; y cuarto, la carrera profesional. La vez anterior hablamos sobre los intereses y las aficiones. Uno de los elementos relacionados con desprenderse de las búsquedas, los ideales y deseos de las personas se refiere a aquellos que surgen como resultado de los intereses y las aficiones. Después de escuchar Mi charla, ¿adopta todo el mundo una postura y una perspectiva correctas en cuanto a los intereses y las aficiones? (Sí). El cometido de compartir sobre esto es desprenderse de las búsquedas, los ideales y deseos que surgen como resultado de los intereses y las aficiones. Pero para hacerlo, primero debes entender qué son estos intereses y aficiones, luego entender cómo debes tratarlos y cómo desprenderte de todo aquello que surge a consecuencia de ellos. No importa que hablemos sobre lo positivo o sobre lo negativo. En resumen, el objetivo es permitir que la gente entienda qué son los intereses y las aficiones, para después tratarlos y aplicarlos correctamente y darles el espacio o valor apropiado para existir. Al mismo tiempo, se busca permitir que las personas se desprendan de las búsquedas, deseos e ideales que son incorrectos, inapropiados, que no deberían tener, que influyen en su creencia en Dios y en el cumplimiento de su deber. Se podría decir que las búsquedas, los ideales y deseos que surgen de tus intereses y aficiones influirán en tu vida, tu supervivencia y tu visión sobre esta; por supuesto, tendrán una influencia aún mayor en la senda que recorras y en tu deber y misión en esta vida. Entonces, desde una perspectiva pasiva, las búsquedas, los ideales y deseos que los intereses y las aficiones traen a las personas no son los objetivos ni el rumbo que estas persiguen. Tampoco representan el punto de vista sobre la vida y los valores que deberían establecer a lo largo de esta. Al hablar sobre qué son los intereses y las aficiones, les digo a las personas cómo conocerlos y tratarlos correctamente. Luego les hago saber si sus búsquedas, ideales y deseos son correctos o no considerando la influencia de los intereses y las aficiones. Es decir, utilizo tanto los aspectos positivos como los negativos para permitir a las personas ver con claridad cómo tratar correctamente los intereses y las aficiones. Por un lado, si alguien tiene un conocimiento correcto y un entendimiento preciso de los intereses y las aficiones, y puede tratarlos con precisión, entonces también se está desprendiendo realmente de los ideales y deseos que surgen de los intereses y las aficiones. Una vez que tengas un entendimiento correcto de ellos, los métodos y las formas en que los trates serán acertados y relativamente acordes con los principios y los requisitos de Dios para el hombre. De esta manera, podrás desprenderte de manera positiva de las búsquedas, los ideales y deseos que surgen de los intereses y las aficiones. Además, esta enseñanza también te permite observar con claridad las diversas influencias perjudiciales que conllevan las búsquedas, los ideales y deseos que surgen de los intereses y las aficiones, o la influencia negativa y de oposición que producen, lo que te permite desprenderte activamente de estas búsquedas, ideales y deseos inapropiados. Después de nuestra charla acerca de todo esto, habrá quien diga: “Cada una de las distintas clases de personas en este mundo tienen diferentes intereses y aficiones, y dichos intereses y aficiones individuales dan lugar a diferentes búsquedas, ideales y deseos. Supongamos que procediéramos según nuestra forma actual de hablar, y nadie se hubiera puesto a buscar sus ideales y deseos, ¿se habría desarrollado este mundo? ¿Cómo podrían haber evolucionado campos como la tecnología, la cultura y la educación de la humanidad, que atañen a la supervivencia y la vida de esta? ¿Podría la humanidad seguir disfrutando del estilo de vida que gozamos en la actualidad? ¿Se habría desarrollado el mundo hasta el estado que hoy conocemos? ¿Acaso no sería como una sociedad primitiva? ¿Tendríamos el estilo de vida humano moderno actual?”. ¿Supone esto un problema? Es posible que, con independencia del tema que tratemos, todos lo aceptéis desde el punto de vista de que “las palabras de Dios son la verdad, se las debe aceptar y hay que someterse a ellas”, por lo que la mayoría de las veces no tenéis opiniones diferentes con las que refutar las palabras que os comparto. Pero eso no equivale a que no haya nadie, o no haya un tercero, que planteara tales dudas, ¿verdad? Si realmente hubiera alguien que planteara tal pregunta, ¿cómo responderíais? (Me parece que la perspectiva expresada en esta pregunta es errónea, porque los intereses y las aficiones de las personas no controlan el desarrollo de la tecnología, ni tampoco el progreso de las eras. El desarrollo de la tecnología y el avance de los tiempos están bajo la soberanía de Dios. No puedes decir que alguien con un interés o una afición pueda impulsar el desarrollo del mundo, que pueda cambiarlo). Estás hablando a un nivel macroscópico. ¿Hay diferentes formas de verlo? Depende de si realmente entiendes la verdad. ¿Creéis que después de oír estas palabras de enseñanza, los no creyentes van a plantear tal pregunta? (Es probable). Entonces, si la plantean, ¿cómo puedes responder de acuerdo con los hechos objetivos, con la verdad? Si no puedes hacerlo, entonces dirán que te han desorientado. El hecho de que no puedas responder al menos demuestra que no entiendes este aspecto de la verdad. ¿Acaso sois capaces de responder? (No). Entonces hablemos de este asunto.
Hay quien dice: “Si la humanidad no hubiera perseguido sus ideales, ¿se habría desarrollado el mundo hasta su estado actual?”. La respuesta es “sí”. ¿No es sencillo? (Sí). ¿Cuál es la explicación más simple y directa para este “sí”? Que la humanidad persiga o no sus ideales es algo que no tiene ninguna influencia en el mundo, porque su desarrollo hasta el presente no lo han impulsado ni liderado los ideales de la humanidad; más bien, el Creador ha llevado a la humanidad al presente, al día de hoy. Sin sus búsquedas, ideales y deseos, la humanidad habría llegado hasta hoy de todos modos, pero sin el liderazgo y la soberanía del Creador, no lo habría hecho. ¿Es esta una explicación adecuada? (Sí). ¿En qué sentido lo es? ¿Responde a la pregunta? ¿Explica la esencia de la pregunta? No la explica; simplemente la responde de manera teórica, en lo que se podría llamar los términos de una visión. Pero existe una explicación más detallada y esencial que no se ha expresado. ¿Cuál es esa explicación detallada? Primero hablemos con simpleza. En toda la humanidad, las personas siguen a los de su propia clase, y cada una tiene su propia misión. La de quienes creen en Dios es dar testimonio de la soberanía del Creador, de Sus hechos, completar lo que Él les ha encomendado, hacer bien su deber y, al final, obtener la salvación. Esta es su misión. Si entramos en más detalle, se trata de difundir la palabra y la obra de Dios, y luego, al aceptar Su liderazgo y experimentar Su obra, deshacerse del carácter corrupto y lograr la salvación. Es a esta clase de personas a las que Dios escoge, las que cooperan con la obra que Él hace en Su obra de gestión. La misión de este tipo de personas es hacer bien su deber y completar lo que Dios les ha encomendado. Se podría decir que tales personas son un grupo único entre toda la humanidad. Este singular grupo carga con una misión específica en la obra de gestión de Dios, en Su plan de gestión de seis mil años; tienen un deber y una responsabilidad únicos. Entonces, cuando hablo de desprenderse de las búsquedas, los ideales y deseos que surgen de los intereses y aficiones, estoy exigiendo a estas personas, es decir, a todos vosotros, que abandonéis las búsquedas, los ideales y deseos personales, porque vuestra misión, vuestro deber y vuestra responsabilidad están en la casa de Dios y en la iglesia, no en este mundo. Es decir, no tenéis nada que ver con el desarrollo y avance de este mundo ni con ninguna de sus tendencias. También se podría decir que Dios no os ha encomendado ninguna misión con respecto al desarrollo y avance de este mundo. Esta es Su ordenación. ¿Cuál es la misión que Dios les ha encargado a los que ha escogido, a aquellos que va a salvar? Que cumplan bien con su deber en la casa de Dios y obtengan la salvación. Para obtenerla, una de las cosas que Él requiere de ellos es que persigan la verdad, y una de las formas en la que exige que lo hagan consiste en desprenderse de las búsquedas, los ideales y deseos de las personas. Así que estas palabras y requerimientos no están dirigidos a toda la humanidad; más bien, a vosotros, a cada uno de los escogidos de Dios que Él ha seleccionado y a todos los que quieren obtener la salvación, y por supuesto, a todo aquel capaz de cumplir con su deber en la obra de gestión de Dios para la salvación de la humanidad. ¿Qué papel podéis desempeñar en la obra del plan de gestión de Dios? Sois a los que Dios va a salvar. Entonces, cuando se trata de aquellos a los que Dios va a salvar, ¿qué incluye esta “salvación”? Aceptar las palabras de Dios, Su castigo y juicio, Su ordenación, Su soberanía y arreglos, someterse a todas Sus palabras, seguir Sus caminos y, en última instancia, adorarlo y evitar el mal. Al hacer todo esto, obtendrás la salvación y entrarás en la siguiente era. Este es el papel que desempeñáis entre toda la humanidad y es la singular misión que Dios os ha otorgado entre todas las personas. Por supuesto, desde vuestra perspectiva, se trata de una responsabilidad y un deber especiales que tenéis entre toda la humanidad. Consiste en hablar de este asunto desde la perspectiva de aquellos escogidos de Dios que Él ha seleccionado. En segundo lugar, entre toda la humanidad, Dios ha encargado a este grupo singular de personas una misión única. Él no necesita que tengan ninguna obligación o responsabilidad hacia el desarrollo, avance o cualquier otra cosa relacionada con el mundo. Además de a este grupo único de gente, Dios ha encargado diversas misiones al resto de personas de todo tipo que Él no ha escogido, con independencia de la esencia-naturaleza. En las diferentes épocas de la humanidad, en diferentes entornos sociales y entre diferentes razas, sus distintas misiones les hacen desempeñar todo tipo de roles, que abarcan todos los ámbitos de la vida. Debido a los diversos roles que Dios les ha ordenado desempeñar, cada uno tiene sus propios intereses y aficiones. Bajo las condiciones previas de esos intereses y aficiones, surgen en ellos todo tipo de búsquedas, ideales y deseos. A consecuencia de esto, el mundo produce en diferentes épocas y entornos sociales cosas nuevas de todo tipo, además de nuevas industrias, por ejemplo en tecnología, medicina, negocios, economía y educación, o en la industria ligera, como la textil y la artesanía, así como en las industrias de la aviación y la marítima, entre otras. Por tanto, las figuras destacadas, los individuos sobresalientes y los singulares entusiastas que surgen en cada campo como resultado de sus diversas búsquedas, ideales y deseos tienen sus propias misiones en diferentes momentos y en diferentes entornos sociales. Al mismo tiempo, en su entorno social particular, también están cumpliendo continuamente su misión. De esta manera, en las diferentes épocas y entornos sociales de la humanidad, la sociedad continúa desarrollándose y avanzando como resultado de la materialización de las búsquedas, los ideales y deseos de estas personas únicas. Y por supuesto, esto también aporta continuamente a la humanidad distintas calidades de vida material. Por ejemplo, hace pocos cientos de años no había electricidad, así que la gente usaba lámparas de aceite. En estas circunstancias únicas, apareció una persona singular que inventó la electricidad, y la humanidad comenzó a usarla para iluminarse. Por mencionar otro ejemplo, en un entorno social particular apareció otra persona única. Observó que escribir en tablillas de bambú era demasiado complicado y tenía la esperanza de que llegara un día en que se pudiera escribir en una superficie plana y fina, que sería cómoda y fácil de leer. Entonces comenzó a investigar las técnicas de fabricación de papel y, gracias a su investigación, exploración y experimentación continuas, acabó por inventar el papel. Luego tuvo lugar también la invención del motor de vapor. En una época única, apareció una persona extraordinaria que pensó que el trabajo manual resultaba demasiado agotador, que derrochaba mucha energía humana y que era sumamente ineficaz. Si hubiera una máquina o algún otro método que pudiera reemplazar la mano de obra humana, la gente ahorraría mucho tiempo y podría hacer otras cosas. Por tanto, con investigación y exploración, se inventó el motor de vapor y después, una tras otra, todo tipo de cosas mecánicas que utilizaban los mismos principios de funcionamiento. ¿No es así? (Sí). Por consiguiente, en diferentes momentos, la continua materialización y verificación de las búsquedas, los ideales y deseos de una única persona o un único grupo de gente avanzan y desarrollan gradual y continuamente tanto la industria ligera como la pesada, haciendo que la calidad y las condiciones de vida de toda la humanidad mejoren sin cesar. Las industrias ligeras, como la textil y la artesanal, se están desarrollando a niveles cada vez mayores de calidad, excelencia y precisión, y la humanidad disfruta de ellas cada vez más. Las industrias pesadas, al igual que todo tipo de transportes, como los automóviles, trenes, barcos de vapor y aviones, facilitan en gran medida la vida de la gente, ya que le permite desplazarse de forma simple y cómoda. Este es el verdadero proceso y la detallada manifestación del desarrollo de la humanidad. En resumen, ya sea la industria ligera o la pesada, sea cual sea el aspecto, todo lo inician y producen los intereses y las aficiones de una persona o de un grupo singular de individuos. Debido a sus intereses y aficiones únicos, tienen sus propias búsquedas, ideales y deseos. A su vez, a consecuencia de esto, en las diferentes épocas y entornos sociales en los que vive la humanidad, los diversos campos entre ellos dan lugar a todo tipo de cosas más avanzadas, más convenientes, que generan un mayor beneficio para elevar la calidad de vida de toda la humanidad. Esto concede facilidades a los seres humanos y mejora su calidad de vida. No vamos a hablar sobre todo ello. En cambio, echaremos un vistazo a los orígenes de estas personas únicas. ¿De dónde provienen en cada época? ¿Acaso no las ordena Dios? (Sí). No cabe ninguna duda de que ese aspecto es cierto, y nadie puede negarlo. Ya que las ordena Dios, sus misiones también están relacionadas con la ordenación de Dios. ¿Qué significa que están “relacionadas con la ordenación de Dios”? Significa que Dios les ha encomendado misiones únicas a estas personas singulares, las ha hecho aparecer y hacer lo que querían en momentos concretos, y luego ha estimulado a la humanidad en distintos periodos mediante las cosas singulares que hacen. Gracias a estas personas únicas, el mundo experimenta constantes cambios y renovaciones sutiles. Así es como se desarrolla la humanidad.
¿Cuál es la diferencia entre aquellos que tienen estos intereses y aficiones únicos y el pueblo escogido que Dios ha seleccionado? Es que, aunque Él ha ordenado una misión única a estas personas, no son las que Él ha destinado a la salvación, por lo que simplemente les exige que hagan algo singular en su era y momento concretos. Completan su misión y luego, en cuanto toca, se marchan. Mientras viven en la tierra, Dios no realiza en ellos la obra de salvación. Simplemente tienen una misión para el desarrollo y avance de esta sociedad y de la humanidad, o para cambiar las condiciones de vida de esta en diferentes periodos. No tienen absolutamente nada que ver con la obra de salvación de la humanidad en el plan de gestión de Dios. De modo que no importa qué tipo de misión completen, el tamaño de sus contribuciones a la humanidad ni lo profunda que sea su influencia en ella, no tienen nada que ver con la obra de salvación de Dios. Pertenecen al mundo, a sus tendencias, a su desarrollo y a cada campo y cada industria; no tienen nada que ver con la obra de Dios para la salvación de la humanidad, por lo que tampoco con cualquier palabra que Él dice, cualquier palabra que Él proporciona a la humanidad, con la verdad y la vida que expresa ni con los diversos requerimientos que tiene para la humanidad. ¿Qué significa esto? Que las declaraciones de Dios a toda la humanidad, a todo el universo, que incluso los requerimientos y principios específicos de los que habla, no están dirigidos a todo el mundo. Por supuesto, mucho menos están dirigidos a esas personas singulares que tienen un papel importante en el desarrollo de la sociedad humana. Las palabras de Dios —la verdad, el camino y la vida— están dirigidas solo al pueblo escogido que Él ha seleccionado. Este tema se explica fácilmente: las palabras de Dios están dirigidas a quien Él escoge, a quien quiere salvar, a quien quiere que se salve. Si Dios no escoge a alguien, y si Él no planea salvarlo, estas palabras de vida no van dirigidas a esa persona; no les corresponden. ¿Lo entendéis? (Sí). Estas personas singulares tienen intereses y aficiones únicos, por lo que tienen búsquedas, ideales y deseos diferentes y superiores a los de las personas corrientes. Debido a que cuentan con todo esto, desempeñan un papel importante en el desarrollo de la sociedad humana y, por supuesto, en momentos diferentes, completan sus importantes misiones. Sin importar si acaban por completar sus misiones a un estándar aceptable, son los únicos que tienen algo que ver con las búsquedas, los ideales y deseos que surgen debido a estos intereses y aficiones. Ya que estas personas tienen misiones únicas, deben materializar sus búsquedas, ideales y deseos en momentos particulares y bajo circunstancias sociales determinadas. Esta es la misión que Dios les encomienda, la que Él les confiere; esta es su responsabilidad, y es cómo deben actuar. No importa cuánto estrés soporten su carne, su corazón o sus mentes, ni lo grande que sea el precio que paguen, para perseguir la materialización de sus ideales y deseos, todos completarán la misión que les corresponde, o deben hacerlo, porque esta es la ordenación de Dios. Nadie puede escapar de la ordenación de Dios ni de Su soberanía y arreglos. Por tanto, esto no tiene absolutamente nada que ver con lo que estamos hablando respecto a desprenderse de las búsquedas, los ideales y deseos de las personas. ¿Qué quiere decir que no tiene nada que ver lo uno con lo otro? Que estas palabras sobre desprenderse de las búsquedas, los ideales y deseos de las personas no están dirigidas a ellos. No importa la época, las circunstancias sociales ni hasta qué punto se desarrolle la humanidad, estas palabras de Dios no tienen nada que ver con ellos. Al no ir dirigidas a ellos, tales palabras no son una exigencia. Deben completar la misión que les corresponde bajo la ordenación, soberanía y arreglos de Dios. Deben hacer lo que les corresponde en los diferentes momentos y en las diferentes circunstancias sociales de la humanidad malvada y corrupta, cumplir con sus obligaciones y completar la misión que les corresponde. Entonces, ¿están desempeñando el papel de un servidor o de un contraste? Lo digas como lo digas, está bien. En resumen, no son los escogidos de Dios ni los que Él quiere salvar, eso es todo. Por tanto, no importa cómo se desprendan de las búsquedas, los ideales y deseos los creyentes, eso no retrasará el desarrollo del mundo ni de la humanidad; y por supuesto, tampoco retrasará el desarrollo de los diversos campos e industrias en las diferentes épocas y circunstancias sociales del mundo. ¿No es así? (Sí). ¿Cuál es la razón? El desarrollo de la humanidad y de las industrias de la sociedad no tiene nada que ver con los creyentes, ni con el pueblo que Dios ha escogido, por lo que no debes preocuparte: “Si hacemos lo que Tú dices y nos desprendemos de las búsquedas, los ideales y deseos, ¿seguirá desarrollándose esta sociedad y la humanidad?”. ¿Por qué tendrías ansiedad? No hace falta. Dios tiene planes y arreglos. Lo entiendes, ¿verdad? (Sí). Tu ansiedad es superflua, viene causada por no ver las cosas con claridad y no entender la verdad.
¿Cuáles son las búsquedas, los ideales y deseos que un creyente en Dios ha de tener? Debes desempeñar bien tu deber, con un estándar aceptable, completar lo que Dios te ha encomendado, perseguir y practicar la verdad durante el proceso de realización de tu deber, lograr entrar en la realidad-verdad, contemplar a las personas y las cosas, y comportarte y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio. Estas son las búsquedas, los ideales y deseos que has de tener. Te debes desprender de las búsquedas, los ideales y deseos mundanos que surgen de los intereses y aficiones. ¿Por qué debes desprenderte de ellos? Eres distinto a la gente externa a la iglesia; Dios te ha escogido, has elegido perseguir la verdad y has decidido seguir esa senda, por lo que tus metas y el rumbo de tu vida han de experimentar un cambio, y debes desprenderte total y completamente de todo aquello. ¿Por qué debes hacerlo? Porque ese no es el camino que debes recorrer. Ese es el de los no creyentes, el de aquellos que no creen en Dios. Si buscas recorrer ese camino, entonces no eres uno de los escogidos de Dios. Si persigues los mismos ideales y deseos que los no creyentes, no puedes perseguir la verdad ni alcanzar la salvación. Para ser más concretos, si no puedes desprenderte de tus búsquedas, ideales y deseos, y además quieres que se hagan realidad, entonces no puedes someterte a la obra de Dios ni temerle y evitar el mal, y nunca podrás obtener la salvación. ¿Qué significa esto? No poder desprenderte de tus búsquedas, ideales y deseos, y además querer materializarlos, equivale a abandonar tu búsqueda de la verdad y la salvación, y a no querer someterte a la soberanía y arreglos de Dios. ¿No es así? (Sí). Entonces, al final es como dije: si quieres perseguir la verdad, primero debes desprenderte de todas esas cosas. Debes hacerlo porque la búsqueda de ideales y deseos mundanos no tiene nada que ver con aquellos que persiguen la verdad y la salvación; ese no es el camino que debes recorrer, ni la meta y el rumbo que has de marcarte y tener en la vida. Si a menudo planeas y calculas en tu corazón, te devanas los sesos para reflexionar y considerarlo, entonces debes desprenderte de ello lo antes posible. No puedes ser ambivalente y querer perseguir la verdad y alcanzar la salvación, al tiempo que deseas perseguir el mundo y materializar tus propios ideales y deseos. De esta manera, no solo no podrías alcanzar ni materializar ninguno de los dos, sino que, lo más importante, afectaría a tu salvación. Al final, te perderás la obra de Dios para la salvación de la humanidad, dejarás pasar la mejor ocasión para que esta ocurra, y perderás la oportunidad de obtener la salvación. Te acabarás precipitando a la catástrofe, te darás golpes en el pecho y patalearás, y será demasiado tarde para arrepentirse; ese sería tu triste destino. Si eres inteligente y ya has decidido perseguir la verdad, debes desprenderte de los ideales y deseos que una vez tuviste o todavía sigues persiguiendo. Los tontos, los idiotas, los imprudentes y los confundidos quieren perseguir la verdad y obtener la salvación, pero no quieren desprenderse de sus búsquedas, ideales y deseos mundanos. Quieren tener ambas cosas. Piensan que actuar de esta manera es tomar ventaja, que es inteligente, cuando de hecho, es el modo de proceder más estúpido de todos. Las personas inteligentes abandonarán por completo sus búsquedas, ideales y deseos mundanos, y elegirán perseguir la verdad y obtener la salvación. No importa hasta qué punto se desarrolle el mundo, ni tampoco el estado de los asuntos o el desarrollo de los distintos campos e industrias, nada de eso tiene que ver contigo. Deja que aquellos que pertenecen al mundo, esos diablos que viven en la tierra, hagan lo que tengan que hacer. Lo que haremos nosotros es, por un lado, completar el deber que nos corresponde, y por otro, disfrutar de los frutos de su trabajo. ¡Qué maravilla! Por ejemplo, las computadoras y el software que inventan son muy beneficiosos para que cumplas con tu deber y trabajes. Lo tomas y lo usas, haces que te sirva, que te asista en el buen desempeño de tu deber, en completar mejor tu trabajo, aumentar la eficiencia y mejorar los resultados, a la vez que también ahorras tiempo. ¡Qué maravilla! No hace falta romperse la cabeza investigando: “¿Cómo se inventó este software? ¿De dónde proviene? ¿Cómo debo dedicarle mis esfuerzos en este ámbito técnico?”. Es inútil devanarse así los sesos. Tus pensamientos y energías no están para eso. No hace falta contribuir con tu energía o tus células cerebrales a este asunto. Deja que lo hagan esas personas mundanas que deben hacerlo; después de hacer sus contribuciones, las tomamos y las usamos. ¡Qué maravilla! Todo está preparado. Dios organizó todo de antemano, así que a ti no te hace falta buscarlo, y en estos asuntos, no es necesario que estés ansioso ni te esfuerces. No hace falta que asumas nada, ni que te preocupes o te inquietes por nada. Lo único que has de hacer es desempeñar bien tu deber, perseguir la verdad, llegar a entenderla y entrar en la realidad-verdad. ¿Acaso no es esa la senda más correcta en la vida? (Sí).
¿Entendéis ahora la cuestión de perseguir los ideales y deseos? Algunas personas dicen: “Si la gente no persiguiera sus ideales, ¿seguiría el mundo progresando?”. Yo digo que sí. ¿Comprendéis esta respuesta? ¿La entendéis? (Sí). Entonces, ¿también veis claramente la esencia del problema del que estamos hablando? ¿Acaso no es un hecho que sea así? (Sí). En lo que respecta a la última cuestión —el desarrollo, el progreso y los asuntos del mundo—, deja que los diablos o los supuestos “humanos” que pertenecen al mundo se ocupen de ello. No tiene nada que ver con aquellos que creen en Dios. ¿Cuál es la misión y responsabilidad de los que creen en Él? (Hacer bien su deber, perseguir la verdad y lograr la salvación). Eso es. Es muy específico y práctico. ¿Acaso no es sencillo? (Sí). Aquellos que creen en Dios solo necesitan perseguir la verdad y seguir el camino de Dios, y al final obtendrán la salvación. Esa es tu misión, y la mayor expectativa y esperanza que alberga Dios de vosotros. Él se encarga del resto de asuntos, así que no hace falta que te angusties ni preocupes. Cuando llegue el momento, disfrutarás, comerás y harás uso de todo como debiera ser. Todo superará tu imaginación y tus expectativas, y será abundante. Dios no dejará que te falte de nada ni que seas pobre. Hay una frase en la Biblia que dice que la carga del Señor es ligera. ¿Qué dice el original? (“Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera” [Mateo 11:30]). ¿Acaso no es ese su significado? (Sí). No se te pide que te desprendas de tus propias búsquedas, ideales y deseos con la intención de que te conviertas en un mediocre, un perezoso, alguien sin aspiraciones, un cadáver andante o una persona sin alma. En realidad, es para que cambies el rumbo y las metas incorrectas de tus búsquedas. Se supone que debes desprenderte de las búsquedas, los ideales y los deseos que no deberías tener, y marcarte otros que sean correctos. Solo de esa manera puedes caminar por la senda correcta de la vida. Entonces, ¿se resuelve así el problema? Si la gente no persiguiera sus ideales, ¿seguiría desarrollándose el mundo? La respuesta es “sí”. ¿Por qué? (Porque Dios ha ordenado una misión para aquellos que pertenecen al mundo: llevar a cabo esa tarea). Sí, porque Dios tiene Su ordenación y arreglos, así que no has de angustiarte. El mundo va a desarrollarse, y no hace falta que los creyentes en Dios asuman esa misión ni que cumplan con esa responsabilidad y obligación. Dios ya ha dispuesto las cosas. No hace falta que te preocupes por cuál es la persona que Dios dispone para ello. Basta con que persigas la verdad, sigas el camino de Dios y alcances la salvación. ¿Te tienes que preocupar por algo más? (No). No. Por tanto, desprenderte de las búsquedas, los ideales y deseos de las personas es una senda que debes practicar. Después de hacerlo, no hace falta que te preocupes por el futuro del mundo o la humanidad. No es algo que deba preocuparte. No tiene nada que ver contigo. Dios ya ha dispuesto las cosas. Es así de simple. ¿Lo entiendes? (Sí). Al compartir de esta manera, estoy resolviendo el problema de raíz, ¿verdad? (Sí). Si alguien os lo volviera a preguntar, ¿cómo plantearíais y explicaríais este problema? Si alguien que no cree en Dios preguntara: “Siempre habláis de no perseguir ideales, de desprenderse de los ideales y deseos. Si todos practicaran como vosotros, ¿existiría aún el mundo? ¿Seguiría desarrollándose la humanidad?”. A esto puedes responder diciendo: “Cada persona tiene sus propias aspiraciones; no puedes obligarlas”. Este es un dicho popular en el mundo. Deberías decir: “Dios requiere que las personas se desprendan de sus búsquedas, ideales y deseos; esa es la verdad. Si estás dispuesto a aceptar eso, entonces puedes desprenderte de tales cosas. Si no estás dispuesto a aceptarlo, también puedes elegir no desprenderte de ellas. Dios no obliga a nadie. Desprenderte de tus búsquedas, ideales y deseos es algo voluntario, así como tu derecho. No hacerlo también. Cada individuo tiene una misión específica. Entre toda la humanidad, cada persona tiene su propia misión, su propio papel a desempeñar. Cada persona toma decisiones diferentes, por lo que las sendas que recorren también lo son. Tú eliges perseguir lo mundano, hacer realidad tus ideales y deseos en el mundo y encarnar tus valores, mientras que yo elijo desprenderme de mis búsquedas, ideales y deseos para seguir a Dios, escuchar Sus palabras, seguir Su camino y satisfacerle. Al final, lograré alcanzar la salvación. Tú no persigues esa senda, y eres libre de no hacerlo. Nadie puede obligarte”. ¿Qué tal esta respuesta? (Está bien). Si eres capaz de aceptar la idea de “desprenderte de las búsquedas, los ideales y los deseos de las personas”, estas palabras van dirigidas a ti. Si no eres capaz, entonces no existe indicio alguno de que debas escuchar y aceptar estas palabras. Puedes elegir no escuchar, renunciar a la obra de gestión de Dios para la salvación de la humanidad y a tu oportunidad de salvarte. Es tu derecho. También puedes no desprenderte de tus búsquedas, ideales y deseos, y salir al mundo y hacerlos realidad con seguridad y audacia. Nadie te va a obligar ni te va a condenar. Es tu derecho. Tu elección también es tu misión, y tu misión es el papel que Dios te ha ordenado desempeñar entre los hombres. Eso es todo. Así son las cosas realmente. Según lo que elijas, así será el tipo de camino que recorras, y de este dependerá el papel que desempeñes entre los hombres. Es así de simple. Esa es la realidad. Por tanto, las palabras mencionadas anteriormente siguen presentes: “Cada persona tiene sus propias aspiraciones; no puedes obligarlas”. Pero, ¿de dónde vienen esas aspiraciones? En su origen, las ordena Dios. Si no eliges aceptar la verdad y cumplir bien con tu deber, significa que Dios no te ha escogido y que no tienes la oportunidad de salvarte. Dicho claramente: no cuentas con esa bendición; no la ordenó Dios. Si no te interesa creer en Dios ni perseguir la verdad, si no perseveras en ese aspecto, careces de tal bendición. Aquellos a los que se ordena entrar en la casa de Dios están dispuestos a cumplir con su deber allí. Diga lo que diga Dios, ellos escuchan; si Él quiere que se desprendan de sus búsquedas, ideales y deseos, eso hacen. Si no pueden hacerlo, se devanan los sesos pensando la manera. Alguien así está dispuesto a perseguir la salvación. Se trata de la necesidad y la exigencia más profundas de su alma, las ordena Dios, por lo que tienen esa bendición, que es su buena fortuna. El papel que Dios te ordena es el que debes desempeñar. De ahí parte todo. Aquellos que no están bendecidos persiguen lo mundano, mientras que aquellos que lo están persiguen la verdad, ¿no es así? (Sí). Entonces, si alguien os vuelve a preguntar, ¿seréis capaces de responder? (Sí). ¿Cuál es la respuesta más simple? (Cada persona tiene sus propias aspiraciones; no puedes obligarlas). Eso es. Exigirte que te desprendas de tus búsquedas, ideales y deseos tiene como único fin proporcionarte una senda de práctica. Puedes elegir tanto desprenderte de ellos como no hacerlo. Cada persona tiene sus propias aspiraciones; no puedes obligarlas. Si aceptas, estas palabras van dirigidas a ti. Si no lo haces, significa que no eres el destinatario, y desprenderse de las búsquedas, los ideales y los deseos no tiene nada que ver contigo; eres libre. ¿Se ha resuelto este asunto? (Sí). Así es, nadie va a seguir insistiendo en ello, ¿verdad? (Cierto).
Existe otra cuestión referente a desprenderse de las búsquedas, los ideales y deseos de las personas. Hay quien dice: “Ahora hablas de desprenderse de las búsquedas, los ideales y deseos de las personas, ¿es algo que requieres que haga la gente porque se acerca el momento, porque están aquí los últimos días y han llegado los desastres y el día de Dios?”. ¿Es así? (No). La respuesta es negativa: ¡No! Entonces, hablemos de la razón específica. Dado que la respuesta es no, no cabe duda de que hay algunos temas concretos que deben compartirse y comprenderse. Hablemos de ello: hace dos mil, o incluso unos pocos cientos de años, el entorno social al completo era distinto al de hoy. La situación de toda la humanidad era diferente a la de ahora. El entorno de vida era muy ordenado. El mundo no era tan perverso como en la actualidad ni la sociedad humana tan caótica, y no había desastres. ¿Seguía siendo necesario que las personas se desprendiesen de sus búsquedas, ideales y deseos? (Sí). ¿Por qué? Aportad un motivo y hablad conforme a vuestro conocimiento específico. (Ahora que la humanidad está corrompida por Satanás, posee el carácter corrupto de este, así que, cuando persigue sus ideales y deseos, su único objetivo es la búsqueda de fama, beneficio y estatus. Dado que persiguen la fama y el beneficio, las personas luchan y compiten entre sí, batallan por la vida y la muerte, y el resultado es que acaban cada vez más profundamente corrompidas por Satanás, pierden progresivamente la apariencia de humanidad y se alejan cada vez más de Dios. Por lo tanto, se puede observar que la senda de perseguir los ideales y deseos es errónea. Así pues, el hecho de que el día de Dios esté cerca no es el motivo por el que Dios pide a las personas desprenderse de sus búsquedas, ideales y deseos; más bien, las personas no deberían perseguir tales cosas en ningún caso. Deberían perseguir lo correcto, de acuerdo con las palabras de Dios). ¿Pensáis que desprenderse de las búsquedas, los ideales y deseos de las personas es un principio de práctica? (Sí). ¿Desprenderse de las búsquedas, los ideales y los deseos de las personas es la verdad? ¿Es una exigencia que Dios le hace al hombre? (Sí). Lo es, y es una verdad. Entonces, ¿es el camino que deben seguir las personas? (Sí). Dado que se trata de la verdad, de un requerimiento específico que Dios tiene para el hombre y del camino que deben seguir las personas, ¿varía según el tiempo y el contexto? (No). ¿Por qué no? Porque la verdad, los requerimientos y el camino de Dios no se ven alterados por el momento, el lugar o el entorno. No importa el momento ni el lugar ni el espacio que ocupe, la verdad siempre es la verdad, y el estándar que Dios le pide al hombre no cambia, así como tampoco el que les exige a Sus seguidores. Así que, para ellos, no importa el momento, el lugar o el contexto, el camino de Dios que han de seguir no cambia. Por lo tanto, exigir que las personas se desprendan de sus búsquedas, ideales y deseos en la época actual no es algo que se le plantee al hombre solo porque se acerque el momento o nos encontremos en los últimos días. Este urgente requerimiento, mediante el cual se le exige al hombre involucrarse en modos de proceder extremos o radicales para lograr entrar más rápidamente en la realidad-verdad, no se le hace porque queden pocos días y los desastres sean grandes, ni porque se tema que el hombre caiga en ellos. Esa no es la razón. ¿Cuál es entonces? No importa el momento, ya fuera hace cientos o miles de años, inclusive en la actualidad, las demandas de Dios hacia el hombre a este respecto no han cambiado. Es solo que hace miles de años, incluso en cualquier momento anterior al actual, Dios no había divulgado públicamente y en detalle estas palabras a la humanidad, pero Sus exigencias hacia el hombre nunca han cambiado en ningún caso a lo largo del tiempo. Desde que la humanidad comenzó a llevar registros, los requerimientos de Dios hacia ella nunca han sido que persiga con esmero lo mundano ni que materialice sus propios ideales y deseos en el mundo. Sus únicas demandas hacia esta han sido que escuche Sus palabras, siga Su camino, no se estanque en situaciones negativas del mundo y no persiga lo mundano. Deja que la gente del mundo se ocupe de los asuntos mundanos; deja que ellos completen esas cosas. No tienen nada que ver con aquellos que creen y siguen a Dios. Lo único que hace falta que hagan los creyentes es seguir el camino de Dios y seguirlo a Él. Seguir el camino de Dios es algo que los creyentes y seguidores de Dios están obligados a hacer. Es un asunto que no varía según el momento, lugar o contexto. Incluso en el futuro, cuando la humanidad obtenga la salvación y entre en la próxima era, esta demanda no cambiará. Escuchar las palabras de Dios y seguir Su camino es la actitud y la práctica específica que un seguidor de Dios debe tener hacia Él. La única manera de que las personas puedan temer a Dios y evitar el mal con éxito es que escuchen las palabras de Dios y seguir Su camino. Por lo tanto, el requerimiento de Dios para que las personas se desprendan de sus búsquedas, ideales y deseos no surge a raíz del momento, ni tampoco a causa de entornos o contextos singulares. Lo cierto es que, desde que existe el hombre, aunque Dios no le haya divulgado con claridad tales palabras, siempre le ha exigido este estándar y principio. No importa cuántas personas puedan lograrlo, cuántas sean capaces de practicar Sus palabras o hasta qué grado las entiendan, esta demanda de Dios es inmutable. Fíjate en la Biblia, donde existen registros de esas personas únicas que Dios eligió en tiempos singulares: Noé, Abraham, Isaac, Job, etc. Las exigencias que les hizo Dios, el camino que siguieron, sus metas y su rumbo en la vida, así como los objetivos que persiguieron y los modos de proceder específicos que tomaron en relación con la vida y la supervivencia; todos ellos encarnan las demandas de Dios al hombre. ¿Cuáles son esas demandas? Entre ellas se incluye que las personas deben desprenderse de sus búsquedas, ideales y deseos, ¿verdad? (Cierto). Ya sea en forma o espíritu, deben evitar a la humanidad bulliciosa, desordenada y perversa, y eludir tendencias tales. Antes se utilizaba una palabra que no era demasiado adecuada: “santificado”. En realidad, la intención de esta palabra es requerirte que te desprendas de tus búsquedas, ideales y deseos, evitar que te conviertas en un no creyente, que hagas lo que ellos hacen o persigas sus mismos afanes, para, en su lugar, hacer que persigas aquello que es adecuado para un creyente. Eso es lo que significa. Cuando algunas personas dicen: “¿Nos exige Dios que nos desprendamos de las búsquedas, los ideales y deseos porque se acerca el momento, están aquí los últimos días y han llegado los desastres?”, ¿cuál debería ser la respuesta a esta pregunta? Que todas y cada una de las demandas de Dios hacia el hombre son la verdad y el camino que debe seguir. No cambian en función del momento, lugar, ambiente, ubicación geográfica o contexto social. Las palabras de Dios son la verdad, la cual no ha cambiado desde tiempos inmemoriales ni cambia a lo largo de toda la eternidad, por lo que cada una de las demandas de Dios hacia el hombre y cada principio específico de práctica que le presenta a este se remonta a después de que creara a la humanidad, cuando aún no existían registros temporales. Coexisten con Dios. En otras palabras, desde el momento en que hubo seres humanos, la humanidad ha sido capaz de entender las exigencias de Dios hacia ella. No importa el ámbito al que hagan referencia tales demandas, todas son eternas e inmutables. En general, las exigencias de Dios para el hombre se refieren a que escuche Sus palabras y siga Su camino. ¿Lo entendéis? (Sí). Los requerimientos de Dios no guardan relación alguna con el desarrollo del mundo, el contexto social humano, el momento, el lugar, el entorno geográfico y el espacio en el que viven las personas. Después de escuchar las palabras de Dios, lo correcto es que las guarden y practiquen. Dios no les hace otras exigencias. Con oír y entender Sus palabras, basta para que las practiquen y las guarden; habrán alcanzado el estándar de un ser creado aceptable a Sus ojos. ¿Entendéis? (Sí). Así que da igual el momento, el entorno social, el contexto o la ubicación geográfica, lo que has de hacer es escuchar las palabras de Dios, entender lo que dice y cuáles son Sus requerimientos hacia ti, y seguidamente debes prestar atención, someterte y practicar. No te preocupes por cosas como: “¿Son grandes los desastres en el mundo exterior en este momento? ¿Es caótico el mundo? ¿Es peligroso salir a él? ¿Podría enfermar durante una epidemia? ¿Podría morir? ¿Caerán desastres sobre mí? ¿Hay tentaciones ahí afuera?”. Pensar en tales cosas es inútil, y no tienen nada que ver contigo. Solo has de preocuparte por perseguir la verdad y seguir el camino de Dios, no por el entorno del mundo exterior. Sea como sea este, tú eres un ser creado y Dios es el Creador. La relación entre el Creador y los seres creados no va a cambiar; tu identidad y la esencia de Dios tampoco. Siempre serás alguien que debe seguir el camino de Dios, que ha de escuchar Sus palabras y someterse a Él. Dios siempre será Aquel que tiene soberanía sobre ti, dispone tu destino y te guía a través de la vida. Tu relación con Él no cambiará, así como tampoco lo hará Su identidad ni la tuya. Por todo ello, el momento no importa, tu responsabilidad, tu obligación y tu máximo deber es escuchar las palabras de Dios, someterte a ellas y practicarlas. Eso nunca será un error, y constituye el estándar más alto. ¿Ha quedado resuelto este asunto? (Sí). Se ha resuelto. ¿He sido claro? ¿He hablado más correctamente que vosotros? (Sí). ¿De qué manera he expresado corrección? (Nosotros solo hablábamos en términos generales, pero Dios ha diseccionado este asunto de manera muy minuciosa, y también ha compartido que las palabras de Dios son la verdad, el camino al que deben ceñirse las personas, y que se deben escuchar las palabras de Dios y se ha de seguir Su camino. Él ha expresado todo esto con claridad). Esto que digo es un aspecto de la verdad; cuando me refiero a “un aspecto de la verdad” se trata de una teoría, pero ¿qué la respalda? Esos hechos y contenidos específicos que hemos mencionado previamente. Hay evidencias de todos esos hechos; ninguno es inventado ni imaginado. Todos son hechos, o son la esencia y la realidad de los fenómenos visibles de estos. Si eres capaz de comprenderlos y asimilarlos, eso demuestra que entiendes la verdad. La razón por la que no podéis decirlo en voz alta es porque aún no entendéis ese aspecto de la verdad, como tampoco la esencia y la realidad subyacentes a esos fenómenos, así que solo habláis un poco sobre vuestros sentimientos y conocimientos, lo cual está muy lejos de la verdad. ¿No es así? (Sí). Este asunto se ha resuelto, así que vamos a dejarlo ahí. Respecto al tema de desprenderse de las búsquedas, los ideales y los deseos que surgen como resultado de los intereses y las aficiones, ¿era necesario incluir esa pregunta como punto adicional? (Sí). Lo era. Cada pregunta guarda cierta relación con la verdad, es decir, con la realidad y la esencia de algunos hechos, y detrás de la realidad y la esencia siempre se encuentran los arreglos, los planes, las ideas y los deseos de Dios. ¿Y qué más? Algunos de los métodos específicos de Dios, así como la base, los objetivos y el contexto de Sus acciones. Estos son la realidad.
Después de hablar acerca de desprenderse de las búsquedas, los ideales y deseos que surgen de los intereses y las aficiones, deberíamos compartir sobre el siguiente tema. ¿Cuál es? El de que las personas deberían desprenderse de las búsquedas, los ideales y deseos que surgen del matrimonio. Obviamente, este tema guarda relación con la totalidad de los diversos problemas asociados con el matrimonio. ¿No es este tema un poco más extenso que el de los intereses y las aficiones? Sin embargo, que no os dé miedo su extensión. Lo desglosaremos poco a poco, para comprenderlo lentamente y descubrirlo a través de la enseñanza. La línea que seguiremos al hablar de este tema consiste en diseccionar el asunto del matrimonio a partir de las perspectivas y aspectos de la esencia de los problemas, tanto positivos como negativos, que se plantean; las variadas comprensiones del matrimonio, tanto correctas como incorrectas; los errores que se cometen en él, así como las diversas ideas y puntos de vista incorrectos que suscita esta cuestión, para finalmente permitir a las personas desprenderse de las búsquedas, los ideales y los deseos que surgen del matrimonio. La mejor práctica y también la más sencilla para lograr “desprenderse” es esta: primero, debes observar claramente la esencia de los problemas y desentrañarlos, ya sean positivos o negativos. A continuación, debes ser capaz de tratarlos de manera correcta y racional. Ese es el aspecto activo de las cosas. En el pasivo, debes ser capaz de entender y desentrañar las ideas, los puntos de vista y las actitudes erróneos que te suscitan los problemas, o las diversas influencias nocivas y negativas que producen en tu humanidad, y luego, a partir de estos aspectos, ser capaz de desprenderte. En otras palabras, tienes que lograr entender y desentrañar esos problemas, sin estar atado ni limitado por las ideas erróneas que estos generan, y sin dejar que controlen tu vida y te lleven por sendas torcidas o te hagan tomar decisiones equivocadas. En resumen, ya hablemos del lado positivo o del negativo, el objetivo final es permitir que las personas traten la cuestión del matrimonio de manera racional, que no se sirvan de ideas y puntos de vista falaces para comprenderlo y abordarlo, y que no adopten actitudes incorrectas hacia él. Esa es la comprensión correcta de la práctica de “desprenderse”. Bien, continuemos hablando de las búsquedas, los ideales y los deseos que surgen del matrimonio. Primero, veamos la definición de este; cuál es el concepto. La mayoría de vosotros aún no habéis contraído matrimonio, ¿verdad? Veo que la mayoría sois adultos. ¿Qué significa ser adulto? Significa que ya habéis alcanzado o superado una edad apropiada para casarse. Tanto si tenéis esa edad como si la habéis sobrepasado, cada persona tiene ciertas opiniones, definiciones y conceptos relativamente burgueses sobre el matrimonio, ya sean correctos o incorrectos. Así que primero exploremos qué es en realidad el matrimonio. Para empezar, con vuestras propias palabras: ¿Cómo lo definís? Si nos planteamos quién está cualificado para hablar sobre este asunto, probablemente se trate de aquellos que ya se han casado. Así que comencemos por ellos, y cuando hayan terminado de hablar, podemos pasar a los adultos solteros. Podéis expresar vuestras opiniones sobre el matrimonio, y escucharemos vuestra comprensión y definición de este. Decid lo que os venga en gana, tanto si es agradable de escuchar como si no, ya sean quejas sobre el matrimonio o expectativas respecto a este. Cualquier cosa vale. (Todo el mundo tiene expectativas antes de casarse. Hay quien se casa para llevar un estilo de vida acomodado, mientras que otros buscan un matrimonio dichoso, un príncipe a lomos de un corcel blanco, y fantasean con una vida repleta de felicidad. También hay quienes quieren servirse de esa unión para lograr algunos de sus propios propósitos). Entonces, en tu opinión, ¿qué es realmente el matrimonio? ¿Es algo transaccional? ¿Es un juego? ¿Qué? Algunas de las situaciones que has mencionado se refieren a vivir bien, lo cual define una especie de transacción. ¿Qué más? (Para mí, es algo que anhelo, algo por lo que suspiro). ¿Quién más quiere hablar? ¿Qué conocimientos tienen las personas casadas sobre el matrimonio? En especial, quienes lleven diez o veinte años de unión, ¿qué sentimientos tenéis al respecto? ¿Acaso no soléis estar llenos de reflexiones sobre el matrimonio? Por un lado, tenéis la experiencia del vuestro, y por otro, conocéis la de aquellos que os rodean. Al mismo tiempo, habéis observado los matrimonios de otras personas en los libros, la literatura y las películas. Entonces, a partir de esos aspectos, ¿qué piensas que es el matrimonio? ¿Cómo lo describes? ¿Qué comprendes sobre él? ¿Cuál es tu definición? Personas casadas, aquellas que llevan unidas durante años, sobre todo quienes habéis tenido hijos, ¿cuáles son vuestros sentimientos respecto al matrimonio? Hablad. (Puedo aportar algo. Desde joven he visto muchos programas de televisión. Siempre anhelaba una vida matrimonial feliz, pero después de casarme, me di cuenta de que no era como había imaginado. Tras casarme, lo primero que tuve que hacer fue trabajar duro por mi familia, lo cual resultaba agotador. Por otro lado, debido a la incompatibilidad entre el temperamento de mi esposo y el mío, y entre lo que anhelábamos y perseguíamos —especialmente las diferencias entre el camino del uno y del otro—, tuvimos muchas discrepancias en la vida, tantas que siempre discutíamos. La vida era dura. En ese momento, sentí que el tipo de vida matrimonial que había anhelado de niña no era realista. Era solo un deseo agradable, pero la vida real no funciona así. Eso es lo que pienso sobre el tema). Entonces, tu comprensión del matrimonio es que es amargo, ¿lo he entendido bien? (Sí). Por lo tanto, todos tus recuerdos y vivencias son amargos, agotadores, dolorosos e insoportables de recordar; te sentiste abatida, así que después ya no pudiste mejorar tus expectativas sobre el asunto. Piensas que el matrimonio no se ajusta a tus deseos, que no es bueno ni romántico. Lo contemplas como una tragedia, ¿es eso más o menos lo que quieres decir? (Sí). Ya se tratase de cosas que eras capaz de hacer o de otras a las que no estabas dispuesta en tu matrimonio, te sentías especialmente cansada y resentida por todo, ¿estoy en lo cierto? (Sí). El matrimonio es amargo; ese es un tipo de sentimiento, uno con el que la gente puede identificarse o vivirlo en sus carnes. Sea cual sea su forma, es probable que ahora mismo no sean pocos los diferentes enunciados sobre el matrimonio y la familia que hay en el mundo. Aparecen bastantes en las películas y los libros, y en la sociedad existen expertos en matrimonio y relaciones que analizan y diseccionan todo tipo de uniones, que tratan y resuelven las contradicciones que surgen en estas para mediar en ellas. Al final, la sociedad ha popularizado algunos dichos sobre el matrimonio. ¿Con cuáles de estos dichos populares estáis de acuerdo o simpatizáis? (Dios, la gente en la sociedad a menudo dice que casarse es como meterse en una tumba. Pienso que después de casarse, formar una familia y tener hijos, la gente debe asumir responsabilidades, que ha de trabajar sin cesar para mantener a su familia y, si a eso le añades la falta de armonía que aparece cuando dos personas viven juntas, surgen todo tipo de problemas y dificultades). ¿Cuál es la frase concreta? “El matrimonio es una tumba”. ¿Hay algunos dichos famosos y populares en China? ¿Acaso no es bastante popular la frase “El matrimonio es una tumba”? (Sí). ¿Qué más? “El matrimonio es una ciudad sitiada: los de afuera quieren entrar, y los de dentro quieren salir”. ¿Qué más? “Un matrimonio sin amor es inmoral”. Piensan que es un símbolo del amor y que un matrimonio sin amor es inmoral. Usan el amor romántico para medir el estándar de moralidad. ¿Son esas las definiciones y los conceptos del matrimonio que tienen las personas casadas? (Sí). En resumen, los casados rebosan amargura. Usemos esta frase para describirlo: “El matrimonio es una tumba”. ¿Es así de simple? Los casados han terminado de hablar, así que ahora podemos escuchar lo que tienen que decir las personas solteras. ¿Quién quiere hablar sobre su comprensión del matrimonio? Incluso si resulta infantil o es una fantasía, o si se trata de expectativas lejanas a la realidad; todo es válido. (Dios, a mí me parece que el matrimonio son dos personas que viven como compañeros, una vida de necesidades cotidianas). ¿Has estado casada? ¿Tienes alguna experiencia personal? (No). Necesidades cotidianas, vivir como compañeros, ¿de verdad es lo que piensas? ¿Todo tan práctico? (Según mis ideales, el matrimonio no es así, pero eso es lo que he visto en el de mis padres). El de tus padres es así, pero tu matrimonio ideal no es ese. ¿Cuál es tu comprensión y búsqueda en lo que respecta al matrimonio? (De pequeña, mi idea era simplemente que debía encontrar a alguien al que admirara, para luego vivir feliz y románticamente con él). Querías vivir con él, tomarle de la mano y envejecer juntos, ¿verdad? (Sí). Esa es tu comprensión específica del asunto, y es muy tuya, no la has obtenido de fijarte en los demás. Lo único que ves en los matrimonios de otros es su apariencia superficial, y como aún no lo has experimentado tú misma, no sabes si lo que ves es la realidad de los hechos o solo una capa externa. Aquello que sientes como real, lo será siempre en tus ideas y puntos de vista. Una parte de la comprensión que los jóvenes tienen del matrimonio es vivir románticamente con su amado, tomarlo de la mano y envejecer y pasar juntos toda la vida. ¿Tenéis alguna otra comprensión sobre el tema? (No).
Algunas personas dicen: “El matrimonio consiste en encontrar a alguien que te ame. No importa que sea romántico o no, ni hace falta que tú lo ames mucho. Cuanto menos, debe amarte, tenerte en su corazón y compartir contigo búsquedas, ideales, talante, intereses y aficiones, de modo que podáis congeniar y vivir juntos”. Otros dicen: “Encuentra a alguien con quien vivir que te ame y a quien ames. Solo eso ya es felicidad”. Y hay otros cuya comprensión del matrimonio es: “Debes encontrar a alguien fuerte desde el punto de vista económico para no tener que preocuparte por la ropa y la comida en el último tramo de tu vida, y para que tu vida material sea abundante y no sufras necesidades. Da igual su edad, aspecto, talante y gustos; si tiene dinero, lo demás no importa. Mientras pueda darte dinero para gastar y satisfacer tus necesidades materiales, resulta aceptable. Vivir con ese tipo de persona aporta felicidad, y tendrás comodidad física. Eso es el matrimonio”. Estos son algunos de los requerimientos y definiciones que la gente hace en relación con el matrimonio. La mayoría lo entiende como encontrar al amante, al ser amado de sus sueños o a un príncipe azul, y vivir con él y darse cuenta de que congenian. Por ejemplo, algunas personas imaginan a su príncipe azul como alguna estrella o celebridad, alguien con dinero, fama y riqueza. Creen que solo si viven con alguien semejante tendrán un matrimonio honorable, agradable y perfecto, y que solo una vida así es feliz. Algunas personas imaginan a su otra mitad como alguien con estatus. Otras, como alguien guapo y atractivo. Hay quienes imaginan que pertenecerá a una familia poderosa, acomodada y con buenos contactos; que sea rico. Otros imaginan una persona ambiciosa y fuerte en su trabajo. Los hay que imaginan a su otra mitad como alguien con un talento singular. Otras personas prefieren a alguien con ciertas particularidades en su personalidad. Todos estos y otros más son los requerimientos que tiene la gente respecto al matrimonio y, por supuesto, son las figuraciones, nociones y puntos de vista que albergan sobre este. En resumen, aquellos que han estado casados dicen que el matrimonio es una tumba, que casarse es como meterse en esta o precipitarse al desastre; quienes no están casados lo imaginan como algo especialmente placentero y romántico, y están rebosantes de anhelo y expectativas. Pero nadie, ni los que se han casado ni los que no lo han hecho, es capaz de hablar con demasiada claridad sobre su comprensión o entendimiento del matrimonio, o de cuáles son la definición y el concepto reales de este, ¿o acaso pueden? (No). Quienes lo han experimentado dicen: “El matrimonio es una tumba, es amargo”. Algunos de los que no están casados opinan: “Tu comprensión del matrimonio es incorrecta. Dices que es malo porque eres demasiado egoísta. No te esforzaste mucho en el tuyo. Debido a tus diversos defectos y problemas, la gestión que hiciste de tu matrimonio fue un desastre. Lo destruiste y lo rompiste con tus propias manos”. Algunos que ya están casados les dicen a los solteros que aún no lo están: “Eres un crío ignorante, ¿qué sabrás tú? ¿Acaso sabes cómo es? El matrimonio no atañe a una sola persona, ni a dos; sino a dos familias, o incluso a dos clanes. Implica numerosas cuestiones que no son simples ni evidentes. Aunque en el mundo solo hubiera dos individuos, aunque el asunto se dirimiera solo entre ellos, seguiría sin ser sencillo. No importa lo grata que sea tu comprensión y tu fantasía respecto al matrimonio, a medida que pasen los días, este se verá desgastado por las trivialidades de las necesidades cotidianas, hasta que su color y sabor se desvanezcan. No estás casado, ¿qué sabrás tú? Nunca has estado casado, nunca has gestionado un matrimonio, por lo que no estás cualificado para evaluarlo ni para hacer comentarios críticos. Tu comprensión del matrimonio es una figuración, un pensamiento ilusorio, no está basada en la realidad”. Hable quien hable de ello, existe una justificación objetiva, pero, al final, ¿qué es realmente el matrimonio? ¿Qué perspectiva es la más correcta y objetiva para contemplarlo? ¿Cuál concuerda más con la verdad? ¿De qué manera debería analizarse el asunto? Tanto si los que hablan son quienes han experimentado el matrimonio como si son los que aún no lo han hecho, por un lado, su comprensión sobre dicha cuestión está plagada de figuraciones propias y, por otro, los humanos corruptos rebosan de emociones con respecto al papel que desempeñan en el matrimonio. Dado que los humanos corruptos no entienden los principios a los que deberían atenerse en diversos entornos, y no comprenden el papel que desempeñan en el matrimonio o las obligaciones y responsabilidades que deben cumplir, algunas de sus opiniones al respecto son inevitablemente emocionales e implican egoísmo personal, impulsividad, etc. Por supuesto, esté casada o no una persona, si no ve el matrimonio desde la perspectiva de la verdad y no tiene una comprensión y conocimiento puros al respecto que haya obtenido a partir de Dios, entonces, exceptuando toda su experiencia práctica personal del matrimonio, su comprensión de este se halla en gran medida influenciada por la sociedad y la humanidad perversa. También influyen el entorno, las tendencias y las opiniones públicas de la sociedad, así como las cosas falaces y sesgadas —y que podrían calificarse más específicamente como inhumanas— que han dicho sobre el matrimonio personas de todos los niveles y estratos de la sociedad. Debido a todas esas cosas que dicen los demás, por un lado, las personas se encuentran influenciadas y controladas inconscientemente por dichos pensamientos y puntos de vista y, por otro, aceptan sin darse cuenta esas actitudes y modos de ver el matrimonio, así como esas formas de tratarlo y la postura ante la vida de aquellos que viven casados. Para empezar, las personas no tienen una comprensión positiva del tema, ni un conocimiento y cognición precisos y positivos de él. Además, tanto la sociedad como la humanidad perversa les inculcan pensamientos negativos y falaces. Por lo tanto, los pensamientos y puntos de vista de las personas sobre el matrimonio se vuelven distorsionados e incluso perversos. Mientras vivas y sobrevivas en esta sociedad y tengas ojos para ver, oídos para oír e ideas para reflexionar sobre las cuestiones, aceptarás en distintos grados esos pensamientos y puntos de vista falaces, lo que lleva a una comprensión y conocimiento incorrectos y sesgados. Por ejemplo, hace cien años, nadie entendía lo que era el amor romántico, y su comprensión del matrimonio era muy simple. Cuando alguien llegaba a la edad de casarse, un casamentero los presentaba, sus padres lo gestionaban todo y luego celebraban su boda con un miembro del sexo opuesto, se casaban y los dos vivían y pasaban juntos el resto de sus días. De ese modo, se acompañaban mutuamente en esta vida, hasta el final. Así de simple era el matrimonio. Era cuestión de dos individuos, dos personas de diferentes familias que vivían juntas, se acompañaban mutuamente, se cuidaban y cohabitaban toda una vida. Era así de sencillo. Pero en algún momento, la gente empezó a hablar de lo que llaman amor romántico, y este se agregó al contenido del matrimonio, hasta el día de hoy. El término “amor romántico”, o el significado e idea que este implica, ya no es algo de lo que las personas, en el fondo de sus corazones, se avergüencen o les cueste hablar, sino que existe con mucha naturalidad en sus pensamientos y les resulta natural hablar de ello, hasta el punto de que incluso lo hacen quienes aún no son adultos. Así que estos tipos de pensamientos, puntos de vista y enunciados crean de manera intangible una influencia en todos, hombres y mujeres, jóvenes y mayores. Esta influencia es la razón por la que el entendimiento de todos ellos sobre el matrimonio resulta tan pretencioso. Para ser más concretos, tienen prejuicios. Todo el mundo ha empezado a jugar con el amor y a coquetear con la pasión. El supuesto “amor romántico” del hombre es solo la unión del amor y la pasión[a]. ¿Qué significa “amor”? El amor es un tipo de afecto. ¿Qué significa “pasión”? Significa lujuria. El matrimonio ya no es tan simple como dos personas que pasan juntas sus días como compañeros; más bien, se ha convertido en un juguete para el afecto y la lujuria. ¿No es así? (Sí). Las personas han llegado a entenderlo como una unión de lujuria y afecto, ¿pueden entonces ser buenos sus matrimonios? Los hombres y las mujeres no viven bien ni cumplen bien con sus responsabilidades, y pasan los días de una manera que no es realista. A menudo hablan de amor, de pasión, de afecto y lujuria. ¿Crees que así pueden vivir sin sobresaltos y de manera estable? (No). ¿Quién puede pasar por alto esas tentaciones y seducciones? Nadie puede ignorarlas. En la sociedad, la gente rebosa de lujuria y afecto entre sí. Eso es lo que llaman amor romántico, y es la forma en que las personas contemporáneas entienden el matrimonio; es su más alta apreciación sobre este, su gusto más elevado. Entonces, su situación conyugal se ha transformado hasta dejar de ser reconocible, y se encuentra en un terrible y espantoso desorden. El matrimonio ya no es tan simple como una cuestión entre un hombre y una mujer, sino que se ha convertido en un asunto que atañe a todas las personas, hombres y mujeres, que juegan con el afecto y la lujuria, y en algo totalmente depravado. La comprensión y la perspectiva de las personas sobre el matrimonio se deforman y se vuelven anormales y perversas bajo la seducción de las tendencias perversas, o cuando se inculcan pensamientos tales. Además de esto, las películas y programas de televisión de la sociedad, así como las obras literarias y artísticas, transmiten sin cesar interpretaciones y enunciados cada vez más perversos e inmorales. Los directores, escritores y actores se afanan en presentar el matrimonio como un estado terrible. Tanta perversidad y lujuria conduce a los buenos matrimonios a precipitarse en el caos. Así pues, desde que existe el amor romántico, el divorcio se ha generalizado cada vez más en la sociedad humana, al igual que las aventuras extramatrimoniales. Cada vez más niños se han visto obligados a padecer las heridas del divorcio de sus padres, a vivir con madres o padres solteros, a pasar así su infancia y juventud, o a crecer bajo las circunstancias conyugales inapropiadas de sus padres. La razón que se esconde tras todas esas diferentes tragedias matrimoniales, tras esas uniones incorrectas o malformadas, es que la visión del matrimonio que defiende la sociedad está llena de prejuicios y es perversa e inmoral, hasta tal punto que carece de ética y moralidad. Debido a que la humanidad no tiene una comprensión precisa de las cosas positivas o apropiadas, las personas aceptarán sin pensar esos pensamientos y puntos de vista que la sociedad defiende, sin que importe lo mal formados que estén. Es como una epidemia que se propaga por tu cuerpo y corroe cada uno de tus pensamientos e ideas, así como los aspectos correctos de tu humanidad. La conciencia y la razón de tu humanidad normal se vuelven enseguida borrosas, indefinidas o débiles; entonces, esos pensamientos y puntos de vista que provienen de Satanás, que son distorsionados, perversos y carecen de ética y moralidad, conquistan la posición superior y adoptan el papel dominante en las profundidades de tus pensamientos y de tu corazón, y en tu mundo mental. Una vez que tales cosas toman la posición superior y el papel dominante, tu perspectiva sobre cuestiones como el matrimonio enseguida se tuerce y se distorsiona, y carece de ética y moralidad, hasta el punto de que se vuelve perversa, pero tú mismo no lo sabes, y piensas que es completamente adecuada: “Todo el mundo piensa así, ¿por qué no lo iba a hacer yo? Que todos piensen así es apropiado, ¿acaso no lo es que yo piense igual? Entonces, si nadie más se ruboriza al hablar del amor romántico, yo tampoco debería. La primera vez estaba un poco cohibido, algo avergonzado, y me costó abrir la boca. Después de hablar de ello unas cuantas veces más, me sentí a gusto. Al ir escuchando y hablando más sobre el tema, lo hice mío”. Cierto, hablas y escuchas, y te apropias de semejante cosa, pero el entendimiento verdadero y original del matrimonio no puede mantenerse firme en las profundidades de tus pensamientos, por lo que pierdes la conciencia y la razón que como persona normal deberías tener. ¿Por qué motivo la has perdido? Porque has aceptado la supuesta visión del matrimonio como “amor romántico”. Esta ha engullido tu entendimiento original y el sentimiento de responsabilidad que tu humanidad normal tiene respecto a casarse. Comienzas enseguida a poner en práctica personalmente tu propio entendimiento del amor romántico. Buscas sin cesar a personas con las que congeniar, que te amen o a las que ames tú, y persigues a toda costa el amor romántico, te esfuerzas mucho y eres bastante descarado, hasta el punto de gastar las energías de toda una vida en aras del amor romántico, y entonces estás perdido. Digamos que, durante la búsqueda del amor romántico, una mujer encuentra a alguien al que admira y piensa: “Estamos enamorados, así que vamos a casarnos”. Después de casarse, vive con esa persona un tiempo; luego se da cuenta de que tiene algunos defectos, y piensa: “No le gusto, y él no me gusta a mí en realidad. Somos incompatibles, así que nuestro amor romántico fue un error. No pasa nada, nos divorciaremos”. Después del divorcio, lleva consigo a un niño de dos o tres años y se prepara para encontrar a otra persona, mientras piensa: “Ya que mi anterior matrimonio carecía de amor, necesito asegurarme de que el próximo sea auténtico amor romántico. Esta vez tengo que estar segura, así que he de tomarme una temporada para analizar”. Después de un tiempo, encuentra a alguien, “Oh, este es el amante de mis sueños, la persona que imaginaba que me iba a gustar. Yo le gusto y él me gusta a mí. No puede soportar estar separado de mí y yo no puedo soportar estar separada de él; somos como dos imanes que se atraen mutuamente, que siempre quieren estar juntos. Estamos enamorados, vamos a casarnos”. Y entonces se casa de nuevo. Una vez casada, tiene otro hijo, y después de dos o tres años, piensa: “Esta persona tiene más defectos de la cuenta; es vago y glotón. Le gusta presumir y fanfarronear, además de parlotear. No cumple con sus responsabilidades, no entrega a su familia el dinero que gana, y bebe y juega todo el día. Esta no es la persona a la que quiero amar. La persona a la que yo amo no es así. ¡Quiero el divorcio!”. Con dos hijos a su cargo, se divorcia nuevamente. Después de hacerlo, comienza a pensar: ¿Qué es el amor romántico? No sabe contestar. Hay quienes llevan ya dos o tres matrimonios fallidos, ¿y qué acaban diciendo? “No creo en el amor romántico, creo en la humanidad”. Fíjate, van y vienen, y no saben en qué deben creer. No saben qué es el matrimonio; aceptan pensamientos y perspectivas falaces, y los usan como sus estándares. Ponen en práctica en primera persona tales pensamientos y perspectivas y al mismo tiempo también hunden sus matrimonios y a sí mismos, además de a otras personas. En diferentes grados, dañan a la próxima generación y a sí mismos, tanto física como espiritualmente. Todo ello forma parte del motivo por el que las personas se sienten dolidas e impotentes respecto al matrimonio, la razón por la cual no albergan sentimientos positivos hacia este. Acabo de compartir acerca de las diversas perspectivas y definiciones que tiene la gente sobre el matrimonio, así como sobre la situación en la que se encuentra el matrimonio humano a consecuencia de los puntos de vista incorrectos de las personas modernas en relación con este tema. En resumen, ¿se encuentra el matrimonio humano moderno en una situación buena o mala? (Mala). Carece de perspectivas, no es nada optimista, y cada vez está más patas arriba. De este a oeste, de norte a sur, el matrimonio humano se encuentra en un estado terrible y espantoso. La generación actual, los menores de cuarenta o cincuenta años, son testigos de los desastrosos matrimonios de la generación anterior y de la siguiente, así como de los puntos de vista de estas al respecto y de sus experiencias matrimoniales fallidas. Desde luego, muchas personas menores de cuarenta años son víctimas de todo tipo de relaciones desafortunadas; algunas son madres solteras, otros padres solteros; aunque claro, en términos relativos, no hay tantos padres solteros. Algunos crecen con su madre biológica y su padrastro, otros con su padre biológico y su madrastra, y los hay que se crían con hermanos de diferentes madres y padres. Otros tienen padres divorciados que se vuelven a casar, y ninguno de sus progenitores los quiere, por lo que se convierten en huérfanos, que llegan a adultos tras pasar años teniéndoselas que arreglar solos en la sociedad, y que luego se convierten en padrastros o madrastras, o en madres o padres solteros. Esta es la situación del matrimonio moderno. ¿Acaso la gestión del matrimonio por parte de la humanidad en ese sentido no es resultado de la corrupción que Satanás ha ejercido sobre ella? (Sí). Esta forma tan necesaria para la muy básica supervivencia y multiplicación de la humanidad ha sido completamente mutilada y se ha convertido en un desastre. ¿Cómo crees que vive la humanidad? Observar la vida de las distintas familias resulta irritante, es demasiado horrible de contemplar. No hablemos más de ello; cuanto más lo hacemos, más indignante resulta, ¿verdad?
Dado que estamos hablando del tema del matrimonio, hemos de ver cuáles son en realidad la definición y el concepto precisos y correctos de este. Para ello, tenemos que buscar la respuesta en las palabras de Dios, a fin de hallar una definición y un concepto correctos basados en todo lo que Dios ha dicho y hecho con respecto al asunto, para aclarar el verdadero estado del matrimonio y esclarecer la intención original detrás de la creación y existencia de este. Si uno quiere conocer claramente la definición y el concepto de matrimonio, debe comenzar por fijarse en los antepasados de la humanidad. ¿Por qué motivo hay que hacer eso? La humanidad ha podido sobrevivir hasta el presente gracias al matrimonio de sus antepasados; es decir, la causa raíz de que haya tantas personas hoy en día es la unión entre las personas que Dios creó al principio. Entonces, si uno quiere entender la definición y el concepto precisos del tema en cuestión, debe comenzar por fijarse en el matrimonio de los antepasados de la humanidad. ¿Cuándo surgió entre ellos el matrimonio? A la vez que la creación del hombre por parte de Dios. Se documentó por primera vez en el libro del Génesis, así que debemos abrir la Biblia y ver qué dicen esos pasajes. ¿Le interesa este tema a la mayoría de la gente? Los casados puede que piensen que no hay nada de lo que hablar, que este asunto es muy común, pero los jóvenes solteros están especialmente interesados, porque piensan que el matrimonio es un misterio, y que hay muchas cosas que desconocen sobre él. Así que comencemos a hablar desde el origen. Que alguien lea Génesis 2:18. (“Y Jehová Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea para él”).* A continuación, Génesis 2:21-24. (“Y Jehová Dios causó que cayera un sueño profundo sobre Adán, y este se durmió; y Él tomó una de sus costillas, y le cerró la carne en su lugar. Y con la costilla que Jehová Dios había sacado del hombre, le hizo una mujer la cual trajo al hombre. Y Adán dijo: Esta es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; se llamará Mujer porque salió del hombre. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”).* A continuación, Génesis 3:16-19. (“A la mujer dijo: En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos; y con todo, tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti. Entonces dijo a Adán: Por cuanto has escuchado la voz de tu mujer y has comido del árbol del cual te ordené, diciendo: ‘No comerás de él’, maldita será la tierra por tu causa; con trabajo comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y abrojos te producirá, y comerás de las plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”). Hasta ahí es suficiente. Se trata de cinco versículos del capítulo dos y cuatro versículos del capítulo tres; nueve versículos de las Sagradas Escrituras en total. Nueve versículos del Génesis describen cómo surgió el matrimonio del antepasado de la humanidad. ¿No es así? (Sí). ¿Lo comprendes ahora? ¿Entiendes un poco mejor el significado general y puedes recordarlo? ¿Cuál es el tema principal del que se habla aquí? (De cómo surgió el matrimonio del antepasado de la humanidad). Entonces, ¿cómo ocurrió realmente? (Dios lo preparó). Así es, esa es la realidad. Dios lo preparó para el hombre. Dios creó a Adán, y luego creó una compañera para él, una esposa para ayudarlo y acompañarlo, para vivir con él. Ese es el origen del matrimonio del antepasado de la humanidad, y de ahí surgió el matrimonio humano. ¿No es así? (Sí). Conocemos el origen del matrimonio humano: fue ordenado por Dios. Él preparó una compañera para el antepasado de la humanidad, la cual también podría llamarse cónyuge, que luego lo ayudaría y acompañaría en la vida. Ese es el origen y la raíz del matrimonio humano. Así pues, una vez analizados estos, ¿cómo deberíamos entender correctamente el matrimonio? ¿Dirías que es sagrado? (Sí). ¿Es sagrado? ¿Tiene algo que ver con la santidad? No. No puedes decir que es sagrado. Dios lo arregla y ordena. Tiene su origen y raíz en la creación de Dios. Él creó al primer hombre, que necesitaba una pareja para ayudarlo y acompañarlo, para vivir juntos, y entonces Dios creó una compañera para él, y así surgió el matrimonio humano. Eso es todo. Es así de simple. Ese es el entendimiento rudimentario que debes tener del matrimonio. Este proviene de Dios; Él lo arregla y lo ordena. Al menos, puedes decir que no es algo negativo, sino que es positivo. También se podría decir sin temor a equivocarse que el matrimonio es apropiado, que es una etapa adecuada en el curso de la vida humana y dentro del proceso de la existencia de las personas. No es algo perverso, ni tampoco una herramienta o un medio para corromper a la humanidad; es apropiado y positivo, porque Dios lo creó y lo ordenó, y por supuesto, Él lo dispuso. Su origen está en la creación de Dios, y es algo que Él arregló y ordenó personalmente, así que, visto desde este ángulo, la única perspectiva que uno debería tener respecto al matrimonio es que proviene de Dios, que es algo apropiado y positivo, que no es negativo, perverso, egoísta ni oscuro. No proviene del hombre ni de Satanás, y ni mucho menos se desarrolló orgánicamente en el seno de la naturaleza, sino que Dios lo creó con Sus propias manos y lo arregló y lo ordenó personalmente. Esto es absolutamente cierto. Se trata de la definición y el concepto más originales y precisos del matrimonio.
Ahora que comprendes el concepto y la definición precisos que la gente ha de tener del matrimonio, analicemos la cuestión: ¿Qué se entiende por ordenación y arreglo del matrimonio por parte de Dios? Es algo que se menciona en los versículos bíblicos que acabamos de leer, concretamente, por qué existe el matrimonio humano, cuáles eran los pensamientos de Dios, cuál era la situación y las circunstancias de aquella época, y en qué tipo de circunstancias Dios otorgó dicho matrimonio al hombre. Jehová Dios lo explicó así: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea para él”.* Estas palabras expresan dos cosas. Primero, Dios vio que ese hombre estaba demasiado solo, sin una pareja, sin alguien con quien hablar o un compañero con el que compartir su felicidad y sus pensamientos. Consideró que su vida sería aburrida, insípida y poco interesante, así que se le ocurrió algo: un único hombre está un poco solo, así que debo hacerle una pareja. Esta pareja será su cónyuge, lo acompañará a todas partes y lo ayudará en todo; ella será su compañera y cónyuge. El propósito de una pareja es acompañarlo a lo largo de su existencia y caminar juntos por la senda de la vida. Ya sea durante diez, veinte, cien o doscientos años, esa será la pareja que permanecerá a su lado, la que estará con él en todas partes, la que hablará con él, con la que compartirá la felicidad, el dolor y cualquier emoción, y al mismo tiempo, lo acompañará y evitará que esté o se sienta solo. Estos pensamientos e ideas que surgieron en la mente de Dios son las circunstancias del origen del matrimonio humano, en las cuales Dios hizo algo más. Veamos qué dice la Biblia: “Y Jehová Dios causó que cayera un sueño profundo sobre Adán, y este se durmió; y Él tomó una de sus costillas, y le cerró la carne en su lugar. Y con la costilla que Jehová Dios había sacado del hombre, le hizo una mujer la cual trajo al hombre”.* Dios tomó una costilla del hombre y, a partir de esta, creó otra persona con la ayuda de arcilla. Esa persona fue hecha a partir de la costilla del hombre, creada a partir de su costilla. Dicho de un modo coloquial: esa persona, la compañera de Adán, se creó con la carne y el hueso tomados del cuerpo de Adán, así que ¿no se podría decir que, además de su compañera, también era parte de su cuerpo? (Sí). En otras palabras, ella provenía de él. Después de su creación, ¿cómo la llamó Adán? “Mujer”. Adán era un hombre; ella, una mujer. Claramente eran dos personas de diferentes sexos. Dios primero hizo a una persona con características fisiológicas masculinas, y luego tomó una costilla del varón y creó a otra con características fisiológicas femeninas. Estas dos personas vivieron juntas como una sola, lo que constituye un matrimonio, y así surgió este. Por tanto, no importa la composición parental con la que alguien se críe, al final, todo el mundo necesita casarse y unirse con su otra mitad de acuerdo con la ordenación y los arreglos de Dios, y caminar hasta el final de la senda. En eso consiste la ordenación de Dios. Por un lado, visto con objetividad, las personas necesitan compañeros; por otro, desde un punto de vista subjetivo, ya que el matrimonio viene ordenado por Dios, el esposo y la esposa deben ser como una unidad, una sola persona que no puede dividirse. Esto es un hecho tanto subjetivo como objetivo. Por consiguiente, cada persona necesita abandonar la familia donde nace, casarse y formar la suya propia junto a su otra mitad. Es inevitable. ¿Por qué? Porque así lo ordena Dios, y es algo que Él dispuso desde el principio del hombre. ¿Qué conclusión pueden extraer de ello las personas? No importa a quién imagines como tu otra mitad, ni si esta será o no la persona que subjetivamente necesitas y esperas, así como tampoco su origen; la persona con la que te cases, formes una familia y pases esta vida es sin duda aquella que Dios ha dispuesto y ordenado para ti. ¿No es así? (Sí). ¿Cuál es la razón de esto? (La ordenación de Dios). Eso es. Si lo analizamos en el contexto de las vidas anteriores, o desde la perspectiva de Dios, un esposo y una esposa que contraen matrimonio son en realidad una sola unidad, así que Dios dispone que te cases y pases tu vida con la persona con la que formas una misma unidad. En palabras sencillas, así es. Con independencia de si la persona con la que te cases sea el amante de tus sueños, tu príncipe azul y la persona que esperabas, de si lo amas o él te ama a ti, de si os habéis casado de manera muy natural gracias a la suerte y la casualidad, o en alguna otra circunstancia, vuestro matrimonio ha sido ordenado por Dios. Sois los compañeros que Dios ha ordenado el uno para el otro para que os acompañéis mutuamente, paséis esta vida juntos y caminéis hasta el final con las manos entrelazadas. ¿No es así? (Sí). ¿Creéis que este entendimiento es pretencioso o distorsionado? (No). No es ni pretencioso ni distorsionado. Hay quien dice: “Puede que te equivoques al decirlo. Si Dios ordena realmente estos matrimonios, ¿por qué algunos terminan en divorcio?”. El motivo es que la humanidad de esas personas es problemática, lo que constituye un tema aparte. Es algo que guarda relación con el asunto de la búsqueda de la verdad, del cual hablaremos más adelante. Ahora mismo, en cuanto a la definición, el entendimiento y el concepto preciso del matrimonio, la realidad es la que es. Algunas personas señalan: “Puesto que dices que el esposo y la esposa son una sola unidad, ¿no es como afirman los no creyentes, ‘Si tiene que ser, será; y si no tiene que ser, no será’, y como dicen en algunos países[b], ‘se necesitan cien años de buen karma para tener ocasión de compartir con alguien un viaje en barco, y mil años de buen karma para compartir el lecho conyugal’?”. ¿Creéis que el matrimonio, tal y como estamos hablando de él ahora, tiene algo que ver con esos dichos? (No). No están relacionados. El matrimonio no es algo que deba cultivarse, viene ordenado por Dios. Cuando Él ordena que dos personas se conviertan en marido y mujer, en compañeros mutuos, estos no necesitan cultivarse a sí mismos. ¿Qué cultivarían? ¿Fibra moral? ¿Humanidad? No necesitan cultivarse a sí mismos. Esa es una forma de hablar budista, no es la verdad y no tiene nada que ver con ella. El matrimonio humano lo dispone y ordena Dios. Tanto en su forma como literalmente, a partir de su definición o concepto, el matrimonio debe entenderse así. Mediante las palabras recogidas en la Biblia, a través de esta charla, ¿cuentas ya con una definición y un concepto del matrimonio precisos y acordes con la verdad? (Sí). Ese concepto y esa definición no son distorsionados; no son como una visión a través de unas gafas con los cristales de colores, y mucho menos se entiende y se define a través de las emociones humanas, sino que tiene una base: se fundamenta en las palabras y acciones de Dios y se basa en Sus arreglos y ordenaciones. Llegados a este punto, ¿habéis comprendido todos el entendimiento y la definición básica del matrimonio? (Sí). Ahora que lo entendéis, ya no tendréis fantasías sobre este que no sean objetivas, y disminuirán vuestras quejas sobre el tema, ¿verdad? Podría haber quien diga: “El matrimonio viene ordenado por Dios, eso es algo que no se puede cuestionar, pero algunos matrimonios se rompen. ¿Cómo es posible?”. Hay muchas razones para ello. La humanidad corrupta tiene actitudes corruptas, no puede desentrañar la esencia de los problemas, persigue la satisfacción de su propia lujuria y preferencias, hasta el punto de propugnar la perversidad, así que los matrimonios se desmoronan. Este es un tema distinto, del que ya no hablaremos más.
Hablemos sobre ayudarnos mutuamente y acompañarnos el uno al otro en el matrimonio. Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea para él”.* Los casados saben que el matrimonio aporta a la familia y a la vida de una persona numerosos beneficios que nunca habrían imaginado. Al empezar a vivir solas, las personas se sienten aisladas y solitarias, no tienen a nadie en quien confiar ni con quien hablar, les falta compañía; la vida es particularmente árida y vacía. Una vez se casan, ya no han de sufrir tal soledad y aislamiento. Tienen a alguien en quien confiar. A veces, se desahogan con su pareja, y otras, comparten sus emociones y alegrías, o incluso descargan su ira. En ocasiones, se abren mutuamente el corazón, y la vida parece alegre y feliz. Son confidentes y creen el uno en el otro, así que, además de dejar de estar solos, experimentan muchos más placeres y disfrutan de la felicidad de tener a un compañero. Aparte de los diversos estados de ánimo, emociones y sentimientos, así como de los distintos pensamientos que necesitan expresar, las personas tienen que afrontar muchos temas prácticos en su día a día, en el proceso de la vida, cuestiones como las necesidades cotidianas de ropa, comida y vivienda. Por ejemplo, supongamos que dos personas quieren vivir juntas y necesitan construir un pequeño almacén. El hombre tiene que ser el albañil, colocar los ladrillos para levantar una pared, y la mujer puede ayudarlo, pasarle los ladrillos y mezclar mortero, o limpiarle el sudor y darle agua. Los dos hablan y ríen juntos, y él cuenta con una ayudante, lo cual es bueno. Antes de que oscurezca, el trabajo está acabado. Es como se describe en la antigua ópera china “Una pareja de cuento de hadas”: “Yo saco agua y tú riegas el jardín”. ¿Qué más? (“Tú labras los campos y yo tejo la tela”). Así es. Uno teje la tela mientras el otro labra el campo; uno es el amo dentro, el otro es el amo fuera. Vivir así es bastante agradable. Se podría llamar complementación armoniosa o coexistencia en armonía. De esa manera, las habilidades del hombre se ponen de manifiesto en la vida, y los ámbitos en los que carece de destreza o es inexperto los compensa la mujer; donde la mujer es débil, el hombre la perdona, ayuda y asiste, y los puntos fuertes de ella también se ponen de manifiesto, en beneficio del hombre de la familia. Tanto el marido como la mujer desempeñan su propio deber, aprenden de los puntos fuertes del otro para compensar sus propias debilidades, y trabajan juntos para salvaguardar la armonía del hogar y la vida y la supervivencia de toda la familia. Por supuesto, más importante que la compañía es que se apoyen y ayuden mutuamente a lo largo de la vida y que pasen bien los días, ya sea en la pobreza o en la riqueza. En resumen, tal como dijo Dios, no es bueno que el hombre esté solo, así que dispuso el matrimonio en favor del varón. El hombre corta la leña y cuida del campo, la mujer cocina, limpia, remienda y atiende a toda la familia. Cada uno hace bien su trabajo, aquello que se requiere de ellos en la vida, y los días se suceden, felices. A partir de ese punto excepcional, la vida de los seres humanos se ha desarrollado paulatinamente a lo largo del tiempo, propagándose y multiplicándose hasta el día de hoy. Así que el matrimonio es indispensable para la humanidad en su conjunto, vital para su desarrollo y esencial para cada individuo. Su verdadero propósito no es solo la multiplicación de la especie humana, sino, lo que es más importante, es que Dios disponga una pareja para cada hombre y mujer que los acompañe en cada momento de su vida, ya sea en circunstancias difíciles y dolorosas, o fáciles, alegres y felices; en todas ellas, tienen alguien en quien confiar y con quien compartir un mismo corazón y mente, así como su tristeza, dolor, felicidad y alegría. Ese es el sentido de que Dios disponga el matrimonio para las personas, y es la necesidad subjetiva de cada individuo. Cuando Dios creó a la humanidad, no quería que las personas estuvieran solas, así que dispuso el matrimonio para ellas. En este, los hombres y las mujeres asumen diferentes roles, y lo más importante es que se acompañan y apoyan mutuamente, viven bien cada día y avanzan sin tropiezos por el camino de la vida. Por un lado, se acompañan mutuamente, y por otro, se apoyan; ese es el sentido del matrimonio y la necesidad de su existencia. Por supuesto, se trata también del entendimiento y la actitud que las personas han de adoptar hacia el matrimonio, así como de la responsabilidad y obligación que deben cumplir respecto a este.
Volvamos a echar un vistazo a Génesis 3:16. Dios dijo a la mujer: “En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos; y con todo, tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti”. Esa es la carga que Dios ha impuesto al sexo femenino, y por supuesto también constituye un mandato en el que determina el papel que la mujer desempeñaría en el matrimonio y las responsabilidades que asumiría. La mujer debe dar a luz, lo que por una parte fue un castigo por su transgresión anterior, y por otra, la responsabilidad y obligación que se suponía que debía aceptar en el matrimonio como mujer. Ella concebiría y daría a luz, y además lo haría con dolor. Por consiguiente, tras contraer matrimonio, las mujeres no deberían rechazar tener hijos por miedo al sufrimiento. Eso es un error. Tener hijos es una responsabilidad que has de asumir. Por lo tanto, si quieres tener a alguien que te acompañe, que te ayude en la vida, debes considerar la primera responsabilidad y obligación que asumes al contraer dicha unión. Si una mujer dice: “No quiero tener hijos”, los hombres dirán: “Si tú no quieres tener hijos, entonces yo no te quiero a ti”. Si no quieres sufrir el dolor del parto, no deberías casarte. No deberías contraer matrimonio, no eres digna de ello. Tras casarte, lo primero que debes hacer como mujer es tener hijos y, además, sufrir. Si no eres capaz de hacerlo, no deberías casarte. Aunque no se pueda decir que seas indigna de ser mujer, cuanto menos, no has cumplido con tu responsabilidad como tal. Concebir y dar a luz es la primera exigencia hacia las mujeres. La segunda es la siguiente: “Tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti”. Ser la otra mitad del hombre: como mujer, casarte con un hombre demuestra que eres su otra mitad y, hablando de manera algo dogmática, que por lo tanto eres parte de él, así que el deseo de tu corazón debe estar dirigido a él, es decir, él debe estar en tu corazón. Solo cuando él esté en tu corazón podrás cuidarlo y acompañarlo con gusto. Solo entonces, incluso cuando tu esposo esté enfermo, cuando afronte dificultades y contratiempos, o cuando se tope con el fracaso, tropiece o se angustie, ya sea con otras personas o en relación con su propia vida, podrás cumplir con tus responsabilidades y obligaciones como mujer. Lo cuidarás, valorarás, atenderás, le hablarás con sensatez, lo consolarás y aconsejarás y lo animarás de manera femenina. Esa es una auténtica compañía, la mejor. Solo de esa manera será feliz tu matrimonio, y solo entonces serás capaz de cumplir con tu responsabilidad femenina. Por supuesto, esa responsabilidad no te la encomiendan tus padres, sino Dios. Es la responsabilidad y obligación que una mujer debe cumplir. Como mujer, así es como debes ser. Así es como debes tratar y cuidar a tu esposo; es tu responsabilidad y obligación. Si una mujer no puede hacer eso, no es una buena mujer, y naturalmente, no es una mujer aceptable, porque, cuando menos, no ha logrado cumplir el requerimiento de Dios para las mujeres que dice “tu deseo será para tu marido”. ¿Entiendes? (Sí). Como la otra mitad de un hombre, eres capaz de adorar y cuidar a tu esposo cuando las cosas van bien, cuando tiene dinero y poder, cuando es obediente y te cuida bien, cuando te hace feliz y te satisface en todo. Sin embargo, cuando se enfrenta a dificultades, enfermedades, frustraciones, fracasos, desánimos o decepciones, cuando las cosas no salen como desea, no eres capaz de cumplir con las responsabilidades y obligaciones propias de una mujer, eres incapaz de consolarlo con sinceridad, de aportarle sensatez, de animarlo o de apoyarlo. En ese caso, no eres una buena mujer, porque no has cumplido con la responsabilidad de tu sexo, y no eres buena pareja para un hombre. Entonces, ¿se podría decir que una mujer tal es mala? No es que seas “mala”, sino que, cuanto menos, no tienes la conciencia y la razón que Dios requiere, que alguien con humanidad normal debería tener; eres una mujer sin humanidad. ¿No es así? (Sí). Ya hemos terminado de hablar sobre las exigencias que se les hacen a las mujeres. Dios ha establecido la responsabilidad de una mujer con respecto a su esposo, es decir: “Tu deseo será para tu marido”. Esa palabra, “deseo”, no se refiere al amor ni al afecto; más bien, significa que tu esposo debe estar en tu corazón. Ha de resultarte querido, debes tratarlo como a tu ser amado, tu otra mitad. Es a él a quien debes mimar, acompañar y cuidar. Debéis cuidaros mutuamente hasta el final de vuestras vidas. Has de cuidarlo y apreciarlo con todo tu corazón. Esa es tu responsabilidad, a eso se refiere la palabra “deseo”. Por supuesto, cuando Dios dice “tu deseo será para tu marido”, la parte “deseo será” es una enseñanza que se concede a las personas. Como mujer con humanidad, una mujer aceptable, tu deseo debe ir dirigido a tu marido. Además, Dios no te ha dicho que desees a tu esposo y también a otros hombres. Dios no ha dicho eso, ¿verdad que no? (No). Dios exige que una mujer sea fiel a su marido, y que la única persona en su corazón, la única a la que dirija su deseo, sea su esposo. Él no quiere que varíe el destinatario de su afecto, ni que sea promiscua o infiel a su esposo, ni que desee a alguien de fuera de su matrimonio. Lo que quiere es que desee a la persona con la que está casada y con la que va a pasar el resto de su vida. Ese hombre es el único al que has de dirigir tu verdadero deseo, él es a quien debes dedicar toda una vida de esmerado esfuerzo para cuidarlo, apreciarlo, atenderlo, acompañarlo, ayudarlo y apoyarlo. ¿Entiendes? (Sí). ¿Acaso no es algo bonito? (Lo es). Esto tan bonito está presente entre los pájaros y las aves, y entre el resto del reino animal, pero prácticamente no existe entre los humanos; se puede ver lo profundamente que Satanás ha corrompido a la humanidad. Hemos hablado con claridad sobre las obligaciones más básicas que una mujer debe cumplir en el matrimonio, así como sobre los principios que ha de seguir para tratar a su esposo. Además, queda algo más por mencionar: que el matrimonio, tal y como Dios lo ordena y dispone, es monógamo. ¿En qué parte de la Biblia encontramos la base para decir eso? Dios tomó una costilla del cuerpo del hombre para crear a una mujer; no tomó dos o más costillas para crear varias mujeres. Creó solo a una. Es decir, Dios creó una sola mujer para el único hombre que había creado. Eso significa que solo había una compañera para él. El hombre solo tenía otra mitad, y lo mismo sucedía con la mujer. Además, al mismo tiempo, Dios advirtió a la mujer: “Tu deseo será para tu marido”. ¿Quién es tu marido? Es la persona con la que contraes matrimonio, y nadie más. No es tu amante secreto, ni el famoso al que idolatras, ni el príncipe azul de tus sueños. Es tu esposo, y solo tienes uno. Ese es el matrimonio que Dios ha ordenado: la monogamia. ¿Queda plasmado en las palabras de Dios? (Sí). Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea para él”.* Dios no dijo que fuera a hacer unas cuantas o muchas ayudas idóneas para él, no era necesario. Con una bastaba. Dios tampoco dijo que una mujer debería casarse con varios hombres, ni que un hombre debería tener varias esposas. Dios no hizo varias esposas para un solo hombre, ni tomó una costilla de varios hombres diferentes para hacer varias mujeres, por lo que la esposa de un hombre solo puede ser la mujer creada a partir de su propia costilla. ¿No es verdad? (Sí). Por consiguiente, en la evolución posterior de la humanidad, surgieron la poliginia y la poliandria. Tales uniones son anormales y no constituyen un matrimonio en absoluto. No es más que fornicación. Se aplica una excepción en algunas circunstancias particulares, como que el hombre muera y la mujer se vuelva a casar. Eso lo ordena y dispone Dios, está permitido. En resumen, en el matrimonio siempre se ha mantenido la monogamia. ¿No es así? (Sí). Fijémonos en el mundo natural. El ganso salvaje es monógamo. Si un humano mata a uno de los miembros de la pareja, el otro ganso nunca se vuelve a “casar”, sino que se convierte en un animal solitario. Se dice que, cuando vuelan en bandada, el que va a la cabeza suele ser un ganso solitario. Las cosas son difíciles para él. Ha de hacer aquello que los otros gansos de la bandada no quieren hacer. Mientras los otros gansos comen o descansan, se encarga de mantener a salvo al resto de la bandada. No puede dormir ni comer; debe prestar atención a la seguridad de su entorno para proteger a la bandada. Hay muchas cosas que no tiene permitido hacer. Solo puede permanecer en soledad, sin encontrar otro amor. No puede unirse a otra pareja para el resto de su vida. Los gansos salvajes siempre siguen las reglas que Dios ha ordenado para ellos, nunca cambian, ni siquiera en la actualidad, pero los seres humanos han dado un giro. ¿Por qué los humanos han cambiado? Porque Satanás los ha corrompido y viven en la perversidad y la promiscuidad, no pueden mantener la monogamia ni conservar sus roles matrimoniales, así como tampoco cumplir con las responsabilidades y obligaciones que les corresponden. ¿Acaso no es verdad? (Lo es).
Sigamos leyendo. Dios dijo: “Tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti”. ¿Qué significa “tener dominio”? ¿Gobernar con una vara? ¿Convertir a las mujeres en esclavas? ¿Es eso lo que significa? (No). ¿Entonces qué? (Cuidarla y ser responsable de ella). Esta idea de “responsabilidad” es un poco más acertada. Ese dominio está relacionado con el hecho de que la mujer tienta al hombre a pecar. Dado que primero la mujer vulneró las palabras de Dios y fue tentada por la serpiente, y luego condujo al hombre a caer en la misma tentación, a traicionar a Dios, Dios estaba un poco enfadado con ella, y por eso le exigió que se abstuviera de tomar la iniciativa y pidiera consejo al hombre para todo lo que hiciera; lo mejor para ella era permitir que el hombre fuera el amo. Entonces, ¿se les da a las mujeres la oportunidad de ser el ama? Se les puede dar. Una mujer puede dejarse aconsejar por su marido y también puede ser el ama, pero lo mejor es que no tome decisiones por sí misma; debe seguir el consejo de su esposo, de su hombre. Es mejor que consulte con su hombre en relación con asuntos importantes. Como mujer, no solo es necesario que acompañes a tu esposo, sino también que lo ayudes con las tareas del hogar. Más importante aún, el papel que tu esposo debe desempeñar en la familia y en tu matrimonio es el de amo, por lo que debes seguir su consejo en todo lo que hagas. Debido a las diferencias entre sexos, las mujeres no tienen ventaja sobre los hombres en cuanto a pensamientos, paciencia, perspectivas o cualquier tipo de asuntos externos. En cambio, los hombres llevan ventaja sobre las mujeres. Por lo tanto, con base en esta diferencia entre sexos, Dios ha concedido a los hombres una autoridad única: en la familia, el hombre es el amo y la mujer su ayudante. La mujer necesita asistir a su esposo o acompañarlo en la gestión de los asuntos de pequeña y gran importancia. Pero cuando Dios dijo “él tendrá dominio sobre ti”, no quiso decir que los varones tengan mayor estatus que las mujeres, o que los hombres deban dominar la totalidad de la sociedad. Eso no es así. Al decir eso, Dios solo se refería al matrimonio; solo hablaba de las familias y de asuntos domésticos triviales de los que se encargan hombres y mujeres. En lo que se refiere a asuntos banales del hogar, Dios no exige que el hombre controle u obligue a la mujer en todo; más bien, el hombre necesita asumir activamente las cargas y responsabilidades de su familia, y al mismo tiempo, debe atender a la mujer, que es relativamente débil, y le ha de proporcionar una orientación correcta. Como se puede observar a partir de este punto, a los hombres se les han dado algunas responsabilidades únicas. Por ejemplo, el hombre debería tomar la iniciativa al asumir la responsabilidad con respecto a asuntos importantes relativos a lo que está bien y lo que está mal, y no debería arrojar a la mujer a la sima de fuego, ni permitir que sufra ninguna humillación, acoso ni escarnio social. El hombre debería tomar la iniciativa a la hora de asumir esa responsabilidad. Eso no significa que, acogiéndose a las palabras de Dios “él tendrá dominio sobre ti”, pueda dirigir a la mujer con una vara, o que pueda controlarla o convertirla en una esclava para tratarla como le venga en gana. Bajo las condiciones previas y en el marco del matrimonio, el hombre y la mujer son iguales ante Dios; lo que sucede es que el hombre es el esposo, y Dios le ha asignado tal derecho y responsabilidad. Solo se trata de un tipo de responsabilidad, no de un poder único, y no es razón para no tratar a una mujer como a otra cosa que no sea una persona. Los dos sois iguales. Dios creó a ambos, al hombre y a la mujer, lo que ocurre es que al hombre se le hace un requerimiento único, que es, por un lado, llevar la carga y responsabilidad de la familia, y por otro, que cuando surjan cuestiones importantes, el hombre debe dar un valiente paso adelante y asumir las responsabilidades y obligaciones que le corresponden en su rol de hombre, de esposo, que son: proteger a la mujer, esforzarse al máximo para evitar que esta haga cosas que no corresponden a una mujer o, si hablamos de manera coloquial, evitar que se vea en dificultades, que sufra como no debería sufrir una mujer. Por ejemplo, para elevar su posición, vivir bien y enriquecerse, para perseguir la fama, el beneficio y el estatus, y para que otros piensen bien de ellos, algunos hombres entregan sus esposas a sus jefes como concubinas o amantes, prostituyendo así la carne de sus mujeres. Tras haber vendido a sus esposas, una vez logran sus objetivos, dejan de valorarlas y no las quieren. ¿Qué tipo de hombre es ese? ¿Existen hombres así? (Sí). ¿Acaso no es alguien diabólico? (Lo es). El objetivo de dominar a una mujer es cumplir con tus responsabilidades y protegerla. Esto se debe a que, desde un punto de vista de género fisiológico, los hombres llevan ventaja sobre las mujeres en las diversas ideas, puntos de vista, niveles y perspectivas que tienen hacia las cosas; esto es un hecho que nadie puede negar. Por lo tanto, dado que Dios ha entregado las mujeres a los hombres y ha dicho “él tendrá dominio sobre ti”, la responsabilidad que un hombre debe cumplir es la de llevar la carga de la familia o, cuando suceden cosas graves, la de proteger y mimar a su mujer, empatizar con ella y entenderla; no empujarla a la tentación, sino asumir las responsabilidades que un esposo y un hombre deben cumplir. De esta manera, en la familia y en el marco del matrimonio, cumplirás las responsabilidades y obligaciones que te corresponden, y harás que tu mujer sienta que eres digno de su confianza, que eres la persona con la que pasará su vida, que eres de fiar y que tus hombros son sólidos. Si tu mujer confía en ti, cuando necesite a su esposo para tomar una decisión a fin de resolver algunos asuntos graves, no querrás estar durmiendo, bebiendo, jugando o vagando por las calles. Todo eso es inaceptable, es cobarde. No eres un buen hombre, no has cumplido con las responsabilidades que te corresponden. Si como hombre siempre necesitas que tu mujer dé el primer paso en todos los asuntos importantes, y si arrojas a quien tiene un rol más delicado que el del hombre a la sima de fuego, si la empujas hacia donde el viento y las olas son más fuertes, hacia el remolino de complicados asuntos de diverso tipo, eso no es propio de un buen hombre, ni es la forma en que un buen esposo debe comportarse. Tu responsabilidad no es meramente hacer que tu mujer te desee, te acompañe y te ayude a vivir bien, eso no es todo; también está la responsabilidad que debes asumir. Ella ha cumplido sus responsabilidades hacia ti, ¿has cumplido tú las tuyas hacia ella? No basta con proporcionarle buena comida, ropa abrigada para vestir y alivio para su corazón; lo más importante es que, en varios asuntos destacados y en las disputas sobre lo correcto y lo incorrecto, seas capaz de ayudarla a lidiar con todo de manera precisa, correcta y adecuada, a fin de evitarle preocupaciones, para permitirle recibir beneficios reales de ti, y para demostrar que cumples con las responsabilidades que te corresponden como esposo. Esa es la fuente de la felicidad de una mujer en el matrimonio. ¿No es así? (Sí). No importa la dulzura de tus palabras, cómo la cautives o cuánto la acompañes, en los asuntos importantes, si tu mujer no puede confiar ni depender de ti, si no asumes las responsabilidades que te corresponden, y en cambio permites que una mujer delicada quede expuesta y soporte humillaciones o sufra cualquier tipo de dolor, tal mujer no podrá sentir felicidad o alegría, y no hallará en ti esperanza. Por lo tanto, a cualquier mujer que se case con un hombre así le parecerá que es desafortunada en su matrimonio, y que sus días venideros y su vida carecen de esperanza y luz, ya que se casó con un hombre poco de fiar, que no cumple con sus responsabilidades, un cobarde, un inútil y un gallina. No sentiría ninguna felicidad. Así pues, los hombres necesitan asumir sus propias responsabilidades. Por un lado, se trata de un requisito de la humanidad, y por otro, y más importante, hace falta que los hombres lo acepten de Dios. Esa es la responsabilidad y obligación que Dios ha dado a todos los hombres en el matrimonio. Por lo tanto, me dirijo a las mujeres: si quieres casarte y encontrar tu otra mitad, primero, como mínimo, debes fijarte en si el hombre es de fiar o no. Su apariencia, su altura, sus titulaciones, si es rico y si gana mucho dinero, todo eso es secundario. La clave está en observar si esa persona tiene humanidad y sentido de la responsabilidad, si sus hombros son amplios y fuertes, si cuando te apoyes sobre él caerá o será capaz de sostenerte, y si es de fiar. Concretamente, si puede cumplir o no con las responsabilidades de un esposo según lo expresado por Dios, si se trata o no de ese tipo de persona; por no mencionar que siga el camino de Dios y, como poco, tenga humanidad a Sus ojos. Cuando dos personas viven juntas, no importa si son ricas o pobres, cuál es su calidad de vida, qué hay en su casa o si su personalidad es compatible o no; como mínimo, el hombre con el que te cases debe cumplir con sus obligaciones y responsabilidades hacia ti, tener un sentido de la responsabilidad respecto a ti y llevarte en su corazón. Ya sea que te aprecie o te ame, cuanto menos, ha de tenerte en su corazón y cumplir con las responsabilidades y obligaciones que le corresponden en el marco del matrimonio. Entonces tu vida será alegre, tus días serán felices y no habrá niebla alguna en tu senda futura. Si el hombre con el que una mujer se casa inspira siempre poca confianza, huye y se esconde en cuanto ocurre algo, y se jacta y fanfarronea cuando nada va mal, como si tuviera una gran destreza y fuera varonil y viril, pero luego se ablanda cuando sucede algo, ¿crees que esa mujer estaría molesta? (Sí). ¿Sería feliz? (No). Una mujer buena y decente pensaría: “Siempre estoy cuidando de él y mimándolo, estoy dispuesta a sufrir cualquier cosa, a cumplir con mis responsabilidades como esposa, pero soy incapaz de ver un futuro con este hombre”. ¿Acaso no es doloroso un matrimonio así? El dolor que siente, ¿no lo causa el hombre, su otra mitad? (Sí). ¿Es responsabilidad de este? (Sí). El hombre debería reflexionar sobre sí mismo. No puede siempre quejarse de que la mujer es quisquillosa, de que le gusta regañar y buscarle tres pies al gato. Ambas partes deben reflexionar mutuamente sobre si están cumpliendo o no con sus obligaciones y responsabilidades, y si lo están haciendo de acuerdo con las palabras de Dios después de haberlas oído. Si no las están cumpliendo, deben dar enseguida un giro, corregirse rápidamente y remediar la situación; no es demasiado tarde. ¿Es esa una buena manera de comportarse? (Sí).
Continuemos leyendo. Después de este, hay otro mandato de Dios a Adán, el primero de los antepasados de la humanidad. Dios dijo: “Por cuanto has escuchado la voz de tu mujer y has comido del árbol del cual te ordené, diciendo: ‘No comerás de él’, maldita será la tierra por tu causa; con trabajo comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y abrojos te producirá, y comerás de las plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:17-19). Este pasaje es principalmente un mandato de Dios a los varones. Con independencia de las circunstancias, ya que se trata de una orden de Dios dirigida a los hombres, estos deben cumplir con las obligaciones y tareas que les corresponden en el contexto del matrimonio y la familia. Dios requiere que los varones se encarguen del sustento de la familia después de casarse, lo que significa que deben trabajar duro toda su vida para llevar a cabo dicha tarea. Los hombres deben aportar el sustento familiar, así que deben trabajar; en lenguaje moderno, han de conseguir un empleo y ganar dinero, o deben cultivar grano en la tierra y recoger la cosecha para mantener a su familia. Los varones deben esforzarse y trabajar para sostener a toda la familia, para proporcionarles sustento. Ese es el mandato de Dios a los esposos, a los hombres; esa es su responsabilidad. Por lo tanto, en el contexto del matrimonio, los varones no pueden insistir en cosas como: “¡Uy! Estoy mal de salud”. “Uf, es difícil encontrar trabajo en la sociedad actual, ¡estoy muy estresado!”. “Mis padres me consintieron de pequeño, ¡no sirvo para ningún trabajo!”. Si no eres capaz de hacer trabajo alguno, ¿por qué te casaste? Si no puedes mantener a una familia y no tienes la capacidad de trabajar para encargarte del sustento de toda una familia, ¿por qué te casaste? Decir eso es una irresponsabilidad. Por un lado, Dios exige a los hombres que trabajen con diligencia, y por otro, les pide que se esfuercen para obtener alimentos de la tierra. Naturalmente, en la actualidad no exige que obtengas alimentos de la tierra, pero el trabajo es una necesidad. Por eso el físico del hombre es tan fuerte y robusto, mientras que el de la mujer es débil en comparación; son diferentes. Dios creó a los hombres y a las mujeres con un físico distinto. Por naturaleza, el hombre debe trabajar y esforzarse para aportar el sustento de su familia, para mantenerla; ese es su papel, el de ser la principal fuerza de la familia. La mujer, por su parte, no recibe tal mandato de Dios. Entonces, ¿puede cosechar aquello que no ha sembrado y limitarse a esperar comer alimentos ya preparados sin tener que hacer nada? Eso tampoco está bien. Aunque Dios no ha ordenado a la mujer mantener a la familia, ella no puede simplemente quedarse de brazos cruzados. No pienses que, como es algo que Dios no ha ordenado a las mujeres, estas pueden simplemente mantenerse al margen en este asunto. No es así. Las mujeres también han de cumplir con sus responsabilidades; deben asistir a sus esposos a la hora de mantener a la familia. No basta con que una mujer sea solo una compañera, también debe ayudar a su marido a cumplir con sus responsabilidades y su misión en la familia. No puede limitarse a mantenerse al margen, mientras observa y se burla de su esposo, ni puede esperar a recibir comida ya preparada. Los dos necesitan estar en armonía. De esa manera, se cumplirán todas las obligaciones y responsabilidades que les corresponden a los hombres y a las mujeres, y se hará bien.
Vamos a seguir leyendo. Dios dijo: “Espinos y abrojos te producirá, y comerás de las plantas del campo”. Como ves, además del trabajo que Dios les ha concedido a los hombres, existen cargas adicionales. No es suficiente con tu labor, en el campo crece maleza que se ha de arrancar. Eso significa que si eres agricultor, además de plantar, tienes otras tareas que desempeñar. También has de arrancar la maleza y no puedes quedarte de brazos cruzados; debes trabajar lo bastante duro para mantener a tu familia, tal como dijo Dios: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan”. ¿Qué significa esa frase? Significa que sobre los hombres recae un peso adicional además del trabajo. ¿Hasta cuándo? “Hasta que vuelvas a la tierra”. Hasta que exhales tu último aliento, cuando termines el periplo de la vida, entonces ya no necesitarás actuar de esa manera, y habrás cumplido con tus responsabilidades. Esa es la instrucción y el mandato de Dios a los hombres, así como la responsabilidad y la carga que les ha impuesto. Estés o no dispuesto a ello, es algo que ordena Dios y no puedes eludirlo. Por lo tanto, en toda la sociedad o la humanidad, ya se contemple desde un punto de vista subjetivo u objetivo, los hombres sufren de mayor estrés en su supervivencia en la tierra en comparación con las mujeres, y resulta inevitable decir que es a causa de la ordenación e instrumentación de Dios. Los hombres han de aceptar esa cuestión de Dios y asumir las responsabilidades y obligaciones que les corresponden. En particular, aquellos que en el marco del matrimonio tienen familias y cónyuges no deben tratar de eludir ni rehusar el cumplimiento de sus responsabilidades porque la vida sea demasiado dura, amarga o agotadora. Si dices: “No quiero tener esa responsabilidad y tampoco trabajar”, puedes optar por echarte atrás respecto al matrimonio o negarte a casarte. Así pues, antes de dar el paso, debes pensártelo bien, has de meditar y entender claramente cuáles son las responsabilidades que Dios requiere que asuma un hombre casado, si tienes la capacidad de cumplirlas, de hacerlas bien, de desempeñar correctamente tu papel, los mandatos que te hace Dios, y si puedes soportar las cargas familiares que Él te va a imponer. Si crees que te falta la fe necesaria para hacer bien todo eso, o careces de voluntad para ello, si no quieres hacerlo, rechazas esa responsabilidad y obligación, o te niegas a llevar una carga dentro del hogar y en el contexto del matrimonio, no deberías casarte. Tanto para el hombre como para la mujer, esa unión implica responsabilidades y cargas, no es un tema menor. Aunque no sea sagrado, según Mi entendimiento, el matrimonio es cuanto menos solemne, y la gente debería rectificar sus actitudes respecto a él. Su función no es entretener por medio de la lujuria de la carne, ni satisfacer las necesidades emocionales momentáneas, y mucho menos saciar cualquier curiosidad que tengas. Se trata de una responsabilidad y una obligación, y por supuesto, más si cabe, sirve para confirmar y verificar si un hombre o una mujer cuentan con la capacidad y la fe para asumir las responsabilidades del matrimonio. Si no sabes si tienes la capacidad para asumir las responsabilidades y obligaciones del matrimonio, si desconoces por completo la carga que suponen, si no quieres casarte, o incluso si la mera idea te pone enfermo; si no quieres aceptar las responsabilidades y obligaciones de la vida familiar, sean triviales o de mayor calado, y quieres permanecer soltero; si dices: “Dios dijo que no es bueno estar solo, pero yo creo que es bastante agradable”, puedes rechazar el matrimonio, o incluso abandonar el que tienes. Esto varía de un individuo a otro, y cualquiera tiene libertad para elegir. Pero, digas lo que digas, si miras lo que recoge la Biblia sobre los dichos y ordenaciones que expresó Dios respecto al primer matrimonio de la humanidad, verás que no se trata de un juego ni de un asunto trivial. Por supuesto, no es ni mucho menos la tumba que la gente describe. Lo dispone y ordena Dios. Desde los principios del hombre, Dios lo ordenó y dispuso. Así que esos dichos mundanos como “El matrimonio es una tumba”, “El matrimonio es una ciudad sitiada”, “El matrimonio es una tragedia”, “El matrimonio es un desastre”, etcétera, ¿acaso tienen algo de fundamento? (No). No lo tienen. Solo reflejan el entendimiento que tiene la humanidad corrupta después de tergiversarlo, corromperlo y estigmatizarlo. Después de la tergiversación, la corrupción y la estigmatización del matrimonio adecuado, también lo critican, escupen algunas falacias improcedentes y sueltan palabras endiabladas sobre él, lo cual también desorienta a aquellos que creen en Dios y provoca que alberguen puntos de vista incorrectos y anormales al respecto. ¿A vosotros también os han desorientado y corrompido? (Sí). Entonces, gracias a nuestra charla, una vez obtenido un entendimiento preciso y correcto, cuando alguien os vuelva a preguntar: “¿Sabes qué es el matrimonio?”, ¿seguirás diciendo que “es una tumba”? (No). ¿Es correcto este enunciado? (No). ¿Deberías decir algo así? (No). ¿Por qué no? Dado que Dios lo dispone y ordena, los seres humanos deberían darle un trato correcto. Si actúan sin control y dan rienda suelta a su lujuria, se enredan en la promiscuidad y provocan consecuencias malignas, si dicen que es una tumba, lo único que puedo asegurar es que están cavando la suya propia y se están metiendo en problemas. No pueden quejarse. Eso no tiene nada que ver con Dios. ¿Me equivoco? Afirman que es una tumba a raíz de la tergiversación y condena que ejerce Satanás respecto al matrimonio y a una cuestión positiva. Cuanto más positiva es una cosa, más la tergiversan Satanás y la humanidad corrupta para transformarla en algo perverso. ¿Acaso no es eso maldad? Si alguien vive en pecado, se entrega a la promiscuidad y a los triángulos amorosos, ¿por qué nadie lo dice? Si una persona fornica, ¿por qué la gente no lo menciona? En un matrimonio apropiado no hay fornicación ni promiscuidad, tampoco es un medio para satisfacer las lujurias de la carne ni un asunto trivial y, por supuesto, ni mucho menos es una tumba. Es algo positivo. Dios ha ordenado y dispuesto el matrimonio humano, y ha encomendado comisiones y dado órdenes al respecto. Desde luego, ha impuesto además responsabilidades y obligaciones a ambas partes por medio de Su mandato, y también ha expresado dichos que determinan lo que constituye un matrimonio. Este solo puede estar compuesto por un hombre y una mujer. En la Biblia, ¿creó Dios a un hombre, luego creó a otro y al final los casó a los dos? No, no existe el matrimonio homosexual entre dos hombres o dos mujeres. Solo existe el de un hombre con una mujer. El matrimonio se compone de un hombre y una mujer, que no solo son compañeros, sino también ayudantes que se acompañan mutuamente, se cuidan y cumplen con sus responsabilidades respecto al otro, viven bien y comparten de un modo adecuado las sendas de sus vidas, cada etapa complicada de la existencia, cada periodo diferente y único; y por supuesto, también sobrellevan los momentos comunes y corrientes. Esa es la responsabilidad que ambas partes deben asumir, y también es lo que Dios les encomienda. ¿De qué encomienda hablamos? De los principios a los que la gente debe atenerse y ha de practicar. Por tanto, el matrimonio resulta significativo para todos los que se casan. Causa un efecto suplementario en tu experiencia personal y en tu conocimiento, así como en el crecimiento, la madurez y la perfección de tu humanidad. En cambio, si no estás casado, si te limitas a vivir con tus padres o permaneces solo toda la vida, o si tienes una unión anormal, inmoral y sin la ordenación de Dios, no tendrás experiencia de vida, conocimiento ni encuentros, así como tampoco el crecimiento, la madurez ni la perfección de la humanidad que obtendrías con un matrimonio apropiado. En este, más allá de que ambos miembros disfruten de mutua compañía y apoyo, no cabe duda de que también experimentan los desacuerdos, las disputas y contradicciones que surgen en la vida. A su vez, viven juntos el dolor de tener hijos, la experiencia de educarlos y criarlos, y la de mantener a sus ancianos, mientras ven a la próxima generación crecer, casarse y tener hijos igual que hicieron ellos, repitiendo así sus pasos. De ese modo, la experiencia, el conocimiento o los encuentros en la vida de las personas son bastante ricos y variados, ¿verdad? (Sí). Si hubieras tenido semejante experiencia de vida antes de creer en Dios, antes de aceptar Su obra, Sus palabras, Su juicio y castigo, y si pudieras adorarlo y seguirlo después de empezar a creer en Él, entonces habría en tu vida un poco más de abundancia que en la de la mayoría, y tu experiencia y entendimiento personales serían un poco mayores. Por supuesto, todo esto de lo que hablo se basa en la premisa de que, en el marco del matrimonio tal como lo ha ordenado Dios, debes llevar a cabo con seriedad tus propias responsabilidades y obligaciones, las de los hombres y las de las mujeres, las de los esposos y las de las esposas. Es algo imprescindible. Si no cumples con ellas, entonces tu unión será un desastre, fracasará y se acabará rompiendo. Experimentarás un matrimonio roto y fallido, a lo que habrá que sumar los problemas, los enredos, las molestias y las turbulencias que te acarreará. Si las dos partes que contraen matrimonio no pueden tomar la iniciativa y llevar a cabo sus responsabilidades y obligaciones por sí mismas, discutirán y se contradirán. Con el tiempo, las discusiones serán más frecuentes, las contradicciones más profundas, y empezarán a aparecer grietas en su unión. Esas grietas permanecerán abiertas, serán incapaces de reparar el espejo roto que es su matrimonio, y este sin duda se encaminará hacia la ruptura, hacia la destrucción; no cabe duda de que será fallido. Entonces, desde tu óptica, la unión que ordenó Dios no se ajusta a tus deseos y la consideras inadecuada. ¿Por qué piensas así? Porque no haces nada acorde a las exigencias y mandatos de Dios en ese contexto, persigues con egoísmo la satisfacción de tus propias exigencias, de tus propias preferencias y deseos y de tu imaginación. No te refrenas ni cambias por el bien de tu pareja, no sufres ningún dolor. En su lugar, solo haces énfasis en tus propias excusas, en tu beneficio propio y tus preferencias, y nunca piensas en tu pareja. ¿Qué acabará sucediendo? Tu matrimonio se romperá. El origen de esa ruptura son las actitudes corruptas de las personas. Son demasiado egoístas, así que incluso el esposo y la esposa, que deberían ser uno, son incapaces de vivir juntos en armonía, de empatizar, de entenderse, consolarse y aceptarse, o de cambiar y renunciar a cosas por el otro. Aquí se observa lo corrupta que se ha vuelto la humanidad. El matrimonio no puede poner freno a la conducta de las personas ni hacerles renunciar a sus deseos egoístas, así que no existen principios morales ni buenas prácticas surgidos de la sociedad que permitan mejorar a las personas o preservar su conciencia y razón. Así pues, la gente debería llegar a conocer el matrimonio del modo que lo ordenó Dios por primera vez para el hombre. Por supuesto, también debería entender ese asunto a partir de Dios. El entendimiento de toda la cuestión a partir de Dios es puro, y cuando la gente lo alcance, el ángulo y el enfoque desde los que vean esa unión serán los correctos. Y deben serlo para que las personas no solo conozcan el concepto y la definición correcta de matrimonio, sino también para permitirles contar con un método de práctica adecuado, acertado, preciso, apropiado y razonable a la hora de afrontar el matrimonio, a fin de que ni Satanás ni las diversas ideas de las tendencias perversas del mundo las desorienten respecto a la manera de tratarlo. Cuando elijáis el matrimonio con arreglo a las palabras de Dios, las mujeres debéis ver con claridad si vuestra pareja es el tipo de persona que puede cumplir con las responsabilidades y obligaciones de un hombre tal como las ha expresado Dios, si es digno de que le confiéis toda vuestra vida. Los hombres debéis tener claro si esa mujer es el tipo de persona que puede dejar de lado su propio beneficio por el bien de la vida familiar y de su esposo, si es capaz de corregir sus fallos y defectos. Debes considerar todo eso y más. No te bases en tu imaginación ni en aficiones o intereses pasajeros, y mucho menos en las ideas erróneas de amor y romanticismo que Satanás te inculca para elegir a ciegas una pareja. Con esta charla, ¿le quedan claros a todo el mundo las ideas, puntos de vista, posturas y planteamientos que se han de tener sobre el matrimonio, así como la práctica que se debe elegir y los principios que se han de defender en cuanto a este? (Sí).
Hoy aún no hemos hablado de desprenderse de las búsquedas, los ideales y los deseos del matrimonio, solo hemos aclarado la definición y el concepto de este. ¿Acaso no me he expresado con claridad sobre el tema? (Sí). Lo he hecho. ¿Todavía tenéis alguna queja sobre el matrimonio? (No). Y en cuanto a la persona con la que una vez estuviste casado, a la que dejaste, ¿le guardas algún rencor? (No). ¿Siguen presentes vuestros entendimientos y opiniones anormales y sesgados sobre el matrimonio, o incluso esas fantasías infantiles que no concordaban con la realidad? (No). Ahora deberíais ser más realistas. Sin embargo, el matrimonio no se reduce a las necesidades cotidianas. Afecta a la vida de personas con humanidad normal, a sus responsabilidades y obligaciones, y además, intervienen los estándares y principios más prácticos sobre los que Dios ha advertido a la gente, los que les ha impuesto y ordenado seguir. Estas son las responsabilidades y obligaciones que la gente debe cumplir y asumir. Esta es la definición concreta de matrimonio y la importancia de la existencia concreta de este, que aquellos con una humanidad normal deben poseer. Muy bien, hemos terminado por hoy. ¡Adiós!
7 de enero de 2023
Notas al pie:
a. El texto original no contiene la frase “El supuesto ‘amor romántico’ del hombre es solo la unión del amor y la pasión”.
b. El texto original no contiene la frase “como dicen en algunos países”.