La importancia de perseguir la verdad y la senda de su búsqueda
Justo ahora, el hermano ha hablado sobre la temática de la búsqueda de la verdad. Después de haber hablado tanto sobre esto, ¿sentís que perseguir la verdad es lo más importante y que si creéis en Dios, pero no perseguís la verdad, no ganaréis nada? Quizás ahora algunos estéis preparados y hayáis tomado la decisión de perseguir la verdad con esmero, trabajar duro en la palabra de Dios y esforzaros por entender y practicar más la verdad. ¿Es esta la mentalidad correcta? Por supuesto que lo es. No es normal si después de hablar tanto todavía no habéis tenido ninguna reacción, y en ese caso estas palabras serán en vano. La verdad es lo más importante para todos los que sinceramente creen en Dios y anhelan que aparezca, y para todos los que aman la verdad y esperan ganar la salvación de Dios en los últimos días. Perseguir la verdad es más importante que cualquier otra cosa: es más importante que nuestros trabajos, nuestras vidas o nuestras perspectivas carnales. ¿Reconocéis ahora la importancia de perseguir la verdad? Sin duda, estáis experimentando ciertos sentimientos en vuestros corazones, reconociendo que perseguir la verdad es lo más importante en vuestras vidas, un suceso vitalicio para todos y cada uno de vosotros, por así decirlo. Después de escuchar tanta enseñanza, puede que todos tengáis ahora en vuestros corazones la base, el conocimiento, el sentimiento y la comprensión. El conocimiento y los sentimientos como estos son correctos y precisos, y demuestran que lo que habéis comprendido está en consonancia plena con la palabra de Dios, con lo que os hará a cada uno y con Sus intenciones.
La mayoría de las personas creen en Dios tan solo para recibir bendiciones. Aunque entiendan un poco la verdad, no pueden renunciar a su intención de que se les bendiga. ¿Cuál es la actitud del hombre hacia la verdad? En su corazón, la mayoría de las personas son reacias a la verdad y ni siquiera les importa, puesto que el hombre es ajeno a ella. No entiende qué es la verdad, mucho menos de dónde viene, por qué debería perseguirla, por qué debería aceptarla, por qué debería practicarla o por qué Dios expresa tanto sobre ella. Estas preguntas son ajenas a todas las personas, y estas nunca las han tenido en cuenta ni se han expuesto a ellas. Ahora que Dios está haciendo la obra del juicio de los últimos días y ha expresado tantas palabras, entramos en contacto con muchos asuntos que abarcan todos los aspectos de la verdad en la senda de la creencia en Dios. No hay salida sin buscar la verdad, por lo tanto, necesitamos entenderla y debemos leer las palabras de Dios bajo la luz de la realidad. Todas las oraciones de la palabra de Dios son la verdad y esta se tiene que experimentar personalmente para poder entenderla. Porque desde que se nace hasta que se llega a la edad adulta, pasando por conseguir un trabajo, casarse y forjar una carrera laboral, todo el entorno en el que vive una persona (incluyendo la gente, los acontecimientos, las cosas con las que entra en contacto y todo lo que le ocurre) está de hecho relacionado con la verdad, pero ni una sola persona ve estas cosas en términos de la verdad. Por ese motivo se dice que todo el mundo es ajeno a la verdad. Nadie en toda la humanidad entiende la verdad, por lo tanto, esto requiere que empecéis a afrontar, a aceptar y a perseguir la verdad a partir de ahora. Es necesario. Si aún no has entendido que creer en Dios requiere perseguir la verdad y que solo la verdad puede cambiarte, perfeccionarte, traerte la salvación y acercarte de verdad a Dios, si no entiendes estas cosas, entonces no te interesará la verdad, no podrás perseguirla y perderás tu entusiasmo por el camino. Algunas personas dicen: “Creer en Dios es suficiente para vivir una vida en la iglesia y hacer el deber de uno. Entonces, ¿por qué tenemos que perseguir la verdad? No hacemos el mal ni seguimos a otros, ni a falsos líderes o anticristos, resistiéndonos a Dios. Todos entendemos algunas doctrinas sobre la creencia en Dios y podemos sostener nuestra fe en Él hasta el final. Por lo tanto, no es necesario que entendamos verdades tan profundas”. ¿Es correcto este punto de vista? (No). ¿Por qué no? (Porque Dios solo puede salvar a las personas cuando han alcanzado la verdad). Correcto. En su corazón, algunas personas son ahora vagamente conscientes de la importancia de la verdad para la salvación de la humanidad. Puede que todavía estén lejos de ver con claridad el valor y el significado de la verdad que se convierte en la vida del hombre, pero este sentimiento y esta consciencia en sus corazones tienen mucho valor. La clave está en si sus sentimientos y su consciencia pueden arraigarse en el corazón de las personas, y ello depende de sus búsquedas futuras. Es bueno que tengas esta consciencia. Te da esperanzas de poder ir por el camino hacia la salvación. Perseguir la verdad es realmente importante. Por ejemplo, cuando eres negativo y débil, ¿puedes hacerte fuerte sin el apoyo y provisión de la verdad? ¿Puedes superar tus debilidades? ¿Puedes reconocer y diseccionar lo que te hace débil y negativo? ¡Claro que no! Cuando eres superficial en la realización de tus deberes, ¿puedes arreglar este carácter corrupto si no persigues la verdad? ¿Puedes conseguir la lealtad hacia Dios al hacer tus deberes? ¿Puede el hombre conocerse a sí mismo y arreglar su propia corrupción y su propia arrogancia sin buscar la verdad? El hombre siempre tiene nociones sobre Dios y está midiendo a Dios con sus propias nociones y figuraciones. ¿Se puede arreglar esto sin la verdad? No. Nos enfrentamos a elecciones en las muchas cosas que acontecen en nuestra vida. Si no entendemos la verdad, si no sabemos cuáles son las intenciones de Dios y qué es lo que Él pide de nosotros, entonces no tenemos manera de practicar. Por consiguiente, revelaremos nuestras actitudes corruptas, cometeremos errores fácilmente y tomaremos la senda equivocada. ¿Se puede arreglar el carácter corrupto de la existencia del hombre con las palabras y doctrinas que entiende? Si no se busca la verdad, se puede decir que no hay principios para nada que se haga en la vida, ni sendas a seguir ni objetivos o direcciones. Si este es el caso, entonces todo lo que hacéis es contrario a los principios-verdad, una señal de resistencia a Dios y una traición hacia Él, y Dios detestará y maldecirá vuestras acciones. Si vivís según vuestras actitudes corruptas, ninguno de vosotros se salvará a menos que aceptéis el juicio y castigo de Dios. Por lo tanto, antes de entender realmente la verdad, todos tendrán que enfrentarse en parte al juicio y castigo, a la reprensión y la disciplina. Todo esto tiene como objetivo hacer que las personas obtengan la verdad y se desprendan de sus actitudes corruptas.
Aunque entendéis parte de las doctrinas de la creencia en Dios, soléis sentiros confusos cuando experimentáis todo. Os sentís perdidos e incapaces de captar las intenciones de Dios, no sabéis qué practicar y por mucho que os preocupéis no encontráis una solución. Queréis buscar enseñanzas, pero no sabéis cuál es el problema, queréis buscar respuestas en la palabra de Dios, pero Su palabra no tiene límite y vosotros no tenéis objetivos. ¿Acaso no suele ser así? Esto es una señal de que los nuevos creyentes no saben cómo buscar la verdad en todas las cosas. Por lo tanto, la mayoría de preguntas que hacéis en las reuniones no están relacionadas con la verdad, al igual que la mayoría de las palabras que compartís. Esto muestra que la mayoría de las personas no saben cómo practicar la verdad en la vida real, ni saben cómo buscarla cuando les suceden acontecimientos, mucho menos tienen la verdad como principio y objetivo de su práctica. ¿Constituye esto una dificultad para todos? Si hubieras captado el principio de la verdad y entendido su esencia en los sucesos que te acontecen, ¿seguirías estando confuso tan a menudo? Seguramente no. Aunque sientas confusión, esto se debe a que o bien tu entendimiento de la verdad es muy poco profundo, o bien tu experiencia de la verdad es limitada. No puedes comprender las intenciones de Dios, tu corrupción aún no se ha arreglado y sientes dolor en tu corazón. ¿Cuál es vuestra mayor dificultad al perseguir ahora la verdad? ¿Es que tenéis miedo cuando se os presenta un tema de la verdad para hablar sobre él? ¿Teméis expresar las palabras y doctrinas y no ser capaces de comunicar la realidad? ¿Teméis aún más estar perdidos cuando os ocurran cosas? (Sí). Esto es porque no tenéis la verdad en vuestro corazón. Si la tuvierais, no os resultaría tan difícil lidiar con ellas. Algunas personas no saben qué hacer cuando les suceden acontecimientos. Saben buscar la verdad en la palabra de Dios, pero la respuesta correcta no está disponible inmediatamente, por lo tanto, adoptan una solución de compromiso. Es decir, se contentan con un entendimiento literal del significado de la palabra de Dios y cumplen los preceptos. Si oran y sus corazones están en paz y reconfortados, y si preguntan a sus hermanos y hermanas y estos no tienen más conocimientos que ellos, entonces sienten que practicar de esta forma es suficiente. En realidad, esta práctica dista mucho del estándar de verdad, de la realidad de la verdad y de las intenciones de Dios. Este no es el principio de practicar la verdad. Si deseas practicar y comprender la verdad, entonces, primero debes buscarla cuando te suceden cosas en tu vida cotidiana. Es decir, debes ver las cosas basándote en las palabras de Dios y en la verdad; cuando la esencia del problema esté clara para ti, entonces sabrás cómo practicar de acuerdo con los principios-verdad. Y si ves siempre las cosas según las palabras de Dios, podrás ver la mano de Dios —los hechos de Dios— en todo lo que sucede a tu alrededor. No importa lo que ocurra a su alrededor, algunas personas piensan que no tiene nada que ver con su fe en Dios o con la verdad; simplemente siguen sus propias inclinaciones, reaccionando según las filosofías de Satanás. ¿Pueden aprender así alguna lección? Desde luego que no. Por esta razón, muchas personas llevan creyendo en Dios diez o veinte años y siguen sin comprender la verdad o la entrada en la vida. Son incapaces de incorporar a Dios en su vida cotidiana, o de abordar todo lo que ocurre a su alrededor según las palabras de Dios y, por eso, cada vez que les ocurre algo, no pueden verlo por lo que es en realidad ni son capaces de gestionarlo según los principios-verdad. Tales personas no tienen entrada en la vida. Algunas personas solo ocupan su mente cuando están leyendo las palabras de Dios en la congregación; en esos momentos, son capaces de hablar sobre un pequeño conocimiento, pero no pueden implementar las palabras de Dios con nada que les suceda en la vida real ni saben cómo practicar la verdad, y por eso piensan que todo lo que ocurre en su vida diaria no tiene ninguna conexión con la verdad, ninguna relación con las palabras de Dios. En su fe en Dios, es como si trataran Sus palabras y la verdad como un área de conocimiento, como algo completamente divorciado de su vida cotidiana y totalmente separado de su visión de las cosas, de sus objetivos y búsquedas de vida. ¿Y qué hay de esa forma de creer en Dios? ¿Serán capaces de entender la verdad y entrar en la realidad? Cuando creen en Dios de esta manera, ¿son seguidores de Dios? No se trata de alguien que crea de verdad en Dios, y mucho menos es un seguidor Suyo. Todos los problemas de su vida cotidiana —incluyendo todos los que tienen que ver con la familia, el matrimonio, el trabajo o sus perspectivas— los ven como si no tuvieran conexión con la verdad, y por eso tratan de resolverlos con métodos humanos. Experimentando así, nunca obtendrán la verdad, nunca podrán comprender qué es lo que Dios quiere conseguir para las personas, y el efecto que desea lograr en ellas. Dios expresa la verdad para salvar a las personas, para purificar y transformar su carácter corrupto, pero estas no son conscientes de que solo si aceptan y persiguen la verdad podrán resolver su propio carácter corrupto; no son conscientes de que solo cuando experimentan y practican las palabras de Dios en su vida cotidiana pueden obtener la verdad. ¿Acaso no son tales personas tontas e ignorantes? ¿No son las más insensatas y ridículas? Algunas personas nunca han perseguido la verdad en su fe en Dios. Piensan que la fe en Dios significa ir a la congregación, orar, cantar himnos, leer las palabras de Dios; hacen hincapié en las ceremonias religiosas, y jamás practican ni experimentan las palabras de Dios. Así es como la gente de la religión cree en Dios. Y cuando la gente trata algo tan importante como la fe en Dios como una convicción religiosa, ¿acaso no pertenecen a los incrédulos? ¿Acaso no son no creyentes? Perseguir la verdad requiere experimentar muchos procesos. Tiene un lado simple y, asimismo, un lado complejo. Sencillamente, debemos buscar la verdad y practicar y experimentar las palabras de Dios en todo lo que sucede a nuestro alrededor. Una vez que comiences a hacerlo, te resultará cada vez más evidente cuánta verdad necesitas recibir y perseguir en tu fe en Dios y que la verdad es muy práctica y es vida. Dios salva a la humanidad para que esta pueda obtener la verdad como vida. Toda la humanidad creada debe aceptar la verdad como vida, no solo aquellos que cumplen con sus deberes, que son líderes y obreros o que sirven a Dios. Las palabras de Dios van dirigidas a toda la humanidad, y Él le habla a toda esta. Por tanto, todos los seres creados y toda la humanidad deben aceptar las palabras de Dios y la verdad, buscar la verdad en todas las cosas, y luego practicar según los principios-verdad para que puedan llegar a ser capaces de practicar y someterse a la verdad. Si solo los líderes y los obreros tuvieran la obligación de practicar la verdad, esto sería completamente contrario a la intención de Dios, porque la verdad expresada por Dios es para toda la humanidad, y está expresada con el propósito de salvarla, no solo para salvar a unas pocas personas. Si así fuera, las palabras expresadas por Dios tendrían poco sentido. ¿Ya tenéis una senda de búsqueda de la verdad? ¿Qué es lo primero que hay que practicar al perseguir la verdad? Ante todo, debéis dedicar más tiempo a comer y beber de las palabras de Dios y a escuchar sermones y enseñanzas. Cuando afrontéis un problema, orad y buscad más. Cuando os hayáis dotado de más verdades, cuando crezcáis rápidamente y tengáis estatura, podréis cumplir un deber, acometer algo de trabajo y podrán superar algunas pruebas y tentaciones. En ese momento notaréis que realmente habéis comprendido y recibido algunas verdades, y percibiréis que las palabras de Dios son toda la verdad, que son las verdades más necesarias para la salvación de la humanidad corrupta, y que son la verdad de la vida otorgada por el único Creador. En este momento, no tenéis experiencia, solo un pequeño anhelo en vuestro corazón. Sentís que las palabras de Dios son profundas y que contienen demasiadas cosas que no podéis obtener, y demasiadas verdades que no podéis comprender. La esencia de algunas cosas todavía no está clara y sentís que vuestra comprensión de la verdad es demasiado superficial. Lo que pasa es que vuestro corazón anhela mucho y tenéis mucha energía, pero que podáis obtener la verdad o no depende de cómo la practiquéis y persigáis en el futuro.
En la obra del juicio de los últimos días, imagina si Dios solo expresase algunas verdades simples: nada demasiado profundo, mucho menos con demasiada relación con juzgar y desenmascarar a las personas, sino solo una pequeña palabra relacionada con lo que la gente puede aceptar y lo que sus mentes pueden comprender, tan solo palabras de promesas y bendiciones u otras de exhortación. Aunque las personas acepten estas palabras, ¿pueden alcanzar la salvación? Veamos un ejemplo. Supongamos que Dios simplemente dice: “La corrupción que tenéis es demasiado profunda. Ninguno de vosotros posee la verdad y no tenéis lealtad hacia Mí. Vuestra esencia-naturaleza se ha convertido en naturaleza satánica, os habéis convertido en Satanes vivientes. Sois hostiles a Mí, y no tenéis amor por la verdad”. Después, les dice a las personas: “¡Id y averiguadlo!”, inmediatamente seguido de: “Bendito aquel que ama la verdad. Aquel que tiene lealtad hacia Mí podrá cumplir Mis intenciones, ir por el camino hasta el final y ganar Mi promesa”. ¿Se conmoverían los corazones de las personas si Dios simplemente les dijera esto? ¿Se esforzarían por alcanzar la verdad? ¿Cómo se sentiría la gente? “Todos hemos leído las palabras de Dios, y aunque todos tenemos actitudes corruptas, no somos personas malvadas y no nos resistiremos a Dios. Es solo que tenemos actitudes rebeldes, somos algo corruptos moralmente y de personalidad inferior, y preferimos seguir las tendencias mundanas. Ahora que entendemos algunas verdades y podemos conocernos y reflexionar sobre nosotros mismos, sin duda podemos desechar estas cosas corruptas”. ¿Hay muchas personas en este estado? Creen que entender la doctrina de creer en Dios es entender la verdad, lo cual es muy peligroso. Aquellos que predican con orgullo las palabras y doctrinas caen de inmediato y se revelan en cuanto les acontece una prueba. ¿Puede uno despojarse de un carácter corrupto sin perseguir la verdad y la aceptación del juicio y castigo? Es imposible. Deberíais tener claro que queda poco tiempo, y si no podéis sufrir y pagar el precio para ganar la verdad, malgastaréis vuestro tiempo fácilmente creyendo en Dios según nociones y figuraciones. Entonces, cuando venga la gran tribulación, no tendréis tiempo de perseguir la verdad aunque queráis, y habréis perdido por completo vuestra oportunidad de salvaros. Aunque creáis ahora en Dios, no entendéis Sus intenciones. ¿De verdad sabéis por qué Dios expresa la verdad y hace la obra del juicio? Cada palabra, cada verdad y cada tema que expresa Dios es relevante y extremadamente beneficioso para vosotros. No importa si hoy lo podéis ver, experimentar o sentir, y no importa lo mucho que hayáis ganado hasta ahora, transcurridos tres o cinco años desde vuestra experiencia, sentiréis que las palabras de Dios de hoy son verdad, ¡y lo maravilloso que es que Dios las exprese! Si Dios todavía mimase al hombre como lo hizo en la Era de la Gracia, llamándolo “el cordero de Su seno” y la oveja perdida por la que Él abandonaría a las otras noventa y nueve para encontrarla, el hombre pensaría: “La misericordia y la bondad de Dios son muy grandes, ¡el amor de Dios por el hombre es muy profundo!”. Si el hombre siempre piensa en Dios y lo mira de esta forma, no buscará realmente a Dios, no irá hacia Él, no se someterá a Él ni tendrá un corazón temeroso de Dios. Sin un entendimiento verdadero de Dios no se desechará el carácter corrupto del hombre; este tratará a Dios y a la verdad con una actitud desdeñosa y se resistirá a Dios al igual que los diablos y Satanás. Si este es el caso, el hombre nunca entenderá qué es la verdad, nunca entenderá realmente qué es creer en Dios y seguirle y qué es buscar y obtener la verdad. Esto es cierto. Si Dios no expresase estas palabras, si no castigase y juzgase hasta la última persona ni tratase a todos con palabras tan duras, entonces las personas pensarían que creer en Dios significa que han obtenido la verdad, que creer en Dios es entrar en arrebatamiento más tarde, entrar al reino y blandir el poder como un rey. Algunas personas dicen: “¡Un hombre como yo casi puede ser un centurión!”. Otros dicen: “No pido mucho. En el reino puedo vigilar las puertas o barrer las calles”. Esta es la intención original, lo ideal, y el deseo de todas las personas que creen en Dios. Dios ha dicho muchas cosas que ponen al descubierto minuciosamente las nociones y figuraciones del hombre, sus deseos extravagantes y su carácter corrupto. Nada de lo que piense el hombre se ajusta a la verdad o es compatible con Dios, y nada de lo que el hombre espera o quiere idealmente conseguir se ajusta a las intenciones de Dios. Todo esto es completamente contrario a Dios. Cuando las personas creen en Dios, se enfrentan a Sus palabras de juicio y castigo, a Sus palabras que dejan en evidencia la esencia-naturaleza del hombre, a palabras que no se ajustan a las nociones del hombre y a la forma de obrar de Dios que no se ajusta a las nociones y figuraciones del hombre. Aunque muchas personas reconocen que las palabras de Dios son la verdad, y están dispuestas a cooperar con la obra de Dios y a aceptar Su juicio y castigo, les es muy difícil cumplir Sus requisitos. Cuando se trata de perseguir la verdad, muchas personas se vuelven apáticas, y cuando se trata de compartir la verdad, se quedan dormidas y no les interesa escuchar. No obstante, si se trata de misterios, bendiciones y promesas, se animan. ¿Qué es lo que ocurre? En el fondo de sus corazones, las personas no aman la verdad, perseguirla les resulta demasiado complicado, laborioso, doloroso y un precio a pagar demasiado elevado. Si perseguir la verdad fuera tan sencillo como leer un libro de texto de primaria o una canción infantil, a algunas personas podría interesarles un poco, porque sería sencillo, fácil y no costaría nada o no habría que gastar mucha energía, pero es justo lo contrario. Perseguir la verdad no es fácil ni sencillo. No es eso, si las personas tienen el suficiente calibre para leer la palabra de Dios y entenderla, entonces entrarán de forma natural en la realidad-verdad. Entender las palabras y doctrinas no significa entrar en la realidad-verdad. Algunas personas son tan enérgicas en su creencia en Dios que toman notas en las reuniones y cuando escuchan los sermones y las enseñanzas. Sin embargo, después de un tiempo, lo piensan bien y no obtienen nada de ello: lo olvidan todo y no pueden recordar nada, aunque quieran, por lo que sienten que obtener la verdad no es fácil, y solo entonces entienden que creer en Dios no es un asunto sencillo. Otras personas sienten que han ganado y entendido mucho después de las reuniones, pero tras dormir por la noche se olvidan de todo, lo cual no difiere mucho de no haber ido a reunión alguna. Y, aun así, otros se sienten esclarecidos e iluminados después de leer la palabra de Dios. Se sienten muy complacidos consigo mismos, pero tras hablar un rato con los no creyentes, sus mentes divagan y, cuando vuelven a casa y oran a Dios, ya no le pueden sentir. Se olvidan de todo lo relacionado con la búsqueda de la verdad, el cambio de sus actitudes y su salvación a manos de Dios. Esto se debe a que son demasiado pequeños de estatura y solo entienden algunas palabras y doctrinas. La palabra de Dios aún no ha echado raíces en ellos, lo cual prueba que aún no tienen espacio para Dios en su corazón, por lo tanto, cuando tratan con asuntos externos, Dios no está al mando de sus corazones. Experimentar la palabra de Dios no es un asunto sencillo. Sin experimentar algunas pruebas, fallos y fracasos, las personas nunca obtendrán ganancias realmente y la mera memorización por sí sola no funcionará. Hoy en día, la mayoría de las personas solo empiezan a entender algunas verdades después de haber creído durante algunos años. Sienten la importancia de perseguir la verdad, especialmente tras experimentar algunos fracasos y fallos, y solo entonces empiezan a centrarse en leer la palabra de Dios, en compartir la verdad y en practicarla. Es en ese momento cuando empiezan a entrar en la realidad.
Algunas personas se preguntan: “¿Por qué cuando surge alguna dificultad u obstáculo siento que me bloqueo, no sé qué hacer y pienso que creer en Dios es demasiado difícil? ¿Por qué cuando se presentan problemas me invade la negatividad y carezco de energía para creer en Dios? ¿Por qué a veces no me interesa asistir a reuniones ni leer la palabra de Dios, pero sí me emociono al hablar de cosas de no creyentes?”. ¿Cuál es la explicación? En realidad, dada la esencia-naturaleza del hombre, se debe a que este no ama la verdad. Si las personas no aman la verdad, ¿puede su fe en Dios ser auténtica? ¿Pueden albergar a Dios en sus corazones? ¿Hay lugar para Dios en ellos? Está claro que no. Si no tienes a Dios en tu corazón y no existe en ti cabida para Él, se demuestra que no posees la verdad en tu corazón, no comprendes ninguna verdad y tampoco podrás practicarla. Por consiguiente, a la hora de reflexionar sobre la palabra de Dios y practicar la verdad, las personas se sienten apáticas y carecen de senda. Si te pidieran que ganaras dinero y te dijeran que podrías conseguir más por medio de alguna acción en particular, harías cuanto fuese posible para superar todas las dificultades y lograr tu objetivo, no temerías al fracaso y perseverarías. Existen intereses que te atraen, tu corazón está poseído por ellos. Esos intereses ocupan el primer puesto en tu corazón, y piensas que el dinero y los intereses son demasiado importantes y que no es fácil renunciar a ellos, por lo que procurarás hacer todo lo posible para alcanzar tus deseos y objetivos, sin importar el coste. Así pues, si conviertes la búsqueda de la verdad en la prioridad número uno de tu vida, creo que dejarás de carecer de senda y de tiempo, y más aún de experimentar dificultades que te entorpezcan en la búsqueda y práctica de la verdad. ¿Poseéis la determinación necesaria? Es como los padres que serían capaces de pagar cualquier precio para complacer a sus hijos. Cuando los hijos les dicen cuánto cuesta ir a la universidad, si la familia no dispone de tanto dinero, los padres piden un préstamo, hacen una colecta, buscan la manera de hacer negocios o ejercen un trabajo temporal si no pueden conseguir el dinero prestado. No importa cuánto les cueste, se las arreglarán para reunir el dinero suficiente para que sus hijos puedan ir a la universidad, a fin de contribuir al éxito de estos y ofrecerles un buen futuro. Si de verdad tuvierais esa determinación en vuestra búsqueda de la verdad, creo que no habría dificultad que no pudiera superar cualquiera de vosotros, a menos que tuviera alguna deficiencia mental o algún trastorno cerebral congénito. Salvo que hayas nacido con una discapacidad intelectual, deberías poder conseguir lo que la mente de una persona normal puede lograr, y cualquier dificultad dejaría de ser una dificultad. Porque la búsqueda de la verdad no es algo que se pueda obtener a través de las figuraciones del hombre; precisa de la obra del Espíritu Santo, y el hombre simplemente coopera. Mientras tengamos voluntad para llevarla a cabo, el Espíritu Santo nos guiará, nos apoyará y nos esclarecerá en cada momento, lo que nos permitirá superar todas las dificultades y comprender la verdad que no alcanzamos a entender. Porque lo que es imposible para el hombre es posible para Dios, y el hombre no es nada; sin la intervención de Dios, todos los grandes intentos y esfuerzos del hombre serían en vano.
En la Era de la Gracia, la gente también afirmaba que creía en Dios y lo seguía, pero su objetivo era entrar en el cielo. Las personas no hablaban acerca de practicar ni de experimentar la palabra de Dios, ni entendían lo que significaba ser salvadas. Simplemente cumplían los preceptos, asistían a los servicios religiosos y luego leían la Biblia, para después albergar una débil esperanza, con el pensamiento de que aquello era más o menos todo lo que tenían que hacer y que podrían entrar en el cielo cuando murieran. Esta etapa de la obra en los últimos días no es tan sencilla, y cada elemento de la obra de Dios es una realidad por la que debemos pagar un precio en la práctica, y que tenemos que buscar y experimentar de manera concreta, a fin de poder obtener la verdad de las palabras expresadas por Dios. Si las creencias de la gente todavía se parecieran a las de la Era de la Gracia, y las personas simplemente se reunieran cada semana, leyeran la Biblia y luego oraran, cantaran y alabaran a Dios, con la esperanza de subir arrebatadas al cielo o de ascender al tercer cielo, ¡cuánta arrogancia feroz podría llegar a tener una persona! La especie humana corrupta es así. No importa cómo obre Dios; siempre que prometa algo al hombre, este se aferrará a dicha promesa y en todo momento se la tomará como un precepto, sin perseguir nunca la obra de Dios ni Sus intenciones en lo más mínimo, sino simplemente esperando subir arrebatado al cielo. Las personas no saben lo que son, sueñan con cosas agradables y aspiran a grandes logros. Ninguna de ellas piensa que es de naturaleza satánica ni mucho menos que es objeto de perdición. Todas piensan que creen sinceramente en Dios, han sufrido mucho en el desempeño de sus deberes y nunca lo han traicionado, Dios las salvará y con toda certeza podrán entrar en el reino de los cielos. Este planteamiento es incorrecto, y de hecho no comprenden la verdad en absoluto. Sobre todo cuando las personas empiezan a creer en Dios, son desobedientes, rencorosas y especialmente arrogantes, todos los demás les desagradan y se consideran superiores, incluso a Dios. Aunque una persona haya aceptado a Cristo, eso no significa que sea capaz de aceptar lo que Cristo dice o todo lo que Cristo ha hecho. Aceptan esta etapa de la obra de Dios solo de palabra, y aceptan al Dios encarnado de la misma forma, pero eso no significa que no tengan nociones, figuraciones y resistencia a los actos de Dios. Algunas personas se emocionan y entusiasman cuando ven a Cristo, y sienten en el corazón que han sido bendecidas y que no han vivido en vano. Sin embargo, dado que no poseen la verdad y no conocen a Dios, tienen nociones cuando ven a Cristo hablar, resolver cuestiones y mostrar ciertas actitudes en relación con alguien; incluso tienen nociones, opiniones e ideas acerca de lo que Cristo come y viste, así como de cada una de Sus expresiones faciales o gestos. ¿A qué se debe? Se debe a que el Dios de la imaginación del hombre es fundamentalmente diferente del auténtico Dios, y a las personas que inherentemente tienen actitudes corruptas y naturalezas arrogantes les resulta imposible no tener nociones, no oponerse y no juzgar al Hijo del hombre encarnado. Si una persona no reconoce la esencia divina de Dios, es difícil que se someta a Él y, más aún, que lo ame y lo tema. Pero, ¿cómo conocerán y tratarán al Dios encarnado las personas que han experimentado la obra de Dios durante muchos años, especialmente aquellas que han escuchado numerosos sermones y enseñanzas de Dios? Dichas personas han experimentado personalmente el proceso que las llevó de tener nociones acerca de Dios a poseer el conocimiento de Dios, desde la rebelión y la resistencia hasta la verdadera sumisión, y han experimentado en su piel que todo lo que Dios hace, cada palabra que pronuncia y todas Sus resoluciones se basan en los principios-verdad. Las personas no deberían tener nociones, y mucho menos resistencia o aversión en el corazón. Tras unos años de experiencia, cuando las personas comprendan un poco la verdad, la tratarán correctamente, y cuando alberguen un poco de la verdad en su interior como la vida misma y hayan adquirido los principios de práctica, naturalmente no harán ninguna tontería. Aquellos que son nuevos creyentes y quienes no tienen experiencia en estos asuntos son propensos a rebelarse contra Dios y a oponerse a Él, y son proclives a hacer tonterías e imprudencias. Algunas personas de naturaleza grave pueden juzgar y blasfemar contra Dios, para luego caer por completo; otras trastornan y perturban constantemente la labor de la iglesia, y son descartadas. ¿Ahora estáis todos repletos de nociones y figuraciones acerca de Dios? ¿Pensáis que creer en el Dios encarnado es demasiado difícil? Algunas personas dicen: “Antes, creer en el Señor era bastante sencillo. Simplemente nos reuníamos, escuchábamos sermones y orábamos al Señor por cosas; nadie nos pedía que practicáramos la verdad ni que nos sometiéramos a Dios, ni mucho menos nos guiaba para practicar y experimentar las palabras del Señor y perseguir la verdad. Los pastores y predicadores solamente explicaban la Biblia y nosotros podíamos interpretarla del modo que quisiéramos. Pero ahora que creemos en Dios Todopoderoso, hay tantas verdades expresadas por Él que nos resulta demasiado difícil practicar la verdad, ¡y cuesta mucho entrar en la realidad!”. ¿Alguna vez habéis pensado que, si siguierais creyendo en Dios del modo en que antes creíais en el Señor, podríais alcanzar la verdad y la vida? ¿Acaso Dios podría salvaros? (No podría). El hecho de que podáis daros cuenta de ello demuestra que habéis avanzado.
La creencia en Dios no puede basarse en figuraciones ni en nociones, y mucho menos en interés. Si crees en Dios sobre la base de un interés momentáneo o de un impulso, deberías tranquilizarte y pensar detenidamente si quieres seguir creyendo, si de verdad deseas continuar persiguiendo la verdad, si realmente eres un verdadero creyente en Dios, si ya has decidido seguir la senda de la creencia en Dios y si ya estás determinado a perseguir la verdad. ¿Por qué debemos hacer hincapié en estos aspectos? Porque aquello en lo que ahora creemos es en el Dios encarnado, y la encarnación de Dios significa que Él vino del cielo a la tierra y se convirtió verdaderamente en un humano, uno cuya apariencia es exactamente igual a la del hombre, pero que es Cristo, que es Dios mismo, no un simple hombre. De hecho, la encarnación de Dios ha llevado a cabo la obra de juzgar y purificar a las personas, ha expresado numerosas palabras, ha realizado una gran labor y ha elegido a muchas personas; el Dios encarnado realmente ha propagado Su obra y Su evangelio. Cada pedazo de esa obra práctica confirma que, para hacer realidad el deseo de Dios de salvar y perfeccionar a las personas, evidentemente estas deben experimentar de verdad Sus palabras y Su obra, a fin de que puedan obtener la verdad y someterse y adorar a Dios sinceramente. Eso es lo que Dios quiere completar. Desde el momento en que empezasteis a aceptar la obra de Dios hasta ahora, es posible que hayáis experimentado algunas cosas, ya os parecieran trascendentes, pudieran verse a simple vista o resultaran alcanzables por la mente humana; en resumen, Dios hace todo de manera práctica, trabaja con nosotros, entre nosotros y a nuestro alrededor para que podamos verlo y tocarlo. Por lo tanto, la búsqueda de la verdad es una lección práctica, y debemos buscar y practicar la verdad en todo lo que nos sucede, al tiempo que nos apoyamos en nuestros esfuerzos de cooperación a fin de obtener la verdad. La búsqueda de la verdad no es como la gente imagina. La gente piensa que leer las palabras de Dios y entender el significado literal de estas es comprender la verdad, y que siempre y cuando tengan habilidades para hablar, estarán practicando la verdad. No es tan sencillo. La búsqueda de la verdad requiere que realmente busquemos y aceptemos la verdad, que suframos y paguemos el precio por ello, que experimentemos, indaguemos, reflexionemos, compartamos, practiquemos y trabajemos duro en la vida real. Solo así podremos entrar gradualmente en la palabra de Dios y la verdad y beneficiarnos de ello. Un día, cuando entiendas lo que es la verdad y cuál es la esencia de esta, sabrás que las palabras pronunciadas por el Dios encarnado son las necesidades de nuestra realidad, que son los principios de práctica que necesitamos para hacer frente a todos nuestros problemas, y que esas palabras de Dios son el objetivo y el rumbo de nuestras vidas. En ese momento, te darás cuenta del valor de todo lo que hace Dios y de cuán importante y valiosa es para nosotros Su encarnación. Cada frase que Dios pronuncia, cada paso de Su obra, cada palabra y acción Suya, Sus pensamientos, ideas y puntos de vista, todo ello tiene como propósito purificar y salvar a las personas, y nada es insustancial; todo es realista y práctico. Por consiguiente, tanto si una persona procede de una religión como si es un no creyente que se ha convertido, debería dejar de creer en Dios sobre la base de nociones y figuraciones, y ya no debería aspirar a sueños religiosos, como que de repente será llevado al cielo para reunirse con el Señor cuando ocurran los grandes desastres; eso sería fantasear. Dios ha venido a desenmascarar y juzgar al ser humano, y a purificar la corrupción de este mediante la expresión de la verdad de manera práctica, y a salvar al hombre de la influencia de Satanás de manera práctica. Durante ese período, el hombre tendrá que sufrir muchas persecuciones y tribulaciones, y experimentará muchas podas, así como numerosos juicios y castigos antes de que pueda ser purificado y cambiado; solo a través de esta experiencia de la obra de Dios podrá obtener la verdad. Una vez que hayas obtenido la verdad, Dios tendrá un lugar en tu corazón, y temerás y te someterás sinceramente a Dios; eso es lo que Él quiere. Una vez que hayas comprendido la verdad y conozcas su valor, que la verdad haya echado raíces en tu corazón y que poseas experiencia y conocimientos prácticos acerca de la verdad, la palabra de Dios se convertirá en la vida en tu corazón. ¿Es práctico ese proceso? (Sí). Entonces, ¿qué deben hacer las personas para llevar a cabo dicho proceso? En primer lugar, deben tener un corazón de sumisión a Dios, para así aceptar el juicio y castigo de la palabra de Dios, y someterse a la poda, las pruebas y el refinamiento de Dios, para que se les pueda purificar de su corrupción, puedan practicar la verdad y lograr la sumisión a Dios, y sean capaces de entrar en la realidad de la palabra de Dios. Siempre y cuando una persona sepa experimentar la obra de Dios, sabrá cuál es el propósito de Dios en relación con ella y los resultados que Él desea alcanzar. La palabra de Dios logra dos efectos principales sobre el hombre: en primer lugar, permite al hombre conocerse a sí mismo; y en segundo lugar, le permite conocer a Dios. Una vez alcanzados estos dos resultados, la persona en cuestión conocerá verdaderamente las palabras de Dios y comprenderá realmente la verdad.
Para conocerte a ti mismo, debes conocer tus revelaciones de corrupción, tu carácter corrupto, tus propias debilidades vitales, y tu esencia-naturaleza. También debes saber, hasta el último detalle, aquellas cosas que se revelan en tu vida diaria: tus motivos, tus perspectivas y tu actitud sobre cada cosa —ya sea que estés en casa o fuera—, cuando estés en reuniones, cuando estés comiendo y bebiendo las palabras de Dios o en cada problema que encuentres. A través de estos aspectos debes llegar a conocerte. Por supuesto, para conocerte en un nivel más profundo, debes integrar las palabras de Dios; solo puedes lograr resultados conociéndote con base en Sus palabras. Cuando aceptéis el juicio de las palabras de Dios, no tengáis miedo al sufrimiento o al dolor, y más aún, no tengáis miedo de que las palabras de Dios penetren en vuestro corazón y expongan vuestro feo estado. Es tan beneficioso sufrir estas cosas. Si creéis en Dios, deberíais leer más Sus palabras que juzgan y castigan a la gente, especialmente las que ponen de manifiesto la esencia de la corrupción de la humanidad. Deberíais compararlas más con vuestro estado práctico, y vincularlas a vosotros mismos en mayor medida y a los demás en menor medida. Los tipos de estados que Dios deja en evidencia existen en cada persona, y todos ellos pueden encontrarse en vosotros. Si no te lo crees, intenta experimentarlo. Cuanto más experimentes, más te conocerás a ti mismo, y más te parecerá que las palabras de Dios son muy exactas. Tras leer las palabras de Dios, algunas personas no saben vincularlas a sí mismas; piensan que parte de estas palabras no tratan de ellas, sino de otras personas. Por ejemplo, cuando Dios desenmascara a las personas como Jezabeles y rameras, algunas hermanas creen que, al haber sido inequívocamente fieles a sus maridos, esas palabras no deben de referirse a ellas; otras creen que, como no están casadas y nunca han mantenido relaciones sexuales, esas palabras tampoco deben de referirse a ellas. Algunos hermanos piensan que estas palabras solo se dirigen a las mujeres y no tienen nada que ver con ellos; otra gente piensa que las palabras de Dios para desenmascarar al hombre son demasiado severas, que no se conforman con la realidad, así que se niegan a aceptarlas. Incluso hay quienes dicen que, en algunos casos, las palabras de Dios son inexactas. ¿Es esta la actitud correcta hacia las palabras de Dios? Obviamente es la errónea. Las personas se ven a sí mismas según sus comportamientos externos. Son incapaces de hacer introspección y llegar a conocer su esencia corrupta, entre las palabras de Dios. Aquí, “Jezabeles” y “rameras” aluden a la esencia de la corrupción, la suciedad y la promiscuidad de la humanidad. Hombre o mujer, casado o no, todo el mundo tiene pensamientos corruptos de promiscuidad; por tanto, ¿es posible que no tenga nada que ver contigo? Las palabras de Dios exponen el carácter corrupto de la gente; trátese de un hombre o de una mujer, el nivel de corrupción es el mismo, ¿no es así? En primer lugar, debemos comprender que todo lo que Dios dice es la verdad, que concuerda con los hechos, y que por muy severas que sean Sus palabras que juzgan y ponen en evidencia a la gente, o por muy amables que sean Sus palabras de enseñanza de la verdad o de exhortación, sean tales palabras de juicio o bendiciones, si son condenas o maldiciones, sea amarga o dulce la sensación que nos den, todas ellas deben aceptarse. Esa es la actitud que la gente debe tener hacia las palabras de Dios. ¿Qué clase de actitud es esta? ¿Una actitud devota, una actitud piadosa, paciente, o una actitud de aceptar el sufrimiento? Estáis en cierto modo confundidos. Os digo que no es ninguna de estas. En su fe, la gente debe sostener firmemente que las palabras de Dios son la verdad. Ya que son la verdad, las personas deben aceptarlas de una forma racional. Sean o no capaces de reconocerlo o admitirlo, su primera actitud debe ser una de aceptación absoluta de las palabras de Dios. Si la palabra de Dios no te pone en evidencia a ti ni a todos vosotros, ¿a quién expone? Y si no es para exponerte, ¿por qué se te pide que la aceptes? ¿Acaso no es esto una contradicción? Dios habla a toda la humanidad, cada frase pronunciada por Dios expone a la humanidad corrupta, y nadie queda exento, lo cual naturalmente te incluye a ti también. Ni una sola de las líneas de las declaraciones de Dios trata sobre las apariencias externas, o una especie de estado, mucho menos sobre un precepto externo o sobre una forma sencilla de comportamiento en las personas. No es así. Si crees que cada línea pronunciada por Dios desenmascara meramente una clase sencilla de comportamiento humano o apariencia externa, entonces no tienes entendimiento espiritual y no entiendes lo que es la verdad. Las palabras de Dios son la verdad. La gente puede sentir la profundidad de las palabras de Dios. ¿Cómo son de profundas? Todas las palabras de Dios exponen el carácter corrupto de las personas y las cosas esenciales y profundamente arraigadas dentro de sus vidas. Son cosas esenciales, no apariencias externas y, sobre todo, no son comportamientos externos. Al ver a las personas desde apariencias externas, todas pueden parecer buena gente. ¿Pero por qué, entonces, Dios dice que algunas personas son espíritus malvados y otras son espíritus inmundos? Este es un asunto que no es visible para ti. Así pues, las palabras de Dios no deben tratarse a la luz de las nociones y fantasías humanas ni de las habladurías humanas, y ciertamente tampoco a la luz de las declaraciones del partido gobernante. Solo las palabras de Dios son la verdad; las palabras del hombre son todas falacias. Tras estas enseñanzas, ¿habéis cambiado de actitud hacia las palabras de Dios? Por muy grande o pequeño que sea el cambio, la próxima vez que leáis las palabras de Dios que juzgan y desenmascaran a la gente, al menos no deberíais intentar razonar con Dios. Deberíais dejar de quejaros de Dios diciendo: “Las palabras de Dios que desenmascaran y juzgan a las personas son muy severas; no voy a leer esta página. ¡Me la salto! Déjame que busque algo que leer sobre las bendiciones y las promesas para hallar un poco de consuelo”. Hay que dejar de leer la palabra de Dios seleccionando y eligiendo según tus propias inclinaciones. Debes aceptar la verdad y el juicio y el castigo de las palabras de Dios; solo entonces podrás purificar tu carácter corrupto, y solo entonces podrás alcanzar la salvación.
Aunque ahora sabéis que las palabras de Dios representan toda la verdad, y estéis dispuestos a perseguir esa verdad, todavía conserváis vuestras propias preferencias y elecciones al tratar con las palabras de Dios, y seguiréis actuando conforme a vuestra propia voluntad. Estáis más dispuestos a leer las palabras de promesa y bendición de Dios, y recordaréis particularmente aquellas palabras acerca de la promesa de Dios. Os sentiréis reconfortados al leer palabras como esas, o tendréis un poco de esperanza y descubriréis que aún tenéis la fortaleza y la motivación para creer en Dios. Pero os mostráis reacios a leer las palabras mediante las cuales Dios juzga y desenmascara a las personas, porque, si uno siempre lee aquellas palabras de Dios donde deja en evidencia, juzga y castiga a las personas, entonces se angustia y pierde la fortaleza para creer en Dios. Por lo tanto, ¿cómo es posible avanzar? Hoy en día, la mayoría de las personas no pueden comprender las palabras de Dios que revelan misterios. Sienten que son demasiado profundas, y que las palabras de bendición quedan fuera de su alcance. Cuando leen las palabras de Dios que ponen al descubierto el carácter corrupto del hombre, logran comprender algunas de ellas, y aunque puedan ponerlas en relación con su persona y admitir en su corazón que esas palabras son los hechos, se siguen mostrando reacias a aceptarlas. Ya ves, ¡así de problemáticas son las personas! Saben que la palabra de Dios es la verdad, pero siguen mostrándose reacias a aceptarla; desean recibir bendiciones, pero todavía no pueden ganárselas. Entonces, ¿de qué forma uno debe comer y beber la palabra de Dios adecuadamente? En primer lugar, uno debe leer más sobre aquellas palabras de Dios que revelan misterios. Al leer esas palabras, uno siente que Dios está en el tercer cielo y es sublime, por lo que debe tener un corazón temeroso de Dios. Entonces oran: “¡Oh Dios, eres tan grandioso! ¡Eres supremo! Tú tienes soberanía sobre todas las cosas y puedes determinar mi destino; estoy dispuesto a someterme a todo lo que hayas planificado que suceda a mi alrededor”. Al orar de esa forma, las personas tendrán cierto temor de Dios. Las personas están dispuestas a creer en el Dios sublime, así que, antes de comer y beber la palabra de Dios, el primer paso es asegurarse de que Dios les esté hablando desde el cielo, así estarán dispuestas a leer la palabra de Dios y serán menos proclives a tener nociones. El segundo paso es encontrar algunas palabras que comer y beber sobre las promesas y bendiciones de Dios. Al ver las palabras de Dios donde se bendice al hombre, las personas se emocionan y comienzan a llorar, y dicen: “¡Oh Dios, eres hermoso! ¡Eres tan digno de nuestra alabanza! Estamos dispuestos a aceptar las bendiciones que tienes para nosotros e incluso más dispuestos aún a aceptar las promesas que nos has hecho. Como ahora somos tan pequeños de estatura y todavía no hemos crecido, carecemos de aptitudes para recibir Tus promesas y bendiciones, ¡por eso te suplicamos que nos proveas más!”. ¡Qué bueno es leer las palabras de bendición de Dios! Luego se preguntan: “¿Qué tipo de bendiciones hay, entonces? Dios ha dicho que, cuando llegue el momento, ninguna calamidad recaerá sobre el hombre, quien quedará libre de la molestia que supone ingerir tres comidas al día, lavar y limpiar. Dios ha verbalizado ese tipo de promesas”. Cuanto más lee uno, más se entusiasma. Pero no importa cuán entusiasmado estés, no debes olvidarte de perseguir la verdad. El tercer paso es leer las palabras de Dios que ponen al descubierto la esencia y el carácter corruptos de la humanidad. Cuando llega ese momento, no es necesario comer y beber tanto cada vez; basta con comer y beber uno o dos fragmentos en cada oportunidad. Después de comer y beber, primero aparta las cosas que no comprendes, aquellas que no puedes relacionar contigo mismo, y luego piensa minuciosamente en las cosas que sí puedes vincular con tu persona, y poco a poco comenzarás a conocer tu propio estado. Cuando hayas reconocido verdaderamente tu carácter corrupto y comprendido cada vez más verdades, podrás ver más allá de tu propia esencia-naturaleza sin pensarlo. ¿Creéis que esto es algo bueno? (Lo es). Es como darle un medicamento a un niño: primero le das algo sabroso para persuadirlo, y luego, cuando ya no presta atención, le ofreces un sorbo del medicamento; si lo encuentra amargo, le das dos bocados más del caramelo para persuadirlo y conseguir que se tome el medicamento. Pero cuando el niño crece, eso ya no es necesario: se toma el medicamento por sí solo, con pleno conocimiento de lo amargo que es. Es una cuestión de estatura. Si careces de estatura, y se te pide que encuentres en la palabra de Dios aquellas palabras que dejan en evidencia el carácter corrupto del hombre y las verdades relacionadas para compararte con ellas, y se te hace comer y beber esas palabras todo el día, a la larga te cansarás, porque tu experiencia no llega a esas palabras ni guarda relación con ellas. Por lo tanto, tienes que añadir entre medias algo similar a la cobertura de azúcar, para que quienes son pequeños de estatura puedan comer y beber así las palabras de Dios. Si sueles ser débil y negativo, y no tienes fe o esperanza verdaderas, debes apresurarte a comer y beber algunas palabras sobre las bendiciones y promesas de Dios, así como encontrar palabras de Dios que comer y beber en las que se revelan misterios. Si sientes que tu fortaleza se incrementa y que tu relación con Dios se va estrechando, debes aprovechar el momento para hallar palabras que comer y beber sobre el castigo y el juicio; de esa forma, lo que comas y bebas surtirá efecto con mayor facilidad, y no retrasarás el crecimiento de tu vida. Cuando comas y bebas las palabras de Dios, si eres pequeño de estatura, deberás saber cómo realizar algunos ajustes: comer y beber de modo tal que logres ponerte de buen humor y crecer rápidamente; comer y beber aquello que esté a tu alcance y apartar aquello que no lo esté; e intentar practicar y experimentar lo que has comprendido al comer y beber. Mientras sepas cómo practicar y experimentar las palabras de Dios y las verdades que comprendes, podrás aventurarte en la senda correcta como creyente en Dios.
Recuerdo que alguien dijo una vez algo parecido a lo siguiente: hubo un hombre que hizo un gran esfuerzo por escudriñar cuándo llegaría el momento en que Dios dejara la tierra. Ese gran esfuerzo no implicaba pensar en ello día y noche, sino que era algo que llevaba preocupándole desde que comenzó a creer en Dios. Para poder hallar una respuesta correcta, aquel hombre recopiló todas las palabras sobre la partida de Dios, como, por ejemplo, en qué momento Dios dejaría la tierra, qué señales habría y cómo reaccionarían las personas de la iglesia. Luego reflexionó profundamente sobre ellas, haciendo un análisis exhaustivo y comparándolas entre sí, una por una y del derecho y del revés, como si estuviera consultando una Biblia de referencia. ¿Acaso eso no suponía un gran esfuerzo? ¡Cuánta “importancia” ese hombre le daba a Dios y cuánto “amor” sentía por Él! La partida de Dios de la tierra es un hecho transcendental en la obra de Dios, y cuando ese hombre lo descubrió, lo consideró como el asunto más importante de todos: más importante que perseguir la verdad para alcanzar la salvación y que hallar cualquier atisbo de verdad en las palabras de Dios. Entonces, agrupó todas esas palabras y finalmente encontró la “respuesta”. Dejando de lado la precisión de los resultados de su búsqueda, ¿qué pensáis sobre el punto de vista de ese hombre sobre la búsqueda de la fe en Dios y el modo en que llevó a cabo dicha búsqueda? ¿Era necesario todo aquel esfuerzo? ¡Totalmente innecesario! ¿Qué tiene que ver contigo la partida de Dios de la tierra? Dios no te informó de Su venida, así que tampoco te hará saber cuándo partirá. Hay muchas cosas que Dios no da a conocer a las personas. ¿Y cuál es el motivo? El motivo es que no es necesario que las personas tengan conocimiento de ello, y si lo tienen, eso no les hará ningún bien ni tendrá incidencia alguna sobre sus destinos futuros, por lo que no es necesario que sean conocedoras de tal cuestión. Ahora que se ha hecho carne, Dios conoce todos los misterios y aspectos de la verdad y de todas las cosas, y puede contárselos a las personas, pero hay ciertas cuestiones que no necesitan conocerse o ser contadas. ¿Tiene algo que ver con el ser humano cuándo parte Dios de la tierra y cuándo concluye Su obra? Uno podría decir: ¡No tiene relevancia en absoluto! Algunas personas dicen: “¿Cómo que no importa? ¿Qué haré si es demasiado tarde para perseguir la verdad? Necesito saber cuánto tiempo falta para el día de Dios y debo tener certeza sobre ese día antes de perseguir la verdad”. ¿No es de necios? ¿Acaso es propio de alguien que persigue la verdad? ¡Para nada! Si una persona realmente persigue la verdad, eso no le importará, ni querrá preocuparse por esas cuestiones; creerá que ocuparse de esos asuntos no le será útil para perseguir la verdad ni tendrá importancia alguna, por lo que no estará dispuesta a dedicarle reflexión ni esfuerzo a esos temas aburridos. Algunas personas están constantemente preocupadas por saber cuándo llegará el día de Dios, pero ¿acaso no es eso una aspiración personal? ¿Es tu preocupación constante por saber cuándo llegará el día de Dios prueba de tu amor por Él? ¿Puede demostrar eso que eres una persona que sigue la voluntad de Dios? ¿Puede probar que das testimonio de Dios? ¿Puede evidenciar que has contribuido a la expansión del evangelio del reino de Dios? ¿Cuál es tu grado de preparación para hacer buenas obras? ¿Cuánto de la verdad has comprendido? ¿En qué realidades-verdad has entrado? Esas son las cuestiones que más deben preocuparte. Siempre estás indagando sobre noticias de Dios, siempre quieres enterarte de ciertas habladurías y comprender parte del misterio, pero eso solo es indicativo de un corazón curioso, en absoluto es prueba de un corazón que persigue la verdad o que es considerado con Dios, y mucho menos de un corazón temeroso de Él. Tu búsqueda de la comprensión de los misterios no guarda la más mínima relación con la búsqueda de la verdad. ¿Cómo se debe tratar a ese tipo de personas? ¿Las respetas? ¿Las admiras? ¿Las envidias? ¿Les ayudarías a buscar tales misterios? No, indudablemente las menospreciarías y les dirías: “Aún no hemos alcanzado nuestro objetivo al perseguir la verdad, al conocernos a nosotros mismos y a Dios. Todavía no hemos logrado nada, y hay verdades de cada aspecto que aguardan ser buscadas, comprendidas y practicadas, por lo que no es necesario que nos esforcemos en escudriñar tales misterios”. De hecho, mientras tengas a Dios en tu corazón y sientas el deseo de perseguir la verdad, cuando llegue el día, Dios no te dejará sumido en la ignorancia; Él no te abandonará. Esa es la fe y el entendimiento que debes tener. Si posees esa fe y ese entendimiento, no harás ninguna estupidez. Si Dios tuviera la intención de contártelo, ¿acaso no lo haría directamente? ¿Habría necesidad de andar con rodeos? ¿De ocultar esas palabras detrás de otras? ¿De mantener todo en secreto? En absoluto. Lo que Dios pretende dar a conocer a las personas es la verdad; todo lo que Su obra, Sus palabras y Sus intenciones expresan es la verdad, y no se las ocultará a las personas en lo más mínimo. Por lo tanto, no hay necesidad de que investigues aquellas cosas que Dios no quiere dar a conocer a las personas, ni que reflexiones sobre ellas, porque el esfuerzo que destinas a ello será en vano y no tendrá ningún tipo de valor, sino que más bien será aborrecible para Dios. ¿Por qué será aborrecible para Dios? En primer lugar, debes comprender que Dios ha expresado muchas verdades, y esas verdades se manifiestan en todos los ámbitos. Si no persigues la verdad para resolver tus propios problemas reales cuando te acontecen cosas, no amas la verdad: eres una persona excesivamente curiosa, que disfruta de buscarle tres pies al gato y que trata las palabras de Dios sin el debido respeto y siempre de manera superficial. No tienes un lugar para Dios en tu corazón. Lo único que albergas en tu corazón son algunas cosas que Dios no quiere que conozcas, como, por ejemplo, cómo es Su morada —el tercer cielo— y dónde se encuentra está realmente, cómo será el reino futuro y cuándo la encarnación de Dios partirá de la tierra. Por eso digo que Dios te aborrece. ¿Hay algún motivo para que Dios te aborrezca? (Sí). Supongamos que tus hijos no estudiaran mucho y no hicieran los deberes que se supone deberían hacer, sino que se pasaran el día reflexionando sobre preguntas tales como: “¿Cómo se conocieron mi padre y mi madre? ¿Cómo me tuvieron? Una vez que nací, ¿les agradé? ¿Cómo le irá a mi familia en el futuro? ¿Seremos capaces de ganar una fortuna?”. Si siempre indagaran en esas preguntas, ¿te desagradarían los hijos así? ¿Aborrecerías que lo hicieran? ¿Qué te gustaría que hicieran en lugar de eso? Que aprendieran a leer y escribir bien y que estudiaran mucho. Si esa es tu intención para tus hijos, ¿cuál es entonces la intención de Dios para el hombre? ¿Cómo Dios no va a preferir todavía más que el hombre siga la senda correcta y realice las obras adecuadas? A Dios no le agrada que las personas lo examinen, que siempre estén observando en secreto cada palabra o acción Suya, o que destinen tiempo y esfuerzo inútiles en Él. Son muchos los que están siempre reflexionando sobre cuándo llegará el día de Dios. ¿Acaso no están dudando de Dios y resistiéndose a Él en su corazón? ¿Cuál es el problema de que el hombre no atesore ni persiga las muchas verdades que Dios expresa? Una persona devota busca la verdad e intenta captar las intenciones de Dios en todas las cosas, y después de leer las palabras de Dios, no tiene dudas de que esas palabras son la verdad, y de que las personas deben ponerlas en práctica y someterse a ellas. Solo aquellos que no creen que Su palabra es la verdad examinarán a Dios. Esas personas no tienen el más mínimo interés por sus propias responsabilidades y deberes, no les prestan atención en absoluto y no se esfuerzan ni pagan un precio por ellos. En lugar de eso, están siempre preocupadas por cuestiones tales como cuándo partirá Dios de la tierra, cuándo desencadenará el desastre y cuánto tiempo falta para que llegue el día de Dios, y por otras preguntas extrañas como, por ejemplo: “¿Seguirá reuniéndose Dios con nosotros después de haber abandonado la tierra? ¿Se mantendrá la obra de Dios después de Su marcha? Después de haber partido de la tierra, ¿cuánto tiempo permanecerá Dios en el tercer cielo? ¿Volverá? ¿Habrá ángeles en la futura Era del Reino? ¿Los ángeles interactúan con las personas?”. Dios aborrece que las personas reflexionen constantemente sobre este tipo de asuntos. Así pues, ¿en qué debe centrarse el hombre? En cómo conocer al Dios encarnado, comprender la obra de Dios y asimilar cada palabra que Él ha expresado: esas son las responsabilidades del hombre y las primeras cosas en las que debe procurar entrar y comprender. Si no intentas comprender ni entrar en esas verdades, tu creencia en Dios es insignificante, no es más que una consigna vacía sin contenido real. Si siempre estás reflexionando a escondidas sobre cuestiones relacionadas con los misterios y con el momento en que Dios parta de la tierra, o si siempre estáis hablando entre vosotros acerca de dónde nació la carne de Dios, en qué tipo de familia nació, qué entorno familiar tiene, qué clase de vida lleva, cuántos años tiene, qué tipo de educación recibió, si alguna vez creyó en Dios, si en alguna ocasión leyó la Biblia, cuánto tiempo lleva creyendo en Jesús, y así sucesivamente, si siempre estáis escrudiñando estas cosas, ¡entonces estáis juzgando a Dios y profanando la carne de Dios! Dios quiere que conozcas Su carácter y esencia para que puedas comprender Sus intenciones, someterte a Él y practicar la verdad para satisfacerle; no te permite examinarlo y hablar sobre Él a Sus espaldas. Por lo tanto, dado que hemos aceptado la encarnación de Dios y esta etapa de Su obra, además de haber aceptado a Cristo como nuestra vida y nuestro Dios, debemos tener un corazón temeroso de Dios y tratar con actitud devota las posesiones, el ser y la carne de Dios en la cual se ha encarnado; ese es la razón y la humanidad que debemos tener. Si piensas que en este momento no tienes ningún conocimiento de Dios, no hables de ello. En vez de eso, habla de cómo conocerte a ti mismo, perseguir la verdad y cumplir bien tus deberes, y provéete de esos aspectos de la verdad. Un día, cuando sientas que ya tienes algún conocimiento real sobre Dios, podrás compartirlo. Pero no tratéis de hablar sobre ninguna información relacionada con la carne encarnada de Dios o sobre otros misterios desconocidos, porque podéis ofender fácilmente el carácter de Dios, recibir Su condena y convertiros en blasfemos, y el Espíritu Santo os abandonará. Se trata de un asunto que debes tener claro. ¿Pueden el escudriñamiento constante de Dios y la curiosidad por las habladurías reemplazar la búsqueda de la verdad? ¿Es que eso permite que conozcas a Dios? Si eres incapaz de verlo con claridad, ¿acaso no eres una persona extremadamente necia e ignorante?
Las personas deben comprender exactamente qué es la búsqueda de la verdad. ¿Por qué Dios expresa tantas verdades para salvar a las personas? ¿Por qué Dios exige a las personas comprender tantas verdades? Si uno no comprende esas verdades, ¿acaso puede reparar el propio carácter corrupto? ¿Puede conocer a Dios sin comprender esas verdades? Si uno no conoce a Dios, ¿acaso puede lograr la sumisión a Él? ¿Puede alabarlo? Esas verdades están todas relacionadas entre sí. ¿Cómo puede alguien alcanzar la salvación sin comprender esas verdades? ¿Resulta sencillo comprenderlas? ¿Puede alguien alcanzar un entendimiento de la verdad sin experimentar el castigo ni el juicio? ¿Puede conocerse a sí mismo sin experimentar podas? ¿Puede sentir un verdadero arrepentimiento sin conocerse a sí mismo? ¿Puede alcanzar la salvación sin un arrepentimiento sincero? Todas esas son verdades que los creyentes en Dios deben comprender, y constituyen las verdades que deben ser comprendidas para poder alcanzar la salvación. Si tu creencia en Dios siempre ha sido confusa y no has estado persiguiendo la verdad, habrás perdido el significado de creer en Dios.
Otoño de 2007