Capítulo 18

Todas las palabras de Dios contienen una parte de Su carácter. El carácter de Dios no puede expresarse plenamente en palabras, lo cual basta para mostrar cuánta riqueza hay en Él. Lo que las personas pueden ver y tocar es, después de todo, limitado, como lo es su habilidad. Aunque las palabras de Dios son claras, las personas son incapaces de entenderlas a plenitud. Toma estas palabras como ejemplo: “Bajo la luz del relámpago, cada animal es revelado en su verdadera forma. Así, también, iluminado por Mi luz, el hombre ha recuperado la santidad que una vez poseyó. ¡Oh, mundo corrupto del pasado! ¡Finalmente ha caído en el agua inmunda, y, hundiéndose bajo la superficie, se ha disuelto en el lodo!”. Todas las palabras de Dios contienen Su ser y aunque las personas son conscientes de ellas, nadie ha sabido nunca su significado. A los ojos de Dios, todos los que se resisten a Él son Sus enemigos; es decir, aquellos que pertenecen a los espíritus malignos son animales. A partir de esto se puede observar el verdadero estado de la Iglesia. Todos los hombres son iluminados por las palabras de Dios y, bajo su luz, se examinan a sí mismos sin estar sujetos a sermones o reprensiones o al despido directo de otros, sin estar sujetos a otras formas humanas de hacer las cosas, y sin que otros las señalen. Desde la “perspectiva microscópica”, ellos ven muy claramente cuánta enfermedad hay realmente en su interior. En las palabras de Dios, cada tipo de espíritu se clasifica y se revela en su forma original. Los espíritus de los ángeles cada vez se vuelven más iluminados y esclarecidos, de ahí las palabras de Dios sobre “haber recuperado la santidad que una vez poseyeron”. Estas palabras se basan en el resultado final logrado por Dios. Por el momento, por supuesto, este resultado todavía no puede alcanzarse plenamente; es solo una muestra a través de la cual puede verse la intención de Dios. Estas palabras bastan para mostrar que un gran número de personas se desmoronarán en las palabras de Dios y serán derrotadas en el proceso gradual de la santificación de todas las personas. Aquí “se ha disuelto en el lodo” no contradice que Dios destruya al mundo con fuego, y “relámpago” se refiere a la ira de Dios. Cuando Dios desate Su gran ira, el mundo entero experimentará, como resultado, todo tipo de desastres, como la erupción de un volcán. En lo alto, en el cielo, puede verse que en la tierra se aproxima todo tipo de calamidades a toda la humanidad, cada vez más cerca día con día. Si se mira la tierra desde arriba, la tierra presenta una variedad de escenas como las que preceden a un terremoto. El fuego líquido corre sin control, la lava fluye libremente, las montañas se mueven y una luz fría brilla por todas partes. El mundo entero se ha hundido en el fuego. Esta es la escena en la que Dios desencadena Su ira y es el momento de Su juicio. Nadie de carne y hueso podrá escapar. Por lo tanto, no se necesitarán guerras entre los países y conflictos entre las personas para destruir al mundo entero; más bien, el mundo “se regocijará en sí mismo conscientemente” dentro de la cuna del castigo de Dios. Nadie podrá escapar; cada persona, una por una, debe pasar por este calvario. Después de eso, todo el universo brillará una vez más con un resplandor santo y toda la humanidad comenzará una vez más una nueva vida. Y Dios reposará sobre el universo y bendecirá a toda la humanidad cada día. Los cielos no estarán insoportablemente desolados, sino que recuperarán la vitalidad que no han tenido desde la creación del mundo, y el “sexto día” venidero será cuando Dios comience una nueva vida. Tanto Dios como la humanidad entrarán en el reposo y el universo ya no será túrbido ni inmundo, sino que será renovado. Es por eso que Dios dijo: “La tierra ya no es mortalmente tranquila y silente; el cielo ya no está desolado y triste”. En el reino de los cielos nunca ha habido injusticia o sentimientos humanos ni ningún carácter corrupto de la humanidad, porque la perturbación de Satanás no está presente ahí. Todas las “personas” son capaces de entender las palabras de Dios y la vida en el cielo es una vida llena de gozo. Todos los que están en el cielo tienen sabiduría y la dignidad de Dios. Debido a las diferencias entre el cielo y la tierra, a los ciudadanos del cielo Dios no los llama “personas”; más bien, los llama “espíritus”. Estas dos palabras tienen diferencias esenciales: quienes ahora se denominan “personas” han sido corrompidos por Satanás, mientras que los “espíritus”, no. Al final, Dios transformará a las personas de la tierra en seres que posean los atributos de los espíritus del cielo y entonces ya no estarán sujetas a la perturbación de Satanás. Este es el verdadero significado de las palabras, “Mi santidad se ha extendido por todo el universo”. “La tierra, en su estado primordial, pertenece al cielo, y el cielo está unido a la tierra. El hombre es el cordón que une el cielo y la tierra, y gracias a la santidad del hombre, a su renovación, el cielo ya no está oculto de la tierra y la tierra ya no guarda silencio con el cielo”. Esto se dice en referencia a las personas que tienen el espíritu de los ángeles y en este punto los “ángeles” una vez más podrán coexistir pacíficamente y recuperar su estado original y ya no estarán divididos por la carne entre los reinos del cielo y la tierra. Los “ángeles” en la tierra podrán comunicarse con los ángeles en el cielo, las personas en la tierra conocerán los misterios del cielo y los ángeles en el cielo conocerán los secretos del mundo humano. El cielo y la tierra estarán unidos, sin ninguna distancia entre ellos. Esta es la belleza de la materialización del reino. Es lo que Dios completará y es algo que todos los humanos y espíritus anhelan. Pero los que están en el mundo religioso no saben nada de esto. Solo están esperando que Jesús el Salvador venga en una nube blanca para arrebatar su alma, dejando “basura” regada por toda la tierra (“basura” se refiere aquí a cadáveres). ¿No es esta una noción que todos los humanos comparten? Por eso Dios dijo: “¡Oh, el mundo religioso! ¿Cómo no podría ser destruido por Mi autoridad en la tierra?”. Debido a la finalización del pueblo de Dios en la tierra, el mundo religioso será derrocado. Este es el verdadero significado de la “autoridad” de la que Dios habló. Dios dijo: “¿Hay quien, en Mi día, deshonre Mi nombre? Todos los hombres dirigen su mirada temerosa hacia Mí y, en su corazón, en secreto, claman por Mí”. Esto es lo que Él dijo acerca de las consecuencias de la destrucción del mundo religioso. Se rendirá en su totalidad ante el trono de Dios como resultado de Sus palabras, y ya no esperará que una nube blanca descienda ni mirará al cielo, sino que, en su lugar, será conquistado delante del trono de Dios. De ahí las palabras, “en su corazón, en secreto, claman por Mí”; este será el resultado para el mundo religioso, al cual Dios conquistará por completo. A esto se refiere la omnipotencia de Dios: al derribamiento de todas las personas religiosas, las más rebeldes de la humanidad, para que nunca más se aferren a sus propias nociones de modo que puedan conocer a Dios.

Aunque, en repetidas ocasiones, las palabras de Dios han predicho la belleza del reino, han hablado de sus diversos aspectos y lo han descrito desde diferentes perspectivas, todavía no pueden expresar completamente cada condición de la Era del Reino porque la habilidad de las personas para recibir es demasiado deficiente. Se han pronunciado todas las palabras de Sus declaraciones, pero las personas no han mirado dentro de sí mismas a través de un fluoroscopio, con rayos X, por así decirlo, y así están privadas de claridad y entendimiento e, incluso confusas. Este es el mayor defecto de la carne. Aunque en su corazón las personas quieren amar a Dios, se resisten a Él debido a la perturbación de Satanás, así que, una y otra vez, Dios ha tocado el corazón insensible y torpe de las personas para que puedan ser revividas. Todo lo que Dios expone es la fealdad de Satanás, por lo que, cuanto más duras son Sus palabras, más avergonzado está Satanás, menos atado está el corazón de las personas y más se puede despertar el amor en ellas. Así es como Dios obra. Porque Satanás ha sido expuesto y porque se han visto sus intenciones, ya no se atreve a ocupar el corazón de las personas y, por ello, los ángeles ya no son perturbados. De esta manera, aman a Dios con todo su corazón y toda su mente. Solo en este momento queda claro que, en su verdadera esencia, los ángeles pertenecen a Dios y le aman. Es solo a través de esta senda que se puede cumplir la intención de Dios. “Dentro del corazón de todos los seres humanos hay ahora un lugar para Mí. Ya no me encontraré con aversión o rechazo entre los hombres, pues Mi gran obra ya se ha cumplido y ya no está obstaculizada”. Este es el significado de lo que se describió previamente. Como resultado de la perturbación de Satanás, las personas no pueden encontrar el tiempo para amar a Dios y siempre están enredadas por las cosas del mundo y son desorientadas por Satanás para que actúen por confusión. Es por eso que Dios ha dicho que la humanidad “ha pasado por muchas dificultades de la vida, por muchas injusticias del mundo, por muchas vicisitudes del ámbito humano, pero, ahora, habitan en Mi luz. ¿Quién no solloza por las injusticias del ayer?”. Cuando las personas escuchan estas palabras, sienten como si Dios fuera su socio en la miseria, se compadeciera de ellas y, en ese momento, compartiera sus quejas. De repente sienten el dolor del mundo humano y piensan: “Eso es muy cierto. Nunca he disfrutado nada en el mundo. Desde que salí del vientre de mi madre, hasta el día de hoy, he experimentado la vida humana y no he obtenido nada, sino que he sufrido mucho. ¡Todo está tan vacío! ¡Y ahora estoy tan corrompido por Satanás! ¡Oh! De no ser por la salvación de Dios, cuando el momento de mi muerte llegue, ¿no habré vivido mi vida entera por nada? ¿Tiene algún significado la vida humana? No es de extrañar que Dios dijera que todo bajo el sol está vacío. Si Dios no me hubiera esclarecido hoy, todavía estaría en la oscuridad. ¡Qué desdichado!”. En este punto, surge una duda en su corazón: “Si no puedo obtener la promesa de Dios, ¿cómo puedo continuar experimentando la vida?”. Todo el que lea estas palabras derramará lágrimas mientras ora. Así es la psique humana. Sería imposible que alguien leyera esto y no tuviera ninguna reacción, a menos que estuviera mentalmente desequilibrado. Cada día, Dios revela los estados de todo tipo de personas. A veces Él externa quejas en su nombre. Otras, les ayuda a vencer y a pasar exitosamente por cierto ambiente. Algunas veces, les señala las “transformaciones” de las personas. De lo contrario, las personas no sabrían cuánto han crecido en la vida. En ocasiones, Dios señala las experiencias de las personas en la realidad y, otras, sus insuficiencias y defectos. Algunas veces, les plantea nuevas exigencias y, otras, señala el grado en el que lo entienden a Él. Sin embargo, Dios también ha dicho: “He oído las palabras sinceras de muchas personas, los relatos de muchos acerca de sus experiencias dolorosas en medio del sufrimiento; he visto a muchas personas que, en las situaciones más desesperadas, me ofrecen su lealtad inquebrantable, y he observado cómo muchos, mientras caminan por la senda rocosa, buscan una salida”. Esta es una descripción de personajes positivos. En cada episodio del “drama de la historia humana” ha habido no solo personajes positivos sino, también, negativos. Por tanto, Dios pasa a revelar la fealdad de estos personajes negativos. Así pues, es sólo mediante su contraste con los “traidores” que la lealtad inquebrantable y el valor audaz de las “personas justas” se ponen al descubierto. En la vida de todas las personas existen factores negativos y, también, sin excepción, factores positivos. Dios utiliza ambos para revelar la verdad acerca de todas las personas, de modo que los traidores bajen la cabeza y admitan sus pecados y para que, con estímulo, las personas justas continúen siendo leales. Las implicaciones de las palabras de Dios son muy profundas. En ocasiones, las personas las leen y se doblan de la risa, mientras que, en otras, solo bajan la cabeza en silencio. A veces recuerdan los viejos tiempos; otras, lloran amargamente y reconocen sus pecados; en otras, hurgan y, en otras más, buscan. En general, hay cambios en las reacciones de las personas debido a las distintas circunstancias en las que Dios habla. Cuando una persona lee las palabras de Dios, a veces los que observan pueden creer erróneamente que esa persona está mentalmente enferma. Considera las siguientes palabras: “Y, así, ya no hay más litigios contenciosos en la tierra, y, tras la emisión de Mis palabras, las diversas ‘armas’ de la época moderna son retiradas”. La palabra “armas”, por sí sola, podría provocar todo un día de risas y, cuandoquiera que alguien recuerde por casualidad la palabra “armas” reirá estruendosamente para sus adentros. ¿No es así? ¿Cómo podrías no reír ante esto?

Cuando te rías, no olvides comprender lo que Dios le exige a la humanidad y no olvides ver el verdadero estado de la Iglesia: “La humanidad entera ha vuelto a un estado normal y se ha embarcado en una nueva vida. Al morar en nuevos ambientes, un buen número de personas mira a su alrededor, sintiendo como si hubieran entrado en un mundo totalmente nuevo, y, debido a ello, no son capaces de adaptarse de inmediato a su ambiente actual ni entrar de inmediato en el camino correcto”. Este es, actualmente, el verdadero estado de la Iglesia. No tengas demasiadas ansias por hacer que todas las personas entren de inmediato en el camino correcto. Una vez que la obra del Espíritu Santo haya progresado hasta un cierto punto, todas las personas entrarán en ella sin darse cuenta. Cuando comprendes la esencia de las palabras de Dios, sabes hasta qué punto ha obrado Su Espíritu. La intención de Dios es: “Yo solo administro, dependiendo de la injusticia del hombre, una medida apropiada de ‘educación’; para permitir mejor que todos entren en el camino correcto”. Esta es la forma que tiene Dios de hablar y obrar y también es la senda específica de práctica de la humanidad. Después de esto, Él señaló a las personas otro de los estados de la humanidad: “Si los hombres no están dispuestos a disfrutar de la bendición que está en Mí, Yo no puedo más que aceptar lo que ellos han decidido firmemente y enviarlos al abismo sin fondo”. Dios habló exhaustivamente y dejó a las personas sin la menor oportunidad para quejarse. Esta es precisamente la diferencia entre Dios y el hombre. Dios siempre le está hablando al hombre franca y libremente. En todo lo que Dios dice, se puede ver Su corazón sincero, lo cual hace que las personas comparen su corazón contra el suyo y les permite “abrirle su corazón” para que Él pueda ver en qué parte del espectro del arcoíris encaja. Dios nunca ha aplaudido la fe o el amor de nadie, pero siempre ha exigido a las personas y expuesto su lado feo. Esto demuestra qué poca “estatura” tienen las personas y cuán insuficiente es su “constitución”. Necesitan más “ejercicio” para compensar estas deficiencias, razón por la cual Dios constantemente “desencadena Su enojo” sobre ellas. Un día, cuando Dios haya revelado toda la verdad acerca de la humanidad, las personas serán completadas y Dios estará tranquilo. Las personas ya no adularán a Dios, y Él ya no las “educará”. A partir de ese momento, las personas serán capaces de “vivir por su cuenta” pero ahora no es el momento. Todavía hay mucho dentro de las personas que puede denominarse “falsificación” y se necesitan varias rondas más de examinación, más “puntos de control” donde puedan pagar apropiadamente sus “impuestos”. Si todavía hay productos falsificados, serán confiscados para que no sean vendidos y entonces ese lote de mercancías de contrabando será destruido. ¿No es esta una buena forma de hacer las cosas?

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