69. Ya no abandono mi deber ante el peligro
En octubre de 2021, empecé a hacer mi deber como líder en la Iglesia Daybreak. La noche del 10 de diciembre, recibí una carta que decía que la policía había arrestado al diácono del evangelio Yang Hui y a su familia en la tarde del 8 de ese mes. Recordé inmediatamente que el hermano Li Zhi, uno de mis colaboradores, tenía planeado reunirse con Yang Hui y otras personas a la mañana siguiente. Lo hablé con mi otra colaboradora, la hermana Zhang Xin, y decidimos que, a la mañana del día siguiente, le avisaríamos a Li Zhi sobre la detención de Yang Hui. Zhang Xin fue a avisarle al día siguiente, pero, al mediodía del 12 de diciembre, aún no había regresado. Empecé a sentirme nerviosa y asustada, ya que me preocupaba que también podrían haber arrestado a Zhang Xin. Si capturaban a todos, muchos hermanos y hermanas se verían implicados, y los libros de las palabras de Dios en la iglesia estarían en peligro. Si no nos apresurábamos a trasladarlos antes de que la policía realizara una redada, sería una gran pérdida para la iglesia y una grave transgresión para mí. Esos pensamientos me hacían sentir aún más atemorizada. Le oraba constantemente a Dios con el corazón: “¡Dios mío! Mi estatura es demasiado pequeña, y no sé cómo afrontar esta situación. Te ruego que me esclarezcas, me guíes y me des la fe y la valentía para lidiar con las consecuencias adecuadamente”. Después de orar, escribí de inmediato una carta para organizar una reunión con dos hermanas para hablar sobre cómo trasladar los libros de las palabras de Dios. Cuando estaba a punto de salir, la hermana que me hospedaba me dijo nerviosa: “¡No puedes irte! Si sales a la calle y no regresas, ¿qué pasará con el trabajo de la iglesia?”. Su expresión temerosa me hizo sentirme aún más preocupada: “Aún no han regresado, así que los deben haber arrestado. Si salgo a la calle, ¿habrá alguien siguiéndome? ¿Qué pasará si realmente no regreso?”. Seguí orando a Dios con el corazón y recordé Sus palabras: “La fe es como un puente de un solo tronco: aquellos que se aferran miserablemente a la vida tendrán dificultades para cruzarlo, pero aquellos que están dispuestos a sacrificarse pueden pasar con paso seguro y sin preocupación. Si el hombre alberga pensamientos asustadizos y de temor es porque Satanás lo ha timado por miedo a que crucemos el puente de la fe para entrar en Dios. Satanás está intentando por todos los medios posibles enviarnos sus pensamientos. Debemos orar en todo momento para que Dios nos ilumine y nos esclarezca, y siempre debemos confiar en Dios para purgar el veneno de Satanás que hay dentro de nosotros, practicar en nuestro espíritu en todo instante cómo acercarnos a Dios y dejar que Dios domine todo nuestro ser” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 6). Ahora que la iglesia enfrentaba detenciones, yo tenía la responsabilidad y el deber urgente de proteger a los hermanos y hermanas y a los libros de las palabras de Dios. Mi temor a que me arrestaran era un pensamiento que Satanás me enviaba. No debía caer en su trampa. Si me escondía por miedo a que me arrestaran, no trasladaba los libros de las palabras de Dios a tiempo y la policía los confiscaba, habría cometido una transgresión. No proteger los intereses de la iglesia en ese momento crucial sería una vergüenza. Aunque el proceso para trasladarlos era arriesgado, creía que Dios es todopoderoso y que todo estaba bajo Su control. Dios determinaría si me arrestaban, por lo que la policía no podría tocarme un pelo si Él no lo permitía. Al reflexionar sobre las palabras de Dios, me sentí con menos miedo. Después de hablar con las dos hermanas, nos dividimos de inmediato para actuar por separado. Una fue a avisar a los hermanos y hermanas, mientras que la otra hermana y yo nos encargamos de trasladar los libros de las palabras de Dios. Solo conseguí sentirme aliviada cuando terminamos de trasladar a salvo todos los libros.
Más tarde, debido a la traición de un judas, la policía arrestó a más personas de la iglesia y siguió confiscando los libros de las palabras de Dios. El 14 de enero de 2022, la policía también arrestó a Yang Hong, quien me hospedaba. Al no tener un lugar apropiado donde hospedarme, sopesé la posibilidad de huir de inmediato y pensé: “Si la policía me captura, soportaré una tortura terrible. Si no puedo resistirla y traiciono a Dios, como Judas, las consecuencias serán inimaginables”. Al final, conseguí un lugar relativamente seguro donde hospedarme, pero, al poco tiempo, otro judas también reveló su ubicación, por lo que tuve que volver a mudarme. Al no tener un lugar apropiado donde hospedarme, sentí que no había ningún lugar seguro para nosotros. Me sentía tan indefensa y angustiada que no pude evitar quejarme: “¿Cuándo llegarán a su fin estos días de vivir con miedo y ansiedad constantes? Quizás sería mejor que la policía me arrestara y me matara a golpes”. Sumida en la desdicha, pensé en las palabras de Dios: “Debes soportarlo todo; por Mí, debes estar preparado para renunciar a todo lo que posees y hacer todo lo que puedas para seguirme, y debes estar preparado para gastarte por completo. Este es el momento en que te probaré, ¿me ofrecerás tu lealtad? ¿Puedes seguirme hasta el final del camino con lealtad? No tengas miedo; con Mi apoyo, ¿quién podría bloquear el camino? ¡Recuerda esto! ¡No lo olvides! Todo lo que ocurre es por Mi buena voluntad y todo está bajo Mi escrutinio. ¿Puedes seguir Mi palabra en todo lo que dices y haces? Cuando las pruebas de fuego vengan sobre ti, ¿te arrodillarás y clamarás? ¿O te acobardarás, incapaz de seguir adelante?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 10). Las palabras de Dios me ayudaron a entender que esa ola de persecución y detenciones que enfrentaba la iglesia, en la que habían sido revelados algunos judas y carecíamos de lugares seguros para realizar los deberes, nos presentaba muchas dificultades, pero que esas dificultades podían perfeccionar mi fe y revelar mi corrupción. La obra de Dios de los últimos días es para poner a prueba la fe de las personas por medio de distintas formas de persecución, tribulaciones, pruebas y refinamientos, los cuales revelan quiénes creen de verdad y quiénes no. Los que siguen leyendo las palabras de Dios, permanecen leales a sus deberes ante el peligro y la adversidad, y se mantienen firmes en su testimonio frente al gran dragón rojo, incluso cuando los arrestan, son los verdaderos creyentes y seguidores de Dios. Por el contrario, los que se acobardan, abandonan sus deberes y traicionan a Dios para protegerse durante la persecución y la tribulación son la cizaña y los incrédulos que la obra de Dios pone en evidencia y que, en última instancia, serán descartados. Esa es la sabiduría de la obra de Dios. En el pasado, pensaba que tenía mucha fe y confiaba en Dios, pero los hechos demostraron que carecía de verdadera lealtad y sumisión. En una situación así, me seguía escondiendo y me mudaba de un lugar a otro, me quejaba y me negaba a someterme cuando debía afrontar sufrimiento físico, e incluso sopesaba la posibilidad de dejar que la policía me atrapara y me matara a golpes para evitar vivir con constante temor. ¡Vi cuán rebelde había sido! No conseguía dar testimonio de Dios en momentos cruciales y, en su lugar, transigía con Satanás. ¡Realmente había decepcionado a Dios! También me di cuenta de que, ante la persecución y la adversidad, debía seguir siendo leal a Dios y soportar cualquier adversidad hasta el final, que es lo que los verdaderos creyentes deben hacer. Al entender esto, me sentí fortalecida.
En marzo de 2022, una hermana a quien habían liberado me avisó que la policía sabía que yo era una líder de la iglesia, que estaba usando el sistema de vigilancia Skynet para localizarme y que presumía de que me atraparía apenas saliera de casa. Esa noticia me hizo sentir extremadamente ansiosa y temerosa, y sentí que estaba en constante peligro de que me capturaran. Pensé: “Si la policía me atrapa, no me dejarán ir fácilmente. Como están yendo específicamente tras los líderes, seguro que me obligarán a traicionar a los hermanos y hermanas. Si no los traiciono, seguramente me someterán a una intensa tortura y es posible que me maten a golpes o me dejen incapacitada. Si me matan a golpes, ¿no se llegará a su fin mi recorrido por la senda de la fe en Dios? ¿No me perderé la oportunidad de ser salva?”. No soportaba seguir pensando en eso. Unos días después, recibí una carta de un líder superior que me informaba que la hermana Chen Li y yo seríamos transferidas a la Iglesia Morning Star. Me alegré por dentro y pensé: “Por fin puedo abandonar este lugar. La situación aquí es demasiado aterradora. La policía ya ha arrestado a más de noventa personas. ¡Quedarse aquí es demasiado arriesgado!”. Mientras aguardaba la transferencia, recibí otra carta de la Iglesia Morning Star. La carta decía que habían arrestado a dos líderes de la iglesia y a decenas de hermanos y hermanas, y que la policía había confiscado algunos de los libros de las palabras de Dios. Como Chen Li estaba familiarizada con la situación allí, tuvo que ir esa misma noche para lidiar con las consecuencias, lo que retrasó mi transferencia. Chen Li dijo: “El entorno es muy malo y tenemos que ir a la Iglesia Morning Star para lidiar con las consecuencias. Si te vas ahora, ¿qué pasará con el trabajo de nuestra iglesia?”. Sus palabras me hicieron sentir muy culpable. Las hermanas estaban arriesgando sus vidas para lidiar con las consecuencias mientras yo pensaba en irme antes. Como líder de la iglesia, no estaba protegiendo el trabajo de la iglesia ni teniendo en consideración las dificultades que tenían las hermanas en ese momento crítico, y solo quería irme. ¿Cómo podía ser tan egoísta? Al darme cuenta de esto, le expliqué la situación al líder superior y expresé mi voluntad de quedarme para encargarme del trabajo de la iglesia. En ese momento, fui ante Dios para orar y buscar: “¿Cuál es la intención de Dios cuando permite que exista un entorno así? ¿Cómo debo reflexionar y conocerme a mí misma?”. En ese momento, leí un pasaje de las palabras de Dios: “Cuando los que son leales a Dios tienen claro que es peligroso un entorno, pese a ello aceptan el riesgo de hacer la tarea de ocuparse de la situación posterior y mantienen en mínimos las pérdidas a la casa de Dios antes de retirarse. No priorizan su propia seguridad. Dime, en este perverso país del gran dragón rojo, ¿quién podría asegurar que no hay peligro alguno en creer en Dios y cumplir con un deber? Cualquiera que sea el deber que uno asuma, conlleva cierto riesgo; sin embargo, el cumplimiento del deber es una comisión de Dios y, al seguir a Dios, uno ha de asumir el riesgo de cumplir con su deber. Uno debe hacer un ejercicio de sabiduría y ha de tomar medidas para garantizar su seguridad, pero no debe priorizar su seguridad personal. Debe tener en cuenta las intenciones de Dios y priorizar el trabajo de Su casa y la difusión del evangelio. Lo principal, y lo primero, es cumplir con la comisión de Dios para uno” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (II)). Al leer las palabras de Dios, entendí que aquellos que creen de verdad en Dios y le son leales pueden rebelarse contra la carne, hacer caso omiso de su propia seguridad y defender los intereses de la casa de Dios cuando ven que el gran dragón rojo arresta con desenfreno al pueblo escogido de Dios. Las personas así consideran la intención de Dios y tienen humanidad y conciencia. Sin embargo, cuando vi que hacía falta gente para hacer el trabajo de la iglesia, solo pensé en mi propia seguridad y en cómo abandonar ese lugar de inmediato para no tener que pasar más tiempo viviendo con constante temor y ansiedad. No tenía en consideración el trabajo de la iglesia ni me compadecía de las dificultades que atravesaban las hermanas, y solo quería evadir mis responsabilidades y esconderme como una tortuga en su caparazón. ¡Había sido una cobarde completamente desprovista de humanidad! Cuando enfrenté la adversidad, me protegí a mí misma y desatendí el trabajo de la iglesia, lo que mostró mi naturaleza egoísta y despreciable. Si no compensaba la situación, seguramente provocaría el odio y el desdén de Dios. Ya no podía seguir haciendo caso a la carne ni ser una cobarde. Independientemente de lo peligroso que se volviera el entorno o lo grandes que fueran las dificultades, tenía que dedicarme al máximo a defender el trabajo de la iglesia. Esa es la lealtad y la sumisión que un ser creado debe tener, y es el testimonio de vencer a Satanás. Estaba dispuesta a quedarme a trabajar con las hermanas para lidiar con las consecuencias.
Más tarde, los hermanos y hermanas me leyeron un pasaje de las palabras de Dios, que abordaba mi estado. Dios Todopoderoso dice: “Los anticristos hacen todo lo posible para proteger su seguridad. Piensan para sí: ‘Debo garantizar mi seguridad a toda costa. Da igual a quién cojan, pero no debe ser a mí’. […] Si un lugar es seguro, entonces los anticristos lo elegirán para obrar y, desde luego, darán una impresión muy proactiva y positiva, alardeando de su gran ‘sentido de la responsabilidad’ y ‘lealtad’. Si algún trabajo conlleva riesgo y puede acabar en un incidente, si el gran dragón rojo puede descubrir al que lo lleve a cabo, entonces se excusan y se niegan a hacerlo, y buscan una oportunidad para eludirlo. En cuanto hay peligro, o en cuanto hay un asomo de este, piensan en la manera de librarse y abandonan su deber, sin preocuparse por los hermanos y hermanas. Solo les preocupa salvarse a sí mismos del peligro. Puede que en el fondo ya estén preparados: en cuanto aparece el peligro, abandonan de inmediato el trabajo que están haciendo, sin preocuparse de cómo va el trabajo de la iglesia, de la pérdida que pueda suponer para los intereses de la casa de Dios o de la seguridad de los hermanos y hermanas. Lo que les importa es huir. […] Estas personas no están dispuestas a sufrir persecución por creer en Dios; tienen miedo de ser arrestados, torturados y condenados. El hecho es que hace tiempo que han sucumbido a Satanás en su corazón. Les aterroriza el poder del régimen satánico, y les asusta aún más que puedan ocurrirles cosas como la tortura y los duros interrogatorios. Con los anticristos, por tanto, si todo va bien y no existe ninguna amenaza para su seguridad o incidencia en ella, si no hay peligro posible, pueden ofrecer su fervor y ‘lealtad’, e incluso sus bienes. Pero si las circunstancias son malas y pueden ser arrestados en cualquier momento por creer en Dios y hacer su deber, y si su creencia en Dios puede hacer que los despidan de su puesto oficial o que sus allegados los abandonen, entonces serán excepcionalmente cuidadosos, no predicarán el evangelio ni darán testimonio de Dios ni harán su deber. Cuando hay el menor indicio de problemas, se encogen como una tortuga en su concha; ante el menor indicio de problemas, desean devolver inmediatamente a la iglesia sus libros de las palabras de Dios y todo lo relacionado con la fe en Él, a fin de mantenerse a salvo e ilesos. ¿Acaso no son peligrosos? Si son arrestados, ¿no se convertirían en Judas? Los anticristos son tan peligrosos que pueden convertirse en Judas en cualquier momento; siempre existe la posibilidad de que traicionen a Dios. Además, son egoístas y despreciables hasta el extremo. Esto viene determinado por la esencia-naturaleza de los anticristos” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (II)). Dios pone al descubierto que los anticristos quieren abandonar sus deberes para protegerse a sí mismos ante el peligro. Hacen caso omiso al trabajo de la iglesia y solo piensan en salir con vida. Las personas así son egoístas y despreciables. Me di cuenta de que mi comportamiento reflejaba el de un anticristo. Cuando no había peligro, podía hacer mis deberes de manera proactiva. Pero, cuando arrestaron a muchos líderes y obreros, algunos se convirtieron en judas y también me delataron a mí, por lo que me volví asustadiza y temerosa, ya que deseaba irme de ese lugar peligroso lo antes posible. Vi que era realmente egoísta y despreciable, que siempre tenía en consideración mis propios intereses físicos y que no pensaba en trabajar al unísono con las hermanas para lidiar con las consecuencias y minimizar las pérdidas. En mis deberes, carecía de toda lealtad y revelé que tenía el carácter egoísta y despreciable de un anticristo. Sin que las palabras de Dios me dejaran en evidencia, no habría reconocido que tenía el carácter de un anticristo.
Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios, que me trajo algo de claridad al corazón. Dios Todopoderoso dice: “La gente así es simplemente tímida y no podemos ponerles la etiqueta definitiva de anticristos solo en función de esta manifestación, pero ¿cuál es la naturaleza de esta manifestación? La esencia de esta manifestación es la de un incrédulo. No creen que Dios pueda proteger la seguridad de las personas y, desde luego, no creen que dedicarse a esforzarse por Dios sea consagrarse a la verdad ni sea algo que Él apruebe. No temen a Dios en su corazón; solo les asustan Satanás y los perversos partidos políticos. No creen en la existencia de Dios, no creen que todo esté en Sus manos y, por supuesto, no creen que Dios apruebe que una persona se gaste por completo para Él y en aras de seguir Su camino y de completar Su comisión. No son capaces de ver nada de esto. ¿En qué creen? Creen que, en caso de caer en manos del gran dragón rojo, tendrán un mal final, que se les sentenciará o incluso correrán el riesgo de perder la vida. En su corazón, solo consideran su propia seguridad y no la obra de la iglesia. ¿Acaso no son incrédulos?” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (II)). Las palabras de Dios pusieron al descubierto mi verdadero estado. Siempre había afirmado que creía en Dios Todopoderoso, pero, cuando tuve que enfrentar las detenciones del PCCh, no creía realmente que todo estuviera en las manos de Dios ni mucho menos creía en la autoridad única de Dios. Al enterarme de que un judas me había delatado y que la policía me estaba buscando, tuve miedo de que me capturaran, mutilaran o mataran a golpes, e incluso sentí el deseo de traicionar a Dios. A través de la revelación de los hechos, vi lo tímida y cobarde que era en realidad, y que carecía de cualquier comprensión de la autoridad de Dios. Actuaba como si mi vida estuviera en manos de Satanás. Estaba tan aterrorizada por las detenciones a gran escala del PCCh que entré en pánico total. ¡Había sido tan patética! En realidad, independientemente de los métodos o la tecnología avanzada que use el PCCh para vigilarme o capturarme, sus planes no pueden tener éxito si Dios no lo permite. Recordé un día de 2021, cuando estaba a punto de ir a la casa de una hermana para una reunión. Estaba por subir las escaleras cuando recordé un asunto urgente de la iglesia y decidí no subir. Al día siguiente, me enteré de que la policía había allanado su casa en ese mismo momento. Sin la protección de Dios, habría caído en manos de la policía. Asimismo, aunque hubo unos judas que me delataron, el PCCh sabía que era una líder de la iglesia y estaba usando vigilancia de alta tecnología para localizarme, sabía que, por más que el gran dragón rojo intentara capturarme de todas las formas posibles, todos sus esfuerzos serían en vano si Dios no lo permitía. Si Dios lo permite, no conseguiría escaparme, por mucho que lo intentara. Mi vida y mi muerte están en Sus manos, no en las de Satanás. Ante el peligro, mi deseo de huir provenía de mi miedo exagerado a la muerte y mis ansias de vivir. Consideraba mi vida como lo más importante y pensaba que, si moría, ya no podría perseguir la salvación y no tendría un buen desenlace ni destino. Así que, cuando surgía el peligro, siempre quería proteger mi vida. El Señor Jesús dijo: “El que ha hallado su vida, la perderá; y el que ha perdido su vida por mi causa, la hallará” (Mateo 10:39). A lo largo de la historia, mientras los discípulos y apóstoles del Señor difundían el evangelio fueron lapidados hasta morir y despedazados por caballos. Aunque sus cuerpos murieron, dieron testimonio de Dios ante Satanás. Esto es sufrir la persecución por ser justos y es ser recordados por Dios. Por el contrario, los que, ante el peligro, traicionan a Dios, se convierten en judas o los que abandonan sus deberes por sus ansias de vivir y su miedo a la muerte, pueden parecer vivos en la carne, pero han perdido su testimonio ante Dios y los elogios de Su parte. Tuve la suerte de aceptar la obra de Dios de los últimos días, lo cual es una enorme gracia. Si Dios permite que me capturen, debería dar testimonio de Dios ante Satanás sin ninguna elección personal, sabiendo que sería significativo y valioso, aunque me capturaran o perdiera la vida. Más tarde, unos judas traicionaron a muchos miembros de la iglesia y las reuniones normales y los deberes se trastornaron. Los hermanos y hermanas vivían con miedo. Al enfrentar esa situación, yo también me sentía débil y solía orar a Dios para pedirle que me diera fe y valentía. Decidí que, independientemente de las dificultades, confiaría en Él para lidiar con las consecuencias. Una iglesia necesitaba nuevos líderes con urgencia, así que tuve que acudir allí para organizar una elección. Aunque había ciertas cosas que me preocupaban, sobre todo que el sistema de vigilancia Skynet de la policía me localizara, y me sentía asustadiza y temerosa, recordé las palabras de Dios: “Sin el permiso de Dios, le resulta difícil incluso tocar una gota de agua o un grano de arena sobre la tierra; ni siquiera es libre para mover a las hormigas sobre la tierra, y mucho menos a la humanidad creada por Dios” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único I). Las palabras de Dios fortalecieron mi fe. Satanás es meramente un objeto de servicio en las manos de Dios, un contraste, por lo que no debería tener miedo. Debo orar y confiar en Dios, ponerme en Sus manos y cumplir bien con mis deberes. Entonces, confié en Dios para organizar la elección del líder de la iglesia y, al practicar de esa manera, sentí que mi corazón estaba tranquilo y en paz.
A través de esa experiencia, obtuve algo de comprensión sobre lo egoísta y despreciable que era mi carácter corrupto, una comprensión más verdadera de la omnipotencia y soberanía de Dios, y discernimiento de la esencia del PCCh de resistirse a Dios. Esos son conocimientos que no habría podido obtener en un entorno plácido.