d. Por qué Dios destruirá a los humanos perversos que se le resisten
Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días
Dios creó a los humanos, los colocó sobre la tierra y los ha guiado desde entonces. Él después los salvó y los sirvió como ofrenda por el pecado para la humanidad. Al final Él aún debe conquistar a la humanidad, salvar por completo a los humanos y restaurarlos a su semejanza original. Esta es la obra a la que Él se ha dedicado desde el principio, restaurando a la humanidad a su imagen y semejanza originales. Dios establecerá Su reino y restaurará la semejanza original de los seres humanos, lo que significa que Él restaurará Su autoridad sobre la tierra y entre toda la creación. La humanidad, después de que Satanás la corrompiera, perdió su corazón temeroso de Dios y la función propia de las criaturas de Dios, convirtiéndose en un enemigo desobediente a Dios. Entonces la humanidad vivió bajo el poder de Satanás y siguió sus órdenes; en consecuencia, Dios no tuvo manera de obrar entre Sus criaturas, y menos aún pudo obtener su temor. Dios creó a los seres humanos y estos deben adorarlo, pero ellos en realidad le dieron la espalda y, en cambio, adoraron a Satanás. Satanás se convirtió en ídolo en su corazón. De esta manera Dios perdió Su posición en su corazón, lo que quiere decir que Él perdió el significado de Su creación de la humanidad. Por tanto, para restaurar la relevancia de Su creación de la humanidad, Él debe restaurar su semejanza original y librar a la humanidad de su carácter corrupto. Para rescatar a los humanos de Satanás, debe salvar al hombre del pecado. Solo de esta manera puede Dios restaurar poco a poco su semejanza y función originales, y al final restaurar Su reino. La destrucción final de esos hijos de la desobediencia también va a ser llevada a cabo con el fin de permitir a los humanos adorar mejor a Dios y vivir mejor sobre la tierra. Debido a que Dios creó a los humanos, Él hará que lo adoren; como desea restaurar la función original de la humanidad, la va a restaurar por completo y sin ninguna adulteración. Restaurar Su autoridad quiere decir hacer que los humanos lo adoren y se sometan a Él; quiere decir que Él va a hacer que los humanos vivan por Él y que perezcan Sus enemigos debido a Su autoridad. Quiere decir que Dios hará que todo lo Suyo continúe entre los humanos sin resistencia por parte de nadie. El reino que Dios anhela establecer es Su propio reino. La humanidad que desea es una que lo adorará y se someterá a Él por completo y manifestará Su gloria. Si Dios no salva a la humanidad corrupta, entonces la relevancia de Su creación de la humanidad se perderá; no tendrá más autoridad entre los humanos y Su reino ya no será capaz de existir en la tierra. Si Dios no destruye a esos enemigos que le son desobedientes, no podrá obtener toda Su gloria ni tampoco podrá establecer Su reino sobre la tierra. Estas serán las señales de la terminación de Su obra y de Su gran logro: destruir completamente a aquellos entre la humanidad que lo desobedecen y llevar al reposo a los que han sido perfeccionados. Cuando los humanos hayan sido restaurados a su semejanza original y cuando puedan cumplir sus deberes respectivos, permanecer en su sitio adecuado y someterse a todos los planes de Dios, Dios habrá ganado un grupo de personas sobre la tierra que lo adoran y también habrá establecido un reino sobre la tierra que lo adora. Tendrá una victoria eterna sobre la tierra y todos aquellos que se le oponen perecerán por toda la eternidad. Esto restaurará Su intención original al crear la humanidad; restaurará Su intención en crear todas las cosas y también restaurará Su autoridad sobre la tierra, entre todas las cosas y entre Sus enemigos. Estos serán los símbolos de Su victoria total. En adelante, la humanidad entrará en el reposo y empezará una vida que está en el camino correcto. Dios también entrará en el reposo eterno con la humanidad y comenzará una vida eterna que compartirán Dios y los humanos. La inmundicia y la desobediencia sobre la tierra habrán desaparecido, así como los lamentos sobre la tierra y todo lo que en este mundo se opone a Dios no existirá. Solo Dios y esas personas a las que Él ha llevado a la salvación permanecerán; solo Su creación permanecerá.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo
¡Humanos malvados, corruptos! ¿Cuándo te tragaré? ¿Cuándo te sepultaré en el lago de fuego y azufre? ¡Tantas veces he sido alejado de vuestro grupo, tantas veces las personas me han insultado, ridiculizado y difamado y cuántas veces me han juzgado y desafiado abiertamente! ¡Humanos ciegos! ¿No sabéis que solo sois un montón de barro en la palma de Mi mano? ¿No sabéis que sois meros objetos de Mi creación? Ahora, Mi ira está siendo liberada y nadie se puede defender contra ella. La gente solo puede rogar misericordia una y otra vez. Sin embargo, como Mi obra ha progresado hasta este grado, nadie la puede cambiar. Los que han sido creados deben regresar al barro. No es que Yo sea injusto, sino que vosotros estáis demasiado corrompidos y desenfrenados porque habéis sido secuestrados por Satanás y os habéis convertido en sus herramientas. Yo soy el santo Dios mismo, no puedo ser mancillado ni puedo poseer un templo impuro. De ahora en adelante, Mi furia intensa (más severa que la ira) comenzará a derramarse sobre todas las naciones y pueblos, y empezará a castigar a toda la escoria que procede de Mí, pero que no me conoce. Odio a los humanos al extremo y no tendré más misericordia, sino que haré que todas Mis maldiciones caigan como lluvia. No habrá más compasión ni amor en absoluto, todo será incinerado hasta la nada, y solo quedará Mi reino, para que Mi pueblo me alabe en Mi casa, me dé gloria y me aclame por toda la eternidad (esta es la función de Mi pueblo). Mi mano oficialmente comenzará a castigar a aquellos tanto dentro como fuera de Mi casa. Ningún hacedor de maldad podrá escapar de Mi alcance y Mi juicio. Todos deben pasar por esta prueba y adorarme. Esta es Mi majestad y, además, es un decreto administrativo que proclamo para los hacedores de maldad. Nadie puede salvar a nadie más. Las personas solo pueden cuidarse a sí mismas, pero no importa lo que hagan, no podrán escapar de Mi mano de castigo. La razón por la que se ha dicho que Mis decretos administrativos son severos se revela aquí. Este es un hecho que todas las personas pueden ver con sus propios ojos.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 109
Los seres humanos no son más que Mis enemigos. Los seres humanos son los malvados que se oponen a mí y me desobedecen. Los seres humanos no son sino la descendencia del maligno al que maldije. Los seres humanos no son otra cosa que los descendientes del arcángel que me traicionó. Los seres humanos no son otra cosa que la herencia del diablo al que repudié hace mucho tiempo, quien desde entonces ha sido Mi enemigo irreconciliable. Sobre la raza humana, el cielo está revuelto y sombrío, sin un atisbo de claridad, y el mundo de los humanos está sumergido en una oscuridad total, de modo que cualquiera que vive en él no puede ni siquiera ver su mano extendida frente a su rostro, ni el sol al levantar la cabeza. El sendero debajo de sus pies, enlodado y lleno de baches, serpentea tortuosamente. Toda la tierra está cubierta de cadáveres. Los oscuros rincones están llenos de los restos de los fallecidos, y multitudes de demonios residen en los rincones fríos y sombríos. Y en el mundo de los hombres, los demonios van y vienen en hordas por doquier. Las progenies de todo tipo de bestias, cubiertas de inmundicia, están encerradas en una batalla campal cuyo sonido atemoriza el corazón. En estos tiempos, en este mundo, en este “paraíso terrenal”, ¿dónde se buscan las dichas de la vida? ¿A dónde debe ir uno para hallar el destino de la propia vida? La humanidad, aplastada bajo los pies de Satanás desde hace mucho tiempo, desde el principio ha sido un actor que asume la imagen de Satanás; más aún, es la personificación de Satanás, y sirve como prueba que da testimonio de Satanás, de forma clara y rotunda. ¿Cómo puede una raza humana así, un montón de escoria depravada como esa, estos descendientes de esta familia humana corrupta, dar testimonio de Dios? ¿De dónde viene Mi gloria? ¿Dónde se puede comenzar a hablar de Mi testimonio? Porque el enemigo que, habiendo corrompido a la humanidad, me confronta, ha tomado a la humanidad —la humanidad que Yo creé hace mucho tiempo, la que estaba llena de Mi gloria y Mi vivir— y la ha manchado. Ha arrebatado Mi gloria y todo lo que ha inculcado al hombre ha sido veneno, densamente mezclado con la fealdad de Satanás, y el jugo del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. En el principio creé a la humanidad, es decir, al ancestro de la humanidad, Adán. Se le dotó de forma e imagen, rebosaba de vigor y de vitalidad y, además, estaba en compañía de Mi gloria. Ese fue el día glorioso en el cual creé al hombre. Después de eso, Eva fue creada del cuerpo de Adán, siendo ella también ancestro del hombre, y así, las personas que creé estaban llenas de Mi aliento y rebosantes de Mi gloria. Adán nació originalmente de Mi mano y fue la representación de Mi imagen. Por consiguiente, el significado original de “Adán” era un ser creado por Mí, impregnado de Mi energía vital, impregnado de Mi gloria, con forma e imagen, espíritu y aliento. Él fue el único ser creado poseedor de un espíritu, capaz de representarme, portar Mi imagen y recibir Mi aliento. En el principio, Eva fue el segundo ser humano dotado de aliento, cuya creación Yo había ordenado, así que el significado original de “Eva” era un ser creado que daría continuidad a Mi gloria, estaría llena de Mi vitalidad y además investida de Mi gloria. Eva provino de Adán, así que también portaba Mi imagen, ya que fue el segundo ser humano creado a Mi imagen. El significado original de “Eva” era un ser viviente, con espíritu, carne y huesos, Mi segundo testimonio, así como también Mi segunda imagen entre los seres humanos. Ellos fueron los ancestros de la humanidad, el tesoro puro y preciado del hombre, y desde el principio, fueron seres vivientes dotados de espíritu. Sin embargo, el maligno tomó las progenies de los ancestros del ser humano y las pisoteó, y las puso en cautiverio, hundiendo el mundo de los humanos en una oscuridad total, para que la descendencia de ellos ya no creyera en Mi existencia. Aún más abominable es el hecho de que, al tiempo que el maligno corrompe y pisotea a las personas, está arrebatándoles cruelmente Mi gloria, Mi testimonio, la vitalidad que les conferí, el aliento y la vida que soplé en ellas, toda Mi gloria en el mundo humano y toda la sangre del corazón, que les he entregado. El hombre ya no está en la luz, la gente ha perdido todo aquello con lo cual la doté, y han desechado la gloria que les concedí. ¿Cómo pueden reconocer que Yo soy el Señor de todos los seres creados? ¿Cómo pueden seguir creyendo que Yo existo en el cielo? ¿Cómo pueden descubrir las manifestaciones de Mi gloria sobre la tierra? ¿Cómo pueden estos nietos y nietas considerar al Dios que sus propios ancestros temían como el Señor que los creó? Estos nietos y nietas patéticos le han “presentado” generosamente al maligno la gloria, la imagen y el testimonio que les conferí a Adán y Eva, así como la vida que le otorgué a los seres humanos y de la cual estos dependen para existir, y, sin importarle en lo más mínimo la presencia del maligno, le dan a él toda Mi gloria. ¿No es este el origen del apelativo “escoria”? ¿Cómo pueden estos seres humanos, estos demonios malvados, estos cadáveres andantes, estas figuras de Satanás, estos enemigos míos, poseer Mi gloria? Yo recobraré Mi gloria, recuperaré Mi testimonio entre los hombres, y todo aquello que una vez me perteneció y que le entregué al hombre hace mucho tiempo. Yo conquistaré a la humanidad por completo. Sin embargo, debes saber que los humanos que Yo creé eran hombres santos que llevaban Mi imagen y Mi gloria. No pertenecían a Satanás ni estaban sometidos a su atropello, sino que eran puramente una manifestación de Mí, sin el más mínimo rastro del veneno de Satanás. Y por eso le hago saber a la humanidad que solo quiero lo que he creado con Mi mano, los santos que Yo amo y que no le pertenecen a otra entidad. Además, me complaceré en ellos y los consideraré Mi gloria. Pero no quiero al ser humano que ha sido corrompido por Satanás, que actualmente le pertenece a él y que ya no es Mi creación original. Ya que tengo la intención de recobrar Mi gloria en el mundo humano, conquistaré completamente a los sobrevivientes que queden entre los seres humanos, como prueba de Mi gloria al vencer a Satanás. Solo tomo Mi testimonio como una cristalización de Mí mismo, como el objeto de Mi deleite. Esta es Mi voluntad.
La humanidad se ha desarrollado durante decenas de miles de años de historia para llegar a donde se encuentra hoy. Sin embargo, el hombre que creé originalmente, se ha hundido en la degeneración hace mucho tiempo. La humanidad ya dejó de ser la humanidad que Yo deseo, y por eso, ante Mis ojos, ya no merece ser llamada humanidad. Es más bien la escoria de la humanidad que Satanás capturó, son los cadáveres podridos andantes en los que Satanás habita y con los cuales se viste. La gente no cree en absoluto en Mi existencia, ni recibe Mi venida. El ser humano solo responde a Mis exigencias a regañadientes, accede a ellas temporalmente y no comparte sinceramente los gozos y tristezas de la vida conmigo. Como la gente me ve como inescrutable, de mala gana me dedica sonrisas fingidas, o me tratan mediante la adulación a quien tenga poder, porque no tienen conocimiento de Mi obra, ni mucho menos de Mi voluntad en el presente. Seré honesto con vosotros: cuando llegue el día, el sufrimiento de cualquiera que me adore será más fácil de soportar que el de vosotros. El nivel de vuestra fe en Mí, en la actualidad, no supera el de Job, incluso la fe de los judíos fariseos sobrepasa la vuestra. Por ello, si desciende el día de fuego, vuestro sufrimiento será más grave que el de los fariseos cuando Jesús los reprendió, que el de los 250 líderes que confrontaron a Moisés, y que el de Sodoma bajo las llamas ardientes de su destrucción.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Lo que significa ser una persona verdadera
Esta humanidad se había vuelto corrupta hasta el extremo. Esta gente no conocía a Dios ni de dónde provenían ellos mismos. Si les mencionabas a Dios, te atacaban, difamaban y blasfemaban. Incluso cuando los siervos de Dios habían venido a difundir Su advertencia, estas personas corruptas no solo no mostraron signos de arrepentimiento y no abandonaron su conducta malvada, sino, al contrario, hicieron daño descaradamente a los siervos de Dios. Lo que expresaron y pusieron de manifiesto fue su esencia naturaleza de extrema hostilidad hacia Dios. Se puede ver que la resistencia contra Dios de estas personas corruptas era más que una revelación de su carácter corrupto, del mismo modo que era más que un ejemplo de difamación o burla que simplemente brotaba de una falta de entendimiento de la verdad. Ni la estupidez ni la ignorancia causaron su conducta malvada; estas personas actuaban de este modo no porque hubiesen sido engañadas, y sin duda no fue porque hubiesen sido confundidas. Su conducta había alcanzado el nivel del antagonismo flagrantemente descarado, la oposición y el clamor contra Dios. Sin duda, este tipo de conducta humana enfurecería a Dios, y enfurecería Su carácter —un carácter que no debe ser ofendido—. Por tanto, Dios desató directa y abiertamente Su ira y Su majestad; esta fue una verdadera revelación de Su carácter justo. Frente a una ciudad que desbordaba pecado, Dios deseaba destruirla de la manera más rápida posible; deseaba erradicar al pueblo en ella y la totalidad de sus pecados de la forma más completa, hacer que los habitantes de esta ciudad dejasen de existir y que el pecado no se multiplicase más en ese lugar. La forma más rápida y completa de hacerlo era quemarla con fuego. La actitud de Dios hacia el pueblo de Sodoma no fue una de abandono o desconsideración. En su lugar, Él usó Su ira, majestad y autoridad para castigar, golpear y destruir totalmente a estas personas. Su actitud hacia ellos no fue solo una de destrucción física sino también de destrucción del alma, una erradicación eterna. Esta es la verdadera implicación de lo que Dios quiere decir con las palabras “dejasen de existir”.
La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único II
El trato de Dios hacia la totalidad de la humanidad, tan insensata e ignorante como esta es, se basa principalmente en la misericordia y la tolerancia. Su ira, por el contrario, se mantiene oculta la mayor parte del tiempo y en la mayor parte de sucesos; es desconocida para el hombre. Como consecuencia, es difícil para el hombre ver a Dios expresar Su ira, y también le es difícil entenderla. De ahí que el hombre se tome a la ligera la ira de Dios. Cuando el hombre se enfrenta a la obra y el paso final de Dios de la tolerancia y el perdón del hombre, esto es, cuando el ejemplo final de la misericordia de Dios y Su advertencia final alcanza a la humanidad, si la gente sigue utilizando los mismos métodos para oponerse a Dios y no hace ningún esfuerzo para arrepentirse, enmendar sus caminos y aceptar Su misericordia, entonces Dios ya no les concederá más Su tolerancia y paciencia. Al contrario, Dios retirará Su misericordia en ese momento. Después de esto, Él sólo enviará Su ira. Él puede expresar Su ira de formas diferentes, del mismo modo que puede usar diferentes métodos para castigar y destruir a las personas.
El uso del fuego por parte de Dios para destruir la ciudad de Sodoma es Su método más rápido de aniquilar totalmente a la humanidad o a cualquier otra cosa. Quemar a las personas de Sodoma destruyó más que sus cuerpos físicos; destruyó la totalidad de sus espíritus, sus almas y sus cuerpos, garantizando que las personas dentro de la ciudad dejaran de existir tanto en el mundo material como en el mundo que es invisible al hombre. Esta es una forma en la que Dios revela y expresa Su ira. Esta forma de revelación y expresión es un aspecto de la esencia de la ira de Dios, del mismo modo que naturalmente también es una revelación de la esencia del carácter justo de Dios. Cuando Dios envía Su ira, deja de mostrar misericordia o benignidad; tampoco despliega más Su tolerancia o paciencia; no hay persona, cosa o razón que pueda persuadirlo para que continúe siendo paciente, dé otra vez Su misericordia y conceda Su tolerancia una vez más. En lugar de estas cosas, sin un momento de duda, Dios envía Su ira y majestad, hace lo que desea. Hará estas cosas de una manera rápida y limpia de acuerdo con Sus propios deseos. Esta es la forma en la que Dios envía Su ira y majestad, que el hombre no debe ofender, y también es una expresión de un aspecto de Su carácter justo. Cuando las personas ven a Dios mostrando preocupación y amor por el hombre, son incapaces de detectar Su ira, ver Su majestad o sentir Su intolerancia hacia la ofensa. Estas cosas siempre han llevado a las personas a creer que el carácter justo de Dios es solamente uno de misericordia, tolerancia y amor. Sin embargo, cuando uno ve a Dios destruir una ciudad o detestar a una humanidad, Su ira en la destrucción del hombre y Su majestad permiten a las personas ver el otro lado de Su carácter justo. Esta es la intolerancia de Dios a la ofensa. El carácter de Dios que no tolera ofensa sobrepasa la imaginación de cualquier ser creado y, entre los seres no creados, ninguno es capaz de interferir en él o afectarlo, y mucho menos puede ser suplantado o imitado. Así pues, este aspecto del carácter de Dios es uno que la humanidad debería conocer al máximo. Sólo Dios mismo tiene este tipo de carácter y sólo Dios mismo posee este tipo de carácter. Dios posee este tipo de carácter justo porque detesta la maldad, las tinieblas, la rebeldía y los actos malvados de Satanás, que corrompen y devoran a la humanidad, porque Él detesta todos los actos de pecado en oposición a Él y debido a Su esencia santa y pura. Por esto es por lo que Él no sufrirá a ninguno de los seres creados o no creados oponiéndose a Él o disputando con Él. Incluso si un individuo hacia el que Él hubo mostrado alguna vez misericordia o al que había escogido, solo necesita provocar Su carácter y transgredir Su principio de paciencia y tolerancia, Él liberará y revelará Su carácter justo que no tolera ofensa sin la más mínima misericordia o duda.
La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único II
A Dios ojos, existe un límite para Su paciencia respecto a la corrupción del hombre, a la inmundicia, la violencia, y la desobediencia de toda carne. ¿Cuál es Su límite? Es como Dios mismo dijo: “Miró Dios a la tierra, y he aquí que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra”. ¿Qué significa la frase “porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra”? Significa que al llenarse de corrupción el comportamiento de todas las cosas vivientes y verlo Dios, tuvo que destruirlas, incluidas las que le seguían, las que invocaban Su nombre, las que una vez le hicieron holocaustos, las que lo reconocían verbalmente y hasta le alababan. Ese fue el límite de Dios. ¿Hasta qué punto mantuvo Dios, pues, la paciencia con el hombre y la corrupción de toda carne? Hasta el punto en que todas las personas, seguidoras de Dios o incrédulas, dejaron de caminar por la senda correcta y el hombre no solo estaba corrompido moralmente y lleno de maldad, sino que no había nadie que creyese en la existencia de Dios, y mucho menos que considerara que Él gobierna el mundo, que puede traer luz y la senda correcta a las personas. Hasta el punto de que el hombre despreció la existencia de Dios y no le permitió existir. Una vez que la corrupción del hombre llegó a semejante nivel, Él ya no lo soportó más. ¿Qué la sustituiría? Llegarían la ira y el castigo de Dios.
La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I
Dios envía Su ira porque las cosas impías, negativas y malvadas obstruyen, perturban o destruyen la actividad y el desarrollo normales de las cosas justas y positivas. El objetivo de la ira de Dios no es salvaguardar Su propio estatus e identidad, sino la existencia de las cosas justas, positivas, bellas y buenas, las leyes y el orden de la supervivencia normal de la humanidad. Esta es la causa principal de la ira de Dios. La furia de Dios es una revelación muy apropiada, natural y verdadera de Su carácter. No hay intenciones ocultas en Su furia, ni engaño ni conspiración, y mucho menos deseo, astucia, malicia, violencia, maldad o cualquier otro de los rasgos compartidos por la humanidad corrupta. Antes de que Dios envíe Su furia, ya ha percibido la esencia de cada asunto de forma bastante clara y completa, y ya ha formulado definiciones y conclusiones precisas y claras. Así pues, el objetivo de Dios en todo lo que acomete es totalmente claro, como lo es Su actitud. Él no está confundido ni ciego, no es impulsivo ni descuidado y, desde luego, no carece de principios. Este es el aspecto práctico de la ira de Dios y, debido a este aspecto práctico de la ira de Dios, la humanidad ha alcanzado su existencia normal. Sin la ira de Dios, la humanidad descendería a condiciones de vida anormales y todas las cosas justas, bellas y buenas serían destruidas y dejarían de existir. Sin la ira de Dios, las leyes y reglas de existencia para los seres creados serían quebrantadas o incluso totalmente trastocadas. Desde la creación del hombre, Dios ha utilizado continuamente Su carácter justo para salvaguardar y sustentar la existencia normal de la humanidad. Debido a que Su carácter justo contiene ira y majestad, todas las personas, cosas y objetos malvados, y todo lo que perturba y daña la existencia normal de la humanidad es castigado, controlado y destruido como resultado de Su ira. A lo largo de los pasados milenios, Dios ha utilizado continuamente Su carácter justo para matar y destruir a todos los tipos de espíritus inmundos y malvados que se oponen a Él y actúan como cómplices de Satanás y como lacayos en la obra de Dios de gestionar a la humanidad. Así pues, la obra de salvación del hombre por parte de Dios siempre ha avanzado de acuerdo con Su plan. Es decir que, debido a la existencia de la ira de Dios, las causas más justas de la humanidad nunca han sido destruidas.
La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único II
Mi obra tiene una duración de apenas seis mil años y prometí que, de igual manera, el control del maligno sobre toda la humanidad no duraría más de seis mil años. Así que ya no queda tiempo. No voy a seguir ni voy a retrasarme por más tiempo: durante los últimos días, aplastaré a Satanás, recobraré toda Mi gloria y recuperaré todas las almas que me pertenecen en la tierra, de manera que estas almas afligidas puedan escapar del mar de sufrimiento y, así, concluirá toda Mi obra en la tierra. A partir de este día, nunca más me haré carne en la tierra y nunca más Mi Espíritu, que lo controla todo, obrará sobre la tierra. Sólo voy a rehacer la humanidad en la tierra, una humanidad que sea santa y que sea Mi ciudad fiel en la tierra. Pero debéis saber que Yo no voy a aniquilar al mundo entero ni a toda la humanidad. Mantendré ese tercio restante, el tercio que me ama y que ha sido conquistado completamente por Mí, y haré que este tercio sea fructífero y se multiplique en la tierra, al igual que lo hicieron los israelitas bajo la ley, alimentándolos con abundancia de ovejas y ganado y todas las riquezas de la tierra. Esta humanidad permanecerá conmigo para siempre; sin embargo, no será la raza humana deplorablemente sucia de hoy, sino una raza humana que sea una asamblea de todos los que han sido ganados por Mí. Una humanidad como esta no será dañada, perturbada ni asediada por Satanás y será la única raza humana que exista sobre la tierra después de que Yo haya triunfado sobre Satanás. Es la humanidad que hoy ha sido conquistada por Mí y que ha obtenido Mi promesa. Por lo que la raza humana que ha sido conquistada en los últimos días será también la humanidad que permanecerá y obtendrá Mis bendiciones eternas. Será la única evidencia de Mi triunfo sobre Satanás y los únicos botines de la batalla contra Satanás. Yo salvo estos botines de guerra del poder de Satanás y son la única cristalización y fruto de Mi plan de gestión de seis mil años. Ellos provienen de todas las naciones y denominaciones, y de cada lugar y país en todo el universo. Son de diferentes razas y tienen diferentes idiomas, costumbres y colores de piel, y están extendidos a lo largo de todas las naciones y denominaciones de toda la tierra e incluso de cada rincón del mundo. Finalmente, se reunirán para formar una raza humana completa, una asamblea de hombres inalcanzable por las fuerzas de Satanás. Aquellos entre los hombres que no hayan sido salvados ni conquistados por Mí se hundirán en silencio en las profundidades del mar y arderán consumidos por Mis llamas por toda la eternidad. Voy a aniquilar a esta antigua humanidad supremamente inmunda, tal como aniquilé a los varones primogénitos y al ganado de Egipto y dejé solo a los israelitas, que comieron carne de cordero, bebieron sangre de cordero y marcaron los dinteles de sus puertas con sangre de cordero. ¿Acaso las personas que han sido conquistadas por Mí y que son de Mi familia no son las mismas que comen la carne del Cordero, que soy Yo, y beben la sangre del Cordero, que soy Yo, y que han sido redimidas por Mí y me adoran? ¿No están estas personas acompañadas siempre de Mi gloria? ¿No están ya aquellos que no tienen la carne del Cordero, que soy Yo, hundidos en silencio en las profundidades del mar?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Nadie que sea de la carne puede escapar del día de la ira
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