1039 La vida del hombre no se puede intercambiar por fama ni dinero
I
Las personas gastan su vida persiguiendo el dinero y la fama;
se agarran a un clavo ardiendo, pensando que son sus únicos apoyos,
como si teniéndolos pudiesen seguir viviendo, eximirse de la muerte.
Pero solo cuando están cerca de morir
se dan cuenta de cuán lejos están estas cosas de ellas,
cuán débiles son frente a la muerte, cuán fácilmente se hacen añicos,
cuán solas y desamparadas están, sin ningún lugar adónde ir.
II
Son conscientes de que la vida no puede comprarse con dinero ni fama,
que no importa cuán rica sea una persona, no importa cuán elevada sea su posición,
todas son igualmente pobres e insignificantes frente a la muerte.
Se dan cuenta de que el dinero no puede comprar la vida,
que la fama no puede borrar la muerte,
que ni el dinero ni la fama
pueden alargar un solo minuto, un solo segundo, la vida de una persona.
Mientras más piensan eso las personas, más anhelan seguir viviendo,
mientras más piensan eso las personas, más temen el acercamiento de la muerte.
Sólo en este punto se dan cuenta realmente de que sus vidas no les pertenecen,
de que no son ellas quienes las controlan, no son ellas quienes las controlan,
y de que no tienen nada que decir en cuanto a si viven o mueren,
que todo esto está fuera de su control.
de La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III