Aquellos que de verdad aman a Dios son los que pueden someterse completamente a Su practicidad

Obtener conocimiento de la practicidad y un profundo entendimiento de la obra de Dios; ambas cosas se ven en Sus palabras y solo mediante estas declaraciones puedes adquirir esclarecimiento, por tanto deberías hacer más para equiparte con las palabras de Dios. Comunica tu entendimiento de las palabras de Dios en la enseñanza y de esta manera puedes esclarecer a otros y darles una salida; esto es una senda práctica. Antes de que Dios disponga un entorno para ti, cada uno debéis equiparos primero con Sus palabras. Esto es algo que todos deben hacer, es una prioridad urgente. Primero, llega a un punto donde sepas cómo comer y beber de las palabras de Dios. En cualquier cosa que seas incapaz de hacer, busca en Sus palabras una senda de práctica; para cualquier asunto que no entiendas o cualquier dificultad que puedas tener, acude a Sus palabras. Haz de las palabras de Dios tu provisión y permite que te asistan para resolver tus dificultades y problemas prácticos. Además, deja que Sus palabras se conviertan en tu ayuda en la vida. Estas cosas exigen que pongas esfuerzo de tu parte. Al comer y beber la palabra de Dios, debes lograr resultados, debes ser capaz de sosegar tu corazón ante Él y debes practicar de acuerdo con Sus declaraciones cuando encuentres cualquier problema. Cuando no encuentres problemas, solo debes preocuparte de comer y beber de Su palabra. En ocasiones puedes orar y contemplar el amor de Dios, compartir en la comunicación tu entendimiento de Sus palabras y comunicar sobre el esclarecimiento y la iluminación que experimentas en tu interior y tus reacciones al leer estas declaraciones. Además, puedes proporcionarle una salida a la gente. Solo esto es práctico. El objetivo de actuar así es permitir que las palabras de Dios se conviertan en tu provisión práctica.

En el transcurso de un día, ¿cuántas horas pasas auténticamente ante Dios? ¿Cuánto de tu día se le da realmente a Dios? ¿Cuánto se le da a la carne? Tener el corazón orientado siempre hacia Dios es el primer paso para estar en la senda correcta de ser perfeccionado por Él. Si puedes dedicar tu corazón, tu cuerpo y todo tu amor verdadero a Dios, ponerlos delante de Dios, ser completamente sumiso a Él y ser absolutamente considerado con Sus intenciones, no por la carne, no por la familia y no por tus propios deseos personales, sino por los intereses de la casa de Dios, tomando la palabra de Dios como el principio y fundamento de todo, entonces, al hacer esto, todas tus intenciones y perspectivas estarán en el lugar correcto y serás una persona ante Dios que recibe Sus elogios. A Dios le gustan las personas que son absolutas con Él, las que le son leales únicamente a Él. Aquellos a quienes Dios aborrece son los que son tibios con Él y se rebelan contra Él. Aborrece a quienes creen en Él, y siempre quieren disfrutarle, pero luego son incapaces de erogarse completamente por Él. Aborrece a quienes afirman amarlo, pero se rebelan contra Él en sus corazones; aborrece a quienes usan palabras pomposas y elocuentes para engañar. Los que no tienen una dedicación genuina a Dios o no se han sometido de verdad a Él son personas traicioneras, demasiado arrogantes por naturaleza. Los que no pueden ser auténticamente sumisos ante el Dios normal y práctico son incluso más arrogantes, y ellos en especial son la progenie obediente del arcángel. Las personas que se gastan de verdad por Dios dedican todo su ser a Él y se colocan ante Dios; se pueden someter a todas Sus palabras y obra, y son capaces de poner en práctica Sus palabras. Pueden aceptar las palabras de Dios y las toman como el fundamento de su existencia, y son capaces de buscar con sinceridad en las palabras de Dios para averiguar qué partes practicar. Así es la gente que vive realmente ante Dios. Si practicas de esta manera, será beneficioso para tu vida, si comiendo y bebiendo de Sus palabras puedes suplir tus necesidades interiores y tus deficiencias, de forma que tu carácter vital se transforme, entonces esto satisfará las intenciones de Dios. Si actúas de acuerdo con las exigencias de Dios y si no satisfaces a la carne sino que en vez de eso satisfaces Sus intenciones, entonces en esto habrás entrado en la realidad de Sus palabras. Entrar en la realidad de las palabras de Dios significa que puedes cumplir con tu deber y satisfacer las exigencias de la obra de Dios. Solo estos tipos de acciones prácticas pueden denominarse entrar en la realidad de Sus palabras. Si eres capaz de entrar en esta realidad, entonces poseerás la verdad. Este es el principio de entrar en la realidad; primero debes someterte a este entrenamiento y solo después de esto podrás entrar en realidades aún más profundas. Considera cómo guardar los mandamientos y cómo ser leal ante Dios; no pienses constantemente en cuándo serás capaz de entrar en el reino. ¡Si tu carácter no cambia, entonces cualquier cosa que pienses será inútil! Para entrar en la realidad de las palabras de Dios, primero debes llegar al punto donde todas tus ideas y pensamientos sean para Él; esta es la necesidad básica.

En la actualidad, muchas personas están experimentando pruebas y no entienden la obra de Dios, pero Yo te digo: si no la entiendes, entonces es mejor que no emitas juicios sobre ella. Quizás habrá un día en el que toda la verdad saldrá a la luz y, entonces, la entenderás. No emitir juicios sería beneficioso para ti; sin embargo, no puedes limitarte a esperar pasivamente. Debes buscar entrar activamente; solo entonces serás alguien que entra de verdad. Por su rebeldía, las personas siempre están desarrollando nociones sobre el Dios práctico. Esto hace necesario que todas las personas aprendan a ser sumisas, ya que el Dios práctico es una prueba enorme para la humanidad. Si no puedes mantenerte firme, todo se ha acabado; si no posees un entendimiento de la practicidad del Dios práctico, no podrás ser perfeccionado por Dios. Un paso crítico en cuanto a si las personas pueden ser perfeccionadas o no consiste en entender la practicidad de Dios. La practicidad del Dios encarnado venido a la tierra es una prueba para cada persona. Si eres capaz de mantenerte firme en este aspecto, entonces serás alguien que conoce a Dios y que lo ama de verdad. Si no puedes mantenerte firme en este aspecto y solo crees en el Espíritu y eres incapaz de creer en la practicidad de Dios, por grande que sea tu fe en Dios, será inútil. Si no puedes creer en el Dios visible, entonces ¿puedes creer en el Espíritu de Dios? ¿No estás intentando simplemente engañar a Dios? No eres sumiso ante el Dios visible y tangible; ¿eres, pues, capaz de someterte al Espíritu? El Espíritu es invisible e intangible, así que cuando dices que te sometes al Espíritu de Dios, ¿no estás diciendo un sinsentido? La clave para guardar los mandamientos es tener un entendimiento del Dios práctico. Una vez tengas dicho entendimiento, serás capaz de guardar los mandamientos. Existen dos componentes a la hora de guardarlos: uno es mantener la esencia de Su Espíritu y, ante este, ser capaz de aceptar el examen del Espíritu; el otro es ser capaz de tener un entendimiento genuino de la carne encarnada y lograr una auténtica sumisión. Tanto si es ante la carne como ante el Espíritu, uno debe siempre albergar un corazón que se somete a Dios y lo teme. Solo alguien así es apto para ser perfeccionado. Si tienes un entendimiento de la practicidad del Dios práctico, esto es, si te has mantenido firme en esta prueba, entonces nada será demasiado para ti.

Algunas personas afirman: “Los mandamientos son fáciles de guardar, solo necesitas hablar con franqueza y de manera devota cuando estés ante Dios, sin gesticular; en eso consiste guardar los mandamientos”. ¿Es esto correcto? Así que, si haces algunas cosas a espaldas de Dios que se resistan a Él, ¿cuenta eso como guardar los mandamientos? Debes tener una comprensión profunda sobre qué implica guardar los mandamientos. Está relacionado con que tengas un entendimiento real de la practicidad de Dios; si tienes un entendimiento de la practicidad y no tropiezas ni caes en esta prueba, entonces se te puede contar entre los que tienen un fuerte testimonio. Dar un testimonio contundente de Dios tiene relación principalmente con que tengas o no un entendimiento del Dios práctico y con que seas o no capaz de someterte ante esa persona que no solo es corriente, sino normal, e incluso someterte hasta la muerte. Si mediante esta sumisión das de verdad un testimonio de Dios, eso significa que Dios te ha obtenido. Si puedes someterte hasta la muerte y estar libre de quejas ante Él, no emitir juicios, no difamar, no tener nociones ni propósitos ocultos, de esta forma Dios obtendrá gloria. La sumisión ante una persona corriente a la que el hombre mira con desprecio y ser capaz de someterte hasta la muerte sin noción alguna, esto es un testimonio verdadero. La realidad a la que Dios exige que entren las personas es ser capaces de someterse a Sus palabras, de ponerlas en práctica, de inclinarse ante el Dios práctico y conocer la propia corrupción; ser capaces de abrir el corazón ante Él y, al final, ser ganados por Él a través de estas palabras suyas. Dios obtiene gloria cuando estas declaraciones te conquistan y te hacen totalmente sumiso a Él; a través de esto, Él avergüenza a Satanás y completa Su obra. Cuando tú no tienes nociones sobre la practicidad del Dios encarnado, es decir, cuando te has mantenido firme en esta prueba, entonces has dado un buen testimonio. Si llega un día en el que tienes un entendimiento pleno del Dios práctico y puedes someterte hasta la muerte como hizo Pedro, entonces Dios te ganará y te perfeccionará. Cualquier cosa que Dios hace que no concuerda con tus nociones es una prueba para ti. Si la obra de Dios concordara con tus nociones, no te exigiría que sufrieras ni que fueras refinado. Su obra exige que abandones tales nociones porque es muy práctica y no concuerda con tus nociones. Por esta razón es una prueba para ti. Todas las personas se hallan en medio de pruebas por la practicidad de Dios; Su obra es práctica, no sobrenatural. Al entender plenamente Sus palabras y Sus declaraciones prácticas sin noción alguna y al ser capaz de amarlo sinceramente a medida que Su obra se hace más práctica, Él te ganará. El grupo de personas a las que Dios ganará son aquellas que conocen a Dios, es decir, las que conocen Su practicidad. Es más, son aquellas capaces de someterse a la obra práctica de Dios.

Durante el tiempo de Dios en la carne, la sumisión que Él exige de las personas no implica abstenerse de emitir juicios ni resistirse, como ellas imaginan, sino que Él exige que las personas usen Sus palabras como principio según el que vivir y el fundamento de su supervivencia, que pongan absolutamente en práctica la esencia de Sus palabras, y que satisfagan por completo Sus intenciones. Un aspecto de exigir que las personas se sometan al Dios encarnado se refiere a poner en práctica Sus palabras, mientras que el otro se refiere a ser capaz de someterse a Su normalidad y Su practicidad. Ambos deben ser absolutos. Los que pueden lograr ambos aspectos son todos aquellos que albergan un auténtico corazón amante de Dios. Todas ellas son personas que Dios ha ganado y que lo aman como a su propia vida. El Dios encarnado lleva una humanidad normal y práctica en Su obra. De esta forma, Su revestimiento exterior de humanidad normal y práctica se convierte en una prueba enorme para las personas, en su mayor dificultad. Sin embargo, la normalidad y la practicidad de Dios no pueden evitarse. Él lo intentó todo para encontrar una solución, pero al final no se pudo librar del revestimiento exterior de Su humanidad normal. Esto era porque, después de todo, Él es Dios hecho carne, no el Dios del Espíritu en el cielo. Él no es el Dios que las personas no pueden ver, sino el Dios que lleva el revestimiento de un ser creado. Así, librarse del revestimiento de Su humanidad normal no sería fácil en modo alguno. Por tanto, pase lo que pase, Él sigue haciendo la obra que quiere hacer desde la perspectiva de la carne. Esta obra es la expresión del Dios normal y práctico; ¿cómo podría estar bien, pues, que las personas no se sometieran? ¿Qué diantre pueden hacer las personas respecto a las acciones de Dios? Él hace lo que quiere hacer; aquello con lo que Él esté contento es como tiene que ser. Si las personas no se someten, ¿qué otro plan sensato pueden tener? Hasta ahora, solo la sumisión ha podido salvar a las personas; nadie ha tenido otras ideas brillantes. Si Dios quiere poner a prueba a las personas, ¿qué pueden hacer ellas al respecto? Sin embargo, todo esto no lo ideó Dios en el cielo, sino que es la idea del Dios encarnado. Él quiere hacer esto, por lo que ninguna persona puede cambiarlo. El Dios en el cielo no interfiere con lo que hace Dios encarnado; ¿no hay incluso más razón para que la gente deba someterse a Él? Aunque Él es tanto práctico como normal, es completamente el Dios hecho carne. En base a Sus propias ideas, Él hace lo que quiere. El Dios en el cielo le ha asignado todas las tareas a Él; debes someterte a cualquier cosa que Él haga. Aunque Él tiene humanidad y es muy normal, Él ha dispuesto todo esto deliberadamente. Entonces, ¿cómo pueden mirarlo las personas con ojos llenos de desaprobación? Él quiere ser normal, así que es normal. Él quiere vivir en la humanidad, así que vive en la humanidad. Él quiere vivir en la divinidad, así que vive en la divinidad. Las personas pueden verlo como ellas quieran, pero Dios siempre será Dios, y los seres humanos siempre serán seres humanos. Su esencia no puede negarse por algún detalle menor ni se le puede empujar fuera de la “persona” de Dios por una pequeñez. Las personas tienen la libertad de los seres humanos, y Dios posee la dignidad de Dios; estos no interfieren mutuamente. ¿No pueden darle un poco de libertad a Dios las personas? ¿No pueden tolerar que Dios sea un poco más distendido? ¡No seas tan estricto con Dios! Todos deberían ser tolerantes los unos con los otros; ¿no estaría todo solucionado? ¿Seguiría habiendo algún distanciamiento? Si no se puede tolerar una cosa tan trivial, entonces ¿cómo pueden decir algo como: “El corazón de un primer ministro es tan grande que un barco puede navegar en él”? ¿Pueden ser un hombre verdadero? No es Dios el que causa dificultades a la humanidad, sino que es ella quien se las causa a Dios. Las personas siempre están manejando las cosas. Hacen una tormenta de un vaso de agua, de nada crean un verdadero problema, ¡y es tan innecesario! Cuando Dios obra en la humanidad normal y práctica, lo que hace no es la obra de la humanidad, sino la obra de Dios. Sin embargo, los seres humanos no ven la esencia de Su obra; siempre ven únicamente el revestimiento exterior de Su humanidad. No han visto una obra tan grande, pero insisten en ver la humanidad normal y corriente de Dios y no dejan el tema. ¿Cómo puede denominarse esto someterse ante Dios? El Dios en el cielo se ha “convertido” ahora en el Dios en la tierra, y el Dios en la tierra es ahora el Dios en el cielo. No importa si Sus apariencias externas son iguales ni importa cómo sea Su obra exactamente. Al fin y al cabo, quien hace la propia obra de Dios es Dios mismo. Debes someterte quieras o no; ¡esto no es un asunto en el que puedas elegir! Los seres humanos deben someterse a Dios y deben hacerlo absolutamente, sin la más mínima pizca de fingimiento.

El grupo de personas a las que el Dios encarnado quiere ganar hoy es el de aquellas que se conforman a Sus intenciones. Solo tienen que someterse a Su obra y dejar de preocuparse constantemente con los deseos del Dios en el cielo, vivir en la imprecisión y dificultarle las cosas al Dios en la carne. Los que son capaces de someterse son quienes escuchan absolutamente Sus palabras y obedecen Sus disposiciones. Tales personas no prestan atención en absoluto a cómo pueda ser realmente el Dios en el cielo ni a qué clase de obra pueda estar haciendo Él en la actualidad en el hombre. Entregan por completo su corazón al Dios en la tierra y ponen todo su ser ante Él. Nunca tienen ninguna consideración hacia su propia seguridad ni arman un escándalo por la normalidad y la practicidad del Dios en la carne. Los que se someten a Dios en la carne pueden ser perfeccionados por Él. Los que creen en el Dios en el cielo no ganarán nada. Esto se debe a que no es el Dios en el cielo quien concede las promesas y las bendiciones a las personas, sino el Dios en la tierra. Las personas no deberían honrar siempre la grandeza del Dios en el cielo mientras consideran al Dios en la tierra como una mera persona corriente. Es injusto. El Dios en el cielo es grande y estupendo, de maravillosa sabiduría, pero ese Dios en el cielo no existe en absoluto. El Dios en la tierra es muy corriente e insignificante y también es muy normal. No tiene una mente extraordinaria ni realiza actos que estremezcan la tierra. Él simplemente obra y habla de una manera muy normal y práctica. Aunque no hable por medio del trueno ni convoque al viento y la lluvia, Él es realmente la encarnación del Dios en el cielo y es realmente el Dios que vive entre los humanos. Las personas no deben considerar como Dios a aquel a quien son capaces de entender y que se corresponde con sus propias imaginaciones ni honrar Su grandeza, mientras consideran inferior a aquel a quien no pueden aceptar ni imaginar en absoluto. Todo esto viene de la rebeldía de las personas; todo es la fuente de la resistencia de la humanidad a Dios.

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