Principios de práctica de la sumisión a Dios

La razón por la que todos están celosos de Job hoy en día es porque él tenía una fe verdadera. Pero ¿habéis hablado sobre los detalles de sus experiencias y sobre por qué él pudo testificar de verdad? ¿Cómo era su día a día? ¿Cómo se relacionaba con Dios en su vida? ¿Cómo se puede ver, a partir de cada uno de sus actos, que buscaba la verdad, que se sometía a Dios y que aceptaba Sus disposiciones e instrumentaciones? ¿Esas cosas involucran los detalles? (Sí). Esas cosas involucran los detalles de la búsqueda de la verdad, que es algo que le falta a la gente hoy en día. Las personas solo conocen el famoso dicho de Job: “Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová” (Job 1:21).* Todas pueden recitar esa frase, pero no tienen claro por qué Job llegó a decirla. Ese dicho tan famoso no vino a él fácilmente: fue necesaria antes toda una vida de experiencia. Durante esta, vio las disposiciones e instrumentaciones de la mano de Dios y Sus acciones en muchas cosas, y vio que todas las riquezas que poseía venían de Él. Un día, todo eso desapareció y Job supo que Dios se lo había quitado. La conclusión a la que llegó fue que, sin importar lo que Dios hiciera, Su nombre debía ser bendecido. ¿Y cómo llegó a ella? ¿No es necesario un proceso para llegar a tal conclusión? Se trata de la senda que toman hoy las personas para perseguir la verdad, y es la manera de llegar a esos resultados, de obtener esos beneficios. Los beneficios no se logran en cuestión de días, ni siquiera de unos pocos años; involucran cada aspecto y cada detalle de la vida de las personas.

La fe en Dios de Job no era solo de palabra: él era el modelo representativo de un creyente sincero. Por todo oraba a Dios. Cuando estaba preocupado por las celebraciones de sus hijos, oraba y se los encomendaba a Él, y sin duda oraba frecuentemente sobre cómo criar a su ganado. Todo lo encomendaba a las manos de Dios. Si hubiera actuado como un no creyente, siempre planeando y calculando la forma de criar a su ganado con la voluntad del hombre, confiando en su propia mente e imaginación y devanándose los sesos para cumplir sus objetivos, ¿hubiese podido ver la mano de Dios, Su soberanía y Sus planes incluso tras vivir muchos fracasos y contratiempos? (No). Si no hubiese orado a Dios a menudo, no habría experimentado Sus bendiciones; con frecuencia se hubiera sentido negativo y débil, como un creyente ordinario, y un humor renuente hubiera surgido en él. “La gente siempre dice que Dios existe. Yo creo en Él, ¡pero no me bendice de acuerdo con mis planes! Yo Lo adoro y le ofrezco sacrificios todos los días. Si existe, Sus bendiciones deberían ser mayores de lo que yo podría pedir o imaginar jamás. ¿Cómo puede ser que aún no haya podido lograr ese objetivo? Es difícil decir si Dios existe realmente o no”. Job le hubiese escrito un signo de interrogación a la existencia de Dios, y eso tiene un efecto negativo. Por un lado, no hubiera podido ver Su mano, Su soberanía ni Sus planes. Además, se hubiera quejado de Dios y habría comenzado a malinterpretarlo y a desarrollar antipatía y rebelión hacia Él. Si las personas que creen en Dios siguen su propio camino, siempre persiguiendo bendiciones, ¿podrán decir, al final, como dijo Job: “Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová”*? ¿Nacerá en ellos esa clase de conocimiento vivencial? (No). Claro que no. ¿Por qué? ¿De dónde viene el problema? (De que no creen en la soberanía de Dios ni Lo buscan; por el contrario, resuelven las cosas con métodos humanos). ¿Por qué las personas se devanan los sesos usando métodos humanos para lograr sus metas en lugar de confiar en Dios? ¿Buscan los deseos de Dios cuando hacen planes? ¿Tienen una actitud sumisa, diciendo: “No sé qué es lo que Dios hará. Haré este plan, este cálculo, pero no sé si con él conseguiré lo que me propongo o no. Es solo un plan. Si logro mi objetivo, entonces será una bendición de Dios. Si no, habrá sido por mi propia ceguera; mi plan no era conforme a Sus intenciones”? ¿Tienen esa actitud? (No). Entonces, ¿cómo surgen estas formas de proceder? Son nociones y figuraciones humanas, deseos humanos, exigencias irracionales de los humanos hacia Dios, y nacen de actitudes corruptas. Ese es un aspecto. Además, ¿tienen esas personas un corazón sumiso a Dios? (No). ¿Cómo os dais cuenta de que no lo tienen? (Sienten una necesidad imperiosa de cumplir los planes que hacen). ¿Qué actitud es esa? Es arrogancia y rebelión. Creen que Dios las bendice, pero, cuando aparecen sus propios deseos y cálculos, lo apartan. Es un carácter arrogante. ¿Están siendo sumisos cuando apartan a Dios? No, y no tienen a Dios en su corazón. No tienen en cuenta en absoluto que Dios dispone las cosas y es soberano sobre ellas, y mucho menos tienen en cuenta de qué manera Él quiere hacerlas. No valoran estos temas. ¿Qué se infiere de eso? Que no buscan nada, ni se someten, ni tienen un corazón temeroso de Dios. Primero hacen sus propios planes y luego actúan y se esfuerzan en pos de estos, confiando en métodos humanos, figuraciones y nociones, sin pensar para nada en las intenciones de Dios. Cuando se trata de criar a su ganado, las personas al menos deberían saber en su corazón que “el hombre debe esforzarse por hacer lo que debe y someterse a la voluntad del cielo”, que es lo mismo que decir: “Cumpliré con mi responsabilidad de alimentar al ganado; no permitiré que los animales estén malnutridos ni que pasen frío o hambre o se enfermen. La cantidad de crías que tengan el próximo año está en manos de Dios. No lo sé, no tengo exigencias y no haré planes. Todas esas cuestiones dependen de Dios”. Si persisten en actuar basándose en nociones y figuraciones humanas, ¿tienen una actitud sumisa a Dios? (No). ¿Cuál de estas dos formas de proceder viene de la voluntad del hombre y cuál es sumisa a Dios? (La primera viene de la voluntad del hombre y es la forma de proceder de los incrédulos; la segunda es la de aquellos que creen en Dios sinceramente y buscan la verdad). Todos ellos creen en Dios y todos hacen lo mismo, pero la motivación, la raíz y el objetivo de sus acciones son diferentes, así como también sus principios. De esa manera, la senda de las personas queda a la vista. ¿No hay una diferencia? La esencia de los incrédulos es la misma que la de los no creyentes. ¿Cuál es la raíz y el objetivo de sus acciones? Todo obedece a sus propios intereses y el beneficio es lo primero en su mente. Por eso al actuar no confían en otra cosa que en su propia voluntad. ¿Y por qué digo que confían en su propia voluntad? Trazan sus planes por su cuenta después de un análisis minucioso. No actúan de manera impulsiva o a ciegas, sino que tienen propósitos y objetivos. No tienen en cuenta las intenciones de Dios; actúan a partir de su propia determinación. Nadie más hace los planes por ellos ni los obliga a actuar de esta manera. Son ellos mismos quienes están decididos a actuar de acuerdo con sus propios planes, por lo que están confiando en su propia voluntad. Entonces, siguiendo su plan, se devanan los sesos y actúan, cueste lo que cueste, para satisfacer sus deseos y lograr los objetivos de sus planes. Mientras lo hacen, además, tienen esta vaga idea: “Yo creo en Dios, así que Él de seguro me bendecirá”. ¿No es eso vergonzoso? ¿En base a qué te bendeciría Dios? ¿Cómo sabes que lo hará? ¿Dios hará que las cosas sucedan solo porque tú lo has decidido? ¿No es una idea irracional? ¿Creer que, sin duda, Dios te bendecirá es lo mismo que someterse a Su soberanía y a Sus planes? (No). Pero mucha gente tiene esa confusión. Dicen: “¡Creo que Dios me bendecirá, que protegerá todo lo que tengo y que satisfará mis deseos!”. Creen que esa es una actitud sumisa ante Dios. ¿No se trata de un error? No solo es un error, también es rebelión y blasfemia contra Dios. Creer que Dios te bendecirá no significa someterte a Su soberanía y a Sus disposiciones; son dos cosas diferentes. Cuando hablas así, tu naturaleza arrogante te está controlando por completo, y esa forma de hablar no se alinea con los principios-verdad.

¿Cuál es la esencia de la conducta rebelde hacia Dios que acabo de compartir? Diseccionad en detalle la raíz del asunto. ¿Hay en ella alguna práctica de la verdad? ¿Hay sumisión? ¿Hay un lugar para Dios en el corazón de esas personas? ¿Tienen un corazón temeroso de Dios? (No). Todos decís que no, así que, para ser específicos: ¿de qué manera se manifiestan estas cosas? Debes compararlo contigo mismo y saber diseccionarlo. Si sabes hacerlo, podrás juzgar tu estado interno, así como si tu práctica está alineada con los principios y si estás practicando la verdad o no. Para empezar, si las personas hacen sus planes antes que nada, sin buscar la verdad, ¿hay sumisión? (No). Viendo que no hay sumisión; ¿cómo debería practicar una persona para ser sumisa? (Buscar, primero, los deseos de Dios). En muchos asuntos, Dios no te muestra claramente Sus deseos, así que ¿cómo puedes estar seguro de que estás practicando la verdad? (Debemos confiar en nuestras oraciones a Dios para estar seguros). Si oras algunas veces y sigues sin entender cuáles son los deseos de Dios, ¿qué debes hacer? No actuar a ciegas. Primero, fíjate si es necesario actuar así o no, si esas acciones son parte de las disposiciones de Dios, si se dan las condiciones para actuar así y si es posible que puedas cumplir tu plan. Si no es posible, pero sigues aferrándote a él, ¿no es una forma de proceder poco racional? Es crucial saber si tus planes e ideas son realistas o no. En tu interior, piensas: “Primero voy a hacer este plan y, si Dios me bendice, ¡quizás mis beneficios sean aún mayores!”. Tu mentalidad se basa en la suerte, por eso confías en tu propia voluntad y quieres mantenerte en tu postura; tus deseos y ambiciones son enormes y eres tan arrogante como bárbaro. Los planes y las decisiones de las personas siempre tienen desviaciones y no deberían ponerlos en práctica. Cuando las personas no comprenden la verdad ni las intenciones de Dios, ¿pueden ser correctos sus planes y decisiones? ¿Pueden ser conformes a las intenciones de Dios? No se puede saber, ya que hay muchas cuestiones que las personas no pueden entender y sobre las que no pueden decidir; los planes y las decisiones de las personas son figuraciones, conjeturas y juicios humanos. Quienes no entienden la verdad no pueden ver que todas las cosas están en las manos de Dios y que es Él quien las dispone e instrumenta. Debes ver lo que están haciendo las manos de Dios, cuáles son Sus intenciones y cuál es el trabajo que Él está haciendo en las personas en ese momento. Si tus planes y decisiones van en contra de la obra que Dios quiere hacer o son contrarios a Sus deseos, ¿cuál será el resultado? Sin duda, fallarán. A partir de esto deberías ver con claridad que las personas no deben hacer planes. Planificar es, de por sí, un error. ¿Cómo debería la gente practicar correctamente? Las personas deberían aprender a aceptar las cosas como vienen, sin actuar a ciegas o planificar en torno a cosas que no pueden comprender. Hay muchas cuestiones que escapan a tu comprensión y tampoco sabes qué problemas podrían surgir en el camino. ¿Están esas situaciones inesperadas en los planes de la gente? Claro que no, por eso los planes no son otra cosa que figuraciones humanas, asuntos vacíos e inviables. Entonces, ¿qué deberían hacer las personas? Por un lado, deben tener un corazón sumiso a Dios y no deben hacer sus propios planes; por otro, también deben cumplir sus deberes y responsabilidades sin ser superficiales. Y el que puedas o no lograr las cosas que planeas y decides, está en las manos de Dios. Puede que planifiques poco, pero Él te dé mucho; puede que planifiques mucho y no recibas tanto. Después de pasar por muchas experiencias similares, te darás cuenta de que nada cambia en función de la voluntad o los planes del hombre. Todo depende de cómo Dios haya dispuesto las cosas y ejercido Su soberanía sobre ellas. Todo está en Sus manos. De esa manera, acumulando experiencias, las personas terminan descubriendo que Dios de verdad tiene soberanía sobre todas las cosas. Si compruebas el hecho de que Dios tiene soberanía sobre todo lo que hay en tu corazón, habrás obtenido la verdad, que se gana con la experiencia. A veces, tus planes pueden ser bastante buenos, pero pueden ocurrir imprevistos en cualquier momento; no puedes imaginarte las muchas cosas excepcionales que podrían ocurrir, que sobrepasan tus figuraciones y tus planes en todos los aspectos. Muchos asuntos te hacen sentir que te han pillado desprevenido y no sabes dónde se encuentra la falla en tus planes, si saldrán bien o mal y qué es lo que las personas pueden hacer o no. De manera inconsciente, adviertes que hay muchas cosas que los humanos no pueden predecir, cosas que están fuera de los límites de sus planes y figuraciones. En este punto, ¿a qué conclusión llegas? (A que Dios tiene soberanía sobre todas las cosas). Hay un detalle en esa soberanía absoluta: si Dios no te da nada, no importa cuánto vayas de aquí para allá, cuánto te esfuerces o luches: no valdrá la pena. Si Dios te bendice, todo fluye sin contratiempos y nadie puede detenerte. Te das cuenta de que, en este asunto, Dios tiene la última palabra; que puede ver con claridad todos tus planes y que el asunto está completamente en Sus manos. Con esta experiencia, sin darte cuenta, tu corazón comenzará a tener una percepción y un conocimiento correcto de la soberanía de Dios. ¿Qué percepción y conocimiento? Que Dios es quien te lo concede. Si Él quiere quitártelo, no importará cuánto te sometas a Él o cuánto Lo conozcas. Si debe quitártelo, lo hará. Todo está en Sus manos, todo está predeterminado y dispuesto por Él. Tú no debes decidir por ti mismo. En este punto, ¿tus planes, cálculos y objetivos personales siguen ocupando un lugar preponderante en tu corazón? No. Esos planes y cálculos humanos irán disminuyendo sin que te des cuenta y los dejarás atrás. ¿Con qué serán reemplazados? Para ti, experimentar la soberanía de Dios equivale a verla. Aunque Dios no diga por qué te ha quitado esas cosas, tú, sin saberlo, lo entenderás aun así. Cuando Dios te bendice de alguna manera, dándote muchas riquezas, no te dice por qué lo hace; pero en tu corazón tienes una sensación y eres consciente de que se trata de una bendición de Él y no de algo que una persona puede ganarse. Un día, te quitarán algunas cosas y tú sabrás con certeza, en tu interior, que eso viene de Dios. Cuando tengas una conciencia clara de estas cosas, ¿no sentirás que Dios te guía en cada paso que das, en cada día que vives y en cada año que pasa? A medida que Dios te guía, inconscientemente sentirás que estás con Él frente a frente, que interactúas con Él cada día, que cada vez tienes más conocimiento y cada año tu cosecha es grande. Sin que te des cuenta, tu comprensión de la soberanía de Dios y Sus disposiciones se volverá más profunda. Cuando tienes una experiencia de ese nivel, ¿no tiene Dios un lugar en tu corazón? Si Dios ocupa un lugar en tu corazón, tienes un corazón temeroso de Él, así que ¿es posible que otras cuestiones, pensamientos o teorías te desorienten, confundan o hagan que te vayas de Su lado? Es imposible. Solo si tienes un conocimiento verdadero de Dios, si la verdad se ha arraigado en tu corazón, puede Dios morar en él para siempre. Si la verdad no ha echado raíces en tu corazón, ¿puede Dios permanecer allí por mucho tiempo? Desde luego que no, pues tu corazón podría distanciarse de Él y traicionarlo en cualquier momento. Si las personas siempre dirigen su vida en función de sus propias figuraciones, nociones, planes, cálculos y deseos, ¿pueden lograr un conocimiento de Dios como ese? (No). Entonces, para lograr una sumisión a Dios como la de Job, tu senda de experiencia y práctica debe ser correcta. Si hay una desviación en tu senda de práctica, no importará cuánta fe o voluntad tengas, no servirá de nada, así como tampoco importará lo nobles que sean tus ambiciones. En muchos de los asuntos de la vida, los métodos de práctica de las personas tienen desviaciones. Desde fuera, ellas parecen capaces de soportar mucho sufrimiento y de pagar un alto precio; parecen tener una gran determinación y el corazón en llamas, pero ¿por qué resulta que al final, después de acumular tantas experiencias, no obtienen un conocimiento vivencial de la soberanía de Dios y de Sus disposiciones? Es porque sus métodos de práctica tienen desviaciones, y su conciencia subjetiva, sus nociones y figuraciones, así como sus planes, tienen el control. Y como esas cosas están en control, Dios se esconde de ellas. Las palabras de Dios dicen: “Me aparezco ante el reino santo y me oculto de la tierra de la inmundicia”. ¿A qué se refiere con “la tierra de la inmundicia”? Se refiere a los diversos deseos, planes y determinaciones de las personas e incluso a sus buenas intenciones y a los propósitos que creen que son correctos. Esas cosas son un obstáculo para que Dios lleve a cabo Su obra en ti y son como una pared en tu rostro que te sella por completo para que no puedas ver o experimentar la soberanía de Dios. Y, si no puedes verla ni experimentarla, ¿podrás llegar a conocerla? (No). Nunca llegarás a conocer la soberanía de Dios.

Veamos la actitud que tenía Job al tratar con sus hijos. Él temía a Jehová, pero ellos no creían en Dios. ¿No pensarían las personas ajenas que eso era muy vergonzoso para Job? De acuerdo con las nociones del hombre, Job era de gran familia y temía a Jehová Dios, pero, como sus hijos no creían en Él, Job no tenía respetabilidad. Esa idea de respetabilidad, ¿no venía de la voluntad y de la impulsividad humana? La gente pensaría: “Esto no es para nada respetable. Debo buscar una forma de hacerlos creer en Dios y recuperar mi respetabilidad”. ¿No nace eso de la voluntad humana? ¿Fue eso lo que hizo Job? (No). ¿Cómo está registrado en la Biblia? (Job ofreció sacrificios y oró por ellos). Job simplemente ofreció sacrificios y oró por ellos. ¿Qué tipo de actitud es esa? ¿Podéis ver los principios que Job estaba practicando? No sabemos si Job obstruía o interfería con las celebraciones de sus hijos, pero desde luego que no participaba; simplemente ofrecía sacrificios por ellos. ¿Alguna vez oró diciendo: “Jehová Dios, conmuévelos, haz que crean en Ti y que obtengan Tu gracia; haz que Te teman y se aparten del mal como yo lo hago”? ¿Alguna vez oró así? La Biblia no contiene ningún registro de eso. La forma de proceder de Job fue tomar distancia, ofrecer sacrificios y preocuparse por ellos por temor a que pecaran contra Jehová Dios. Esas son las cosas que Job practicaba. ¿Cuáles eran los principios de su práctica? No se imponía sobre ellos. Entonces, ¿Job quería que sus hijos creyeran en Dios o no? Por supuesto que sí. Como padre creyente, debía provocarle mucha tristeza verlos aferrarse al mundo de esa manera sin creer en Dios de verdad. Desde luego que quería que ellos se presentaran ante Dios, que Le ofrecieran sacrificios como él hacía, que Lo temieran y se apartaran del mal y que aceptaran Su soberanía y disposiciones. No era una cuestión de respetabilidad, sino de su responsabilidad parental. Pero sus hijos elegían no creer y él, como padre, no se imponía sobre ellos. Esa era su actitud. ¿Qué hacía, entonces? ¿Los llevaba a rastras? ¿Intentaba persuadirlos? (No). Claro que no. Como mucho, a veces, les decía algunas palabras para exhortarlos y, cuando ellos no le escuchaban, se daba por vencido. Les decía que no hiciesen nada demasiado fuera de lugar y luego se apartaba de ellos, marcando un límite claro, y cada uno hacía su vida. Job ofrecía sacrificios por ellos por temor a que ofendieran a Jehová Dios; no ofrecía sacrificios de parte de ellos, sino porque tenía un corazón temeroso de Dios. No se imponía sobre ellos, ni los llevaba a rastras, ni decía: “Estos son mis hijos y debo hacer que crean en Dios para que Él obtenga algunas personas más”. No decía eso; no hacía ese tipo de planes ni cálculos ni actuaba de esa manera. Sabía que actuar de esa forma provenía de la voluntad humana, algo que a Dios no le agrada. Job nada más exhortaba a sus hijos y oraba por ellos, pero no los obligaba ni los llevaba a rastras, y también establecía un límite claro con ellos. Esa era la racionalidad de Job y también un principio de práctica: no confíes en la voluntad o en las buenas intenciones del hombre al hacer algo que puede ofender a Dios. Además, sus hijos no creían en Dios y Él no los conmovía. Job entendía la intención de Dios: “Dios no ha obrado sobre ellos, así que no oraré por ellos. No Le pediré nada a Dios, ya que no quiero ofenderlo con esto”. De ninguna manera oraría con lágrimas en los ojos o ayunaría para que sus hijos fueran salvos, para que se presentaran ante Jehová Dios y fueran bendecidos. No actuaría de esa forma; sabía que eso ofendería a Dios y no sería de Su agrado. ¿Qué podéis ver en esos detalles? ¿Era sincera la sumisión de Job? (Sí). ¿Puede alcanzar ese nivel de sumisión una persona corriente? No puede. Los hijos son los tesoros más valiosos para sus padres, por eso ver que realizan ese tipo de celebraciones, que tienen tendencias malvadas, que no se presentan ante Dios y que pierden la oportunidad de creer en Él y de ser salvos —y que, probablemente, caigan en la perdición y sean destruidos— es un calvario demasiado complicado a nivel emocional para que una persona corriente pueda superarlo. Sin embargo, Job pudo hacerlo. Hizo una sola cosa: quemar ofrendas por ellos y preocuparse en su corazón. Eso fue todo. Sus hijos eran su relación más preciada, pero no hizo ninguna otra cosa por ellos que pudiera ofender a Dios. ¿Qué pensáis de este principio de práctica de Job? Demuestra que él tenía un corazón temeroso de Dios y que realmente se sometía a Él. Cuando se trataba de asuntos que involucraban el futuro de sus hijos, no oraba en absoluto ni adoptaba formas de proceder basadas en la voluntad humana; solo enviaba a sus sirvientes a hacer algunas cosas en lugar de ir él mismo. La razón por la que no participaba en esas celebraciones era que no quería contaminarse con esas cosas y, además, no quería involucrarse en ellas. Eso hubiera ofendido a Dios, por eso Job se alejaba de los lugares perversos. ¿Había detalles específicos en las prácticas de Job? Primero, hablemos de la forma en que trataba a sus hijos. Su objetivo era someterse a las disposiciones e instrumentaciones de Dios en todas las cosas; no intentaba forzar lo que Dios no hacía ni elaboraba planes y cálculos a partir de la voluntad humana. Job prestaba atención y esperaba las disposiciones e instrumentaciones de Dios en todas las cosas. Ese era un principio general. ¿Cuáles eran, en detalle, los métodos de su práctica? (No participaba cuando sus hijos hacían celebraciones. Tomaba distancia y quemaba ofrendas por ellos, pero no insistía para que creyeran en Dios ni los llevaba a rastras, y establecía un límite claro con ellos). Este es el principio de práctica. ¿Cómo practica una persona corriente al encontrarse con este asunto? (Oran y piden a Dios que sus hijos crean en Él). ¿Qué más? Si Dios no lo hace, arrastran a sus hijos a la iglesia para que sean bendecidos. Ven que ellos han obtenido el enorme beneficio de entrar en el reino de los cielos y sus hijos no, y sienten dolor y pesar en su corazón. No quieren que sus hijos se pierdan ese beneficio, así que se devanan los sesos buscando la manera de llevarlos a la iglesia, creyendo que eso equivale a cumplir con sus responsabilidades parentales. En realidad, no les interesa si sus hijos son capaces de perseguir la verdad y obtener la salvación o no. Job no hizo eso, pero una persona corriente no es capaz de actuar igual. ¿Por qué? (La gente tiene actitudes corruptas y actúa en función de sus sentimientos). La mayoría de las personas no le da ninguna importancia a si esta forma de actuar es ofensiva para Dios o no. Su prioridad es satisfacerse a ellos mismos, ocuparse de sus sentimientos y cumplir sus propios deseos. No le dan importancia a la forma en que Dios dispone las cosas y es soberano sobre todas ellas, ni a lo que hace, ni a Sus intenciones. Solo les interesan sus propios deseos, sentimientos e intenciones y sus propios beneficios. ¿Cómo trataba Job a sus hijos? Simplemente cumplía con su responsabilidad como padre, compartiendo el evangelio y hablando con ellos sobre la verdad. Sin embargo, le escucharan o no, le obedecieran o no, Job no los obligó a creer en Dios, no los arrastró pataleando y gritando ni interfirió en sus vidas. Sus ideas y opiniones eran diferentes a las suyas, así que no interfirió en lo que hacían, ni en la senda que seguían. ¿Acaso Job hablaba muy poco con sus hijos sobre creer en Dios? Desde luego, había hablado bastante con ellos sobre este tema, pero se negaron a escucharle y no lo aceptaron. ¿Qué actitud adoptó Job al respecto? “He cumplido con mi responsabilidad; en cuanto a la clase de senda que tomen, eso depende de lo que elijan, y depende de las instrumentaciones y disposiciones de Dios. Si Dios no obra en ellos ni los conmueve, no trataré de forzarlos”. Por lo tanto, Job no oró por ellos ante Dios ni lloró lágrimas de angustia por ellos, ni ayunó ni sufrió de ninguna manera. No hizo estas cosas. ¿Por qué Job no hizo nada de eso? Porque ninguna de ellas era una forma de someterse a la soberanía y a las disposiciones de Dios; todas ellas surgían de ideas humanas y eran maneras de forzar activamente el asunto. Esa fue la actitud de Job cuando sus hijos tomaron un camino distinto al de él. ¿Cuál fue su actitud cuando ellos murieron? ¿Lloró o no? ¿Dio rienda suelta a sus sentimientos? ¿Se sintió herido? No hay registro de ninguna de esas cosas en la Biblia. Cuando Job vio morir a sus hijos, ¿se sintió triste o desconsolado? (Sí). Desde el punto de vista del afecto que les tenía a sus hijos, sin duda sintió un poco de tristeza, pero aun así se sometió a Dios. ¿Cómo se manifestó esa sumisión? Job dijo: “Dios me dio estos hijos. Independientemente de que creyeran en Él o no, sus vidas están en Sus manos. Si ellos hubiesen creído en Dios y Él hubiera querido quitármelos, lo hubiera hecho de todas formas. Si no hubiesen creído en Él, Dios me los hubiera quitado igualmente si era Su voluntad hacerlo. Todo esto está en las manos de Dios; si no, ¿quién podría quitarles la vida a las personas?”. ¿Qué significa, en síntesis, eso de quitar? “Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová” (Job 1:21).* Job mantenía esa actitud en su forma de tratar a sus hijos. Estuvieran vivos o muertos, siguió conservándola. Su método de práctica era correcto; en toda forma en que practicaba, en el punto de vista, actitud y estado con que trataba todo, siempre estaba en una posición y estado de someterse, esperar, buscar y después alcanzar el conocimiento. Esta actitud es muy importante. Si las personas no tienen nunca este tipo de actitud en nada de lo que hacen, albergan ideas personales especialmente fuertes y anteponen sus intenciones y beneficios personales a todo lo demás, ¿se están sometiendo realmente? (No). En ese tipo de personas no se puede ver la auténtica sumisión; son incapaces de lograrla.

Algunas personas no se centran en buscar los principios-verdad mientras cumplen su deber; en vez de eso, confían en su propia voluntad para actuar. ¿Cuál es la manifestación más común que se ve en alguien que tiene ideas personales particularmente fuertes? Sin importar qué les suceda, primero calculan las cosas en su mente, sopesando todo lo que se les ocurre, y crean un plan detallado. Cuando sienten que no tiene fallas, practican enteramente conforme a su propia voluntad. El resultado es que su plan no puede adaptarse a los cambios, por lo que las cosas a veces salen mal. ¿Cuál es el problema? Las cosas suelen fallar cuando actuáis conforme a vuestra propia voluntad. Por eso, independientemente de lo que pase, todos deberíais sentaros y buscar la verdad juntos, orar a Dios y pedir Su guía. Con el esclarecimiento de Dios, las cosas que surgen de esa charla están llenas de luz y brindan un camino a seguir. Además, al encomendar los asuntos a Dios, elevar la mirada hacia Él, confiar en Él, dejar que os guíe, os cuide y os proteja, al practicar de esa manera, ganaréis más seguridad y no encontraréis problemas grandes. ¿Puede ser que las cosas que se les ocurren a las personas sean totalmente conformes a la realidad? ¿Pueden estar alineadas con los principios-verdad? Eso es imposible. Si no dependes de Dios ni miras a Él cuando cumples tu deber, y te limitas a hacer lo que te da la gana, entonces no importa lo inteligente que seas, siempre habrá momentos en los que falles. Las personas que son sentenciosas y arrogantes son propensas a seguir sus propias ideas, entonces ¿acaso tienen un corazón temeroso de Dios? Las personas que tienen fuertes ideas personales se olvidan de Dios cuando llega el momento de actuar, se olvidan de la sumisión a Dios; solo cuando se bloquean y no han logrado nada, se les ocurre que no se han sometido a Dios y no Le han orado. ¿Qué problema es este? Esto es que no tienen a Dios en su corazón. Sus acciones indican que Dios está ausente en sus corazones, y que solo confían en sí mismos. Por lo tanto, ya sea que estés haciendo una obra en la iglesia, cumpliendo un deber, gestionando algunos asuntos externos u ocupándote de situaciones en tu vida personal, debe haber principios en tu corazón, debe haber un estado. ¿Qué estado? “Sea lo que sea, debo orar antes de que algo me suceda, debo someterme a Dios y debo someterme a Su soberanía. Todo está dispuesto por Dios y, cuando eso sucede, debo buscar Sus intenciones, debo tener esta mentalidad, no debo seguir mis propios planes”. Después de experimentar así durante algún tiempo, las personas se darán cuenta de que ven la soberanía de Dios en muchas cosas. Si siempre tienes tus propios planes, consideraciones, deseos, motivos egoístas y anhelos, entonces tu corazón se alejará involuntariamente de Dios, no verás la forma en que Dios actúa y, la mayoría de las veces, Dios estará oculto para ti. ¿Acaso no te gusta hacer las cosas según tus propias ideas? ¿No sigues tus propios planes? Crees que tienes cerebro, tienes estudios, tienes conocimientos, tienes los medios y la metodología para hacer las cosas, puedes hacerlas por ti mismo, eres bueno, no necesitas a Dios, así que Él dice: “Entonces, adelante, hazlo por tu cuenta y asume la responsabilidad de si va a salirte bien o no, a Mí no me importa”. Dios no te prestará ninguna atención. Cuando las personas siguen su propia voluntad de esta manera en su fe en Dios y creen como les viene en gana, ¿qué consecuencias hay? Nunca son capaces de experimentar la soberanía de Dios, nunca pueden ver Su mano, nunca pueden sentir la iluminación y el esclarecimiento del Espíritu Santo, no pueden sentir la guía de Dios. ¿Y qué ocurrirá con el paso del tiempo? Su corazón se alejará cada vez más de Dios, y habrá efectos secundarios. ¿Qué efectos son estos? (El dudar y negar a Dios). No se trata solo de dudar y negar a Dios. Cuando Él no tiene cabida en el corazón de las personas y estas hacen lo que quieren a largo plazo, se creará un hábito: cuando les suceda algo, lo primero que harán será pensar en su propia solución, y actuar de acuerdo con sus propias intenciones, objetivos y planes; primero considerarán si esto es beneficioso para ellos; si lo es, lo harán, y si no, no lo harán. Para ellos lo habitual será tomar directamente esa senda. ¿Y cómo tratará Dios a estas personas si siguen actuando así, sin arrepentirse? Dios no les prestará ninguna atención y los hará a un lado. ¿Qué implica que sean hechos a un lado? Que Dios no los disciplinará ni les reprochará nada; se volverán cada vez más autocomplacientes, no tendrán juicio, castigo, disciplina o reprimenda, y mucho menos esclarecimiento, iluminación o guía. Eso es lo que significa ser hechos a un lado. ¿Cómo se siente una persona cuando Dios la hace a un lado? Su espíritu se vuelve sombrío, Dios no está a su lado, no tiene claridad en sus visiones ni una senda de acción, y se ocupa solo de asuntos ridículos. Así, a medida que el tiempo pasa, cree que la vida no tiene sentido y su espíritu está vacío; entonces es igual a los no creyentes y se va deteriorando cada vez más. Es una persona desdeñada por Dios. Algunos dicen: “¿Por qué siento, más que nunca, que cumplir mi deber no tiene sentido y que tengo cada vez menos energía? ¿Por qué no tengo motivación? ¿A dónde ha ido?”. Otros dicen: “¿Cómo es posible que, cuanto más tiempo pasa desde que creo, siento que tengo menos fe que al principio? Cuando comencé a creer, disfrutaba mucho de estar cara a cara con Dios, entonces, ¿por qué ya no tengo esa sensación de disfrute?”. ¿A dónde fue ese sentimiento? Dios se ha ocultado de ti, por eso no puedes sentirlo; por eso te tornas patético y te marchitas. ¿Hasta qué punto te marchitas? Las visiones de la obra de Dios ya no te resultan claras, tu corazón está vacío y tu apariencia pobre y patética sale a la luz. ¿Eso es bueno o malo? (Malo). Cuando Dios deja a una persona, esta se vuelve así de estúpida y ridícula, y no le queda nada. ¡Esa es la apariencia lamentable de quienes dejan a Dios! En este punto, ya no piensan que sea bueno creer en Él. Sin importar lo que piensen de esto, no les parece que creer en Él sea el camino correcto. Para ellos, ese camino no conduce a ninguna parte y no lo tomarán, sin importar quién se lo aconseje. No pueden continuar creyendo, así que tienden hacia lo mundano; piensan que generar dinero y hacerse más ricos es la única opción y la senda más realista. Persiguen ascensos y riqueza, felicidad y satisfacción, honrar a sus ancestros y avanzar deprisa en su carrera. Y, con el corazón lleno de esas cosas, ¿aún pueden cumplir su deber? No pueden. Si una persona solo tiene esos pensamientos, pero conserva un poco de fe verdadera y está dispuesta a seguir persiguiéndola, ¿cuál es la actitud de la casa de Dios hacia ella? Mientras pueda ser mano de obra, la casa de Dios le dará una oportunidad; Dios no tiene grandes requisitos sobre las personas. ¿Por qué? Porque la gente no vive en un vacío y no existe nadie que no esté corrupto. ¿Hay alguien que no tenga ideas de resistirse a Dios? ¿Hay alguien que no haya cometido transgresiones al resistirse a Él? ¿Hay alguien que no tenga estados y comportamientos de rebelión contra Dios? Llevándolo un paso más allá, ¿hay alguien que no haya tenido alguna idea, pensamiento o estado de incredulidad, duda, malentendido o especulación sobre Dios? A todos les pasa. ¿Y cómo los trata Dios? ¿Se queja de esas cosas? Nunca lo ha hecho. ¿Qué es lo que hace? Algunas personas tienen nociones persistentes sobre la obra de Dios. Piensan: “Siempre y cuando una persona crea en Dios, Él siempre la dejará en evidencia, la juzgará, la castigará y la podará. Él no se desprende de las personas ni les da libertad de elección”. ¿Eso es cierto? (No). Las personas que creen en Dios y vienen a Su casa lo hacen libremente; a ninguna de ellas se la obliga. Algunas han perdido la fe; se han entregado a los asuntos mundanos y nadie las detiene ni es reacio a verlas partir. Son libres, tanto para acercarse a la fe en Dios como para dejarla. Además, Dios no obliga a nadie. Sin importar cuáles sean Sus requisitos para con las personas, Él les permite elegir el camino que quieren seguir y no las fuerza. Independientemente de la manera en la que el Espíritu Santo obre o de cómo guíe a las personas y las lleve a leer las palabras de Dios, Él jamás ha obligado a nadie. Siempre expresa la verdad para proveer para el hombre y pastorearlo; siempre habla sobre la verdad para resolver los problemas y para que la gente pueda comprenderla. ¿Cuál es el objetivo de permitir que las personas comprendan la verdad? (Que puedan aceptarla). Si aceptas la verdad y las palabras de Dios, tendrás la estatura para resistir estas actitudes rebeldes y corruptas, las opiniones de los incrédulos y todo tipo de estados incorrectos. Cuando seas capaz de discernir esos estados, ya no te desorientarás. Una vez que alguien comprende todos los tipos de verdad, ya no malinterpreta a Dios y entiende Sus intenciones. Por un lado, es capaz de cumplir bien su deber de seres creados; por otro lado, vive con semejanza humana y puede caminar por la senda correcta en la vida. Cuando uno camina por esa senda, da el testimonio que un ser creado debe dar, con el tiempo logra derrotar a Satanás, experimenta un cambio de carácter, adquiere verdadera sumisión y temor de Dios y se convierte en un ser creado aceptable. Entonces, esa persona ha obtenido la salvación, que es el objetivo final.

29 de septiembre de 2017

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