E. Acerca de cómo ser una persona honesta
384. Debéis saber que a Dios le gustan los que son honestos. Dios tiene una esencia de fidelidad y, por lo tanto, siempre se puede confiar en Sus palabras. Más aún, Sus acciones son intachables e incuestionables, razón por la cual a Dios le gustan aquellos que son absolutamente honestos con Él. Honestidad significa dar tu corazón a Dios; no ser falso con Dios en nada y ser abierto con Él en todas las cosas, nunca esconder los hechos, no tratar de engañar a aquellos por encima y por debajo de ti, y no hacer cosas que son meros intentos para ganarte el favor de Dios. En pocas palabras, ser honesto es ser puro en tus acciones y palabras, y no engañar ni a Dios ni al hombre. Lo que hablo es muy simple, pero es doblemente arduo para vosotros. Mucha gente preferiría ser condenada al infierno que hablar y actuar con honestidad. No es de extrañar que Yo tenga otro trato reservado para aquellos que son deshonestos. Por supuesto, sé muy bien lo difícil que es para vosotros ser personas honestas. Como todos sois tan “listos”, tan buenos para juzgar el corazón de la gente noble según vuestra mentalidad mezquina, esto hace Mi obra mucho más simple. Y puesto que cada uno de vosotros alberga secretos en su corazón, entonces os enviaré uno por uno al desastre para ser “instruidos” por el fuego, para que a partir de ese momento creáis a muerte en Mis palabras. Por último, arrancaré de vuestra boca las palabras “Dios es un Dios fiel”, tras lo cual os golpearéis el pecho y os lamentaréis, diciendo: “¡El corazón del hombre es tan falso!”. ¿Cuál será vuestro estado de ánimo en ese momento? Seguro que no os dejaréis llevar tanto por el orgullo como ahora. Y mucho menos, seréis tan “profundos y abstrusos”. En presencia de Dios, algunas personas son mojigatas y decentes, sobre todo “bien educadas”, pero sacan los colmillos y blanden sus garras en presencia del Espíritu. ¿Contaríais a esas personas en las filas de los honestos? Si eres un hipócrita, alguien con habilidad para las “relaciones interpersonales”, entonces Yo te digo que definitivamente eres alguien que intenta jugar con Dios. Si tus palabras están llenas de excusas y justificaciones que nada valen, entonces Yo digo que eres alguien muy poco dispuesto a practicar la verdad. Si tienes muchos asuntos privados de los que es difícil hablar, si eres tan reticente a dejar al descubierto tus secretos —tus dificultades— ante los demás para buscar el camino de la luz, entonces digo que eres alguien que tendrá gran dificultad para lograr la salvación y tendrá dificultad para salir de las tinieblas. Si de veras disfrutas de buscar el camino de la verdad, entonces eres alguien que vive siempre en la luz. Si te sientes muy contento de ser un servidor en la casa de Dios, trabajando de forma diligente y concienzuda en la oscuridad, siempre dando y nunca exigiendo, entonces Yo digo que eres un santo leal, porque no buscas ninguna recompensa y estás simplemente siendo una persona honesta. Si estás dispuesto a ser franco, si estás dispuesto a entregarte por completo, si eres capaz de sacrificar tu vida por Dios y mantenerte firme en tu testimonio, si eres honesto hasta el punto en que solo sabes satisfacer a Dios y no considerarte o tomar las cosas para ti mismo, entonces Yo digo que tales personas son las que se alimentan en la luz y vivirán para siempre en el reino.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tres advertencias
385. Me regocijo en aquellos que no sospechan de los demás y me gustan los que aceptan de buena gana la verdad; a estas dos clases de personas les muestro gran cuidado, porque ante Mis ojos, son personas honestas. Si eres muy falso, entonces te protegerás y sospecharás de todas las personas y asuntos y por esta razón, tu fe en Mí estará edificada sobre un cimiento de sospecha. Esta clase de fe es una que jamás podría reconocer. Al faltarte la fe verdadera, estarás incluso más lejos del verdadero amor. Y si eres propenso a dudar de Dios y especular sobre Él a voluntad, entonces sin duda eres la persona más falsa de todas. Especulas si Dios puede ser como el hombre: imperdonablemente pecaminoso, de temperamento mezquino, carente de imparcialidad y de razón, falto de un sentido de la rectitud, entregado a tácticas despiadadas, traicioneras y arteras, y que se deleita en la maldad y la oscuridad y ese tipo de cosas. ¿Acaso el hombre no tiene tales pensamientos porque no conoce a Dios en lo más mínimo? ¡Esta forma de fe no se diferencia del pecado! Es más, hay incluso quienes creen que los que me agradan son precisamente los más aduladores y lisonjeros, y que todo aquel que carezca de estas habilidades no será bienvenido y perderá su lugar en la casa de Dios. ¿Es este el único conocimiento que habéis cosechado en todos estos años? ¿Es esto lo que habéis obtenido? Y vuestro conocimiento de Mí no termina en estas malas interpretaciones; peor aún es vuestra blasfemia contra el Espíritu de Dios y la calumnia sobre el Cielo. Por eso afirmo que una fe como la vuestra solo hará que os alejéis cada vez más de Mí y que os opongáis cada vez más a Mí.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cómo conocer al Dios en la tierra
386. Hoy en día, la mayoría de las personas tienen demasiado temor a presentar sus acciones delante de Dios; aunque puedes engañar a Su carne, no puedes engañar a Su Espíritu. Cualquier asunto que no pueda resistir el escrutinio de Dios está en conflicto con la verdad y debe hacerse a un lado; no hacerlo así es cometer un pecado contra Dios. Así pues, debes poner tu corazón delante de Dios en todo momento: cuando oras, cuando hablas y te comunicas con tus hermanos y hermanas, y cuando llevas a cabo tu deber y te dedicas a tus asuntos. Cuando cumples con tus funciones, Dios está contigo y, siempre que tu intención sea correcta y sea para la obra de la casa de Dios, Él aceptará todo lo que hagas; debes dedicarte sinceramente a cumplir con tus funciones. Si, cuando oras, tienes un corazón amante de Dios y buscas el cuidado, la protección y el escrutinio de Dios, si todo esto es tu intención, tus oraciones serán eficaces. Por ejemplo, si, cuando oras en las reuniones, abres tu corazón y oras a Dios, y le dices lo que hay en tu corazón sin falsedades, entonces con toda seguridad tus oraciones serán eficaces. […]
Como creyente en Dios, debes ser capaz de traer todos tus actos y acciones ante Él y aceptar Su escrutinio. Si lo que haces puede ser llevado delante del Espíritu de Dios, pero no delante de Su carne, esto muestra que no te has sometido al escrutinio de Su Espíritu. ¿Quién es el Espíritu de Dios? ¿Quién es la persona de quien Dios da testimonio? ¿No son la misma persona? La mayoría los ve como dos seres separados, pues creen que el Espíritu de Dios es el Espíritu de Dios y que la persona de quien Dios da testimonio es meramente un humano. Pero ¿acaso no te equivocas? ¿En nombre de quién obra esta persona? Aquellos que no conocen a Dios encarnado no tienen entendimiento espiritual. El Espíritu de Dios y Su encarnación son uno porque el Espíritu de Dios se ha materializado en la carne. Si esta persona no es amable contigo, ¿será amable el Espíritu de Dios? ¿Acaso no estás confundido? Hoy, todos aquellos que no pueden aceptar el escrutinio de Dios no pueden recibir Su aprobación, y aquellos que no conocen a Dios encarnado no pueden ser perfeccionados. Mira todo lo que haces y ve si puede ser llevado delante de Dios. Si no puedes llevar delante de Dios todo lo que haces, esto muestra que eres un malhechor. ¿Pueden los malhechores ser perfeccionados? Todo lo que haces, cada acción, cada intención y cada reacción deben ser llevados delante de Dios. Incluso tu vida espiritual diaria —tus oraciones, tu cercanía con Dios, el comer y beber las palabras de Dios, tu charla con tus hermanos y hermanas y tu vida dentro de la iglesia—, e incluso tu servicio en cooperación se debería llevar ante Dios para Su escrutinio. Es esta práctica la que te ayudará a crecer en la vida. El proceso de aceptar el escrutinio de Dios es el proceso de la purificación. Cuanto más puedas aceptar el escrutinio de Dios, más eres purificado y más estás de acuerdo con las intenciones de Dios, de modo que no caerás en un estado disoluto y tu corazón podrá vivir en Su presencia. Cuanto más aceptes Su escrutinio, mayor es la humillación de Satanás y tu capacidad de rebelarte contra la carne. Así pues, la aceptación del escrutinio de Dios es una senda de práctica que las personas deben seguir. No importa lo que hagas, incluso cuando compartes con tus hermanos y hermanas, puedes llevar tus actos ante Dios y buscar Su escrutinio y puedes proponerte someterte a Dios mismo; esto hará tu práctica mucho más precisa. Solo si llevas todo lo que haces delante de Dios y aceptas Su escrutinio, puedes ser alguien que vive en la presencia de Dios.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios perfecciona a quienes son conformes a Sus intenciones
387. Cuando algunas personas oyen decir que para ser una persona honesta uno debe contar la verdad y hablar desde el corazón, y si mienten o engañan, deben abrirse, exponerse y aceptar sus errores, dicen: “Cuesta mucho ser una persona honesta. ¿Tengo que decirles a los demás todo lo que pienso? ¿Acaso no basta con comunicar las cosas positivas? No necesito hablarles a los demás de mi lado oscuro o corrupto, ¿verdad?”. Si no les expones estas cosas a los demás ni te diseccionas a ti mismo, jamás te conocerás. Jamás reconocerás qué tipo de cosa eres y otras personas jamás podrán confiar en ti. Esto es un hecho. Si deseas que otros confíen en ti, primero debes ser una persona honesta. Para ser una persona honesta, primero debes exponer tu corazón de modo que todos puedan mirarlo, ver todo lo que estás pensando y contemplar tu verdadero rostro. No debes tratar de disfrazarte ni encubrirte a ti mismo. Solo entonces confiarán los demás en ti y te considerarán una persona honesta. Esta es la práctica más fundamental y un prerrequisito para ser una persona honesta. Si siempre estás fingiendo, aparentando santidad, nobleza, grandeza y una gran calidad humana; si no permites que nadie vea tu corrupción y tus fallos; si presentas una falsa imagen de ti a las personas, para que crean que tienes integridad, que eres grande, abnegado, justo y desinteresado, ¿acaso no es esto engaño y falsedad? ¿No será capaz la gente de calarte, con el tiempo? Así que no te pongas un disfraz y no te encubras. En su lugar, ponte al descubierto y desnuda tu corazón para que los demás lo vean. Si puedes abrir tu corazón para que otros lo vean, si puedes exponer todos tus pensamientos y planes, tanto positivos como negativos, entonces ¿no es eso honestidad? Si puedes exponerte para que otros te vean, entonces Dios también te verá. Dirá: “Si te has expuesto para que otros te vean, por tanto, no cabe duda de que también eres honesto delante de Mí”. Pero si solo te expones delante de Dios, fuera de la vista de los demás, y siempre finges ser grande y noble, o justo y desinteresado cuando estás con ellos, entonces ¿qué pensará de ti? ¿Qué dirá Él? Dirá: “Eres una persona completamente falsa. Eres totalmente hipócrita y vil y no eres una persona honesta”. Así pues, Dios te condenará. Si deseas ser una persona honesta, entonces, ya estés delante de Dios o de otra gente, debes ser capaz de dar una descripción pura y sincera de tu estado interno y de las palabras en tu corazón. ¿Es esto fácil de lograr? Requiere un periodo de formación, así como oración frecuente a Dios y confianza en Él. Debes formarte para decir las palabras en tu corazón de un modo sencillo y sincero en todas las cosas. Con este tipo de formación, puedes progresar. Si te topas con una dificultad importante, debes orar a Dios y buscar la verdad; tienes que luchar dentro de ti y vencer la carne hasta que puedas poner en práctica la verdad. Al prepararte de este modo, tu corazón se abrirá poco a poco. Te volverás cada vez más puro, y los efectos de tus palabras y acciones serán distintos a los de antes. Tus mentiras y tretas disminuirán cada vez más y podrás vivir ante Dios. Entonces te habrás vuelto, en esencia, una persona honesta.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La práctica más fundamental de ser una persona honesta
388. Vuestro destino y vuestro sino son muy importantes para vosotros: tienen gran repercusión en vosotros. Creéis que si no hacéis las cosas con gran cuidado, significará que dejáis de tener un destino, que habéis destruido vuestro propio sino. Pero ¿se os ha ocurrido alguna vez que los que dedican esfuerzos solo por el bien de su destino se están esforzando en vano? Semejantes esfuerzos no son genuinos; son falsedad y engaño. Si este es el caso, entonces, los que dedican esfuerzo solo en beneficio de su destino están en el umbral de su derrota definitiva, pues el fracaso en la propia creencia en Dios lo causa el engaño. Ya he dicho con anterioridad que no quiero ser adulado, lisonjeado ni tratado con entusiasmo. Me gusta que las personas honestas se enfrenten a Mi verdad y a Mis expectativas. Más aún, me gusta que las personas sean capaces de mostrar la máxima consideración hacia Mi corazón y que incluso sean capaces de entregarlo todo por Mí. Solo así puede Mi corazón ser consolado.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca del destino
389. Para perseguir la verdad hay que centrarse en practicarla, pero ¿por dónde hay que empezar a practicarla? No hay preceptos para esto. Debes practicar cualquier aspecto de la verdad que comprendas. Si has empezado en un deber, debes comenzar a practicar la verdad a la hora de hacerlo. En la ejecución del deber hay muchos aspectos de la verdad que practicar, y debes practicar cualquier aspecto de la verdad que comprendas. Por ejemplo, puedes empezar por ser una persona honesta, hablar con honestidad y abrir tu corazón. Si hay algo acerca de lo cual te sientas muy avergonzado como para hablarlo con tus hermanos y hermanas, entonces debes arrodillarte y decírselo a Dios por medio de la oración. ¿Qué deberías decirle a Dios? Dile a Dios lo que tienes en tu corazón; no des cumplidos vacíos ni intentes engañarlo. Comienza siendo honesto. Si has sido débil, entonces di que has sido débil; si has sido perverso, entonces di que has sido perverso; si has sido falso, entonces di que has sido falso; si has tenido pensamientos malévolos e insidiosos, cuéntale a Dios sobre ellos. Si siempre estás compitiendo por estatus, también díselo a Dios. Permite que Dios te discipline; permítele que disponga ambientes para ti. Permite que Dios te ayude a superar todas tus dificultades y a resolver todos tus problemas. Debes abrir tu corazón a Dios; no lo mantengas cerrado. Aun si lo dejas fuera a Él, aun así Él puede escrutarte. Sin embargo, si le abres tu corazón, puedes alcanzar la verdad. ¿Y qué senda debes escoger? Debes abrir tu corazón y contarle a Dios lo que hay en él. Bajo ningún concepto debes decir nada falso ni disfrazarte. Debes empezar por ser honesto. Durante años hemos compartido la verdad que concierne a ser una persona honesta y, sin embargo, hoy en día todavía hay muchas personas que continúan indiferentes, que solo hablan y actúan de acuerdo con sus propias intenciones, deseos y objetivos y a quienes nunca se les ha ocurrido arrepentirse. Esta no es la actitud de las personas honestas. ¿Por qué le pide Dios a la gente que sea honesta? ¿Para que sea más fácil entenderla acabadamente? En absoluto. Dios exige que la gente sea honesta porque Él ama a los honestos y los bendice. Ser una persona honesta implica ser una persona con conciencia y razón. Implica ser alguien digno de confianza, alguien al que Dios ama y capaz de practicar la verdad y amar a Dios. Ser una persona honesta es la manifestación más fundamental de una humanidad normal y de una vida con auténtica semejanza humana. Si alguien no ha sido nunca honesto ni ha pensado serlo, es una persona que no puede comprender la verdad, y ni mucho menos alcanzarla. Si no me crees, compruébalo tú mismo, ve a experimentarlo por tu cuenta. Solo si eres una persona honesta puede estar tu corazón abierto a Dios, puedes aceptar tú la verdad, puede convertirse esta en tu vida dentro de tu corazón y puedes tú comprender y alcanzar la verdad. Si tu corazón está siempre cerrado, si no te abres ni le dices a nadie lo que hay en él, de modo que nadie pueda entenderte, entonces eres demasiado taimado e inescrutable y eres la persona más falsa. Si crees en Dios, pero no puedes abrirte a Él con pureza, si eres capaz de mentirle o de exagerar para engañarlo, si no puedes abrir tu corazón a Dios y eres capaz, de todos modos, de hablar con rodeos y ocultar tus intenciones, solo te perjudicarás a ti mismo, y Dios te ignorará y no obrará en ti. No comprenderás nada de la verdad ni alcanzarás nada de ella. ¿Podéis ahora ver la importancia de perseguir y obtener la verdad? ¿Qué es lo primero que debéis hacer para perseguir la verdad? Debéis ser una persona honesta. Solo si la gente procura ser honesta puede saber lo hondamente corrompida que está, si realmente tiene o no semejanza humana, y sopesar claramente su capacidad o ver sus deficiencias. Solo al practicar la honestidad puede darse cuenta de cuántas mentiras dice y de lo profundamente ocultas que están su falsedad y su deshonestidad. Solo al experimentar la práctica de la honestidad puede llegar a conocer poco a poco la verdad de su propia corrupción y conocer su esencia-naturaleza, momento en el que se podrán purificar constantemente sus actitudes corruptas. Solo durante la purificación constante de su carácter corrupto será cuando podrá recibir la gente la verdad. Tomaos vuestro tiempo para experimentar estas palabras. Dios no hace perfectos a quienes son falsos. Si tu corazón no es honesto, si no intentas ser una persona honesta, entonces no serás ganado por Dios. Asimismo, tampoco obtendrás la verdad y serás incapaz de ganar a Dios. ¿Qué significa no ganar a Dios? Si no ganas a Dios y no has comprendido la verdad, entonces no conocerás a Dios, y entonces no habrá manera de que puedas ser compatible con Dios, en cuyo caso eres Su enemigo. Si eres incompatible con Dios, Él no es tu Dios; y si Él no es tu Dios, no puedes ser salvado. Si no intentas alcanzar la salvación, ¿por qué crees en Dios? Si no puedes alcanzar la salvación, serás, por siempre, un enemigo acérrimo de Dios y tu resultado estará determinado. Por lo tanto, si la gente desea salvarse, debe empezar por ser honesta. Al final, aquellos que han sido ganados por Dios están marcados con una señal. ¿Sabéis cuál es? Está escrito en el Apocalipsis, en la Biblia: “Y en su boca no se halló mentira alguna; están sin mancha” (Apocalipsis 14:5).* ¿De quiénes se trata? Son los salvados, perfeccionados y ganados por Dios. ¿Cómo los describe Dios? ¿Cuáles son las características y manifestaciones de su conducta propia? Están sin mancha. No mienten. Probablemente todos podáis comprender y captar qué significa no mentir: significa ser honesto. ¿Qué quiere decir con eso de “sin mancha”? Significa no hacer el mal. ¿Y en qué fundamento se basa no hacer el mal? Sin duda, se basa en el fundamento del temor a Dios. No estar manchado, por lo tanto, significa temer a Dios y apartarse del mal. ¿Cómo define Dios a alguien sin mancha? A los ojos de Dios, solo aquellos que le temen y se apartan del mal son perfectos; así, las personas que no están manchadas son aquellas que temen a Dios y se apartan del mal, y solo las que son perfectas no están manchadas. Esto es totalmente correcto.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Seis indicadores de crecimiento vital
390. Deberías saber si existe fe y lealtad verdaderas dentro de ti, si tienes un registro de sufrimiento por Dios, y si tienes absoluta sumisión a Él. Si no posees estas cosas, entonces dentro de ti sigue existiendo rebeldía, engaño, codicia y queja. Debido a que tu corazón no es honesto, Dios nunca te ha apreciado y nunca has vivido en la luz. Cómo resulte el sino de uno al final depende de si tiene un corazón honesto y rojo como la sangre, y de si tiene un alma pura. Si eres alguien muy deshonesto, alguien con un corazón de gran malicia, alguien con un alma sucia, entonces seguramente terminarás en el lugar donde el hombre es castigado, como está escrito en el registro de tu sino. Si afirmas que eres muy honesto y, no obstante, nunca consigues actuar de acuerdo con la verdad o pronunciar una palabra de verdad, entonces, ¿sigues esperando que Dios te recompense? ¿Todavía esperas que Dios te considere como la niña de Sus ojos? ¿Acaso no es absurdo este pensamiento? Engañas a Dios en todas las cosas, así que, ¿cómo podría la casa de Dios dar cabida a alguien como tú, cuyas manos no están limpias?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tres advertencias