Palabras sobre la vivencia de los fracasos, las caídas, las pruebas y la refinación (Fragmento 63)
Hay personas que se enferman con frecuencia, pero por mucho que oren a Dios no se mejoran. Sin importar cuánto deseen librarse de su enfermedad, no pueden. Algunas veces, incluso pueden enfrentarse a enfermedades que ponen en peligro sus vidas y se ven forzadas a encararlas. De hecho, si uno realmente tiene fe en Dios en su corazón, debe saber antes que nada que la duración de la vida de una persona está en manos de Dios. El momento del nacimiento y la muerte de una persona está predestinado por Dios. Cuando Dios provoca que las personas padezcan una enfermedad, hay una razón detrás de ella y tiene un significado. A ellas les parece una enfermedad, pero, en realidad, lo que se les ha concedido es gracia, no enfermedad. Lo primero que deben hacer es reconocer y estar seguras de este hecho, y tomarlo en serio. Cuando las personas sufren una enfermedad, pueden acudir a menudo delante de Dios y asegurarse de hacer lo que deben, con prudencia y precaución, y cumplir su deber con mayor cuidado y diligencia que los demás. En lo que respecta a las personas, esto es una protección, no unos grilletes. Es la forma negativa de manejar las cosas. Además, Dios ha predeterminado la duración de la vida de cada persona. Una enfermedad puede parecer terminal desde el punto de vista médico, pero desde la perspectiva de Dios, si tu vida debe continuar y aún no ha llegado tu hora, no podrías morir aún si lo quisieras. Si Dios te ha encargado una comisión, y tu misión no ha terminado, no morirás ni siquiera de una enfermedad que supuestamente es fatal: Dios no te llevará todavía. Aunque no ores ni busques la verdad, o no te ocupes de tratar tu enfermedad o incluso si aplazas el tratamiento, no vas a morir. Esto es especialmente cierto para aquellos que han recibido una comisión de Dios. Cuando la misión de tales personas aún no se ha completado, sin importar la enfermedad que les sobrevenga, no han de morir de inmediato, sino que han de vivir hasta el momento final del cumplimiento de la misión. ¿Tienes esta fe? Si no la tienes, solo ofrecerás algunas oraciones superficiales a Dios diciendo: “¡Dios! Tengo que terminar la comisión que me has encomendado. Quiero pasar mis últimos días con total lealtad a Ti, para no quedarme con remordimientos. ¡Debes protegerme!”. Aunque ores de esta forma, si no tomas la iniciativa de buscar la verdad, no tendrás la voluntad ni la fuerza de ejercer la lealtad. Como no estás dispuesto a pagar el precio real, a menudo usas esta clase de excusa y este método para orar a Dios y negociar con Él; ¿es esta una persona que persigue la verdad? Si tu enfermedad se curara, ¿podrías realmente cumplir bien con tu deber? No necesariamente. Lo cierto es que no importa si tu negociación está destinada a que tu enfermedad se cure y evitar que mueras, o si tienes alguna otra intención u objetivo con ella, desde el punto de vista de Dios, si puedes cumplir con tu deber y sigues siendo útil, si Dios ha decidido utilizarte, entonces no morirás. No podrás morir, aunque lo desees. Pero si causas problemas, y cometes toda clase de actos malvados y exasperas el carácter de Dios, morirás rápidamente; tu vida se verá truncada. El tiempo de vida de todas las personas lo determinó Dios antes de la creación del mundo. Si son capaces de obedecer las disposiciones e instrumentaciones de Dios, entonces, ya sea que sufran o no enfermedades, y ya sea que tengan buena o mala salud, vivirán la cantidad de años predeterminada por Dios. ¿Tienes esta fe? Si solo reconoces esto basado en la doctrina, entonces no tienes fe verdadera y es inútil decir palabras que suenen bien; si confirmas desde lo más profundo de tu corazón que Dios hará esto, tu enfoque y tu forma de conducirte cambiarán naturalmente. Por supuesto, las personas deben tener sentido común en cuanto a mantener su salud durante su vida, independientemente de si se enferman o no. Este es el instinto que Dios le ha dado al hombre. Es la razón y el sentido común que se debe poseer dentro del libre albedrío que Dios le ha dado. Si llegas a enfermarte, debes tener sentido común con respecto a la atención médica y el tratamiento para lidiar con esta enfermedad; esto es lo que debes hacer. Sin embargo, tratar tu enfermedad de esta manera no significa que desafías el lapso de vida que Dios ha establecido para ti, ni garantiza que puedas vivir ese lapso de vida. ¿Qué significa esto? Se puede decir de esta manera: desde un punto de vista pasivo, si no tomas con seriedad tu enfermedad, si cumples con tu deber como corresponde y descansas un poco más que los demás, si no has retrasado tu deber, entonces tu enfermedad no empeorará y no te matará. Todo depende de lo que Dios haga. En otras palabras, si desde el punto de vista de Dios, la duración predeterminada de tu vida aún no ha transcurrido, entonces, incluso si te enfermas, Él no te permitirá morir. Si tu enfermedad no es terminal, pero tu tiempo ha llegado, entonces Dios te llevará cuando Él quiera. ¿No está esto completamente a merced del propósito de Dios? ¡Está a merced de Su predeterminación! Así es como debes considerar este asunto. Tú puedes hacer tu parte e ir al médico, tomar algún medicamento, cuidar tu salud y hacer ejercicio, pero debes comprender en tu interior, que la vida de una persona está en las manos de Dios, la duración de la vida de una persona está predeterminada por Dios, y nadie puede ir más allá de lo que Dios ha predeterminado. Si ni siquiera posees esta pequeña medida de comprensión, en verdad no tienes fe y en realidad no crees en Dios.
Algunas personas hacen todo lo posible, y usan diversos métodos para tratar sus enfermedades, pero, sin importar qué tratamiento se use, no pueden curarse. Mientras más se tratan, más se agrava su enfermedad. En lugar de orar a Dios para averiguar exactamente qué está sucediendo con la enfermedad, y buscar la causa subyacente, toman el asunto en sus propias manos. Terminan empleando muchos métodos y gastando bastante dinero, pero aun así, no se curan de su enfermedad. Luego, una vez que han abandonado el tratamiento, la enfermedad se cura por sí sola inesperadamente después de un tiempo y no saben cómo sucedió. Algunas personas desarrollan una enfermedad común y realmente no les preocupa, pero un día su afección empeora y mueren repentinamente. ¿Por qué sucede esto? Las personas no pueden comprenderlo; en realidad, desde el punto de vista de Dios, esto se debe a que la misión de esa persona en este mundo ya se había completado, y Él se la llevó. A menudo se dice: “Las personas no mueren si no están enfermas”. ¿Es esto realmente cierto? Ha habido personas que, al someterse a examen en el hospital, no se les encontró ninguna enfermedad. Estaban totalmente sanas, pero resulta que murieron unos pocos días después. A esto se le llama “morir sin enfermedad”. Hay muchos casos de personas así. Esto significa que una persona ha llegado al final de su vida, y que ha sido llevada de vuelta al reino espiritual. Algunas personas han sobrevivido al cáncer y a la tuberculosis y aun así han vivido hasta los setenta u ochenta años. Hay bastantes personas así. Todo esto depende de los designios de Dios. Tener este entendimiento es profesar una verdadera fe en Dios. Si estás físicamente enfermo y necesitas tomar algún medicamento para controlar tu afección, entonces deberías tomarlo, o hacer ejercicio con regularidad, relajarte y manejarlo con calma. ¿Qué clase de actitud es esta? Esta es una actitud de fe genuina en Dios. Supón que no tomas el medicamento, no te inyectas, no te ejercitas, no cuidas tu salud, y luego sigues muerto de preocupación, orando todo el tiempo: “Oh, Dios, tengo que cumplir con mis deberes de forma adecuada, mi misión no está completa, no estoy listo para morir. Quiero cumplir bien con mis deberes y completar Tu comisión. Si muero, no podré completarla. No quiero quedarme con algún remordimiento. Dios, por favor, escucha mis oraciones; déjame vivir, así puedo cumplir bien con mis deberes y completar Tu comisión. Deseo alabarte por siempre y ver Tu día de gloria lo antes posible”. Según todas las apariencias externas, no tomas medicamentos ni te inyectas, y pareces muy fuerte y lleno de fe en Dios. En realidad, tu fe es más pequeña que un grano de mostaza. Estás muerto de miedo y no tienes fe en Dios. ¿Cómo es que no tienes fe? ¿Cómo pasó esto? Los seres humanos simplemente no entienden la actitud, los principios y las maneras que tiene el Creador de tratar con Sus criaturas, por lo que usan su propia perspectiva, nociones y figuraciones limitados para adivinar lo que Dios hará. Quieren apostar con Dios para ver si los sanará y les permitirá vivir una larga vida. ¿No es esto una tontería? Si Dios te permite vivir, no morirás sin importar cuán enfermo te sientas. Si Dios no te permite vivir, incluso si no estás enfermo, morirás si eso es lo que debe ser. La duración de tu vida está predeterminada por Dios. El auténtico conocimiento y la verdadera fe consisten en saber esto. Entonces, ¿acaso Dios hace que la gente enferme al azar? No es al azar; es una manera de refinar su fe. Es el sufrimiento que la gente debe soportar. Si Él hace que enfermes, no trates de escapar de ello; si Él no te enferma, tampoco se lo pidas. Todo está en manos del Creador, y las personas deben aprender a dejar que la naturaleza siga su curso. ¿Qué es la naturaleza? Nada en la naturaleza es aleatorio; todo viene de Dios. Esto es verdad. Entre los que sufren la misma enfermedad, algunos mueren y otros viven; todo esto fue predeterminado por Dios. Si logras vivir, eso demuestra que aún no has completado la misión que Dios te encomendó. Debes trabajar duro para completarla y valorar este tiempo; no lo desperdicies. Esto es así. Si estás enfermo, no intentes escapar de la enfermedad, y, si no lo estás, no pidas estarlo. En cualquier caso, no puedes conseguir lo que quieres con solo pedirlo ni puedes escapar de algo solo por quererlo. Nadie puede cambiar lo que Dios ha decidido hacer.
Antes de ser clavado en la cruz, el Señor Jesús ofreció una oración. ¿Qué palabras usó exactamente? (“Si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras” (Mateo 26:39)). Como miembros de la humanidad creada, todas las personas deben someterse a este proceso de búsqueda porque no entienden las intenciones de Dios. Se trata de un proceso normal. Sin embargo, no importa cómo busques ni cuán largo, arduo o difícil pueda ser el proceso de búsqueda, nada de lo que Dios determinó hacer desde el principio ha cambiado y jamás ha decidido cambiarlo. Las personas pueden buscar y esperar, y Dios les permite pasar por un proceso por el cual puedan obtener comprensión, conocimiento y claridad sobre lo que es realmente cierto, pero Él nunca alteraría una sola decisión. Por tanto, no debe parecerte que las cosas te suceden al azar, o que, cuando de alguna manera escapas al desastre y a una muerte segura, es por mera suerte y coincidencia. No es así. Dios tiene un plan preestablecido y disposiciones específicas para cada ser creado, desde el más grande hasta el más pequeño, desde el macroscópico (planetas y el cosmos) hasta la pequeña humanidad creada, e incluso, los microorganismos. Esta es la omnipotencia de Dios. Algunas personas que enferman dicen que su enfermedad proviene del agotamiento por alguna actividad o por haber comido algo en mal estado por accidente. No busquéis tales razones; todas ellas son actitudes negativas y de resistencia. Debes enfrentarte con una actitud positiva a los ambientes, personas, acontecimientos y cosas que Dios ha dispuesto para ti. No busques razones objetivas; en cambio, debes buscar y entender cuál es exactamente la intención y la actitud de Dios al presentarte esta situación, y qué actitud debes tener como ser creado al enfrentarte a ello. Esta es la senda que debes buscar. Cuando una persona sobrevive, nunca es al azar ni es inevitable; las disposiciones, los deseos y la soberanía del Creador siempre están ahí. Nada está vacío. ¿Crees que las palabras de Dios, Sus intenciones y la verdad están vacías? ¡No lo están! Cuando las personas no han captado las intenciones de Dios, son propensas a ciertas nociones y figuraciones, y sienten que esas nociones y figuraciones son correctas y que deben estar en línea con los deseos de Dios. Las personas no saben cuáles son los deseos de Dios, por eso sienten: “Mi forma de pensar es correcta. Tengo fe genuina. Temo y me someto a Dios, soy una persona que ama a Dios”. De hecho, Dios detesta por completo tus nociones y figuraciones. Mientras piensas en cuánta razón tienes, en realidad no entiendes la verdad en absoluto ni la has obtenido. Cuando un día veas todos estos asuntos con claridad y te des cuenta de que, en última instancia, todas estas cosas son gobernadas, dispuestas y ordenadas por el Creador, habrás aprendido tus lecciones de todas las personas, acontecimientos y cosas que has encontrado, y habrás logrado los resultados que te mereces. Solo entonces entenderás verdaderamente las intenciones de Dios y te darás cuenta de que todo lo que Dios hace es para salvar a las personas, y que la buena voluntad y los esfuerzos sinceros de Dios están contenidos en ello. Cuando tengas este entendimiento, debes agradecer y alabar a Dios, sin sentir nunca: “Dios me ha ordenado realizar este deber, por lo que debo ser muy importante en el corazón de Dios. Dios no puede abandonarme y no me dejará morir”. Esto es erróneo. Dios tiene un método en todo lo que hace. ¿Qué significa eso? Dios ordena cuándo una persona nacerá, cuándo morirá y cuántas misiones tendrá en esta vida. Dios ha ordenado la duración de tu vida. Él no terminará tu vida antes de tiempo debido a tu mal desempeño en esta vida, ni extenderá tu vida varios años debido a tu buen desempeño en esta vida. Esto es lo que se llama tener un método. Con respecto a aquellas malas personas que cometen todo tipo de malas acciones en el mundo, que han causado gran daño al mundo, que cometieron muchas acciones dañinas que pusieron en peligro a otros durante un período determinado, algunos dicen: “Dios es ciego. ¿Por qué no destruye a estas personas?”. ¿Sabes cuál es la causa de esto? ¿Cuál es la causa subyacente detrás de esto? La causa subyacente es esta: las figuras positivas juegan un papel positivo, y las figuras negativas juegan un papel negativo. Todas tienen una misión, todas tienen un papel, el nacimiento y la muerte de todas ha sido predestinado hace mucho tiempo; Dios nunca alteraría esto. Cuando naciste, viniste a este mundo en el momento oportuno, ni un minuto o segundo fuera de lo planificado; cuando mueras y tu alma parta, tampoco será ni un minuto ni un segundo fuera de lo planificado. Dios no cambiará el lapso de vida que fue originalmente destinado para una persona a causa de su gran contribución a la humanidad, permitiéndole vivir unos veinte o treinta años más. Dios nunca hizo esto ni lo hará en el futuro. Tampoco hará que una persona muera antes de lo planificado solo por ser especialmente dañina para la humanidad. Dios nunca hará esto. Esta es la regla y la ley de los cielos, y Dios nunca la infringirá. ¿Qué habéis visto de este asunto? (Nadie puede cambiar las cosas que Dios ha ordenado). Dios mismo nunca alteraría ni cambiaría las cosas que ha ordenado o planeado. Esto es un hecho; además, a partir de este asunto, vemos el poder y la sabiduría de Dios. Dios ya ha planeado completamente el génesis, el nacimiento, el tiempo de vida y el final de todos los seres creados, así como su misión en la vida y el papel que desempeñan en toda la humanidad. Nadie puede cambiar estas cosas, tal es la autoridad del Creador. El nacimiento de cada ser creado, su misión en la vida, cuándo finalizará su tiempo de vida, todas estas leyes han sido ordenadas hace mucho por Dios, al igual que ordenó la órbita de cada uno de los cuerpos celestes; cuál siguen, durante cuántos años, cómo lo hacen y qué leyes lo rigen. Todo esto fue ordenado por Dios hace mucho tiempo, sin que haya habido cambios en miles ni en decenas o cientos de miles de años. Está ordenado por Dios, y es Su autoridad. ¿Qué pasa entonces con el hombre, esa criatura diminuta? Pongamos a un lado al hombre y hablemos primero de los perros. Dios ha ordenado que vivan aproximadamente diez años, y que deben morir cuando lleguen a esa edad. ¿Puede ser cambiado este lapso de tiempo? (No). No vamos a analizar los casos especiales. El lapso de vida de un pequeño animal, que los seres humanos ni siquiera pueden cambiar, está predestinado por Dios; entonces, ¿cómo no será así para el hombre? Así es que, no importa lo que las personas pidan, lo último que deberían pedir es una extensión de su vida. Las bendiciones e infortunios de la vida de una persona, y cuándo esta morirá, son predestinados por Dios. Nadie puede cambiarlos, y ninguna cantidad de peticiones tendrá efecto alguno. Puedes pedir a Dios que te ilumine sobre algunas cosas, como lo que experimentas, lo que reconoces y lo que puedes obtener de un ambiente. Es decir, puedes buscar la verdad y orar a Dios para la entrada en la vida y un cambio en el carácter-vida. Si tu sinceridad puede conmover a Dios, podrás obtener la obra del Espíritu Santo. Esto es lo que Dios está dispuesto a hacer. Pero debes ser razonable. No le puedes pedir a Dios longevidad o inmortalidad, porque la duración de tu vida está ordenada por Dios. Las personas no pueden cambiarlo, y ninguna cantidad de peticiones hará la diferencia. Siempre y cuando esté ordenado por Dios, Él no lo cambiará. Si reconoces que Dios es el Creador, que Dios es tu Soberano, tu Dios y tu Señor, entonces nunca debes pedir estas cosas. ¿Qué les dice Dios a las personas que pidan? ¿Qué dice el Padrenuestro? “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo” (Mateo 6:10). ¿Qué más deberías pedir? ¿Lo sabes? Debes realizar tus deberes como ser creado dentro de la obra de gestión de Dios. Debes completar las comisiones que Dios te ha encomendado, cumplir con tu misión en forma adecuada, evitar que fracase, ser merecedor de la vida y existencia que Dios te ha dado, y no permitir que esta vida sea desperdiciada o en vano. En esta vida, debes llegar a conocer al Creador, vivir a semejanza de un ser creado y satisfacer los deseos del Creador; estas son las cosas que debes pedir. Qué pedir y qué no pedir, qué peticiones están en consonancia con las intenciones de Dios y cuáles no, si lo que deseas pedir se te puede conceder; estos asuntos deben quedar claros en tu corazón primero. No actúes tontamente. Si lo que estás pidiendo ya ha sido ordenado por Dios, entonces tus oraciones son en vano. ¿No es una tontería entonces que ores por ello? ¿No es esto confrontar con Dios? Dios te hace vivir hasta los ochenta años, pero exiges vivir hasta los cien; Dios te hace vivir hasta los treinta años, pero exiges llegar a los sesenta. ¿No es esto rebeldía? ¿No es esto resistir a Dios? Las personas deben ser razonables y no hacer tonterías.
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