Cómo perseguir la verdad (10) Parte 3
Acabamos de compartir acerca de dos criterios sobre cómo juzgar si alguien es capaz de cumplir con sus responsabilidades en el matrimonio. ¿Recordáis cuáles son? (Sí). Esos dos criterios se relacionan con la calidad de la humanidad de las personas. Uno consiste en fijarse en si cumplen su deber de manera concienzuda y responsable, y si pueden salvaguardar la obra de la iglesia y los intereses de la casa de Dios. Es posible que no puedas juzgar fácilmente a algunas personas solo con mirarlas. Puede que sean capaces de cumplir con su deber y salvaguardar la obra de la iglesia para obtener estatus o una vez que lo hayan alcanzado, pero cómo serán cuando ya no lo tengan es algo que aún no has podido ver con claridad. En ese momento no tendrás manera de emitir un juicio preciso sobre ellas. Sin embargo, cuando las veas armando un escándalo, maldiciendo a Dios y blasfemando contra Él tras perder su estatus, diciendo que Dios no es justo, será cuando alcanzarás un discernimiento sobre ellas, y pensarás: “Este tipo no tiene un corazón temeroso de Dios en absoluto. Por suerte ha mostrado su verdadero rostro a tiempo. Si no lo hubiera hecho, lo habría elegido como mi pareja conyugal”. Como ves, el otro criterio para la elección de pareja —es decir, si tiene un corazón temeroso de Dios— también es clave. Si juzgas y mides a las personas según este criterio, te ahorrarás una pesadilla de matrimonio. ¿Son importantes estos dos criterios para la elección de pareja? (Sí). ¿Los entiendes? (Sí). Mira, algunas mujeres están muy enamoradas del dinero. Cuando comienzan a salir con un hombre, se muestran muy amables y sensatas, y él piensa: “¡Esta mujer es adorable! Es como un pajarito, acurrucada conmigo todo el día y pegada a mí como un imán. Es exactamente el tipo de mujer que un hombre sueña y desea. Un hombre necesita a una mujer así, alguien que hable con dulzura, que dependa de su hombre y que de verdad lo haga sentir necesario. Con una mujer así apegada a mí y a mi lado, la vida será muy feliz”. Entonces se casan, pero luego él observa que, aunque ella cree en Dios, no se esfuerza en perseguir la verdad. Siempre que él le pide que cumpla con su deber, ella asegura que no tiene tiempo, busca siempre excusas y dice que está cansada, y no está dispuesta a sufrir en absoluto. En casa no cocina ni limpia, sino que se pasa el día viendo la televisión. Cuando ve que alguien se ha comprado un bolso de diseño o que otra familia vive en una mansión lujosa y ha adquirido un coche caro, comenta lo capaz que debe ser el hombre de esa familia. Suele gastar en exceso, y cada vez que va a tiendas de oro, joyas o artículos de lujo, siempre quiere gastar dinero y comprar cosas bonitas. Tú no lo entiendes y piensas: “Solía ser tan adorable, ¿cómo puede haberse convertido en este tipo de mujer?”. ¿Ves? Ha cambiado, ¿verdad? Cuando salíais juntos, era capaz de cumplir con su deber y sufrir un poco, pero era todo superficial. Ahora que estáis casados, ya no es así. Percibe que no puedes satisfacer sus demandas materiales y comienza a culparte. Pregunta: “¿Por qué no ganas dinero? ¿De qué sirve creer en Dios y cumplir con tu deber? ¿Pone eso comida sobre la mesa? ¿Te haces rico con eso?”. Incluso dice cosas propias de un incrédulo. ¿De veras cree en Dios esta mujer? (No). Nunca quiere desempeñar su deber, no le importa la fe en Dios, perseguir la verdad ni alcanzar la salvación, hasta que finalmente dice cosas extremadamente rebeldes y no tiene en absoluto un corazón temeroso de Dios. Entonces, ¿en qué piensa todo el tiempo? (En comida, ropa y diversión). Solo piensa en dinero y placeres físicos, eso es todo. Es una amante mundana del dinero. Si te casas con ella y pone trabas a tu fe en Dios, al tiempo que te anima a renunciar a tu deber y a buscar cosas mundanas, ¿qué harás? Aún quieres perseguir la verdad y alcanzar la salvación, pero no lo lograrás si la sigues a ella. Si no la sigues, discutirá contigo y se divorciará de ti. Y después del divorcio, vivirás solo y sin pareja, ¿podrás superarlo? Si nunca hubieras tenido pareja, no pasaría nada, pero ahora llevas muchos años con ella y te has acostumbrado a vivir acompañado. De repente te ves divorciado y sin pareja, ¿lo podrás superar? No es fácil hacerlo, ¿verdad? No importa si se trata de tus necesidades vitales, emocionales o de tu mundo espiritual interior, no puedes superarlo. Ha cambiado el modo en el que solías vivir, ahora es distinto al de antes, y el modelo, el ritmo y la forma de vida que tenías se han precipitado por completo al caos. ¿Qué tipo de matrimonio tuviste? ¿Qué te ha acarreado? ¿Felicidad o desastre? (Desastre). Te llevó al desastre. Por lo tanto, si no sabes juzgar a las personas y las mides sin basarte en los principios correctos y en las palabras de Dios, debes hacer todo lo posible para no involucrarte en relaciones esporádicas ni plantearte ideas o planes para tener citas, casarte o contraer matrimonio. El motivo es porque, hoy en día, la tentación de las tendencias perversas de este mundo es demasiado grande para las personas, y cada una afronta muchas y muy variadas tentaciones en la vida; nadie es capaz de superarlas, y aunque persigas la verdad, las seguirás encontrando difíciles de vencer. Si persigues la verdad y logras entenderla y obtenerla, podrás superarlas. Sin embargo, antes de que hayas entendido y obtenido la verdad, la tentación siempre te llamará y será un peligro para ti. Además, os encontraréis con un problema fundamental, y es que no sabéis juzgar ni ver claramente la esencia de las personas; ese es el problema más grave. ¿Qué es lo único que sabéis juzgar? Los hombres solo saben juzgar si la mujer es guapa, si ha ido a la universidad, si su familia es rica, si sabe vestir bien, si es capaz de ser romántica y si puede ser cariñosa. Entrando en detalle, los hombres pueden llegar a saber si la mujer será una buena esposa y madre, si podrá educar bien a sus hijos en el futuro y si será capaz de encargarse de la casa. Como mucho, esas son las cosas que los hombres saben juzgar. ¿Y las mujeres sobre los hombres? Se les da bien juzgar si el hombre sabe ser romántico y es capaz de serlo, si podrá llenar las arcas de la familia, si está destinado a ser rico o pobre, y si cuenta con medios para manejarse bien en el mundo. A un nivel superior, las mujeres pueden juzgar si el hombre es capaz de sufrir, si puede gestionar bien a la familia, si ella podrá comer y vestir bien si se junta con él, cuál es el trasfondo familiar de este, si su familia es acomodada, si tienen una casa, un coche y un negocio, si poseen empresas o son agricultores o trabajadores, cuáles son las circunstancias económicas actuales de su familia y si sus padres han reservado dinero para que él se case. Esas son las cosas que las mujeres pueden llegar a saber a lo sumo. En cuanto a cuál es la esencia-humanidad del posible pretendiente, o qué elección harán con respecto a la senda de creencia en Dios, ¿son cosas que podáis ver con claridad? (No). Para ser más precisos, ¿es esa persona capaz de seguir la senda de un anticristo? ¿Es malvada? A juzgar por el resumen de las efusiones y expresiones de la calidad de su humanidad, ¿es alguien que persigue la verdad o siente aversión por ella? ¿Es capaz de seguir la senda en búsqueda de la verdad? ¿Puede alcanzar la salvación? Y si te casas con él, ¿podréis ambos entrar en el reino como marido y mujer? No puedes ver esas cosas con claridad, ¿verdad? Hay quien dice: “¿Para qué nos hace falta tener claras esas cosas? Hay muchas personas casadas en el mundo. Ellas tampoco pueden ver esas cosas con claridad, pero siguen con sus vidas, ¿no?”. Mucha gente no ve el matrimonio de forma transparente. Encontrar a una buena persona que viva decentemente, con la que puedas compartir tu vida sin grandes sobresaltos o altibajos ni sufrimiento en exceso; eso puede considerarse una buena vida y un buen matrimonio. Sin embargo, hay quienes tampoco ven claramente a los demás y se centran únicamente en el aspecto y el estatus de la otra persona. Se dejan halagar, y solo después de casarse descubren que su pareja es una persona malvada, un diablo, y que cada día vivido con ese tipo de persona equivale a un año. Las mujeres derraman lágrimas a menudo, mientras que a los hombres también se les engaña y victimiza en gran medida, lo que acaba en divorcio después de unos años. Algunas parejas casadas se divorcian cuando sus hijos tienen tres o cuatro años o son adolescentes, y otras incluso tienen nietos cuando descubren que ya no pueden soportar vivir juntos, y al final se divorcian. ¿Qué acaban diciendo? “El matrimonio es una tumba” y “El matrimonio es un crematorio”. Entonces, ¿fueron las mujeres o los hombres quienes cometieron el error que provocó dicho resultado? Ambos cometieron errores, y ninguno de los dos lo hizo bien. No saben cuál es la naturaleza del matrimonio ni de la vida conyugal. La naturaleza del matrimonio es asumir la responsabilidad con respecto al otro, entrar en la vida real y apoyarse mutuamente. Esto depende de la humanidad normal[a] de ambos miembros de la pareja, para que puedan llegar felices y con estabilidad a la vejez y permanecer juntos hasta el final. ¿Y cuál es la naturaleza de la vida conyugal? También depende de la humanidad normal[b] de los dos cónyuges, y solo así pueden vivir en paz, tranquilos y felices. Ambos miembros deben asumir la responsabilidad con respecto al otro, y solo entonces podrán finalmente vivir juntos de la mano hasta la vejez. Sin embargo, eso no significa entrar en el reino; no es fácil para una pareja casada entrar juntos en él. Aunque no puedan hacerlo, para que una pareja casada viva de la mano hasta la vejez, al menos se requiere que tengan conciencia y razón, una humanidad que esté a la altura. ¿No es así? (Sí). Compartir de esta manera, ¿os hace tener más o menos fe en el matrimonio? ¿O hace que tengáis la actitud y la opinión correctas? (Hace que tengamos la actitud y la opinión correctas). Compartir de esta manera no tiene nada que ver con tener más o menos fe, ¿verdad? Mi intención al hablar sobre el hecho de desprenderse de las diversas fantasías sobre el matrimonio no es hacerte renunciar a este o rechazarlo, sino que adoptes un enfoque correcto y racional en relación con dicho asunto. Más en concreto, es que lo consideres, abordes y resuelvas según las palabras de Dios. No es para que dejes de pensar por completo en el matrimonio; no pensar no es lo mismo que desprenderse. Desprenderse de verdad implica tener opiniones y pensamientos correctos y precisos. Ahora, al compartir de esta manera, ¿no os habéis desprendido ya de algunas de vuestras diversas fantasías sobre el matrimonio? (Sí). ¿Ahora lo teméis o lo deseáis más? En realidad, ninguna de las dos cosas. No hay necesidad de temerlo ni de desearlo tanto. Si ahora eres soltero y dices: “Quiero perseguir la verdad y entregarme a Dios. En este momento no estoy pensando en el matrimonio y no me planteo casarme, así que dejaré que el matrimonio ocupe un espacio vacío en mi corazón, como una página en blanco”. ¿Es correcta esta visión? (No, Dios nos comparte esta verdad porque necesitamos proveernos de ella, entenderla y ponerla en práctica. También deberíamos actuar según lo que Dios dice, contemplar a las personas y las cosas, y comportarnos y actuar, en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio. Tanto si en estos momentos nos estamos planteando el matrimonio como si no, tenemos que entender esta verdad, y solo así evitaremos cometer un error). ¿Es correcto este entendimiento? (Sí).
¿Hoy en día hay alguien que diga lo siguiente? “Somos solteros, y el mundo de los incrédulos dice que ser soltero es honorable, así que ¿acaso no podemos decir que en la casa de Dios los solteros son santos y los casados son impuros?”. ¿Hay alguien que diga cosas así? Algunas personas casadas siempre tienen un concepto equivocado en su entendimiento del matrimonio. Creen que sus pensamientos después de casarse no son tan puros, simples o limpios como antes, que se vuelven más complicados, y en particular que, como los casados mantienen relaciones con el sexo opuesto, ya no son santos. Por lo tanto, después de aceptar la obra de Dios, decididos, le dicen a su pareja: “He aceptado la obra de Dios y, a partir de este día, debo buscar la santidad. Ya no puedo acostarme contigo. Tú debes dormir solo y yo lo haré en otra habitación”. Desde entonces duermen separados y su pareja duerme sola, pero siguen viviendo juntos. ¿Qué están persiguiendo estas personas? Una especie de santidad de la carne. ¿Acaso eso no es malinterpretar el matrimonio? (Sí). ¿Es fácil de resolver este malentendido? Hay algunas personas casadas que creen que ya no son santas después de tener relaciones con el sexo opuesto. El significado subyacente aquí es que, si no tienen relaciones con el sexo opuesto, si abandonan su matrimonio y se divorcian, se volverán santos. Si así es como alguien se vuelve santo, ¿no significaría eso que los solteros son aún más santos? Ante tales entendimientos distorsionados y erróneos, las decisiones o las acciones de las personas provocan que sus parejas se sientan desconcertadas y se enfaden. Ciertos maridos o mujeres incrédulos malinterpretan y desarrollan una aversión a la fe, y hay algunos que llegan incluso a proferir blasfemias contra Dios. Decidme, ¿está bien lo que hacen esas personas en busca de la “santidad”? (No). ¿Por qué no? Para empezar, existe un problema en su pensamiento. ¿Cuál? (Malinterpretan las palabras de Dios). En primer lugar, sus opiniones sobre el matrimonio están distorsionadas; en segundo lugar, también lo están sus definiciones y entendimientos sobre la santidad y la impureza. Creen que no tener relaciones con el sexo opuesto los hace santos, entonces ¿qué es la impureza? ¿Qué es la santidad? ¿Implica la santidad no tener actitudes corruptas? Cuando alguien obtiene la verdad y transforma su carácter, deja de tener actitudes corruptas. ¿Acaso alguien que no haya tenido relaciones con el sexo opuesto carece de actitudes corruptas? ¿Estas solo surgen cuando tienen relaciones con el sexo opuesto? (No). Este entendimiento es claramente incorrecto. Una vez que te casas y mantienes relaciones con el sexo opuesto, tus actitudes corruptas no empeoran, sino que permanecen igual que antes. Si no estás casado y no has tenido relaciones con el sexo opuesto, ¿tienes actitudes corruptas? Muchas. Por lo tanto, ya sea hombre o mujer, las actitudes corruptas de una persona no se miden en función de su estado civil, de si está casada o de si ha mantenido relaciones con el sexo opuesto. ¿Por qué las personas que piensan y actúan así tienen este tipo de concepto erróneo sobre el matrimonio? ¿Por qué actúan de ese modo? ¿No es ese un problema que se debe resolver? (Sí). ¿Podéis resolverlo? Basta con que alguien tenga contacto con el sexo opuesto y mantenga relaciones con este para ser impuro y estar totalmente corrompido, ¿es así? (No). Si así fuera, sería un error que Dios ordenara la unión del hombre y la mujer. Así pues, ¿cómo podemos resolver este problema? ¿Cuál es su origen? Se puede resolver por medio del análisis y la comprensión de su origen. ¿No lo veis vosotros del mismo modo? ¿No tiene todo el mundo, tanto los casados como los solteros, esta visión sobre el matrimonio? (Sí). Sé que no podéis esquivar este problema. Entonces, ¿cuál es el origen de este punto de vista? (Nadie tiene claro qué es la santidad y qué es la impureza). ¿Y cuál es el motivo de ese desconocimiento? (La gente es incapaz de comprender por completo las palabras de Dios o de entender la verdad). ¿Qué aspecto de las palabras de Dios no entienden por completo? (El matrimonio es algo que las personas deben experimentar con normalidad en sus vidas y también lo ordena Dios, sin embargo, asocian casarse y tener relaciones con el sexo opuesto con ser santos o no, cuando en realidad, que alguien sea santo significa que carece de actitudes corruptas y nada tiene que ver con estar casado. Las monjas católicas, por ejemplo: si no aceptaran la obra de Dios de los últimos días y no entendieran la verdad, aunque pasaran toda su vida solteras, no podrían decir que son santas, ya que no se habrían resuelto sus actitudes corruptas). ¿Explica esto claramente el asunto? ¿Radica la distinción entre santidad e impureza en si alguien está casado o no? (No). No, no radica en eso, y hay pruebas sustanciales que lo demuestran. Por ejemplo, los discapacitados mentales, los cretinos, los enfermos mentales, las monjas católicas, las monjas y los monjes budistas, todos están solteros, pero ¿son santos? (No). Aquellos con discapacidad mental, que son idiotas o enfermos mentales no poseen una razón normal. No pueden casarse, ningún hombre entre ellos encuentra esposa, ninguna mujer encuentra marido, y no son santos. Las monjas católicas, las monjas y los monjes budistas, así como otros colectivos especiales, no se casan y tampoco son santos. ¿Qué significa que “no son santos”? Quiero decir que son impuros. ¿Qué significa “impuro”? (Que tienen actitudes corruptas). Así es, significa que tienen actitudes corruptas. Toda esa gente soltera tiene actitudes corruptas y ninguna es santa. Entonces, ¿qué hay de las personas casadas? ¿Existe alguna diferencia esencial entre los casados y esas personas solteras? (No). En lo esencial, no existe diferencia entre ellos. ¿Qué quiero decir con eso? (Satanás los ha corrompido y todos tienen actitudes corruptas). Cierto, eso es así. No son capaces de someterse a Dios ni a la verdad, y no pueden seguir la senda de temer a Dios y apartarse del mal. No son elogiados ni salvados por Dios, y todos ellos son impuros. Por lo tanto, que alguien sea santo o impuro no se mide según esté casado o no. Entonces, ¿por qué tiene la gente ese tipo de concepto erróneo sobre el matrimonio y creen que aquellos que se casan no son santos, que son impuros? ¿Cuál es el motivo de este malentendido? (Sus puntos de vista sobre el matrimonio están distorsionados). ¿Se debe a que sus opiniones sobre el matrimonio y la vida matrimonial están distorsionadas, o a que también lo están sus puntos de vista sobre más cosas? ¿Alguien es capaz de explicarlo con claridad? Como ya hemos comentado, cualquier matrimonio acabará regresando a la vida real. Entonces, ¿es esa vida conyugal el origen de lo que la gente considera impuro? (No). No lo es. En el pensamiento de la gente, el origen de aquello que consideran impuro les resulta realmente conocido en su cabeza y en lo más profundo de su corazón, pues se trata de su deseo sexual, y ahí radica el concepto erróneo. Definir y diferenciar a una persona como santa o impura en función de si está casada o soltera es un malentendido y un concepto erróneo, y su origen radica en la comprensión falaz e incorrecta que la gente tiene respecto a su deseo sexual de la carne. ¿Por qué digo que esa comprensión es falaz? La gente cree que, una vez que sienten deseo sexual y se casan, empiezan a tener relaciones con el sexo opuesto y que, al hacerlo, comienzan a vivir una supuesta vida de deseo sexual de la carne, y por lo tanto se convierten en impuros. ¿No es eso lo que creen? (Sí).
Discutamos pues qué es exactamente el deseo sexual. Siempre y cuando lo asimiles correctamente y tengas una comprensión y entendimiento precisos, acertados y objetivos de él, resolverás este problema y este concepto erróneo de impureza y santidad. ¿Me equivoco? Cuando la gente se casa, satisface su deseo sexual y da rienda suelta a sus deseos sexuales y físicos, por lo que piensa: “Nosotros, los casados, no somos santos, somos impuros. Esos jóvenes solteros y solteras son santos”. Este es sin duda un entendimiento distorsionado, que surge de no saber qué es exactamente el deseo sexual. Miremos ahora al primer ser humano: ¿Tenía Adán deseo sexual? La humanidad creada por Dios posee pensamiento, habla y percepción sensorial, así como libre albedrío y necesidades emocionales. ¿Qué significa “necesidades emocionales”? Significa que las personas necesitan una pareja que les haga compañía y las apoye, alguien con quien hablar, a quien cuidar, atender y apreciar; esas son necesidades emocionales. Por otro lado, las personas también tienen deseo sexual. ¿En qué nos basamos para decir eso? Después de crear a Adán, Dios dijo que necesitaba una compañera, cuyo cometido iba a ser satisfacer las necesidades vitales y emocionales del hombre. Sin embargo, Dios también mencionó otra necesidad. ¿Qué dijo Dios? Génesis, capítulo 2, versículo 24: “Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. El significado de estas palabras está muy claro, no hace falta ser muy explícito al respecto. Entendéis esas palabras, ¿verdad? Obviamente, cuando Dios creó a Adán, el antepasado de la humanidad, este tenía esa necesidad. Por supuesto, se trata de una interpretación objetiva. Más importante aún, cuando Dios lo creó, tenía ese órgano sensorial y esas condiciones y características fisiológicas. Esa era la situación real de Adán, el primer antepasado de la humanidad que creó Dios, el primer ser humano de carne. Poseía la facultad de hablar, era capaz de oír, ver y saborear, y tenía órganos sensoriales, necesidades emocionales, deseo sexual, necesidades fisiológicas y, naturalmente, como acabamos de decir, libre albedrío. La unión de estos elementos constituye un ser humano creado por Dios. ¿No es esa la situación real? (Sí). Esa es la estructura fisiológica de los hombres. ¿Y qué hay de las mujeres? Dios creó una estructura fisiológica para ellas diferente a la de los hombres, y por supuesto les adjudicó el mismo deseo sexual que a ellos. ¿En qué se basa esta afirmación? En Génesis, capítulo 3, versículo 16, Dios dijo: “En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos”. ¿De dónde provienen los hijos que se mencionan en “darás a luz los hijos”? Supongamos que hay una mujer que no posee este tipo de necesidad fisiológica, o más en concreto, no posee las necesidades propias del deseo sexual femenino; ¿podría concebir? No, y eso está muy claro. Así que, en vista de estas dos frases de Dios, los hombres y las mujeres que Él creó tienen diferentes estructuras fisiológicas, pero ambos comparten la característica fisiológica común del deseo sexual. Esto lo confirman las acciones que realizó Dios y el mensaje entre líneas de las instrucciones que les dio a los seres humanos. Como seres creados por Dios, tienen estructuras fisiológicas y poseen también las necesidades propias de dichas estructuras. Entonces, ¿cómo debemos enfocar ahora este asunto? Eso que se llama deseo sexual es parte de la carne, como un órgano humano. Por ejemplo, desayunas a las seis de la mañana, y al llegar el mediodía ya has digerido más o menos toda esa comida y tu estómago está vacío. El estómago transmite esa información al cerebro, y este te dice: “Tienes el estómago vacío, es hora de comer”. ¿Qué es esa sensación en el estómago? Te lo notas un poco vacío y molesto, y quieres comer algo. ¿Y cómo surge esa sensación de querer comer algo? Es consecuencia de la actividad y el metabolismo de todo tu sistema nervioso y de tus órganos, así de simple. El deseo sexual tiene la misma naturaleza que cualquier otro órgano corporal. Todos los órganos se relacionan con el sistema nervioso, que envía órdenes a cada uno de ellos. Por ejemplo, la nariz capta los olores, y cuando hueles un hedor fétido, este entra en tu sistema nervioso, que le dice a tu cerebro: “Este olor es fétido, no es agradable”. Te transmite esa información, y entonces te cubres la nariz de inmediato o agitas la mano delante de ella; se produce esta serie de movimientos. Como ves, este tipo de movimientos y acciones, y esta clase de sensación y conciencia responden a la orden de ciertos órganos y del sistema nervioso de tu cuerpo. Por ejemplo, escuchas un sonido increíblemente fuerte y penetrante, y después de que tus oídos hayan recibido esa información, sientes molestia o rechazo y te los cubres. En realidad, lo único que han recibido tus oídos es un sonido, una información, pero el cerebro distingue si ese sonido te beneficia o no. Si no tiene un gran efecto en ti, simplemente lo oyes y lo distingues, y luego desaparece sin que le prestes mucha atención. Si tiene un efecto negativo en tu corazón o tu cuerpo, tu cerebro lo percibirá y te dirá que te cubras los oídos o abras mucho la boca; se producirá una serie de acciones y pensamientos como estos. El deseo sexual humano es exactamente igual, con sus respectivos órganos que tienen diferentes criterios e interpretaciones sometidos al control de los nervios correspondientes. El deseo sexual humano es así de sencillo. Está al mismo nivel y es equivalente a cualquier otro órgano del cuerpo humano, pero cuenta con su propia particularidad, y por eso las personas siempre albergarán diversas ideas, puntos de vista o pensamientos al respecto. Entonces, al compartir de esta manera, ¿no deberíais tener ahora la comprensión correcta? (Sí). El deseo sexual humano no es un misterio en absoluto. Lo creó Dios y ha existido desde que aparecieron los humanos. Dado que fue ordenado y creado por Dios, no se puede convertir en algo negativo o impuro simplemente porque las personas tengan todo tipo de malentendidos y nociones al respecto. Es igual que cualquier otro órgano sensorial humano; existe como parte del cuerpo humano y, si sucede dentro de un matrimonio adecuado dispuesto y ordenado por Dios, es algo razonable. Sin embargo, si la gente se entrega a él o lo usa mal, se convierte en algo negativo. Por supuesto, el deseo sexual en sí mismo no es negativo, pero las personas que lo usan mal o esos pensamientos sí lo son. Por ejemplo, los triángulos amorosos, la promiscuidad, el incesto, la violación, la agresión sexual, etc., son cosas relacionadas con el deseo sexual que se convierten en negativas y no tienen nada que ver con aquel original de la carne humana. El deseo sexual de la carne es lo mismo que un órgano físico: Dios lo creó. Sin embargo, debido a la perversidad y corrupción de la humanidad, ocurren todo tipo de cosas perversas relacionadas con este tema que nada tienen que ver con el deseo sexual adecuado y normal; son cuestiones de dos naturalezas distintas. ¿No es así? (Sí). Los triángulos amorosos, las aventuras extramatrimoniales, así como el incesto y la agresión sexual, son cosas perversas relacionadas con el deseo sexual que ocurren entre la humanidad corrupta. Esas cosas no tienen nada que ver con el deseo sexual adecuado ni con el matrimonio; son impuras, inapropiadas y nada positivas. ¿Lo veis ahora con claridad? (Sí).
Al compartir de esta manera, ¿sois ahora capaces de comprender claramente esos entendimientos y acciones distorsionados de las personas casadas y de discernir lo que hacen bien y lo que hacen mal? (Sí). Cuando os encontréis con alguien que se esté iniciando en la fe y diga: “Hemos aceptado la obra de Dios, ¿debemos vivir separados como pareja casada?”, ¿qué le dirás? (Le diremos que no). Puedes preguntarle: “¿Por qué habrías de vivir por separado? ¿Habéis discutido? ¿Uno de los dos ronca tan fuerte que le quita el sueño al otro? Si es así, entonces ese es tu problema y puedes vivir por separado. Si es por alguna otra razón, entonces no, no hay necesidad”. Otro dice: “Oh, llevamos viviendo juntos como pareja casada desde hace casi cuarenta años. Ya somos viejos, nuestros hijos ya son mayores, ¿tenemos que dormir en camas separadas? Ya no deberíamos dormir juntos, nuestros hijos se reirán de nosotros. Debemos mantener nuestra integridad en la vejez”. ¿Tiene algún fundamento esta afirmación? (No). No lo tiene. Quieren mantener su integridad en la vejez, ¿qué es eso de la integridad? ¿Qué hacían cuando eran jóvenes? ¿No están sencillamente fingiendo? ¿Acaso no son repugnantes las personas así? (Sí). Cuando te encuentres con personas semejantes, diles: “No decimos tales cosas en nuestra creencia en Dios, ni la casa de Dios tiene esos requisitos o reglas. Lo aprenderás con el tiempo. Puedes vivir del modo que quieras; eso es asunto tuyo, y no tiene nada que ver con la fe en Dios ni con perseguir la verdad, ni tampoco con alcanzar la salvación. No hace falta que preguntes acerca de esas cosas, ni has de sacrificar nada por ellas”. ¿No queda entonces resuelto el asunto? (Sí). Así se resuelve la mayor dificultad que se ha de superar: el problema del deseo sexual humano en el matrimonio. ¿Lo tenéis todos claro después de compartir de esta manera? ¿Todavía os parece que el deseo sexual es un misterio? (No). ¿Creéis que el deseo sexual es impuro o sucio? (No). No es impuro ni sucio, es apropiado. Sin embargo, si las personas juegan con él, deja de ser apropiado y se convierte en algo completamente diferente. En cualquier caso, después de compartir de esta manera, ¿se resuelven las diversas fantasías realistas y poco realistas de las personas sobre el matrimonio? (Sí). Después de compartir sobre las definiciones y los conceptos del matrimonio, vuestras búsquedas, ideales y deseos desviados y distorsionados en relación con este básicamente se habrán desprendido de vuestras mentes hasta cierto punto. Hará falta identificar poco a poco los que quedan y continuar experimentando y aprendiendo paulatinamente mediante vuestra práctica personal en la vida real. Por supuesto, lo más importante es que las personas deben tener la comprensión y perspectiva correctas sobre el matrimonio en sí, eso tiene gran relevancia. Tanto si tienes pensado casarte en un futuro como si no, tu actitud y perspectiva respecto al matrimonio influirán en tu búsqueda de la verdad, y por eso has de leer detenidamente las palabras de Dios sobre el tema, y finalmente adquirir la perspectiva y comprensión correctas del matrimonio, que como mínimo deberían concordar con la verdad. Una vez que hayamos terminado de compartir sobre este asunto, ¿acaso no se habrá ampliado tu conocimiento? (Sí). Ya no serás tan infantil y estrecho de miras, ¿verdad? Cuando en el futuro debatas sobre este asunto con otros, se darán cuenta de que, a pesar de tu joven aspecto, tienes entendimiento al respecto, y te preguntarán: “¿Cuánto tiempo llevas casado?”. Responderás: “Todavía no me he casado”. Dirán: “Entonces, ¿cómo es que tienes un entendimiento tan maduro del matrimonio, como si tu comprensión fuera incluso más madura que la de los adultos?”. A lo que responderás: “Entiendo la verdad, y hay una base para estas verdades que entiendo. Si no me crees, sacaré mi Biblia y te mostraré la situación en la que Dios creó a Adán, y verás si lo que digo es cierto o no”. Al final, los convencerás de corazón, porque todo lo que dices proviene de tu comprensión y entendimiento puros, sin la adulteración de las figuraciones o nociones humanas ni de los puntos de vista humanos distorsionados. Todo lo que dices se ajusta a la verdad y a las palabras de Dios.
Notas al pie:
a. El texto original no contiene la palabra “normal”.
b. El texto original no contiene la palabra “normal”.
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