Principios de práctica de la sumisión a Dios (Parte 2)

Veamos la actitud que tenía Job al tratar con sus hijos. Él temía a Jehová, pero ellos no creían en Dios. ¿No pensarían las personas ajenas que eso era muy vergonzoso para Job? De acuerdo con las nociones del hombre, Job era de gran familia y temía a Jehová Dios, pero, como sus hijos no creían en Él, Job no tenía respetabilidad. Esa idea de respetabilidad, ¿no venía de la voluntad y de la impulsividad humana? La gente pensaría: “Esto no es para nada respetable. Debo buscar una forma de hacerlos creer en Dios y recuperar mi respetabilidad”. ¿No nace eso de la voluntad humana? ¿Fue eso lo que hizo Job? (No). ¿Cómo está registrado en la Biblia? (Job ofreció sacrificios y oró por ellos). Job simplemente ofreció sacrificios y oró por ellos. ¿Qué tipo de actitud es esa? ¿Podéis ver los principios que Job estaba practicando? No sabemos si Job obstruía o interfería con las celebraciones de sus hijos, pero desde luego que no participaba; simplemente ofrecía sacrificios por ellos. ¿Alguna vez oró diciendo: “Jehová Dios, conmuévelos, haz que crean en Ti y que obtengan Tu gracia; haz que Te teman y se aparten del mal como yo lo hago”? ¿Alguna vez oró así? La Biblia no contiene ningún registro de eso. La forma de proceder de Job fue tomar distancia, ofrecer sacrificios y preocuparse por ellos por temor a que pecaran contra Jehová Dios. Esas son las cosas que Job practicaba. ¿Cuáles eran los principios de su práctica? No se imponía sobre ellos. Entonces, ¿Job quería que sus hijos creyeran en Dios o no? Por supuesto que sí. Como padre creyente, debía provocarle mucha tristeza verlos aferrarse al mundo de esa manera sin creer en Dios de verdad. Desde luego que quería que ellos se presentaran ante Dios, que Le ofrecieran sacrificios como él hacía, que Lo temieran y se apartaran del mal y que aceptaran Su soberanía y disposiciones. No era una cuestión de respetabilidad, sino de su responsabilidad parental. Pero sus hijos elegían no creer y él, como padre, no se imponía sobre ellos. Esa era su actitud. ¿Qué hacía, entonces? ¿Los llevaba a rastras? ¿Intentaba persuadirlos? (No). Claro que no. Como mucho, a veces, les decía algunas palabras para exhortarlos y, cuando ellos no le escuchaban, se daba por vencido. Les decía que no hiciesen nada demasiado fuera de lugar y luego se apartaba de ellos, marcando un límite claro, y cada uno hacía su vida. Job ofrecía sacrificios por ellos por temor a que ofendieran a Jehová Dios; no ofrecía sacrificios de parte de ellos, sino porque tenía un corazón temeroso de Dios. No se imponía sobre ellos, ni los llevaba a rastras, ni decía: “Estos son mis hijos y debo hacer que crean en Dios para que Él obtenga algunas personas más”. No decía eso; no hacía ese tipo de planes ni cálculos ni actuaba de esa manera. Sabía que actuar de esa forma provenía de la voluntad humana, algo que a Dios no le agrada. Job nada más exhortaba a sus hijos y oraba por ellos, pero no los obligaba ni los llevaba a rastras, y también establecía un límite claro con ellos. Esa era la racionalidad de Job y también un principio de práctica: no confíes en la voluntad o en las buenas intenciones del hombre al hacer algo que puede ofender a Dios. Además, sus hijos no creían en Dios y Él no los conmovía. Job entendía la intención de Dios: “Dios no ha obrado sobre ellos, así que no oraré por ellos. No Le pediré nada a Dios, ya que no quiero ofenderlo con esto”. De ninguna manera oraría con lágrimas en los ojos o ayunaría para que sus hijos fueran salvos, para que se presentaran ante Jehová Dios y fueran bendecidos. No actuaría de esa forma; sabía que eso ofendería a Dios y no sería de Su agrado. ¿Qué podéis ver en esos detalles? ¿Era sincera la sumisión de Job? (Sí). ¿Puede alcanzar ese nivel de sumisión una persona corriente? No puede. Los hijos son los tesoros más valiosos para sus padres, por eso ver que realizan ese tipo de celebraciones, que tienen tendencias malvadas, que no se presentan ante Dios y que pierden la oportunidad de creer en Él y de ser salvos —y que, probablemente, caigan en la perdición y sean destruidos— es un calvario demasiado complicado a nivel emocional para que una persona corriente pueda superarlo. Sin embargo, Job pudo hacerlo. Hizo una sola cosa: quemar ofrendas por ellos y preocuparse en su corazón. Eso fue todo. Sus hijos eran su relación más preciada, pero no hizo ninguna otra cosa por ellos que pudiera ofender a Dios. ¿Qué pensáis de este principio de práctica de Job? Demuestra que él tenía un corazón temeroso de Dios y que realmente se sometía a Él. Cuando se trataba de asuntos que involucraban el futuro de sus hijos, no oraba en absoluto ni adoptaba formas de proceder basadas en la voluntad humana; solo enviaba a sus sirvientes a hacer algunas cosas en lugar de ir él mismo. La razón por la que no participaba en esas celebraciones era que no quería contaminarse con esas cosas y, además, no quería involucrarse en ellas. Eso hubiera ofendido a Dios, por eso Job se alejaba de los lugares perversos. ¿Había detalles específicos en las prácticas de Job? Primero, hablemos de la forma en que trataba a sus hijos. Su objetivo era someterse a las disposiciones e instrumentaciones de Dios en todas las cosas; no intentaba forzar lo que Dios no hacía ni elaboraba planes y cálculos a partir de la voluntad humana. Job prestaba atención y esperaba las disposiciones e instrumentaciones de Dios en todas las cosas. Ese era un principio general. ¿Cuáles eran, en detalle, los métodos de su práctica? (No participaba cuando sus hijos hacían celebraciones. Tomaba distancia y quemaba ofrendas por ellos, pero no insistía para que creyeran en Dios ni los llevaba a rastras, y establecía un límite claro con ellos). Este es el principio de práctica. ¿Cómo practica una persona corriente al encontrarse con este asunto? (Oran y piden a Dios que sus hijos crean en Él). ¿Qué más? Si Dios no lo hace, arrastran a sus hijos a la iglesia para que sean bendecidos. Ven que ellos han obtenido el enorme beneficio de entrar en el reino de los cielos y sus hijos no, y sienten dolor y pesar en su corazón. No quieren que sus hijos se pierdan ese beneficio, así que se devanan los sesos buscando la manera de llevarlos a la iglesia, creyendo que eso equivale a cumplir con sus responsabilidades parentales. En realidad, no les interesa si sus hijos son capaces de perseguir la verdad y obtener la salvación o no. Job no hizo eso, pero una persona corriente no es capaz de actuar igual. ¿Por qué? (La gente tiene actitudes corruptas y actúa en función de sus sentimientos). La mayoría de las personas no le da ninguna importancia a si esta forma de actuar es ofensiva para Dios o no. Su prioridad es satisfacerse a ellos mismos, ocuparse de sus sentimientos y cumplir sus propios deseos. No le dan importancia a la forma en que Dios dispone las cosas y es soberano sobre todas ellas, ni a lo que hace, ni a Sus intenciones. Solo les interesan sus propios deseos, sentimientos e intenciones y sus propios beneficios. ¿Cómo trataba Job a sus hijos? Simplemente cumplía con su responsabilidad como padre, compartiendo el evangelio y hablando con ellos sobre la verdad. Sin embargo, le escucharan o no, le obedecieran o no, Job no los obligó a creer en Dios, no los arrastró pataleando y gritando ni interfirió en sus vidas. Sus ideas y opiniones eran diferentes a las suyas, así que no interfirió en lo que hacían, ni en la senda que seguían. ¿Acaso Job hablaba muy poco con sus hijos sobre creer en Dios? Desde luego, había hablado bastante con ellos sobre este tema, pero se negaron a escucharle y no lo aceptaron. ¿Qué actitud adoptó Job al respecto? “He cumplido con mi responsabilidad; en cuanto a la clase de senda que tomen, eso depende de lo que elijan, y depende de las instrumentaciones y disposiciones de Dios. Si Dios no obra en ellos ni los conmueve, no trataré de forzarlos”. Por lo tanto, Job no oró por ellos ante Dios ni lloró lágrimas de angustia por ellos, ni ayunó ni sufrió de ninguna manera. No hizo estas cosas. ¿Por qué Job no hizo nada de eso? Porque ninguna de ellas era una forma de someterse a la soberanía y a las disposiciones de Dios; todas ellas surgían de ideas humanas y eran maneras de forzar activamente el asunto. Esa fue la actitud de Job cuando sus hijos tomaron un camino distinto al de él. ¿Cuál fue su actitud cuando ellos murieron? ¿Lloró o no? ¿Dio rienda suelta a sus sentimientos? ¿Se sintió herido? No hay registro de ninguna de esas cosas en la Biblia. Cuando Job vio morir a sus hijos, ¿se sintió triste o desconsolado? (Sí). Desde el punto de vista del afecto que les tenía a sus hijos, sin duda sintió un poco de tristeza, pero aun así se sometió a Dios. ¿Cómo se manifestó esa sumisión? Job dijo: “Dios me dio estos hijos. Independientemente de que creyeran en Él o no, sus vidas están en Sus manos. Si ellos hubiesen creído en Dios y Él hubiera querido quitármelos, lo hubiera hecho de todas formas. Si no hubiesen creído en Él, Dios me los hubiera quitado igualmente si era Su voluntad hacerlo. Todo esto está en las manos de Dios; si no, ¿quién podría quitarles la vida a las personas?”. ¿Qué significa, en síntesis, eso de quitar? “Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová” (Job 1:21).* Job mantenía esa actitud en su forma de tratar a sus hijos. Estuvieran vivos o muertos, siguió conservándola. Su método de práctica era correcto; en toda forma en que practicaba, en el punto de vista, actitud y estado con que trataba todo, siempre estaba en una posición y estado de someterse, esperar, buscar y después alcanzar el conocimiento. Esta actitud es muy importante. Si las personas no tienen nunca este tipo de actitud en nada de lo que hacen, albergan ideas personales especialmente fuertes y anteponen sus intenciones y beneficios personales a todo lo demás, ¿se están sometiendo realmente? (No). En ese tipo de personas no se puede ver la auténtica sumisión; son incapaces de lograrla.

Algunas personas no se centran en buscar los principios-verdad mientras cumplen su deber; en vez de eso, confían en su propia voluntad para actuar. ¿Cuál es la manifestación más común que se ve en alguien que tiene ideas personales particularmente fuertes? Sin importar qué les suceda, primero calculan las cosas en su mente, sopesando todo lo que se les ocurre, y crean un plan detallado. Cuando sienten que no tiene fallas, practican enteramente conforme a su propia voluntad. El resultado es que su plan no puede adaptarse a los cambios, por lo que las cosas a veces salen mal. ¿Cuál es el problema? Las cosas suelen fallar cuando actuáis conforme a vuestra propia voluntad. Por eso, independientemente de lo que pase, todos deberíais sentaros y buscar la verdad juntos, orar a Dios y pedir Su guía. Con el esclarecimiento de Dios, las cosas que surgen de esa charla están llenas de luz y brindan un camino a seguir. Además, al encomendar los asuntos a Dios, elevar la mirada hacia Él, confiar en Él, dejar que os guíe, os cuide y os proteja, al practicar de esa manera, ganaréis más seguridad y no encontraréis problemas grandes. ¿Puede ser que las cosas que se les ocurren a las personas sean totalmente conformes a la realidad? ¿Pueden estar alineadas con los principios-verdad? Eso es imposible. Si no dependes de Dios ni miras a Él cuando cumples tu deber, y te limitas a hacer lo que te da la gana, entonces no importa lo inteligente que seas, siempre habrá momentos en los que falles. Las personas que son sentenciosas y arrogantes son propensas a seguir sus propias ideas, entonces ¿acaso tienen un corazón temeroso de Dios? Las personas que tienen fuertes ideas personales se olvidan de Dios cuando llega el momento de actuar, se olvidan de la sumisión a Dios; solo cuando se bloquean y no han logrado nada, se les ocurre que no se han sometido a Dios y no Le han orado. ¿Qué problema es este? Esto es que no tienen a Dios en su corazón. Sus acciones indican que Dios está ausente en sus corazones, y que solo confían en sí mismos. Por lo tanto, ya sea que estés haciendo una obra en la iglesia, cumpliendo un deber, gestionando algunos asuntos externos u ocupándote de situaciones en tu vida personal, debe haber principios en tu corazón, debe haber un estado. ¿Qué estado? “Sea lo que sea, debo orar antes de que algo me suceda, debo someterme a Dios y debo someterme a Su soberanía. Todo está dispuesto por Dios y, cuando eso sucede, debo buscar Sus intenciones, debo tener esta mentalidad, no debo seguir mis propios planes”. Después de experimentar así durante algún tiempo, las personas se darán cuenta de que ven la soberanía de Dios en muchas cosas. Si siempre tienes tus propios planes, consideraciones, deseos, motivos egoístas y anhelos, entonces tu corazón se alejará involuntariamente de Dios, no verás la forma en que Dios actúa y, la mayoría de las veces, Dios estará oculto para ti. ¿Acaso no te gusta hacer las cosas según tus propias ideas? ¿No sigues tus propios planes? Crees que tienes cerebro, tienes estudios, tienes conocimientos, tienes los medios y la metodología para hacer las cosas, puedes hacerlas por ti mismo, eres bueno, no necesitas a Dios, así que Él dice: “Entonces, adelante, hazlo por tu cuenta y asume la responsabilidad de si va a salirte bien o no, a Mí no me importa”. Dios no te prestará ninguna atención. Cuando las personas siguen su propia voluntad de esta manera en su fe en Dios y creen como les viene en gana, ¿qué consecuencias hay? Nunca son capaces de experimentar la soberanía de Dios, nunca pueden ver Su mano, nunca pueden sentir la iluminación y el esclarecimiento del Espíritu Santo, no pueden sentir la guía de Dios. ¿Y qué ocurrirá con el paso del tiempo? Su corazón se alejará cada vez más de Dios, y habrá efectos secundarios. ¿Qué efectos son estos? (El dudar y negar a Dios). No se trata solo de dudar y negar a Dios. Cuando Él no tiene cabida en el corazón de las personas y estas hacen lo que quieren a largo plazo, se creará un hábito: cuando les suceda algo, lo primero que harán será pensar en su propia solución, y actuar de acuerdo con sus propias intenciones, objetivos y planes; primero considerarán si esto es beneficioso para ellos; si lo es, lo harán, y si no, no lo harán. Para ellos lo habitual será tomar directamente esa senda. ¿Y cómo tratará Dios a estas personas si siguen actuando así, sin arrepentirse? Dios no les prestará ninguna atención y los hará a un lado. ¿Qué implica que sean hechos a un lado? Que Dios no los disciplinará ni les reprochará nada; se volverán cada vez más autocomplacientes, no tendrán juicio, castigo, disciplina o reprimenda, y mucho menos esclarecimiento, iluminación o guía. Eso es lo que significa ser hechos a un lado. ¿Cómo se siente una persona cuando Dios la hace a un lado? Su espíritu se vuelve sombrío, Dios no está a su lado, no tiene claridad en sus visiones ni una senda de acción, y se ocupa solo de asuntos ridículos. Así, a medida que el tiempo pasa, cree que la vida no tiene sentido y su espíritu está vacío; entonces es igual a los no creyentes y se va deteriorando cada vez más. Es una persona desdeñada por Dios. Algunos dicen: “¿Por qué siento, más que nunca, que cumplir mi deber no tiene sentido y que tengo cada vez menos energía? ¿Por qué no tengo motivación? ¿A dónde ha ido?”. Otros dicen: “¿Cómo es posible que, cuanto más tiempo pasa desde que creo, siento que tengo menos fe que al principio? Cuando comencé a creer, disfrutaba mucho de estar cara a cara con Dios, entonces, ¿por qué ya no tengo esa sensación de disfrute?”. ¿A dónde fue ese sentimiento? Dios se ha ocultado de ti, por eso no puedes sentirlo; por eso te tornas patético y te marchitas. ¿Hasta qué punto te marchitas? Las visiones de la obra de Dios ya no te resultan claras, tu corazón está vacío y tu apariencia pobre y patética sale a la luz. ¿Eso es bueno o malo? (Malo). Cuando Dios deja a una persona, esta se vuelve así de estúpida y ridícula, y no le queda nada. ¡Esa es la apariencia lamentable de quienes dejan a Dios! En este punto, ya no piensan que sea bueno creer en Él. Sin importar lo que piensen de esto, no les parece que creer en Él sea el camino correcto. Para ellos, ese camino no conduce a ninguna parte y no lo tomarán, sin importar quién se lo aconseje. No pueden continuar creyendo, así que tienden hacia lo mundano; piensan que generar dinero y hacerse más ricos es la única opción y la senda más realista. Persiguen ascensos y riqueza, felicidad y satisfacción, honrar a sus ancestros y avanzar deprisa en su carrera. Y, con el corazón lleno de esas cosas, ¿aún pueden cumplir su deber? No pueden. Si una persona solo tiene esos pensamientos, pero conserva un poco de fe verdadera y está dispuesta a seguir persiguiéndola, ¿cuál es la actitud de la casa de Dios hacia ella? Mientras pueda trabajar, la casa de Dios le dará una oportunidad; Dios no tiene grandes requisitos sobre las personas. ¿Por qué? Porque la gente no vive en un vacío y no existe nadie que no esté corrupto. ¿Hay alguien que no tenga ideas de resistirse a Dios? ¿Hay alguien que no haya cometido transgresiones al resistirse a Él? ¿Hay alguien que no tenga estados y comportamientos de rebelión contra Dios? Llevándolo un paso más allá, ¿hay alguien que no haya tenido alguna idea, pensamiento o estado de incredulidad, duda, malentendido o especulación sobre Dios? A todos les pasa. ¿Y cómo los trata Dios? ¿Se queja de esas cosas? Nunca lo ha hecho. ¿Qué es lo que hace? Algunas personas tienen nociones persistentes sobre la obra de Dios. Piensan: “Siempre y cuando una persona crea en Dios, Él siempre la dejará en evidencia, la juzgará, la castigará y la podará. Él no se desprende de las personas ni les da libertad de elección”. ¿Eso es cierto? (No). Las personas que creen en Dios y vienen a Su casa lo hacen libremente; a ninguna de ellas se la obliga. Algunas han perdido la fe; se han entregado a los asuntos mundanos y nadie las detiene ni es reacio a verlas partir. Son libres, tanto para acercarse a la fe en Dios como para dejarla. Además, Dios no obliga a nadie. Sin importar cuáles sean Sus requisitos para con las personas, Él les permite elegir el camino que quieren seguir y no las fuerza. Independientemente de la manera en la que el Espíritu Santo obre o de cómo guíe a las personas y las lleve a leer las palabras de Dios, Él jamás ha obligado a nadie. Siempre expresa la verdad para proveer para el hombre y pastorearlo; siempre habla sobre la verdad para resolver los problemas y para que la gente pueda comprenderla. ¿Cuál es el objetivo de permitir que las personas comprendan la verdad? (Que puedan aceptarla). Si aceptas la verdad y las palabras de Dios, tendrás la estatura para resistir estas actitudes rebeldes y corruptas, las opiniones de los incrédulos y todo tipo de estados incorrectos. Cuando seas capaz de discernir esos estados, ya no te desorientarás. Una vez que alguien comprende todos los tipos de verdad, ya no malinterpreta a Dios y entiende Sus intenciones. Por un lado, es capaz de cumplir bien su deber de seres creados; por otro lado, vive con semejanza humana y puede caminar por la senda correcta en la vida. Cuando uno camina por esa senda, da el testimonio que un ser creado debe dar, con el tiempo logra derrotar a Satanás, experimenta un cambio de carácter, adquiere verdadera sumisión y temor de Dios y se convierte en un ser creado aceptable. Entonces, esa persona ha obtenido la salvación, que es el objetivo final.

29 de septiembre de 2017

La cita bíblica marcada (*) ha sido traducida de AKJV.

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