¿Qué es practicar la verdad? (Parte 1)

Multitud de personas escuchan sermones durante muchos años, pero no entienden qué es la verdad ni en qué aspecto de esta deben concentrar sus esfuerzos. Se limitan a escuchar y ya está, siempre descuidadas, como personas irreflexivas sin corazón. No es de extrañar que hayan creído en Dios durante varios años, y sin embargo sigan carentes de testimonio vivencial. Alguien que realmente persiga la verdad debe reflexionar sobre sí mismo: ¿Está de acuerdo con la verdad lo que digo y hago? ¿Qué me falta? ¿Qué deficiencias debo subsanar? ¿Hasta qué punto cumplo mi deber? ¿Soy capaz de actuar de acuerdo con los principios? Si no tienes claras esas cosas, no eres alguien que persiga la verdad. Si deseas perseguir y obtener la verdad, debes leer y meditar con frecuencia sobre las palabras de Dios. No importa qué deber realices, debes considerar y averiguar las verdades que necesitas comprender, y tienes que ser capaz de practicar y experimentar cuantas verdades comprendas. Siempre debes pensar: “¿He practicado y entrado en esta verdad? ¿A qué aspectos de la vida se refiere esta verdad? ¿A qué entornos? ¿A qué circunstancias?”. Estas preguntas deben estar grabadas en tu corazón, y debes intentar reflexionar sobre ellas en tu tiempo libre. Si piensas en ello pero no lo entiendes, debes orar-leer, presentarte ante Dios y abrirle tu corazón. La mayoría de la gente no tiene el corazón centrado en la verdad en lo referente a su fe en Dios. ¿Dónde se halla el corazón de esas personas? Su corazón está siempre orientado hacia asuntos externos, siempre preocupado por cuestiones de vanidad y orgullo, por lo que está bien y lo que está mal. No saben qué cosas se relacionan con la verdad y cuáles no, y piensan: “Mientras esté haciendo cosas en la casa de Dios, yendo de aquí para allá y soportando adversidades para cumplir mi deber, estaré practicando la verdad”. Eso es incorrecto. ¿Practica uno la verdad haciendo cosas para la casa de Dios, yendo de aquí para allá y soportando adversidades? ¿Hay alguna base para afirmarlo? Soportar adversidades mientras se hacen cosas y practicar la verdad son dos cosas diferentes. Si no sabes lo que es la verdad, ¿cómo podrás practicarla? ¿No es absurdo? Estás actuando conforme a las nociones y figuraciones humanas, te encuentras en un estado confuso, haciendo las cosas según tus propias ideas. Tienes el corazón confundido, sin metas, dirección ni principios. Te limitas a hacer cosas y a pasar adversidades mientras las llevas a cabo. ¿Cómo se relaciona eso con la práctica de la verdad? Si las personas no comprenden la verdad, no importa lo que hagan ni las dificultades que soporten, están lejos de practicar la verdad. La gente siempre hace las cosas según su propia voluntad y con el único fin de terminarlas; no consideran en absoluto si sus acciones están de acuerdo con los principios-verdad o no. Si no sabes si lo que haces está de acuerdo con la verdad, no cabe duda de que no la estás practicando. Algunos pueden decir: “Estoy haciendo cosas para la iglesia. ¿No es eso practicar la verdad?”. Eso es sencillamente incorrecto. ¿Qué alguien haga cosas para la iglesia implica que esté practicando la verdad? No necesariamente; eso solo se puede determinar mediante un análisis para ver si hay o no principios en las acciones de esa persona. Si no hay principios en lo que hace, entonces no importa para quién lo haga, no está practicando la verdad. Incluso si hace algo bueno, debe hacerlo de acuerdo con los principios-verdad para que se considere que practica la verdad. Si vulnera los principios, cualquier cosa buena que haga no es más que una buena conducta y no es suficiente para practicar la verdad. Ahora hay muchas personas que nunca se esfuerzan por seguir los principios-verdad en el cumplimiento de su deber, lo que significa que solo trabajan. Si una persona nunca se esfuerza respecto a la verdad, no puede realizar su deber adecuadamente; desde luego, esa clase de persona no pertenece al pueblo de Dios, solo se le puede llamar trabajador. Si puede persistir en trabajar hasta el final, se le puede considerar un leal trabajador y permitir quedarse. Sin embargo, si ha hecho alguna cosa mala en el transcurso del trabajo, se le descartará sobre la marcha, como a un trabajador temporal que deja de ser necesario. La mayoría de los trabajadores son descartados de esa manera. Su trabajo no está a la altura, así que indudablemente no podrán mantenerse firmes.

¿Qué es la práctica de la verdad? ¿Cómo practica o no practica alguien la verdad al realizar una tarea o cumplir un deber? No practicar la verdad significa que lo que uno hace no está relacionado con la verdad. Esa persona puede que esté cumpliendo un deber, pero el hecho de que lo realice tiene poca relación con la verdad. Es solo una especie de buen comportamiento, y se puede considerar una buena obra, pero sigue estando lejos de practicar la verdad; existe una distinción entre estas cosas. ¿Cuál es la distinción? Solo te estás adhiriendo a un ámbito o a unos preceptos a la hora de hacer algo. No permites que los intereses de la casa de Dios sufran ninguna pérdida, corres un poco más de aquí para allá y padeces algunas adversidades adicionales; has logrado tales cosas y, si los requerimientos que se te hacen no son particularmente altos, puede que estés cumpliendo tu deber de un modo adecuado. Sin embargo, hay algo más que considerar: ¿has investigado y descubierto qué actitudes corruptas, pensamientos y cosas que desagradan a Dios albergas cuando haces eso? ¿Has llegado a un verdadero autoconocimiento a través de hacer eso y de cumplir tu deber? ¿Has encontrado la verdad que necesitas practicar y en la que debes entrar? (Rara vez. A veces simplemente me comparo con las palabras de Dios, me conozco un poco y ya está). Entonces la mayoría de las veces solo tienes un conocimiento teórico y formulista de ti mismo, no un conocimiento práctico. Si no persigues la verdad, aunque no hayas cometido grandes errores ni vulnerado principios importantes, no hayas hecho activamente el mal y parezcas una buena persona con un poco de humanidad, todavía no has practicado ni adquirido la verdad, y tu carencia de errores y tu apariencia de humanidad siguen sin ser equivalentes a estar de acuerdo con la verdad o practicarla. Esas cosas están alejadas y son distintas de practicar la verdad. Después de creer en Dios durante varios años, muchas personas descubren que son los típicos trabajadores. Se preguntan cómo es que se convirtieron en trabajadores, pero no encuentran la respuesta por más que reflexionan sobre ello. Cuando las personas acaban de empezar a creer en Dios, no aspiran a ser trabajadores. Aspiran a ser buenos creyentes, a llegar a comprender la verdad y, en última instancia, a salvarse y entrar en el reino de los cielos, o al menos a poder sobrevivir. También piensan que, como creyentes, deben temer a Dios y evitar el mal, y someterse a Él. ¿Cómo se convierten en trabajadores sin darse cuenta? Esto se debe a que nunca eres capaz de practicar la verdad o entrar en la realidad-verdad en tu deber ni en los ambientes que Dios ha dispuesto para ti; siempre te esfuerzas en lugar de cumplir tu deber. Esa es la razón. Así que, después de haber cumplido tu deber durante un tiempo, te calmas y piensas: “¿Qué he ganado durante este tiempo? Una vez, cuando salí, estuve a punto de correr peligro, pero Dios me protegió”. ¿Acaso saber que Dios te ha protegido significa que lo conozcas? Esas cosas no pueden inspirarte a aumentar tu fe en Dios, ni permitirte tener una verdadera comprensión de tu propio carácter corrupto y naturaleza-esencia. Al pensar en cómo has cumplido tu deber durante este tiempo, pregúntate: ¿has realizado algún progreso en tu entrada en la vida? Si has puesto en práctica la verdad en el cumplimiento de tu deber y has actuado de acuerdo con los principios, sin duda habrás progresado. Si dices: “En cuanto al lado positivo de las cosas, la verdad de conocer a Dios es profunda; en realidad aún no la he entendido ni he aprendido mucho de ella. Sin embargo, en lo que se refiere al lado negativo de las cosas, sé que las actitudes corruptas más difíciles de identificar son el carácter corrupto de la gente que Dios pone al descubierto: su esencia que es hostil a Dios y se resiste a Él, su naturaleza perversa y su falsedad, así como el carácter corrupto oculto en lo más profundo del corazón de las personas que Dios ha dejado en evidencia. Antes no podía vincular eso a mí mismo, pero ahora me he dado cuenta y he encontrado la relación, y mi corazón lo ha percibido en cierta manera”. Eso es progresar. Tienes esos sentimientos, y cuando te tranquilices y trates de pensar en ello detenidamente, te darás cuenta de que tu experiencia de creer en Dios durante varios años es demasiado superficial, y verás que te faltan demasiadas cosas. Tienes cierta comprensión de la verdad de tu propia corrupción, pero acabas de empezar a arrepentirte. Pecas menos y muestras pequeños cambios en tu conducta, pero sigue distando mucho de un cambio en tu carácter-vida. Cuando tengas unos cuantos años más de experiencia, poseas un entendimiento más profundo de tu carácter corrupto y sufras algunos cambios en tu carácter-vida, finalmente sentirás que has obtenido la gran salvación de Dios y dirás: “Las palabras de Dios que desenmascaran al hombre son verdaderas, y yo digo amén a las palabras de Dios. Sus palabras son la verdad y son muy ciertas”. Cuando la gente no se conoce a sí misma, dicen: “Otros podrían traicionar a Dios, pero yo nunca lo haré. Otros podrían renunciar a Dios, pero yo nunca lo haré”. ¿Acaso no son palabras vacías? Al quedar en evidencia por los hechos, las personas pueden sentir que son demasiado poco fiables, que necesitan que Dios las cuide y las proteja, que en realidad no pueden abandonar el resguardo de Dios, que solo a través de Su gracia y Su misericordia ha podido la gente llegar hasta hoy, y que no tienen nada de lo que jactarse. Si tienes ese sentimiento, es porque lo has experimentado y no porque te lo hayan inculcado otros. Proviene de lo que has vivido y experimentado personalmente. Esas cosas son muy prácticas y profundas; mucho más prácticas que las grandes palabras vacías que la gente dice tan a menudo. Cuando tengas ese tipo de experiencia y albergues ese sentimiento en tu corazón, este tendrá sed de Dios, de Sus palabras y de la verdad. Te sentirás inspirado a valorar las palabras de Dios, a practicarlas y experimentarlas, y te hallarás un paso más cerca de Dios en tu relación con Él. Eso es prueba de que ya estás en el camino correcto de la fe en Dios y que has comenzado a entrar en la realidad-verdad. A los que solo predican palabras y doctrinas y teorías vacías se les aparta cada vez más lejos, de manera que se van quedando más aislados y avergonzados en la casa de Dios. Deben reflexionar sobre sí mismos, y ya es hora de que despierten.

¿Cuáles son los criterios para medir si alguien tiene la realidad-verdad o para ver si alguien está practicando la verdad? Cuando algo les sucede, debes fijarte en la actitud que adoptan hacia Dios, si pueden buscar la verdad, si tienen un verdadero conocimiento de ellos mismos y si pueden temer a Dios y evitar el mal. A través de una perspectiva clara de esas cosas, puedes determinar si están practicando la verdad o poseen la realidad-verdad. Si alguien siempre predica palabras y doctrinas y pronuncia palabras altisonantes cuando le suceden cosas, está claro que no posee la realidad-verdad. Cuando le ocurren cosas a alguien que no posee la realidad-verdad, ¿puede poner la verdad en práctica? No hay forma posible de que lo haga. Puede que diga: “Acaba de pasar esto. Me someto a Dios”. ¿Por qué te quieres someter a Dios? El principio es correcto, pero puede que estés actuando según tus propios sentimientos, con un método que has sopesado y decidido por tu cuenta. Hablas de someterte a Dios, pero en tu corazón siempre dudas de todo lo que Él hace. No entiendes por qué actúa de la manera en que lo hace, si bien sigues diciéndote que debes someterte a Él, cuando de hecho no tienes intención de hacerlo. Desde fuera solo parece que no te resistes, que no te quejas y que haces lo que te mandan. Parece que te has sometido, pero ese tipo de sumisión no es más que palabrería, una mera adhesión a los preceptos. No estás practicando la sumisión. Debes encontrar y diseccionar el carácter corrupto que te impide someterte y compararlo con las palabras de Dios. Si llegas a conocer verdaderamente tu carácter corrupto, si puedes entender de verdad a Dios y saber por qué actúa de la manera en que lo hace, si puedes comprender esto completamente, podrás someterte a Dios. Dirás: “Por grande que sea la dificultad, por débil o triste que me sienta, no seré negativo y me someteré a Dios, porque sé que lo que Dios hace es bueno, que todo lo que hace es correcto. Él no haría nada malo”. Cuando lo consigas, tu problema se habrá resuelto por completo. Algunas personas no buscan la verdad ni resuelven los problemas de esta manera. Se limitan a predicar palabras y doctrinas, y parece que lo entienden todo, pero cuando les sobreviene una dificultad real, no pueden poner en práctica la verdad, aunque les gustaría hacerlo. Las quejas y los malentendidos persisten en su corazón, pero no buscan la verdad para resolver el problema. Esas quejas y malentendidos están ocultos en el interior de las personas. Son, de hecho, un cáncer, y estallarán en el entorno adecuado. Antes de que eso ocurra, las personas son incapaces de sentirlos y creen que comprenden toda la verdad y que no se enfrentan a ninguna dificultad. Pero cuando más tarde les ocurre algo, son incapaces de poner en práctica la verdad. Eso demuestra que no tienes verdadera fe en Dios y que en realidad no entiendes la verdad. ¿Qué significa eso? Significa que puedes predicar unas cuantas palabras y doctrinas y limitarte a adherirte a algunos preceptos. Aunque a veces puedas someterte, se trata de una sumisión que consiste en acatar los preceptos y es muy limitada. Si te ocurre algo que no encaje con tus nociones, serás incapaz de someterte. Eso demuestra que no eres una persona que pueda someterse verdaderamente a Dios y que tu carácter corrupto no se ha resuelto ni ha cambiado. Debes conocer tu carácter corrupto a la luz de las cosas que te suceden, y debes conocer, comprender y ser considerado con todo lo que hace Dios. Después de eso, debes alcanzar la sumisión verdadera y voluntaria, y no importa lo que te suceda, o hasta qué punto no encaje con tus nociones, debes ser capaz de someterte. Ese es el nivel que hay que alcanzar para ser alguien que realmente se somete a Dios y ha cambiado.

La mayoría de las personas que llevan años creyendo en Dios no saben qué es someterse a Él. Solo saben pronunciar palabras y doctrinas, desconocen qué es practicar la verdad o cómo hacerlo para llegar a someterse a Dios. ¿A qué se debe? Algunas personas siempre se someten a Dios según sus propias nociones y figuraciones, y cuando lo que dice Dios no se ajusta a sus nociones, no pueden obligarse a sí mismas a someterse. Entonces surgen en ellas nociones y malentendidos respecto a Dios, y no buscan la verdad. Si en realidad fueran personas que se someten a Dios, serían capaces de hacerlo independientemente de que las palabras de Dios concordaran o no con las nociones humanas, porque la sumisión del hombre a Dios es perfectamente natural y está justificada. Si uno practica de esa manera, se está sometiendo a Dios, y si llega a entender la verdad mediante esa práctica, entonces posee la realidad de la sumisión a Dios. Cuando la mayoría de la gente trata de practicar la verdad, solo practican la doctrina literal de las palabras de Dios, y piensan que están practicando la verdad. Lo cierto es que hacer eso dista de practicar la verdad. Han de existir principios para la práctica de la verdad. Si alguien no puede encontrar los principios de práctica, estará solo siguiendo los preceptos, y esa práctica carecerá del aspecto necesario de actuar de acuerdo con los principios. Muchas personas solo se aferran a los preceptos de las palabras y doctrinas, y no tienen principios para su práctica. Eso no está a la altura de los estándares para la práctica de la verdad. Todo el mundo en la religión actúa según sus propias nociones y figuraciones y cree que está practicando la verdad. Pueden predicar sobre el amor, por ejemplo, o sobre la humildad, pero lo único que hacen es repetir como loros palabras que suenan bien. Su práctica carece de principios y no pueden comprender las cosas más fundamentales. ¿Cómo se puede entrar en la realidad-verdad si se practica así? La verdad es la palabra de Dios; la realidad la vive el hombre. Cuando alguien puede practicar la verdad y vivir las palabras de Dios, posee la realidad-verdad. A través de la práctica y la experiencia de las palabras de Dios, las personas obtienen el esclarecimiento del Espíritu Santo y el verdadero conocimiento de las palabras de Dios. Solo entonces comprenden la verdad. Las personas que realmente comprenden la verdad son capaces de determinar los principios de práctica. Cuando hayas captado los principios de práctica, tu discurso y tus acciones tendrán principios, y el cumplimiento de tu deber estará en consonancia con los principios-verdad. Eso es practicar la verdad; eso es poseer la realidad-verdad. Hasta que no vivas la realidad-verdad, no estarás practicando la verdad, y tampoco la estarás practicando si no vives la realidad-verdad. Practicar la verdad no consiste simplemente en adherirse a los preceptos, como la gente se imagina, y uno no debe practicar de cualquier manera en que le gustaría hacerlo. Dios se fija en si realmente entiendes la verdad en el transcurso de la práctica y la experiencia de Sus palabras, y en si tus palabras y acciones tienen los principios-verdad. Si entiendes la verdad y puedes ponerla en práctica, tendrás entrada en la vida. Cualquier experiencia y conocimiento que poseas de las palabras de Dios, cualquier apreciación que tengas, todo eso está directamente relacionado con tu entrada en la vida. Si has experimentado muchas cosas, fallado muchas veces, aprendido lecciones reales y tenido experiencias prácticas, es posible que sientas que posees la realidad-verdad. ¿Es eso correcto? No lo es. ¿Es fiable esa sensación? Tampoco es fiable. Las personas que poseen la realidad-verdad pueden someterse a Dios y dar testimonio de Él, y es muy edificante para otros escuchar semejante testimonio. Solo de esas personas se puede decir que poseen la realidad-verdad. Solo una persona que puede obtener el reconocimiento y la aprobación de aquellos que entienden la verdad posee la realidad-verdad. Que tengas o no la realidad-verdad depende fundamentalmente de que puedas comprender la verdad y llegar a conocer a Dios en tu práctica y experiencia de Sus palabras. Si tu práctica y experiencia no están relacionadas con las palabras de Dios ni con la verdad, entonces no tienes una verdadera experiencia de vida. Eso también prueba que tu relación con Dios es anormal. ¿Por qué digo que tu relación con Dios es anormal? Porque no tienes práctica ni experiencia de Sus palabras, y no has alcanzado un entendimiento de la verdad. Eso demuestra que no eres una persona que experimenta la obra de Dios, y mucho menos alguien que se somete a Él. Solo si llevas creyendo en Dios muchos años, has pasado por muchas pruebas y tribulaciones, tu fe y amor por Dios han crecido, y te has mantenido firme en tu testimonio, se demostrará que tienes verdadera fe en Dios. Dicha verdadera fe se debe demostrar manteniéndote firme en tu testimonio; que seas capaz o no de hacerlo resulta fundamental. Esta verificación determina si estás practicando la verdad o no, y revela si tienes o no verdadera fe. Por ejemplo, ¿cuál sería tu actitud si Dios dispone una situación y ves que tiene la intención de quitarte a la persona que más amas y por la que más te preocupas, o las cosas que más aprecias? No se trata simplemente de decir: “Oh, Dios, todo lo que Tú haces es bueno. Te doy gracias y te alabo”, y que con eso ya puedas superar la prueba. Cuando veas a la persona que más amas exhalar su último aliento, tu corazón se sumirá en la agonía y la turbación, y dirás: “No puedo vivir si esa persona muere. Moriré con ella porque no puedo estar sin ella. Si muere, dejaré de creer en Dios”. En ese caso, no posees la realidad-verdad y has sido revelado por completo. ¿Es auténtica tu fe? Tu ser querido ha muerto y ya no puedes vivir; ni siquiera quieres a Dios. Tu ser querido ha muerto y ni siquiera te sometes a Dios. Eso prueba que lo que amas y a lo que te sometes es al hombre. ¿Acaso no has sido revelado a través de ese hecho? En el fondo no eres alguien que se somete a Dios, y mucho menos que lo ama. Tus charlas normales con otros deben estar llenas de palabras vacías y doctrina, no de palabras prácticas y sinceras. Que las doctrinas de las que hablas y las consignas que proclamas provengan o no de tu fe y sean o no tu verdadero entendimiento, se revelará cuando seas sometido a prueba. Resulta que eres un falso creyente, un impostor y un incrédulo. Solo crees en Dios de palabra; Sus palabras no han arraigado en tu corazón. La forma más espantosa de creer en Dios es cuando una persona entiende todas las doctrinas, pero no tiene ni la más mínima fe auténtica en Dios. ¿Cómo se puede verificar la auténtica fe? En primer lugar, viendo si alguien es capaz de aceptar la verdad y ponerla en práctica cuando le suceden cosas. Si nunca ha aceptado la verdad ni la ha puesto en práctica, entonces en realidad ya ha sido revelado, y no hay necesidad de esperar a ninguna prueba para revelarlo. Cuando a alguien le suceden cosas en la vida cotidiana, se puede observar claramente si posee la realidad-verdad. Hay muchas personas que no suelen perseguir la verdad ni ponerla en práctica cuando les ocurren cosas. ¿Necesitan las personas así esperar a alguna prueba para ser reveladas? En absoluto. Después de un tiempo, si nada cambia en ellas, significa que ya han sido reveladas. Si se les poda, pero siguen sin aceptar la verdad y permanecen firmes sin arrepentirse, habrán sido reveladas todavía más y deberán ser echadas y descartadas. Aquellos que no suelen centrarse en aceptar la verdad o en ponerla en práctica son todos unos incrédulos, y no se les debe confiar ningún trabajo ni ninguna responsabilidad. ¿Puede mantenerse firme alguien que no posee la verdad? ¿Es importante poner en práctica la verdad? Basta con fijarse en esas personas que nunca han practicado la verdad: no tardarán muchos años en ser todas reveladas. No tienen testimonio vivencial alguno. ¡Qué miserables y lamentables son, y qué avergonzadas deben sentirse!

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