Qué significa perseguir la verdad (1) Parte 1

La enseñanza de hoy versa sobre un tema con el que todo el mundo está familiarizado. Está estrechamente ligado a la fe del hombre en Dios y a su búsqueda, y es un tema con el que la gente se encuentra y del que oye hablar todos los días. ¿Y de qué se trata? De lo que significa perseguir la verdad. ¿Qué opinas de este tema? ¿Te parece lo bastante novedoso? ¿Es atractivo? Por muy atractivo que sea este tema, sé que es relevante para todos y cada uno de vosotros; es relevante para la salvación de la gente, para su entrada en la realidad de las palabras de Dios y su transformación de carácter, y para su resultado y destino futuros. La mayoría de vosotros ya estáis dispuestos a perseguir la verdad y habéis empezado a despertar, pero no estáis tan seguros de lo que implica perseguir la verdad ni de cómo hay que hacerlo. Por eso es necesario que hablemos hoy de este tema. La búsqueda de la verdad es un tema con el que la gente se encuentra a menudo en su vida cotidiana, un problema práctico al que la gente se enfrenta cuando le ocurren cosas en la vida diaria, mientras cumple con el deber, etc. Cuando le ocurre algo, la mayoría simplemente se esfuerza, por su propia motivación, en leer las palabras de Dios, y evita que sus pensamientos se vuelvan negativos, con la esperanza de evitar así sumirse en la negatividad o la incomprensión hacia Dios y de ser capaz de someterse a Su obra. Las personas más aptas saben buscar positiva y activamente todos los aspectos de la verdad en las palabras de Dios; buscan los principios, las exigencias de Dios y las sendas de práctica; o bien son capaces de examinarse a sí mismas, meditar y adquirir conocimiento por medio de las cosas que les suceden, y con ello logran comprender los principios verdad y entran en la realidad verdad. Sin embargo, esto sigue siendo un gran obstáculo para la mayoría y no se sabe con certeza si pueden conseguir estas cosas. La mayoría de la gente aún no ha entrado en este aspecto de la realidad. Por tanto, a vosotros no os resultará sencillo llegar a una comprensión práctica, objetiva y verdadera de este tema común, cotidiano y concreto aunque se os dé tiempo para meditarlo. Así pues, para volver a nuestro tema principal, hablemos de lo que significa perseguir la verdad. A vosotros no se os da bien meditar, pero espero que sí escuchar; no solo con los oídos, sino con el corazón. Espero que te vuelques en entender y comprender esto y que te tomes en serio, como algo importante, todo lo que puedas comprender y todo lo correspondiente a tu estado, a tu carácter y a cada aspecto de tu situación. Después espero que te propongas corregir tus actitudes corruptas y te esfuerces por tomarte en serio todos los principios de práctica para que, cuando surjan asuntos relacionados, tengas una senda que seguir, seas capaz de considerar las palabras de Dios como una senda de práctica, las practiques y las obedezcas como tales. Eso sería lo mejor.

¿Qué implica perseguir la verdad? Esta puede ser una pregunta conceptual, pero también es la más práctica sobre la fe en Dios. Que la gente sea capaz o no de perseguir la verdad guarda relación directa con sus preferencias, su aptitud y su búsqueda. La búsqueda de la verdad abarca muchos elementos prácticos. Debemos hablar de ellos uno por uno, para que comprendáis la verdad cuanto antes y sepáis exactamente lo que implica perseguirla y qué asuntos guardan relación con esa búsqueda. Así por fin entenderéis lo que implica perseguir la verdad. Hablemos en primer lugar de lo siguiente: ¿Estáis persiguiendo la verdad al escuchar este sermón? (Realmente no). Escuchar sermones no es más que un requisito previo y un acto de preparación para perseguir la verdad. ¿Qué elementos intervienen en la búsqueda de la verdad? Hay muchos temas que tienen que ver con la búsqueda de la verdad y, naturalmente, también muchos problemas en las personas, de lo cual es preciso que hablemos aquí. Por ejemplo, algunas personas dicen: “Si uno come y bebe de las palabras de Dios y comunica sobre la verdad todos los días, si es capaz de cumplir con su deber con normalidad, si hace todo lo que la iglesia dispone y nunca causa perturbaciones o interrupciones, y aunque haya veces que viole los principios verdad, no lo hace conscientemente o con intención, ¿acaso eso no demuestra que está persiguiendo la verdad?”. Esta es una buena pregunta. Mucha gente tiene esta idea. En primer lugar, hay que entender si alguien podría alcanzar una comprensión de la verdad y obtenerla practicando constantemente de esta manera. ¿Qué opináis? (Si bien practicar de esta manera es correcto, se parece más a un ritual religioso: se trata de seguir reglas. No puede conducir a la comprensión de la verdad ni a la obtención de esta). Entonces, ¿de qué tipo de conductas se trata en realidad? (Son conductas superficialmente buenas). Me gusta esa respuesta. Son simplemente buenas conductas que surgen después de que una persona llega a creer en Dios, sobre la base de su conciencia y razón, tras ser influenciada por distintas enseñanzas buenas y positivas. Pero no son más que buenas conductas y están lejos de ser la búsqueda de la verdad. ¿Cuál es, entonces, la causa de estas buenas conductas? ¿Qué es lo que las origina? Surgen de la conciencia y la razón de la persona, de su moralidad, de los sentimientos favorables que tiene hacia la fe en Dios y de su autocontrol. Como son buenas conductas, no tienen ninguna relación con la verdad y, sin duda, no son lo mismo. Tener buenas conductas no es lo mismo que practicar la verdad, y si una persona se comporta bien eso no significa que cuente con la aprobación de Dios. Las buenas conductas y la práctica de la verdad son dos cosas diferentes, no tienen ninguna relación entre sí. Practicar la verdad es una exigencia de Dios y está totalmente de acuerdo con Su voluntad; la buena conducta procede de la voluntad del hombre y conlleva sus intenciones y motivos; es algo que el hombre considera bueno. Aunque las buenas conductas no son malas acciones, contravienen los principios verdad y no tienen nada que ver con la verdad. Por muy buenas que sean tales conductas, o por mucho que concuerden con las nociones e imaginaciones del hombre, no guardan relación con la verdad. Así que ninguna medida de buena conducta puede lograr la aprobación de Dios. Dado que la buena conducta se define de esta manera, es obvio que las buenas conductas no guardan relación con la práctica de la verdad. Si hubiera que clasificar a la gente por su conducta, estas buenas conductas serían, a lo sumo, nada más que actos de unos hacedores de servicio leales. No tienen absolutamente nada que ver con la práctica de la verdad ni con la sumisión sincera a Dios. No son más que un tipo de conducta y son completamente irrelevantes para la transformación del carácter de la gente, para su sumisión y aceptación de la verdad, para su temor de Dios y su evitación del mal o para cualquier otro elemento práctico que realmente ataña a la verdad. ¿Y, entonces, por qué se denominan buenas conductas? He aquí una explicación que, naturalmente, también es una explicación de la esencia de esta cuestión: estas conductas provienen exclusivamente de las nociones de la gente, de sus preferencias, de su voluntad y de los esfuerzos fruto de su propia motivación. No son manifestaciones del arrepentimiento que proviene de lograr el verdadero autoconocimiento aceptando la verdad y el juicio y el castigo de las palabras de Dios, ni son comportamientos o acciones de la práctica de la verdad que surgen cuando la gente intenta someterse a Dios. ¿Lo entiendes? Significa que estas buenas conductas no implican de ninguna manera un cambio en el carácter de la persona, o en lo que resulta de atravesar el juicio y el castigo de las palabras de Dios, o el verdadero arrepentimiento que surge de llegar a conocer el propio carácter corrupto. Ciertamente no se relacionan con la verdadera sumisión del hombre a Dios y a la verdad; mucho menos se relacionan con tener un corazón de temor y amor a Dios. Las buenas conductas no tienen nada que ver con estas cosas; son simplemente algo que viene del hombre y que el hombre considera bueno. Sin embargo, hay muchas personas que ven estas buenas conductas como una señal de que alguien practica la verdad. Esto es un grave error, una visión y comprensión absurda y falaz. Estas buenas conductas no son más que una representación del ceremonial religioso e implican actuar por inercia. No tienen ninguna relación con la práctica de la verdad. Puede que Dios no las condene de forma rotunda, pero no las aprueba en absoluto, eso es seguro. Debéis saber que estos actos externos, que concuerdan con las nociones del hombre, y estas buenas conductas no son la práctica de la verdad ni tampoco manifestaciones de búsqueda de la verdad. Tras oír estas enseñanzas, apenas tenéis cierto conocimiento conceptual de lo que significa perseguir la verdad, una comprensión inicial de un concepto sencillo de búsqueda de la verdad. Si deseáis entender realmente lo que significa perseguir la verdad, hemos de hablar sobre algo más.

Para perseguir la verdad hay que comprenderla; solo si se comprende es posible practicarla. ¿Guardan relación las buenas conductas de la gente con la práctica de la verdad? ¿Nacen las buenas conductas de la búsqueda de la verdad? ¿Qué manifestaciones y actos forman parte de la práctica de la verdad? ¿Qué manifestaciones tienen aquellos que persiguen la verdad? Es necesario entender estas preguntas. Para hablar de la búsqueda de la verdad, antes debemos hablar de las dificultades e ideas equivocadas de la gente al respecto. Es esencial corregir estas primero. Hay personas que tienen un entendimiento puro, una perspectiva relativamente clara de lo que es la verdad. Tienen una senda por la que perseguirla. Hay otras que no comprenden lo que es la verdad y que, aunque les interesa, no saben cómo practicarla. Creen que hacer cosas buenas y conducirse bien es lo mismo que practicar la verdad, que practicar la verdad es hacer cosas buenas. Hasta que no leen muchas de las palabras de Dios, no se dan cuenta de que hacer cosas buenas y conducirse bien son cosas completamente distintas de la práctica de la verdad. Ya veis lo absurdas que son las nociones y fantasías de la gente; ¡aquellos que no comprenden la verdad no ven nada de forma clara! Muchos han cumplido con su deber durante años, trabajan todos los días y han pasado por más de una penuria, por lo que se creen personas que practican la verdad y que están en posesión de la realidad verdad. Sin embargo, no pueden dar ningún testimonio vivencial. ¿Qué problema hay aquí? Si comprenden la verdad, ¿por qué no pueden hablar de sus experiencias reales? ¿No es una contradicción? Algunos dicen: “Antes, cuando cumplía con el deber, no perseguía la verdad ni hacía una oración leída de las palabras de Dios a fondo. Perdía mucho el tiempo. Estaba muy absorto en mi trabajo y creía que mantenerme ocupado en el deber era lo mismo que practicar la verdad y someterme a la obra de Dios, pero no hacía más que malgastar el tiempo”. ¿Qué se sobrentiende aquí? Que posponían la búsqueda de la verdad porque estaban muy ocupados en el deber. ¿Es realmente así? Algunas personas absurdas creen que, mientras se mantengan ocupadas en el deber, no dará tiempo a que se revele su carácter corrupto, que ya no revelarán un carácter corrupto ni vivirán en un estado corrupto y que, por tanto, no necesitan comer y beber de las palabras de Dios para corregir su carácter corrupto. ¿Es correcta esta idea? ¿De veras no revela la gente un carácter corrupto cuando está ocupada en el deber? Es una idea absurda, una mentira descarada. Alegan no tener tiempo de perseguir la verdad porque están ocupados en el deber. Es una mera falacia; se excusan en que están ocupados. Hemos hablado muchas veces de las verdades sobre la entrada en la vida y el cumplimiento del deber: el único modo de que la gente madure en la vida pasa por buscar la verdad para resolver los problemas mientras cumple con un deber. Por consiguiente, si lo único que hace uno mientras cumple con su deber es ocuparse de las tareas, si no busca la verdad para resolver los problemas, jamás comprenderá la verdad. Algunas personas que no aman la verdad se conforman simplemente con prestar servicio y esperan, a cambio, las bendiciones del reino de los cielos. Acaban excusándose en que están tan ocupadas en el deber que no tienen tiempo de perseguir la verdad; llegan a afirmar que están tan ocupadas en el deber que no revelan un carácter corrupto. Esto presupone que, al estar tan ocupadas en el deber, su carácter corrupto ha desaparecido, ya no existe. Eso es mentira, ¿no? ¿Coincide su argumento con la realidad? Para nada; puede calificarse de la mayor mentira que hay. ¿Cómo es posible que deje de revelarse un carácter corrupto porque una persona esté ocupada en el deber? ¿Existe alguien así? ¿Hay algún testimonio vivencial semejante? Por supuesto que no. La gente ha sido hondamente corrompida por Satanás; toda ella tiene una naturaleza satánica y toda ella vive inmersa en un carácter satánico. ¿Hay algo positivo dentro del hombre, algo que no sea corrupción? ¿Hay alguien que haya nacido sin un carácter corrupto? ¿Hay alguien que haya nacido con la capacidad de cumplir con un deber con lealtad? ¿Hay alguien que haya nacido con la capacidad de someterse a Dios y amarlo? En absoluto. Dado que toda persona tiene una naturaleza satánica y rebosa actitudes corruptas, si no es capaz de comprender y practicar la verdad, solamente puede vivir de acuerdo con su carácter corrupto. Por tanto, es una falacia absurda decir que una persona no revelará un carácter corrupto si se mantiene ocupada en el deber. Es una mentira descarada para engañar a la gente. Sin importar si están ocupados en el deber ni si tienen tiempo de leer las palabras de Dios, los que no aman la verdad hallarán motivos y excusas para no perseguirla. Estas personas son, simple y llanamente, hacedores de servicio. Si un hacedor de servicio no come ni bebe de las palabras de Dios y no acepta la verdad, ¿sabrá prestar un buen servicio? Por supuesto que no. Todos aquellos que no aceptan la verdad están desprovistos de conciencia y razón, son personas que viven de acuerdo con su carácter corrupto y cometen multitud de maldades. No tienen nada de hacedores de servicio leales y, aunque presten servicio, no hay nada de excelente en ellos. De esto podéis estar seguros.

Hay personas que tienen demasiado lío con la familia y que a menudo se sumen en la ansiedad. Cuando ven a hermanos y hermanas más jóvenes que han renunciado a su familia y su profesión por seguir a Dios y cumplir con el deber, los envidian y dicen: “Dios ha sido bondadoso con estos jóvenes. Empezaron a creer en Él a una edad temprana, antes de casarse y tener hijos; no tienen vínculos familiares y no han de preocuparse por cómo saldrán adelante. No tienen preocupaciones que les impidan seguir a Dios y cumplir con su deber. Llegaron justo a tiempo para la obra de Dios y Su expansión del evangelio en los últimos días; Dios les ha facilitado unas condiciones muy favorables. Pueden dedicarse en cuerpo y alma a cumplir con su deber. Ellos pueden perseguir la verdad, pero mi caso es distinto. Dios no me ha dispuesto un entorno adecuado; tengo demasiados líos familiares y he de ganar dinero para mantener a los míos. En eso radican mis verdaderos problemas. Por eso no tengo tiempo de perseguir la verdad. La búsqueda de la verdad es para quienes cumplen con el deber a tiempo completo y no tienen ninguna de esas ataduras. Yo tengo cargas familiares y mi corazón está lleno de las banalidades de salir adelante, así que no tengo tiempo ni energía para comer y beber de las palabras de Dios ni para cumplir con mi deber. Sin importar qué aspecto de mis circunstancias se observe, me resulta imposible perseguir la verdad. No se me puede culpar por ello. Sencillamente, mi destino no es la búsqueda de la verdad y mis circunstancias no me permiten cumplir con un deber. Lo único que puedo hacer es esperar a que se calmen mis líos familiares, a que mis hijos se independicen y a que yo me jubile y me libere de preocupaciones materiales; entonces perseguiré la verdad”. Este tipo de personas experimentan penurias en la vida diaria, y puede que de vez en cuando noten que brota su carácter corrupto en asuntos triviales de su vida cotidiana. Son capaces de detectar estas cosas, pero, atrapadas en el mundo laico, creen que les va bien viviendo, creyendo en Dios, escuchando sermones y apañándose cómodamente de esta manera. Creen que la búsqueda de la verdad puede esperar y que dentro de unos años no será demasiado tarde para corregir cualquier actitud corrupta que tengan. Así aplazan la importante cuestión de la búsqueda de la verdad y la posponen una y otra vez. ¿Qué alegan siempre? “Nunca es demasiado tarde para perseguir la verdad. Me tomaré unos años. Mientras la obra de Dios no haya terminado, aún tengo tiempo, aún tengo una oportunidad”. ¿Qué opináis de este punto de vista? (Es un error). ¿Han asumido la carga de perseguir la verdad? (No). Bueno, ¿qué carga han asumido entonces? ¿No es la carga de salir adelante, mantener a su familia, criar a sus hijos? Dedican toda su energía a sus hijos, a su familia, a sus días y sus vidas, y hasta que no se hayan ocupado de estas cosas no pensarán en empezar a perseguir la verdad. ¿Y son válidas sus excusas? ¿No son obstáculos en su búsqueda de la verdad? (Sí, lo son). Aunque estas personas creen en la soberanía y las disposiciones de Dios, también se quejan del entorno que Dios les ha dispuesto. Ignoran las exigencias de Dios y en absoluto cooperan activamente con ellas. En cambio, no se preocupan sino por satisfacer su carne, por su familia y por sus parientes. ¿Qué motivo alegan para no perseguir la verdad? “Estamos demasiado ocupados y agotados procurando vivir. No tenemos tiempo de perseguir la verdad; no tenemos el entorno adecuado para perseguirla”. ¿Qué idea tienen? (Que nunca es demasiado tarde para perseguir la verdad). “Nunca es demasiado tarde para perseguir la verdad. Lo haré dentro de unos años”. ¿No es una necedad? (Sí). Es una necedad: se engañan a sí mismos con sus excusas. ¿Esperará por ti la obra de Dios? (No). “Lo haré dentro de unos años”. ¿Qué significa “unos años”? Que tienes menos esperanza de ser salvo y tendrás menos años para experimentar la obra de Dios. Pasarán unos años como si nada, luego más años, y, sin que te des cuenta, habrán pasado diez, no habrás comprendido la verdad ni habrás entrado en la realidad verdad en absoluto, y no se habrá corregido ni un ápice tu carácter corrupto. Te cuesta muchísimo el mero hecho de decir una sola palabra honesta. ¿No es peligroso esto? ¿No es una lástima? (Sí). Cuando la gente pone todas esas excusas y razones para justificar que no persigue la verdad, ¿a quién perjudica al final? (A sí misma). Así es, al final se perjudica a sí misma. Y en su lecho de muerte se odiará por no haber alcanzado la verdad durante sus años de fe en Dios ¡y lamentará su vida entera!

Algunas personas tienen cierta formación, pero su aptitud es escasa y no entienden los asuntos espirituales. Por muchos sermones que escuchen, no comprenden la verdad. Siempre tienen ambiciones y deseos y siempre están compitiendo por el estatus. Si no tienen estatus, no persiguen la verdad. Dicen: “La casa de Dios nunca dispone para mí un deber que refleje mi valor, como el trabajo con textos, el audiovisual, el liderazgo de una iglesia o la supervisión de un grupo. No me asigna ninguno de esos trabajos importantes. La casa de Dios no me asciende ni me capacita, y cada vez que la iglesia celebra elecciones, nadie me vota y no le gusto a nadie. ¿En serio no tengo ninguna cualidad deseable? Soy intelectual, estoy formado, pero la casa de Dios nunca me asciende ni me capacita, así que no tengo motivación para perseguir la verdad. Todos los hermanos y hermanas que empezaron a creer en Dios más o menos al mismo tiempo que yo cumplen con deberes importantes y sirven como líderes y obreros; ¿por qué a mí se me deja inactivo? Tan solo ejerzo una función de apoyo predicando el evangelio de vez en cuando, y tampoco me dejan dar testimonio. Siempre que la casa de Dios asciende a gente a deberes importantes, no hay ninguno para mí; ni siquiera se me permite dirigir reuniones, y no me dan ninguna responsabilidad. Me siento muy agraviado. Este es el entorno que Dios me ha dispuesto. ¿Por qué no percibo el valor de mi existencia? ¿Por qué Dios ama a otros, pero no a mí? ¿Por qué capacita a otros, pero no a mí? La casa de Dios debería darme una carga mayor y hacerme supervisor o algo. De ese modo tendría un poco de motivación para perseguir la verdad. ¿Cómo puedo perseguirla sin motivación? La gente siempre necesita un poco de motivación para perseguir la verdad; necesitamos ver las ventajas de perseguirla. Sé que la gente tiene un carácter corrupto que ha de ser transformado y que perseguir la verdad es algo bueno que nos permite ser salvados y perfeccionados, ¡pero a mí nunca me usan para nada importante y no siento incentivo alguno para perseguir la verdad! Empezaré a perseguir la verdad cuando los hermanos y hermanas me estimen y apoyen; entonces no será demasiado tarde”. ¿No hay personas así? (Sí, hay). ¿Cuál es su problema? El problema es que quieren estatus y prestigio. Obviamente, no aman la verdad, pero quieren prestigio y sentarse a la mesa de la casa de Dios. ¿No es descarado? Es suficiente con que seas hacedor de servicio; queda por ver si puedes llegar a ser un hacedor de servicio leal. ¿Por qué no lo ves claro? ¿Piensas que, si tienes estatus y prestigio, serás salvo? ¿Que serás una persona que persiga la verdad? ¿Son válidas estas opiniones que tienes? (No). Estas personas quieren sobresalir, hacer notar su presencia, y, cuando sus deseos no se cumplen, se quejan de que Dios es injusto, de que es parcial en Su trato a la gente, de que Su casa no las asciende, de que los hermanos y hermanas no las eligen. Sin duda, ¿acaso uno necesita estas cosas como base para perseguir la verdad? ¿Dice algún fragmento de las palabras de Dios que un buscador de la verdad deba ser aceptado por todos y estimado por sus hermanos y hermanas? ¿O que tenga que poder asumir un deber importante, hacer un trabajo importante y también contribuir enormemente a la casa de Dios? ¿Dicen las palabras de Dios que esas personas son las únicas que pueden perseguir la verdad, las únicas aptas para perseguirla? ¿Dicen Sus palabras que esas personas son las únicas que cumplen los criterios de búsqueda de la verdad, las únicas capaces de entrar en la realidad verdad, o que, al final, solo ellas podrán salvarse? ¿Está escrito esto en alguna parte de las palabras de Dios? (No). Es obvio que las alegaciones de este tipo de personas no son válidas. ¿Y por qué dicen estas cosas? ¿No están poniendo excusas para no perseguir la verdad? (Sí). Les encantan el estatus y el prestigio. Lo único que les importa es ir en pos de la reputación y la ganancia personal y afanarse por el estatus en su fe en Dios. Les parece que sería vergonzoso decirlo en voz alta, por lo que se inventan una serie de justificaciones, se defienden por no perseguir la verdad y echan la culpa a la iglesia, a los hermanos y hermanas y a Dios. ¿No es siniestro? ¿No son personas malvadas que señalan con el dedo a la parte inocente? (Sí). Generan problemas irracionales y acosan a los demás con exigencias ilógicas; ¡no tienen conciencia ni razón alguna! No perseguir la verdad es un problema lo suficientemente grave por sí solo y, sin embargo, también intentan debatir y ser complicados; esto es realmente irracional, ¿no? Perseguir la verdad es voluntario. Si amas la verdad, el Espíritu Santo obrará en ti. Cuando ames la verdad, cuando ores a Dios y te ampares en Él, hagas introspección y trates de conocerte sin importar la persecución o tribulación que atravieses, cuando busques activamente la verdad para resolver los problemas que descubras en ti mismo, serás capaz de cumplir con tu deber de manera adecuada. De este modo, serás capaz de mantenerte firme en el testimonio. Cuando la gente ama la verdad, todas estas manifestaciones son naturales en ella. Se producen voluntariamente, de buena gana y sin coacción, sin condicionamientos adicionales. Si la gente es capaz de seguir a Dios de esta manera, al final obtiene la verdad y la vida, entra en la realidad verdad y vive a imagen del hombre. ¿Te hacen falta más condiciones que cumplir para perseguir la verdad? No. Creer en Dios es voluntario, algo que uno elige para sí, y perseguir la verdad es perfectamente natural y justificado; Dios le da Su visto bueno. Los que no persiguen la verdad no quieren renunciar a los placeres de la carne y, pese a ello, desean recibir las bendiciones de Dios, pero cuando se enfrentan a tribulaciones y persecuciones, o a un poco de escarnio y difamación, se vuelven negativos y débiles y ya no desean creer en Dios ni seguirlo. Incluso es posible que lo culpen y renieguen de Él. ¿No es irracional? Desean ser bendecidos y, no obstante, van en pos de los placeres de la carne, y cuando se topan con alguna tribulación o persecución, culpan a Dios. Así de irracionales son estas personas que no aman la verdad. Será difícil que sigan a Dios hasta el final; en cuanto se topen con tribulaciones o persecuciones, quedarán reveladas y descartadas. Hay demasiada gente que es así. Sea cual sea tu motivo para creer en Dios, a la larga Él decidirá tu final en función de si has alcanzado la verdad o no. Si no lo has hecho, ninguna de las justificaciones o excusas que aduzcas tendrá sustento. Intenta razonar como quieras, complícate como quieras; ¿acaso le importará a Dios? ¿Conversará Dios contigo? ¿Discutirá y debatirá Él contigo? ¿Consultará contigo? ¿Qué respuesta hay para eso? No. De ninguna manera lo hará. Por muy sólido que sea tu razonamiento, no se sostendrá. No debes malinterpretar las intenciones de Dios y pensar que si das todo tipo de razones y excusas no es necesario que persigas la verdad. Dios quiere que seas capaz de buscar la verdad en todas las situaciones y en todos los asuntos que se te presenten, y que finalmente logres entrar en la realidad verdad y alcanzar la verdad. Sean cuales sean las circunstancias que Dios haya dispuesto para ti, la gente y los acontecimientos con que te topes y la situación en que te halles, debes orar a Dios y buscar la verdad para afrontarlos. Son precisamente las lecciones que debes aprender en la búsqueda de la verdad. Si siempre buscas dar excusas para zafar, evadir, negarte o resistirte a estas circunstancias, entonces Dios se rendirá contigo. No tiene sentido razonar, o ser intratable o difícil; si Dios no te presta atención, perderás la oportunidad de salvarte. Para Dios no existe ningún problema que no pueda ser resuelto; Él ha hecho arreglos para todas y cada una de las personas, y dispone de una manera de manejarlas. Dios no va a discutir contigo si tus razones y excusas son justificadas. Él no va a prestar atención a si los argumentos que planteas en tu defensa son racionales. Lo único que te preguntará es: “¿Son las palabras de Dios la verdad? ¿Tienes un carácter corrupto? ¿Debes perseguir la verdad?”. Solo tienes que tener claro un hecho: Dios es la verdad, tú eres un ser humano corrupto, y por eso debes encargarte de buscar la verdad. Ningún problema o dificultad, ninguna razón o excusa se sostendrá; si no aceptas la verdad, perecerás. Cualquier precio que una persona pague por perseguir la verdad y entrar en la realidad verdad merece la pena. La gente debe renunciar a todas sus excusas, justificaciones y problemas para aceptar la verdad y alcanzar la vida, porque las palabras de Dios y la verdad son la vida que debe alcanzar, una vida que no se puede cambiar por nada. Si pierdes esta oportunidad, no solo te arrepentirás el resto de tu vida —no es una mera cuestión de arrepentimiento—, sino que te habrás desgraciado por completo. Ya no tendrás un resultado ni un destino, y tú, como ser creado que eres, habrás llegado al final del camino. Nunca más tendrás oportunidad de salvarte. ¿Lo entendéis? (Sí, lo entendemos). No busques excusas ni motivos para no perseguir la verdad. No sirven de nada; únicamente te engañas a ti mismo.

Algunos líderes nunca trabajan según los principios; son su propia ley, arbitrarios y temerarios. Los hermanos y hermanas pueden señalarlo y decir: “Rara vez consultas con alguien antes de actuar. No sabemos cuáles son tus juicios y decisiones hasta que ya los has tomado. ¿Por qué no lo discutes con nadie? ¿Por qué no nos avisas de antemano cuando tomas una decisión? Aunque lo que hagas sea correcto, y tu aptitud mayor que la nuestra, deberías informarnos antes. Al menos, tenemos derecho a saber lo que está pasando. Actuando siempre como tu propia ley, ¡vas por la senda de un anticristo!”. ¿Y qué le oirías decir al líder ante eso? “En mi casa mando yo. Yo decido todos los asuntos, grandes y pequeños. Es a lo que estoy acostumbrado. Cuando cualquiera de mi familia extendida tiene un problema, acude a mí para que decida qué hacer. Saben que soy bueno para resolver problemas. Por eso estoy a cargo de los asuntos de mi familia. Cuando me uní a la iglesia, pensé que ya no tendría que preocuparme por las cosas, pero después me eligieron para ser líder. No puedo evitarlo: nací para este destino. Dios me ha dotado de esta habilidad. Nací para tomar decisiones y estar a cargo de las cosas por otras personas”. Lo que se insinúa aquí es que estaban destinados a ser autoridades, y los demás nacieron para ser soldados rasos y esclavos. Creen que les corresponde tener la última palabra y que los demás deben hacerles caso. Incluso cuando los hermanos y hermanas ven el problema de este líder y se lo señalan, este no lo acepta, ni acepta ser tratado y podado. Se niega y resiste hasta que los hermanos y hermanas claman por su remoción. Todo el tiempo, el líder piensa: “Con una aptitud como la mía, mi destino es estar al mando dondequiera que vaya. Con aptitudes como las vuestras, siempre seréis esclavos y siervos. Vuestro destino es recibir órdenes de otras personas”. ¿Qué tipo de carácter revelan al decir a menudo tales cosas? Está claro que es un carácter corrupto, es arrogancia, engreimiento y egoísmo extremo; sin embargo, lo exhiben y alardean de ello descaradamente como si fuera una fortaleza y una ventaja. Cuando alguien revela un carácter corrupto, debe reflexionar sobre sí mismo, conocer dicho carácter, arrepentirse y abandonarlo, y debe perseguir la verdad hasta poder actuar de acuerdo con los principios. Pero no es así como practica este líder. Por el contrario, permanece incorregible, insistiendo en sus opiniones y métodos. De estos comportamientos puedes ver que no aceptan la verdad en absoluto y de ninguna manera son personas que la persigan. No escuchan a nadie que los ponga en evidencia y trate con ellos, sino que, en cambio, están siempre llenos de justificaciones: “¡Uf, así soy yo! Se llama competencia y talento; ¿alguno de vosotros los tiene? Estoy predestinado a estar al mando. Dondequiera que vaya, soy líder. Estoy acostumbrado a tener la última palabra y a tomar todas las decisiones sin consultar a los demás. Así soy yo, es mi encanto personal”. ¿Acaso no es esto una descarada desvergüenza? No admiten que tienen un carácter corrupto, y claramente no reconocen las palabras de Dios que juzgan y revelan al hombre. Por el contrario, consideran sus propias herejías y falacias como la verdad, y tratan de hacer que todos los demás las acepten y las veneren. En el fondo, creen que ellos deben reinar en la casa de Dios, no la verdad, que deben tomar las decisiones allí. ¿Acaso no es esto una desvergüenza flagrante? Afirman querer perseguir la verdad, pero su conducta es justo la contraria. Afirman obedecer a Dios y la verdad, pero siempre quieren ejercer el poder, tener la última palabra y que todos los hermanos y hermanas se sometan a ellos y los obedezcan. No dejan que nadie los supervise ni aconseje, independientemente de si lo que hacen es apropiado o conforme a los principios. Creen, en cambio, que son los demás quienes deben atender y obedecer sus palabras y decisiones. No reflexionan en absoluto sobre sus actos. Por más que los hermanos y hermanas los aconsejen y ayuden, y sin importar cómo los pode y trate la casa de Dios, o incluso si son destituidos varias veces, no reflexionan sobre sus problemas. En todos los casos se aferran a su postura: “En mi casa mando yo. Yo tomo todas las decisiones. En todos los asuntos, yo soy el único que tiene la última palabra. Es a lo que estoy acostumbrado y es lo que hay”. ¡Son verdaderamente delirantes e irredimibles! Propagan estas prácticas negativas como si fueran cosas positivas, todo ello mientras se creen el ombligo del mundo. ¡Qué desvergonzados! Estas personas no aceptan la verdad en absoluto y son incorregibles, así que puedes estar seguro de que no la aman ni la persiguen. En el fondo están hartas de la verdad y son hostiles a ella. Los precios que pagan y las penurias que pasan para satisfacer sus deseos y adquirir estatus son en vano. Dios no lo ve con buenos ojos, abomina de ello. Es una manifestación de su oposición a la verdad y de su resistencia a Dios. Uno puede estar completamente seguro de esto, y todos los que comprenden la verdad saben discernirlo.

También hay personas que creen en Dios desde hace años, pero no están en posesión de ninguna realidad verdad; llevan años escuchando sermones, pero no comprenden la verdad. Aunque poco aptas, sí tienen “talentos” inigualables: decir mentiras y encubrirlas, y embaucar y engañar con su verbo florido. Si dicen una docena de frases, las doce están adulteradas: cada una de ellas contiene defectos en cierta medida. Para ser precisos, nada de lo que dicen es cierto. Sin embargo, como tienen poca aptitud y parecen bastante correctas, piensan: “Soy una persona tímida e ingenua por naturaleza y tengo poca aptitud. Me acosan en todas partes y, cuando lo hacen, tengo que soportarlo y sufrir. No me atrevo a contestar ni a pelear; lo único que puedo hacer es esconderme, ceder y aguantar. Soy el ‘hombre honesto pero ignorante’ del que hablan las palabras de Dios, parte de Su pueblo”. Si alguien les pregunta: “¿Y por qué mientes?”. Responden: “¿Cuándo he mentido? ¿A quién he engañado? ¡Yo no he mentido! ¿Cómo podría mentir con lo ingenuo que soy? Mi mente tarda en reaccionar a las cosas y no tengo mucha formación; ¡no sé mentir! La gente taimada que hay por ahí es capaz de elaborar un par de ideas y tramas malvadas en un abrir y cerrar de ojos. Yo no soy tan astuto y siempre me acosan. Por eso soy la persona honesta de la que habla Dios y no tenéis motivo para llamarme mentiroso ni embaucador. Sencillamente, no soy nada de eso; solo tratáis de calumniarme. Sé que todos me despreciáis: como os parezco idiota y poco apto, todos queréis acosarme. Dios es el único que no me acosa; Él me trata con Su gracia”. Este tipo de personas ni siquiera admiten que mienten y tienen la osadía de afirmar que son las personas honestas de las que habla Dios, afirmación con la que se aúpan directamente a un trono. Creen ser personas honestas pero ignorantes por naturaleza, y amadas por Dios. Piensan que no les hace falta perseguir la verdad ni hacer introspección. A su parecer, desde el momento en que nacieron no se les ha podido encontrar mentira alguna en su boca. No admiten que mienten, digan lo que digan los demás, sino que insisten en las mismas excusas de siempre para discutir y defenderse. ¿Han hecho introspección? En cierto sentido, sí. ¿Qué les vino a la mente en esa “introspección”? “Soy el hombre honesto pero ignorante del que habla Dios. Quizá un poco ignorante, pero soy una persona honesta”. ¿No se están apuntando un tanto? Estas personas no tienen claro qué son, si ignorantes u honestas, pero se consideran honestas. ¿Tienen conciencia de sí mismas? Si alguien es un tonto que se deja acosar y vive de manera cobarde, ¿significa eso que es necesariamente buena persona? Y si alguien es considerado buena persona por los demás, ¿significa eso que no le hace falta perseguir la verdad? ¿Están esas personas, de algún modo, en posesión de la verdad por naturaleza? Algunos dicen: “Soy una persona bastante ingenua, siempre intento decir la verdad, solo que soy un poco ignorante. No hace falta que persiga la verdad, ya soy una persona buena y honesta”. ¿No insinúan con esto que están en posesión de la verdad y que no tienen un carácter corrupto? Toda la humanidad ha sido hondamente corrompida por Satanás. Toda persona tiene un carácter corrupto, y cuando uno tiene un carácter corrupto, puede mentir, engañar y embaucar lo que le dé la gana. Puede incluso alardear de algún logro o aporte insignificante de su parte, lo que manifiesta un carácter arrogante. Entretanto, está rebosante de nociones sobre Dios y de extravagantes exigencias hacia Él y trata de razonar con Él. ¿Estos no son problemas? ¿No es este un carácter corrupto? ¿No requiere ser examinado? Sí, lo requiere. No obstante, estas personas ya se han ungido como personas honestas que nunca mienten ni engañan; proclaman que no tienen un carácter taimado, por lo que no les hace falta perseguir la verdad. Por consiguiente, nadie que se comporte de este modo persigue la verdad y ninguna de estas personas ha entrado en la realidad verdad. Cuando oran a Dios, suelen llorar amargamente por su torpeza, por ser acosadas siempre, por su aptitud especialmente deficiente: “Dios mío, solo Tú me amas; solo Tú te apiadas de mí y me tratas amablemente. Todos me acosan y dicen que soy un mentiroso, ¡pero no lo soy!”. Luego se secan las lágrimas y se levantan, y cuando ven a otras personas, piensan: “Dios no os ama a ninguno de vosotros. Solamente a mí”. Estas personas tienen un alto concepto de sí mismas y no admiten que exhiban ninguna de las diversas conductas y manifestaciones de un carácter corrupto de las que habla Dios. Incluso cuando les acontece un problema concreto que les genera un estado o una manifestación de corrupción en su interior, solo lo admiten verbalmente tras pensarlo un momento, y asunto terminado. No buscan la verdad en absoluto ni admiten que tienen corrupción y son seres humanos corruptos. Por supuesto, menos todavía admiten haber dejado brotar una actitud corrupta en ningún caso concreto. Por más problemas que susciten y por muchas actitudes corruptas que dejen brotar, siempre acaban diciendo lo mismo: “Soy el hombre honesto pero ignorante del que habla Dios. Soy objeto de Su piedad y me bendecirá enormemente”. Y así, con estas palabras, creen que no tienen que perseguir la verdad; estas palabras son la excusa de dichas personas para no perseguir la verdad. ¿No son absurdas esas personas? (Sí). Absurdas e ignorantes. ¿Hasta qué punto son absurdas? Tan absurdas que se valen de una frase de las palabras de Dios que les beneficia y la utilizan a modo de símbolo mágico con el que coaccionar a Dios y eximirse de responsabilidad por no perseguir la verdad, mientras consideran que las palabras de Dios que revelan y juzgan al hombre no tienen nada que ver con ellas. Creen que no necesitan escucharlas porque ya son personas honestas. Para ser precisos, esas personas son unas pobres infelices. Tienen poca aptitud, nada de sentido y muy poca vergüenza, pero desean recibir bendiciones. Y aunque tienen poca aptitud y nada de sentido ni de vergüenza, son muy orgullosas y desprecian a la gente normal. No tienen respeto por la gente con aptitud que sabe perseguir la verdad y puede enseñar la realidad verdad. Piensan: “En cualquier caso, ¿de qué os sirven vuestros puntos fuertes? Con todo lo que perseguís la verdad y os conocéis a vosotros mismos, a mí no me hace falta hacer esas cosas. Soy una persona honesta; quizá un poco ignorante, pero eso no es mucho problema. Y las actitudes corruptas que dejo brotar tampoco son motivo de preocupación. Vale con que tenga algunas buenas conductas”. ¿Qué se exigen a sí mismas? “Dios conoce mi interior de todos modos, y mi fe en Él es sincera. Con eso basta. Hablar constantemente de testimonios vivenciales y del conocimiento de las palabras de Dios, ¿de qué sirve toda esa palabrería? Al fin y al cabo, basta con creer sinceramente en Dios”. ¿No es lo más necio que hay? En primer lugar, a esas personas no les interesa nada la verdad; en segundo lugar, cabe decir que no tienen capacidad de comprender la verdad ni las palabras de Dios. Sin embargo, pese a ello tienen muy buen concepto de sí mismas y actúan con gran arrogancia. Buscan una justificación para no perseguir la verdad, o un método de búsqueda o algo que consideren un punto fuerte para reemplazar la búsqueda de la verdad. ¿No es una necedad? (Sí).

Algunas personas que no persiguen la verdad no tienen grandes problemas de humanidad. Se atienen a las reglas y tienen una buena conducta. Las mujeres de este tipo son amables y virtuosas, dignas y decentes, y no andan tonteando. Son buenas chicas delante de sus padres, buenas esposas y madres en su vida familiar, y se pasan sumisamente los días ocupándose del hogar. Los hombres de este tipo son ingenuos y obedientes y tienen una buena conducta; son buenos hijos, no beben ni fuman, no roban ni hurtan, no apuestan ni se van con prostitutas; son maridos modelo y, fuera del hogar, rara vez riñen o discuten con nadie sobre quién tiene razón. Algunas personas creen que basta con lograr estas cosas como creyente en Dios y que quienes lo hacen son personas normales y razonablemente buenas. Creen que, si son caritativas y serviciales, humildes, pacientes y tolerantes una vez que creen en Dios, y si hacen de forma diligente y correcta cualquier trabajo que la iglesia disponga para ellas sin ser descuidadas ni superficiales, entonces han alcanzado la realidad verdad y están cerca de cumplir con las exigencias de Dios. Piensan que, si ponen empeño y un poco más de esfuerzo, si leen más la palabra de Dios, si recuerdan más frases de ella y se las predican más a los demás, entonces están persiguiendo la verdad. No obstante, no reconocen sus manifestaciones de corrupción, no saben qué actitudes corruptas tienen, y ni mucho menos cómo surge un carácter corrupto ni cómo ha de conocerse y corregirse. No saben nada de esto. ¿Hay personas así? (Sí). Consideran que su “bondad” natural es un nivel que deben alcanzar quienes persigan la verdad. Si alguien las llamara arrogantes, taimadas y malvadas, no lo discutirían abiertamente y mostrarían una actitud de humildad, paciencia y aceptación. Sin embargo, en el fondo, en vez de tomárselo en serio, se resistirían a ello: “¿Arrogante yo? Si yo soy arrogante, ¡no hay ni una persona buena en la tierra! Si yo soy taimado, ¡no hay nadie honesto en el mundo! Si yo soy malvado, ¡no hay nadie decente en el mundo! ¿Es fácil encontrar a alguien tan bueno como yo hoy día? ¡No, es imposible!”. No servirá de nada llamar a estas personas taimadas o arrogantes ni decir que no aman la verdad; y, desde luego, no servirá de nada calificarlas de incrédulas. Simplemente darán un golpe en la mesa y argumentarán: “¿Así que dices que yo soy incrédulo? Si yo no puedo salvarme, ¡ninguno de vosotros puede!”. Tal vez alguien las deje en evidencia señalando: “Tú no aceptas la verdad. Cuando la gente señala tus problemas, aparentas ser bastante humilde y paciente, pero en el fondo eres muy reacio. Lo que predicas cuando enseñas la verdad es correcto, pero el hecho es que no aceptas ni una sola de las palabras de Dios que exponen y juzgan la esencia del carácter corrupto del hombre. Te resistes a ellas y les tienes aversión. Tienes un carácter ruin”. Si llamas “ruines” a estas personas, sencillamente no lo admiten. “¿Ruin yo? Si fuera ruin, ¡haría tiempo que os habría pisoteado a todos! Si fuera ruin, ¡ya os habría hundido a todos!”. No comprenden correctamente nada de lo que expones sobre ellos ni de lo que les enseñas. ¿Qué significa comprender correctamente las cosas? Significa que, sean cuales sean los problemas que alguien revele en ti, tú los comparas con las palabras de Dios para examinar si realmente había algún error en tus intenciones y pensamientos, y que, por muchos problemas que se revelen en ti, tú los abordas todos con una actitud de aceptación y sumisión. Así es como una persona puede conocer verdaderamente sus problemas. Uno no puede conocer su carácter corrupto en función de sus nociones y fantasías; esto debe hacerse en función de las palabras de Dios. ¿Y cuál es el requisito previo para conocerse a uno mismo? Reconocer que Satanás ha engañado y corrompido a la humanidad y que toda persona tiene un carácter corrupto. Solo si aceptas esta realidad podrás hacer introspección según lo revelado en las palabras de Dios y, durante este proceso de introspección, descubrir progresivamente tus problemas. Sin que te des cuenta, tus problemas saldrán a la superficie poco a poco y entonces comprenderás de forma clara cuál es tu carácter corrupto. Sobre esta base podrás conocer qué clase de persona eres y cuál es tu esencia. Con ello lograrás aceptar todo lo que Dios dice y revela, y luego buscar en Sus palabras la senda de práctica que Él ha trazado para el hombre, practicar Sus palabras y vivir de acuerdo con ellas. Eso es lo que implica perseguir la verdad. Sin embargo, ¿así recibe este tipo de personas las palabras de Dios? No. Tal vez afirmen reconocer que las palabras de Dios son la verdad y que aquellas que revelan a la humanidad corrupta son un hecho, pero si les pides que conozcan su propio carácter corrupto, no lo admiten ni reconocen. Creen que eso no tiene nada que ver con ellas. Esto se debe a que se creen personas dignas y decentes: personas rectas, personas de honor. Ser una persona recta, ¿implica estar en posesión de la verdad? Ser una persona recta no es más que una manifestación positiva de humanidad; no representa la verdad. Así pues, el hecho de que tengas una característica de humanidad normal no significa que no te haga falta perseguir la verdad ni que ya la hayas alcanzado, y ni mucho menos que seas una persona a la que Dios ama. ¿No es así? (Sí). Estas presuntas “personas de honor” creen que no tienen actitudes arrogantes, taimadas o de hartazgo de la verdad y que, desde luego, no tienen actitudes malvadas y ruines. Piensan que no albergan ninguna de estas actitudes corruptas porque son personas de honor, rectas y amables por naturaleza, porque siempre las acosan y porque, aunque de poca aptitud e ignorantes, son honestas. Esta “honestidad” no es auténtica honestidad: es candor, timidez e ignorancia. ¿No son muy tontas estas personas? Todo el mundo las considera buenas. ¿Es una opinión correcta? ¿Tienen un carácter corrupto aquellas personas a las que la gente percibe como buenas? La respuesta es “sí”, con certeza. ¿Las personas ingenuas no mienten? ¿No engañan ni disimulan? ¿No son egoístas? ¿No son codiciosas? ¿No desean un alto cargo? ¿Están libres de deseos absurdos? Por supuesto que no. No han hecho el mal únicamente porque les faltó la oportunidad adecuada. Y se enorgullecen de esto: se ungen a sí mismas como personas de honor y creen no tener un carácter corrupto. Por tanto, si alguien les señalara alguna actitud, alguna manifestación o algún estado de corrupción que tuvieran, lo refutarían diciendo: “¡Yo no! Ni soy así, ni actúo así ni pienso así. Me habéis malinterpretado. Como todos veis que soy un ingenuo, que soy tonto, que soy tímido, me acosáis”. ¿Qué se puede hacer con gente así, que reacciona de este modo? Si alguien se atreviera a irritar a una persona así, esta lo hostigaría de por vida. Nunca lo dejaría en paz, no podría quitarse de encima a esa persona por más que lo intentara. Estas personas, irracionales e implacablemente molestas, siguen creyendo que persiguen la verdad, que son personas ingenuas e ignorantes sin un carácter corrupto. Hasta suelen afirmar: “Puede que sea ignorante, pero soy un ingenuo; soy una persona honesta, ¡y Dios me ama!”. Para ellas, estas son cosas de las que sacar provecho. ¿No es un poco descarado? Tú afirmas que Dios te ama. ¿Es cierto? ¿Te basas en algo para afirmarlo? ¿Tienes la obra del Espíritu Santo? ¿Ha dicho Dios que te perfeccionará? ¿Piensa utilizarte Dios? Si Dios no te ha dicho estas cosas, no puedes afirmar que te ama, sino únicamente que se apiada de ti, lo que ya es estupendo. Si dices que Dios te ama, ese es solo tu entendimiento personal; no demuestra que Dios te ame de verdad. ¿Amaría Dios a una persona que no persigue la verdad? ¿Amaría Dios a una persona ignorante y tímida? Dios se apiada de los ignorantes y tímidos, eso es cierto. Dios ama a aquellos que son verdaderamente honestos, que persiguen la verdad, que son capaces de practicar la verdad y someterse a Él, capaces de enaltecerlo y dar testimonio de Él, capaces de tener en consideración Su voluntad y amarlo sinceramente. Los únicos que tienen el amor de Dios son aquellos capaces de esforzarse sinceramente por Él y de cumplir lealmente con su deber; los únicos que tienen el amor de Dios son aquellos capaces de aceptar la verdad, además de la poda y el trato. Los que no aceptan la verdad, los que no aceptan la poda y el trato, son aquellos a quienes Dios aborrece y rechaza. Si estás harto de la verdad y te resistes a toda palabra pronunciada por Dios, Él se hartará de ti y te despreciará. Si siempre te consideras buena persona, una persona lastimosa, sencilla e ingenua, pero no persigues la verdad, ¿te amará Dios? Imposible: no hay ningún fundamento para ello en Sus palabras. Dios no se fija en si eres un ingenuo ni le importa con qué clase de humanidad o aptitud naciste; se fija en si, una vez que has oído Sus palabras, las aceptas o las ignoras, en si te sometes o te resistes a ellas. Se fija en si Sus palabras tienen algún efecto sobre ti y dan fruto en ti, en si sabes dar sincero testimonio de las muchas palabras que Él ha pronunciado. Si al final tu experiencia se reduce a decir “soy un ingenuo, soy tímido, me acosa toda persona que conozco. Todo el mundo me desprecia”, Dios alegará que eso no es un testimonio. Si añades “soy el hombre honesto pero ignorante del que habla Dios”, Dios replicará que estás rebosante de mentiras y que no se puede hallar una sola palabra de verdad en tu boca. Si, cuando Dios te exige algo, no solo no obedeces en absoluto, sino que, encima, intentas razonar con Él y excusarte diciendo “he sufrido y pagado un precio y amo a Dios”, eso no se sostiene. ¿Persigues la verdad? ¿Dónde está tu testimonio vivencial sincero? ¿Cómo se manifiesta tu amor a Dios? No convencerás a nadie si no eres capaz de aportar pruebas. Dices: “Soy una persona de honor y actúo con decencia. No fornico y sigo todas las reglas de conducta. Me comporto bien. No ando por ahí bebiendo, yéndome con prostitutas ni apostando. No ocasiono interrupciones ni perturbaciones en la casa de Dios ni siembro la discordia, soporto el sufrimiento y me esfuerzo. ¿Estos no son indicios de que persigo la verdad? Ya la estoy persiguiendo”. Y Dios contestará: “¿Has corregido tu carácter corrupto? ¿Dónde está tu testimonio de búsqueda de la verdad?”. ¿Puedes recibir el visto bueno y la admiración del pueblo escogido de Dios? Si no eres capaz de dar algún testimonio vivencial, pero alegas que eres una persona honesta que ama a Dios, entonces eres alguien que seduce a los demás con palabras falsas; eres un diablo irracional, Satanás, y mereces ser maldecido. Lo único que te queda es ser condenado y descartado por Dios.

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