Qué significa perseguir la verdad (10) Parte 2
A continuación hablaremos sobre el dicho sobre la conducta moral “la amabilidad de una gota de agua debe ser recompensada con un manantial”. Como veis, cada uno de estos dichos sobre la conducta moral es muy exagerado y trascendental, como si cada uno de ellos estuviera imbuido de una especie de espíritu heroico y de las cualidades de las grandes personas y fuera inalcanzable para una persona irrelevante o normal. “La amabilidad de una gota de agua debe ser recompensada con un manantial”: ¡qué amplitud de miras más inmensa requeriría eso! ¡Qué personalidad más bondadosa, benévola y estupenda os haría falta para ello! “Una gota de agua” se corresponde con “un manantial”, pero, al mismo tiempo, esta correspondencia da la impresión de que hay un inmenso abismo y una gran diferencia entre ambos. Esto quiere decir que debes recompensar hasta la amabilidad de una gota de agua, pero ¿con qué? Hay que recompensarla con un manantial, con un gran número de acciones o conductas o con mucha sinceridad y buena voluntad, en lugar de olvidarse de ella. Esto es lo que se requiere para recompensar la amabilidad de una gota de agua y, si la recompensas con menos, no tienes conciencia. Según esta lógica, ¿la persona que mostró amabilidad no se beneficia injustamente al final? ¡Este benefactor sí que saca tajada con creces de su amabilidad! Demuestra amabilidad dando una gota de agua y a cambio recibe un manantial. Es un trato muy lucrativo y una forma de beneficiarse con creces a costa de los demás, ¿no es así? En esta vida, toda persona acepta la amabilidad de una gota de agua. Si todo el mundo tuviera que recompensarla con un manantial, tardaría toda la vida, lo que le impediría cumplir con sus responsabilidades familiares y sociales, por no hablar de plantearse su senda en la vida. Si disfrutas de la amabilidad de una gota de agua, pero no la recompensas con un manantial, tu conciencia y la opinión social te condenarán y tú te considerarás un rebelde, un villano, un desagradecido, y no un ser humano. Pero ¿y si alguien pudiera recompensar dicha amabilidad con un manantial? Diría: “No hay nadie más concienzudo que yo, que sé recompensar la amabilidad de una gota de agua con un manantial. Así, la persona que una vez me ayudó y se mostró amable conmigo puede ver qué clase de persona soy, si salió perdiendo o no al ayudarme y si valió o no la pena que me ayudara. Así nunca lo olvidará, y hasta sentirá vergüenza. Es más, le seguiré devolviendo el favor. Ya que soy capaz de recompensar la amabilidad de una gota de agua con un manantial, ¿no soy una persona de conducta moral y personalidad nobles? ¿No soy un caballero? ¿No soy una gran persona? ¿No soy digno de admiración?”. Todo el mundo lo elogia y aplaude y eso le emociona enormemente, por lo que dice: “Ya que me elogiáis por ser una persona amable, de personalidad noble, ejemplo entre los hombres y dechado moral de la humanidad, tras mi muerte deberíais erigirme un monumento y escribirme un epitafio que diga: ‘Esta persona fue un dechado de la máxima que señala que la amabilidad de una gota de agua debe ser recompensada con un manantial, y puede ser calificada de ejemplo moral de la humanidad’”. Sin embargo, incluso después de colocar el monumento, piensa que también deberían hacer una estatua de arcilla con su imagen, ponerla en el templo, escribir sobre ella su distinguido nombre, “Santuario del dios tal o cual”, y montar debajo un incensario en el que todo el mundo haga ofrendas de incienso que se queme continuamente por él. Además, la gente debe tener estatuillas suyas en casa, quemar incienso, postrarse ante él tres veces al día y educar a sus hijos, a sus nietos y a las generaciones más jóvenes para que sean como él diciéndoles a sus hijos e hijas que deben casarse con una persona como él, alguien capaz de recompensar la amabilidad de una gota de agua con un manantial, un dechado y modelo de la moralidad de la humanidad. El planteamiento educativo tradicional del pueblo chino es enseñar a los hijos a ser buenas personas y hace hincapié en reconocer la amabilidad y buscar recompensarla. Si recibes la amabilidad de una gota de agua, debes recompensarla con una vida de esfuerzo; o sea, con un manantial. Cuando los hijos se hacen mayores, también ellos enseñan a las generaciones posteriores de la misma manera, y así pervive, transmitido de generación en generación. Cuando una persona así es capaz de recompensar la amabilidad de una gota de agua con un manantial, ha alcanzado su objetivo último. ¿Qué objetivo ha alcanzado? Ser reconocido y aceptado por la gente mundana y por la sociedad. Naturalmente, esto es secundario. Lo más importante es que la gente cuelgue su retrato en la pared y haga ofrendas a su estatua, y que él pueda disfrutar del incienso quemado de este mundo de generación en generación, y que su espíritu y sus ideas puedan transmitirse en el mundo y ganarse el elogio de las generaciones venideras. Al final, empachado del incienso quemado de este mundo, ¿en qué se convierte? En rey de los diablos, y por fin ha alcanzado su objetivo. Es la consecuencia última de la corrupción de la humanidad a manos de Satanás. Al principio, la gente se limita a admitir una idea de conducta moral de la cultura tradicional, como la benevolencia, la rectitud, el decoro, la sabiduría y la fiabilidad. Luego cumple lo que exige esta idea, con lo cual da ejemplo a los demás al poner rigurosamente en práctica esta idea y exigencia y atenerse a ellas, y logra el objetivo de convertirse en modelo y dechado de moralidad para el resto de la humanidad. Después de morir, deja tras de sí una buena reputación que se transmite de generación en generación. Finalmente consigue lo que quería: inhalar el incienso quemado de este mundo durante muchos años y convertirse en rey de los demonios. ¿Es bueno esto? (No). ¿Por qué dices que no es bueno? Es el objetivo último al que un no creyente aspira en la vida. Acepta las ideas acerca de una determinada conducta moral y predica con el ejemplo, y se pone a implementar las exigencias sobre esta conducta moral hasta que finalmente todo el mundo lo elogia por ser buena persona, amable, distinguido y de personalidad noble. Se corre la voz de sus conductas y actos a todos los seres humanos, y sus conductas y actos son estudiados y venerados durante generaciones hasta que finalmente esa persona se convierte en modelo a seguir y, naturalmente, en rey de los demonios de toda una generación. ¿No es esta la senda que recorren las personas mundanas? ¿No es el resultado al que aspiran las personas mundanas? ¿Guarda esto alguna relación con la verdad? ¿Hay alguna relación con la salvación de Dios? No hay relación alguna. Ese es el resultado final que le tienen reservado a la gente los dichos sobre la conducta moral. Si una persona acepta en su integridad todas las ideas de la cultura tradicional y las acata plenamente, la senda por la que va es, sin duda, el camino de los demonios. Si tú has emprendido definitivamente el camino de los demonios, no tienes relación alguna con la obra de Dios de salvar a la gente, y absolutamente nada que ver con la salvación. Por tanto, si, sobre la base de comprender la verdad, todavía te ves confinado e influido por las ideas de la cultura tradicional, y si, influido por ellas, acatas sus leyes y estas exigencias y dichos y no puedes rebelarte contra ellos ni dejarlos atrás ni aceptar las exigencias de Dios, entonces terminarás por seguir el camino demoníaco y convertido en rey de los demonios. Lo entiendes, ¿no? No hay teoría ni dicho en el mundo que pueda reemplazar la senda de la salvación que Dios le ha dado al género humano, ni siquiera los criterios morales más elevados del mundo. Si la gente quiere emprender la senda correcta, la senda de la salvación, solamente puede recibir la aprobación de Dios presentándose ante Él, aceptando mansa y categóricamente Sus palabras, aceptando Sus diversas afirmaciones y exigencias y comportándose y actuando con Sus palabras por criterio. Si no, es imposible que la gente emprenda la senda correcta en la vida y únicamente puede seguir las filosofías de Satanás de camino a la perdición. Hay quienes preguntan: “¿Hay algún camino intermedio?”. No, o sigues el camino de Dios o el camino diabólico de Satanás. Solo hay esos dos caminos. Si no sigues el camino de Dios, sin duda acatas las diversas ideas que te presenta Satanás y los diversos caminos diabólicos engendrados por dichas ideas. Si quieres transigir adoptando un camino intermedio o tomando alguna tercera vía, eso es imposible. ¿Está claro? (Sí). No me extenderé más sobre el dicho “la amabilidad de una gota de agua debe ser recompensada con un manantial”, porque es más o menos similar al dicho “de bien nacidos es ser agradecidos”, sobre el que hemos hablado anteriormente. Como la esencia de estos dos dichos es muy parecida, no es preciso hablar más pormenorizadamente de ella.
Hablemos ahora del siguiente dicho de conducta moral: lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás. Debería ser muy fácil de discernir, ¿no? Si lo comparamos con las exigencias de los enunciados de conducta moral de los que hemos hablado anteriormente, está claro que este dicho también es un precepto inflexible que obliga a las personas. Aunque sobre el papel parece pomposo e impresionante, que no tiene nada de malo y que es un principio sencillo para tratar con la gente, este sencillo principio no tiene sentido en cuanto a cómo comportarse o tratar a la gente, y no es de utilidad para la conducta o la búsqueda de la vida de una persona. No es un principio al que la gente deba atenerse en su conducta y comportamiento ni un principio para que la gente busque el sentido y el objetivo correctos en la vida. Aunque cumplas esta exigencia, lo único que hace es disuadirte de hacer algo irracional en el trato con la gente, pero eso no significa que sientas auténtico amor por las personas ni que realmente las ayudes, y ni mucho menos demuestra que vayas por la senda correcta en la vida. En un sentido literal, “lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás” significa que si no te gusta algo o hacer una cosa cualquiera, tampoco deberías obligar a nadie a hacerlo. Esto parece inteligente y razonable, pero si usas esta filosofía satánica para ocuparte de cualquier situación, entonces cometerás muchos errores. Es probable que hagas daño, engañes o incluso perjudiques a gente. Es similar a lo que les ocurre a algunos padres a los que no les gusta estudiar pero tienden a obligar a sus hijos a hacerlo, y tratan siempre de razonar con ellos, instándoles a estudiar mucho. Si aplicaras aquí esta exigencia de que lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás, entonces estos padres no deberían hacer estudiar a sus hijos, porque a ellos mismos no les gusta. Hay otra gente que cree en Dios pero no persigue la verdad; sin embargo, en sus corazones saben que creer en Dios es la senda correcta en la vida. Si ven que sus hijos no creen en Dios y no van por la senda correcta, les urgen a creer en Dios. Aunque ellos no persiguen la verdad, quieren que sus hijos lo hagan y estén bendecidos. En esta situación, si obedecieran el dicho de que lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás, estos padres no deberían hacer que sus hijos crean en Dios. Eso estaría en línea con esta filosofía satánica, pero también destruiría la oportunidad de salvación de esos niños. ¿Quién es el responsable de este resultado? ¿Acaso no perjudica a la gente el dicho tradicional de conducta moral de no querer para los demás lo que no quieras para ti? Pondré otro ejemplo. Algunos padres no se conforman con una vida sumisa y respetuosa de la ley. No están dispuestos a hacer un gran esfuerzo en la tierra ni a trabajar para mantener a su familia. Por el contrario, les gusta hacer trampas, estafar o apostar por medios inicuos para hacer una fortuna deshonesta, de modo que puedan darse la gran vida, divertirse y gozar de los placeres de la carne. No les gusta el trabajo honrado ni seguir la senda correcta. Esto no lo desean, ¿no es así? En el fondo saben que esto no es bueno. En esta situación, ¿cómo deberían educar a sus hijos? Las personas normales enseñarían a sus hijos a estudiar mucho y a dominar un oficio para poder encontrar un buen trabajo en un futuro, y les harían ir por la senda correcta. Esto es cumplir con la responsabilidad parental, ¿no? (Sí). Correcto. Sin embargo, si obedecen el dicho de que lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás, dirán: “Hijo, mírame a mí. Puedo hacer de todo en la vida, como salir a cenar, frecuentar a prostitutas y apostar. Me desenvuelvo en la vida incluso sin haber estudiado ni haber aprendido un oficio. De ahora en adelante, aprende conmigo. No te hace falta ir a clase y estudiar mucho. Aprende a robar, a hacer trampas y a apostar. ¡Puedes vivir igualmente con comodidad hasta el fin de tus días!”. ¿Está bien eso? ¿Les ha enseñado alguien eso a sus hijos? (No). Se trata de que lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás, ¿no? ¿No contradicen estos ejemplos claramente ese dicho? No es nada acertado. Por ejemplo, algunas personas no aman la verdad, codician las comodidades de la carne, y encuentran la manera de holgazanear durante el cumplimiento de su deber. No están dispuestos a sufrir ni a pagar un precio. Piensan que el dicho “lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás” lo expresa bien, y le dicen a la gente: “Deberíais aprender a disfrutar. No hace falta que cumpláis adecuadamente vuestro deber ni que sufráis penurias o paguéis un precio. Si podéis holgazanear, pues holgazanead; si podéis salir del paso, pues salid del paso. No os pongáis las cosas tan difíciles. Miradme, yo vivo así, ¿no es genial? Mi vida es perfecta. Os estáis agotando por vivir de esa manera. Deberíais aprender de mí”. ¿No cumple esto el requisito de no querer para los demás lo que no quieras para ti? Si actúas así, ¿eres una persona con conciencia y razón? (No). Si una persona pierde la conciencia y la razón, ¿acaso no carece de virtud? A esto se le llama carecer de virtud. ¿Por qué lo llamamos así? Porque tal persona ansía la comodidad, cumple su deber de manera superficial, e incita e instiga a los demás a que se unan a ellos en la superficialidad y el ansia de comodidad. ¿Cuál es el problema de esto? Ser superficial e irresponsable en tu deber es un acto de engaño y resistencia a Dios. Si sigues siendo superficial y no te arrepientes, serás dejado en evidencia y descartado. A muchos se les echa de la iglesia de esta forma, ¿no es cierto? (Sí). Al obedecer este dicho e incitar a todo el mundo a ser como ellos para que no cumplan diligentemente con el deber, sino que embauquen y engañen a Dios, ¿no perjudican a la gente y la llevan a la ruina? Ellos mismos son perezosos y escurridizos, pero es que, además, impiden que otras personas cumplan con el deber. ¿Esto no es trastornar y perturbar el trabajo de la iglesia? ¿No es enemistarse con Dios? ¿Puede mantener la casa de Dios a gente así? Supongamos que alguien que trabaja en una empresa de no creyentes incita a los demás empleados a no hacer bien su trabajo. ¿No lo despedirá la jefa si se entera? Sin duda que lo va a echar. Por consiguiente, si es igualmente capaz de hacer esto mientras cumple con el deber en la casa de Dios, ¿es una persona que cree en Dios? Es una persona malvada e incrédulo que se ha infiltrado en la casa de Dios. ¡Hay que echarla y descartarla! Después de estos ejemplos, ¿reconocéis un poco la esencia del dicho de conducta moral “lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás”? (Sí). ¿Cuál es la conclusión final a la que habéis llegado? ¿Es esta exigencia un principio-verdad? (No). Es evidente que no. Entonces, ¿qué es? Simplemente un dicho confuso, que suena bien superficialmente, pero que en realidad no tiene un sentido práctico.
¿Sois partidarios del enunciado de conducta moral “lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás”? Si alguien es partidario de este dicho, ¿pensaríais que es grande y noble? Algunos dirían: “Mira, no imponen cosas a nadie, no le ponen las cosas difíciles a los demás ni los colocan en situaciones complicadas. ¿No son maravillosos? Siempre son estrictos con ellos mismos pero tolerantes con el resto; nunca le dicen a nadie que haga nada que no harían ellos mismos. Les conceden a otros mucha libertad, y les hacen sentir mucha calidez y aceptación. ¡Qué grandes personas son!”. ¿De verdad es este el caso? La implicación del enunciado “lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás” es que solo deberías dar y aportar a los demás las cosas que te gustan y te complacen. Pero, ¿qué cosas gustan y complacen a las personas corruptas? Cosas corruptas, absurdas, y deseos extravagantes. Si les das y aportas estas cosas negativas a la gente, ¿no se volverá la humanidad cada vez más corrupta? Habrá cada vez menos cosas positivas. ¿No es eso un hecho? Es un hecho que la humanidad está profundamente corrupta. Los humanos corruptos gustan de buscar la fama, la ganancia, el estatus y los placeres de la carne; quieren ser famosos, poderosos y sobrehumanos. Quieren una vida cómoda y son reacios al trabajo duro; desean que se les dé todo en bandeja. Muy pocos de ellos aman la verdad y las cosas positivas. Si la gente les da y les aporta su corrupción y predilecciones a otros, ¿qué pasará? Es tal y como imaginas: la humanidad será cada vez más corrupta. Los que son partidarios de la idea de que “lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás” piden que la gente les dé y aporte a los demás su corrupción, sus predilecciones y sus deseos extravagantes, lo que provoca que los demás busquen el mal, la comodidad, el dinero y el ascenso. ¿Es esta la senda correcta en la vida? Es evidente que “lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás” es un dicho muy problemático. Las lagunas y los defectos que presenta son claramente obvios; ni siquiera merece la pena diseccionarlos y discernirlos. Sometidos al menor examen, sus errores y ridiculez quedan a la vista. Sin embargo, muchos de vosotros os dejáis persuadir e influenciar fácilmente por este dicho y lo aceptáis sin discernimiento. Al relacionaros con los demás, a menudo utilizáis este dicho para amonestaros a vosotros mismos y exhortar a los demás. Al hacerlo, pensáis que vuestro carácter es especialmente noble y que vuestro comportamiento es muy razonable. Pero, sin daros cuenta, estas palabras han revelado el principio según el cual te conduces y tu postura ante los problemas. Al mismo tiempo, has desorientado y desencaminado a otros para que se acerquen a las personas y a las circunstancias con la misma opinión y postura que tú. Has actuado como alguien que realmente nada entre dos aguas, y sin duda has elegido el camino del medio. Dices: “No importa cuál sea el problema, no hay necesidad de tomarlo en serio. No te pongas las cosas difíciles ni a ti ni a los demás. Si le pones las cosas difíciles a los demás, te las pones difíciles a ti. Ser amable con los demás es ser amable contigo mismo. Si eres duro con los demás, eres duro contigo mismo. ¿Qué sentido tiene ponerse en una situación difícil? No querer para los demás lo que no quieras para ti es lo mejor que puedes hacer por ti mismo, y lo más considerado”. Esta actitud es evidentemente la de no ser meticuloso en ningún aspecto. No tienes una postura o perspectiva correcta sobre ningún tema; posees una visión confusa de todo. No eres meticuloso y simplemente haces la vista gorda respecto a las cosas. Cuando por fin te presentes ante Dios y rindas cuentas, será un gran embrollo. ¿Por qué? Porque siempre dices que lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás. Todo esto te reconforta y lo disfrutas mucho, pero al mismo tiempo te causará muchos problemas, y hará que no puedas tener una visión o postura clara en muchos asuntos. Por supuesto, también te incapacita para entender claramente cuáles son los requisitos y las normas de Dios para ti cuando te encuentras con estas situaciones, o qué resultado deberías conseguir. Estas cosas suceden porque no eres meticuloso con nada; vienen causadas por tu actitud y tu punto de vista confusos. ¿Acaso no querer para los demás lo que no quieras para ti es la actitud tolerante que deberías tener hacia las personas y las cosas? No, no lo es. No es más que una teoría que parece correcta, noble y amable desde fuera, pero que en realidad es algo absolutamente negativo. Es evidente que no es ni mucho menos un principio-verdad al que la gente debería adherirse. Dios no le exige a la gente que no quiera para los demás lo que no quiera para sí, sino que tenga claros los principios que debe observar al gestionar las diferentes situaciones. Si es correcto y está en línea con la verdad de las palabras de Dios, entonces debes aferrarte a ello. Y no solo te tienes que aferrar a ello, sino que tienes que amonestar, persuadir y hablar con otros, para que entiendan exactamente cuáles son las intenciones de Dios y cuáles son los principios-verdad. Esta es tu responsabilidad y obligación. Dios no te pide que tomes el camino del medio, y mucho menos te pide que presumas de lo generoso que es tu corazón. Debes aferrarte a las cosas que Dios te ha amonestado y enseñado, y a lo que Dios expresa en Sus palabras: los requisitos, los criterios y los principios-verdad que la gente debe observar. No solo debes aferrarte y ceñirte a ellos para siempre, sino que también debes practicar estos principios-verdad liderando con el ejemplo, así como persuadiendo, supervisando, ayudando y guiando a otros para que se aferren a ellos, los observen y practiquen de la misma manera que lo haces tú. Dios exige que hagas esto; esto es lo que Él te encomienda. No puedes exigirte a ti mismo e ignorar a los demás. Dios exige que adoptes la postura correcta en los asuntos, que te aferres a los criterios correctos y que sepas con precisión cuáles son los criterios de las palabras de Dios, y que descubras con precisión cuáles son los principios-verdad. Incluso si no puedes lograr esto, incluso si no estás dispuesto, si no te gusta, si tienes nociones, o si te resistes a ello, debes tomarlo como tu responsabilidad, como tu obligación. Debes hablar con la gente sobre las cosas positivas que provienen de Dios, sobre las cosas que son correctas y adecuadas, y usarlas para ayudar, impactar y guiar a otros, para que la gente pueda beneficiarse y ser edificada por ellas, y caminar por la senda correcta en la vida. Es tu responsabilidad, y no debes aferrarte obstinadamente a la idea de que lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás, que Satanás te ha metido en la cabeza. A ojos de Dios, ese dicho es solo una filosofía para los asuntos mundanos; es una forma de pensar que contiene los trucos de Satanás; no es para nada la senda correcta ni es una cosa positiva. Lo único que Dios quiere que seas es una persona recta que comprenda claramente lo que debe y no debe hacer. Él no quiere que seas una persona complaciente ni nades entre dos aguas; no te invita a tomar el camino del medio. Cuando un asunto tiene que ver con los principios-verdad, debes decir lo que hay que decir, y entender lo que hay que entender. Si alguien no entiende algo, pero tú sí, y le puedes dar indicaciones y ayudarle, entonces debes cumplir sin falta con esta responsabilidad y obligación. No debes limitarte a echarte a un lado del camino y quedarte mirando, y mucho menos debes aferrarte a las filosofías que Satanás te ha metido en la cabeza, como por ejemplo no querer para los demás lo que no quieras para ti. ¿Lo entiendes? (Sí). Lo correcto y positivo es así aunque no te guste, no estés dispuesto a hacerlo, no seas capaz de hacerlo y lograrlo, te resistas a ello o tengas nociones en contra. La esencia de las palabras de Dios y la verdad no van a cambiar solo porque la humanidad tenga unas actitudes corruptas y ciertas emociones, sentimientos, deseos y nociones. La esencia de las palabras de Dios y la verdad no cambian jamás. Tan pronto como conozcas, comprendas, experimentes y alcances las palabras de Dios y la verdad, tendrás la obligación de compartir tus testimonios vivenciales con otra gente. De ese modo, todavía más gente comprenderá las intenciones de Dios, comprenderá y alcanzará la verdad, entenderá las exigencias y los criterios de Dios y captará los principios-verdad. Con ello, estas personas conseguirán tener una senda de práctica ante los problemas de la vida diaria y no se confundirán ni se quedarán encadenadas a las diversas ideas y opiniones de Satanás. El dicho de conducta moral “lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás” es real y verdaderamente una astuta trama de Satanás para controlar la mente de las personas. Si siempre defiendes esto, entonces eres alguien que vive según las filosofías satánicas; una persona que vive por completo en un carácter satánico. Si no sigues el camino de Dios, entonces no amas ni persigues la verdad. Da igual lo que pase, el principio que debes seguir y lo más importante que debes hacer es ayudar a la gente tanto como puedas. No debes practicar lo que dice Satanás, que es “lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás”, y ser un complaciente “inteligente” con los demás. ¿Qué significa ayudar a la gente en la medida de lo posible? Significa cumplir con tus responsabilidades y obligaciones. En cuanto veas que algo forma parte de tus responsabilidades y obligaciones, deberás compartir las palabras de Dios y la verdad. Eso es lo que significa cumplir con tus responsabilidades y obligaciones. Esta enseñanza, ¿ha aclarado en esencia el dicho de conducta moral “lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás”? ¿Lo habéis entendido? (Sí). Este enunciado es relativamente fácil de discernir, y vosotros podéis reconocer lo que tiene de malo sin excesivas deliberaciones. Es, sencillamente, tan absurdo que no es preciso hablar más pormenorizadamente de él.
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