Qué significa perseguir la verdad (13) Parte 1

En la última reunión compartimos y diseccionamos principalmente el dicho “muere con las botas puestas” de la cultura tradicional. Los dichos y teorías de la cultura tradicional que Satanás utiliza para adoctrinar a la gente no son correctos, como tampoco lo son las palabras altisonantes que hace acatar a la gente. Al contrario, surten el efecto de desorientarla, descarriarla y de confinar su pensamiento. Al educar, adoctrinar e influir a las masas con estas ideas y opiniones equivocadas de la cultura tradicional, el objetivo final es tranquilizarlas para que se sometan al dominio de la clase dirigente, y que incluso sirvan a los gobernantes con la lealtad de quienes aman su país y su partido y están decididos a proteger su hogar y salvaguardar el Estado. Esto basta para demostrar que el Gobierno nacional populariza la formación cultural tradicional para facilitar el control de los gobernantes sobre el género humano y sobre la totalidad de los diversos grupos étnicos, y para seguir reforzando la estabilidad del régimen de los gobernantes y la armonía y estabilidad de la sociedad bajo su control. Independientemente de cómo la clase dirigente propague, promueva y popularice la formación cultural tradicional, en general, estos dichos sobre la conducta moral han desorientado y descarriado al pueblo y han perturbado gravemente su capacidad de diferenciar la verdad de la mentira, el bien del mal, lo correcto de lo incorrecto y las cosas positivas de las negativas. También cabe afirmar que estos dichos sobre la conducta moral les dan totalmente la vuelta a las cosas, mezclan la verdad con la mentira y desorientan al público general, con lo que el pueblo se deja desorientar por estos puntos de vista de la cultura tradicional en un contexto en que no sabe lo que está bien y lo que está mal, lo que es verdad y lo que es mentira, lo que es positivo y lo que es negativo, lo que viene de Dios y lo que viene de Satanás. El modo en que la cultura tradicional define todo tipo de cosas y categoriza a todo tipo de personas como buenas o malas, bondadosas o malvadas, ha perturbado, desorientado y descarriado a los seres humanos, hasta el punto de confinar los pensamientos de la gente en los diversos dichos sobre la conducta moral que la cultura tradicional defiende, de modo que no pueda liberarse. En consecuencia, muchas personas juran voluntariamente lealtad a los reyes diabólicos, con lo que demuestran una devoción ciega hasta el fin y honran ese juramento hasta la muerte. Esta situación ha continuado hasta el presente, pero pocas personas han entrado en razón. Aunque hoy día muchas personas que creen en Dios reconocen la verdad, tienen muchos obstáculos para aceptarla y ponerla en práctica. Cabe decir que estos obstáculos provienen principalmente de las ideas y puntos de vista de la cultura tradicional, los cuales hace tiempo que han arraigado en su interior. Primero la gente los aprendió, y siguen siendo dominantes: ya controlan los pensamientos de la gente, lo que genera muchísimos obstáculos y muchísima renuencia en ella como para aceptar la verdad y someterse a la obra de Dios. Esto, por un lado. Por otro, esto sucede porque la gente tiene un carácter corrupto, fruto, en parte, de la forma en que la cultura tradicional la desorienta y corrompe. La cultura tradicional ha influido e interferido gravemente en las opiniones de la gente acerca de cómo evaluar el bien y el mal, la verdad y la mentira, y ha hecho que la gente tenga muchas nociones, ideas y opiniones falaces. Por eso la gente es incapaz de comprender positivamente las cosas positivas, bellas y buenas, las leyes de todas las cosas creadas por Dios y el hecho de que Dios gobierna sobre todas las cosas. Por el contrario, la gente está rebosante de nociones y de todo tipo de ideas difusas e irreales. Son las consecuencias de las diversas ideas que Satanás le inculca. Desde otra perspectiva, los diversos dichos sobre la conducta moral de la cultura tradicional son falsos y corrompen el pensamiento de las personas, perturban su mente y deterioran sus procesos normales de pensamiento, lo que repercute gravemente sobre su aceptación de las cosas positivas y de la verdad, y también afecta gravemente a su comprensión y entendimiento puros de las leyes y reglas de todas las cosas creadas por Dios.

En cierto sentido, los diversos dichos sobre la conducta moral de la cultura tradicional han perturbado las formas correctas de pensar con las que la gente distingue el bien del mal, trastornando también su libre albedrío. Además, al haber aceptado estos diversos dichos sobre la conducta moral, los seres humanos se han vuelto hipócritas y falsos. Se les da bien fingir —hasta el punto de no llamar a las cosas por su nombre, de darles la vuelta y de considerar las cosas negativas, feas y malas como positivas, bellas y buenas, y viceversa— y ya han llegado a la fase de venerar el mal. En toda la sociedad humana, independientemente de la época o la dinastía, las cosas que los seres humanos defienden y veneran son, básicamente, estos dichos sobre la conducta moral de la cultura tradicional. Bajo la severa repercusión de estos dichos sobre la conducta moral —o sea, bajo su adoctrinamiento, cada vez más profundo y exhaustivo—, la gente los adopta inconscientemente como los pivotes y leyes de la existencia. La gente los acepta por entero sin discernimiento y los considera positivos, una ideología y unos criterios orientativos sobre cómo debe tratar a los demás, contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar. La gente los considera leyes supremas para abrirse camino en sociedad, conseguir fama y prestigio o que los aprecien y veneren. Por ejemplo, en cualquier grupo en cualquier sociedad o nación y en cualquier época, las personas a las que aprecian, veneran y proclaman como las mejores de la especie humana no son más que lo que los seres humanos denominan ejemplos morales. Sin importar qué vida lleven esas personas entre bastidores, las intenciones y motivaciones de sus actos, cuál sea su esencia-humanidad, cómo se comporten y traten a los demás realmente ni cuál sea su esencia bajo ese manto de conducta moral primorosa y buena, a nadie le importan estas cosas ni trata de indagar más a fondo. Mientras sean leales y patriotas y muestren lealtad a los gobernantes, el pueblo las idolatra y canta sus alabanzas, y hasta las emula como héroes, pues todo el mundo se basa en la conducta moral externa de una persona para valorar si es bondadosa o malvada, buena o mala, y para evaluar su reputación. Aunque la Biblia documenta claramente las historias de una serie de santos y sabios de la Antigüedad, como Noé, Abraham, Moisés, Job y Pedro, así como las de muchos profetas y demás, y aunque mucha gente conoce dichas historias, todavía no hay país, nación ni grupo que promueva ampliamente la humanidad y el carácter moral de estos santos y sabios de la Antigüedad —ni ejemplos de su adoración a Dios, ni siquiera del corazón temeroso de Dios que revelaron—, sea en la sociedad, en la nación entera o entre el pueblo. No lo hace ningún país, nación ni grupo. Incluso los países donde el cristianismo es la religión oficial, o aquellos con poblaciones predominantemente religiosas, siguen sin señalar ni venerar el carácter humano de estos santos y sabios de la Antigüedad ni sus historias de temor y sumisión a Dios, tal y como están documentadas en la Biblia. ¿Qué problema denota esto? Que el género humano corrupto ha caído tan bajo que la gente siente aversión por la verdad y las cosas positivas, y venera el mal. Si Dios no hablara y obrara personalmente entre la gente dejándole claro lo que es positivo y lo que es negativo, lo que está bien y lo que está mal, lo que es bello y bueno y lo que es feo, etc., el género humano nunca podría distinguir el bien del mal ni las cosas positivas de las negativas. Desde los comienzos de la especie humana, incluso en el transcurso del desarrollo humano, estos hechos y registros históricos de las apariciones y obras de Dios se han transmitido hasta nuestros días en algunos países y grupos étnicos de Europa y las Américas. Sin embargo, los seres humanos siguen sin saber distinguir lo positivo de lo negativo, ni lo bello y bueno de lo feo y malo. Los seres humanos no solo no distinguen, sino que además aceptan activa y voluntariamente todo tipo de afirmaciones de Satanás, como los dichos sobre la conducta moral, así como definiciones y conceptos incorrectos de Satanás sobre personas, cuestiones y cosas diversas. ¿Qué demuestra esto? ¿Acaso que el género humano sencillamente no tiene el instinto de aceptar de manera autónoma las cosas positivas, ni el de distinguir las cosas positivas de las negativas, el bien del mal, lo correcto de lo incorrecto, la verdad de la mentira? (Sí). Entre el género humano prevalecen al mismo tiempo dos tipos de cosas, una de las cuales viene de Satanás, mientras que la otra viene de Dios. No obstante, al final, en toda la sociedad humana y a lo largo de toda la historia del desarrollo humano, las palabras pronunciadas por Dios y todas las cosas positivas que Él enseña y explica al género humano no pueden ser veneradas por toda la especie humana, y ni siquiera pueden volverse predominantes entre ella, ni inducir pensamientos correctos en las personas, ni guiarlas para que vivan con normalidad entre todas las cosas creadas por Dios. La gente está inconscientemente guiada por los diversos comentarios, ideas y conceptos de Satanás, por estos puntos de vista equivocados. Vive así, pero no de forma pasiva, sino activa. A pesar de lo que Dios ha hecho, de Sus logros al crear y gobernar sobre todas las cosas y de las muchas palabras que ha dejado Su obra en algunos países, así como de las definiciones de personas, cuestiones y cosas diversas que se han transmitido hasta nuestros días, los seres humanos continúan viviendo inconscientemente bajo la influencia de las diversas ideas y opiniones que Satanás le inculca a la gente. Estas ideas y opiniones diversas, inculcadas y defendidas por Satanás, son las dominantes en toda la sociedad humana, incluso en países donde el cristianismo está muy extendido. En cambio, por muchos enunciados, ideas y opiniones positivos, y por muchas definiciones positivas de personas, cuestiones y cosas que Dios deje al género humano al realizar Su obra, solo están presentes en ciertos rincones o, peor aún, solo los alberga un número muy pequeño de personas de grupos étnicos minoritarios y solo perduran en boca de algunas personas, pero no los pueden aceptar activamente los seres humanos como cosas positivas que los guíen y conduzcan en la vida. A juzgar por la comparación de estos dos tipos de cosas y por las distintas actitudes del género humano hacia las cosas negativas de Satanás y las diversas cosas positivas de Dios, toda la especie humana se encuentra en manos del maligno. Esto es así y cabe afirmarlo con certeza. Esta realidad implica principalmente que los pensamientos de la gente, su mentalidad y su modo de lidiar con las demás personas, asuntos y cosas están controlados, influidos, manipulados, y hasta confinados por las diversas ideas y opiniones de Satanás. A lo largo de la historia del desarrollo humano, en toda etapa o período —ya sea una era relativamente atrasada o la era actual de desarrollo económico— y en toda región, nacionalidad o grupo de personas, las formas y fundamentos de existencia del género humano y sus ideas sobre cómo lidiar con las personas, asuntos y cosas se basan en las diversas ideas inculcadas por Satanás a la gente, no en las palabras de Dios. Es muy lamentable. Dios viene a realizar Su obra y a salvar al género humano en una situación en que los seres humanos han sido muy profundamente corrompidos por Satanás y en la que sus pensamientos y puntos de vista, así como sus formas de contemplar a todo tipo de personas, asuntos y cosas y sus maneras de vivir y abordar el mundo, están completamente confinados por las ideas de Satanás. Uno puede imaginarse lo dura y difícil que es la obra de Dios de salvar al género humano en semejante contexto. ¿Qué tipo de contexto es este? Él viene a realizar Su obra en un contexto en que el corazón y la mente de las personas llevan mucho tiempo totalmente impregnados y confinados por filosofías y venenos satánicos. No viene a realizar Su obra en un contexto en que la gente no tiene ideologías ni ningún punto de vista sobre las personas, asuntos y cosas, sino en un contexto en que la gente tiene sus propias formas de contemplarlas, y en que estas formas de contemplar, pensar y vivir han resultado gravemente desorientadas y descarriadas por Satanás. Es decir, Dios viene a obrar y salvar al género humano en un contexto en que los seres humanos han aceptado por entero las ideas y opiniones de Satanás, y están plagados, impregnados, esclavizados y controlados por las ideas satánicas. Este es el tipo de personas a quienes va a salvar Dios, lo que demuestra lo difícil que es Su obra. Dios quiere que dichas personas, impregnadas y confinadas por las ideas satánicas, logren reconocer de nuevo y distinguir las cosas positivas de las negativas, la belleza de la fealdad, lo correcto de lo incorrecto, la verdad de la falacia maligna, y finalmente lleguen a ser capaces de aborrecer y rechazar de todo corazón las diversas ideas y falacias que les ha inculcado Satanás y, así, aceptar todos los puntos de vista y maneras de vivir correctos que provienen de Dios. Este es el sentido concreto de la salvación del género humano por parte de Dios.

Sin importar qué época humana sea, qué etapa de desarrollo haya alcanzado la sociedad ni cuál sea el método de gobierno de los dirigentes —ya sea una dictadura feudal o un sistema socialdemócrata—, nada de esto cambia el hecho de que en la sociedad humana abundan las diversas teorías ideológicas y dichos sobre la conducta moral por los que aboga Satanás. Desde la sociedad feudal hasta la sociedad moderna, a pesar de que el ámbito, los principios guía y las formas de gobierno de los dirigentes cambian una y otra vez, y de que el número de los diversos grupos étnicos, razas y credos también cambia constantemente, el veneno de los diversos dichos de la cultura tradicional que Satanás le inculca a la gente todavía está muy extendido y propagándose, con lo que arraiga hondamente en sus pensamientos y en lo más profundo de su alma, controlando su forma de existencia e influyendo en sus pensamientos y puntos de vista sobre las personas, asuntos y cosas. Por supuesto, este veneno también afecta gravemente a las actitudes de las personas hacia Dios, y corroe considerablemente la voluntad y el anhelo de aceptar la verdad y la salvación del Creador que tienen los seres humanos. Por tanto, los dichos sobre la conducta moral representativos que derivan de la cultura tradicional siempre han controlado el pensamiento de la gente en toda la especie humana, y su posición y rol dominantes entre esta nunca han cambiado en ningún período ni contexto social. Sin importar en qué época gobierne un dirigente, si es diligente o retrógrado o si su método de gestión es democrático o dictatorial, nada de esto puede frenar ni erradicar la desorientación y el control que ejercen sobre los seres humanos las ideas y puntos de vista de la cultura tradicional. En cualquier período histórico o grupo étnico, por mucho que la fe humana haya progresado o padecido cambios, y por mucho que los seres humanos hayan progresado y cambiado en lo referido a su concepto de la vida y tendencias sociales, la influencia en el pensamiento humano de los dichos sobre la conducta moral de la cultura tradicional nunca ha cambiado, y su efecto sobre las personas nunca ha perdido su poder. Desde este punto de vista, los dichos sobre la conducta moral han confinado demasiado a fondo el pensamiento de la gente, lo que ha repercutido gravemente no solo en la relación entre los seres humanos, sino también en las actitudes de la gente hacia la verdad, y ha afectado y perjudicado gravemente la relación entre los seres humanos creados y el Creador. Naturalmente, también cabe afirmar que Satanás utiliza las ideas de la cultura tradicional para seducir, desorientar, insensibilizar y confinar a la especie humana que Dios creó, y que con estos métodos le arrebata a Dios los seres humanos. Cuanto más se difundan entre el género humano las ideas de conducta moral de la cultura tradicional, y cuanto más arraiguen en el corazón de la gente, más alejados estarán los seres humanos de Dios y más remota será su esperanza de salvación. Piénsalo: antes de que la serpiente sedujese a Adán y Eva para que comieran el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, creían que Jehová Dios era su Señor y Padre. Sin embargo, cuando la serpiente sedujo a Eva diciéndole: “¿Ha dicho Dios: no debéis comer de cada árbol del jardín?” (Génesis 3:1)*, y “No es que ciertamente moriríais, porque Dios sabe que el día que comáis de él, vuestros ojos se abrirán y seréis como Dios, y conoceréis lo bueno y lo malo” (Génesis 3:4-5)*, Adán y Eva se doblegaron ante la seducción de la serpiente y pronto cambió su relación con Dios. ¿Qué clase de cambio se produjo? Ya no se presentaban desnudos ante Dios, sino que buscaban objetos con que taparse y ocultarse, y evitaban la luz de la presencia de Dios; cuando Dios los buscaba, se escondían de Él y ya no le hablaban cara a cara como antes. Este cambio en la relación de Adán y Eva con Dios no se produjo porque comieran el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, sino porque las palabras pronunciadas por la serpiente —Satanás— le inculcaron un tipo de pensamiento equivocado a la gente, seduciéndola y descarriándola para que dudara de Dios y se apartara y ocultara de Él. En consecuencia, la gente ya no quería contemplar directamente la luz de la presencia de Dios ni presentarse ante Él completamente destapada, y se generó un distanciamiento entre la gente y Dios. ¿Cómo se produjo este distanciamiento? No por cambios en el entorno ni por el paso del tiempo, sino porque cambió el sentir de la gente. ¿Cómo cambió el sentir de la gente? La propia gente no tomó la iniciativa de cambiar. Más bien, el cambio se produjo a causa de las palabras pronunciadas por la serpiente, que sembraron la discordia en la relación de la gente con Dios, la distanciaron de Él e hicieron que evitara la luz de Su presencia, rehuyera Su cuidado y dudara de Sus palabras. ¿Cuáles fueron las consecuencias de dicho cambio? Que la gente ya no era como antes, que su corazón y su pensamiento ya no eran tan puros y que ya no consideraba a Dios como Dios ni como Aquel más cercano a ella, sino que dudaba de Él y lo temía, con lo que se apartó de Él y empezó a tener una mentalidad de querer ocultarse y apartarse de Él, y este fue el comienzo de la caída del género humano. El comienzo de esta caída se originó en las palabras que Satanás pronunció, unas palabras venenosas, seductoras y descarriadas. Los pensamientos que estas palabras le inculcaron a la gente la hicieron dudar, malinterpretar y desconfiar de Dios, distanciándola de Él de modo que no solo ya no quería mirarlo a la cara, sino que además quería esconderse de Él y hasta dejó de creer lo que Él decía. ¿Qué dijo Dios al respecto? Dios dijo: “De cada árbol del jardín puedes comer libremente, pero no debes comer del árbol del conocimiento del bien y el mal porque el día que comas de él, definitivamente morirás” (Génesis 2:16-17).* Satanás, en cambio, dijo que quienes comieran el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal no necesariamente morirían. A raíz de las palabras desorientadoras pronunciadas por Satanás, la gente empezó a dudar y a negar las palabras de Dios; es decir, la gente incubó en su interior unas opiniones acerca de Dios y dejó de ser tan pura como antes. A consecuencia de estas opiniones y dudas que tenía la gente, esta dejó de creer en las palabras de Dios, en que Él es el Creador y en que hay una relación ineludible entre las personas y Dios, e incluso dejó de creer que Dios puede protegerlas y cuidarlas. Desde el momento en que la gente dejó de creer estas cosas, ya no quiso aceptar el cuidado y la protección de Dios, ni mucho menos ninguna palabra salida de la boca de Dios. La caída del género humano comenzó a raíz de las palabras seductoras de Satanás, a partir de una idea y una opinión que Satanás le inculcó a la gente. Por descontado, también comenzó a raíz de que Satanás sedujera, descarriara y desorientara a la gente. Esta idea y opinión que Satanás le inculcó a la gente hizo que esta dejara de creer en Dios y en Sus palabras, y también que dudara de Dios, lo malinterpretara, recelara de Él, se escondiera de Él, se apartara de Él, negara lo que Él dijera, negara Su misma identidad y hasta negara que las personas provienen de Dios. Así seduce y corrompe Satanás a la gente paso a paso, trastornando y dañando su relación con Dios y también dificultando que los seres humanos se presenten ante Dios y acepten cualquier palabra salida de Su boca. Satanás trastorna constantemente la voluntad de las personas de buscar la verdad y aceptar las palabras de Dios. Impotente para resistirse a los diversos comentarios de Satanás, la gente se deja desgastar e impregnar inconscientemente por ellas, y finalmente degenera hasta el punto de convertirse en enemiga y rival de Dios. Estos son fundamentalmente la repercusión y el perjuicio que los dichos sobre la conducta moral tienen sobre el género humano. Naturalmente, al hablar sobre estas cosas, también las estamos diseccionando de raíz para que la gente adquiera una comprensión básica de cómo Satanás corrompe al género humano y con qué métodos. La principal táctica de Satanás para corromper al género humano consiste en dirigirse a los pensamientos y opiniones de las personas, destruir la relación entre estas y Dios y arrancarlas de Él paso a paso. Al principio, al oír las palabras de Dios, la gente las creía correctas y quería actuar y practicar de acuerdo con ellas. En esta situación, Satanás utilizó todo tipo de ideas y palabras para corroer y desintegrar poco a poco la única pizca de fe, determinación y aspiración que tenía la gente, junto con las pocas cosas y deseos ligeramente positivos a los que se aferraba, y los sustituyó por sus propios dichos, definiciones, opiniones y nociones de cosas varias. Así la gente se deja controlar, sin darse cuenta, por las ideas de Satanás y se convierte en prisionera y esclava suya, ¿no es el caso? (Sí). En la historia del género humano, cuanto más profunda y concretamente aceptan los seres humanos las ideas de Satanás, más se distancia la relación entre los seres humanos y Dios, y más se aleja de la gente el mensaje de que “los seres humanos son seres creados y Dios es el Creador”, y ya no lo cree ni admite tanta gente. Por el contrario, consideran que este mensaje es un mito y una leyenda, un hecho inexistente y una falacia diabólica, e incluso algunas personas lo condenan como herejía en la sociedad actual. Hay que decir que todo esto es el resultado y la repercusión de las diversas falacias malignas de Satanás, que se difunden ampliamente entre el género humano. También hay que decir que, a lo largo de la historia del desarrollo humano, bajo el pretexto de hacer cosas tan positivas como enseñar a la gente, regular sus palabras y actos, etc., Satanás ha arrastrado al género humano paso a paso hacia el abismo del pecado y la muerte, con lo que la ha alejado de la luz de la presencia de Dios, de Su cuidado y protección y de Su salvación. El Antiguo Testamento de la Biblia deja constancia de testimonios de mensajeros de Dios que fueron a hablar con la gente y a vivir entre ella, pero esas cosas han dejado de estar presentes en los últimos dos milenios. El motivo es que en toda la especie humana ya no hay nadie como los santos y sabios de la Antigüedad que constan en la Biblia, como Noé, Abraham, Moisés, Job o Pedro, y toda la especie humana está impregnada y esclavizada por las ideas y comentarios de Satanás. Esta es la verdad de la cuestión.

Lo que acabamos de compartir es un aspecto de la esencia de los dichos sobre la conducta moral de la cultura tradicional, y también señala, demuestra y simboliza la corrupción del género humano a manos de Satanás. A partir de la esencia de estos problemas, se aprecia que todos los seres humanos sin excepción —sean niños pequeños o ancianos, de cualquier clase u origen social— están confinados por los diversos comentarios de Satanás sin distinción de hasta qué punto, y llevan exclusivamente una forma de existencia impregnada de ideas satánicas. Por supuesto, ¿cuál es la realidad innegable? Que Satanás corrompe a la gente. Lo que corrompe no son los diversos órganos de los seres humanos, sino sus pensamientos. Corrompiendo los pensamientos de los seres humanos, pone a todo el género humano en contra de Dios, de modo que los seres humanos que Él creó no pueden adorarlo y, en cambio, aprovechan todo tipo de ideas y puntos de vista de Satanás para rebelarse contra Dios, resistirse a Él, traicionarlo y rechazarlo. Esta es la ambición de Satanás, su astuta trama y, claro está, su auténtico rostro, y así corrompe al género humano. Sin embargo, por muchos milenios que lleve corrompiendo Satanás a los seres humanos, por muchos hechos que señalen esto, por muy distorsionadas y absurdas que sean las diversas ideas y opiniones con que los corrompe, y por muy confinados por ellas que estén los pensamientos humanos —en definitiva, independientemente de todo esto—, cuando Dios llega para realizar Su obra de salvación de la gente y cuando expresa la verdad, aunque la gente viva en semejante contexto, aun así Dios puede arrebatársela a Satanás de su poder y conquistarla. Y, por supuesto, Dios puede hacer aun así que la gente comprenda la verdad en Su castigo y juicio, conozca la esencia y verdad de su corrupción, se despoje de su carácter satánico, se someta a Él, lo tema y evite el mal. Este es el resultado final inevitable y también una tendencia por la cual el plan de gestión de 6000 años de Dios definitivamente se materializa y Dios se aparece a todos los países y pueblos con Su glorificación. Según las palabras de Dios, “Dios es tan bueno como Su palabra, y Su palabra se cumplirá, y lo que se cumple dura para siempre”. Esta frase es cierta. ¿Vosotros lo creéis? (Sí). Es una realidad que sin duda sucederá, porque la última etapa de la obra de Dios es la de proveer la verdad y la vida al género humano. En un breve espacio de poco más de treinta años, un considerable número de personas se han presentado ante Dios, han sido conquistadas por Él y ya lo siguen con inquebrantable determinación. No quieren provecho alguno de Satanás, están dispuestas a aceptar el castigo y juicio de Dios, así como Su salvación, y todas ellas están dispuestas a retomar su posición de seres creados y a aceptar la soberanía y las disposiciones del Creador. ¿No es señal de que el plan de Dios se está materializando? (Sí). Es un hecho comprobado, un hecho que además ya ha sucedido y, por supuesto, ya está pasando y ha pasado. Sin importar cómo corrompa Satanás al género humano ni los métodos que emplee, Dios siempre tendrá algún modo de arrebatarle a los seres humanos de su poder, salvarlos, llevarlos de nuevo ante Él y restaurar la relación entre el género humano y el Creador. Estas son la omnipotencia y autoridad de Dios y, lo creas o no, tarde o temprano llegará ese día.

Las citas bíblicas marcadas (*) han sido traducidas de AKJV.

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