Qué significa buscar la verdad (2) Parte 2

Creer en Dios no consiste en recibir la gracia ni la tolerancia y la piedad de Dios. ¿Y en qué consiste? En ser salvo. ¿Y cuál es el signo de la salvación? ¿Qué criterios exige Dios? ¿Qué se necesita para ser salvo? Corregir el propio carácter corrupto. Este es el quid de la cuestión. Por tanto, en resumidas cuentas, en realidad no importa cuánto hayas sufrido, cuánto precio hayas pagado ni hasta qué punto te proclames un creyente sincero; si, al final, tu carácter corrupto no se ha corregido en absoluto, eso significa que no eres una persona que busca la verdad. También puede decirse que, como no buscas la verdad, tu carácter corrupto no se ha corregido. Esto significa que no te has embarcado en modo alguno en la senda de la salvación; que todo aquello que manifiesta Dios y toda la obra que lleva a cabo para salvar al hombre no han logrado nada en ti, no han servido para que des testimonio y no han fructificado en ti. Dios dirá: “Ya que has sufrido y pagado un precio, te he concedido la gracia, las bendiciones, el cuidado y la protección que mereces en esta vida y este mundo. Pero tú no participas de lo que merece el hombre tras salvarse. ¿Por qué? Porque ya te he otorgado lo que mereces en esta vida y este mundo; en cuanto a lo que el hombre merece después de la salvación, para ti no hay nada porque no emprendiste la senda de búsqueda de la verdad”. Tú no te encuentras entre los que se salvarán, no has llegado a ser un auténtico ser creado y Dios no te quiere. Dios no quiere a aquellos que simplemente trabajan, corren de acá para allá, sufren y pagan un precio por Él, aquellos que de alguna manera creen sinceramente y tienen un poco de fe y nada más. Dichas personas se pueden encontrar en todas partes en Sus grupos de creyentes. En pocas palabras, hay muchísima gente así, un número inimaginable de personas que trabajan y prestan servicio a Dios. Si se trata de personas predestinadas y escogidas por Dios, reconducidas por Él a Su casa, ninguna de ellas se resistiría a trabajar y prestarle servicio. ¿Por qué? Porque eso es muy fácil. Por eso hay tantas personas que prestan servicio y trabajan para Dios. Incluso hay anticristos y personas malvadas capaces de hacer esto también, como Pablo. ¿No hay demasiada gente como Pablo? (Sí). Si fueras a una iglesia y predicaras así: “Mientras estés dispuesto a correr de acá para allá, sufrir y pagar un precio por Dios, te aguardará una corona de justicia”; ¿crees que responderían muchas personas a tu llamada? Muchísimas. Sin embargo, por desgracia, al final no son esas las personas a las que Dios salvará o que puedan salvarse. Esas personas tan solo se quedan en la fase de prestación de servicio; únicamente están dispuestas a prestar servicio a Dios. En pocas palabras, estas personas solo están dispuestas a trabajar a cambio de la buenaventura de Dios, de Su gracia y Sus bendiciones. No desean cambiar sus métodos de supervivencia, ni su forma de vida ni los cimientos en que se apoyan para sobrevivir; no quieren aceptar el juicio y castigo de Dios para transformar su carácter corrupto ni buscar la verdad para alcanzar la salvación. Naturalmente, también se podría afirmar que estas personas solo están dispuestas a sufrir y pagar un precio, que solo están dispuestas a abandonar y sacrificar cuanto tienen, que entregan todo lo que pueden sin importar el coste y que están dispuestas a trabajar en todo lo posible; no obstante, si les pides que se conozcan a sí mismas, que acepten la verdad, que corrijan su carácter corrupto, que abandonen la carne, que practiquen la verdad, que dejen la maldad y se vuelvan hacia Dios como los ninivitas, que presten atención a Sus palabras y que vivan de acuerdo con ellas, les resultaría extremadamente difícil. ¿No es así? (Sí). ¿No es bastante dificultoso? Si Dios ha obrado tanto y pronunciado tantas palabras, ¿por qué le parece tan difícil a la gente buscar la verdad? ¿Por qué es siempre apática hacia ella? Incluso después de oír sermones durante años, sigue sin intención de transformarse. Nunca se ha arrepentido sinceramente ante Dios en el fondo de su corazón ni ha reconocido o aceptado realmente el hecho de que tiene un carácter corrupto. Tanto en su forma de ver las cosas como en sus acciones, nunca ha dejado de lado sus puntos de vista y ha buscado la verdad; no aborda los asuntos con la actitud de cambiar de puntos de vista y arrepentirse ante Dios. Por eso hay muchas personas que han vivido y trabajado mucho, que llevan bastante tiempo en su deber, pero que todavía no pueden dar testimonio. Aún no tienen conocimiento ni experiencia de las palabras de Dios y, cuando hablan de su experiencia y conocimiento de ellas, se sienten muy avergonzadas e impotentes y parecen sumamente ineptas. El motivo es que no tienen conocimiento de la verdad ni les interesa. Trabajar, por otro lado, es muy sencillo, muy fácil. Así pues, todo el mundo está dispuesto a prestar servicio a Dios, pero no opta por buscar la verdad.

Ahora bien, dicho esto, ¿qué significa exactamente buscar la verdad? Hemos dicho muchísimas cosas; ¿no deberíamos definir el significado de buscar la verdad? ¿Podéis definirlo? Debería ser una definición bastante simple, ¿no? ¿Se os ocurrirá si reflexionáis, caviláis y meditáis acerca de las palabras? Habrá quien diga: “La búsqueda de la verdad es un tema muy amplio. No se puede expresar con claridad en unas pocas frases. Yo no sé qué decir. ¿Qué palabras pueden describirla? La búsqueda de la verdad es un asunto importante y no se podría describir y definir adecuadamente sino con las palabras más imponentes; ¡ese es el único modo de impresionar realmente a todo el mundo!”. ¿Os parece que ha de ser así? (No). Entonces, definid la búsqueda de la verdad en lenguaje cotidiano. (Buscar la verdad significa corregir nuestro carácter corrupto por medio de la verdad). ¿Se considera eso una definición? ¿Vais a sacar una conclusión con esto? ¿Es fácil definir la búsqueda de la verdad? Definirla no es tarea fácil; hay que esforzarse en meditarla. ¿Qué significa buscar la verdad? Vamos a tratar de definir eso, ¿de acuerdo? El mejor de todos los lenguajes humanos es el sencillo, coloquial y realista. No hablaremos en un idioma extraño ni con palabras grandilocuentes. Hablaremos el lenguaje cotidiano de la gente normal de manera fluida, coloquial y fácil de comprender, para que la gente entienda inmediatamente lo que hemos dicho. Salvo los menores o las personas demasiado inocentes o mentalmente enfermas como para entenderlo, cualquier adulto que piense con normalidad podrá comprender el lenguaje que hemos utilizado en cuanto lo oiga. Eso es lo que significa que el lenguaje sea coloquial, lo que se denomina lenguaje cotidiano. Entonces, ¿qué significa buscar la verdad? Contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, según las palabras de Dios, con la verdad por criterio: eso significa buscar la verdad. Así es como suena una definición precisa de la búsqueda la verdad. Pregunta: ¿Qué significa buscar la verdad? Respuesta: Contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio. Esa es la definición de la búsqueda de la verdad. Simple, ¿no? Tal vez algunos digan: “Llevas todo este tiempo hablando de lo que significa buscar la verdad, cuando esto se define nada más que con esa frase. ¿Es así de simple?”. Sí, así de simple. Es una definición muy simple, pero trata muchos temas relacionados, y todos esos temas relacionados tratan el tema de la búsqueda de la verdad. Entre dichos temas se encuentran las dificultades del hombre, sus pensamientos y perspectivas, así como la infinidad de excusas, justificaciones, métodos y actitudes del hombre hacia la búsqueda de la verdad. También se encuentra el tema de la renuencia del hombre a buscar la verdad y su negativa a buscarla, propiciadas por las actitudes corruptas del hombre. Por supuesto, las cosas de las que os he hablado —las sendas y los pasos diversos para buscar la verdad, la forma en que se busca, los resultados que se logran al buscarla y la realidad verdad que se puede apreciar en las personas que la viven— también tratan el tema de la búsqueda de la verdad. El resultado final de esto es el testimonio vivencial de las palabras de Dios y de Su obra de salvación del hombre, que se origina cuando la gente busca la verdad y practica y experimenta Sus palabras. Este es el resultado más importante. Una de las características de dicho testimonio es que lo es de los resultados de la obra de Dios; otra es que es testimonio de los efectos positivos que pueden observarse en quienes han buscado la verdad: el hecho de que se ha corregido su carácter corrupto en mayor o menor medida. Por ejemplo, alguien que era muy arrogante, arbitrario e imprudente y hacía lo que le daba la gana aprende que este es un carácter corrupto por medio de la lectura de las palabras de Dios, y luego lo admite y reconoce. Progresivamente llega a conocer el daño que ocasiona este carácter corrupto a los demás y a sí mismo: desde una perspectiva más reducida, es perjudicial para las personas, y desde una perspectiva más amplia, perturba, interrumpe y perjudica el trabajo de la iglesia. Esta es una parte de los resultados, algo que la persona aprende cuando comprende las palabras de Dios. Por otro lado, sobre la base de la revelación de las palabras de Dios, reconoce su carácter corrupto, y después, en situaciones dispuestas por Dios, poco a poco logra arrepentirse, y abandona los estilos de vida y las concepciones sobre su comportamiento y forma de actuar que tenía antes. Descubre principios y sendas de práctica entre las palabras de Dios y aborda los asuntos según los principios de práctica que Dios le ha dado. Esto es el arrepentimiento sincero y el auténtico cambio. Es capaz de comportarse y actuar según las palabras de Dios y, en última instancia, logra buscar los principios verdad en cada acción y vive, en parte, la realidad de considerar las palabras de Dios como base. Este es un ejemplo de cómo corregir un carácter arrogante. El resultado final que se obtiene es que esa persona ya no vive con arrogancia, sino que tiene conciencia y razón, es capaz de buscar los principios verdad y se somete sinceramente a la verdad; lo que practica y vive ya no está dominado por su carácter corrupto, sino que adopta la verdad como criterio y vive la realidad de las palabras de Dios; ese es el resultado. ¿No se consigue este resultado buscando la verdad? (Sí). Este es el tipo de resultado que produce la búsqueda de la verdad en una persona. Y, para Dios, vivir así supone un auténtico testimonio de Él y de Su obra, un resultado que se logra cuando un ser creado se somete al juicio, el castigo y la revelación de las palabras de Dios. Es un testimonio auténtico, algo glorioso para Dios. Para el hombre, claro está, no es algo glorioso; únicamente podría calificarse de honorable y enorgullecedor, y es el testimonio que un ser creado debe tener y vivir tras experimentar la obra de Dios. Es un efecto positivo que se logra en una persona que busca la verdad. Dios también considera dicha experiencia y dicho conocimiento, así como lo que estas personas viven, logros de Su obra. Para Él es un testimonio que se venga de Satanás con gran fuerza. Esto es lo que Dios ama y valora.

Acabamos de definir lo que significa buscar la verdad. Con esta definición, ¿se ha acercado más a la realidad vuestra idea de lo que significa buscar la verdad? (Sí). Ahora que hemos definido la búsqueda de la verdad de una forma que podéis entender, ¿cómo deberíais considerar vuestras búsquedas previas? Es posible que la gran mayoría no seáis personas que busquen la verdad. Tal vez os moleste un poco oír esto, ¿no? Volved a leer la definición. (¿Qué significa buscar la verdad? Respuesta: Contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio). Ya lo podéis afirmar con exactitud. Pensándolo mejor, ¿es correcto? (Sí). Si evaluáis vuestras búsquedas y prácticas previas en función de esta definición, ¿cuál será el resultado? Que podréis saber si actualmente estáis en posesión de la realidad verdad y verificar si vuestra conducta actual es de búsqueda de la verdad. Esta no es una manera abstracta de expresarlo, ¿a que no? Es un lenguaje bastante coloquial, ¿cierto? (Sí). Es un lenguaje normal que cualquier persona normal entiende. Aunque parezca bastante fácil de entender, la gente tiene un problema. ¿Cuál? Que, una vez que ha comprendido la definición, se siente incómoda y molesta. ¿Por qué molesta? Porque cree que sus sufrimientos anteriores y los precios que ha pagado han sido condenados, que los ha dado en vano, y eso le hace sentirse mal. Algunas personas, tras oír esto, dirán: “Oh, así que esa es la definición de la búsqueda de la verdad. Si nos atenemos a esa definición, ¿no quedaron desaprovechados todos los precios que pagamos y todos nuestros esfuerzos anteriores? Si Tú no hubieras definido lo que significa buscar la verdad, habríamos seguido pensando que lo estábamos haciendo bien en nuestra búsqueda; ahora que le has dado esta definición, ¿no se han ido al traste todas nuestras búsquedas y los precios que pagamos? ¿No se han malogrado todos nuestros sueños de coronas y premios? Si, cuando comprendemos la verdad, deberíamos recibir bendiciones y nuestros sueños deberían cumplirse, ¿por qué se nos juzga ahora que comprendemos la verdad? ¿Por qué vivimos desesperados en tinieblas? Nuestro pasado y presente han sido condenados, y a saber cómo será el futuro. Por lo que parece, no tenemos esperanza de recibir bendiciones”. ¿Es así? ¿Es correcto que la gente piense de este modo? (No). ¿Y debería pensar la gente de este modo? (No). No debería. Sin embargo, esto tiene una cosa buena: que puedes orar-leer reiteradamente esta definición de búsqueda de la verdad y luego volver la vista hacia tu pasado, mirar tu presente y mirar hacia tu futuro. Puede que te sientas molesto, pero esa sensación quiere decir que no eres insensible. Sabes cómo contemplar tu pasado, presente y futuro, cómo hacer planes para tus expectativas y cómo pensar en ellas, preocuparte por ellas e inquietarte por ellas. Eso es bueno. Demuestra que aún estás vivo, que eres una persona viva y que tu interior no ha muerto. Lo preocupante es cuando alguien se mantiene apático sin importar lo que se le diga ni la claridad con que se le enseñe la senda de búsqueda de la verdad. Piensa: “Así soy yo; ¿a quién le importa si recibo bendiciones o me sobreviene un desastre? Júzgame, condéname; ¡haz lo que quieras!”. Le digas lo que le digas, es insensible a ello. Eso trae problemas. ¿Qué quiero decir con problemas? Que, sin importar cómo le enseñes la verdad, no la comprenderá; es un muerto sin espíritu. No tiene ni idea de cosas como creer en Dios, buscar la verdad, salvarse o la obra de Dios de salvación del hombre, y no las entiende. Es como tratar de enseñar a una persona sorda a cantar o a una daltónica a combinar colores: sencillamente, no es factible. La enseñanza de estas cosas carece de trascendencia o valor para esta persona, pues, digas lo que digas, sea profundo o superficial, específico o amplio, da lo mismo: no percibe nada en ningún caso. Es como un ciego con gafas: el hecho de llevarlas o no carece de repercusión en su vista. Algunos suelen decir: “Cuando el invierno ya ha llegado, ¿cuánto puede faltar para la primavera?”, “si no me da miedo morir, ¿por qué ha de darme miedo vivir?” y “sacudo un poco las mangas, para no llevarme ni un jirón de nube”. Todas estas son palabras de personas muertas, sin espíritu, que se creen muy inteligentes. En términos espirituales, les falta entendimiento espiritual. Los que carecen de entendimiento espiritual están muertos hasta cuando están vivos. ¿Pueden entender los muertos las palabras de los vivos? Piensan: “Toda esta charla sobre la búsqueda de la verdad, la forma de contemplar a las personas y las cosas, y los comportamientos y actuaciones de uno…, ¿qué tiene que ver eso conmigo? Si no me da miedo morir, ¿por qué ha de darme miedo vivir?”. Quien piense así está acabado. Se halla entre los muertos. Así sucede con la definición de la búsqueda de la verdad. Sin importar qué intenciones o planes tengas para tu senda futura después de leer esta definición, ni tampoco cómo te transformes, todo se reduce a tu búsqueda personal. Estas son las palabras que he de decir y la obra que he de hacer. He dicho todo lo que tenía que decir y todo lo que he de decir. Si realmente amáis la verdad y tenéis voluntad de buscarla, haríais bien en adoptar la definición de búsqueda de la verdad que os he dado como objetivo y sentido de vuestra búsqueda en lo que se refiere a cómo contempláis a las personas y las cosas y cómo os comportáis y actuáis habitualmente, o adoptarla como referencia, para que así, poco a poco, podáis entrar en la realidad de las palabras de Dios y la realidad verdad. Si lo hacéis, en un futuro próximo sin duda obtendréis algo en la senda de búsqueda de la verdad. Puede que alguno diga: “Nunca es demasiado tarde para buscar la verdad”. Incorrecto: si no buscas la verdad hasta que no haya concluido la obra de Dios, en realidad será demasiado tarde. ¿Cómo se explica esta idea? La búsqueda de la verdad debe tener lugar antes de que la obra de Dios haya concluido. En pocas palabras, esta afirmación es válida antes de que Dios haya avisado de que Su obra ha llegado a su fin. Pero cuando la obra de Dios haya concluido y Él diga “no continuaré con la obra de salvación del hombre ni pronunciaré más palabras que ayuden a la gente a alcanzar la salvación o atañan a la salvación del hombre. No hablaré más de esas cosas”, Su obra realmente habrá concluido. Si esperas hasta entonces para buscar la verdad, será demasiado tarde de veras. De todas formas, si comienzas a buscar la verdad ya, aún tendrás tiempo, aún tendrás ocasión de alcanzar la salvación. De ahora en adelante, haz todo lo posible para, poco a poco, contemplar a las personas y las cosas, comportarte y actuar según las palabras de Dios, con la verdad por criterio. Esfuérzate por leer y comprender en poco tiempo todas las palabras de Dios que ponen en evidencia las actitudes corruptas del hombre y practica la introspección y el conocimiento de ti mismo. Esto supone un enorme beneficio para tu entrada en la vida. Tomemos, por ejemplo, entre las palabras de Dios que ponen en evidencia las actitudes corruptas de la humanidad, aquellas que tratan el carácter de los anticristos. ¿No son las palabras más fundamentales? (Sí). ¿Y qué debes hacer con esas palabras como base? ¿Condenarte? ¿Maldecirte? ¿Despojarte de tu futuro y tu destino? No, debes aprovecharlas para conocer tu carácter corrupto. No intentes librarte. Esta es una coyuntura por la que toda persona debe pasar. ¿Qué significa que toda persona debe pasar por ella? Pues como cuando una persona nace de un padre y una madre, crece, envejece y muere. Son coyunturas por las que toda persona debe pasar sucesivamente. ¿Qué importancia tiene buscar la verdad? La misma importancia que el alimento y la bebida diarios del hombre. Si dejaras de comer y beber a diario, tu carne no podría sobrevivir, tu vida no podría continuar. “Según las palabras de Dios” quiere decir que debes contemplar a las personas y las cosas, comportarte y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, lo que a su vez da lugar a tus perspectivas, métodos y prácticas. Naturalmente, “según las palabras de Dios” equivale a “con la verdad por criterio”. Así, en la definición de la búsqueda de la verdad, “según las palabras de Dios” es suficiente por sí solo. ¿Por qué añadir “con la verdad por criterio”? Porque hay problemas concretos que no abordan las palabras de Dios. En tales casos, debes buscar los principios verdad y contemplar a las personas y las cosas, comportarte y actuar en el marco de esos principios. Con ello alcanzarás definitivamente la rectitud absoluta. Para alcanzar la rectitud absoluta, uno debe conocer su carácter corrupto y reconocer sus manifestaciones y esencia corruptas. Luego debe arrepentirse sinceramente y, así, cambiar de verdad. Cada uno de los procesos de esta serie es indispensable, como cuando come una persona: debe meterse la comida en la boca, y después esta debe pasar por el esófago hasta el estómago, tras lo cual es digerida y asimilada. Es entonces cuando puede introducirse paulatinamente en la sangre y convertirse en los nutrientes que el cuerpo necesita. La gente busca la verdad y llega a adoptarla como criterio; después puede ponerla en práctica, vivirla y entrar en la realidad verdad. Cada uno de los procesos normales de esta secuencia es indispensable; son pasos obligatorios para toda persona que busque la verdad en su búsqueda de cualquier elemento de aquella. Tal vez alegue alguno: “A mí no me hacen falta esos pasos y procesos para buscar la verdad. La buscaré directamente, y luego la pondré en práctica y la convertiré en mi realidad”. Es una interpretación simplista, pero, si da resultado, por supuesto que es un camino mejor. Demuestra que ya has acumulado cierto conocimiento y éxito mientras conocías con frecuencia tu carácter corrupto, por lo que puedes prescindir de los procesos de análisis, conocimiento, aceptación, arrepentimiento, etc., e ir directamente a la búsqueda de los principios verdad. Para que una persona vaya directamente a la búsqueda de los principios verdad, debe tener cierta estatura. ¿Qué implica tener dicha estatura? Implica tener auténtico conocimiento de su carácter corrupto y que, cuando la persona no comprende las verdades sobre algo que le sucede, ya no necesita conocerse a sí misma, arrepentirse ni cambiar el rumbo. Lo único que necesita es alcanzar directamente una comprensión de los principios verdad y practicar después de acuerdo con ellos. Eso es suficiente. Esta no es la estatura de una persona normal. Una persona de esa estatura ha experimentado, como mínimo, el proceso de ser duramente juzgada, castigada, disciplinada y probada por Dios. Se ha sometido a Él y ya está en el camino hacia la perfección. La gente así no necesita procesos como los de conocer su corrupción, reconocerla, arrepentirse y cambiar. ¿Y vosotros? ¿A la mayoría os hace falta empezar por conoceros a vosotros mismos? Si no te conoces, serás un cínico y no te resultará fácil aceptar la verdad ni serás capaz de arrepentirte sinceramente. Si no te arrepientes sinceramente, ¿puedes someterte a la verdad? ¿Puedes someterte a Dios? En absoluto, y, en ese caso, no eres una persona que vaya a salvarse.

Tras esta enseñanza, ¿ya tenéis cierta senda de búsqueda de la verdad? ¿Confianza para buscarla? (Sí). Eso es bueno; sería preocupante que no la tuvierais. Puede que algunos os sintáis negativos después del sermón: “¡Oh, no! Yo tengo poca aptitud. Escuché el sermón, pero no entiendo nada, solo un poco de doctrina. Por lo que parece, no tengo mucho entendimiento espiritual. Siento desgana para buscar la verdad. En mi deber, lo único que puedo hacer es trabajar un poco. Tengo demasiados defectos y estoy lleno de actitudes corruptas. Supongo que esto no se puede cambiar. Así será. Me basta con ser un hacedor de servicio”. ¿Puede emprender la senda de búsqueda de la verdad alguien con unos pensamientos así de negativos? Parece un poco peligroso, ya que son estos pensamientos negativos los que conforman una gran barrera para buscar la verdad. Si uno no los corrige, no podrá emprender esta senda por muy buena que sea. Algunas personas han fallado y caído muchas veces en el camino de búsqueda de la verdad y terminan desanimadas: “Se acabó, ya no me hace falta buscar la verdad. No estoy destinado a recibir bendiciones. ¿No dijo el propio Dios ‘¿acaso tienes el rostro de alguien que puede obtener bendiciones?’? Una mirada en el espejo me muestra que tengo un aspecto normal, con los ojos apagados y unos rasgos mal proporcionados, sin la menor delicadeza. Se mire como se mire, no parezco una persona bendecida. Si Dios no lo predestinó así, la gente puede buscar todo lo que quiera, ¡que no le servirá de nada!”. Mira la mentalidad de esta gente: con tantas cosas horribles aún por resolver en su interior, ¿cómo pueden emprender el camino de búsqueda de la verdad? La búsqueda de la verdad es el asunto más importante en la vida, y lo peor que se puede hacer es vincularla siempre a la obtención de bendiciones. Uno debe corregir primero su intención de recibir bendiciones. Después, la búsqueda de la verdad vendrá un poco más rodada. Al buscar la verdad, lo más decisivo no es fijarse en si hay mucha gente en esta senda y no seguir lo que elige la mayoría, sino centrarse únicamente en esforzarse por cumplir las exigencias de Dios como hizo Pedro. Lo más importante es ver el presente con claridad y vivir en él, saber qué carácter corrupto es el que actualmente brota de ti y buscar —inmediatamente y de una vez— la verdad para corregirlo, analizándolo y conociéndolo a fondo primero, y arrepintiéndote ante Dios después. Cuando te arrepientes, es de suma importancia poner en práctica la verdad; es el único modo de lograr resultados reales. Si te limitas a decirle a Dios “Dios mío, estoy dispuesto a arrepentirme. Lo siento. Me equivoqué. ¡Te pido que me perdones!”, y piensas que eso es lo único que tienes que hacer para recibir el visto bueno de Dios, ¿funcionará? (No). Si siempre estás dispuesto a decirle a Dios “Dios mío, lo siento. Me equivoqué”, esperando, como esperas, que Dios te conteste “bien, adelante”; si vives siempre en esta situación, no podrás entrar en la verdad. ¿Y cómo debes orar y arrepentirte ante Dios? ¿Hay alguna senda? Quien tenga experiencia al respecto puede hablar un poco de ello. ¿Nadie? Parece que, normalmente, nunca oráis en arrepentimiento ni confesáis los pecados y os arrepentís ante Dios. Entonces, ¿cómo debéis renunciar a vuestros deseos e intenciones? ¿Cómo debéis corregir vuestra corrupción? ¿Tenéis una senda de práctica? Por ejemplo, si no tienes una senda por la cual corregir un carácter arrogante, debes orar a Dios de esta forma: “Dios mío, tengo un carácter arrogante. Creo que soy mejor que los demás, mejor que ellos, más inteligente, y quiero que los demás hagan lo que yo digo. Esto carece de sentido. ¿Por qué no puedo renunciar a ello pese a saber que es arrogancia? Te ruego que me disciplines y reprendas. Estoy dispuesto a renunciar a mi arrogancia y mi voluntad para buscar la Tuya en su lugar. Estoy dispuesto a escuchar Tus palabras y a aceptarlas como mi vida y mis principios de conducta. Estoy dispuesto a vivir Tus palabras. Te ruego que me guíes, te ruego que me ayudes y me conduzcas”. ¿Hay una actitud de sumisión en estas palabras? ¿Hay un deseo de sumisión? (Sí). Quizá algunos digan: “No vale con orar una sola vez. Cuando me ocurre algo, sigo viviendo de acuerdo con mi carácter corrupto y sigo queriendo mandar”. En ese caso, continúa orando: “¡Dios mío, qué arrogante y rebelde soy! Te ruego que me disciplines, pares en seco mi maldad y refrenes mi carácter arrogante. Te ruego que me guíes y me conduzcas para que pueda vivir según Tus palabras y comportarme y practicar de acuerdo con ellas y con Tus exigencias”. Preséntate más ante Dios en oración y súplica y déjale obrar. Cuanto más sinceras sean tus palabras y más sincero tu corazón, mayor será tu deseo de abandonar la carne y renunciar a ti mismo. Cuando esto supere tu deseo de actuar según tu voluntad, tu interior cambiará poco a poco, y cuando esto suceda, habrá esperanza de que practiques la verdad y actúes según los principios verdad. Cuando ores, Dios no te dirá, indicará ni prometerá nada, sino que examinará tu interior y la intención que hay detrás de tus palabras; observará si lo que dices es sincero y verdadero, y si le suplicas y oras con un corazón honesto. Cuando Dios compruebe que tu corazón es honesto, te guiará y conducirá como le pediste y oraste, y, por supuesto, también te reprenderá y disciplinará. Cuando Dios cumpla lo que le has suplicado, tu corazón recibirá esclarecimiento y cambiará un poco. Por el contrario, si tus oraciones y súplicas a Dios no son sinceras y no tienes un deseo sincero de arrepentirte, sino que simplemente tratas de apaciguar a Dios y de engañarlo con palabras de manera superficial, cuando Dios haya examinado tu interior, no hará nada por ti, y te aborrecerá y rechazará. En estas circunstancias tampoco percibirás que Dios te dice algo, ni que hace algo o actúa, sino que no obrará en ti porque, en el fondo, eres deshonesto. Y cuando Dios no obre, ¿qué sucederá? Tal como pretendías, a tu corazón le faltará el deseo de arrepentirse y no habrá cambiado nada. Así pues, en ese ambiente y en el suceso que te ha acontecido, lo que hagas aún estará dictado por la voluntad humana y las actitudes corruptas, en lugar de basarse en los principios verdad. Seguirás actuando y practicando de acuerdo con lo que quieres y deseas. El resultado de tus oraciones a Dios será el mismo que antes de orar; no habrá ningún cambio. Continuarás haciendo lo que quieras sin cambiar en absoluto. Esto significa que, en el proceso de búsqueda de la verdad, los esfuerzos subjetivos de las personas son importantes, así como el hecho de que comprendan la verdad. Al mismo tiempo, cuando la gente comprende la verdad y desea practicarla, pero le resulta difícil, debe ampararse en Dios y ofrecer su corazón y sus oraciones sinceras. Esto también es muy importante; todas estas cosas son indispensables. Si no haces más que orar a Dios de forma breve y precipitada diciendo “Dios mío, me equivoqué. Lo siento”, y eres tan superficial de corazón con Dios como lo eres en tus palabras de oración, Dios no obrará ni te prestará atención. Si dices “Dios mío, lo siento. Me equivoqué”, Dios seguramente no te contestará “está bien”. A raíz de las precipitadas palabras que le has dirigido, Dios te preguntará: “¿En qué te equivocaste? ¿Qué piensas hacer? ¿Te vas a arrepentir? ¿Abandonarás la maldad y cambiarás? ¿Renunciarás a tu voluntad, tus intenciones e intereses y te apresurarás a cambiar? ¿Puedes tomar la determinación de cambiar?”. Puede que no oigas a Dios preguntarte nada mientras esto sucede, pero si le dices “Dios mío, lo siento. Me equivoqué”, desde la perspectiva de Dios, Su actitud será la que acabo de explicar: te interrogará con estas palabras. ¿Cómo te interrogará? Observará lo que haces y las decisiones que tomas tras decir “Dios mío, lo siento. Me equivoqué”. Mirará si tienes un arrepentimiento sincero derivado de reconocer y odiar sinceramente tu corrupción. Dios mirará cuál es tu actitud hacia Él, cuál es tu actitud hacia la verdad, cómo consideras tu propio carácter corrupto y qué ideas tienes sobre él, y si tienes la intención de renunciar a tus ideas y conductas equivocadas; se fijará en tus decisiones, en si optas por la senda de búsqueda de la verdad, en cómo deberías comportarte y los principios que deberías cumplir en un futuro, en si eres capaz de practicar la verdad y de someterte a Él. Dios examinará cada uno de tus movimientos, intenciones y decisiones y, con ello, observará si las cosas que haces después de tomar esas decisiones son auténticos actos de arrepentimiento y cambio. Esa es la cuestión crucial.

Una vez que la gente ha optado por arrepentirse, ¿qué debe hacer para cambiar? Renunciar a tus deseos, pensamientos e ideas y a tus antiguos métodos de hacer las cosas para practicar la verdad y transformarte realmente. Eso supone cambiar realmente. Si únicamente afirmas estar dispuesto a cambiar, pero en el fondo todavía te aferras a tus deseos, abandonas la verdad y sigues con tus antiguos métodos, no estás cambiando realmente. Si lo único que le dices a Dios cuando oras es “Dios mío, lo siento. Me equivoqué”, pero en toda tu conducta posterior continúas decidiendo, actuando, practicando y viviendo según tu voluntad, yendo en contra de la verdad en todas estas cosas, entonces, desde la perspectiva de Dios, ¿cómo habría que definirte? No has cambiado. Como mínimo, Él argumentará que no tienes intención de cambiar. Puedes decirle a Dios “Dios mío, lo siento. Me equivoqué”, pero son palabras precipitadas, no de arrepentimiento y confesión que salen del fondo del corazón. No reflejan una actitud de admisión de culpa y arrepentimiento, son palabras vacías. Dios no escucha lo que dices: se fija en lo que estás pensando, planeando y tramando. Y cuando Dios vea que el fundamento y los principios de tus actos aún son contrarios a la verdad, emitirá un veredicto veraz, real y preciso sobre ti. Dirá: “Ni has cambiado ni vas a cambiar”. Y cuando Dios diga esto, cuando Dios emita este veredicto sobre ti, dejará de preocuparse por ti. Y cuando Dios no se preocupe por ti, tu corazón estará en tinieblas en los días posteriores, carecerás de esclarecimiento e iluminación en todo lo que hagas y no te darás ni cuenta cuando dejes brotar un carácter corrupto ni serás disciplinado por ello. Seguirás adelante, insensible y embotado, y te sentirás vacío y sin nada en lo que ampararte. Lo peor de todo es que continuarás permitiendo tu conducta arbitraria e imprudente y dejando que tu carácter corrupto se hinche y crezca sin control. Eso ocurrirá. ¿Cuál es la consecuencia última de que una persona actúe de esta manera? Cuando una persona abandona la verdad, la consecuencia que se acarrea a sí misma es que Dios no se preocupa por ella. Aunque Dios no te diga ni te indique claramente nada, lo notarás. A tenor de tus pensamientos e ideas, de tus estados reales y de tu actitud hacia la verdad, será obvio que tu situación general será de insensibilidad, embotamiento, intransigencia y manifestaciones similares. Estas cosas se reflejan en las personas. Por tanto, tras comparar vuestra vida real y las cosas que practicáis con esto, tal vez queráis estudiar o investigar lo siguiente: cuando no has regresado a Dios en absoluto, puede que le digas un montón de palabras bonitas y edulcoradas, pero ¿en qué estado y condición te encuentras cuando lo haces? Y cuando realmente has cambiado, aunque no ores a Dios con palabras edulcoradas o bonitas y solo hables un poco de corazón, ¿en qué estado y condición te encuentras entonces? Los dos estados son completamente distintos. Puede que Dios no le dé ninguna indicación clara a la gente en su vida diaria o que no le hable con palabras obvias, pero la gente debería poder percibir en la vida diaria la obra del Espíritu Santo, todo lo que Él hace y toda voluntad que Él desea expresar. Naturalmente, quienes observen también pueden detectar estas cosas. Una persona que era insensible y lerda puede volverse inteligente de repente, o una persona normalmente inteligente puede volverse insensible, lerda e inútil de repente. Estas dos condiciones o estados pueden darse al mismo tiempo en una misma persona o en personas distintas, cosa que ocurre con bastante frecuencia. De esto se desprende que, en muchos casos, la inteligencia o necedad de una persona no tiene que ver con su cerebro, sus pensamientos o su aptitud; la determina Dios. ¿Está claro? (Sí). Nunca entenderás estas cosas hasta que no las hayas experimentado. Una vez que las hayas experimentado, lo sabrás: cuanto más a fondo las experimentes, más profundas serán tu comprensión y valoración de ellas. La voluntad de Dios está en Sus actos; no te la indicará de forma obvia, ni te la contará explícitamente ni te hablará de ella, pero esto no significa que no tenga una postura sobre ti. No significa que Dios no tenga opinión sobre ninguno de tus pensamientos, ideas, estados o actitudes. Cuando alguien alberga sus propias intenciones y planes personales cuando algo le sucede, cuando muestra claramente su carácter corrupto, es justo entonces cuando necesita hacer introspección y buscar la verdad, y también es un momento crítico en el que Dios examina a esa persona. Por tanto, que seas capaz de buscar la verdad, aceptarla y arrepentirte sinceramente, tales son los momentos más reveladores de una persona. En esos momentos debes admitir que tienes un carácter corrupto y estar dispuesto a arrepentirte sinceramente. Debes hacer una declaración sincera a Dios, en vez de ser displicente con Él, diciendo: “Dios mío, lo siento. Me equivoqué”. Lo que Dios necesita de ti no es tu displicencia, sino una actitud de arrepentimiento sincero. Si tienes dificultades, Dios te ayudará, guiará y conducirá paso a paso para que cambies hacia la senda de aceptación y búsqueda de la verdad. Por supuesto, si tu arrepentimiento solo existe en forma de palabras o tienes intención de arrepentirte y deseas renunciar a tus intenciones y deseos, pero no eres sincero al respecto y no tienes la voluntad de hacerlo, Dios no te obligará. Para Dios no hay un “deber” en Su actitud hacia el hombre; Dios te da libertad y te permite elegir, y está esperando. ¿Qué está esperando? Está esperando a ver qué decisión tomas finalmente, y si tienes intención de arrepentirte. Si tienes intención de arrepentirte, ¿cuándo lo vas a hacer? ¿Cómo se manifestará tu arrepentimiento? Si tienes intención de arrepentirte y estás dispuesto a hacerlo, pero sigues intentando proteger tus intereses cuando actúas sin querer perder tu estatus, es evidente que no estás arrepentido sinceramente, que no eres sincero al respecto. Deseas arrepentirte ligeramente, pero no estás realmente arrepentido. ¿Obrará Dios en ti si únicamente tienes intención de arrepentirte, pero no estás arrepentido sinceramente? No. Dirá: “Bueno, ¿cuándo tienes intención de arrepentirte?”. Tú no lo sabrás. ¿Te preguntará Dios otra vez? No. Te dirá: “Así que no estás arrepentido sinceramente. Pues esperaré”. Puede que no tengas intención de arrepentirte, que no estés dispuesto a arrepentirte ni a renunciar a tu estatus y tus intereses. De acuerdo entonces. Dios te da libertad y puedes tomar la decisión que quieras. Dios no te obliga. No obstante, hay un hecho que debes considerar: al igual que los ninivitas, si no cambias y te arrepientes, ¿qué sucederá? Que serás aniquilado. Si en la actualidad tienes la mera intención de arrepentirte, pero no has tomado medidas reales en dirección al arrepentimiento, Dios no se preocupará por ti. ¿Por qué no se preocupará por ti? Dice Dios: “No eres sincero, no declaras tu postura y aún estás vacilante en tu interior”. Tras pensarlo un momento, puedes alegar que estás dispuesto a arrepentirte, pero eso no es más que un pensamiento tuyo, una declaración vacía sin acciones ni planes concretos. Por eso te dice Dios: “Dejaré de lado a la gente como tú. No me importáis. ¡Haz lo que te dé la gana!”. Cuando un día te des cuenta de que “¡oh, no! Necesito arrepentirme”, ¿cómo deberías hacerlo? Dios no se dejará engañar por esas palabras tuyas y se pondrá a obrar a ciegas, diciendo: “Tiene intención de arrepentirse, así que ahora he de bendecirlo, ¿no?”. Dios no hará eso. ¿Qué hará? Examinarte. Pretendes arrepentirte; deseas arrepentirte, y lo exiges con más fuerza que antes, pero quién sabe cuánto tiempo pasará antes de que, de hecho, lo hagas. Si no has dado pasos concretos o no tienes un plan específico para practicar el arrepentimiento, entonces no es verdadero arrepentimiento. Debes tomar medidas reales. Una vez que hayas tomado medidas reales, la obra de Dios llegará enseguida. ¿No hay unos principios para la obra de Dios y para Su trato hacia la gente? Cuando Dios comienza a obrar, la persona recibe esclarecimiento, le brillan los ojos, puede comprender la verdad y entrar en la realidad y sus logros se multiplican por cien o por mil. Una vez que pasa esto, estás realmente bendecido. ¿Y en qué debe apoyarse la gente para lograr estas cosas? (En la capacidad de arrepentirse sinceramente). Exacto. Cuando la gente renuncia de veras a sus intereses y deseos, cuando se arrepiente sinceramente ante Dios —es decir, cuando para en seco su maldad, renuncia a ella, a sus deseos e intenciones, confiesa ante Dios y acepta Sus exigencias y palabras—, empieza a entrar en la realidad de su cambio. Este es el único arrepentimiento sincero que hay.

Acabamos de hablar de los problemas con que suele encontrarse el hombre en el transcurso de la búsqueda de la verdad, y de los problemas que pueden reconocer y llegar a conocer aquellos que buscan la verdad. Estos son precisamente los problemas que deben resolverse. Puede que anteriormente no hayamos explicado ni analizado demasiado estos problemas, que ni siquiera hayamos llegado a conclusiones claras sobre ellos, pero en cuanto a cada uno de los pasos que el hombre experimenta en el proceso de búsqueda de la verdad y a sus distintos comportamientos y estados a lo largo de este proceso, Dios tiene las palabras y obras correspondientes, así como las formas y los métodos pertinentes para abordarlos y resolverlos. La gente puede experimentar y comprender un poco todas estas cosas; no debe malinterpretar a Dios ni albergar nociones o fantasías sobre Dios que no se ajusten a la realidad. Además, Dios da a las personas suficiente libertad y suficiente albedrío para que tomen decisiones con respecto a cada paso, a cada manera de actuar y a cada forma de practicar implicados en la búsqueda de la verdad; no obliga a nadie. Y pese a que estas palabras y exigencias están impresas en texto y pronunciadas en un lenguaje claro y preciso, depende de cada persona elegir libremente cómo abordará estas verdades. Dios no obliga a nadie. Si estás dispuesto a buscar la verdad, tienes esperanza de salvarte. Si no estás dispuesto a buscar la verdad, si no te importan estas verdades y las rechazas, si no te interesan nada estas formas de practicar la búsqueda de la verdad, bien también. Dios no te obligará. También está bien si solamente estás dispuesto a trabajar para Dios. Siempre y cuando no vulneres los principios, la casa de Dios te permite elegir. Aunque la búsqueda de la verdad está indisolublemente ligada a la consecución de la salvación y estrechamente relacionada con ella, no faltan personas que no tienen interés por buscar la verdad, que no piensan nada al respecto, no tienen intención de buscarla ni planes para hacerlo. Entonces, ¿están condenadas estas personas? No exactamente. Si estas personas cumplen con las exigencias de la casa de Dios en el cumplimiento del deber, pueden seguir cumpliéndolo allí. La casa de Dios no te despoja del derecho a cumplir con un deber porque no busques la verdad. Sin embargo, esta manera de cumplir con el deber, a día de hoy, está catalogada como “trabajo”. “Trabajo” es una forma bonita de decirlo, el término que utiliza la casa de Dios, pero en realidad también podría denominarse, sencillamente, “desempeño de un trabajo”. Tal vez alguno diga: “Cuando haces un trabajo, te pagan un salario”. Sí, se puede recibir un salario por hacer un trabajo. ¿Y cuál es tu salario? Todas las gracias que Dios te ha concedido, ese es tu salario. Y en cuanto a la búsqueda de la verdad, sea cual sea tu intención, plan o deseo, ya puedo decirte claramente que eres libre. Puedes buscar la verdad, eso está bien; si no lo haces, bien también. No obstante, lo último que os diré es que uno solo puede salvarse por medio de la búsqueda de la verdad. Si no buscáis la verdad, vuestra esperanza de salvaros es nula. Esa es la realidad que os cuento. Se os debe contar esta realidad para que se os quede clara, expresa, precisa y señaladamente grabada en el corazón, para que tengáis claro en vuestro interior el fundamento sobre el que se apoya la esperanza de salvación. Si tú te conformas con trabajar, y piensas “todo va bien si cumplo con mi deber y no me expulsan de la casa de Dios; no tengo que molestarme en algo tan difícil como la búsqueda de la verdad”, ¿se sostiene esta opinión tuya? Aunque ahora aún creas en Dios o cumplas con un deber, ¿estás seguro de que puedes seguir a Dios hasta el final? Cueste lo que cueste, la búsqueda de la verdad es un asunto importante en la vida, más importante que casarse y tener hijos, que criarlos, vivir la vida y hacer fortuna. Es incluso más importante que cumplir con un deber y aspirar a un futuro en la casa de Dios. Al fin y al cabo, la búsqueda de la verdad es lo más trascendental en la senda de vida de una persona. Si todavía no habéis desarrollado el interés por buscar la verdad, nadie emitirá un veredicto sobre vosotros y dirá que no buscaréis la verdad en un futuro. Yo tampoco emitiré ningún veredicto sobre vosotros para decir que, si no buscáis la verdad ahora, jamás lo haréis en un futuro. Eso no va a pasar. No existe dicha relación lógica; no es la realidad. Sea como sea, sí espero que, en un futuro próximo, o incluso en este mismo momento, podáis emprender la senda de búsqueda de la verdad y convertiros en personas que la buscan y se cuentan entre aquellas que tienen esperanza de salvación.

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.