2. Cómo discernir a las personas malvadas

Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días

En la nación del gran dragón rojo, he llevado a cabo una etapa de una obra insondable para los seres humanos, haciendo que se mezan en el viento, después de lo cual muchos se alejan silenciosamente con el soplo del viento. En verdad, este es la “terreno” que estoy a punto de limpiar; es lo que anhelo y también es Mi plan. Porque muchos malvados han entrado con sigilo mientras estoy obrando, pero no tengo ninguna prisa por ahuyentarlos. Más bien, los dispersaré cuando sea el momento adecuado. Sólo después de eso seré la fuente de vida, permitiendo que los que verdaderamente me aman reciban de Mí el fruto de la higuera y la fragancia del lirio. En la tierra del polvo, donde Satanás reside temporalmente, no queda oro puro, sólo arena, y así, frente a estas circunstancias, llevo a cabo tal etapa de la obra. Debes saber que lo que Yo obtengo es oro puro y refinado, no arena. ¿Cómo pueden los malvados permanecer en Mi casa? ¿Cómo puedo permitir que los zorros sean parásitos en Mi paraíso? Empleo todos los métodos concebibles para ahuyentarlos. Antes de que Mis intenciones sean reveladas, nadie sabe lo que voy a hacer. Aprovechando esta oportunidad, ahuyento a esos malvados y ellos se ven obligados a abandonar Mi presencia. Esto es lo que hago con los malvados, pero aún habrá un día en el que ellos harán el servicio por Mí.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los siete truenos retumban: profetiza que el evangelio del reino se extenderá por todo el universo

Ahora deseo, tan pronto como sea posible, formar un grupo de personas que sean conformes a Mis intenciones; un grupo de personas que sean capaces de ser consideradas con Mis cargas. Sin embargo, no puedo abstenerme de limpiar y purificar Mi iglesia; la iglesia es Mi corazón. Yo desprecio a todas las personas malvadas que evitan que comáis y bebáis de Mi palabra. Esto se debe a que hay algunas personas que no me quieren de verdad. Estas personas están llenas de engaño, no se acercan a Mí con un corazón sincero; son malvadas, y obstaculizan la realización de Mi voluntad; no son personas que pongan en práctica la verdad. Estas personas están llenas de sentenciosidad y arrogancia; son extremadamente ambiciosas; aman ser condescendientes, y, aunque es agradable escuchar lo que dicen, cuando nadie las ve, no practican la verdad. Todas estas personas malvadas serán apartadas y arrasadas; languidecerán en medio del desastre.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 24

Tal vez en todos tus años de fe en Dios, nunca hayas maldecido a nadie ni cometido una mala acción, sin embargo, en tu relación con Cristo, no puedes decir la verdad, actuar honestamente ni someterte a la palabra de Cristo. En ese caso, Yo digo que tú eres la persona más siniestra y malévola del mundo. Quizás eres excepcionalmente amable y dedicado a tus parientes, tus amigos, tu esposa (o esposo), tus hijos e hijas y tus padres, y nunca te aprovechas de nadie, pero si eres incapaz de ser compatible con Cristo, si eres incapaz de relacionarte en armonía con Él, entonces, aun si gastas todo lo que tienes ayudando a tus vecinos, o si les brindas a tu padre, a tu madre y a los miembros de tu casa un cuidado meticuloso, te diría que sigues siendo una persona malvada y, más aún, lleno de trucos astutos.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Quienes son incompatibles con Cristo indudablemente se oponen a Dios

Aquellos entre los hermanos y hermanas que siempre están dando rienda suelta a su negatividad son lacayos de Satanás y perturban a la iglesia. Tales personas deben ser expulsadas y descartadas un día. En su creencia en Dios, si las personas no tienen un corazón temeroso de Dios, si no tienen un corazón sumiso a Dios, entonces no solo no podrán hacer ninguna obra para Él, sino que, por el contrario, se convertirán en quienes perturban Su obra y se resisten a Él. Creer en Dios, pero no someterse a Él ni temerlo y, más bien, resistirse a Él, es la mayor desgracia para un creyente. Si los creyentes son tan casuales y desenfrenados en sus palabras y su conducta como lo son los no creyentes, entonces son todavía más perversos que los no creyentes; son demonios arquetípicos. Aquellos que dan rienda suelta a su conversación venenosa y maliciosa dentro de la iglesia, que difunden rumores, fomentan la desarmonía y forman grupitos entre los hermanos y hermanas deberían haber sido expulsados de la iglesia. Sin embargo, como esta es una era diferente de la obra de Dios, estas personas son restringidas, pues sin duda serán descartadas. Todos los que han sido corrompidos por Satanás tienen un carácter corrupto. Algunos no tienen nada más que un carácter corrupto, mientras que otros son diferentes: no solo tienen un carácter satánico corrupto, sino que su naturaleza también es extremadamente malévola. No solo sus palabras y acciones revelan su carácter corrupto y satánico; además, estas personas son los auténticos diablos y satanases. Su comportamiento trastorna y perturba la obra de Dios, perturba la entrada en la vida de los hermanos y hermanas y daña la vida normal de iglesia. Tarde o temprano, estos lobos con piel de oveja deben ser depurados; debe adoptarse una actitud despiadada, una actitud de rechazo hacia estos lacayos de Satanás. Solo esto es estar del lado de Dios y aquellos que no lo hagan se están revolcando en el fango con Satanás.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Una advertencia a los que no practican la verdad

La gente malvada ama las cosas perversas, crueles y perniciosas; aman todo aquello vinculado a las cosas negativas. No les agrada oír hablar de las cosas positivas o que benefician a las personas y provienen de Dios, ni les interesa escucharlo; no albergan la esperanza de ser salvados. Da igual lo bien que se les transmita la verdad o con cuánto sentido práctico se les hable, simplemente no están interesados y hasta podrían reaccionar con hostilidad y antagonismo. Sin embargo, sus ojos se iluminan cuando oyen a alguien hablar de placeres carnales, y ellos se llenan de energía. Esto denota un carácter perverso y vicioso; no son personas de buen corazón. Resulta imposible que amen las cosas positivas. En su corazón, ¿cómo perciben las cosas positivas? Las desprecian y las miran por encima del hombro, se burlan de ellas. Cuando se trata de ser una persona honesta piensan: “Ser honesto solo te pone en desventaja. ¡Yo paso de eso! Es de tontos ser honesto. Mírate, aguantando penurias y esforzándote para cumplir con tu deber sin pensar jamás ni en tu futuro ni en tu salud. ¿A quién le va a importar si te desmayas debido al agotamiento? No quiero quedar exhausto”. Otra persona podría decir: “No hay que cerrarse ninguna puerta. No podemos trabajar como burros. Tenemos que trazar un plan de contingencia y luego esforzarnos un poco más”. Los malvados se alegrarán al oírlo; se sienten identificados. Pero cuando se trata de someterse de forma absoluta a Dios y de entregarse lealmente al deber de uno, sienten repulsión y odio y no lo asimilan. ¿Una persona así no es una persona desalmada? Toda la gente que es así tiene un carácter desalmado. Cuando les enseñas la verdad y hablas con ellos sobre los principios de práctica sienten repulsión y se niegan a escuchar. Pensarán que eso hiere su orgullo, que daña su dignidad y que no les reportará ningún beneficio. En su fuero interno dirán: “No para de hablar de la verdad, de los principios de la práctica. Siempre está hablando de ser una persona honesta; ¿la honestidad te da de comer? ¿Hablar con sinceridad te hace ganar dinero? ¡Solo se gana engañando!”. ¿Qué lógica es esta? La de un bandido. ¿No se trata acaso de un carácter desalmado? ¿Es esta una persona de buen corazón? (No). Este tipo de personas no pueden alcanzar la verdad. Se comprometen y entregan poco y renuncian a pocas cosas con un único objetivo, uno que han calculado con mucha antelación. Solo consideran que ofrecer algo es beneficioso si reciben más a cambio. ¿Qué tipo de carácter es ese? Se trata de un carácter perverso y desalmado.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El autoconocimiento es lo único que ayuda a perseguir la verdad

Cualquier persona que suela perturbar la vida de iglesia y la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios es una incrédula y una persona malvada, y se la debe echar de la iglesia. Al margen de quién sea la persona o de cómo haya actuado en el pasado, si perturba a menudo el trabajo de la iglesia y la vida de esta, se niega a que la poden y siempre se justifica con argumentos erróneos, se la debe echar de la iglesia. La intención exclusiva de este enfoque es mantener el progreso normal de la obra de la iglesia y proteger los intereses del pueblo escogido de Dios, en consonancia total con los principios-verdad y Sus intenciones. Las disputas y los alborotos irrazonables de unos pocos individuos malvados no deben afectar a la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios ni a la obra de la iglesia; no vale la pena y también es injusto para el pueblo escogido de Dios.

[…] Algunos tienen un carácter cruel. Si alguien dice algo que los perjudica u ofende, lo odiarán y tratarán de encontrar la manera de atacarlo y represaliarlo. Al margen de cómo se comparta la verdad con ellos, o de cómo los poden, no lo aceptan. Morirían antes que arrepentirse y siguen perturbando la vida de iglesia. Esto demuestra que son malvados. No podemos seguir tolerando este tipo de personas malvadas. Se las debe echar de la iglesia según los principios-verdad. Esta es la única manera de resolver por completo este problema. No importan los errores que hayan cometido ni las cosas malas que hayan hecho, estas personas con actitudes crueles no permitirán que nadie las deje en evidencia ni las pode. Si alguien las pone al descubierto y las ofende, se enfurecerán, tomarán represalias y nunca pasarán página. No tienen paciencia ni tolerancia hacia otros ni son capaces de tener aguante con ellos. ¿En qué principio se basa su conducta propia? “Prefiero traicionar a ser traicionado”. En otras palabras, no toleran que nadie las ofenda. ¿Acaso no es esta la lógica de la gente malvada? Esta es exactamente la lógica de la gente malvada. Nadie puede ofender a estos individuos. Para ellos, resulta inaceptable que alguien los irrite lo más mínimo y odian a todo aquel que lo hace. Irán detrás de esa persona sin cesar y nunca pasarán página; así es la gente malvada. Deberías aislar o echar a los malvados tan pronto descubras que tienen la esencia de las personas malvadas, antes de que puedan hacer un gran mal. De esta manera se minimizará el daño que cometan; es la opción inteligente. Si los líderes y obreros esperan a que una persona malvada cause algún tipo de desastre para ocuparse de ella, son pasivos. Eso demostraría que los líderes y obreros son muy estúpidos y que carecen de principios en sus acciones. Algunos líderes y obreros son así de memos e ignorantes. Insisten en esperar hasta tener pruebas concluyentes antes de tratar a la gente malvada porque piensan que esa es la única manera de tener la conciencia tranquila. Pero, de hecho, no se necesitan pruebas concluyentes para estar seguro de que alguien es malvado. Es posible deducirlo por sus palabras y acciones cotidianas. Cuando estés seguro de que alguien es malvado, puedes comenzar por restringirlo o aislarlo. De este modo, te asegurarás de que no se vean perjudicadas ni la obra de la iglesia ni la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios. […] Dime, si se califica a alguien como una persona malvada, ¿sigue habiendo necesidad de compartir la verdad con él para ayudarlo? (No). No hace falta darle una oportunidad. Algunos tienen demasiado “amor” y siempre dan a los malvados una oportunidad para arrepentirse, pero ¿puede esto tener algún efecto? ¿Es conforme a los principios de las palabras de Dios? ¿Has conocido a alguna persona malvada que pueda arrepentirse realmente? Nadie ha visto nunca eso. Esperar que la gente malvada se arrepienta es como compadecerse de serpientes venenosas, de bestias salvajes. Esto se debe a que, sobre la base de la esencia de los malvados, se puede determinar que estos nunca amarán las cosas positivas ni aceptarán la verdad ni se arrepentirán. No encontrarás la palabra “arrepentimiento” en su diccionario. Al margen de cómo compartas la verdad con ellos, no dejarán de lado sus propios motivos e intereses, encontrarán diversas razones y excusas para justificarse y nadie podrá persuadirlos. Si sufren una pérdida, será algo insoportable para ellos y fastidiarán sin cesar a los demás por ello. ¿Cómo puede arrepentirse realmente esta gente, que no está dispuesta a sufrir ninguna pérdida? Aquellos que priorizan sus propios intereses por encima de todo son personas sumamente egoístas; son malvadas y nunca se arrepentirán.

La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (14)

¿Qué tipo de persona es aquella que no siente amor alguno por los hermanos y hermanas? ¿Por qué ni siquiera mantiene una mínima relación interpersonal normal con ellos? Esta clase de persona, sin importar con quién interactúe, solo asocia estas interacciones con intereses y transacciones. Si no existen intereses ni transacciones, no se molesta en relacionarse con las personas. ¿No se trata de un tipo de persona malvada? Algunas personas no persiguen la verdad y se limitan a vivir de acuerdo con sus sentimientos. Se acercan a quienes las tratan bien y consideran buenos a quienes las ayudan. Tales personas tampoco establecen relaciones interpersonales normales. Viven únicamente en función de sus sentimientos, de modo que, ¿son capaces de tratar a los hermanos y hermanas de manera justa y equitativa? Es absolutamente imposible. Por lo tanto, aquel que no tiene una relación interpersonal normal con los hermanos y hermanas, o con aquellos que creen en Dios de manera sincera, no posee conciencia ni razón, carece de una humanidad normal y, sin lugar a duda, no ama la verdad. Estas personas no son diferentes a la gentuza insignificante entre los no creyentes; interactúan con quienes les resultan beneficiosos y al resto los ignoran. Además, cuando ven a alguien que persigue la verdad o que puede compartir testimonios vivenciales —alguien a quien todos admiran y aprecian—, sienten celos y odio, y hacen todo lo posible por reunir argumentos con los que juzgar y criticar a estos individuos que persiguen la verdad. ¿No es así como actúan las personas malvadas? Tales personas carecen de conciencia y razón, y son peores que las bestias. No pueden tratar a los demás adecuadamente, llevarse bien con otros de manera normal ni construir relaciones interpersonales naturales con el pueblo escogido de Dios e incluso son capaces de odiar a quienes persiguen la verdad. Estos individuos deben de sentirse muy solos y aislados en su interior, y deben de culpar constantemente al mundo y los demás. ¿Qué alegría o sentido tiene su vida? Tienen un carácter cruel y, sin importar con quién interactúen, pueden llegar a odiarlos por problemas sin importancia, condenarlos y tomar represalias contra ellos, y causarles desgracias. Estos individuos malvados son completos diablos, y cada día que permanecen en la iglesia le ocasionan desastres. Si se quedan por mucho tiempo, las calamidades serán interminables. Solo cuando la iglesia los eche será posible evitar tales catástrofes.

La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (14)

Las personas irracionales y deliberadamente problemáticas no piensan más que en sus propios intereses cuando actúan, hacen lo que les place. Sus palabras no son más que argumentos y herejías absurdos y ellos son impermeables a la razón. Su carácter cruel es desmedido. Nadie se atreve a asociarse con ellos y nadie está dispuesto a hablar sobre la verdad con ellos, por miedo a provocar el desastre. Otras personas tienen el alma en vilo cada vez que les comunican lo que piensan, temen que si dicen una palabra que no sea de su agrado o que no se ajuste a sus deseos, se aprovecharán de ello y lanzarán acusaciones ofensivas. ¿Acaso no son malvados? ¿No son demonios vivientes? Todas aquellas personas con un carácter cruel y de razón endeble son demonios vivientes. Cuando alguien interactúa con un demonio viviente puede atraer el desastre sobre sí mismo con un simple descuido. ¿No traería grandes problemas que tales demonios vivientes estuvieran presentes en la iglesia? (Sí). Después de que estos demonios vivientes monten sus berrinches y desfoguen su ira, es posible que hablen como humanos durante un rato y se disculpen, pero no cambiarán. A saber cuándo se les agriará el humor y volverán a tener otra rabieta, profiriendo sus absurdos argumentos. El objetivo de su berrinche y desahogo es siempre diferente, al igual que la fuente y el trasfondo de su desahogo. Es decir, cualquier cosa puede hacerles estallar, que se sientan insatisfechos y reaccionar con berrinches y un comportamiento ingobernable. ¡Qué horrible! ¡Qué problemático! A estas personas malvadas y trastornadas se les puede ir la cabeza en cualquier momento; nadie sabe lo que son capaces de hacer. A estas personas es a las que más odio. Hay que depurar a todas y cada una de ellas. No deseo relacionarme con ellas. Son de pensamiento turbio y carácter tosco, bullen de argumentos absurdos y palabras endiabladas y, cuando les suceden cosas, se desahogan de manera impetuosa. Algunas de ellas lloran al desahogarse, otras gritan, otras patalean e incluso algunas sacuden la cabeza y agitan los brazos. Simplemente son bestias, no son humanas. Algunos cocineros lanzan ollas y platos cuando pierden los estribos; hay criadores de cerdos y perros que patean y golpean a estos animales cuando se enfurecen para desahogar toda su ira con ellos. Pase lo que pase, estos individuos siempre reaccionan con ira; ni se calman para reflexionar ni aceptan la situación de parte de Dios. No oran ni buscan la verdad ni compartir con otros. Cuando no tienen más remedio, lo soportan; cuando no están dispuestos a aguantarlo, enloquecen, profieren argumentos absurdos y acusan y condenan a otros. Suelen decir cosas como: “Sé que todos tenéis formación y me menospreciáis”; “Sé que vuestras familias son ricas y me desdeñáis por ser pobre”; o “Sé que me despreciáis porque carezco de una base en mi fe y porque no persigo la verdad”. A pesar de que son obviamente conscientes de sus numerosos problemas, nunca buscan la verdad para resolverlos ni hablan sobre conocerse a sí mismos cuando comparten con otros. Cuando se mencionan sus problemas, se desvían y hacen contraacusaciones falsas, achacan todos los problemas y las responsabilidades a otros e, incluso, se quejan de que el motivo de su comportamiento es que los otros los maltratan. Es como si los otros fueran la causa de sus rabietas y de sus alborotos insensatos, como si los demás tuvieran la culpa de todo, ellos no tuvieran otro remedio que actuar así y se estuvieran defendiendo de manera legítima. Siempre que se sienten insatisfechos, comienzan a desahogar su resentimiento y a proferir disparates, insisten en sus argumentos absurdos, como si todos los demás estuvieran equivocados, como si ellos fueran las únicas personas buenas y los demás unos villanos. Por muchos berrinches que tengan o argumentos absurdos que profieran, exigen que se hable bien de ellos. Incluso cuando hacen algo mal, prohíben a los otros que los pongan al descubierto o los critiquen. Si señalas incluso el más mínimo de sus problemas, te enredarán en disputas interminables y, entonces, ya podrás olvidarte de vivir en paz. ¿Qué tipo de persona es esta? Es alguien irracional y deliberadamente problemático; las personas que actúan así son malvadas.

La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (26)

El fenómeno de que alguien sea condenado, etiquetado y atormentado arbitrariamente se da a menudo en todas las iglesias. Por ejemplo, algunas personas albergan un prejuicio contra cierto líder u obrero y, para vengarse, hacen comentarios sobre ellos a sus espaldas, los exponen y diseccionan bajo el pretexto de compartir la verdad. La intención y los propósitos detrás de tales acciones son erróneos. Si uno realmente está compartiendo la verdad para dar testimonio de Dios y para beneficiar a los demás, debería enseñar sobre sus propias experiencias verdaderas, y beneficiar a otros a través de la disección y el conocimiento de sí mismos. Tal práctica da mejores resultados, y el pueblo escogido de Dios lo aprobará. Si la propia enseñanza expone, ataca y menosprecia a otra persona en un intento de acometer contra ella o de vengarse de ella, entonces la intención de la enseñanza es incorrecta, es injustificada, aborrecida por Dios y no edificante para los hermanos y hermanas. Si la intención de alguien es condenar a otros, o atormentarlos, entonces es una persona malvada y está haciendo el mal. Todo el pueblo escogido de Dios debe tener discernimiento cuando se trata de personas malvadas. Si alguien voluntariamente ataca, expone o menosprecia a las personas, entonces debe ser ayudado con cariño, se debe compartir con él y diseccionarlo o podarlo. Si son incapaces de aceptar la verdad, y se niegan obstinadamente a enmendar sus caminos, entonces esto es un asunto totalmente diferente. Cuando se trata de personas malvadas que a menudo condenan, etiquetan y atormentan arbitrariamente a los demás, deben ser expuestas plenamente, para que todos puedan aprender a discernirlas, y entonces, deberían ser restringidas o expulsadas de la iglesia. Esto es esencial, ya que tales personas perturban la vida de iglesia y la obra de la iglesia, y es probable que desorienten a las personas y traigan el caos a esta. En particular, algunas personas malvadas a menudo atacan y condenan a los demás, únicamente para lograr su propósito de lucirse y hacer que los demás los admiren. Estas personas malvadas aprovechan con frecuencia la oportunidad de compartir la verdad en las reuniones para exponer, diseccionar y reprimir indirectamente a los demás. Incluso justifican esto diciendo que lo hacen para ayudar a la gente y para resolver los problemas presentes en la iglesia, y utilizan estos pretextos como una tapadera para lograr sus propósitos. Son el tipo de personas que atacan y atormentan a los demás, y todos ellos son claramente personas malvadas. Todos los que atacan y condenan a las personas que persiguen la verdad son extremadamente crueles, y solo aquellos que exponen y diseccionan a las personas malvadas para salvaguardar la obra de la casa de Dios tienen sentido de la rectitud y son aprobados por Dios. Las personas malvadas suelen ser muy astutas en sus actos de maldad; todas ellas son hábiles en el uso de la doctrina para justificarse y lograr su propósito de desorientar a los demás. Si el pueblo escogido de Dios no tiene discernimiento para con ellos y no es capaz de restringir a estas personas malvadas, la vida de iglesia y la obra de esta se verán sumidas en un completo desorden, o incluso en un pandemonio. Cuando las personas malvadas hablan sobre los problemas y los diseccionan, siempre tienen una intención y un propósito, y siempre están dirigidos a alguien. No están diseccionando o conociéndose a sí mismos, ni abriéndose y poniéndose al descubierto para resolver sus propios problemas; más bien, están aprovechando la oportunidad para exponer, diseccionar y atacar a otros. A menudo aprovechan la enseñanza de su autoconocimiento para diseccionar y condenar a otros, y por medio de compartir las palabras de Dios y la verdad, exponen, menosprecian y vilipendian a las personas. Sienten una especial repulsión y odio hacia aquellos que persiguen la verdad, aquellos que llevan una carga para la obra de la iglesia y aquellos que a menudo desempeñan sus deberes. La gente malvada usará todo tipo de justificaciones y excusas para desalentar la motivación de estas personas y evitar que lleven a cabo el trabajo para la iglesia. Parte de lo que sienten hacia ellos son celos y odio; otra parte es el miedo a que estas personas, al levantarse para trabajar, supongan una amenaza para su fama, ganancia y estatus. Por lo tanto, están ansiosos por intentar de todas las formas posibles advertirles, suprimirlos y restringirlos, llegando incluso a recopilar argumentos para inculparlos y a distorsionar los hechos para condenarlos. Esto revela completamente que el carácter de estas personas malvadas es uno que odia la verdad y las cosas positivas. Sienten un odio especial por los que persiguen la verdad y aman las cosas positivas, y por los que son más bien inocentes, decentes y honrados. Puede que no lo digan, pero este es el tipo de mentalidad que tienen. Entonces, ¿por qué se dirigen específicamente a los perseguidores de la verdad y a las personas decentes y honradas para exponerlas, menospreciarlas, suprimirlas y excluirlas? Esto es claramente un intento por su parte de derrocar y derribar a la gente buena y a los que persiguen la verdad, para pisotearlos, y así poder controlar la iglesia. Algunos no creen que esto sea así. A ellos, les hago una pregunta: ¿por qué, cuando se trata de compartir la verdad, estas personas malvadas no se exponen o diseccionan a sí mismas, y siempre apuntan y exponen a otros en su lugar? ¿Podría ser realmente que no revelan la corrupción, o que no tienen un carácter corrupto? Ciertamente no. ¿Por qué, entonces, insisten en tomar de punto a otros para exponerlos y diseccionarlos? ¿Qué pretenden conseguir exactamente? Esta pregunta exige una reflexión profunda. Uno está haciendo lo que debe hacer si expone las malvadas acciones de la gente malvada que perturba a la iglesia. Pero, en cambio, estas personas están exponiendo y atormentando a la gente buena, con el pretexto de compartir la verdad. ¿Cuál es su propósito e intención? ¿Se sienten furiosas porque ven que Dios salva a la gente buena? Eso es lo que realmente es. Dios no salva a la gente malvada, así que la gente malvada odia a Dios y a la gente buena; esto es natural. Las personas malvadas no aceptan ni persiguen la verdad; no pueden salvarse, pero atormentan a las personas buenas que persiguen la verdad y pueden salvarse. ¿Cuál es el problema aquí? Si estas personas tuvieran conocimiento de sí mismas y de la verdad, podrían abrirse y entrar en comunión; sin embargo, siempre están tomando de punto a los demás y provocándolos —tienen una tendencia a atacar a otros— y siempre están considerando a los que persiguen la verdad como sus enemigos imaginarios. Estos son los sellos distintivos de las personas malvadas. Los que son capaces de tal maldad son auténticos diablos y satanases, anticristos por excelencia, que deben ser restringidos, y si hacen mucho mal, deben ser tratados con prontitud, se los debe expulsar de la iglesia. Todos los que atacan y excluyen a las personas buenas son manzanas podridas. ¿Por qué los llamo manzanas podridas? Porque es probable que provoquen disputas y conflictos innecesarios en la iglesia, haciendo que el estado de asuntos en ella sea cada vez más grave. Toman de punto a una persona un día y a otra al siguiente, y siempre están apuntando a otros, a los que aman y persiguen la verdad. Esto puede perturbar la vida de iglesia y repercutir en el normal comer y beber de las palabras de Dios por parte del pueblo escogido de Dios, así como en su modo de compartir la verdad de forma normal. Estas personas malvadas a menudo se aprovechan de vivir la vida de iglesia para atacar a otros en nombre de la enseñanza sobre la verdad. Hay hostilidad en todo lo que dicen; hacen comentarios provocativos para atacar y condenar a los que persiguen la verdad y a los que se entregan a Dios. ¿Cuáles serán las consecuencias de esto? Trastornará y perturbará la vida de iglesia, y hará que la gente esté intranquila en sus corazones y no pueda estar callada ante Dios. En particular, las cosas sin escrúpulos que estas personas malvadas dicen para condenar, atacar y herir a otros pueden provocar resistencia. Esto no favorece la resolución de los problemas; al contrario, fomenta el miedo y la ansiedad en la iglesia y tensa las relaciones entre las personas, lo que hace que surja tensión entre ellos y terminen en disputa. El comportamiento de estas personas no solo repercute en la vida de iglesia, sino que también da lugar a conflictos en ella. Incluso puede repercutir en la obra de la iglesia en su conjunto y en la difusión del evangelio. Por lo tanto, los líderes y obreros deben advertir a este tipo de personas, y también necesitan restringirlas y gestionarlas. Por un lado, los hermanos y hermanas deben imponer severas restricciones a estas personas malvadas que frecuentemente atacan y condenan a otros. Por otro lado, los líderes de la iglesia deben exponer y frenar con prontitud a quienes ataquen y condenen arbitrariamente a otros, y si son personas que siguen sin poderse corregir, echarlas de la iglesia. Se debe impedir que las personas malvadas perturben la vida de iglesia en las reuniones, y al mismo tiempo, se debe restringir a las personas atolondradas para que no hablen de una manera que afecte a la vida de iglesia. Si se encuentra a una persona malvada haciendo el mal, debe ser expuesta. No se le debe permitir en absoluto actuar a su antojo ni cometer fechorías a voluntad. Esto es necesario para mantener la vida de iglesia normal y asegurar que el pueblo escogido de Dios pueda reunirse, comer y beber de las palabras de Dios, y enseñar sobre la verdad normalmente, permitiéndole desempeñar sus deberes adecuadamente con normalidad. Solo en ese momento puede llevarse a cabo la voluntad de Dios en la iglesia, y solo así puede Su pueblo escogido entender la verdad, entrar en la realidad y obtener las bendiciones de Dios.

La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (15)

La gente buena dice y hace las cosas con conciencia y razón, mientras que las personas malvadas carecen de ambas. Cuando una persona malvada hace algo malo y queda en evidencia, no se comporta con docilidad: “Bah, aunque todos lo sepan, ¿qué pueden hacer al respecto? ¡Haré lo que yo quiera! No me importa quién me deje en evidencia o me critique. ¿Qué me pueden hacer realmente?”. Sin importar cuántas cosas malas haga una persona malvada, no siente vergüenza. Cuando una persona corriente hace algo malo, quiere disfrazarlo y esconderlo. Si alguien termina exponiéndola, se avergüenza tanto que es incapaz de enfrentar a nadie e incluso no quiere continuar viviendo: “Oh, ¿cómo pude hacer algo así? ¡Soy un verdadero sinvergüenza!”. Se muestran en extremo arrepentidos y hasta se maldicen, jurando que jamás volverán a hacer algo semejante. Ese tipo de comportamiento demuestra que tienen sentido de la vergüenza, que aún tienen un poco de humanidad. Una persona desvergonzada no tiene conciencia ni razón, y todas las personas malvadas son desvergonzadas. No importa qué clase de maldades cometa una persona malvada, su rostro no se sonrojará ni se acelerará su corazón, y defenderá sus acciones de manera poco escrupulosa, dándoles la vuelta a los aspectos negativos para que parezcan positivos y refiriéndose a las maldades como si fueran cosas buenas. ¿Tiene sentido de la vergüenza una persona así? (No). Si tiene esa clase de actitud, ¿se arrepentirá genuinamente en el futuro? No, continuará actuando como hasta el momento. Eso quiere decir que no tiene vergüenza, y la falta de vergüenza implica falta de conciencia y de razón. Las personas que tienen conciencia y razón se sienten demasiado avergonzadas como para enfrentar a nadie después de quedar en evidencia por haber hecho algo malo, y nunca vuelven a repetirlo. ¿Por qué? Porque sienten que lo que hicieron fue bochornoso y están tan avergonzadas que no pueden ni mirar a nadie a la cara. Hay un sentido de la vergüenza en su humanidad. ¿No es el nivel mínimo para una humanidad normal? (Así es). ¿Puede seguir denominándose humano alguien que ni siquiera siente vergüenza? No. ¿Tiene una mente normal una persona que no siente vergüenza? (No). No tiene una mente normal y mucho menos siente amor por las cosas positivas.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 2: Atacan y excluyen a los disidentes

Existe un tipo de persona que ama a todo el mundo, se muestra tolerante con todos y está dispuesto a ayudar a cualquiera. Lo único que no le interesa es la verdad. Se opone constantemente a Dios y es incapaz de reconciliarse con Él. Es un enemigo acérrimo de Dios. ¿Qué clase de personas son estas? Son incrédulos y diablos. Los diablos son los que mayor aversión sienten por la verdad y más la odian. Siempre que algo implica la verdad o aquello que Dios dice o exige, no solo no lo aceptan, sino que lo cuestionan, se resisten a ello y difunden sus nociones al respecto. También hacen muchas cosas en detrimento de la obra de la iglesia, y llegan incluso a clamar en público contra Dios cuando sus intereses personales salen perjudicados. Este tipo de personas son diablos; son personas que odian la verdad y a Dios. La naturaleza de todas las personas alberga un carácter que odia la verdad; por tanto, todo el mundo tiene una esencia que odia a Dios. La única diferencia es la magnitud de ese odio, que va de leve a intenso. Hay quienes son capaces de hacer el mal para oponerse a Dios, mientras que otros se limitan a revelar un carácter corrupto o emociones negativas. ¿Por qué hay, entonces, algunos capaces de odiar a Dios? ¿Qué papel desempeñan? Son capaces de odiar a Dios porque tienen un carácter que odia la verdad. El hecho de que tengan ese carácter significa que son diablos y enemigos de Dios. ¿Qué es un diablo? Los diablos son todos aquellos que odian la verdad y a Dios. ¿Pueden los diablos ser salvados? En modo alguno. A medida que Dios vaya salvando al género humano, muchos se alzarán, se opondrán a Él y perturbarán la obra de la casa de Dios. Este tipo de personas son diablos. También se les puede calificar como demonios vivientes. Todo el que perturbe la obra de una iglesia en cualquier lugar es un diablo y un demonio viviente. Y todo el que tiranice a la iglesia y no acepte por completo la verdad es un demonio viviente. Por tanto, si identificáis correctamente a quienes son demonios vivientes, debéis obrar con rapidez y echarlos. Si hay algunas personas cuya conducta suele ser muy buena pero que, de vez en cuando, presentan un estado inadecuado o tienen una estatura demasiado pequeña y no comprenden la verdad, y hacen algo que ocasiona trastornos y perturbación, sin ser eso un hábito propio de ellas y sin que sean ese tipo de personas por naturaleza, entonces pueden quedarse. La humanidad de algunas personas no es muy buena; si alguien las ofende, jamás lo olvidan. Discutirán con esa persona de forma interminable, sin mostrar misericordia alguna si se sienten legitimadas. Sin embargo, esas personas tienen un mérito, y es que están dispuestas a ser mano de obra y soportar dificultades. Ese tipo de personas pueden quedarse por el momento. Si esas personas hacen el mal y perturban la obra de la iglesia con frecuencia, son de la calaña de los diablos y Satanás y sin duda no pueden salvarse. Eso es completamente seguro. Es preciso echar a ese tipo de personas de la iglesia; no se puede permitir que permanezcan bajo ningún concepto.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La actitud que ha de tener el hombre hacia Dios

En cada iglesia hay personas que provocan perturbaciones en ella o trastornan la obra de Dios. Todas ellas son satanases que se han infiltrado en la casa de Dios disfrazadas. Este tipo de personas son buenas para actuar. Vienen delante de Mí con gran reverencia, inclinándose y haciendo chirridos, viviendo como perros sarnosos y dedicando “todo” lo que son a lograr sus propios objetivos, pero ante los hermanos y hermanas, muestran su lado feo. Cuando ven a personas que practican la verdad, las eliminan y las hacen a un lado; cuando ven a alguien más formidable que ellos, lo adulan y son serviles con él. Proliferan en la iglesia. Puede decirse que esos “bravucones locales”, esos “perros falderos”, existen en la mayoría de las iglesias. Se unen en sus actos diabólicos, se guiñan el ojo y se envían señales secretas, y ninguno de ellos practica la verdad. Quien tiene más veneno es el “demonio jefe”, y quien tiene el más alto prestigio los conduce y lleva su estandarte en alto. Estas personas alborotan la iglesia, esparciendo su negatividad, emitiendo muerte, haciendo lo que les place, diciendo lo que les place, y nadie se atreve a detenerlas. Rebosan del carácter de Satanás. Tan pronto como comienzan a causar perturbaciones, un aire de muerte entra en la iglesia. Aquellos que están dentro de la iglesia y practican la verdad son rechazados, incapaces de darlo todo, mientras que los que perturban a la iglesia y esparcen la muerte hacen vandalismo en la iglesia y, lo que es peor, la mayoría de las personas los sigue. Tales iglesias son dirigidas por Satanás, lisa y llanamente; el diablo es su rey. Si las personas en esas iglesias no se levantan y rechazan a los demonios principales, entonces ellas también, tarde o temprano, se irán a la ruina. A partir de ahora, deben tomarse medidas contra tales iglesias. Si los que son capaces de practicar un poco de la verdad no buscan hacerlo, entonces esa iglesia será eliminada. Si no hay nadie en una iglesia que esté dispuesto a practicar la verdad ni nadie que pueda mantenerse firme en el testimonio de Dios, entonces esa iglesia debe ser completamente aislada y se deben cortar sus conexiones con otras iglesias. A esto se le llama “muerte por sepultura”; eso es lo que significa rechazar a Satanás.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Una advertencia a los que no practican la verdad

Las personas que auténticamente creen en Dios son aquellas que están dispuestas a poner en práctica la palabra de Dios y a practicar la verdad. Las personas que verdaderamente son capaces de mantenerse firmes en su testimonio de Dios son, también, aquellas que están dispuestas a poner Su palabra en práctica y auténticamente pueden ponerse del lado de la verdad. Todas las personas que recurren a los engaños y a la injusticia carecen de la verdad y avergüenzan a Dios. Aquellas que provocan disputas en la iglesia son lacayos de Satanás, son la encarnación de Satanás. Esas personas son sumamente malévolas. Todas aquellas que carecen de discernimiento y son incapaces de ponerse de parte de la verdad albergan intenciones malignas y manchan la verdad. Más que eso, son los representantes arquetípicos de Satanás. Están más allá de la redención y, de manera natural, serán descartadas. La casa de Dios no permite que aquellos que no practican la verdad permanezcan y tampoco que lo hagan aquellos que deliberadamente desmantelan a la iglesia. Sin embargo, este no es el momento de llevar a cabo la obra de expulsión; esas personas simplemente serán expuestas y descartadas al final. No debe gastarse más obra inútil en estas personas; aquellos que pertenecen a Satanás son incapaces de ponerse del lado de la verdad, mientras que aquellos que buscan la verdad sí pueden hacerlo. Las personas que no practican la verdad no son dignas de escuchar el camino de la verdad ni de dar testimonio de ella. La verdad simplemente no es para sus oídos; más bien, está dirigida a quienes la practican. Antes de que se revele el fin de cada persona, aquellos que perturban a la iglesia y trastornan la obra de Dios serán hechos a un lado por ahora y se les tratará después. Una vez que la obra esté completa, cada una de estas personas será expuesta y, luego, serán descartadas. Por ahora, mientras se está proveyendo la verdad, serán ignoradas. Cuando toda la verdad se revele a la humanidad, esas personas deberán ser descartadas; ese será el momento en el que todas las personas serán clasificadas según su especie. Los engaños insignificantes de quienes no tienen discernimiento los llevarán a su destrucción a manos de los malvados, serán alejados por ellos para no regresar jamás. Y ese es el trato que merecen, porque no aman la verdad, porque son incapaces de ponerse del lado de la verdad, porque siguen a las personas malvadas y están del lado de las personas malvadas y porque se confabulan con personas malvadas y desafían a Dios. Saben perfectamente que lo que esas personas malvadas irradian es maldad, pero endurecen su corazón y le dan la espalda a la verdad para seguirlas. ¿Acaso no están haciendo el mal estas personas que no practican la verdad, pero que hacen cosas destructivas y abominables? Aunque hay entre ellos quienes se visten como reyes y otros que los siguen, ¿no son iguales sus naturalezas que desafían a Dios? ¿Qué excusa pueden tener para afirmar que Dios no los salva? ¿Qué excusa pueden tener para decir que Dios no es justo? ¿No es su propio mal el que los está destruyendo? ¿No es su propia rebeldía la que los está arrastrando al infierno? Las personas que practican la verdad, al final, serán salvas y perfeccionadas a causa de la verdad. Al final, aquellos que no practican la verdad causan su propia destrucción a causa de la verdad. Estos son los fines que esperan a los que practican la verdad y a los que no la practican. Aconsejo a aquellos que no planean practicar la verdad que abandonen la iglesia tan pronto como sea posible para que no cometan aún más pecados. Cuando llegue el momento, será demasiado tarde para el arrepentimiento. En particular los que forman grupitos y crean división, y esos bravucones locales dentro de la iglesia deben irse cuanto antes. Estas personas, que tienen la naturaleza de lobos malvados, son incapaces de cambiar. Sería mejor que abandonaran la iglesia a la primera oportunidad para que nunca más perturben la vida normal de los hermanos y hermanas, y, así, eviten el castigo de Dios. Aquellos de vosotros que los han seguido harían bien en aprovechar esta oportunidad para reflexionar sobre vosotros mismos. ¿Dejaréis la iglesia junto con los malvados u os quedaréis y seguiréis obedientemente? Debéis considerar este asunto cuidadosamente. Os doy una oportunidad más para elegir y espero vuestra respuesta.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Una advertencia a los que no practican la verdad

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