17. Cómo resolver el problema de aparentar y fingir
Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días
Los seres humanos corruptos saben enmascararse bien. Hagan lo que hagan, o sea cual sea la corrupción que revelen, siempre se tienen que disfrazar. Si algo sale mal o hacen algo malo, quieren culpar a los demás. Desean ser reconocidos por las cosas buenas y culpar a los demás por las cosas malas. ¿Acaso no se da mucho este fenómeno de disfrazarse en la vida real? Demasiado. Equivocarse o disfrazarse: ¿cuál de las dos cosas se relaciona con el carácter? Disfrazarse es una cuestión de carácter, implica un carácter arrogante, perversidad y engaño, Dios lo detesta especialmente. De hecho, cuando te disfrazas a ti mismo, todo el mundo entiende lo que está pasando, pero piensas que los demás no lo pueden ver e intentas por todos los medios discutir y justificarte a ti mismo para guardar las apariencias y hacer que todos piensen que no hiciste nada malo. ¿Acaso no es una tontería? ¿Qué piensan los demás de esto? ¿Cómo se sienten? Con asco y repulsión. Si tras cometer un error puedes tratarlo correctamente, y eres capaz de permitir que todo el mundo hable de él, permites sus comentarios y que lo disciernan, puedes exponerte al respecto y diseccionarlo, ¿qué opinión tendrá todo el mundo de ti? Dirán que eres una persona honesta, porque tu corazón está abierto a Dios. Podrán ver tu corazón mediante tus acciones y comportamientos. Pero si intentas disfrazarte y engañar a todo el mundo, la gente te tendrá en poca estima y dirá que eres un necio y una persona poco prudente. Si no intentas fingir ni justificarte, si admites tus errores, todos dirán que eres honesto y prudente. ¿Y qué te convierte en prudente? Todo el mundo comete errores. Todo el mundo tiene fallos y defectos. Y en realidad, todo el mundo tiene el mismo carácter corrupto. No te creas más noble, perfecto y bondadoso que los demás; eso es ser totalmente irracional. Una vez que tengas claro el carácter corrupto de la gente y la esencia y el verdadero rostro de su corrupción, no intentarás cubrir tus propios errores ni les reprocharás a los demás los suyos; podrás afrontar ambas cosas correctamente. Solo entonces te volverás perspicaz y no harás necedades, lo cual te convertirá en prudente. Aquellos que no son prudentes son gente necia y siempre insisten en sus pequeños errores mientras se esconden entre bastidores. Es repugnante de presenciar. De hecho, lo que haces les resulta obvio al instante a otras personas, pero sigues actuando con total descaro. A los demás les parece la actuación de un payaso. ¿Acaso no es una tontería? Sí. La gente necia carece de sabiduría. No importa cuántos sermones oigan, siguen sin entender la verdad ni ver nada tal y como es realmente. Nunca se bajan de su púlpito, pensando que son diferentes de todos los demás y son más respetables; esto es arrogancia y sentenciosidad, es necedad. Los necios carecen de comprensión espiritual, ¿verdad? Los asuntos en los que te muestras necio e imprudente son aquellos en los que no tienes comprensión espiritual y no puedes entender la verdad fácilmente. Esta es la realidad del asunto.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Los principios que deben guiar el comportamiento de una persona
¿De qué clase de carácter se trata cuando la gente monta siempre una fachada, se blanquean a sí mismos, se dan aires para que los demás los tengan en alta estima y no detecten sus defectos o carencias, cuando siempre tratan de presentar a los demás su mejor lado? Eso es arrogancia, falsedad, hipocresía, es el carácter de Satanás, es algo perverso. Tomemos como ejemplo a los miembros del régimen satánico: por mucho que se peleen, se enemisten o se maten en la oscuridad, nadie puede denunciarlos o exponerlos. Temen que la gente vea su rostro demoniaco, y hacen todo lo posible para encubrirlo. En público, se esfuerzan al máximo para blanquearse, diciendo lo mucho que aman al pueblo, lo grandes, gloriosos e infalibles que son. Esta es la naturaleza de Satanás. La característica más notable de la naturaleza de Satanás son las artimañas y los engaños. ¿Y cuál es el objetivo de estas artimañas y engaños? Engañar a la gente, impedir que vean su esencia y su verdadera cara, y lograr así el objetivo de prolongar su gobierno. Puede que la gente común carezca de tal poder y estatus, pero ellos también desean hacer que los demás tengan una visión favorable de ellos, que los tengan en alta estima y les otorguen un estatus elevado en su corazón. Eso es un carácter corrupto, y si las personas no entienden la verdad, son incapaces de reconocerlo. Las actitudes corruptas son las más difíciles de reconocer. Reconocer tus propios defectos y carencias es fácil, pero reconocer tu carácter corrupto no lo es. Los que no se conocen a sí mismos nunca hablan de sus estados corruptos, siempre creen que están bien. Y, sin darse cuenta, empiezan a presumir: “En todos mis años de fe he sufrido mucha persecución y muchísimas dificultades. ¿Sabéis cómo lo superé todo?”. ¿Es este un carácter arrogante? ¿Cuál es su motivación para exhibirse? (Hacer que la gente los tenga en alta estima). ¿Qué motivación tienen para hacer que la gente los tenga en alta estima? (Que se les otorgue estatus en la mente de esas personas). Si se te otorga estatus en la mente de alguien, cuando te encuentras en su compañía te trata con deferencia y es especialmente educado cuando habla contigo. Siempre te admira, siempre te deja ser el primero en todo, te cede el paso, te adula y te obedece. Te consulta y te deja decidir en todo. Y tú tienes una sensación de gozo con esto: te parece que eres más fuerte y mejor que los demás. A todo el mundo le gusta esta sensación. Es la sensación de tener estatus en el corazón de alguien; la gente desea disfrutar de esto. Por eso compite por el estatus y todo el mundo desea que se le otorgue estatus en el corazón de los demás, ser estimado e idolatrado por otros. Si no pudieran disfrutar de ello, no irían en pos del estatus. Por ejemplo, si no tienes estatus en la mente de alguien, se relacionará contigo en igualdad de condiciones, y te tratará como a un par. Te llevará la contraria cuando sea necesario, no será cortés ni respetuoso contigo e incluso puede que se marche antes de que termines de hablar. ¿Te sentirás excluido? No te gusta que te traten así; te gusta que te adulen, te admiren y te adoren en todo momento. Te gusta ser el centro de todo, que todo gire a tu alrededor y que todos te escuchen, te admiren y se sometan a tus directrices. ¿Acaso no es esto un deseo de mandar como un rey, de tener poder? Tus palabras y acciones están motivadas por la búsqueda y adquisición de estatus, y pugnas, te aferras y compites con otros por él. Tu meta es apoderarte de un puesto, y que el pueblo escogido por Dios te escuche, te apoye y te adore. Una vez que te has apoderado de ese puesto, has adquirido poder y puedes disfrutar de los beneficios del estatus, la admiración de los demás y el resto de ventajas que conlleva ese puesto. La gente siempre disimula, se exhibe ante los demás, aparenta, finge y se embellece para hacer creer a otros que es perfecta. Su objetivo es ganar estatus, para poder disfrutar de los beneficios de este. Si no te lo crees, piénsalo con detenimiento: ¿Por qué siempre quieres que la gente te tenga en alta estima? Quieres que te adoren y te admiren, para poder acabar haciéndote con el poder y disfrutar de los beneficios del estatus. El estatus que buscas tan desesperadamente te traerá muchos beneficios, y tales beneficios son precisamente lo que otros envidian y desean. Cuando la gente prueba los muchos beneficios que confiere el estatus, se intoxica y se entrega a esa vida de lujo. La gente piensa que solo esta es una vida que no se ha desperdiciado. La humanidad corrupta se deleita complaciéndose con estas cosas. Por tanto, una vez que una persona alcanza cierto puesto y empieza a disfrutar de los diversos beneficios que le reporta, codiciará sin descanso esos placeres pecaminosos, hasta el punto de no desprenderse nunca de ellos. En esencia, la búsqueda de fama y estatus viene impulsada por el deseo de disfrutar de las ventajas que conlleva un determinado puesto, de mandar como un rey, de ejercer control sobre el pueblo escogido de Dios, de tener dominio sobre todo y de establecer un reino independiente donde poder deleitarse con los beneficios de su estatus y entregarse a placeres pecaminosos. Satanás utiliza métodos de toda clase para engañar a las personas, embaucarlas y tomarlas por tontas, presentándoles falsas impresiones. Incluso utiliza la intimidación y las amenazas para hacer que la gente lo admire y tema, con el objetivo final de que se sometan a él y lo adoren. Esto es lo que complace a Satanás; es también su objetivo al competir con Dios para ganarse a la gente. Entonces, cuando lucháis por el estatus y la reputación entre los demás, ¿por qué estáis luchando? ¿Es realmente por el renombre? No. En realidad, estás luchando por los beneficios que te proporciona el renombre. Si siempre quieres disfrutar de estos beneficios, entonces tendrás que luchar por ellos. Sin embargo, si no valoras estos beneficios y dices: “No importa cómo me trate la gente. Solo soy una persona corriente. No soy merecedor de tan buen trato ni deseo adorar a una persona. Dios es el único a quien realmente debo adorar y temer. Solo Él es mi Dios y mi Señor. No importa lo bueno que alguien pueda ser, lo magníficas que sean sus habilidades, lo vasto de su talento, o lo espléndida o perfecta que sea su imagen, no son objeto de mi veneración porque no son la verdad. No son el Creador; no son el Salvador, y no pueden orquestar ni reinar soberanos sobre el porvenir del hombre. No son objeto de mi adoración. Ningún ser humano merece mi adoración”, ¿no se ajusta esto a la verdad? En cambio, si no adoras a los demás, ¿cómo debes tratarlos si ellos empiezan a adorarte a ti? Debes encontrar la manera de impedir que lo hagan y ayudarles a liberarse de esa mentalidad. Debes encontrar la manera de mostrarles tu verdadera imagen y hacerles ver tu fealdad y tu verdadera naturaleza. La clave está en hacer comprender a la gente que, por muy bueno que sea tu calibre, la gran educación que hayas tenido, tus conocimientos o tu inteligencia, no dejas de ser una persona corriente. No eres objeto de admiración ni de adoración para nadie. Antes que nada, debes mantenerte firme en tu puesto y no retirarte después de cometer errores o avergonzarte. Si, después de cometer errores o avergonzarte, no solo no lo reconoces, sino que además utilizas el engaño para ocultarlo o restarle importancia, entonces agravas tu error y muestras aún más fealdad. Tu ambición se vuelve aún más evidente.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Los principios que deben guiar el comportamiento de una persona
Las propias personas son seres creados. ¿Pueden los seres creados alcanzar la omnipotencia? ¿Pueden alcanzar la perfección y la impecabilidad? ¿Pueden alcanzar la destreza en todo, llegar a entenderlo todo, ver la esencia de todo y ser capaces de cualquier cosa? No pueden. Sin embargo, dentro de los humanos hay un carácter corrupto y una debilidad fatal. En cuanto aprenden una habilidad o profesión, las personas sienten que son capaces, que tienen estatus y valor, que son profesionales. Sin importar lo mediocres que sean, quieren presentarse como figuras famosas o excepcionales, convertirse en una celebridad de poca importancia, y hacer creer a la gente que son perfectos y sin ningún defecto. A ojos de los demás, desean hacerse famosos, poderosos o figuras importantes y quieren volverse imponentes, capaces de cualquier cosa y sin que haya nada que no puedan lograr. Creen que si pidieran ayuda parecerían incapaces, débiles e inferiores y la gente los despreciaría. Por eso siempre quieren mantener las apariencias. Algunos, cuando se les pide que hagan algo, dicen que saben hacerlo, cuando en realidad no saben. Después, a escondidas, lo consultan e intentan aprender a hacerlo, pero, tras estudiarlo varios días, siguen sin entender cómo llevarlo a cabo. Cuando se les pregunta cómo lo llevan, dicen: “¡Pronto, pronto!”. Pero en su corazón piensan: “Todavía no lo entiendo, no tengo ni idea, no sé qué hacer. No puedo delatarme, he de seguir fingiendo, no puedo dejar que la gente vea mis fallos y mi ignorancia. No puedo dejar que me menosprecien”. ¿De qué problema se trata? Intentar guardar las apariencias a toda costa es vivir un infierno. ¿Qué tipo de carácter es este? La arrogancia de estas personas no tiene límite, han perdido toda razón. No quieren ser como los demás, no quieren ser gente corriente, gente normal, sino superhumanos, personas excepcionales, peces gordos. ¡Este es un problema descomunal! En cuanto a las debilidades, deficiencias, ignorancia, estupidez y falta de entendimiento dentro de la humanidad normal, lo ocultan todo y no dejan que otras personas lo vean y siguen disfrazándose. Hay quienes están ciegos a todo y, sin embargo, afirman que, en su corazón, comprenden. Cuando les pides que lo expliquen, no saben hacerlo. Después de que lo haya explicado otra persona, alegan que estaban a punto de decir lo mismo, pero no pudieron expresarlo a tiempo. Hacen todo lo posible por disfrazarse para tratar de quedar bien. ¿Qué os parece? ¿No vive esa gente con la cabeza en las nubes? ¿No está soñando? Ni ellos mismos saben quiénes son, no saben vivir una humanidad normal. Ni una vez han actuado como seres humanos prácticos. Si te pasas los días con la cabeza en las nubes, saliendo del paso, sin hacer nada de forma realista y viviendo siempre de acuerdo con tu imaginación, esto es un problema. La senda que eliges en la vida no es correcta. Si haces esto, entonces da igual cuánto creas en Dios, no entenderás la verdad ni podrás obtenerla. Para serte sincero, no puedes obtener la verdad porque tu punto de partida es equivocado. Debes aprender a caminar sobre la tierra, a hacerlo con firmeza, un paso cada vez. Si puedes caminar, entonces hazlo; no trates de aprender a correr. Si puedes caminar un paso, no intentes dar dos pasos al mismo tiempo. Debes comportarte de manera que tengas los pies firmemente anclados en la tierra. No trates de ser un superhumano, alguien grande o elevado.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Las cinco condiciones que hay que cumplir para emprender el camino correcto de la fe en Dios
¿Cómo se describe a los fariseos? Se trata de personas hipócritas, completamente falsas, que actúan en todo lo que hacen. ¿De qué modo actúan? Fingen ser buenas, amables y positivas. ¿Son así en realidad? En absoluto. Como son hipócritas, todo lo que se manifiesta y se revela en ellos es falso; todo es simulación: no es su verdadero rostro. ¿Dónde se oculta su verdadero rostro? Está escondido en el fondo de su corazón, para que nadie lo vea jamás. Todo lo que hay en el exterior es una actuación, es todo falso, pero solo pueden engañar a la gente, no a Dios. Si las personas no persiguen la verdad, si no practican y experimentan las palabras de Dios, entonces no pueden entender realmente la verdad, y por muy bien que suenen sus palabras, no son la realidad-verdad, sino palabras y doctrinas. Algunas personas solo se centran en repetir como loros las palabras y doctrinas, imitan a quien predica los sermones más elevados, y así, en pocos años, su recital de palabras y doctrinas se vuelve cada vez más avanzado, y son admiradas y veneradas por mucha gente, tras lo cual empiezan a camuflarse, y prestan gran atención a lo que dicen y hacen, mostrándose especialmente piadosas y espirituales. Utilizan estas llamadas teorías espirituales para camuflarse. Solo hablan de esto dondequiera que van, cosas engañosas que encajan con las nociones de la gente, pero que carecen de la realidad-verdad. Y al predicar estas cosas, que concuerdan con las nociones y gustos de la gente, desorientan a muchas personas. A otros, estas personas parecen muy devotas y humildes, pero en realidad es una falsedad; parecen tolerantes, comprensivas y cariñosas, pero en realidad, es una simulación; dicen amar a Dios, pero en realidad es una actuación. Otros creen que estas personas son santas, pero en verdad es falso. ¿Dónde puede encontrarse una persona que sea verdaderamente santa? La santidad humana es totalmente falsa. No es más que una actuación, una simulación. Por fuera, parecen leales a Dios, pero en realidad solo están actuando para que otros los vean. Cuando nadie mira, no tienen ni pizca de lealtad y todo lo que hacen es superficial. En apariencia, se esfuerzan por Dios y han abandonado a su familia y su carrera, pero ¿qué hacen en secreto? Se ocupan de su propia carrera profesional y van por su propia cuenta en la iglesia, beneficiándose de la iglesia y robando las ofrendas en secreto con el pretexto de trabajar por Dios… Estas personas son los fariseos hipócritas modernos. ¿De dónde vienen los fariseos? ¿Surgen entre los no creyentes? No, todos ellos surgen entre los creyentes. ¿Por qué estos creyentes se transforman en fariseos? ¿Los ha hecho alguien así? Por supuesto que no. ¿Cuál es la razón? Se debe a que esta es su esencia-naturaleza, y a que esta es la senda que han tomado. Usan las palabras de Dios solo como una herramienta para predicar y beneficiarse a partir de la iglesia. Arman su mente y su boca con las palabras de Dios, predican teorías espirituales falsas y se disfrazan de santos y, posteriormente, utilizan esto como capital para lograr el objetivo de beneficiarse a partir de la iglesia. No hacen más que predicar doctrinas, pero nunca han puesto en práctica la verdad. ¿Qué clase de personas son las que continúan predicando palabras y doctrinas a pesar de nunca haber seguido el camino de Dios? Son unos fariseos hipócritas. Sus escasos y supuestos buenos comportamientos y buena conducta, y esa pequeñez que han abandonado y entregado, se consiguen mediante la contención y el envoltorio de su propia voluntad. Esas acciones son totalmente falsas, y son todas fingidas. En el corazón de estas personas no existe el más mínimo temor de Dios y no tienen una verdadera fe en Dios. Más que eso, son incrédulos. Si las personas no persiguen la verdad, caminarán por este tipo de senda y se convertirán en fariseos. ¿No es eso aterrador? El lugar religioso en el que se reúnen los fariseos se convierte en un mercado. A ojos de Dios, esto es la religión; no se trata de la iglesia de Dios ni de un lugar donde se le rinda culto. Así pues, si la gente no persigue la verdad, por más palabras textuales y doctrinas superficiales sobre las declaraciones de Dios de las que se dote, no servirá de nada.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Seis indicadores de crecimiento vital
Los anticristos son especialmente expertos en fingir cuando tienen personas alrededor. Al igual que los fariseos, por fuera aparentan ser muy tolerantes con la gente y pacientes, humildes y bondadosos; parecen muy indulgentes y tolerantes con todo el mundo. A la hora de lidiar con problemas, siempre muestran una increíble tolerancia con la gente desde su posición de estatus y en todos los aspectos aparentan ser magnánimos y comprensivos, no se comportan como unos tiquismiquis y muestran a los demás lo grandes y amables que son. En realidad, ¿poseen los anticristos esta esencia? Actúan por el bien de los demás, son tolerantes con la gente y pueden ayudar a las personas en cualquier circunstancia, pero ¿cuál es el motivo oculto de sus acciones? ¿Seguirían haciendo estas cosas si no trataran de ganarse a la gente y de comprar su favor? ¿Se comportan los anticristos realmente así a puerta cerrada? ¿Son realmente lo que aparentan cuando están delante de otras personas, tipos humildes y pacientes, tolerantes con los demás y dispuestos a ayudarlos con amor? ¿Poseen esa esencia y ese carácter? ¿Tienen esa calidad humana? En absoluto. Todo cuanto hacen es fingir y está destinado a desorientar a la gente y comprar su favor para que una mayor cantidad de personas lleguen a albergar una buena impresión de ellos en su corazón y para que, cuando le surja un problema a alguien, este piense primero en ellos y busque su ayuda. A fin de lograr su objetivo, los anticristos planean premeditadamente cómo exhibirse ante los demás, decir y hacer las cosas correctas. Antes de hablar, quién sabe cuántas veces filtrarán o procesarán sus palabras en la cabeza. Planearán las cosas y se devanarán los sesos premeditadamente, reflexionarán sobre las palabras que emplean, sus expresiones, su registro, su voz y hasta sobre las miradas que dirigen a la gente y el tono con el que hablan. Sopesarán quién es su interlocutor, si se trata de una persona mayor o joven, si tiene un estatus superior o inferior al suyo, si los tiene en alta estima, si les guarda rencor en privado, si poseen una personalidad compatible con la suya, qué deberes cumple y cuál es su lugar en la iglesia y en el corazón de sus hermanos y hermanas. Observarán y sopesarán estas cuestiones, detenida y atentamente, y una vez meditadas, idearán formas de abordar a todo tipo de personas. Al margen de cómo traten a las distintas clases de personas, el objetivo de los anticristos no es otro que conseguir que la gente los tenga en alta estima; que los admire en lugar de mirarlos como a sus iguales; que cada vez haya más personas que los aprecien y los respeten cuando hablen, los apoyen y sigan cuando hagan algo, y los absuelvan y defiendan cuando cometan un error, y que cada vez haya más personas que peleen por su causa, se quejen amargamente en su nombre y se posicionen para discutir y oponerse a Dios cuando queden en evidencia y sean rechazados. Cuando pierden el poder, cuentan con un gran número de individuos que los ayudan, expresan su apoyo y dan la cara por ellos, lo cual demuestra que el estatus y el poder que los anticristos han cultivado en la iglesia gracias a sus intrigas premeditadas han arraigado profundamente en el corazón de la gente, y que su “concienzudo trabajo” no ha sido en vano.
La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (X)
Independientemente del contexto, sea cual sea el deber que desempeñe, el anticristo tratará de dar la impresión de que no es débil, de que siempre es fuerte, que está lleno de fe y que nunca es negativo, de modo que las personas nunca vean su verdadera estatura o su auténtica actitud hacia Dios. En realidad, en el fondo de su corazón, ¿de verdad creen que no hay nada que no puedan hacer? ¿De verdad piensan que no tienen debilidad, negatividad ni revelaciones de corrupción? Por supuesto que no. Se les da bien fingir, son expertos en ocultar cosas. Les gusta mostrar a la gente su lado fuerte y espléndido, no quieren que perciban su lado débil y verdadero. Su propósito es obvio, sencillamente mantener su vanidad y orgullo, proteger el lugar que ocupan en el corazón de las personas. Piensan que si se abren a los demás sobre su propia negatividad y debilidad, si revelan su lado rebelde y corrupto, esto supondrá un daño grave para su estatus y reputación, causará más problemas de los necesarios. Así que prefieren morir antes que admitir que por momentos son débiles, rebeldes y negativos. Y si llega un día en el que todo el mundo percibe su lado débil y rebelde, cuando vean que son corruptos y que no han cambiado en absoluto, seguirán fingiendo. Consideran que si admiten que tienen un carácter corrupto, que son personas normales e insignificantes, perderán entonces su lugar en el corazón de los demás, la idolatría y adoración de todos, y así habrán fracasado por completo. Por eso, pase lo que pase, no se abrirán a la gente. En ningún caso entregarán a nadie su poder y su estatus. En cambio, se esfuerzan al máximo por competir y nunca se darán por vencidos. Cada vez que se encuentran con un problema, toman la iniciativa de convertirse en el centro de atención para exhibirse y pavonearse. En el momento en que surge una complicación y se producen consecuencias, salen corriendo a esconderse o tratan de cargarle la responsabilidad a otro. Si se encuentran con un problema que entienden, enseguida alardean de lo que saben y aprovechan la oportunidad para darse a conocer a otros, de modo que la gente vea que tienen dones y destrezas especiales y llegue a tenerlos en alta estima e idolatrarlos. Si ocurre algo importante, y alguien les pregunta qué entienden del suceso, son reticentes a revelar su opinión y, en cambio, dejan que primero hablen los demás. Su reticencia tiene sus motivos: si no se trata de que no tengan una opinión, tienen miedo de que su opinión esté equivocada, de que si la expresan, los demás la refuten y los hagan sentirse avergonzados, y por eso no la comentan; y si no tienen una opinión, siendo incapaces de percibir el asunto con claridad, no se atreven a hablar en forma arbitraria, pues temen que la gente se ría de su error, con lo que el silencio es su única opción. En síntesis, no expresan sus opiniones abiertamente por temor a dejar en evidencia cómo son realmente, a permitir que la gente se dé cuenta de que son pobres y lamentables, y así se vea afectada la imagen que tienen de ellos. Así pues, una vez que todo el mundo ya ha compartido sus opiniones, ideas y conocimientos, se apropian de ciertas afirmaciones más elevadas y factibles que sacan a relucir como si se tratara de sus propios puntos de vista y discernimientos. Los resumen y los comparten con todo el mundo, con lo que adquieren alto estatus en el corazón de los demás. Los anticristos son astutos hasta el extremo: a la hora de expresar un punto de vista, nunca se sinceran ni dejan que los demás vean su verdadero estado, ni le dan a entender lo que piensan en realidad, cómo están de aptitud, humanidad y capacidad de comprensión, y si tienen auténtico conocimiento de la verdad. Así, al tiempo que presumen y fingen ser espirituales y personas perfectas, hacen lo imposible por disimular su verdadero rostro y su verdadera estatura. Nunca revelan sus debilidades a los hermanos y hermanas ni hacen el intento de conocer sus defectos y fallos; por el contrario, hacen lo imposible por disimularlos. La gente les pregunta: “Hace muchísimos años que crees en Dios; ¿has dudado de Él alguna vez?”. Responden: “No”. Les preguntan: “¿Alguna vez te has lamentado de abandonar todo por esforzarte por Dios?”. Responden: “No”. “Cuando estabas enfermo, ¿te sentiste apenado y extrañaste tu hogar?”. Y contestan: “En ningún momento”. Puedes ver así que los anticristos se presentan como personas decididas, tenaces y capaces de abandonarse y sufrir, como alguien que sencillamente no tiene defectos ni fallos o problemas. Si alguien señala su corrupción y sus debilidades, los trata igual que a un hermano o hermana normal, y se sincera y comparte con ellos, ¿cómo abordan el asunto? Hacen lo imposible por defenderse y justificarse, por demostrar que tienen la razón y en última instancia hacer que la gente vea que no tienen problemas, que son personas perfectas y espirituales. ¿No es todo una farsa? Los que se creen impecables y santos son impostores.
La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (X)
Cuando tienen algún tipo de habilidad, los anticristos piensan que son extraordinarios, se hacen los misteriosos, fanfarronean y dan testimonio de sí mismos para que otros los admiren y los idolatren. Cuando las personas de este tipo tienen una pequeña fortaleza o un don, eso las hace creer que son mejores que el resto y desean liderarlos. Cuando otras personas acuden a ellas en busca de respuestas, los anticristos les dan lecciones desde la superioridad y si, después, esas personas siguen sin comprender, ellos simplemente lo atribuyen a su calibre escaso, aunque, en realidad, son los propios anticristos los que no han brindado una explicación clara. Por ejemplo, al ver que alguien no puede reparar una máquina defectuosa, un anticristo dirá: “¿Cómo es posible que aún no sepas hacer esto? ¿Acaso no te he dicho ya cómo hacerlo? Te lo expliqué muy claramente y aún no lo entiendes. Realmente tienes un calibre escaso. No aprendes ninguna de las veces que te lo enseño”. Sin embargo, cuando la persona le pide que repare la máquina, se quedará mirándola un buen rato y tampoco sabrá cómo hacerlo; incluso ocultará a la persona el hecho de que no sabe cómo repararla. Después de pedirle a esa persona que se marche, el anticristo investigará en secreto e intentará descifrar cómo hacer la reparación, pero seguirá sin poder lograrlo. Terminará por desmontar la máquina, hará un desastre total y no podrá volver a armarla. Entonces, por miedo a que los demás vean lo que ha hecho, esconderá las piezas. ¿Es vergonzoso no saber hacer algunas cosas? ¿Existe alguien que pueda hacerlo todo? No hay nada vergonzoso en no saber hacer algunas cosas. No olvides que eres solo una persona corriente, nadie te admira ni te idolatra. Una persona corriente es solo eso: una persona corriente. Si no sabes cómo hacer algo, solo di que no sabes hacerlo. ¿Por qué intentas aparentar? La gente se indignará contigo si estás siempre aparentando. Tarde o temprano te delatarás y, entonces, perderás tu dignidad y tu integridad. Este es el carácter de un anticristo; siempre se cree un manitas, alguien que puede hacer de todo, que es hábil y competente en todas las cosas. ¿Eso no le traerá problemas? ¿Qué haría si tuviese una actitud honesta? Diría: “No soy competente en esta habilidad técnica, solo tengo un poco de experiencia. He puesto en práctica todo lo que sé, pero no comprendo estos problemas nuevos que estamos encontrando. Por lo tanto, tenemos que adquirir un poco de conocimiento profesional si queremos cumplir nuestro deber adecuadamente. Adquirir conocimiento profesional nos permitirá llevar a cabo nuestro deber de manera eficaz. Dios nos ha encargado esto, así que es nuestra responsabilidad cumplirlo bien. Debemos ir y adquirir esos conocimientos con base en una actitud de responsabilidad hacia nuestro deber”. Esto es practicar la verdad. Una persona con el carácter de un anticristo no haría eso. Si una persona tiene al menos un poco de razón, dice: “Yo solo sé hasta aquí. No es necesario que me admires y yo no necesito darme aires. ¿No facilitará eso las cosas? Es horrible estar siempre aparentando. Si hay algo que no sabemos, podemos aprenderlo juntos y luego trabajar en armonía para llevar a cabo nuestro deber adecuadamente. Debemos tener una actitud responsable”. Al ver esto, la gente pensaría: “Esta persona es mejor que nosotros; cuando le surge un problema no se obliga ciegamente a ir más allá de sus límites ni les traslada el problema a otros ni elude la responsabilidad. En cambio, se hace cargo y lo aborda con una actitud seria y responsable. Esta es una buena persona, seria y responsable en su trabajo y en su deber. Es de fiar. La casa de Dios hizo bien en encargarle esta tarea importante. ¡Dios realmente escruta la profundidad del corazón de las personas!”. Al cumplir su deber de esta manera, mejoraría sus habilidades y se granjearía la aprobación de todos. ¿Cómo surge esa aprobación? Primero, la persona está abordando su deber con una actitud seria y responsable; segundo, es capaz de ser una persona honesta y tiene una actitud práctica y deseosa de aprender; tercero, no se puede descartar que tenga la guía y el esclarecimiento del Espíritu Santo. Una persona así tiene la bendición de Dios; eso es lo que puede obtener alguien con conciencia y razón. Aunque tiene actitudes corruptas, limitaciones y defectos, y hay muchas cosas que no sabe hacer, de todas formas, está en la senda de práctica correcta. No aparenta ni engaña; tiene una actitud seria y responsable hacia su deber y una actitud anhelante y devota hacia la verdad. Los anticristos jamás serán capaces de hacer esas cosas porque su manera de pensar siempre será diferente de la de quienes aman y persiguen la verdad. ¿Por qué piensan diferente? Porque llevan dentro la naturaleza de Satanás, viven según el carácter de Satanás para alcanzar su objetivo de asumir el poder. Siempre procuran utilizar distintos medios para incurrir en conspiraciones y trucos, y desorientan a la gente de una forma u otra para que los adore y los siga. Por eso, con el fin de engañar a las personas, encuentran todo tipo de formas de aparentar, engatusar, mentir y engañar para hacer creer a los demás que ellos tienen razón en todo, que son buenos en todo y que pueden hacer cualquier cosa; que son más inteligentes y más sabios que los demás, que entienden más que los demás, que son mejores que los demás en todo, que están por encima de los demás en todos los sentidos, incluso que son lo mejor de lo mejor en cualquier grupo. Tienen esa necesidad. Este es el carácter de los anticristos. Así, aprenden a fingir que son algo que no son y muestran cada una de estas diversas prácticas y manifestaciones.
La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (III)
Todos los seres humanos corruptos adolecen de un problema común: cuando no tienen estatus, no se dan importancia al relacionarse o hablar con alguien ni adoptan un determinado estilo o tono discursivo; son, sencillamente, normales y corrientes y no necesitan aparentar. No sienten presión psicológica y saben compartir abiertamente y de corazón. Son accesibles y es fácil relacionarse con ellos; a los demás les parecen muy buena gente. En cuanto logran estatus, se vuelven petulantes, ignoran a la gente común, nadie puede acercarse a ellos; creen tener cierta nobleza y que ellos y la gente normal están cortados por distintos patrones. Desprecian a las personas corrientes, se dan importancia al hablar y dejan de compartir abiertamente con los demás. ¿Por qué ya no comparten abiertamente? Sienten que ahora tienen estatus y son líderes. Piensan que los líderes deben tener determinada imagen, estar un poco por encima de la gente normal, tener más estatura y que son más capaces de asumir responsabilidad; creen que, en comparación con la gente normal, los líderes deben tener más paciencia, ser capaces de sufrir, de esforzarse más y de soportar toda tentación de Satanás. Incluso si sus padres u otros miembros de su familia mueren, sienten que deben tener autocontrol para no llorar, o que al menos deben llorar en secreto, sin que los vean, para que nadie vea ninguna de sus limitaciones, defectos ni debilidades. Llegan a creer que los líderes no pueden decir a nadie que han caído en la negatividad; por el contrario, deben ocultar todas esas cosas. Creen que así debe actuar una persona con estatus. Cuando se reprimen hasta ese punto, ¿acaso el estatus no se ha convertido en su dios, en su señor? Y siendo así, ¿poseen todavía una humanidad normal? Cuando tienen tales ideas, cuando se meten en esa cesta y simulan de esa manera, ¿acaso no se han enamorado del estatus? Cuando otra persona es más fuerte y mejor que ellos, eso afecta su debilidad vital. ¿Pueden superar la carne? ¿Pueden tratar al otro como corresponde? Por supuesto que no. Para liberarte del control que el estatus tiene sobre ti, ¿qué debes hacer primero? Debes purgarlo de tus intenciones, de tus pensamientos y de tu corazón. ¿Cómo se consigue esto? Antes, cuando no tenías estatus, ignorabas a aquellos que no te llamaban la atención. Ahora que tienes estatus, si ves a alguien que no te llama la atención o tiene problemas, te sientes responsable de ayudarlo, y por eso pasas más tiempo comunicando con él, tratando de resolver algunos de los problemas prácticos que tiene. ¿Y qué sientes en tu corazón cuando haces tales cosas? Un sentimiento de alegría y paz. Así que también deberías confiar en la gente y sincerarte con ella más a menudo cuando te halles en dificultades o experimentes un fracaso, comunicar tus problemas y debilidades, hablar de cómo te rebelaste contra Dios y cómo saliste de esto y fuiste capaz de satisfacer Sus intenciones. ¿Y cuál es el efecto de confiar en la gente de esa manera? Es, sin duda, positivo. Nadie te mirará por encima del hombro, y es posible que envidien tu capacidad para atravesar estas experiencias. Alguna gente siempre piensa que cuando las personas tienen estatus, deben actuar más como funcionarios y hablar de una determinada manera para que las tomen en serio y las respeten. ¿Es correcta esta forma de pensar? Si eres capaz de darte cuenta de que esta forma de pensar es errónea, debes orar a Dios y rebelarte contra las cosas carnales. No te des importancia y no vayas por la senda de la hipocresía. En cuanto pienses así, debes abordarlo buscando la verdad. Si no la buscas, este pensamiento, este punto de vista, tomará forma y se arraigará en tu interior. En consecuencia, llegará a dominarte y tú simularás y moldearás tanto tu imagen que nadie podrá verte a través de ella ni entender tus pensamientos. Hablarás con los demás como si lo hicieras a través de una máscara que les oculta tu verdadero ser. Debes aprender a permitir que los demás te vean tal como eres y a abrirles tu corazón y acercarte a ellos. Debes rebelarte contra las preferencias de tu carne y comportarte de acuerdo con las exigencias de Dios. Así, tendrás paz y felicidad de corazón. Sea lo que sea que te suceda, reflexiona primero acerca de los problemas que existen en tu ideología. Si aún deseas construirte una imagen y disimular, debes orar a Dios de inmediato: “Oh Dios, nuevamente quiero disimular. Otra vez estoy maquinando falsamente. ¡Soy un verdadero demonio! ¡Sin duda debo de resultarte detestable! Me doy asco por completo. Te ruego que me reprendas, me disciplines y me castigues”. Debes orar, sacar a la luz tu actitud y ampararte en Dios para revelarla, diseccionarla y restringirla. Si la diseccionas y la restringes así, tus acciones no causarán problemas porque tu carácter corrupto está controlado y no se revela. En este momento, ¿qué sientes en el corazón? Como mínimo, te sentirás bastante liberado. Tu corazón estará alegre y en paz. Habrá disminuido tu dolor y no sufrirás a causa de la refinación. En el peor de los casos, habrá ocasiones en las que por momentos te sientas un poco perdido y pienses: “Soy líder, una persona de estatus y prestigio, ¿cómo voy a ser como la gente común? ¿Cómo puedo hablar con la gente corriente de manera sincera, genuina y abierta? Sería rebajarme mucho”. Como ves, esto es un poco problemático. El carácter corrupto del hombre no puede perderse por completo de una vez ni puede resolverse del todo en poco tiempo. Creías que corregirlo sería muy simple, que, como la gente lo imagina, una vez que compartas claramente sobre la verdad y reconozcas tu carácter corrupto, serás capaz de desecharlo de inmediato. No es algo tan sencillo. El proceso mediante el cual el hombre practica la verdad consiste en luchar contra su carácter corrupto. La voluntad individual, la imaginación y los deseos extravagantes del hombre no se resuelven por completo rebelándose contra ellos y superándolos de una vez y para siempre a través de la oración. En cambio, solo pueden abandonarse definitivamente tras varias y reiteradas batallas. Este proceso realmente dará frutos solo cuando uno pueda practicar la verdad.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo resolver las tentaciones y la esclavitud del estatus
Debes buscar la verdad para resolver cualquier problema que surja, sea el que sea, y bajo ningún concepto simular o dar una imagen falsa ante los demás. Tus defectos, carencias, fallos y actitudes corruptas… sé totalmente abierto acerca de todos ellos y compártelos. No te los guardes dentro. Aprender a abrirse es el primer paso para la entrada en la vida y el primer obstáculo, el más difícil de superar. Una vez que lo has superado, es fácil entrar en la verdad. ¿Qué significa dar este paso? Significa que estás abriendo tu corazón y mostrando todo lo que tienes, bueno o malo, positivo o negativo; que te estás descubriendo ante los demás y ante Dios; que no le estás ocultando nada a Dios ni estás disimulando ni disfrazando nada, libre de mentiras y falsedades, y que estás siendo igualmente sincero y honesto con otras personas. De esta manera, vives en la luz y no solo Dios te escrutará, sino que otras personas podrán comprobar que actúas con principios y cierto grado de transparencia. No necesitas ningún método para proteger tu reputación, imagen y estatus, ni necesitas encubrir o disfrazar tus errores. No es necesario que hagas estos esfuerzos inútiles. Si puedes dejar de lado estas cosas, estarás muy relajado, vivirás sin limitaciones ni dolor y completamente en la luz. Aprender a abrirse cuando se comparte es el primer paso para la entrada en la vida. Luego has de aprender a diseccionar tus pensamientos y actos para ver cuáles están equivocados y cuáles no agradan a Dios, y es preciso que los corrijas inmediatamente y los rectifiques. ¿Cuál es el propósito de rectificarlos? Es aceptar y asumir la verdad, al tiempo que te deshaces de las cosas en tu interior que le pertenecen a Satanás y las reemplazas con la verdad. Antes, hacías todo según tu carácter falso, que es mentiroso y engañoso; sentías que no podías lograr nada sin mentir. Ahora que entiendes la verdad y desdeñas la forma de hacer las cosas que tiene Satanás, ya no te comportas de ese modo, actúas con una mentalidad de honestidad, pureza y sumisión. Si no te guardas nada, si no te pones una careta, una impostura, si no encubres las cosas, si te expones ante los hermanos y hermanas, si no ocultas tus ideas y pensamientos más íntimos, sino que permites que los demás vean tu actitud sincera, entonces la verdad echará raíces poco a poco en ti, florecerá y dará frutos, dará gradualmente resultados. Si tu corazón es cada vez más honesto y está cada vez más orientado hacia Dios, y si sabes proteger los intereses de la casa de Dios cuando cumples con tu deber, y tu conciencia se turba cuando no proteges estos intereses, entonces esto es una prueba de que la verdad ha tenido efecto en ti y se ha convertido en tu vida.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte
La iglesia asciende y cultiva a algunas personas, es una bonita oportunidad para formarse. Eso es algo bueno. Se puede decir que han sido elevadas y agraciadas por Dios. Entonces, ¿cómo deben cumplir con su deber? El primer principio al que deben atenerse es el de comprender la verdad; cuando no entiendan la verdad, deben buscarla, y si todavía no entienden después de buscar por su cuenta, pueden encontrar a alguien que sí entienda la verdad y con el que comunicar y buscar, lo cual hará que la solución del problema sea más rápida y oportuna. Si solo te concentras en dedicar más tiempo a leer las palabras de Dios por tu cuenta y en pasar más tiempo reflexionando sobre estas palabras, a fin de lograr la comprensión de la verdad y resolver el problema, se trata de un proceso demasiado lento; como dice el refrán: “Las soluciones lentas no resuelven las necesidades urgentes”. Si, en lo que respecta a la verdad, deseas progresar rápidamente, entonces debes aprender a trabajar en armonía con los demás, a hacer más preguntas y a buscar más. Solo entonces tu vida crecerá rápidamente, y serás capaz de resolver los problemas sin demora, sin ninguna demora en ninguno de ellos. Ya que acabas de ser ascendido y aún estás en periodo de prueba, y además no posees un auténtico entendimiento de la verdad ni la realidad-verdad —porque aún te falta esta estatura— no pienses que tu ascenso significa que posees la realidad-verdad; no es así. Se te selecciona para el ascenso y el cultivo simplemente porque tienes un sentido de carga hacia el trabajo y posees el calibre de un líder. Has de tener tal razón. Si, después de que se te ha ascendido y te has convertido en líder u obrero, comienzas a reafirmar tu estatus y crees que eres alguien que persigue la verdad y que tienes la realidad-verdad, y si, independientemente de los problemas que tienen los hermanos y hermanas, finges que entiendes y que eres espiritual, entonces esta es una estúpida manera de ser, y es la misma de los hipócritas fariseos. Debes hablar y actuar con la verdad. Cuando no entiendas, puedes preguntar a otros o buscar la comunicación de lo Alto; esto no tiene nada de vergonzoso. Aunque no preguntes, lo Alto conocerá tu verdadera estatura, y sabrá que la realidad-verdad está ausente en ti. Lo que deberías hacer es buscar y comunicar; esta es la razón que debería tener la humanidad normal, y el principio al que deberían atenerse los líderes y los obreros. No es algo de lo que haya que avergonzarse. Si piensas que una vez que eres líder es bochornoso no entender los principios o estar preguntando en todo momento a otras personas o a lo Alto, y temes que otros te menosprecien y luego montas un numerito, fingiendo que lo entiendes y lo sabes todo, que tienes capacidad para trabajar, que puedes hacer cualquier trabajo de la iglesia, y no necesitas que nadie te recuerde o comunique contigo, o que alguien te provea o te apoye, entonces esto es peligroso, y eres demasiado arrogante y sentencioso, demasiado falto de razón. Ni siquiera conoces tu propia medida, ¿acaso eso no te convierte en una persona atolondrada? Tales personas en realidad no cumplen con los criterios para ser ascendidas y cultivadas por la casa de Dios, y tarde o temprano serán destituidas y descartadas. Y, por tanto, cada líder u obrero a quien acaben de ascender debería tener claro que no posee la realidad-verdad, debería tener esta conciencia de sí mismo. Ahora eres un líder u obrero no porque Dios te haya designado, sino porque otros líderes y obreros te han ascendido para que lo seas, o porque el pueblo escogido de Dios te ha elegido; esto no significa que tengas la realidad-verdad y una estatura real. Cuando entiendas esto, tendrás un poco de razón, que es la razón que los líderes y obreros deben poseer. […] Estás en el período de formación y cultivo, tienes un carácter corrupto y no entiendes la verdad en absoluto. Dime, ¿está Dios al corriente de estas cosas? (Sí). Así pues, ¿acaso no parecerías estúpido si fingieras? ¿Queréis ser estúpidos? (No, no queremos). Si no queréis ser estúpidos, ¿qué clase de personas deberíais ser? Sed gente con razón, que puede buscar la verdad con humildad y aceptarla. No finjáis ni seáis fariseos hipócritas. Lo que sabes tan solo es cierto conocimiento profesional, no los principios-verdad. Debes encontrar una manera de aprovechar de manera adecuada tus puntos fuertes profesionales y de utilizar los conocimientos y el aprendizaje que has adquirido sobre la base de entender los principios-verdad. ¿Acaso no es esto un principio? ¿Acaso no es una senda de práctica? Cuando hayas aprendido a hacer esto, tendrás una senda para seguir y serás capaz de entrar en la realidad-verdad. Hagas lo que hagas, no seas obstinado ni finjas. Ser obstinado y fingir no es una manera racional de hacer las cosas, sino la forma más estúpida de hacer las cosas. Las personas que viven según sus actitudes corruptas son las más estúpidas. Solo los que buscan la verdad y tratan los asuntos de acuerdo con los principios-verdad son los más inteligentes.
La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (5)
Ocupar el lugar que le corresponde a un ser creado y ser una persona corriente, ¿es eso fácil de hacer? (No es fácil). ¿Dónde radica la dificultad? En que a las personas siempre les parece que tienen la cabeza coronada con muchas aureolas y títulos. Además, se otorgan a sí mismas la identidad y estatus de grandes figuras y superhombres, y participan en todas esas prácticas fingidas y falsas y espectáculos simulados. Si no te desprendes de esas cosas, si tus palabras y actos están siempre limitados y controlados por ellas, te resultará difícil entrar en la realidad de la palabra de Dios. Te costará no apresurarte en buscar soluciones para lo que no entiendes y llevar esas cuestiones ante Dios más a menudo, así como ofrecerle un corazón sincero. No serás capaz de hacerlo. La razón exacta es que tu estatus, tus títulos, tu identidad y todo lo demás son falsos e inciertos, ya que se oponen y contradicen las palabras de Dios; son cosas que te atan de tal manera que no puedes presentarte ante Él. ¿Qué te aportan? Hacen que se te dé bien disfrazarte, fingir que entiendes, que eres inteligente, una gran figura, una celebridad, alguien capaz, sabio y que incluso lo sabe todo, que es capaz de todo y que puede hacer cualquier cosa. Eso hace que los demás te adoren y te admiren. Acudirán a ti con todos sus problemas, confiarán en ti y te admirarán. Por lo tanto, es como ponerte al fuego para que te asen. Decidme, ¿es agradable estar asándote al fuego? (No). No lo entiendes, pero no te atreves a confesarlo. No puedes desentrañarlo, pero no te atreves a decirlo. Es obvio que cometiste un error, pero no te atreves a admitirlo. Tu corazón está angustiado, pero no te atreves a decir: “Esta vez es de verdad mi culpa. Tengo una deuda con Dios y con mis hermanos y hermanas. He causado un enorme agravio a la casa de Dios, pero carezco de valor para ponerme delante de todos y admitirlo”. ¿Por qué no te atreves a hablar? Tu creencia es que: “Tengo que vivir conforme a la reputación y la aureola que me han concedido mis hermanos y hermanas. No puedo traicionar la alta estima y confianza que tienen en mí, mucho menos las ansiosas expectativas que han depositado en mí a lo largo de tantos años. Por tanto, he de seguir fingiendo”. ¿Cómo es ese disfraz? Te has convertido a ti mismo en una gran figura y un superhombre. Los hermanos y hermanas quieren acudir a ti para preguntarte, consultarte e incluso buscar tu consejo sobre cualquier problema al que se enfrentan. Parece que ni siquiera pueden vivir sin ti. Sin embargo, ¿no sientes angustia en el corazón? Evidentemente, algunas personas no sienten esa angustia. Un anticristo no la siente, sino que se deleita con ella, pensando que su estatus está por encima de todo lo demás. En cambio, una persona dentro de la media y normal siente angustia cuando la están asando al fuego. Piensa que no es nada en absoluto, solo una persona corriente. No cree que sea más fuerte que los demás. No solo es que piense que no es capaz de llevar a cabo ningún trabajo práctico, sino que además retrasará la obra de la iglesia y al pueblo escogido de Dios, así que asumirá la culpa y dimitirá. Se trata de alguien con razón. ¿Es un problema fácil de resolver? Lo es para las personas con razón, pero resulta difícil para aquellos que carecen de ella. Si, una vez que obtienes estatus, disfrutas con desvergüenza de los beneficios de este y, como resultado, quedas en evidencia y eres descartado por tu fracaso a la hora de hacer un trabajo real, tú mismo te lo habrás buscado y merecido. No te mereces ni una pizca de lástima o compasión. ¿Por qué digo esto? Porque insistes en ocupar un lugar elevado. Te colocas tú mismo en el fuego para que te asen. Tu herida es autoinfligida. Si no quieres colocarte en el fuego y asarte, deberías renunciar a todos esos títulos y aureolas y contarles a tus hermanos y hermanas los verdaderos estados y pensamientos que alberga tu corazón. De ese modo, podrán tratarte adecuadamente y no tendrás que usar un disfraz. Ahora que te has abierto y has arrojado luz sobre tu verdadero estado, ¿no sientes el corazón más tranquilo y relajado? ¿Por qué caminar con tan pesada carga sobre tu espalda? Si expresas tu verdadero estado, ¿de verdad te mirarán mal tus hermanos y hermanas? ¿De verdad te abandonarán? Por supuesto que no. Al contrario, te darán su aprobación y te admirarán por atreverte a hablar de corazón. Dirán que eres una persona honesta. Eso no entorpecerá tu trabajo en la iglesia, ni tendrá el menor efecto negativo en él. Si los hermanos y hermanas notan que tienes dificultades, te ayudarán voluntariamente y trabajarán junto a ti. ¿Qué decís? ¿No es así como debería ser? (Sí). Ponerte siempre un disfraz para que los demás te admiren es una estupidez. El mejor enfoque es ser una persona corriente con un corazón normal, ser capaz de abrirte al pueblo escogido de Dios de manera pura y simple, y participar a menudo en charlas sinceras. Nunca aceptes que los demás te enaltezcan, te admiren, te elogien en demasía o te digan palabras halagadoras. Se han de rechazar esas cosas. Por ejemplo, algunas personas pueden decir: “¿No eres profesor universitario? Dado que posees tantos conocimientos, tu comprensión de la verdad debe ser grande”. Diles: “¿Qué clase de profesor universitario soy? Ningún grado de conocimiento puede ocupar el lugar de la verdad. Esos conocimientos me han causado un gran sufrimiento. Son totalmente inútiles. No me tengas en alta estima; soy solo una persona corriente”. Por supuesto, a algunas personas les cuesta desprenderse de su estatus. Quieren ser personas normales y corrientes y ocupar el lugar que le corresponde a un ser creado. No quieren sufrir así, pero no pueden evitarlo. Siempre se consideran superiores y no pueden bajarse de su alto pedestal. Eso es problemático. Les gusta que la gente revolotee a su alrededor y que los miren con ojos de admiración. Les gusta que acudan a ellos con sus problemas, confíen en ellos, los escuchen y los enaltezcan. Les gusta que los tengan por personas superiores, por expertos en todo, que crean que son omniscientes y que no hay nada que no entiendan, e incluso piensan que estaría muy bien y sería maravilloso que los consideraran vencedores. Para esto ya no hay remedio. Algunos aceptan los cumplidos y las coronas que les conceden los demás, y desempeñan el papel de superhombre y gran figura durante un tiempo. Sin embargo, no se sienten cómodos y sufren angustia. ¿Qué deberían hacer? Cualquiera que desee adularte en realidad te está echando al fuego para asarte, y deberías apartarte de él. O como alternativa, busca la ocasión para revelarles la verdad de tu corrupción, háblales de tu verdadero estado y expón tus defectos y fallos. De esa manera, no te adorarán ni admirarán. ¿Es eso fácil de hacer? En realidad, sí. El hecho de no poder hacerlo demuestra que eres demasiado arrogante y vanidoso. Es cierto que te consideras a ti mismo un superhombre, una gran figura, y en absoluto odias y detestas ese tipo de carácter en tu corazón. Siendo esto así, no puedes más que esperar el tropiezo que te deshonre a ojos de los demás. Si eres alguien que realmente posee razón, aborrecerás y te repugnará el carácter corrupto que siempre quiere hacer el papel de superhombre y gran figura. Cuanto menos, debes tener ese sentimiento. Solo entonces podrás odiarte a ti mismo y rebelarte contra la carne. ¿Cómo debes practicar para ser una persona ordinaria, normal y corriente? Primero, debes rechazar y desprenderte de esas cosas a las que te aferras y te parecen tan buenas y valiosas, además de esas palabras bonitas y superficiales con las que los demás te admiran y elogian. Si, en tu corazón, tienes claro qué tipo de persona eres, cuál es tu esencia, cuáles son tus fallos y qué corrupción revelas, deberías comunicar esto abiertamente con otras personas, para que puedan ver cuál es tu verdadero estado, cuáles son tus pensamientos y opiniones, para que sepan qué conocimiento tienes de esas cosas. Hagas lo que hagas, no finjas ni coloques una fachada, no ocultes a los demás tu propia corrupción y tus defectos para que nadie los conozca. Este tipo de falso comportamiento es un obstáculo en tu corazón, y se trata también de un carácter corrupto, y puede impedir que la gente se arrepienta y cambie. Debes orar a Dios y someter a reflexión y análisis las cosas falsas, como los elogios que te hacen los demás, la gloria con la que te colman y las coronas que te otorgan. Debes darte cuenta del daño que te hacen estas cosas. Y al hacerlo conocerás tu propia medida, alcanzarás el autoconocimiento y dejarás de verte como un superhombre o una gran figura. Una vez que tengas ese autoconocimiento, te resultará fácil aceptar en tu corazón la verdad, las palabras de Dios y lo que Dios pide al hombre, aceptar la salvación del Creador para ti, ser una persona corriente con los pies en la tierra, alguien honesto y fiable, y establecer una relación normal entre tú mismo, un ser creado, y Dios, el Creador. Esto es precisamente lo que Dios pide a las personas, y se trata de algo totalmente alcanzable para ellas. Dios solo permite que se presenten ante Él personas normales y corrientes. No acepta la adoración de celebridades fingidas y falsas, grandes figuras y superhombres. Cuando te desprendas de esas falsas aureolas, admitas que eres una persona normal y corriente, y acudas a Dios para buscar la verdad y orarle, el corazón que le ofrezcas será mucho más auténtico, y te sentirás mucho más tranquilo. En ese momento, sentirás que necesitas a Dios para que te apoye y te ayude, y podrás presentarte ante Él más a menudo para buscar y orarle. Decidme, ¿creéis que es más fácil ser una gran figura, un superhombre, o una persona corriente? (Una persona corriente). En teoría, es fácil ser una persona corriente, mientras que ser una gran figura o un superhombre es difícil, lo que siempre provoca angustia. Sin embargo, cuando las personas toman sus propias decisiones y las ponen en práctica, no pueden evitar querer ser un superhombre o una gran figura. No pueden evitarlo. Esto se debe a su esencia-naturaleza. Por eso, el hombre necesita la salvación de Dios. En el futuro, cuando alguien os pregunte: “¿Cómo puede uno dejar de intentar ser un superhombre y una gran figura?”, ¿seréis capaces de responder a esa pregunta? Lo único que tenéis que hacer es practicar el método que he expuesto. Sé una persona corriente, no te disfraces, ora a Dios y aprende a abrirte de forma sencilla y a hablar con los demás desde el corazón. Esta práctica dará sus frutos de forma natural. Poco a poco, aprenderás a ser una persona normal, dejarás de estar cansado de la vida, de angustiarte y de sufrir. Todas las personas son corrientes. No hay diferencia entre ellas, excepto que sus dones personales son diferentes y su calibre puede variar en cierto modo. Si no fuera por la salvación y protección de Dios, todos harían el mal y sufrirían el castigo. Si puedes admitir que eres una persona corriente, si puedes alejarte de las figuraciones e ilusiones vacías del hombre y tratar de ser una persona honesta y realizar acciones honestas, si puedes someterte concienzudamente a Dios, no tendrás problemas y vivirás en plenitud la semejanza humana. Es tan simple como eso. Entonces, ¿por qué no hay senda? Lo que acabo de decir es muy sencillo. De hecho, es exactamente así. Los que aman la verdad pueden aceptarlo completamente, y también dirán: “En realidad, Dios no exige demasiado del hombre. Todas Sus exigencias pueden cumplirse con la conciencia y la razón humanas. No es difícil para una persona cumplir bien su deber. Si una persona actúa de corazón y tiene la voluntad y el deseo de ponerlo en práctica, resulta fácil lograrlo”. Pero algunos no lo consiguen. A aquellos que siempre tienen ambiciones y deseos, que siempre quieren ser superhombres y grandes figuras, aunque quieran ser personas corrientes, no les resulta fácil. Siempre se sienten superiores y mejores que los demás, por lo que todo su corazón y toda su mente están consumidos por el deseo de ser un superhombre o una gran figura. No solo no están dispuestos a ser personas corrientes y mantenerse en su estatus de seres creados, sino que juran que nunca renunciarán a su empeño de ser superhombres y grandes figuras. Esto no tiene remedio.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Atesorar las palabras de Dios es la base de la fe en Dios
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