25. Cómo resolver el problema de disfrutar de los beneficios del estatus
Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días
Muchas personas, a Mis espaldas, codician los beneficios del estatus, se dan atracones de comida, aman dormir y se preocupan por la carne, siempre temerosas de que la carne no tenga salida. No desarrollan su función correcta en la iglesia, sino que gorronean de la iglesia, o bien amonestan a los hermanos y hermanas con Mis palabras, limitando a los demás desde posiciones de autoridad. Estas personas siguen diciendo que están siguiendo la voluntad de Dios y siempre dicen que son íntimas de Dios; ¿no es esto absurdo? Si tienes la motivación correcta, pero eres incapaz de servir de acuerdo con las intenciones de Dios, entonces estás siendo insensato, pero si tu motivación no es correcta, y sigues diciendo que sirves a Dios, eres alguien que se opone a Dios, ¡y deberías ser castigado por Él! ¡No tengo simpatía por tales personas! En la casa de Dios gorronean, codiciando siempre las comodidades de la carne, y no consideran los intereses de Dios. Siempre buscan lo que es bueno para ellas y no prestan atención a las intenciones de Dios. No aceptan el escrutinio del Espíritu de Dios en nada de lo que hacen. Siempre son torcidas y falsas y engañan a sus hermanos y hermanas, y tienen doble cara, como un zorro en una viña, siempre robando uvas y pisoteando la viña. ¿Pueden ser tales personas íntimas de Dios? ¿Eres apto para recibir las bendiciones de Dios? No asumes cargas para tu vida y para la iglesia; ¿eres apto para recibir la comisión de Dios? ¿Quién se atrevería a confiar en alguien como tú? Cuando sirves así, ¿podría Dios confiarte una tarea mayor? ¿No causaría esto retrasos en la obra?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cómo servir en armonía con las intenciones de Dios
La palabra “estatus” no es ni una prueba ni una tentación en sí misma. Depende de cómo la gente la aborde. Si consideras la tarea de liderazgo como tu deber, como una responsabilidad que debes cumplir, el estatus no te limitará. Si la aceptas como un título o un puesto oficial, estarás en problemas y, de seguro, fracasarás. ¿Cuál es entonces la mentalidad que uno debería adoptar al convertirse en líder y obrero de la iglesia? ¿En qué debería centrarse tu búsqueda? ¡Debes tener una senda! Si no buscas la verdad y no cuentas con una senda de práctica, tu estatus se convertirá en tu trampa y te desplomarás. Una vez que adquieren estatus, algunas personas se transforman y cambian de mentalidad. No saben cómo vestirse, cómo hablar con los demás, qué tono adoptar, cómo relacionarse con la gente o qué expresiones utilizar. En consecuencia, comienzan a crear una imagen de sí mismos. ¿No es eso una aberración? Algunos se fijan en los peinados de los no creyentes, las prendas que visten y las cualidades de su oratoria y su comportamiento. Los imitan y siguen el rumbo que toman los no creyentes en este sentido. ¿Es eso positivo? (No, no lo es). ¿Cuál es el problema? Que si bien parecen ser prácticas superficiales, en realidad son una especie de búsqueda. Son una imitación. No es el camino correcto. Ya podéis distinguir lo correcto de lo incorrecto en estas apariencias y estos disfraces evidentes, pero ¿podéis rechazar y rebelaros contra lo incorrecto? (Sí, cuando somos conscientes de ello). Esta es vuestra estatura actual. Cuando estas ideas son nuevas en vuestro corazón, podéis discernirlas e identificarlas. Si os sentís motivados para perseguir el estatus, podéis moderar este deseo vosotros mismos, de modo que no os convirtáis en un fanático obsesionado que persigue a su ídolo como una bestia que ha perdido la razón. Subjetivamente, puedes identificar tales ideas. Cuando no estás rodeado de gente, puedes rebelarte contra la carne sin sufrir ninguna tentación. Pero ¿qué sucedería si la gente te siguiera, girara en torno tuyo, se ocupara de tus necesidades diarias, te alimentara y vistiera y satisficiera cada una de tus necesidades? ¿Qué sentimientos surgirían en tu corazón? ¿Acaso no disfrutarías de los beneficios del estatus? ¿Seguirías siendo capaz de rebelarte contra la carne? Cuando la gente se reúne a tu alrededor, cuando orbita en torno tuyo como si fueras una estrella, ¿cómo manejarías tu estatus? ¿Puedes indagar en tu corazón para encontrar las cosas que hay en tu conciencia, es decir, aquellas cosas que existen en medio de tus pensamientos e ideas, como el aprecio, el placer y la codicia que te genera el estatus e incluso tu obsesión por él? ¿Puedes reconocerlas? Si puedes examinar tu corazón y reconocer estas cosas presentes en él, ¿podrías rebelarte contra la carne en esa situación? Si no tienes la voluntad de practicar la verdad, no te rebelarás contra ellas, sino que las disfrutarás y te darán placer. Rebosante de autocomplacencia, dirás: “Tener estatus siendo creyente es realmente maravilloso. Como líder, todo el mundo hace lo que yo digo. ¡Qué sentimiento más fabuloso! Yo soy el que conduce y riega a estas personas. Ahora ellos me obedecen a mí. Si yo digo que hagan tal cosa, nadie hace tal otra. Si les digo que oren, nadie se atreve a cantar. Eso es todo un logro”. Entonces habrás comenzado a disfrutar de los beneficios del estatus. ¿Qué será el estatus para ti? (Veneno). Y si bien es veneno, no tienes por qué temerle. Es precisamente en esta situación que necesitas contar con la búsqueda y los métodos de práctica correctos. A menudo, cuando la gente tiene estatus, pero su trabajo aún no ha logrado resultados, dice: “No disfruto del estatus ni de todo lo que me aporta”. Sin embargo, una vez que su trabajo tiene cierto éxito y sienten que su estatus está a resguardo, pierden la razón y gozan de los beneficios que el estatus genera. ¿Crees que, solo porque sabes reconocer la tentación, puedes rebelarte contra la carne? ¿Realmente tienes tal estatura? Lo cierto es que no. Solo a través de la conciencia humana y la racionalidad mínima del hombre serás capaz de reconocerla y rebelarte. Son ellas las que te dicen que no actúes así. Es el estándar de conciencia y la poca racionalidad que obtienes por haber encontrado la fe en Dios los que te ayudan o te mantienen alejado de la senda equivocada. ¿En qué contexto se produce? Cuando amas el estatus, pero aún no lo has logrado, es posible que todavía poseas un poco de tu conciencia y razón. Estas palabras todavía pueden controlarte y hacer que te des cuenta de que gozar de estatus no es bueno y no se ajusta a la verdad, que no es el camino correcto y supone oponerse a Dios y disgustarlo. Así, puedes rebelarte contra la carne a conciencia y renunciar a gozar del estatus. Puedes rebelarte contra la carne cuando no tienes logros ni méritos que exhibir, pero una vez que has hecho una labor meritoria, ¿te controlarán tu sentido de la vergüenza, tu conciencia, tu racionalidad y tus conceptos morales? El pequeño estándar de conciencia que posees no se acerca para nada a tener un corazón temeroso de Dios, y tu poca fe no te servirá de nada.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo resolver las tentaciones y la esclavitud del estatus
Para vosotros, ¿qué tiene de especial ser líderes y obreros? (Asumir mayor responsabilidad). La responsabilidad es parte de ello. Todos sois conscientes de esto, pero ¿cómo podéis cumplir bien con vuestras responsabilidades? ¿Por dónde comenzáis? Cumplir bien con esta responsabilidad es, a decir verdad, cumplir con el propio deber adecuadamente. La palabra “responsabilidad” puede sonar especial, pero al analizarla, en definitiva, se trata del deber de uno. Para vosotros, no resulta fácil cumplir bien con vuestro deber, porque hay muchas cosas frente a vosotros que os lo impiden, cosas tales como la barrera del estatus, que es la más difícil de derribar. Si careces de estatus y no eres más que un creyente común, es posible que enfrentes menos tentaciones y te será más fácil cumplir bien con el deber. Puedes llevar una vida espiritual a diario, como lo hace la gente común, comer y beber las palabras de Dios, compartir la verdad y desempeñar tus deberes adecuadamente. Con eso basta. Si tienes estatus, no obstante, en primer lugar, debes superar el obstáculo que este representa. Primero debes superar esta prueba. ¿Cómo puedes derribar esta barrera? Para la gente común no es sencillo lograrlo porque las actitudes corruptas están profundamente arraigadas en el hombre. Todos manifiestan un carácter corrupto y están esencialmente enamorados de la búsqueda de fama, provecho y estatus. Tras finalmente adquirir estatus con tanta dificultad, ¿quién no gozaría de sus beneficios al máximo? Si amas la verdad de corazón y tienes en cierto modo un corazón temeroso de Dios, manejarás tu estatus con cuidado y precaución y, mientras cumples con tu deber, también serás capaz de buscar la verdad. Así, la reputación, el provecho y el estatus no tendrán lugar en tu corazón ni obstaculizarán el cumplimiento de tu deber. Si tu estatura es demasiado escasa, debes orar a menudo y utilizar las palabras de Dios para constreñirte. Tendrás que encontrar la manera de hacer ciertas cosas o evitar a conciencia determinados entornos y tentaciones. Por ejemplo, supongamos que eres líder. Cuando estás en compañía de varios hermanos y hermanas corrientes, ¿no pensarán que, en cierto modo, eres superior a ellos? La raza humana corrupta lo vería así, y eso ya supone una tentación para ti. ¡No es una prueba, sino una tentación! Es muy peligroso que tú también te creas superior a ellos, pero si los ves como tus pares, tu mentalidad es normal y no te perturbarán las actitudes corruptas. Si piensas que, siendo el líder, tu estatus es mayor que el de ellos, ¿cómo te tratarán? (Admirarán al líder). Te respetarán y admirarán, ¿y nada más? No. Tendrán que hablar y actuar conforme a ello. Por ejemplo, si tanto tú como un hermano o una hermana corrientes contraen un resfriado, ¿a quién cuidarán primero? (Al líder). ¿No es eso tener preferencia? ¿Acaso no es ese uno de los beneficios del estatus? Si tienes un conflicto con algún hermano o hermana, ¿te tratarán de manera justa debido a tu estatus? ¿Se pondrán del lado de la verdad? (No). Estas son las tentaciones que enfrentas. ¿Puedes evitarlas? ¿Cómo deberías abordarlo? Si alguien te trata mal, quizá esa persona te desagrade y pienses en atacarla, excluirla y vengarte de ella, cuando de hecho no hay nada de malo en ella. Por otro lado, algunos pueden adularte, y no solo es posible que no lo objetes, sino que, de hecho, lo disfrutes. ¿No es preocupante? ¿No empezarías de inmediato a animar y capacitar a tu adulador para que se convierta en tu confidente y haga lo que tú dices? Si hicieras eso, ¿en qué senda estarías? (La senda de los anticristos). Si caes en estas tentaciones, estás en peligro. ¿Es bueno tener gente alrededor de ti todo el día? He oído que algunas personas, tras convertirse en líderes, no hacen su propio trabajo ni resuelven problemas prácticos. En cambio, en lo único que piensan es en los placeres de la carne. En ocasiones incluso comen comidas preparadas especialmente para ellos, mientras hacen que otros les laven su ropa sucia. Transcurrido un tiempo, terminan siendo revelados y descartados. ¿Qué deberíais hacer cuando enfrentéis algo así? Si tienes estatus, la gente te adulará y te tratará con especial atención. Si puedes superar y rechazar estas tentaciones y seguir tratando a la gente de forma justa, independientemente de cómo te traten, eso demuestra que eres una persona correcta. Si tienes estatus, algunos te admirarán. Estarán siempre alrededor de ti, adulándote y halagándote. ¿Puedes poner fin a eso? ¿Cómo deberíais manejar tales situaciones? Cuando no necesitáis que nadie os cuide, pero alguien os ofrece su “ayuda” y os complace, tal vez os regocijéis en secreto, pues pensáis que tener estatus os hace diferentes y que el trato especial debe disfrutarse al máximo. ¿No suceden tales cosas? ¿No es un problema real? Cuando te suceden esas cosas, ¿te lo reprocha tu corazón? ¿Sientes asco y aborrecimiento? Una persona que no siente asco y aborrecimiento, que no lo rechaza y por dentro no siente reproche ni culpa, sino que, por el contrario, le encanta disfrutar de tales cosas, pues siente que es bueno tener estatus, ¿tiene conciencia? ¿Posee racionalidad? ¿Es alguien que persigue la verdad? (No). ¿Qué demuestra esto? Que se anhelan los beneficios del estatus. Si bien eso no te cataloga como anticristo, ya has comenzado a recorrer su senda. Cuando te acostumbras a gozar de un trato especial, si, algún día, ya no puedes recibirlo, ¿no te enfadarás? Si algunos hermanos y hermanas son pobres y no tienen dinero para alojarte, ¿serás justo con ellos? Si te dicen algo cierto que te desagrada, ¿usarás tu poder en su contra y meditarás sobre cómo castigarlos? ¿Sentirás disgusto al verlos y desearás darles una lección? Una vez que estos pensamientos surgen en ti, no estás lejos de cometer una maldad, ¿no es así? ¿Es fácil que la gente recorra la senda de los anticristos? ¿Es sencillo convertirse en anticristo? (Sí). ¡Es muy indignante! Como líderes y obreros, si no buscáis la verdad en todas las cosas, estáis recorriendo la senda de los anticristos.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo resolver las tentaciones y la esclavitud del estatus
Tras empezar a creer en Dios, muchas personas siempre buscan estatus y que otros los tengan en gran consideración. Siempre quieren destacar entre el resto en la casa de Dios y estar a la cabeza del rebaño. Para lograrlo, renuncian a sus familias y a su carrera profesional, sufren adversidades y pagan un precio, hasta por fin lograr su deseo y convertirse en líder. Después de que esto sucede, las vidas de estas personas son realmente diferentes. Plasman todos los aspectos de la imagen y el estilo que solían tener en la cabeza respecto a cómo son las personas con un cargo de funcionario, desde la manera de vestir y maquillarse al modo de hablar y de comportarse. Aprenden a hablar como un funcionario, a mandonear a la gente y a hacer que los demás se encarguen de sus asuntos privados. En pocas palabras, aprenden a ser un funcionario. Cuando acuden a un lugar para ser líderes, significa que van allí a ser funcionarios. ¿Qué significa ser un funcionario? “Realizar un esfuerzo arduo para obtener un cargo político con el fin de conseguir comida y ropa”. Se trata de un asunto relacionado con los placeres físicos. Después de convertirse en líder, ¿qué es ahora distinto en su vida respecto a cómo era antes? Lo que comen, lo que visten y las cosas que usan son diferentes. Cuando comen, se preocupan de que sea nutritivo y sabroso. Se preocupan de la marca y el estilo de ropa que llevan. Tras ser líder en cierto lugar durante un año, se han puesto gordos y pastosos; visten de pies a cabeza con ropa de marca y su teléfono, su computadora y los electrodomésticos de su casa son de marcas punteras. ¿Tenían estas condiciones antes de ser líder? (No). Después de convertirse en líderes no se esforzaron en hacer dinero, ¿de dónde lo sacaron entonces para comprar todo esto? ¿Se lo donaron los hermanos y hermanas o se lo asignó la casa de Dios? ¿Habéis oído alguna vez que la casa de Dios le asigne estas cosas a todo líder y obrero? (No). Por tanto, ¿cómo las consiguieron? En cualquier caso, no las adquirieron mediante su trabajo arduo, sino que fueron cosas que consiguieron después de obtener estatus y convertirse en “funcionarios”, de disfrutar del beneficio del estatus, de extorsionar a otros y mediante el fraude y las apropiaciones. ¿Había personas de este tipo en las iglesias de todas partes, entre las filas de los líderes y obreros con los que entablasteis contacto? No tenían nada cuando se convirtieron en líderes, pero en menos de tres meses disponían de computadoras y teléfonos de marcas de alta gama. Hay quien piensa que, tras convertirse en líder, el estándar de trato que merecen es alto. Deben desplazarse en coche cuando salen, las computadoras y los teléfonos que usan deben ser mejores que los de la gente normal, de una marca de alta gama, y cuando el modelo es viejo lo deben reemplazar por uno nuevo. ¿Cuenta la casa de Dios con estas reglas? La casa de Dios nunca ha tenido estas reglas y no hay ni un hermano o hermana que lo piense. ¿De dónde provienen entonces las cosas que disfrutan estos líderes? Por un lado, las consiguieron extorsionando a los hermanos y hermanas e instando a gente rica a comprárselas, para lo que enarbolaban la bandera de desempeñar la obra de la casa de Dios. Aparte, compraron estas cosas mediante la apropiación indebida y el robo de ofrendas. ¿Acaso no son basura que adquiere fraudulentamente alimentos y bebidas? ¿Difiere esto en algo de las personas que he mencionado en los casos anteriores que he compartido? (No). ¿Qué tienen en común? Todos aprovecharon su puesto para malversar ofrendas y para conseguirlas mediante la extorsión. Hay quien dice: “Al trabajar en la casa de Dios y ser un líder u obrero, ¿no están cualificados para disfrutar de estas cosas? ¿No están cualificados para compartir las ofrendas de Dios con Él?”. Decidme, ¿lo están? (No). Si hace falta que compren algunas cosas para hacer la obra de la casa de Dios, existen reglas en ella que dicen que pueden comprarlas, pero ¿hacen ellos sus compras según las estipulaciones de las reglas? (No). ¿Qué observáis que muestre que no sea así? (Si de veras lo necesitaran para el trabajo, pensarían que algo está bien si se le puede dar uso, pero lo que buscan los anticristos son cosas de marca de alta gama y utilizan lo mejor de todo. A juzgar por esto, podemos ver que se sirven de su estatus para disfrutar de estas cosas materiales). Eso es. Si se necesitara para el trabajo, cualquier cosa que se pueda usar estaría bien. ¿Por qué requieren que sean tan lujosas y caras? Además, cuando las compraron, ¿participó más gente en la decisión y estuvo de acuerdo? ¿No supone eso un problema? Si otros participaron en la decisión, ¿es posible que todos estuvieran de acuerdo en que compraran artículos de alta gama? En absoluto. Resulta muy obvio que obtuvieron estas cosas robando ofrendas. Está claro como el agua. Además, la casa de Dios tiene una regla: ya esté cada iglesia salvaguardando las ofrendas o asociándose en el trabajo, nunca es la labor de una sola persona. Por tanto, ¿por qué estas personas, como individuos, hacen uso de las ofrendas y las gastan a su antojo? Esto no concuerda con los principios. ¿Acaso la naturaleza de lo que hacen no es robar ofrendas? Compraron estas cosas y las adquirieron sin el acuerdo ni la aprobación de otros líderes y obreros, y por supuesto sin notificárselo a nadie y sin que nadie más supiera lo que estaban haciendo. ¿No es eso un poco equiparable en su naturaleza a robar? A esto se le llama robar ofrendas. Robar es engañar. ¿Por qué se considera engañar? Porque compraron estas cosas lujosas y las obtuvieron enarbolando la bandera de hacer la obra de la casa de Dios. Esta clase de comportamiento se considera fraude y engaño. ¿He exagerado al definirlo de esta manera? ¿Estoy armando un gran alboroto por nada? (No). No solo eso, sino que después de que estos supuestos líderes permanecen en un mismo lugar durante un tiempo, tienen la percepción muy clara de qué trabajo hacen los hermanos y hermanas en el mundo, qué conexiones sociales tienen y qué beneficios pueden sacarles y obtener de ellos, así como de qué conexiones pueden usar. Por ejemplo, lo que perciben con gran claridad es qué hermano o hermana trabaja en un hospital, para un departamento del gobierno o para un banco, o quién es un emprendedor, quién proviene de una familia que es dueña de una tienda, quién tiene coche o una casa grande y cosas del estilo. ¿Entran estas cosas en el ámbito de trabajo de estos líderes? ¿Por qué tantean estos asuntos? Quieren usar estas conexiones y a estos hermanos y hermanas que ocupan puestos especiales en el mundo para que les rindan servicio a ellos, los sirvan y les proporcionen comodidades. ¿Crees que lo hacen para llevar a cabo la obra de la iglesia y que comparten la verdad para abordar las dificultades del pueblo escogido de Dios? ¿Es eso lo que están haciendo? Existe una intención y un objetivo detrás de todas estas cosas que hacen. Cuando los verdaderos líderes y obreros trabajan, se centran en resolver problemas y en hacer bien la obra de la iglesia. No prestan atención a las cosas que no tienen nada que ver con la obra de la iglesia. Solo se enfocan en preguntar quién está haciendo su deber en la iglesia con sinceridad, quién es eficaz en su deber, quién puede aceptar la verdad y practicarla y quién es leal a la hora de desempeñar su deber. Entonces, los ascienden e investigan a esas personas que causan trastornos y perturbaciones, y lidian con ellas conforme a los principios. Solo los que practican así son auténticos líderes y obreros. ¿Hacen esto los anticristos? (No). ¿Qué si no? Actúan y hacen preparativos con el fin de conseguir cosas deseables para sí mismos y son en aras de sus propios intereses, pero no se aplican en la obra de iglesia ni le dan importancia. Por tanto, después de afianzarse en cierto lugar, ya han percibido con bastante claridad qué hermanos y hermanas pueden proveerles qué servicios. Por ejemplo, quienquiera que trabaje en la industria farmacéutica puede conseguirles medicamentos gratis cuando enfermen y proporcionarles medicamentos importados de alta calidad; el que trabaje en un banco les facilita los depósitos o las retiradas de dinero; cosas así. Perciben todo esto con mucha claridad. Reúnen a estas personas ante ellos sin importarles que su humanidad sea buena o no. Mientras los sigan y estén dispuestas a ayudarlos y ser sus cómplices, los anticristos les darán cosas deseables y las mantendrán cerca y las cuidarán y protegerán, al tiempo que estas personas trabajan para consolidar la posición de estos anticristos en la iglesia y mantener las fuerzas de estos. Por tanto, cuando quieres ver si un líder de la iglesia está haciendo trabajo real, pregúntale por la auténtica situación de los hermanos y hermanas en esa iglesia y por cómo va la obra, y serás capaz de ver con claridad si de veras se trata de alguien que hace trabajo real. Algunas personas perciben de manera clara los asuntos de familia y las circunstancias de vida de los hermanos y hermanas en la iglesia. Si les preguntas quién trabaja en la industria farmacéutica, qué familia tiene una tienda, cuál un coche, qué familia hace grandes negocios o quién trabaja en algún departamento local y puede hacer cosas por los hermanos y hermanas, te lo pueden contar al detalle. Si les preguntas quién persigue la verdad, quién es superficial en su deber, quién es un anticristo, quién trata de ganarse a la gente, quién es eficaz a la hora de predicar el evangelio o cuántos destinatarios potenciales del evangelio hay a nivel local, desconocen tales aspectos. ¿Qué clase de personas son? Quieren usar todas las conexiones sociales en el lugar que se hallan y unirlas para convertirse en un pequeño grupo social. Por consiguiente, al lugar donde se encuentran estos líderes no se le puede llamar una iglesia. Al terminar su labor, se ha convertido en un grupo social. Cuando se reúnen, no abren su corazón ni comparten su comprensión vivencial entre ellos, en cambio, se fijan en quién cuenta con las conexiones más potentes, quién ocupa una alta posición en la sociedad y es muy exitoso, quién es bien conocido en la sociedad, quién tiene influencia en ella y quién puede proveer al líder de servicios especialmente convenientes y de cosas deseables. Sean quienes sean estas personas, ocupan un lugar en el corazón del líder. ¿No es esto lo que hacen los anticristos? (Sí). ¿Qué es lo que hacen los anticristos? ¿Acaso están construyendo la iglesia? La están haciendo pedazos y la están destruyendo, y perturban y trastornan la obra de la casa de Dios. Crean su propio reino independiente, su propio grupo privado y su cuadrilla. Esto es lo que hacen los anticristos.
La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (V)
Algunas personas no tienen estatus y hacen deberes corrientes, y cuando adquieren algunas cualificaciones, también quieren hacer que otros les sirvan. Otras hacen unos cuantos deberes arriesgados y también quieren ordenar a otros que les sirvan. Hay además algunas que hacen deberes especiales y que consideran sus deberes como una condición básica, una moneda de cambio y una especie de capital mediante el cual hacer que los hermanos y hermanas las sirvan. Por ejemplo, algunas personas conocen habilidades profesionales especiales que otros no han aprendido ni captado. Cuando empiezan a hacer un deber relacionado con estas habilidades profesionales en la casa de Dios, piensan que son diferentes a otras personas, que se les coloca en una posición importante en la casa de Dios, que ahora ocupan los escalafones superiores y, especialmente, que su valía se ha redoblado y son respetables. En consecuencia, creen que hay ciertas tareas que no necesitan hacer ellas mismas, que es natural ordenar a los demás que les sirvan sin remuneración en esas labores diarias como llevarles comida o hacer la colada. Los hay incluso que usan la excusa de que están ocupados con su deber para hacer que los hermanos y hermanas hagan por ellos esto o aquello. Aparte de las cosas que no les queda otro remedio que hacer por sí mismos, les endosan a otros todo en lo que estos les puedan servir o lo que les puedan ordenar que lleven a cabo. ¿Y eso por qué? Piensan: “Tengo capital, soy respetable. Soy un talento poco común en la casa de dios, hago un deber especial y soy un receptor principal del cultivo de la casa de dios. Ninguno de vosotros es tan bueno como yo, todos estáis en un nivel inferior. Yo soy capaz de hacer una contribución especial a la casa de dios y vosotros no. Por tanto, deberíais servirme”. ¿Acaso no son estas exigencias excesivas y desvergonzadas? Todo el mundo alberga estas exigencias en el corazón, pero por supuesto los anticristos exigen aún más estas cosas de manera implacable y desvergonzada, y da igual cómo hables sobre la verdad con ellos, no renunciarán a ellas. La gente corriente también posee estas manifestaciones de los anticristos, y si tienen un poco de talento o hacen alguna pequeña contribución, creen que merecen disfrutar de un trato especial. No se lavan la ropa ni los calcetines y hacen que otros lo hagan por ellos, además de realizar algunas exigencias irracionales que van en contra de la humanidad. ¡Carecen mucho de razón! Estas ideas y exigencias que la gente tiene no entran en el reino de la racionalidad; si nos fijamos primero en el extremo inferior de la escala, no se conforman a los estándares de la humanidad y la conciencia, y en el extremo superior de la escala, no se conforman a la verdad. Todas esas manifestaciones se pueden englobar en la categoría de anticristos que se esfuerzan por obtener su propio beneficio. Todos los que poseen actitudes corruptas son capaces de hacer esas cosas, y además se atreven a hacerlas. Si alguien tiene un poco de talento y de capital y realiza alguna contribución, a continuación quiere explotar a los demás, servirse de la oportunidad que supone el cumplimiento de su deber para luchar por su propio beneficio, tener las cosas dispuestas para él y disfrutar de la felicidad y el trato que provienen de ordenar a los demás que lo sirvan. Incluso hay algunos que renuncian a sus familias y trabajos para cumplir con su deber, y durante ese tiempo desarrollan alguna enfermedad leve y, a consecuencia de ello, se ponen sentimentales y se quejan de que nadie se preocupa por ellos ni los cuida. Haces tu deber por ti mismo, cumples con tu propio deber y tu propia responsabilidad, ¿qué tiene que ver eso con los demás? Sea cual sea el deber que uno cumpla, no se hace nunca para otra persona ni al servicio de alguien, de modo que nadie tiene la obligación de servir a otros sin recibir recompensa ni de recibir órdenes de nadie. ¿Acaso no es esta la verdad? (Sí). Aunque Dios exige que las personas sean amorosas, así como pacientes y tolerantes con los demás, uno no puede exigirle subjetivamente a nadie que sea así, y hacerlo no es razonable. Si alguien es capaz de ser tolerante y paciente contigo y de mostrarte amor sin que tú se lo exijas, eso es decisión suya. Sin embargo, si los hermanos y hermanas te sirven porque tú se lo exiges, si les das órdenes impuestas a la fuerza y los explotas, o si te sirven porque los embaucas para que lo hagan, entonces existe un problema contigo. Algunos incluso se aprovechan de la oportunidad que supone el cumplimiento de su deber y a menudo lo utilizan como pretexto para extorsionar a ciertos hermanos y hermanas pudientes, y hacer que les compren esto o aquello y les proporcionen servicios. Por ejemplo, si les hace falta más ropa, le dicen a un hermano o hermana: “Sabes hacer ropa, ¿verdad? Hazme algo para que me lo ponga”. El hermano o la hermana responde: “Saca la cartera entonces. Compra tú la tela y te haré algo”. En lugar de sacar el dinero, obliga al hermano o a la hermana a que compre la tela. ¿Acaso no es engañosa la naturaleza de este acto? Explotar la relación entre hermanos y hermanas, explotar su propio capital, explotar la oportunidad que supone el cumplimiento de su deber para exigir todo tipo de servicios y tratos a los hermanos y hermanas y ordenar a estos que trabajen para ellos; todas estas son manifestaciones de la inferior calidad humana de los anticristos.
La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (IV)
Puede que la gente común carezca de tal poder y estatus, pero ellos también desean hacer que los demás tengan una visión favorable de ellos, que los tengan en alta estima y les otorguen un estatus elevado en su corazón. Eso es un carácter corrupto, y si las personas no entienden la verdad, son incapaces de reconocerlo. Las actitudes corruptas son las más difíciles de reconocer. Reconocer tus propios defectos y carencias es fácil, pero reconocer tu carácter corrupto no lo es. Los que no se conocen a sí mismos nunca hablan de sus estados corruptos, siempre creen que están bien. Y, sin darse cuenta, empiezan a presumir: “En todos mis años de fe he sufrido mucha persecución y muchísimas dificultades. ¿Sabéis cómo lo superé todo?”. ¿Es este un carácter arrogante? ¿Cuál es su motivación para exhibirse? (Hacer que la gente los tenga en alta estima). ¿Qué motivación tienen para hacer que la gente los tenga en alta estima? (Que se les otorgue estatus en la mente de esas personas). Si se te otorga estatus en la mente de alguien, cuando te encuentras en su compañía te trata con deferencia y es especialmente educado cuando habla contigo. Siempre te admira, siempre te deja ser el primero en todo, te cede el paso, te adula y te obedece. Te consulta y te deja decidir en todo. Y tú tienes una sensación de gozo con esto: te parece que eres más fuerte y mejor que los demás. A todo el mundo le gusta esta sensación. Es la sensación de tener estatus en el corazón de alguien; la gente desea disfrutar de esto. Por eso compite por el estatus y todo el mundo desea que se le otorgue estatus en el corazón de los demás, ser estimado e idolatrado por otros. Si no pudieran disfrutar de ello, no irían en pos del estatus. Por ejemplo, si no tienes estatus en la mente de alguien, se relacionará contigo en igualdad de condiciones, y te tratará como a un par. Te llevará la contraria cuando sea necesario, no será cortés ni respetuoso contigo e incluso puede que se marche antes de que termines de hablar. ¿Te sentirás excluido? No te gusta que te traten así; te gusta que te adulen, te admiren y te adoren en todo momento. Te gusta ser el centro de todo, que todo gire a tu alrededor y que todos te escuchen, te admiren y se sometan a tus directrices. ¿Acaso no es esto un deseo de mandar como un rey, de tener poder? Tus palabras y acciones están motivadas por la búsqueda y adquisición de estatus, y pugnas, te aferras y compites con otros por él. Tu meta es apoderarte de un puesto, y que el pueblo escogido por Dios te escuche, te apoye y te adore. Una vez que te has apoderado de ese puesto, has adquirido poder y puedes disfrutar de los beneficios del estatus, la admiración de los demás y el resto de ventajas que conlleva ese puesto. La gente siempre disimula, se exhibe ante los demás, aparenta, finge y se embellece para hacer creer a otros que es perfecta. Su objetivo es ganar estatus, para poder disfrutar de los beneficios de este. Si no te lo crees, piénsalo con detenimiento: ¿Por qué siempre quieres que la gente te tenga en alta estima? Quieres que te adoren y te admiren, para poder acabar haciéndote con el poder y disfrutar de los beneficios del estatus. El estatus que buscas tan desesperadamente te traerá muchos beneficios, y tales beneficios son precisamente lo que otros envidian y desean. Cuando la gente prueba los muchos beneficios que confiere el estatus, se intoxica y se entrega a esa vida de lujo. La gente piensa que solo esta es una vida que no se ha desperdiciado. La humanidad corrupta se deleita complaciéndose con estas cosas. Por tanto, una vez que una persona alcanza cierto puesto y empieza a disfrutar de los diversos beneficios que le reporta, codiciará sin descanso esos placeres pecaminosos, hasta el punto de no desprenderse nunca de ellos. En esencia, la búsqueda de fama y estatus viene impulsada por el deseo de disfrutar de las ventajas que conlleva un determinado puesto, de mandar como un rey, de ejercer control sobre el pueblo escogido de Dios, de tener dominio sobre todo y de establecer un reino independiente donde poder deleitarse con los beneficios de su estatus y entregarse a placeres pecaminosos. Satanás utiliza métodos de toda clase para engañar a las personas, embaucarlas y tomarlas por tontas, presentándoles falsas impresiones. Incluso utiliza la intimidación y las amenazas para hacer que la gente lo admire y tema, con el objetivo final de que se sometan a él y lo adoren. Esto es lo que complace a Satanás; es también su objetivo al competir con Dios para ganarse a la gente. Entonces, cuando lucháis por el estatus y la reputación entre los demás, ¿por qué estáis luchando? ¿Es realmente por el renombre? No. En realidad, estás luchando por los beneficios que te proporciona el renombre. Si siempre quieres disfrutar de estos beneficios, entonces tendrás que luchar por ellos. Sin embargo, si no valoras estos beneficios y dices: “No importa cómo me trate la gente. Solo soy una persona corriente. No soy merecedor de tan buen trato ni deseo adorar a una persona. Dios es el único a quien realmente debo adorar y temer. Solo Él es mi Dios y mi Señor. No importa lo bueno que alguien pueda ser, lo magníficas que sean sus habilidades, lo vasto de su talento, o lo espléndida o perfecta que sea su imagen, no son objeto de mi veneración porque no son la verdad. No son el Creador; no son el Salvador, y no pueden orquestar ni reinar soberanos sobre el porvenir del hombre. No son objeto de mi adoración. Ningún ser humano merece mi adoración”, ¿no se ajusta esto a la verdad? En cambio, si no adoras a los demás, ¿cómo debes tratarlos si ellos empiezan a adorarte a ti? Debes encontrar la manera de impedir que lo hagan y ayudarles a liberarse de esa mentalidad. Debes encontrar la manera de mostrarles tu verdadera imagen y hacerles ver tu fealdad y tu verdadera naturaleza. La clave está en hacer comprender a la gente que, por muy bueno que sea tu calibre, la gran educación que hayas tenido, tus conocimientos o tu inteligencia, no dejas de ser una persona corriente. No eres objeto de admiración ni de adoración para nadie. Antes que nada, debes mantenerte firme en tu puesto y no retirarte después de cometer errores o avergonzarte. Si, después de cometer errores o avergonzarte, no solo no lo reconoces, sino que además utilizas el engaño para ocultarlo o restarle importancia, entonces agravas tu error y muestras aún más fealdad. Tu ambición se vuelve aún más evidente.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Los principios que deben guiar el comportamiento de una persona
En el momento en que un anticristo obtiene estatus, ya no hay quien lo frene: ven a las demás personas como cosas a las que pisotear, y en todo lo que hacen quieren robar el protagonismo y sacar el máximo provecho. Se esfuerzan por tener el control en todo lo que hacen y también cuando hablan. Sea cual sea el lugar donde se sienten, quieren que sea especial. Sea cual sea el trato del que gocen en la casa de Dios, quieren que sea mejor que el que reciba cualquier otro. Quieren que todos los valoren más y los tengan en mejor estima que a cualquier otra persona. Cuando no tienen estatus, quieren arrebatarlo, y tan pronto como lo obtienen se vuelven increíblemente arrogantes. Cualquiera que les hable debe mirarlos desde abajo; nadie puede caminar junto a ellos, sino que debe quedarse uno o dos pasos atrás; nadie puede hablarles demasiado alto ni demasiado fuerte, usar las palabras equivocadas o mirarlos mal. Se pondrán quisquillosos con todos y siempre tendrán algo que decir de ellos. Nadie puede ofenderlos o criticarlos; sino que todos deben mostrarles respeto, adularlos y halagarlos. Una vez que un anticristo obtiene estatus, actuará de manera arbitraria y caprichosa dondequiera que vaya, y alardeará para que los demás lo tengan en estima. No solo se deleitan en el estatus y realmente valoran la estima de los demás, sino que los placeres materiales también son particularmente importantes para ellos. Quieren quedarse con los anfitriones que les brinden el mejor trato. No importa quién sea su anfitrión, tienen exigencias concretas con respecto a lo que comen y, si la comida no es lo suficientemente buena, encontrarán una oportunidad para podar a su anfitrión. Se niegan a aceptar placeres de calidad inferior: su comida, vestimenta, alojamiento y transporte deben ser de un nivel superior; lo normal simplemente no es suficiente. No pueden aceptar cosas que sean iguales a las que reciben los hermanos y hermanas comunes. Si los demás se levantan a las 5 o 6 de la mañana, ellos se levantarán a las 7 u 8. La mejor comida y los mejores artículos deben reservarse para ellos. Incluso las ofrendas que las personas hacen deben ser examinadas primero por ellos, y se quedarán con lo que sea bonito o valioso, o que les llame la atención, y dejarán las sobras para la iglesia. Y hay otra cosa más, la más repugnante que hacen los anticristos. ¿Cuál es? Una vez que tienen estatus, su apetito crece, sus horizontes se amplían, y aprenden a disfrutar, tras lo cual desarrollan un deseo de gastar dinero, de consumir, y en consecuencia quieren quedarse con todo el dinero que la iglesia utiliza para su trabajo, asignarlo como les plazca y controlarlo según sus deseos. A los anticristos les encanta particularmente este tipo de poder y este tipo de trato y, una vez que tienen poder, quieren firmar su nombre en todo, como todos los cheques y diversos contratos. Quieren disfrutar de esa sensación de estar firmando su nombre sin cesar con una pluma y de derrochar dinero como si creciera en los árboles. Cuando un anticristo no tiene estatus, nadie puede percibir estas manifestaciones en él, ni que se trata de ese tipo de persona, que tiene ese tipo de carácter o que sea capaz de hacer tales cosas. Pero, en cuanto obtienen estatus, todo esto queda en evidencia. Si son electos por la mañana, para la tarde ya se vuelven increíblemente arrogantes, levantan el mentón, se envanecen, y no tienen ningún respeto por la gente común. El cambio ocurre muy rápidamente. Pero, en realidad, no han cambiado; simplemente han quedado en evidencia. Adoptan estas posturas arrogantes, ¿y qué van a hacer? Quieren vivir a expensas de la iglesia y disfrutar de los beneficios del estatus. Cada vez que alguien les ofrece un banquete de comida deliciosa, comienzan a devorarla, mientras exigen suplementos de salud para sustentar sus cuerpos inmundos. El deleite en privilegios especiales de los anticristos ocurre a menudo; solo hay diferencias en cuanto al grado de gravedad. Cuando cualquier persona que se aferra a los placeres carnales se convierte en líder, quiere deleitarse en privilegios especiales. Este es el carácter de los anticristos. En el momento en que obtienen estatus, se vuelven completamente diferentes. Mantienen todos los placeres y el trato especial que conlleva el estatus de manera firme y segura, a la vista y a la mano, y no se desprenden ni aflojan el control de una sola pizca de ellos, ni tampoco permiten que se les escape el más mínimo ápice. ¿Cuál de estas manifestaciones y prácticas de los anticristos es actuar de acuerdo con los principios-verdad? Ni una de ellas. Todas y cada una de ellas son nauseabundas y repulsivas de ver. No solo sus prácticas y manifestaciones no son conformes a los principios-verdad, sino que ciertamente no poseen ni un ápice de conciencia, razón o sentido de la vergüenza. Cuando los anticristos tienen estatus, además de cometer fechorías imprudentemente y trabajar en su propio poder y estatus, no solo no hacen nada que beneficie a la obra de la iglesia o la entrada en la vida de los hermanos y hermanas, sino que también se deleitan en los beneficios del estatus, los placeres carnales y el hecho de que la gente los mire con admiración y los venere. Algunos anticristos incluso encuentran a gente que les sirva, haciendo que otros les sirvan el té que beben, que otros les laven la ropa que llevan, e incluso tienen a una persona concreta que les frota la espalda cuando se bañan y a otra que les atiende cuando comen. Y lo que es peor, algunos incluso tienen un menú para cada una de las tres comidas del día, y encima quieren tomar suplementos de salud y también que les preparen todo tipo de sopas. ¿Los anticristos tienen vergüenza? ¡No, no tienen! ¿No diríais que es un tanto benévolo limitarse a podar a ese tipo de personas? ¿La poda les hará sentir vergüenza? (No). Entonces, ¿cómo se puede resolver esta cuestión? Es muy sencillo. Después de podarlos, hay que exponerlos y hacerles saber lo que son. Tanto si ceden a esto como si no, han de ser destituidos y todo el mundo debe rechazarlos.
La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 11
Al hombre corrupto le encanta ir en pos del estatus y disfrutar de sus beneficios. Esto se aplica a cualquier persona, ya sea que actualmente tengas estatus o no; es sumamente difícil abandonarlo y librarse de sus tentaciones. Esto requiere de mucha cooperación de parte del hombre. ¿Qué supone tal cooperación? Principalmente, buscar la verdad, aceptarla, entender las intenciones de Dios y penetrar claramente en la esencia de los problemas. Con estas cosas, uno tendrá la fe para superar la tentación del estatus. Además, debes pensar en formas eficaces de librarte de la tentación y satisfacer las intenciones de Dios. Debes contar con sendas de práctica. Esto te mantendrá en la senda correcta. Sin sendas de práctica, a menudo caerás en la tentación. Si bien querrás tomar la senda correcta, tus esfuerzos no conseguirán mucho al final, por mucho que lo intentes. Así pues, ¿cuáles son las tentaciones que sueles enfrentar? (Cuando alcanzo cierto éxito al cumplir con el deber y logro el aprecio de los hermanos y hermanas, me siento complacido y disfruto enormemente de esta sensación. A veces no me doy cuenta; otras veces sí noto que este estado está mal, pero de todos modos no logro rebelarme contra él). Eso es una tentación. ¿Quién más va a hablar? (Como soy líder, nuestros hermanos y hermanas a veces me tratan de manera especial). Eso también es una tentación. Si a pesar de no ser consciente de las tentaciones que encuentras, las abordas mal y no sabes elegir lo correcto, estas tentaciones te causarán sufrimiento y tristeza. A modo de ejemplo, supongamos que el trato especial que te dan los hermanos y hermanas incluye los beneficios sustanciales de alimentarte, vestirte, alojarte y proveer a tus necesidades diarias. Si aquello de lo que disfrutas es mejor que lo que ellos te ofrecen, lo menospreciarás, y tal vez rechaces sus atenciones. No obstante, si te encontraras con un hombre rico y este te regalara un traje fino y te dijera que no lo usa, ¿podrías mantenerte firme ante semejante tentación? Podrías meditar la situación, decirte: “Es rico, y estas ropas no son nada para él. Además, no las usa. Si no me las da, las dejará guardadas en algún lugar. Así que me las voy a quedar”. ¿Qué piensas de esta decisión? (Ya está disfrutando de los beneficios del estatus). ¿Por qué es esto gozar de los beneficios del estatus? (Porque aceptó cosas delicadas). ¿Es disfrutar de los beneficios del estatus simplemente aceptar las cosas delicadas que te ofrecen? Si te ofrecen algo corriente, pero lo aceptas porque es justo lo que necesitas, ¿eso también se considera disfrutar de los beneficios del estatus? (Sí. Siempre que la persona acepte cosas de los demás para satisfacer sus deseos egoístas, significa que disfruta de estos beneficios). Al parecer, no lo tienes claro. ¿Alguna vez pensaste en si de todos modos te daría ese obsequio si no fueras líder y no tuvieras estatus? (No lo haría). Por supuesto que no lo haría. Te hace ese regalo porque eres líder. Ha cambiado la naturaleza de la cosa. No es beneficencia normal, y allí radica el problema. Si le preguntaras: “Si yo no fuera líder, sino simplemente un hermano o una hermana corrientes, ¿me harías ese regalo? Si algún hermano o hermana necesitara este artículo, ¿se lo darías?”. Te respondería: “No podría. No puedo regalar cosas a discreción a cualquiera. Te lo doy a ti porque eres mi líder. Si no tuvieras este estatus especial, ¿por qué te haría un regalo así?”. ¿Te das cuenta ahora de que no has entendido la situación? Le creíste cuando él te dijo que ya no usaba ese traje fino, pero te estaba engañando. Su objetivo es que aceptes su regalo para que, en lo sucesivo, seas bueno con él y le des un trato especial. Esa es la intención detrás de su obsequio. Lo cierto es que tú, por dentro, sabes que él jamás te haría ese regalo si no tuvieras estatus, pero de todos modos lo aceptas. Con la lengua dices “Gracias a Dios. He aceptado este obsequio de parte de Él, es Su benevolencia para conmigo”. No solo disfrutas de los beneficios del estatus, sino que también gozas de las cosas del pueblo escogido de Dios, como si fueran lo que te corresponde. ¿No es desvergonzado? Si el hombre no tiene sentido de la conciencia y carece de toda vergüenza, esto se convierte en un problema. ¿Se trata solo de una cuestión de comportamiento? ¿Sencillamente está mal aceptar cosas de los demás y está bien rechazarlas? ¿Qué deberíais hacer ante tal situación? Debes preguntarle a la persona que te hace el obsequio si lo que está haciendo se ajusta a los principios. Dile: “Busquemos la guía de la palabra de Dios o los decretos administrativos de la iglesia y veamos si lo que estás haciendo concuerda con los principios. Si no, no puedo aceptar ese regalo”. Si esos recursos le informan que su acción vulnera los principios, pero igualmente desea darte el regalo, ¿qué deberías hacer? Debes actuar conforme a los principios. La gente corriente no logra superarlo. Anhelan ansiosos que los otros les den más, y desean gozar de un trato más especial. Si eres una persona correcta, deberías orar a Dios de inmediato ante tal situación y decir: “Oh Dios, lo que enfrento el día de hoy sin duda es señal de Tu benevolencia. Es una lección que has dispuesto para mí. Estoy dispuesto a buscar la verdad y actuar de acuerdo con los principios”. Las tentaciones que enfrentan quienes tienen estatus son enormes y, una vez que la tentación llega, es verdaderamente difícil de superar. Necesitas de la protección y la asistencia de Dios; debes orarle y también debes buscar la verdad y reflexionar a menudo sobre ti mismo. Así, te sentirás centrado y en paz. Sin embargo, si esperas a recibir tales obsequios para orar, ¿te sentirás igualmente centrado y en paz? (Ya no). ¿Qué pensará Dios de ti? ¿Le complacerán tus acciones o las detestará? Detestará tus acciones. ¿Tiene el problema solo que ver con el hecho de que aceptes el objeto? (No). Entonces, ¿dónde está el problema? El problema radica en las opiniones y la actitud que adoptes al enfrentar tal situación. ¿Decides por ti mismo o buscas la verdad? ¿Tienes algún estándar de conciencia? ¿Tienes de verdad un corazón temeroso de Dios? ¿Le oras cada vez que te enfrentas a la situación? ¿Buscas primero satisfacer tus deseos, o en primer lugar oras y buscas las intenciones de Dios? Este asunto te revela. ¿Cómo deberías abordar tal situación? Debes poseer principios de práctica. En primer lugar, por fuera, debes rechazar estas prestaciones materiales especiales, estas tentaciones. Incluso si te ofrecen algo que en particular deseas o precisas, igualmente debes rechazarlo. ¿Qué comprenden estas cosas materiales? Alimentos, vestimenta y refugio, y artículos de uso diario. Estas prestaciones materiales especiales deben rechazarse. ¿Por qué debes rechazarlas? ¿Tiene que ver solo con tu comportamiento? No, tiene que ver con tu actitud cooperativa. Si quieres practicar la verdad, satisfacer a Dios y evitar la tentación, primero debes tener tal actitud. Con ella, serás capaz de evitar la tentación y tendrás la conciencia en paz. Si te ofrecen algo que quieres y lo aceptas, tu corazón sentirá el reproche de tu conciencia en cierta medida. No obstante, debido a tus excusas y justificaciones, dirás que te corresponde recibirlo, que lo mereces. Y así, tu cargo de conciencia no será tan preciso ni evidente. En ocasiones, ciertas razones o pensamientos y puntos de vista pueden influir en tu conciencia, de modo que el remordimiento no sea evidente. Así pues, ¿es tu conciencia un estándar confiable? No lo es. Esta es una alarma que alerta a la gente. ¿Qué clase de alerta emite? Que no hay seguridad en confiar solamente en lo que percibe la conciencia; también se deben buscar los principios-verdad. Eso es lo confiable. Si la gente no tiene la verdad que la refrene, puede caer en la tentación y dar distintas razones y excusas que le permitan satisfacer su anhelo de gozar de los beneficios del estatus. Por tanto, como líder, por dentro, debes atenerte a este único principio: siempre rehusaré, siempre evitaré y rechazaré totalmente cualquier trato especial. El rechazo total es el requisito previo para evitar el mal. Si cuentas con este requisito previo, ya te encuentras bajo la protección de Dios en cierta medida. Y si tienes tales principios de práctica y te aferras a ellos, ya estás practicando la verdad y complaciendo a Dios. Ya caminas por la senda correcta. Cuando vas por la senda correcta y ya complaces a Dios, ¿sigues necesitando de la prueba de tu conciencia? Actuar de acuerdo con los principios y practicar la verdad es superior a los estándares de conciencia. Si alguien tiene la determinación de cooperar y es capaz de actuar según los principios, ya ha complacido a Dios. Este es el estándar que Dios le exige a los hombres.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo resolver las tentaciones y la esclavitud del estatus