4. Cómo resolver el problema de pedir siempre cosas a Dios

Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días

A la hora de determinar si las personas pueden obedecer a Dios o no, el aspecto clave es si tienen deseos extravagantes o motivaciones ocultas hacia Él. Si las personas siempre están haciéndole peticiones a Dios, eso demuestra que no le son obedientes. Sin importar lo que te suceda, si no lo aceptas de Dios y no buscas la verdad, y si siempre razonas a tu favor y sientes que solo tú tienes la razón, y si incluso eres capaz de dudar de que Dios es la verdad y la justicia, entonces tendrás problemas. Esas personas son las más arrogantes y rebeldes hacia Dios. La gente que siempre le exige a Dios no puede obedecerlo de verdad. Si le haces peticiones a Dios, esto prueba que estás intentando hacer un trato con Él, que estás eligiendo tu propia voluntad y actuando conforme a ella. En este sentido, estás traicionando a Dios y careces de obediencia. Ponerle exigencias a Dios es, en sí mismo, carecer de razonamiento; si creyeras de verdad que Él es Dios, no te atreverías a ponerle exigencias ni te creerías cualificado para hacerlo, ya sea que las creyeras razonables o no. Si de verdad crees en Dios y crees que Él es Dios, únicamente lo adorarás y obedecerás, no hay otra opción. La gente de hoy no se limita a tomar sus propias decisiones, sino que incluso le pide a Dios que actúe según su propia voluntad. No solo eligen no obedecer a Dios, sino que incluso le piden a Dios que les obedezca a ellos. ¿No es esto totalmente carente de razón? Por lo tanto, si no hay verdadera fe dentro de una persona ni convicción sustancial, nunca podrá obtener el elogio de Dios. Cuando la gente es capaz de ponerle menos exigencias a Dios, tiene más fe y obediencia verdaderas, y su sentido de la razón es comparativamente normal. Ocurre a menudo que, cuanto más inclinadas están las personas a razonar y más justificación tienen, más difícil es lidiar con ellas. No solo ponen muchas exigencias, sino que cuando se les da un dedo, se toman el brazo. Cuando están satisfechas en un aspecto, presentan exigencias en otro. Tienen que estar satisfechas en todos los aspectos y, de no ser así, empiezan a quejarse, dan las cosas por perdidas y actúan de forma temeraria. Después, se sienten en deuda y tienen remordimiento, lloran lágrimas amargas y quieren morir. ¿De qué sirve esto? ¿Acaso no son poco razonables y constantemente molestas? Esta serie de problemas tiene que resolverse de raíz.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Las personas le ponen demasiadas exigencias a Dios

Nada es más difícil de abordar que el hecho de que las personas hagan exigencias constantes hacia Dios. En cuanto los actos de Dios no se corresponden con tu pensamiento o no se han ejecutado de acuerdo con tu forma de pensar, es probable que te resistas; esto basta para demostrar que, por naturaleza, tienes resistencia a Dios. Este problema solo se puede reconocer haciendo introspección frecuente y logrando comprender la verdad, y solo se puede resolver por completo buscando la verdad. Cuando la gente no comprende la verdad le pone muchas exigencias a Dios, mientras que cuando entienden realmente la verdad no las tienen; solo sienten que no han complacido bastante a Dios, que no se someten a Él lo suficiente. Que las personas siempre le pongan exigencias a Dios refleja su naturaleza corrupta. Si no puedes conocerte y arrepentirte de verdad respecto a esto, enfrentarás peligros y riesgos ocultos en tu senda de fe en Dios. Eres capaz de superar las cosas corrientes, pero cuando se trata de asuntos importantes como tu sino, tus perspectivas y tu destino, quizás seas incapaz de superarlos. En ese momento, si todavía careces de la verdad, bien puedes caer de nuevo en tus viejos hábitos, y te convertirás así en uno de los que serán destruidos. Muchas personas siempre han seguido y creído de esta manera; se han comportado bien durante el tiempo en el que han seguido a Dios, pero esto no determina lo que acontecerá en el futuro. Esto se debe a que nunca eres consciente del talón de Aquiles del hombre ni de las cosas que se encuentran dentro de la naturaleza humana que pueden llegar a oponerse a Dios, y hasta tanto te conduzcan al desastre, tú sigues ignorando tales cosas. Como la cuestión de que tu naturaleza se oponga a Dios no se resuelve, esta te encamina al desastre y es posible que, cuando tu viaje acabe y la obra de Dios termine, hagas lo que más se oponga a Dios y digas algo que sea una blasfemia en Su contra y, así, serás condenado y descartado. En el momento final, en el más peligroso de los tiempos, Pedro intentó escapar. En ese momento, no entendió la voluntad de Dios, y planeó sobrevivir y hacer la obra de las iglesias. Más adelante, Jesús se le apareció y le dijo: “¿Harías que me crucificaran por ti una vez más?”. Pedro entendió entonces la voluntad de Dios, y se apresuró a someterse. Supongamos que, en ese momento, hubiera tenido sus propias exigencias y hubiera dicho: “No quiero morir ahora, temo al dolor. ¿No fuiste crucificado por nuestra causa? ¿Por qué pides que yo sea crucificado? ¿Puedo evitar la crucifixión?”. De haber puesto él tales exigencias, la senda que transitó habría sido en vano. Pero Pedro siempre había sido una persona que se sometió a Dios y buscó Su voluntad; al final, entendió la voluntad de Dios y se sometió por completo. Si Pedro no hubiera buscado la voluntad de Dios y hubiera actuado de acuerdo con su propio pensamiento, habría tomado la senda errónea. Las personas carecen de las facultades para entender directamente la voluntad de Dios, pero si no se someten después de entender la verdad, están traicionando a Dios. Es decir, que las personas siempre le pongan exigencias a Dios guarda relación con su naturaleza. Cuantas más exigencias tienen, más rebeldes son y más se resisten, y más nociones tienen. Cuantas más exigencias alguien le hace a Dios, más probable es que se rebele ante Dios, se resista a Él e incluso se oponga a Él. Tal vez, un día, pueda traicionar y abandonar a Dios. Si quieres solucionar este problema, debes entender varios aspectos de la verdad, y también debes tener cierta experiencia práctica para poder comprenderlo por completo y solucionarlo en su totalidad.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Las personas le ponen demasiadas exigencias a Dios

¿Qué problema hay con que las personas siempre le pongan exigencias a Dios? ¿Y qué problema hay con que siempre tengan conceptos sobre Dios? ¿Qué contiene la naturaleza del hombre? He descubierto que, independientemente de lo que les ocurra, o de aquello que estén afrontando, las personas siempre protegen sus propios intereses, prestan atención a su propia carne, y siempre buscan razones o excusas que les sirvan. No buscan ni aceptan la más mínima verdad, y todo lo que hacen tiene como fin defender su propia carne y conspirar en aras de sus propias perspectivas. Todas solicitan la gracia de Dios, y tratan de sacar todo el provecho posible. ¿Por qué le hacen tantas exigencias a Dios? Esto demuestra que las personas son codiciosas por naturaleza y que, ante Dios, no poseen sentido alguno. En todo lo que hacen —ya sea que oren, compartan enseñanzas o prediquen—, sus búsquedas, pensamientos y aspiraciones son todas exigencias a Dios e intentos de ganar algo de Él; la gente hace todas estas cosas con la esperanza de obtener algo de Dios. Algunos dicen que “la naturaleza humana es así”, lo que es correcto. Además, que las personas le pongan demasiadas exigencias a Dios y tengan demasiados deseos extravagantes demuestra que son muy carentes de conciencia y razón. Todos exigen y solicitan cosas por su propio bien, o tratan de discutir y buscar excusas por su propio beneficio; hacen todo esto para sí mismos. En muchas cosas se puede ver que lo que hacen carece totalmente de sentido, y esto es una prueba plena de que la lógica satánica de “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda” ya se ha convertido en la naturaleza humana. ¿Qué problema ilustra el hecho de que la gente formule exigencias excesivas hacia Dios? Que la gente ha sido corrompida por Satanás hasta cierto punto y que, en su fe en Dios, no lo tratan en absoluto como tal. Algunas personas afirman: “Si no tratamos a Dios como tal, ¿por qué seguiríamos creyendo en Él? Si no lo tratamos como tal, ¿podríamos haberlo seguido hasta hoy? ¿Podríamos haber resistido todo este sufrimiento?”. En apariencia, crees en Dios y eres capaz de seguirlo, pero en tu actitud hacia Él, y en tus opiniones sobre muchas cosas, no lo tratas en absoluto como al Creador. Si trataras a Dios como tal, como Creador, deberías mantenerte firme en tu posición de ser creado, y te sería imposible ponerle más exigencias a Dios o tener deseos extravagantes. Por el contrario, en tu corazón, serías capaz de tener una sumisión verdadera, y serías plenamente capaz de creer en Dios conforme a Sus exigencias y de obedecer toda Su obra.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Las personas le ponen demasiadas exigencias a Dios

En su fe, las personas buscan hacer que Dios les dé un destino adecuado y toda la gracia que necesitan, buscan hacer que Dios sea su sirviente, que Él mantenga con ellas una relación pacífica y amigable para que, no importa cuando, nunca haya ningún conflicto entre ellos. Es decir, su creencia en Dios exige que Él prometa cumplir todas sus exigencias y que les otorgue cualquier cosa por lo que oran, de acuerdo con las palabras que han leído en la Biblia: “Escucharé todas vuestras oraciones”. Esperan que Dios no juzgue ni pode a nadie, ya que Él siempre ha sido el misericordioso Salvador Jesús que mantiene una buena relación con las personas en todo momento y en todo lugar. Así es como las personas creen en Dios: le exigen con descaro y creen que, independientemente de si son rebeldes u obedientes, Él les otorgará ciegamente todo lo que le pidan. Le “cobran deudas” a Dios continuamente, pues creen que Él debe “reembolsarles” sin resistirse de ninguna manera y, además, debe pagar doble; piensan que, independientemente de que Dios haya obtenido algo de ellas o no, lo pueden manipular y que Él no puede orquestar arbitrariamente a las personas, y, mucho menos, revelarles Su sabiduría y Su carácter justo —ocultos durante muchos años— cuando Él quiera y sin su permiso. Simplemente le confiesan a Dios sus pecados, pues creen que Dios sencillamente los absolverá y que no va a cansarse de hacerlo y que esto continuará para siempre. Simplemente le dan órdenes a Dios y creen que Él obedecerá, porque está registrado en la Biblia que Dios no vino para ser servido por el hombre, sino para servirle a él, y que Él está aquí para ser su siervo. ¿No habéis creído siempre de esta manera? Cuando no podéis obtener algo de Dios, queréis huir; cuando no entendéis algo, os volvéis demasiado resentidos e incluso llegáis tan lejos como para lanzarle toda clase de insultos. Simplemente no le permitiréis a Dios mismo expresar completamente Su sabiduría y maravilla, en lugar de eso solo queréis disfrutar la comodidad y el confort temporales. Hasta ahora, vuestra actitud en vuestra creencia en Dios ha consistido meramente en los mismos viejos puntos de vista. Si Dios os muestra una mínima majestad, os ponéis tristes. ¿Veis ahora exactamente lo grande que es vuestra estatura? No asumáis que todos vosotros sois leales a Dios cuando, de hecho, vuestras antiguas opiniones no han cambiado. Cuando nada malo te sucede, crees que todo va bien y tu amor por Dios alcanza las cotas más altas. Cuando algo pequeño te sucede, caes al Hades. ¿Está con ello siendo leal a Dios?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Debes dejar de lado las bendiciones del estatus y entender la voluntad de Dios para traer la salvación al hombre

Tienen una razón muy precaria, le exigen muchísimo a Dios, le piden demasiado y carecen de la más mínima razón. Las personas siempre le exigen a Dios que haga esto o aquello y no son capaces de someterse completamente a Él o de alabarlo. En cambio, le plantean a Dios exigencias poco razonables sobre la base de sus propias preferencias, le piden que sea muy magnánimo, que nunca se enfade por nada, que siempre sonría cuando las vea y les hable y les otorgue la verdad y comparta sobre esta con ellas. También exigen que siempre sea paciente y que mantenga una expresión agradable cuando está con ellas. Tienen demasiados requisitos, ¡son muy quisquillosas! Deberíais examinar estos asuntos. La razón humana es muy débil, ¿no es cierto? Las personas no solo son incapaces de someterse completamente a las instrumentaciones y las disposiciones de Dios o de aceptar todo lo que proviene de Él, sino que le imponen requisitos adicionales. ¿Cómo pueden ser leales a Dios quienes tienen semejantes requisitos? ¿Cómo pueden someterse a las disposiciones de Dios? ¿Cómo pueden amar a Dios? Todas las personas tienen requisitos acerca de cómo Dios debería amarlas, tolerarlas, velar por ellas, protegerlas y cuidarlas; sin embargo, ninguna tiene requisito alguno acerca de cómo ellas mismas deberían amar a Dios, pensar en Él, ser consideradas con Él, satisfacerlo, tenerlo en sus corazones y alabarlo. ¿Acaso estas cuestiones ocupan un lugar en sus corazones? Estas son cosas que deberían lograr, entonces, ¿por qué no se esmeran con diligencia en lo que a esto respecta? Hay quienes pueden sentir entusiasmo por un tiempo y en cierto modo renunciar a cosas y esforzarse, pero esto no es duradero. Cuando tropiezan con un contratiempo se sienten desalentados, pierden la esperanza y se quejan. Las personas tienen muchos problemas y muy pocas buscan la verdad y se empeñan en amar y satisfacer a Dios. Los seres humanos carecen absolutamente de razón, persisten en la postura equivocada y se consideran especialmente valiosos. También están quienes dicen: “Dios nos ve como a la niña de Sus ojos. No dudó en permitir que Su único Hijo fuera clavado en la cruz para redimir a la humanidad. Dios pagó un alto precio para recuperarnos; somos muy preciados y todos ocupamos un lugar en el corazón de Dios. Somos un grupo especial de personas y nuestra condición es superior a la de los incrédulos; pertenecemos al reino de los cielos”. Se creen totalmente sublimes y magníficos. En el pasado, muchos líderes pensaban de esta manera y creían disfrutar de cierto estatus y posición en la casa de Dios tras haber ascendido. Pensaban “Dios me tiene un gran aprecio y piensa bien de mí, y me ha permitido servir como líder. Debo esforzarme al máximo, ir de un lado a otro y trabajar para Él”. Se sentían sumamente satisfechos consigo mismos. Sin embargo, después de un tiempo, cuando hacían algo malo, y su auténtica naturaleza salía a la luz, se los reemplazaba, se los desalentaba y bajaban la cabeza. Cuando su comportamiento indecoroso quedaba al descubierto y se lo podaba, se tornaban aún más negativos y no podían seguir creyendo. Pensaban para sí mismos: “Dios está siendo tan desconsiderado con mis sentimientos que no le importa resguardar mi orgullo en lo más mínimo. Dicen que Dios se compadece de las debilidades del hombre, entonces, ¿por qué fui destituido después de algunas pequeñas transgresiones?”. Como consecuencia de ello, se sentían desanimados y querían abandonar su fe. ¿Tienen tales personas una fe verdadera en Dios? Si no pueden ni siquiera aceptar que se los pode, quiere decir que su estatura es demasiado escasa, y no es seguro que sean capaces de aceptar la verdad en el futuro. Esas personas están en peligro.

Las personas no se exigen mucho a sí mismas, pero le exigen mucho a Dios. Le piden que les muestre especial amabilidad y que sea paciente y complaciente con ellas, que las valore, que les dé lo que necesitan, que incluso les sonría, sea tolerante con ellas, les haga favores y las cuide de muchas maneras. Esperan que Él no sea estricto con ellas en absoluto, ni que haga algo que las moleste ni siquiera un poco, y solo están satisfechas si Él las adula todos los días. ¡Los humanos carecen tanto de razón! Las personas no tienen claro qué deberían hacer, qué deberían lograr, qué puntos de vista deberían tener, en qué lugar deberían estar para servir a Dios ni cuál es el lugar adecuado donde colocarse. Las personas con algo de estatus se tienen en muy alta estima a sí mismas, y las que no tienen estatus también tienen esta actitud. Las personas nunca se conocen a sí mismas. Debéis llegar a un punto en vuestra creencia en Dios en el que sin importar cómo Él os hable, lo estricto que sea con vosotros y lo mucho que os pueda ignorar, podáis seguir creyendo sin quejaros y continuar cumpliendo con vuestro deber como de costumbre. Entonces, serás una persona madura y experimentada y verdaderamente tendrás algo de estatura y un poco de la razón de una persona normal. No exigirás cosas a Dios, ni tendrás deseos extravagantes, ni les exigirás cosas a los demás o a Dios basadas en tus preferencias. Esto demostrará, hasta cierto punto, que posees la semejanza de un ser humano. En la actualidad tenéis tantas exigencias que resultan exageradas, además de muchas intenciones humanas. Esto demuestra que no estás en la ubicación correcta, que el espacio que ocupas es muy elevado y te has considerado demasiado honorable, como si no fueras muy inferior a Dios. Por tanto, es difícil tratarte y esta es precisamente la naturaleza de Satanás.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Realizar exigencias constantes a Dios es parte de la naturaleza humana, y debéis analizar esta naturaleza de acuerdo con la palabra de Dios. ¿Cómo deberíais analizarla? El primer paso es ser claro sobre qué exigencias irracionales y qué deseos extravagantes tienen las personas con respecto a Dios, y deberías analizar todos y cada uno de ellos. ¿Por qué las personas realizan esa exigencia? ¿Cuál es su motivo? ¿Cuál es su objetivo? Cuanto más meticulosamente lo analices de esta manera, más comprensión tendrás de tu propia naturaleza, y esa comprensión será más detallada. Si no lo analizas en detalle, sino que solo sabes que las personas no deberían hacerle exigencias a Dios, solo comprendes que hacer exigencias a Dios es irracional y nada más, al final, no harás ningún progreso y no cambiarás. Algunos dicen: “Tenemos muchas exigencias hacia Dios porque somos demasiado egoístas. ¿Qué deberíamos hacer?”. Naturalmente, las personas deben entender la verdad y conocer la esencia del egoísmo. Cuando de verdad comprendas la esencia del egoísmo humano, sabrás de qué careces; lo atemorizante es si la gente no puede comprender esto. Es fácil reconocer a través del análisis las propias exigencias que son obviamente extravagantes o irracionales, y es posible que te odies. A veces tal vez pienses que tus exigencias son razonables y justas, y como tú las consideras razonables y crees que así deben ser las cosas, y como otras personas hacen exigencias similares, puede parecerte que las tuyas no son excesivas, sino que son justificables y naturales. Esto demuestra que aún no tienes la verdad, y por eso no puedes entenderlas con claridad. Por ejemplo: imagina a un hombre que siguió a Dios por muchos años y sufrió mucho a través de tormentas y desafíos. Siempre pareció comportarse bien, y parecía estar bien en cuanto a su humanidad, su sufrimiento y su devoción a Dios. Incluso poseía bastante conciencia, estaba dispuesto a retribuir el amor de Dios, y solía ir con cuidado cuando llevaba a cabo su labor. Más tarde, descubrí que este hombre hablaba de forma clara y agradable, pero no era en lo más mínimo obediente, por lo que le reemplacé y ordené que no se le volviera a usar en el futuro. Había trabajado para la iglesia varios años y había sufrido mucho, pero aun así, al final, había sido reemplazado. Lo que es más, Yo no había resuelto algunas de sus dificultades prácticas. ¿Qué pensaría la gente de este tipo de situación? Primero, muchos le defenderían y dirían: “Eso no está bien. En estas circunstancias, Dios debería mostrarle gran misericordia y gracia, porque él ama a Dios y se esfuerza por Él. Si alguien como él, que ha creído en Dios por tantos años, puede ser descartado, ¿qué esperanza tenemos nosotros, los nuevos creyentes?”. Aquí vienen otra vez las exigencias de las personas, que siempre esperan que Dios bendiga a tal, le permita quedarse, mientras piensan: “Él se ha comportado bien con Dios, ¡Dios no debería decepcionarle!”. Muchas de las exigencias que las personas le hacen a Dios surgen de las nociones y figuraciones humanas. Las personas miden lo que Dios debería darles y cómo Él debería tratarles de acuerdo con los criterios de conciencia de lo que es justo y razonable entre los hombres, pero ¿cómo puede esto estar en línea con la verdad? ¿Por qué digo que todas las exigencias de la humanidad son irracionales? Porque son los criterios que las personas exigen de los demás. ¿Las personas tienen la verdad? ¿Son capaces de desentrañar la esencia del hombre? Algunos exigen que Dios trate a las personas de acuerdo con ese criterio de conciencia, exigen a Dios de acuerdo con el criterio que se exige a los humanos. Esto no está en línea con la verdad y es irracional. Las personas pueden soportar cuando se trata de algunas cuestiones pequeñas, pero tal vez no puedan soportar cuando finalmente se determine su resultado. Sus exigencias surgirán, y las palabras de queja y condena brotarán de sus bocas sin control, y empezarán a mostrarse como en verdad son. En ese momento, conocerán su propia naturaleza. Las personas siempre hacen exigencias a Dios de acuerdo con las nociones humanas y su propia voluntad, y realizan muchas exigencias de este tipo. Puede que no lo notéis normalmente y que penséis que ocasionalmente orar a Dios por algo no cuenta como exigencia, pero, de hecho, el análisis cuidadoso muestra que muchas exigencias humanas son irracionales, carecen de razón y son incluso ridículas. No reconociste la seriedad de este asunto antes, pero, gradualmente, llegarás a conocerla en el futuro, y entonces tendrás una verdadera comprensión de tu propia naturaleza. De a poco, la experiencia te aportará conocimiento y discernimiento sobre tu propia naturaleza, y junto con la enseñanza de la verdad, llegarás a conocerla claramente. Entonces habrás entrado en la verdad en este aspecto. Cuando de verdad conozcas con claridad la esencia naturaleza del hombre, tu carácter cambiará, y entonces tendrás la verdad.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Las personas le ponen demasiadas exigencias a Dios

Todas las exigencias y tramas de la gente son incompatibles con la verdad, y se oponen a las exigencias de Dios y a Su voluntad. Dios no ama a ninguna de ellas, a todas las odia y las desprecia. Las exigencias que las personas le hacen a Dios, todo lo que persiguen y las sendas que transitan no tienen nada que ver con la verdad. Algunos piensan: “He trabajado para la iglesia por muchos años; si me enfermo, Dios debería sanarme y bendecirme”. En particular, quienes han creído en Él por mucho tiempo le exigen aun más; quienes han creído por poco tiempo no se sienten dignos, pero después de un tiempo, empezarán a sentirse con derecho. Esta es la forma de ser de las personas, está en la naturaleza del hombre, y nadie es excepción a esto. Algunas personas dicen: “Nunca he hecho una exigencia excesiva a Dios porque soy un ser creado, y no soy digno de pedirle nada”. No te apresures a decir eso, el tiempo lo revelará todo. La naturaleza y las intenciones de la gente serán expuestas con el tiempo y un día saldrán a la luz. Las personas no le hacen exigencias a Dios porque no creen que sea necesario, porque no es el momento oportuno, o porque ya le han exigido mucho, pero no se dan cuenta de que es una exigencia. En síntesis, tienen este tipo de naturaleza, por lo que les resulta imposible no revelarla. En las circunstancias correctas, o dada la oportunidad, se revelará de forma natural. ¿Por qué enseñar sobre esto hoy? Para que las personas comprendan lo que hay en su propia naturaleza. No creas que creer en Dios unos años o trabajar para la iglesia unos días significa que te has esforzado, te has dedicado o has sufrido mucho por Él y que mereces obtener algunas cosas, como el disfrute de las cosas materiales, el alimento del cuerpo, o ser más respetado y valorado por otros, o que Dios te hable con amabilidad o se preocupe más por ti, pregunte a menudo si estás comiendo bien y te vistes adecuadamente, cómo estás físicamente y demás. Estas cosas surgen inconscientemente en las personas cuando se han esforzado por Dios mucho tiempo, y llegan a pensar que merecen exigirle cualquier cosa. Cuando solo se han esforzado por Dios un corto tiempo, creen que no tienen el derecho y no se atreven a hacerle exigencias a Dios. Pero, con el tiempo, pensarán que tienen capital y sus exigencias comenzarán a surgir, y estos aspectos de su naturaleza quedarán expuestos. ¿No son así las personas? ¿Por qué las personas no meditan si está bien realizar exigencias así a Dios? ¿Mereces estas cosas? ¿Dios te las prometió? Si algo no te pertenece, pero lo exiges con terquedad, esto se opone a la verdad, y nace por completo de tu naturaleza satánica. ¿Cómo se comportó el arcángel al principio? Se le había dado una posición muy alta, se le había dado demasiado, por lo que pensó que merecía todo lo que deseara y obtuviera, hasta que, al final, llegó el punto en que dijo: “¡Quiero estar en pie de igualdad con Dios!”. Por eso las personas creen en Dios con demasiadas exigencias, deseos demasiado grandilocuentes. Si no se examinan a sí mismas, si no notan la gravedad del problema, un día dirán: “Renuncia, Dios. Yo mismo podría ser Dios, más o menos”, o “Dios, vestiré lo que vistas, comeré lo que comas”. Las personas que han llegado a este nivel ya tratan a Dios como si fuera un ser humano. Aunque, de palabra, reconocen que Dios encarnado es Dios mismo, estas solo son palabras superficiales. En realidad, sus corazones no tienen ni una pizca de sumisión a Dios ni temor de Dios. Algunas personas incluso quieren ser Dios, y habrá problemas si sus ambiciones y deseos crecen a este nivel. Es posible que les acontezca una calamidad, e incluso si las expulsan de la iglesia, aun así serán castigadas por Dios.

Los creyentes en Dios deberían tratar a Dios como tal, y solo al hacer esto están creyendo en Dios verdaderamente. No deberían limitarse a reconocer la posición de Dios, deberían tener una verdadera comprensión y verdadero temor de la esencia y el carácter de Dios, y ser completamente obedientes. Os diré algunas formas de practicar esto. Primero, ten devoción y una actitud sincera dentro cuando interactúes con Dios, sin ninguna noción ni fantasía, y ten un corazón obediente. Segundo, lleva ante Dios las intenciones detrás de todo lo que digas, de cada pregunta que hagas, de todo lo que hagas, para examinarlas y orar. Solo si sabes cómo practicar de acuerdo con los principios verdad y con base en la palabra de Dios podrás entrar en la realidad verdad. Si no buscas la verdad, no solo no podrás entrar en la realidad verdad, sino que acumularás cada vez más nociones, y eso traerá problemas. Si consideras a Dios como una persona, entonces, crees en un Dios vago en el cielo; habrás negado por completo la encarnación y ya no reconocerás al Dios práctico en tu corazón. En este momento, te convertirás en un anticristo y caerás en la oscuridad. Cuantas más justificaciones tengas, más exigencias le harás a Dios, y más nociones tendrás sobre Él, lo que te pondrá en creciente peligro. Cuantas más exigencias le hagas a Dios, más se demostrará que, simplemente, no tratas a Dios como tal. Si siempre albergas exigencias a Dios en tu corazón, con el tiempo, es probable que empieces a tratarte a ti mismo como Dios, y darás testimonio para ti mismo cuando trabajes en la iglesia, e incluso dirás: “¿Acaso Dios no da testimonio para sí mismo? ¿Por qué no puedo yo?”. Porque tú no comprendes la obra de Dios, tendrás nociones sobre Él, y no tendrás un corazón temeroso. Tu tono de voz cambiará, tu carácter se volverá arrogante y, al final, comenzarás gradualmente a exaltarte y dar testimonio para ti mismo. Este es el proceso del declive del hombre, y se genera por completo porque este no busca la verdad.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Las personas le ponen demasiadas exigencias a Dios

Aunque Job nunca había visto a Dios ni había oído Sus palabras con sus propios oídos, Él tenía un lugar en su corazón. ¿Cuál era la actitud de Job hacia Dios? Era, como ya mencionamos anteriormente, “bendito sea el nombre de Jehová”.* Bendecía el nombre de Dios de manera incondicional, sin reservas y sin razones. Vemos que le había entregado su corazón, permitiendo que Él lo controlara; todo lo que pensaba, lo que decidía, y lo que planeaba en su corazón estaba expuesto abiertamente para Dios y no cerrado a Él. Su corazón no se oponía a Él, y nunca le pidió que hiciera algo por él, que le concediera algo ni albergó deseos extravagantes de conseguir alguna cosa por su adoración a Dios. Job no habló de negocios con Dios, y no le pidió ni le exigió nada. Alababa Su nombre por el gran poder y autoridad de este en Su dominio de todas las cosas, y no dependía de si obtenía bendiciones o si el desastre lo golpeaba. Job creía que, independientemente de que Dios bendiga a las personas o acarree el desastre sobre ellas, Su poder y Su autoridad no cambiarán; y así, cualesquiera que sean las circunstancias de la persona, debería alabar el nombre de Dios. Que Dios bendiga al hombre se debe a Su soberanía, y también cuando el desastre cae sobre él. El poder y la autoridad divinos dominan y organizan todo lo del hombre; los caprichos de la fortuna del ser humano son la manifestación de estos, e independientemente del punto de vista que se tenga, se debería alabar el nombre de Dios. Esto es lo que Job experimentó y llegó a conocer durante los años de su vida. Todos sus pensamientos y sus actos llegaron a los oídos de Dios, y a Su presencia, y Él los consideró importantes. Dios estimaba este conocimiento de Job, y le valoraba a él por tener un corazón así, que siempre aguardaba el mandato de Dios, en todas partes, y cualesquiera que fueran el momento o el lugar aceptaba lo que le sobreviniera. Job no le ponía exigencias a Dios. Lo que se exigía a sí mismo era esperar, aceptar, afrontar, y someterse a todas las disposiciones que procedieran de Él; creía que esa era su obligación, y era precisamente lo que Él quería. Nunca había visto a Dios ni le había oído hablar palabra alguna, emitir mandato alguno, comunicar una enseñanza o instruirlo sobre algo. En palabras actuales, que fuera capaz de poseer semejante conocimiento de Dios y una actitud así hacia Él, aun cuando Él no le había facilitado esclarecimiento, dirección ni provisión respecto a la verdad, era algo valioso; que demostrara estas cosas bastaba para Dios, que elogió y apreció su testimonio.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II

La gente no está cualificada para imponer exigencias a Dios. No hay nada más irracional que imponer exigencias a Dios. Él hará lo que deba hacer y Su carácter es justo. La justicia no es en modo alguno justa ni razonable; no se trata de igualitarismo, de concederte lo que merezcas en función de cuánto hayas trabajado, de pagarte por el trabajo que hayas hecho ni de darte lo que merezcas a tenor de tu esfuerzo, esto no es justicia, es simplemente ser imparcial y razonable. Muy pocas personas son capaces de conocer el carácter justo de Dios. Supongamos que Dios hubiera eliminado a Job después de que este diera testimonio de Él: ¿Sería esto justo? De hecho, lo sería. ¿Por qué se denomina justicia a esto? ¿Cómo ve la gente la justicia? Si algo concuerda con las nociones de la gente, a esta le resulta muy fácil decir que Dios es justo; sin embargo, si considera que no concuerda con sus nociones —si es algo que no comprende—, le resultará difícil decir que Dios es justo. Si Dios hubiera destruido a Job en aquel entonces, la gente no habría dicho que Él era justo. En realidad, no obstante, tanto si la gente ha sido corrompida como si no, y si lo ha sido profundamente, ¿tiene que justificarse Dios cuando la destruye? ¿Debe explicar a las personas en qué se basa para hacerlo? ¿Debe Dios decirle a la gente las reglas que Él ha ordenado? No hay necesidad de ello. A ojos de Dios, alguien que es corrupto y que es susceptible de oponerse a Dios no tiene ningún valor; cómo lo maneje Dios siempre estará bien, y todo está dispuesto por Él. Si fueras desagradable a ojos de Dios, si dijera que no le resultas útil tras tu testimonio y, por consiguiente, te destruyera, ¿sería esta también Su justicia? Lo sería. Tal vez no sepas reconocerlo ahora mismo a partir de la realidad, pero debes entenderlo en doctrina. ¿Qué opináis? ¿Es la destrucción de Satanás a manos de Dios una expresión de Su justicia? (Sí). ¿Y si Él permitiera que Satanás perdurara? No os atrevéis a decir nada, ¿verdad? La esencia de Dios es la justicia. Aunque no es fácil comprender lo que hace, todo cuanto hace es justo, solo que la gente no lo entiende. Cuando Dios entregó a Pedro a Satanás, ¿cómo respondió Pedro? “La humanidad es incapaz de comprender lo que haces, pero todo cuanto haces tiene Tu benevolencia; en todo ello hay justicia. ¿Cómo sería posible que no alabara Tu sabiduría y Tus obras?”. Ahora debes ver que la razón por la que Dios no destruye a Satanás durante la época de Su salvación del hombre es que los seres humanos puedan ver con claridad cómo Satanás los ha corrompido y hasta qué punto lo ha hecho, y cómo Dios los purifica y los salva. En última instancia, cuando la gente haya comprendido la verdad y haya visto claramente el odioso semblante de Satanás, y haya contemplado el monstruoso pecado de la corrupción de Satanás sobre ellos, Dios destruirá a Satanás, mostrándoles Su justicia. El momento en que Dios destruye a Satanás rebosa del carácter y la sabiduría de Dios. Todo cuanto Él hace es justo. Aunque los humanos no sean capaces de percibir la justicia de Dios, no deben juzgarlo a su antojo. Si alguna cosa que haga les parece irracional o tienen nociones al respecto y por eso dicen que no es justo, están siendo completamente irracionales.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Como crees en Dios y lo sigues, debes ofrecerle todo a Él y no hacer elecciones o exigencias personales; debes lograr satisfacer la voluntad de Dios. Como fuiste creado, debes someterte al Señor que te creó, porque inherentemente no tienes dominio sobre ti mismo ni capacidad para controlar tu propio destino. Como eres una persona que cree en Dios, debes buscar la santidad y el cambio. Como eres un ser creado, debes ceñirte a tu deber, mantener tu lugar y no excederte en tus deberes. Esto no es para limitarte ni para reprimirte por medio de la doctrina, sino que es la senda por medio de la cual puedes cumplir con tu deber; y pueden llevarlo a cabo —y deben llevarlo a cabo— todas las personas que actúan con justicia. […] Dios creó todas las cosas y por ende hace que toda la creación venga bajo Su dominio y se someta al mismo; Él ordenará todas las cosas para que todas estén en Sus manos. Toda la creación de Dios, incluyendo los animales, las plantas, la humanidad, las montañas, los ríos y los lagos, todo debe venir bajo Su dominio. Todas las cosas en los cielos y sobre la tierra deben venir bajo Su dominio. No pueden tener ninguna elección y deben someterse todas a Sus orquestaciones. Esto fue decretado por Dios y es Su autoridad. Dios lo gobierna todo y ordena y clasifica todas las cosas, cada una catalogada según su clase, con su propia posición asignada de acuerdo con la voluntad de Dios. Por muy grande que sea, ninguna cosa puede sobrepasar a Dios y todas las cosas sirven a la humanidad creada por Dios; nada se atreve a desobedecer a Dios o a imponerle exigencias. Por tanto, el hombre, como ser creado, también debe cumplir con su deber. Independientemente de que sea el señor o el cuidador de todas las cosas, por muy alto que sea el estatus del hombre entre todas las cosas, sigue siendo un ser humano insignificante bajo el dominio de Dios, solo un ser humano insignificante, un ser creado, y nunca estará por encima de Dios. Como ser creado, el hombre debe procurar cumplir con el deber de un ser creado y buscar amar a Dios sin hacer otras elecciones, porque Dios es digno del amor del hombre. Quienes buscan amar a Dios no deben buscar ningún beneficio personal ni aquello que anhelan personalmente; esta es la forma más correcta de búsqueda. Si lo que buscas es la verdad, si lo que pones en práctica es la verdad y si lo que obtienes es un cambio en tu carácter, entonces, la senda que transitas es la correcta. Si lo que buscas son las bendiciones de la carne, si lo que pones en práctica es la verdad de tus propias nociones y no hay un cambio en tu carácter ni eres en absoluto sumiso a Dios en la carne, sino que sigues viviendo en la ambigüedad, entonces lo que buscas te llevará sin duda al infierno, porque la senda por la que caminas es la del fracaso. Que seas perfeccionado o descartado depende de tu propia búsqueda, lo que equivale a decir que el éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine

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El hombre le hace demasiadas exigencias a Dios

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